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Isabel Celaá: «Los profesores tendrán la protección que la autoridad sanitaria estime oportuna»

Por Pablo Gutierrez Alamo

El Ministerio de Educación y FP se encuentra en el centro de la ciudad de Madrid. Es un vetusto edificio que con el tiempo ha ido anexionando algunos de los inmuebles colindantes. Es una mole en la que es fácil perderse y que, estos días, además, está prácticamente deshabitada. Algunos agentes de seguridad en los accesos y muy poca gente más.

La ministra Isabel Celaá nos recibe en la Sala Goya, utilizada comunmente para las Conferencias Sectoriales con todas las comunidades autónomas. Es un gran salón en el que resulta muy fácil mantener la distancia de seguridad que rige toda la vida cotidiana hoy día. La situación, en esta recta final del curso, se ha complicado con una buena cantidad de dudas organizativas, pero no solo, con respecto a cómo podrán volver chicas y chicos, al menos, algunos, y su profesorado a unas aulas que llevan casi dos meses cerradas a cal y canto.

En un par de semanas, los alumnos que quieran, de los cursos terminales, podrán ir a clase…

Se supone que en la fase 1, que es donde situamos la apertura administrativa de los centros. Los centros han de ser desinfectados y estar limpios, en condiciones idóneas. Tienen muchas tareas administrativas pendientes: certificaciones, propuestas de títulos, apertura de matrículas… toda esa organización del nuevo curso tiene que ser realizada por la dirección, por la administración de los centros y por el profesorado.

La apertura administrativa empezará en la fase 1. Dos semanas después, algunas zonas, puesto que tenemos una desescalada compleja, gradual y asimétrica, que estén en fase 2 y que cumplan las normas para luchar contra la epidemia podrán abrir el centro para alumnos que van a enfrentarse a sus exámenes: 4º de la ESO, 2º de bachillerato para la EVAU, 2º de FPGM, de GS. Para estos será voluntario, pero los centros que estén en fase 2 han de estar abiertos. Esos alumnos serán convenientemente distanciados dentro de los centros; como estos estarán prácticamente vacíos, podrán ser distanciados en aulas contiguas y un profesor trabajar consecutivamente con los dos grupos.

Además, en esas fase 2 se abrirán las escuelas infantiles, 0-3  y 3-6, con el fin de ayudar a los padres y madres en la conciliación de la vida laboral y familiar. Nos gustaría mucho que las escuelas pudieran abrirse a más, pero no pueden estar llenas en este momento de la epidemia. Los otros cursos de primaria o secundaria, cuando algún centro se encuentre en condiciones óptimas para abordar unos cursos de refuerzo a esos niveles, también podrá hacerlo.

Estamos hablando ya casi del mes de junio.

Sí, sí. El curso escolar termina en junio.

En relación a la apertura administrativa ¿quiénes son quienes deben ir a los centros?

El equipo directivo y a quienes llame este para hacer las labores administrativas propias del centro. El centro debe prepararse para acoger a sus alumnos, de situarse el centro en una fase 2, y que vendrá a ser en junio. Dependerá de la situación epidemiológica.

¿Habrá EPI para esos docentes?

Tiene que haber una protección. Estoy trabajando con Sanidad. No sabemos en qué consistirá, pero los profesores evidentemente tendrán la protección que la autoridad sanitaria estime oportuna para el trabajo que ha de hacer.

¿Esos equipos los pondrá el Ministerio de Sanidad o las CCAA?

Eso no lo tenemos prefijado. Son las CCAA las que tienen la dotación de recursos para dar ese servicio. Pero el Ministerio de Sanidad será quien tenga que determinar qué equipo concreto se precisa. Hemos de pensar que están con niños, no están con enfermos de coronavirus. Están con niños.

Bueno, es una de las preocupaciones que nos llegan desde el anuncio… ¿cómo llegarán a los centros?

Protegidos, evidentemente. Determinaremos con precisión con qué protección. Lo estoy trabajando con el Ministerio de Sanidad.

En cuanto a las escuelas infantiles, ¿se está barajando alguna ratio máxima por aula?

No hemos barajado cifra porque las unidades de infantil, dependiendo de la edad, pueden ser pequeñas. El centro educativo, en el ejercicio de su autonomía, con las reglas sanitarias que hemos de proveer, adecuará los espacios a los niños que tiene que atender. Hemos de pensar que habrá mucho espacio en el centro, en general.

Algunas patronales de centros de infantil han calculado que con menos del 70% de las criaturas en las aulas, económicamente no pueden mantenerse…

La escuela no lo puede hacer todo. La escuela tiene una labor subsidiaria de conciliación de la vida labora y familiar, pero su objetivo es educar, enseñar. Por tanto, se requieren otros apoyos de otras administraciones públicas para poder efectuar toda la tarea que tenemos que hacer en esta pandemia. En esto no podemos entrar. Primero porque son autónomas, están en su CCAA y esta verá en qué condiciones, cómo, por qué, por qué no y dónde atenderá.

¿Ha supuesto un problema la gestión con 17 CCAA, con la vista en el acuerdo de la Sectorial del que se han descolgado algunas?

Las normativas que han publicado y que hemos visto se acomodan al acuerdo perfectamente. Hay dos principios: el acuerdo no altera la legislación vigente. Esta queda como está, porque es una Ley orgánica y estas son competencia del Congreso de los Diputados. Lo que hace el acuerdo, por mor de las circunstancias excepcionales que estamos viviendo, es adaptar, con medidas de flexibilidad, la forma de evaluar a los alumnos. ¿Cómo? Atienda usted más a los cualitativo que a lo cuantitativo. Fíjese sobre todo si ese alumno ha sido capaz de superar los objetivos generales de la evaluación, o si es de FP, si ha desarrollado las destrezas, las competencias necesarias para pasar de curso. Estamos en la esencia, en los aprendizajes esenciales, competenciales, estamos casi más hablando de ámbitos que de materias específicas. Haga usted una evaluación cualitativa, especializada, del alumno. Pero la va a hacer usted con el resto de colegas en la junta de evaluación. Entre todos ustedes, que conocen perfectamente al alumno, el eqipo docente que trata a ese alumno, son capaces de saber de manera muy consciente y clara, si está preparado para pasar, promocionar, o si repetir le hace mayor beneficio a su proceso educativo.

La repetición ha de ser excepcional, dice la legislación.

Nosotros no somos partidarios de la repetición porque pensamos que no arregla. Arrastramos un sistema napoleónico en el sistema educativo español. De manera demasiado asidua recurre a la repetición. De facto tenemos tres veces más repetidores que los países de nuestro entorno. Y eso no significa falta de esfuerzo del alumnado, sino falta de esfuerzo del sistema. Lo que dice el acuerdo es eso: todas las normas que hemos ido viendo de las distintas CCAA recogen esa adaptabilidad, esa flexibilidad. Y las comunidades mantienen, en el estado de alarma, sus competencias autonómicas intactas, evidentemente. Ahora, no son las comunidades las que van a evaluar, son los equipos docentes. Por cierto, como siempre. Esos equipos docentes son los que tienen que determinar si el alumno promociona o si repite. Lo que decimos, habida cuenta de las circunstancias excepcionales que hay, que la regla general siempre es promocionar. Ahora subráyese con intensidad. Y la excepción es repetir. ¿Cuándo se repetirá? Cuando la junta de evaluación considere que es lo mejor para el alumno. Hay que trabajar con todos estos elementos, por eso es complejo, evidentemente. Pero no estamos en un Estado unitario, sino compuesto, y no tenemos más remedio que trabajar con todas las fichas.

Ha habido quienes han echado de menos más liderazgo del Ministerio. ¿Podría haberse tomado para sí las competencias de educación de las autonomías?

En absoluto. Estamos afrontando una crisis sanitaria, epidemiológica y lo que hace la declaración del estado de alarma es atribuir a Sanidad la autoridad, solo a Sanidad. Es el mando. Todos tenemos que subordinar y adecuar nuestra práctica al interés de salvar vidas.

En Educación las competencias están en las CCAA y, por ello, la forma en la que hemos operado ha sido a través del acuerdo. Porque el Ministerio no modifica las leyes orgánicas, lo hace el Congreso y para ese objetivo ya tenemos enunciada la LOMLOE. Una ley que, por cierto, acomoda todas aquellas cuestiones que ahora vemos necesarias: la digitalización, la enseñanza personalizada, un currículo mucho más competencial y menos enciclopédico, una formación del profesorado, también online para atender al alumnado desde que está en casa… Esto nos está dando, precisamente, de manera real, la evidencia de la necesidad de los cambios en clave de modernización. Necesitamos esos cambios. Una formación del profesorado mucho más intensa, un curriculo múcho más competencial… todos esos cambios están recogidos en la ley

Volviendo sobre el profesorado. En este tiempo, varias CCAA no están cubriendo las bajas docentes con interinos.

Ese es un asunto que quizá se está percibiendo ahora. Hemos estado trabajando en otras tareas como la identificación de aquellos alumnos que estaban sin recursos, cómo proveerles de programas en abierto como el de TVE, lo que significa aportar un repositorio de materiales que hemos podido hacer en un tiempo récord… Toda la práctica que ha venido haciendo el profesorado es ejemplar: en 24 horas cambiaron de una modalidad presencial a una modalidad a distancia. Están haciendo un trabajo inmenso, ingente.

Han empezado a aflorar situaciones en las que, estando profesores enfermos, no han sido sustituidos. De nuevo es una competencia de las CCAA, pero lo vamos a valorar. No nos han llegado más que algunas noticias, pero no conocemos, no hemos identificado, porque no nos corresponde a nosotros sino a las CCAA, la magnitud y cómo proceder a la sustitución. Evidentemente, un profesor que está trabajando a distancia y está enfermo, ha de ser sustituido.

El que vuelvan los alumnos a las aulas obligará a algunos docentes a estar atendiendo físicamente en el centro mientras han de sostener la actividad a distancia con sus otros grupos que permanecerán en sus casas. Esto dificulta aún más su situación…

Obviamente los centros educativos son autónomos, y en el ejercicio de su autonomía habrán de proveer esta casuística. No se trata de explotar a ningún profesor, se trata de abrir, de desconfinarnos en la escuela, también, en la medida de las posibilidades. Se trata de mejorar la presencialidad de un grupo de alumnos sin perjudicar la marcha de la salud. Eso es una combinación compleja, pero que hay que abordar.

Lo que no podemos hacer, por la salud de alumnos y docentes, es llenar el centro educativo. Tenemos que ir asumiendo grupos pequeños y valorando cuál es la repercusión que tiene la presencia de esos alumnos. Por eso hablamos de fases y no de fechas. Por mantener la métrica común, a pesar de la asimetría en los tiempos y en las zonas.

Si llenamos todos los centros, no podremos luchar contra la enfermedad. En este punto estamos protegiendo al profesorado y a los alumnos. Tratemos de ser sensatos e impedir que aquel profesor que está dando 2º de bachillerato tenga que dar tambén en otros cursos. Tratemos de hacerlo de una manera sensata.

Pero muchos enseñan en diferentes cursos que pueden ser 1º y 4º de la ESO. No sé si una posibilidad es que los centros decidan no reabrir esas aulas porque no tienen cómo hacer frente a una doble enseñanza…

Ya decimos que no es obligatorio. Esa posibilidad la tendrá que encauzar con su comunidad autónoma. Imaginemos zonas como la costa vasca, que conozco bien, que no ha tenido casos. Ahí las escuelas podrán abrir. Zonas rurales de alta montaña, podrán abrir probablemente en su totalidad y los docentes podrán ir a la escuela e ir observando las distancias porque la escuela tiene pocos alumnos.

No se va a hacer nada que sea imposible. Yo, si fuera un director de un centro, no trataría a nadie injustamente. No le obligaría a hacer cosas que no son adecuadas. Por lo tanto, el profesorado será tratado con justicia en esta última etapa que, por cierto, no será superior a dos semanas y media. Esperemos que todo el mundo pueda encajar de una manera razonable. El que está trabajando en primaria seguirá como hasta ahora. El que trabaja en 1º y 2º de bachiller puede o no ser recibido en el centro, tendrá que adecuarse, en su horario, a las circunstancias. No estamos ahora programando para un curso, estamos tratando de desconfinar, de abordar una entrada en el centro educativo que sea razonable, evaluable, que traiga más bienestar que malestar y que, sobre todo, salvaguarde la salud de profesores como de alumnos.

Me gustaría hacer un ejercicio de ciencia ficción sobre septiembre. Con estos mimbres que tenemos ahora, ¿cree que será posible una vuelta normal en septiembre? ¿que todos los niños y niñas vuelvan a las aulas?

Si no tenemos vacuna o remedio, no a la vez. Estamos en un momento en el que todo puede hacerse pero no todo a la vez. Estamos pensando en un modelo educativo combinado, entre lo presencial y lo a distancia. De tal manera que los espacios de los centros tengan una cobertura de aproximadamente el 50%. Eso significa una organización muy específica del centro para saber cómo alternar: si alterna por semanas, por días… de tal manera que unos alumnos sean atendidos presencialmente y otros a distancia. Pero hay que salvaguardar las distancias y la protección hasta que tengamos la vacuna o remedio.

¿Hay posibilidad de revisar las ratios?

De facto, tal y como vamos a abordar esta fase, va a ser un cambio de ratios. Va a significar materialmente una atención del grupo de alumnos diferente. Si tuviéramos aulas como esta (el salón Goya es el lugar que habitualmente se utiliza para las Conferencias Sectoriales) aquí pueden estar perfectamente grupos mayores, más separados, pero en vez de atendidos por un profesional, por dos. Este es otro de los cambios sobre los que nosotros reflexionamos. No para atender a la pandemia sino para  una enseñanza personalizada que gravita sobre nuestra ley; una enseñanza personalizada en la que dos profesionales están atendiendo a un grupo mayor y deteniéndose con quien va más rápido y con quien va más lento. Que trabaja con elementos telemáticos, digitales, en que se puede establecer un trabajo por proyectos, un trabajo en ámbitos, más que en materias… eso requiere fórmulas diferentes, a nivel espacial, apertura de puertas entre aulas… todo esto forma parte de la reflexión de la nueva ley.

Pensando en esta sala y en las aulas de un centro, habría que hacer un esfuerzo injente también en infraestructura…

Hay que hacer un esfuerzo en infraestructura. Que lo tenemos en la cabeza, pero son las CCAA las que tienen los recursos. Esto también lo vamos a orientar; el que quiera que lo recoja, pero obviamente nuestras aulas, nuestros centros (por cierto, como en el resto de Europa) responden a estructuras un poco anticuadas. Hay que abrir espacios, que se abran puertas, que para determinadas agrupaciones para ciertos ámbitos de trabajo se trabaje con más alumnos y más profesionales a la vez. Esto requiere, también, un trabajo importante sobre ese profesorado que ha venido trabajando en el sistema de manera muy individualizada y que queremos que trabaje de manera más colegiada. Con colegas que dan las mismas materias o distintas, y abordando proyectos multidisciplinares. Eso ya lo están haciendo, esto no es utopía. Hay centros educativos, muchos, que lo están haciendo. Se trata de impulsar esas buenas prácticas y que se trabaje en red e impulsar que eso, que ha podido ser una buena práctia en un determinado momento, vaya instalándose. Ese es el futuro de la educación. El futuro de la educación no es establecerlo todo por materias que van alineandose y que caen en cascada en el horario. Tenemos que buscar distintas fórmulas que nos permitan maximizar los resultados. Y eso supone un trabajo colegiado de los docentes. Tenemos muchas confianza en los profesionales. Los hay magníficos en el sistema que están haciendo una práctica extraordinaria que merece la pena iluminar; establecerla en red para que se estandarice.

Volviendo al mes de septiembre. Se ha hablado de retomar los PROA de la LOE. No sé si se ha pensado durante cuánto tiempo y si se ha pensado en la misma fórmula de financiación: al 50% con las CCAA.

No hemos pensado en la fórmula de financiación porque estará en función de los recursos que tengamos cada uno. Como sabe no tenemos presupuesto todavía. Evidentemente, vamos a intensificar de manera muy significativa el programa, que durará, muy probablemente, casi todo el curso por no decir todo porque los alumnos que han vivido este 19-20 tan excepcional entrarán al 20-21 con un diagnóstico realizado precisamente ahora. Que tendrá valor diagnóstico y formativo, como dice el acuerdo. Todos ellos van a necesitar un refuerzo en sus conocimientos; es muy importante que este gravite sobre todo el curso, no solo en las materias como Lengua o Matemáticas, que necesiten de un refuerzo para abordar el currículo del próximo curso, sino en otras que pueden tener mucho interés y que no han podido ser profundizadas. Por eso, para nosotros el PROA es muy importante y tiene que entrar con fuerza el próximo curso. Lo tenemos dialogado con las CCAA de manera general, no específica, pero haremos otra Conferencia para poderlo asentar.

Quería preguntarle por la tramitación de la ley. Estos días ha habido críticas por parte de la concertada, también de los centros de educación especial.

Es una ley suficientemente conocida. Entró en el Consejo de Ministros a primeros del 19, todas las conversaciones estaban hechas. Se suspendió su tramitación por las elecciones generales, vuelve a ser aprobada por el Consejo de Ministros, vuelve al Congreso exactamente el mismo proyecto que era conocido. Habíamos hablado con todos los sectores, también con la concertada. Pero hemos venido hablando con todos, con la concertada, con la pública, sindicatos… ¿que se necesita más conversación?, habrá más durante el periodo de tramitación. Ahora bien, una vez que el Gobierno ha residenciado ya el proyecto de ley en el congreso, los plazos los pone el congreso, es su proyecto de ley.

Pensamos que va a haber tiempo para tramitar y trabajar las enmiendas parciales, que es donde estamos. Pero nadie ha tenido un obstáculo, ni una falta de tiempo para presentar sus enmiendas totales tal como ha hecho el PP, C’s y Vox y nadie ha dicho nada. Han sido los propios parlamentarios los que han pedido que se reinicien los plazos generales del Congreso. Los diputados tienen que trabajar, que los plazos se tienen que reiniciar… por lo tanto este proyecto de ley que ya estaba depositado y cuyo plazo de enmiendas había sido detenido, se reinicia y sigue su tramitación.

Precisamente el trámite de enmiendas se ha vuelvo a retrasar unos días (hasta el día 6)…

Y si hace falta un poco más, también se aceptará, entiendo. Eso lo decidirán los grupos.

¿Qué ha pasado con la disposición adicional cuarta? Tan contestada por los centros de educación especial…

Pues no sabemos lo que ha pasado exactamente. Era suficientemente conocida, y además suficientemente argumentada. Hemos estado con todos los grupos: con las familias, con los grupos de inclusión… no se van a cerrar los centros de educación especial. Que no se cierren estos no significa que no podamos avanzar en la dotación de recursos a los centros ordinarios para que también puedan tratar, como están haciendo, pero con mayores recursos y de más calidad, a los niños y niñas con algún tipo de calidad. Lo mismo que hay petición para que los centros de educación especial se mantengan, hay una legítima petición para que esos centros puedan tratar a la diversidad. Que todos los centros ordinarios puedan tratar la diversidad. La de quienes van más lento, más rápido… todas las personas son distintas. Eso es lo que ha pasado, pero se ha convertido, por lo que nos llega por las redes, en una gran bola.

La disposición, efectivamente, no habla del cierre de centros, pero el aumento de la inclusión en la ordinaria, puede leerse como un cierre encubierto…

No es un cierre encubierto. Concretamente, la disposición adicional cuarta dice que en el plazo de 10 años los centros ordinarios se dotarán de recursos. Los centros de educación especial tienen un conocimiento experto acumulado muy, muy importante para el sistema. Además, la ley incorpora algo que no tenía la ley Wert en 2013 ni antes ninguna ley: es el hecho de que los padres, junto con los profesionales, atendiendo al interés superior del menor, puedan invtervenir para dirigir a los alumnos a unos centros u otros. Esta cuestión de la participación de los padres y madres no existía en la legislación anterior. Seamos razonables, la escuela ordinaria tiene que ser inclusiva; esto es una directriz y una ordenación que viene de Naciones Unidas. La escuela ha de ser inclusiva. Al mismo tiempo, los centros de educación especial tienen sentido. No los vamos a cerrar, tienen conocimiento experto. Y tienen alumnos. Que nadie tenga preocupación.

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Cristiane Cerdera: students need to be able to openly discuss sexual orientation, gender identity and expression in school

GEM REPORT

Cristiane is one of many champions being highlighted by the GEM Report in the run up to the launch of its 2020 publication on inclusion and education: All means all, due out 23 June. In their own way, and in multiple countries around the world, these champions are fighting for learner diversity to be celebrated, rather than ignored.

Cristiane is a high school teacher at Colégio Pedro II, a public and federally-funded mega school in Rio de Janeiro hosting 13,000 students. She runs a “gender lab” at the school where students can openly discuss issues of sexual orientation, gender identity and expression and inclusion.

When Cristiane first started working at the school, partly due to the socio-political context, gender issues were not discussed either by students or by some of the teachers. All of that began to change in 2013 when Brazilian youth started to organize as a political movement and schools started paying attention to their needs.

 

As a result of this change, in August 2015, the teachers in Cristiane’s school called for a “laboratory of studies in education and diversity” to be created. Thanks to their efforts, the dean signed a document officially bringing the lab into existence as an afterschool program. Over the years, thanks to requests from students, teachers, and school psychologists for tools and resources to face issues of sexual orientation, gender identity and expression in school, the lab has expanded to provide workshops and teacher training as well.

Cristiane believes strongly that inclusive education is often a misunderstood concept. Schools often understand inclusion as educating children with special needs in the same classrooms as other children, but they do not think of the inclusion of transgender students, for example. Brazilian society considers this subject taboo. She has seen transgender students dropping out of her school due to lack of access to proper bathroom facilities or because school personnel used their birth name instead of their chosen name when addressing transgender students.

“I have always been concerned about justice. As an educator, my role is not only to teach English, I want my students to be sensitive to the injustices of society and be aware of the importance of inclusion. My goal is that my students become agents of change”.

Schools can take simple steps to make every child feel included in school

The lab aims to raise student’s awareness not only while they are at the lab but during regular classes and outside of school as well. For Cristiane, all approaches should consider how disadvantages intersect. We cannot just talk about LGBTQ people in abstract, for instance, but must ask ourselves which LGBTQ person are we talking about? This then often means our analysis changes from talking about an LBGTQ person to talking about a bisexual, indigenous, middle class woman, for example. It gives us a far greater understanding of the complex needs that a person might have.

Since inclusive practice is a continuous and collective process, it is necessary to educate with the understanding that, in fact, we are all different; we cannot educate students just to accept a group of people that we believe are different from us. This means that strategies, instruments, and practices need to be diverse in order to welcome everyone.”

The 2020 GEM Report will be launched on 23 June. Sign up to receive it in your inbox as soon as it is released.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2020/05/06/cristiane-cerdera-students-need-to-be-able-to-openly-discuss-sexual-orientation-gender-identity-and-expression-in-school/

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Entrevista a Maite Larrauri: «Me escandaliza que abran bares y peluquerías pero no las escuelas»

Entrevista/07 Mayo 2020/Autor: Èlia Pons/eldiariolaeducacion.com

La filósofa valenciana Maite Larrauri nos habla del papel crucial de las mujeres para el sostenimiento de la vida y de las consecuencias que provocará que las escuelas no reabran hasta septiembre. «Está muy bien que los niños puedan dar un paseo, pero no es suficiente. Si se pueden reorganizar otras actividades, ¿por qué no se piensa más en ellos?», cuestiona.

Maite Larrauri es doctora en Filosofía y ha dedicado toda su vida a la docencia de esta materia en institutos de secundaria. Ya jubilada, sigue dedicándose a la divulgación de la filosofía que, dice, «sirve para todo y para nada». Reflexionamos con ella alrededor del cierre de las escuelas hasta septiembre y de cómo puede afectar esto tanto a los niños como a sus familias, debido a la dificultad para la conciliación. «La escuela es una gran parte de la vida de los niños. Y encerrarlos con sus familias es como si la vida pudiera reducirse sólo a ellas», señala. Destaca también que el peso de esta crisis ha caído en las mujeres, que representan un 65% de las personas dedicadas a los servicios esenciales.

El primer día que los niños pudieron salir a la calle vimos imágenes de adultos con niños que no cumplían las medidas de seguridad recomendadas, aunque la mayoría tenían un comportamiento ejemplar. ¿Una crisis como esta potencia la responsabilidad colectiva o los instintos más egoístas?

Creo que las dos cosas. Todo el mundo puede opinar, claro, pero, a veces, el enojo que sientes hace que te creas con derecho de hacer lo que te parezca. Y no se piensa en que hay que ir todos a una. A veces, prima más el individualismo y el egoísmo. Se cree que tener una opinión personal da posibilidad de tomar una actitud personal. Pero luego también hay momentos en que sacamos lo mejor de nosotros mismos. Esto se ha visto con todas las muestras de solidaridad entre vecinos, y se ha puesto de manifiesto que somos capaces de hacer las cosas conjuntamente.

¿Qué quedará de toda esta solidaridad y apoyo mutuo que se está mostrando entre vecinos?

A mí me gustaría que se mantuviera esta solidaridad, pero no sé hasta qué punto sucederá. Las situaciones no son lineales. No creo que haya sólo una dirección. Las situaciones de crisis abren posibilidades para que las cosas vayan a mejor o a peor. Políticamente, el mundo podría ir a peor. En otras grandes crisis hemos visto como ha habido situaciones de autoritarismo y fascismo. Podría ser que con esta crisis también pase. Este país lo sabe muy bien con VOX, que echa leña al fuego para ver si puede inclinar las cosas hacia ese lado.

¿Cree que como individuos y como sociedad saldremos diferentes cuando se supere la pandemia?

Yo creo que sí. No creo que sea algo que se pueda olvidar fácilmente. No ha sido una guerra, por supuesto, pero está siendo una crisis muy importante. No sabemos cuándo terminará y probablemente arrastraremos parte de esta historia durante un año si es que de aquí a un año hay una vacuna. La experiencia será más larga que estos dos meses que han pasado. No es una guerra, una guerra sí que marca a todas las personas de manera irreversible, pero creo que nos dejará una marca profunda. Creo que lo recordaremos, y lo tendremos en cuenta.

¿Cambiará el coronavirus las relaciones sociales?

Realmente con la situación en la que vivimos se nos hará difícil mantener nuestra manera de relacionarnos habitualmente. Aquí somos muy de besos y abrazos. Tendremos que aprender a saludar al estilo japonés, inclinando la cabeza. Me gustaría que cierta parte de esto se recuperara pronto y que se pudiera volver a abrazar a las personas que amas. Pero de momento tendremos que cambiar parte de nuestra conducta habitual.

Un 65% de las personas que se encuentran en primera línea contra el coronavirus, tanto en la sanidad, las residencias o los servicios de limpieza y alimentación, son mujeres. ¿Cómo debemos interpretar este dato?

A mí me parece que durante esta crisis lo que se ha puesto de manifiesto es el lugar central que ocupan las mujeres, pero esto no aparece en las discusiones ni en las tertulias. Se habla de la fragilidad, de los lugares esenciales, que la vida hay que cuidarla, pero no se dice con claridad que el peso de esta crisis lo han llevado las mujeres. Es así. Lo vemos en la televisión, cuando vamos al supermercado… pero una cosa es verlo y otra darse cuenta. Además, esto también corresponde con lo que es la vida, ya que las mujeres sustentan la vida. Me gustaría que esta crisis pusiera de manifiesto la importancia de los cuidados y la centralidad de las mujeres para el sostenimiento de la vida.

Estas tareas son imprescindibles, pero, sin embargo, muchas no disfrutan de unas buenas condiciones laborales y valoración social.

Este es uno de los grandes problemas que arrastra nuestra sociedad. Estos días leo muchos relatos de gente que ha arriesgado sus vidas por 800 euros y que, algunas, incluso, han muerto. Me parece un escándalo. Y ya existía este escándalo. Hay igualdad y dignidad. Los salarios son por jerarquía social y no por la importancia de lo verdaderamente esencial. Y con la crisis económica que vendrá será todavía peor, aumentarán más las distancias entre clases sociales.

Los salarios son por jerarquía social y no por la importancia de lo verdaderamente esencial. Y con la crisis económica que vendrá será todavía peor, aumentarán más las distancias entre clases sociales

¿Cómo ve la situación de la educación en el momento actual?

De lo que es la educación de verdad, creo que nadie habla. Lo que se ha hecho es meter a los niños en casa, y eso se tenía que hacer y no lo discutiré. Después se ha dejado que los niños salieran un rato. Pero el problema de verdad es que la escuela debe poder sobrevivir a esta crisis, debe poder superar todos los problemas que pueda haber. Los niños y niñas no deben ver la escuela como si sólo fuera un lugar donde se imparte currículum. La escuela es una gran parte de su vida y encerrarlos con sus familias es como si la vida pudiera reducirse sólo a ellas. Pero la vida es mucho más rica. La libertad siempre está fuera de casa, no dentro.

En este sentido, daría igual que perdieran el curso desde el punto de vista curricular, qué más da. Lo importante es ir a la escuela, relacionarse con los amigos, tener vida fuera. Yo estoy escandalizada al ver que abrirán bares y peluquerías pero no todavía las escuelas. En Dinamarca, por ejemplo, lo primero que han abierto son las escuelas infantiles, con grupos reducidos de alumnos y con las medidas de protección adecuadas. Aquí también se podría hacer, pero para ello serían necesarios más profesores. Si nos atrevemos a pensar un mundo mejor, sale un mundo mejor.

Que no se reanude la escuela hasta septiembre provocará grandes problemas de conciliación. No se puede trabajar con un niño en casa. Además, en España hay un millón y medio de familias monoparentales, que aún lo tendrán más difícil. Por supuesto que está muy bien que los niños puedan dar un paseo, pero no es suficiente. Si se pueden reorganizar otras actividades, ¿por qué no se piensa más en ellos? Porque desde el punto de vista económico, ni se aumenta ni se disminuye la rentabilidad por el hecho de que una escuela esté cerrada. No es como pensar en los bares. Les parece que esto se puede organizar, pero, por el contrario, no se puede organizar una escuela o un espacio para los niños.

Que no se reanude la escuela hasta septiembre provocará grandes problemas de conciliación. No se puede trabajar con un niño en casa. En España hay un millón y medio de familias monoparentales, que aún lo tendrán más difícil

¿Qué impactos cree que tendrá la crisis del coronavirus en el mundo educativo?

Ojalá tenga impactos. Pero no veo que se haga la reflexión que hay que hacer. En la educación se piensa muy poco, en qué parte juega en la formación y vida de las personas. Las reflexiones revolucionarias que hizo el filósofo John Dewey hace 120 años sirvieron para que algunos movimientos de renovación pedagógica aportaran nuevas maneras de hacer. Pero, en general, se sigue pensando igual, se sigue haciendo lo mismo, la misma clase con el profesor que enseña la materia y ya está. Durante años hemos sido incapaces de repensar la enseñanza. Yo espero que en España haya gente con sentido común, y que no se pase a decir que el único problema es la selectividad.

¿Cree que tendrá un papel más relevante la tecnología y la no presencialidad en la educación?

Sí, puede que lo acabe teniendo. Pero esto no es lo mejor. Es una herramienta que puede resultar útil, pero no es la vida de una escuela. Las escuelas no están sólo para enseñar contenidos, sino para enseñar cómo se vive. Una escuela debe invitar a reflexionar sobre el mundo. Esto no se puede hacer a través de una pantalla ni a distancia.

¿Qué opina de las aplicaciones móvil que siguen los movimientos de la población y permiten realizar un control social para evitar el contagio?

Creo que todo esto es muy peligroso. Pero supongo que debe haber formas de hacerlo democráticamente, y que no se ejerza exactamente el control sino el autocontrol. Depende de dónde se ponga el control. Si va todo con nombre y apellidos y con datos personales puede convertirse en algo muy autoritario y muy poco democrático. Si, por el contrario, tiene que ver con el uso de los medios tecnológicos y la capacidad que podemos tener de informarnos y reaccionar a tiempo ante las cosas, pues fantástico. Yo no sé exactamente de qué manera se podría hacer, pero creo que hay maneras de hacerlo para que no derive en un control autoritario.

¿Hasta donde estamos dispuestos a aceptar renuncias a nuestras libertades a cambio de más seguridad?

Este es un dilema muy importante. Vivimos en sociedades democráticas con muchas garantías de libertad. Claro que quiero que se proteja mi seguridad, pero no que se me impida hacer determinadas cosas. Se me podrá advertir y recomendar, pero no creo que se me tenga que prohibir. La idea de que el gobierno debe amparar mi salud hasta el punto de confinarme por la edad que tengo no me parece bien. Es una especie de paternalismo.

La idea de que el gobierno debe amparar mi salud hasta el punto de confinarme por la edad que tengo no me parece bien. Es una especie de paternalismo

Hemos visto que en muchas grandes ciudades la contaminación ha disminuido drásticamente. ¿Con esta crisis nos concienciaremos más con el tema de la crisis climática?

Ojalá. Habrá que ver si es así con el tiempo. Por ejemplo, si después de esto se fomenta mucho más el transporte público. Por supuesto que la crisis ha puesto de manifiesto aún más la necesidad de cuidar el planeta. Pero tenemos que ver qué cosas estamos dispuestos a cambiar en nuestras vidas. Lo mismo ocurre con los viajes. Todo el mundo está deseando que se pueda volver a viajar como antes. Pues quizás los viajes deberían ser menos, y acostumbrarnos a que no podemos estar viajando tan habitualmente.

Es como cuando lamentamos que haya tanto turismo pero nosotros estamos dispuestos a ir a Katmandú. Pues quizás no hay que ir. Quizás hay que tener un poco de imaginación. Cuando imaginamos un mundo después de esto lo hacemos imaginando parámetros conocidos, imaginamos más de esto y menos de aquello, pero quizás no deben ser parámetros conocidos los que hay que cambiar, sino unos nuevos. Cualquier salida imaginativa me parece un triunfo de la humanidad en su conjunto.

¿Qué retos nos plantea esta crisis como sociedad?

En primer lugar, saber si podemos organizarnos mejor. Si podemos hacer la vida más apacible para todos. Es el mismo reto que me planteaba yo cuando tenía 16 años: ¿se puede hacer un mundo mejor? ¿Se puede organizar mejor? ¿Se puede cambiar el mundo para que seamos más libres? Y que no lo sean no sólo unos cuantos, sino todos. Podría ser un buen momento, por ejemplo, para potenciar la producción nacional y local, no basarnos tanto en las importaciones. El reto es cómo cambiar el mundo, y espero que haya muchos jóvenes que estén dispuestos a pensarlo y a hacerlo. Yo por mi parte haré todo lo que pueda, pero ya tengo 70 años y tampoco podré diseñar lo que vendrá dentro de 50, eso está claro.

Cuando se supere la crisis del coronavirus, ¿volveremos a la situación anterior?

Yo creo que no volveremos a la normalidad anterior. Llegaremos, como se dice, a una nueva normalidad. Pero no en cosas superficiales, como el uso de mascarillas. Me gustaría pensar, por ejemplo, que no volveremos a estos discursos de: «¿tú has estado en Moscú? ¡Pues es preciosa! ¿Y Venecia? ¡Vale la pena!» Si volvemos a estas tonterías, no habremos aprendido nada. No es que esté en contra de hacer un viaje, pero estoy en contra de esta cultura del ocio tonta y superficial y que tiene grandes consecuencias para el planeta. Ojalá no volvamos a eso. Los vuelos baratos están vinculados estrechamente a ello, ya que nos permiten viajar por muy poco dinero a la otra parte de mundo y, por ejemplo, viajar a Nueva York por 400 euros. Este verano quizás aprenderemos a la fuerza, teniendo que ir, como muy lejos, en el pueblo de aquí al lado.

¿La filosofía nos puede ayudar a gestionar mejor esta situación?

La filosofía no ayuda a nada en concreto, pero ayuda en todo. Nos ayuda a pensar, y esto es muy importante. Ayuda a poner en marcha la cabeza para salir de lo evidente, lo que parece que todo el mundo considera tolerable. La filosofía te hace dudar y decir: «pues no, no está tan claro que las cosas tengan que ser así».

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/07/me-escandaliza-que-abran-bares-y-peluquerias-pero-no-las-escuelas/

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Entrevista a Yuliana Ortiz Ruano «El gobierno ha demostrado su incompetencia al reducir el presupuesto para la educación pública»

Entrevista/07 Mayo 2020/Autora: Silvia Arana/rebelion.org

En la décima cuarta entrega de la serie, la estudiante Yuliana Ortiz Ruano expresa su repudio ante los nuevos recortes al presupuesto de las universidades públicas nacionales anunciadas por el gobierno nacional en plena pandemia. Dice: «Quitar presupuesto a la educación superior pública mientras nos encontramos en estas condiciones de encierro y abandono es precarizar aún más a la clase estudiantil.»

Entrevista a Yuliana Ortiz Ruano, estudiante, escritora y activista feminista. Reside en el centro de Guayaquil.

A pocas semanas de que la crisis sanitaria estremeciera el mundo con el clamor de cientos de guayaquileños rogando por ayuda al gobierno nacional y al municipal para dar sepultura o atención médica a sus seres queridos, ¿cómo evalúa la situación? ¿sigue igual o ha mejorado? 

Desde mi experiencia, Guayaquil ha sido víctima de distintos abandonos a lo largo del tiempo. El sistema de salud pública en esta ciudad ya tenía características precarias en infraestructura, atención y carencia de medicamentos; de esta forma, se convirtió en el lugar propicio para la propagación del virus. En los últimos días he intentado deslindarme de los videos en las redes sociales y de las noticias de medios periodísticos oficiales ya que la omisión de cifras y el amarillismo en sus titulares y artículos llegan a ser desesperantes. Una de las fotografías más difundidas de un cadáver en la calle, fue tomada a cinco cuadras de donde vivo. Yo misma desde mi balcón o cuando salgo a comprar víveres, me encuentro con un panorama desolador y de abandono al que la presencia policial más que proteger, genera un ambiente de hostilidad y persecusión aún más fuerte. Yo no siento que la situación haya mejorado, pero me apoyo en todas las formas de organización social y soberana que han surgido frente a la ausencia estatal.

El movimiento campesino FECAOL con los distintos centros de acopio ha aportado a que descienda la especulación con precios de frutas y vegetales, también las colectas de la fundación Mujer&Mujer dejan algo de esperanza. Sin embargo, en las calles el panorama de hambre y desesperación sigue estando vigente.

¿Ha podido adquirir víveres y remedios en su vecindario? ¿Se ha podido guardar la distancia recomendada entre las personas?¿Hay sobreprecio en los productos?

 Por decisión personal desde hace mucho tiempo no consumo medicamentos farmacológicos, siempre he buscado la manera de recurrir a remedios caseros y a prevenir con estos cualquier tipo de enfermedad grave. Por ejemplo, desde que vivo en Guayaquil sé que en estos meses independientemente del COVID-19 se expanden el dengue, las gripes, entre otro tipo de infecciones por las lluvias constantes; entonces siempre en estos meses triplico el consumo de ajo, jengibre y cítricos en mis alimentos diarios. Entonces, por el tema de remedios no he intentado siquiera adquirirlos. En las farmacias cercanas nunca hemos podido comprar guantes o mascarillas, hemos tenido que adquirirlas en la calle a los vendedores ambulantes porque en estos establecimientos nunca hay. Cuando he tenido que ir al supermercado, nunca hemos podido guardar realmente la distancia entre usuarios, también las personas en situación de calle se acercan a pedir dinero y es un horizonte bastante triste y desolador. A veces hemos intentado dar algo a estas personas, pero otras veces no hemos podido, pero nos quedamos siempre con una sensación de impotencia. Los primeros días de la cuarentena los precios de las frutas estaban disparados y era realmente desesperante, pero ahora adquirimos los productos de la FECAOL y considero que es la mejor opción en estos momentos. También hemos comprado a los vendedores ambulantes que pasan casi todos los días con sus carretas vendiendo frutas, luego lavamos lo que compramos. Creo que adquirir productos de estas personas que no tienen la opción de quedarse en casa puede ser una buena posibilidad de ayudar.

¿Usted o alguna persona cercana ha recibido atención médica en Guayaquil durante la pandemia? ¿Cómo fue la experiencia?

 En mi casa vivimos cuatro personas y ninguna de las cuatro ha presentado ningún malestar físico, por ello no hemos tenido que acceder a atención médica. Personalmente si algo llega a suceder en mi casa no iríamos a un hospital público ni llamaríamos a médicos porque con todas las irregularidades que han sucedido no quisiéramos arriesgarnos. Hace unos días leí en el diario El Telégrafo que a un periodista que había ingresado al hospital del IEES de Los Ceibos le habían robado sus pertenencias y también habían sacado dinero de sus tarjetas y la de su padre. En el portal de noticias independientes GK leí que una señora de la tercera edad había ingresado al mismo hospital y también le habían robado sus pertenencias, habían intentado hacer un pago de 1000 dólares sin éxito. Cuando su sobrino fue a poner la denuncia en el Cuartel Modelo, le dijeron que no podían recibir la denuncia por falta de personal. Con estos antecedentes, ¿cómo podemos confiar en el sistema de salud? Estos dos casos se hicieron públicos a través de los medios, pero estoy segura de que hay muchos otros casos de personas que no han denunciado. También un amigo cercano llamó para que lo atendieran y no le respondieron, pasó una semana en cama y simplemente dejó que se le pasen los malestares. Antes no confiaba en el sistema de salud, ahora muchísimo menos.

¿Tiene conocidos afectados por el coronavirus? ¿Están fuera de peligro? ¿Están en un hospital o en la casa?

 Una amiga y su madre tuvieron coronavirus, pero ya han salido del cuadro crítico gracias a la ayuda de amigos médicos cercanos que movilizaron medicamentos, vitaminas y pruebas. Ella se encuentra estable y su madre también, ambas se cuidaron desde casa. Me he enterado de personas fallecidas, pero no han sido cercanas, sin embargo, no deja de ser triste y desolador.

En los diarios del mundo se han publicado fotos de féretros en las calles de Guayaquil -sacados afuera de los hogares por familiares de los fallecidos, desesperados ante la larga demora de los servicios encargados de retirarlos- o cuerpos de personas que murieron en la calle. ¿Ha visto alguno de estos dos casos?

Supe de estos casos a través de periódicos y a través de la cuenta de Twitter oficial de la alcaldesa Cynthia Viteri, donde ella decía que no entendía qué estaba pasando en Guayaquil. Pienso que si la misma alcaldesa no tiene idea de lo que pasa no sé qué nos espera a los que la habitamos. El llamado “modelo exitoso” de ciudad, llevado a cabo por el Partido Social Cristiano por más de 30 años es un enorme fracaso. También uno de los contactos de un amigo cercano puso en Facebook que tenía a sus padres muertos hace siete días y que no sabía qué hacer. Esta persona fue ayudada a través de medios externos a los estatales, el gobierno sigue diciendo que nos quedemos en casa, pero sin ningún plan económico para salvaguardarnos.

En su opinión, ¿además de las deficiencias del sistema de salud pública qué otros factores han contribuido para que Guayaquil concentre el 70 % de los enfermos de COVID-19 del país? 

 Guayaquil es una de las ciudades con más brechas económicas, el sistema de transporte obliga a que estemos hacinados, hay muchas personas que viven del comercio informal y que tienen que moverse desde la periferia hasta el centro y demás zonas para llevar el sustento a sus hogares. Estas mismas personas que representan un porcentaje enorme de la población guayaquileña, sin acceso a seguros de vida ni sueldos básicos y mucho menos fijos; frente a un sistema de salud precario fueron, desde mi mirada las causas de la propagación. Sin embargo, no pienso que trate de buscar raíces, la propagación se dio y el sistema de salud inoperante acrecentó la situación.

¿Sigue recibiendo el mismo salario con la cuarentena y suspensión laboral o se ha quedado sin ingreso?

Yo no poseo un sueldo fijo desde que retomé mis estudios universitarios, trabajo actualmente como profesora particular para adolescentes. El dinero que recaudaba me alcanzaba para lo básico: la comida y el alquiler.

¿Puede seguir trabajando en esta situación? 

He continuado dictando clases a través de la plataforma zoom, pero evidentemente no ha sido suficiente, he utilizado mis ahorros y mi padre también ha contribuido a enviarme algo de dinero hasta que me depositen la beca. Yo dudo mucho que mis clases particulares puedan continuar con el flujo anterior ya que alguno de mis estudiantes necesitaban un trabajo más personal, y a través de internet a veces se complica muchísimo toda la situación. He diseñado un par de talleres virtuales de lectura con los que he podido adquirir algo de dinero extra. Estoy como muchas personas que trabajaban freelance… esperando e ingeniándomelas para cubrir mis gastos mensuales.

¿Debe pagar un alquiler?

Sí, yo pago un alquiler que no es muy alto, pero que para mi economía actual representa un dinero complejo de adquirir, yo estoy esperando que me depositen la beca para pagarlo porque no quiero quedarme sin dinero, prefiero tener algo por si necesito para alguna emergencia.

¿Cuánto tiempo más cree que podrán subsistir en estas condiciones de cuarenta y suspensión laboral?

En lo personal tendré que idearme una modalidad de clases virtuales porque aunque levanten la cuarentena estoy segura que mis clientes no me van a llamar, es muy arriesgado volver a la normalidad de ir hasta sus casas a darles clases personales por varias horas; nadie arriesgará la salud de su familia por unas clases. Tendré que inventarme una nueva forma de sobrevivir y de manera virtual.

¿Siente una mayor inseguridad frente a robos o asaltos? ¿Ha sufrido robos o situaciones de violencia durante la cuarentena? 

Yo no he sufrido robos porque nunca salgo sola, siempre que salimos nos turnamos entre una chica y un chico, porque desde el balcón hemos visto una cantidad considerable de asaltos de distintas índoles. Robos a autos que se estacionan para ir a la farmacia, asaltos a personas que van con compras, hoy antes de venir a escribir esto vi cómo un chico encapuchado se metía a la panadería colombiana de la esquina y se llevaba algo, me quedé en shock y no pude avisar a los dueños. Todo este panorama es el reflejo de una sociedad desatendida y es realmente triste.

¿Quisiera agregar algo más sobre su experiencia durante la pandemia?

El gobierno de Ecuador ha demostrado otra vez su incompetencia y falta de liderazgo, en mitad de la desesperacion en la que estamos, ha reducido otra vez el presupuesto designado para la educación superior pública. El vicepresidente ha utilizado mucho dinero para visibilizarse como el héroe de esta pandemia y la verdad resulta incluso insultante de su parte que piense que puede engañar a las personas. Quitar presupuesto a la educación superior pública mientras nos encontramos en estas condiciones de encierro y abandono es precarizar aún más a la clase estudiantil. Exigimos que este tipo de medidas asesinas sean visibles y confirmen la inexistencia coherente de un gobierno para el pueblo en este país.

«Voces de Guayaquil, epicentro de la pandemia en Ecuador» consiste en una serie de entrevistas a residentes días posteriores a que su ciudad estuvo en la primera plana de los noticieros internacionales por los muertos sin sepultura y sus familiares clamando por ayuda a un Estado aparentemente inexistente. Trabajadores, artistas, estudiantes, docentes comparten sus vivencias desde la ciudad que es el centro económico y financiero del país y que paradójicamente también es la ciudad con mayor concentración de pobreza. Se estima que un 17% de los 2.700.000 habitantes de la urbe viven en condiciones de pobreza. Recostada sobre las aguas terrosas del río Guayas, con un clima muy cálido y húmedo que no hace mella en la actividad intensa y el carácter hospitalario y amable de sus habitantes, Guayaquil tiene la mayor densidad de población del país y el sistema de transporte público con más usuarios. Estos elementos junto a las profundas deficiencias del sistema de salud pública nacional cuyo presupuesto fue reducido un 36% en el último año y la desorganización del gobierno municipal son factores que ayudarían a explicar por qué la ciudad concentra el 70% de los casos de COVID-19 en Ecuador y la mayor cantidad de contagios per cápita en toda América Latina.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/el-gobierno-ha-demostrado-su-incompetencia-y-falta-de-liderazgo-reduciendo-el-presupuesto-para-la-educacion-superior-publica/

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Entrevista a Milton Beck: «Muchas habilidades que buscan las empresas no se aprenden en la universidad»

Entrevista/07 Mayo 2020/Autor y fuente: semana.com

Milton Beck, director para América Latina de LinkedIn, habló con SEMANA sobre las claves para hacer perfiles laborales acordes con las exigencias de un mercado en constante transformación.

Con más de 30 millones de empresas registradas (53 mil en Colombia) y 93 millones de usuarios, siete millones de ellos en nuestro país, LinkedIn es el líder en el mundo para generar redes de contactos profesionales, conectar candidatos y reclutadores, y abrir espacios de discusión acerca del ámbito laboral.

Uno de los grandes retos para LinkedIn, así como para las empresas especializadas en recursos humanos, es conseguir los talentos necesarios para lo que requiere el mercado laboral, ya que según un estudio de la firma Manpower Group, el 54 % de los empleadores colombianos afirman no encontrar el talento con las habilidades que necesitan en el país.

Según Javier Echeverri, presidente de ManpowerGroup Colombia, la carencia de profesionales con habilidades específicas que puedan suplir los cargos más demandados es una tendencia creciente a nivel mundial, y tanto los empleadores como las empresas necesitan entender el fenómeno y buscar una solución. Al problema anterior se suma la diversidad generacional que se encuentra hoy. Los deseos de los trabajadores varían según su edad, sexo, ubicación geográfica y etapa del ciclo de carrera en la que se encuentren. 

¿Qué habilidades y perfiles buscan las empresas? ¿En qué conocimientos deben profundizar trabajadores? ¿Cómo tener un currículo atractivo en línea? Semana Educación (S.E.) conversó sobre estos interrogantes con Milton Beck (M.B.), director regional para América Latina de LinkedIn, quien dio algunos consejos.

S.E.: ¿Cuántas vacantes tiene LinkedIn en Colombia? 

M.B.: En Colombia, los usuarios pueden seguir a 53 mil empresas y aplicar a 115 mil vacantes. Este crecimiento va de la mano con el de América Latina, donde cada día se registran 25 mil nuevos usuarios. En 2019, cuatro millones de personas cambiaron de empleo a través de LinkedIn, es decir alrededor de 12 mil personas al día.

S.E.: ¿Cuáles son las habilidades que más buscan las empresas? 

M.B.: Hemos evidenciado que las personas cuentan con las habilidades técnicas pero no saben cómo comportarse en una entrevista, cómo manejar los conflictos o ser creativos en el trabajo. Muchas de esas habilidades no las aprendemos en la universidad. Las empresas buscan especialistas en mercado minorista y ventas para empresas, trabajadores con destrezas en habilidades interpersonales y conocimiento en lenguajes de programación. Cada vez que alguien encuentra trabajo, entendemos mejor la dinámica del mercado, para ayudar a las empresas y analizar cómo los candidatos pueden desarrollar habilidades.

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Entrevista a Mara Dierssen: “Va a ser difícil que en este país cambie la mentalidad de que la ciencia no es fundamental”

Entrevistas/07 Mayo 2020/Autor: Víctor Saura/eldiariolaeducacion.com

La neurobióloga Mara Dierssen espera que de esta crisis aprendamos la necesidad de cambiar nuestra forma de vida, que las decisiones políticas se tienen que basar en el conocimiento y que debemos colaborar. “Que ni en momentos así seamos capaces de unirnos, a los ciudadanos nos crea una gran sensación de desasosiego”, afirma.

Mara Dierssen es una de las científicas españolas que mejor conoce el cerebro humano, tal vez por eso hace unos años fue incluida en un ranking entre las 100 mujeres más influyentes en España. Nacida y formada en Cantabria, se instaló a mediados de los noventa en Barcelona, donde lleva años dirigiendo un equipo de investigación en el Centro de Regulación Genómica (CRG). Una de las áreas de conocimiento en los que lleva más años es el síndrome de Down, es decir, los efectos en el cerebro del exceso de información cromosómica de estas personas y lo que se puede hacer para contrarrestarlos y estimular así su desarrollo cognitivo. Esta línea de investigación la llevó a impulsar, y a presidir hasta hace poco, la primera sociedad científica internacional especializada en síndrome de Down (Trisomy 21 Research Society), que ahora, ante la pandemia del coronavirus, ha iniciado un estudio internacional para intentar determinar si las personas con síndrome de Down están más o menos protegidas que la población general ante los efectos del virus.

Hay dos datos que convierten a Mara Dierssen en una científica absolutamente atípica o, como mínimo, alejada del cliché: su versión rockera (busquen vídeos de From Lost to the River y la verán interpretando cualquier tema con la misma entrega y desinhibición que el mejor Mick Jagger) y su versión educadora (además de impartir clases en masters y doctorados es patrona de la Fundación Bofill y, como tal, está muy al día de los debates sobre escuela y educación).

Explíqueme de qué va el estudio sobre síndrome de Down y coronavirus.

La idea es intentar comprender en qué medida las alteraciones inmunológicas que tienen las personas con síndrome de Down, con una respuesta inmunológica más lenta, una mayor sensibilidad a las infecciones, problemas respiratorios… podría hacerles más vulnerables a la infección por Covid. Pero, además, nos interesa hacer un análisis de los datos transcriptómicos, es decir, de los datos de expresión génica, porque la trisomía del cromosoma 21 no solamente altera la expresión de los genes que están contenidos en ese cromosoma sino también los que están localizados en otros cromosomas. Lo que estamos haciendo es comparar las redes moleculares implicadas en la respuesta del huésped al virus y las comparamos con las redes que están alteradas en síndrome de Down, para ver si hay alguna superposición que nos permita entender, a través de ese posible solapamiento, si existen factores biológicos que se asocian a una mayor probabilidad de infección y de complicaciones. Pero, bueno, el estudio, que impulsa la Sociedad para la Investigación de la Trisomía 21 (Trisomy 21 Research Society) consiste en un estudio epidemiológico con una encuesta enlazada que rellenan los clínicos y las familias, de manera que consigamos tener una idea más completa de los factores demográficos y los posibles factores de riesgo y de respuesta al tratamiento.

¿Cuántos países participan?

Por ahora, la encuesta se ha lanzado en España, Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil e Iberoamérica, y ahora estamos empezando también en India. La idea es que los clínicos nos puedan responder a una serie de preguntas para entender la gravedad de los síntomas, en qué casos hubo un fallecimiento o no, y determinar si el patrón que observamos es comparable a la población general o realmente hay un patrón más específico. En España gracias al esfuerzo de las asociaciones coordinado por Down España, y en Cataluña por la Fundación Catalana Síndrome de Down, tenemos localizados bastantes casos, y por eso pedimos que cualquier persona con síndrome de Down que haya pasado la enfermedad lo comunique a su entidad. También contamos con la colaboración de la Fundación Down 21 y FIADOWN, que nos están haciendo el contacto con América Latina.

¿Pero hay alguna razón para creer que el Covid-19 es más grave para las personas con síndrome de Down?

Aún no ha habido tiempo de analizar los datos, ya que la encuesta la lanzamos hace sólo dos semanas. Para mediados de mayo podríamos empezar a tener un primer análisis de los datos que nos vayan llegando.

¿Cree que el confinamiento y, en general, la respuesta a la pandemia, se ha llevado bien?

Ha sido una situación difícil de prever, y tampoco ha sido sencillo definir una buena estrategia. Quizá el asesoramiento científico podría haber empezado antes, ya que hemos tardado un poco en reaccionar como país. Dicho esto, creo que todavía no tenemos una película muy clara del por qué en países como Alemania, donde también han tenido un montón de casos, la mortalidad es mucho más baja. ¿Qué es lo que están haciendo diferente, además de hacer muchas más pruebas diagnósticas a la población (que está claro que es muy importante)? Aquí hemos tenido una situación de confinamiento mucho más severa, pero nuestro resultado no ha sido tan bueno. Hay que decir que Alemania se ha apoyado desde el principio en los laboratorios de investigación, que desde enero pusieron en marcha la producción de estas pruebas, y en institutos de salud pública repartidos por todo el país. Pero también han tenido otros elementos, han sido mucho más directos en los mensajes y los políticos han sido mucho más consecuentes con el tema de la cuarentena.

¿Se refiere a ellos dando ejemplo?

Exacto. Aquí algunos actos políticos han sido más laxos y eso envía un mensaje poco edificante a los ciudadanos que están siguiendo las normas del confinamiento. Dejémoslo así. Pero es también clave que Alemania es un país que invierte mucho en ciencia, mientras que aquí la investigación científica está tan mermada por tantos años de crisis que la financiación ha caído a más del 50% respecto a lo que llegó a ser, teniendo en cuenta que, además, hay un enorme porcentaje de inversiones no ejecutadas del presupuesto de Ciencia. Tenemos muchísimo potencial intelectual, pero nuestro entramado científico está diezmado y desgraciadamente vamos a la zaga del resto. Lo mismo sucede con el sistema de salud. Los recortes de los últimos años lo han debilitado de forma muy importante. Los alemanes tienen un sistema científico y un sistema sanitario muy saneado y eso les permite reaccionar mucho más rápido.

¿Es optimista respecto al hecho de que una de las lecciones que se saque de la pandemia sea la necesidad de invertir más en ciencia y en salud?

Es evidente que debería ser así.

Pero le pregunto si es optimista.

No especialmente, porque va a ser difícil que en este país cambie esa mentalidad que tenemos desde siempre de que la ciencia no es fundamental. En la pasada crisis todos los países más desarrollados invirtieron más en ciencia, y aquí se hizo lo contrario. Según el Instituto Nacional de Estadística, el gasto en I+D interno en 2018 fue del 1,24% del PIB, muy lejos de la media europea, que en 2017 estaba en el 2,06%. La inversión se debería elevar hasta un 2% del PIB y desde 2008 se ha reducido sustancialmente. La esperanza es lo último que se pierde, pero la confianza en que eso suceda… pues poca. Ahora habrá que reconstruir el sistema económico, y de nuevo, ante una crisis económica, no es evidente que se potencie ese cambio de modelo económico que llevamos años diciendo que debería producirse, que es la inversión en conocimiento y no en otras cosas más inmediatas en la ganancia, como pueden ser el turismo o la construcción. Así que lo más probable, y ojalá me equivoque, es que de nuevo la recuperación de la inversión en ciencia no alcance los niveles que permitan compensar las caídas sufridas durante la crisis.

El panorama que dibuja la crisis del coronavirus para la educación y su función de equidad y de igualación de oportunidades es extremadamente preocupante

¿Y sobre la vacuna, o sobre la solución farmacológica que sea que nos pueda devolver a nuestra anterior vida, es optimista?

Bueno, la secuencia del SARS-CoV-2 se publicó en enero de 2020, y a partir de ahí se ha producido una carrera mundial para desarrollar una vacuna contra la enfermedad, que además está impulsando nuevas plataformas tecnológicas de próxima generación para acelerar su desarrollo. Pero no podemos ser ajenos a la dimensión propagandística de este esfuerzo y del resto de las acciones científicas. No podemos utilizar a la ciencia como el baluarte del desagravio político. La ciencia necesita tiempo para demostrar eficacia, las cosas no son tan rápidas. No podemos generar falsas expectativas como herramienta de contentamiento social y político. Los científicos deberían poder asesorar de forma mucho más permanente las decisiones políticas y no solo en sanidad, sino en muchos más ámbitos. ¡Y respecto a volver a nuestra antigua vida, ojalá que hayamos aprendido algo! Porque nuestra vida anterior tiene muchos defectos. Hemos visto lo que se ha recuperado el medio ambiente en un mes y medio de confinamiento. El frenazo de las industrias como consecuencia de la pandemia, la reducción de vuelos o la suspensión de grandes eventos e, incluso, la reducción de movimientos de los ciudadanos, está teniendo como consecuencia una reducción del nivel de emisiones de gases contaminantes. A lo mejor la naturaleza tiene mucha más capacidad plástica de lo que pensábamos y con un poco de esfuerzo por nuestra parte podemos encontrar un sistema que permita sacar lo positivo de esta crisis. Esperemos que las medidas que se tomen para reactivar la economía no produzcan un efecto rebote, aunque desgraciadamente es lo más probable.

¿Esta sería la gran lección de esta crisis?

Esta es una, pero hay otras: la necesidad de tomar decisiones basadas en evidencia, de colaborar, y no utilizar los problemas como arma política. En gobiernos como el de Angela Merkel incluso la oposición se ha puesto de su parte. Quizás allí se han hecho mejor las cosas, pero en estos momentos tenemos que estar unidos y dejarnos de intentar sacar beneficio político de esta situación. Que ni en momentos así seamos capaces de unirnos creo que a los ciudadanos nos crea una gran sensación de desasosiego.

Durante el confinamiento los niños han visto poco el sol y mucho las pantallas ¿esto puede tener consecuencias para su desarrollo cerebral?

Está claro que una cuarentena no es la mejor situación para el desarrollo del cerebro y puede incluso derivar en cuadros de depresión y ansiedad en los niños. Pero depende mucho de cómo lo llevan los padres, ya que son los que más influyen sobre sus hijos. Cuando se hace el análisis del impacto psicológico de la cuarentena, aparecen toda una serie de síntomas, que pueden ser indicativos de patología mental (estrés postraumático, convulsión, tendencia a estar más irascible…) derivados del estrés que produce el confinamiento en sí, la adaptación al teletrabajo… Por mucho que los niños tengan clases online, el día a día es que el niño te pregunta, se intenta conectar y no puede… La suspensión de las clases evidentemente conlleva, además, una serie de complicaciones, entre las cuales está, efectivamente, que dediquen más tiempo frente a las pantallas de lo habitual por las clases virtuales y el acceso a contenidos online, pero también porque el tiempo de ocio y las relaciones sociales con sus amigos también se digitaliza. En cierta medida, sin embargo, es una oportunidad para enseñarles que las pantallas se pueden usar de otra manera y no solo para jugar. Pero desgraciadamente, hay problemas mucho más graves.

¿Cuáles?

La pandemia está teniendo consecuencias en el ámbito económico y laboral (paro, desempleo más o menos temporal, pérdida de ingresos, impagos, pobreza habitacional y energética), y en la esfera social motivadas por las medidas de aislamiento social. El confinamiento está haciendo que los niños en situación más vulnerable no puedan acceder a las clases online. Según el INE, uno de cada diez hogares españoles no tenía acceso a internet en 2018, mientras que dos de cada diez no tenían ordenadores en casa. Esa brecha genera una desigualdad aún mayor, ya que quienes tienen más recursos pueden tener mejor acceso a la educación. Y no se trata sólo de tener acceso a internet, sino de tener un ordenador con buena conexión, que se oiga bien, que el wifi te funcione… Si a nosotros mismos nos pasa que se nos desconecta o que no oímos, imaginemos una casa con un solo ordenador y con tres niños, cada uno en un curso, pues es un desastre. La educación online se ha implantado con escaso margen de maniobra y eso no ha permitido garantizar que no existan desigualdades.

La Generalitat está repartiendo equipos con conexión, priorizando aquellos cursos que son de cambio de etapa educativa.

Es una muy buena cosa que se establezcan medidas para no dejar a nadie atrás, pero el problema es que llega con mucho retraso, y que aun así habrá un solo ordenador por familia, y aunque, según la Generalitat, unos 52.000 jóvenes no pueden conectarse con sus colegios, solo se prevé hacer llegar unos 12.000 dispositivos electrónicos. El otro problema es que los profesores no están preparados para hacer clases por internet. No se puede trasladar la clase presencial a una videoconferencia. Una clase por internet requiere una preparación que no se tiene ni se está haciendo. Es mucho más complicado. Yo misma he dado una clase de máster que era de tres horas y la tuvimos que reducir a hora y media, porque nadie aguanta tres horas seguidas en una clase por internet. El panorama que dibuja la crisis del coronavirus para la educación y su función de equidad y de igualación de oportunidades es extremadamente preocupante.

¿Qué tipo de sistema educativo tenemos y cuál queremos? Deberíamos replanteárnoslo

Está claro que ahora se trata de salir del paso y acabar el curso.

El último trimestre de este curso 2019-2020 ya está siendo de enseñanza telemática y es bastante probable que los niños no vuelvan a pisar las aulas hasta el curso 2020-2021. Esto quiere decir seis meses sin escuela, lo que supone un riesgo importante para la educación, con consecuencias que veremos en el corto plazo. Hay un aspecto positivo: tenemos la oportunidad de iniciar un debate público para preguntarnos qué es lo realmente importante, qué es necesario y qué no, para avanzar hacia un sistema educativo que realmente eduque y no sea sólo un proveedor de información. Si lo que hacemos es volver y readaptar las cosas sin espíritu crítico, habremos perdido esa oportunidad. Estos días he oído cosas como que “total, lo que aprenden luego se les olvida”, o “si de todas maneras tampoco se acuerdan para el año que viene”. Pero entonces ¿qué tipo de sistema educativo tenemos y cuál queremos? Deberíamos replanteárnoslo.

Por eso quieren que sea más competencial y menos memorístico. Lo que está en la memoria no se retiene si no es significativo ¿no? Al menos, eso dicen…

Y lo que también pasa es que cuando pretendes que retengan muchísima información se produce un efecto conocido como information overload, es decir, sobrecarga de información, ya que evidentemente la mente humana no puede retener tanta información y, menos, tal como se está proporcionando. Tener a los chavales sentados durante horas y horas, introduciendo información en sus cerebros sin tiempo para plantearse que comprendan la lógica de esa información, no es una buena forma de educar. Tenemos que empezar a determinar qué es lo importante, qué hay que saber y cómo se tiene que enseñar. Este ejercicio se está haciendo en otros países y aquí, entidades como la Fundación Bofill lo están impulsando a través de proyectos de reflexión e innovación. A lo mejor ahora es nuestra oportunidad.

Para la Bofill lo que urge ahora es lo que llaman un “verano enriquecido” y un primer trimestre del próximo curso que se centre en evaluar los daños colaterales de esta crisis de forma personalizada.

La Fundación Bofill ha reaccionado rápidamente en ese sentido proponiendo una agenda de medidas de choque y reformas prioritarias ante la crisis. Se trata del proyecto Obrim l’educació, con una propuesta de 30 medidas de choque. Eso requiere un cambio bastante radical en la organización del sistema educativo. Por eso digo que puede ser incluso una oportunidad.

¿Saldremos tocados mentalmente de esta experiencia?

Una situación de confinamiento como esta no la hemos vivido nunca y sí que es verdad que hay gente que no lo está llevando bien. La gente que vive sola, por ejemplo, o las personas con discapacidad, hay circunstancias complicadas, aumenta el riesgo de exclusión social en menores, las situaciones de maltrato o las de drogodependencia, todo esto claro que se ha agravado, sobre todo entre los que tienen afecciones de salud mental, o con problemas incipientes que se pueden haber agravado: depresión, trastornos compulsivos… Lógicamente para esas personas concretas la situación es más complicada y, además, el estrés y el aislamiento social pueden ser un factor desencadenante de brotes de esquizofrenia o ansiedad. Pero dicho esto, pueden ser mucho peor las consecuencias de la crisis económica. Una de las principales preocupaciones de los ciudadanos son las repercusiones económicas, la pérdida del empleo… Fíjate en lo que pasó en nuestra anterior crisis, en la que se produjo un incremento de las alteraciones de salud mental, y obviamente las medidas de austeridad lo complicaron todavía más. En The Lancet se analizó el impacto sobre salud mental de las políticas de austeridad y se observó que en los países donde se aplicaron fueron un desencadenante de un incremento en la prevalencia de trastornos mentales, por lo que espero que esta vez no volvamos a cometer los mismos errores… Pero también hay el otro lado.

¿El otro lado?

El de la gente que ha sacado su lado más solidario. Mucha gente estos días no solo ha tenido la ocasión de plantearse qué cosas son las realmente importantes, sino que también ha pensado un poco más en los demás. Por ejemplo, mucha gente joven se ha ofrecido a ayudar a sus vecinos más mayores y se ha confinado por no poner en peligro a personas más vulnerables, y eso es bonito.

Como el hecho de haber descubierto todas esas profesiones esenciales a las que no habíamos dado importancia; seguramente ahora miramos diferente a la cajera, al basurero o al transportista.

Estamos empezando a apreciar esas profesiones por la importancia que tienen, pero siguen siendo las peor pagadas. Ojalá que, además de valorarlas ahora de forma diferente, también se les reconozca su trabajo en términos económicos de forma más justa.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/05/va-a-ser-dificil-que-en-este-pais-cambie-la-mentalidad-de-que-la-ciencia-no-es-fundamental/

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Entrevista a Álvaro Jiménez Millán: Colombia: despertar ciudadano y dilemas políticos después del «21-N»

Por: Marc Saint-Upéry

En noviembre pasado, Colombia vivió una ola de movilizaciones que muchos compararon con las de Chile. En un país donde la protesta siempre fue criminalizada, y asociada a la guerrilla, miles de personas, sobre todo jóvenes, salieron a las calles con nuevas y viejas demandas. En esta entrevista, Álvaro Jiménez Millán analiza las dinámicas del movimiento, sus actores y sus perspectivas, en un contexto marcado por los obstáculos al proceso de paz y los cotidianos asesinatos de líderes sociales. Al mismo tiempo, dibuja una cartografía de los liderazgos que, en el espacio de centroizquierda e izquierda, buscan desplazar al uribismo en el poder. Jiménez Millán es analista político, columnista de la revista Semana, dirige la Campaña Colombiana contra Minas Antipersonal y es cofundador de Colombia Risk Analysis, una iniciativa de estudio sobre el riesgo político en Colombia, y de Crudo Transparente, centro de pensamiento e incidencia sobre el impacto socioeconómico y político de la industria del petróleo en el mismo país.

La opinión pública latinoamericana e internacional ha quedado muy sorprendida por el carácter novedoso y por la potencia de las movilizacionede noviembre de 2019 en Colombia. Pero la continua y frenética espiral de acontecimientos mundiales ha dejado un poco en la sombra las secuelas de este movimiento. ¿Qué se puede decir al respecto?

La sorpresa fue también para Colombia. El 21 de noviembre de 2019 (conocido como el 21-n) significó un despertar colectivo, con liderazgos parciales y difusos, que puso en evidencia múltiples aspiraciones, especialmente en las ciudadanías jóvenes del país. Hubo novedad, diversidad, fuerza y mucha alegría. El 21-n fue también un Basta ya de la ciudadanía frente al hecho de que el uribismo continúe siendo el modelador de la coyuntura política y del futuro del debate nacional. Se trata también de una escenificación de rupturas y de la búsqueda de nuevos liderazgos, de nuevas formas de expresión, de desobediencia frente al establishment, pero también frente a la oposición clásica de la izquierda más «organizada». El 21-n se lo tomó la ciudadanía.

Luego hubo réplicas como aquellas que se dan luego de los terremotos, pero se fue perdiendo la fuerza y el entusiasmo inicial se redujo, con lo que no se puede negar que el proceso se debilitó. Adicionalmente, no hubo liderazgo ni capacidad orientadora del proceso. Las centrales obreras y el Comité del Paro han quedado rezagados, divididos e incluso se ven rechazados por sectores que acompañaron las marchas del 21-n en las diferentes ciudades. De allí que el fenómeno del 21-n se pueda considerar superado por la estrategia gubernamental, que logró enfriar el momento.

La estrategia del gobierno tuvo tres elementos que le permitieron ser exitosa: por un lado, la política informativa del «miedo al vandalismo» (estimulada por las informaciones sobre los acontecimientos en Chile), que permitió justificar la salida del ejército a la calle, la mano libre al Escuadrón Móvil Antidisturbios (esmad) de la Policía Nacional y la descalificación a los voceros del paro por irresponsables y peligrosos. Por otro lado, se satanizó como oportunistas a quienes desde el liderazgo político pudiesen incidir en la dirección del proceso. Finalmente, hubo lo que el gobierno llama la «Conversación Nacional», que permitió crear una interlocución paralela, con el apoyo de los medios, del sector empresarial y de la Iglesia católica, que defienden este espacio como manera de institucionalizar la protesta para que el país «no se salga de madre». El efecto real es que hasta hoy se desconoce al Comité del Paro y la negociación planteada por este.

Por último, la cercanía con las celebraciones de fin de año, que distrajeron la atención de la ciudadanía, contribuyó a apagar el entusiasmo del 21-n.

En el 21-n y las movilizaciones sucesivas se ha expresado una mezcla compleja de reivindicaciones de índole socioeconómico (pensiones, impuestos, educación, etc.), de rechazo vigoroso a la figura de Iván Duque –y, aparentemente, también al uribismo en general y a la casta política tradicional–, pero asimismo un clamor contra la violencia estatal y paramilitar. ¿Cómo se articulan estas demandas tan heterogéneas?

Creo que lo que hubo fue un grito colectivo y, si se quiere, desesperado. En la masividad de la protesta, incidió el agotamiento de la opinión ciudadana frente al descaro institucional que expresaba el gobierno a través del Ministerio de la Defensa, que minimizaba el asesinato de líderes sociales e intentó ocultar el asesinato del ex-combatiente de las farc [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia], Dimar Torres, por parte de un suboficial del ejército, acompañado por acusaciones mentirosas que trajeron a la memoria la práctica de las ejecuciones extrajudiciales conocidas como «falsos positivos» en Colombia.

El desarrollo de estos episodios devino en la salida del ministro de la Defensa, Guillermo Botero, luego de un debate parlamentario en el que se comprobó además que el ministro y el propio gobierno escondieron la muerte de niños durante un bombardeo a un campamento de las disidencias de las antiguas farc en el departamento del Caquetá. Ese hecho potenció la indignación contra el gobierno, que en buena parte se refleja en la masividad del 21-n.

Las otras reivindicaciones que articuló el Comité del Paro suman 104 y son reclamos de índole económica, regulatoria, social, además del rechazo al asesinato de líderes sociales e indígenas, etc. Sin embargo, este comité que convocó el 21-n se ha quedado sin aire suficiente al desinflarse la movilización de la calle y al enfrentar la estrategia de Conversación Nacional del gobierno.

Eso dicho, en el espacio creado por el gobierno, la cantidad de peticiones es mucho mayor, son miles, en muchos casos coinciden con las de las marchas y son contrarias al interés del gobierno. Por ejemplo, se ha pedido que se instale la mesa de negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (eln), que se suspenda la técnica del fracking para la explotación de petróleo o que se cambie el modelo económico basado en el uso de combustibles fósiles. No van a esa conversación solo los amigos del gobierno. Van también sectores que no tienen organización, individuos que sienten la posibilidad de decir cosas, de «quejarse» a ver si los escuchan, organizaciones que no se sienten representadas por el Comité del Paro o gente común y silvestre que va a ver si el gobierno les pone atención.

Pero la Conversación Nacional rompe el esquema de la convocatoria al 21-n, que tenía un comité responsable, unas peticiones y una exigencia de negociarlas. Ahora hay unas mesas coordinadas por personas a las que el gobierno convocó con apoyo de la Iglesia y de los empresarios para que escuchen a organizaciones e individuos en cada línea temática, sin un propósito claro, con una extensión en el tiempo indefinida, y a ver qué va pasando.

Así que no hay verdadero camino de negociación frente a las exigencias del 21-n. No hay reconocimiento real al Comité del Paro y se produce una suerte de paralelismo gubernativo frente a un movimiento social reivindicativo de múltiples orígenes. De allí la eficiencia de la estrategia del gobierno. No hay negociación, hay «conversación», y en el entretanto, los medios de comunicación con más audiencias ayudan en su mayoría al gobierno, poniendo en duda si la continuidad del paro vale o no la pena para la ciudadanía, estimulando la narrativa de que los vándalos se fortalecen, etc., etc. Y amplificando versiones de que el 21-n habría sido un plan de los «rusos», de Nicolás Maduro, de las disidencias de las farc, del eln, etc. Esto sin duda contribuyó a deslegitimar el proceso post-21-n, está cada vez más deslegitimado, por cierto no en los grupos organizados o militantes de izquierda, sino entre las clases medias de centro y de centroderecha, cuya participación fue la novedad que les dio fuerza a las protestas. Nunca antes estos sectores de la sociedad –de los que una parte se había expresado positivamente frente a la paz durante el plebiscito– habían acompañado reivindicaciones económicas o de normatividad laboral.

¿Qué se puede decir hoy del movimiento sindical colombiano? ¿Cuál es su nivel de presencia y de efectividad en la sociedad? ¿Está en una fase de redinamización, o lo del 21-n fue solo un efecto de oportunidad coyuntural?

El movimiento sindical por sí solo tiene poca convocatoria en la sociedad colombiana. En general, los sindicatos y su dirigencia no son una referencia para la mayoría de la población. Tenemos un movimiento sindical anacrónico, cuyas formas organizativas y de comunicación están ancladas en los años 60 del siglo xx. Sus liderazgos siguen excluyendo a las mujeres en los niveles de dirección fundamental y sus discursos hablan de temas que son marginales para la mayor parte de la población económicamente activa del país. No se puede hablar de redinamización en el mundo sindical. Ellos fueron parte de los convocantes a la fiesta (no fueron los únicos), y sin embargo no pusieron la música, no definieron lo que ocurrió el 21-n. Y luego del 21-n, la gente en la calle claramente no quiere que ellos sean sus voceros. Los estudiantes, las nuevas ciudadanías, los animalistas, la población lgtbi+, los artistas, entre otros que se movilizaron, tienen agendas diferentes de la de las reivindicaciones laborales, no le entregan ni le entregarán su voz a la dirigencia de la Central Unitaria de Trabajadores (cut) o del movimiento sindical en general.

Las pensiones no son la preocupación de los jóvenes, los suyos son temas como la calidad del aire, la sostenibilidad del planeta, y esos discursos no son los de los sindicatos ni los de las dirigencias sindicales. Si algo han demostrado el 21-n y sus desarrollos, es el anacronismo y la desconexión del liderazgo sindical con las ambiciones y las agendas del movimiento urbano, joven, estudiantil, desempleado, excluido, indígena, que se expresó con fuerza en esta fecha.

Parecería que, de un modo muy parecido a lo que pasó en Chile, hubo una especie de bifurcación o de paralelismo no sinérgico entre modos de protesta y de movilización muy novedosos y creativos, incluso lúdicos –y relativamente ajenos al repertorio de la izquierda tradicional–, y brotes de furia caótica y de vandalismo cuyas fuentes y modalidades no son fáciles de identificar y que, por supuesto, fueron instrumentalizados y exagerados por el poder. ¿Cómo lo ve?

La instrumentalización de la violencia real o imaginada fue exitosa para el gobierno en los días previos a la marcha del 21-n. Por eso fue fácil y conveniente para la derecha y sectores radicales de la derecha que llegáramos al toque de queda en Bogotá y Cali. Generar miedo sobre lo que ocurriría, llamar a proteger las ciudades de los vándalos, fue la estrategia semanas antes del 21-n, y al finalizar la jornada se vería la efectividad de esa estrategia. Es cierto que la ciudadanía, después del 21-n, respondió lúdicamente, como se vio por ejemplo en la jornada de cacerolazos. Pero este espíritu creativo y pacífico quedó desbordado por el miedo al «vandalismo», la imagen de los tanques en las calles de Bogotá, de las pedreas violentas, etc. La cuestión de las pedreas, que fue marginal en la realidad, a través de su manipulación mediática se ha convertido en un tema sensible. Eso no solo porque hay acusaciones de todo tipo frente a este y otros hechos posteriores, sino adicionalmente porque los sectores de centroderecha, para diferenciarse de la izquierda y fortalecer posiciones en el debate político, sostienen que las marchas no pueden afectar el diario y normal discurrir de las ciudades. Los sectores que defienden la parálisis de actividades son señalados como vándalos que perturban el orden y quieren destruir la sociedad.

Sin embargo, muchos observadores dicen que, pese a sus límites, el proceso de paz y el retorno de las farc a la vida civil han generado cierta «desestigmatización» de la protesta social, que permitió a nuevos sectores unirse a ella sin miedo y sin recelo. ¿Concuerda con esta caracterización?

Hay más deseo que realidad en esa afirmación. De hecho, los días previos al 21-n fueron de estigmatización de la protesta y promoción del miedo por parte del gobierno. «Impediremos que pase lo de Chile», «Maduro y Cuba no van a vencer en Colombia», «No van a obtener en la calle lo que perdieron en las urnas»: desde la Presidencia hasta medios importantes de radio y televisión promovieron este discurso, pasando por los voceros de las Fuerzas Armadas. Protestar en Colombia sigue siendo visto como algo negativo, sospechoso y manipulado por intereses foráneos.

Además, los liderazgos de centroderecha, alternativos a la derecha paramilitar pero cuidadosos frente a los intereses del statu quo histórico, repiten junto al gobierno de Duque que la protesta es válida «pero sin violencia», pese a que ninguno de los dirigentes del paro o del 21-n llama a la violencia (hay que insistir en esto). Esta expresión repetida refuerza la idea promovida por el gobierno de que la protesta amenaza la tranquilidad ciudadana, que no puede bloquear vías, no puede suspender servicios. Es decir que solo es aceptable la protesta «aconductada». Todo esto crea desconfianza sobre la salida a la calle, aunque hay que reconocer que los nuevos gobiernos locales, especialmente los de Bogotá, Medellín y Cali, promueven por su lado la validez de la protesta y luchan contra la estigmatización de las marchas y sus liderazgos. Pero lo hacen insistiendo en que no debe haber bloqueos y suspensiones de servicios, e incluso desarrollando iniciativas de protocolos locales para controlar la violencia en las marchas. Esto genera discrepancias en el movimiento social, porque la línea de separación entre estas iniciativas y los mensajes del gobierno nacional es muy delgada y se confunde en la opinión pública.

Si uno observa la historia de Colombia, afirmaciones de este tipo vigorizan lógicas de pensamiento vigentes durante el conflicto armado según las cuales toda protesta era infiltrada por la guerrilla y sus promotores eran señalados como «guerrilleros de civil». En la situación actual posterior al Acuerdo de Paz, el discurso y las iniciativas de los nuevos gobiernos locales aún no alcanzan para que la sociedad en su conjunto asuma o refuerce lógicas de transición que legitimen la protesta social y la comprendan como una búsqueda de escenarios de solución a diferencias subyacentes en el ámbito de la vida social y económica del país que requieren de mecanismos extraordinarios de negociación.

Además, este debate sobre estigmatización de la protesta y la violencia en ella está afectado por la disputa sobre las elecciones presidenciales en 2022 –que es un factor relevante en los desarrollos post-21-n–. Los llamados del senador y ex-candidato presidencial Gustavo Petro a que se mantenga el paro hasta que el gobierno se siente a negociar son rechazados por la mayoría de los líderes y partidos políticos que se expresan en el Congreso y que se postulan como alternativa al gobierno de Duque. Los dirigentes del Partido Verde y los del Polo Democrático Alternativo, así como los partidarios de Sergio Fajardo, señalan a Petro como incendiario e irresponsable y como promotor de la violencia.

En los últimos años, hubo varios paros universitarios nacionales, tres paros agrarios, varias «mingas» indígenas, paros cívicos en Choco y Buenaventura, movilizaciones estudiantiles gigantescas en Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Barranquilla y Bucaramanga y varias movilizaciones e iniciativas ciudadanas en varios lugares del país. ¿Se puede ver ahí una anticipación de lo que pasó en noviembre, o se trata de algo diferente?

No creo que se observe una lógica de crescendo continuo. Lo que hay es un gran descontento y, al mismo tiempo, una enorme dispersión del movimiento social. Parecía que el 21-n sería el factor de condensación, pero lo que vemos meses después es que la dispersión y división son mayores, lo que no significa que no vayan a darse nuevas movilizaciones. Los esfuerzos de coordinación entre las expresiones rurales y urbanas de las protestas son aún débiles e involucran fundamentalmente a los sectores organizados o militantes que, a pesar de ser los más activos, no fueron el eje del fenómeno 21-n.

¿Cuál fue el papel de las redes sociales en la movilización? ¿Prevalecieron sus funciones positivas de coordinación espontánea y descentralizada o se manifestó más bien el riesgo de olas de fake news y manipulación?

Al inicio de la jornada, el rol principal de las redes sociales fue el de transmitir información que sirvió para extender el movimiento y las marchas. Ese proceso fue cambiando con el paso de las horas y, al término del 21-n, se convirtió en un alimentador del miedo, con fake news sobre vandalismo, anuncios sobre oleadas de personas que llegaban a robar y vecinos que se armaban, con lo que la protesta fue perdiendo simpatías minuto a minuto.

Sin embargo, las redes sociales fueron y siguen siendo un poderoso instrumento de comunicación, especialmente entre los jóvenes. Son un dinamizador de emociones en favor y en contra de la protesta, instrumento de denuncia y socialización de situaciones, pero no parece que alguna estrategia particular en las redes sociales haya jugado algún rol significativo el 21-n. Fue una herramienta permanente tanto de quienes promovieron la movilización diversa como de quienes al caer la tarde de ese día impulsaron el miedo como fórmula. Los días posteriores, las redes han sido útiles para impulsar las nuevas jornadas, hacer visibles nuevas vocerías, especialmente de artistas, y tuvieron un rol muy relevante en difundir y buscar apoyo en la comunidad de colombianos en el exterior.

El «No» al proceso de paz levemente mayoritario en el plebiscito de 2016 parecía expresar, entre otras cosas, una cierta indiferencia de sectores urbanos más o menos «protegidos» frente a los sufrimientos y dilemas de territorios periféricos víctimas de los embates más crueles de la violencia política y criminal. Pero ahora se ha visto una participación importante de sectores medios urbanos en estas movilizaciones y en su reclamo de cumplimiento sincero e integral del proceso de paz. ¿Cómo lo explica? ¿De veras la mayoría de la sociedad colombiana ha decidido dejar de «mirar para el otro lado» frente a la violencia contra líderes sociales y poblaciones marginadas? ¿No hay riesgo de que, con el posible deterioro creciente de las condiciones de seguridad en varios territorios, caiga de nuevo una capa de indiferencia y de fatalismo sobre estos hechos?

Los sectores urbanos que vimos movilizados el 21-n en su mayoría fueron los mismos que marcharon por el «Sí» durante el plebiscito. Ese empate político negativo de la sociedad colombiana no se ha resuelto y el país político continúa profundamente dividido sobre el proceso de paz y sobre la coyuntura. A esa división contribuyen factores como la postura del gobierno de Duque, que buscó desde sus inicios destruir la Jurisdicción Especial para la Paz (jep) y el sistema de justicia transicional que es la almendra del acuerdo con las farc. No es poca cosa, pues expresa la voluntad del gobierno de debilitar el acuerdo. A ello deben sumarse otros elementos: el crecimiento de las disidencias de las antiguas farc y la profunda división de su liderazgo (Iván Márquez versus Timochenko), con las consecuencias que ello implica para la estabilidad de la reincorporación colectiva a la vida civil; la convocatoria a rearmarse a los antiguos combatientes; y, no menos importante, la nueva y múltiple división de la expresión partidista legal de la ex-guerrilla –que también se llama farc, pero ahora significa Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común– y sus flojísimos resultados electorales. Hay que mencionar también el crecimiento del eln y su dominancia en vastas e importantes regiones como el Chocó y el Catatumbo, la ruptura de relaciones con Venezuela, la tensión permanente derivada del apoyo del liderazgo colombiano a la estrategia de Estados Unidos contra Maduro, el apoyo a Juan Guaidó y la dinamización de los carteles locales e internacionales de la coca.

Todos estos factores, así como los caminos de solución a estos desafíos, dividen las opiniones y son temas relevantes para las regiones. Por ejemplo: uso o no de aspersión aérea o erradicación forzada de cultivos de coca en contra de decisiones constitucionales; incumplimiento de los compromisos del anterior gobierno con miles de campesinos sobre sustitución voluntaria de los cultivos; parálisis de los procesos de inversión en las áreas de presencia de las antiguas farc. Todos estos temas siguen polarizando el debate nacional y dan a muchos colombianos la idea de que el proceso de paz no avanza, idea respaldada por discursos oficiales como el de la ex-ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez, quien recientemente, antes de salir de su cargo, calificó dicho proceso como «semifallido».

Los asesinatos de líderes sociales fueron un factor que detonó la participación de muchos en el 21-n. Sin embargo, la negativa del gobierno a negociar con el Comité del Paro y la ausencia de un liderazgo más allá de ese comité que, interpretando banderas como el asesinato de líderes sociales, hubiese logrado generar una interlocución con el gobierno para tratar ese tema específico, han reducido la capacidad de asombro, y los asesinatos se han «normalizado». Eso hasta el punto de que en el mes de enero de 2020 se denunció un promedio de uno por día y el país no salió a marchar, con la excepción de unos pocos activistas, mientras solo algunos líderes políticos estuvieron haciendo la denuncia en redes sociales. El seguimiento social que hoy se hace frente al asesinato y riesgo permanente del liderazgo social, especialmente en pequeños municipios y áreas rurales del país, no es suficiente. Dados los últimos desarrollos post-21-n y la profundización de la división actual en el país, los llamados de alerta han disminuido y efectivamente el fatalismo viene tomándose buena parte de la opinión pública. Con este antecedente, es imposible afirmar hoy que la movilización social hará cambiar de rumbo al gobierno o que lo obligará a relanzar una política de construcción de paz, abocar el fin del conflicto armado por un camino diferente al de manu militari o evitar el deterioro del proceso de paz.

Cierto es que subsisten dinámicas de mejoramiento de la vida de los campesinos en materia de paz, seguridad y potencialidades de desarrollo en algunas regiones de Putumayo, Huila, Meta o Caquetá y otros territorios. Pero en las regiones de frontera con Venezuela, en el corredor del Pacífico y otras importantes áreas del país, continúa mandando el que tiene la pistola más grande. La existencia de los pobladores de esas zonas discurre en medio de desplazamientos, minas antipersonal, confinamientos y riesgos permanentes para su vida y su economía producto del control territorial transitorio o semipermanente que ejercen diversos actores armados no estatales.

Uribe fue un presidente bastante popular en su tiempo, y su política de «seguridad democrática» contó con la aprobación explícita o tácita de muchos sectores de la sociedad –y no solo de las elites ultraconservadoras–. Pese a la división en la opinión que usted menciona, ¿cómo se explica el cambio de humor relativo de la sociedad frente a los enormes «daños colaterales» de las políticas de seguridad?

Buena parte de esa explicación radica en que la seguridad dejó de ser la preocupación de los núcleos urbanos –que representan la mayoría de la población–, al contrario de lo que era en los inicios del siglo xxi. Las farc no son hoy una amenaza para los colombianos, no existen. Uribe se ha quedado en el aire con un discurso anticuado cuya obsesión presente es «evitar que nos convirtamos en Venezuela» (un tema más agitacional que real para los colombianos); eso, sin desconocer que esta afirmación le facilita reeditar su viejo discurso antiterrorista. Lo que preocupa a los jóvenes son temas como la lucha contra la corrupción, la sostenibilidad ambiental, el animalismo, la migración, la defensa del agua, la educación, la calidad del aire, el modelo económico. Uribe y su partido están fuera de sintonía con estos temas, y eso vale también de hecho para la mayoría de los liderazgos políticos nacionales. Pero más allá del cambio generacional, sí hay también una evolución de opinión en los antiguos votantes por Uribe, que no hay que confundir con el núcleo duro de los uribistas. Esos ex-electores no uribistas de Uribe de inicios del siglo xxi comprenden mejor los retos actuales, andan buscando proyectar sus negocios internacionalmente, no comparten la visión de Donald Trump para la región ni tampoco su proteccionismo a ultranza, y perciben los riesgos que se derivan de la política estadounidense actual para la modernización de la economía y la política del país.

En buena parte de los jóvenes existe la certeza de que Uribe, al igual que los partidos históricos y sus liderazgos, son el «viejo país», que identifican como criminal y asociado al paramilitarismo. No expresa ni representa sus preocupaciones, no conecta con sus sueños, sino que quiere conducirlos por el camino ya recorrido, con su perpetuación de la violencia, la inequidad y la corrupción. Dicho esto, es interesante observar que la pirámide generacional está cambiando y Colombia está envejeciendo, de allí que el país de Uribe siga teniendo fuerza. Por ello, la apuesta de poner a Duque como presidente permitió un juego de espejos en el que Uribe se ponía en sintonía con la ambición de relevo generacional y, a la vez, conservaba la política anticuada y tramposa que Duque expresa.

Al mismo tiempo que se produce esta expresión del malestar ciudadano, las fuerzas político-parlamentarias alternativas a la vieja partidocracia, y en particular las fuerzas de centro renovadoras, de centroizquierda y de izquierda –pese a sus relativamente buenos resultados electorales en los últimos escrutinios– parecen bloqueadas en conflictos personales o recelos tal vez más clánicos que ideológicos…

Las candidaturas que se presentan como alternativas son proyectos personales fuertes que obedecen exclusivamente al liderazgo de cada una de sus figuras. Los de Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Jorge Robledo son liderazgos cuajados en el tiempo y son ellos quienes deciden sus candidaturas o no. Incluso alguien como Fajardo había dicho públicamente –luego de la elección de Duque– que nunca más sería candidato. Hoy, a dos años y meses del fin del gobierno de Duque, anda en gira presidencial. Robledo decidió también, él solito, ser candidato. No obedecen a procesos colectivos. Petro se reclamó candidato el día en que Duque ganó la elección como presidente. El Partido Verde tiene hoy su figura más reconocida en la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, que parece obedecer más a procesos de partido. Sin embargo, bajo el ala de su institucionalidad, existe una protocolización de divisiones que giran alrededor de las candidaturas mencionadas, sin lograr un equipo sólido en su pensamiento y acción.

Derivado del Acuerdo de Paz con las farc y ante los ataques del gobierno contra él, se creó el colectivo Defendamos La Paz (dlp), un grupo de opinión en el que se expresan diversas corrientes alternativas: la nueva farc; la ruptura del viejo Partido Liberal liderada por el ex-ministro Juan Fernando Cristo; sectores de centro renovador que impulsaron la candidatura de Humberto de la Calle, cabeza de la delegación de paz del gobierno de Juan Manuel Santos; y distintos sectores de izquierda. Estas fuerzas apuntan a la promoción de un frente o de un escenario de encuentro para 2022. Si bien esto aún no se define con claridad, intentan ser un jugador en la próxima coyuntura electoral.

Pero tienen también en común su rechazo a la lógica política que expresa Petro y la animadversión a incluirlo en un esfuerzo de confluencia de izquierdas, centros o cualquier nombre con el que quieran denominarse. Porque efectivamente, en Colombia, la política alternativa es principalmente clánica. Así se tengan similitudes o diferencias ideológicas, lo que predomina son las animadversiones personales de cada líder.

Resulta por tanto correcto afirmar que hoy, el consenso entre los sectores de centroderecha y centroizquierda (Fajardo, Robledo, Juan Manuel Galán, Angélica Lozano y otros senadores verdes) es no juntarse con Petro, definir su cercanía como tóxica y preservar con él o con sus seguidores enconadas peleas por redes sociales. Esas mismas disputas, en ocasiones grotescas, las reproducen los formadores de opinión de centroizquierda, izquierda, voceros de la derecha y centroderecha frente a lo que llaman el «petrismo», a menudo acusado de ser el «comodín» colombiano del «chavismo-madurismo».

En el Senado y la Cámara de Diputados, las «bancadas alternativas» han buscado ser eficientes en lo relacionado con la defensa de proyectos sobre el cumplimiento del Acuerdo de Paz. Los esfuerzos colaborativos se presentan de manera coyuntural y en temas específicos: aspersión aérea, negociaciones de paz, respeto a los protocolos firmados con los países garantes (Noruega y Cuba) para el proceso de paz con el eln, entre otros. Hay diferencias en especial sobre temas económicos y ambientales (por ejemplo, frente al tema de combustibles fósiles o del fracking) entre los congresistas del Partido Verde, los del Polo y los de la coalición Colombia Humana-Unión Patriótica, liderada por Petro. Los integrantes de las «bancadas alternativas» han hecho uso conjunto del «derecho de réplica» a las alocuciones presidenciales, pero no son una fuerza unificada. Debe anotarse que Petro y sus posiciones políticas son motivo de polémica por la representación que tienen o no frente a los demás sectores.

Dentro de estas bancadas podrían generarse más iniciativas comunes de cara a 2022. Se mueven discusiones en ese sentido y lo que se observa es que las sinergias especialmente ocurren entre el Partido Verde, sectores del Polo y algunos congresistas de los viejos partidos que se declararon en independencia o en oposición frente al gobierno. Pero esa búsqueda de sinergias y esfuerzos comunes frente a 2022 excluye a Petro.

¿Cómo se explica este rechazo a Petro?

Personalmente, pienso que Petro ha demostrado ser el candidato con mayor solidez conceptual y raigambre popular, y también con mayores agallas para llamar las cosas por su nombre. Su postura sobre temas como la agenda de las nuevas ciudadanías –desde su campaña a la Alcaldía–, el cambio climático, la defensa del agua, la calidad del aire, la educación, el reconocimiento de las drogas como un tema de salud pública, la lucha implacable contra la corrupción y el paramilitarismo, deberían ser credenciales suficientes para gozar de un amplio apoyo. Me parece el líder más moderno frente al debate global en materia de modelo de desarrollo y retos de la democracia. Sin embargo, la posibilidad de que Petro, que obtuvo la segunda votación presidencial con ocho millones de votos, tenga el respaldo de los demás sectores para encabezar una candidatura es nula. Es el líder más polémico y controversial hoy en el país, y es declarado como el enemigo del Partido Verde, del Polo, de la corriente de Fajardo, además de los partidos tradicionales y en especial del uribismo. Es el diablo temido al que no se le puede aceptar ningún tipo de desarrollo.

Por un lado, sus afirmaciones conceptuales críticas, sin concesiones al statu quo, lo distancian de los sectores de centro, que lo ven como una amenaza para la estabilidad de la economía y de la estructura institucional. Pero hubo también episodios como el video donde se lo ve recibiendo dinero en bolsas de un amigo y contratista1, y aspectos negativos como su enconada actitud en redes contra diversos actores que podrían ser potenciales aliados, su individualismo para tomar decisiones y la actitud de «endiosamiento» que generan sus seguidores más radicales. Todo esto debilita su potencial entre las capas medias.

Aunque hoy no parece que tenga posibilidades de ser un candidato de coalición, estoy convencido de que jugará un papel relevante en el debate y todavía puede ser una sorpresa si consigue nuclear a sectores importantes de la población. Por eso su estrategia es construir masa crítica para presentarse solo y obtener una votación que lo ponga en segunda vuelta.

¿Qué otros escenarios de candidaturas «alternativas» se presentan?

La otra posibilidad para superar electoralmente el uribismo y la dominancia de la vieja partidocracia expresada por Duque sería que, en 2022, sectores del establishment político y empresarial, así como muchos de los votantes que respaldaron a Duque, apoyen a Fajardo. Los factores relevantes que pueden potenciar aún más esa candidatura serían: un impacto positivo de la gestión de Claudia López –quien repetidamente ha expresado su apoyo a la candidatura de Fajardo– en Bogotá (no puede negarse el peso y significado de la capital como factor de la política de relevo al uribismo); un crecimiento nacional del liderazgo de Fajardo semejante al que logró localmente López sobre sectores medios de la población; un éxito de la estrategia de los sectores de centro y de derecha de identificar a Petro con el «chavismo-madurismo».

La próxima campaña presidencial tendrá como coordenadas esenciales el despliegue de los liderazgos unipersonales, la situación con Venezuela (migración, desarrollo de la estrategia de eeuu, con sus aspectos de guerra encubierta), las dinámicas territoriales de violencia que siguen creciendo en los bordes de la frontera agrícola del país y las zonas limítrofes con los países vecinos, la capacidad de perturbación institucional del eln y de las disidencias conducidas por antiguos líderes de las farc y las dinámicas de la economía del narcotráfico (fumigaciones, incidencia en las comunidades, etc.).

¿Qué es de Álvaro Uribe y de las derechas?

El partido de Uribe, el Centro Democrático, es el partido de gobierno, y Duque es fiel a la lógica política de su jefe. Uribe es la fuerza de Duque y el uribismo de Duque es su elemento de estabilidad. Además de un ganador, Uribe sigue siendo un factor determinante de las decisiones de Estado en el país. Si bien es cierto que el mundo empresarial, político y los medios no lo aplauden como antes, muchos siguen respaldando su gobierno, el gobierno de Duque, aun considerándolo un aprendiz de baja calificación.

Eso dicho, el silencio que mantiene Uribe estos últimos meses se debe a los desarrollos judiciales. El juicio contra Santiago Uribe, su hermano, sospechado de actividades paramilitares, está a punto de resolverse. Este hecho le toma mucho de su tiempo y, adicionalmente, lo preocupan las decisiones que pueda tomar la Corte Suprema de Justicia sobre las acusaciones graves que existen en su contra2.

En el liderazgo de los partidos y movimientos que ayudaron a elegir a Duque asumen que Uribe no podrá definir la nueva figura presidencial. Sin embargo, saben que todavía es y será un actor relevante en las elecciones de 2022. Por su parte, la derecha más dura sigue siendo uribista fiel. Sus representantes no quieren pelearse con Duque, pero a menudo expresan públicamente inconformidades que los ayudan a mostrar su vigencia e importancia dentro del Centro Democrático. Sus éxitos son evidentes: logran mantener su agenda beligerante con Venezuela, tienen los cargos más relevantes del ejecutivo (Defensa, Relaciones Exteriores), preservan el mando fundamental de las Fuerzas Armadas y sus voceros son la voz fuerte dentro de la junta directiva de la empresa colombiana de petróleos, Ecopetrol.

El interrogante es ¿cómo actuarán en 2022? ¿A quién impulsarán como candidato? Mientras llega esta definición, hacen debates e impulsan medidas de control a los ímpetus de algunos aliados moderados que quieren romper el Centro Democrático y fragilizar a Uribe de cara a 2022. Con Duque, la derecha más reaccionaria se reacomoda y tiene garantizada su supervivencia en el poder por lo que resta del gobierno. Lo que podemos afirmar es que, así como es claro que habrá alternativas al uribismo en 2022, también es cierto que ni al cajón del uribismo ni al de la vieja partidocracia colombiana se les ha puesto el último clavo.

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/colombia-despertar-ciudadano-y-dilemas-politicos-despues-del-21-n/

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