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José Saturnino Martínez: “Parece mentira que veintiséis años después de la LOGSE, recuperemos los problemas que intentó resolver”

España / 3 de junio de 2018 / Autor: José Luis Marín / Fuente: CTXT

El fracaso escolar tiene consecuencias importantes, a veces irreversibles, en la edad adulta del alumnado. Es España, este problema en la educación se vio reducido a finales de los años setenta, volviendo a aumentar en los últimos años del siglo XX. En este contexto, los estudiantes de entornos socioeconómicos más elevados demostraron menor disposición a las fluctuaciones del fracaso escolar que los estudiantes de entornos socioeconómicos más bajos. De esta forma, e independientemente del momento en el que se encuentre la tasa de fracaso, los primeros tienen una muy alta probabilidad de lograr el título de enseñanza obligatoria. Sucede lo contrario con los estudiantes de entornos socioeconómicos más bajos: sus posibilidades fluctúan al mismo tiempo que lo hace el indicador.

Estas son algunas de las conclusiones que se pueden extraer de La desigualdad de las oportunidades educativas: tendencias del fracaso escolar en España (1977-2012), una reciente investigación de los doctores José Saturnino Martínez y María Fernández-Mellizo. Para responder a estas averiguaciones, los autores plantean la hipótesis de que los cambios organizativos introducidos en el sistema de educación español han podido aumentar el efecto del origen social en educación obligatoria.

José Saturnino Martínez –que atendió a las preguntas de este medio– es sociólogo, Máster en Economía de la Educación y doctor en Sociología especializado en desigualdades educativas. Ha trabajado en la Universidad Complutense de Madrid, en el CIS, en la Universidad de Salamanca y ahora en la Universidad de la Laguna, Tenerife. Durante cinco años también ejerció como asesor del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Según cuenta, esta nueva investigación conecta directamente con su tesis doctoral, en la que estudió las mismas dinámicas en la población que nació entre principio del siglo XX y los años 60.

Ahora pretende continuar actualizando los datos que manejó en el doctorado, con el objetivo de comprender qué ha pasado en España en el largo plazo: “Lo que hemos hecho es un trabajo muy meticuloso a la hora de juntar decenas de Encuestas del Población Activa, de homogeneizar los datos, para tener esa visión de conjunto de la gente que nació entre finales de los años 50 y principios de los 90”. María Fernández-Mellizo es economista y doctora en Ciencias Políticas y Sociología, y es precisamente la formación híbrida de los dos autores la que les ha permitido profundizar en los debates y las cuestiones académicas.

Para realizar la investigación, accedieron a la serie de datos más larga posible, que sirve como sustento de una definición clara y sencilla de lo que es la desigualdad educativa. Esta es, básicamente, “el porcentaje de jóvenes que acaban o no la ESO en función del origen social de las familias”. A ello se unen algunas variables, como la inmigración, la estructura familiar, el género… Lo que permite ver las tendencias de desigualdad a lo largo de los años: “Hemos encontrado que para aquella gente que nació entre finales de los 50 y mediados de los 70, el efecto de su origen social sobre la educación se mantiene muy constante. Para los que nacen a finales de los 70 y principios de los 80, aumenta la desigualdad. Y entre los que nacen a partir de la segunda mitad de los 80, se mantiene estable hasta el último año de estudio,  los nacidos en 1992, es decir, que tienen hoy en día 24 años”.

Una cuestión institucional

Saturnino y Fernández-Mellizo señalan que las variaciones en la desigualdad educativa responden, sobre todo, a una cuestión institucional. “La desigualdad aumenta justo en el momento en que empieza a aplicarse la LOGSE. Esto se puede deber a que antes de ella, el titulo mínimo del sistema educativo, el Graduado Escolar, se obtenía a los 14 años. Con la LOGSE, el título mínimo pasa a los 16 años, lo que dificulta su obtención. A eso hay que añadir otra cuestión. Antes, si alguien no tenía el título de EGB, podía seguir estudiando y avanzando en FP. Había, digamos, una puerta bastarda, para la gente que lo hacía mal en el sistema educativo. Eso la LOGSE lo elimina. Con ella, o tienes título o quedas fuera del sistema”.

Es decir, a efectos administrativos, las posibilidades de los alumnos se vieron muy reducidas con la ley de educación de 1990. El problema comenzó a reflejar en las estadísticas y contó con poca respuesta institucional: “Yo creo que el problema que tuvo el PSOE es que no afrontó el hecho de que hubo un fallo importante en la LOGSE. Las previsiones de esta ley eran que no titulase en torno a un 5% de los jóvenes. Lo que ocurrió es que no titulaba el 30%. A ese grupo nunca se le dio respuesta. Lo que tendría que haber hecho el PSOE hace ya 15 ó 20 años era reconocer ese fallo y permitir que ese gente que no estaba titulando accediese a algún tipo de FP. En otros estudios sobre FP (con Rafael Merino) y en Bachillerato hemos visto que el aumento del fracaso escolar afectó más al acceso a FP que a Bachillerato”.

LAS PREVISIONES DE LA LOGSE ERAN QUE NO TITULASE EN TORNO A UN 5% DE LOS JÓVENES. LO QUE OCURRIÓ ES QUE NO TITULABA EL 30%. A ESE GRUPO NUNCA SE LE DIO RESPUESTA

Según Saturnino, esto no pasa en los países de nuestro entorno. En ellos, la gente que no tiene un título de educación obligatoria no es expulsada del sistema formal. En Inglaterra, por ejemplo, el sistema es gradual. Dependiendo de la nota del alumnado, podrán entrar en un instituto u otro. Si las calificaciones son malas, te derivan a institutos de formación profesional, como ocurría en España antes de la LOGSE. También pone el ejemplo de los Community College–algo así como la universidad popular– en Estados Unidos. No existen requisitos ni es necesaria una titulación para entrar en ellos, ofrecen diferentes cursos de formación y si los alumnos desean dar el paso a la universidad, también existen vías preparatorias. “El problema español es que si tú te querías seguir formando, o venías con un título o tenías que hacer un examen de acceso. Eso ha llevado a que el nivel de abandono educativo sea alto, que tengamos poca gente en FP media… Yo creo que el gran problema es sobre lo que menos se ha hablado, el origen de este problema”.

Esto, en principio, se solucionará con la Ley aprobada por el Partido Popular en 2013, la LOMCE, y cuya implantación acaba de finalizar: “Una cosa que estableció la LOGSE y que luego mantuvieron las leyes siguientes, como la LOE, es que si tú no alcanzabas el nivel mínimo de conocimiento se te pasaba a otros programas educativos, como el Programa de Cualificación Profesional Inicial. Ese programa te daba un título de FP pero no te permitía seguir estudiando, a no ser que graduaras también en Secundaria Obligatoria. La UE pasaba entonces a considerarlos como abandono educativo temprano”. La argucia de la nueva ley, señala Saturnino, es crear un nuevo nivel de formación, la FP Básica, que ya no computará como abandono educativo temprano. “A efectos de currículum y de años de estudio, la Formación Profesional Inicial y la FP Básica son lo mismo. Sin embargo, han conseguido cambiarle el nombre a una cosa y que las instituciones internacionales se lo reconozcan como que eso no es abandono”.

La Unión Europea o la OCDE son, por lo tanto, actores muy importantes en la transformación de las políticas educativas de cada país: “Una vez que se ha llegado a la conclusión de que un indicador educativo es una buena herramienta, al día siguiente las personas con responsabilidad política, que son astutas, empiezan a cambiar las leyes para salir bien reflejados en esos indicadores”. El indicador PISA de la OCDE, por ejemplo, mide las competencias del alumnado. El problema reside en que el sistema educativo español no está orientado para eso, para resolver problemas o adquirir competencias genéricas, sino para la cuestión memorística, señala José Saturnino.

Por ello, los movimientos desde las instituciones y el Gobierno a veces chocan con las propias dinámicas del país: “Ya en los debates sobre la LOGSE, ya se proponía cambiar esto, y no se consiguió. Se decía que había que ir hacia el aprendizaje más significativo, con más autonomía, de resolución de problemas… Pero claro, aquí existe una cultura profesional fundamentada en preparar oposiciones. Esta cultura corporativa no la consiguió quebrar la LOGSE, y dudo que la LOMCE lo consiga hacer”.

La otra pata de la mesa, el profesorado, también ha sufrido los cambios y adaptaciones de las distintas leyes: “Antes, en Bachillerato el alumnado estaba seleccionado. Cuando existía BUP aquello era voluntario y solo acudían los que querían. Ahora, en la ESO está todo el mundo. Teníamos un cuerpo de profesorado que se había formado para educar a gente seleccionada. De repente, con un golpe de ley, le dices que tiene que formar a todo el mundo. Esto es algo que el profesorado no digirió bien, no se les dio ni formación ni recursos, ni fue fácil de aceptar que profesionalmente habían sido reconvertidos de especialistas a otro tipo de profesorado. Se generaron muchas tensiones”.

La cuestión institucional, sí, es una parte fundamental del debate. Pero es necesario ampliar el análisis para comprender la situación: “Si tu luego no tienes en cuenta temas individuales, no puedes explicar lo que está pasando. Yo creo que en España el debate educativo no ha tenido en cuenta estas circunstancias”. Es lo que Saturnino denomina efectos no queridos de las leyes: “La LOGSE fue una ley compensadora, es decir, ideada para que todo el mundo estudiase lo mismo, para reducir así la desigualdad de oportunidades y ampliar el tronco de años de escolarización para que la población saliese más formada. Sin embargo, ha habido efectos no queridos. Simplemente por ampliar la educación obligatoria, la gente no va a estudiar más. Y la gente que no tiene el título, si no le das alternativa, aumentará el fracaso escolar”.

Por ello, el sociólogo ve en la LOMCE una mejora respecto de la leyes anteriores, aunque con varios matices: “Hay un empeoramiento en el sentido de que para hacer el bachillerato se te va a exigir más, pero han hecho una puerta falsa, la FP Básica, para que la gente con malos resultados tenga más facilidad para pasar por el sistema… El PP, por lo tanto, ha sido sensible a algunos problemas de la LOGSE, y creo que ha hecho algunas mejoras. Pero, por otro lado, han hecho tales pifias, que uno ve que lo que mejora por un lado, empeora por otro. Lo de las reválidas, lo de la retirada de apoyos a la atención a la diversidad, lo de los recortes… Me parece escandaloso y yo creo que invalida algunos éxitos que puedan tener otras medidas”.

Entonces, a los alumnos con problemas en el colegio, en vez de tener recursos o apoyos extraescolares, se les manda a los niveles de formación inferiores mediante reválidas. ¿Es este otro factor determinante en la desigualdad?

Claro. Cuanto más joven es una persona, más influida está por su origen social y menos por lo que la escuela puede ofrecerle en términos de oportunidad… Lo lleva diciendo la OCDE desde hace tiempo, y más o menos hay cierto consenso entre expertos. Cuanto antes comienza la segregación entre distintas trayectorias educativas, mayor es la desigualdad de oportunidades.

En este sentido, José Saturnino pone el ejemplo del modelo alemán, donde uno de los problemas es que a los 11 años ya desvían a la gente hacia la FP o hacia la universidad. “Ellos son conscientes de la situación, y están intentando lidiar con un sistema con mayor desigualdad educativa que en otros países”.

CUANTO MÁS JOVEN ES UNA PERSONA, MÁS INFLUIDA ESTÁ POR SU ORIGEN SOCIAL Y MENOS POR LO QUE LA ESCUELA PUEDE OFRECERLE EN TÉRMINOS DE OPORTUNIDAD

Si pudiese escoger, el investigador señala que elegiría un par de cosas de las que ha hecho el PP para añadir a lo que ya había, pero no con ese cambio tan profundo. Los golpes de ley plantean problemas a la hora de planificar educativamente: no se puede cambiar tan rápido como lo hace la sociedad. “Hay mucha gente que quiere estudiar FP, pero no hay plazas. Se está dando la situación de que hay notas de corte para entrar en FP y en Bachillerato se entra con un cinco. Hay alumnos a la que no le apetece entrar en la vía hacia la universidad y quieren tener un oficio en dos años, pero no hay recursos para contratar profesores de FP, crear aulas…”.

¿Y qué hay de otros factores, como la situación económica del país? Los dos autores están investigando ahora sobre los efectos de la crisis en términos laborales: “Tenemos datos de gente que le toca acabar los estudios cuando la crisis está desatada, y se observa que desciende el fracaso escolar e incluso que hay ciertos indicadores de descenso de desigualdades de oportunidades educativas. ¿Por qué? Porque la gente está viendo que sin estudios las tasas de paro están en el 60%”.

La Formación Profesional, un problema sin resolver

José Saturnino señala que, durante los años que estuvo vigente la LOGSE, la cuestión de la FP se planteó desde la óptica del prestigio. Se puso una alta tasa de entrada académica, lo que terminó por conseguir el reconocimiento de este tipo de formación. A costa, eso sí, de dejar un 30% de estudiantes fuera del sistema. Ahora, con la nueva ley aprobada por el Partido Popular, los centros educativos, cuando tengan alumnos con problemas, en vez de dedicarles atención más específica e intentar rescatarlos, serán olvidados y metidos en el cajón de la FP Básica. Esto, en opinión del sociólogo, degrada la FP, ya que los alumnos no querrán formarse en las vías donde mandan a los que fracasan en los estudios.

“Tanto la izquierda como la derecha no han sabido lidiar con la FP en España. Para la primera, solo puede ir a la FP la gente con éxito en un currículum dominado por contenidos académicos, no profesionales, como ocurre en la ESO, y si no, la expulsamos del sistema educativo y nos olvidamos de ellos. La derecha sostiene que la gente que sin éxito académico vaya a FP, lo que lleva a que los jóvenes que quieren estudiar una profesión a pensar que no merece la pena porque eso es para tontos”.

Romper este debate pasa, según el sociólogo, por reconocer que existen tres tipos de alumnado: uno con una trayectoria académica, uno con una trayectoria profesional, y uno que está despistado con la vida o con dificultades de aprendizaje: “Parece mentira que treinta años después de la LOGSE, recuperemos los problemas que intentó solucionar esa ley, que fue acabar con la FP como una vía bastarda para estar en el sistema educativo”.

El debate sobre el fracaso y el abandono escolar. 

Según Saturnino, “la Unión Europea necesita indicadores sencillos para supervisar cómo es la evolución de los países miembros. En educación no es fácil. En España, por ejemplo, conviven ahora personas que han nacido en tres sistemas educativos, y no son comparables. Si dentro de un mismo país es difícil comparar entre generaciones, imagínate comparar entre 28…”.

Uno de estos indicadores, el abandono educativo temprano, recoge a aquellas personas que no tienen un título de ESO –o superior– o que no están estudiando educación formal o no formal. Una medición que muchas veces es problemática. Por ejemplo, una persona que no acabó la ESO y está haciendo un curso de manipulador de alimentos, no computará como abandono educativo, ya que cursa formación no reglada. “De cara al sistema educativo español, el abandono educativo temprano es un indicador que solo añade ruido y confusión”.

DE CARA AL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL, EL ABANDONO EDUCATIVO TEMPRANO ES UN INDICADOR QUE SOLO AÑADE RUIDO Y CONFUSIÓN

Ese argumento también se usa desde el ámbito político para defender determinados intereses. Hace pocas semanas, Rafael Hernando señaló que la LOMCE había permitido reducir el abandono temprano y garantizar la igualdad. “Fíjate, la LOMCE es tan buena que tiene efectos antes de haberse publicado en el BOE. La primera promoción de FP Básica va a salir al mercado el año que viene. ¿Cómo puede haber producido bajadas en el abandono educativo y el fracaso? Es absolutamente absurdo”. De hecho, los datos de abandono vienen disminuyendo desde 2008 a una tasa de entre el 1% y el 2% anual.

En este sentido, Saturnino señala que prefiere trabajar con el indicador más sencillo y sobre el que ha basado en la metodología de la investigación. Esto es, simplemente, tener el título de ESO o no tenerlo. Lo que el sociólogo denomina fracaso escolar administrativo.

Como se ha señalado, existen más factores determinantes en desigualdad educativa, así como efectos no queridos de las leyes y las decisiones institucionales. Sirva como ejemplo la inversión en educación: “Mientras en España se alcanzaba el máximo PIB destinado a educación, el fracaso se mantenía constante. Ahora, que se recorta a machetazos, está en mínimos históricos… Esto pone de manifiesto el limitado alcance de algunas de nuestras políticas educativas. Muchas veces, son más importantes las estrategias individuales y familiares que el soporte político”.

Una vez más, se hace necesario comprender las lógicas sociales que existen detrás de los indicadores, las estadísticas y los estudios cuantitativos. Saturnino, dedicado durante años a la divulgación, así lo advierte.

Fuente de la Entrevista:

https://ctxt.es/es/20160921/Politica/8507/

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Macarena Arribas: «Me apasiona la educación»

Perú / 3 de junio de 2018 / Autor: Pamela Romero Wilson / Fuente: Gestión

Macarena está a punto de ser mamá al momento de la entrevista. Ella se confiesa más emocionada que nerviosa y responde todas las preguntas con normalidad. A sus 26 años ha creado MAB After School como la herramienta ideal para el aprendizaje a conciencia. Le apasiona la educación a pesar de haberse graduado de la carrera de publicidad y afirma que nunca deja de estudiar algo nuevo relacionado a lo que más le mueve. ¡Lea!

¿Cómo empezó su afán por la educación?

Una tía en la playa me dijo que mi primo necesitaba ayuda con varios cursos y si le podía repasar. Acepté feliz y mientras le dictaba clases en la terraza de la casa los demás papás empezaron a pedirme que ayudara a sus hijos también. El hecho se extendió a mi vida de regreso en Lima y fue tal la acogida que mi mamá decidió darme el garage de abajo para instalar a los chicos.

¿Hubo resultados en las notas de los niños?

Sí, claro. Cada vez más mamás me empezaron a llamar para dar clases.

¿Cómo manejaba sus tiempos con sus horarios de la universidad?

Iba con mi carro de casa en casa y llegó un punto en el que dictaba 40 horas a la semana. ¡Imagínate! Era una chica que estudiaba Publicidad y tenía que guardar tiempo para todo.

¿Por algún motivo no estudió Educación?

La carrera de Educación era muy tradicional, no iba conmigo para nada. Decidí que si tanto me interesaba, luego haría una maestría o un diplomado. Además la carrera de comunicaciones iba bastante con mi personalidad.

¿Alguna vez trabajó como publicista?

Sí, claro. Decidí pasar por una agencia de publicidad, ya que era lo que estaba estudiando y tenía que probar. Entré a la agencia Mayo y mi entonces jefa me dijo que me lance a hacer lo que de verdad quería. Cinco días después estaba repartiendo flyers de MAB.

¿Cómo llega el nombre?

Son mis iniciales.

¿Cuál fue el costo de oportunidad de esto?

En ese momento, salir de la agencia de publicidad.

¿Tenía la idea clara de lo que iba a hacer?

Lo único que sabía era que la educación me apasionaba pero que no quería hacer un nido o un colegio o una típica academia. Mi meta era crear algo que tuviera mi idea o mi propia filosofía de educación.

¿Cuántos años tenía cuando empezó MAB?

Tenía 21 años y estaba en el segundo año de universidad.  Estudiar y trabajar fue duro esa época; pero nunca cancelaba una clase en MAB para estudiar antes de un final en la universidad.

¿Cómo fue al inicio? 

A veces me acostaba a las 3am y tenía clases a las 7am.

¿Cuánto tiempo tiene ya MAB?

Ya tiene 4 años pero yo vengo haciéndolo durante 13 años, más de una década.

¿Hizo alguna especialidad luego de su carrera como publicista?

Hice un diplomado en Neuro educación en Cerebrum, estoy haciendo una maestría en Education Leadership y tengo una certificación en Inteligencia Emocional también.

¿Cómo hizo el plan de negocios?

Nunca tuve uno. Simplemente hacía las cosas y avancé poco a poco con todo. Nunca hice una proyección de ingresos siquiera para pensar si era rentable o no. Ahora las hago, pero al inicio fue todo empírico.

¿Qué es lo que enseña?

Lo académico típico y cosas nuevas. Por ejemplo, en vacaciones damos talleres de reciclaje, ingeniería, arte y más. ¡A veces mezclamos cosas como matemáticas con cocina!

¿MAB tiene un método?

Somos muy observadores y tenemos un psicólogo en cada cede.Creo que el nivel de personalización que le damos a cada clase es fuerte. Hablamos mucho con los papás y a veces el asunto no solo es que su hijo no es bueno en matemáticas sino que por ejemplo es tímido y no levanta la mano para preguntarle cosas a su profesora.

¿Cómo se siente en relación a los colegios?

Somos sus aliados. Nos sentimos así.

¿Qué pasa en los colegios que no todos aprenden igual?

Es imposible que a una clase de 30 chicos se les enseñe lo mismo y que todos aprendan igual. No hay manera, todos empiezan de distintos puntos de partida y encima todos aprenden de forma distinta.

¿Cómo es la comunicación dentro de MAB?

Todos nos llamamos por nuestro nombre. No hay “profe” propiamente, es un trato muy horizontal.

¿Cada cuánto hablan con los padres?

Hay un reporte de cada día que vienen sus hijos. Sentimos que es parte del valor agregado porque estamos convencidos de que la educación es integral. No hacemos magia, solo le brindamos recursos y herramientas para que los niños aprendan mejor. Siempre decimos que todo se debe complementar en casa.

¿Cuál es la recurrencia de asistencia ideal?

Es imposible saberlo si no conocemos al niño, no hay combos armados, cada niño funciona de manera distinta y particular.

¿Cuál es la principal dificultad con la educación de los niños hoy?

Entre muchas, el nivel de estrés que ponen los papás.

¿Cuántos locales tienen?

Cuatro. En Villa, La Molina, Chacarilla y Miraflores. Las oportunidades van llegando de pronto…

¿Qué considera importante para los educadores en Lima?

Lo más importante es respetar los distintos talentos y entender que cada uno tiene el mismo nivel de importancia. Lo clave es educar para la vida y para solucionar el mundo de verdad, no para un examen solamente.

Fuente de la Entrevista:

https://gestion.pe/blog/millennials/2018/05/macarena-arribas-me-apasiona-la-educacion.html

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España viola el derecho a la educación de los niños con discapacidad (Audio)

España / 3 de junio de 2018 / Autor: Cultura y Educación / Fuente: Radio ONU

La enseñanza constituye un derecho humano de carácter universal. Sin embargo, varios expertos en la materia han publicado un informe que establece que el sistema educativo español segrega y excluye a las personas con discapacidades.

 

 

 

Las normas internacionales establecen que estos jóvenes deben “tener acceso efectivo a la educación y la capacitación con el objeto de lograr su desarrollo individual y su inclusión social” en condiciones de igualdad.

No obstante, tras una investigación confidencial, varios expertos de derechos humanos han concluido que, en España, la segregación y la exclusión de los estudiantes con discapacidades de la educación general equivale a violaciones graves de su derecho a la educación.

«El sistema educativo paralelo establecido para aquellos estudiantes con discapacidades que no encajan en las escuelas generales se convierte en trayectorias paralelas de la vida escolar, el empleo y más tarde la residencia, lo que lleva a resultados de vida muy diferentes«, señaló la Theresia Degener, presidenta del Comité de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad.

Un sistema educativo discriminatorio

El Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad recibió varios informes que alegaban que las leyes y políticas educativas españolas perpetuaban el modelo médico de la discapacidad. Según esta idea, “el problema” se encuentra en las personas, por lo que son ellas quienes tienen que luchar contra su discapacidad con tratamientos. Mientras tanto, la sociedad carece de responsabilidades a la hora de combatir la discriminación que sufre esta gente.

Dos modalidades separadas de educación no pueden coexistir en un sistema de educación inclusiva.

Tras su investigación, los expertos descubrieron que España ha contribuido a un sistema discriminatorio que utiliza la ley para mantener dos modelos educativos y desviar a los estudiantes con discapacidades fuera de la educación general.

«Dos modalidades separadas de educación no pueden coexistir en un sistema de educación inclusiva basado en el derecho a la no discriminación y la igualdad de oportunidades. El sistema debe consistir en una modalidad para todos los estudiantes y debe basarse en la calidad de la educación, proporcionando a cada alumno el apoyo que él o ella requiera», indicó Carlos Parra.

Según el informe, las personas con discapacidad acaban en un sistema de educación paralelo que consiste en centros de educación especial o aulas especiales dentro de las escuelas. Además, la falta de garantías para los mecanismos de monitoreo significa que, una vez que un estudiante abandona el sistema educativo general, él o ella permanecerá fuera.

“Un efecto del sistema existente es la invisibilización de las personas con discapacidad, dejándolas fuera del sistema general, identificándolas desde sus primeros años de vida como ‘personas que no pueden lograr como las demás’”, señala el informe de la investigación.

¿Cómo solucionar el problema?

El Comité instó a España a establecer un plan de acción en colaboración con las organizaciones que representan a las personas con discapacidad para que la educación inclusiva se conciba “como un derecho y no sólo como un principio”.

Contemplar la educación inclusiva como un derecho y no sólo como un principio.

El objetivo es que se elimine la educación segregada de la legislación educativa, tanto a través de unidades en las escuelas como de centros especializados, y que se establezca que rechazar a un estudiante con discapacidad constituye una forma de discriminación.

Teniendo en cuenta que los gobiernos regionales tienen competencias educativas, el Comité recomendó que se estableciesen mecanismos de supervisión para comprobar que todo el territorio facilita que estos niños ejerzan sus derechos. Estos gobiernos deben estar informados de sus responsabilidades y garantizar el derecho a la educación inclusiva.

España rechaza el informe

Por su parte, el Gobierno español ha agradecido al Comité sus observaciones, pero ha manifestado su firme rechazo al informe sobre la regulación y el trato que reciben las personas con discapacidad en su sistema educativo.

En particular, ha expresado su desacuerdo con la idea de que España niega la igualdad de derechos a estas personas y que lo hace de manera deliberada, dado que el país “ha apostado por la educación inclusiva para todo el alumnado”.

La investigación del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

Tras recibir varios informes sobre la educación de las personas discapacitadas en España, Coomaravel Pyaneandee, vicepresidente del Comité, y Carlos Parra Dussan, miembro del mismo, viajaron a Madrid, León, Valladolid, Barcelona, ​​Sevilla y Málaga, donde se reunieron con cerca de 165 personas: funcionarios del Gobierno central y de los gobiernos regionales, representantes de organizaciones de personas con discapacidad y otras entidades de la sociedad civil, investigadores, académicos, jueces y abogados.

El Comité trabaja para asegurar que los países que han ratificado la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad cumplan con sus compromisos en materia de derechos humanos. Esto incluye el compromiso de garantizar que «las personas con discapacidad no queden excluidas del sistema de educación general por discapacidad, y que los niños con discapacidad no queden excluidos de la educación primaria gratuita u obligatoria, o de la educación secundaria, por discapacidad».

Fuente de la Noticia:

https://news.un.org/es/story/2018/05/1434611

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España: El 64 % de trabajadores con ganancias bajas son mujeres: cobran menos de 12.900 euros al año

España/03 de Junio de 2018/Por: Ana Requena y Raúl Sánchez/Portal Rebelión

El 17% de los trabajadores en España tiene ganancias bajas y de ellos, la mayoría son mujeres, según la Encuesta de Estructura Salarial.
En 2016, el 18% de las trabajadoras cobraba el salario mínimo (9.172 euros anuales, unos 655 mensuales en esa fecha) o menos.
Entre los hombres esa cifra era la mitad: el 9%.

El 17% de los trabajadores en España tiene ganancias bajas, esto es, por debajo de 12.900 euros al año aproximadamente. De ellos, el 64% son mujeres, según la Encuesta de Estructura Salarial publicada este martes por el Instituto Nacional de Estadística. La encuesta muestra, una vez más, la existencia de la brecha salarial entre hombres y mujeres (la ganancia anual media femenina supone el 77% de la masculina), pero también pone de relieve la concentración de las trabajadoras en los segmentos salariales más bajos: esta tendencia se da en todas las ramas de actividad, ocupación y tipo de relación laboral.

En 2016, el año al que se refiere esta encuesta, el 18% de las trabajadoras cobraba el salario mínimo (9.172 euros anuales, unos 655 mensuales en esa fecha) o menos. Entre los hombres esa cifra era la mitad: el 9% de asalariados se encontraba en ese rango salarial.
La pirámide muestra una tendencia clara: conforme ascendemos en los rangos salariales el porcentaje de hombres aumenta y el de mujeres disminuye. Las trabajadoras son mayoría entre quienes cobran el salario mínimo y también entre quienes perciben un rango de sueldo de entre 655 y 1.300 euros. A partir de ahí, la tendencia se invierte. Hasta el punto de que en la cúspide (el rango salarial de quienes cobran 4.500 euros o más), hay un 3,41% de hombres y un 1,4% de mujeres que trabajan.
Si miramos cuál es la ganancia anual media, la brecha entre hombres y mujeres es de más de 5.000 euros: esa ganancia media de los hombres es de 25.924 euros al año mientras que la de las mujeres es de 20.131 euros. Esa brecha es más grande en los sectores de actividad mejor remunerados: en suministro de energías y actividades financieras, donde se registran los sueldos más altos, la brecha es de 8.000 y 13.000 euros anuales de media, respectivamente. En hostelería, el peor remunerado, los hombres cobran 3.000 euros más anuales que las mujeres.
En cuanto ocupación, algunos puestos superan la media de la brecha. Es el caso de los gerentes y directores, un puesto en el que las mujeres cobran, de media, 11.000 euros anuales menos que sus compañeros hombres. Curiosamente, lo mismo sucede en la parte baja de la pirámide: entre los trabajadores no cualificados de los servicios, los hombres perciben salarios que son, de media, 5.000 euros superiores a los de las mujeres.
El tipo de contrato también determina el salario: los trabajadores con contratos indefinidos ganan 24.516 euros anuales, mientras que el sueldo de los temporales es de 16.567 euros. La brecha de género se da en ambos casos, pero es más intensa en los contrato estables: las asalariadas indefinidas cobran de media 21.086 euros anuales, mientras que sus homólogos hombres perciben 27.655 euros. Es decir, unos 6.500 euros de diferencia. Esa cantidad se reduce a 2.000 euros en el caso de las mujeres y hombres con contrato eventual.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242256&titular=el-64-%-de-trabajadores-con-ganancias-bajas-son-mujeres:-cobran-menos-de-12.900-euros-
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Escuela de gladiadores

Por: Santiago Alba Rico

En la visión histórica de la izquierda dos eran los fulcros de constitución de un sujeto político transformador: la fábrica y la universidad, cuya alianza buscaba el marxismo como detonante de la revolución. La fábrica porque era el lugar común de la explotación económica y, por lo tanto, de la toma de conciencia y de la concertación sindical. La universidad porque era el lugar común donde se daban cita la juventud y el saber, fusión modernísima que constituye desde el principio un explosivo oxímoron.

Hasta 1789 la juventud era guerrera, pero no sabia, y su participación en la guerra aseguraba más bien el recambio de un modelo estable y sin variaciones. Desde 1789, cuando un grupito de imberbes letrados derriba la monarquía absoluta, la juventud pasa a formar parte de la regla del cambio, el cual forma parte intrínseca, a su vez, del imaginario social occidental. Desde Sócrates, por otra parte, el saber es una amenaza para los que se resisten a él (al cambio) y su relación con el poder una peripecia pugnaz de asimilación y subversión.

En las sociedades antiguas o de ancien régime, en efecto, la juventud y el saber se habían mantenido cuidadosamente separadas, como una combinación potencialmente amenazadora para la estabilidad social. La Universidad es su unión. Lo es ya en la Edad Media, cuando surgen las primeras comunidades docentes (baste pensar en los goliardos y en su rebelión letrada contra la religión y los gobiernos) y lo es sobre todo en el siglo XX, cuando por primera vez todas las clases sociales, así como las mujeres, acceden a la Universidad. Para que nos hagamos una idea: en 1920 Francia cuenta con 50.000 estudiantes universitarios; en 1987 esa cifra se eleva a un millón. Incluso España, siempre con retraso, pasa en ese período de 23.000 a 650.000 matrículas universitarias.

La Universidad pone al alcance de la juventud todo el saber acumulado de la humanidad, conservado y renovado al margen de los intereses de clase, las guerras y los vaivenes del poder. Si esta combinación ha sido fuente de cambio durante el último siglo es precisamente porque ha sido la Universidad la que ha intervenido en la sociedad y no al revés; porque la Universidad no ha sido un reflejo sumiso de la sociedad y sus servidumbres económicas sino porque, al contrario, la sociedad misma se ha transformado desde la Universidad; y no por casualidad –añadamos– desde las disciplinas más humanísticas. Los jóvenes, receptores subversivos de una tradición de conocimiento, hacían progresar las ciencias en el interior del campus al tiempo que desde él asaltaban en el exterior –y moldeaban de nuevo– las relaciones políticas y sociales. Esta “regla de cambio” alcanzó su colofón en la primavera –no sólo francesa– de 1968.

Hoy eso ya no es posible. La fábrica ha dejado de ser la matriz de los sujetos colectivos y la fragua de un “proyecto de vida” individual (lo que incluía una casa y una familia). La Universidad ya no es, por su parte, el “lugar común” donde la energía abstracta de la juventud se comunica con la memoria concreta de la humanidad. La misma mercantilización que ha condenado a los humanos al desempleo endémico y el trabajo precario –a una adolescencia eterna– ha abolido la juventud y ha privatizado el saber. La amputación de las ramas más “universales” y más “desinteresadas” del conocimiento –y, por eso mismo, las más necesarias– es inseparable de la conversión del campus en un campo de batalla donde se baten a muerte los futuros parados: gladiadores del mercado que tratan de ajustar sus perfiles a las contadas demandas de trabajo.

Con la reforma de Bolonia el curriculum lo hacen las empresas y los bancos; y la Universidad deja de ser, como lo fue en la era moderna, umbral iniciático de la experiencia personal (sexo, drogas, militancia) y memorización conflictiva del conocimiento humano. Sin trabajo y sin saber compartidos, fuente de revolución, queda el consumo, que es la versión light de la guerra, a la que los jóvenes sin futuro, pero también sin pasado común, acabarán volviendo a poco que una Europa sin soluciones y sin izquierda se incline un grado más hacia el abismo.

Fuente: https://rebelion.org/noticia.php?id=242287

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Una defensa contundente y argumentada de la instrucción pública

España/02 de Junio de 2018/Por: Salvador López Arnal/Rebelión

Casi no es necesario presentar a los autores. Los tres son profesores de filosofía. Carlos Fernández Liria de la Complutense, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández son profesores de secundaria. Militan ambos en las Mareas en defensa de la educación pública.

Además del preámbulo, son diez los capítulos del libro, más el apartado de conclusiones, un apéndice que evalúa el bilingüismo (inglés, castellano) y la bibliografía.

La dedicatoria es muy significativa del compromiso de los autores: a sus alumnos, a compañeros que han leído el manuscrito del libro y “a nuestros compañeros y compañeras de Mareas por la Educación Pública, por su lucha incansable y su valiosa amistad. También a todos los profesores y maestros que, como Daniel Nota, son un ejemplo para la escuela pública”.

Lo es también el título: “Escuela o barbarie”, una disyunción (excluyente) que, por supuesto, recuerda, con neta intención, el socialismo o barbarie de Rosa Luxemburg. El subtítulo tampoco está para adornar: “Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda”. Nada que decir de lo primero, conocemos y sufrimos sus programas, sus avances y sus agresiones; de lo segundo, de la necesidad de matices sobre ese delirio de la izquierda, diré algo más adelante.

La idea central de este libro muy recomendable, escrito con fuerza y convicción, se puede resumir tal vez del modo siguiente: es urgente y necesario defender la educación y la instrucción pública; existe, no es una neura ni una idea conspirativa fantasiosa, un auténtico plan de privatización de la enseñanza pública, de desmantelamiento paulatino de esta gran conquista ciudadana, de poner al servicio de las grandes corporaciones el sistema educativo de los países. En definitiva, de sustituir la instrucción pública por otra cosa muy distinta, basada en competencias, habilidades y demás ítems de la terminología (antipedagógica) al uso. Una ilustración de esto último: ¿Para qué sirve, dicen los partidarios de las TIC, aprenderse los ríos españoles de memoria o las capitales del mundo si no tenemos la habilidad de mirar sus nombres con el buscador de una gran corporación, de San Google por ejemplo?

Las virtudes del ensayo, cito las más relevantes teniendo en cuenta el espacio del que dispongo, son más que evidentes. Algunos ejemplos:

1. Claridad en la exposición. No hay pasajes oscuros. Lo que se piensa se dice a las claras, sin ocultaciones, de frente. Plantando cara cuando es necesario y, como se podrá comprobar, muchas veces es necesario. Cada vez más.

2. El tono no es siempre cortés pero no hay falta el respeto. Hay un pensamiento, ahora heterodoxo, que se quiere vindicar, marcando distancias y criticando posiciones que se piensan (y sienten) como erróneas o como muy serviciales en algunos casos.

3. La defensa de lo público, de la educación pública, es más que evidente y sostenida con una argumentación sólida y con convicciones por supuesto.

4. Se podrá decir que se habla con trazo demasiado grueso sobre la pedagogía, contra la pedagogía si se quiere. Un capítulo, el IX, muestra muchos matices y permite una mejor comprensión de las posiciones defendidas. La discusión que mantuvieron Carlos Fernández Liria y Luis S. Villacañas, incluida en el libro, enseña a todos.

5. Se dirá que los autores, como buenos filósofos que son, teorizan y teorizan, incluso que especulan, pero que apenas plantean programas alcanzables, no utópicos. No parece pertinente la crítica. Un programa con quince puntos no quiméricos, y con coste económico cero aseguran (tengo alguna sobre ello, pero es secundario ahora), se expone, con claridad y distinción cartesianas, esta vez en las páginas 373-375. Dos ejemplos: “10. Plan de rescate ciudadano vertebrado en tres ejes de actuación; ayudas para comedores escolares, becas para material escolar y subvención de transportes públicos”. 12. “Recuperación de los derechos laborales extirpados al profesorado, especialmente a los interinos”.

6. Las críticas al llamado Plan de Bolonia, en su momento no bien recibidas entre algunos sectores del profesorado por demasiado radicales o extremistas, quedan aquí recogidas y, visto lo visto, hay que darles la razón en la mayoría de sus observaciones. No estaban ciegos y mucho menos obnubilados por prejuicios izquierdistas

7. La independencia de juicio, la libertad de pensamiento, se muestra en muchos apartados del libro. Destacaré uno. Los autores, alguno de ellos, o todos ellos tal vez, formados en los escritos y en la filosofía de Louis Althusser, no tienen ningún problema en criticar y dejar muy mal parado el concepto o categoría de “aparato ideológico de Estado” atribuido a la escuela “althusseriana”. En su opinión, un auténtico disparate conceptual, de hondo calado político, refiriéndose a la escuela pública de los Estados democráticos (capítulo II, primeras páginas).

Siguiendo el espíritu del libro, conviene apuntar algunas críticas:

1. Falta, en mi opinión, aunque sé bien que no se puede hablar de todo, una mayor aproximación a los ciclos formativos, a la enseñanza llamada profesional que también es enseñanza. Si existe algún ejemplo de privatización, de colaboración servil con el mundo empresarial, ese ejemplo está relacionado directamente con la formación dual, con la barbaridad de horas de prácticas que tiene que realizar los estudiantes (unas 350 horas, cinco meses o más), con la inexistencia de una formación humanística básica en los ciclos y con la inculcación e intoxicación cultural-ideológica de una asignatura, “Economía e iniciativa emprendedora”, que, cuanto menos en Cataluña, es obligatoria en todos los ciclos. Neoliberalismo indocumentado en estado puro.

2. La crítica a la izquierda es, en algunos casos, demasiado general en mi opinión. De hecho, ellos mismos citan, con acuerdo y mucha admiración, a uno de esos activistas y pensadores de izquierda de los que todos hemos aprendido. Hablo, por supuesto, de Agustín Moreno. Por lo demás, hay otros autores de izquierda en nuestro país que también se han levantado contra la privatización de la enseñanza y contra su destrucción. Un ejemplo entre muchos posibles: Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, Vilassar de Mar, El Viejo Topo.

3. No estoy seguro que los autores sean totalmente justos cuando se aproximan al debate Bueno-Sacristán de los años sesenta y setenta del siglo pasado en torno al papel de la filosofía en los estudios superiores y sobre las características esenciales de la propia filosofía y del filosofar. El opúsculo de Sacristán es un texto de intervención escrito en determinadas coordenadas políticas, culturales y filosóficas, fechado en 1967 (publicado en catalán al año siguiente), un artículo largo, digámoslo así, donde se plantea un nuevo programa filosófico para la enseñanza secundaria (no se apuesta por anular su enseñanza sino por su renovación) y universitaria que tiene muy en cuenta la realidad filosófica de España en aquellos momentos. De hecho, algunas formulaciones que los autores realizan en varios apartados del libro -una pedagogía real, reflexionada por los propios profesores, no por supuestos expertos en didáctica- recuerdan algunas aristas de la propia reflexión “sacristaniana”.

Prueba práctica de que Sacristán no menospreció la enseñanza de la filosofía en secundaria, una filosofía no cansina a la altura de las circunstancias que supiera a qué atenerse, es que él mismo la practicó, con diversas conferencias, cuando tuvo ocasión.

4. La crítica a Francisco Fernández Buey que los autores realizan en la nota 24 de la página 48 pide, incluso exige, también algún matiz. Cuando el autor de Por una Universidad democrática explica que fracasó la lucha por la democratización de la Universidad en los años setenta del siglo pasado porque se les impuso la “funcionarización” (de los PNN), no debe olvidarse que en aquellos momentos este movimiento universitario había elaborado otra forma de relación laboral entre el profesorado y la Universidad que garantizase su independencia y su estabilidad laboral, puntos sin duda centrales. Que fuera muy diferente de la “funcionarización” que entonces se conocía, que poco tenía que ver con el servicio público correctamente realizado y mucho con él a “mí no me toques ni me digas nada porque soy funcionario y tengo mucho mando en mi plaza”, no le resta valor sino que se lo añade.

5. Los autores usan a veces la expresión “propietarios” (aunque sea de plaza) para referirse a la situación ideal del profesorado. Si no, no queda otra que la dependencia y el servicio acrítico. Me da que otras formulaciones son posibles, incluso necesarias. Enseñantes, trabajadores de la enseñanza, por ejemplo, y con ello la posibilidad de un control público, ciudadano, de las prácticas profesionales, laborales, de algunos profesores titulares, algunos de ellos catedráticos, que viven esa propiedad de plaza como un “nadie me tose, aquí mando yo”.

6. Faltaría un índice nominal en las próximas reediciones y, en mi opinión, no estaría mal un glosario con los quince o veinte concepto básicos que manejan los autores.

Nada sustantivo en este apartado crítico. Lo esencial está en el importante y poblado haber de este libro filosófico, polémico sin duda, los autores son muy conscientes de ello, que argumenta con pasión razonada sobre la necesidad de cuidar con mimo un bien tan preciado como la educación e instrucción de la ciudadanía. Ha sido, sigue siendo, una conquista obrera, popular, ciudadana que no podemos arrojar a la cuneta, como tantos cadáveres de luchadores republicanos antifascistas. Bien mirado, también a ellos se lo debemos en gran parte.

Se me escapan mil temas más. No se puede hablar de todo… y es una lástima en este caso.

El libro lo merece.

No se lo pierdan. Pasen, lean y recomiéndenlo, si les parece.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242221

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