Page 88 of 936
1 86 87 88 89 90 936

España: más de 800 pancartas reclaman en Butarque la construcción de su prometido centro de salud

  • La asociación vecinal AVIB ha repartido casi 1.000 pancartas en el marco de una campaña que inició hace dos semanas y finalizó ayer.
  • Balcones, ventanas, garajes y comercios de este barrio de Villaverde lucen un cartel con el lema ‘Centro de Salud ¡ya!’.
  • Esta infraestructura se prometió en 2007, el solar para su construcción está cedido a la Comunidad de Madrid desde 2009 y el proyecto terminado desde 2018.
  • A pesar de todo, en diciembre de 2020 la Consejería anunció un nuevo e inexplicable retraso que implicaría que el centro no estaría construido hasta 2024.
  • Desde la asociación vecinal se considera que se trata de “una nueva mentira de la Comunidad de Madrid, y una tomadura de pelo inaceptable” que, aseguran, “no vamos a consentir”.

El centro de salud de Butarque es una instalación prometida para el barrio desde el año 2007. El solar para su construcción está cedido a la Comunidad de Madrid desde 2009 y el proyecto fue terminado en 2018. Sin embargo, la última comunicación que ha recibido la Asociación Vecinal Independiente de Butarque (AVIB) de la Consejería de Sanidad señala que “hasta el último trimestre de 2021 no se licitará la obra”. Esto implica que los trabajos no comenzarán, en el mejor de los casos, hasta mediados de 2022 por lo que no estaría en funcionamiento antes de 2024, 17 años después de la primera promesa.

AVIB denuncia que “desde que se prometió la construcción de esta dotación, absolutamente necesaria para el barrio, todo han sido retrasos en las fechas con sus consiguientes engaños, situación que se ha incrementado en los últimos años”. La asociación explica que el 4 de febrero de 2018, el actual consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, anunció que las obras del nuevo centro de salud “comenzarían a finales de 2018 o principios de 2019”.

“En enero de 2019 nos comunicaron que estimaban el inicio de las obras en el último trimestre del año, pero en septiembre lo retrasaron al primer semestre de 2020. En marzo de 2020 la información era que estaba previsto el inicio de la construcción durante 2020 y en septiembre nos vuelven a anunciar que la licitación de la obra no se podría realizar antes de principios de 2021”. A este baile de cifras, que la asociación tilda de “tomadura de pelo inaceptable”, hay que añadir la última noticia, cuando reciben un correo de Sanidad señalando que “la licitación de la obra no se podrá realizar antes del último trimestre de 2021”, lo que directamente supone un retraso de todo un año, aseguran.

Agravio comparativo con el Hospital Zendal

Los y las responsables de AVIB señalan sentir “una enorme frustración y decepción ante esta situación, porque llevamos demasiados años peleando este tema y cada trimestre nos encontramos con un nuevo retraso que lo único que oculta es la nula intención de construir el centro de salud”.

“Hemos visto -explican- cómo se levantaba un hospital como el Isabel Zendal en cuestión de meses, y con una inversión cercana de 100 millones de euros, y nosotros llevamos 17 años esperando un centro de atención primaria que está presupuestado por debajo de tres millones”.

Por todo ello, hicieron un llamamiento al barrio e iniciaron una campaña intensiva que no acabará hasta que la construcción del centro de salud sea una realidad.

“Sabemos que estamos en una situación complicada, -argumentan los representantes vecinales- pero debemos hacer un esfuerzo para demostrar que no vamos a tolerar más retrasos, ni más mentiras. Por eso decidimos que inundaríamos las ventanas de nuestras casas con un lema claro “CENTRO DE SALUD ¡YA!”. Y creemos que lo hemos conseguido a la vista de cómo está el barrio”.

Desde AVIB aseguran que continuarán con las movilizaciones a pie de calle “cuando la situación por la pandemia lo permita” y avanzan que la próxima acción “va a ser diferente y espectacular, estamos convencidos que no va a dejar indiferente a nadie”.

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/16/02/2021/mas-de-800-pancartas-reclaman-en-butarque-la-construccion-de-su-prometido-centro-de-salud/

Comparte este contenido:

España: Un inspector de la Policía Nacional advierte: «Estamos enseñando a los menores que podemos enviar fotos de una manera cotidiana»

Así lo ha señalado Juan José García Chinarro, inspector de Policía Nacional, durante el ciclo Educación al rescate organizado por la Universidad Nebrija.

Aunque el grado de madurez difiere incluso en menores de la misma edad, las herramientas de control parental son un instrumento «fundamental» para las familias ante el uso de los dispositivos móviles que, en algún caso puede ser adictivo o plantear riesgos. Estas medidas, que revelan cuánto tiempo pueden estar nuestros hijos en una aplicación no deben confundirse con los programas «espía», que no son recomendables. Esta fue una de las ideas que desgranó Juan José García Chinarro, inspector de Policía Nacional y miembro de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid, en el inicio del ciclo de conferencias online «Educación al rescate», organizado por la Universidad Nebrija.

Teniendo claro que la detección temprana de alguna anomalía en el uso de las nuevas tecnologías por parte de los adolescentes resulta primordial y que «tan negativo es ser demasiado permisivo como demasiado estricto», García Chinarro aconsejó a los padres conocer «los recovecos» de las redes sociales antes de dar acceso a las mismas a sus hijos y pactar con ellos una serie de normas de uso. Tras recomendar dos páginas electrónicas de referencia para los adultos -INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad), que pone a disposición de empresas, ciudadanos, padres, menores y educadores una línea telefónica gratuita de ayuda en ciberseguridad: 017; y Ciberexperto (Policía Nacional)- donde pueden encontrar pautas y consejos, el inspector aseguró que en casos graves o cuando surjan dudas, cualquier ciudadano puede acudir a las comisarías. Además, el delito contra la intimidad no se persigue de oficio, sino que hace falta una denuncia para iniciar un procedimiento judicial.

Predicar con el ejemplo es otra de las máximas que a los adultos se nos olvida. «Lo más peligroso es que estamos enseñando a los menores que podemos enviar fotos de una manera cotidiana, pero muchos de ellos todavía no tienen ese filtro para saber si una foto es correcta o incorrecta», aseveró. El envío de imágenes de otros niños o jóvenes que no son nuestros hijos e incluso de nuestros hijos que a ellos no les gustan pero que las publicamos en nuestras redes sociales son otras malas prácticas al «normalizar algo que hay que medir».

Juan José García Chinarro, que trabaja como responsable del Grupo XXV en el área de Seguridad Informática en la Sección de Ciberdelincuencia, no demoniza la tecnología ni unas redes sociales con respecto a otras, pero advierte de que hay que estar «pendientes» sobre las de los videojuegos y en TikTok sobre las recomendaciones y enlaces que, después de ver un video elegido, nos llevan a otro cuya temática «no tiene nada que ver» con el elegido.

Para combatir el sexting –envío de contenido sexual- y el grooming –contactar con menores con fines sexuales-, García Chinarro fue tajante: «Nunca enviemos imágenes ni video íntimos». También advirtió sobre el efecto potenciador del ciberbulling y pidió que no se reenvíe nada en este sentido porque existe el sufrimiento de una persona.

Aprovechando su participación en el foro universitario, el inspector de Policía Nacional también aconsejó, a la población en general, no mandar por WhatsApp ni por otras redes sociales contraseñas personales ni documentos como el DNI, el pasaporte, datos bancarios, médicos o laborales. Sobre los perfiles falsos creados para ganar nuestra confianza y sacar un beneficio económico con artimañas, García Chinarro recomendó que pidamos a ese contacto desconocido una foto con un vaso de agua o con un periódico. Ese simple gesto puede evitarnos disgustos.

La Universidad Nebrija continúa con el ciclo de conferencias Educación al Rescate el 25 de marzo. Estas jornadas están planteadas para las madres, los padres; en definitiva, los familiares de los estudiantes y los docentes, que muchas veces no encuentran los cauces para conectar con los retos y los problemas de los adolescentes. Para dar pautas a todos estos colectivos, a colegios y a AMPAS surge este proyecto de acceso gratuito y libre, que trata de responder a temas relevantes, controvertidos o incluso tabúes de la actualidad educativa.

« La educación de los jóvenes y adolescentes es una responsabilidad compartida, principalmente, entre los padres, las asociaciones escolares de familias, los orientadores de los centros educativos, los profesores y los formadores de los sistemas de educación formal e informal, que va mucho más allá de la mera transmisión de conocimientos y habilidades», asegura Susana Martín Leralta, decana de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija.

A su juicio, este foro propone «compartir inquietudes, plantear dudas, analizar retos y proponer respuestas y recursos de apoyo». Susana Martín Leralta afirma que estamos ante «un espacio para avanzar juntos en el apasionante desafío de la educación de nuestros jóvenes, con propuestas solventes basadas en el rigor académico, que aborden asuntos de especial complejidad en relación con esta etapa madurativa de los aprendices, y que pongan al aprendiz en el centro del proceso sin perder la guía de la adquisición de competencias y la formación integral de la persona».

Fuente e imagen:  https://www.abc.es/familia/educacion/abci-inspector-policia-nacional-advierte-estamos-ensenando-menores-podemos-enviar-fotos-manera-cotidiana-202102140123_noticia.html

Comparte este contenido:

España: Más organizaciones lanzan un manifiesto en defensa de la libertad de expresión y el derecho a la protesta

Más organizaciones lanzan un manifiesto en defensa de la libertad de expresión y el derecho a la protesta

Desde la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), No Somos Delito, Defender a Quien Defiende y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) consideramos de extrema gravedad la inminente entrada en prisión de Pablo Hasel tras ser condenado, entre otros hechos, por el contenido de las letras de sus canciones y de algunos de sus mensajes en Twitter.

Igual que en su momento levantamos la voz contra la condena a otros cantantes, de nuevo hacemos un llamamiento urgente para que juristas, ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil manifiesten su rechazo.

Para la PDLI, No Somos Delito, Defender a Quien Defiende y APDHA sin entrar a valorar la decisión judicial sobre la suspensión de la pena, estas condenas constituyen una clara vulneración de los Derechos Fundamentales y son contrarias a los principios internacionales sobre libertad de expresión a los que España está sujeta.

Al margen de las opiniones que cada persona pueda albergar sobre las letras del rapero, la PDLI, No Somos Delito, Defender a Quien Defiende y APDHA consideramos que una sociedad democrática no puede permanecer impasible ante este ataque a un derecho esencial e irrenunciable como es la libertad de expresión.

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y CREACIÓN Y EL DERECHO A LA PROTESTA

Las personas y organizaciones abajo firmantes:

Consideramos que las condenas a Pablo Hasel por el contenido de las letras de sus canciones y de sus tuits constituye una clara vulneración de los Derechos Fundamentales y es contraria a los principios internacionales sobre libertad de expresión a los que España está sujeta.

Recordamos que en innumerables ocasiones organismos como la ONU y la OSCE, así como la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, han establecido cómo deben fijarse los límites a la libertad de expresión: de manera restrictiva (con la menor intervención posible) y proporcional, y siempre vinculados a la intencionalidad de los mensajes y al riesgo que puedan suponer para las personas.

Defendemos que la libertad de expresión incluye, según la jurisprudencia internacional, el derecho de chocar, perturbar y ofender.

Defendemos que en el mundo de la creación artística y el activismo político la provocación extrema, desagradable y altamente ofensiva puede ser una forma legítima de ejercicio de la crítica política. Crítica que, por cierto, merece la máxima protección posible, aun en aquellos casos en lo que se presente se forma cruda, desabrida e incluso bajo la forma de un discurso extremista, de acuerdo con la jurisprudencia europea en materia de derechos humanos.

Rechazamos la utilización de la legislación antiterrorista para censurar discursos políticos extremos. En particular, es imprescindible recordar, que el Tribunal de Derechos Humanos tiene una jurisprudencia muy clara y sólida, en virtud de la cual los ordenamientos no pueden otorgar una protección especial y cualificada a sus cargos e instituciones más importantes (incluida la Corona), sino más bien al contrario, permitir un mayor grado de crítica e incluso ataque por tratarse de instituciones públicas que deben encontrarse sujetas al cuestionamiento y escrutinio ciudadano en el marco de una democracia.

Insistimos también en que, en línea con lo que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha establecido en relación con los llamados ‘delitos de expresión’, lo que importa no es solamente lo que se dice, sino también quién lo dice, a quién se dirige y en qué contexto se dice.

Recordamos que los límites que el derecho internacional permite con relación a la libertad de expresión están tasados: solamente en aquellos casos en los que la libertad de expresión invada de forma no justificable el ejercicio o la efectividad de un derecho o suponga una incitación a la comisión de delitos o la grave vulneración de derechos de terceros estos límites serán legítimos. En el resto de los casos, los ciudadanos tendrán el derecho a expresarse, aunque lo que puedan decir resulte chocante u ofensivo para los demás. No existe, en definitiva, el derecho a no ser ofendido.

La condena a Hasel evidencia una vez más la necesidad de que se acometa una reforma urgente de los delitos relacionados con el terrorismo, especialmente en lo que se refiere a la expresión pública de determinadas opiniones o críticas, a fin de evitar que a través de dichos tipos penales se acabe criminalizando la libre actividad y opinión de personas que nada tienen que ver con ese tipo de organizaciones.

Consideramos que, por el contrario, la Justicia se ha situado con esta condena en una posición extremadamente peligrosa, como es la de considerar que hay que proteger a los ciudadanos, mediante el recurso a penas privativas de libertad, frente a contenidos que les puedan resultar ofensivos.

Denunciamos la nefasta actuación de todos los poderes públicos que ha concluido en esta condena contraria a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y a los estándares internacionales sobre libertad de expresión.

Por todo ello:

Instamos al poder legislativo a reformar el Código Penal para adaptarlo a los estándares internacionales de Derechos Humanos. Cualquier cosa que no sea una derogación completa de los llamados ‘delitos de expresión’ será insuficiente. Al mismo tiempo, y tras el anuncio realizado por el Ministerio de Justicia de impulsar esta revisión, reclamamos la máxima transparencia en este proceso de reforma.

Instamos al Gobierno a que sus actuaciones se mantengan en el marco de estos estándares tanto por parte del ministerio del Interior –absteniéndose de perseguir contenidos culturales o mensajes en redes sociales carentes de peligrosidad y, menos aún, mediante técnicas prospectivas-, como de la Fiscalía General del Estado, sosteniendo acusaciones y pidiendo condenas desproporcionadas.

Instamos al poder judicial a interpretar los delitos de opinión de acuerdo con los textos internacionales sobre Derechos Humanos y a tener en cuenta, en particular, la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

MADRID, 11 DE FEBRERO DE 2021.

Promueven el ‘Manifiesto’:

PLATAFORMA EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (PDLI)

PLATAFORMA ‘NO SOMOS DELITO’

Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA)

DEFENDER A QUIEN DEFIENDE (DqD)

VIRGINIA PÉREZ ALONSO (Periodista, presidenta de la PDLI)

CARLOS SÁNCHEZ ALMEIDA (Abogado, director legal de la PDLI)

LORENZO COTINO (Catedrático de Derecho Constitucional, miembro de la PDLI)

JOAN BARATA (Jurista experto en libertad de expresión en U. Standford, miembro de la PDLI)

DAVID BRAVO (Abogado, miembro de la PDLI)

JACOBO DOPICO (Catedrático de Derecho Penal, director de Libex.es, miembro de la PDLI)

MARISA CUERDA (Catedrática de Derecho Penal y miembro del GEPC y de la PDLI)

MANUEL SÁNCHEZ DE DIEGO (Profesor de Derecho de la Información de la UCM, miembro de la PDLI)

MARTA TIMÓN HERRERO (Jurista, miembro de la PDLI)

MIGUEL PRESNO LINERA (Catedrático de Derecho Constitucional)

Suscribir el Manifiesto

Fuente de la Información: https://kaosenlared.net/mas-organizaciones-lanzan-un-manifiesto-en-defensa-de-la-libertad-de-expresion-y-el-derecho-a-la-protesta/

 

 

Comparte este contenido:

Perfil de los millones de contagiados en España por coronavirus: edad, sexo y ámbito de exposición

Este miércoles, el Ministerio de Sanidad notificaba 18.114 nuevos casos confirmados y 643 fallecidos, lo que eleva la mortalidad de la pandemia a 63.704 decesos, según los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad. La cifra de casos confirmados en España ha superado los tres millones desde el inicio de la emergencia sanitaria, a fecha de 10 de febrero de 2021, y la incidencia acumulada a 14 días baja de los 600 casos y se sitúa en 584,15 por cada 100.000 habitantes.

Personal sanitario del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander atiende a enfermos con coronavirus en una de las UCI-Covid del hospital cántabro.
Las regiones que más casos confirmados han comunicado al Ministerio de Sanidad han sido la Comunidad de Madrid (3.625), Cataluña (3.422), Comunidad Valenciana (3.030) y Andalucía (2.897), mientras que la incidencia ha bajado de media un 7,3% en todo el país.

Un 5,7% de los casos hospitalizados

A lo largo de prácticamente un año desde que se detectó el primer caso en el país, el virus que provoca la enfermedad de la Covid-19 ha ido afectando de diferente manera a la población pero, ¿cuál es el perfil actual de los contagios? 

Según el último estudio actualizado, a 3 de febrero de 2021, por la Red Española de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), que analiza los datos desde el 10 de mayo, un 5,7% de los casos han sido hospitalizados, un 0,5% han sido admitidos en UCI y un 1,2% han fallecido. De todos los positivos detectados en España, con fecha de diagnóstico posterior al 10 de mayo, un 56% ha tenido síntomas de la enfermedad.
Casos de COVID-19 por nivel de gravedad notificados. Distribución por grupo de edad.
Casos de COVID-19 por nivel de gravedad notificados.
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica.

Más del 30% de los casos ocurren en el ámbito domiciliar

Recomendaciones de los CDC para llevar bien ajustada la mascarilla a la cara.

¿En qué ámbitos se ha producido la posible exposición al coronavirus? Según el informe de RENAVE, el entorno familliar en domicilios es el más frecuente en un 35,5% de los casos, mientras que en un 40% es desconocido. Por otro lado, el ámbito laboral supone un 5,2% de los casos, seguido del sociosanitario (4,1%), el sanitario (2%) y el escolar (1,7%).

En este sentido, más de un tercio (35,5%) no refería haber tenido contacto conocido con un caso diagnosticado, un porcentaje que «asciende al 39% al restringir el análisis a las últimas tres semanas epidemiológicas».

¿Qué grupo de la población representa el mayor número de contagios?

¿Y en qué franja de edad se han producido la mayor proporción de casos? Un 66% de los positivos se contabilizan en el grupo de 15 a 59 años, siendo el grupo de 15 a 29 años el más representado con un 20% del total de los casos, seguido del grupo de 40 a 49 años con un 18%.

Sin embargo, el porcentaje de hospitalizaciones y muertes por coronavirus aumenta con la edad, sobre todo a partir de los 79 años, a pesar de que representan únicamente el 6,5% de todos los casos confirmados. Así, un 27,4% de las hospitalizaciones y un 11,9% de las defunciones corresponden a personas mayores de dicha edad.

Distribución del número de casos por grupos de edad.
Distribución del número de casos por grupos de edad.
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica

Los contagios, más frecuentes en mujeres

Los contagios han sido más frecuentes en las mujeres con un 52,5% de los casos de Covid-19 y la mediana de edad es de 42 años. En cuanto a la distribución por sexo y edad de la población española, los positivos están «sobrerrepresentados en hombres de 15 a 34 años, en mujeres de 15 a 54 años y en mayores de 84 años para ambos sexos, especialmente en mujeres», revela el informe.

En el caso del personal sanitario y sociosanitario, cabe destacar que del total de casos (4,5%), el porcentaje es significativamente mayor entre las mujeres (6,7%) que entre los hombres (2,1%). De hecho, el 78% del personal de estos sectores con Covid-19 son mujeres, según los datos recogidos desde el 11 de mayo.

Distribución por edad y sexo.
Distribución por edad y sexo. Casos notificados con diagnóstico posterior al 10 de mayo de 2020 y población española.

Fuente: https://www.20minutos.es/noticia/4579495/0/perfil-millones-contagiados-espana-coronavirus/

Comparte este contenido:

España: YouTube no es universidad todavía

Europa/España/12-02-2021/Autor: José M. Bautista/Fuente: elpais.com

“Un profesor es alguien que transmite conocimiento, lo actualiza, lo genera, lo personaliza y lo explica en primera persona”, opina el autor al hilo del ERE en la Universidad Europea.

Vengo leyendo la noticia de que una universidad privada hace un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para despedir a 275 trabajadores, de los cuales, un 80% de ellos son profesores. Se trata de la Universidad Europea. Es una universidad que anualmente obtiene beneficios financieros substanciales. Y esta es la finalidad precisa por la que se creó hace unos 30 años. Así, algunas universidades privadas empiezan a utilizar el marco legal vigente para enriquecer a los mutables fondos de inversión que, indistintamente, invierten tanto en la explotación de minas de diamantes como en universidades privadas. La universidad convertida en otro producto financiero.

La Universidad Europea justifica la aplicación de un ERE a un proceso de modernización, de la clara evolución del sector y las demandas del mercado y los estudiantes para, según la universidad, seguir a la vanguardia de la educación superior en España. No es que me crea demasiado los rankings académicos, pero según Webometrics, en el año 2020, la Europea ocupó el puesto 50 de las españolas y el 1.545 de las del mundo. En rankings de prestigio, como el QS o el de Shanghái ni siquiera la encuentro.

Obviamente, con estas posiciones la Europea no está “a la vanguardia”. Ni en España ni en el mundo. Más bien lo contrario. El uso de un lenguaje financiero delata sus directivas: “sector”, “demandas”, “mercado”. Se trata de mercado, no de educación. La Universidad Europea parece contravenir así las definiciones que obliga la Ley Orgánica de Universidades (LOU) y permuta el servicio público por el servicio a los accionistas de un fondo de inversión. En su artículo 1, la ley vigente define la Universidad, tanto pública como privada, por su carácter de servicio público de educación superior mediante investigación, docencia y estudio.

Si la Europea está en la mayoría de los rankings en el furgón de cola es por una carencia institucional de apoyo a sus docentes

La posición de una universidad en un ranking es un mérito colectivo y de la inversión en talento individual e infraestructuras. Pero los profesores son realmente los que posicionan a la universidad en el ranking. El talento de los docentes investigadores apoyado desde la institución es el que consigue los resultados. En el caso de la Europea, los logros conseguidos son sin duda debido al talento individual de sus docentes que, sin recursos ni medios disponibles, han conseguido proyectos y publicaciones de rigor académico que les ha dado reconocimiento profesional. Pero si la Europea está en la mayoría de los rankings en el furgón de cola es por una carencia institucional de apoyo a sus docentes.

La Europea se autoproclama en su web situada en el “top 5 de las universidades privadas españolas” en un dudoso ranking basado en opiniones de profesores y datos no cualitativos sino numéricos. Pero incluso en ese ranking lo es solo para dos grados, de los más de 100 que oferta. Esta pretensión de estar en el top 5 es poco más que ridícula, y tal como se presenta, también engañosa. ¿Se imagina el lector quedar el quinto en los Juegos Olímpicos donde solo compiten los vecinos de Villaviciosa? Pues este es el tipo de competencia que aplica la Europea para estar en algún ranking.

Después de más de 25 años, la Europea no ha conseguido situarse en posiciones de prestigio en los rankings. Cicatería para invertir y codicia para ganar dinero son quizás las claves. Es lo que tiene estar en las finanzas y no en la educación. Pero parece ser que la Europea sí invierte en publicistas. Los que la presentan como “moderna” cuando realmente quieren decir online. Es precisamente en los contenidos en remoto donde apuesta por modernizarse. A precios excesivos, proporciona grados “enlatados” masificados y sin personalización. Diseñados para un tipo de estudiante que solamente busca un título. Fácil y cómodo. Lo siguiente sería doctorarse con una tesis plagiada o escrita por otro. Un doctorado así, por ejemplo, capacitaría para ejecutar un ERE en una Universidad privada.

Y en cuanto al contenido online de asignaturas enlatadas, ¿saben los estudiantes de la Europea el origen del contenido grabado para los próximos cursos? Esta situación me recuerda el caso de Aaron Ansuini, estudiante de la Universidad de Concordia, online, en Canadá, que descubrió que su profesor estaba muerto desde 2019, pero que “técnicamente” daba clases con lo que dejó grabado. ¿Pasará esto con los profesores del ERE? ¿Enseñarán una vez despedidos? Un profesor es alguien que transmite conocimiento, lo actualiza, lo genera, lo personaliza y lo explica en primera persona. El contenido online repetitivamente presentado en una pantalla no lo hace posible. YouTube no es universidad todavía.

La ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) es un Organismo del Estado, que evalúa, certifica, verifica, acredita y monitoriza la enseñanza reconocida a nivel oficial en las universidades. Para que un grado sea reconocido oficialmente debe observar una serie de requisitos como es la calidad del profesorado que la imparte. Tengo mis dudas de cuál es la estrategia que sigue la Europea para certificar sus grados en la ANECA. Sospecho que con una elevada adscripción de profesorado a tiempo parcial que, contratado en otras instituciones, complementa, como pluriempleado, un salario a cambio de enseñar y aportar su currículo a la Europea. Quizás también con profesorado impartiendo el doble de horas de clases anuales en comparación con las universidades públicas, como les está permitido por ley como privilegio injusto a las universidades privadas.

¿Quién va a invertir en una universidad sin profesorado de prestigio cuando estén despedidos en este ERE?

Tampoco descarto que se fabriquen grados Frankenstein con pedazos de asignaturas sobrantes de lo que quede mutilado después del ERE. En cualquier caso, tengo la seguridad y la confianza en que la ANECA velará por la calidad de la enseñanza y revisará con suma cautela la evaluación de los grados universitarios post-ERE de la Universidad Europea, ahora que además de expedir títulos, despide docentes en proporciones similares.

Este ERE indiscriminado, donde la única ventaja parece ser la financiera para un fondo de inversión, es la prueba de la escasa importancia que tiene para la Europea la enseñanza de prestigio. La Universidad Europea no es el modelo de universidad que necesita nuestro país. Esa universidad no es ningún modelo, ni siquiera lo es de negocio. ¿Quién va a invertir en una universidad sin profesorado de prestigio cuando estén despedidos en este ERE? Nadie. Ni estudiantes, ni profesores, ni inversores.

José M. Bautista es catedrático de Bioquímica y fundador de la Plataforma de Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/educacion/2021-02-08/youtube-no-es-universidad-todavia.html

Comparte este contenido:

Expulsadas de sus países, esclavizadas en España

Por: Olivia Carballar

Ninguna de las mujeres que hablan en este reportaje viajó hasta España por placer o por gusto. Ninguna lo hizo para pasar unas vacaciones. Todas las mujeres que hablan en este reportaje llegaron a España por necesidad, obligadas por la situación política, social y económica de su países de origen. De allá –aseguran todas ellas– se sienten expulsadas. Acá –dicen igualmente– se sienten ninguneadas, como si el trabajo que realizan no valiera nada, como si fueran menos que nadie. Ninguna imaginaba, según su relato, que iba a pasar por situaciones vejatorias, en ocasiones, de maltrato, en este “país del primer mundo”, como en algún momento definen España. Todas aceptaron las condiciones laborales que les pusieron encima de la mesa, a pesar de que, más veces que menos, esas condiciones no reconocían –ni reconocen– su dignidad como personas, como seres humanos. Porque ninguna, ninguna de ellas, quería dejar de enviar dinero a su familia. Y porque a veces hay que recordar lo obvio: todas tienen que comer.

Son trabajadoras del hogar, mujeres migrantes de Centroamérica que decidieron dejar su vida y comenzar algo a lo que no se atreven a llamar una nueva vida. Comenzaron, por poner un nombre, otra cosa. Sus vidas, las de verdad, son las que no les dejaron vivir allá, sus carreras frustradas, la educación de sus hijos e hijas, sus casas, los abrazos perdidos de los abuelos y abuelas que ya no están. La mayoría no ha regresado a su tierra desde entonces. Todas conviven con la idea de que tardarán tiempo en hacerlo. La pandemia vino a poner, como en muchas otras desigualdades invisibles, la guinda de una situación que algunas califican como de “esclavitud moderna”.

Lo que cuenta Vanessa al otro lado del teléfono, desde Barcelona, puede encajar en esa definición. De 34 años y enfermera en Honduras, emprendió el viaje embarazada de cuatro meses, acompañada por su marido y la hija que ya tenían de nueve años. Llegaron a España el 22 de noviembre de 2016. Y aquel día empezó a formar parte del listado de fechas importantes que, para bien o para mal, nunca se olvidan. Contaban con el apoyo de su cuñada, ya asentada desde mucho antes, con un trabajo fijo y una red. Pero había un ESTO. Esto era lo que había, esto es lo que hay. Un ESTO por lo que, según los testimonios recopilados y las experiencias que comparten de otras compañeras, tienen que pasar.

Tras dar a luz a su hijo, en la primera casa donde trabajó, como interna, había días que solo dormía una hora. Lo hacía sentada en una silla de plástico, aterrorizada pensando en cuándo sonaría el timbre. “Tenía un timbre en la habitación”, narra Vanessa. Aún dice que lo escucha, años después: “Recuerdo ese timbre, el sonido de ese timbre. Nunca pensé que recibiría maltrato”. Según explica, la señora a la que cuidaba la sometía a humillaciones: “Cada cinco minutos me decía que quería agua, o pipí o galletas. Yo la tenía que mover a todos lados. Inmigrante de eme. Hija de la gran pe. Todo eso me decía. Y una no está acostumbrada a oír esas cosas. Me hice mucho daño en la espalda”.

Cuenta que la hija de aquella mujer le propuso pagarle 100 euros más. Entonces cobraba 1.000 euros: por un trabajo continuo e interno con apenas unas horas libres a la semana. No había otra cosa, no hay otra cosa, esto es lo que había, esto es lo que hay, resuena como un eco. Pero aquella vez, dijo que no. No se trataba de dinero. Se trataba ya de no sufrir, de dignidad: las fajas que tiene que llevar para aguantar el dolor y las lloreras que se pilla ahora al ver las fotos de su hijo cuando aún era un bebé y ella no podía apenas verlo. “Yo le quité el pecho para irme a esa casa, con cinco meses, no lo veía. Y cuando lo hacía, no lo podía cargar del dolor de espalda. Cuando dejé aquel trabajo y volví, mi hijo me rechazaba. Mi hijo no me quería, no me conocía. Y no quería que lo cargara”. Otra vez, en otra casa, le pidieron que limpiara la cocina a fondo y, varias horas después, le dieron cuatro euros. “Salí llorando, cuatro euros”.

Los testimonios de otras compañeras que pertenecen a la Red de Hondureñas Migradas, son parecidos: hay quien ha sufrido abusos, hay quien tiene que comprarse el papel higiénico, hay quien solo puede comer lo que come la persona a la que cuida: patatas hervidas, zanahorias hervidas. Hay quien come sopa de tomate el lunes. Y al día siguiente la come con arroz. Y al día siguiente la come en revuelto. “Es triste. Ni los cerdos comen aquí así. Es lo que hay. Mi amiga lo hace porque está sacando un curso para estudiar un módulo superior. Siempre nos mueve la necesidad y siempre tenemos claras las metas que tenemos”, explica Karla, hondureña de 47 años.

Y hay, también, quien en los meses de confinamiento se ha pasado encerrada, aguantando todas estas situaciones, con dos tetra bricks de leche para cuatro meses, como denuncia Rafaela Pimentel, una de las impulsoras de la Red de Trabajadoras del Hogar y de la asociación Territorio Doméstico. “Ya veníamos de situaciones difíciles, por eso estamos organizadas. Veníamos de años reclamando derechos básicos para mujeres que realizan un trabajo importante y un trabajo esencial. Aunque el nombre se lo han puesto ahora. Esencial. Sin nuestro trabajo, la sociedad no podría moverse. Y con la pandemia ha sido horrible. Las personas que teníamos que estar cuidando, en primera línea, no teníamos ningún apoyo. ¿Qué podríamos esperar? Pues que se complicara más”, dice Rafaela entre cortes de túneles, mientras hace el trayecto en tren desde su casa a su trabajo, en Madrid. Ella es dominicana y lleva 28 años en España. La primera vez que empezó a organizarse fue en su barrio, en Vallecas, allá por el año 95. En 2006 puso en marcha Territorio Doméstico. Estamos en 2020 y las trabajadoras del hogar continúan sin derechos básicos: ni tienen paro ni cotizan en el Régimen General de la Seguridad Social.

“Muchas compañeras tuvieron que quedarse durante los cuatro meses que duró el confinamiento en los trabajos porque, claro, los cuidados no se podían dejar. A muchas se las llevaron fuera de Madrid. Sin ver a sus familias, a sus amigas, sin ver a nadie. Y, como colectivo –prosigue Rafaela–, hemos tenido que aportar un sostenimiento de psicología terapéutica para algunas compañeras. Porque esto va a tener un impacto terrible. Muchas trabajadoras encerradas vivieron situaciones más complicadas por la propia pandemia, con más trabajo, con horarios terribles, compañeras que apenas les daban de comer, sin ni siquiera hacer una llamada, ni poder enviar dinero a su familia. Los locutorios estaban cerrados. Y mucha gente sin papeles envía el dinero por locutorios porque como no tiene cuenta en el banco…”.

Según las cifras que se manejan, con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), del Ministerio de Trabajo y otras entidades, el colectivo de empleadas del hogar está compuesto por unas 600.000 trabajadoras, la mayoría mujeres extranjeras, pero unas 200.000 de ellas no cotizan. Un informe del sindicato UGT indica que los sueldos de las personas que trabajan en el sector doméstico son cerca de un 60% menores al salario medio bruto en España. Y, según un estudio de Oxfam Intermón y del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, una de cada tres empleadas domésticas vive en hogares que están por debajo del umbral de la pobreza (el 16% en la población general) y duplican los retrasos en el pago del alquiler o la hipoteca respecto a cualquier otro trabajador. El mismo informe calcula que si este sector económico estuviera legalmente remunerado equivaldría al 2,8% del PIB.

“El colectivo de trabajadoras del hogar y cuidados es el único sin derecho a paro, podemos ser despedidas sin causa justificada y estamos excluidas de la ley de prevención de riesgos laborales. Seguimos cuidando en esta situación a miles de personas que lo necesitan en sus domicilios y que no son atendidas desde un sistema público insuficiente e infradotado. Somos 600.000 trabajadoras. Hemos denunciado la discriminación histórica que sufre nuestro colectivo y hoy somos excluidas nuevamente”, decía el escrito, al inicio del primer confinamiento, que la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar trasladó al Gobierno. Porque, de la misma manera que han sido ignoradas tradicionalmente, las trabajadoras del hogar también quedaron para el final en la lista de ayudas adoptadas por el Gobierno en plena pandemia. En los primeros meses de pandemia, el sistema especial de Empleadas de Hogar perdió unas 20.000 afiliadas.

Del subsidio extraordinario por desempleo aprobado el 31 de marzo –del que quedaban excluidas las mujeres sin papeles o aquellas que no cotizan, muchas de ellas por la propia situación diabólica de precariedad en el sector–, el Gobierno ha reconocido la prestación al 80% de las solicitantes. Según una respuesta parlamentaria, hasta el 4 de noviembre, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social había resuelto 36.587 solicitudes. Hasta octubre solo se habían resuelto 23.000 de las 52.000 que habían sido presentadas. “La falta de respuesta gubernamental es tal que se ha resuelto menos de la mitad de una prestación que estructuralmente ya es insuficiente y no cubre ni la totalidad de las compañeras ni se corresponde con la realidad precarizada y vulnerable del sector”, denunció entonces el recién creado sindicato SINTRAHOCU en su primer comunicado, en el que exigía, además, la inclusión de las trabajadoras del hogar en la ampliación de todos los subsidios, entre ellos la Renta Activa de Inserción y obligar la inspección laboral y prevención de riesgos laborales adaptadas a las medidas sanitarias por la COVID-19.

Hay más colectivos que consideran que los sindicatos mayoritarios no las representan y se han autoorganizado ellas mismas, como ha ocurrido también en otros sectores como el de las Kellys o camareras de piso. Desde Barcelona, Sindihogar, Sindicato independiente de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados (THC), nació, según explican, ante la ausencia de una organización independiente, con perspectiva de género, clase y raza de orden jurídico sindical. En su página web resumen el listado de reivindicaciones. O, dicho de otra manera, el listado de las discriminaciones que sufren: ratificación del Convenio 189 de la OIT (2011), que obliga a la equiparación de los derechos laborales y de seguridad social de las trabajadoras del hogar y del cuidado al resto de trabajadores/as; inclusión total del empleo del hogar en el régimen General de la Seguridad Social; derecho a la prestación por desempleo: cotización por salarios reales; obligación por parte de las personas empleadoras a realizar contratos por escrito; eliminación del pago en especie; tabla salarial con revisión según el IPC; cumplimiento de las pagas extras; derecho a vacaciones anuales y descansos diarios y semanales; derogación del despido por desistimiento de la persona empleadora; eliminación de las oficinas de colocación y de las ETT, la derogación de la Ley de Extranjería; visibilización de las situaciones precarias de las cuidadoras, las trabajadoras por horas y las internas, sensibilización; y concienciación en torno a la fundamental importancia social del trabajo del hogar y de los cuidados.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, dijo que la prestación por desempleo había llegado para quedarse. “Que se dejen de chapuzas, queremos estar en el régimen general, que este trabajo se reconozca, que las personas que lo hacemos seamos valoradas y tengamos derechos como cualquier otro trabajador, y ya está, un salario digno que nos permita tener una vivienda digna. Eso es lo que debe hacer el Gobierno, que se deje de chapuzas”, afirma rotunda Rafaela Pimental, que gana 690 euros. En ese mismo trayecto, su teléfono no deja de sonar a diario. Es el momento de atender a las compañeras, de echar las manos, de seguir organizándose ante lo que consideran un abandono por parte del Estado. El día antes, rememora, una amiga la llamó para contarle la situación de una mujer a la que tratan de ayudar en estos momentos: “Tiene dos hijos, uno de 5 y otro de 14 años, con asilo, no tiene trabajo, que es lo único que pide. Y si no paga la habitación este mes los echan. Necesita ropa, abrigo, un techo y alimentos. Lo básico”. Y añade, para remarcar lo que significa básico: “Vamos, una mierda”.

Los testimonios de otras compañeras que pertenecen a la Red de Hondureñas Migradas, son parecidos: hay quien ha sufrido abusos, hay quien tiene que comprarse el papel higiénico, hay quien solo puede comer lo que come la persona a la que cuida: patatas hervidas, zanahorias hervidas. Hay quien come sopa de tomate el lunes. Y al día siguiente la come con arroz. Y al día siguiente la come en revuelto. “Es triste. Ni los cerdos comen aquí así. Es lo que hay. Mi amiga lo hace porque está sacando un curso para estudiar un módulo superior. Siempre nos mueve la necesidad y siempre tenemos claras las metas que tenemos”, explica Karla, hondureña de 47 años.

Y hay, también, quien en los meses de confinamiento se ha pasado encerrada, aguantando todas estas situaciones, con dos tetra bricks de leche para cuatro meses, como denuncia Rafaela Pimentel, una de las impulsoras de la Red de Trabajadoras del Hogar y de la asociación Territorio Doméstico. “Ya veníamos de situaciones difíciles, por eso estamos organizadas. Veníamos de años reclamando derechos básicos para mujeres que realizan un trabajo importante y un trabajo esencial. Aunque el nombre se lo han puesto ahora. Esencial. Sin nuestro trabajo, la sociedad no podría moverse. Y con la pandemia ha sido horrible. Las personas que teníamos que estar cuidando, en primera línea, no teníamos ningún apoyo. ¿Qué podríamos esperar? Pues que se complicara más”, dice Rafaela entre cortes de túneles, mientras hace el trayecto en tren desde su casa a su trabajo, en Madrid. Ella es dominicana y lleva 28 años en España. La primera vez que empezó a organizarse fue en su barrio, en Vallecas, allá por el año 95. En 2006 puso en marcha Territorio Doméstico. Estamos en 2020 y las trabajadoras del hogar continúan sin derechos básicos: ni tienen paro ni cotizan en el Régimen General de la Seguridad Social.

“Muchas compañeras tuvieron que quedarse durante los cuatro meses que duró el confinamiento en los trabajos porque, claro, los cuidados no se podían dejar. A muchas se las llevaron fuera de Madrid. Sin ver a sus familias, a sus amigas, sin ver a nadie. Y, como colectivo –prosigue Rafaela–, hemos tenido que aportar un sostenimiento de psicología terapéutica para algunas compañeras. Porque esto va a tener un impacto terrible. Muchas trabajadoras encerradas vivieron situaciones más complicadas por la propia pandemia, con más trabajo, con horarios terribles, compañeras que apenas les daban de comer, sin ni siquiera hacer una llamada, ni poder enviar dinero a su familia. Los locutorios estaban cerrados. Y mucha gente sin papeles envía el dinero por locutorios porque como no tiene cuenta en el banco…”.

Según las cifras que se manejan, con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), del Ministerio de Trabajo y otras entidades, el colectivo de empleadas del hogar está compuesto por unas 600.000 trabajadoras, la mayoría mujeres extranjeras, pero unas 200.000 de ellas no cotizan. Un informe del sindicato UGT indica que los sueldos de las personas que trabajan en el sector doméstico son cerca de un 60% menores al salario medio bruto en España. Y, según un estudio de Oxfam Intermón y del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, una de cada tres empleadas domésticas vive en hogares que están por debajo del umbral de la pobreza (el 16% en la población general) y duplican los retrasos en el pago del alquiler o la hipoteca respecto a cualquier otro trabajador. El mismo informe calcula que si este sector económico estuviera legalmente remunerado equivaldría al 2,8% del PIB.

“El colectivo de trabajadoras del hogar y cuidados es el único sin derecho a paro, podemos ser despedidas sin causa justificada y estamos excluidas de la ley de prevención de riesgos laborales. Seguimos cuidando en esta situación a miles de personas que lo necesitan en sus domicilios y que no son atendidas desde un sistema público insuficiente e infradotado. Somos 600.000 trabajadoras. Hemos denunciado la discriminación histórica que sufre nuestro colectivo y hoy somos excluidas nuevamente”, decía el escrito, al inicio del primer confinamiento, que la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar trasladó al Gobierno. Porque, de la misma manera que han sido ignoradas tradicionalmente, las trabajadoras del hogar también quedaron para el final en la lista de ayudas adoptadas por el Gobierno en plena pandemia. En los primeros meses de pandemia, el sistema especial de Empleadas de Hogar perdió unas 20.000 afiliadas.

Del subsidio extraordinario por desempleo aprobado el 31 de marzo –del que quedaban excluidas las mujeres sin papeles o aquellas que no cotizan, muchas de ellas por la propia situación diabólica de precariedad en el sector–, el Gobierno ha reconocido la prestación al 80% de las solicitantes. Según una respuesta parlamentaria, hasta el 4 de noviembre, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social había resuelto 36.587 solicitudes. Hasta octubre solo se habían resuelto 23.000 de las 52.000 que habían sido presentadas. “La falta de respuesta gubernamental es tal que se ha resuelto menos de la mitad de una prestación que estructuralmente ya es insuficiente y no cubre ni la totalidad de las compañeras ni se corresponde con la realidad precarizada y vulnerable del sector”, denunció entonces el recién creado sindicato SINTRAHOCU en su primer comunicado, en el que exigía, además, la inclusión de las trabajadoras del hogar en la ampliación de todos los subsidios, entre ellos la Renta Activa de Inserción y obligar la inspección laboral y prevención de riesgos laborales adaptadas a las medidas sanitarias por la COVID-19.

Hay más colectivos que consideran que los sindicatos mayoritarios no las representan y se han autoorganizado ellas mismas, como ha ocurrido también en otros sectores como el de las Kellys o camareras de piso. Desde Barcelona, Sindihogar, Sindicato independiente de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados (THC), nació, según explican, ante la ausencia de una organización independiente, con perspectiva de género, clase y raza de orden jurídico sindical. En su página web resumen el listado de reivindicaciones. O, dicho de otra manera, el listado de las discriminaciones que sufren: ratificación del Convenio 189 de la OIT (2011), que obliga a la equiparación de los derechos laborales y de seguridad social de las trabajadoras del hogar y del cuidado al resto de trabajadores/as; inclusión total del empleo del hogar en el régimen General de la Seguridad Social; derecho a la prestación por desempleo: cotización por salarios reales; obligación por parte de las personas empleadoras a realizar contratos por escrito; eliminación del pago en especie; tabla salarial con revisión según el IPC; cumplimiento de las pagas extras; derecho a vacaciones anuales y descansos diarios y semanales; derogación del despido por desistimiento de la persona empleadora; eliminación de las oficinas de colocación y de las ETT, la derogación de la Ley de Extranjería; visibilización de las situaciones precarias de las cuidadoras, las trabajadoras por horas y las internas, sensibilización; y concienciación en torno a la fundamental importancia social del trabajo del hogar y de los cuidados.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, dijo que la prestación por desempleo había llegado para quedarse. “Que se dejen de chapuzas, queremos estar en el régimen general, que este trabajo se reconozca, que las personas que lo hacemos seamos valoradas y tengamos derechos como cualquier otro trabajador, y ya está, un salario digno que nos permita tener una vivienda digna. Eso es lo que debe hacer el Gobierno, que se deje de chapuzas”, afirma rotunda Rafaela Pimental, que gana 690 euros. En ese mismo trayecto, su teléfono no deja de sonar a diario. Es el momento de atender a las compañeras, de echar las manos, de seguir organizándose ante lo que consideran un abandono por parte del Estado. El día antes, rememora, una amiga la llamó para contarle la situación de una mujer a la que tratan de ayudar en estos momentos: “Tiene dos hijos, uno de 5 y otro de 14 años, con asilo, no tiene trabajo, que es lo único que pide. Y si no paga la habitación este mes los echan. Necesita ropa, abrigo, un techo y alimentos. Lo básico”. Y añade, para remarcar lo que significa básico: “Vamos, una mierda”.

“España hace oídos sordos a la OIT. A nosotras nos dejan desprotegidas si el anciano muere o la situación económica de la familia cambia, como con la pandemia. Yo no tengo a nadie en este país que me acoja si me quedo sin nada. Y eso nos hace más vulnerables. Zapatero lo dejó para enero de 2019, pero el señor Rajoy lo pospuso a 2025. Si nosotros ponemos nuestra mano de obra, si nuestro trabajo cotiza en la Seguridad Social, vamos a levantar este país”, argumenta la hondureña Karla.

Ella cuenta que tenía su propio protocolo en la casa donde trabajaba y donde sigue trabajando, en Cáceres (Extremadura). Y gracias a él, sin saber que estaba contagiada, evitó que la persona mayor a la que cuida se contagiara. “Yo sufrí el COVID cuidándola. Estuve muy mal, con apenas fuerza. Me ponía malita. Fue al principio, en abril. No supe que era COVID. Pero siempre la cuidaba con la mascarilla puesta. Me enteré en julio, porque cuando fui a hacerme una colonoscopia que tenía prevista y me hicieron la PCR por protocolo de anticuerpos positivos. La carga viral era suave. Yo me cuidé tanto por ella, porque su vida depende de mi cuidado. Muy fuerte la señora, y no lo cogió. Gran susto”.

Cuatro años después de llegar a España, Karla trabaja como interna y vive ahora, según sus propias palabras, una situación aceptable. Pero no olvida lo que ha pasado, el hambre, la necesidad, el frío y esa especie de impuesto revolucionario que tienen que pagar por ser migrante, mujer, de otro país, cuando vienen de su país de pagar otros tantos: “Allá tú tienes un negocio, llega un grupo dedicado al crimen organizado, al narcomenudeo, te dicen ‘usted tiene que darme tanto y yo la cuido’. Y eso de cuidar es que nadie te va a asaltar. Y luego hay otro grupo que se llaman maras y vienen a pedirte. Y de repente hay tres grupos delictivos pidiéndote y tu negocio no te da. Si tú decides cerrarlo o emigrar, y ellos se enteran, te matan antes de que tú cierres o te vayas. Y estás amarrada. Y lo triste es que todo ese dinero de las extorsiones va para arriba, es una cadena. El señor que gobierna tiene el control sobre esas maras. La vida no vale nada”.

Karla trabajaba para el Estado. Era funcionaria, asesora técnica financiera: “Brindaba asesoría para quienes abrían un negocio. Yo tenía un salario mes a mes, pero la situación es tan peligrosa… que sales en la mañana y no sabes si vas a volver con vida por la tarde. Vas en el coche, en el comercio, y te apartas a un lado para no pisar un charco de sangre de alguien a quien han asesinado por ajustes de cuentas. Abusan en las oficinas. Uno se recoge a las seis de la tarde por el peligro. Los negocios… Vienes del súper, abres el portón de tu casa y entran los ladrones contigo, te roban la compra, el coche y, si entran dentro, hacen y deshacen, con abusos sexuales también. Es muy fuerte. Mi familia vive en una zona de circuitos cerrados y privada. Yo vivo –lo dice todavía en presente, como si viviera allí– en una zona más modesta pero es muy buena zona. Pero te pueden perseguir y te extorsionan y muchas veces venimos huyendo de esas cosas”.

Es rotunda: “Tenemos un narcogobierno y no me da miedo decirlo. Un hombre de armas tomar. Su hermano era diputado, está preso en EE.UU. por narcotráfico. ¿Por qué los organismos internacionales no van a por él, a por el presidente? Mientras sea dignatario no le pueden poner la mano encima. Reformó la Constitución y se reeligió con fraude. Y sus secuaces van a tratar de continuar en el poder. Allá la gente que protesta es reprimida, gaseada, es desaparecida y es asesinada. El pueblo está atado de pies y manos. Además de la represión, de la pobreza y de la pandemia. Robaron todo el dinero. El encargado de los hospitales móviles le dio 40 millones de dólares a una empresa que desapareció. Y bueno, esa es la situación. Yo trabajaba para ese partido de gobierno y por eso tenía mi plaza. He sido obligada a huir. A este narcogobierno sumamos la pandemia y que acaban de pasar dos huracanes y está devastado nuestro país. Ha retrocedido cien años. Se espera una migración masiva”.

Ella logró traer a su hija, pero aún tiene en Honduras a dos hijos, que los cuida su hermana. “No traje denuncias porque lamentablemente la justicia allá es vergonzosa y te puedes encontrar con las mismas personas que te han hecho secuestro exprés. Cuando ves a un policía, no te sientes segura, sientes temor. Desde el gobierno para abajo hay una redada de corrupción y todos trabajan para los malos”, denuncia Karla. Su hija ha vuelto a solicitar el asilo, esta vez alegando el peligro que corre en su país por ser homosexual.

En estos días, previos a la Navidad, Karla anda entre la tristeza y la alegría de saber que, al menos, puede enviarles remesas. Acaba de venir, además, de una recogida de alimentos y materiales para su país en ayuda por los destrozos de los huracanes: “Qué duro fue ver –lo dice así, ver, ver desde lejos sin poder hacer nada– a mi hermana, con mis dos hijos, irse de mi casa. Se fueron con lo puesto, con lo poco que pudieron echar en una mochila para ponerse a salvo. Y todo lo que nos ha costado tener eso, pues ahí se queda para que te lo roben. Y así vamos, a veces no nos enteramos de lo que les pasa a los nuestros. Allá, en un grupo de WhatsApp, alguien dice ‘cuando le asaltaron y le quitaron el móvil’… ¡Y me entero de que es a mi hija! No te enteras de que los familiares han estado ingresados hasta que salen…”. Aunque lo más duro, según Karla, lo más duro es que viven sin ti, se casan, tienen hijos, se gradúan sin ti. “Dejas la mitad de la vida allá”.

Dania vive en Murcia. Llegó a España hace dos años con su marido. Vinieron, según denuncia, huyendo de la persecución política a la que eran sometidos en su país, en Nicaragua. “Todo empezó cuando nos casamos. Nos conocimos trabajando en el área de turismo. Yo siempre fui progobierno, era militante del partido. Pero mi marido era del partido contrario”, cuenta. Su familia está rota, dividida entre quienes apoyan al gobierno y entre quienes han tenido que huir. “El vínculo familiar debería estar antes que la ideología política. Mi propio hermano me llamaba con amenazas, que saliera de ahí”, relata, con voz suave, al otro lado del teléfono. Ella, a diferencia de Karla, sí traía pruebas, y les ha sido concedido el asilo. “Teníamos una casa a las afueras del pueblo y nos vigilaban. Dejamos de salir porque nos seguían. Nos espiaban, nos controlaban, teníamos miedo. Nos obligaron a salir sí o sí de nuestro país. Al hermano de mi marido lo secuestraron. Un país que amas tanto se ha deteriorado”, dice ahora con la voz encogida en la garganta.

En España, tuvo suerte con la primera casa en la que entró a trabajar. Pero siempre con el miedo, la incertidumbre y el desasosiego metidos en el cuerpo. “La familia era muy buena, muy buena, pero como no tienes papeles no tienes derecho a nada, ni a vacaciones, ni medias pagas, lo que te den es lo que tienes que aceptar”, asegura. “En la segunda casa, como no tenía papeles, la señora no me quería contratar. Pero confió en mí, le gustaron mis formas”. Mientras tanto, estuvo como el preso que vive con la condicional. “Ahora que ya los tengo, todo ha cambiado. Los papeles han venido a cambiar la situación. Con papeles tienes más opciones, tienes más libertad”. Ella sabe lo que es viajar por placer y viajar para huir.

La modificación de la Ley de Extranjería es otra de las reivindicaciones en el colectivo. El Movimiento estatal #RegularizacionYa, que exige la regularización permanente y sin condiciones de todas las personas migrantes y refugiadas ante la emergencia sanitaria y social por la COVID-19, llegó a presentar una proposición no de ley en el Congreso, defendida por varios partidos –Unidas Podemos, Esquerra Republicana (ERC), EH Bildu, Junts per Catalunya, BNG, Compromís y CUP–, que finalmente fue rechazada. El PSOE –partido de gobierno– alegó que tanto la legislación española como la europea lo que permiten es una regularización “puntual, individualizada y tasada”, no como la masiva que reclaman. En estos momentos, el movimiento espera, según explican en su página web, que Unidas Podemos, el otro socio de gobierno, busque, “de forma honesta y a la altura”, una solución digna a la irregularidad sobrevenida, entre otros colectivos, a las trabajadoras del hogar y cuidados.

“Exigimos que la ley se revise porque estamos obligados a trabajar en el trabajo sumergido, valga la redundancia, y estamos expuestas a abusos, maltratos, porque a un inmigrante se le permite regularizar su situación a los tres años mediante un arraigo social. Imagina, una persona tres años en España no va a vivir de ayudas. Esos son mitos, bulos, no tenemos derecho a nada porque no tenemos papeles, serán otro tipo de migrantes y en otras circunstancias. Una se ve obligada a trabajar como sea y donde sea. Muchos, amontonados en pisos, en habitaciones, en condiciones increíbles. Muchas veces la gente es engañada, los hombres van a las obras, los despiden y encima los denuncian y los meten presos. Te sientes intimidada. Entonces, al no tener nosotros ese amparo de la Ley de Extranjería…”, reflexiona Karla. “A mi criterio, si un extranjero puede demostrar que es productivo y que no le va a quitar el trabajo a ningún español o a ninguna española, ¿por qué Extranjería no puede hacer una enmienda y concederle a esa persona el permiso de trabajo? Porque aquí dicen que no hay trabajo y es cierto, el trabajo no está como que vas a salir a la calle y lo vas a encontrar. Pero si buscas, a las dos o tres semanas lo encuentras y te lo digo yo con conocimiento de causa. Solamente está en querer hacer el trabajo que se ofrece y muchos no quieren estar al cuidado de mayores, de niños, no quieren limpiar. Que no es fácil, pero nosotros tenemos una meta clara y no tenemos a nadie que nos pueda acoger. Y, sencillamente, si no trabajamos, no comemos y no tenemos para vivir, y la necesidad nos obliga a aceptar lo que sea. Y en condiciones tremendas”, insiste.

Reyna, nicaragüense de 31 años, tuvo que lanzar un crowdfunding, en colaboración con otras organizaciones en Euskadi, para poder hacer frente a la situación de desamparo en pandemia. Trabajadora social, en septiembre hace tres años que llegó a España. Su madre, que tiene 53, viajó seis meses antes por la imposibilidad de sostener a su familia: trabajaba por un salario que no llegaba ni a la tercera parte de la canasta básica –la cantidad mínima para cubrir las necesidades de un hogar–. “A mí me cerraron todas las puertas laborales porque firmé en contra del Canal Interoceánico”, un proyecto faraónico, con años de historia, que intentó reflotar sin éxito el presidente Daniel Ortega. “Nunca pensé que al llegar aquí me iba a costar un año encontrar un trabajo, precario. No sabía cuál era la realidad”. Su primer trabajo fue en una casa de seis miembros, ocho horas, por un suelo de 700 euros, también inferior, como en el caso de su madre allá, al salario mínimo de acá, de España.

A Reyna la despidieron de su trabajo el 15 de abril, un mes justo después del inicio del estado de alarma por la pandemia. “Me despidieron alegando que no sabían qué iba a pasar, me pagaron lo que quisieron. Los iba a demandar, pero era cansado, no había garantías”. Su madre también se quedó sin trabajo. Y ahí surgió, en el grupo en el que se han organizado, Feministas por Nicaragua Euskal Herria, la idea del crowdfunding. Consiguieron entre los grupos que participaron –Mujeres con Voz, Mujeres Tejiendo Red, Trabajadoras No Domesticadas, en colaboración con Fondo de Mujeres Calala, Pikara Magazine y Sortzen Consultoría– unos 18.000 euros. “Nosotras ayudamos a unas 30 mujeres con pequeños bonos porque las ayudas que había lanzado el Gobierno no eran para nosotras, sobre todo las que estábamos en situación irregular. Porque había que cotizar, un montón de requisitos que nosotras no teníamos. Y la solidaridad entre nosotras. Amigas que estaban mejor que nosotras nos ayudaban con la compra y cosas así”, explica. El 1 de noviembre ha comenzado un nuevo trabajo en una casa, donde cuida a una bebé.

Reyna habla muy rápido, como si quisiera que el tiempo transcurriera a la velocidad de la luz. “Aquí no tengo derecho ni a vivienda digna. No tengo tarjeta sanitaria. En el médico me han tratado fatal. Y con la situación política en Nicaragua me toca quedarme aquí. No veo la manera de que pasen esos benditos tres años por esa dichosa ley de extranjería, que es la peor de las violencias que podemos tener las migrantes. Tampoco puedes estudiar porque, uno, es carísimo, y dos, como estoy en situación irregular, tampoco tengo derecho a nada. Es una superdesigualdad increíble”. Literalmente, Reyna asegura sentirse encerrada. El día de la entrevista le acababan de denegar el asilo a su hermano, que también viajó a España. Tiene 15 días para abandonar el país. “Es una pesadilla, ahora no podemos ni volver por el COVID”. Y desde el COVID, además, no pueden mandar remesas. “30 o 40 dólares, pequeños envíos por si a mi hermano que sigue allí le cortan la luz. Pero mayor envío no. Ni hemos podido concretar metas que traíamos como casas, negocios y tal. Yo he solicitado el arraigo social el 1 de octubre. Con la esperanza de que mi situación migratoria cambie y poder optar a otro empleo, con mejor salario”, aclara.

Son mujeres que quieren prosperar y no pueden. Como le ocurre también a Lourdes, hondureña de 27 años. Ella llegó a España con 19, sin saber absolutamente “naaaaada”, así, con muchas aes en su dicción, con apenas 300 euros en el bolsillo. En un taxi le cobraron 100. Quiso estudiar Derecho en su país, pero su madre no pudo costearlo. “No tengo padre, me crié con mi abuela. Honduras no es país para vivir. La luz y la comida es más cara allí que aquí. Nos mataron a un primo que era periodista, y en la Corte no hay un expediente, ni juicio”, asegura.

En España ya ha estudiado un módulo de educación infantil –una opción bastante parada ahora por la pandemia– y está ahora estudiando primero de Derecho por la UNED mientras trabaja como empleada del hogar. Vive en Madrid. Tiene estabilidad y la tratan bien. Pero –y volvemos al principio– no entiende cómo en España, en España, ese país del primer mundo al que un día decidió migrar, discrimina a las trabajadoras del hogar: “Por más empleada de hogar que seas, todos los trabajos son dignos, requieren un trato justo y un salario justo. No es normal que en un país que es el primer mundo no tengamos derecho a paro”. Y lanza, también, una reflexión sobre el otro lado del océano: de su trabajo se está beneficiando el mismo gobierno que la expulsó, pero no puede dejar a su familia de allá tirada.

“Las remesas son las que sostienen a esos países realmente. Cogen los gobiernos de los países de origen y los de acá reciben sus impuestos. Pero es que si no envías, la gente de tu familia no come, ni se pueden pagar tratamientos médicos”, denuncia Rafaela Pimentel. En la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar también tuvieron que crear una caja de resistencia: “Porque sí, muchas ayudas, pero a ver quién es la guapa o el guapo que le dice al casero que no va poder pagar la luz”. Por eso, las redes, la autoorganización, ha sido vital para sobrevivir durante muchos años, pero mucho más en pandemia. “Como organización, hemos hablado con los caseros y, así, a muchas compañeras no las sacaron de los pisos o de sus habitaciones. O a sus propios compañeros si ellas estaban internas. Ha sido terrible sostener todo eso. Pero ha sido muy importante sostenernos”, añade Rafaela. Durante todos estos meses han formado a promotoras de salud, están acompañando a muchas mujeres a interponer denuncias, en los ambulatorios… El sostén, siempre el sostén.

Y también están para sonreír. “La alegría es fundamental. Nos mandamos canciones, audios, vídeos”. Porque a ellas la pandemia también les ha arrebatado vidas. Vanessa, por ejemplo, perdió en agosto a su abuelito.

Fuente: https://desinformemonos.org/expulsadas-de-sus-paises-esclavizadas-en-espana/

Imágenes: Álvaro Minguito/La Marea

Comparte este contenido:

Entrevista a Oscar Reina (portavoz del SAT): “Por mucho que las personas de Andalucía queramos trabajo, libertad y dignidad, esas serán imposibles sin soberanía”

Por: Sare Antifaxista

“La pandemia ha venido no solo a afectarnos en términos de salud, sino que está sirviendo como excusa al sistema capitalista y a sus voraces intereses empresariales para ‘dar una vuelta de tuerca’  más en los abusos laborales”.

“La causa jornalera es la causa de Andalucía, Andalucía es la causa jornalera”.

“Ahora hay otra vuelta de tuerca más en el Gobierno andaluz, el fascismo sin careta, también corrupto y además filofranquista, no tiene ningún tapujo en seguir haciendo negocio de lo público, como sus antecesores, […] pero yendo directamente contra cualquier anhelo democrático”.

Juanjo Basterra, kazetaria eta m. soziala * E.H.

Óscar Reina, portavoz Nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadoras y Trabajadoras (SAT), está al pie del cañón en la defensa de las personas oprimidas y explotadas de Andalucía. Muy activo en el apoyo a Pablo Hasél y en la lucha de otros pueblos del Estado español para conseguir la independencia. En los 11 meses desde que comenzó la pandemia, el SAT ha redoblado esfuerzos, “poniendo hasta la fecha cerca de 1.000 denuncias a lo largo y ancho de toda Andalucía, por abusos sistemáticos de derechos laborales y fundamentales en la mayoría de sectores productivos”. A su juicio, “la causa jornalera es la causa de Andalucía, Andalucía es la causa jornalera” y a renglón seguido añade que “por mucho que las personas de Andalucía queramos trabajo, libertad y dignidad, esas serán imposibles sin soberanía”.

Antes de nada, ¿en qué situación se encuentra el SAT por las multas, militantes, etc? ¿La pandemia del COVID-19 en qué os está afectando?

Actualmente seguimos siendo el sindicato más represaliado de toda Europa, cerca de 1 millón de euros nos piden en multas, más de 600 de nuestr@s militantes han sido procesad@s, cerca de 400 años de petición de cárcel en nuestro conjunto, donde cabe reseñar que nuestro compañero Francisco Molero continua en prisión por su activismo político y sindical, en mayo cumplirá 3 años entre rejas por defender una Democracia Real, en una Andalucía libre y digna, como antes también sufrió nuestro compañero Andrés Bódalo. No son casos aislados, las detenciones continúan contra dirigentes sindicales, como es mi caso, que he sido detenido en 7 ocasiones, pero también, contra una larga lista de compañer@s, la más reciente, la detención de nuestra compañera Dolores, durante la ocupación de la sede de Endesa que comentaremos más adelante.

Mientras tanto la pandemia ha venido no solo a afectarnos en términos de salud, sino que está sirviendo como excusa al sistema capitalista y a sus voraces intereses empresariales para “dar una vuelta de tuerca” más en los abusos laborales. Concretamente en los 11 meses desde que comenzó esta pesadilla, desde el SAT hemos tenido que redoblar esfuerzos, poniendo hasta la fecha cerca de 1.000 denuncias a lo largo y ancho de toda Andalucía, por abusos sistemáticos de derechos laborales y fundamentales en la mayoría de sectores productivos.

Andalucía, tierra rica, sin embargo concentra los niveles de pobreza y desempleo más altos del Estado español. ¿Qué ocurre? ¿Os están esquilmando la riqueza del pueblo?

Andalucía es una tierra rica habitada por una gran mayoría de personas pobres, empobrecidas, por un sistema de producción al que solo le ha interesado nuestros recursos y servirse de nuestra fuerza de trabajo como mano de obra barata. Esta no es una situación nueva, ni extraordinaria, sino que se viene prolongando década tras década sin importar el gobierno que por aquí pase, sin que ninguno de ellos haya tenido la voluntad de revertir esta situación.

¿Por qué, si sabemos que el capitalismo solo genera desigualdad y concentración de riqueza en pocas manos, los gobiernos de Andalucía o Madrid, en este caso, se apoyan en estos neoliberales en vez de en el Pueblo?

Porque hay una complicidad manifiesta sostenida en el tiempo, sin importar el color político hasta la fecha, para perpetuar este sistema de intereses. Hay una oligarquía minoritaria que para perpetuar e incrementar su riqueza, necesita prolongar en el tiempo la pobreza de una mayoría proletaria y desgraciada que no entiende ni comprende en muchas ocasiones el porqué de su situación. El sistema capitalista necesita devorar, consumir todo, ambiental, ficticio y humano con tal de seguir generando beneficios. No le importa absolutamente nada ni la vida, ni mucho menos los Derechos Humanos, y lo viene demostrando a lo largo de la Historia. Es un sistema condenado a la extinción, lo que está por ver es si seremos capaces de superarlo con nuestra lucha, desobediencia y acción directa (nosotr@s confiamos en que sí, por eso asumimos las consecuencias y con toda la contundencia de nuestra responsabilidad seguimos dando la batalla)o si nos extinguiremos con el mismo. Eso dependerá del compromiso y la implicación de la mayoría que sufrimos de su barbarie tomemos conciencia de que es un problema que hay que solucionar con urgencia, más pronto que tarde.

La tierra para quien la trabaja, pero en Andalucía hay mucha tierra en pocas manos. ¿Vais a continuar con las iniciativas de ocupación de tierras inutilizadas para el bien común de los andaluces?

Por supuesto, cueste lo que cueste, venga lo que venga, asumiendo todas las consecuencias. Como venimos denunciando, no podemos consentir que el 50% de la tierra cultivables siga en manos del 2% de los propietarios. Hace falta una Reforma Agraria, que libere nuestra sociedad, que rompa las cadenas, que revierta el actual sistema de producción que nos ha traído hasta aquí, que genere mano de obra en el sector primario, con la siembra y recolección, pero también en el secundario con la manufactura en el tejido productivo de la industria sostenible y en el terciario con la venta de cercanía y exportación, que deje la plusvalía en manos del Pueblo Andaluz.

A una crisis, le sigue otra y, cada vez, los períodos parece que se acortan más, ¿qué se debería de hacer que no se hace en Andalucía y el Estado español para que deje de ocurrir que quienes sacan tajada (se benefician) de la crisis siempre sean los que más poderosos?

Definitivamente hay que acabar con el Sistema Capitalista de Producción, por un Sistema Comunista, que defienda los Derechos Humanos y que ponga los servicios públicos y todos los medios de producción al servicio del pueblo, que es quien los pone en marcha y los trabaja.

En este sentido, el Gobierno español del PSOE y Unidas Podemos basa su salida en la ayuda multimillonaria que llegará de la UE que, por otra parte, es dinero que ponemos, sobre todo, los ciudadanos, pero a cambio tiene en cartera 120 reformas, ¿nos la van a volver a jugar como con las reformas laborales, desahucios, etc?

Si no estamos alerta, da igual quien gobierne, los cambios siempre vinieron desde abajo y a la izquierda. Si no nos movilizamos seguro que volveremos a pagar la crisis con una nueva estafa contra nuestros Derechos. El “lobbie” económico, que es el poder real y nuestro verdadero enemigo, no deja de presionar a los gobiernos, si el pueblo no nos tomamos la batalla en los mismos términos, asistiremos a muchos recortes y a pocos cumplimientos de Derechos Fundamentales.

Hay diferencia entre los gobiernos del PSOE, que han estado al frente de la Junta de Andalucía durante varias décadas, y el actual con apoyo de los fascistas?

En Andalucía seguramente hemos sufrido al peor y más corrupto de todos los “PSOEs” existentes, que entendió a esta tierra como su cortijo, utilizándola como fábrica de enchufismo, como nicho electoral, intentando comprar voluntades para perpetuarse en el poder. Ahora hay otra vuelta de tuerca más, el fascismo sin careta, también corrupto y además filofranquista, no tiene ningún tapujo en seguir haciendo negocio de lo público, como sus antecesores, pero añadiendo cualquier sentido libertario, cualquier identidad de nuestro Pueblo Andaluz, yendo directamente contra cualquier anhelo democrático. Igualmente, antes y ahora estuvimos de frente y en pie much@s a los que ni pudieron ni podrán doblar ni domesticar. Les daremos batalla.

Oímos SAT y lo relacionamos con los jornaleros y jornaleras, con el campo, con la ocupación de tierras incluso supermercados, pero últimamente también protagonizáis luchas obreras en empresas (Alestis), etc. ¿Ha cambiado la filosofía, los objetivos del sindicato o os habéis acomodado a estos nuevos tiempos difíciles para quienes estamos abajo, pisando barro?

Hemos asistido a una “jornalerización” de todos los sectores laborales, ya no solo hay jornaler@s en el campo, también l@s hay en la hostelería, en la construcción, en la prensa, en la sanidad e incluso en la educación, contratos por días y horas así lo confirman. Ahora más que nunca podemos afirmar categóricamente que “la causa jornalera es la causa de Andalucía, Andalucía es la causa jornalera”. Con estos argumentos extender nuestra lucha y acción directa a otros sectores es una obligación sindical, política y social.

En este sentido, el SAT ocupó pacíficamente la sede central de Endesa en Sevilla alto coste energía y la pobreza energética. ¿Hace falta nacionalizar las eléctricas, los bancos, las farmacéuticas?

Por supuesto, hay que caminar en ese sentido, y obligar con nuestra movilización, con nuestra conquista en las calles a que los distintos gobiernos no tengan más remedio que hacerlo.

¿Se puede lograr la Independencia de Andalucía? ¿Qué se debe hacer? ¿Os habéis marcado un camino, unas etapas para avanzar hacia la Independencia?

No será fácil, pero hay que continuar en ese camino. Por mucho que las personas de Andalucía queramos trabajo, libertad y dignidad, esas serán imposibles sin soberanía, es decir, sin capacidad de decidir sobre nuestros recursos y sobre todo lo que nos afecta, pues no nos lo va a permitir ni el estado español, monárquico y fascista, ni la actual Unión Europea, ambos regímenes mercantiles capitalista necesitan de nuestra subalternidad en todos los sentidos para seguir acrecentando sus beneficios. En ese camino estamos, historia tenemos, una cultura legendaria, una identidad por tesoro, y motivos hay de sobra como para luchar por ello.

Fuente: https://sareantifaxista.blogspot.com/2021/02/oscar-reina-portavoz-del-sat-por-mucho.html

Comparte este contenido:
Page 88 of 936
1 86 87 88 89 90 936