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El Grupo socialista de la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados invitó al “Foro de Sevilla”

E-Learning/17 de abril de 2016

«Desde hace tiempo nadie cree ya que la libertad del pueblo se halle garantizada en la forma de gobierno parlamentaria… Todo el mundo está cansado del Parlamento, pero nadie sabe proponer algo mejor, y la conciencia de tener que entrar en el nuevo siglo cargando con esta despreciada institución, como un mal inevitable, oprime el ánimo de los mejores.»Eduard von Hartmann.

 

 

 

Hoy traemos a este espacio el comunicado de el «Foro de Sevilla» después de su reunión con el Grupo socialista de la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados que los invitó .  … aprovechamos, para aquellos que no los conozcan … ya hablamos de ellos el viernes, 12 de junio de 2015 en Propuestas para un cambio en el sistema universitario español del siglo XXI. Foro de Sevilla ..el 1er Rector Comunista de la @unisevilla.Lo que me recuerda la extracción y el recuento de los diputados de las Cortes de Cadiz … que dieron lugar a la Pepa … como a la del 78 …   … lo que nos ha llevado al lugar de corrupción máximo en el que estamos instalados en España .. es precisamente los 40 años (+40 anteriores …) de EDUCACIÓN DE CONTROL  .. #repeTIMOS ?  El manifiesto comenzaba así:Un grupo de profesionales de la educación, la mayoría profesores y profesoras de universidad, reunidos en Sevilla los días 26 y 27 de octubre de 2012, preocupados por la situación del sistema educativo y alarmados por la evolución de la política educativa, con objeto de animar el debate y de generar un compromiso con la mejora manifestamos:1) EDUCACIÓN. En contra del sesgo economicista del anteproyecto de LOMCE, el objetivo de la educación comprende el desarrollo humano y la cohesión social. Mujeres y hombres deben poder formarse como personas completas, ciudadanos responsables y trabajadores cualificados. La sociedad precisa de la escuela para asegurar niveles adecuados de bienestar, libertad, justicia y equidad.2) DEBATE. Necesitamos un auténtico debate nacional que permita la reconstrucción, en su caso la refundación, del sistema educativo sobre la base de un amplio acuerdo social y no, tras la negativa a un pacto de Estado, una ley revanchista e ideológica, sin diálogo con la oposición ni con el mundo de la educación, apenas maquillada con un nada fiable foro virtual. …Aquí tienen, en su web, el listado de los firmantes …

Fuente: http://e-learning-teleformacion.blogspot.com/2016/04/el-grupo-socialista-de-la-comision-de.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+E-learningConocimientoEnRed+%28e-learning%2C+conocimiento+en+red%29

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De las tecnologías del género a las tecnologías de la subversión, un desafío pedagógico para la educación social

Autorxs: María Victoria Carrera Fernández, María Lameiras Fernández,

Xosé Manuel Cid Fernández, Yolanda Rodríguez Castro y Patricia Alonso Ruido.

Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense, Universidad de Vigo.

Este trabajo responde a una tarea reflexiva de análisis sobre el papel de la Educación Social en la construcción de sociedades más justas e igualitarias, que reconociendo el valor de la diferencia de género y sexual garanticen la igualdad de oportunidades para todas y todos. Como educadoras sociales y docentes en el Grado de Educación Social esta tarea reflexiva es irrenunciable e inherente al desarrollo de nuestra práctica profesional docente e investigadora.

En este sentido iniciamos este trabajo analizando la construcción de la identidad de género, en el marco del modelo heteronormativo que constituye, tal y como señala Butler (1990, 1993), un rígido marco normativo de construcción de la identidad erigido sobre la marca corporal o el sexo entendido de forma “binaria”, dando lugar no solo a identidades diferentes, congruentes y complementarias (donde al sexo varón corresponde el género masculino y al sexo mujer el género femenino, ambas identidades prescriptivamente heterosexuales), sino también desiguales y jerarquizadas. Y del que se derivan los fenómenos de exclusión y violencia que contribuyen a mantener el control sobre las identidades de género, produciendo y reproduciendo su jerarquización. Para proceder a continuación a centrarnos en el activo papel de los diferentes agentes de socialización o tecnologías del género (De Lauretis, 1987) –familia, escuela y medios de comunicación-  en este proceso de construcción. Finalizando con un análisis sobre el papel de las educadoras y los educadores sociales como agentes de socialización subversivos que, aprovechando los diferentes ámbitos de actuación de su profesión –especialmente atendiendo a su carácter mediador entre los diferentes agentes socializadores-, contribuyan a “desaprender el género” y a trascender, en definitiva del status quo alstatus queer (Rofes, 2005); así como con una propuesta pedagógica construida sobre los pilares de una pedagogía crítica y queer.

De los cuerpos nacidos a los cuerpos construidos: el modelo de género heteronormativo, la construcción de la desigualdad y la promoción de la violencia

“Cuanto más buscamos una base física simple para el sexo, más claro resulta que ‘sexo’ no es una categoría puramente física. Las señales y funciones corporales que definimos como masculinas o femeninas están ya imbricadas en nuestras concepciones del género”.  (Fausto-Sterling, 2006: 19).

La Segunda Ola Feminista iniciada a finales de los 60 y deudora de la obra de Simone de Beauvoir, especialmente de su conocido trabajo El Segundo Sexo (1949), culminó con la definitiva desnaturalización del género. De una vez y para siempre la naturaleza ya no era la responsable de la subordinación femenina. «Una no nace mujer, sino que llega a serlo”, afirmaba tajante Beauvoir (1987)  visibilizando  el carácter construido de la feminidad y de la masculinidad, así como de la desigualdad de género, y por tanto su posible modificación.

Una vez desenmascarado el carácter natural del género, quedaba todavía un flanco abierto para los/as detractores/as  de la lucha por la igualdad: el sexo. Esa sustancia inalterable, fija y prediscursiva, responsable de la materialidad de los cuerpos, continuaba operando a favor de la desigualdad: la inferioridad femenina y, en contrapartida, la superioridad masculina eran verdades incuestionables que venían «irremediablemente» marcadas por los cromosomas, las hormonas y los caracteres sexuales primarios y secundarios. Y fue también la tradición feminista, en este caso postestructuralista, la que tomando el testigo de sus predecesoras, inició -no sin grandes resistencias que perduran aún hoy- la desnaturalización del sexo.

Destaca en esta línea la obra de la filósofa feminista norteamericana Judith Butler (precursora y más conocida representante de la Teoría Queer) que en su trabajo El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad (1990), pone de relieve la principal premisa de su pensamiento, denunciando, de la misma manera que había sucedido décadas atrás con el género, el carácter culturalmente construido del sexo.

Así, desmitificar el carácter natural del género y del sexo significa afirmar que no nacemos ni hombres ni mujeres, ni masculinos ni femeninos, ni heterosexuales, sino que nacemos personas con una realidad corporal concreta que la cultura se encargará de significar (Carrera, 2015), encasillándonos en dos categorías opuestas (hombre/mujer) que cuando no son excluyentes se forzarán a una de las dos casillas a través de las modernas técnicas quirúrgicas de «reparación» de genitales.

De forma que tras la asignación (o asignación/reconstrucción) del sexo se construirá un género coherente -masculino para los hombres y femenino para las mujeres- y una orientación sexual legítima -heterosexual para ambos- a través de un tedioso proceso de socialización que es especialmente fuerte en la infancia, pero que se prolongará a lo largo de toda la vida. Estas normas y discursos sociales relacionados con el género y la sexualidad, conocidos como “heteronorma” dan lugar a la concepción de identidades de género binarias, opuestas, jerárquicas y complementarias, obligatoriamente heterosexuales  (Berlant y Warner, 1998).  Formadas, en definitiva, por sexismo y homofobia (Sharma, 2009).

Y  este proceso de socialización heteronormativo y diferencial para niños y niñas es impulsado desde los distintos agentes de socialización, que la feminista Teresa de Lauretis (1987) denominó tecnologías del género, entre los cuales destacan la familia, la escuela o los medios de comunicación, que a través de los estereotipos y los roles de género describen e imponen como deben ser y comportarse mujeres y hombres. Agentes y procesos de socialización en los que profundizaremos en el siguiente apartado, y en los que necesariamente las y los educadores/as sociales deben intervenir. Este proceso de socialización diferencial de género, pone de relieve el carácter performativo del género destacado por Butler (1990, 1993), que  hace referencia a que el constructo género constituye una categoría en proceso de construcción, a través de los mecanismos de imitación y repetición de las normas de género culturalmente construidas, que nos interpelan a la expresión reiterada de formas “inteligibles de género” dentro de un marco de heterosexualidad obligatoria, creando la ilusión de un“yo interior” verdadero. Imitación y repetición de la norma de género, que se entrelaza estrechamente con otro elemento definitorio de la performatividad: la exclusión. Exclusión de aquellas partes de nosotros/as que no son coherentes con esas rígidas normas de género (autoexclusión), así como de aquellas personas que se posicionan más allá de sus límites (heteroexclusión). No obstante y paradójicamente, en esta reiteración continuada de las normas género descansa también la subversión de la mismas, pues el rígido marco regulatorio de la heteronorma no hace posible no fracasar a esta tarea que, por definición, está abocada al fracaso. Por ello, las normas de género nos condicionan, pero no nos determinan, existe lugar para la subversión y oposición a las mismas. Este es el carácter constitutivo de la performatividad: reproducción e imitación de la norma de género, que necesariamente nos aboca también a la transgresión de la misma (Butler, 1990, 1993).

El proceso de socialización diferencial de género conforma así dos únicas identidades legítimas o inteligibles (Butler, 1993): hombre-masculino-heterosexual y mujer-femenina-heterosexual, posicionadas dentro de lo que Butler (1990, 1993) ha denominado la “matriz heteronormativa”. Pero no imposibilita la subversión u oposición al poder, ejemplificada por todas aquellas personas que transgreden estas dos casillas, que habitan identidades desobedientes[2] (Carrera, 2015), ininteligibles (Butler, 1990) o entrecruzadas (Burgos, 2007). Identidades que sufren, sin duda los costes de su transgresión, enfrentándose a una real o simbólica sentencia de muerte (Carrera, 2014; Lameiras, Carrera y Rodríguez, 2013).

De esta forma, construir identidades de género inteligibles no implica sólo  imitar y repetir la norma de género congruente con el sexo “heteroasignado” sino también sustentar desigualdades de género, a través de los mecanismos de exclusión y agresión. Así, la regulación del género ha sido siempre parte de un trabajo del heterosexismo normativo, de modo que género y sexualidad operan juntos para producir una cultura homófoba y sexista, estando las mujeres subordinadas a los hombres, como no podría ser de otro modo en una sociedad androcentrista, en la que el varón representa la norma, el centro y el poder. Y en la que, en definitiva, se excluyen todas aquellas identidades sexuales que transgreden las rígidas fronteras configuradas por la coherencia de la “marca corporal” (el sexo) con el género (femenino o masculino) y la orientación heterosexual.

En este sentido, el pensamiento de Butler no sólo amplía la noción de género, sino también de  violencia de género, que no se reduce a la violencia o discriminación que padecen las mujeres, sino también a la de los sujetos que habitan estas identidades “desobedientes” cuyas biografías están llenas de sufrimiento y dolor (Burgos, 2008; Carrera, 2010; Lameiras et al., 2013).

Las tecnologías del género: escuela, familia y medios de comunicación

Tal y como destacamos anteriormente el proceso de socialización se inicia en el mismo momento del nacimiento y se prolonga hasta el fin de nuestros días, desplegándose desde los distintos agentes de socialización, que la feminista Teresa de Lauretis (1987) denominó también tecnologías del género -basándose en el concepto de “tecnologías del sexo” propuesto por Foucault en 1976-, entre los cuales merecen una mención especial la familia, la escuela o los medios de comunicación. Contribuyendo a la construcción de identidades no sólo diferentes, sino desiguales, al imponer el lenguaje, la historia y los conocimientos de acuerdo a los intereses de los grupos dominantes.

De modo que, constantemente estamos recibiendo mensajes sobre quiénes somos y qué se espera de nosotros/as, muchas veces sin una conciencia clara por nuestra parte ni por parte de quien emite el mensaje. Sin embargo, esta falta de conciencia no alivia la influencia de estos mensajes en la formación de nuestra identidad. El proceso de socialización es tan complejo que incluso los silencios o las realidades que se ocultan nos educan o “deseducan”. No es posible, por tanto, “no educar”, por mucho que algunos/as se empeñen en defenderlo.

Así, no sólo es la escuela, en el ámbito de la educación formal quien educa, sino que también, en un ámbito educativo informal, lo hacen otros importantes agentes de socialización, especialmente la familia y los medios de comunicación, y también los/as iguales, especialmente en la adolescencia (Font, 2005). Por tanto, los/las docentes, los padres/madres, los/as iguales, la publicidad, las películas, la literatura, los dibujos o los juguetes, son importantes agentes de socialización de género, ya que constantemente, tanto en lo que explicitan como en lo que ocultan, tejen una serie de discursos sobre quiénes y cómo son las “mujeres” y los “hombres” de verdad. Como destaca Fausto-Sterling (2006: 291):

 “Compañeros de clase, padres, maestros y hasta los extraños en la calle evalúan la vestimenta de los niños. Un crío que vista pantalones se ajustará a las normas sociales, mientras que si se pone una falda no lo hará, ¡y enseguida se dará cuenta!”.

Esto pone de manifiesto que las normas de género, esas normas que el niño/a está llamado a interpelar desde el mismo momento de su nacimiento son reglas institucionales, ya que el género no es un proceso meramente individual, sino que se desarrolla en espacios de socialización e interacción con las demás personas.

En cuanto a la escuela, es necesario destacar que cuando hablamos de educación no son pocas las personas, incluyendo desgraciadamente a las que supuestamente son “expertas” en el ámbito educativo, que la “despojan” de su elemento más definitorio y genuino: su carácter axiológico consustancial  (Cid, Dapía, Heras y Payá, 2001). Carácter axiológico que implica, antes de cualquier otra opción, una opción valorativa, una mejora del ser humano como persona, a través de la formación de ciudadanas y ciudadanos críticos y comprometidos con la denuncia de las actuales estructuras de poder-sumisión y la alternativa a las mismas. Convirtiéndose, en contrapartida, en un instrumento para reproducir las estructuras sociales de poder-sumisión, creando individuos acríticos y pasivos, a través de una práctica que en ningún caso debemos confundir con la educación (Monclús, 2005).

Desde esta acepción instructiva, la educación sirve al mantenimiento del orden social y, en concreto, al mantenimiento de las estructuras jerárquicas de los géneros. Así, ya Rousseau en el S.XVIII defendió el diseño de un currículum que favoreciese el ajuste de las personas al orden social de los géneros basado en el “equivalente orden natural de los sexos”, lo que dio lugar a una educación de los niños enfocada al desarrollo libre y a la potenciación de todas sus capacidades, y en contrapartida a una educación de las niñas centrada en seguir el “destino natural” de la maternidad (Bonilla y Benlloch, 2000).

Esta “instrumentalización” de la educación, dotada habitualmente de un falso carácter aséptico, para la reproducción de las estructuras de poder-sumisión continúa formando parte de la dinámica educativa de muchos centros. Así, mientras el currículum explícito enfatiza el desarrollo de las capacidades racionales de los individuos, descuidando su dimensión emocional (Lameiras y Carrera, 2009), surgiendo grandes controversias cuando se pretende educar la dimensión afectiva y ética, como sucedió en España con la asignatura de “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos”; el currículum oculto, que es el que mejor define la ideología de un determinado modelo educativo:

 “Juega un papel destacado en la configuración de determinados significados y valores de los que el colectivo docente y el mismo alumnado no son plenamente conscientes” (Torres, 1994: 10).

 Asimismo, Best (1983) nos alerta de un “tercer currículum” activamente implicado en la socialización de género en la escuela, referido a las “culturas invisibles de los iguales” en el centro educativo. En un plano analítico similar Lahelma (2002) destaca tres tipos de leyes, profundamente relacionadas en la vida diaria de la escuela, con el objetivo de ayudar a comprender las complejas prácticas y discursos de género que se producen en los centros educativos:  a) leyes oficiales de la escuela, incluyendo aquí el currículum explícito y las jerarquías formales entre profesores y estudiantes; b) leyes informales de la escuela, incluyendo aquí referidas a la interacción entre docentes y alumnos/as, así como de los/as iguales entre sí y con el resto de la comunidad educativa; y c) leyes físicas, en relación a los espacios, los tiempos, los sonidos, las voces, los tonos o los gestos. Señalando que los discursos de género están implicados en los tres tipos de leyes, especialmente en las informales y en las físicas, y que tanto las leyes formales como físicas invaden constantemente las leyes formales u oficiales de la escuela.

Un importante aspecto del currículum oculto serían las ilustraciones incluidas en los libros de texto escolares, que juegan un papel crucial en la elaboración de discursos de masculinidad y feminidad (Louie, 2001). En esta línea, Jackson y Gee (2005) hicieron un análisis de las ilustraciones e imágenes incluidas en los libros de texto usados en Nueva Zelanda en el período comprendido entre el año 1950 y el año 2000 constatando escasos cambios en los últimos 50 años en las representaciones que se hacen de niños y niñas, tal y como se ha puesto de relieve en otros estudios (Gooden y Gooden, 2001); así como significativas diferencias en los adjetivos utilizados para describir a chicas y a chicos, en sus gestos, posturas y actividades representadas, e incluyendo más ilustraciones referidas a niños que a niñas. Concluyendo que estas ilustraciones constituyen fuertes discursos de género, que presentan unas formas de “hacer” la feminidad y la masculinidad como naturales y legítimas y otras como desviadas.

Además, otra importante cuestión a tener en cuenta en la escuela en relación a la socialización de género es la incómoda relación entre las instituciones escolares, que son presentadas como asexuales, y la sexualidad. En este sentido, la relación entre género y sexualidad es tal que cualquier noción de masculinidad o feminidad legítima será presentada dentro del marco de la heteronormatividad o “matriz heterosexual” (Epstein O’Flynn y Teldford, 2003; Youdell, 2006). En esta línea, las escuelas producen discursos de género a la vez que producen fuertes discursos sobre la heterosexualidad que se interrelacionan y refuerzan (Rasmussen, 2006: Taylor, 2007).  Así, la heterosexualidad no sólo se naturaliza en la escuela, sino que a su vez se promociona a lo largo de toda la educación formal, tanto obligatoria como postobligatoria  (Rasmussen, 2006).

En la educación primaria se promociona la producción de heterosexualidades normativas a través de discursos, mantenidos bajo las premisas de inocencia e ignorancia de la infancia, que reproducen implícitamente expectativas de matrimonio estable para los propósitos de la procreación, el amor, la seguridad y estabilidad emocional. Presentando la heterosexualidad no como una opción sino como una imposición, como la única forma ser y de estar en el mundo, lo que a su vez constituye un discurso implícitamente homófobo (Nayak y Kehily, 1996). De hecho, simples interacciones en el aula con el “otro sexo”, tales como pedir un lápiz prestado, están altamente sexualizadas, siendo percibidas por los niños/as en términos de relaciones heterosexuales (Renold, 2000).

En referencia a esta ideología de la inocencia e ignorancia infantil Jackson (1999) destaca su carácter fuertemente generizado, de modo que las niñas son simultáneamente “inocentizadas” y “(hetero)sexualizadas”, de forma que aunque la mayor parte de ellas ignoren los mecanismos del “sexo heterosexual”, saben que ser atractivas y “femeninas” obtiene una respuesta positiva de los adultos/as.

Por otra parte, en secundaria, aunque ya no pueden defenderse discursos de inocencia, sigue habiendo una completa invisibilidad de formas no heterosexuales de identidad, y cuando son mencionadas se hace bajo formas biologicistas y patológicas  (Rogers, 1994). En esta etapa educativa, los bailes y fiestas del colegio y otros espacios informales facilitan y promocionan relaciones de tipo heterosexual, normalizadas y hegemónicas (Epstein et al., 2003).

Especiales espacios para la construcción de discursos de género heteronormativos en la escuela son los grupos de amigas, que operan fuertemente alrededor de cuestiones sobre sexualidad tales como los chicos que les gustan, las fantasías con sus compañeros o profesores o sus ídolos preferidos que constituyen objetos de deseo y que contribuyen a imaginar “futuros heterosexuales”. No obstante, no cumplen este papel los grupos de chicos, en los que principalmente se despliegan discursos sexistas y homófobos que solidifican sus relaciones de amistad, de forma que otro tipo de discurso podría amenazar su identidad “supuestamente heterosexual” (Redman, Epstein, Kehily y Mac An Ghill, 2002).

De modo que la educación promocionada en la escuela no consiste sólo en aprender destrezas y memorizar asignaturas, sino que crea identidades. Los niños/as, adolescentes y jóvenes usan los discursos de género heteronormativo, presentes en el currículum explícito y oculto de la escuela como materias primas para elaborar su identidad. En este sentido, la escuela, como uno de los principales agentes de socialización, no sólo refuerza roles de género dominantes, sino que impone incluso un marco más rígido de heteronormatividad que los elaborados más allá de las aulas (Delamont, 1990). Y juega un importante rol en la reproducción de desigualdades en relación no sólo al género, sino también a la raza y a la clase social (Taylor, 2007).

Otros modos de producir y reproducir las normas de género, y con ellas las identidades de niñas/os y adolescentes en la educación formal, consisten en la exclusión de las aportaciones de las mujeres a la ciencia y la cultura, así como en la no inclusión de la historia y las aportaciones de los movimientos feminista y homosexual en el currículum explícito. Así como en la exclusión sistemática de experiencias de educación sexual integradoras, orientadas especialmente a los procesos de construcción de la identidad de género.

Asimismo, el uso del lenguaje sexista y el trato diferencial en función del género, especialmente en los primeros niveles de la escolarización (rincones de juego diferenciado, uso de adjetivos diferentes para referirse a la niñas –como dulce, bonita, cariñosa- y a los niños –como bruto, fuerte, activo o inteligente); así como la no intervención en situaciones sexistas y homófobas en las aulas, que en no pocas ocasiones constituyen situaciones de maltrato entre iguales o bullying (Carrera, Lameiras, Rodríguez y Vallejo, 2013), conforman sutiles y eficaces instrumentos que nos van modelando y configurando desde la más tierna infancia sin ser conscientes de ello.

Junto a la escuela, no debemos olvidar el papel desempeñado por otros agentes de educación informal, tales como la familia o los medios de comunicación. La familia es un potente agente de socialización de género, así podemos incluso afirmar que la socialización de género en el ámbito familiar comienza ya antes de nacer, pues cuando va a nacer un nuevo ser las expectativas que la familia tiene son diferentes en función de si va a ser un niño o una niña, la ropa que se compra es diferente, la decoración de la habitación también, el nombre que escogemos indica claramente en que casilla deberá posicionarse.

Posteriormente, habitualmente la familia provee a los niños/as en los primeros años de su vida de un modelo heterosexual, así como de un espacio en el que los padres/madres y en general las figuras de apego despliegan una serie de discursos de género estereotipados que sin duda constituyen importantes referentes para la elaboración de su identidad en “femenino” o en “masculino” (Sanz, 2004).

Así, si bien la familia debería ser ejemplo de una relación satisfactoria, basada en el cuidado, la valoración y el respeto mutuo, transmitiendo estos valores a sus hijos e hijas; en la mayoría de las ocasiones se convierte en un instrumento de reproducción del status quo, en el que niños y niñas aprenden desde muy pequeños y  pequeñas que hay atributos de personalidad, rasgos físicos y normas de comportamiento adecuados para casa sexo (Lameiras y Carrera, 2009)

Por otra parte, los medios de comunicación, son también importantes agentes de socialización que han adquirido progresivamente un mayor protagonismo e influencia transcultural, generando numerosos y estereotipados discursos de género. En este sentido, un superficial análisis de la publicidad nos permitirá identificar numerosos discursos sobre el ideal de belleza femenino (Fouts y Vaughan, 2002), así como los roles y estereotipos que son “adecuados para cada género”, que alcanzan su máxima expresión en la publicidad sobre juguetes, predominando los tonos rosa y pastel con muñecas, peluches y cocinitas para las niñas, así como tonos oscuros, muñecos o monstruos con armas y vehículos para los niños. Así los juguetes y la publicidad sobre se juguetes son importantes instrumentos de transmisión de las normas de género (Williams y Best, 1990), constituyendo una materia prima, para nada despreciable, en la construcción de narrativas de género de los/as más pequeños/as.

Paralelamente no podemos despreciar la para nada despreciable influencia del cine. Pensemos por ejemplo en las películas de la factoría Disney, que son vistas de forma masiva por el público infantil (y no tan infantil), y en las que se ofrece una visión fuertemente estereotipada de mujeres y hombres, de modo que, desde pequeñas las mujeres son educadas en los buenos modales, el trabajo doméstico, la cocina y el cuidado;  mientras que los hombres son educados para el trabajo fuera del hogar, siendo los máximos responsables de proveer los recursos económicos para su familia, valientes y siempre dispuestos a salvar a una “dama en apuros”. Y en ambos casos, mujeres y hombres, serán exclusivamente heterosexuales. Como concluye Giroux (2001) estas películas están repletas de estereotipos y roles de género tradicionales encarnados en príncipes, princesas, héroes y villanos que sirven como excelentes modelos para aprender a ser niña o niño, mujer u hombre (Giroux, 2001). De hecho, Mulvey (1975) señaló que el rol de las mujeres en las películas de Disney constituye una herramienta de atracción para la mirada masculina, convirtiéndose las jóvenes un objeto de placer visual para los hombres y la audiencia.

En definitiva, la sociedad patriarcal, a través de sus diferentes agentes de socialización o tecnologías del género (De Lauretis, 1987) nos somete a un proceso de “llegar a ser sujetos”, siendo el género, asentado en la ficción del sexo, uno de las principales marcas de constitución de la identidad (Burgos, 2005).

Así, si bien los agentes de socialización son potentes instrumentos al servicio de la reproducción de los estereotipos y roles de género, no es menos cierto que la educación puede ser también una potente herramienta al servicio de la liberación (Freire, 1970). En este sentido la Educación Social constituye una oportunidad extraordinaria para revertir este proceso y contribuir a “desandar el camino andado” o “desaprender el género”, como a continuación exponemos.

Desaprendiendo el género: un desafío pedagógico para las educadoras y educadores sociales

Tal y como destacamos anteriormente la educación tiene un fuerte componente axiológico, de forma que no es posible no optar en educación, pues toda escuela o agente educativo educa en valores (y puede afirmarse que si no educa en el valor lo estará haciendo en el contravalor). Así, la educación puede estar al servicio de la liberación y de la transformación social, o por el contrario, al servicio de la opresión y de la reproducción de las normas de género y de las desigualdades que de ellas se derivan.  En cualquier caso, la educación concebida como proceso humanizador no puede seguir por más tiempo al servicio de la reproducción del statu quo, favoreciendo a los grupos hegemónicos, perpetuando las desigualdades, la violencia y la exclusión, sino que debe optar por el camino de la liberación.

En este sentido la Educación Social, como proyecto ético y tarea cívica (Caride, 2002), puede ser definida como afirma la Asociación Estatal de Educación Social (ASEDES) (2007) en base a dos importantes ejes o puntos de apoyo: como derecho de la ciudadanía y como profesión de carácter pedagógico. De forma que el derecho de la ciudadanía se concreta en el reconocimiento de una profesión de carácter pedagógico, generadora de contextos educativos y acciones mediadoras y formativas, que son ámbito de competencia profesional de las educadoras y los educadores sociales  posibilitando la sociabilidad y la circulación social de las personas – entendida como la posibilidad de realizar trayectos diversos y diferenciados por los diferentes espacios de desarrollo de la sociabilidad-, así como la promoción cultural y social, comprendida como apertura a los bienes culturales que permitan ampliar las perspectivas educativas, laborales, de ocio y participación social. Y destacando entre los principios deontológicos de la profesión el Principio de respeto a los Derechos Humanos –actuando siempre en el marco de los derechos fundamentales y en virtud de los derechos enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos- y el Principio de Justicia Social -actuando siempre con el objetivo del desarrollo integral de las personas, interviniendo no sólo en las situaciones críticas sino en la globalidad de la vida cotidiana, llamando la atención sobre aquellas condiciones sociales que dificultan la socialización y puedan llevar a la marginación o exclusión de las personas (ASEDES, 2007).

Asimismo, además de los ámbitos tradicionales de intervención de la Educación Social, tales como la Educación Especializada, la Educación de Personas Adultas y la Animación Sociocultural (Petrus, 2000), pueden destacarse nuevos ámbitos de intervención emergentes entre los que destaca el ámbito escolar y la mediación entre este y otros ámbitos de socialización como la familia o los medios de comunicación (Gómez-Serra, 2003), facilitando los procesos de socialización en base a los cuatro pilares de la educación defendidos en el célebre Informe Delors (1994) que implican no sólo “aprender a conocer” y “aprender a hacer”, sino también “aprender a ser” y “aprender a vivir con las demás personas”.

En este sentido, si bien hasta hace poco la Educación Social se definía por oposición a la educación formal, entendida como cualquier intervención educativa estructurada que no fuese escolar (Petrus, 1996), más recientemente el mismo autor ponía de relieve que Educación Social y Escolar ya no son excluyentes, afirmando que la educación es, por necesidad, social (Petrus, 2004). En la misma línea, Orte (2008) pone de relieve que la dimensión social de la educación es un objetivo apenas asumido y esbozado en la institución escolar, que puede y debe asumir la Educación Social. Por su parte, Galán (2008), Petrus (2000) y Pérez-Serrano (2003) destacan la necesidad que tiene la escuela de avanzar hacia una verdadera formación integral adaptada a las necesidades individuales de cada alumno/a en una realidad socioeducativa cada vez más compleja y diversa; así como la necesidad de establecer puentes de comunicación entre la familia y el centro escolar, y  entre éste y su contexto social, aprovechando los recursos que brinda. En la misma línea Parcerisa (2008) pone de relieve la problemática vivida por una escuela incapaz por sí misma de gestionar las dificultades de convivencia que se dan en su interior y, que en el mejor de los casos, encuentra límites normativos y de concepción cuando pretende extender su acción más allá del entorno escolar.

Así, el/la profesional de la Educación Social puede contribuir a la educación integral de toda la ciudadanía, especialmente de niñas, niños y jóvenes, trabajando como eje mediador entre la necesaria colaboración de los diferentes agentes de socialización, en especial de la escuela y de la familia, pero también de los diferentes agentes educativos no formales de la comunidad. Poniendo en marcha proyectos colaborativos de promoción de la formación integral de la personalidad, al margen de la norma de género, así como a la promoción de la valoración de la diversidad sexual y a la prevención e intervención en los fenómenos de violencia derivados de la heteronorma. Así, como señala Orte (2008) la Educación Social, incluida también en la escuela, debe jugar un papel primordial en la institucionalización de una nueva justicia social.

Para ello  es necesaria una adecuada formación para las educadoras y los educares sociales en relación al género y a los fenómenos de exclusión derivados de las nomas de género, construida sobre las bases de una pedagogía crítica y queer, que permita transitar de la injusticia de la desigualdad a la riqueza de la diferencia. Convirtiéndose de este modo en agentes transgresores y subversivos que contribuyan a “desaprender el género” (Lameiras, Carrera y Rodríguez, 2011) y, en definitiva a transitar del status quo al status queer (Carrera, 2013; Rofes, 2005).

En esta línea, el modelo pedagógico que aquí defendemos se construye sobre dos grandes pilares: la pedagogía crítica y la pedagogía queer. Por una parte, la pedagogía crítica se construye necesariamente sobre una educación liberadora o problematizadora, desde su dimensión utópica y transformadora de la realidad, que implica perfeccionar y optimizar lo que hay dentro de la persona, facilitando una lectura crítica del mundo y la búsqueda del cambio, la superación y la mejora como horizonte, orientándose, en última instancia, formar personas críticas para la transformación de las estructuras sociales y económicas de la realidad; frente a la educación bancaria, reproductora delstatus quo y por tanto limitada a trasmitir los intereses de los grupos hegemónicos (Freire, 1970). Así, esta pedagogía de la liberación, es también una pedagogía de la indignación con todos aquellos procesos que generan opresión; la indignación se convierte así en una de las claves del proceso de concientización, exigiendo necesariamente la comprensión crítica de la realidad. Esto supone “por una parte, su denuncia y; por otra, el anuncio de lo que aún no existe” (Freire, 2001: 52).

Por otra parte, en base a tales premisas, esta educación liberadora y crítica, debe complementarse y dar cabida a una pedagogía queer. El concepto de pedagogía queer, que nace en el marco del movimiento feminista postestructuralista, y más concretamente de la Teoría Queer, fue acuñado por primera vez en 1995 por Deborah Britzman como aquella pedagogía consistente en cuestionar las bases de las prácticas pedagógicas tradicionales de forma general, y más concretamente de las prácticas pedagógicas en relación con el género y la sexualidad producidas y naturalizadas en la escuela. Reivindicando una pedagogía de la diferencia que va más allá de la inclusión y de la tolerancia como mal menor, orientándose al reconocimiento de una diferencia fuera de los imperativos de la normalidad que impone la heteronormatividad (Britzman, 1995, 2005). De modo que este nuevo modelo pedagógico fomenta el desarrollo de una práctica educativa que permite tomar conciencia de la violencia que generan las rígidas normas de género, cuestionando así lo que durante mucho tiempo hemos asumido como dado, inherente y “natural”.

Así, los ejes definitorios de esta pedagogía queer se organizan en torno a la necesidad de “pensar el mundo” más allá del rígido binomio hombre-masculino-heterosexual/mujer-femenina-heterosexual, rompiendo la imposición de una identidad unitaria, fija y coherente que, como destaca Butler (1993), constituye el “lecho” sobre el que se erige la violencia y la exclusión de las identidades que son percibidas como ininteligibles, abyectas o amenazantes para la coherencia del sujeto, imposibilitando toda forma de vida situada más allá del marco heteronormativo.  Dinamizando así las posiciones identitarias rígidas, trasformadas en lugares temporales que “conectan y se interrelacionan unos con otros, y que desde un impulso democrático no dejan de replantearse críticamente las acciones de exclusión que efectúan” (Burgos, 2008: 266). En definitiva, tales objetivos y contenidos, se sitúan en el continuo que va de la realidad a la utopía, del status quo al status queer, de la rigidez del binomio heteronormativo en el que se “encasillan” nuestras vidas desde la más tierna infancia, al “oasis de libertad plena”, caracterizado por la incoherencia de las identidades, así como por otras configuraciones de parentesco socialmente válidas y operativas, alternativas a las relaciones monógamas y reproductivas de las familias “hegemónicas” (Butler, 1997; Carrera, 2013).

Sin embargo, la formación de las educadoras y educadores sociales en cuestiones de género, y especialmente en relación a los fenómenos de exclusión y violencia derivados de las normas de género, es todavía una asignatura pendiente, tal y como destacan Bas-Peña, Pérez de Guzmán y Vargas-Vergara (2014). Estas autoras llevaron a cabo un estudio sobre la formación en cuestiones de género en la formación del alumnado de Educación Social de las universidades españolas, analizando tanto los planes de estudio como las guías docentes, así como las respuestas del alumnado de último curso sobre cuestiones relativas a su formación en el ámbito del género y la igualdad (Bas-Peña et al., 2014), comprobando la escasa presencia de asignaturas específicas o transversales relacionadas con esta temática,[3] y más aún de materias orientadas al estudio de los fenómenos de exclusión provocados por la heteronorma.

En definitiva, “Desaprender el género” es una tarea necesaria y urgente, que constituye un desafío pedagógico para la Educación Social, pues sólo formando y sensibilizando a las futuras generaciones de educadores y educadoras sociales en estas temáticas podremos garantizar su tarea como verdaderos agentes subversivos que trabajen al servicio de la liberación y de la justicia social. Asimismo, junto a esta formación inicial básica que debe implantarse en el Grado, no es menos importante atender a la formación continua de los y las profesionales de la Educación Social a través tanto de las ofertas formativas que podrían impulsarse especialmente desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales y los Colegios Profesionales de las diferentes Comunidades Autónomas, así como desde las diferentes Administraciones, empresas privadas y Universidades. Por todo lo anterior, la formación tanto inicial como continua de las educadoras y educadores sociales debe orientarse a fomentar una actitud crítica y reflexiva de la realidad, alimentando su pasión por la transformación social en aras de contribuir a la construcción de sociedades más justas, en donde la “otredad” y las prácticas de exclusión y violencia basadas en la identidad no sean posibles.


Referencias bibliográficas

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maria_victoria[1]   María Victoria Carrera Fernández (mavicarrera@uvigo.es). Diplomada en Educación Social y Doctora en Ciencias de la Educación,  Profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense (Universidade de Vigo).

 

maria_lameirasMaría Lameiras Fernández (lameiras@uvigo.es). Doctora en Psicología, Profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense (Universidade de Vigo).

 

Xosé_Manuel_Cid_Fernández

 

Xosé Manuel Cid Fernández (xcid@uvigo.es). Doctor en Pedagogía, Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense (Universidade de Vigo).

 

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Yolanda Rodríguez Castro (yrcastro@uvigo.es). Doctora en Ciencias de la Educación, Profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense (Universidade de Vigo).

 

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Patricia Alonso Ruido (patriciaruido@uvigo.es). Diplomada en Educación Social y Licenciada en Psicopedagogía. Becaria Predoctoral en la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense (Universidade de Vigo).

 

[2] ¿Cuáles son estas otras identidades? Imposible clasificar esta rica diversidad, innecesario también. Con un objetivo únicamente didáctico, reconociendo que la categoría más inclusiva es la categoría persona, podemos destacar identidades que van desde las personas intersexuales, cuya genitalidad o sexo biológico tiene a su vez características masculinas y femeninas, que reclaman su derecho a situarse en el mundo al margen de la rigidez del binarismo mujer/hombre; pasando por las personas transgénero, aquellas cuyo sexo biológico no coincide con su género psicosocial -por ejemplo, mujeres con pene u hombres con vagina; las personas transexuales, que desean cambiar su cuerpo para adaptarlo al género al que sienten que pertenecen; y las personas homosexuales/lesbianas/bisexuales cuya orientación sexual se aparta de la heterosexualidad hegemónica. Y de forma global cualquier persona que de alguna manera transgrede la estricta norma de género (Carrera, 2015; Lameiras, Carrera y Rodríguez, 2013).

[3] En el citado estudio de Bas-Peña et al. (2014) se analizan las guías docentes de las asignaturas de las de 36 universidades españolas que imparten el Grado de Educación Social. Identificando 171 guías de materias que incluyen contenidos de género, de las cuales 24 son específicas de género y 147 lo abordan de forma transversal. Destacando entre algunas de las Universidades que incluyen en sus planes de estudio entre 1 y 5 de estas materias: la Universidad de Alcalá, la Universidad de Almería o la Universidad Pablo de Olavide. Entre 6 y 10: la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Granada o la Universidad de Vigo. Y entre 11 y 15 materias exclusivamente la Universidad de A Coruña.

Articulo publicado en: http://www.eduso.net/res/21/articulo/de-las-tecnologias-del-genero-a-las-tecnologias-de-la-subversion-un-desafio-pedagogico-para-la-educacion-social

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Capitalismo Cognitivo, otro argumento para reinventarse o morir

Por Laura Rosillo Cascante

El fin del trabajo tal como lo conocemos: artesanos del conocimiento

Comienzo muchas de mis mañanas con la lectura de la prensa digital de la que no me interesa ni política, ni deportes y suelen caer mis ojos sobre secciones consideradas por los periodistas como secundarias: sociedad, cultura, tecnología, …

En realidad busco alimento para mi blog y para mis sesiones sobre cómo Internet nos ha cambiado la vida y la profunda revolución que se está produciendo en el mercado laboral que nos está transformando de empleados en emprendedores y dejo la actualidad para la hora de la sobremesa saltando de canal en canal de televisión, en un vano intento de encontrar información veraz, libre de peajes políticos…, pero este es otro tema.

Esta mañana, navegando, navegando, he topado con un artículo de El Confidencial, 5 razones (no económicas) que te harán perder tu empleo, de Iván Gil, cuya lectura recomiendo, en el que se habla de la muerte de la clase media y de esa profunda transformación que está sufriendo el mercado de trabajo. Según Gil, el talento ya no interesa a las empresas. Transcribo un párrafo que me ha parecido especialmente acertado:

“Los profesionales talentosos son caros, y “las empresas prefieren un ejército de trabajadores mediocres y fieles”, por supuesto mal remunerados, que una estrella con un sueldo anual desorbitado.

Como comenta el empresario norteamericano, los profesionales de recursos humanos se están especializando en “destruir las aspiraciones profesionales de sus mejores trabajadores”, para así ahorrar costes salariales y no tener que ofrecerles mayores privilegios.”

Así la fuerza transformadora, la creatividad, la innovación está saliendo de las empresas para constituir un ejército de nuevos artesanos, los knowmads, trabajadores del conocimiento y la innovación, fácilmente adaptable y que es capaz de trabajar con cualquier persona, en cualquier momento y lugar, según la definición de Cristóbal Cobo en Aprendizaje Invisible.

Si el talento sale fuera de las empresas es porque estamos inmersos en una nueva revolución industrial, lo que ha venido a llamarse el “Capitalismo Cognitivo” o Postfordismo y que según A. Gorz se inicia cuando “el conocimiento se vuelve la fuerza productiva principal, el trabajo inmediato, medible y cuantificable deja de ser la medida de la riqueza, que estará dada de manera creciente por la ciencia y la tecnología, los conocimientos sociales, el poder del cerebro y la formación permanente (Gorz, A. (2003) Lo inmaterial. Conocimiento, valor y capital).

Encuentro en Amphibia, blog del periodista Pablo Mancini un buen resumen del libro de Yann Moulier, Capitalismo Cognitivo:

Yann Moulier Boutang distingue tres configuraciones históricas del capitalismo: la primera es el capitalismo mercantil, basado en la hegemonía de los mecanismos mercantiles (desde principios del siglo XVI y hasta finales del siglo XVII).

La segunda es el capitalismo industrial, basado en la acumulación de capital físico, que tuvo como símbolo a la fábrica. La tercera configuración es la que propone y analiza en el libro: el capitalismo cognitivo, basado en la acumulación de bienes inmateriales y la diseminación del conocimiento.

Yann Moulier Boutang sostiene que el capitalismo cognitivo se basa en un nuevo modo de acumulación en el cual el objeto de acumulación es a su vez la fuente de producción de valor: el procesamiento de enormes volúmenes de información, la acumulación de conocimiento y la producción de innovación.

Lo cual redefine radicalmente lo que se entiende por materia prima, modos de producción, medios de producción, formas de acumulación y producción de valor. En síntesis, intenta el diseño de un plano que de cuenta de esta nueva forma de producción capitalista que llama capitalismo cognitivo.

El punto esencial ya no es la fuerza de trabajo, sino la fuerza de invención y de innovación.

Y como desagregado reticular, el know how que las organizaciones no pueden reducir a mecanismos ni a expresarlos en capital físico para ser acumulado, mucho menos a activos estables controlados. El punto es, entonces, el trabajo inmaterial, el trabajo “abstracto”.

Así pues, de nuevo vuelvo a cuestionarme la función de los Departamentos de Recursos Humanos que tienen que evolucionar hacia la comunicación, relación, coordinación y desarrollo de profesionales externos a la organización que prestarán sus servicios de forma temporal a la empresa y que no estarán sujetos a normas internas… por lo que el “engagement” se producirá con el proyecto, con la idea, pero no con la empresa.

Acabadas reestructuraciones, ERES y demás “ajustes”, lo difícil será para los departamentos de Recursos Humanos, captar talento externo y gestionar redes.
Y aunque ahora estemos en el centro de la vorágine, en el ojo del huracán del tránsito del capitalismo industrial al capitalismo del conocimiento, hay que ponerse manos a la obra en nuestra reconversión individual, en nuestra transformación en artesanos del conocimiento, para que esta nueva era económica nos coja armados y potentes, con la fuerza de la flexibilidad, la capacidad de adaptación, la inmersión tecnológica y en estado Beta, reinventándonos cada día y dueños de nuestro propio destino laboral.

Fuente: http://transdoc.com/articulos/recursos-humanos/Capitalismo-cognitivo-otro-argumento-para-reinventarse-o-morir/43068

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Si su marido le pega, consulte a su confesor

Fuente: El Pais RAQUEL VIDALES /18 de Abril de 2016

La obra teatral ‘El florido pensil (niñas)’ recrea la educación de las mujeres en el franquismo

“Mi querida amiga: ante todo, quiero recordarle que estamos en esta vida para sufrir. Tenga resignación, pues el matrimonio es una cosa muy seria, un lazo que es imposible romper. Le aconsejo que no le lleve la contraria a su esposo. Y haga lo que él desee. En cuanto a los puñetazos que han recibido tanto usted como su hija… le aconsejo que exponga el caso a su padre confesor”. Quien haya vivido en España entre 1947 y 1984 puede adivinar de quién proceden estos consejos. Es un fragmento delConsultorio de Elena Francis, el programa radiofónico que durante casi cuatro décadas se encargó de transmitir a las españolas lo que el régimen franquista esperaba de ellas: sumisión, casas limpias, hijos.

La grabación aparece en la obra teatral El florido pensil (niñas), la versión femenina dela que triunfó en los años 90 con su retrato agridulce de las escuelas franquistas (y que luego fue llevada al cine). Si aquella mostraba cómo los chicos eran dirigidos hacia la ideología dominante, esta expone la brutal asfixia moral que sufrieron las chicas. No solo en la escuela, sino también con instrumentos como el Consultorio de Elena Francis, que las niñas escuchaban con sus madres después del colegio.

La obra está basada en el libro del mismo título de Andrés Sopeña (1994), en el que el autor rememora con humor su propia experiencia en la escuela, pero también utiliza otros textos que hacen referencia específica a la educación femenina durante el franquismo y documentos reales de la época como la Guía de la buena esposa, escrita por Pilar Primo de Rivera, que enseñaba 11 normas de oro. Las recitan las alumnas en un aula en una de las escenas más hilarantes del espectáculo: “Ten la cena lista. Ponte guapa. Sé dulce e interesante. Arregla tu casa. Haz que se sienta en el paraíso. Peina a los niños, lávalos y cámbiales la ropa en caso de ser necesario. Minimiza el ruido. Procura verte feliz. Escúchalo. Ponte en sus zapatos. No te quejes”. “Esta es la más importante: no te quejes”, subraya la maestra. “No te quejes si llega tarde. Si va a divertirse sin ti. O si no llega en toda la noche”, completan las niñas.

Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, fundadores de la compañía donostiarra Tanttaka, codirigieron la primera adaptación hace dos décadas y ahora son también los responsables de la versión femenina. Tanto en la producción catalana, que se representa actualmente en Barcelona, como de la que ha empezado ya su gira por el País Vasco y después por toda España. “Está volviendo a pasar lo que hace veinte años: lleno a rebosar otra vez, viene a vernos gente que nunca pisa un patio de butacas, mayores que pasaron por aquellas escuelas, jóvenes que no habían nacido pero quieren saber”, afirma Gabilondo. “Se ríen. Suspiran. Corean las canciones. Comentan de forma cómplice. Pero se nota una pequeña diferencia entre cómo el público vivía la función entonces y cómo la vive ahora. En los años 90 era todavía un ejercicio de liberación, de catarsis, porque hasta ese momento nadie había tratado este tema de una manera tan relajada. Ahora es distinto: hay abuelas que llevan a sus nietos para que entiendan algunas cosas que todavía suceden hoy”, precisa Bernués.

De aquellos polvos vienen estos lodos. “Así nos ha ido por dejar estos casos [las palizas de los maridos] en manos del confesor de turno y no de la justicia”, dice uno de los personajes después de escuchar el consejo de Elena Francis. Y a continuación otro personaje enumera estadísticas oficiales: mujeres asesinadas por sus parejas este año, el año pasado. “Más de 700 en la última década”, insiste. “Hemos querido hacer hincapié en la violencia machista porque nos parece la peor de las consecuencias de la educación patriarcal. Podemos pensar que el franquismo está superado, que hablamos de un tiempo muy lejano, pero no es así: ocurrió hace nada y las secuelas están vivas”, explica Gabilondo. “¿De verdad esto te pasó a ti, abuela?», pregunta asombrado un joven al salir de la función.

 

El enlace original es:  http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/03/actualidad/1459676953_950203.html?id_externo_rsoc=FB_CC

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El Congreso reclama por unanimidad una Estrategia Integral para la Transformación Digital de España

El acuerdo  defiende la aprobación de una Agenda Digital 2020

España/ 13 de Abril de 2016/La Información

La Comisión de Industria del Congreso ha reclamado este miércoles por unanimidad una nueva Estrategia Integral para la Transformación Digital de España, y se ha comprometido a promover la creación de una subcomisión parlamentaria en la que estudiar medidas para desarrollar la industria 4.0.

El acuerdo ha partido de una iniciativa del PSOE, que defiende la aprobación de una Agenda Digital 2020 y la creación de un nuevo Consejo Nacional para la Transformación Digital en el que participen actores públicos y privados. Igualmente, se considera necesario crear un Observatorio Digital que vigile y haga transparente el proceso.

Entre las prioridades que deberían incluirse en la Estrategia Integral se incluye una agenda de inversiones en infraestructuras de banda ultra-ancha y servicios de contenidos «seguros y fiables» que permitan que este servicio sea universal al finalizar la próxima legislatura y que garanticen una conexión de calidad en todo el país.

CAPACITACIÓN DIGITAL

 Además, hace falta asegurar la capacitación digital de los ciudadanos y las empresas así como adaptar la educación a las necesidades de la actividad económica, generar mecanismos de transferencia del conocimiento «más ágiles» entre el sector educativo y el productivo, y fomentar la creatividad y la formación permanente mediante políticas activas de empleo.

Las pymes deberían contar con planes sectoriales y de apoyo específicos para no quedar atrás en esta revolución, y también habría que potenciar el papel internacional de las empresas como proveedoras de servicios, sobre todo tecnológicos, desde España.

Asimismo, la administración electrónica debería recibir un nuevo impulso, se debería garantizar una normativa estable y habría que garantizar en España una inversión del 3% del PIB en I+D+i e impulsar en Bruselas la regla de oro para que estas inversiones no computaran en el déficit público.

Por otra parte, se reclama una normativa estable para los inversores, garantías en la protección de los derechos en la era digital, nuevos modelos de comercialización tecnológica para pymes, planes de recualificación y reciclaje para los trabajadores afectados por la automatización, y el impulso de un ecosistema innovador de pymes altamente especializadas.

Fuente: http://noticias.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/computacion-e-informatica/redes/Congreso-Estrategia-Integral-Transformacion-Digital_0_907411050.html

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España: Alumnos con coraje

Dos estudiantes de la UCO con discapacidad narran cómo afrontan el día a día en clases con el respaldo que reciben desde la Unidad de Educación Inclusiva

Arabia Serrano atiende en clase a las explicaciones que le da su intérprete de signos, Azahara Naranjo.

En el censo de la Universidad de Córdoba (UCO) hay inscritas 94 personas que tienen algún tipo de discapacidad. A pesar de su enfermedad o síndromes, no tienen ningún problema a la hora de afrontar cada curso académico y son alumnos con todas las de la ley. Eso sí, algunos de ellos prefieren no revelar que sufren alguna discapacidad e intentar salir adelantos por ellos mismos, aunque otros sí que necesitan un pequeño apoyo por parte de compañeros y profesores, que se encargan de que su patología no les impida hacer nada. el Día ha hablado con dos de ellos; reconocen que no tienen ningún problema a la hora de afrontar sus estudios universitarios y que, además, la UCO les presta, por el momento, el apoyo necesario.

Una de ellas es Arabia Serrano, alumna sorda del primer año del grado de Educación Primaria y para quien no existen barreras de ningún tipo. A pesar de ser sorda profunda, la joven se quita el mérito de contar con una intérprete de signos que la acompaña cada hora lectiva. Arabia habla a la perfección y, a pesar de no escuchar nada en absoluto, sabe leer los labios como nadie. Al respecto, reconoce que «mucha gente piensa al verme hablar que lo tengo solucionado, pero no tiene nada que ver». Tras pasar su etapa educativa obligatoria en diferentes centros de la provincia, acabó en el instituto Virgen de las Nieves de Granada, centro en el que, según cuenta, acuden alumnos sordos y oyentes. Luego llegó el Bachillerato y, debido a su sordera, en lugar de hacer los dos años preceptivos, ella empleó tres. Su reto académico continuó y siguió sus estudios. Su sueño en la vida era convertirse en maestra de Educación Infantil, pero su patología se lo impide por ley: «Un sordo tiene que tener los sentidos al 100%», asegura. Ahora acude cada día a la facultad de Ciencias de la Educación y su objetivo es ser profesora de Primaria y dar clases a niños sordos. «Lo tengo muy claro», subraya. Durante el periodo de prácticas como maestra, que ya ha hecho, asegura que los pequeños se han sorprendido de su enfermedad y subraya que, a pesar de ello, a ellos mismos «les doy esperanzas y quieren aprender la lengua de signos». Arabia dice que nada más llegar a la UCO pidió una intérprete de signos, la fiel Azahara Naranjo. Van juntas a todas partes y ambas saben que en clase no son amigas, sino que una hace un trabajo para que la otra pueda sacar el curso adelante.

«Dentro de la Universidad estamos trabajando, luego nos vamos y somos superamigas, pero dentro no», explica Naranjo, quien insiste en que «dentro de la clase yo soy la intérprete y ella la alumna». «Está muy claro». Azahara es la única intérprete de signos que tiene por el momento la UCO y el grado de Primaria ya lo ha hecho varias veces, además de a título propio, también como intérprete. El hecho de ser la única intérprete de la institución académica hace que, por ejemplo, ahora mismo trabaje también con un empleado de la Universidad que hace un curso de mantenimiento. Con una gran sonrisa, asegura que ahora mismo ella sabe mucho del mundo de las tuberías gracias a este curso.

La UCO dispone de una Unidad de Educación Inclusiva que atiende y presta servicio a este tipo de alumnos. Su responsable es la docente María García-Cano, quien explica que al profesorado se le remite una serie de las recomendaciones cuando llega, por ejemplo, una persona con discapacidad y solicita un intérprete de signos. «La legislación no obliga a las universidades a adaptar todos los apoyos necesarios para facilitar la integración y los apoyos académicos de ese alumnado», lamenta. Por eso, continúa, «lo que hace la Universidad con esta oficina es responder a esa legislación y recomendar, nunca obligar, al profesorado a que en lugar de un examen de desarrollo, por ejemplo, ponga uno tipo test». «Lo que se hace desde la unidad es diseñar qué apoyos necesitan cada alumno», subraya.

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Ana Castillejo es alumna de doctorado de Lengua y Cultura. Natural de Pedro Abad, a sus 33 años Ana tiene esclerosis múltiple, una enfermedad crónica y degenerativa que le detectaron a los 21 años tras una adolescencia repleta de síntomas, pero que nadie supo confirmar. La esclerosis llegó en plena juventud y cambió su vida por completo. En esas fechas, la joven estudiaba Humanidades en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO y relata que le costó mucho acabarla por los brotes que sufría. «Estuve a punto de abandonar la carrera porque no podía más, pero había dos profesores de Filosofía y Letras que se encargaron de mi caso», rememora, al tiempo que recuerda con cierta sonrisa que en muchas ocasiones «hacía los trabajos desde el hospital».Así hasta que concluyó su carrera. Decidió seguir estudiando y ahora realiza una tesis doctoral sobre la enseñanza del castellano a extranjeros a través de cómics. A pesar de su fortaleza, ella también defiende que la discapacidad de cada alumno es diferentes. En el caso de la esclerosis, «tenemos muchas cosas que no se ven». «Yo tengo muchos problemas de sueño, cognitivos y falta de concentración y tienes que hacer frente a ello», detalla. Y subraya que por eso muchas veces cuando se pone delante del ordenador para trabajar tiene que conectar «alarmas para ver qué puedes hacer en el tiempo».
Tanto Arabia como Ana están en contacto con la citada unidad, que cubre sus necesidades y con la que siguen en contacto cada vez que lo requieren.

Fuente de la noticia: http://www.eldiadecordoba.es/article/cordoba/2264487/alumnos/con/coraje.html
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Dulmar Pérez. Candidata al Doctorado Pedagogía, Magister en Docencia Universitaria, Especialista en Docencia para la Educación Inicial. Ha publicado artículos internacionales y nacionales PEII-A Investigadora adscrita al CIM. Coordinadora CNIE en Barinas

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Galicia España: La reválida de sexto se celebra los días 11, 12 y 13 de mayo

Fuente: La Voz de Galicia/ELISA ÁLVAREZ18 de abril de 2016.

Educación insiste en que no habrá ránking de centros ni repercusiones académicas

La evaluación de sexto de primaria que recoge la Lomce se celebrará en Galicia los días 11, 12 y 13 de mayo, mientras que la de tercero se hará el 24 y el 25 del mismo mes. El director xeral de Educación, Manuel Corredoira, presentó las fechas de esta prueba que no tendrá efectos académicos ni, insistió, tampoco servirá para hacer un ránking de centros.

En total serán unos 44.000 niños los que hagan esta reválida en los dos cursos, que se estrena este año en sexto.

Durante los tres días de evaluación del último curso de primaria, los niños realizarán cinco pruebas, una de cada competencia lingüística, gallego, castellano e inglés, así como de competencia matemática y de ciencia y tecnología.

Corredoira aseguró que la prueba de tercero sirvió para reforzar con profesorado a aquellos centros que tenían debilidades, y confía en que los alumnos realicen esta evaluación al superar la inquietud del pasado año, cuando un 20 % de los padres no enviaron a los niños de tercero a clase para no hacer la reválida.

El enlace de la noticia:  http://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2016/04/18/revalida-sexto-celebra-dias-11-12-13-mayo/0003_201604201604181460974994992.htm

 

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