Entre los países más pequeños de la OCDE y la Unión, Estonia es también el más avanzado en materia de educación. Para entender las razones de este éxito, conversamos con Kristina Kallas, Ministra de Educación, que describe cómo el sistema escolar forma parte de una reflexión más amplia sobre la configuración política y social de su país -y su papel en Europa-. En un momento en que se plantea la cuestión de la ampliación a Ucrania, ¿podría ser Estonia un modelo?
Estonia es uno de los países europeos más avanzados en la revolución digital. ¿Cómo se integran las tecnologías digitales en el sistema educativo?
Nuestro camino hacia la transformación digital se aceleró después de 1991, tras la caída de la Unión Soviética y el restablecimiento de nuestra independencia. Ante la necesidad de reconstruir completamente nuestras estructuras de gobierno desde cero, optamos por no adoptar los sistemas de gobierno soviéticos, pues representaban al régimen de ocupación. Este proceso de reconstrucción comenzó con recursos financieros mínimos, lo que supuso un reto único.
Pero nuestra experiencia en el sector público demuestra que la innovación suele prosperar con limitaciones financieras. Este principio refleja la búsqueda constante de financiación e innovación en el sector privado. En 1991, la difícil situación económica de Estonia, caracterizada por la falta de ingresos nacionales, espoleó sin querer una oleada de innovación y marcó el inicio de nuestra confianza en los métodos digitales de gobernanza, una decisión transformadora que se extendió al sistema educativo.
A finales de la década de 1990, ya habíamos empezado a integrar herramientas digitales en nuestras escuelas, lo cual estuvo impulsado por el mismo principio de eficiencia que guio la transformación digital de nuestro gobierno. Mirando atrás, ese salto a la innovación digital, aunque arriesgado en su momento, ha demostrado ser la dirección correcta para el progreso educativo y gubernamental de Estonia.
En 2020, Estonia ocupó el primer puesto en PISA en cuanto a rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias, y también fue el país de la OCDE donde el origen socioeconómico tuvo menos impacto en el rendimiento de los estudiantes. ¿Cómo se explica semejante éxito?
Aunque la integración de las tecnologías digitales es un factor importante, el núcleo de nuestro éxito reside en cómo hemos desarrollado un sistema educativo eficaz con recursos limitados. Estonia es un país de apenas un millón de hablantes de estonio, por lo que la escasez de recursos no ha obstaculizado nuestra capacidad de ofrecer una educación de alto nivel a nuestros hijos. En Estonia, a diferencia de muchos otros países, el impacto del origen socioeconómico en el rendimiento de los alumnos es mínimo.
Ese éxito se debe a la arraigada historia de nuestro sistema educativo, anterior a la creación del Estado. La educación es central en la sociedad estonia: las escuelas forman el núcleo en torno al cual se desarrollan las comunidades. En consecuencia, nuestras escuelas poseen un alto grado de autonomía y están profundamente arraigadas en el tejido de las comunidades locales.
La toma de decisiones en materia educativa se ejecuta predominantemente a nivel de base, en lugar de ser dictada desde el centro. Este enfoque ascendente, y no descendente, permite a los educadores adaptar los métodos y herramientas pedagógicos a sus necesidades específicas, en lugar de esperar órdenes del ministerio. Tal autonomía se extiende a la integración y el uso de herramientas digitales y de IA, lo que fomenta un entorno de innovación y capacidad de respuesta a las necesidades de los alumnos.
Además, un aspecto clave de nuestro sistema educativo es la ausencia de selección temprana de los niños. No segregamos a los alumnos en función de sus capacidades o antecedentes a una edad temprana. Todos los niños, independientemente de su etapa de desarrollo o de su origen socioeconómico, comienzan el camino educativo juntos, con igualdad de oportunidades. El primer punto de selección académica sólo se produce en torno a los 16 o 17 años, lo que permite a todos los estudiantes, independientemente del origen de sus padres, la oportunidad de alcanzar el nivel académico más alto posible si así lo desean.
¿Cree que otros países europeos intentan emular su modelo educativo? ¿Le parece replicable?
Es importante reconocer que el contexto histórico de cada sistema educativo desempeña un papel importante. En Estonia, nuestro sistema evolucionó a partir de un planteamiento de base comunitaria, a diferencia de muchos países en los que el Estado ha sido el principal artífice. Es posible que esta evolución única de nuestro sistema no pueda reproducirse directamente en otros lugares.
Sin embargo, hay un aspecto fundamental que puede adoptarse a escala mundial: la capacitación de las escuelas y los profesores, sobre todo en esta era de IA y avances tecnológicos. Concentrar el poder de decisión en la cúspide puede llevar a restar poder tanto a alumnos como a profesores, y obstaculizar la plena utilización de los recursos tecnológicos disponibles. En su lugar, es crucial descentralizar el poder y confiarlo a los profesores sobre el terreno.
Y esto va más allá de la mera delegación de autoridad. Hay que confiar en los profesores, hay que darles autonomía. Esto implica también dotarlos de las competencias y los conocimientos necesarios. Aquí es donde la formación del profesorado resulta fundamental. En Estonia, nos centramos en desarrollar las competencias digitales de nuestros profesores, en lugar de imponer a las escuelas instrucciones de arriba abajo sobre las herramientas digitales. Este enfoque garantiza que los profesores no sólo tengan autonomía, sino que también sean responsables y estén bien preparados para usarla de forma eficaz.
Usted ha mencionado varias veces la cuestión de la IA. ¿Tienen las escuelas de Estonia libertad para decidir si utilizan herramientas como ChatGPT?
En efecto, sí. El currículo nacional establece competencias generales que los niños deben adquirir a determinadas edades, como habilidades matemáticas específicas, junto con competencias sociales y digitales generales. Sin embargo, el plan de estudios no prescribe herramientas específicas como ChatGPT para alcanzar estas competencias. La decisión sobre cómo integrar estas tecnologías en el aula se deja al criterio de los profesores.
Y para ello, los profesores tienen que entender cómo funcionan estas herramientas y cómo pueden utilizarse adecuadamente, teniendo en cuenta el desarrollo psicológico y las capacidades tecnológicas de los alumnos a diferentes edades. Sobre todo en las primeras etapas de la educación, desde preescolar hasta sexto grado, el papel del profesor es fundamental. Los niños más pequeños dependen en gran medida de los adultos para que los guíen en el desarrollo de sus capacidades de aprendizaje.
A medida que los alumnos pasan a cursos superiores, el enfoque educativo cambia. Los estudiantes se vuelven más autodirigidos en su aprendizaje, y del profesor se convierte más en un mentor que en un controlador directo del proceso de aprendizaje. En esas etapas, la IA puede convertirse en una herramienta importante y útil en el aprendizaje autoguiado en el que cada vez se hace más hincapié.
¿Cuáles son sus programas de formación continua para profesores?
En la última década, nos hemos centrado en la formación continua de los profesores en dos ámbitos clave. El primero son las competencias digitales, que van más allá del uso de herramientas digitales específicas para abarcar cómo operar eficazmente en un entorno impulsado por la tecnología.
El segundo ámbito es el desarrollo de un nuevo nivel de competencias generales. Esta necesidad surge de la transición a un entorno rico en tecnología, que requiere habilidades cognitivas superiores a las que se enseñaban tradicionalmente. Históricamente, los sistemas educativos hacían hincapié en las habilidades cognitivas de nivel bajo, caracterizadas por la adquisición automatizada y estandarizada de conocimientos a través de la repetición. Sin embargo, en un entorno rico en tecnología, tales habilidades son redundantes, ya que las máquinas pueden realizar procesos repetitivos.
En consecuencia, estamos cambiando nuestro enfoque para fomentar habilidades cognitivas superiores en los estudiantes. Esto implica enseñarles a tomar decisiones rápidas e innovadoras en situaciones que cambian constantemente, lo que exige un mayor nivel de agilidad y adaptabilidad.
En este contexto, los profesores deben estar preparados para desarrollar el pensamiento analítico y crítico de los alumnos, así como su capacidad para comunicarse eficazmente en equipos y culturas diversas. También deben fomentar en ellos el pensamiento sistémico, la comprensión global y la capacidad de tomar decisiones éticas. La ética, en particular, se está convirtiendo en un aspecto fundamental de los conocimientos y habilidades en un entorno rico en tecnología. Todas las personas todos los días se enfrentan a numerosas decisiones éticas en esos entornos. Desarrollar esta habilidad es uno de los objetivos fundamentales que nos hemos fijado en nuestras escuelas.
Ahora que Europa se enfrenta a un desafío climático y geopolítico, ¿cómo debemos replantearnos nuestros sistemas educativos? ¿Se está reflexionando sobre ello en Estonia?
Efectivamente, es necesario replantear nuestros sistemas educativos, y en Estonia lo estamos haciendo activamente.
Lo que pretendemos en las escuelas no es simplemente impartir conocimientos sobre ecología -aunque eso es esencial-, sino enseñar a los alumnos a desenvolverse continuamente en un entorno que cambia con rapidez. Esta adaptabilidad es la esencia de nuestra realidad moderna del siglo XXI.
Pensemos en esto: los conocimientos que un alumno adquiere en 6 º grado pueden no seguir siendo relevantes cuando se gradúa en 12º y pasa al mercado laboral o a la enseñanza superior. Los conocimientos evolucionan rápidamente. En vista de ello, necesitamos desarrollar en nuestros alumnos habilidades que les permitan reaprender constantemente, reajustar y volver a analizar las situaciones, para ser ágiles y adaptables ante el cambio.
Estonia es el país con mayor proporción de refugiados ucranianos. Muchos de ellos son niños. ¿Cómo los han integrado en su sistema educativo?
Nuestro sistema educativo tiene algunas ventajas en comparación con otros países. La primera era nuestra experiencia de décadas en la integración de niños rusoparlantes en el sistema educativo en lengua estonia. Ya teníamos metodologías establecidas, profesores calificados y los conocimientos necesarios.
Además, la proximidad lingüística y cultural entre estonios y ucranianos era beneficiosa. No hay una brecha cultural tan grande; cuando un niño ucraniano entra a escuela estonia, el entorno no es totalmente ajeno a su bagaje cultural.
Así que nuestro principal reto reside en el gran número de niños que necesitan integración. Los alumnos ucranianos constituyen ahora el 5% de nuestra población estudiantil total, lo que ha provocado un aumento significativo de las matriculaciones escolares. Este aumento ha puesto a prueba nuestros recursos, con la urgente necesidad de encontrar profesores adicionales, financiación y espacio en las aulas para dar cabida a la afluencia de estudiantes ucranianos.
Pero la sociedad estonia en general se ha mostrado muy solidaria con los refugiados ucranianos, lo que ha sido clave, ya que ayuda significativamente a las escuelas a gestionar el proceso de integración. Cuando la sociedad en general respalda la integración y el apoyo a los refugiados, capacita a las escuelas para gestionar eficazmente los retos.
En 2022, el Parlamento estonio aprobó una ley que hace del estonio la única lengua de enseñanza a partir de 2024, eliminando progresivamente el ruso del plan de estudios principal. ¿Cree que esta reforma era absolutamente necesaria?
Representa sin duda una de las reformas más fundamentales de nuestro sistema educativo en los últimos 30 años, ya que estamos cambiando la lengua de enseñanza en un tercio de nuestro sistema educativo. Se trata de un hecho insólito a escala mundial.
Esta reforma es esencial en Estonia para integrar dos sistemas escolares paralelos. Históricamente, hemos tenido un sistema escolar basado en la lengua rusa, establecido durante la ocupación soviética. Este sistema ha existido en cierto modo en paralelo y no se ha integrado plenamente en el resto del sistema educativo estonio.
Y el reto que plantea el sistema educativo ruso no es sólo el dominio de la lengua al graduarse. También afecta al rendimiento académico. Estas escuelas de lengua rusa han funcionado de forma aislada, creando un microcosmos que a menudo se traduce en resultados académicos inferiores. Las evaluaciones PISA han demostrado que los estudiantes de estas escuelas se retrasan aproximadamente un año académico en matemáticas, lectura y ciencias.
En consecuencia, los estudiantes que se gradúan en el sistema educativo de lengua rusa en Estonia no sólo se enfrentan a un menor rendimiento académico, sino también a la falta de conocimientos de la lengua estonia. Esta combinación afecta gravemente a sus oportunidades de seguir estudiando y a su competitividad en el mercado laboral. Observamos tasas de abandono escolar más elevadas y un menor número de estudiantes procedentes de escuelas rusas que alcanzan la enseñanza superior. Esta intersección de segregación socioeconómica y étnica es un problema importante. Por lo tanto, nuestro objetivo es garantizar que los estudiantes de escuelas rusas tengan las mismas capacidades académicas y lingüísticas que sus homólogos estonios, lo que conduce a la igualdad de oportunidades después de la graduación, lo que actualmente no es el caso.
Es crucial señalar que mantenemos el derecho de los niños rusos a recibir apoyo en el desarrollo de su lengua materna dentro del sistema educativo. Este apoyo es vital para el desarrollo de sus capacidades cognitivas. En el futuro, estos niños formarán parte de un sistema bilingüe, lo que potenciará sus capacidades cognitivas y sus ventajas competitivas.
¿Cómo ve el papel de la educación en la próxima fase de Ucrania, especialmente de cara a la adhesión a la Unión?
Creo que la atención prestada por la Unión Europea a la creación de un espacio educativo común, sobre todo en la enseñanza superior y la ciencia, ha sido un proceso muy correcto e importante. Este enfoque debería ampliarse para incluir a Ucrania, integrándola en la comunidad científica y de educación superior europea, que es fundamental para que Ucrania establezca un sistema de gobernanza europeo basado en la democracia. Educar a las personas dentro de los sistemas de gobernanza democrática fomenta el apoyo a dichos sistemas, así de sencillo.
Como parte de la Unión, debemos concentrarnos en reconstruir y reformar el sistema educativo ucraniano, desde prescolar hasta la enseñanza superior y la ciencia. Ucrania está muy abierta a ello y, desde la perspectiva estonia, vemos una valiosa oportunidad. Nuestra experiencia en la transición de un sistema educativo soviético a uno de los mejores del mundo en la actualidad es algo que estamos deseosos de compartir con Ucrania.
Actualmente estamos firmando un acuerdo bilateral con Ucrania para desarrollar un modelo escolar estonio en algunas de sus escuelas municipales. Esto implicará proyectos piloto en jardines infantiles y escuelas, que funcionarán sobre la base del modelo curricular estonio, que hace hincapié en la autonomía de los profesores y en su alta cualificación.
Además, estamos ayudando a Ucrania en la reforma de la enseñanza superior. Esto incluye la mejora de las normas de calidad y el rendimiento académico de la enseñanza superior, y el desarrollo de procesos políticos que faciliten la entrada de Ucrania en el espacio europeo de enseñanza superior.
La Unión debe centrarse en la educación en Ucrania, ya que es un aspecto fundamental de la transición del país. Tras haber pasado por transiciones similares en los años noventa, Estonia cuenta con una valiosa experiencia en este sentido. A veces, la UE puede no reconocer plenamente cómo puede aprovecharse la proximidad de Estonia a las experiencias actuales de Ucrania para ayudar a ese país de forma eficaz. Ahora, más que nunca en los últimos 30 años, Ucrania está preparada para esta transformación e integración.
En una entrevista que realizamos aquí a la expresidenta Kersti Kaljulaid, declaró que «sólo se puede considerar que Rusia ha cambiado si enseñan en su escuela todos los horrores de esta agresión y todo lo que hay en medio: Stalin, el Gulag, la ocupación de los Estados bálticos, la Revolución húngara de 1956, la Primavera de Praga…». ¿Cuál es su opinión al respecto?
No creo que podamos influir o cambiar lo que Rusia enseña a sus niños en las escuelas. No creo que podamos influir en el enfoque ruso de la enseñanza de la historia. Debemos centrarnos en lo que enseñamos a nuestros propios hijos en las escuelas, en particular cómo enseñamos historia y transmitimos los valores europeos de libertad individual y soberanía estatal. No son principios con los que Rusia se alinee. Moscú no se adhiere al concepto de soberanía estatal, sino que más bien cree en el poder de los grandes países para dictar las acciones y alianzas de los más pequeños.
El planteamiento de Rusia está más en consonancia con la geopolítica de estilo imperial, que entra en conflicto directo con los valores de la Unión. Este conflicto va más allá de la independencia de Ucrania; tiene que ver con nuestros propios valores. Si aceptamos las acciones de Rusia en Ucrania, en esencia estamos retrocediendo en nuestros propios principios. Estaríamos dando a entender que países como Ucrania o Estonia no tienen derecho a decidir si quieren formar parte de la Unión Europea.
Es imperativo que mantengamos un fuerte enfoque en lo que estamos enseñando a nuestros hijos en las escuelas sobre estos valores y principios.
¿Cree que la Unión debería reforzar aún más su actividad en el ámbito de la educación? ¿Debería hacer algo más que limitarse a fomentar la movilidad y el multilingüismo?
No estoy a favor de centralizar en la Unión las decisiones sobre contenidos educativos y planes de estudios; la educación debe seguir siendo competencia nacional. Basándome en la experiencia de Estonia, donde la autonomía en educación es un valor fundamental que conduce a mejores resultados educativos, creo que es crucial no perder esta autonomía a nivel de la Unión.
Sin embargo, dicho esto, creo que la Unión Europea tiene un papel que desempeñar en el fomento de un diálogo continuo y guiado sobre diversos aspectos de la educación. Esto incluye no sólo cuestiones técnicas como la movilidad y el reconocimiento mutuo de calificaciones, sino también un debate sobre valores: lo que Europa representa. Estos valores, que debemos impartir en nuestras escuelas, incluyen la libertad individual, la soberanía del Estado y la libertad de tomar decisiones personales en la vida, como a quién amar, con quién casarse, la planificación familiar, las preferencias lingüísticas y la práctica de diferentes culturas y religiones.
¿Le interesa o inspira especialmente algún trabajo teórico sobre educación? ¿O algún sistema educativo extranjero?
Paul Romer y su colega William Nordhaus, galardonados con el Premio Nobel de Economía en 2018, cuestionaron la noción tradicional de por qué los países desarrollados a veces se desarrollan más rápido que los países en desarrollo, y por qué los países en desarrollo batallan para ponerse al día. Según ellos, el factor clave ya no es construir más carreteras, poseer máquinas de vapor o tener acceso al petróleo y otros recursos, factores que fueron fundamentales en los siglos XIX y XX. En su lugar, se trata de invertir en recursos humanos y capital humano interno.
Este Premio Nobel se concedió por una razón importante: los países ricos siguen enriqueciéndose principalmente porque invierten en capital humano. En otras palabras, cuanto más invierte un país en capital humano, más éxito tiene. Estonia es un excelente ejemplo de este principio. De la pobreza extrema de los años noventa hemos pasado a situarnos rápidamente a la altura de países mucho más ricos, en gran parte gracias a nuestra importante inversión en un sistema educativo de alto nivel.
Esta es una historia que debe entenderse en Europa, Ucrania y en todo el mundo. Es un claro indicio de que el desarrollo y el progreso ya no están impulsados por activos tangibles como el asfalto o los recursos extraídos de la tierra. Se trata más bien de invertir en el potencial humano. Educar a las personas es la clave del éxito en el mundo actual.