‘El Estado dice que nuestros hijos no existen’: cómo está cambiando la vida LGBT en Italia
Maurizio y Mauro llevan 20 años juntos y tuvieron gemelos gracias a una gestación subrogada
Las autoridades italianas están introduciendo nuevas medidas dirigidas a las familias LGBT y dificultándoles tener hijos. Muchos padres del mismo sexo sienten que una nueva ley, que haría ilegal la maternidad subrogada en el extranjero, es un ataque personal contra ellos.
«Tenemos dos opciones: quedarnos en Italia y enfrentarnos a la cárcel, o huir».
Los maridos Claudio y Davide (nombres ficticios) tienen un bebé en camino gracias a la subrogación: una mujer en otro país está embarazada de su hijo.
La práctica es ilegal en Italia y en la mayor parte de Europa, por lo que las parejas viajan a países donde es legal -como Estados Unidos y Canadá- y traen a sus bebés a casa.
Pero el Senado italiano aprobará un proyecto de ley que convertiría la gestación subrogada en un «delito universal», tan grave que sería perseguido incluso si se cometiera en el extranjero, como la trata de personas o la pedofilia.
Ningún otro país tiene una prohibición similar.
Si el proyecto de ley se convierte en ley, parejas como Claudio y Davide podrían enfrentarse a una multa de un millón de euros (872.000 libras esterlinas) y hasta dos años de cárcel.
«Tengo miedo de que nuestro hijo se quede sin sus padres porque estaremos en la cárcel», dice Claudio.
La pareja está aterrorizada por lo que les podría pasar a ellos y a su hijo, y nos han pedido que no revelemos sus identidades. Temen que alguien en el gobierno italiano pueda descubrir quiénes son y atacarlos.
Fuente de la Información: https://www.bbc.com/news/world-europe-66860266
En el marco del acto de presentación de la oferta de actividades y recursos de Educaixa para el nuevo curso y en pleno debate sobre el uso de los móviles en el aula, Liarte apuesta por aprovechar la personalización que dan las tecnologías y por tener cuidado con las distracciones y el mal uso de los dispositivos. Afirma que la tecnología debe ir acompañada de pedagogía y, prueba de ello es su podcast Café con Rosa Liarte, así como las webs Academia para Profes y Lecciones de Historia.
Defiendes que el móvil puede ser un aliado en la educación. ¿Cómo puede ayudar en el aula?
La competencia digital ha venido para quedarse, creo que debemos formarnos y que el problema viene cuando hacemos un mal uso o abuso de los dispositivos. Hoy en día todo el mundo lleva un dispositivo en el bolsillo y muchos centros tienen ordenadores, si bien es cierto que otros no tienen dotación para utilizar la tecnología y muchas veces es el propio alumnado quien tiene el dispositivo. Esto nos puede servir de ayuda para trabajar la competencia digital, siempre con una educación adecuada, con una duración, con sus normas y pautas porque puede ser una herramienta muy poderosa en el aula que nos ayuda a aprender. Con un clic puedo aprender desde cualquier sitio, buscar información y verificarla.
Una de las competencias que tenemos es la de discernir si es cierta o no cualquier información y debemos educar también a nuestro alumnado para que no crean lo primero que leen, sino que contrasten y verifiquen. Si no los educamos, al final lo que tenemos son personas analfabetas digitales. Se habla de los nativos digitales, pero si no se educa, al final creo que tienen un arma muy poderosa que no saben utilizar.
¿A partir de qué edades estaríamos hablando?
Soy la primera que dice que de pequeños no se les debe acostumbrar al móvil. Como dice la pedagoga María Couso, no debe ponerse el móvil como chupete. Esto no lo puedo defender. Yo hablo de alumnado de secundaria, con quien tengo muy buenas prácticas, sobre todo de tercero y cuarto de ESO, ya estaríamos hablando de 15-16 años, y también de primero y segundo de ESO con algunos dispositivos, por ejemplo que sepan buscar en Google y que sepan adjunto un archivo en el correo, que después son especialistas en bailar en TikTok, pero no saben hacer cosas tan básicas como buscar información.
Otro melón que se abre es el de la Inteligencia Artificial. Mucha gente cree que nos lo da todo, y la Inteligencia Artificial también se equivoca. Hay que buscar información y saber contrastar porque si no, no tendremos personas competentes digitalmente.
¿Qué aplicaciones están en auge? ¿Flipped classroom para aprender haciendo y no memorizando, ABS (aprendizaje basado en proyectos), Mobile Learning con apps educativas en el aula…?
La mayoría de las herramientas educativas han incorporado esta inteligencia artificial para el profesorado. Esto no quiere decir que el profe trabaje más, sino que me hace ser más eficaz porque si antes tardaba tres horas en lo que ahora hago en media hora, puedo dedicar más tiempo de calidad docente para mi alumnado y no dedicar tanto tiempo a la burocracia.
Como ejemplo de aula invertida, existe una herramienta muy interesante llamada EdPuzzle que inventó un profe de Badalona que te permite saber si el alumnado ha visualizado el vídeo y, además, puedes incorporar preguntas dentro del vídeo y obtener notas. Esto te da una información que es increíble porque sabes en qué lugar exacto del vídeo el estudiante ha ido atrás, lo que te permite conocer las dificultades del alumnado a la hora de entender un contenido. Esto, en una clase de toda la vida, sólo tendrías a alguien afirmando con la cabeza o no. La tecnología me permite ir más allá como docente, no me quita el trabajo, sino que me da una información que yo, como docente, no tenía antes.
También existen metodologías activas como el ABP y muchas herramientas digitales que nos ayudan a trabajar, como el Book Creator o creador de libros, que te permite hacer libros digitales interactivos y que el alumnado cree material accesible para cualquier persona, incluso por a alumnado con discapacidad auditiva o visual. Trabaja mucho la creatividad y permite realizar unas creaciones increíbles.
¿Se trataría de hacer un libro desde cero sobre alguna materia, como historia o literatura?
Sí, nosotros, por ejemplo, hicimos un proyecto de guía turística interactiva de la Alhambra y trabajamos todo con Book Creator. También puedes hacer cosas en papel, tomar fotos y subirlas al libro. Yo no descarto, por así decirlo, el 1.0, sino que la tecnología es un medio más, también deben hacerse cosas a mano, pero la tecnología me permite hacer cosas que antes eran inviables. Ahora, mi alumnado ha pasado de ser un mero consumidor a ser un proconsumidor de contenido. Lo que busco es que ellos sean los creadores de contenido y que busquen información, y si además pueden beneficiar a otras personas, muchísimo mejor.
Después, también se pueden realizar vídeos con stop motion o podcast. Yo tengo un podcast como docente, pero también trabajo el podcast con mi alumnado. Trabajo muchas competencias, la idea es buscar un enlace al mundo digital, pero sin sacar el anterior, y que el alumnado trabaje muchas competencias, muchas materias, y que desarrolle habilidades del siglo XXI.
Como profesora de historia de instituto, en el debate entre entender o memorizar, ¿hay fechas históricas que deberían conocerse por cultura general o esto es un método antiguo porque lo pueden encontrar por Internet?
Hay muchas personas detractoras de la metodología activa que dice que el alumnado aprende menos o tiene menos contenido. No estoy de acuerdo en que yo no puedo ser competente si no tengo contenidos previos, y creo que es muy importante también la memoria; o sea, la memoria debe trabajarse, pero no se puede memorizar todo porque la memorización no me lleva a nada, sino que quizás me interesa más tener habilidades para saber encontrar información y ya después memorizar lo que necesite.
Cuando tú estás haciendo un aprendizaje memorable, acabas recordándolo
No descarto la memoria activa, mi alumno hace exámenes porque la vida pide exámenes y yo si quiero hacer una oposición tendré que hacer un examen. Todavía existe una parte de la sociedad que pide la memorística, pero si lo haces a través de un proceso que sea memorable para que lo recuerdes mejor. Así me decanté por la historia, porque mi profesor de historia me motivó y me hizo abrir algo que yo no sabía ni me gustaba. Hoy en día, se me considera especialista en tecnología educativa y yo, realmente, soy historiadora.
Cuando te emocionas, al final acabas recordando, y esto va muy enlazado al aprendizaje: cuando tú estás haciendo un aprendizaje memorable, acabas recordándolo; es lo que se conoce como aprendizaje significativo, un aprendizaje que llegue para el resto de la vida.
Tener cierta formación digital, ¿crea proximidad entre alumnado y profesorado?
La competencia digital ya es obligatoria. Los docentes deben certificarse en competencia digital, funciona como con los idiomas: B1, B2, C1, C2, ver marcado por la normativa europea. La competencia digital necesita una actualización constante, esto va a un ritmo frenético y esto también hace necesario descartar que depende de la edad, porque yo me he encontrado docentes una semana antes de jubilarse en una formación y con una competencia digital increíble , y también me he encontrado a docentes muy jóvenes que acaban de entrar y saben poco.
Lo mismo ocurre con el alumnado, pensamos que todo nuestro alumnado es nativo digital, cierto es que se han criado con pantalla, pero una cosa es tener competencia digital y otra saber utilizarla con destreza. Las habilidades deben saberse impulsar al alumnado, no a todo el mundo se le da bien la tecnología.
La Covid puso en evidencia la necesidad de adquirir esta competencia digital. La cóvido trajo cosas malas y buenas. Malas, porque existía una brecha digital, no todas las familias sabían conectarse y eso puso en evidencia muchos problemas. Algo bueno que trajo fue la digitalización de muchos centros, se avanzó mucho en tecnología educativa. Dimos un salto increíble en el uso de la tecnología educativa y se ha avanzado mucho en este aspecto tecnológico.
Dices que la tecnología ayuda al docente a organizarse y tener más tiempo para la tarea educativa, pero en tu caso, entre el podcast, las diferentes webs, las redes sociales… ¿De dónde sacas el tiempo para preparar las clases?
Yo me he dedicado al patinaje artístico sobre ruedas. Competía en altas competiciones e iba a los centros de gran rendimiento. Además, he sido siempre una persona activa. Esto me ha hecho terminar como docente, porque tengo esa actitud de querer aprender siempre. Creo que es una cuestión de actitud, si te apasiona y te gusta lo que haces, pues a mí no me duele estar un sábado editando un vídeo para mis redes sociales. No lo he buscado, ha ido surgiendo, en la vida imaginé que sería, como dicen ahora, creadora de contenido. Me lo dicen hace cinco años y me parece impensable, y ahora tenga que gestionar redes, blog, podcast y un montón de contenido que, la verdad, los profes agradecen. Que tu comunidad te anime, está muy bien. Después, también están las formaciones, los congresos y lo que tenga que llegar.
¿Cuántos seguidores tienes en las redes?
En Instagram, 30.000. En Twitter, otros 30.000. El blog tiene millones de visitas. En Youtube tengo dos canales y entre ambos hay unos 50.000. Al final, sí, soy gestora de contenido o también, como dicen, “Edu-Influencer”. Esto supone una responsabilidad y cuidar lo que se publica. El podcast ya va por las 150.000 descargas, recordemos que es un podcast de educación.
La mayoría de los seguidores son docentes y familias. En ocasiones, me escriben familias preocupadas sobre el uso de las tecnologías. Existe un discurso sobre la demonización de la tecnología muy negativo. Yo me he creado entre pantallas y no quiero decir que sea una adicta, me pongo límites. Tengo mis límites en el móvil, y aquí es donde quiero llegar con esa educación de la tecnología. Me han escrito familias preocupadas porque a su hijo le motiva muchísimo la tecnología y justamente en el centro se la prohíben, algo que para mí no tiene mucho sentido porque prohibirlo no lleva a ninguna parte, lleva a sacar un problema durante media hora , pero lo tendrás más adelante.
En una misma aula, con o sin tecnología, hay alumnado que se distrae, que está más concentrado, que le gusta una u otra materia… ¿Adaptar las tecnologías a las diferentes casuísticas es más fácil, menos o igual de complicado?
Aquí es donde está la clave para mí. La tecnología me permite adaptarme al alumnado porque me permite accesibilidad y adaptarme a los distintos ritmos de aprendizaje. Antes ponía el ejemplo del vídeo que podían repetir cuantas veces quisieran y, con ello, yo puedo detectar quién tiene dificultades, quién lo ha repetido, cuántas veces necesitan… La tecnología lo que me brinda es la personalización del aprendizaje.
La tecnología lo que me brinda es la personalización del aprendizaje
Si tengo una clase con 30 alumnos, yo hablo y ellos me escuchan, no estoy personalizando nada, lo que estoy haciendo es un discurso. Si alguien no lo entiende, me pregunta y vuelvo a repetirlo, pero muchos no volverán a repetir por vergüenza porque no quieren interrumpir más. Para mí, la potencialidad de la tecnología es que me permite llegar a todo mi alumnado. Ahora que se diagnostican más casos, por ejemplo, de hiperactividad, puedo adaptarme, y lo mismo con alumnado con sobredotación, al que no siempre se le ha dado la importancia que merecía, y ahora la tecnología me permite investigar y personalizar mucho más el trabajo, puedo prestar atención a la diversidad gracias a la tecnología. Esto para mí es la apuesta del uso de la tecnología en el aula.
¿Sería ésta la principal ventaja? ¿La posibilidad de adaptarte más y mejor al aprendizaje de cada alumno y alumna?
Totalmente. He tenido alumnado invidente, hiperactivo, disruptivo… Con alumnos invidentes, me he preguntado cómo podía ayudarle, y con el alumnado disruptivo también me he preguntado qué le motiva o qué le gusta y cómo usar la tecnología. Esto no quiere decir que todo sea tecnología y no utilicen la libreta y el boli, pero la tecnología me sirve como motivadora y personalización del aprendizaje, y a mí me ayuda a ser más eficaz como docente. Para mí, estas tres claves son lo principal.
¿Y cuáles serían las principales desventajas? ¿En qué debería mejorarse?
La primera sobre todo es la distracción. La tecnología distrae mucho, es complicado que no entre en WhatsApp o no me ponga a mirar un Reel de Instagram. Por eso hablo de educar en el uso de la tecnología. Y la segunda, en educación, sería la formación constante, que puede ser agotadora. A mí, porque me gusta, pero también entiendo cuándo me dicen que una u otra herramienta ya la conté el año pasado y ahora ha cambiado completamente. También hay cierto miedo a las actualizaciones, que se estropee algo con las actualizaciones. Muchas veces se ve como un impedimento, o como un “y ahora tengo que aprenderlo otra vez”. A esto se suma una nueva ley educativa, una nueva burocracia, y un agotamiento que también viene de una cóvida y de dar clases con mascarillas, con exposición… Por eso, intento ayudar a los docentes a ver el uso fácil, con tutoriales rápidas , para que se puedan actualizar de la mejor forma posible.
Has presentado la oferta de actividades y recursos de Educaixa para el nuevo curso. ¿Crees que se está formando una nueva comunidad de docentes y centros que defienden que tecnología y pedagogía no están reñidas?
No pueden estar reñidas porque sin pedagogía no se puede utilizar la tecnología. No defiendo la tecnología de subir un PDF o hacer un clic. La tecnología debe ir acompañada de pedagogía y creo que es por eso que la gente me sigue, porque explico cómo hacerlo para aplicarlo en el aula. Hay mucha gente a la que ya le ha despertado esta curiosidad y ha visto que es necesario llevarla de la mano, ya no sólo si tienes alumnado más pequeño, sino que también tú como docente puedes utilizarla para ayudarte en tu trabajo. No pondrás toda tecnología a niños tan pequeños, pero puede ir de la mano para ayudarte a ti con toda la gestión.
Sin pedagogía no se puede usar la tecnología
Creo que sí que hay una nueva generación de profesores que son conscientes de que esto es necesario. Todo esto se ha despertado a raíz de la Covid. Aquellos tres meses confinados y conectados hizo abrir a muchos profes los ojos en el sentido de que no tiene sentido conectarse sin más, sino que es necesario ayudar al alumnado para que comprenda mejor las cosas y hay herramientas que pueden facilitarlo. Esto lleva a un cambio de chip de muchos docentes, que se les ha abierto la chispa de la curiosidad, de investigar y cambiar un poco la dinámica. No se trata de sacar lo que había antes, porque yo no digo que una clase magistral sea mala, yo también las hago, pero es necesario ir incorporando cambios en las clases.
Comentabas que los proyectos deben tener un sentido. ¿Cómo se traduce ese aprendizaje en proyectos más palpables y sociales?
Yo hice un proyecto con mi alumnado que se hizo viral y que ya se ha repetido en cientos de centros. Está vinculado al tema de la igualdad de género. Empezamos a mirar cuántas calles había con nombre de hombres y cuántas con nombre de mujeres en Cártama (Málaga), donde estaba destinada. Fue en el curso 2016-17. Los resultados fueron abrumadores: más del 80% de las calles tenían nombre de hombre y menos del 20%, de mujer.
Fue el propio alumnado quien pidió llamar al alcalde y darle a conocer el proyecto, que se llama #Merezcounacalle, y propuso que, si se abrían calles nuevas, que por favor contemplaran que hubiera nombres de mujeres. El Ayuntamiento nos pidió una propuesta de mujeres que merecían una calle, y meses después le propusimos un libro digital con 300 propuestas de mujeres que merecían una calle. Meses después se abrieron cuatro calles con nombre de mujeres en el municipio, imagínate la emoción de realizar este cambio para mejorar tu entorno. Todo un Aprendizaje Servicio. Imagínate al alumnado ya mí abren las placas en las calles.
Cuando lo colgué en las redes, tuvo mucha repercusión. Google me nombró a Google Innovator como proyecto innovador, porque lo hicimos con Google Maps. El proyecto se ha replicado por muchos centros, se han unido más de 300 centros educativos y se han abierto decenas de calles con nombre de mujer en muchas ciudades, mejorando el entorno y trabajando en algo tan bonito como la igualdad, no sólo en España, me han llamado de Inglaterra, Francia, Panamá, Costa Rica… Hemos sido invisibilizadas a lo largo de la historia y, gracias a la educación, podemos hacer visible lo invisible durante años.
Ambas redes escolares experimentan una reducción similar en el porcentaje de alumnos, pero la pública pierde 20 veces más proporción de aulas, revela un informe de Comisiones Obreras.
Por: Ignacio Zafra
El curso que acaba de comenzar lo hace con 5.000 profesores menos en la educación pública que hace un año, según un informe de Comisiones Obreras presentado este martes. El documento también refleja que, en cinco años, la escuela pública ha sufrido la supresión de 3.490 clases en infantil y primaria, mientras en la concertada apenas se eliminaban 72. A pesar de que ambas redes han perdido un porcentaje similar de alumnos en dichas etapas (de hecho, se ha reducido un poco más en la concertada, un 7,45%, que en la pública, un 7,06%), el porcentaje de grupos recortados en la pública es casi 20 veces superior, el 2,51% del total, que en la concertada, el 0,13%.
Ello tiene como consecuencia un aumento de ratio de alumnos por aula en la escuela pública (o, al menos, que esta no disminuya tanto como podría hacerlo en un contexto de descenso de alumnado por la caída de la natalidad, como sí lo hace en la concertada). Y, además, favorece el trasvase de estudiantes de la pública a la concertada (que habría perdido aún más matrícula si los grupos se suprimieran de forma más equilibrada entre ambas redes escolares).
“Los datos ponen de manifiesto una actitud política de debilitar deliberadamente la escuela pública”, afirma Francisco García, secretario general de Comisiones Obreras. “Y es una decisión que normalmente coincide con el sesgo político de determinados gobiernos. Si uno ve dónde está la realidad más dura, más palpable, se puede comprobar que cuando gobierna la derecha la red pública se debilita y la concertada se fortalece”.
El caso más llamativo es el de Andalucía, donde los centros públicos han perdido el 5,9% de sus clases entre 2018 y 2023, mientras los de la red concertada no solo no se han disminuido, sino que han aumentado un 5%. El PP empezó a gobernar Andalucía en enero de 2019. En el de Andalucía, al revés que la media del conjunto de España, la red pública también ha perdido un mayor porcentaje de alumnado, un 10,7%, frente al 4,3% de la privada subvencionada. CC OO destaca que una de las consecuencias de la supresión de clases en la red pública es que ello genera una pérdida de alumnado adicional a la que ya está provocando de por sí en la escuela el largo descenso de la natalidad. Entre los pocos casos que escapan a la tendencia general figura Aragón, presidido por los socialistas entre 2015 y 2023, donde la escuela pública ha experimentado un aumento del 1,4% de los grupos (y una caída del 5,2% del alumnado), y la concertada ha perdido un 1,2% de grupos mientras su matrícula se reducía un 10,2%.
Blindaje de conciertos y jueces
En el hecho de que se hayan suprimido muchos más grupos en la escuela pública que en la red privada subvencionada ha influido que, durante años, los conciertos educativos han actuado como un blindaje. Los conciertos, que suelen durar seis años en primaria y cuatro en el resto de etapas (el Gobierno de Madrid los ha extendido a un decenio), han protegido a los centros que contaban con ellos incluso cuando la matrícula caía y la comunidad autónoma correspondiente quería quitarles unidades, gracias en muchos casos a la aceptación de demandas por parte de los tribunales. La entrada en vigor, en 2020, de la actual ley educativa, la Lomloe, cambió el escenario al establecer la obligación de que los ejecutivos autónomos ofrezcan un número suficiente de plazas públicas y darles la competencia para ordenar su oferta, afirma Héctor Adsuar, secretario de Enseñanza pública de CC OO. Su aplicación recae en las comunidades autónomas. Pero ahora al menos tienen la oportunidad de utilizar los argumentos de una ley orgánica ante los tribunales en caso de conflicto.
Otro factor que ha contribuido a que la escuela pública salga más perjudicada es el hecho de que es la que garantiza el servicio educativo en las zonas rurales (donde la concertada apenas está implantada) más afectadas por la despoblación.
11.000 maestros menos que en 2020
El análisis de la evolución de las plantillas pone de manifiesto que de los 33.323 profesores (contabilizados por cupos a tiempo completo; dos docentes con media jornada cuentan como uno) que se incorporaron a la educación pública en el curso 2020-2021 para poder reducir el tamaño de los grupos como preveía la normativa anticovid, quedan 22.296. Es decir, que se han suprimido 11.027 puestos. Los territorios donde más se han perdido han sido Madrid, con 5.634 menos, y Andalucía, 2.645, aunque también fueron los territorios que más docentes contrataron al inicio de la pandemia, 7.398 y 6.545 respectivamente.
El informe de CC OO refleja que la educación pública matricula al 66,9% de todos los estudiantes, pero al 72,5% de quienes presentan algún tipo de discapacidad, y al 75,4% de los niños y adolescentes con necesidades específicas de apoyo educativo por otro tipo de causas, como la “vulnerabilidad socioeducativa” (al 77,9%) o el “desconocimiento grave de la lengua de aprendizaje” (83,7%).
El sindicato propone, para mejorar la inclusión educativa y corregir el desequilibrio que asume la educación pública, que todo el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo cuente “doble a efectos de ratio en todos los grupos”. “Esto se ha hecho en el pasado y aún se hace en algunas administraciones, en algunas etapas y solo con el alumnado con necesidades especiales asociadas a discapacidad”, señala el informe.
Aprobar dicha medida supondría incorporar a 34.717 docentes a la educación pública. Sumados a otros refuerzos que el sindicato reclama, 21.177 de Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje, 10.026 orientadores, y 18.995 profesionales para cubrir la nueva figura de coordinador de convivencia de los centros, Comisiones Obreras propone contratar a un total de 84.915 nuevos profesores y educadores de forma escalonada en un plazo de cuatro o cinco años. El coste de hacerlo ascendería a unos 3.566.000 millones de euros, un 0,27% del PIB de 2022.
>>Quizás nos empeñamos en que toda la solución es un tema de presupuesto, obviando que matan por sus ideas, ideas reforzadas por parte de una sociedad aún negacionista, que envalentonan a estos tipos.
>> Igualdad pide que las víctimas de la violencia machista vayan acompañadas a recoger sus cosas a su casa aun sin denuncia.
>> Un agosto negro en violencia machista obliga a convocar un nuevo comité de crisis.
Francy no recogerá más a su hijo de siete años a la puerta del colegio. El hijo de Vanesa, de Móstoles, no podrá contar a su madre cómo será el primer día de cole. La hija pequeña de Zhen Jiang no podrá explicar a su madre qué aprenderá el lunes. Las dos hijas y el hijo de Salma no podrán contar a sus amigos sus vacaciones de verano, sino que su padre intentó matarlos en el río Ebro. El hijo mayor de Zhour no podrá preguntar a su mamá cómo cuidar de sus hermanos de ocho años y cinco meses. La hija pequeña de Juani, de tres años, irá al cole de la mano de sus dos hermanas menores, con el eco del horror que presenció en la casa. Las dos hijas de Encarnación, de 15 y 12 años, no podrán preguntar a su madre dudas de clases o personales porque su padre falseó un accidente de tráfico para ocultar que la asesinó.
Esta es la vuelta al colegio que espera a estos niños y niñas porque sus padres, o las parejas de su madres, las mataron. No han sido las únicas. Hay más mujeres, con hijos adultos o que no eran madres, cuyas familias han pasado este verano en su habitación vacía, oliendo la ropa que ellas nunca más usarán y cargados de preguntas. Rompe pensar en tanto dolor. Y da rabia pensar que habrá quien diga, incluso mirando a los ojos de esos menores, que la violencia de género no existe o que sus madres no merecen ni un minuto de silencio.
42 mujeres asesinadas este año. 45 huérfanos y huérfanas. Hay a quienes se les llena la boca solo con el presupuesto del Ministerio. Dinero que va en gran mayoría a las comunidades autónomas. Estaría bien fiscalizarlas. Que, donde se denunció, los errores no se repitan. Si el verano es peligroso, reforcemos las valoraciones de riesgo. Si hay casos que se detectan en los centros de salud estaría bien que, en lugar de dar cita a las dos semanas por la falta de personal, se refuercen esas plantillas. Eso es prevención.
Sí, hubo mujeres que no pudieron denunciar, como siempre. ¿Pero y su entorno? ¿Hubo falta de confianza en las instituciones? ¿Quizás la mala prensa que algunos hicieron de las asociaciones feministas las alejaron de acudir para pedir ayuda? ¿Nadie de los conocidos de esos asesinos escuchó nada? Como ciudadana, me lo pensaría dos veces antes de decir que se criminaliza a los hombres, cuando ellos las están matando. O decir que la violencia de género no existe por si les da argumentos. Dudaría por si, sin pretenderlo, ese mensaje refuerza su idea. Me pensaría dos veces hablar de denuncias falsas por si desanima a ellas a hacerlo. Ojalá esas niñas y niños en sus colegios no tengan que escuchar estos bulos que señalan a sus madres.
Quizás nos empeñamos en que toda la solución es un tema de presupuesto,obviando que matan por sus ideas, ideas reforzadas por parte de una sociedad aún negacionista, que envalentonan a estos tipos. Y hasta que no asumamos esto, y lleguemos a esa raíz, habrá niños y niñas que volverán al colegio sin sus madres. Porque ellos seguirán pensando que esa violencia es un invento y que las tienen que matar por encima de todo.
TikTok multada con 345 millones de euros por la privacidad de los datos de los niños
Por Tom Gerken y Liv McMahon
Reporteros de tecnología
Los reguladores irlandeses han multado a TikTok con 345 millones de euros (296 millones de libras esterlinas) por violar la privacidad de los niños.
La queja se refería a cómo la aplicación de redes sociales manejó los datos de los niños en 2020, particularmente en torno a la verificación de edad y la configuración de privacidad.
Es la multa más grande que TikTok ha recibido hasta la fecha por parte de los reguladores.
Un portavoz de la empresa de redes sociales dijo que «respetuosamente no estoy de acuerdo con la decisión, en particular con el nivel de la multa impuesta».
«Las críticas se centran en características y configuraciones que estaban implementadas hace tres años, y que hicimos cambios mucho antes de que comenzara la investigación, como configurar todas las cuentas menores de 16 años como privadas de forma predeterminada», dijeron.
La multa fue emitida por la Comisión de Protección de Datos (DPC) de Irlanda en virtud de la ley de privacidad del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la UE.
GDPR establece reglas que las empresas deben seguir al manejar datos.
La DPC descubrió que TikTok no había sido lo suficientemente transparente con los niños sobre su configuración de privacidad y planteó dudas sobre cómo se procesaban sus datos.
La comisionada de Protección de Datos, Helen Dixon, dijo a BBC News que la investigación también encontró que las cuentas creadas por personas de entre 13 y 17 años se hacían públicas de forma predeterminada al registrarse, lo que significa que el contenido que publicaban era visible para cualquiera.
«Eso es precisamente culpa de TikTok por la forma en que diseñaron la plataforma, y decimos que infringió la protección de datos desde el diseño y los requisitos predeterminados del RGPD», dijo la señora Dixon.
La firma tiene tres meses para que su tratamiento de datos cumpla íntegramente con el RGPD.
La profesora Sonia Livingstone, que investiga los derechos y experiencias digitales de los niños en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, acogió con satisfacción la decisión del DPC.
«[Los niños] quieren participar en el mundo digital sin ser explotados ni manipulados. Y eso significa que las plataformas deben explicar cómo se tratan sus datos y, lo más importante, tratarlos de manera justa, ya que la privacidad es un derecho de los niños», dijo.
Sigue en marcha una investigación sobre si TikTok ha transferido ilegalmente datos de la UE a China. TikTok es propiedad de la firma de Beijing ByteDance.
Multas europeas
A pesar de que la multa asciende a cientos de millones, en realidad es menor que otras sanciones observadas en los últimos meses, como la multa de 1.200 millones de euros (1.000 millones de libras esterlinas) que el regulador impuso a Meta en mayo por mal manejo de los datos de las personas al transferirlos entre Europa. y Estados Unidos.
Sin embargo, es sustancialmente mayor que la multa de £ 12,7 millones que el organismo de control de datos del Reino Unido impuso a TikTok en abril por permitir que niños menores de 13 años usaran la plataforma en 2020.
La multa emitida por la DPC se refiere específicamente a 2020, y TikTok tomó varias medidas en los años siguientes para que cumpliera mejor.
Esto incluyó convertirse en uno de los primeros sitios de redes sociales en hacer que las cuentas de jóvenes de 13 a 15 años sean privadas de forma predeterminada en enero de 2021.
También introducirá un cambio este mes que significará que todos los jóvenes de 16 y 17 años que se registren en la plataforma tendrán su cuenta configurada como privada de forma predeterminada.
Fuente de la Información: https://www.bbc.com/news/technology-66819174
En su libro La nueva derecha: análisis del conservadurismo radicalizado, la politóloga austríaca Natascha Strobl indaga en la forma en la que algunos partidos conservadores clásicos han adoptado la retórica cultural y social de la extrema derecha. En esta entrevista explica cómo se produjo esa radicalización del conservadurismo tradicional y analiza, con datos y casos específicos, las derivas que esa mutación puede producir en el futuro.
Desde la segunda posguerra, los partidos conservadores clásicos constituyeron, en Europa Occidental, un pilar del consenso político construido junto a los socialdemócratas. A pesar de que ese acuerdo siempre estuvo atravesado por diversas tensiones y renegociaciones, el consenso se sostuvo, aunque modificado, a través del tiempo. Hoy la situación es diferente. Desde hace al menos una década, no son pocos los partidos conservadores que, habiendo sido pilares del consenso de posguerra, se han deslizado hacia discursos, retóricas y postulados ideológicos de la extrema derecha. La radicalización del conservadurismo rompe el pacto y establece una lógica de antagonismos diferente a la que los mismos sectores de la derecha habían planteado en el pasado reciente. Si bien entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha existen posiciones divergentes, la comunión entre ambas tendencias políticas se ha vuelto, en determinados casos, indudable. ¿Cómo llegaron los partidos conservadores a usufructuar el discurso de las derechas extremas? ¿Qué papel jugaron las ideas de la Nouvelle Droite de Alain de Benoist en la radicalización de los conservadores? ¿Cómo han operado organizaciones juveniles de la nueva derecha como CasaPound en Italia en la normalización de los discursos radicales y en su introducción en el campo de los conservadores clásicos? Estos interrogantes son abordados de manera minuciosa por la politóloga austriaca Natascha Strobl La nueva derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, publicado recientemente en español por Katz Editores.
Natascha Strobl realizó sus estudios en la Universidad de Bergen (Noruega) y en la Universidad de Viena (Austria). Su libro, Radikalisierter Konservatismus. Eine Analyse (Suhrkamp, Berlin, 2021), publicado en español por Katz Editores bajo el título La nueva derecha. Análisis del conservadurismo radicalizado le ha valido un fuerte reconocimiento internacional.
En esta entrevista, Natascha Strobl analiza las formas de radicalización política de los conservadores tradicionales, indaga en las relaciones entre extrema derecha y conservadurismo, y desmenuza, con argumentos sociológicos y politológicos, el nuevo escenario de derechización política.
Texto:
En La Nueva Derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, usted realiza un análisis de los movimientos de la nueva derecha en Europa. Por un lado, examina el surgimiento de nuevos movimientos de extrema derecha, pero al mismo tiempo observa la transformación que, en diversos países, está produciendose en el interior de los partidos conservadores clásicos. En ese sentido, usted acuña la definición de «conservadurismo radicalizado» para dar cuenta de la mutación que la extrema derecha produce en las estructuras tradicionales de los conservadores. ¿Cuáles son las causas que la provocan? ¿Por qué algunos de los partidos conservadores tradicionales, que fueron fundamentales, junto a los socialdemócratas, en la construcción del consenso político y económico de la posguerra, están adoptando posiciones que los alinean más estrechamente con los movimientos de extrema derecha?
Cuando comencé a desarrollar el libro, estaba observando el giro radical que se desarrollaba en diversos partidos conservadores, sobre todo en aquellos que podríamos denominar tradicionales o clásicos, que dominaron la esfera europea desde la segunda posguerra. Podía constatarse que algunos de estos partidos históricos, pero también otros formados más recientemente, comenzaban a adoptar planteos de la extrema derecha, rompiendo así algunas de sus posiciones y estableciendo procesos de transición hacia enfoques más radicales. Entre los casos de partidos conservadores más recientes que asumían postulados de la derecha radical estaba, por supuesto, Fidesz, nacido a finales de la década de 1980 en la Hungría comunista. Se trataba de un partido que, originalmente, sostenía posiciones liberal-conservadoras, pero que, bajo las diversas administraciones de Víktor Orban había comenzado a declinarse por posiciones nacional-conservadoras, llevando a Hungría a una deriva iliberal. Algo similar sucedía con el Partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), un partido nacido como una escisión de Solidarność, la organización de Lech Wałęsa. Inicialmente había sostenido su vocación de constituirse como un partido de la derecha demócrata-cristiana, pero rápidamente derivó en una derecha nacional-conservadora. Por supuesto, este caso era particular, en tanto su partido era relativamente nuevo. Pero el mismo fenómeno había comenzado a operar en otros partidos conservadores clásicos. En mi propio país, el Partido Popular Austríaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), la organización característica y tradicional de la derecha conservadora y demócrata-cristiana, comenzó una mutación de este tipo en 2017, cuando Sebastian Kurz consiguió hacerse con el mando partidario y, pocos meses después, de la Cancillería del país. Bajo el mandato de Kurz, el ÖVP vivió un proceso de desdemocratización interna, al tiempo que asumió e importó aspectos sustanciales de la agenda de la extrema derecha representada por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ, por sus siglas en alemán). Entre esos temas se encontraban, por supuesto, el rechazo de la inmigración, la guerra contra el islam y los extranjeros, entre otras muchas materias. Aunque con características diferentes, el Partido Republicano de Estados Unidos, vivió también un proceso de acrecentamiento de sus bloques más radicales, que se expresó claramente en la elección de Donald Trump como su candidato –y luego como presidente– en 2016. En términos de partidos conservadores, hay también otros casos. El del Partido Popular Suizo es uno de ellos. A pesar de que no se trata de uno de los partidos que resultaron centrales en el acuerdo de posguerra –el partido se formó, tras una serie de fusiones, en 1971–, sí forma parte de aquellas organizaciones que se deslizaron desde un inicial conservadurismo hacia posiciones de derecha radical.
En definitiva, mi trabajo busca entender un escenario amplio del conservadurismo radical. Por un lado, la radicalización por derecha de una serie de partidos conservadores tradicionales. Por otro, la apelación al conservadurismo por parte de espacios y organizaciones de extrema derecha. Y, por supuesto, la radicalización de la tradición de los conservadores, que no necesariamente se constituye como parte de partidos, sino que es también una tradición ideológica.
Me gustaría centrarme, en principio, en el caso de los partidos conservadores que desarrollan mutaciones –en mayor o en menor grado– hacia posiciones más extremas. Si bien usted afirma que esta transformación no se produce en todos los casos, verifica este proceso en diversas organizaciones y afirma que, en estos casos, se produce una ruptura con la tradición adoptada por el conservadurismo democrático durante el período de posguerra. En el mismo sentido, aclara que muchos de los cambios y radicalizaciones se produjeron, sobre todo en el terreno económico, desde la década de 1970. ¿Es este el momento de la radicalización cultural?
Claramente, los partidos conservadores tienen una tradición extensa. Una de sus particularidades consiste en haberse apoyado en facciones muy diversas de la burguesía, pero también de encontrar apoyos entre los trabajadores calificados o de cuello blanco y en el campesinado. En buena medida, al igual que los socialdemócratas dentro de la izquierda, los partidos conservadores lograron atrapar algo más que a sus clásicos electores, desarrollando mensajes amplios y «atrapa todo». Su papel en el acuerdo de posguerra, tal como usted dice, fue clave. Ese acuerdo, siempre móvil y sujeto a cambios, se sustentó sobre el principio de que los socialdemócratas, más apoyados en las fuerzas sindicales y de los trabajadores, y los conservadores, más sostenidos en el empresariado, se reconocían entre sí y se validaban. Cada una de las fuerzas, por supuesto, intentaba desarrollar sus políticas –que se diferenciaban claramente–, pero asumiendo un compromiso con el régimen político. En ambos casos, se consideraba que, al final, debía prevalecer una política de conciliación. Este proceso no modificaba las características centrales de los partidos conservadores ni su ideología.
Es completamente cierto que el consenso de posguerra, apalancado por socialdemócratas y conservadores, siempre fue móvil y tuvo sus respectivas renegociaciones. De hecho, en mi libro hago mención a su fragilidad. En Reino Unido, durante las administraciones de Margaret Thatcher, los conservadores desarrollaron iniciativas de cambio económico y social profundas, haciendo caso omiso a los planteos de la oposición política y evitando la cooperación. Aplastaron a los sindicatos y transformaron completamente muchas ciudades de clase obrera. El neoliberalismo proviene, en buena medida, de aquella experiencia que se extendió progresivamente al resto de los países.
Sin embargo, es igualmente cierto que el consenso tradicional siguió existiendo, aun cuando tuviera ya modificaciones sustanciales. Lo que ha sucedido ahora es diferente. Y es la ruptura clara y nítida del pacto. Como usted sabe, tradicionalmente los partidos conservadores apelaban a sostener el orden existente. Cuando querían hacer transformaciones importantes, pensaban en términos bastante moderados o cautelosos. Al adoptar, en cambio, las posiciones de la extrema derecha, que busca un cambio brusco y rápido del orden, se han radicalizado en un apartado en el que no lo habían hecho anteriormente. El punto fundamental consiste en entender que este conservadurismo radicalizado rompe el equilibrio histórico de las fuerzas conservadoras. Ahora, al mismo tiempo que sostienen una cierta radicalidad económica (producto de la Revolución Conservadora thatcherista) se suma una radicalidad sociocultural (apelar a las estrategias discursivas y de batalla cultural de la extrema derecha). Esto modifica nítidamente la fisonomía de estos partidos conservadores. En los casos en los que el conservadurismo efectivamente se radicaliza y llega al gobierno, como en el caso austríaco, se rompen reglas y acuerdos que, anteriormente, los conservadores tendían a respetar.
En su libro, usted analiza acabadamente el caso austriaco y el estadounidense, pero menciona también otros. Pese a ello, hay ejemplos, como el francés, en el que la fuerza tradicional de la derecha, Los Republicanos, no desarrolla el mismo proceso y, al menos por ahora, tampoco se verifica eso en la derecha tradicional alemana. En ambos países, la extrema derecha crece, pero no necesariamente sus planteos son adoptados por los partidos conservadores tradicionales…
Es correcto. Esta situación no se produce en todos los casos, aunque en muchos partidos conservadores y de la derecha tradicional en la que esas corrientes no se han vuelto hegemónicas, sí se verifican facciones que explicitan búsquedas similares. Existen otros casos, por supuesto, en los que la radicalización conservadora se produce con escisiones, como en el caso de Países Bajos. Geert Wilders, el dirigente político del Partido de la Libertad, ubicado en la extrema derecha, proviene de las filas del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, el clásico partido liberal-conservador neerlandés. Por otra parte, en el análisis del conservadurismo radicalizado no solo se desarrolla un enfoque sobre las organizaciones tradicionales, sino sobre las capas sociales de votantes que se radicalizan (y que pueden migrar del conservadurismo clásico a la extrema derecha). Se trata no solo de un fenómeno político, sino también sociológico.
Para explicar estos procesos usted apela, de hecho, al concepto de «burguesía cruda», acuñado por el sociólogo Wilhelm Heitmeyer. ¿Qué implica este concepto y por qué es importante para comprender la radicalización no solo en términos políticos y circunscriptos a las organizaciones tradicionales del conservadurismo, sino también en torno a clivajes sociológicos y culturales?
Es importante destacar que la crudeza y la violencia atraviesan a diversos estratos sociales y no se circunscriben únicamente a la burguesía, como lo evidencian numerosos ejemplos de crudeza contra determinadas minorías que se expresan de modo transversal en las diferentes clases sociales. Pero, ciertamente, lo que nos ocupa en este caso es la crudeza burguesa, tal como la define Heitmeyer. El concepto sociológico que desarrolla Heitmeyer toma en cuenta, sobre todo, los procesos de radicalización que se producen en el interior de las clases medias en momentos críticos y de desintegración social. Cuando Heitmeyer se refiere a la «crudeza burguesa» no apela solo a la burguesía en términos económicos, sino a lo que podemos comprender como los «modales burgueses», los modales que han sido tomados como sinónimos de «civilizados». Lo que Heitmeyer evidencia es que, detrás de esos modales, se verifican actitudes fuertemente autoritarias que, en contextos menos críticos, no se expresan abiertamente. Sin embargo, cuando emergen lo hacen en forma violenta, apuntando directamente contra el contrato social y los espacios de solidaridad. Entre los estratos burgueses y las clases medias más acomodadas esta crudeza se manifiesta en fuertes sentimientos de superioridad cultural que, con anterioridad, habían estado ocultos por una fachada de suavidad exterior. Cuando esa fachada desaparece, la burguesía aparece de manera cruda, apelando a una ideología que ve a grupos y a personas como inherentemente desiguales. En ese sentido, la burguesía cruda se posiciona nítidamente contra el Estado de Bienestar y contra las prestaciones sociales a personas desfavorecidas, al mismo tiempo que sostiene una cierta posición de darwinismo social. Por otra parte, establece tipos ideales de sociedad basados en la meritocracia, despreciando a aquellos grupos a los que ve como contrarios a esta. La diferencia entre esta crudeza burguesa y otras crudezas es que esta tiende a ser socialmente aceptada.
Cuando los conservadores hacen uso de esa crudeza –que parecía reservada para expresiones más radicales de la extrema derecha– se evidencia un pasaje al conservadurismo radicalizado. O, dicho de otro modo, cuando los conservadores clásicos asumen la posición cultural de la extrema derecha y se impulsan mediante la crudeza burguesa –deslizándose hacia un discurso que ataca directamente a sectores socialmente desfavorecidos y a los extranjeros–, se ejecuta la operación del conservadurismo radicalizado.
Uno de los puntos principales de su ensayo estriba en introducir una diferencia entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha. Si bien usted ve tendencias similares en términos culturales y sociales, marca una distinción en términos económicos: en algunos casos la extrema derecha sostiene todavía posiciones estatalistas (aunque aclara también que las hay neoliberales), mientras que el conservadurismo radicalizado apuesta más nítidamente por la desregulación, la privatización y la flexibilización. ¿En qué medida ese sostenimiento se deriva, ahora sí, de una tradición constituida a partir de la década de 1970 con la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan?
Efectivamente, los conservadores han tendido más al neoliberalismo. Esto no implica que no existan partidos u organizaciones de la extrema derecha que también asuman esa posición económica neoliberal–de hecho, es claro que sucede–, aunque en ese campo hay una mayor mixtura. Si en algunos casos la extrema derecha toma posiciones neoliberales, en muchos otros se presenta como la garante del Estado de Bienestar. Esto es visible, por ejemplo, con los Demócratas de Suecia, que se han convertido en los defensores más furibundos del Estado de Bienestar desde una posición chovinista: consideran que debe ser solo para los suecos y no para los inmigrantes. Esto es bien diferente en el caso de los partidos conservadores que, como usted plantea, fueron aquellos que más se adaptaron (e incluso propagaron) la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan. Estos partidos no están, a priori, interesados en sostener el bienestarismo, del que participaron fuertemente durante el consenso de la segunda posguerra. Es muy claro que, al radicalizarse, participan de las guerras culturales propias de la extrema derecha, pero sus posiciones neoliberales se sostienen. En los dos casos que analizo, el de Trump y el de Sebastian Kurz, esto es particularmente visible. Ambos, por supuesto, pertenecen y participan en partidos conservadores clásicos –el Republicano de Estados Unidos y el Popular de Austria– y en los dos se verifica el desarrollo de posiciones de desmantelamiento del Estado de Bienestar –o lo que haya de él en cada caso–. Conviene recordar que Trump se enfrentó al seguro de salud en su primer día de gobierno, lanzando sus dardos contra el Obammacare a través de una política que llamó Repeal and Replace (derogar y sustituir). Por supuesto, a eso sumó su reforma fiscal, claramente beneficiosa para los más ricos, y la Ley de Recortes y Empleos que se dirigió en el mismo sentido. En el caso de Kurz, este tipo de posiciones fueron visibles con la reforma del Ingreso Mínimo Ciudadano, que no solo apuntó en una dirección neoliberal, sino en términos de lucha contra los inmigrantes y los pobres, al vincular la prestación a un determinado nivel de estudios y competencias lingüísticas. De más está decir que la dirección neoliberal se verificó también en la posibilidad de que las empresas extendieran las jornadas laborales de sus empleados a 12 horas y en la reducción de las prestaciones de desempleo.
Uno de los aspectos sustanciales de la extrema derecha, pero también del conservadurismo radicalizado es su lectura de lo que se conoció, en la década de 1960, como la Nouvelle Droite (Nueva Derecha) impulsada, entre otros, por Alain de Benoist. ¿Qué implicancias ha tenido ese pensamiento?
Efectivamente, la Nouvelle Droite francesa, propiciada en la década de 1960 por Alain de Benoist ha tenido un papel clave, tanto para la extrema derecha como para el conservadurismo radicalizado. En primer lugar, la Nouvelle Droite recuperó lo que el publicista suizo Armin Mohler denominó, en 1949, como la «Revolución Conservadora». Mohler utilizaba el término para designar a una red informal de pensadores antiigualitarios y reaccionarios como Oswald Spengler, Edgar Julius Jung, Otto Strasser y Ernst Jünger, que, a diferencia de otros pensadores reaccionarios, buscaban, no ya un «retorno al pasado», sino un avance en la historia. Es decir, tenían una perspectiva de futuro. En segundo término, la Nouvelle Droite ha sido importante en tanto su planteo ha consistido, fundamentalmente, en escoger como campo de batalla principal, ya no el terreno estricto de la política, sino el de la cultura. En este sentido, asumía una actitud «prepolítica», aspirando a dar primero una «batalla cultural». Para ello se montaba sobre las posiciones teóricas de Antonio Gramsci, usufructuando su concepto de hegemonía y desplazándolo a la lucha de la derecha. Por supuesto, descartaron todos los aspectos propios de la posición comunista de Gramsci y se concentraron en la lógica procedimental planteada por el pensador italiano. Asumieron la posición gramsciana de que, para conseguir una verdadera transformación política, era preciso cumplir un requisito previo: lograr una aceptación social amplia. En tal sentido, asumieron que la derecha precisaba construir una hegemonía cultural y social, y no solo acceder al poder. Tomaron, asimismo, la noción gramsciana de «bloque histórico» y la utilizaron para sus propias motivaciones. La principal deriva de esta posición se ha centrado en el lenguaje. Aunque Gramsci entendía la hegemonía como un proceso amplio y complejo en la que el lenguaje era solo un elemento, la Nueva Derecha ha tendido a verlo como un aspecto sustancial. En su razonamiento, el lenguaje constituye un arma para destruir la discursividad democrática. Un aspecto importante a tener en cuenta para comprender la relación de la Nueva Derecha con el conservadurismo radicalizado es que, desde un inicio, se trató de un espacio mixto o superpuesto. Por un lado, operaba en la extrema derecha más claramente neofascista o neonazi. Por el otro, trabajaba intelectualmente sobre miembros de las elites cultas de derecha, principalmente conservadoras. En este sentido, cubría tanto el apartado más claramente radical, como al del conservadurismo burgués.
Al analizar la forma en la que las ideas de la Nouvelle Droite ingresaron más fuertemente en el campo del conservadurismo clásico, devenido en radical, usted hace énfasis en una serie de organizaciones a las que denomina como las herederas de aquellas ideas nacidas en la década de 1960. ¿Cuáles son esas organizaciones y qué papel han cumplido en la diseminación de estas ideas y en su «normalización»?
Cuando me refiero a las «nuevas organizaciones de la nueva derecha» pienso, puntualmente, en expresiones como las que han tenido lugar en Italia con CasaPound o en Alemania con el Instituto de Política Estatal (IfS, por sus siglas en alemán). Estas organizaciones han heredado y leído en profundidad los planteos de las Nouvelle Droite y de Alain de Benoist, pero han avanzado más fuertemente en las batallas culturales. CasaPound1, una organización nacida en Roma en 2003, ha intentado, desde un inicio, mixturar la tradición del fascismo y del neofascismo italiano con la cultura pop. La estrategia de CasaPound ha consistido, fundamentalmente, en el desarrollo de acciones «metapolíticas», desarrollando medios de comunicación, pero también actividades deportivas, grupos musicales y exposiciones artísticas. El punto fundamental de organizaciones como CasaPound es disipar la imagen vetusta y anticuada de la extrema derecha y adaptarla a un público joven y moderno. De hecho, la mayor parte de los miembros, simpatizantes y activistas de CasaPound son jóvenes, por lo general de sectores medios y universitarios. En buena medida, y así lo he analizado junto a mis colegas Julian Bruns y Kathrin Gloesel, organizaciones como CasaPound, pero también Generation Identitaire en Francia, pertenecen a lo que se conoce como el «movimiento identitario». Se trata de una generación joven dentro de la «nueva derecha». ¿Por qué es importante? Porque, desligada de sus clásicas posiciones neofascistas o neonazis, y con una imagen más adaptada a los tiempos, logran constituirse como mediadores entre el extremismo de derecha y el conservadurismo tradicional, fortaleciendo el conservadurismo radicalizado. En buena medida, permiten trazar una zona de transición entre ambas corrientes y desarrollar una cultura que oculta algunas de sus posiciones bajo argumentos relacionados con la tradición, la libertad, la identidad y la patria.
Usted trabaja sobre dos casos particulares del conservadurismo radicalizado: el de Donald Trump en Estados Unidos y el de Sebastian Kurz en Austria. En su libro no solo los define como exponentes de esa corriente, sino que evidencia una serie de rasgos comunes en sus respectivos gobiernos. ¿Cuáles son esos rasgos y por qué constituyen pilares del conservadurismo radicalizado?
Ambos personajes, Kurz y Trump, me interesaban en la medida en la que encarnan explícitamente el conservadurismo radicalizado. Los dos disputaron electoralmente por las fuerzas de derecha clásicas de sus países (el Partido Republicano y el Partido Popular Austriaco), pero conectando con dinámicas y lógicas culturales del extremismo de derecha. Una particularidad, que me permitía al mismo tiempo un análisis más situado y concreto, es que ambos llegaron al poder casi al mismo tiempo, expresando así una corriente de ascenso de conservadores radicalizados. En el libro detallo claramente una serie de rasgos comunes entre los conservadores radicalizados –que, en algunos casos pueden ser compartidos por la extrema derecha–. En primer lugar, el conservadurismo radicalizado desarrolla una violación calculada de reglas formales y de reglas informales. La razón es muy evidente: los conservadores radicalizados pretenden romper una serie de consensos establecidos en la política, borrando así algunas normas establecidas entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es correcto y lo que no lo es. Desobedecer o forzar las reglas contribuye a la idea de una ruptura, señala una diferenciación con cierto establishment guiado por una serie de normas, pero además les permite expresar, incluso dentro del gobierno, una posición de disconformidad con el sistema. Aun cuando en sus políticas estén completamente alineados con el capitalismo, la ruptura de reglas formales e informales les habilita presentarse como «incorrectos», dejando al resto –a aquellos que exigen la consecución de normas– en la posición de «lo establecido».
Tanto en el caso de Kurz como en el de Trump, esto se evidencia de modo muy nítido, aún con sus diferencias de personalidad y carácter. Kurz, un hombre más bien distante y duro, llevó la ruptura de las reglas informales a un lugar inédito en Austria cuando se negó, en 2021, a participar de la celebración oficial de la liberación en el campo de concentración de Mauthausen. Esa celebración fue llevada a cabo por todos los cancilleres austríacos, y la negativa de Kurz y de su comitiva a participar en una conmemoración que es la base simbólica de la Segunda República implicó una clara ruptura de una regla informal que, por supuesto, luego fue usufructuada por su propio partido. De hecho, al día siguiente, el parlamentario Martin Engelberg, perteneciente al partido de Kurz, declaró que la celebración en el antiguo campo de Mauthausen estaba siendo «utilizada por los partidos políticos». Trump, por supuesto, no fue menos que Kurz. Desde un inicio, utilizó las redes sociales, y especialmente Twitter, para denigrar e insultar a sus adversarios. Su intento fue normalizar este tipo de situación, pero lo cierto es que el tipo de improperios de Trump constituyen una ruptura de reglas informales. Son impropias de un político profesional. El punto fundamental es que la ruptura de esas reglas es, para sus seguidores, completamente entusiasmante. Esta ruptura de reglas, por supuesto, no se limita solo a las tácitas o no escritas, sino, como le decía, también a las formales, como lo demostró, por ejemplo, la llamada de Trump al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, pidiéndole que «encontrara» los 11.779 votos que necesitaba para ganar ese estado –hecho que luego llevó a investigaciones por manipulación electoral—.
Usted afirma que este conservadurismo radicalizado desempodera las estructuras de los partidos. ¿Por qué y cómo sucede este fenómeno?
En tanto el conservadurismo radicalizado apuesta por una polarización permanente y se sostiene sobre líderes fuertes, rompe parte de las estructuras partidarias de cambio y renovación permanentes. El conservadurismo radicalizado pone a los partidos al servicio del líder, y no al revés. La figura del líder refleja un «nosotros» que se presenta de forma homogénea, mientras que las estructuras partidarias dan cuenta, por lo general, de una cierta diversidad. Cuando los partidos conservadores se radicalizan y apuestan por un tipo de liderazgo de este tipo, rompen parte de lo que fue su tradición durante la segunda posguerra. En aquel momento, si bien los distintos líderes partidarios podían tener posiciones divergentes, se asumía que los líderes servían al partido, lo que daba cierta previsibilidad. Cuando el conservadurismo se radicaliza, y siempre lo hace a través de una figura de liderazgo fuerte y unificador, son los partidos los que sirven al líder. El caso de Trump, que encontró resistencias al inicio, es ejemplificador: a medida que fue avanzando, logró disciplinar a los distintos líderes del Partido Republicano y solo se enfrentaron a él aquellos que no tenían ninguna posibilidad real de triunfo. En 2021, luego de la derrota de Trump, Liz Cheney, la tercera persona con más poder dentro del Partido Republicano, tuvo que dejar su cargo por discutir la denuncia trumpista de que las elecciones habían sido fraudulentas. Kurz solo aceptó ser presidente de su partido si se le otorgaban plenos derechos para decidir sobre el personal y sobre asuntos asociados al presupuesto. Esto rompió completamente el orden del ÖVP, un partido conservador clásico en el que los gobernadores provinciales siempre habían tenido una posición de importancia sobre estas materias. En el caso de Kurz la transformación del partido llegó incluso a sus características estéticas y de imagen, transformando la marca del partido y cambiando su color del negro al turquesa, buscando además transformarlo de un partido a un movimiento. Además de rebautizarlo popularmente como el Nuevo Partido del Pueblo, Kurz puso ese título en la boleta electoral, identificándose así ese «nuevo ÖVP » con el propio Kurz. En este proceso hay que mirar, también, la actitud de la extrema derecha representada por el FPO, en tanto muchos de los slogans usados por Kurz y el ÖVP empezaron a parecerse nítidamente a los de ese partido.
¿Cómo modifica el conservadurismo radicalizado la posición que el conservadurismo clásico tenía con sus adversarios políticos e ideológicos?
Este es un punto importante porque, efectivamente, el conservadurismo tradicional, al formar parte de un consenso y de un pacto sobre el régimen político, antagonizaba de forma democrática –aun cuando pudieran ser duros con las palabras– con sus adversarios. Esto se modifica con los procesos de radicalización de los conservadores. En primer término, el conservadurismo radicalizado, al abonar posiciones que tienden a pensar en la existencia de una «red global» de izquierdistas y progresistas que dominan los medios y la cultura construyendo un sentido común «políticamente correcto», desarrolla un antagonismo contra enemigos que no siempre son directamente identificables. El conservadurismo radicalizado se coloca, en tal sentido, en la posición de «la gente común», la «gente trabajadora», apelando a un sentido según el cual, «los otros», los que quedan fuera de ese esquema, constituyen el enemigo. Hay gente que hace un «trabajo real» y otra que no. En tal sentido, el conservadurismo radicalizado apela a una polarización más profunda que el conservadurismo clásico, sobreexcitando a la sociedad en un antagonismo permanente. El punto sustancial es que los conservadores radicalizados pretenden que ese antagonismo permanente se constituya como una nueva normalidad. Personajes como Kurz y Trump, transforman, de hecho, la forma de debate con la oposición política, en tanto ya no buscan llegar a acuerdos (como sucedía en la lógica del conservadurismo tradicional) ni establecer mediaciones. Su intención es fidelizar mayorías. A esto se suma un segundo elemento: ya no solo tienen un enemigo político institucional (los partidos opositores), sino que buscan construir un enemigo extraparlamentario. Esto se vuelve muy evidente en el modo en el que Trump se refería, por ejemplo, a Antifa o al movimiento Black Lives Matters. Por empezar, Antifa no constituye una organización, sino solo una etiqueta general para denominar a grupos que se presentan como antifascistas. Al darle una uniformidad y plantear que se trataba de una «organización terrorista», Trump desarrollaba una imagen del enemigo extraparlamentario que permitía solidificar su vínculo con sus propios adherentes y seguidores. Kurz hacía lo propio hablando de «activistas de extrema izquierda» y vinculándolos a lo que llamaba «islam político». Creo que un aspecto fundamental para entender al conservadurismo radicalizado es tener en cuenta que su forma de antagonizar con los opositores proviene del repertorio de la extrema derecha. No solo los partidos tradicionales de la izquierda, sino también los medios, los intelectuales, los trabajadores culturales, son puestos en el lugar del «mismo poder», de un «establishment progresista». Esto construye un nuevo tipo de polarización, con adversarios políticos identificables y grupos más porosos.
En esto se ve también el papel que las batallas culturales tienen para los conservadores radicalizados…
Exactamente. No debemos olvidar que uno de los aspectos del conservadurismo radicalizado consiste en participar activamente de las guerras culturales que han caracterizado a la extrema derecha. De hecho, las llamadas batallas culturales parecían, en un principio, reducidas a las extremas derechas, que habían desplazado su terreno de acción de la política al campo de la cultura. Ese deslizamiento le permitió entender a los partidos de un nuevo modo: no ya como organizaciones que pretenden gestionar y que discuten entre sí las decisiones y las orientaciones, sino también como ordenadores culturales que preconizan un tipo de futuro y de orden. Por supuesto, el carácter de la guerra cultural tiene un sentido moral: se presenta como una lucha antagónica entre un «nosotros» y un «ellos» que se corresponde con los «buenos» y los «malos». Lo que hace el conservadurismo radicalizado no es importar simplemente la lógica del antagonismo de la extrema derecha (los nativos contra los inmigrantes o contra los islámicos que «destruyen la cultura nacional»), sino mixturarla con la perspectiva polarizadora de los neoliberales (dividiendo, por ejemplo, a los trabajadores de los perezosos o los holgazanes). En este sentido, el conservadurismo radicalizado funde posiciones, combinando cuestiones relativas a la identidad con la clase.
¿Cómo opera, en el conservadurismo radicalizado, la cuestión de la identidad nacional a la hora de producir ese antagonismo? ¿En qué medida los conservadores tradicionales de Europa que forman parte de procesos de radicalización asumen teorías conspirativas como la del «gran reemplazo»?
Desde un inicio, los llamados «identitarios» de la nueva derecha enlazaron con la teoría del «gran reemplazo». Según esa posición conspirativa, Europa se encuentra en un estado de alerta porque su población y su «identidad» serán sustituidas debido a la inmigración, sobre todo la de países islámicos. En el fundamento del movimiento identitario está la reivindicación de lo que consideran una suerte de «identidad autóctona», tanto nacional como continental. En tal sentido, se encuentra la marca de lo que se ha conocido como «etnopluralismo». Según el etnopluralismo cada cultura se corresponde con un espacio en particular, por lo que las diversas no deberían mezclarse, sino, por el contrario, «mantenerse limpias». Este proceso deriva en una homogeneización nacional y en una defensa de «valores autóctonos». Esa posición, sin embargo, ya no es patrimonio exclusivo de los identitarios, sino que ha pasado a formar parte del repertorio de los conservadores que se radicalizan. En el caso de Kurz, del que hemos estado hablando, esa tesis se manifestó muy nítidamente cuando su partido, el ÖVP, afirmó que la izquierda buscaba cambiar la composición del país a través de naturalizaciones masivas y dándole el derecho de voto a los extranjeros. A esto se sumó, con mucha claridad, la batalla de Kurz contra lo que denominó como «islam político», cuando quiso introducir, en 2020, una ley en la que sindicaba a los musulmanes como una población homogénea y les imputaba posiciones unívocas.
La extrema derecha solía tener características antisemitas. Ahora parece haber una escena de mixtura: por un lado, se manifiestan posiciones antisemitas asociadas a las teorías conspirativas sobre George Soros –a quien algunos retratan incluso con las características faciales que el nazismo les imputaba a los judíos en sus caricaturas–, pero al mismo tiempo se produce una defensa del Estado de Israel y, sobre todo, de su líder, Benjamin Netanyahu. ¿Se ha deslizado la derecha radical a la islamofobia, aun sosteniendo sustratos antisemitas?
Efectivamente, se trata de una escena compleja y hay deslizamientos desde el antisemitismo a la islamofobia. Pero, tal como usted dice, hay posiciones antisemitas que permanecen y se verifican, por ejemplo, en la personificación de Soros. Lo cierto es que parte de la extrema derecha puede tener un sustrato cultural antisemita, pero enlazar con el régimen iliberal de Netanyahu. Viktor Orbán es el ejemplo perfecto de esa situación: es alguien que no solo ha hecho campaña en relación al tema Soros, sino que ha manifestado posiciones antisemitas, y, sin embargo, sostiene que Netanyahu es un «gran líder». Pero, por otra parte, debemos agregar algo más a esta cuestión: en esta estrategia general de las derechas radicales, tampoco a Netanyahu parece importarle demasiado tener relación estrecha con líderes con trasfondos antisemitas. Hay una alianza estratégica allí y es necesario pensarla.
Permítame hacerle una última pregunta. Su libro comienza planteando una cuestión esencial: que se discute demasiado sobre la crisis de la izquierda y la socialdemocracia, y muy poco sobre la del conservadurismo tradicional. Pero, en términos muy concretos, usted relaciona una situación de crisis con la otra. ¿La izquierda ha tenido también una responsabilidad en este proceso? ¿Cuál ha sido su problema? ¿No haber conseguido unificar demandas materiales y posmateriales?
Ninguno de los líderes del conservadurismo radicalizado cayó del cielo. En buena medida, y comparto lo que usted plantea, son también una respuesta al modelo precedente. Durante demasiado tiempo, conservadores y socialdemócratas se parecieron, y se instaló una dinámica en la que parecía que ningún otro tipo de cambio era posible. Esa idea de una imposibilidad de cambios llevó a lo que Colin Crouch denominó como una «postdemocracia». Al no producir cambios sustanciales, los socialdemócratas fueron vistos como parte de un sistema que, en sí mismo, se había vuelto conservador. La radicalización de los conservadores y su apelación a cambios y transformaciones modificó un panorama político anquilosado en algo peor. Pero, ciertamente, existe una responsabilidad de las fuerzas de la izquierda partidaria que, durante años, han ocupado un lugar en el sistema político sin desarrollar una serie de políticas coherentes desde el propio poder. Pero a este respecto, me gustaría decirle algo: volver para atrás tampoco es la solución. Creo que cierta nostalgia por el pasado puede producir incluso posiciones que no alienten una transformación. El sistema político está cambiando de forma notable y el estado que yo conocí, y sobre todo el que conocieron mis padres, no existe más. Lo hemos dicho: desde 1945, socialdemócratas y conservadores, estabilizaron el sistema político, desarrollaron una economía social de mercado y buscaron una conciliación de intereses. Pero los partidos conservadores claramente no están hoy en esa posición. Los socialdemócratas intentan, de un modo u otro, volver a esa «vieja normalidad». Si la socialdemocracia no quiere estabilizarse como una fuerza conservadora, tiene que plantear un horizonte diferente. ¿Cuál es el camino que puede proponer hacia adelante? Esa es la gran pregunta y debe atreverse a hacérsela.
Algunos sectores de la izquierda criticaron la medida a la que calificaron como una «policía de la ropa» y una decisión «característica de un rechazo obsesivo de los musulmanes».
Las escuelas públicas francesas han enviado a casa a decenas de niñas por negarse a quitarse las abayas (túnicas largas y holgadas que usan algunas mujeres y niñas musulmanas) el primer día del año escolar, según el ministro de Educación, Gabriel Attal.
Desafiando la prohibición de la prenda considerada un símbolo religioso, cerca de 300 niñas se presentaron el lunes por la mañana vistiendo abayas, dijo Attal el martes a la emisora BFM.
El ministro francés de Educación confirmó que está nueva medida forma parte de la estricta prohibición que hay en las escuelas francesas de utilizar cualquier símbolo religioso.
Des policiers dans un lycée pour contrôler les tenues des élèves. Aussi obscène que ces agents traquant il y a quelques années les femmes trop vêtues sur les plages. Le dévoiement de la laïcité en deux images.#abayas#burkinipic.twitter.com/tAWbraNMC1
El Gobierno considera que las abayas son un vestido de identificación religioso que se contrapone al laicismo, sin embargo varias voces críticas en Francia alzaron la voz para considerar que es una acción islamofóbica.
El debate se ha profundizado en los medios de prensa y redes sociales en Francia sobre la conveniencia de aplicar una norma tan estricta en la medida que afecta las libertades
En este sentido, el Consejo de Estado, la máxima instancia judicial administrativa en Francia, examina este martes la petición de una asociación que defiende los derechos de los musulmanes en la que pide la suspensión de una ley que prohíbe vestir abayas en las escuelas públicas, que entró en vigor este lunes.
La Acción de los Derechos de los Musulmanes (ADM), la asociación demandante, quiere una suspensión de una medida aprobada por el Gobierno de Emmanuel Macron el pasado 27 de agosto, pues alega que esta «estigmatiza» a las personas de credo musulmán y «representa una amenaza a sus derechos fundamentales en el plan social».
Se espera que el Consejo de Estado examine la demanda con carácter de urgencia, a partir de las 15H00 horas de este martes. La Corte tendrá el plazo mínimo de 48 horas y el máximo de un mes para pronunciarse.
Francia ha llevado a cabo una serie de polémicas prohibiciones y restricciones de la vestimenta islámica, que a menudo han desatado la ira de países musulmanes y organismos internacionales.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!