Europa/Francia/25-03-2022/Autor(a) y Fuente: www.ferc-cgt.org
Una semana después de la reanudación de las clases tras las vacaciones de invierno, el personal educativo nacional inició una huelga masiva.
Ante un protocolo sanitario de difícil aplicación por los medios que se le otorgan, ante una epidemia galopante y un ministro despectivo, el personal está desesperado. Y particularmente en 1º grado donde la gestión de los certificados de las pruebas y la continuidad educativa se ven complicadas por un retorno a cuentagotas de los alumnos. Con una tasa de huelguistas de casi el 75% en 1º y del 60% en 2º, sí que es la voz de la comunidad educativa en su conjunto la que se ha hecho oír.
Desde hace dos años, los sindicatos piden un plan de emergencia para la escuela
Este plan de emergencia presentado en varias ocasiones a Blanquer quedó sin respuesta. Por el contrario, Blanquer prosiguió la destrucción de la escuela: supresión de plazas, cierre de clases, reforma del bachillerato, reforma de la vía profesional, reforma del liceo general, apertura de unidades de formación de aprendices en los liceos profesionales. Ley Rilhac, ley 3DS…
En la CGT es evidente que estamos a favor de mantener abiertos los colegios en este periodo de crisis sanitaria, pero no a cualquier precio, no sin dar todos los medios materiales de protección necesarios ni los medios humanos para que lo permitan en buenas condiciones.
La CGT Éduc’action y la CGT Enseignement Privé siguen reclamando un plan de urgencia con la creación inmediata, masiva y permanente de plazas para todas las categorías de plantilla, empezando por la apertura y agotamiento de listas adicionales para concursos. Pero también, ante una epidemia galopante y el deterioro de las condiciones de aprendizaje de los estudiantes por la epidemia, exigen la postergación de los exámenes de especialidad de bachillerato en junio, la reducción de números por clase, la adecuación de programas para tomar en cuenta de los 3 cursos escolares interrumpidos y el abandono de las reformas Blanquer de clasificación y selección social en la Universidad. Esta bonita jornada de movilización terminará con una audiencia con el Presidente del Gobierno que intenta apagar el fuego del pirómano Blanquer.
¡Finalmente, los anuncios se mantienen muy por debajo de la ira!
Establecimiento de un organismo nacional de consulta sobre la gestión del riesgo de Covid-19 en las escuelas (integrado por el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación Nacional y expertos), este organismo se implementará en las academias.
Contratación de 800 docentes escolares a través de listas complementarias.
Distribución de mascarillas FFP2.
Discusiones en torno a la postergación de las evaluaciones de mitad de CP y pruebas finales de especialidad.
En términos más generales, la ira es profunda en toda la profesión. Es una pérdida de sentido de la profesión cada vez más sentida por los colegas, una falta de reconocimiento, en particular salarial, que también llevó a la movilización. El malestar en la profesión es fuerte, las cifras de detenciones, renuncias y solicitudes de terminación de contrato son prueba de ello.
Finalmente, esta fuerte movilización habrá permitido un cambio de tono y método del Ministro, un primer paso, ciertamente muy insuficiente, pero que debería alentarnos a continuar las movilizaciones para mantener la presión y ganar.
Fuente e Imagen: https://www.ferc-cgt.org/13-janvier-greve-dans-l-education
Representantes de los sindicatos de docentes de Cataluña y del Departamento de Educación se han reunido este martes para intentar acercar posiciones tras la huelga educativa de los pasados 15, 16 y 17 de marzo y que, de momento, continuará los días 29 y 30 de este mes.
El comité de huelga ha explicado que, en la reunión de este martes, han vuelto a hacer llegar sus reivindicaciones a la Administración y que el Departamento ha aceptado hacer una propuesta escrita de cara a la próxima reunión, prevista para este jueves por la mañana.
Tras la reunión, a la que no ha acudido el conseller de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, la portavoz del comité de huelga Eli Pericas ha asegurado que continuarán trabajando en la preparación de las próximas jornadas de protesta, las cuales «sólo se detendrán» cuando el Departamento se acerque a los sindicatos «con medidas concretas» que permitan desbloquear la situación.
En este sentido, a través de la lectura de un manifiesto conjunto, ha recordado que los últimos días de huelga tuvieron «un seguimiento nunca visto» en los últimos treinta años y ha puesto en valor su efectividad, que, considera, ha forzado al Departamento a iniciar unas negociaciones para «recoser la ruptura» y «desbloquear» el conflicto.
Así, ha recordado que los centros y la comunidad educativa «están al límite» y que seguirán exigiendo la reversión de los recortes y «medidas claras» para mejorar su situación, y ha hecho un llamamiento a las asambleas de los distintos centros para que sigan «manteniendo la presión».
Educación celebra el encuentro
Por otra parte, la directora general de profesorado y personal de centros públicos, Dolors Collell, ha valorado el encuentro en nombre del Departamento, celebrando que se hayan encontrado con los sindicatos en una mesa. «Siempre hemos estado en la mesa sindical, nunca nos hemos movido de allí», ha subrayado, «pedíamos sentarnos y un espacio para dialogar».
Collell ha apuntado que en el marco de la mediación, cada parte ha expuesto «lo que ha creídoo portuno», y ha señalado que desde el Departamento mantienen «la voluntad de negociar» para llegar a un acuerdo. Preguntada por el contenido de la reunión y del documento que presentarán el jueves, ha remarcado que prefieren mantenerlo «en discreción» para garantizar el funcionamiento de las negociaciones.
«No es la primera vez que tenemos conocimiento de las reivindicaciones de los sindicatos», ha insistido, «ahora se ha abierto un nuevo marco de diálogo, y a medida que vaya avanzando se irá dando información».
Más allá de la huelga educativa por motivos laborales, la Coordinadora Obrera Sindical (COS), la Intersindical-CSC, el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) y el sindicato de docentes USTEC han convocado para este miércoles 23 de marzo una jornada de huelga y protestas en Cataluña por la sentencia que obliga a impartir el 25% de las clases en castellano y para defender «los pilares de una escuela pública de calidad y en catalán».
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, dice que su país no debe unirse a la OTAN debido a los crímenes de la Alianza contra los niños yugoslavos en 1999.
“Creo que Serbia no debe unirse a la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte]. Serbia es un país libre y un país militarmente neutral, y quiere defender su propia tierra y su propio cielo”, afirmó el lunes Vucic durante un discurso pronunciado desde la ciudad serbia de Kikinda, en el marco de su campaña electoral.
El mandatario serbio consideró que su país tiene que desarrollarse, pensar en su economía, los sueldos y las jubilaciones. Dijo además que los serbios no pueden olvidar los bombardeos de la OTAN sobre la antigua Yugoslavia en 1999.
“Nuestro deber es perdonar y nuestro deber es no olvidar. No tenemos derecho a olvidarse de esto. Seremos mucho más fuertes de lo que éramos en esos días, cuando los irresponsables, los arrogantes y los presuntuosos nos bombardeaban y libraban una guerra de agresión contra nosotros y nuestro país”, agregó el jefe de Estado, al mismo tiempo que mencionó el nombre de niños y bebés asesinados en distintas regiones de Yugoslavia, como Merdare, Batajnica y Varvarin.
Es más, denunció que los medios occidentales muestran “cochecitos sin niños” en Ucrania, algo que no hicieron durante el bombardeo de la OTAN contra Yugoslavia, agregó.
El 24 de marzo al 10 de junio de 1999, la OTAN intervino en el conflicto armado, estallado en 1998 en el territorio de la antigua Yugoslavia, sin la aprobación de las Naciones Unidas. La agresión de la OTAN contra Yugoslavia duró 78 días y la alianza argumentó que la razón principal de la operación, cuyo nombre en código era ‘Fuerza Aliada’ era evitar el genocidio de los albaneses de Kosovo.
Según informa la agencia rusa de noticias TASS, citando a fuentes de la OTAN, aviones de la Alianza Atlántica realizaron 38 000 incursiones y llevaron a cabo 10 000 bombardeos, matando a entre 3500 y 4000 personas e hiriendo a unos 10 000 heridos, dos tercios de ellos civiles. Los daños materiales también ascendieron a 100 000 millones de dólares.
Durante los tres meses de bombardeos, agrega TASS, las fuerzas de la OTAN lanzaron sobre Serbia 15 toneladas de uranio empobrecido en bombas y proyectiles. Después de eso, la tasa de cáncer del país subió al primer lugar en Europa. En los primeros diez años que siguieron a los bombardeos, se diagnosticó cáncer a unas 30 000 personas y se estima que murieron entre 10 000 y 18 000.
Una cuidada atención, con personal especializado, un buen fondo editorial y su activismo cultural impulsan a las librerías independientes.
Libreramente, Sopa de Sapo, Joker, Louise Michel, Zuloa y Kaxilda. Aunque sus nombres suenen diferentes, tienen varios rasgos en común: son librerías independientes. Y también poderosas. Cada día se enfrentan a grandes empresas, como Amazon, Fnac, La casa del libro o incluso Elkar, y a nuevos hábitos de compra, mucho más virtuales. Sin embargo, a pesar de las dificultades, ni cejan en su empeño ni pierden la ilusión. De hecho, casualidad o no, la librería más reciente en abrir sus puertas en Bilbao, hace unas semanas, se llama La ilusa.
En principio, puede parecer que las pequeñas y medianas librerías desaparecen porque las grandes cadenas tienen más visibilidad, invierten más dinero en promocionarse y posicionarse en internet. Los números, en cambio, dicen otra cosa. Las pequeñas librerías siguen ahí, aunque vivan en una lucha constante. Según el Observatorio de la Librería 2021, de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL), en el País Vasco son 144 y 3.208 en todo el Estado. El informe destaca su estabilidad y resistencia en una época de crisis y cambios.
La CEGAL agrupa a 1.100 librerías. Álvaro Manso, su portavoz, se muestra optimista ante el futuro: “Normalmente, es un sector que mantiene el número de puntos de venta. Sin embargo, en 2021 ha habido un crecimiento de nuevas aperturas, sobre todo, en espacios urbanos grandes. Por eso, no creo que las librerías vayan a desaparecer, han demostrado que tienen una gran resistencia”.
Librerías personales
Con la llegada de los libros digitales, hubo quien vaticinó que el papel desaparecería. Ahora están en auge los audiolibros y la forma en que compra la ciudadanía está cambiando: llena su cesta con un solo clic. Pese a todo, personas con un amor infinito hacia los libros e ideas novedosas abren sus librerías-refugio, ofrecen a bibliófilos y neófitos en la lectura ese manuscrito que sacie su curiosidad, su sed de experimentar nuevas aventuras y descubrir conocimiento. Es el caso de Joker, librería bilbaína especializada en cómics y novelas gráficas. Fernando Tarancón, uno de sus fundadores, recuerda que la posibilidad de cubrir un hueco que existía en el mercado hace ya 28 años. Eso y su juventud les animaron a crear Joker: “Nos dimos cuenta de que no había un local en Bilbao que se asemejara a lo que queríamos abrir. Es de agradecer que, después de tanto tiempo, la librería siga funcionando, podamos vivir de ella y la clientela nos sea fiel”.
“Cuidamos mucho las autoediciones, el material de las editoriales independientes y los fanzines”, dice Fernando Tarancón, de Joker
Zuloa es una de las librerías referentes en Vitoria-Gasteiz. Al mando está Txintxu Rodríguez desde hace 20 años, aunque se inauguró en 1988, cuando tres jóvenes montaron un establecimiento donde reinaba la cultura. Rodríguez continuó con la iniciativa y hoy son conocidos no solo por su librería especializada, sino también por disponer de un espacio exclusivo para presentaciones y exposiciones que hacen “por amor al arte”.
Con Sopa de Sapo, su librería, Naia Hernández parece homenajear a las sorgiñak y sus famosas pociones. Abrió en 2014, en Bilbao, y está especializada, como no podía ser de otra manera con ese nombre, en literatura infantil. “No nací con vocación de librera, pero me gustan los libros infantiles y eso me decidió a serlo”. Algo parecido les ocurrió a Kristina Sáez y Eneko Álvarez, que comenzaron su aventura de Louise Michel en esa misma ciudad dos años después: “Queríamos tener una librería feminista y crítica, afín al movimiento asociativo vasco y, aunque era una apuesta arriesgada, lo hemos logrado”, dice Sáez.
De sopas también sabe mucho Kaxilda, donde, además de comprar libros, se puede disfrutar de una buena comida. La idea surgió en Donostia en 2012. “Con el margen de ganancia que deja el libro, la supervivencia de una librería, por sí sola, es complicada, aunque estos años hemos llegado a un equilibrio, los ingresos de ambos espacios son parecidos. Sin embargo, no olvidamos que nuestro sueño principal es la librería”, explica Cristina Martínez, una de sus socias.
La librera Enya Diez es la culpable de liberar las mentes barakaldesas y de sus alrededores. Antes de crear Libreramente trabajó en Fnac pero, aunque fue feliz, tuvo que rendirse a lo que, para ella, era una evidencia: su posicionamiento sobre las multinacionales le impedía estar cómoda con algunos clientes y ventas. “Cuando necesitas comer, tu parte pobre gana a tu parte militante. Al final, mi conciencia feminista y de clase me llevaron a abrir mi propia librería”, comparte.
Lucha de amazonas
Es la líder mundial, sus ingresos han crecido durante el periodo 2004-2020, terminando solo ese último año con más de 385.000 millones de dólares, 5.500 de ellos en España. “Amazon es el vendedor de plataformas de libros más importante. Es un hecho”, reconoce Manso. Sin embargo, el portavoz de CEGAL confiesa que no cree en un sistema de venta que abarata el coste del envío del producto hasta la gratuidad en detrimento de las condiciones de sus trabajadores y genera un “gasto ecológico terrible” por los numerosos viajes que conlleva.
Amazon compite con todas las librerías y no se le puede hacer frente directamente. Eneko Álvarez, de Louise Michel, también critica su funcionamiento: “Es una gran multinacional que, además de no pagar los impuestos que debería, mantiene unas relaciones laborales con sus trabajadores poco envidiables. Me parece mucho mejor y más sostenible apoyar al comercio local”. Por eso, las librerías pequeñas y críticas como Louise Michel, y otras con las que comparten filosofía, como Katakrak en Iruñea, han lanzado la campaña Librerías contra Goliat, para amazonas, nosotras. Su mensaje es claro, “apoya a las verdaderas amazonas: las pequeñas librerías y las librerías críticas de tu ciudad”.
“Intento que entrar mi librería sea una experiencia y también hacer comunidad”, dice Enya Diez, de Libreramente
En CEGAL se dieron cuenta de que las librerías independientes no tenían un buen posicionamiento web y pasaban casi desapercibidas, por lo que crearon Todos tus Libros. “Esta plataforma de comercio online no surge con la idea de competir con Amazon, sino para trasladar la manera de vender y actuar de los libreros en los espacios físicos a internet, para crear una comunidad de lectores de las librerías independientes”, señala Manso. En la actualidad, se ha convertido en una buena alternativa a Amazon ya que, como explica Manso, ofrece la mayor disponibilidad de libros en español. “Creamos la plataforma en 2020 y se está consolidando como lugar de compra. Tenemos unos datos de crecimiento paralelos al de las librerías. Además, debe quedar claro que con este proyecto colaborativo no compras a una plataforma, sino a una librería. Porque nosotros queremos que su número crezca, un concepto opuesto a lo que venden Amazon u otras plataformas”, explica.
Joker, Sopa de Sapo, Louise Michel o Zuloa también forman parte de esta iniciativa. “Es un proyecto hecho por y para nosotras. Tenemos voz y voto. Nos escuchan y todo lo que se hace va en nuestro beneficio”, cuenta Naia Hernández. “A los socios de Joker nos ha parecido un proyecto fundamental e importante, aunque le queda mucho recorrido y cosas que mejorar. Algo que sabemos que va a pasar”, comparte Fernando Tarancón.
Pilares fuertes
Las librerías independientes tienen unas características especiales, fortalezas, que logran mantener lejos de las grandes distribuidoras y cadenas a las personas amantes de los libros. Por ejemplo, aquí hay espacio para los libros de pequeñas editoriales y de autoras y autores menos conocidos, por lo que la clientela encuentra joyas que en otras librerías no están o permanecen escondidas. “Me gusta colaborar con esas editoriales porque notas el cariño que ponen a su trabajo. Sientes cuando los libros están escritos por placer y no por encargo. Además, te tratan de tú a tú, las grandes ni siquiera contestan a los correos electrónicos. No se preocupan. Son empresas que han perdido la visión cultural”, protesta Diez desde Libreramente.
Eneko Álvarez y Kristina Sáez no tienen nada en contra de los best seller, pero su apuesta no va por ese camino: “Buscamos cierta calidad editorial y ensayos feministas y de pensamiento crítico que aporten conocimiento, cultura y sabiduría a quien los lee”, matiza Álvarez. En Joker, además de vender los cómics y novelas gráficas del momento, no se olvidan de lo que hay más allá: “Cuidamos mucho las autoediciones, el material de las editoriales independientes y los fanzines. Eso también tratamos de mimarlo”, explica Tarancón.
“Lo bonito es coger el libro, olerlo, sentir sus páginas, sus colores, y eso Amazon no puede ofrecerlo”, dice Naia Hernández, de Sopa de Sapo
Sin embargo, tener un buen fondo literario no es lo único que les salva. Otra de las grandes ventajas de estos establecimientos es su personal, sus libreras y libreros, alguien especializado, que va a ser capaz de encontrar lo que el cliente necesita. Naia Hernández, de Sopa de Sapo, cuida mucho la atención al público, la capacidad de recomendar y la disponibilidad de las libreras. “Si una persona viene con una inquietud concreta, somos capaces de darle respuesta y ofrecerle una variedad de libros que le pueden encajar. Además, las librerías aún tenemos una ventaja más frente a las grandes empresas, y es que puedes venir a la librería a descubrir libros nuevos y disfrutarlos con todos los sentidos, porque lo más bonito es poder coger el libro, manejarlo, olerlo, sentir sus páginas, sus colores y mirarlo por dentro”, afirma. “Intento que entrar a Libreramente sea una experiencia y también hacer comunidad. Me gusta crear lazos entre la clientela, que se conozcan entre sí y hablen”, reconoce Diez.
Una experiencia de compra-venta y una conversación sobre literatura no son lo único. Las librerías independientes, además, son un espacio donde obtener conocimientos y fomentar la cultura a través de presentaciones de libros, firmas de los autores, charlas, talleres, formaciones y exposiciones. Algunas lo hacen con el objetivo de fidelizar a sus clientes, atraer nuevas visitas, pero la mayoría apuesta por estas actividades con el fin de propagar y reivindicar el valor de la cultura.
“Lo hacemos porque forma parte de nuestra filosofía. El hecho de fidelizar clientes es un término muy mercantilista que no nos identifica. Las actividades culturales las hacemos como interlocución con la gente que nos apoya”, confiesa Cristina Martínez. En Sopa de Sapo también tienen un espacio polivalente que ofrece para actividades. “Nos gusta decir que estas mantienen la librería viva, hacen que todos nos pongamos las pilas para que los clientes vean que aquí sucede la magia”, comparte Naia Hernández.
“Fidelizar clientes no es el objetivo en sí. Lo que buscamos con los eventos es dar a conocer la temática de los libros, visibilizar autorías, editoriales independientes, artistas menos conocidos. Se trata de generar un espacio de debate agradable y cercano, aunque las actividades tienen un claro efecto llamada”, explica Kristina Sáez. Su compañero en Louise Michel, Eneko Álvarez, coincide: “La idea que tenemos al proponer diferentes eventos es la agitación cultural y el fomento del pensamiento crítico. Y esto crea una comunidad de personas interesadas alrededor de la librería que es beneficiosa”.
“Fidelizar clientes es un término muy mercantilista que no nos identifica”, añade Kristina Sáez, de Louise Michel
“No he montado una librería para hacer dinero. Es inviable siendo una librería pequeña de barrio y muy focalizada en el contenido. No, no hago activismo cultural para fidelizar clientes, lo hago porque he aprendido mucho de lo que sé gracias a formaciones gratuitas, que me han hecho sentir lo suficientemente válida e inteligente para atreverme con determinados libros. Y por eso hago las charlas y las formaciones. Quiero que la gente sepa. Esto es militancia cultural”, explica Enya Diez. Claro que esas actividades hacen que muchas clientas sean fieles a Libreramente. “Son leales a la librería porque se sienten a gusto. Nadie las va a mirar raro por no saber, por preguntar. Se ha creado un espacio seguro y por eso gusta tanto”, concluye.
Peligro de extinción
La compra online crece, actrices y actores de gran prestigio ponen su voz en audiolibros para atraer a un público nuevo y cadenas como Elkar, Fnac, El Corte Inglés o La Casa del Libro parecen no tener límites. Por eso, hay quienes piensan que las librerías y sus profesionales desaparecerán con el tiempo. “Hay que tener claro a qué llamamos ser librera. Porque no es lo mismo ser librera que ser dependienta en una tienda que vende libros. La diferencia está en que cuando preguntas a una librera sabe responderte, porque lee e investiga. Es lo que ocurre en las librerías independientes. Aquí hay libreras y, por suerte, se están abriendo este tipo de librerías con profesionales del sector. Soy positiva, pero me preocupa que a todas las personas que venden libros se les considere libreras, porque no es así”, reivindica Diez. “Pasa lo mismo con tiendas como Elkar. ¿Es una librería o un bazar? Porque ya no solo venden libros, hay paraguas, botellas, peluches, juguetes”, critica. Sin embargo, no todo es tan positivo, también hay una cosa que le da miedo: “Nos da menos apuro y vergüenza entrar a Fnac, que es grande y dentro te sientes una persona anónima o incluso invisible, que estar en una librería pequeña en la que automáticamente la persona del mostrador te va a saludar. Preferimos el anonimato, porque este neoliberalismo te hace ser una persona individual”, denuncia.
Eneko Álvarez, de Louise Michel, también ve con esperanza su futuro y el de su profesión. “Las librerías como la nuestra no se están extinguiendo. Seguimos aquí. Es una pena que algunas hayan tenido que cerrar, pero otras están cambiando su modelo, van hacia la especialización y el trato cercano. Y con eso ofrecen algo que no pueden dar las grandes cadenas, ni la compra online, que es totalmente aséptica”, explica. “Apostar por eso puede ayudar a evitar los malos augurios de la extinción de las librerías. En nuestro caso, es verdad que solo llevamos seis años, pero la tendencia ha sido positiva, entra mucha gente joven, con las ideas muy claras. Y eso me da buena sensación”, añade Kristina Sáez.
“Todos tus libros pretende trasladar la manera de vender y actuar de los librerías independientes en sus espacios físicos a internet”, dice Álvaro Manso, portavoz de CEGAL
La pandemia cerró los llamados sectores no esenciales, entre ellos las librerías independientes, que tuvieron que echar la persiana y lo pasaron mal. Muchos negocios se perdieron para siempre. Otras, sin embargo, ahí siguen. Abiertas. Luchando. Creando cultura. “Durante la pandemia y estos años tan duros, las librerías han aguantado, porque la gente se ha volcado en apoyar al comercio local. Además, se ha recuperado el hábito de la lectura al tener menos opciones de ocio”, señala Txintxu San Martín, de Zuloa. “Es verdad que Amazon hace daño, porque los compradores no son conscientes de que comprar ahí no es comprar en una librería. Se trata de una cadena logística que por el hecho de ser multinacional no respeta leyes como el precio fijo del libro, ya que es uno de los pocos artículos a nivel estatal que tiene un precio marcado con el que no se puede especular. Algo que Amazon no respeta y vende libros a precios muy por debajo del mercado. Hay una competencia desleal con el resto de proyectos libreros. Pero, pese a todo, no tengo tan claro que la profesión de librera vaya a desaparecer”, dice una ilusionada Cristina Martínez.
Hay esperanza, y la verdad es que muchas personas recurren a su librería de barrio para saciar su sed de lectura y cultura. Por eso, se siguen abriendo librerías, incluso en Bilbao, donde tienen que coexistir con grandes empresas y multinacionales. Beatriz y Sergio Albarrán son hermanos y acaban de inaugurar una librería, La ilusa, en el barrio San Francisco: “Vender libros en librerías pequeñas es todo un reto. Sin embargo, confiamos en que una parte importante de la sociedad está cada vez más concienciada con la importancia de consumir en comercios locales. Somos conscientes de las dificultades, pero no queremos convertirlas en obstáculos. En pocos establecimientos se puede vivir la experiencia de entrar en una librería como la nuestra y pasar un rato con una buena conversación”, comenta, con más emoción que miedo.
Ucrania. Conferencia telefónica entre el Papa Francisco y el patriarca ruso Kirill para alentar el proceso de negociación en curso
“La importancia excepcional del proceso de negociación en curso” y “la esperanza de alcanzar rápidamente una paz justa” fueron subrayadas en la conferencia telefónica entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia. Así lo anunció una declaración oficial del Patriarcado de Moscú publicada en ruso a las 17:28 (hora de Moscú). En el encuentro, la Iglesia católica estuvo representada por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y por el p. Jaromir Zadrapa, miembro del mismo Consejo. Por la Iglesia Ortodoxa Rusa estuvieron presentes: el presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Externas (DECR), Metropolita Hilarion de Volokolamsk, y un miembro de la secretaría de DECR para las relaciones intercristianas, I. Nikolayev.
El patriarca “saludó cordialmente al primado de la Iglesia Católica Romana, expresando su satisfacción por la posibilidad de organizar una entrevista”, indica el patriarcado, que no dice “Su Santidad” el Papa. Además, la misma fuente indica que “se llevó a cabo una discusión detallada sobre la situación en territorio ucraniano. Se prestó especial atención a los aspectos humanitarios de la crisis actual y a las acciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica Romana para superar sus consecuencias”.
“Las partes subrayaron la importancia excepcional del proceso de negociación en curso, expresando su esperanza de alcanzar rápidamente una paz justa”, se lee en la nota. El Papa Francisco y el Patriarca Kirill “también discutieron algunos temas actuales de la cooperación bilateral”, concluye el Patriarcado.
Fuente de la Información: https://www.farodiroma.it/ucrania-conferencia-telefonica-entre-el-papa-francisco-y-el-patriarca-ruso-kirill-para-alentar-el-proceso-de-negociacion-en-curso/
In answer to my friends on the left who are holding the US as primarily responsible for the invasion of Ukraine, I would respond as follows: Yes, we need to concede that the US broke agreements made with Russia after the Cold War, after German reunification and the collapse of the Soviet Union – a nation that is the guardian of the memory of the worst assault on any nation in human history, which saw the Nazis take the lives of millions of Russians (Ukrainians and Belarusians were the two nations most affected in terms of casualties for both civilian and military populations).
. The US did expand NATO up to the borders of Russia when, in fact, there was no longer any need for NATO to exist after the breakup of the Soviet Union. But arms manufacturers saw massive profits in making former Soviet Bloc countries upgraded militarily to NATO standards (thanks to the generosity of loans provided by US arms manufacturers), and they needed an enemy in order to do so, and we know the outcome of that story which goes by the name ‘Cold War.’ And look at the stock market right now – arms manufacturers are making profits heads over heels while Ukrainian civilians are literally flying head over heels as targets of Russian artillery fire. We can bring up the 1994 Budapest Memorandum and the like. Or bring up the argument about spheres of interest. Yes, we know that an integration of neighboring countries into U.S.-led military partnerships – bringing NATO to the doorstep of Russia – has helped fuel the crisis. And we can understand the security threat that the US-backed NATO alliance poses to countries bordering Russia, especially when Ukraine is also increasing its commercial ties with the European Union. Yes, we can be critical of the post-Maidan regime – since 2014, the US has been governing Ukraine in a de facto sense, and we know about the nationalist radicalization and the presence of neo-Nazis in Kyiv, the Azov Battalion, for instance – but let’s remember that they are not supported politically by the majority of the Ukrainian people. They have been integrated into the National Guard. We cannot support Nazi ideology anywhere, and one can certainly find it in the United States without looking any further than the increase in far-right militia movements throughout the United States. But it is important to remember that there is more political support for the far-right in Germany and France than in Ukraine. All this we know. Yes, we all remember the warning by George Kennan, the architect of the United States Cold War Policy designed to contain the Soviet Union, a warning seared into our memory, that expanding NATO would be a “fateful error” that would surely “inflame nationalistic, anti-western and militaristic tendencies in Russian opinion” and would certainly imperil east-west relations.
But, at the same time, we must denounce Putin’s imperialist invasion of Ukraine as illegal and barbaric, even if this means siding with the US and NATO. Putin chose war. This is Putin’s war. We remember what Putin did to Grozny in 1999-2000, completely destroying the city. Is Ukraine part of a Grozny option? Will Kyiv become another Dresden flattened to rubble? In denouncing Russia’s invasion, we need not be a supporter of NATO or the imperialist history of the US. The US has little moral credibility left, certainly after the fiascos of Vietnam, Afghanistan and Iraq. And let’s not forget the Cuban missile crisis. And the more recent NATO missile base that exists in Poland (Aegis SM-3 Block IB missiles for Poland are already on-site, only a hundred miles from Russian territory and 800 miles from Moscow). But let’s be clear, Russia clearly needs to pull back its troops. Leave Ukraine. Demilitarize Donbas and Russian border areas. Ukraine needs to be designated a neutral country, and the US must acknowledge this. Give it a status similar to Finland. Some version of the Minsk Accords. The US must not ‘play’ this war in a way that seeks only advantages for itself, its arms manufacturers, its possible electoral advantages, searching for strategic geopolitical advantages; too many lives are at stake. We are at a turning point that cannot countenance invasions like the Kremlin assault on Ukraine and expect to survive as a human race since, as Marx warned, we will be forging our own chains. We must support working-class, trade unionist, and socialist resistance to this unholy attack on Ukraine while remaining critical of the bourgeois aspects of the current Ukraine regime. But our first demand is that Russian troops leave Ukraine immediately and cease to fabricate hollow and shameless pretexts that Ukraine is overpopulated by Nazis and have made preparations to commit genocidal acts on Russians living in Donbas. Russia’s propaganda industry, as strong as it is, has failed in this instance, and only looks foolish.
But, at the same time, we need to understand why this war broke out. Understanding the war does not mean we are justifying this war. We are watching if not the first TikTok war, or the first war that is being viewed overwhelmingly through social media, in Twitterspace and Facebook, then at the very least a military conflagration that constitutes the first major Internet war where the power of social media is being felt to a greater extent than in all previous wars, in terms of scale, scope, evolution and the quality of the virtual experiences fed to the public. It is being brought to the world through live streaming, high-quality video, tweets and retweets and massive online platforms. More people are using the Internet than ever before, and there is a growing popularity of non-news sources and thus potentially more narrative control by the victims (Cuciu, 2022). We do have the issue of information being manipulated photoshopped, and that is and will be a persistent problem. Listening to many news reports that have decried the bloody violence inflicted by the Russian military in Ukraine reveals a disturbing trend: there appears to be a flagrant ethnocentricity and racism at work. Some pundits appear to be upset with the Russian attack on Ukraine mainly because (as they shockingly proclaim) it’s a war between prosperous middle-class people, between peoples that you would never find in Third World populations in Latin America or Africa, between ‘civilized’ people, people who ‘look like us’ – fashionable victims, unlike those unfashionable victims being bombed in, say, Yemen. If they were reporting on a war between tribal factions in Africa, they would not be nearly as emotionally invested. Those are the pundits whose demands for NATO to impose a no-fly zone are the loudest. But a physical engagement between Russia and NATO would be guaranteed to bring about mutually assured destruction.
Social media accounts of the war raise our emotions to a fever pitch. But we cannot lose our capacity for sound, rational judgement. And that means that those of us in the West must continue to challenge the imperialist playbook of NATO, as we continue to challenge Putin. And we must challenge the insanity playing out in the margins of the culture wars by Trump’s QAnon followers making the claim that Trump and Putin are working together to destroy the infrastructure of Ukraine because their actual goal is to destroy a bioweapons lab set up there by Dr Anthony Fauci. What about religious messianism playing out behind the scenes in this conflict? Russian President Vladimir Putin proclaimed that Ukraine ‘is an inalienable part of our own history, culture, and spiritual space.’ Since Putin has used the ‘defence of Orthodoxy’ argument to justify Russia’s invasion of Ukraine, we need to inquire as to the religious implications that stem from this ecclesiastical nationalism – ‘the Church tethered to the nation (autocephaly)’ – in this case, from Russia and Ukraine sharing the same Christian origins, that of the baptism of Prince Vladimir in 988 (De Gaulmyn, 2022). According to Isabelle de Gaulmyn, this “is a story that Vladimir Putin used in a speech tinged with Christian messianism. The Russian president’s spiritual confidant, Metropolitan Tikhon of Pskov and Porkhov, advocates for the unity of the peoples born of the baptism of Rus’ against a “decadent” West. This fits with the political views of many in Russian Orthodoxy.” However, Isabelle de Gaulmyn (2022) writes that the Ukrainian Orthodox Church of the Moscow Patriarch (UOC-MP), which opposes the invasion of Ukraine, is beginning to distance itself from Patriarch Kirill (Kirill is a Russian Orthodox bishop who became Patriarch of Moscow and all Rus’ and Primate of the Russian Orthodox Church on 1 February 2009). She notes that “[t]he patriarch has nothing to gain by encouraging the bombardment of Kyiv and its spiritual heritage, such as the Monastery of the Caves, where all the Russian saints have passed.” Pope Francis, the first-ever Roman pope to meet the Patriarch of Moscow, is sending a message through his diplomacy that by supporting Putin, The Russian Orthodox Church will lose not only Ukraine “but every bit of its influence in the Christian world.” Russian Orthodox priest and theologian Cyril Hovorun says his Church is too entangled with Vladimir Putin and is drifting towards fascism (Corre, 2022). Hovorun paints a picture of Russian orthodoxy that curdles the blood. Patriarch Kirill sees himself in a messianic light as a redeemer of Russia and is obsessed with the idea of a Manichean world consisting of a benevolent Russian civilization under siege by the ontologically evil West, which is complimented by the neo-imperialism of Putin. Hovorun asserts that the war in Ukraine “is being waged in the name of a special mission of religious unification, of protection of a kind of ‘holy land’ against the West – against the Western countries considered heretical, bad and liars, because they are Catholic or Protestant. It is first of all a logic of expansion of the ‘Orthodox civilization’” (Corre, 2022). It is a logic of expansion that knows no borders because its imperialist expansion is designed to bring Russian civilization to a corrupt Western world. Americans should recognize this logic because it has played an enormous role in its own Manifest Destiny narrative that has resulted in so much bloodshed in the name of defending and advancing American civilization against ‘barbarian hordes’. But US imperialism is not the only imperialism. Hovorun reports a sermon by Patriarch Kirill who stridently asserts “that the war in Ukraine is made necessary by the ‘genocide’ that would be perpetrated in the Donbass by Ukrainians against those who refuse Gay Pride” (Corre, 2022). Is hosting a Gay Pride parade now the litmus test for civilization? Is it the defining characteristic of what separates good from evil? The notion that a Gay Parade has become an excuse for invading countries and slaughtering innocents must be met with the most severe denunciation. But will denouncing Putin’s favorite Patriarch make any difference? Especially when the mass media are treating the invasion as a spectacle, with little room, it seems, for rational maneuvering in the theatre of dialogue and peace-making. Donald Trump, known for his great admiration for authoritarian leaders, was impeached for threatening to hold military aid from Zelensky unless he provided damaging information on Hunter Biden, the son of Joe Biden. And now Trump is taking credit for arming Ukraine with advanced American weaponry such as the FGM-148 Javelin (AAWS-M) is an American-made portable anti-tank missile.
At the beginning of the invasion Trump described Zelensky as a “genius” and “savvy” and then he changed his tune and condemned the invasion. While President, Trump attacked NATO, and now he is spinning the past and claiming he attacked NATO only to make it stronger. Congresswoman Marjorie Taylor Greene and Tucker Carlson of Fox News are spewing disinformation about the war, bending the truth in ways that favor Putin while both Republicans and Democrats are fighting over ways to use sanctions that will inflict the most pain on Russia. The media is playing the war like a farcical plot from a television soap opera.
This much is clear: Russia must pay for its criminal invasion. We must use every means available to support Ukraine, while at the same time trying to save the planet from nuclear devastation. This is a complex and difficult challenge, especially when we see babies that have been cut to ribbons by Russian missiles. We must denounce toxic forms of nationalism and imperialist intervention, while continuing to search for a socialist and humanist alternative to capitalist value production. Trump must be de-pedestalized and Russia must be de-Putinized. The people of Ukraine are fighting with an unflinching determination. We must try every means to combat the Russian imperialist aggression against Ukraine. We must hold all imperialist regimes accountable for their crimes the world over. That is why socialist internationalism is so important, especially at this inflection point in history. Russian or Western intervention must not be tolerated. Ukraine must be free to determine its own future. That means thatonlyUkraine and Russia must create the final framework for a negotiated settlement. Correspondingly, the United States needs to support a settlement that meaningfully preserves Ukraine’s sovereignty and the US must give up its dream of a U.S.-run Atlanticist framework for Europe.
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We must provide shelter and support for the refugees who have escaped this imperialist war that was initiated by the Kremlin. Putin must be placed in the dock for war crimes. And Putin’s bloody regime must be overthrown. All imperialist regimes must be consigned to the dustbin of history.
References
Corre, Mikael. (2022). «Orthodox theology must be de-Putinized,» says leading Church scholar. Interview with Cyril Hovorun. La Croix International. March 11.
Víctor Méndez Baiges es profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona. Su último libro publicado (Tecnos, 2021) lleva por título La tradición de la intradición. Historias de la filosofía española entre 1843 y 1973. En él centramos nuestra conversación.
La tradición de la intradición es el título de tu último libro. Tres partes: 1843-1939, 1939-1956, 1956-1973, dos capítulos cada una de ellas. Sus títulos: 1. La fundación. 2. Auge y caída. 3. Lo nuevo y lo viejo. 4. El colapso. 5. Marchar hacia alguna parte. 6. El final.
Tendré que dejarme muchas preguntas en el tintero. La tradición de la intradición parece un título paradójico? ¿Nos ayudas a disolver esta aparente aporía?
Lo de “tradición de la intradición” es una expresión que usa Ortega en el prólogo a la Historia de la Filosofía de Émile Bréhier para referirse a la filosofía. Quiere aludir a que el pasado filosófico está presente en toda filosofía, pero que, a la vez, y paradójicamente, la actividad es siempre rechazo de lo dado, recuperación de la posición inicial. Es verdad que la expresión resulta algo cacofónica. Pero se me fue imponiendo como título natural. Quizás porque me recuerda al de un libro que leí muy joven y que me gustó mucho: La tradición política americana y los hombres que la hicieron, de Richard Hofstadter. Que resulte algo paradójica no es tan extraño. Casi todas las aproximaciones a una definición de filosofía lo son.
¿Por qué historias, en plural, de la filosofía española?
No tenía la sensación de haber escrito una “Historia” de la filosofía española, lo que pide objetividad, exhaustividad… Más bien una serie de historias que, todas juntas, reconstruían la historia de un grupo de personas, de una tradición intelectual. Precisamente, es un conjunto de biografías de políticos norteamericanos, no todos muy conocidos ni de primera línea, lo que ofrece el libro de Hofstadter.
¿Cómo debemos entender la categoría “filosofía española”?
Se ha discutido tanto sobre esto que no sé bien qué decir. En mi libro, a lo que hace referencia es a que el grupo de filósofos del que se habla son españoles, vinculados a la universidad española, y que, lógicamente, escribieron en español (lo de que los filósofos de las universidades españolas escribiesen en inglés no se le había ocurrido a nadie todavía).
Entre 1843 y 1973. ¿Por qué 1843? ¿Por qué 1973?
Cuando empecé a escribir este libro trataba de la falacia naturalista…
Nunca me lo hubiera imaginado.
Parece raro, pero así fue. Al principio, lo que escribía era un análisis de la grandísima confusión que exhiben las diversas formulaciones de dicha falacia. La comprobación de su falta de fuerza lógica me llevó a intentar explicar su éxito adentrándome en razones no lógicas, sino históricas, sociológicas, por decirlo así. Por ahí llegué a la cuestión de la introducción de la falacia en España durante los años sesenta, en textos de gente como Aranguren, Muguerza, Sacristán… Me pareció que, en ellos, la falacia seguía exhibiendo su característica confusión, si bien tenía efectos especialmente devastadores.
Entonces me di cuenta de que lo que pasaba es que, en aquellos textos, estaba viendo deshacerse a toda una tradición de pensamiento. Echando para atrás, vi que su origen podía datarse en 1843, cuando se creó la moderna Facultad de Filosofía, la asignatura “Historia de la Filosofía” y se envió al profesor Sanz del Río a estudiar a Alemania. 1973 está elegido porque me interesaba resaltar que la crisis a la que me refiero no está vinculada a la muerte de Franco. Es anterior a la transición política. Cuando esta llega, aquella ya se ha producido.
¿Nos recuerdas a qué llamamos falacia naturalista?
¡Uf! Es que precisamente ese es el problema. Que nadie sabe muy bien a qué llamamos “falacia naturalista”. Es el típico cachivache filosófico que se superpone a los problemas reales para evitar hablar de los problemas reales. La denominación fue acuñada por G. E. Moore a principios del siglo XX, y tenía entonces que ver con un error que consiste en confundir la propiedad “bueno” con otra propiedad. Luego ha ido dando mil vueltas por el mundo… El problema real con el que se relaciona es el de que el ser humano es capaz de vivir entre la tierra y el cielo, entre lo que es y lo que debe ser, y que es muy compleja la manera en la que se las arregla para hacer eso.
563 páginas, una prosa elegante, muchísimas lecturas, pasajes imprescindibles, conjeturas, hipótesis e interpretaciones siempre de interés. ¿Cuántos años de trabajo? ¿Lo has escrito por alguna necesidad académica?
Fue en 2014 cuando el libro giró definitivamente hacia la historia de una tradición filosófica española, abandonando definitivamente su condición de análisis de la falacia naturalista, o de historia de las relaciones de esa falacia con España. A finales del verano de 2018, había acabado de escribirlo. Hay que tener en cuenta que tenía que irme documentando a la vez que escribía, pues tampoco sabía mucho de filosofía española. El curso 2018-2019 lo pasé entero reordenando, reduciendo el texto, que tenía más de mil páginas, y sistematizándolo todo. “Agitando el saco”, por decirlo así. A comienzos del curso siguiente, lo di por concluido y empecé a buscar editorial.
En un sentido vil de “necesidad académica”, no escribí el libro por ninguna necesidad académica. De hecho, poco antes de ponerme a escribirlo, solicité la acreditación de catedrático de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación). Me la denegaron porque, para alcanzar lo que ellos llamaban la excelencia y el liderazgo, resulta que me faltaban cosas como artículos en revistasinternacionales, direcciones de proyectos de investigación o participaciones en congresos en idiomas extranjeros. Incluso abandonar lo que calificaban como “una cierta dispersión temática” mía y concentrarme en “estudios” de los “aspectos esenciales” de mi “especialidad” (soy profesor de Filosofía del Derecho). Dado lo estúpido de estas recomendaciones, y del pésimo lenguaje en el que estaban formuladas (la forma es siempre una buena pista sobre el contenido), consideré mi deber no seguirlas. Incluso ponerme a trabajar en la dirección exactamente contraria: escribir largo, en mi idioma, sobre cosas nacionales y no precisamente de mi “especialidad”. Saliera lo que saliera, al menos no me habría dejado mangonear.
En otro sentido de la expresión, sí que escribí el libro por una necesidad académica. La de, y en tanto que profesor universitario, aclararme sobre la cuestión de “cómo hemos llegado hasta aquí”, la cual siempre es previa a la más peliaguda de “cómo saldremos de esta”.
¿Para quién está pensado el ensayo? ¿Para especialistas, para filósofos muy puestos en la historia de la filosofía española, para historiadores de la cultura?
Si algo llama la atención es el gran desconocimiento que hay, incluso entre los profesores de filosofía, de la historia de la filosofía española. Por razones complejas, esa historia es una especie de cenicienta en nuestras facultades, muy aficionadas a la historia, por otro lado. Así que escribí lo mío pensando en un lector que necesitara información muy básica. Una especie de extranjero al que mereciera la pena dejarle todo lo más claro posible.
No hay citas a pie de página ni tampoco bibliografía.
Muchos se sorprenden por ello. Pero las historias tan generales como esta suelen carecer de notas. Haría falta poner demasiadas. Por otra parte, en la era de internet, las bibliografías al final no resultan tan necesarias. Hay también en el libro una voluntad de presentar el devenir de una saga, de hacer una especie de LosBuddenbrook hispano-filosófico, al que la ausencia de notas y bibliografía le caen muy bien.
Señalas en el Prefacio: “Porque la Filosofía, por lo menos en la forma en que la practicaron los protagonistas de este libro, no es solo un decir”. No solo es un decir, de acuerdo. ¿Qué es, qué ha sido entonces?
¡Vaya pregunta! Es muy difícil decir qué es, y qué ha sido, la filosofía. Parte de su condición tan especial reside en que su pasado, su “historia”, al igual que la discusión sobre su naturaleza, eso que llaman “metafilosofía”, no son algo externo a ella, sino que “están” en ella. Son parte indisociable de ella. En cualquier caso, lo que yo quería decir en el prefacio es lo mismo que Julián Marías explica en las primeras líneas de su Historia de la Filosofía. Avisa allí al lector de que, por filosofía, se ha entendido cierto saber y, también, cierto modo de vida, y que en la idea que él tiene de la filosofía caben, a la vez, las dos cosas. No estoy seguro de que todos los filósofos hayan sostenido esta idea (aunque yo diría que sí). Sin duda, la sostienen los de la tradición de la que hablo. También la sostengo yo. Por eso me sentí tan incapaz de transigir con la ANECA.
Ortega y Gasset es uno de los grandes protagonistas del libro. ¿Ha sido tan esencial como apuntas en la historia de la filosofía española? ¿Tuerto en un país de ciegos, como se ha dicho a veces? ¿A la altura de otros grandes filósofos europeos?
Para mí, es innegable que, por presencia, por ausencia, por todo, Ortega ha sido esencial. Lo de tuerto es un calificativo que no le cae nada bien, pues, si algo hacía particularmente bien, era mirar, ver y hacer ver. Lo del país de los ciegos, pues no sé… El punto crucial aquí es lo de la “altura”. Precisamente en el prólogo que he dicho antes, Ortega se quejaba del error continuado que supone empeñarse en ver siempre el pasado filosófico como un paisaje alpino con neblina. O sea, un paisaje algo espectral, en el que solo se ven las cumbres, pero no los valles, ni las cordilleras, ni las colinas en las que tiene lugar la vida filosófica. Por eso, la cuestión de si la cima Ortega descuella lo suficiente entre las alturas no es un asunto que interese demasiado en mi libro.
Lo del plural “historias” del título apunta precisamente a eso. Al propósito de no atender solo a las cumbres y ocuparse de un paisaje más completo. Un paisaje nuestro, además, el cual, como todos los paisajes, pues tendrá su interés particular. A lo mejor no será tan admirable como el de la Toscana, pero: ¿y qué? A la cumbre Ortega la cubrirán algún día las nubes, ¿y qué? Los que transitan por ahí estarán algo ciegos para algunas cosas, seguro, igual que lo estamos nosotros para otras. Como lo está todo el mundo respecto de algo.
¿Qué opinión tienes de la aproximación de Gregorio Morán a Ortega en El maestro en el erial?
A mí me hacen mucha gracia los libros de Morán. Esto no quita que le pierda su afición al esperpento, al garrote del guiñol. En El maestro en el erial se deja llevar por ahí, y lo que cuenta resulta a veces exagerado, injusto, hasta falso. No me gusta nada la crueldad con la que trata a Julián Marías. Tampoco creo, como él afirma, que Ortega cobrara su sueldo de catedrático durante el franquismo. Cosas como estas son las que explican las reacciones ante el libro a las que te refieres.
Te cito: “Tiene este arco de fechas [1843-1973]mucho que ver con las vicisitudes del país. Puesto que la tradición de la que hablamos no prescindió nunca de su propósito general político, no es posible desligar su destino de ciertos acontecimientos”. Añades: “Atada a las circunstancias, el cambio de estas acabó por afectar a su continuidad. Es lo que pasó en los años sesenta del siglo pasado, cuando desaparecieron los supuestos que la conformaban y se abrió paso un nuevo escenario que incluyó un intento de olvido que acaso haya durado demasiado. Contra él está escrito este libro”. Escritura contra el olvido. ¿Por qué ese intento de olvido? ¿Por pasajes o momentos nada recomendables? ¿Por ser una tradición con poca chicha filosófica?
Se diría que siempre se ha escrito contra el olvido (en el más primario de los casos, para que no se olviden de ti). En nuestro caso, es cierto que el olvido al que nos referimos comenzó a principios de los años setenta. Simplemente, porque cierta tradición dejó de ser útil, operativa, porque se imponían otras cosas que parecían más convenientes o prometedoras. Si hubo pasajes o momentos en ella poco o nada recomendables, ¿en cuál no los ha habido? Las tradiciones, no acaban, en todo caso, porque incluyan episodios desagradables, sino por una combinación de causas que las lleva a su final.
Lo de la “chicha” me parece volver a lo de la “altura” en metáfora más charcutera y menos aprovechable. Si la cogemos por su lado mejor, esto es, por la cuestión de si la tradición de la que hablamos ofrece algo alimenticio, pues yo creo que ni más ni menos que muchas otras que andan por ahí. La tradición analítica en filosofía práctica, por ejemplo. Al principio, decidió ofrecer un escepticismo primario bastante inconvincente, luego pasó a la descripción de un “planeta del deber ser” en el que todos tienen derecho a todo y viven unas aventuras que, por alguna razón que se me escapa, se consideran de lo más interesantes. No me parece a mí que haya producido con eso una gran cantidad de chicha. Más bien grasa escolástica. La que sale en mi libro proporciona algunas enseñanzas jugosas, creo.
¿Y cuál sería la principal de esas enseñanzas?
¡La principal! No me veo capaz de señalarla. Tampoco podría sintetizar la principal enseñanza del idealismo alemán, del ockhamismo, de la fenomenología (¡uf!), del neopragmatismo americano…
Tras el prefacio, dos citas: la primera, de una canción mexicana, “Malagueña salerosa”: “Si por pobre me desprecias,/ yo te concedo razón;/ yo te concedo razón, /si por pobre me desprecias./ Yo no te ofrezco riquezas,/ te ofrezco mi corazón,/ te ofrezco mi corazón,/ a cambio de mis pobrezas”. La segunda de Petrarca: “Pobre y desnuda vas, Filosofía/ dice la muchedumbre aplicada a la vil ganancia. / Puesto que pocos compañeros tendrás por tu otro camino/ tanto más te pido, espíritu gentil/ que no abandones tu magnánima empresa”. ¿Ahí está recogido de algún modo tu concepto de la filosofía y el filosofar?
Imagino que sí. En las dos citas se intenta aludir a las particularidades de la filosofía frente al tipo de saber que ofrecen las ciencias. La primera quiere hacer referencia a que la filosofía no pretende ser inmediatamente útil, suministrar un tipo de resultado predeterminado, ofrecer “riquezas”, pues es una actividad que tiene que ver con la vida toda, con lo que se hace, con lo que se es, con el mundo en que se está. Con la razón, pero también con el corazón que apuesta por ella. La segunda, mucho más clásica, abunda en lo mismo. La filosofía no se emprende para dejar de ir pobre y desnudo por el mundo, sino para seguir marchando de la manera más magnánima y gentil, más humana, que nos sea posible.
Pretendía también dejar un aviso inicial al lector que se preguntara por las alturas en las que se iban a mover los que salen en el libro. Pues no te preocupes por eso. No prometen batir ningún récord. Simplemente intentan hacer lo que consideran que deben hacer.
Explicas en el primer capítulo que lo que tuvo de peculiar la aparición en España de este nuevo tipo de filosofía, liberada de viejas servidumbres, no residió en que su inspiración viniera de Alemania ni en que una vez introducida en el currículo acabara teniendo un destacado protagonismo en la reforma de la Universidad. Lo que tuvo de especial su aparición “fue que constituyó el disparo de salida de un amplio debate en torno a la recepción de doctrinas extranjeras que se extendió en el tiempo y que acabó marcando el rumbo entero del pensamiento español”. ¿Por qué ese amplio debate en tornoa la recepción de doctrinas extranjeras? ¿No ocurrió así en muchos otros países?
El debate sobre si conviene o no la recepción de doctrinas y modismos extranjeros, y cuántos y cuáles de entre ellos, ha estado presente, como bien dices, en muchas sociedades. De hecho, está presente en todas.
Es difícil resumir por qué fue aquí tan largo e intenso, y por qué se concentró, además, en el asunto de las doctrinas filosóficas. El que estuviera vinculado a lo que se denominó el “problema de España” complica aún más la cuestión.
En parte, el asunto tiene que ver con la historia de la religión. No se ha prestado mucha atención al hecho de que España, durante el siglo XX, pasó de ser una sociedad muy religiosa, una sociedad en la que la religión era aparentemente algo muy importante, a una sociedad nada religiosa, una sociedad en la cual muy pocas personas comprenden siquiera aquello en lo que consiste la religión. Solemos pensar que esto es fácilmente explicable de la mano de la industrialización, la urbanización, el desarrollo económico, etc., pero no es así. Piénsese en Japón, o en los Emiratos Árabes… en tantos sitios donde no ha pasado nada ni remotamente parecido a lo nuestro. Esto nos permite entender que aquellos que, a mediados del siglo XIX, sospecharon de los efectos de la introducción de ciertas ideas, y se opusieron todo cuanto pudieron a ellas, no andaban tan desencaminados. Lo llamativo en todo caso del combate entre unos y otros no es que durara tanto, sino la forma abrupta en la que, en la segunda mitad del siglo XX, se esfumó. En lugar de aquella rivalidad, apareció algo nuevo, que es en lo que estamos y que todavía está por ver lo que dará de sí.
¿Por qué la obra de Karl Christian Friedrich Krause ha tenido tanta influencia e importancia, también opositores, en la obra de muchos filósofos españoles y en muchas de sus instituciones educativas? Tú mismo afirmas que “la historia del krausismo es inseparable de sus antagonistas. Gracias a ellos pudo protagonizar una de esas historias que generan patrones duraderos de conducta y tardan tiempo en ser olvidadas. Lo que se llama una historia ejemplar”. ¿Qué de ejemplar tiene esa historia ejemplar?
La presencia de Krause en el valle filosófico español, con esas dos “kas” suyas tan sonoras y tan estratégicamente colocadas, junto con la circunstancia de que, únicamente cuando baja mucho la neblina, puede distinguirse desde lo alto el lugar que ocupa en la cordillera filosófica, ha traído muchos problemas.
Los que están convencidos de que lo importante son las cumbres, han pasado a examinar los textos de Krause para concluir a continuación, bien que bajo cima tan modesta no puede haber nada de interés, bien cosas ya más peregrinas. Por este último camino, Gonzalo Fernández de la Mora dictaminó en su día que la afición a Krause y a sus ternuras y armonías, en lugar de a Hegel y a su orden y seriedad, fue lo que puso las bases de la querencia anárquica que acabó generando la Guerra Civil. Más recientemente, y colocando a Marx en lugar de Hegel, hay quien ha reivindicado tesis parecidas, aunque más sensatas.
Te interrumpo un momento. ¿Y quién ha reivindicado esas tesis parecidas?
Pensaba en libros como El marxismo y la cuestión nacional española, de Santiago Armesilla. La tesis aquí es que hay un hilo que une a Krause con el socialismo light de gente como José Luis Rodríguez Zapatero, y que eso está relacionado con la ausencia de verdadera tradición marxista en la izquierda española.
Cojamos el hilo anterior.
Vale. En mi libro, lo que pretendía recalcar sobre el krausismo es que la importancia que alcanzó entre nosotros tiene menos que ver con la letra de Krause que con las circunstancias del país. Se trata de darse cuenta de que, a mediados del siglo XIX, se fundó una universidad a la que se le encomendó desarrollar las nuevas disciplinas hijas de la revolución científica. Con ello, se creó una institución, un lugar, un edificio, habitado por unas personas con una misión. Aparecieron entonces unos profesores que, en nombre de la filosofía, quisieron convertirse, expresamente, en la conciencia de aquella misión.
Este propósito suyo, junto al hecho de que dispusieran de un cuartel general, un lugar que les proporcionaba organización, estructura, discípulos, incluso sueldos de por vida, les diferenció de todos los receptores anteriores de doctrinas y, lo que es más importante, movilizó a sus enemigos contra un objetivo definido cuya peligrosidad percibían muy bien. El primer combate entre unos y otros, en el cual destacó la figura de Francisco Giner de los Ríos, es lo que constituye la “historia ejemplar” de la que hablo en el libro.
Más adelante, lo que hará esta tradición será continuar en el mismo lugar, y en los anexos que irá creando, siempre con propósitos parecidos. El de ser filósofos; defender a la ciencia en nombre de la razón; no dejarse uno morir, así, sin más, ni dejar que te atropellen; avanzar hacia el señorío de la luz; jugarse la vida a la carta de la razón… Intentar que la filosofía impere.
No puedo preguntarte por todos los filósofos y asuntos a los que haces referencia, me centro en algunos de ellos. En Unamuno, por ejemplo. ¿Un filósofo no suficientemente estudiado en nuestras facultades de Filosofía?
Lo que necesitan nuestras facultades no es estudiar a Unamuno. Lo que necesitan es imitarle. Dejarse de tanto especialismo y tanta sumisión y atreverse a pensar de verdad y en voz alta.
¿Qué papel ha jugado la Residencia de Estudiantes en el desarrollo de la filosofía en España?
Editó las Meditaciones del Quijote de Ortega. Unas Obras de Unamuno en siete volúmenes…
Fue, sobre todo, un lugar en el que estar. Tiende a menospreciarse esto, y en esta época de “Universidad digital” y de “clases virtuales” todavía más. Que, si la filosofía es una actividad, le viene muy bien un sitio en el que pueda ejercerse.
La Residencia fue importante, aunque tampoco haya que dejarse deslumbrar demasiado por su parte más glamurosa, más pija, algo que sucede con frecuencia.
¿Favoreció la II República el auge de la filosofía española? ¿Algunos nombres esenciales?
La II República, y volviendo a lo de la pregunta anterior, facilitó otro sitio espléndido donde llevar a cabo la vida filosófica: la nueva Facultad de Filosofía y Letras. En tanto que un lugar con unas reglas de funcionamiento nada reglamentistas y muy estimulantes (elección libre de asignaturas, libertad de ir a clase, solo dos exámenes durante toda la carrera…) permitió, tanto en Barcelona como en Madrid, libertad de movimientos para el pensamiento. De eso se beneficiaron todos los que circularon por allí.
¿La derrota republicana en la Guerra Civil fue también la derrota de lo mejor de la filosofía española?
Sin entrar en la tragedia que supuso el exilio, basta mirar al comportamiento que tuvieron las instituciones filosóficas creadas tras la Guerra, como el Instituto Luis Vives del CSIC, o la restaurada Facultad y la licenciatura tan “científica” que diseñó, para comprender lo que aquello tenía de voluntad de opresión. El hecho de que los personajes que dirigieron, o aspiraron a dirigir, la filosofía oficial (los padres Barbado y Ramírez, Calvo Serer, Laín y Aranguren…) fueran, en versiones diferentes, gente algo ajena a la filosofía, muestra muy bien lo que la Guerra tuvo de desastre y de derrota.
Citas y hablas con mucho interés de La idea de principio en Leibniz de Ortega. ¿Por qué tu interés por esta obra no siempre muy reconocida?
La idea de principio en Leibniz es un libro a la vez grande y malogrado. Ortega quiso alzar con él, de manera muy consciente, el más importante de sus libros, aunque, al final, lo dejó incompleto y desviado de su tema, por razones que no se acaban de saber. Aun así, es magnífico, y siempre ha contado con muchos admiradores. En elreciente El honor de los filósofos, Víctor Gómez Pin se refiere a él como uno de los libros de filosofía más importantes del siglo XX. Javier Echeverría acaba de sacar una nueva edición muy completa de la obra en la editorial del CSIC, en la que adjunta muchas de las notas preparatorias, que son ingentes, y en donde se abunda en la idea de que es la más importante de las de Ortega.
¿Qué papel ha jugado Xavier Zubiri en la historia filosófica española?
Durante el periodo al que se refiere mi libro, Zubiri publicó muy poco. Por eso, más que del pensamiento de Zubiri, de lo que se habla en él es del “fenómeno Zubiri”, un fenómeno que fue entre misterioso y paradójico, difícil de comprender. Yo intento hacer lo que puedo por explicarlo. Algo ya muy diferente son las obras de Zubiri publicadas a partir de 1980, de las cuales ya no trato (y afortunadamente, pues tendría que pensarme mucho qué decir).
Te muestras muy crítico en varios momentos con la figura de José Luis López Aranguren. ¿Por qué?
Respecto de la tradición de la que hablo, Aranguren fue un muy dedicado y eficiente enterrador. La forma de hacer filosofía que él representa, basada en el name dropping, el escepticismo elegante y la crítica literaria como modo de hacer, ha hecho mucho daño con posterioridad. Lo peor de él, para mí, es que, si por una parte es muy “literario”, por otra escribe francamente mal, lo que me parece el colmo.
A partir de un determinado momento, con el apartado “La cuerda tan tensada en mí”, das mucha importancia a la figura y la obra de Manuel Sacristán, finalizando el libro con él. ¿Dónde radica su importancia en tu opinión?
Su importancia radica, en mi opinión, en que, de forma muy decidida, quiso ser el continuador de la tradición.
El hecho de que fuera militante comunista no debe confundirnos sobre esto. Su lucha contra la filosofía oficial, su oposición política al franquismo, su empeño en crear hegemonía cultural, junto con su defensa de la libertad universitaria o su famosa petición de abolición de la licenciatura en filosofía, todo eso está relacionado con la vocación de continuidad. Su crisis de finales de los años sesenta también, claro. De hecho, constituye el momento final de una tradición en la cual, y si la comparamos con las guerras apaches y asignamos a Giner el papel de Mangas Coloradas, él es Gerónimo.
Sacristán fue lo opuesto a Aranguren en todo. Que no fuera nada “literario” (siempre en el mal sentido de la palabra) y, a la vez, escribiera muy bien, muestra esto perfectamente.
Hablas de Sacristán, tomando pie en un artículo suyo sobre la obra de Heinrich Scholz, como “hombre del destino”. ¿Qué es un hombre del destino? ¿Por qué y para quien lo fue el autor de “Panfletos y materiales”?
La noción de “hombre del destino” (hoy la expresión suena grandilocuente y exclusiva), y tal como la entiende Sacristán siguiendo a Scholz, equivale a la de filósofo logrado, filósofo que ha cumplido su misión. Alguien que ha puesto su vida al servicio del proyecto de la realización de la razón en el mundo y cuyas aportaciones no podemos desconocer. Como ya he dicho, el mérito particular de Sacristán durante la dictadura fue, en un momento y lugar en el que muchos desertaban de esa misión, empeñarse en rememorarla y cumplirla. Los escritos que dejó como testimonio de ese empeño son, a mi parecer, deslumbrantes, y salvan el honor de una época. El hecho de que gentes tan influyentes en lo por venir como Gustavo Bueno, Javier Muguerza, incluso Trías o Savater, acusaran su recepción muestra muy bien, más allá de la influencia directa en sus discípulos, la importancia que ha de concederse a su aportación.
Citas un pasaje de una entrevista de finales de los setenta que le hicieron Jordi Guiu y Antoni Munné. El siguiente: “A mí me parece que la historia de Gramsci es la historia de una catástrofe. Por eso, entre otras cosas, no me puedo poner ahora a cultivar la moda Gramsci. ¿Cómo va a haber esperanza de nada en la historia de una catástrofe? Uno puede tenerle mucho amor a Gramsci -yo se lo tengo, desde luego, es una figura muy digna de amor-, pero no porque sea una perspectiva de éxito del movimiento obrero, sino que, como cualquier mártir, es digno de amor”. ¿También la de Sacristán fue la historia de una catástrofe política?
Fue en un momento especialmente vehemente y desesperanzado en el que hizo esa declaración. No creo que fuera su opinión definitiva sobre el tema. Que hay una “catástrofe política” que atraviesa el siglo XX estrechamente asociada al destino del comunismo soviético resulta innegable. A nadie se le oculta, por lo demás, que es una catástrofe que dañó profundamente la confianza en la razón y que problematizó, especialmente, la idea de esperanza.
No es nada, en todo caso, que no haya sucedido antes. Lo relevante de la forma singularmente lúcida y honesta con la que Sacristán se enfrentó a ella (fíjate que la afirmación que citas es de los años setenta, cuando tantas tonterías se decían al respecto) es que todavía hoy nos sirve de ejemplo a la hora de reconocer, y hacer frente, a las catástrofes que nos encontramos.
Dejándome mil cosas en el tintero, no hay otra: todo tiene su fin. ¿Quieres añadir algo más?
Pues sí. Tiene que ver con alguna de las cosas de las que hemos hablado.
Tú recordarás una anécdota que contó Enrique Irazoqui, el protagonista de El evangelio según Mateo de Pasolini, en una entrevista que le hiciste. Se trata de que, algo después de rodar la película, el director vino a Barcelona. Irazoqui conocía a Sacristán, y quedaron los tres a cenar. Lo que contó de aquella cena es que, al acabar, en un aparte, Pasolini le dijo algo parecido a que “profesores así, con esa preparación, no había en Italia”.
Yo no creo que lo que quisiera decir es que Sacristán sabía más que los profesores italianos. No tiene esto demasiado sentido. Lo que sí creo que percibió alguien tan atento a las cosas como Pasolini es lo que de especial y particular, de reflejo concreto de una realidad vivida, de resultado de unas experiencias determinadas, había en el profesor que conoció. En mi libro, lo que he querido hacer es poner el foco sobre este asunto. He intentado explicar por qué tuvimos los profesores que tuvimos, la Universidad que tuvimos, la filosofía que tuvimos.
Mil gracias por tu tiempo y por tu deslumbrante libro.
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