La educación formal pretende el desarrollo integral de las personas, esto quiere decir que los niños y niñas han de adquirir conocimientos conceptuales (saber), procedimentales (saber hacer) y actitudinales (saber ser). Han de aprehender los saberes culturales, científicos, históricos, filosóficos sin olvidar los temas transversales, encaminados a que los pequeños pasen de ser meros individuos a convertirse en ciudadanos democráticos. El objetivo final es que estos alcancen una serie de capacidades cognitivas, motrices, comunicativas, sociales, éticas y emocionales que les sirvan para desenvolverse con soltura en su día a día. Para alcanzar esta meta contamos con la educación emocional y la educación sexual. Ambas tienen elementos comunes que pueden desplegarse en las aulas de manera conjunta.
Preguntamos a dos expertos de la educación emocional qué elementos comunes pueden existir entre la educación sexual y la emocional. Hablamos con Rafael Bisquerra, doctor en Ciencias de la Educación, pedagogo y psicólogo y con Ana Peinado doctora en Psicología.
En primer lugar, Rafael Bisquerra comenta que solamente la palabra sexo, ya activa emociones en muchas personas. Las relaciones interpersonales íntimas y profundas tienen una carga emocional muy potente. En educación sexual, en la práctica, se suelen trabajar aspectos como la anatomía sexual, la prevención de embarazos, los métodos anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual (principalmente el sida), y otros aspectos biológicos y relacionados con la salud. Según Bisquerra, estos conocimientos están muy bien; pero para él, deberíamos añadir (ya que de momento no suele estar presente), la dimensión afectiva, con elementos como: ¿Qué es el amor realmente? Analizar los diversos tipos de amor (amor erótico, romántico, cortés, maternal, paternal, filial, fraternal, de pareja, solidaridad) matices como ternura, cariño, atracción,… y sobre todo apego, dependencia emocional, autonomía emocional; el empoderamiento femenino en las relaciones de pareja; la convivencia en las relaciones de pareja; independencia, libertad y compromiso en las relaciones de pareja; la gestión del conflicto y el perdón en las relaciones de pareja, etc. Rafael concluye avisándonos de que hemos de tener presente que muchos problemas de pareja tienen más que ver con la dimensión emocional y de convivencia que no con los aspectos estrictamente sexuales, por esto conviene hablar de educación afectivo-sexual, que es mucho más amplia que la educación estrictamente sexual centrada en aspectos biológicos.
Por su parte, Ana Peinado también observa elementos comunes entre educación sexual y emocional. Para ella, es difícil entender la educación sexual sin la educación emocional y viceversa. Según nos comenta, elementos de la educación sexual como el desarrollo de la identidad sexual está estrechamente relacionado con el desarrollo de la autoestima; la prevención de situaciones de abuso sexual con el establecimiento de límites; la prevención de conductas violentas en las relaciones afectivas con el aprendizaje de la autorregulación; las relaciones afectivas sanas con la puesta en práctica de aptitudes de empatía y asertividad, termina exponiendo Ana.
https://www.laopiniondemurcia.es/pequeopi/2022/04/05/educacion-sexual-emocional-64653728.html







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