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La revisión por pares (peer review) ha sido problemática desde sus comienzos

Los evaluadores no dan abasto. El problema de los sesgos es irresoluble. El sistema de evaluación ha colapsado y se ha convertido en un obstáculo para el progreso científico. La revisión tradicional de los trabajos científicos constituye hoy un procedimiento anticuado que acaso en el pasado pudo ser provechoso para la ciencia en punto a sacarla de su miseria.Esta letanía tan familiar se remonta a la lista de quejas expresadas por los científicos hace un siglo. Pero, aunque los reproches a las debilidades de los sistemas de evaluación no sean nuevos, esto no significa que tales métodos sean tan antiguos como pretenden algunos. Durante siglos, los investigadores del mundo natural comunicaron sus hallazgos sin mediar revisores. La decisión de en quién y en qué confiar habitualmente dependía del conocimiento personal entre investigadores de grupos estrechamente unidos. (Muchos pensarán que así ocurre aún hoy).

Los primeros sistemas de evaluación que reconocemos como tales los establecieron las sociedades científicas inglesas a principios del siglo XIX. Pero esos revisores jamás pretendieron atribuirse el papel de guardines supremos de la ciencia. Este problema se planteó alrededor del año 1900. Fue entonces cuando algunos empezaron a preguntarse si los sistemas de evaluación eran inherentemente defectuosos. En este sentido, la evaluación por pares ha estado siempre en crisis.

Hoy, cuando el debate acerca del futuro de la revisión por pares está más tirante que nunca, es fundamental entender que se trata de una institución relativamente reciente. Además, sus afanes y propósitos han evolucionado continuamente, de modo que las tensiones actuales no hacen sino acarrear todas estas proyecciones. El sistema de evaluación se ha convertido en un batiburrillo de prácticas, funciones y valores. Pero hay algo que destaca por encima de todo lo demás: los momentos cruciales de la historia de la evaluación por pares se han dado precisamente cuando estaba renegociándose el estatus público de la ciencia.

 

Los publicistas científicos

En 1831, William Whewell, profesor y filósofo de la ciencia de Cambridge, propuso un plan a la Royal Society de Londres. Sugirió que esta institución encargara informes de todos los artículos recibidos para ser publicados en la revista bianual Philosophical Transactions. Redactados por equipos de reputados especialistas, esos informes, sostenía Whewell, “a menudo podrían ser más interesantes que los propios textos originales”, y por ende una gran fuente de publicidad para la ciencia.(1) Amén de esto, los autores estarían agradecidos por ver que sus trabajos habrían sido cuidadosamente leídos por al menos dos o tres personas. En ese mismo periodo, la sociedad estaba preparando una nueva revista que llevaría el nombre de Proceedings of the Royal Society, pensada como una publicación mensual muy barata que incluiría los resúmenes de los artículos recibidos. Tenía suficientes páginas disponibles y parecía el lugar idóneo para incluir esos nuevos informes.

En esa época, los editores de las revistas científicas tomaban las decisiones científicas guiándose por el crédito personal, a veces con la ayuda de colaboradores de confianza. En las publicaciones que pertenecían a una academia o sociedad científica –como Philosophical Transactions– el destino de un manuscrito lo determinaría el voto de algún comité de personas eminentes. (La tentación de confundir ese tipo de prácticas con los sistemas modernos de evaluación ha llevado al fastidioso mito de que pueden rastrearse los orígenes del actual sistema de revisión científica hasta el mismísimo siglo XVII).

La preocupación de Whewell no tenía que ver con impedir la publicación de trabajos de mala calidad; él no proponía establecer un nuevo mecanismo para informar acerca de las decisiones de publicación. En realidad él era uno más de los que propugnaban fórmulas para aumentar la visibilidad pública de la ciencia y dar una identidad unificada a la empresa científica en Inglaterra. (Años más tarde, se acuñó el término “científico” con este mismo fin). Este movimiento empezó en 1830 y hoy los recordamos sobre todo por el texto de Charles Babbage, Reflections on the Decline of Science in England, una extensa diatriba acerca de la penuria en la que estaban sumidos la financiación estatal y el reconocimiento público de la ciencia. Pero su legado más significativo es el sistema de revisión.

Whewell no hacía sino emular la costumbre ya centenaria de la Academia Francesa de las Ciencias de París de redactar informes que evaluaban las invenciones y los descubrimientos al servicio del rey. Allí, los investigadores elegidos para formar parte de la academia percibían una retribución estatal para premiar su eminencia científica, y parecía que los políticos valoraban sus opiniones. De hecho, ser un experto (una palabra todavía poco común en inglés) era casi por definición ser un redactor de informes. Whewell creyó que esos académiciens franceses debían estar haciendo algo bien.

La propuesta de convertir la Royal Society en un cuerpo de jueces peritos al estilo de la academia francesa fue recibida con entusiasmo. Pero la transferencia de la práctica redactora de informes al otro lado del Canal fue algo más complicado de lo que Whewell esperaba.

 

¿Novedades o puntos de vista?

Whewell convino en redactar el primer informe. Su colaborador fue un antiguo estudiante de Cambridge, John William Lubbock, un astrónomo matemático que a su vez era el tesorero de la Royal Society. Seleccionaron un manuscrito enviado por George Airy, otro prometedor astrónomo. El artículo, “On an Inequality of Long Period in the Motions of the Earth and Venus”, utilizaba métodos matemáticos complejos para calcular cómo las órbitas de estos planetas están influidas por su fuerza gravitacional mutua.

Whewell y Lubbock se fueron turnando para leer el manuscrito (las tecnologías de reproducción en esa época dejaban mucho que desear). Cada uno de ellos enseguida tuvo claro qué pensaba sobre el trabajo de Airy. Y sus opiniones resultaron ser completamente opuestas.

Discutieron sobre el artículo durante meses. Redactaron borradores de informes que no podrían haber divergido más en sus apreciaciones. Lubbock se centraba en la inelegancia formal de las ecuaciones de Airy. Pero las principales disputas giraron alrededor de en qué debía consistir un informe de un revisor. Whewell pretendía a la vez fomentar la difusión del hallazgo y contextualizar su importancia en el conjunto de la actividad científica (piénsese en lo que hacen hoy Nature en la sección “News & Views” [“Novedades y puntos de vista”] y Science en la de “Perspectives” [“Perspectivas”]). “No creo que el cometido de los informantes sea el de criticar aspectos concretos de un artículo sino mostrar qué lugar ocupa en la ciencia”, le decía a Lubbock. Si sólo se destacaban las debilidades, advertía, eso no haría más que desalentar a los autores. Las prioridades de Lubbock eran otras: “No puedo imaginarme cómo podemos pasar por alto errores graves», escribió.

Viendo que estaban en un impasse, Lubbock se dirigió al autor del texto para entregarle sus sugerencias de mejora. Airy estaba comprensiblemente irritado por el hecho de que hubieran sometido su manuscrito a este extraño nuevo procedimiento. “Todo está en mi artículo”, le escribió a Whewell, “y desearía que le otorgaran el crédito que merezco”. No tenía intención alguna de modificar su texto. Lubbock amenazó con abandonar, pero al final suavizó algunas de sus críticas y soslayó otras, reconociendo que se trataba del “primer informe que había realizado jamás el Consejo” y haciendo hincapié en el contexto en el que se desarrollaba ese cometido. Agradeció a Whewell “su vigoroso empeño” y puso su firma en el informe.(2)

Sorteado el desastre, la versión de Whewell del informe se leyó en público en la sociedad el 29 de marzo de 1832 y se publicó en los Proceedings, mientras que el artículo completo apareció en Transactions. Las críticas de Lubbock jamás vieron la luz.

Poco antes, la Astronomical Society de Londres (hoy la Royal Astronomical Society) y la Geological Society de Londres habían empezado a experimentar con la redacción de informes similares. Fue un geólogo, George Greenough, quien introdujo el término “árbitro” (“referee”) en 1817, importando al campo de la ciencia un término del que tuvo conocimiento en su época de estudiante de derecho.(3) Pero fue el sistema de informes de la Royal Society el que hizo tomar nota al mundo científico británico. La práctica fue extendiéndose gradualmente a otras sociedades, incluida la Royal Society de Edimburgo y la Linnean Society de Londres. Pero no fue hasta el siglo XX que las revistas no afiliadas a sociedad alguna lentamente fueron adoptando la misma metodología.

 

Jueces anónimos

La disputa entre Whewell y Lubbock representaba la existencia de dos visiones distintas sobre en qué puede consistir ser un árbitro. Whewell era el generalizador competente, capaz de echar una ojeada al paisaje del conocimiento. No le preocupaban los detalles, y probablemente menos aún desde una perspectiva crítica. En palabras del presidente de la Royal Society, este tipo de evaluadores “por su carácter y reputación se elevaban por encima de sus sentimientos personales de rivalidad o envidia mezquina”.(4) Lubbock era un especialista más joven, un igual de Airy. Esto le había llevado a revisar los argumentos de Airy con un exceso de celo; además, el sistema le había puesto en situación de poder evaluar a un competidor directo.

Al comienzo, salió victoriosa la idea de Whewell. Pero el sistema empezó a transformarse desde el mismo momento en que nació. Al cabo de un par de años los informes fueron envueltos en un manto de secretismo. El último número de los Proceedings que incluyó series de informes fue de mediados del año 1833, y nunca más se publicaron informes negativos. Una carta escrita por Whewell en 1836 muestra cómo él mismo había cambiado de opinión: describe al árbitro como el defensor de la reputación de la sociedad, afanándose anónimamente para excluir las publicaciones que no eran pertinentes. Ni los archivos de la Royal Society –ni los documentos personales de los implicados– arrojan luz sobre cómo ocurrió esto, pero no es algo que deba sorprendernos. En Inglaterra, a diferencia de la tradición francesa, había muy pocos precedentes de juicios realizados por autoridades públicas que desde una posición prominente determinaran qué constituía buena o mala ciencia. Firmar con el propio nombre para criticar explícitamente a un colega habría sido considerado poco caballeroso.

Lo común era la figura del crítico anónimo que se erigía como la voz del público, encarnada en las reseñas anónimas ubicuas en publicaciones periódicas inglesas durante ese periodo, desde la Quarterly Review hasta el modesto Mechanich’s Magazine (una práctica que perdura hoy en The Economist). Mediante el anonimato, como afirmó un editor no identificado en 1833, “el individuo se funde en el tribunal que él representa, para hablar no en su nombre sino ex cathedra (con plena autoridad)”.(5)

Sólo tuvo que transcurrir una década para que el árbitro (referee) se convirtiera en una personalidad científica institucionalizada, y no meramente en alguien que acreditara rasgos de nobleza. Una pieza informativa aparecida en una revista londinense en 1845 trazaba un retrato en el que los evaluadores eran unos jueces intrigantes “henchidos de envidia, odio, malicia y sin un ápice de caridad”. El artículo daba a entender que, escondidos en alguna cámara secreta, este poder judicial de la ciencia sacaba provecho del espeso manto del anonimato para que prosperaran sus intereses personales –quizá mediantes actos de piratería indetectables– a expensas de los indefensos autores.(6)

No fue hasta principios del siglo XX que empezó a cuajar la idea de que los editores y revisores, integrados en un vasto sistema de evaluación, debían ser los garantes de la integridad del conjunto de la literatura científica. Al socaire de las llamadas a limitar “que se arrojaran aguas sucias a la corriente pura de la ciencia” (como sugirió el fisiólogo Michael Foster en 1894),(7) las sociedades científicas inglesas debatieron cómo incorporar a sus procedimientos de publicación un sistema integrado de evaluación que arbitrara sobre la totalidad de sus publicaciones. (El proyecto se abandonó, en parte porque habría significado tener que convencer a los editores de las revistas independientes, como el Philosophical Magazine, para que aceptaran ir a la quiebra).

No obstante, la figura del evaluador fue concibiéndose gradualmente como una especie de guardián universal encargado de preservar el buen nombre de la ciencia. A medida que esta idea fue ganando terreno, muchos empezaron a expresar su preocupación por que el sistema pudiera ser intrínsecamente defectuoso, que pudiera acabar resultando un obstáculo para la creatividad científica y que, por eso mismo, mereciera ser eliminado. Estas preocupaciones culminaron en lo que a buen seguro fue la primera investigación formal sobre el funcionamiento del sistema de revisión mediante evaluadores, llevada a cabo en 1903 por la Geological Society de Londres. La investigación reveló que había división de opiniones sobre el asunto, recabando un buen número de declaraciones mordaces acerca de las injusticias e ineficiencias de los sistemas que estaban en boga. El “evaluador” o árbitro estaba en una situación de tal descrédito que se prohibió el uso del término para toda actividad propia de la citada sociedad.

Pero los sistemas de revisión mediante evaluadores sobrevivieron y fueron haciéndose hueco también en los procedimientos de las revistas independientes. Fuera del mundo científico anglófono, esos sistemas de evaluación seguían siendo raros. Por ejemplo, en 1932, Albert Einstein quedó muy sorprendido cuando una revista estadounidense le envió un artículo para que lo revisara. La idea de que cualquier revista que aspire a la legitimidad científica debe aplicar un sistema formal de revisión mediante evaluadores comenzó a afianzarse en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

 

Apoteosis y caída

En la década de 1960, este sistema de arbitraje simbolizó el juicio objetivo y el consenso en la ciencia. El evaluador era, en palabras del físico y escritor científico John Ziman, “el eje central sobre el que pivotaba toda la ciencia”.(8)Del mismo modo que había ocurrido en la década de 1830 en Inglaterra, en el transfondo de estos cambios estaba el problema de la relación de la ciencia con el gran público. De nuevo, la comunidad científica se afanaba por consolidar la percepción social de que su papel era único y valioso. La propia expresión «comunidad científica» data de esta época. Los investigadores querían a la vez preservar su autonomía y seguir contando con el apoyo de la próvida financiación estatal instituida desde la Segunda Guerra Mundial. Los fondos destinados a investigación básica en Estados Unidos, por ejemplo, se multiplicaron por 25 en menos de una década.(9)

La expresión “revisión por pares” (peer review) se tomó prestada de la jerga procedimental que utilizaban las agencias estatales para decidir la distribución de la financiación para la investigación científica y médica. Cuando los “sistemas de árbitro” se convirtieron en “sistemas de revisión por pares”, el proceso evaluador pasó a jugar el papel de gran símbolo público de la idea de que estos poderosos y caros investigadores del mundo natural disponían de procedimientos eficazmente autorreguladores y propiciadores de consensos, aun cuando algunos observadores se preguntaban en voz baja si los evaluadores científicos merecían tener tanto predicamento.

Los intentos actuales de reconceptualizar la revisión por pares debaten con razón acerca de los sesgos psicológicos, el problema de la objetividad y cómo medir lo que es fiable y de lo que es importante, pero suelen prestar poca atención a la diversidad de enfoques superpuestos que históricamente tuvo esta institución. La revisión por pares no se desarrolló simplemente por la necesidad de los científicos de promover la confianza mutua en sus investigaciones. También constituyó una respuesta a las demandas públicas de rendición de cuentas. Cualquier intento responsable de trazar la senda futura por la que debe transitar este asunto debe empezar por comprender cabalmente que en el pasado se aplicaron otras prácticas de juicio científico. Las funciones pensadas para esta institución están hoy en proceso de cambio, pero en realidad nunca estuvieron tan firmemente establecidas como muchos creen.

 

Notas:

(1) W. Whewell a P. M. Roget, 22 de marzo de 1831; Royal Society of London Library [DM/1].

(2) J. W. Lubbock to W. Whewell, 27 de enero de 1832; Trinity College Library, Cambridge [a/216/61].

(3) George Greenough Papers; University College London [Add. 7918/1621].

(4) Proc. R. Soc. Lond. 3, 140–155 (1832).

(5) New Monthly Magazine 39, 2–6 (1833).

(6) Wade’s London Rev. 1, 351–369 (1845).

(7) Nature 49, 563–564 (1894).

(8) Ziman, J. Public Knowledge: An Essay Concerning the Social Dimension of Science (Cambridge Univ. Press, 1968).

(9) Kaiser, D. Nature 505, 153–155 (2014).

 

es profesor de la Harvard University. Historiador de la ciencia, especializado en historia de los medios de comunicación y de las tecnologías de la información en las ciencias, con un particular interés por estudiar la institucionalización del conocimiento en las ciencias naturales y las estrategias para hacerlo fiable para los propios científicos. Autor del libro de próxima aparición: The Scientific Journal: Authorship and the Politics of Knowledge in the Nineteenth Century (University of Chicago Press).

Fuente:

Nature, 21 de abril de 2016

Traducción:Jordi Mundó

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Reino Unido: Invitan a Trump a recibir educación sobre el Islam en Londres

Europa/Reino Unido/Mayo 2016/Fuente y Autor:Telesur
El primer alcalde musulmán de Londres invitó a Donald Trump a recibir educación en esa ciudad sobre el Islam para que entienda que sus valores son compatibles con Occidente.

El alcalde musulmán de Londres, capital de Inglaterra, Sabiq Jan, invitó al precandidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos Donald Trump a recibir una formación adecuada sobre el Islam.

“Quiero educar a Donald Trump. Quiero mostrarle que se puede ser a la vez musulmán y occidental”, afirmó el burgomaestre en relación con declaraciones del precandidato presidencial estadounidense que abogó en diciembre pasado por un bloqueo “completo y total” de musulmanes en la nación norteamericana.

Asimismo, el primer alcalde musulmán de Londres manifestó su deseo de que el empresario multimillonario visite la capital británica para que conozca “a cientos de miles” de musulmanes, que “aman ser británicos, aman ser occidentales”.

Asimismo, advirtió que las declaraciones de Trump, ignorante en cuanto al Islam, benefician a los “extremistas” y que la visión del magnate pone en peligro tanto la seguridad de EE.UU. como la del Reino Unido.

En contexto

Donald Trumpo anunció su candidatura presidencial en la torre que lleva su nombre, ubicada en Manhattan, Nueva York, donde dijo: “Estoy compitiendo oficialmente para ser presidente de Estados Unidos y haré de nuestro país el más grande, de nuevo».

El magnate estadounidense de 69 años compite en las presidenciales por el Partido Republicano. Con su anuncio suman 12 los miembros de esa formación que compiten por llegar a la Casa Blanca.

Desde el momento de lanzar su candidatura, el multimillonario comenzó a levantar polémica, por sus comentarios despectivos. «México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas (…). Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores. Asumo que hay algunos que son buenos», afirmó Trump, quien también alardeó de su fortuna personal, dejando entrever su poca preocupación por la igualdad social, que tanto necesita Norteamérica y el mundo.

Fuente de la noticia: http://www.telesurtv.net/news/Invitan-a-Trump-a-recibir-educacion-sobre-el-Islam-en-Londres-20160514-0021.html

Fuente de la imagen: http://www.telesurtv.net/__export/1462535423210/sites/telesur/img/news/2016/05/06/trump_ee.uu..jpg_1718483346.jpg

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Reino Unido : La emoción de entrenamiento, el camino a tener hijos más felices.

            Europa/Reino Unido/10.05.2016/Autor: Melissa Hood/Fuente:http://www.express.co.uk/

Todos hemos sido testigos del colapso en la tienda de juguetes cuando se diga a su hijo que no pueden tener ese juguete caro codiciado, un irracional ataque de asma en el desayuno cuando se le han acabado de Shreddies o completo desafío y rudeza cuando insisten en que la Xbox está apagado.

Sin embargo, cuando los padres reaccionan a este tipo de comportamiento sin tener en cuenta los sentimientos haciendo que es un poco como tirar de la maleza sin obtener las raíces.

El mal comportamiento se materializará una y otra vez.

Si los niños no aprenden a manejar sus emociones que llegan a ser personas cuyas acciones son alimentadas por el estrés, la ira, la decepción, sentimientos de inadecuación y el miedo.

Estos adultos pueden estar enfadado, deprimido, permanentemente insatisfecho o no puede conectarse emocionalmente. Puede que no sean capaces de manejar la ansiedad asociada con la toma en cosas nuevas o presentar su candidatura para las oportunidades.Aquí es donde entra en juego la emoción de entrenamiento.Se puede enseñar a su hijo a entender sus emociones y desarrollar su inteligencia emocional y la autoestima. Puede crear relaciones profundas con ellos, animarles a hablar, resolver problemas y aprender a regular su propio comportamiento.La próxima vez que su hijo se encuentra en medio de una rabieta los siguientes pasos pueden ayudar a restaurar la armonía.

Mantenga la calma
Tenemos que mantener la compostura si vamos a ayudar a nuestros hijos a lidiar con sus emociones y no ser abrumado por ellos. Su calma puede influir en su estado.Abrazos, sosteniendo y acariciando desencadenar la liberación de oxitocina (la sustancia química calmante en el cerebro). sentimientos poderosos pueden ser aterrador para un niño.Si nos parece miedo de sus sentimientos entonces los niños se sienten abrumados.Tenemos que demostrar que entendemos estas emociones y sabemos qué hacer con ellos.Escuchar sin ofrecer consejos

Deje de hacer lo que está haciendo y muestra a su niño está interesado en lo que él o ella está diciendo.

Sentado cerca de ellos o tener un abrazo puede ayudar a calmar los ánimos. Contacto con los ojos no es esencial.

Imagínese cómo él o ella se siente

Ponte en sus zapatos. ¿Se puede entender el apego personal a su niño tiene un juguete y el profundo placer que obtienen de jugar con él?¿Puede usted imaginar lo que se siente tener un juguete favorito tomada por un hermano y tal vez dañado? ¿Ese juguete representan su territorio que ya ha sido invadido por la propia existencia del hermano intruso?Puede que no sea mucho sobre el juguete, pero la relación entre los niños y su experiencia de tener un cierto control.

Describir esa sensación

Entrenamiento Emocional no significa que tenga que dar a los niños lo que quieren pero decir, «apuesto a que desearía que no tiene que ir a la escuela hoy» ayuda a disminuir su resistencia, porque ven a entender cómo se sienten.Conceder deseos fantasíaDando a su niño desea en la fantasía proporciona un conocimiento sin trivializar la situación.Así que si su hijo se queja de que el jefe a su alrededor, usted podría decir: «Apuesto a que te gustaría ser la reina y tienen sirvientes para pedir alrededor.»

Cuando su hijo se une a las fantasías y ser más elaborada, se convierte en la diversión y el humor aligera pero no hay ninguna sugerencia de la fantasía se haga realidad

Cuando decimos cosas como: «Usted no odia a su hermana, que la amas de verdad,» el niño recibe el mensaje de que están equivocados acerca de sus sentimientos, que es confuso.

Esto no les impide tener los sentimientos, pero los hace sentir culpables.

Así que para reducir en batallas en el presente y construir la salud emocional para el futuro, reconocen lo que los niños se sienten incluso si no te gusta lo que están haciendo.

Fuente: http://www.express.co.uk/life-style/health/668446/Emotion-coaching-Melissa-Hood-happy-children-mental-health-stress-depression-tantrums

Imagen: http://cdn.images.express.co.uk/img/dynamic/11/590x/Emotional-coaching-668446.jpg

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Reino Unido: Meet the next generation of women engineers

Resumen: El Reino Unido tiene el menor porcentaje de mujeres ingenieros de todos los países de Europa. Sólo el 9% de la fuerza de trabajo de ingeniería y el 6% de los ingenieros y técnicos registrados son mujeres. Ese es el porcentaje más bajo de profesionales de la ingeniería femeninos en Europa, muy por detrás de los líderes, Letonia, Bulgaria y Chipre, con casi el 30%.

“When I was thinking about careers, I never thought of engineering, as the public image is being under a machine, getting dirty,” says Jade Aspinall, 23, a manufacturing engineer at missile producer MBDA Systems and winner of the higher apprentice of the year award in the National Apprenticeship Awards 2015.

“I work on minuscule components under a microscope in a clean room – there’s not a speck of dust anywhere,” Aspinall says. “It’s not something a lot of women would consider, just because they don’t know enough about it. There’s no doubt that there are a lot of male engineers, but as a woman, I’ve never been treated any differently. In fact, I’ve had a lot of support.”

It wasn’t until an MBDA apprentice spoke about engineering at her school that Aspinall considered it as a career. And she was one of the lucky ones who were made aware of it as an option.

There’s no telling how many women who could have made successful engineers never even considered it as a career option, but there must be plenty out there. Just 9% of the engineering workforce and 6% of registered engineers and technicians are female. That is the lowest percentage of female engineering professionals in Europe, way behind the leaders, Latvia, Bulgaria and Cyprus, with nearly 30%.

So what’s stopping the UK’s women going into engineering? Nothing physical – in fact, lots of schemes encourage them, says Dawn Bonfield, materials engineer and chief executive of the Women’s Engineering Society, including big employers such as British Gas, Network Rail and Crossrail. What’s holding them back is a lack of knowledge of what engineering is, and a lack of advice.

At the moment, Bonfield says, women are making it in the engineering world, but they tend to be the ones who are absolutely determined to do so. “We call them the Stem [science, technology, engineering or maths] devotees, and they will make it, no matter what,” she says. “But we’re determined to reach those women who might not have even considered engineering as a career.

“Engineering is a brilliant choice for women who want to do something, who have a big social conscience, and who want to change the world. It has just as much to offer as the ‘traditional’ professions such as law and medicine. It’s about making the world more sustainable and more renewable. There are fantastic challenges out there, and women are using engineering as a way of finding solutions.”

What needs to be done to encourage more women into the sector? Schemes such as MBDA’s are making a start. The company has achieved a 50/50 gender split within its engineering apprenticeships, something which spokesman Conal Walker attributes in part to the requirements of its outreach programme. Any school that wants an MBDA apprentice to give a talk must ensure that the audience has that 50/50 split too. It’s a figure that bucks the national trend, where just 7.4% of engineering apprenticeship starters in 2013-14 were female.

Bonfield wants the message around engineering to change to something far more positive. “It’s about applying a thought process to make things better,” she says, “whether that’s designing a nuclear power station or getting clean water to people in development countries.” But she wants to see far more careers information to back that message up, and an independent careers service for engineering to help unpick what can be a confusing choice of courses.

Aspinall agrees. “Engineering is such a broad church,” she says. “There needs to be much more awareness about the range of careers. Everything in the room where I’m sitting has been engineered. It’s a job for life. It gives you transferable skills, it’s exciting and it’s making things bigger and better as new technology comes along.”

Fuente de la noticia: http://www.theguardian.com/education/2016/may/03/engineering-apprenticeships-courses-women-engineers-education-degrees
Fuente de la imagen:https://i.guim.co.uk/img/media/2a480138357362ddeab6174e10c08ea8a70617bd/260_146_1635_981/master/1635.jpg?w=620&q=55&auto=format&usm=12&fit=max&s=a1c396c15fe7f2741e56baa4a3653f4c
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Reino Unido:Primary school tests boycott draws scattered support

Resumen: Los padres mantuvieron a los niños fuera de las escuelas primarias este martes en un «ataque» nacional como una medida para protestar por las dificultades de las pruebas. Hubo protestas dispersas a través de Inglaterra, especialmente alrededor de Newcastle, donde se originó por primera vez la idea de la protesta, y en Brighton, donde varios cientos de personas se reunieron en un parque para apoyar la acción.

Parents kept children out of primary schools on Tuesday in a national “strike” in protest at tougher tests, although the numbers involved appear to have been small.

There were scattered protests across England, especially around Newcastle, where the idea for the protest first originated, and in Brighton, where several hundred people gathered in a park to support the day of action.

A Whitehall source said the number of children involved may have been as few as 1,000, a small fraction of the more than 1 million state school pupils in years two and six, the groups scheduled to sit new tests of grammar, spelling and punctuation and maths.

Some schools reported considerable numbers of children absent, including Robert Arkenstall school, a village primary near Ely, Cambridgeshire, where organisers said around a fifth of pupils took part in the boycott.

“We had 30 children with us, but we believe another 15 to 20 children were taken off by their parents to go to museums or do other things,” said Theresa Quarmby, who has three children attending the school. “We had a fantastic time, we went to a local meadow and went pond-dipping and built forts, and had fun in general.”

Quarmby said parents with children in year six had already approached the school with concerns about the end-of-year tests when they heard about the national boycott via Facebook.

“My daughter is fairly robust but she has friends who are stressed and are crying themselves to sleep. It’s just wrong and the government isn’t listening. I can’t get my head around how they think this benefits anyone at all,” she said.

Michael Wilshaw, Ofsted’s chief inspector of schools, came out in support of the government’s position, saying: “Those who oppose this testing need to consider England’s mediocre position in international rankings.

“If by the age of seven a child has not mastered the basic skills of reading, writing and mathematics, the odds will be stacked against them for the rest of their lives. This is especially the case for poorer children.

“I understand testing can sometimes be stressful but I am also confident that most schools do everything they can to minimise the stress that children experience in preparing for and sitting these tests.”

The children’s laureate, Chris Riddell, told a group of about 500 families in Brighton that allowing children to question government policy was “an important lesson”, and he ridiculed the education secretary, Nicky Morgan’s claim that taking part in the strike would harm children’s education.

Around 20 people delivered a petition – which organisers claimed had 40,000 signatures – to the Department for Education’s head office in Westminster.

Nick Gibb, the education minister closely identified with the new tests, defended the government’s policy, saying: “There should be no pressure on six- and seven-year-olds taking these tests. These tests have no consequences for the children involved, they are about to holding the schools to account.”

Gibb himself failed to correctly answer a question on grammar from the latest key stage two test. The BBC’s Martha Kearney asked him whether the word “after” in the sentence “I went to the cinema after I’d eaten my dinner” served as a subordinating conjunction or a preposition. Gibb incorrectly identified it as a preposition.

David Cameron’s official spokeswoman weighed in over the error, saying: “It reflected the fact that what we are about is equipping future generations with a better grasp of reading, writing and maths skills.”

No 10 said tests in primary schools were “not a new concept”, and the government had made them more rigorous to reflect the higher standards being taught.

“This is about improving the curriculum, improving the education of our children in schools. It’s part and parcel of how we want to make sure that their child is getting the best education,” the prime minister’s spokeswoman said.

 

Fuente de la noticia: http://www.theguardian.com/education/2016/may/03/boycott-primary-school-tests-sats-scattered-support

Fuente de la imagen: https://i.guim.co.uk/img/media/c81080a49f69f77d04d71549a2235b4e7b95e2ec/0_193_3000_1800/master/3000.jpg?w=380&q=55&auto=format&usm=12&fit=max&s=c73e757f1e4d1b8aeaffad3b8f7c0ceb

 

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En el Reino Unido: Cuando la cantidad de investigaciones publicadas es el nombre del juego, las mujeres se quedan en el banquillo

Mientras que los hombres pueden ganar puntos para producir montañas de investigaciones publicadas, las mujeres jamás tendrá una oportunidad justa de promoción académica

Sarah Green /

Hay un desajuste fundamental entre los objetivos declarados de las universidades como empleadores y las prácticas de recursos humanos que se implementan. El mensaje oficial es que las cifras tienen que cambiar, que el equilibrio debe ser reparado, y que la cultura tiene que cambiar. En la práctica, ese mensaje está distorsionado por los procedimientos de contratación, retención y promoción que afianzan el status quo de la academia.

Gran parte del sector aún no ha abordado la cuestión crucial de la cantidad frente a la calidad cuando se trata de investigar. En la actualidad, los que toman el permiso parental (casi siempre mujeres) están en desventaja por un sistema que coloca el valor del número de publicaciones sobre un CV. Mientras la cantidad sigue siendo la piedra de toque de los logros de muchas instituciones, nunca habrá igualdad de oportunidades.

Eso no es para sugerir que las mujeres deben tener un viaje más fácil para su carrera académica y como investigadoras; pero si una oportunidad mas justa. Hasta el año pasado, todos menos un par de semanas de permiso parental se podría conceder a las madres, pero no a los padres, lo que significa que las mujeres, hasta la fecha, han pasado más tiempo en el cuidado de los niños y menos en investigación que sus homólogos masculinos, en ese sentido los criterios profesionales contra los que son juzgados tanto siguen siendo los mismas.

Es necesario el ajuste de criterios de nombramientos y ascensos para tener en cuenta el hecho de que un menor número de investigaciones publicadas requeridas se pueden producir en un período corto de tiempo, lo que no implica bajar los estándares. Imagine una competición deportiva en la que se permite que un equipo de 35 créditos y el otro equipo tiene derecho a 50 créditos, pero en el que el objeto es permanecer más tiempo compitiendo en la misma carrera. Esta razón sería considerado como simplemente no grillo.

Uno de los principales logros del siglo 20 fue dar a las mujeres opciones, pero uno de los principales retos del siglo 21 será indemnizarlas contra los costos de esas opciones, dado que los hombres desproporcionadamente ocupan posiciones de poder y toma de decisiones, sin embargo, es difícil ver cómo esto va a suceder. Si la capacidad de tener todo esto es su derecho de nacimiento, este problema es poco probable que se atienda en el escenario futuro.

Este es un problema cultural y uno que se extiende mucho más allá de la torre de marfil. Un factor agravante en el mundo académico, sin embargo, es el término de «licencia parental». Los académicos anhelan «permiso» como espacio para pensar y escribir, sin restricciones mediante la ejecución de los departamentos, el asesoramiento sobre políticas, estudiando minuciosamente las cuentas, la organización de conferencias, la solicitud de financiación, marcando , escribiendo conferencias, dirección de tesis y así sucesivamente. Es algo que debe ser disfrutado cuando lo tienes, y envidiado cuando otros lo hacen.

Hay una sensación entre algunos, sin embargo, que las cantidades de permiso parental deberia ser lo mismo: un período de descanso, productivo y agradable de tiempo fuera de la enseñanza y la administración.

De hecho, el permiso parental es, en este sentido, anti-licencia. Desde un punto de vista físico, no es en absoluto reparador, desde un punto de vista profesional, no es en absoluto productiva (no, no es posible encajar en la investigación de mérito durante la hora de la siesta). En cuanto a lo agradable,  depende de la persona; algunos lo aman, algunos lo odian. En este último caso, se trata por lo general debido a que faltan al trabajo o el miedo, con razón, que están siendo dejados atrás por sus compañeros en la oficina.

Sea lo que sea, hay poca posibilidad real de elección en la materia; biología y las limitaciones legales dictan que las mujeres tienen que dar un paso atrás desde el día de trabajo para nutrir los seres humanos en miniatura, que son tan potente y prometedor, ya que son dependientes e indefensa.

No es, quizá, la luz al final del túnel de siglos: el proyecto de compartir el permiso parental introducido en abril del año 2015 permite que ambos padres compartan 50 semanas de licencia y 37 semanas de pago entre ellos en el primer año de vida de su hijo. Si esto significa que el impacto de las interrupciones de la carrera comienza a ser sentida por los hombres, es probable que la demanda de las mujeres en este sentido, sea tomada tambien muy en serio.

Fuente de la noticia: http://www.theguardian.com/higher-education-network/2016/may/03/while-quantity-of-research-is-the-name-of-the-game-women-are-left-on-the-sidelines

Fotografía: Alamy

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Robert Hill: “El espacio donde aprender idiomas debe ser estimulante”

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Robert Hill, Licenciado en Lengua y Literatura en Inglés de la Universidad de Oxford e impulsor de la metodología de la lectura expansiva,  jamás se imaginó a sí mismo protagonizando alguna de las novelas de aventura que leía de pequeño, y eso que leía bastante. Acompañaba esas lecturas con típicos desayunos británicos donde no faltan los huevos, el bacon, las tostadas y el té.

 ¿Cuáles son las tres claves para enseñar inglés a nuestros estudiantes?
Desde mi experiencia, lo más importante para el aprendizaje es la curiosidad. Es esencial para aprender cualquier cosa, incluidos los idiomas. En nuestro ámbito, es conveniente comprender la estructura de la lengua, la cultura de las personas que la hablan, el vocabulario…
También es necesaria la flexibilidad. Con la edad nos hacemos más inflexibles y nos preguntamos porqué las cosas no se dicen igual que en nuestra lengua, o no se estructuran igual los conceptos y las ideas. Es importante ser flexible para aceptar que las formas son diversas, a nivel gramatical y conceptual.
Y, por último, desmontar un mito. Se suele pensar que hay que empezar muy temprano a aprender idiomas y esto no es verdad. Con la edad, tenemos más estrategias mentales para entender las estructuras. De pequeños nos dejamos llevar por el idioma sin hacer preguntas ni cuestionarnos nada.

¿Cómo se puede estimular la curiosidad de un niño o niña?
El espacio en el que se enseñan idiomas debe ser rico en contenido visual y escrito, un ambiente donde haya muchas cosas. La gamificación también es algo interesante como método de aprendizaje, sobretodo en edades tempranas. Y es imprescindible que el profesor sea estimulante. El docente que crea un ambiente donde es natural comunicar en la lengua extranjera tiene mucha ventaja.

¿Cómo introducir a un niño en la lectura de una lengua distinta a la materna?
Si por leer entendemos leer gráficamente la forma de la lengua, es un paso sucesivo. El primer impacto debe ser a través de una lectura dramatizada del profesor o de los padres si saben bien la lengua. Los mejores cuentos se prestan a la gestualidad. Cuando se lee un cuento, hay que hacerlo con entonación, con gestos, y todo lo que haga más comprensible el contenido. Y mejor si hay un apoyo visual, con ilustraciones o marionetas. Pero el tono debe ser claro y sentido. Si los niños no aprenden a pronunciar de forma excelente de pequeños, de mayor ya no lo conseguirán y esto es importante para hacer comprensible el idioma. Si un padre o un profesor poco preparado habla en inglés a niños con una pronunciación poco correcta, puede hacer más daño que bien. Le está boicoteando el aprendizaje aunque, obviamente, no tenga esa intención.

¿A qué edad recomendaría que empezasen a leer libros en otro idioma?
Yo creo que pueden empezar a leer a los 7 u 8 años si ya se han presentado historias de forma oral. Mucha gente cree que la lengua inglesa es fácil, pero es diferente la forma de escribir que la forma de hablar. No es igual que las lenguas latinas, que tienen cierta regularidad entre cómo se escriben y cómo se hablan. Por ello en los primeros años es importante que primero se presente el texto en voz alta antes de que el niño lea por sí solo.

¿Por qué tipo de lectura empezaría?
No hay diferencia entre los cuentos clásicos y los cuentos nuevos. Las nuevas novelas están escritas expresamente para aprender o para lectura infantil. Y los cuentos tradicionales, por su parte, tienen un encanto impecable.

¿Y a qué edad cree que se puede empezar con lecturas más complejas?
Hay que tener varias cosas en cuenta. En cuanto a la estructura narrativa, creo que los padres y los profesores no se propondrán introducir a la lectura a sus hijos con cuentos de Dickens, que tienen 30 o 40 personajes. Es perverso pensar que estos cuentos valen para niños de 5 años. A nivel de estructuras lingüísticas, creo que las frases deben ser sencillas. Cuando se introduce la coordinación o la subordinación, se añade un plus de complejidad que no es producente con primeros lectores o con lectores que se inician en un idioma.

¿Y en cuanto al vocabulario?
Hoy tenemos herramientas, sobre todo digitales, que nos permiten conocer las palabras más utilizadas, y si se usa de forma común o en qué nivel está (si en B1, B2, etc.). Es absurdo pretender que los niños que no dominan un idioma lean vocabulario que no es frecuente en el mundo del niño.

¿Señalaría autores imprescindibles?
Imprescindibles, ninguno. Pero hay autores que han marcado las culturas que pertenecen. Es importante saber de la cultura de los países de origen de las lenguas que estudiamos. Saber cultura inglesa o norteamericana implica conocer a Dickens, Jane Austen, William Shakespeare,Lewis Carroll o Marck Twain. Son obras muy diversas y distintas entre sí, pero son clásicos. Y es muy probable que los niños de hoy en día encuentren a lo largo de su vida alguna referencia a estos clásicos.

¿Es recomendable utilizar obras adaptadas o es preferible utilizar siempre el original?
Yo creo que hay que empezar siempre por las adaptadas. Los que tenemos el inglés como lengua materna nos hemos iniciado a las lecturas clásicas con obras adaptadas, imagínate alguien que es nuevo en el idioma. Los clásicos a veces son difíciles y cuesta entenderlos. No hay que tener veneración por las obras clásicas, es preferible que se entienda el texto aunque sea adaptado, y si se puede ya más adelante se abordará el original. Los clásicos, aunque sean obras maestras, no son lecturas obligatorias.

¿Qué es la lectura expansiva?
Hasta ahora siempre nos hemos referido a dos métodos de lectura: la extensiva y la intensiva. La intensiva es un tipo de lectura en la que se aborda un texto breve (una página, como mucho) y sobre el que se deben responder preguntas de compresión lectora. La lectura extensiva es todo lo contrario, no hay preguntas de compresión, se leen textos mucho más largos, y lo que se intenta fomentar es la lectura por placer. Son dos cosas completamente diferentes. Yo creo que hay que buscar un punto medio, y por ello hablo de la lectura expansiva. Propongo textos largos, como un cuento, con una batería de preguntas o actividades relacionadas. Con ello busco ampliar un campo léxico, practicar estructuras gramaticales, profundizar en el texto, trabajar la intertextualidad…

¿Por qué es importante trabajar la intertextualidad?
Primero, porque es algo interesante y a su vez educativo. Es una lástima ver que muchos chicos y chicas siguen realitys como Gran Hermano, que derivan de una obra literaria como la de George Orwell, y no lo saben. O como las ideas que a menudo Hollywood roba a Sheakspeare. Si quieres que un estudiante hable o escriba en inglés, hay que darle algo de lo que hablar o escribir.

¿Para qué les puede servir a los alumnos trabajar sobre el autor o el contexto social e histórico en el que se escribió una obra?
Son conocimientos culturales e históricos interesantes, pero, por ejemplo, Romeo y Julieta, puede funcionar sin saber nada absolutamente del contexto. La información puede enriquecer la lectura, pero no es imprescindible saber sobre las costumbres de la época sobre el cortejo o el matrimonio entre jóvenes. Como recomendación, diría que no hay que obligarse a dar este tipo de contenidos a los alumnos si realmente no hay aspectos que consideremos interesantes o que creamos que pueden enriquecer su universo mental de forma concreta.

¿Qué tipos de materiales recomienda para reforzar el aprendizaje de inglés?
Creo que todo lo que es visual es muy útil, desde películas y series a fotografías, cuadros, dibujos… El teatro, la música, los periódicos también son muy útiles. Pero si solo pudiera escoger un material, creo que me decantaría por vídeos, largos o cortos, incluso un clip de Youtube sirve. Contiene una inmensa cantidad de cultura aunque dure 10 segundos. Es muy rico como recurso y es un estímulo muy útil para captar la atención de los jóvenes.

Fuente: http://blog.tiching.com/robert-hill-el-espacio-donde-aprender-idiomas-debe-ser-estimulante/?utm_content=CMPRobertHill&utm_medium=referral&utm_campaign=cm&utm_source=twitter

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