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Mundo: Sin pena ni gloria, se recordó el día de los Pueblos Indígenas

Mundo/14-08-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

La pandemia solo evidenció el abandono estatal en el que viven millones de indígenas en América del Sur.

Redacción LIMA

«Nada que celebrar» y mucho que exigir es el sentimiento compartido entre los cientos de etnias nativas que habitan en Suramérica para este domingo, día internacional de los pueblos indígenas, al que las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 sustraen cualquier conmemoración festiva.

20 MILLONES De indígenas perviven en Suramérica y representan a casi el 5 % de la población de la región, repartidos en unas 420 etnias, algunas bajo un peligro de extinción inminente como los isconahuas o los awá.

«Hace 26 años que se decretó este día de los pueblos indígenas (…) pero esta pandemia está revelando su abandono total y esos derechos reconocidos hace ya casi 30 años que no se cumplen», aseguró a Efe Gregorio Díaz Mirabal, presidente de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).

Quechuas. Un hombre toma la temperatura a mujeres de las comunidades altoandinas en Perú antes de ingresar a una feria rural. La municipalidad de Coata dispuso la desinfección y tamizaje obligatorio a todo aquel que visite la feria. EFE

Abandono en pandemia

«La pandemia ha matado la política hacia los pueblos indígenas que quizás nunca existieron más allá del papel. Ha desnudado la crisis estructural de nuestros gobiernos. Si no atienden a las ciudades, imagínate cómo están de abandonados los pueblos indígenas», indicó Díaz Mirabal, del pueblo wakuénai kurripako.

Amenazas no cesan

Durante la pandemia han continuado además el resto de amenazas ya rutinarias que enfrentan los pueblos indígenas.

Hasta la semana pasada, el coronavirus había contagiado a 34.598 indígenas de más de 200 etnias amazónicas y habían fallecido al menos 1.251.

La emergencia no ha detenido los asesinatos de indígenas que defienden sus territorios de invasores que buscan sus tierras para cultivos, narcotráfico, tala ilegal o minería ilegal, ni tampoco los planes para ciertos proyectos de hidrocarburos.

Menos aún la violencia, como la violación sexual de un grupo de militares a una niña indígena emberá en Colombia.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102324728/sin-pena-ni-gloria-se-recordo-el-dia-de-los-pueblos-indigenas

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Mundo: La pandemia no es más que una consecuencia

La pandemia no es más que una consecuencia

Por Oswaldo Espinoza

Fuentes: Alainet

La pandemia de la Covid-19 representa sin lugar a dudas el acontecimiento histórico más importante de los tiempos contemporáneos, su alcance e impacto en la sociedad y la ilusión compartida de una realidad inmutable e infinita que llamamos normalidad, convierten este hecho en un momento de inflexión para el destino de la especie humana; sin embargo, la pandemia no es la causa de las calamidades presentes del mundo; de hecho no es más que un producto del sistema mundo moderno-colonial sustentado en el modelo de producción capitalista, en la racionalidad positivista, en la cosmovisión antropocéntrica de la teología de la dominación y en la reproducción constante de los patrones hegemónicos y coloniales.

Ignacio Ramonet, desde su cuarentena en Cuba, reflexiona sobre la pandemia y el sistema mundo, derrumbando algunos de los mitos que rodean al fenómeno de la pandemia al tiempo que expone el potencial de la misma para un iniciar un proceso de cambio societal, sin dejar de alertar sobre los riesgos inherentes a este momento de incertidumbre histórica.

Para entender la relación entre la pandemia y el sistema mundo del que se desprende, es necesario conocer que el sistema mundo moderno colonial ha establecido e impuesto su cosmovisión como la única lógica para la existencia humana, negando y produciendo como inexistentes todas las otras formas históricas y alternativas que existieron y existen en la inmensa diversidad y riqueza de la humanidad; sobre todo hay que leer ese sistema desde dos dimensiones trascendentales para comprender como es que la lógica moderna del sistema mundo produjo la pandemia.

Por una parte encontramos la forma de relación entre la especie humana y la naturaleza, y por otra parte los patrones de relación entre los seres humanos; en el primero de los casos la cosmovisión judeo-cristiana establece a través del mito creacional del génesis, una lógica del hombre como la cima de la creación divina y a la naturaleza la coloca bajo su señorío y dominio, es decir que la lógica relacional humano-naturaleza se establece bajo la premisa de la propiedad, con la tierra y todas sus creaturas al servicio del hombre que puede disponer a voluntad de la misma; esta lógica se traduce en un modelo de explotación de los recursos naturales hasta el agotamiento y su destrucción final que invariablemente obligaba a la expansión y búsqueda de nuevas tierras y recursos derivando en el colonialismo

El modelo de producción capitalista no hace más que llevar esta lógica de relación al extremo, expandiéndola y multiplicando sus efectos; así encontramos que, como expone Ramonet, la expansión del modelo de producción capitalista invade y destruye sistemáticamente ecosistemas naturales, rompiendo los equilibrios biológicos establecidos y aumentando el contacto y la exposición entre los seres humanos y organismos vivos tradicionalmente aislados de la actividad humana, incrementando el potencial de contagio de virus zoonóticos, que se transmiten de animales a humanos como en el caso de los SARS, familia a la cual pertenece el SARS COV-2 causante de la Covid-19; súmese a ello la superpoblación, la interdependencia, la extinción de especies de control biológico, la domesticación masiva y consumo indiscriminado de otras especies de origen silvestre, y el resultado será el coctel perfecto para el surgimiento de nuevas pandemias tan o más letales que la Covid-19.

La otra lógica relacional del sistema mundo moderno-colonial es la que establece las relaciones entre los seres humanos a partir de patrones de dominación y explotación fundamentadas y racionalizadas a través de la naturalización de las diferencias como jerarquías que establecería a una minoría de la especie como superior y por lo tanto como la más preparada para gobernar y dirigir los destinos del resto de la especie; básicamente, esta población “naturalmente superior” viene a estar representada por los hombres blancos, europeos y sus descendientes directos, positivistas, cristianos y capitalistas, de ahí que los patrones de dominación sobre los que sustenta la modernidad sean sus propios mitos racionalizados: El patriarcado, racismo, colonialismo, y capitalismo. La otra cara de esta lógica consiste, en consecuencia en la producción sistemática de las grandes mayorías de la especie humana como naturalmente inferiores, barbaros, atrasados; cuando no declarados como primitivos o simplemente inexistentes; de esta forma las grandes mayorías de la humanidad se ven privadas de su propia historia, se les prohíbe su identidad, no se les reconocen sus conocimientos, ven estigmatizadas sus creencias y cosmovisiones y finalmente se les niega la posibilidad de soberanía y autodeterminación, junto con su derecho a determinar y construir su propio destino.

Esta lógica relacional profundamente injusta y desigual produce una enorme brecha abismal entre una minoría privilegiada que gobierna el sistema mundo y las grandes mayorías, ignoradas, explotadas, victimizadas, excluidas y producidas como inexistentes. La pandemia no produjo la brecha abismal pero, como bien apunta Boaventura de Souza Santos, si la desnuda y la revela en toda su magnitud, no por nada, si bien el virus no distingue raza ni clase social, las condiciones de vida de los sectores desfavorecidos terminan potenciando el riesgo de contagio y limitan enormemente el tratamiento y lucha contra la enfermedad; la contundencia de tales afirmaciones se evidencian en las cifras de contagio y letalidad entre la población latina, emigrante y afrodescendiente en EEUU, hoy por hoy centro de la pandemia mundial.

Sin lugar a dudas que las condiciones en las que viven las grandes mayorías de excluidos de la sociedad, de los olvidados de la tierra, contribuyeron innegablemente a la rápida expansión de la enfermedad por el mundo y sobre todo en el sur global; vivir hacinados, con bajas condiciones de salubridad, escasos ingresos, trabajos de alto riesgo, bajos niveles de nutrición, limitado acceso a la atención médica y escasa protección social, impiden cumplir con el distanciamiento social y las demás medidas de prevención sanitarias al tiempo que potencian exponencialmente los efectos de la pandemia.

La pandemia parece estar dejando claro en la conciencia colectiva que algo debe cambiar en el mundo; por otra parte la mayoría de los analistas, estudiosos e intelectuales coinciden en que nada será igual después de la pandemia; no obstante la historia ha demostrado que luego de las grandes crisis la humanidad hace lo posible por olvidar y retomar lo antes posible su forma de vida y recuperar la “normalidad”, el asunto es que el problema es precisamente que esa normalidad se sustenta en un sistema mundo que se basa en unas lógicas que producen simultáneamente la destrucción de la naturaleza y la explotación injusta de la mayoría de la humanidad por un pequeño sector privilegiado de la especie que se asume soberbiamente como naturalmente superior; si bien ambas lógicas han sido perfectamente racionalizadas por la modernidad, resultan completamente irracionales desde el punto de vista de la creación y reproducción de la vida y representan un camino suicida sin retorno para la extinción de la especie humana; para superar esta ruta autodestructiva el mayor obstáculo es que la modernidad ha hecho tan bien su trabajo de racionalización de sus mitos que ha convencido a las grandes mayorías que el sistema mundo moderno colonial es el mejor de todos, es más, se trata del único posible, no ha existido, ni existirá otro mejor o alternativo; por lo tanto, la humanidad parece estar inclinada a olvidar y volver a la normalidad que conoce por más injusta y ecocida que esta pueda ser, porque en la psique colectiva no existe alternativa.

Aunque la tendencia descrita es real, al parecer algo parece estar operando en la conciencia social en el marco de la pandemia, quien escribe publicó hace un tiempo que la pandemia del coronavirus al tiempo que cubría con mascarillas los rostros de la humanidad, hacia caer las máscaras del sistema mundial, y es ese proceso de develación y exposición cruda de las verdades ocultas detrás de la ilusión de la “normalidad” cotidiana, lo que brinda la oportunidad de aprovechar la pandemia como un momento de inflexión histórica con el potencial de provocar una nueva sociogénesis con conciencia planetaria que nos saque de la ruta de colisión con la extinción autoinflingida; esa dosis de realidad en la que los buenos del cine que salvan al mundo de todo tipo de amenazas, desde extraterrestres, asteroides, plagas, desastres naturales y los malosos villanos, de repente se revelan como ladrones, egoístas y oportunistas, incapaces de brindar solidaridad pero muy dispuestos a aprovechar la coyuntura para bloquear, sancionar, atacar a los pueblos del mundo del que supuestamente se autodenominan líderes y protectores; realidad que irónicamente también muestra a la “liga del mal”, los demonizados villanos, exportando ayuda, solidaridad, atención y asistencia sin condiciones e incluso desde la propias carencias y necesidades prestando cooperación con quienes históricamente los han calificado de inferiores, enemigos y malvados.

Contrario a la pretendida exclusividad de la modernidad como único sistema mundo posible y deseable, existen alternativas, ancestrales y contemporáneas, previas y emergentes a la modernidad, formas otras de entender al mundo y la humanidad, lógicas realmente racionales y sustentables de concebir las relaciones de los seres humanos con la naturaleza y las relaciones entre los miembros de nuestra especie; lógicas para la creación y reproducción de la vida; se trata de cosmovisiones originarias que lejos de establecer a la naturaleza como propiedad al servicio del hombre la asumen como madre, dadora de vida, proveedora de recursos y protectora de sus hijos; desde esta perspectiva los modelos de producción abandonan la explotación hasta el agotamiento y la destrucción porque a una madre no se la usa y abusa hasta matarla, a una madre se la ama, se le cuida y se la protege; junto a una cosmovisión diferente, están las alternativas contemporáneas y emergentes como la agroecología y la permacultura, la fusión entre tradiciones milenarias e innovaciones tecnológicas sustentables puede producir no solo una lógica alternativa de relación humano-naturaleza, sino también nuevos modelos productivos que favorezcan la reproducción de la vida.

De la mano de una mayor conciencia planetaria, tiene que surgir una nueva ecología social, que parta de los reconocimientos más allá de las diferencias, según Santos, se trata de reconocernos como diferentemente iguales e igualmente diferentes, distintos en identidad cultural, colores, costumbres, historias, creencias y prácticas sociales, pero iguales en valor, capacidad y derechos; la ecología de los reconocimientos implica el derrumbe de la pretendida naturalización de las diferencias de la modernidad a través del combate colectivo contra los patrones de dominación que las sustentan, como el racismo, el patriarcado, la teología de la dominación, la pretendida exclusividad y universalización del conocimiento eurocéntrico, el colonialismo/neocolonialismo y el capitalismo y globalismo neoliberal, así mismo exige la reivindicación de la historia, memoria e identidad de los pueblos sistemáticamente excluidos, explotados y producidos como inexistentes, reconocer su sabiduría, sus conocimientos contextualmente e históricamente válidos, reconocer y aprender de sus prácticas sociales y políticas más participativas e incluyentes que el modelo liberal representativo. Una nueva sociogénisis es posible, reducir la brecha hasta desaparecerla es alcanzable, se trata de hacer, en palabras de Alí, más humana la humanidad.

Lamentablemente, como advierte Ramonet en su trabajo, en la pandemia también están gestándose otros fenómenos que nos pueden llevar en la dirección contraria; de esta forma el miedo colectivo, el temor generalizado a la enfermedad, exacerbado hasta el paroxismo por los medios y las redes sociales, está haciendo que la gente esté dispuesta a renunciar a su libertad general, a su privacidad individual e incluso a sus derechos políticos, laborales y sociales, de repente el estado aparentemente condenado a reducirse a su mínima expresión antes de la pandemia podría emerger de esta como un mítico Leviatán renovado o el gran hermano de la ficción, un ente que con la excusa de proteger oprima, controle y vigile en formas supuestamente olvidadas y hasta hace muy poco inconcebibles en la actualidad; esto no quiere decir que el fortalecimiento del estado y el hecho de que este retome funciones que había abandonado y cedido ante el sector privado, como la salud, no representen una necesidad bienvenida, pero lo cierto es que el fantasma fascista también puede estar rondado.

A la par de las posibles implicaciones del fortalecimiento del estado, otros actores privados y trasnacionales están posicionándose para aprovechar la pandemia y la pos pandemia con peligros tanto o más preocupantes que los del nuevo Leviatán, esta amenaza se presenta como una Hydra de múltiples cabezas, sin patria, sin compromisos más allá que los intereses de las minorías multimillonarias a las que pertenecen, la industria farmacéutica, el complejo industrial militar, las 5 grandes de internet, las agroquímicas y los gigantes del sector energético, entre otros, todos preparándose para capitalizar el miedo y consolidar más que nunca el sistema mundo con su lógica autodestructiva mientras dure; ahora bien ellos también tienen en mente mecanismos para estirar la bonanza y disfrutarla un poco más, una de ellas es la disminución de la población mundial, a través de la desaparición de los débiles, los viejos, los improductivos, los descartables, los inferiores, una especie de purga social con muchas vías para su realización; más allá de las teorías conspirativas y de la incertidumbre del origen de la enfermedad, lo cierto es que la pandemia, y según los expertos las que seguirán si nada cambia, sirve muy bien a este propósito.

Ya lo dijeron en su momento Fidel y Chávez en los escenarios mundiales, no se trata de simples reformas, cambios de gobiernos, o un capitalismo más humano, tampoco de una evolución de la modernidad hacia la posmodernidad, de cambiar aparentemente para que nada cambie, se trata de cambiar el sistema mundo, se trata de aprovechar este momento de inflexión histórica para impulsar una revolución mundial que transforme la sociedad y la humanidad toda porque en ello nos estamos jugando la vida como especie.

Referencia

Ramonet Ignacio. (2020). “La Pandemia y el Sistema Mundo”. La Habana. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/04/25/ante-lo-desconocido-la-pandemia-y-el-sistema-mundo-7878.html

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/208162

Autor: Oswaldo Espinoza

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-pandemia-no-es-mas-que-una-consecuencia/

 

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Mundo: Los jóvenes de Fridays For Future volverán a la calle en defensa del clima en septiembre

Mundo/26-07-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

El movimiento juvenil, liderado por Greta Thunberg, reanudará sus protestas climáticas a nivel mundial en las calles el próximo 25 de septiembre, con motivo del Día Global de Acciones por el Clima, y convocará movilizaciones durante el resto del otoño.

El movimiento juvenil Fridays For Future (FFF) reanudará sus protestas climáticas a nivel mundial en las calles el próximo 25 de septiembre, con motivo del Día Global de Acciones por el Clima, y convocará movilizaciones durante el resto del otoño, informa en un comunicado.

En el caso de España, será Juventud por el Clima la organización que lidere estas manifestaciones, que contarán con “todas las medidas higiénicas necesarias” en el actual contexto de pandemia por la COVID-19, subrayan los activistas.

“La crisis climática no se detiene”

El confinamiento de la población obligó a FFF a realizar convocatorias a través de las redes sociales por medio del hashtag #ClimateStrikeOnline y a liderar acciones, como la manifestación de sombras, donde las pancartas se proyectaban sobre las fachadas de los edificios.

Según fuentes de la organización, estos últimos meses de crisis sanitaria han demostrado que “incluso en el peor escenario para la salud pública vivido hasta ahora, la crisis climática no se detiene”, por lo que exigen medidas “para reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de manera sostenible”.

“Hemos visto que los políticos pueden actuar de manera rápida y coordinada con la ciencia, porque no hay excusa para no escuchar”, señalan los jóvenes, quienes instan a que las inversiones comprometidas para la recuperación económica estén “en línea con el Acuerdo de París”, para que el aumento de temperatura a finales de este siglo no sea superior a 1,5 grados.

Asimismo, advierten de que el coronavirus ha empeorado “las crisis sociales en curso” e inciden en que la construcción de “una sociedad adecuada para el futuro” exige que la recuperación sea “justa y sostenible”.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/los-jovenes-de-fridays-for-future-volveran-a-la-calle-en-defensa-del-clima-en-septiembre/

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Mundo: 31 minutos y Unicef lanzan serie para explicar a niños y niñas todo sobre el COVID-19

Mundo/26-07-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Los títeres del famoso programa chileno 31 minutos se juntaron con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) con el fin de lanzar una serie de videos cortos para explicarles a niños y niñas todo lo que tiene que ver con el COVID-19.

El noticiero de más famoso de marionetas, 31 minutos, que fue ampliamente acogido en Latinoamérica a principios de los años 2.000, acaba de relanzarse con una importante noticia: se alió con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para realizar una serie de videos educativos con el fin de explicarles a niños y niñas todo lo relacionado con el virus que paraliza el mundo y la enfermedad que produce, COVID-19. (Le puede interesar: 31 minutos en Rock al Parque)

A través del humor, la ironía y la música, el programa conducido por el títere Tulio Triviño, que se convirtió en uno de los fenómenos mediáticos más fuertes para la generación de los noventa, ahora aprovecha su fama para ayudar a jóvenes a entender la situación por la que atraviesa la región, abordando temas que afectan la vida cotidiana de ellos y sus familias durante la pandemia.

El proyecto se llama Cuarentena 31, y a lo largo de sus cuatro capítulos desarrolla los desafíos de estudiar en casa, la existencia de las pandemias en la historia, los sentimientos y dificultades que provoca el distanciamiento físico y los miedos frente al COVID-19, informó la Unicef. Cada capítulo aborda un tema específico en donde identifica el problema que está impactando a niñas y niños, pero también les propone una solución o respuesta.

La especialista de UNICEF, Francisca Palma, explicó que desde UNICEF identificaron algunos temas que aparecían en diversos estudios como preocupaciones de parte de los niños y sus familias y que podrían estar afectando sus relaciones familiares y su salud mental. “Queremos acompañar a las familias en esta etapa difícil y sabemos que los personajes de 31 Minutos son muy queridos por los niños y niñas, por lo que esperamos que esta serie les permita abrir un espacio para compartir sus preocupaciones, conversar sobre sus miedos, darse cuenta que muchas personas están pasando por lo mismo y, sobre todo, que puedan tener un espacio de entretención y diversión juntos”, explicó.

La serie es protagonizada por Juan Carlos Bodoque, un conejo rojo que es el periodista estrella de 31 minutos y, también, el mejor amigo de Tulio Triviño. Estará siendo transmitida por las redes sociales de Unicef y de 31 minutos.

En el primer capítulo, Juan Carlos Bodoque cuenta cómo ha sido su experiencia con las clases virtuales. “Si en el salón era difícil concentrarse, en la sala es imposible”, dice la marioneta ante la cámara. Sin embargo, manda también un mensaje de aliento: “Este año puede ser un año distinto y difícil, pero no un año perdido. En estos días de guardar he aprendido a cocinar, a tocar la guitarra, he hablado horas con mi querida mamá y hasta he visto películas en blanco y negro”.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/31-minutos-y-unicef-lanzan-serie-para-explicar-a-ninos-y-ninas-todo-sobre-el-covid-19/

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Mundo: UNIR implementará un sistema de ‘proctoring’ para garantizar la calidad de las evaluaciones

Mundo/19-07-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Los exámenes de UNIR se enfocan más en el razonamiento que en la memoria. Y utilizan herramientas digitales que evitan el plagio y garantizan la equidad de la evaluación.

Debido a la pandemia del Covid-19, diversas instituciones educativas han tenido que cambiar su metodología de evaluación presencial a modalidad en línea.

La Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) experta en educación en línea, no fue la excepción. Hasta la fecha, UNIR realizaba la toma de exámenes de manera presencial para garantizar un sistema de evaluación de calidad, justo y seguro.

¿Cómo lograr una evaluación en línea que no pierda estas tres características? Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR, explica que han desarrollado aplicativos informáticos que permiten garantizar la autenticidad de la evaluación.

Estrategias

UNIR ha optado por remplazar los exámenes memorísticos “que son susceptibles de ser copiados” por evaluaciones que se apoyan más en el razonamiento.

“De esta manera, se ha permitido a los alumnos incluso que tuvieran apuntes. Lo que importa es la capacidad para resolver el problema planteado”, dice González sobre los cambios implementados en los exámenes.

Desde el punto de vista tecnológico, la universidad desarrolló una aplicación que “de manera incremental, ha ido vigilando cada vez más exhaustivamente a nuestros alumnos, dentro del campus virtual”, explica González.

Dicha herramienta valida documentos de identificación que generan sistemas de bloqueo. Este mecanismo impide que el estudiante pueda consultar durante el examen páginas de Internet que no estén permitidas.

Herramientas telemáticas

González anuncia que están desarrollando un sistema con ‘proctoring’. Esta herramienta permite realizar evaluaciones allá donde se encuentre el estudiante, y pueden ser monitoreadas y vigiladas desde diferentes lugares a través del empleo de recursos telemáticos.

“Tendremos la posibilidad de hacer un estudio biométrico en el momento del examen para constatar que no se produce ninguna suplantación de identidad”, explica el vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de UNIR.

La herramienta será sometida a diversos estudios y proyectos piloto antes de ser implementada, ya que para UNIR resulta fundamental precautelar la seguridad informática de los estudiantes.

Se espera poder aplicar este sistema para septiembre próximo, según González. Pero antes se realizará una prueba con los estudiantes, pues es necesario que ellos lo autoricen.

Experiencia

UNIR inició las evaluaciones en línea a mediados de marzo de este año, ante la imposibilidad de viajar debido al coronavirus.

En UNIR, cada asignatura tiene hasta 10 modelos de examen distintos.“Rendir un examen virtual generaba mucha incertidumbre en los alumnos”, dice González. Por este motivo, UNIR trabajó con los estudiantes desde el primer momento. Así se logró que los estudiantes desarrollen la confianza necesaria para realizar una evaluación a distancia. “Con un soporte muy grande por parte de los tutores, hemos conseguido que los alumnos estén realmente satisfechos con la experiencia”.

Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

Para el mundo educativo, la pandemia ha sido una revolución, un incentivo. Lo que nunca hubiésemos planteado en una circunstancia normal, ha ocurrido de repente en solo tres meses”. Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

A través de la tecnología, hay que lograr que el sistema educativo sea cada vez más satisfactorio para nuestros alumnos”, Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

Rendimiento

Uno de los datos relevantes de este mecanismo de evaluación, dice González, es solventar las dudas sobre si es más difícil aprobar con exámenes presenciales o virtuales, o si es más fácil copiar o no.

“Para resolver estas inquietudes realizamos un estudio comparativo de los resultados del examen en línea y descubrimos que la situación es la misma”, hace énfasis González.

Es decir, el número de aprobados y suspensos no ha variado con el cambio de modalidad. “En realidad, los estudiantes que durante el curso académico lo han ido haciendo bien, terminan aprobando”.

El campus virtual acoge a más de 40 mil alumnos; con la pandemia los ingresos simultáneos aumentaron al punto de tener hasta 5 mil usuarios en una hora, sin que la página haya colapsado.Otra estrategia que dificulta que se cometan fraudes durante las evaluaciones consiste en elaborar hasta 10 modelos de examen por cada asignatura: “Vamos combinando los modelos de examen por países y por franjas horarias, de manera que es muy difícil que se difundan las pruebas, porque no coinciden entre países y franjas”.

La UNIR trabaja arduamente para conseguir que cada evaluación tenga el mismo grado de dificultad.

Campus virtual, para sentirse ‘en casa’

Entrar a la evaluación a través de la plataforma (campus virtual) UNIR “ha disminuido el miedo de los alumnos”, ya que están familiarizados con el espacio, dice González.

El estudiante ingresa con su usuario y contraseña, y encuentra la sección ‘Exámenes’.  El campus virtual permite que los docentes vean la hora de ingreso y salida del alumno, para que luego puedan calificar la prueba.

El actual reto de la evaluación virtual “crea un modelo más maduro, más sólido y con mayor calidad”, concluye el experto.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102323041/unir-implementara-un-sistema-de-proctoring-para-garantizar-la-calidad-de-las-evaluaciones

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Mundo: Inteligencia artificial: un recurso didáctico de UNIR para mejorar la experiencia y cercanía educativa

Mundo/12-05-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

La Universidad Internacional de La Rioja ya cuenta con seis programas de estudio en los que aplica esta tecnología disruptiva. Entre otros beneficios para los estudiantes, permite que realicen prácticas mediante laboratorios virtuales y simuladores con maquinaria real.

La inteligencia artificial no es tangible, pero nos rodea en espacios cotidianos. Lo vemos al entrar en una página de comercio on-line o en actividades de entretenimiento y ocio. En estos espacios, la inteligencia artificial es capaz de observar y aprender sobre nuestros gustos y hábitos de compra. Después, sin que nos demos cuenta, permite recomendar aquello que nos pueda interesar.

“Tiene tantas aplicaciones, en tantos sitios, que cada vez nos rodea más; prácticamente todos los procesos digitales se pueden mejorar o aumentar mediante inteligencia artificial”, dice Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de Universidad Internaciones de La Rioja (UNIR).

Basados en la premisa de que la inteligencia artificial permite mejorar procesos y acercar a las personas, desde 2014, la UNIR ha comenzado a implementar esta tecnología disruptiva en diversos programas de titulación que abarcan ingenierías y ciencias de la salud.

“Con la inteligencia artificial, el estudiante tiene una experiencia práctica de uso de laboratorios y de maquinaria. La tecnología nos permite impartir una docencia de calidad en nuevas áreas”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Laboratorios virtuales y simuladores

Moreno Ger explica que la UNIR ha introducido varios conceptos innovadores. Los laboratorios remotos (que se controlan a distancia) y los aparatos simulados y maquinaria (que se manejan a través de realidad virtual) son dos de los más destacados.

También se aplican en el área de ciencias de la salud: los laboratorios virtuales y simuladores permiten aprender técnicas que tienen que ver con control remoto de maquinaria médica que realiza tareas como ultrasonidos y monitoreo de pacientes.

En las asignaturas de ingeniería, es posible aprender sobre máquinas de resistencias estructurales, o experimentar con conceptos de física que se ponen a prueba con maquinaria ubicada en un laboratorio a la distancia. “En lugar de obligar al alumno a ir al laboratorio, se lo puede hacer desde un simulador”, explica Moreno Ger.

¿Cómo se logra?

La tecnología de tres dimensiones (3D) permite que los alumnos ingresen a un laboratorio virtual y aprendan a manejar maquinaria de forma simulada. Además, existe otra categoría que hace posible controlar de manera remota una máquina real “que está ahí, o acepta un paciente, o cuyo trabajo es industrial y el alumno actúa de forma real con el aparato”, agrega Moreno.

Esta tecnología, señala el experto, ha permitido que UNIR amplíe su oferta académica. Al ser una universidad en línea, no resultaba factible tener carreras que exigiesen la presencia física para, por ejemplo, manipular determinadas maquinarias. Sin embargo, la realidad virtual ha hecho que esto sea posible.

Conexión y experiencia

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) no son únicamente aplicables a las áreas antes mencionadas, sino que ayudan a mejorar la calidad y calidez educativa que un estudiante necesita.

Los programas cortos tienen una duración de cuatro meses.Moreno explica que, mediante avatares (identidad virtual que representa a los estudiantes en el sitio web), los alumnos de UNIR pueden interactuar unos con otros en un campus virtual compuesto por edificios y aulas. Es decir, se crean -virtualmente- espacios de conexión para la comunidad universitaria.

“La inteligencia artificial es una pieza clave. En UNIR somos conscientes de que no vale solamente con contarle al alumno los contenidos; sino que el alumno tiene que tener una serie de experiencias para poder aprender”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Seis programas de inteligencia artificial

Actualmente, UNIR cuenta ya con seis programas donde se aplican la realidad virtual, la realidad aumentada y otras tecnologías disruptivas. Estos no han sido preparados únicamente para quienes diseñan estas tecnologías, sino también para quienes tienen un enfoque empresarial:

1.- Máster Universitario en Inteligencia Artificial:

Es el programa ‘madre’ de las titulaciones de este tipo. Es un posgrado de 60 créditos que se cursa en un año, donde se aprende la inteligencia artificial en distintas áreas. Este perfil profesional es cada vez más demandado en el sector empresarial.

2. Máster en análisis y visualización de Datos Masivos:

También está muy vinculado al área de la inteligencia artificial, pero centrado en el Big Data. Ofrece formación como experto en el ámbito de la comunicación digital y la visualización de datos. Es una disciplina que cada vez adquiere mayor importancia en medios de comunicación, agencias y organizaciones de todo tipo.
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3. Programa corto de Inteligencia Artificial:

Está acoplado al área ejecutiva, y dirigido a quienes gestionarán equipos que desarrollen la inteligencia artificial.

4. Inteligencia de Negocio:

Se adapta a un público menos técnico. Está orientado a la toma de decisiones empresariales de estudiantes que pertenecen al área de ciencias empresariales.

5. Programa en Big Data ‘for Business’:

Proporciona enseñanza sobre los principales elementos de digitalización y monetización del negocio, trabajando con datos y los algoritmos.

6. Realidad Aumentada y Virtual:

Entrena a los alumnos en temas referentes a avatares, la conexión interpersonal y cómo trasladar los métodos de interacción de un contexto a otro.

Además, evita la deserción

Implementar nuevas tecnologías es clave en la educación a distancia. Cuando la formación es presencial, solo mirando a los estudiantes es posible saber si se están comprendiendo o no. De manera virtual, esto no resulta tan sencillo.

UNIR se apoya en la inteligencia artificial para saber qué alumnos necesitan más apoyo. “Me permite levantar alertas para saber qué alumno necesita más atención por parte del docente, y quiénes pueden tener mayores dificultades durante el curso”, dice Moreno Ger. “La inteligencia artificial puede detectar que al llegar a ‘X’ tema, el ritmo de estudio baja”, agrega.

Todas estas tecnologías ayudan al docente a centrar mejor sus esfuerzos en impactar positivamente a sus alumnos.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102322192/inteligencia-artificial-un-recurso-didactico-de-unir-para-mejorar-la-experiencia-y-cercania-educativa-

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La victoria de lo sublime

La victoria de lo sublime

250 años del nacimiento de Beethoven

04/07/2020 | Guilherme de Alencar Pinto

Ludwig van Beethoven (1770-1827) es quizá el compositor más influyente de la historia de la música. A partir del siglo XX, la música popular tuvo una masividad que no era alcanzable en sus tiempos, pero en ella el portador de influencias es la interpretación, no la composición, y, además, la gran segmentación de ese sector impide que se destaque una figura, cosa que sí es posible en la cultura eurocéntrica del siglo XIX. Sólo Wagner (1813-1883) puede hacerle mella, pero hay que señalar que la idolatría suscitada por este estuvo siempre potenciada por una controversia encendida, mientras que el caso de Beethoven se parece más a la de su casi casi coetáneo Artigas, es decir, se convirtió en una figura casi intocable y reivindicada por todos (en la famosa controversia entre Wagner y Brahms, ambos fundamentaban sus posiciones evocando a Beethoven).

Con Beethoven se da un fenómeno único: hay una etapa extensa de su trayectoria –el momento en que él operó de forma más concentrada su revolución musical– en que parece que no había otro compositor en el mundo. En 1803, Joseph Haydn (1732-1809) dejó de componer. De ahí hasta 1813, cuando Rossini (1792-1868) embocó sus primeros éxitos operísticos, no hay obra alguna, que no sea de Beethoven, que integre el repertorio habitual de los conciertos, grabaciones, que esté en la memoria común o haya ejercido una influencia significativa. Recién a partir de ese momento empezaron a surgir las primeras composiciones relevantes de Schubert, Paganini, Weber y Meyerbeer, que prepararon la llegada de la llamada generación romántica (Berlioz, Mendelssohn, Chopin, Schumann, Liszt, Wagner).

Por supuesto, durante esos diez largos años de soledad histórica de Beethoven, la vida musical siguió tan activa como siempre. Cada corte, cada iglesia y cada municipalidad tenía su maestro de capilla. Los nombres más destacados, como Spohr, Reicha, Cherubini, Hummel, Boieldieu, Méhul, Gossec, Kozeluch, Dussek, Ries, Spontini, Paer, Paisiello y Mayr rellenan los libros de historia, porque quedaría poco serio no poner a nadie. Pero ¿cuántas personas que no tengan el oficio de musicólogos tuvieron un contacto real con alguna de sus producciones? Quienes estudiaron piano a la antigua habrán sufrido las piezas didácticas, increíblemente aburridas, de Czerny, Cramer o Clementi. Del que todos sí escucharon hablar fue de Salieri, cuya exagerada fama de compositor mediocre se debe a las versiones ficcionales de la leyenda urbana de que, envidioso, envenenó a Mozart (cuyo hijo Franz Xaver Mozart también integra esa legión generacional de compositores olvidados).

Esos diez años en que la historia hace un primer plano (en sentido cinematográfico) sobre Beethoven, y que deja a los demás como extras fuera de foco al fondo, se puede explicar de dos maneras. Lo más racional sería asumir que la versión hegemónica de la historia, Beethoven-céntrica, borró esos nombres en forma injusta o determinó criterios de valor moldeados por Beethoven en los cuales ellos no encajan. La otra explicación sería mágica, aunque la sensibilidad romántica, con su propensión teleológica, podría aceptarla: el resto del mundo se replegó expresamente para que el destino histórico se pudiera cumplir, sin impedimentos, a través del avatar elegido por las musas: Beethoven.

El relato canónico hizo mucho por romantizar a Beethoven con el estereotipo del genio artístico: el hombre de personalidad impulsiva, consciente de su propia grandeza y en eterno conflicto con las circunstancias; desgreñado y descortés, porque su concentración en la inspiración no le dejaba tiempo para pequeñeces prosaicas. Encima de sufrir de una gran infelicidad en el amor, fue acometido por el golpe cruel de quedar privado de la audición. En vez de doblegarse frente a esas dificultades, respondió componiendo unos monumentos de magnitud sin precedentes, como sacándole la lengua al destino en un estilo que, a veces, podía ser avasallantemente furibundo. Era fácil sentir esa música como un reflejo espontáneo de su personalidad excepcional y de los eventos de su vida, y ese componente de sinceridad podía excusar extrañezas que, en otras circunstancias, hubieran sido tomadas como errores. Aun en vida, se generó con él (y él cultivó) esa idea historicista de que estaba adelante de su tiempo, y quedó como un crack, porque efectivamente el futuro le dio la razón.

Beethoven se convirtió en la personificación ideal de la afirmación de un humanismo individualista y de la sustitución de una estética de lo bello por una estética de lo sublime. Su música ya no funciona como un ornamento convencionalmente agradable para la vida, sino que es un objeto extraño cuya apreciación exige esfuerzo, y la recompensa no es el simple placer inmediato, sino la elevación trascendente, la iluminación del espíritu. Entran en juego criterios como los de la originalidad, la innovación e incluso el de un cierto grado de desacomodo, de provocación al público. Forcejeó con los límites (de lo técnicamente tocable, de lo estéticamente soportable) y contribuyó a establecer nuestro modelo de consumo musical, es decir, el que jerarquiza radicalmente a los creadores e intérpretes profesionales y los opone a un amplio público pasivo que paga por el acceso (relegando los otros formatos, el de la música doméstica y el de las músicas funcionales de las cortes e iglesias).

Es muy fácil poner en duda la seriedad de un vanguardista que hace cosas incomprensibles, pero Beethoven bloqueó esas críticas demostrando un indiscutible virtuosismo de escritura también en terrenos conocidos, y, además, logró movilizar el entusiasmo popular de su tiempo y del nuestro: aparte de “Para Elisa”, todo el mundo conoce su “Oda a la alegría”, la “Sonata del claro de luna”, el cha cha cha chaaaan que empieza la Quinta sinfonía, o incluso la música del programa de televisión Chespirito (que proviene de Las ruinas de Atenas, 1811). Junto a esas piezas integradas al folclore global hay como cuarenta más que son archiconocidas de los frecuentadores de conciertos, y no hay nada que lleve su firma que no suscite curiosidad, que no esté disponible en ediciones impresas de partituras o no se consiga en grabaciones.

Beethoven produjo un gran impacto por haber hecho lo que hizo y por haber sido como era, pero también hubo, entre sus contemporáneos más jóvenes y en las generaciones siguientes, muchas ganas de que existiera una figura como él. La sensación es que vino a ocupar un lugar que estaba ahí, a la espera de ser ocupado. Para satisfacer ese deseo colectivo, los relatos de su vida y obra suelen ser parcializados. Se puso mucho énfasis en su apoyo a la revolución francesa y en su admiración por Napoleón; el alma liberal demócrata vibra con la anécdota de que, cuando Napoleón se autoproclamó emperador (1804), Beethoven, que había recién completado una Sinfonía Bonaparte, se indignó y quitó su nombre del título (la obra se publicaría como Sinfonía heroica). El título original fue tachado en forma tan intempestiva que agujereó el papel. Este precioso registro de la furia beethoveniana (la copia agujereada) persiste en la biblioteca de la Gesellschaft der Musikfreunde, en Viena, y apoya la idea del compositor como un decidido revolucionario, republicano y antiautoritario. El resto de la historia, aunque no es ningún secreto, no hizo tanta leyenda: con el paso de los años, Beethoven tendió a hacerse más conservador, y su cercanía personal y profesional con miembros de la aristocracia, además de un cambio global de sensibilidad, lo hizo menos propicio a la idea de cambios sociopolíticos revolucionarios.

La vida

Por haber nacido en la ciudad de Bonn (el 16 de diciembre de 1770), Beethoven suele ser vindicado por Alemania como un compositor alemán. Bonn era la sede del Arzobispado de Colonia, un electorado teocrático católico.

Su padre era músico y soñó con que fuera un niño prodigio, como había sido Mozart. Alcohólico, golpeaba constantemente al hijo para que diera todo de sí en los estudios. Ludwig nunca llegó al nivel descollante que Mozart había tenido de niño, pero cuando tenía 7, dio su primer concierto como pianista, y a los 11 escribieron el primer artículo periodístico sobre su talento. Cuando tenía 12, aparecieron las primeras publicaciones de composiciones suyas, y a los 13 fue nombrado organista de la corte de Bonn (el único empleo regular que tuvo en su vida).

En 1792 se mudó a Viena, becado por el gobierno de Bonn para estudiar con Haydn. Mozart se había muerto el año anterior, y todos veían a Beethoven como el nuevo Mozart. Vaya mochila pesada para cargar, sumada a la presión sufrida desde niño. Es realmente admirable que Beethoven haya podido contemplar con humildad y lucidez sus diferencias con su ídolo y modelo: componer le resultaba mucho más difícil y el momento histórico-estético estaba cambiando. Incluso tras haberse convertido, de inmediato, en una de las más importantes personalidades musicales de Viena, en vez de dejarse inflar, siguió buscando ayuda (luego de las clases con Haydn, estudió con Johann Georg Albrechtsberger y con Salieri). Aunque ya tenía composiciones publicadas, recién a los 24 años se dignó a considerar que empezaba su obra canónica, estampando su colección de tríos como “opus 1”. Se atrevió con su Primera sinfonía a los 29, una edad en la que Mozart ya había escrito una cincuentena de sinfonías.

Así fue estableciendo su modalidad, la de escribir relativamente pocas obras pero de alto impacto, mientras causaba furor como pianista, incluso más virtuoso que Mozart, aunque con un sonido más duro. Todo parecía ir viento en popa cuando, en 1801, se percató de una notoria pérdida de audición. Al año siguiente, los médicos concluyeron, correctamente, que el proceso era irreversible y que, con el paso de los años, quedaría totalmente sordo. Es entonces que Beethoven redacta su testamento de Heiligenstadt, dirigido a sus hermanos, pero que luego le habla a Dios y a la humanidad. Allí manifiesta el propósito de suicidarse, pero luego recapacita frente a la necesidad de seguir creando. El lenguaje tiene mucho de la cursilería que caracterizó a Beethoven, tanto en la expresión verbal como en la musical, cuando pretendía volcar sentimientos y pensamientos elevados. El documento nunca fue enviado y, al igual que su otro escrito famoso, la carta a la anónima amada inmortal (1812), fue encontrado entre sus pertenencias luego de su muerte, como si él tuviera la pretensión de que esas proclamas contribuyeran a direccionar, románticamente, la imagen que la posteridad tendría de él.

Beethoven sublimó sus frustraciones en obras monumentales, que empiezan en forma dramática y afligida, pero que, luego de un sufrido proceso de lucha y esfuerzo, arriban a la victoria. En su tiempo, no todos entendían esa música compleja, intensa, extraña y desmesurada, pero para muchos, sobre todo jóvenes, fue la encarnación misma de una sensibilidad nueva. En su histórica crítica (1810) de la Quinta sinfonía, E.T.A. Hoffmann considera que “la música de Beethoven […] enciende ese anhelo infinito que es la esencia del Romanticismo”.

En Viena, Beethoven prescindió de tener empleo fijo, lo que no era usual, salvo en el mundo de la ópera. Prefirió preservar su independencia y lanzarse al mercado cumpliendo encargos puntuales y vendiendo piezas a editores de partituras. No era un camino fácil (Mozart había tratado de emprenderlo y murió pobre, dejando desvalida a su familia), pero, en la práctica, pudo subsistir. Hubo un momento especialmente desalentador, en 1808, en el que consideró capitular y aceptó el ofrecimiento de Jerónimo Bonaparte para asumir como el compositor oficial del reino de Westfalia. Ello inquietó sobremanera a la aristocracia vienesa, y un grupo de nobles de altísima jerarquía acordaron otorgarle una pensión vitalicia con la única condición de que siguiera viviendo en Viena. Ese ejemplo pionero de mecenazgo por subvención es muy significativo. Hasta unas décadas antes, un músico, por mejor que fuera, era visto por el aristócrata como un servidor encargado de agregar entretenimiento, placer y belleza a su vida, y un elemento más en su ostentación de magnificencia. Ahora, sin embargo, había cambiado la balanza de poder, ya que auspiciar las artes no era meramente un lujo, sino una necesidad. Había conciencia de que los esquemas mercadológicos del capitalismo industrial todavía no eran capaces de sostener la actividad artística altamente especializada que la civilización europea había desarrollado, de modo que el auspicio de la aristocracia era fundamental, y ejercer esa función contribuía a legitimar la nobleza. En los hechos, pasados más de dos siglos, los nombres de los príncipes Kinsky, Lobkowitz y Lichnowsky o del archiduque Rodolfo sobreviven por su asociación con Beethoven mucho más que por sus realizaciones políticas.

El valor de compra de la pensión vitalicia mermó pronto, debido a la fuerte inflación que siguió a las guerras napoleónicas. El aprieto económico fue uno de los motivos para la amargura que pautó sus últimos años. Otras razones fueron la sordera (ya entonces total), la soledad afectiva y la sensación de que, a partir de aproximadamente 1815, muchos del público y de la intelectualidad empezaron a preferir compositores más jóvenes y fáciles, como Rossini y Weber.

Aportes musicales

Desde muy joven, Beethoven se destacó por la originalidad de su material temático y de su escritura instrumental. Se destacaba por la energía rítmica, un aspecto en que su único precedente, Vivaldi (1678-1741), en ese momento estaba totalmente olvidado. A ello Beethoven agregaba una impetuosa agresividad que es, quizá, su rasgo más reconocible.

Es muy común que historiadores y críticos dividan su obra en tres períodos, pero luego se ven en problemas para caracterizar esos períodos de una manera que condiga con la realidad. Podemos incrementar la precisión y reducir la incoherencia dividiendo cada uno de esos períodos en dos y sustituyendo las descripciones generales por el mero señalamiento de la presencia destacada de determinados rasgos. La primera parte del primer período (llamémoslo 1A) serían las obras de la infancia y adolescencia. El 1B vendría a partir de sus Tríos, opus 1 (1795); comprende su etapa como el nuevo Mozart o el nuevo Haydn y se extiende a obras de una notoria originalidad que ya no son el nuevo nadie. De ese tiempo, su obra más recordada debe ser la Sonata casi una fantasía, opus 27, nº 2, conocida como “Claro de luna”, prototipo de una concepción romántica de pieza para piano destinada a funcionar no tanto como discurso, sino como una instalación sonora que genera un clima sugerente: el flujo de los tresillos en la mano derecha, las notas profundas y esparcidas del bajo bien grave, la melodía parca, los claroscuros dados por la alternancia súbita entre mayor y menor, y la intervención eventual de esa figura zigzagueante que sube y baja, todo bañado en resonancia (el pedal constantemente apretado).

La etapa 2A sería la llamada fase heroica de su producción, posterior al diagnóstico de sordera y al testamento de Heiligenstadt. Es su momento más influyente, el de la soledad histórica aludida al inicio de esta nota. Para hacer la Sinfonía heroica (1804), entre otras cosas, Beethoven tuvo que resolver problemas estructurales para sostener una pieza tan larga (unos 50 minutos). La dimensión de la obra no era una mera cuestión de megalomanía: era una condición imprescindible para acentuar el aspecto antropomórfico que la música clásica venía desarrollando, es decir, músicas que emulan procesos psicológicos o narrativos. Aquí los picos de emoción son construidos con recursos que imitan el esfuerzo: un intento sale mal, entonces buscamos otro camino, recobramos el aliento, redoblamos y finalmente accedemos al clímax. Sin esa sensación de tiempo transcurrido, de sustancia acumulada, no se podría justificar el clímax de una crispación sin precedentes: la orquesta a pleno martillando por cinco veces consecutivas un acorde disonante (séptima mayor) que suena como un bocinazo y que desemboca, antes de aflojar, en un acorde aun más disonante. La duración del movimiento permite algo más: generar una historia para el tema principal. Ese tema tiene todos los atributos de un toque militar, pero es presentado de una forma que contradice esa vocación: con una dinámica suave en los violonchelos y con un final descendente y disonante. En el correr de la pieza ese tema irá, poco a poco, cumpliendo su destino: la sonoridad brillante de cornos y trompetas, la dinámica fuerte y un final consonante y ascendente, erecto. En términos de guion cinematográfico, se puede decir que ese tema tiene un arco de desarrollo, sufre un proceso irreversible, termina distinto de como empezó luego de haber pasado por una serie de aventuras, algunas dolorosas y otras placenteras. Esa profundización de la narrativa dramática de la música contribuyó a incrementar el estatus y el atractivo de la música instrumental, que ahora competía con la novela, el teatro y, más adelante, con el cine, compartiendo la potencialidad transformadora o filosófica de esas formas artísticas y trascendiendo la mera función de modular el ánimo momentáneo del oyente.

La duración del primer movimiento de la Heroica estaba obtenida con el procedimiento mozartiano de emplear una profusión de ideas temáticas. Pero el ideal de Beethoven, siguiendo a Goethe, tenía más que ver con la conquista de una organicidad, que fue lo que buscó con la Quinta sinfonía (1808). El motivo inicial de cuatro notas aparece por doquier, no sólo en el primer movimiento. El scherzo engancha con el finale luego de una extensa preparación, en que la música crece desde la esquelética sonoridad de pizzicati hasta la explosión solar del tutti con toda la orquesta haciendo un tema rimbombante. Es un efecto tan fuerte que, para la reexposición, Beethoven lo tuvo que repetir, reiterando una parte del movimiento previo, que surge implantado en el Finale como si fuera un flashback. De esa manera, los movimientos de la obra se volvieron inseparables, ya que están entrañados unos en los otros, y la pieza entera suena como un periplo unificado que va del inconformismo rabioso del inicio a la gloria victoriosa del final.

La relativa tranquilidad propiciada por la pensión vitalicia (1808) dio inicio a la etapa 2B, la fase romántica. Las obras se vuelven más breves y también más líricas, nostálgicas, menos incisivas. Es el momento en que Beethoven más se va a parecer a la generación siguiente, la generación romántica. En ese momento, hay dos invenciones especialmente importantes. Una es la del ciclo de canciones; la canción, o Lied, era un género cercano a lo popular, intimista, breve. Agrandarlo, como Beethoven había hecho con los movimientos sinfónicos, lo hubiera descaracterizado. En A la amada distante (1816), el compositor enganchó seis canciones distintas con una temática común de anhelo amoroso, separación y nostalgia. La canción final rememoraba la primera. Con el ciclo, era posible preservar la sencillez de cada piecita constituyente, generando, en lo global, una obra de mayor alcance. Variantes de ese recurso serían usadas por varios compositores, y, en definitiva, el LP conceptual, que ganaría prominencia en la era del rock, derivó de la idea del ciclo de canciones. El otro invento, que se manifiesta en A la amada distante o en la sonata opus 101 (también de 1816), es el acto de memoria: el regreso de determinada idea musical como si fuera una reminiscencia traída a colación por alguna asociación de ideas, que aparece a veces de manera fugaz y sugiere un nuevo camino a seguir. Esa emulación de la memoria profundizó el carácter antropomórfico (o psicomórfico) de la música.

Su período 3A se caracteriza por la falta de característica o, mejor dicho, por la copresencia de rasgos extremos y muy distintos entre ellos. Aquí surgen sus obras más monumentales (la Missa solemnis, la Novena, las Variaciones Diabelli, la Sonata Hammerklavier) junto con las brevísimas bagatelas: lo más masivo se abre paso junto a lo más exclusivo y casi impenetrable.

La Novena (1824), con cerca de una hora de largo, parecía romper los límites no sólo de duración, sino también del propio género, ya que en el movimiento final intervenían un coro y cuatro cantantes solistas. Esa transgresión sería, de ahí en más, un importante punto de discusión. Para la tendencia más vanguardista de mediados del siglo XIX (Berlioz, Liszt, Wagner), Beethoven estaría demostrando que la noción de género musical había perdido sentido, y de acá en más uno debería componer tan sólo en función de las necesidades intrínsecas a cada idea, sin encuadrarse en modelos ya establecidos.

En la Novena, Beethoven buscó compatibilizar la duración enorme (aun más que la de la Heroica) con la demanda de integración orgánica. El inicio era lentísimo, como una situación estática que paulatinamente iba ganando mayor movimiento. Eso, por un lado, imponía una disposición a un discurso extenso. Por otro lado, un inicio así parecía presuponer un público expectante, silencioso, reverencial, que la obra de Beethoven había contribuido a formar. Sin esa actitud casi religiosa de parte del público, ese inicio carecería de sentido y perdería efecto. El clímax ya no estaba en el desarrollo, sino en la reexposición: el tema principal, cuando regresaba luego del desarrollo, irrumpía como un cataclismo. Es como si se hubiera roto una represa: toda la orquesta tocando en fortísimo, los timbales sosteniendo un rulo atronador y el tema dejándose oír, pero medio ahogado en una masa sonora descontrolada, que sólo poco a poco se iría asentando para devolvernos una atmósfera respirable y límpida. El segundo movimiento fue el prototipo del scherzo malvado. Es juguetón, sí, como lo es por definición un scherzo, pero juega con su propia cara seria, con cierto aire diabólico, medio burlón, medio inquietante. Y el final coral, que contiene la famosa Oda a la alegría; para sostenerse en sus 25 minutos de largo recurría a la táctica, también sumamente influyente, de contener, en un mismo movimiento continuo, todas las distintas etapas que solían constituir una sinfonía entera y algunas más: un inicio calamitoso, un recitativo, la presentación de la idea básica (dos veces, una instrumental y otra cantada), un momento juguetón (como un scherzo), otro bien lento y sentimental (como un movimiento lento), y el vivo y catártico jolgorio final.

Si la Novena crecía hacia afuera, había otras obras, como las Variaciones Diabelli (1823), que parecían crecer hacia adentro. Desde un tema casi ofensivamente bobote, Beethoven da inicio, variación tras variación, a un recorrido lleno de ocurrencias inesperadas hasta que, de pronto, nos percatamos de que estamos en contacto con los sentimientos más sutiles, más delicados, más profundos, más complejos. Pero claro, llegar ahí requiere tiempo, paciencia, confianza, complicidad, concentración.

La etapa final, que sería la 3B, es la de la relativa abstracción. Aquí Beethoven compuso, en forma casi exclusiva, cuartetos de cuerdas (1825-1826). Es un momento desconcertante en su obra, ya que se aparta de la empatía psicológica y parece regresar al concepto preclásico de generar un objeto sonoro interesante. Eso sí, ese interés ya no está determinado por la belleza y las formas convencionales, sino por un algo metafísico, no muy fácil de ubicar. Son obras misteriosas, caprichosas construcciones de sentido esquivo, fascinantes objetos de contemplación y análisis, pero que nunca se volvieron populares porque no es cómodo escuchar algo en lo que cueste tanto entender de dónde agarrarse. Es lindo asociar el carácter algo abstracto de esas obras finales con el desapego de quien adivina estar cerca de la muerte, pero eso parece presuponer un cierto poder premonitorio en el compositor, ya que la enfermedad del hígado que lo mató a los 56 años se manifestó sólo unos meses antes del fin y, a partir de entonces, justamente, ya no pudo componer.

Con su demanda de concentración, paciencia, esfuerzo y apertura a una carga dramática movilizadora, la música de Beethoven puede lucir medio desubicada en la era del trap y del reguetón, pero, por suerte, sigue disponible en miles de grabaciones y, cuando vuelva a existir tal cosa, conciertos. Sin ella es imposible entender aspectos cruciales de la historia de la música. Escucharla es, además, una manera muy vívida y gratificante de entrar en contacto con la sensibilidad que imperaba hace dos siglos. Quienes logren conectarse con ella accederán al privilegio de enfrentarse a algunas de las máximas proezas creativas, intelectuales y sensibles del mundo de la música.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/spip.php?article16123

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