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Otra vez la Universidad

Rolando Cordera Campos

De 1968 a la fecha, la UNAM, escribía en 2004 Carlos Monsiváis, ha pasado por demasiadas contingencias (la más lamentable: los 10 meses del Consejo General de Huelga) y se ha enfrentado a los acosos gubernamentales, los brotes sectarios, la explosión demográfica, la burocratización, las andanadas neoliberales y la economía académica de autoconsumo.

“En todo este tiempo, y a pesar de los intentos de santificarla para mejor manipularla, la Autonomía, en tanto que garantía de libertades del pensamiento y la disidencia, es un elemento indispensable, si no el de antes –en la medida en que la crítica es ya una decisión nacional–, sí el que requiere una institución amenazada por las fragilidades del presupuesto y defendida por su condición absolutamente necesaria en el país”. (Carlos Monsiváis, “Cuatro versiones de autonomía universitaria”, Letras Libres, noviembre 2004).

Traigo a cuento la cita de Carlos porque a raíz de la criminal agresión registrada el pasado 22 de septiembre en el plantel sur del CCH, nuestra Universidad Nacional vive inmersa en un clima de incertidumbre y miedo, terreno propicio para brotes de irracionalidad y anomia no siempre previstos. El trato a las autoridades en no pocas escuelas y facultades por parte de airados grupúsculos juveniles así lo indica.

A unos mensajes intimidatorios difundidos por redes sociales, han seguido notas anónimas en baños y escaleras avisando de bombas o agresiones violentas a los estudiantes, lo que ha llevado a la toma o cierre de varias facultades y escuelas. Se presentan pliegos petitorios que van desde el reclamo de medidas de seguridad al de material de limpieza, hasta el rompimiento de relaciones con Israel. En fin, exabruptos sin cauce que suelen aterrizar en la búsqueda de cauces paternales sintomáticos de mayores patologías que ahora resumimos en diagnósticos apresurados sobre nuestra salud mental.

No es, ciertamente, la primera vez que nuestra casa de estudios se encuentra bajo acoso e irracionalidades desbordadas. Por ello, es del todo legítima la convocatoria del rector Lomelí a cerrar filas y a reflexionar en torno a nuestros compromisos ciudadanos y universitarios.

Como en pocas ocasiones, se vuelve urgente y hasta vital hacer que nuestras universidades sean voces duras y fuertes, no disonantes ni estridentes, pero sí articuladas por una legitimidad que solemos desdeñar desde el privilegio del campus. Unas expresiones legítimas y legitimadas por la sociedad que reclamen deliberación racional y justicia.

Dada la circunstancia global, el pedir rigor y lealtad, cultivo genuino del saber y respeto al otro y a los otros, no es más expediente de ocasión, sino referencia crucial dirigida al fortalecimiento comunitario y de sus instituciones. Encauzar el desplante autoritario juvenil hacia unas deliberaciones serenas y con el afán de construir espacios productivos y de aliento civilizatorio no es misión ilusa, sino tarea cotidiana.

Hoy más que nunca, si cabe, es preciso valorar los compromisos del Estado y la sociedad con la universidad y, más allá, con una educación básica que vuelve a vivir tragedias diarias, como con rigor ha señalado –y señala– el estudioso Gilberto Guevara. No se trata, pues, de erigir ilusas murallas, sino de inscribir en el centro del quehacer universitario la defensa serena y firme de las libertades en contextos abrumados por polarizaciones destructivas.

La defensa de nuestra máxima casa de estudios compromete a los universitarios a ser mejores: “(…) la universidad debe contribuir a dar propuestas a temas como la desigualdad, las políticas redistributivas, salud, migración (…)”, como señaló nuestro rector Lomelí en entrevista con Rosa Elvira Vargas y Lilian Hernández (“La tragedia en el CCH Sur marca ‘un antes y un después’”, La Jornada, 7/10/25). Será en estos campos donde pueda desplegarse el afán juvenil por una creatividad solidaria y nunca aislada en ilusas torres de marfil.

De aquí la urgencia de cerrar filas frente a confrontaciones sometidas por una irracionalidad que corroe porque aherroja el diálogo entre iguales y arrincona el cultivo del conocimiento y el saber que conforma el tuétano del quehacer universitario.

El desplante dizque antiautoritario ha devenido en encuentro costoso hasta nublar los auténticos deberes de las comunidades universitarias de México. Es vital recuperar el respeto a nuestros quehaceres para poner en el centro de nuestras angustias y ambiciones la reconstrucción de un compromiso histórico con el cultivo del saber para transformar nuestras realidades. De esto debería tratarse.

https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/10/12/opinion/otra-vez-la-universidad

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La inteligencia artificial en la docencia: Tecnología con sentido humano

Por: Luz Palomino/CII-OVE

La incorporación de la inteligencia artificial (IA) en los entornos educativos ha transformado la manera en que se enseña y se aprende. En América Latina, donde la educación enfrenta desafíos estructurales y sociales, la IA representa una oportunidad para ampliar el acceso al conocimiento y personalizar la enseñanza. Sin embargo, también plantea preguntas éticas y pedagógicas: ¿cómo integrar la tecnología sin perder el pensamiento crítico, la reflexión y la dimensión humana de la educación?

La IA como herramienta pedagógica, no como sustituto

La IA puede facilitar el trabajo docente, pero nunca debería reemplazarlo. El educador sigue siendo quien interpreta, orienta y genera el diálogo. Como señala Freire (1970), “enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su producción o construcción”. En ese sentido, el uso de la IA debe orientarse a crear espacios de aprendizaje donde l@s estudiantes analicen, cuestionen y produzcan conocimiento propio.

Por ejemplo, en una clase de historia, l@S participantes pueden utilizar una herramienta de IA para elaborar una línea de tiempo sobre la independencia latinoamericana y, posteriormente, debatir sobre los sesgos o vacíos presentes en la información obtenida. Esta práctica no solo fomenta la alfabetización digital, sino también la conciencia crítica ante las fuentes tecnológicas.

Reflexión ética y alfabetización digital crítica

El uso de la IA en el aula exige una formación ética tanto en docentes como en estudiantes. Comprender el funcionamiento de los algoritmos, la protección de datos y la autoría de los textos son competencias necesarias en el siglo XXI. En una clase de lengua, por ejemplo, l@s estudiantes podrían comparar un texto generado por una IA con otro escrito por ellos mismos, analizando diferencias en estilo, creatividad y profundidad. De esta manera, se promueve la reflexión sobre lo humano en el acto de escribir.

Inclusión y personalización del aprendizaje

Uno de los aportes más valiosos de la IA es su capacidad para ofrecer apoyo individualizado. En contextos latinoamericanos, donde existen desigualdades significativas, estas herramientas pueden ayudar a nivelar oportunidades. Plataformas como Khanmigo de Khan Academy permiten acompañar a los estudiantes según su ritmo y necesidades, siempre bajo la guía del docente, quien interpreta las emociones, motiva y contextualiza el aprendizaje.

El valor insustituible de la dimensión humana

Aunque la IA puede generar actividades, ejercicios o materiales didácticos, no puede reemplazar el encuentro humano ni la empatía que se produce en el aula. El vínculo afectivo entre docente y estudiante sigue siendo el eje de toda práctica educativa. Un profesor puede utilizar la IA para crear dilemas éticos o casos sociales y, luego, abrir un debate donde los alumnos argumenten, escuchen y reflexionen colectivamente. Así, la tecnología actúa como disparador del pensamiento crítico, no como su reemplazo.

Imagen creada con IA

Hacia una pedagogía crítica con tecnología

El desafío para los docentes del siglo XXI consiste en integrar la IA dentro de un marco de pedagogía crítica y humanista. Esto implica utilizar la tecnología como medio para potenciar el juicio, la creatividad y la capacidad de análisis. Dussel (2023) recuerda que “las tecnologías no reemplazan el juicio pedagógico ni el encuentro educativo”; solo lo amplían si se usan con sentido ético y reflexión.

Educar con IA, por tanto, no significa delegar el aprendizaje en una máquina, sino enseñar a los estudiantes a pensar, cuestionar y decidir en un entorno cada vez más automatizado. La tarea del docente consiste en mantener viva la dimensión humana del aprendizaje: el diálogo, la empatía, la cooperación y el pensamiento crítico.

La inteligencia artificial puede ser una aliada de la docencia si se emplea con criterio pedagógico. Lejos de deshumanizar la educación, puede liberar tiempo para que los docentes se centren en el acompañamiento emocional y en la formación ética de sus alumnos. La clave está en que la tecnología no sustituya la reflexión, sino que la potencie. En palabras de Freire (1970), el objetivo de educar sigue siendo el mismo: formar seres humanos capaces de transformar su realidad a través del pensamiento y la acción.

Algunas inteligencias artificiales gratuitas que se pueden usar en el aula

En la actualidad, existen diversas herramientas de inteligencia artificial que los docentes pueden integrar en el aula de forma gratuita y segura, siempre bajo criterios pedagógicos y éticos. Estas plataformas permiten diseñar materiales, fomentar la creatividad y personalizar la enseñanza, sin sustituir el rol del educador. A continuación, se mencionan algunas de las más útiles:

  1. Khan Academy (Khanmigo) – Tutor virtual gratuito que utiliza IA para acompañar a estudiantes en diversas asignaturas, especialmente matemáticas, ciencias y comprensión lectora. Promueve el aprendizaje autónomo y el pensamiento crítico.
  2.  Google Gemini (antes Bard) – Herramienta de conversación y generación de ideas que puede emplearse para crear actividades, textos o proyectos. Útil para que los alumnos investiguen y contrasten información de manera crítica.
  3.  ChatGPT (versión gratuita) – Recurso versátil para formular preguntas, generar ejemplos o simular diálogos educativos. El docente puede usarlo como base para ejercicios de análisis, redacción o debate.
  4.  Teachable Machine (Google) – Plataforma que permite a los estudiantes crear modelos de IA simples (como reconocimiento de imágenes o sonidos) de forma visual y sin necesidad de programar. Ideal para introducir el pensamiento computacional.
  5.  Canva for Education – Aunque no es exclusivamente de IA, incluye funciones de generación automática de textos e imágenes. Permite crear presentaciones, carteles y recursos didácticos colaborativos.
  6.  QuillBot y Grammarly – Herramientas gratuitas que ayudan a mejorar la escritura en inglés y español, promoviendo la revisión crítica y la corrección autónoma del lenguaje.
  7.  Diffit y MagicSchool AI – Plataformas dirigidas a docentes que generan fichas, preguntas y materiales personalizados según el nivel del estudiante, útiles para adaptar la enseñanza a distintas capacidades.

Estas herramientas, utilizadas con criterio pedagógico, pueden favorecer la motivación, el debate y la construcción de conocimientos significativos, especialmente cuando se combinan con metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos o el aula invertida. No obstante, su eficacia depende del acompañamiento reflexivo del docente, quien debe orientar el uso de la IA hacia el desarrollo del pensamiento crítico, la ética digital y la autonomía intelectual.

Referencias

Dussel, I. (2023). Educación, tecnología y desigualdad. Universidad Nacional de San Martín.
Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
García, M., & Sanz, L. (2022). Educación y pensamiento crítico en tiempos de IA. Revista Iberoamericana de Educación.
Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz Editores.
UNESCO. (2023). Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial. París: UNESCO.

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Entrevista a Rita Segato «Gaza es un parteaguas de la historia, un cambio de era… hoy el poder de muerte es la ley»

Por:  Börries Nehe 

Rita Segato establece conexiones entre el genocidio en Gaza y los feminicidios en Ciudad Juárez, entendiendo ambos como espectáculos de violencia, entrelazados con el poder patriarcal. Reflexiona sobre el pandillismo y el actual giro fascista en el marco del colonialismo y el racismo.

La antropóloga feminista argentina Rita Segato (Buenos Aires, 1951) es conocida por su innovador trabajo sobre la violencia contra las mujeres (La guerra contra las mujeres, 2016), como pensadora crítica de la relación entre género, racismo y colonialidad (La crítica de la colonialidad en ocho ensayos, 2021), y como una de las voces feministas más lúcidas de América Latina.

En esta entrevista, establece conexiones entre el genocidio en Gaza y los feminicidios que estudió en Ciudad Juárez, entendiendo ambos como espectáculos de violencia, entrelazados con el poder patriarcal. Segato reflexiona sobre el pandillismo y el actual giro fascista, y cómo algunas de sus ideas claves sobre la colonialidad, la raza y la violencia nos ayudan a descifrarlos. Y analiza lo que esto significa para lo que ella denomina una política de cuño femenino: “Hay un fin, un vaciamiento de las consignas y de todas las formas en que pensamos la historia. Es necesario generar nuevas retóricas para las aspiraciones de la gente”. Debemos desminorizar las aspiraciones de las mujeres, argumenta: “Son aspiraciones para la historia colectiva. No son para la historia de las mujeres, sino para la historia de toda la humanidad”.

Gaza como espectáculo de la violencia

Recientemente, mencionó en una entrevista que cada vez le resulta más difícil ser feliz. Y, en una conferencia reciente, se declaró “exhumana” y dijo que no quiere pertenecer a “esta siniestra especie humana”. ¿Qué le causa tanta desesperación?

Vivimos una situación de dolor insoportable. A mí, lo de Gaza, lo de Argentina, el mundo en general, me causan un sentimiento de desesperación y desesperanza muy grande. Yo veo la situación del mundo en una absoluta calamidad. Y eso no empezó el 7 de octubre, sino mucho antes. Lo argumento ya en un texto mío sobre Palestina de hace años, que se llama “El grito inaudible”. ¿Y por qué ese grito es inaudible? Porque no hay más gramática jurídica, porque no hay más, una gramática que organice las relaciones interpersonales, sociales. Por supuesto, el derecho, incluyendo los derechos humanos, siempre fue una ficción. Pero era una ficción en la que creíamos, era una ficción sagrada, como dice el filósofo Giorgio Agamben. Esa ficción jurídica ahora cayó. Hoy, el derecho es la ley del poder de muerte.

Es, quizás, una síntesis de lo que estoy diciendo siempre, porque es mi conclusión sobre el presente: una diferencia entre el Holocausto y Gaza, una diferencia muy grande para mí, es que, si bien había algunas noticias, cuando se entra en los Lager [campos de concentración], hay sorpresa. Hoy no. Hoy, lo que pasa en lo que va a ser, a partir de ahora, el gueto de Gaza, está exhibido al mundo. Se nos está diciendo: miren, esto se puede hacer, porque la ley no existe más, no hay un derecho. Ahora, la ley es el poder de muerte, y quien lo tiene es la ley.

Por eso digo que Palestina somos todos. Para cualquier persona que todavía conserve una sensibilidad frente al sufrimiento de los otros, Palestina es una tortura diaria. Están matando nuestra esperanza de vivir, una esperanza de un mundo aceptable.

Una parte muy importante de su trabajo se desarrolla alrededor de la violencia, en específico, la violencia patriarcal, los feminicidios, la impunidad. ¿Piensa que son categorías que nos sirven para comprender la lógica del genocidio en Gaza?

Pienso que lo que estamos viendo en Gaza tiene que ver con mi modelo de comprensión de la violencia patriarcal. Y esa violencia patriarcal tiene que ver con lo que llamo la violencia expresiva: la violencia machista la considero no una violencia instrumental, sino una violencia de espectáculo. El hombre necesita exhibir su capacidad de dominación para ser hombre.

Esa idea la comencé a desarrollar en 1993, cuando mi universidad me pidió una investigación sobre las violaciones en las calles de Brasil. Nunca había estudiado violencia. Fui con mis estudiantes a entrevistar a los hombres condenados por violación, y allí empecé a entender que lo que habían hecho era una exhibición de su capacidad de dominación a través de la violación. No tiene que ver con el deseo, con la sexualidad. Lo que está de fondo es un deseo narcísico, autorreferido, que tiene que ver con su presentación ante los otros ojos, sobre todo los otros hombres.

Yo creo que hay un elemento patriarcal muy fuerte en la historia del presente, que tiene que ver con la exhibición del poder, como estrategia poderosísima de dominación. Y que tiene que ver con esa exhibición del poder que es basal en la vida de los hombres desde chiquitos, en la manera en que está formateada la masculinidad. Me parece que el caso de Trump es un caso típico del exhibicionismo del poder como estrategia. Es la última gran encarnación de un poder patriarcal.

Hacia un totalitarismo capitalista

Estoy de acuerdo, en Gaza presenciamos un espectáculo de la violencia y del poder. Pero quizás veo una diferencia con sus escritos sobre, por ejemplo, los feminicidios en Ciudad Juárez. Y es que hoy, una parte importante de las sociedades lo aplaude y apoya abiertamente. ¿Cómo entiende ese festejo –yo diría fascista– del poder ilimitado y de la crueldad?

Yo refiero a Hannah Arendt y su estudio sobre Los orígenes del totalitarismo [1952] para explicar esto. Arendt argumenta que, cuando surge el nazismo, hay un momento en que se separan las leyes del comportamiento individual de las personas y la ley de la historia. O sea, la historia misma pasa a tener un derecho, y el objetivo y el derecho de la historia es producir el hombre perfecto, la raza aria, la imposición de un pueblo sobre los demás. Y todo lo que es disfuncional a ese objetivo y derecho de la historia, que es separado del derecho de las personas, debe ser eliminado.

En el caso del estalinismo, la estructura es la misma, pero en torno a algo que yo venía criticando de nuestra militancia de los años 70 en América Latina, que es la idea de una utopía como un futuro obligatorio. La idea de que podemos saber cómo debe ser el futuro es una estupidez suprema e

inevitablemente lleva a formas de autoritarismo insoportables. Entonces, en el estalinismo, la historia y los derechos de las personas pasan a no tener la menor importancia. Lo que pasa a tener importancia es el derecho de la historia de dirigirse a una utopía, a un cuadrito del futuro de igualdad.

Hoy, estamos en una situación y una estructura de conciencia igual. En el caso de hoy, la historia se dirige a la acumulación y concentración, y es para aquellos funcionales a ella. Hoy, la historia “legítima”, la que se debe defender, es la que apunta en la dirección del capital: de lo competitivo, de lo productivo, de la generación de lucro, de la acumulación y la concentración. Y todo lo que es disfuncional a eso no duele que desaparezca. Es la misma estructura de un camino obligatorio, donde la historia tiene sus valores y derechos, y las personas no.

¿Diría que esta lógica está impuesta por el capital o la imponen las propias personas, aquellas que, en última instancia, dejarán de tener valor?

Tengo dos ejemplos etnográficos que serían cómicos si no fueran tan trágicos. Hace poco, estaba en el aeropuerto de Madrid, y al lado había una señora burguesa de unos 80 años con su hijo, de unos 50 años, también muy bien vestido. Pasó un mendigo pidiendo una limosna para comprarse un sándwich, y escuché que el hombre daba un grito a su madre: “¡Eres débil!, ¡eres débil!”, porque su mamá estaba buscando en su cartera unas monedas para darle al mendigo. Entonces le digo al hombre: “No, escúcheme, su madre no es débil, es buena”. Me miró con tanto odio que salí corriendo.

Entonces, le cuento eso a un amigo, y me dijo que le pasó lo mismo. Estaba en una reunión de condominio de su edificio, que convocaron porque querían despedir a la portera, que trabajó y vivió en su edificio durante 20 años. La querían despedir un año antes de que se jubilara para evitarse los gastos de la jubilación. Entonces, mi amigo protestó y dijo que eso estaba mal. Pero los condóminos lo reprocharon, diciéndole que “eso es buenismo”. ¿Qué decís a esto? Otros valores están ahí, otra moral. Como en el nazismo, llegó otra moral. Como en el estalinismo, llegó otra moral. Y entre nosotros ha llegado otra moral. Y las personas piensan que lo inútil debe desaparecer, debe ser exterminado.

¿Por qué esa gente común adhiere, tan pública y expresivamente, a esa crueldad capitalista?

Creo que las personas están respondiendo, poniéndose un uniforme. Se están uniformando de esta ideología y de este camino ético y moral también. Por eso lo expresan, por eso afirman su simpatía. Se están poniendo el uniforme: o nazi, o estalinista, o capitalista, y así están mostrando que pertenecen a esa historia. Entonces, lo que quiero es enfatizar la importancia de esta expresividad, pero sin negar que se dirige a un fin. En el caso de la violación común de calle, el fin es la reproducción de la posición patriarcal de ser hombre. Y, para los ejemplos que di, el fin es el título de pertenecer, de adherirse a esa historia, de vestir el uniforme de esa historia. Una historia en la cual muchos de esos uniformados van a salir sacrificados, también. Pero no lo perciben.

“La raza es ser una partícula de un continente racializado”

Quisiera discutir algunas categorías y perspectivas que propone, porque me parece que nos ayudan a comprender nuestro presente violento y sus interconexiones globales. En el fondo, está quizás la pregunta: ¿qué líneas podemos trazar entre las violencias pandilleras en América Latina, la guerra contra les migrantes en Estados Unidos y Europa, y lo que pasa en Gaza? Cuando miro estos –y otros– ejemplos, veo sobre todo tres ideas suyas que permiten hacer esa conexión: primero, la cuestión de la dimensión instrumental y la dimensión expresiva de la violencia; segundo, el tema de la colonialidad y la producción de la “raza” para organizar las violencias; y tercero, lo que llamas la “conquista permanente”, o sea, los procesos de desposesión y acumulación.

Lo que veo en Gaza es la absoluta ausencia de pudor frente al uso de la crueldad y la defensa descarada de la acumulación y concentración como una virtud histórica. Yo enfatizo el aspecto del espectáculo, porque creo que está presente, pero no porque crea que detrás de esto no hay una finalidad. Hay una finalidad, y esa finalidad es el poder.

Quiero enfatizar la expresividad en eso, porque es una diferencia que tiene con la Conquista. La Conquista no se hizo de acuerdo con la Ley de Indias, con tribunales y las grandes guerras de los ejércitos españoles contra Moctezuma y Atahualpa, como nos enseñaron. Nuestro continente se fundó por pandillas. Fueron grupos de hombres que salieron al campo a matar, todo lo que encontraban en su camino. Entonces, el pandillismo que nos aflige ahora en América Latina no lo entiendo solo a través de la cuestión económica, del lucro del tráfico de drogas, sino como un golpe político. El pandillismo es un golpe a la posibilidad de una gestión democrática. Se trata de una nueva forma de golpe de Estado. En México lo vemos claramente, y de allí se está extendiendo hacia el sur, alcanzando a Ecuador y a Perú. Esa mafialización del continente no es solamente económica, está alimentada políticamente. Es una forma de dominación y de imposibilitar la gestión democrática.

En todo eso, son cuerpos específicos, racializados, los que son el blanco primario de esas violencias. ¿Cómo piensa la relación entre la Conquista y la raza?

La Conquista inventa y racializa los pueblos y los paisajes, los cuerpos que vienen. ¿Qué es la raza? La raza no está en el cuerpo, es una relación leída en un cuerpo por un ojo que conoce la historia de ese cuerpo, de cómo se mueve, de cómo se expresa. La racialización es una de paisajes, de espacios, de arraigo de los cuerpos.

Yo, por ejemplo, tengo cuatro abuelos europeos, pero yo no soy blanca; soy una partícula, una emanación de un paisaje colonial. Soy un Fanon. Todos somos [Frantz] Fanon cuando llegamos a París [expresión usada por Segato como modelo ideal de blanquitud]. Hay diferencias de fenotipos, pero el continente del cual somos una emanación está marcado en nuestra conducta. ¿Viste las imágenes de los palestinos? Muchísimos son rubios. El niño sirio que murió en el mar, que causó tanto dolor, era rubio. ¿Qué es la raza? La raza es ser una partícula de un continente racializado, colonizado. Los franceses lo definieron perfectamente bien cuando hablaron de los pieds-noirs: aunque hubiera nacido en el centro de Francia, quien fuera a administrar Argelia no era más francés cuando volvió, era pied-noir. Porque le había pegado a la planta del pie, el suelo, la tierra africana lo había ennegrecido.

La racialización es una forma de producir cuerpos de los cuales se puede extraer una plusvalía mucho más perenne que de la clase

La raza es un instrumento; la racialización es una forma de poder, de producir cuerpos de los cuales se puede extraer una plusvalía mucho más perenne que de la clase. Porque no hay ascensión social, es mucho más difícil que el cuerpo marcado por algunos trazos que llamamos raciales ascienda. Y en esa relación, la conquistualidad es permanente. Todo eso se enreda hoy en una estructura de un mundo cuyo valor se dirige a la acumulación y concentración, y todo lo que molesta a esa finalidad histórica, no llega a destino.

Renovar las retóricas políticas: la politicidad de cuño femenino

Junto con la “raza” y sus derivados más contemporáneos, lo que está hoy por hoy en el centro de los discursos de la derecha autoritaria es el cuerpo de las mujeres, y en general las cuestiones de género. Al mismo tiempo, en todo el mundo, los movimientos feministas son muchas veces los grupos más movilizados y capaces para responder a la política de muerte. En ese panorama que nos pinta, ¿por qué la centralidad de la cuestión de género en las luchas?

El esfuerzo que ponen todas las facciones políticas que convergen en la defensa de la acumulación y concentración para derrumbar las reivindicaciones de las mujeres demuestra cuánto los amenazamos. Para mí es una razón de júbilo.

Pero la pregunta es: ¿en qué le molesta a un poderoso dueño de corporación, a un Elon Musk, que una mujer haga un aborto? La respuesta que me dan es: “Porque quieren que haya sobrante en el mercado laboral para que el trabajo sea barato”. Pero no, ¡el problema en este momento es que hay un sobrante de humanidad! No se necesita mano de obra, al contrario. ¿Para qué, entonces? No es fácil responder a esa pregunta.

Pues la amenaza es la soberanía sobre el propio cuerpo, la desobediencia de las mujeres al ejercer soberanía sobre su propio cuerpo. La autonomía, esa es la amenaza; es una amenaza que muestra que es posible conducir la historia en otra dirección. Ellos muestran su miedo frente a lo que podría emerger en el mundo como una conducción femenina de la historia –lo que yo llamo una politicidad de cuño femenino–, que viene de una acumulación de experiencias de gestión que vienen de lo doméstico, pero que están pasando a lo público. Viene de una gestión de la vida que tiene otras reglas, otros propósitos, otros valores y otras estrategias de gestión, y viene de otra historia, que es la historia de las mujeres.

En los últimos años, hemos visto una enorme acumulación de fuerzas de los movimientos feministas a nivel global, una expansión impresionante con marchas millonarias, la huelga feminista, etc. Pero, en América Latina, igual que en Europa, el movimiento parece haber llegado a otro momento de su historia. ¿En qué momento ve el feminismo actualmente?

Siempre el feminismo tuvo momentos de flujo y reflujo en la calle. La salida al espacio público, las marchas, fueron momentos. Y después hay una recogida. Pero el pensamiento, de una perspectiva de mundo y de política, a partir de la experiencia de las mujeres, eso no se detuvo jamás. Son dos cosas diferentes y no se puede juzgar el tránsito del feminismo solo por los momentos de las salidas a la calle. El pensamiento feminista no se repliega; sigue con mucha fuerza.

Lo que hay que pensar es el tema de la relación entre el pensamiento feminista y la política en general, lo que llamo: lo político. Porque la propuesta de las mujeres se dirige a hacer un impacto universal, a todas las personas, cambiar el mundo. Es un movimiento para un cambio de rumbo histórico. Y, por eso, hay que hacer un esfuerzo muy grande de renovar las retóricas políticas.

Pienso que hay un fin, un momento de caída, un vaciamiento de las consignas y de todas las formas en que pensamos la historia. Yo realmente creo que lo de Gaza es una parteaguas de la historia, un cambio de era. Entonces, creo que lo que llamamos las izquierdas van hacia atrás. ¿Por qué la gente en mi país, en Argentina, no se está levantando contra Milei como se levantó en el 2001? Porque la gente no quiere una vuelta atrás. Quiere que, cuando haya una salida, vaya hacia adelante. ¿Qué quiere decir? Nuevas consignas, nuevas ideas, nuevas palabras. Es necesario formular nuevos nombres para la política, nuevas metas, nuevas concepciones. Es un esfuerzo enorme de imaginación, intelectual, colectivo. Porque todo lo que hemos usado hasta el momento llegó a su punto final, caducó. No es que haya que olvidar los autores, no hablo de eso, pero es necesario tener claro que la historia de acá para frente hay que inventarla, hay que crearla.

Por eso, es necesario generar nuevas retóricas para las aspiraciones de la gente. Y las aspiraciones de las mujeres son un camino importante para la historia colectiva. Hay que desminorizarlas: son aspiraciones para la historia colectiva. Eso lo resume de la forma más perfecta. No son para la historia de las mujeres, sino para la historia de toda la humanidad.

Esta entrevista se publicó originalmente en inglés en IRGAC .

Fuente de la traducción: https://ctxt.es/es/20250901/Politica/50318/rita-segato-gaza-violencia-patriarcal-raza-feminismo.htm

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Análisis ¿Por qué se sigue leyendo a Mariátegui en América Latina?

Por: Fernando de la Cuadra y  Gonzalo Rovira Soto *

A 95 años de su fallecimiento podemos suscribir, sin ambigüedades, que José Carlos Mariátegui (1894-1930) es hoy día uno de los más importantes clásicos de la Justicia Social en América Latina, una figura imprescindible a la hora de pensar los caminos de autodeterminación de los pueblos. Su obra es un referente para interpretar los problemas de la emergencia de los movimientos indígenas, y el anhelo de desarrollo de proyectos nacionales soberanos que contemplen el respeto de la forma de vida de los pueblos originarios.

El Amauta nos dejó un legado de ideas originales en su producción teórica, pero también una actitud y conducta comprometida a lo largo de su intensa vida de militante en las luchas sociales de su tiempo. Por cierto, en él nada es blanco y negro y sus reflexiones, en particular las filosóficas, a ratos hoy nos parecen confusas y muy vinculadas a debates de su tiempo, pero hay una general concordancia en que su aporte político y teórico fue substantivo.

Su histórica afirmación, en la editorial del segundo año de la revista Amauta (1928), de que el socialismo en América Latina no debía ser “calco ni copia, sino creación heroica”[1], sigue siendo un lema para quienes buscan levantar nuevos proyectos políticos, siendo uno de los primeros en rechazar la idea de que el socialismo latinoamericano debía ser una reproducción fiel de los modelos europeos, pues consideraba que los problemas sociales de Perú y de América Latina estaban ligados a la herencia colonial y a la dominación imperialista. Su análisis de la “estructura semifeudal” y del poder de las oligarquías agrarias todavía ilumina debates sobre desigualdad, tierra y soberanía.

Mariátegui consideraba a las comunidades indígenas y campesinas, no como un “rezago” del atraso pre y colonial, sino como base posible para una modernidad diferente y para un socialismo con raíces propias: “En la América Latina, que encierra más de cien millones de habitantes, la mayoría de la población está constituida por indígenas y negros. Esta última circunstancia sería suficiente para poner en plena luz toda la importancia de las razas en la América Latina como factor revolucionario”[2].

En algunos países de la región, el problema de la tenencia de la tierra sigue siendo una cuestión política relevante, pues involucra a comunidades indígenas, y aún debe ser resuelta por los Estados. En efecto, en sus artículos Mariátegui sustentaba que no era necesario retrotraerse a la época de las comunidades andinas para recuperar aspectos de su ethos y de su cosmovisión.

En sus escritos se vislumbra un juicio que intenta contrarrestar el pensamiento occidental y el capitalismo como la única vía posible de pensar el desarrollo y la existencia en comunidad: “las comunidades indígenas reúnen la mayor cantidad posible de actitudes morales y materiales para transformarse en cooperativas de producción y consumo. En ellas reside indudablemente, contra el interesado escepticismo de algunos, un elemento activo y vital de realizaciones socialistas”[3].

Para él, no se trata del retorno a un pasado incaico, sino que de recuperar la referencia histórica de las formas de vida de estas poblaciones, capaces de concebir en sus propias tradiciones colectivistas una poderosa plataforma de Justicia Social. Su mirada del Perú profundo impregna todo su quehacer teórico.

Años después, otros autores, como el sociólogo peruano Aníbal Quijano, han sugerido que se podría interpretar esta mirada del indigenismo de Mariátegui como la búsqueda de una racionalidad alternativa. Sin embargo, el propio Quijano reconoce los límites de su interpretación condensada en el concepto de racionalidad alternativa: Tienen razón quienes señalan “que en Mariátegui no se encuentran esos términos, ni señales formales de que hubiera propuesto encontrar o producir ninguna racionalidad alternativa”[4].

No parece tan claro un objetivo teórico, como el aludido, de estas afirmaciones del Amauta, pero en el siglo transcurrido desde la publicación de sus artículos y observaciones de la realidad peruana ha ayudado en forma significativa a la reflexión de estos temas en toda América Latina.

En sus escritos, también dio cuenta con lucidez de la impronta eurocéntrica de nuestra cultura, aunque reconocía que en Europa realizó su mejor y mayor aprendizaje. La aseveración anterior no le impide construir una opinión crítica con respecto a la hegemonía ejercida por el pensamiento de matriz europea. En ese mismo sentido, Mariátegui fue uno de los primeros marxistas en ver que el colonialismo no era solo cosa del pasado, sino una estructura viva de dominación que organizaba la economía, la cultura y la subjetividad.

Sin embargo, como señalará en un artículo dedicado a su amigo Waldo Frank: “Como él, yo no me sentí americano, sino en Europa. Por los caminos de Europa encontré el país de América que yo había dejado. Y en el que había vivido casi extraño y ausente (…) Sabía que Europa me había restituido, cuando parecía haberme conquistado enteramente, al Perú y a América”[5].

Sus ideas sobre la existencia de vínculos de superioridad/subordinación en la conformación de la nacionalidad peruana, contribuyeron para aquello que vendría posteriormente a ser teorizado como la perspectiva de-colonial y las Teorías de la Dependencia. Mucho antes de la publicación de perspectivas críticas del marxismo con sesgo occidental[6] ya había percibido el carácter diferenciado y novedoso de los procesos de construcción del socialismo experimentado por los países ajenos a la esfera del mundo europeo.

La idea de fundar un socialismo indoamericano implicaba pensar el país y la región a partir de sus bases particulares, de una identidad diferenciada, de problemáticas históricas específicas, pero también, de una determinada condición de subordinación en el orden mundial.

En el primer cuarto del siglo veinte, Perú era un país con escaso desarrollo industrial y una clase obrera en estado embrionario. Consciente de que existían vastos territorios habitados por comunidades campesinas indígenas que reconducían los problemas políticos del país hacia el ámbito agrario con una muy desigual tenencia de la tierra, derivada del proceso de Conquista y el ulterior despojo que habían sufrido los habitantes autóctonos de ese territorio, Mariátegui consideraba necesaria una lectura propia de los clásicos marxistas.

En Perú no era posible adherir a las tesis deterministas que contemplaban el paso inevitable desde una situación de nación pre-capitalista hacia una condición de país capitalista, en que el desarrollo de las fuerzas productivas permitiera la emergencia de una clase destinada a conducir la transformación del país hacia el socialismo. Perú no reunía las condiciones para desarrollar un tipo de expansión capitalista que permitiera sustentar la tesis de la inevitabilidad del Progreso, tan necesaria al marxismo de la II Internacional.

En contraste, el Amauta busca en la realidad indígena y campesina, las claves explicativas que le permitan elaborar una interpretación propia, que modifique o adapte dicha versión marxista, para transformar la realidad social peruana.

Se ha escrito y se escribe mucho acerca de su vida y su obra. Entre los últimos trabajos acerca del pensamiento de Mariátegui podemos destacar el libro que nos presenta un contrapunto del ideario del Amauta y de José Aricó (1931-1991), uno de sus más importantes biógrafos[7]. En este trabajo debemos destacar una extensa e inédita entrevista a Aricó, en que nos muestra como Mariátegui fue un referente de las batallas políticas y sociales peruanas de su tiempo; participando activamente en la organización de la clase trabajadora del Perú y en el apoyo a los movimientos indígenas.

Pero también se destaca su rol en la constitución del Partido Socialista del Perú (1928), encarando y contradiciendo la línea política de la III Internacional, que propiciaba partidos “comunistas”, ratificando así su idea de la autonomía latinoamericana. Otra preocupación actual han sido sus referencias filosóficas: “El mito mueve al hombre en la historia… El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con una fe vehemente y activa… La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una figura religiosa, mística, espiritual”[8].

“No se vive fundamentalmente sin una concepción metafísica de la vida…”, “en mi camino he encontrado una fe. He ahí todo. Pero la he encontrado porque mi alma había partido desde muy temprano en busca de Dios”[9]. Este tipo de afirmaciones son las que intentan explicar Conferencias y Simposios recientes, dando cuenta del contexto intelectual de la época y de la influencia de autores como George Sorel y otros en el líder peruano[10]. Reflexiones y acercamientos teóricos que nos hablan de su falta de prejuicios, a la hora de su búsqueda intelectual de un camino propio para el Socialismo peruano, y que pudiera ser emulado en todo el continente.

Por cierto, su amplitud de lecturas y ámbitos teóricos de preocupación es notable, aunque no resulte clara la comprensión en él de conceptos como “metafísica”, la relación de Fe y Mito, u otros de la filosofía o la sociología. Mariátegui hacia política dando cuenta de lo que veía, interpretando lo observado con categorías que eran parte del gran debate ideológico de la Europa que conoció. Su misma “metafísica” del socialismo puede no resultar tan original en la Europa de la época, pero si en relación al sincretismo o mestizaje ideológico de la realidad de los marginados y los pueblos originarios de América expresada en sus escritos.

“Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”[11]. Parafraseando a Calvino, podemos señalar que Mariátegui es un perfecto clásico, pues encarna a un tipo de pensador que todavía no termina de decir todo aquello que lo motivaba a reflexionar y a escribir.

La diversidad de temas que abordó en su breve existencia nos permite ver a un intelectual abierto a una diversidad de cuestiones que van desde la política al psicoanálisis, la economía, la literatura, el cine, el arte y la cultura. En la exposición de ellos no pretendió ser neutro a cuanto observa, su compromiso con los problemas y el quehacer de su época lo perfilan como un pensador que supo integrar su praxis de vida con una confianza irrenunciable en el Socialismo: “Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones”[12].

En el intelectual peruano vemos la fuerza y la convicción de querer transformar la sociedad en la que le tocó vivir. Creemos que es por esta vitalidad y coherencia que, con todas sus contradicciones y las limitaciones de su tiempo, Mariátegui nos sigue interpelando. Su lectura hoy nos acerca a un pensamiento crítico y emancipador; con raíces firmes en las realidades concretas de las comunidades originarias que habitan nuestro territorio latinoamericano, y con un ideario capaz de dialogar con el marxismo y con todas las corrientes ideológicas de la Izquierda, la democracia y la justicia social. Mariátegui sigue vivo porque es parte incuestionable de la causa de los marginados en el continente americano.


Notas

Notas sobre el tema

[1] En rigor la frase completa dice: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una generación nueva”. José Carlos Mariátegui, “Aniversario y Balance”, editorial de Amauta, año II, núm. 17, Lima, septiembre de 1928. Reproducido posteriormente en Ideología y Política, Lima, Empresa Editorial Amauta, 1972, p. 249.
[2] J. C. Mariátegui, “El problema de las razas en la América Latina”, texto presentado y discutido en la Primera Conferencia Comunista latinoamericana realizada en Buenos Aires en junio de 1929. Reproducido posteriormente en Revista Amauta, año IV, núm. 25, julio-agosto de 1929.
[3] J. C. Mariátegui, “El porvenir de las cooperativas”, publicado originalmente en el periódico Mundial, Lima, 16 de marzo de 1928. Reproducido posteriormente en Revista Amauta, año III, núm. 13, marzo de 1928.
[4] Aníbal Quijano,” Prologo” de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007, p. CXXV. En ese sentido, tal como afirma Deni Alfaro Rubbo, no existe en Mariátegui una propuesta de racionalidad alternativa expuesta con total claridad. Según él, la noción acuñada después por Quijano, se encuentra de manera más bien intuitiva en la obra del Amauta, sin haber sido desarrollada de manera consciente y sistemática. No habría en Mariátegui un sistema filosófico coherente e inmutable o una teoría integral, sino más bien una reflexión en forma de ensayo dentro del ámbito de la producción periodística. Ver Deni Alfaro Rubbo, “Aníbal Quijano e a racionalidade alternativa na América Latina: diálogos com Mariátegui”, en Revista Estudos Avançados, volumen 32, núm. 94, São Paulo, 2018, pp. 391-409.
[5] J. C. Mariátegui, “Itinerario de Waldo Frank”. Publicado originalmente en Variedades, Lima, 04/12/1929. Reproducido posteriormente en Alma matinal, Lima, Empresa Editorial Amauta, 1970, p. 162.
[6] Domenico Losurdo, El marxismo occidental. Cómo nació, cómo murió y cómo puede resucitar, Madrid, Editorial Trota, 2019.
[7] Yuri Gómez (Editor), El encuentro. Aricó y Mariátegui en el marxismo latinoamericano, LOM Ediciones, 2025.
[8] J. C. Mariátegui, “El hombre y el mito”, aparecido en el periódico Mundial el 16 de enero de 1925.
[9] Ídem, pág. 182.
[10] Fernando de la Cuadra, “La problemática concepción religiosa en el pensamiento de Mariátegui”. Ponencia presentada en el Simposio Internacional “El Hombre y el Mito. Dogma y herejía para pensar en Mariátegui”, organizado por la Cátedra José Carlos Mariátegui en conjunto con el Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano (CEPIB-UV), realizado entre los días 25 y 26 de junio de 2025.
[11] Ítalo Calvino, Por qué leer los clásicos, Barcelona, Editora Tusquets, 1993.
[12] J. C. Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007.

*De la Cuadra es Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.,miembro del Consejo Consultivo de la Cátedra José Carlos Mariátegui y Colaborador del Centro latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Gonzalo Rovira Soto es profesor de Filosofía.

Estrategia

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Juan Casassus y la pregunta: ¿Quién formará a los futuros ciudadanos: los humanos o las máquinas?

Por : Luis Felipe de la Vega
Investigador educativo.

El académico y Premio Nacional de Educación 2025 advierte que la inteligencia artificial avanza sin reflexión y llama a recuperar la dimensión humana y emocional de la enseñanza. “La educación debe formar personas, no solo empleados”, afirma.

Esta es una ocasión muy especial, pues tuve el privilegio de sostener una entrevista con el profesor Juan Casassus, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Educación. En el presente, es relativamente normal pensar en la necesidad de que la educación considere la integralidad de lo que somos los seres humanos y reconozca el rol protagónico que tienen las emociones en su formación. Sin embargo, hace pocos años eso no era así. En ese período, Juan Casassus desarrolló un conjunto de propuestas que buscaban relevar estas temáticas, las que no siempre tuvieron una respuesta acorde en su momento por parte de las políticas educativas. Sin embargo, ciertamente, pavimentaron el camino hacia lo que hoy valoramos como importante.

Invitamos al Premio Nacional a responder las preguntas que henos ido realizando en esta serie. Sin embargo, decidimos ampliar los ámbitos de interés de la conversación, para aprovechar de mejor forma la oportunidad de profundizar en algunas de las reflexiones de este personaje clave de la historia reciente de la educación chilena.

-Usted anticipó la necesidad de dar un rol más protagónico a las emociones en el proceso educativo. La pandemia hizo explotar esta necesidad años después, lo que ha hecho que esta temática tenga una mayor visibilidad y abordaje en el presente. A su juicio, ¿cómo se está llevando a cabo ello en el sistema educativo y las escuelas? ¿Ve un avance?

La ley Nº 20.370 [Ley General de Educación] se considera que la finalidad de la educación es la formación integral del ser humano. Un ser humano integral es un ser que tiene cuerpo, emociones y pensamiento. Sin embargo la misma ley crea también la Agencia de Calidad, institución que cuenta con distintas tareas, de las cuales ha sobresalido una: el SIMCE. Sin querer queriendo, la finalidad de educación integral fue reemplazada por la focalización en los resultados del SIMCE, es decir por los logros obtenidos de las disciplinas de lectura, matemáticas y ciencias. Todo el sistema de gestión se volcó hacia subir los puntajes del SIMCE, dejando de lado el resto de los ámbitos formativos.

Ahora bien, la pandemia y la virtualidad dejaron como lección que el sentido de la escuela es aprender en la convivencia presencial: seres humanos encarnados conviviendo con los otros, considerando tanto sus mundos emocionales, como sus pensamientos. A mi juicio, el Ministerio de Educación actual ha comprendido esto, y ha focalizado, desde sus inicios, un programa integral de Reactivación Educativa, que fundamentalmente, es un programa de humanización, con énfasis en lo emocional, la convivencia y los climas de aula. No debería dejar de llamar la atención que la aplicación de este enfoque se correlacione con un aumento en los promedios de los resultados de la Nueva Educación Pública, según el mismo SIMCE.

Como se sabe, yo soy crítico del SIMCE, pero valga lo que valga, este resultado viene a confirmar, lo que fundamentáramos con evidencia empírica hace ya 25 años. Los aprendizajes en lenguaje, matemáticas y ciencias, se sustentan en lo que acontece en el mundo emocional, especialmente, en aquellas y aquellos estudiantes que no tienen el mismo talento que otros. El trabajo de mejorar el aprendizaje de las disciplinas no se puede hacer directamente. Para que ello pueda ocurrir, lo que hay que hacer es focalizar el cuidado del mundo emocional, de la convivencia y los climas. Mi impresión es que la propia Agencia de Calidad ha ido buscando esta perspectiva, introduciendo entre sus orientaciones la investigación sobre lo
socioemocional.

-¿Cómo ve -y qué evaluación hace- del debate actual respecto de qué es lo que requiere nuestro sistema educativo en el corto y mediano plazo? 

-La educación es un tema de muchos niveles y de gran complejidad. Los debates coyunturales actuales se ocupan de temas muy específicos de gestión. Desde mi punto de vista, debatir temas como -por ejemplo. el del financiamiento de la educación superior (FES) y otros- es lo propio de la gestión del sistema educativo. Sin embargo, por necesario que ello sea, este debate coyuntural trata de temas que no cambian mucho la situación de la educación, ni en el corto, ni en el mediano plazo. Llama la atención que las políticas educativas de gobiernos sucesivos hayan dado cuenta de la crisis que se vive, pero no se haya progresado en su abordaje. ¿A qué se debe esto? A mi juicio, se debe a que los problemas de fondo de la educación, como son su finalidad, en qué grupo etario poner el énfasis, su conexión con los rápidos cambios sociales, la emergencia de la inteligencia artificial y la angustiosa situación de las y los jóvenes, no son abordados como se debe.

Para ser más preciso, muchos estudios internacionales hablan de la soledad, de la indiferencia, de la depresión, del estrés, del individualismo o de la perdida de sensibilidad de los jóvenes de hoy (la exitosa serie de Netflix “Adolescencia” toca este tema). De esto debemos preocuparnos, pues los y las estudiantes son los receptores y activadores de la educación. Pese a estos antecedentes, no contamos con un diagnóstico fructífero que oriente la educación chilena. Hace falta una instancia de discusión transdiciplinaria y no partidista de estas cuestiones. Si ello no ocurre, como señaló el historiador Ferdinand Braudel, el debate será “como polillas revoloteando alrededor de la luz”.

-En la misma línea, ¿cómo ve el futuro de la educación en Chile? ¿Qué es lo que más le entusiasma y lo que más le inquieta?

-Siguiendo con lo recién comentado, lo que más me entusiasma para el futuro de la educación, es la centralidad que se le está dando a la emocionalidad en la política educativa, la preocupación por la convivencia y con superar la violencia. Esto es preocuparse por el ser de los jóvenes, que deberán decodificar el mundo, y no transformar la educación en un asunto cuya prioridad sea únicamente conseguir un empleo. No es que el empleo no sea importante, pero no es lo principal.

Por otra parte, lo que más me inquieta es la rapidez con que las tecnologías de la información y la inteligencia artificial están apoderándose de nuestras vidas y, en este marco, la velocidad -y poca reflexión – con que se están proponiendo maneras de insertarlas en la educación. Antes de proponer lo que sea, y, especialmente algo que se realiza con ánimo de hacer un buen negocio, es necesario comprender lo que está ocurriendo en este cambio de época.

-Si usted tuviera que sugerir una cosa a las candidaturas presidenciales para que tengan en consideración en sus eventuales programas de gobierno, ¿qué les recomendaría?

-De alguna manera ya lo he sugerido. Los humanos enseñamos de acuerdo a nuestros valores: nos enseñamos y practicamos cómo convivir con otros: así enfrentamos el mundo en tanto humanos que somos. La maquinas no tienen valores, pero sí tienen su dinámica propia a través de la acumulación de algoritmos. Entonces, la gran pregunta es quién se hará responsable de formar a los futuros ciudadanos: ¿los humanos o las máquinas?

Espero que las propuestas de las candidaturas presidenciales se focalicen en esto de manera global y no de medidas puntuales de corto plazo, para que su orientación vaya en favor de los humanos y que las maquinas sean solo un instrumento… mientras sean controlables.

https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2025/10/12/juan-casassus-y-la-pregunta-quien-formara-a-los-futuros-ciudadanos-los-humanos-o-las-maquinas/

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Ley con sello, pero sin billete: Milei se prepara para promulgar y suspender el financiamiento universitario

El Gobierno nacional avanza con el decreto para promulgar la ley de financiamiento universitario aprobada por el Congreso hace poco más de una semana.

Sin embargo, su aplicación quedará en suspenso: al igual que ocurrió con la norma que declaró la emergencia en discapacidad, el Ejecutivo pedirá al Parlamento que defina de qué partidas saldrán los fondos para cubrir los nuevos gastos.

El pasado 2 de octubre, el Senado rechazó de manera contundente los vetos presidenciales a dos leyes clave: la de Emergencia Pediátrica —conocida como Ley Garrahan— y la de Financiamiento Universitario. Con esta votación, ya son tres los vetos de Javier Milei que no lograron sostenerse en el Congreso.

A pesar de ello, la Casa Rosada prepara la promulgación formal de la norma en los próximos días, aunque sin habilitar los recursos para su ejecución.

Según cálculos de la oposición, la actualización de fondos para las universidades representa un gasto adicional del 0,14 por ciento del PBI (1.059 millones de pesos). El oficialismo, en cambio, eleva esa cifra a más de 1.500 millones de pesos.

El antecedente inmediato es el decreto 681/25 firmado el 22 de septiembre por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que oficializó la ley de discapacidad.

Allí se argumentó que el Congreso había omitido precisar el origen del financiamiento para cubrir los gastos que la norma implicaba.

Ahora el Gobierno insiste con la misma postura: que sea el propio Parlamento, a través de la discusión del Presupuesto 2026, el que establezca cómo se incrementarán los recursos.

En este marco, se descarta reasignar partidas del presupuesto vigente o realizar ajustes retroactivos por inflación.

No obstante, hubo reconocimientos puntuales: la Universidad Nacional de La Plata recibió 4.000 millones de pesos como compensación por el aumento de sus gastos tarifarios.

Mientras tanto, desde la oposición crecen las presiones para que el Ejecutivo cumpla con lo aprobado.

El 6 de octubre, Elisa Carrió envió una carta documento a Francos exigiendo que se reasignen las partidas necesarias para garantizar la aplicación de la Ley de Emergencia del Garrahan, ratificada días antes por el Parlamento.

El Gobierno, sin embargo, se respalda en el artículo 5 de la Ley 24.629, que establece que toda norma que autorice gastos debe prever expresamente su financiamiento.

En caso contrario, su ejecución quedará suspendida hasta que las partidas sean incorporadas al presupuesto nacional. Con ese argumento, el oficialismo transfiere la responsabilidad a la oposición, que consiguió la mayoría agravada para rechazar los vetos presidenciales.

De esta manera, la estrategia oficial busca evitar un conflicto judicial inmediato y trasladar la discusión al debate presupuestario.

Según lo estipulado por la normativa citada, cualquier reconocimiento de derechos derivados de estas leyes solo tendrá eficacia a partir de la sanción de la futura ley de presupuesto en la que se contemplen los recursos necesarios.

https://www.agencianova.com/nota.asp?n=2025_10_12&id=159050&id_tiponota=4

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Estudio revela que muchos niños de educación infantil tienen dificultades de coordinación que los padres no detectan

Las maestras pueden ser clave para identificarlas a tiempo en el aula si se pueden aplicar medidas en los centros educativos para intentar detectar estas dificultades.
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