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Kiribati: “En las islas del Pacífico los niños están para ser vistos, no oídos”

Oceanía/Kiribati/10 Enero 2019/Fuente: El país

Hay pocos lugares tan aislados y dispersos como Kiribati. Este país del Pacífico central, de solo 116.000 habitantes, está compuesto por 33 atolones de coral diseminados en una zona mayor que el subcontinente indio. Kiribati está lejos de casi todo, mecido en verdiazules aguas ecuatoriales, pero incluso aquí llega la violencia contra los niños y niñas. De hecho, los 14 estados insulares del océano Pacífico concentran cuatro de los cinco países con más agresiones contra las mujeres del mundo y una de las mayores tasas de violencia contra la infancia. Allí donde se han recabado datos, siete de cada diez adultos, incluyendo maestros, admiten pegar a los menores con los que conviven.

“Aquí, la violencia contra la infancia es una lacra tremenda, pero escondida”, explica desde Fiyi Sheldon Yett, el representante de Unicef en el Pacífico. “Una de las razones es la percepción de que si te ahorras el palo, malcrías al niño”. En otras palabras, se considera que disciplinarlo utilizando la fuerza o agresiones verbales es necesario para educarlo y para que asimile su puesto en la base de jerarquía social. Las faltas de respeto a padres y profesores en países occidentales suelen atribuirse al poco rigor de los métodos educativos. “A estas normas sociales se suman cuestiones estructurales como la desigualdad y la pobreza; el poco interés de algunos Gobiernos en priorizar la cuestión y la falta de formación e información por parte de las familias,” añade Yett. Otro factor es el estrés parental exacerbado por cuestiones como el desempleo y las catástrofes naturales.

El maltrato y abandono de la infancia le cuesta 209.000 millones de dólares anuales a Asia del este y el Pacífico, el equivalente a un 2% del Producto Interior Bruto (PIB), y su incidencia es 10 veces mayor que la de todas las formas de cáncer juntas. En Vanuatu, se cobra hasta el 4% del presupuesto del país. “Las cifras son importantes para persuadir a los Gobiernos de que adopten medidas”, explica desde Tailandia Rachel Harvey, especialista de protección de la infancia de Unicef en Asia-Pacífico. “Acabar con la violencia no es solo un imperativo moral; si no protegemos a los menores, estamos socavando el desarrollo económico de nuestros países y no alcanzaremos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.

Relaciones tóxicas

Según Harvey, los costes se desprenden de la demanda de servicios sociales y de los problemas de salud física y mental, que impiden una participación plena en la vida económica y social y pueden causar problemas como depresión crónica, consumo de drogas, conductas sexuales de riesgo y suicidio. Además, los supervivientes son más proclives a seguir recibiendo —y propinando— maltratos el resto de su vida y a padecer dolencias cardíacas y diabetes. Buena parte de estos problemas tienen su origen en un fenómeno descrito recientemente por la ciencia.

Atizar constantemente a un niño, ridiculizarlo en público o decirle que no llegará a nada en la vida cada vez que se equivoca les puede parecer poca cosa, pero neurobiólogos como los de la Universidad de Harvard en EE UU sugieren lo contrario. Se ha descubierto que la producción continuada de hormonas del estrés como el cortisol interfieren en el desarrollo del cerebro, alterando la arquitectura y la química neuronal. El daño afecta de por vida la capacidad de la persona de aprender, progresar en el terreno laboral y mantener relaciones estables. “Sobre todo si se produce en los primeros 1.000 días de vida”, señala Harvey.

Estudios en el Pacífico dan cuenta de la magnitud del reto: un 71% de los menores en Fiyi han experimentado violencia física y/o psicológica en su hogar; frente a un 72% en las Islas Salomón, un 78% en Vanuatu y un 81% en Kiribati. “Los niños están para ser vistos, no para ser oídos”, reza un dicho en las Islas Salomón. Hace apenas una década que se recogen datos sobre violencia en la región, por lo que los expertos coinciden en la importancia de seguir recabando más y mejores informaciones sobre el fenómeno y la eficacia de las intervenciones. Pero no es tan sencillo parece.

“Recolectar datos sobre violencia contra la infancia es muy caro y hacerlo en lugares tan remotos como las islas del Pacífico es extremadamente difícil”, explica Yett, de Unicef. Sabe por experiencia que, a menudo, la única forma de acceder a centenares de islas es en barco y a través de aguas embravecidas. “Es difícil llegar allí y saber qué ocurre en las comunidades, que son todas diferentes entre sí. Al contrario de lo que suele pensar la gente, trabajar con poblaciones pequeñas y aisladas es tanto o más complicado que hacerlo con grupos mayores y más concentrados”.

El Pacífico está realizando avances en materia de igualdad de género. Sin embargo, tiene tres de los cinco países del mundo con una mayor proporción de chicos adolescentes que aprueban que un hombre pegue a su esposa. En las Islas Cook, formadas por volcanes subacuáticos cubiertos de corales, una de cada cuatro mujeres considera que “el hombre debe mostrar que él es el jefe”, y una de cada tres víctimas no se lo cuenta a nadie.

Según un informe de Unicef y el Fondo de Población de la ONU, entre un 60% y un 80% de las mujeres en el Pacífico sur sufren violencia física y sexual durante su vida, tanto por parte de sus parejas como de otros hombres. En el archipiélago de Vanuatu, una de cada cuatro mujeres afirma que su primera experiencia sexual fue una violación antes de los 15 años. Para los niños, presenciar violencia en el hogar puede ser tan dañino como sufrirla, y al hacerse mayores tienen más probabilidades de emparejarse con personas que les maltratan y de agredir a sus propios hijos, perpetuando un ciclo de violencia intergeneracional. “La violencia contra las mujeres y contra la infancia van de la mano y deben abordarse de forma conjunta”, apunta Yett.

Esfuerzo colectivo

“La única forma de acabar con la violencia es mediante un esfuerzo colectivo”, afirma el responsable de Unicef en el Pacífico. “Los servicios educativos, de salud y de bienestar social deben arrimar el hombro, y necesitamos leyes adecuadas y medios para hacerlas cumplir, además de enseñar a las familias nuevas formas amorosas y constructivas de educar a los niños,” explica. Por ello, su equipo trabaja con organizaciones a todos los niveles: desde Gobiernos nacionales y locales, hasta escuelas, comunidades religiosas y grupos de la sociedad civil. Sensibilizando, formando, aportando apoyo técnico.

Una de las entidades con las que colabora Unicef es el Grupo de Apoyo a las Víctimas de Samoa (SVSG), una ONG creada en 2005 para acoger a las niñas que han sufrido agresiones y darles oportunidades de formarse y trabajar. “Al principio no fue sencillo porque nadie quería hablar sobre violencia, pero cuando más la escondemos, peor”, señala la presidenta de SVSG Siliniu Lina Chang.

Países de Asia-Pacífico se reunieron este octubre en Camboya para intercambiar experiencias sobre la cuestión, incluyendo el problema emergente del acoso online, y este 2019 se celebrará un foro político de alto nivel en la ONU.

“Tenemos que asegurarnos de que los Gobiernos comprendan la importancia del tema”, afirma Yett. “No es una inversión a la que puedas poner una placa y señalar con el dedo como es el caso de un edificio nuevo. El trabajo con las familias es lento y difícil de mostrar, pero es esencial para el desarrollo de las sociedades, en el Pacífico y en todo el mundo”. La violencia llega lejos, pero el cambio, también.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/11/14/planeta_futuro/1542211827_015390.html

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Why we need to take food education in Australian schools more seriously

Oceania/ Australia/ 07.01.2018/ Source: theconversation.com.

Schools are expected to do a lot of important things. We frequently hear calls for schools to make children job-ready, help drive economic innovation, provide them with greater literacy and numeracy skills, maintain social cohesion and fairness through anti-bullying and gender equity programs, prevent obesity and promote students’ mental health. And much more. So what is happening about food in secondary schools?

The renewal of interest in food issues

In recent years, there has been a renewal of interest in food education, particularly in secondary schools. This is partly encouraged by celebrity chef television shows, the surge in obesity, growing unease about our environmental impacts, and the diverse, multicultural nature of contemporary Australian food. This range of interests is reflected in what is being taught in Australian schools.

The renewed interest is seen among various international innovations. One example is compulsory cooking programs in English and Welsh schools. These programs require students to develop an enjoyable meal repertoire consistent with the UK dietary recommendations, and sustainably source school food.

An associated venture is the Food Teachers’ Centre in London. This provides in-school professional development for food teachers.

How is food education taught in Australian secondary schools?

The current Australian curriculum splits food education into two streams: the health and physical education (HPE) stream and the design and technologies stream. Nutrition principles are taught in the HPE stream and food skills (such as cooking) are taught in the technologies stream. If a school is fortunate enough to have a year 7 or year 8 home economics course, the two streams may be combined in the one course.

The duration of food education courses in secondary schools varies a lot, from none to one or two hours a week, often for a year or less. At senior levels (years 11 and 12) elective subjects are offered in the various states and territories such as Food Technology or the new food studies curriculum in Victoria.

Research with home economics teachers in Queensland and elsewhere in Australia suggests time and resources are often inadequate for teaching the diverse knowledge and skills associated with food.

 


Aspects of food may be taught in science (such as food chemistry) or in humanities (such as cultural foods and environmental issues) or in PE. But most food education happens in home economics, and contrary to many people’s opinions, it is alive and well in many parts of Australia.

Food education takes place in preschools, primary schools and secondary schools, though in different ways and to different degrees. Programs like the kitchen garden scheme have been well received.

Many teachers deal with food, in all its aspects, across the school years. These include activities like growing food in school gardens, cooking it, analysing its nutritional properties and environmental impacts, exploring local farms, shops and food markets, taking part in BBQ or Masterchef style competitions and catering for schools and Fair Food Universities.

Research in secondary food education

growing evidence base, mainly in the US, Canada, western Europe and Australia suggests food literacy and skills education programs lead to greater confidence in performing practical food skills, such as planning and preparing meals, interpreting food labels, basic food safety, food regulations. This, in turn, is associated with healthier dietary choices.

Australian research in this area has grown strongly over the past ten years. It has provided evidence for the establishment of several food literacy frameworks with focuses on food gatekeepers and families as well as broader environmental aspects of food systems.

Understanding how to read food labels can help people make healthier choices. from www.shutterstock.com

Recent research has shown many secondary school food teachers tend to favour practical domestic skills and associated knowledge. They express less interest in broader historic, social, environmental and ethical issues. Food and health professionals remain strongly supportive of food education – especially for acquiring practical skills – as does the general public.

Our recent work has also examined the views of parents and recent school leavers who live independently. Although they hold a broad spectrum of opinions, around two thirds see food education as an important life skills subject. Most think it should be compulsory for between one and three hours per week in each of years 7 to 10. These views contrast sharply with the priorities of most secondary schools.

Current and future challenges

Food education in Australian secondary schools is now facing several challenges. These challenges are related to changes in population health status, changing food patterns, food technologies, food and beverage marketing and environmental impacts.

The fundamental question is: Does it meet the present and future life needs of students and their families? At present, food education tends to be patchy, with some emphasis on students’ acquisition of food preparation skills but lesser coverage of environmental and social issues, marketing practices or family dynamics.


Possible solutions include providing more intensive education about food in university teacher education programs and continuing professional education for food teachers. These teachers also need more adequate timetable allocations and resources.

A comprehensive food education framework from pre-school to senior secondary school is required to prevent repetition and reinforce skills learned in the early years. This has begun in the UK and in the RefreshED program in Western Australia. A more focused curriculum across all years of education is required. This should be accompanied by continuing evaluation of the impact of food education on students, their families and the wider population.

Source of the notice: https://theconversation.com/why-we-need-to-take-food-education-in-australian-schools-more-seriously-106849

 

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Educación emocional: ¿una asignatura escolar pendiente?

Por: Infobae.com.

Matemáticas, lengua, idiomas. Pocos dudan de la necesidad de aprender cada una de las materias que el sistema educativo propone, pero ¿qué pasa con las emociones? ¿Se puede enseñar a manejarlas en las escuelas? ¿Y en casa?

La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso el desarrollo de las «Habilidades para la vida» (life skills) en 1986 y luego, en 1993, elaboró un nuevo documento centrado en la Educación (Life Skills Education in School), en el cual define dichas habilidades como «capacidades para adoptar un comportamiento adaptativo y positivo que permita a los individuos abordar con eficacia las exigencias y desafíos de la vida cotidiana».

Es que los beneficios de implementar estas habilidades son significativos. En España, por ejemplo, el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica (GROP) demostró que los jóvenes con un mayor dominio de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico, mayor capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás, predisposición para superar adversidades y menor probabilidad de implicarse en comportamientos de riesgo -como el consumo de drogas-.

Así y todo, sólo una universidad pública española ofrece, desde 2012, la asignatura Educación Emocional en el grado de Magisterio (la Universidad de La Laguna, en Tenerife).

La necesidad de enseñar el manejo de las emociones es primordial en el actual contexto de cambio de paradigma. «Hoy el acceso a la información no es un problema», expresa Matías Liberati de la ONG Resaca Solidaria, donde se dedican a la inclusión de niños, niñas y adolescentes a través de la enseñanza de estas herramientas.

Y agrega: «Los chicos acceden a la información que necesitan desde su celular o computadora; aplicar la educación emocional es lo que nos permitirá un cambio genuino para la persona, ya que identificando los estados de ánimo de alumnos y docentes se detectan situaciones personales que afectan directa o indirectamente el acceso al conocimiento».

Beneficios sin fronteras
La presencia de la educación emocional en los procesos de enseñanza y de aprendizaje comienza a ser considerada en diferentes latitudes. Actualmente, más de 20 países la aplican en sus colegios; entre ellos Dinamarca, México, Nueva Zelanda y Suiza. En tanto, en nuestro país, la provincia de San Juan plantó bandera y sancionó la Ley Nº 1327-H, donde la incluyeron «como práctica necesaria para el desarrollo integral de los educandos».

Los beneficios de ofrecerles estas herramientas a los niños y niñas desde edades tempranas son múltiples. El licenciado en psicología Lucas Malaisi, presidente de Fundación Educación Emocional, los explica: «La Educación Emocional es una estrategia de promoción de la salud que busca mejorar la calidad de vida de las personas mediante la dinamización de habilidades emocionales y hábitos salutógenos. Se trata de educar desde y para la salud, buscando esparcirla y fortalecerla, cuyas técnicas son de baja complejidad y, por tanto, de fácil y económica implementación. Además, por si fuera poco, al instalarhábitos salutógenos se obtienen resultados sustentables, es decir que perduran en el tiempo. Se trata de tecnologías psicológicas de vanguardia al servicio de la educación y el bien común», explica.

¿Y en casa?

Mientras aguardamos a que esta práctica se expanda y pueda ser adoptada en cada uno de los establecimientos escolares, aplicarla en el hogar es de igual o mayor importancia. ¿Podemos impartir a nuestros hijos la educación emocional? ¡La respuesta es sí!

El psicólogo Alejandro Schujman, especializado en familias y adolescencia, explica que para hacerlo es necesario legitimar las emociones: «Todos tenemos celos, enojos y tristeza. No hay emociones buenas y malas».

Y suma que para poder hacerlo, es necesario educar con el ejemplo: «Los chicos no escuchan todo el tiempo los discursos largos y aburridos que podamos darles, pero no dejan de mirarnos; entonces, la mejor manera de educar las emociones es que un padre o madre o cualquier adulto pueda gestionar de manera saludable las suyas. No digo que no hay que enojarse o entristecerse; por el contrario, tiene que ver con poder transitar cada una de las emociones y aceptarlas», detalla Schujman.

¿Más fácil? Por ejemplo, si ante un reto un hijo o hija le dice a su padre que no lo quiere más, el psicólogo aconseja no reprimir ese sentimiento ni taparlo con la culpa, con frases conocidas del estilo: «¿cómo me decis esto?'» o «¡yo, que doy la vida por vos!».

¿Te suenan? Bueno, la idea es aceptar que en ese momento el niño está atravesado por el enojo y aceptar su sufrimiento porque también es sano enseñarle a sufrir y no, en el afán de querer que sea feliz, eliminar la tristeza o algún otro sentimiento parecido.

Por último, Schujman asegura que el primer paso para que todos podamos educar emocionalmente, sin importar si somos maestras, tías, padres, madres o abuelos, es tener la convicción y ganas de enseñarles a los más pequeños desde los sentimientos. ¿El paso siguiente? Tan sencillo como buscar información, bibliografía, consultar con especialistas y poner atención a estos temas.

Fuente de la reseña: https://www.infobae.com/tendencias/masmariana/2018/12/06/educacion-emocional-una-asignatura-escolar-pendiente/

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Australia: Student protests show Australian education does get some things righ

Oceania/ Australia/ 10.11.2018/ Source: theconversation.com.

Australia’s education system often suffers a barrage of criticism – claims of stagnant or declining NAPLAN results, slippage in international comparisons and rankings, and an irrelevant curriculum, tend to draw the attention of politicians, the media, and the Australian public.

It’s not often we are able to celebrate what’s right in Australia’s education system. But yesterday’s student presence at Parliament house and Friday’s protests where more than 15,OOO Australian students skipped class to demand greater action on climate change should be cause for celebration.


Far from being concerned about an afternoon off school, parents should feel satisfied schools and teachers are doing their job. Participation in these protests meets many of the key goals of our current education system, including students’ capacity to engage in, and strengthen, democracy. Rather than proof of a flawed education system, politically active and engaged students are evidence many aspects of our education system are working well.

Students want action on climate change

Protests called out the federal government’s lack of action on climate change during the protests. Wednesday’s parliament house rally specifically targeted the Adani coal mine project. Students were also seeking an audience with the prime minister to have their concerns heard.

The government’s response to these protests has been, at best, dismissive. Students’ actions have not been recognised as a genuine attempt to engage in robust democratic debate about climate change. Before Friday’s walk-out, Scott Morrison relegated students to the confines of their classrooms, “what we want”, he argued, “is more learning in schools and less activism”.

The students are right: activism is learning. Lukas Coch/AAP

Other members of government have been equally off-hand. Senator James McGrath was more concerned with a spelling error on a single student’s placard than the basis of their grievance. Resources minister Matt Canavan deemed protests as nothing more than a quick ticket “to the dole queue”.

The government’s response is both misinformed and misdirected. Beyond the obvious lack of recognition of political protest as a fundamental pillar of democracy, and means to political change, it also demonstrates a lack of recognition of the goals of Australian schooling, as outlined in our Melbourne Declaration.

The Melbourne Declaration and the role of education

The Melbourne Declaration on Educational Goals for Young Australiansis a document signed by all Australian education ministers which outlines the mandated knowledge, skills and values of schooling for the period 2009-2018. The declaration is a national road map for education and a statement of intent by both federal and state governments, across partisan lines.

The declaration outlines two key goals:

  1. Australian schooling promotes both equity and excellence
  2. all young Australians become: successful learners, confident and creative individuals, and active and informed citizens

It’s the first goal that gathers public attention as excellence and equity, in the form of measurable academic outcomes, dominates public discussion (think NAPLAN, My School, and PISA). More often than not, we’re told it’s here we’re getting things wrong.


In the second goal, the declaration attends to the broad purpose and significance of education. That is, the democratic purpose of education, as an avenue for students’ successful participation in civil society. If events of the last week are anything to go by, our students are all over goal two.

Students at a rally demanding action on climate change in Sydney, Friday, November 30, 2018. Dan Himbrechts/AAP

Sustainability is a stated priority in the Australian curriculum. Beyond understanding sustainable patterns of living and impacts of climate change, students are expected to develop skills to inform and persuade others to take action. Through these protests, relevant sections of the Melbourne Declaration read like a tick-list of student achievement. Students have demonstrated:

  • the ability to think deeply and logically, and obtain and evaluate evidence
  • creativity, innovation, and resourcefulness
  • the ability to to plan activities independently, collaborate, work in teams and communicate ideas
  • enterprise and initiative to use their creative abilities
  • preparation for their roles as community members
  • the ability to embrace opportunities and make rational and informed decisions about their own lives
  • a commitment to participate in Australia’s civic life
  • ability to work for the common good, to sustain and improve natural and social environments
  • their place as responsible global and local citizens.

The Melbourne Declaration is a recognition that education is more than a classroom test and more than measurable results. This is not to suggest the much lauded 3R’s (reading, writing and arithmetic) are not important in education – they are. Rather, it’s an understanding that education and learning is also, and importantly, social, and sometimes immeasurable in nature and practice.


Australian students’ activities over the past week evidence their knowledge and capabilities in an education system valuing both economic and democratic functions of education.

Rather than dismiss students’ actions as ill-informed or misdirected, or deny their capacity to effectively participate in democratic processes, we should recognise their learning and achievements. Let’s celebrate this achievement in Australian education, and encourage their capacity as active and informed citizens within our democracy.

Australian students understand progress happens when individuals join together to demand change. Politicians, take heed.

Source of the notice: http://theconversation.com/student-protests-show-australian-education-does-get-some-things-right-108258

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Infografía: ¿Por qué la educación salva vidas en todo el mundo?

Autor: Redacción / Fuente: HispanTV

 

En la presente infografía los explicamos cómo la vinculación entre la educación y la salud puede salvar vidas de los seres humanos.

Las personas con una mejor educación son mucho menos vulnerables a los riesgos que atañen a la salud, así analiza la plataforma Global PartnershipforEducation, dedicada a fortalecer los sistemas educativos en los países en desarrollo.

Además, indica que los niños no solo deben contar con una buena salud para poder aprender, sino que también deben aprender a estar saludables.

Cuanto más sean educadas las madres, es mucho más probable que tomen decisiones más saludables para ellas y para sus hijos, recalca el organismo.

Fuente:

https://www.hispantv.com/noticias/salud/395158/educacion-salud-salvar-vida-ninos

ove/mahv

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Vietnam y Australia fortalecen la cooperación en educación general

Asia/Vietnam/06 Diciembre 2018/Fuente: Vietnam plus

Las iniciativas para la cooperación Vietnam- Australia en la educación general centraron debates de un seminario organizado aquí por la Comisión Australiana de Comercio e Inversión (Austrade) y el Servicio municipal de Educación y Formación.

Al destacar el potencial de la cooperación bilateral este sector, Karen Lanyon, Cónsula General de Australia en esta ciudad sureña, señaló que su país es uno de los principales destinos para los estudiantes vietnamitas debido a su educación de alta calidad y reconocida a nivel mundial.

Por su parte, Nguyen Van Hieu, jefe adjunto del Servicio municipal de Educación y Formación, destacó los resultados de las actividades del intercambio y cooperación entre los estados australianos y esta metrópolis, incluida la organización de cursos y capacitación para maestros y gerentes de escuelas vietnamitas.

Las autoridades municipales quieren fortalecer la colaboración con Australia en la educación y explotar nuevas posibilidades de cooperación para mejorar la calidad de la enseñanza y programas educativos, desarrollar la capacidad de los estudiantes y acelerar la integración internacional del sector, agregó.

Fuente: https://es.vietnamplus.vn/vietnam-y-australia-fortalecen-la-cooperacion-en-educacion-general/96949.vnp

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Climate change: Australian students skip school for mass protest

Oceania/ Australia/ 04.12.2018/ Source: www.bbc.com.

Thousands of Australian school students have urged greater action on climate change in protests across the country.

The students skipped school on Friday to highlight what they say are inadequate climate policies by the Australian government.

On Monday, Australian PM Scott Morrison rebuked their plans for «activism» during school hours and insisted his government was tackling climate change.

Many students said his remarks had bolstered their resolve to protest.

«We will be the ones suffering the consequences of the decisions they [politicians] make today,» protester Jagveer Singh, 17, told the BBC.

Organisers say they were inspired by Greta Thunberg, a 15-year-old girl in Sweden who has undertaken similar protests.

Australia has committed to reducing its emissions by 26-28% on 2005 levels by 2030, under the Paris climate agreement.

Mr Morrison most recently cited a renewable energy target, a clean energy purchasing fund, and a hydropower project as evidence of Australia’s progress.

He told parliament on Monday: «What we want is more learning in schools and less activism in schools.»

Resources Minister Matt Canavan, meanwhile, angered protesters by saying students would not learn anything from «walking off school and protesting».

«The best thing you learn about going to a protest is how to join the dole [welfare] queue because that’s what your future life will look like,» he told a radio interviewer.

Many students held placards criticising the government, and PM Morrison specifically. «I hate ScoMo [Scott Morrison] more than I hate school,» one said.

Kayna Fichadia (C) of North Sydney Girls" High School holds a placard as thousands of students rally demanding action on climate change from Australian Prime Minister Scott Morrison, in Sydney, Australia, 30 November 2018.Image copyrightEPA

Earlier this week, the UN said Australia and many nations were falling short of their emission commitments.

Australia had made «no improvement» in its climate policy since last year, according to the emissions gap report.

School Strike 4 Climate Action protests have been held in every state capital and 20 regional towns.

The BBC asked several students why they were taking part.

‘Education is our only power’

Milou Albrect (l) and Harriet O'Shea Carre
Image captionMilou Albrect (l) and Harriet O’Shea Carre organised the protest

The idea started with Milou Albrect and Harriet O’Shea Carre, both 14, in the state of Victoria.

«The climate change emergency is something we have been thinking about for a long time,» Harriet said.

«We wrote letters and did different things but they never seemed to make a difference. Really, education, is our only power. By sacrificing that [on Friday], it’s making a big point.»

Milou said: «We want our government to acknowledge publicly that climate change is a crisis. Stop digging coal, stop making new coal mines, switch to renewable energy.»

‘It’s really scary for us’

Jean Hinchcliffe stands with her arms foldedImage copyrightJULIAN MEEHAN
Image captionJean Hinchcliffe, 14, organised a rally in Sydney

Jean Hinchcliffe, 14, saw the idea to protest grow in Victoria and decided to start one in her home city, Sydney.

«I can’t just sit around until I’m old enough to vote,» she said.

«Everyone, all young people, we can see that climate change is a real issue and we’re completely sick of politicians’ inaction.

«It’s really scary for us, to see how it’s going to impact our future,» she said, citing fears about rising sea levels and extreme weather events.

‘It’s been an issue our whole life’

Ruby WalkerImage copyrightRUBY WALKER
Image captionRuby Walker says her generation has grown up thinking about climate change

Ruby Walker, 16, organised a protest in her town of Inverell, about 570km (350 miles) north of Sydney, after seeing others’ plans on Facebook.

She had also been inspired by the activism of high school students in the US during environment and gun control debates, she said.

«I think social media is a big part of it. You’re constantly seeing these issues happening around the world and seeing other students stick up for things you believe in,» she said.

«I feel like Australia is an embarrassment when it comes to climate change.»

Source of the notice: https://www.bbc.com/news/world-australia-46380418

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