Centroamérica/ Guatemala/ 11.10.2017/ Fuente: www.prensalibre.com
Asistir o no a la escuela puede marcar la diferencia entre ser niña o convertirse en madre, así lo reflejan los municipios con más y menos natalidad de niñas y adolescentes.
San Benito, Petén, donde solo 7 de 10 niños terminan la primaria y la deserción escolar de niñas es alta, se registró en el 2010 una tasa de 4 mil 418 embarazos de niñas y adolescentes por cada 10 mil mujeres entre 10 y 17 años.
Al otro extremo está Santa Apolonia, Chimaltenango, que llegó a registrar 6 embarazos por cada 10 mil adolescentes, una de las tasas más bajas fuera del departamento de Guatemala, que por tener más acceso a educación y servicios de salud reporta la tasa de natalidad de niñas y adolescentes más baja del país.
El país tiene una de las tasas de natalidad adolescente más altas de Latinoamérica, solo superada por Haití y Bolivia. Édgar Hidalgo, coordinador de las Encuestas de Salud Materno Infantil, señala que aunque no hay una tendencia al alza, la cifra tampoco ha reducido en la última década.
Hidalgo reconoce que el acceso a la educación tiene incidencia directa en los embarazos de niñas y adolescentes, pues de mil mujeres con primaria completa, 24 son madres, pero la cifra se reduce a 13 cuando las adolescentes logran tener acceso y finalizan sus estudios de nivel básico.
Luchan por cambiar
Una red de protección a la niña y adolescente que trabaja desde hace cinco años podrían ser el motivo por el que Santa Apolonia figura como uno de los municipios con una baja tasa de partos en menores de edad. El municipio también es uno de los más bajos en casos de violencia sexual contra niñas.
La red, coordinada desde el Centro de Salud, involucra a la oficina municipal de niñez y adolescencia, a maestros y al Juzgado de Paz.
En Santa Apolonia, el 80 por ciento es población es indígena y el idioma que predomina es el Kaqchikel. Allí la mitad de estudiantes son mujeres y se superan las cuatro consultas prenatales que el Ministerio de Salud requiere como mínimo para un control adecuado.
Las charlas educativas y talleres sobre educación sexual comienzan con estudiantes de sexto primaria que son incluidos en la estrategia que la red utiliza para prevenir los embarazos tempranos. A los padres de familia se les capacita en reuniones que se programan durante la entrega de calificaciones de sus hijos.
Las visitas a las comunidades son un factor determinante, señala Adela Buc Sirín, encargada de la Dirección Municipal de la Mujer. Ella reconoce que hablar violencia sexual y educar con este enfoque todavía es un reto, pero es necesario.
Lo reconocen
En Petén las autoridades lo tienen claro: falta educación sexual. Más de cuatro mil embarazos de niñas y adolescentes se han registrado durante 2017 en San Benito, lo que lo convierte el lugar donde más violencia sexual contra menores se registra del país.
Heidi Romero Portillo, encargada de la oficina municipal de la mujer reconoce que es la falta de educación sexual uno de los mayores desafíos para detener esta cifra. Conscientes del problema, se impulsan programas de educación, algunos en alianza con universidades, para empoderar a jóvenes y sean estos los que faciliten la información.
La distribución de métodos anticonceptivos en los centros de salud es otra de las estrategias que se apoyan, aunque de acuerdo a la directora del programa municipal Salud y Liderazgo, Helen Leiva, la cifra de niñas madres sigue creciendo.
La región petenera se encuentra entre los cuatro primeros lugares de embarazos de niñas de 10 a 14 años, por lo que se considera el lugar donde más violencia sexual se registra en el país, aunque la mayoría no se denuncian.
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