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Investigación: Alternativas para la evaluación del trabajo académico

Queríamos evaluar y terminamos contando: alternativas para la evaluación del trabajo académico

Investigadores: Angélica Buendía, Susana García Salord, Rocío Grediaga, Monique Landesman, Roberto Rodríguez-Gómez, Norma Rondero, Mario Rueda y Héctor Vera.

Una de las políticas públicas de mayor impacto y continuidad para orientar, regular e incentivar el desempeño del personal académico de tiempo completo en las universidades públicas del país está sustentada en los programas de estímulos a la productividad, los cuales surgieron con el propósito de mejorar la calidad de la educación superior universitaria. El supuesto básico de estas políticas asoció los incentivos económicos con el impulso al personal académico para obtener posgrados, atender las tareas involucradas en la formación docente y participar en los programas institucionales de investigación y difusión.

En los programas de estímulos subyace un efecto de agregación: si la mayor parte de la planta académica de tiempo completo cumple con los requisitos establecidos, el resultado deberá ser la mejoría en la calidad esperada. En esencia, están orientados a premiar, mediante cuotas de sobresueldo, la productividad académica expresada básicamente en el número y la calidad de los productos de investigación, así como la actividad docente, medida por el número de asignaturas, tutorías y tesis dirigidas. Estos programas de estímulos representan, así, una fórmula de pago por méritos.

Aunque los múltiples programas de estímulos coinciden en ciertos rasgos, difieren en aspectos como el monto del sobresueldo asignado, los requisitos a cumplir y los procedimientos de evaluación correspondientes. En su origen, cumplían principalmente una función compensatoria del deterioro salarial ocurrido en la década de los ochenta y su intención era retener en las universidades al personal de mayor calificación. En la actualidad operan como un segundo régimen y tabulador que gobierna la actividad académica en las instituciones. Aunque conservan su carácter voluntario para los profesores e investigadores, es un hecho que por su implicación en el ingreso económico, la mayor parte del personal académico de tiempo completo –a gusto o disgusto– acude a su convocatoria.

Como la asignación de las categorías es por periodos determinados, previa evaluación, , los aspirantes pueden ascender, conservar la categoría, o descender. Esta condición se traduce en una presión continua para enfocar la actividad individual a la acumulación de tareas y productos contemplados en los protocolos y reglas operativas. De esta manera, los estímulos se han consolidado e institucionalizado como rutas de la trayectoria académica y profesional del personal académico generando un orden donde son prioridad el trabajo individual, el enfoque de competitividad de tareas y resultados, la producción documentable, y el uso del tiempo de trabajo en las actividades que acreditan la satisfacción de requisitos.

Se trata de una racionalidad meritocrática que tiende a desplazar a otras lógicas académicas, principalmente aquellas relacionadas con la simple satisfacción de contribuir, desde la vocación, la responsabilidad y el compromiso compartido, a los ejes centrales de la misión universitaria: formar estudiantes, generar bienes de conocimiento y cultura, y participar en su difusión social. La tensión entre ambas racionalidades –académica e instrumental– explica la aparente paradoja entre el éxito de la política asociada con los programas de estímulos (su permanencia, su progresiva extensión en el ámbito de la educación superior pública y su amplia capacidad de convocatoria) y las críticas que diversos actores, como especialistas, responsables de la instrumentación e incluso los propios académicos, han repetido prácticamente desde sus inicios.

Estos programas se desarrollaron a mediados de la década de los ochenta; su origen se fundamentó en el pago por mérito asociado a la evaluación, visto como la única vía para mejorar las deterioradas condiciones de los académicos de carrera —es decir— se dirigen únicamente a un sector de la profesión académica (aproximadamente a un 30 por ciento del total). El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es el programa más visible de estas políticas pero actualmente la mayoría de las instituciones de educación superior cuentan con un programa de este tipo. Además, en paralelo al SNI, la Secretaría de Educación Pública, en colaboración con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), puso en marcha programas basados en fondos extraordinarios concursables para las universidades públicas, que implicaban también procesos de evaluación individual. Este fue el caso del Programa Nacional de Superación del Personal Académico (Supera), el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep, hoy Prodep) y el Programa de Estímulos al Personal Docente.

Efectos del actual sistema de evaluación

Aunque las políticas buscaban instaurar una cultura de la evaluación, lo que los distintos programas de evaluación generaron fue un aparato burocrático dedicado al recuento curricular. Aunque no exento de algunas virtudes, ese resultado no instituyó prácticas que les permitieran a los evaluados contar con guías y retroalimentación para mejorar su quehacer profesional; lejos de ello, los académicos se toparon con pesados aparatos administrativos que los empujaban a producir más, sin que hubiera modelos que especificaran el sentido y los estándares de calidad de sus actividades docentes y de investigación. En resumen, se implementó, un sistema de recompensas para quienes entregaran cierto tipo de productos y no una evaluación que los orientara para ser mejores académicos.

Los programas en curso, más que hacer una evaluación académica, han institucionalizado el recuento curricular pues no cumplen con la función de valorar integralmente el aporte de los resultados a la acumulación de conocimientos, la calidad en la formación de recursos humanos ni la retroalimentan a los evaluados para que los resultados les permitan mejorar su desempeño. Los programas miden lo que se puede medir, no lo que se requiere sistematizar para promover la calidad de las actividades académicas. Es más fácil contar las publicaciones que evaluar los resultados de las labores docentes, por lo que éstas se han menospreciado entre los indicadores, minimizando el esfuerzo que los académicos destinan a ellas. La evaluación actual ha llegado a confundir el indicador con el trabajo que “cuenta”, pero no valora, reconoce o retroalimenta, más bien segmenta y etiqueta desempeños individuales, disociándolos de los objetivos de desarrollo institucional. Esta condición genera, a su vez, que los programas sobrevaloren ciertas actividades sobre otras —por ejemplo, la investigación por encima de la docencia, la difusión de la cultura y la vinculación social— sin analizar los aportes y su calidad en el marco de los campos de conocimiento o institucionales, el tipo de resultados, las tradiciones disciplinarias y la etapa de la trayectoria de los sujetos evaluados.

Por otro lado, los programas actuales, más que instancias que busquen mejorar los resultados de académicos e instituciones, parecen mecanismos de supervisión y control, basados en la desconfianza mutua entre gobierno e instituciones, y entre las instituciones y sus académicos.

Dada la multiplicación de programas, la frecuencia de las evaluaciones, la diversidad de formatos, el tipo de requisitos y el incesante incremento del número de instituciones, programas y académicos a evaluar, los académicos —especialmente los más reconocidos— cuando fungen como evaluadores destinan una parte importante de su tiempo, concentración y energía a procesos rutinarios. De igual forma, los evaluados consumen también una gran cantidad tiempo para cubrir los requisitos y proporcionar las evidencias solicitadas.

La periodicidad y cantidad de los programas de evaluación desalienta los trabajos de investigación de largo plazo, que frecuentemente son desplazados por proyectos de corto alcance. Esto ha conducido a la institucionalización de vicios y simulaciones, promoviendo un productivismo sin impacto organizacional ni disciplinario que se asocia directamente con la búsqueda de recursos económicos adicionales.

La evaluación del trabajo académicoafecta más directamente a una minoría selecta de instituciones y académicos. Los graves problemas de los profesores de tiempo parcial se han atendido poco, porque en general se hace énfasis en la investigación y en la diversidad de actividades y funciones que sólo realizan los académicos de tiempo completo. En la mayoría de las instituciones de educación superior la desatención a la evaluación del trabajo académico de un extenso grupo de profesores de tiempo parcial que sostienen la docencia en un alto porcentaje —sobre todo a nivel de licenciatura— ha ampliado la brecha en las condiciones laborales y los ingresos entre los profesores de tiempo completo y los de tiempo parcial. Además, las repercusiones de los premios, “estrellas” y “medallitas” de los distintos programas son inequitativos y estratifican a los académicos, quienes compiten en desigualdad de condiciones para alcanzar los indicadores, debido a las diferencias en términos contractuales, en contextos formativos y en apoyo institucional.

Resulta igualmente pertinente mencionar dos situaciones económicas vinculadas con las evaluaciones: los salarios y la jubilación. En el primer caso, se ha desatendido la discusión del tema central de los salarios dignos, pretendiendo que con la incorporación de remuneraciones no salariales se resuelve el problema de recuperar los ingresos y se logra estabilidad para garantizar la autonomía necesaria para producir conocimiento y formar los recursos que se requieren para el desarrollo social. Al no encarar la discusión en los salarios base, se desvía la atención hacia medidas parciales en vez de concentrarse en la búsqueda de mejores condiciones de trabajo para los miembros de la profesión académica. Por otra parte, los programas de recompensas han contribuido a obstaculizar el retiro de los académicos. Esto en la medida en que los estímulos representan un alto porcentaje del ingreso, pero no repercuten en el monto de la jubilación ni en otras prestaciones. La planta académica ha envejecido, lo que, sumado a las restricciones presupuestales para la creación de nuevas plazas, dificulta la renovación de la planta académica y propicia el desempleo de los egresados de los programas de posgrado, que por su expansión son un número cada vez mayor. Por consiguiente, los procedimientos de evaluación en curso han afectado el relevo generacional.

Una propuesta para transformar la evaluación del trabajo académico

Podemos afirmar que las evaluaciones que hoy se realizan en el marco de los diferentes programas de incentivos no cumplen con varios de los requisitos esenciales en cualquier proceso de evaluación académica:

– que la evaluación tenga la finalidad de promover el desarrollo de los evaluados y no la de premiar o castigar;

– que los evaluadores emitan recomendaciones que aporten a mejorar los resultados y a propiciar la confluencia entre los objetivos de las trayectorias personales y las metas de las instituciones en que se participa;

– que los criterios de evaluación respondan a las particularidades de lo que se evalúa y que consideren las múltiples dimensiones del trabajo académico;

– que las reglas y los procedimientos sean explícitos y claros para todos los participantes (por ejemplo, las reglas para subir o bajar de nivel en un programa de estímulos o escalafón);

– que los resultados sean transparentes;

– que existan recursos de revisión.

Nuestra propuesta para mejorar las evaluaciones del trabajo académico es establecer a la evaluación como una estrategia institucional de valoración sistemática del trabajo global que realiza cada académico en pro del cumplimiento de los objetivos institucionales y del desarrollo del conocimiento en su campo de especialización. Se trata de abrirle paso a la función diagnóstica y formativa, propia de la evaluación académica, cuyo propósito central es la mejora sistemática de los procesos de trabajo, la superación continua de las personas, los grupos y las instituciones encargadas de llevarlos a cabo.

Para esto proponemos reemplazar el recuento curricular por una evaluación académica concebida como una evaluación diagnóstica, no centrada exclusivamente en los productos sino en el análisis integral de los procesos de trabajo, con la intención de identificar: los objetos de trabajo y los propósitos que cada académico se planteó; los retos y las dificultades que encontró y las formas de resolverlos; los recursos de que dispuso y el tiempo que invirtió; los avances y aportes que logró en distintos ámbitos; los puntos vulnerables y los pendientes que restan por encarar; los intereses y preocupaciones que surgieron y pretende trabajar y sus necesidades de superación académica.

La evaluación diagnóstica será una evaluación formativa en la medida en que se lleve a cabo como un ejercicio de reflexión colegiada, de retroalimentación y de intercambio informado entre colegas que asumen el papel de interlocutores y no de jueces. Y, ciertamente, dicho potencial será una realidad en la medida en que el proceso de evaluación cuente con la participación activa y comprometida de evaluados y evaluadores.

Proponemos, pues, propiciar el tránsito hacia la evaluación diagnóstica y formativa. Se pueden introducir cambios significativos en la medida en que el recuento curricular periódico de los productos se inscriba en la evaluación y autoevaluación de los procesos, entendidas como apreciaciones integrales del trabajo en las que se toma en cuenta el proyecto institucional, las condiciones objetivas en las que se realiza el trabajo, el tipo de nombramiento de cada académico, la disciplina de referencia, el momento de la trayectoria individual, la edad y el género.

Este tipo de evaluación tendría lugar en los grupos, equipos o unidades de adscripción más próximos, donde el académico realiza su trabajo cotidiano. Sus instrumentos serían el plan de trabajo y el informe de actividades anuales, y todo el proceso de evaluación estaría a cargo de los mismos involucrados. Los resultados de la evaluación se presentarían en el cuerpo colegiado de la institución encargado de dictaminar los planes e informes anuales de todos los académicos.

Para realizar una valoración integral de los expedientes proponemos que –al margen de que se trate de un programa de incentivos, de becas o de una evaluación colegiada del trabajo individual, en el interior de un grupo o de un equipo– el resultado de la evaluación sea una apreciación global del trabajo de cada académico, en la que consten en breve dos cuestiones: 1) un balance general que valore la calidad del trabajo realizado en función de la trayectoria del académico, las condiciones institucionales y personales de trabajo, apoyado en los productos reportados; 2) sugerencias que, a modo de retroalimentación, le permitan al académico hacer los ajustes necesarios para reorientar su plan de trabajo hacia el logro de un mejor desempeño.

De la misma manera, independientemente de la modalidad de evaluación de que se trate, siempre deberá garantizarse el derecho al recurso de revisión y a solicitar, según el caso, una nueva evaluación a cargo de evaluadores distintos de los que emitieron el primer resultado.

Cabe mencionar aquí otra ausencia notoria en las modalidades de evaluación vigentes: la evaluación de la evaluación, que incluya tanto el trabajo de los evaluadores como el funcionamiento y resultados de la aplicación de los programas mismos. Para ello, es conveniente establecer criterios y procedimientos claros. Se podrían tomar en cuenta, entre otras cosas, las horas que requiere; la cantidad de expedientes a cargo de cada evaluador; la dinámica de trabajo de las comisiones dictaminadoras; el tipo de dificultades más frecuentes; los índices de aprobación y rechazo; el contenido y el número de las solicitudes de revisión; las valoraciones de los académicos sobre el proceso y el grado de avance en los objetivos planteados. A partir de esto se harían los ajustes que se consideren necesarios para las siguientes evaluaciones.

Dada la gran cantidad de expedientes que típicamente hay que atender, haría falta estimar con mayor seriedad el número necesario de evaluadores en función del tiempo real que exige la evaluación rigurosa de cada expediente. No es recomendable recargar a los evaluadores con un número excesivo de expedientes, como sucede en la actualidad. Es deseable que los evaluadores sean elegidos por los profesores de las unidades académicas de una lista de sus pares, y que éstos no sean las autoridades de la institución. Finalmente, cabe recordar que el nivel alcanzado en los programas de estímulos —sean del SNI o de algún otro—, no representa un criterio que garantice ser un(a) buen(a) evaluador(a).

Conclusión

Cualquier intento por mejorar sustancialmente los procesos de evaluación del trabajo académico tendrá que afrontar el problema medular de que hoy la evaluación está unida a la administración de los ingresos económicos de los académicos en forma de estímulos y sobresueldos. Esto hace que sea urgente poner sobre la mesa de discusión la necesidad de un salario base digno y suficiente para todos los académicos.

La presente propuesta representa un acercamiento para atender las limitaciones y los efectos de los actuales programas de estímulos y pretende ofrecer a las instituciones de educación superior un nuevo horizonte de referencia para la transformación de la evaluación de sus académicos. Se trata de transitar del recuento curricular a la evaluación diagnóstica y formativa, introduciendo nuevos fundamentos y criterios en los programas vigentes. Las virtudes de nuestra propuesta son la construcción de un sistema real de evaluación que sea equitativo y transparente, que fomente la participación de los académicos en el proceso, que esté articulado a un proyecto institucional, que permita mejorar la calidad de las prácticas académicas y que respete la heterogeneidad de las instituciones, sus posibilidades reales de cambio, la diversidad de disciplinas y trayectorias. También pretende simplificar la maquinaria burocrática que participa en las evaluaciones, evitar las contradicciones entre los distintos mecanismos vigentes, contribuir a la autonomía de las instituciones y reducir el costo en trabajo y dinero de los procesos. Nuestro objetivo, en última instancia, es presentar sugerencias, criterios y cuestiones de carácter operativo para avanzar en la implementación de la propuesta general, que cada institución adaptaría a sus características específicas.

Angélica Buendía es profesora investigadora del Departamento de Producción Económica de la UAM-Xochimilco.

Susana García Salord es investigadora del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas de la UNAM.

Rocío Grediaga es profesora investigadora del Departamento de Sociología de la UAM-Atzcapotzalco.

Monique Landesman es profesora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.

Roberto Rodríguez-Gómez es investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Norma Rondero es profesora investigadora del Departamento de Sociología de la UAM-Atzcapotzalco.

Mario Rueda es investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM.

Héctor Vera es investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM.


1 El presente documento nació con el interés de propiciar una discusión colectiva para mejorar los sistemas de evaluación del trabajo académico en las instituciones de educación superior en México. Nuestra intención es que las ideas aquí vertidas circulen y se debatan entre el mayor número posible de académicos. Este texto es una versión resumida de un escrito más extenso que puede consultarse aquí. Además nos interesa escuchar los comentarios y reacciones de todos los interesados en este tema.

Fuente reseña de investigación: http://educacion.nexos.com.mx/?p=588

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España: El tamaño de las aulas importa: más alumnos, más burocracia y menos tiempo para aprender

Europa, España, 19 de agosto de 2017.  Fuente: http://www.eldiario.es. Autor: Daniel Sánchez Caballero.

Las clases masificadas provocan que el profesorado pierda tiempo en imponer orden, perjudican a los estudiantes más desfavorecidos y dificultan la individualización de la enseñanza. La situación ha empeorado en los últimos años como consecuencia de los recortes porque el descenso de profesores ha conllevado la subida de alumnos.

Apenas se habla de ello, pero es de lo que más afecta al día a día en clase. Cuántos alumnos hay metidos en un aula o con cuántas personas tiene que lidiar un profesor cada hora. Aunque es la parte más visible de esta variable cuantitativa, no es la única. Hay otras, menos evidentes, pero también importantes: cuántos exámenes debe corregir el maestro de cada tacada o con cuántas familias tiene que relacionarse en cada curso. Las ratios condicionan hasta dónde se puede individualizar la atención a los alumnos.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha puesto sobre la mesa la cuestión de las ratios, en general por encima de los límites recomendables, durante su campaña electoral. Prometió que las reduciría a 12 alumnos por clase en Primaria de un curso para otro. Su ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, anunció a principios de julio que en una primera fase se realizará en 2.500 clases de colegios de zonas desfavorecidas. La tarea será ardua. En Francia, según datos de la OCDE, las ratios en Primaria están actualmente en 23 alumnos por clase.

En España la situación no está mucho mejor. En Primaria hay 22 alumnos por clase —de media—, mientras en Secundaria la cifra sube hasta los 25. Con estos datos, nuestro país se ubica en la posición número 12 de los 33 países que analiza la OCDE, por encima tanto de la media de estos países como de la media de la Unión Europea de los 21 –países que forman parte de la UE y de la OCDE– , que se sitúa respectivamente en 21 y 20 en Primaria y 23 y 21 en Secundaria.

España se coloca justo por detrás de EEUU y por delante, precisamente, de Francia. China lidera la clasificación por países, con 50 alumnos de media en Secundaria y casi 40 en Primaria, y Letonia la cierra con 15 y 16, respectivamente.

Las ratios de alumno por aula en Europa.
Las ratios de alumno por aula.

Hasta 40 alumnos por clase

Los datos de España hay que cogerlos con cuidado. Son medias y, en muchas ocasiones, se nutren de dos extremos: las grandes ciudades suelen tener muchos más alumnos por aula que los entornos rurales o de pequeñas poblaciones. En las grandes capitales puede llegar a haber hasta 40 alumnos en cada clase en los últimos años de bachillerato.

La situación solo ha empeorado en los últimos años como consecuencia de las decisiones adoptadas por la crisis. El descenso del número de profesores ha conllevado automáticamente la subida de los alumnos por clase, como constató CCOO en un reciente informe. Así, en el periodo entre el curso 2008-2009 y el 2015-16 cada aula de un centro público acoge a un alumno más en Primaria y a uno y medio en Secundaria. En regiones como Madrid  la masificación en las aulas ha llegado a la justicia (la expresidenta, Esperanza Aguirre, permitió subir las ratios un 20% de manera coyuntural, pero nunca se bajaron) y en otras como Cantabria están en máximos europeos.

Con Cifuentes, la Comunidad de Madrid mantiene a más alumnos de los que marca la ley porque apela a un decreto que permitía subir el número ante la reducción de plantilla. Sin embargo, se quedó sin efecto después de que el Gobierno anunciara una tasa de reposición del profesorado del 100%. Así las cosas, el limite legal de ratios marca un máximo de  25 alumnos en Infantil y Primaria; 30 en Secundaria y 35 en Bachillerato.

El tamaño de las aulas importa, explican los expertos. Y no solo en el rendimiento de los alumnos, también en el discurrir de la propia clase o en el gasto educativo. Aunque no hay excesiva literatura específica al respecto, Blanquer sí aludió a «estudios realizados en Francia y en el extranjero» para avalar la propuesta francesa de reducir las ratios.

La OCDE, en su Panorama de la Educación, explica tímidamente que «las clases más pequeñas pueden beneficiar a grupos de estudiantes concretos, como los que proceden de entornos desfavorecidos».

La importancia de la atención individual

Los profesores que están cada día en las aulas confirman estas impresiones y van más allá. «El número de alumnos es una de las cosas más importantes», asegura una profesora de Primaria. «Es la manera de conseguir una atención lo más individualizada posible para cada estudiante. Para mí, en un mundo ideal el máximo razonable son 18-20 y el óptimo, 14-15. Si tienes divididos a los alumnos en grupos de rendimiento (no una división física, está en tu cabeza), puedes centrarte en el que tiene un menor desempeño y el otro trabajará solo. Con tres grupos ya no vas a llegar a todos», explica. Y si en la clase hay alumnos con necesidades educativas especiales, la aseveración anterior redobla su validez e importancia.

Más allá de esto, señala la OCDE, «un mayor tamaño de las clases parece estar asociado a un porcentaje más elevado de estudiantes con problemas de comportamientos y con la necesidad de dedicar más tiempo a mantener el orden, en vez de a la enseñanza y al aprendizaje».

Los datos de la OCDE muestran que en los países con menos alumnos en cada clase (Letonia o Estonia, con casi 15 alumnos), los profesores dedican casi el 85% del tiempo a la enseñanza y el aprendizaje, mientras que en los que más tienen (clases que rondan las 35 personas), este porcentaje cae por debajo del 75%. La media de la OCDE no llega al 80%. En una clara correlación, en los países con las aulas más masificadas el 15% del tiempo se va en mantener el orden en clase, mientras que los que menos alumnos tienen no llegan al 10% de los minutos invertidos en esta tarea.

Además, como recuerda otra maestra, no solo se trata de las horas de clase en sí. Más alumnos significa más exámenes que corregir y, sobre todo, más familias que atender durante el curso. De nuevo, más tiempo dedicado a la burocracia y restado a las tareas puramente académicas que limita esa individualización de la enseñanza a la que apuntan los expertos como el camino a seguir.

En Francia, pionera en la reducción masiva de ratios si mantiene la promesa, tienen tarea por delante. Tanta, que los sindicatos del país creen que no lo van a lograr. Reducir el número de alumnos por aula requiere más clases físicas y más profesores. La parte de los maestros más o menos se puede acometer, es cuestión de dinero. Más dificultades presenta la de las aulas. De momento, como solución temporal, los directores se plantean separar las clases que ya tienen por la mitad con algún recurso coyuntural (una cortina, un muro) o utilizar las aulas informáticas.

Fuente reseña: http://www.eldiario.es/sociedad/importancia-tener-pocos-alumnos-clase_0_670883145.html

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OEI: Aprendizaje entre pares en Iberoamérica para el ODS4 de la Agenda 2030

19 de agosto de 2017.  Fuente y autor: OEI.

El aprendizaje entre pares viene siendo en los últimos años una fórmula muy revalorizada, especialmente en la creación de políticas públicas. Este método, basado en el trabajo conjunto entre dos profesionales de la misma área,  es de gran utilidad entre las organizaciones internacionales y sus miembros, donde el intercambio de buenas prácticas es fundamental para aprender de las experiencias mutuas y enriquecer sus futuras acciones.

El campo de la educación es uno de los que más ha puesto en práctica el aprendizaje entre pares, con el fin de obtener mejores resultados en las reformas educativas que se llevan a cabo. En este sentido, el método del aprendizaje entre pares está siendo especialmente útil en la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS), que vela por garantizar una educación de calidad.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son 17 metas que nacen en 2015 para sustituir a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), con una Agenda para 2030 mucho más ampliada en cuanto a medioambiente, sostenibilidad, paz o desigualdades económicas.

El cuarto ODS busca “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. En relación con él, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicó el informe ‘Reforzar el aprendizaje entre pares de las políticas educativas para el ODS 4: el papel de las organizaciones regionales’.

En este documento se pone en valor la capacidad de los organismos regionales para recabar información sobre las políticas que llevan a cabo sus estados miembros. De esta forma, se convierten en foros donde poner en común buenas prácticas, promoviendo la consecución del Objetivo 4.

El informe, divido en las distintas áreas geográficas de acción, destaca la labor de la Organización de Estados Iberoamericanos en América Latina y el Caribe, como uno de los actores más trascendentales en el intercambio de medidas educativas. La UNESCO señala especialmente la iniciativa de la OEI Metas Educativas 2021: ‘La Educación que queremos para la generación de los Bicentenarios’.

El proyecto Metas 2021 se compone de 11 objetivos relacionados con la consecución de una educación universal, de calidad y con fututo en Iberoamérica. Los 23 países miembros de la OEI firmaron esta agenda en la XX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y De Gobierno de Mar de Plata, Argentina en  2010.

El Instituto de Evaluación y Seguimiento de las Metas Educativas 2021 (IESME) nació paralelo a la aprobación del proyecto, como el organismo encargado de vigilar la evolución en el alcance de los 11 objetivos marcados. Para llevar a cabo esta tarea, IESME publica cada año el Informe ‘Miradas’, en el que se recogen los avances realizados según los datos aportados por las Oficinas Nacionales de la OEI.

Cada dos años, ‘Miradas’ versa de un tema específico en materia de educación que sea de singular interés para la región iberoamericana. Estos informes están basados en el aprendizaje entre pares, pues para su elaboración se comparte información práctica entre profesionales del campo a tratar.

Hasta el momento, los temas en los que ‘Miradas’ ha centrado su enfoque han sido ‘El desarrollo profesional docente y mejora de la educación’ en 2013, ‘La educación de los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes’ en 2015 y ‘El desarrollo profesional y el liderazgo de los directores de escuelas’ de este año 2017.

Fuente reseñas: http://www.oei.es/Educacion/Noticia/la-labor-de-la-oei-en-la-aplicacion-del-aprendizaje-entre-pares-en

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Libro: Cómo publicar en revistas científicas en Inglés: prácticas, caminos y potencialidades

Cada vez con más frecuencia la mayoría de las universidades de todo el mundo requieren que sus investigadores publiquen en revistas internacionales en inglés . Esta tendencia creciente plantea múltiples cuestiones interrelacionadas, que este volumen pretende abordar a través de las perspectivas de un grupo de investigadores y profesionales que se reunieron en Coimbra, Portugal en 2015 en las conferencias PRISEAL y MET.

El volumen ofrece una cobertura global, con capítulos centrados en áreas geo-sociales muy diferentes, y disciplinas que abarcan, desde las humanidades hasta las ciencias puras. El libro es de interés para los lingüistas aplicados, particularmente aquellos que trabajan en el área de Inglés con propósitos de publicación de investigación, y para los profesionales del lenguaje que trabajan en el apoyo de escritura de investigación, supervisión de investigación y publicación académica, así como editores y directores de revistas.

Publishing Research in English as an Additional Language: Practices, Pathways and Potentials, . [e-Book]  Adelaide: University of Adelaide Press 2017

Descargar aquí texto completo:

Libro Publicar en Inglés

Fuente documento: https://universoabierto.org/2017/08/14/como-publicar-informacion-cientifica-en-ingles-practicas-caminos-y-potenciales

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¡Luces, cámara y educación!: Hacia la superación de la violencia y discriminación por orientación sexual e identidad de género en la escuela

América del Sur/Bolivia, 19 de agosto de 2019.  Fuente y Autor: CLADE

La Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación, en alianza con la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe y la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación, invita al festival audiovisual “¡Luces, cámara y educación!”.

El Festival tendrá lugar los días 7 y 8 de diciembre de 2017 en La Paz, Bolivia, y exhibirá audiovisuales sobre el tema “Hacia la superación de la violencia y discriminación por orientación sexual e identidad de género en la escuela”.

Con la iniciativa, se quiere sensibilizar a las autoridades y tomadores/as de decisiones, así como a los y las estudiantes, docentes y la ciudadanía en general, sobre la importancia de garantizarse plenamente el derecho a la educación de las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (LGBTI) y de promover la escuela como un espacio de realización de todos los derechos humanos.

Asimismo, se pretende crear canales de participación y diálogo, virtuales y presenciales, para los y las jóvenes y adolescentes latinoamericanos/as y caribeños/as, por los cuales puedan expresar sus miradas sobre los derechos a la orientación sexual e identidad de género en el contexto escolar.

Los videos inscriptos que atiendan al reglamento serán exhibidos en la página web del Festival, cuyo enlace también se divulgará en los sitios web de las organizaciones aliadas de la iniciativa. A su vez, un consejo curador elegirá las producciones que se presentarán durante el Festival en La Paz, y asimismo seleccionará cuatro videos que se premiarán con el viaje de una/o representante del equipo realizador de cada película para participar en el evento en Bolivia. La muestra incluirá tanto videos producidos especialmente por ocasión del Festival, como aquellos ya existentes.

Para saber más sobre el Festival y cómo inscribirse, acceda a la página: www.lucescamarayeducacion.org.

¡Le invitamos a participar en esta iniciativa y divulgarla!

Fuente de la reseña: http://v2.campanaderechoeducacion.org/es/noticias/785-2017-08-11-20-27-56.html

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Venezuela: Revista Volver Ayacucho 2° edición del Movimiento Pedagógico Revolucionario

América del Sur/Venezuela/Agosto del 2017/Reseña Revista/

 

El Movimiento Pedagógico Revolucionario se complace en presentar la segunda edición de su revista Volver Ayacucho inspirada en la batalla de la gesta independentista que aseguro el proceso libertador de nuestramerica, asumiendo la unión de los pueblo decididos a ser libres concepción de la Patria Grande.

En nuestra revista continuaremos con las reflexiones de nuestras practicas como movimiento de colectivos , de redes y organizaciones , guiadas por los fundamentos y principios de las corrientes historicas, que son parte de nuestros objetivos programaticos en construcción permanente:

I.- Volver a nuestras raíces indoafroamericana, construyendo el socialismo sobre las bases ideológicas de la corriente histórico – social: bolivarianismo revolucionario, marxismo crítico inspirado en Mariátegui, teología de la liberación camilista, resistencia indígena, cimarronismo afrodescendiente.

II.-Elaborar con esos presupuestos de la corriente histórica, un programa de lucha contra la explotación del trabajo, la opresión política y el dominio cultural”

Tambien asumiremos en esta perspectiva de Volver Ayacucho la intergración de los pueblos de nuestramerica y por ello, participaran compañeros y compañeras de toda la región realizando sus aportes y debates, en la lucha por la defensa de la escuela Pública, en el desarrollo de la pedagógia propia nuestroamericana, todo en marco de las construcción del Movimiento Pedagógico Latinoamericano.

Ponemos a disposición esta tribuna como un espacio de dialogo permanente con otras organizaciones de base, movimientos pedagógicos, movimientos sociales que se vicnculen con los principios de lucha revolucionaria.

Un mundo mejor es posible y juntos y juntas lo podemos hacer

Estamos convencido que los movimientos sociales son una fuente inagotable de ideas y esperanzas, por ello seguiremos con nuestra consigna:

SOMOS CONSTRUCTORES DE SUEÑOS, PROFESIONALES DE LA ESPERANZA

Descarga Aquí: 

file:///C:/Users/Administrador/Downloads/Volver_DEFIN%20(1).pdf

Fuente:
Enviado por el autor a OVE.

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/CbxJ1aizi0XjDt-yejTs1Mkn6RghtvEXC-qy-0FJwzJKjo5arGcdMbDc4W_gMI2fWgl6eA=s85

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Revista de Educación Social, número 25: Los retos de la educación social en tiempos de globalización

Por Revista de Educación Social

Como dicen unos de los autores que colaboran en este número, la globalización ha conseguido generalizar todo menos la distribución de la riqueza y la dignidad.

Si la Educación Social es un derecho (y una oferta de derechos y de dignidad) para las personas con la que interaccionamos, la transcendencia de la globalización en nuestro quehacer deviene incontestable.

Vivir la certeza de la incertidumbre, como decía Paulo Freire, y hacerlo desde el oficio de artesano y con respeto, como nos recuerda Richard Sennet, impone una doble exigencia: la de entender que los Derechos de las personas son el punto de partida de nuestro hacer (no un punto de llegada) y la de no generar con nuestras acciones, a veces involuntarias y no conscientes porque están inmersas en las dinámicas institucionales, categorías de nuevos grupos de personas, nombrándolas con adjetivos que categorizan y estigmatizan.

Tener presente que actuamos en unos de los ámbitos más sensibles (con personas) y, la mayor parte de las veces, desde encargos de control poblacional (Castel), interpelarnos sobre nuestras prácticas, desde la reflexión crítica y colectiva, como decía Toni Julià, es más necesario que nunca en este mundo global. Un mundo nuevo que necesita nuevas miradas y la revisión de lo que creíamos “certero”. Miradas que han de venir de todos los acercamientos y, quizás, en muchos de los casos desde lecturas realizadas desde lo local.

Los contenidos de esta Revista de Educación Social, número 25.

Como casi siempre, os presentamos un número potente (del que nosotros nos sentimos orgullosos), preñado de lecturas que esperamos sirvan para estimular vuestra reflexión y vuestra acción práctica. Como podréis comprobar en las diferentes colaboraciones (surgidas tanto desde vuestras aportaciones espontáneas como de la respuesta positiva a nuestras demandas, respuestas que desde aquí reconocemos y agradecemos), nos acercan diferentes miradas, a veces en clave de dilema o pregunta, a veces desde la reflexión sobre experiencias, a veces desde la revisión conceptual y el análisis sociopolítico o la propuesta.

Hemos organizado los contenidos bajo tres epígrafes:

  • Aportaciones: donde hemos recogido revisiones que nos han de servir para ubicar nuestras respuestas teóricas y prácticas, realizadas desde miradas pedagógicas (en algún caso casi enciclopédicas, que nos recuerdan dónde estamos, de dónde venimos y a dónde podemos ir, desde nuestras decisiones), sociopolíticas (Freire nos recordaba que educar es un acto político), comunitarias, territoriales, etc.
  • Ámbitos: que nos acercan las concreciones de los global en diferentes campos de nuestra acción tales como la Justicia Juvenil, la Educación para el desarrollo, la Educación ambiental, la acción con personas inmigradas, el enfoque intergeneracional, etc.
  • Panorama internacional: donde hemos recogido algunas pinceladas de cómo se realiza está mirada desde otras atalayas y lugares.

Y todo ello complementado desde de la sección miscelánea con temas relacionados con la salud mental, la medicalización, la educación social y la escuela, la justicia juvenil, la necesidad de reflexión histórica, el ejercicio de decidir, la calidad de los servicios de atención a la infancia, etc.

Para acabar, recordaros que de momento sólo tenemos definido el tema del próximo número de RES, Revista de Educación Social:

  • El número 26, enero del 2018, estará dedicado a: Educación Social y Trabajo Social, un encuentro necesario.

Esperamos vuestras colaboraciones para seguir ofreciendo ideas, pensamientos, experiencias, que ayuden a la reflexión sobre nuestra acción socioeducativa, en este caso en un tema delicado y hasta polémico, pero necesario.

Descargar ka revista en: http://www.eduso.net/res/admin/archivo/docdow.php?id=1094

Fuente: http://www.eduso.net/res/25/articulo/presentacion

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