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6 plataformas esenciales para amantes del conocimiento

Internet es en la actualidad una de las fuentes de información más grandes que existe. En solo un minuto, en Google se realizan más de 2 millones de búsquedas sobre diversos contenidos. Se maneja una gran cantidad de datos e informacióndiariamente, pero no toda ella es igual de útil, por lo cual es importante saber qué sitios son los que ofrecen mejores contenidos sobre ciertas temáticas.

Hay muchas plataformas y sitios web que se han especializado en recopilar información interesante para todas las personas curiosas y amantes del conocimiento, que gustan de estar informadas y aprender algo nuevo todos los días. Si eres una de estas personas, a continuación te compartimos un listado con 6 sitios web imperdibles donde podrás encontrar información de actualidad relevante, charlas de profesionales, cursos online y mucho más.

Miríada X: es uno de los mejores sitios dedicado a cursos online, que apuesta por el conocimiento abierto en Iberoamérica. Es una excelente herramienta para quienes gustan formarse constantemente y adquirir nuevos conocimientos para convertirse en profesionales destacados.

Sophia Digital: si te interesan la tecnología, esta página es para ti. En ella podrás encontrar numerosos artículos sobre diferentes temas enfocados al área profesional, que te permitirán desarrollar diferentes habilidades y aptitudes.

MIT Open Course Ware: esta es una plataforma del MIT, una de las universidades más destacadas del mundo. Este sitio posee diversos ensayos, charlas dictadas por académicos referentes a nivel mundial y numerosos cursos por parte de la institución.

Free Rice: esta página web no solo sirve para aprender, sino que también permite ayudar a una buena causa. Aquí podrás elegir diferentes áreas del conocimiento en la que se te desplegarán preguntas y por cada respuesta correcta se donan 10 granos de arroz mediante el Programa Mundial de Alimentos para la lucha contra el hambre.

TED: las charlas que contiene este sitio sirven para aprender sobre disciplinas del conocimiento y también sobre distintas esferas de la realidad. Son una gran herramienta para todos los amantes del saber, que disfrutan aprender una nueva lección cada día, sin importar el tema.

Lumosity: puedes poner a prueba tu cerebro a través de este increíble sitio web. Solo necesitas registrarte y crear un usuario para comenzar a entrenar tu mente con diferentes ejercicios y preguntas que se te plantearán. La plataforma te permite crear un programa personalizado, para que puedas desarrollar las capacidades que consideres necesarias.

Tomado de: http://noticias.universia.net.mx/cultura/noticia/2016/05/27/1140194/6-plataformas-esenciales-amantes-conocimiento.html

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Radicalmente abierto

Por Sebastián Vallejo

Hay un problema con el conocimiento, y es un problema de acceso. Vivimos en una época donde la gran mayoría del conocimiento se produce en las universidades a través de la investigación de sus profesores, quienes publican en revistas académicas. Luego las universidades pagan a los editores de esas revistas un estimado global de $ 10 mil millones anuales para tener acceso.

Los editores han reportado ganancias del 40%, convirtiéndola en una industria casi tan lucrativa que debería ser ilegal. Los costos por mantener a las revistas varían entre $ 200 y $ 800 millones, dependiendo del año. Para lograr esto, bajos costos y altos ingresos, ningún investigador es pagado por publicar en una revista académica (lo cual es una práctica común) y los precios por tener acceso a estas revistas es exorbitante. Tan alto es el precio que hay veces en que los propios investigadores no tienen acceso a sus artículos.

“Es escandaloso e inaceptable que se provea artículos científicos para aquellos en las universidades élites en el primer mundo, pero no a los niños en el sur global. (…) Debemos tomar la información, donde sea que esté almacenada, hacer copias y compartirlas con el mundo. (…) Debemos descargar revistas académicas y subirlas a redes para compartir archivos. Necesitamos luchar para la Guerrilla de Acceso Abierto”. Ese es un pasaje del Manifiesto de la Guerrilla de Acceso Abierto. Hay un proceso orgánico que ha surgido como una respuesta a esta falta de acceso. Son las ‘bibliotecas piratas’.

Dentro de la política pública (cuando consideramos en el acceso al conocimiento dentro de nuestras políticas públicas), seguimos pensando en la biblioteca como estas estructuras magnánimas, representativas de lo genuino y puro. Un concepto que ha cambiado poco desde su incepción. Sin menospreciar el valor innato de la biblioteca tradicional como símbolo y como repositorio de conocimiento, pero la biblioteca moderna, la que brinda verdadero alcance masivo, la que democratiza el acceso al conocimiento, la que ayuda a igualar las condiciones para generar el conocimiento, es un buscador en una página web. Un buscador en una página web con una base de datos que puede ser replicada y transferida, aumentada y compartida, mejorada y especializada, y que se mantiene esencialmente abierta. En el mundo ideal (o para los economistas, en un mercado sin fallas) no habría la necesidad de estas ‘bibliotecas piratas’.

La oferta y el acceso a esta oferta serían lo suficientemente amplio y accesible para suplir la demanda. Pero en las condiciones actuales, lo que tenemos es un mundo donde el conocimiento se está convirtiendo en un bien de lujo. Balázs Bodó, un investigador sobre piratería de la Universidad de Ámsterdam, mostró que solo 33% de los textos encontrados en ‘bibliotecas piratas’ está disponible para Kindle en Amazon. También mostró que el flujo hacia estas ‘bibliotecas piratas’ venía tanto de países desarrollados como en países de vías de desarrollo. Es decir, el acceso a artículos académicos y libros científicos (y libros en general) es un problema en más de un tipo de mercado.

Lo que más llama la atención sobre el flujo de información a las ‘bibliotecas piratas’ es que aquel proveniente de América Latina (y buena parte de África Subsahariana) es desdeñable. Es decir, que no estamos siendo parte de la conversación. Ni siquiera estamos siendo parte del problema. Lo cual es indicativo del estado de la investigación y la generación de conocimiento en el continente, pero también presenta una oportunidad. Una oportunidad por decantarse por el lado más democrático del conocimiento. Un conocimiento abierto y transferible. Un conocimiento accesible. Un conocimiento radical y radicalmente abierto. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/radicalmente-abierto

Fuente de la imagen; http://medialab-prado.es/mmedia/13/13790/500_0.jpg

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Buenas prácticas docentes en la perspectiva de la pedagogía de la virtualidad (Parte II).

Margarita Gómez

Desterritorialización de la institución educativa

La universidad reterritorializa clases, laboratorios, profesores y la gestión para el ciberespacio. Al conectar la gestión educativa, profesores, estudiantes, bibliotecas, edición electrónica, objetos de aprendizaje escaneados, videoconferencia, laboratorios de simulación, iPads, smartphones, tablets y redes sociales se forman comunidades que con nuevo impulso reinventan el proceso de aprendizaje, la dinámica social y las políticas públicas.

En esta universidad, parece coherente la iniciativa de desarrollar internamente y divulgar las prácticas docentes locales que con pertinencia social, política y económica, encuentran resonancia en la comunidad mundial. Por lo general, estas iniciativas de buenas prácticas de gestión administrativa y académica y de intercambio con la comunidad, son desarrolladas siguiendo orientaciones de organismos internacionales. Para eso se escoge –siguiendo alguna dinámica específica- una temática y se diseña un proyecto, que involucra especificar: 1. Una institución como un todo, el conocimiento de esa comunidad sobre el tema; 2. Trazar los objetivos del proyecto con sus respectivas acciones; 3. Definir el público que participará con sus respectivas acciones; el modo como será ejecutado el proyecto, describiendo los momentos principales, etapas de implementación y características, mencionando, todavía, 4. Si hay otras instituciones involucradas y las responsabilidades de cada una; 5. Las características innovadoras que tornará exitoso el proyecto y las respectivas acciones; 6. Las dificultades de proyecto provenientes de la concepción, planificación, ejecución, información e infraestructura, material y personal; periodo de ejecución; 7. Lo que se pretende conseguir como producción; el tipo de evaluación y la frecuencia de realización; si es un proyecto abierto a otros colaboradores institucionales y personales. Esa ‘simple dinámica’ parece generar una cultura en torno a la intervención, sugiriendo una ciencia sustentada en la innovación.

O sea, las prácticas con tecnología en la universidad pública convencionalmente han seguido orientaciones, con más o menos resistencias, para atender procesos de gestión y de aprendizaje interpelando, aceptando o contestando las mismas.

Con esto, las prácticas educacionales con artefactos tecnológicos y digitales adquieren una dimensión contextual que exige la interlocución con profesionales de varias áreas del conocimiento, para que estas prácticas pedagógicas no incentiven el consumismo, burgués y capitalista, que en realidad es la batalla trabada por las corporaciones contra grupos sociales religiosos que no tienen el consumo como pilar de la movilización social.

La iniciativa de realizar buenas prácticas se orienta a conseguir las mejores posibles, las que son viables en ciertas condiciones, con ciertos profesionales, en diversas áreas de conocimiento, infra-infoestructura, las que son percibidas porque están dentro de nuestra historia y cultura y por las cuales sus miembros empeñan su desempeño.

Condiciones para la educación

Frente a la realidad referida, la enseñanza con tecnologías contemporáneas pide algunas condiciones de infra-infoestrutura para que la población pueda tener acceso al ciberspacio. El alcance limitado de la banda ancha, cara y lenta, y la cobertura de la educación superior. O sea, no solamente la experiencia en la red es restricta, sino que existen otras restricciones que son anteriores. En este sentido, les proponemos pensar las prácticas educativas con tecnología a partir de la pedagogía de la virtualidad que encuentra sustento en la teoría pedagógica de Paulo Freire, en el concepto de rizoma, de sujeto de la praxis, y en la educación en red. La propia práctica educativa de Paulo Freire nos ofrece elementos para comprender lo que para nosotros significa ‘buenas prácticas educativas’. Consideramos que lo bueno procede de, que en primer lugar, el laboratorio de su experiencia fue la realidad concreta de la gente sin alfabetización, donde desarrolló una propuesta teórica de alfabetización de adultos, una metodológica, observó las orientaciones legales ‘para concordar o no’, propuso un tipo de evaluación y de difusión de los nuevos conocimientos, trascendiendo más allá de Angicos, Río Grande do Norte, Brasil, donde inició sus practicas.

Freire, educador brasilero, patrono de la educación de este país, es renombrado y conocido en el mundo por su método de alfabetización y por haber acuñado el concepto “Educación bancaria” para referirse a una educación que domestica las personas mutilando su creatividad, que es lo más sagrado en el proceso de aprendizaje. El alcance de su propuesta nos permite comprender la educación contemporánea, a partir de las convergencias humanas y tecnológicas que permiten criar comunidades, conseguir la unidad en la diversidad, como fuerza de transformación social.

Es importante rememorar momentos de la trayectoria de Freire en relación con la propia, como educadora(es), para encontrar puntos de conexión/aproximación personales o profesionales (idea, persona o proyecto/teoría). Personalmente, “conocí” a Paulo Freire, en 1989, en ocasión de la primera conferencia que ofreció en la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (USP), después de su regreso a Brasil (1980), luego de casi 16 años de exilio. Creo que era la primera vez a ser invitado por esta universidad y en esa oportunidad él se refirió especialmente a su experiencia en África. Antes, en mi curso de formación inicial en Ciencias de la Educación, tuve oportunidad de consultar sus obras con algunas restricciones pues se había publicado una resolución años antes, durante el último proceso militar argentino, que determinaba colocar sus libros en la lista de los “prohibidos” (ZEBALLOS, 2007)

En mi tesis de doctorado Educación en red a partir de una perspectiva emancipatoria, investigué orientada por Moacir Gadotti, un compañero de Freire, algunas aproximaciones de su propuesta pedagógica con las prácticas en la cibercultura. Conseguí entender el rechazo de Freire a ciertas prácticas académicas de postura y pensamiento arrogante, como también a qué se refería cuando decía que los ‘libritos’ que él escribía eran solamente relatos de prácticas, de memorias. Fue en la praxis, en la dialéctica teoría/práctica que buscó el diálogo con intelectuales para fortalecer su propuesta dejando ver que la palabra encarnada tiene fuerza de transformación, de cambio social.

Yo tengo un sueño: pasión, denuncia, anuncio

Yo tengo un sueño”, expresión que también resume la trayectoria de Paulo Freire, la que se entiende a partir de sus propias palabras: “la pasión con que conozco, hablo o escribo, no disminuye el compromiso con que denuncio o anuncio. Soy una entereza y no una dicotomía. No tengo una parte esquemá- tica meticulosa, racionalista y otra desarticulada, imprecisa, queriendo simplemente bien al mundo. Conozco con el cuerpo entero, sentimientos, pasión y, también, razón. (FREIRE, 1997, 18).

En este sentido no vamos encontrar linealidad y si recursividad en su obra, lo podemos constatar si la revisamos en cuatro contextos relacionados: Brasil (1921-1964), Exilio (1964-1980), Retorno a Brasil (1980- 1997) y Legado (a partir de 1997), dejándola abierta para otras realizaciones -como por ejemplo, la pedagogía de la virtualidad-.

Del primer momento, voy a destacar la participación de Freire, como relator/delegado por Pernambuco por la 3ra Comisión Regional, en el Segundo Congreso Nacional de Educación de Adultos, realizado en Río de Janeiro (1958)(1). En este evento Freire relató que había una baja frecuencia de estudiantes adultos, que las escuelas funcionaban precariamente, que la remuneración de los profesores era baja, el material didáctico inadecuado y que los estudiantes adultos eran tratados como chicos. Consideró que esa situación ya era suficiente para la falta de interés y el fracaso de las propuestas de alfabetización. Enfatizó la poca comunicación entre alumnos y maestros y de éstos con el material didáctico, su contenido y método totalmente descontextualizado de la cultura y de las necesidades de esas personas de las clases populares.

Al pensar la existencia situada de esta gente, Freire comenzó a criticar a las propuestas de alfabetización basadas en el saber (be-a-ba) fragmentado por medio de las cuales el profesor, que era quien pensaba y poseía el saber, depositaba y llenaba la cabeza de los alumnos de contenidos de la misma forma que se hacen depósitos en el banco, para después cobrar lo que les fue transmitido. La educación bancaria, literalmente referida a la noción de banco, es un concepto acuñado por Freire para designar ese modelo por él criticado (2).

La concepción bancaria de educación negaba la dialogicidad de la educación, tornándola anti-dialógica y al sujeto un objeto pasible de manipulación. Es un tipo de educación que domestica y silencia ya que controla la vida de los estudiantes desvirtuando su curiosidad y su creatividad, que es lo más sagrado de ellos. Afirma que no basta pensar ideas, hay que pensar la existencia concreta de la gente.

Después de haber investigado y pensado la situación de la gente y las prácticas de alfabetización de la época, en el informe de 1958 defiende que la alfabetización está relacionada directamente al mundo cotidiano del adulto, el cual al ser conocido por él vuelve a este mundo para criticarlo y transformarlo con su participación activa. Es el inicio de lo que será conocido como Método Paulo Freire -o teoría del aprendizaje- pensada con y para la gente, con el pueblo, no solamente para los pobres. Este método de alfabetización propone codificar/decodificar situaciones-problema, de domesticación y silenciamiento, por parte de las personas.

Si bien, en aquel momento, no se consiguieron acciones para contrarrestar la situación de analfabetismo ni implementar en todo el país el “Método Paulo Freire”, quedó claro que uno de sus trazos fuertes era incorporar al adulto en el proceso de alfabetización como tal, con sus saberes, su cultura y no como niños. En esto radica una de las originalidades de su ‘método’

En su práctica de alfabetización con 300 campesinos realizada en 45 días, por 40 horas en Angicos, Río Grande do Norte, constató que el analfabetismo de los adultos, ni cualquier situación de opresión, puede ser arrancada de raíz, como si fuera una planta, de un momento para otro, porque son construcciones sociales e históricas, sustentadas, en parte, por políticas públicas.

Transitar de una visión mágica del conocimiento para una visión crí- tica o científica, en el proceso de alfabetización, el alfabetizador asume una solidaridad orgánica acompañando el alfabetizando, porque es parte de su realidad, e la investigación de su universo, para enseguida, con ellos, tematizar, problematizar y construir nuevos conocimientos. El alfabetizador no solamente enseña a leer y a escribir, sino que aprende la cultura del otro -y viceversa- y cuando provoca la curiosidad epistemológica se permite cierta autonomía para liberarse del analfabetismo –científico, tecnológico – que le impide pensar, crear y decir y, por lo tanto, liberarse de la opresión de la sociedad capitalista sobre él.

Notamos que uno de los obstáculos para el aprendizaje en nuestras prácticas educativas en esta perspectiva, es que llegamos a las clases populares con nuestros esquemas teóricos y tecnológicos montados y muchas veces no nos preocupamos con lo que ya saben para, a partir de eso, producir nuevos conocimientos. Cuantos de nosotros al trabajar con tecnologías procuramos saber sobre las conocidas por la gente, las tradicionales, las menos sofisticadas o las más actuales en su cultura, tornando la enseñanza en algo solamente instrumental.

Y ese es, todavía, uno de los grandes desafíos pues los profesores continúan preocupados en pasar contenidos y técnicas sin conseguir ver el otro, su cultura, lo que él sabe, su situación ni su relación con otros elementos intervinientes en el proceso de aprendizaje.

Sin dudas, creemos que la educación no es una entrega de contenidos como si fuera mercadería, es un acto de conocimiento y un acto político que implica la competencia conceptual específica –de lo que el profesor quiere enseñar o aprender – y también, la competencia política del para qué, con qué, para quién, con quién y contra quién. Freire, como Bertolt Brecht, acredita que “el analfabeto político es el más problemático por no conocer las causas de su situación.”

En esta propuesta pedagógica, el aprendizaje – de acuerdo con la UNESCO es el eje estructurador de la Educación- sustenta los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI (Aprender a ser, a convivir, a hacer, a aprender. Cf. Delors, 1998). Paulo Freire (1999, p.26) considera que:

Enseñar no existe sin aprender y viceversa y fue aprendiendo socialmente como, históricamente, mujeres y hombres descubrieron que era posible enseñar. Fue así, aprendiendo socialmente, como en el transcurso de los tiempos mujeres y hombres percibieron que era posible –después, preciso-trabajar maneras, caminos, métodos de enseñar. Aprender precedió a enseñar o, en otras palabras, enseñar se diluía en la experiencia realmente fundadora de aprender. No temo en decir que carece de validez la enseñanza de que no resulta en un aprendizaje en que el aprendiz no se ‘volvió capaz de recrear o de rehacer lo enseñado, en que lo enseñado que no fue aprendido no puede ser realmente aprendido por el aprendiz.

Queda explícito que su obra no se agota en su método de alfabetización de adultos sino que este es el inicio de la práctica de un educador y fundamentalmente un pensador que abre e instala nuevas visiones de mundo, de pensar y hacer educación, y por lo tanto, de hacer ciencia.

Del segundo momento de Freire

Considero que la temporalidad de este momento esta dada por el exilio, cuando en Chile escribe Pedagogía del oprimido (1970), la que es retomada en Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con Pedagogía del oprimido (1992), para responder a ciertas críticas. Es cuando Freire da organicidad semántica a su narrativa del antes, el durante y el después del exilio. En este libro Freire teje una trama abierta de su trayectoria que en su dimensión mediatizadora permite que otros educadores entren en ella con su propia historia, su propio esfuerzo, para hacer la educación que les es posible en ciertas circunstancias y situaciones.

En Pedagogía de la Esperanza (1992), retoma su trayectoria y responde a las críticas realizadas a Pedagogía del Oprimido (1970) haciendo una relectura de su experiencia en Chile, Bolivia, Estados Unidos, Ginebra, África, América Latina, re-otorgándole un nuevo sentido para organizarla y re-apropiarse de ella. Por otras vías posibles por la recursividad retoma cuestiones para reelaborarlas junto con los otros, desde otras vertientes.

Al rememorar su trayectoria, amarró textos que parecían desconectados, para una trama que rehacía con las adhesiones y con las críticas recibidas. Él ya entendía que la escritura no era una forma neutra, que la palabra verdadera era dinámica e interpersonal, que conllevaba acción, reflexión, transformación y, en su dimensión antropológica, era parte constitutiva del hombre y de la mujer que se hacían también en el len- n también en el len- n también en el lenguaje, del diálogo mediador, socializador de la praxis en comunidad.

Así, las memorias del exilio latino-americano, americano y europeo le permitieron prácticas discursivas que lo llevaron al auto-conocimiento, a situarse/asumirse frente a los dialogantes (semejantes y diferentes), a ejercerlas como derecho humano, a ocupar un lugar importante en el contexto de la educación y de la extensión necesarios para interactuar con su realidad.

En Pedagogía de la esperanza, él responde dialógicamente a los críticos con relación a su lenguaje machista; a su solidaridad orgánica y no mecánica con el pueblo, que va más allá del simple discurso; a la cuestión estética de la escritura, -considera que escribir bonito no es solamente de poetas-; a la ideologización de su obra acusada por los intelectuales que consideran a la historia como dada y no como posibilidad; a su memoria traída del exilio.

Allí, él fortalece su reflexión acerca del contexto de gestación de su obra y las cuarentenas por las que pasaban para volver a ellas renovado y curioso, diferente de la espontaneidad y rapidez de la respuesta a un e-mail. Pero, el uso de la oralidad, de diversos textos y fuentes se torna importante para él conseguir indagar sobre su memoria de sombras, de exilio y de reencuentros.

Paulo Freire recuerda su exilio:

Nadie llega solo a ningún lado, mucho menos al exilio. Ni siquiera los que llegan sin la compañía de su familia, de su mujer, de sus hijos, de sus padres, de sus hermanos. Nadie deja su mundo, adentrado por sus raíces, con el cuerpo vacío y seco. Cargamos con nosotros la memoria de muchas tramas, el cuerpo mojado de nuestra historia, de nuestra cultura(3). Habitan igualmente en la agitación del alma la frustración de la pérdida, los slogans mediocres de los asaltantes del poder, el deseo de un regreso inmediato que lleva a un sinnúmero de exiliados a rechazar cualquier gesto que sugiera una fijación en la realidad prestada, la del exilio(4). Es difícil vivir el exilio. Esperar la carta que se extravió, la noticia del hecho que no ocurrió. Esperar a veces a gente real que llega, y a veces ir al aeropuerto simplemente a esperar, como si el verbo fuera intransitivo(5).

Y es en esa interacción conciencia-mundo que hizo conexiones y relaciones, más allá del puro contacto, con activistas e intelectuales -muchos de ellos exiliados-. México fue uno de los países que recogió los exiliados y donde reencontró amigos. Él recuerda sus conversaciones en Cuernavaca (1969) con Iván Illich, que dirigía el Centro de Formación Inter-Cultural de Cuernavaca y que publicó algunos de sus textos que luego fueron incorporados en Pedagogía del oprimido.

En oportunidad de participar, en Cuernavaca (12 de julio de 2014), de la celebración de las actividades del CIDOC (Centro intercultural de documentación), se recordó el contexto fértil para una comunidad experimental convivencial que, entre utopías y desencantos, consiguió reunir intelectuales de la grandeza de Paulo Freire. El CIDOC recordaba la actuación de Iván Illich y con la exposición buscaba provocar un diálogo sobre la relevancia actual de la imaginación utópica y el aprendizaje producido por la frustración.

Imaginación utópica y aprendizaje por la frustración son constantes en nuestras prácticas porque involucran culturas, invasión cultural y silencios constitutivos de nuestro pensamiento. En ese movimiento cultural, se puede decir que si bien Freire no propone el exilio como estrategia de aprendizaje, algunas veces hay que exiliarse, perderse de sí mismo, en el sentido de tomar distancia de una sociabilidad o de una educación, de una ciencia, de una tecnología que nos impide pensar, crecer, agotando nuestra curiosidad y alegría…partiendo hacia otro plano, otras modalidades de pensar, vivir y educarnos…perderse de sí mismo para encontrarse en otro lugar, no necesariamente en Facebook.

En Pedagogía del oprimido (1970), Freire afirma que “los hombres, desafiados por la dramaticidad de la hora actual, se proponen a sí mismos como problema”. Y dedica esa obra a los desarrapados del mundo – y a quienes-descubriéndose en ellos- con ellos sufren y con ellos luchan pues solamente ellos podrán comprometerse con la liberación mutua.

Freire afirma: “Nadie libera a nadie, nadie se libera solo, los seres humanos se liberan en comunión” y, es así, que el educador brasilero asume al otro como un acto de amor, como una opción ética y como diálogo (CINTRA, 1998). El diálogo con el Otro implica la espera activa de los que buscan ser éticos, presentes, pues, no hay diálogo si “no hay un profundo amor al mundo, a los hombres [y a las cosas]. No es posible la pronunciación del mundo, que es un acto de creación y recreación, si no hay amor que la infunda…¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre diferente, virtuoso por herencia, delante de los otros, meros ‘estos’, en que no reconozco otros Yo?” (FREIRE, 1985, p.103)

El sujeto pensado con el otro permite que cuando los oprimidos descubren que alojan al opresor y que mutuamente se pueden libertar inauguran una actitud ética de magnitud humanizadora, porque son sujetos cognoscentes, toman consciencia de su situación. (Cf. Paulo Freire, 1970)

El sujeto procesual, del oprimido al Otro, se reconoce en la propia praxis transformadora. El sujeto ‘por venir’ en la perspectiva de Freire, es importantísimo porque el devenir se produce en el diálogo crítico, en la reflexión y en la acción social y en el reconocimiento del Otro, en su alteridad total.

De la trayectoria de Freire, lo parafraseamos para destacar los principios de la educación popular que sustentan las buenas prácticas educacionales (GOMEZ, 2005):

  • Radicalidad: radicalizar la singularidad sociocultural del lugar, la situación de la gente y del educador/educando generando un interés y una preocupación, interna y externa, en torno de la praxis. No hay educación neutra, como un acto de conocimiento y un acto político parte de lo viable, en los espacios posibles, para generar crítica, creatividad y posibilitar la acción transformadora.
  • Cultura del silencio: en el silencio están los elementos para la movilización social y popular que permiten al hombre y a la mujer decir su palabra y “dejar de ser la sombra de los otros”. Por la acción política, el silencio como una situación donde no acontece la interacción generacional ni la solidaridad, es desvirtuado con el diálogo, con las manifestaciones, ya sea en la calle, en una asamblea, en un consejo de clase, en una discusión, para asumir la propia identidad social y cultural.
  • Pronunciamiento, comunicación y diálogo: educación es comunicación y diálogo que permite leer, expresar y cuestionar la propia situación. Con diferentes visiones de mundo se cuestionan, se interpelan y se diseñan posibilidades por no aceptar visiones impuestas. La tarea más digna de la formación es darse existencia en un espacio ciudadano de comunicación y diálogo sin permitirse ser un depósito silencioso de datos, textos o mandatos.
  • Sujeto de la praxis: al invertir la lógica burguesa de pensar y hacer educación (hombre ideal, del deber, resultado de la producción), el hombre praxiológico transforma y es transformado, siempre inconcluso y consciente de eso se abre al otro por una cuestión ética. En una sociedad conflictiva no es suficiente la conceptualización, la tematización y la teorización del hombre desvinculado de su realidad. Por ser un sujeto cognoscente y político, se asume en la búsqueda constante de ser más humano.
  • Organización: el espacio y el tiempo son organizados de acuerdo con la cultura pedagógica en que los sujetos intervienen, aspecto indispensable de la educación. La organización a partir de su dimensión socio-histórica, permitirá abrir otros espacios de formación, más allá de la escuela y en los pequeños espacios posibles, en las brechas comunitarias, en la universidad, el barrio, la iglesia, la internet y en los movimientos sociales.
  • Metodología: la educación dialógica retoma el círculo de cultura en la virtualidad y como una estrategia y un lugar de aprendizaje, la interacción de los participantes moviliza culturas, conocimientos para encontrar, por medio del diálogo, el tema generador a partir del cual problematizar y desarrollar nuevos conocimientos. Aquí no hay transferencia de contenidos, dueños del saber, ni contenido pronto y si una acción conjunta para generar espacios de conocimiento; profesor y estudiante activos, ambos, de manera interactiva, construyen un nuevo conocimiento por entender que no hay matriz curricular pronta. El vínculo funciona de acuerdo al principio establecido por Paulo Freire (1970): aquí nadie educa a nadie. Nadie se educa a sí mismo; las personas se educan entre sí mediatizadas por el mundo.
  • Relación entre texto y contexto: el texto sin desvincularse de la realidad permite su lectura, permite tomar distancia para codificarla, para conocerla y volver a ella para transformarla y transformarnos. Es haciéndonos sujeto que nos rehacemos.Del tercer momento/contexto de su trayectoria Destacamos cuando Freire y su familia regresan al Brasil en 1980, después de la Ley de Amnistía. El reencuentro con el país, con su casa original le permitió reaprender con otros la situación educacional del país. La humildad de aprender con los otros es ,también, uno de los rasgos fundamentales en el arte de educar

    Freire quería regresar para Recife, su primer mundo, pero no fue posible ya que la Universidad de Pernambuco no tenia condiciones –creo que político-pedagógicas para invitarlo- y se dedicó a trabajar en las Universidades de Campinas y en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC/SP).

    Sus clases de la universidad fueron desarrolladas en círculo, permitiendo que las personas se asumiesen en una situación en que sabían y donde el conocimiento sería compartido.

En la décima carta del libro Cartas a Cristina (1994), reflexiona sobre un aspecto que fue una constante escuchar en los corredores de la Universidad: la orientación de los alumnos de la maestría y afirma: o se apuesta en el miedo al riesgo o en la osadía de la curiosidad y aventura del espíritu creativo.

En su dimensión antropológica, la osadía nace de la propia existencia histórica, situada y de la curiosidad que moviliza a vivir peligrosamente y no de la inmovilidad que imprime el miedo -de asumir y desarrollar nuestros proyectos de vida o de investigación-.

Aunque Paulo Freire sea conocido por su propuesta de alfabetización de adultos, él también pensó y trabajó en la educación superior. Como él, respetando las debidas diferencias, presentamos públicamente nuestros trabajos, sobre el tema que hoy nos convoca en México. Freire estuvo en Cuernavaca en 1969, reunido con Iván Illich y otros intelectuales críticos como Eric Fromm, Paul Goodman y Peter Berger5 . En 1994 participó del Seminario sobre Educación Superior, realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), organizado 5 Cf.: http://www.ivanillich.org.mx/ por Miguel Escobar Guerrero6 , Alfredo L. Fernández D. e Gilberto Guevara-Niebla, donde se debatió bastante el tema con ellos y otros profesores-investigadores. Y fue en México que Freire, de cierta manera, sistematizó lo que pensaba sobre la educación universitaria, el poder, el currículo, la realidad social y los intelectuales.

En nuestra estadía en México, por primera vez en 1989, investigando las redes de colaboración científica con los países de América Latina, y en 2004, presentando, en la Feria Internacional del libro de Guadalajara, la obra Educación en red: una visión emancipadora para la formación (UdG), además de otras realizaciones con educadores, percibimos que México es un país que se ha destacado en la región por recibir, proteger, hospedar a intelectuales, artistas del mundo entero y formar comunidades. Ya antes de la Segunda Guerra Mundial cuando recibió diferentes personalidades: León Trotsky, Tina Modotti, Elena Poniatowska entre tantos otros, también latinoamericanos. México ha dejado circular el pensamiento que enseña la especificidad humana, la solidaridad y la justicia.

En esa misma época, en la ciudad de San Pablo, Freire asume la Secretaría de Educación (1989-1991), experiencia sustentada en la edu- a de Educación (1989-1991), experiencia sustentada en la edu- a de Educación (1989-1991), experiencia sustentada en la educación como práctica de la libertad, para una de las mayores metrópolis del mundo y que está registrada en su libro Educación en la ciudad (1995).

En la gestión democrática, orienta la formación de profesores y la mejoría/ lindura (‘boniteza’) de la escuela apostando a la osadía y no al miedo. Antes de terminar el mandato se despidió, dejando una carta a la Secretaría de Educación de São Paulo (mayo de 1991) donde hace un manifiesto afirmando que continuará presente en la educación de otra manera, contribuyendo para una política educacional democrática.

Fue una decisión coherente con su proyecto de vida. En Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios a la práctica educativa (1996), él ya se refiere a la permanente búsqueda de coherencia entre el discurso y la práctica pedagógica; la coherencia, entre los saberes inherentes a la práctica educativa, indisociables de la ciencia, están la ética y la estética que son considerados necesarios para las práctica docente y los sistematiza así: 1. No hay docencia sin discencia; 2. Enseñar no es transferir conocimientos; 3. Enseñar es una especificidad humana. Saberes que en el quehacer del profesor, implican la investigación, reflexión, crítica, apostar en la osadía y no en el miedo, con sensibilidad, generosidad y fundamentalmente autonomía de quien se sabe que haciendo se hace gente.

Saberes que convergen en la educación libertadora, solidaria con orientaciones contra la competitividad y el consumo que exige transparencia, seguridad y vigilancias digitales, que enseñan el miedo y no la osadía democrática que se aprende de la relación humana.

Es en su pedagogía que encontramos una concepción de sujeto, de educación, de sociedad a partir de los cuales optamos trabajar. En esta no hay centralidad del profesor ni del alumno, si bien el docente es quien orienta el proceso de aprendizaje dialógico no es un mero ejecutor de políticas públicas ligadas a intereses bancarios que inviabiliza el trabajo a favor de las demandas populares, académicas, ciudadanas. “El arte de enseñar es mucho más de que puramente entrenar el educando en el desempeño de destrezas.” (FREIRE, 1996, p.7). O sea, es mucho más que las respuestas técnicas que podamos dar.

Podemos decir que si bien Freire no se refiere a la didáctica, como una técnica o arte de enseñar, esta ya no se sustenta en la racionalidad técnica o práctica, en la disciplina y en el castigo. Notamos que por mucho tiempo estuvo preocupada con las regularidades y las igualdades que se generan en cierta disciplina escolar o académica originando la cultura del deber y de las certezas.

Hoy, aquí, entendemos que la competencia pedagógica releva el sujeto participante y su cultura en la organización de estrategias y actividades de aprendizaje en una sociedad altamente informatizada. El arte de educar, de enseñar-aprender, busca su realización en la racionalidad/ sensibilidad emancipadora, en la pedagogía participativa, en la omnilate- 200 Emancipación digital: Políticas, prácticas educacionales e investigación, 2015. Buenas prácticas docentes en la perspectiva de la pedagogía de la virtualidad ralidad en lugar de la unilateralidad, en la ubicuidad (en todo lugar, propagado, difundido) en lugar de solamente en la presencia local.

La relación dialéctica entre teoría y práctica, es praxis hecha por los hombres y las mujeres en relación, son prácticas que se desterritorializan de lo físico y presencial para lo virtual criando cultura en su entorno, la cibercultura.

En un cuarto momento

Freire nos deja un Legado como un conjunto de aperturas para continuar nuestro trabajo en la virtualidad ya iniciado en 1989 junto a Felix Guattari & Gilles Deleuze (1988) y con ellos Pierre Levy (1999) que contribuyen con el concepto de rizoma y de hipertexto porque privilegian la multiplicidad, la diversidad, las relaciones y las dinámicas de las conexiones ramificadas en todos los sentidos y consideran que la posibilidad cognitiva, de conocer, no está en la secuencialidad y sí en la descentralización del sistema de escritura hipertextual, donde el arte encuentra un fuerte aliado ya que despierta la sensibilidad.

Fuente: http://www.flordeceibo.edu.uy/sites/default/files/documentos/Emancipacion%20digital.pdf

Fuente de la imagen: https://diagramworkshop.files.wordpress.com/2011/12/tanaka11.jpg

Credito de la imagen: Obra de Atsuko Tanaka

Fecha de publicación en OVE: 22 Mayo 2016

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Buenas prácticas docentes en la perspectiva de la pedagogía de la virtualidad (Parte I).

 Margarita Victoria Gómez

En el contexto del Módulo Internacional Uruguay 2014, se realizó el Seminario Políticas, acciones e investigación para la emancipación digital en el Observatorio de Tecnologías de Información y Comunicación (ObservaTIC – Facultad de Ciencias Sociales – UdelaR). Fue una oportunidad para retomar trabajos anteriores que abrieron cuestiones para un momento de reflexión. Especialmente, fue retomada la conferencia ofrecida en el Encuentro de buenas prácticas docentes CONECTACTICA 2014, en Guadalajara, México.

Fue una satisfacción haber participado en Guadalajara de la sexta edición de Conectáctica y de la celebración de los 20 años de la red universitaria de la Universidad de Guadalajara (UDG), una de las más importantes universidades pú- blicas mexicanas, autónoma y con vocación internacional, que asumió el compromiso social de educar con base en la investigación científica y tecnológica que son necesarias para las buenas prácticas educativas.

Como ahí, Montevideo fue también una oportunidad de reencontrar amigos(as) y conocer otros(as). Para mi fue una honra reinventar en Montevideo aquella experiencia, en el Seminario de ObservaTIC, con profesionales que piensan, reflexionan, se identifican y se sienten desafiados por la realidad que les toca vivir, por las ideas en que creen y defienden sin temor de exponerlas. En Conectáctica, a partir de las conversaciones -por teléfono y por e-mail- con los organizadores, pude constatar que la propuesta de formación docente estaba tomando consistencia en una red de prácticas, que relacionan un proceso personal e institucional. Por eso la invitación fue para involucrarnos en una conversación, de la que ya hacíamos parte acerca de las buenas prácticas docentes para el siglo XXI. En realidad es un tema que abre más preguntas que respuestas: ¿Cuáles son esas buenas prácticas? ¿Y las otras, que son? ¿Para qué y para quién? ¿Con quién?

La propuesta fue buscar elementos en la pedagogía de la virtualidad, sustentada en la Pedagogía de Paulo Freire, el concepto de rizoma (Guilles Deleuze y Félix Guattari) y en el sujeto de la praxis, que nos ayuden a repensar las prácticas docentes y (re)establecer un diálogo con nuestra experiencia para saber si teníamos ‘las buenas’ y las otras para tejer consideraciones que no provinieran de saberes superiores o inferiores, y sí de nuestros saberes diferenciados. En este sentido, destaqué algunos puntos que me parecían de interés y que podrían encontrar resonancia con el tema general del encuentro que busca brechas educacionales más allá de paradigmas tecnicistas y pragmáticos.

Buenas prácticas: condiciones

El preguntarnos cuál es la noción que tenemos de buenas prácticas nos remite a las propias y a tomar alguna distancia de ellas para repensarlas en pro de la formación universitaria que deseamos; pensar los relacionamientos y aprendizajes realizados, los fracasos y los aciertos para el futuro. Creo firmemente que reflexionar sobre la práctica es constitutivo de nuestro ser docente. Esta cuestión también exige considerar nuestra situación en la sociedad de la información y del conocimiento, estimar el acceso a internet, el acceso a la universidad, presentar los datos sobre porcentaje y condiciones de conexión y de acceso a la educación superior. O sea, pensar las prácticas en la educación actual implica relacionar estas con la realidad en que son realizadas. Por ejemplo, Universia de España pública (02/06/2014) la siguiente noticia: “Sólo un 9,3% de los profesores [universitarios] españoles utiliza Wikipedia en sus clases”. ¿Eso es malo? ¿Es bueno? ¿Por qué?

Esta situación atraviesa nuestra vida, nuestras prácticas y crea otras realidades tan intangibles como transformadoras produciendo una cultura académica en su entorno. O sea, si preguntamos también por nuestra situación en la red, cuanto al uso y dominio de los dispositivos tecnológicos, tendremos que pensar la exclusión social que va más allá de la tecnología, pensar si lo que queremos es solamente buenas prácticas con tecnologías para adaptarnos o para generar buenos pensamientos, buenos sentimientos, buenas conversaciones, para producir(nos) y apropiarnos del universo cultural de la época.

Hoy, en ese mundo interconectado que nos atrapa en una red que tiende más a pulverizarnos que a libertarnos afirmamos que la tecnología y la red son elementos propios de la liberación antes que de la opresión -ya que el fin último de la red es la solidaridad y la liberación-, y por eso los encuentros se tornan necesarios para discutir leer, escribir y aprender nuevos operadores de lectura y escritura que constituyen también los espacios digitales/virtuales universitarios. Considerar internet y sus dispositivos como parte de nuestra cultura educativa implica en reconocer que también somos contemporáneos de la mercantilización y financiación de la educación y, por lo tanto, no podemos ser indiferentes a estas corrientes de época. Como educadores somos continuamente desafiados por las ideas que defendemos y/o combatimos (cf. FREIRE, 1995).

Retomando la cuestión referida anteriormente, Paulo Freire compartió en 1995, cuando participó del encuentro Una mirada sobre la cultura, el ciudadano y la empresa en Río de Janeiro, una charla sobre La tragedia de ser o no ser contemporáneos, donde él se colocó como muy respetador de las cosas que nos constituyen como gente reconociendo el cruzamiento que sufrimos en nuestras prácticas por el neoliberalismo. Al mismo tiempo en que discutían la posmodernidad, millones de personas estaban muriendo de hambre, colocándolos en una posición difícil como intelectuales, la de vivir la tragedia de ser contemporáneo de esa situación y tan lejos de ser contemporáneo de las ideas que defendían.

Universidad y formación

Es indudable que la universidad es parte de estas cuestiones, y en busca de acompañar los cambios traídos por la cibercultura, comenzó a virtualizar ciertos procesos académicos, administrativos, algunos servicios técnicos, las bibliotecas, hasta llegar a crearse la universidad totalmente virtual. El desarrollo de internet y la desterritorialización de procesos administrativos y académicos para el mundo digital genera comunidades virtuales con conexiones que exigen organizaciones otras; se puede decir que la internet es uno de los mayores acontecimientos sociológicos de los últimos tiempos, que está produciendo una nueva manera de pensar, conocer, organizar, practicar y de hacer sociedad, política y educación.

Las consecuencias del avance tecnológico (Marx, 1980) se hicieron sentir, y parafraseando a Marx, todo lo que era sólido se desvaneció en lo digital/virtual. Se han realizado experiencias prácticas y discursivas que, a su vez nos interpelan y son interpeladas por acontecimientos como la emergencia de las megauniversidades con más de cien mil estudiantes, el mobile learning ubicuo que reúne miles de personas en entornos virtuales de aprendizaje, constituyendo comunidades universitarias virtuales, la internacionalización y transnacionalización de la educación superior.

Buenas prácticas: procedencia

Hace algún tiempo, cuando apareció en la ‘agenda’ educativa el concepto de ‘buenas prácticas’, constatamos que ese concepto proveniente de la gestión de la organización (privada), y utilizado en la farmacología, se incorpora en los códigos de buenas prácticas de diversas áreas de conocimiento: educación, construcción civil, transparencia fiscal, enfermería, medicina y política pública, entre otros ámbitos. En el campo de la educación el uso de conceptos provenientes del área de la administración no es nuevo, en las últimas décadas del siglo anterior, los hallamos en las orientaciones del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio. Organizaciones que consideran que los alumnos son clientes, los profesores recursos humanos, el conocimiento es la materia prima, y que cada uno puede tener su ‘banquito’ para comprar y vender contenidos. O sea, en esa perspectiva, buenas prácticas y transparencia nos remitían a rendición de cuentas en el sentido mercantil y financiero.

Mejores prácticas o prácticas inteligentes, contextualizadas, han sido tema de estudio y de discusión mantenida por investigadores que creen que es raro que ocurra la mejor práctica, pero que se podrán encontrar algunas inteligentes que ofrezcan solución para cierta situación. El desafío es pensar que no hay una práctica recomendable, que sea la mejor en todos los casos. La práctica contextualizada considera que lo ‘mejor’ variará según el contexto. La dimensión contextual de la ‘mejor práctica’ encuentra subsidios ya por los años 1950 y 1960 en la teoría de la contingencia (MORGAN, 1996; CHIAVENATO, 2002) o en la teoría fundamentada (STRAUSS; GLASER, 1967).

En la presente década, existen nuevas teorías o relecturas de las mismas. Hoy, al mismo tiempo que pensamos las buenas prácticas somos provocados casi inmediatamente a pensar las prácticas corruptas o corruptibles. El Catálogo de prácticas corruptas de Ruth Sautu presenta una investigación sobre la corrupción entendida como un hecho que ha afectado nuestras sociedades generando una cultura de desconfianza e indignidad entre las personas. Para los entrevistados por Sautu, la corrupción ocurre cuando se obtienen beneficios particulares en detrimento del mantenimiento del orden social que establece las reglas de convivencia social. Y de cierta manera, en una sociedad con ese tipo de prácticas emerge el imperativo de prácticas transparentes y confiables, de buenas prácticas.

A las universidades y empresas del estado se les solicita transparencia y ética para luego rematarlas o terciarizarlas a favor del sector privado. Venimos de una trayectoria marcada por el neoliberalismo económico y el mercado financiero en educación, por las orientaciones del banco mundial, de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de la UNESCO, entre otras, que nos lleva a desconfiar, de querer saber quien está facturando con la educación, de las empresas que están financiando los proyectos, de saber si las buenas prácticas con tecnología son para conseguir mejor posicionamiento en el ranking o si también están preocupadas con las mejorías en la condición laboral de los docentes, el aprendizaje de los estudiantes y en la ciudadanía. Tratar de entender entonces que prácticas son esas, son buenas ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Con qué? ¿En qué situación?

Modos de ser con la tecnología

La cultura que se va generando en torno a estas temáticas y las maneras de ver y ser con la tecnología, todavía implica concordar con el filósofo Carl Mitchan (1989):1. Toda tecnología es sospechosa, peligrosa; 2. Que la tecnología es promotora de progreso y conocimiento y, 3. La tecnología promueve una actitud ambigua pues parece que le quitara la humanidad a las relaciones. El escepticismo, el optimismo o el desasosiego con relación a la tecnología todavía carga el estigma de dudosa calidad, confiabilidad, credibilidad y acreditación educativa. Por otro lado, está la supervaloración de la tecnología por parte de los que buscan resolver cuestiones políticas emergenciales o establecer un negocio.

Se puede decir que sectores de la comunidad todavía se manifiestan idolatrando, antropomorfizando o endemoniándola haciendo necesario repensar críticamente sus promesas y nuestras expectativas con las prácticas docentes. En este sentido, concordamos con el filósofo y educador brasilero Álvaro Vieira Pinto (2008) cuando afirma que la técnica tiene un potencial libertador y recusamos la concepción que sostiene que es un peligro. Acreditamos como él que es una acción creadora del hombre siempre presente en la humanidad. El problema es que hay grupos quienes se apoderan de la tecnología en un proceso de dominación sin generar otros vínculos sociales. Hay que entender que es la lógica del capitalismo que subyace excluyendo, para luego incluir por medio de espectaculares programas gubernamentales, observando las orientaciones internacionales.

El imperativo ‘conéctate y realiza buenas prácticas docentes’, es cuestionado por algunos y abrazado por otros remitiéndonos a revisar diferentes sustentaciones teóricas y modelos pedagógicos de formación universitarias. En este sentido de revisar las propias prácticas, se encuentra alguna resonancia en la pedagogía de la virtualidad que entiende que las buenas prácticas son realizadas más allá del modelo tradicional, cartesiano, positivista, vertical, elitista, colonialista y autoritario de educación. Que es necesario reinventar la universidad popular, cultural para trabajar por una educación donde la diversidad cultural no genere una competición desmedida por un empleo, por el mejor lugar, por el reconocimiento, status o posición que afecte el diálogo, la confianza, la amistad perdiéndose el respecto por la diversidad y la posibilidad de construir una identidad democrática, humana y terrena.

Buenas prácticas: comprensión y posicionamiento

Y con estas cuestiones, buscar una comprensión de las prácticas a partir de un posicionamiento pedagógico crítico y como sujetos sociales e históricos, entendemos que por ser parte de un sistema educacional de una sociedad capitalista, donde la universidad se sustenta en su legitimidad académica, institucional y hegemónica debemos reconocer con Boaventura de Souza Santos que esta institución está en crisis.

En este ámbito, las innovaciones tecnológicas y las prácticas correspondientes vienen acompañadas de los cambios culturales y humanos que se manifiestan en la docencia universitaria y en la investigación al punto de ser interpelados y comenzar a responder, a los desafíos que la ciencia como una iniciativa abierta nos impone.

La Royal Society da Inglaterra publicó, en 2012, el informe Science as an open enterprise: open data for open Science que muestra los hechos ocurridos que llevaron a repensar el modelo de ciencia encerrada en los laboratorios, los procesos poco transparentes y en las publicaciones inaccesibles. Soares (2012), a partir de una traducción libre [ya que estaba inaccesible en portugués o español], destaca que la publicación abierta de las diferentes teorías científicas – y de los datos experimentales y observacionales en que se basan – permite que los demás investigadores puedan identificar sus posibles errores, para apoyar, rechazar o refinar teorías y reutilizar datos para el mejor entendimiento y conocimiento.

Es una posibilidad de la ciencia para su autocorrección, así como para su desarrollo, quedando la investigación como un trabajo en equipo de investigadores nacionales e internacionales que objetivan su contribución social. Uno de los desafíos se sitúa en que la centralidad histórica de los textos impresos en los medios de comunicación ha disminuido con la llegada de las tecnologías digitales.

El desarrollo de prácticas educacionales y de investigación en la cibercultura con todas las oportunidades tecnológicas, implica en enseñar nuevas maneras de:

  1. Reunir, organizar, almacenar, transmitir y compartir datos e informaciones científicas.
  2. Abrir la ciencia y el libre acceso a los artículos científicos y a sus datos, lo que puede ser una utopía considerando los intereses y tensiones generadas entre lo público-privadomercantil, la inversión, el pequeño número de publicaciones calificadas en nuestros países en el área de la educación y la reducida población haciendo investigación en la universidad. Además de eso, la permanencia de los estudiantes en la investigación y el mantenimiento de esos datos y metadatos necesita de ciertas políticas públicas y también de profesionales que otorguen confianza al proceso.

La cuestión es que si se abre la producción científica en la red sólo para llenar el currículo (hoja de vida), para la práctica de la publicación salami, o sea, fragmentada, parcial, en diferentes artículos, y/o para mantener el poder concentrado en las empresas de tecnología, esto no es interesante. Los datos deben estar disponibles en la Internet, de manera accesible, inteligible, relevante y reutilizable para democratizar la cultura y la educación.

Este movimiento de ciencia abierta implica consideraciones éticas, educativas y económicas, para mantener una política que pueda cuidar, también, la utilización de software libre, del creative commons y del BOI (Budapest Open Access Initiative), la cultura libre y el código abierto. Hacer ciencia abierta implica en nuevas maneras de revisión por pares – Peerage of Science, o arXiv e a PLoS- organismos de financiación, editores de revistas científicas y buena distribución de las mismas, entre otras cuestiones.

En Brasil y otros países de América Latina la abertura está ocurriendo con inversiones específicas y cambios educativos. Brasil, por ejemplo, es uno de los países de América Latina, con más acceso abierto, ejemplo de ello es la Plataforma Lattes, SCIELO, Inep, IBGE, Bireme, entre otros. (GOMEZ, 2012) La ciencia y la tecnología se abren también a las necesidades populares de personas que utilizan las bases de datos, los entornos de aprendizaje virtual (VLE) y de Recursos Educativos Abiertos (REA / REA), que son una expresión de los cambios más allá del aspecto instrumental, ya que son culturales y educativos. Pero todavía creemos que estamos en el comienzo de una era en la que estos dispositivos serán ampliamente utilizados para la educación, conforme el modelo de universidad (pública, privada, popular) por la cual trabajemos.

Fuente del artículo: http://www.flordeceibo.edu.uy/sites/default/files/documentos/Emancipacion%20digital.pdf

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Del aprendizaje expandido a la transformación de la educación

Juan Freire

[Este texto es la introducción y contextualización del curso del mismo nombre (programa del curso en pdf) qorganizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF) del MECD. Se publicó inicialmente en educaLAB, el blog de INTEF, con el título de La educación expandida]1. El escenario del cambio educativo

Los cambios sociales y tecnológicos de las últimas décadas por una parte obligan, pero por otra ayudan, a la evolución de la educación tal como han hecho en muchos otros ámbitos como la política, la cultura o la empresa. Es esta una relación inicialmente conflictiva pero que si se logra traspasar la fase dialéctica para llegar a un enfoque basado en el diálogo entre agentes puede conducir a mejores procesos de aprendizaje tanto formales como informales. Estos cambios podemos definirlos a partir del desarrollo de tres elementos básicos como son las tecnologías sociales, las nuevas comunidades de práctica y los laboratorios ciudadanos que se convierten en piezas clave para entender el escenario actual.

Las tecnologías sociales se originan con el surgimiento de Internet que ha sido el espacio de acción donde se han desarrollado «todo tipo de tecnologías (infraestructuras, hardware, software, servicios web) que son susceptibles de ser utilizadas para el empoderamiento ciudadano, y especialmente para el desarrollo autónomo de proyectos colaborativos». Estas tecnologías son sociales porque van asociadas al nacimiento de comunidades de práctica que las construyen, las hacen crecer, las gestionan y las utilizan en sus propios proyectos. Pero estas son nuevas comunidades, que a diferencia de las tradicionales son electivas, múltiples, recursivas y combinan procesos y espacios analógicos y digitales. Su mayor novedad en todo caso quizás resida en la escala que alcanzan, dado que la tecnología permite procesos de coordinación entre grandes colectivos que antes eran inviables o muy costosos. De este modo hoy en día contamos con multitudes inteligentes capaces de generar verdadera inteligencia y acción colectivas (más allá de la mera agregación estadística y minería de datos). Estas comunidades son herederas en muchos de sus valores y reglas de gobierno de las comunidades hacker dado que se basan en su funcionamiento en el consenso aproximado, la posibilidad de hacer «fork», y la cultura digital (meritocracia; conciencia de red; «makers» dado que la reflexión se sustenta en la acción, en el hacer).

 

Por último, para completar el dibujo que hacemos del presente debemos incluir los laboratorios ciudadanos que constituyen la evolución de los espacios públicos institucionales dedicados al consumo cultural a otros enfocados a la producción ciudadana. Espacios donde ocurre la producción colaborativa entre diferentes públicos, y que normalmente conlleva la transdisciplinariedad y la participación activa de amateurs y profesionales en el desarrollo de proyectos que generan nuevo conocimiento. Estos laboratorios son diversos en sus orígenes dado que en ocasiones suponen la evolución de centros cívicos y culturales, en otras son espacios de coworking, o incluso las tradicionales bibliotecas que desarrollan nuevos programas para dar servicio a sus usuarios. Pero son también diversos porque son creados y gestionados tanto por instituciones públicas, como por empresas o diferentes tipos de organizaciones ciudadanas.

2. Donde sucede hoy en día la educación

La educación no puede permanecer al margen de las innovaciones sociales y tecnológicas descritas antes. En este nuevo contexto es relevante por una parte comprender que innovaciones afectan a los procesos de aprendizaje y a los roles de las instituciones educativas y por otra reflexionar estratégicamente sobre como debe transformarse la educación para aprovechar de forma óptima este nuevo escenario. No vamos a recopilar aquí los múltiples proyectos que, de manera directa o indirecta, afectan a la educación, pero si utilizaré algunos casos que creo son paradigmáticos de lo que está sucediendo. En el ámbito digital puede valer como referencia lo que están representando los MOOCs (massive open online courses) que demuestran que hoy en día el proceso nuclear en que se han basado la mayor parte de estrategias pedagógicas en las últimas décadas, la transferencia de conocimiento, puede suceder ya de modo igual o más efectivo por otras vías (usando otros canales y con la participación otros agentes). Pero además de los MOOCs han nacido múltiples comunidades digitales centradas en intereses comunes (casi siempre aparentemente alejados del ámbito educativo) que se convierten en espacios de producción de conocimiento y que a la vez permiten el aprendizaje de contenidos y competencias por los participantes.

Pero no toda, ni tan siquiera la mayoría, de la innovación educativa sucede «dentro» de Internet. El valor de las tecnologías sociales no reside tanto en los proyectos digitales en si mismos como en su papel como instrumento para desarrollar proyectos que van más allá de lo digital. Y en este sentido tan importante como la propia tecnología es la comunidad y sus nuevos modos de relación y gobernanza. Tomemos como ejemplo el caso de El Campo de Cebada donde «vecinos y vecinas del Distrito Centro [de Madrid] agrupados, para fomentar el uso temporal del solar del derribado polideportivo de La Latina». Con estos vecinos trabajan activamente activistas políticos y urbanistas (como el colectivo Zuloark) mostrando la superación de la distinción tradicional entre lo amateur y lo profesional. El Campo de Cebada se ha convertido en un espacio que acoge comunidades que desarrollan diversas actividades, muchas de ellas con un fuerte componente educativo. Pero al mismo tiempo el propio espacio es una infraestructura educativa ya que facilita que diversos colectivos desarrollen proyectos que son su vehículo de aprendizaje. El Campo de Cebada es un espacio público analógico, pero es consecuencia también de las tecnologías sociales y las nuevas comunidades que describíamos antes que lo han convertido en un laboratorio ciudadano. Lo digital está presente como herramienta de coordinación y gestión, pero también como modelo organizativo y como ética. Por todas estas razones este proyecto acaba de recibir el premio Golden Nica de Digital Communities delPrix Ars Electronica 2013.

3. (Casi) todo puede ser aprendizaje: la educación expandida

 Aprender no ha sido nunca algo que solo suceda dentro de espacios acotados e institucionalizados para ese fin. La vida es un continuo de experiencias que significan oportunidades para aprender. Esto siempre ha sido así pero quizás lo es hoy más que nunca por el potencial educativo que representan las tecnologías sociales, los nuevos entornos de comunidades de práctica y los laboratorios ciudadanos. En 2009 gracias al trabajo del colectivo Zemos98 se empezó a utilizar el término educación expandida para referirse al hecho de que “la educación puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar”, que fue el subtítulo elegido para el libro que recoge una serie de reflexiones teóricas y casos de prácticas de aprendizaje expandido y que «bebe de las propuestas de la educación no formal, del activismo social y de la investigación en procesos de participación». El reconocimiento de estas prácticas expandidas como  educación ha provocado un renovado interés desde instituciones y colectivos y está sentando las bases para por una parte abrir las instituciones educativas a la sociedad incorporando estas prácticas en los currículos.

4. Los retos de la transformación de la educación

Nos encontramos por tanto en un momento de transformación radical de la educación. Podemos entender que el nuevo entorno tecno-social es el que fuerza este cambio, pero a la vez es el que abre nuevas e inmensas posibilidades para desarrollar procesos educativos más potentes e integradores. El primer reto se relaciona con lo comentado respecto a la educación expandida: cómo incorporar las experiencias de construcción colectiva de conocimiento que suceden fuera de las aulas (sean los MOOCs o proyectos como El Campo de Cebada) y de las instituciones educativas (tanto en el espacio público como en comunidades digitales) pero que son procesos con un importante componente de aprendizaje.

Pero esto no es más que una parte del desafío y de la oportunidad. Al tiempo, la propia Educación, la que sucede desde las instituciones, se debe transformar para seguir siendo significativa y con relevancia social. Dentro de esta transformación es precisa la evolución de los modelos pedagógicos hacia otros que se enfocan en las competencias, en el desarrollo de proyectos («aprender haciendo» inspirado en la idea de que el aprendizaje es más efectivo cuando se basa en problemas y retos específicos), a la vez que se hace un uso intensivo de la tecnología digital tanto en la transferencia de conocimiento como en la interacción y desarrollo de proyectos. Por último, un aprendizaje realmente significativo solo es posible cuando el estudiante trata de entender su entorno más cotidiano y aplica lo que aprende a la resolución de problemas próximos y reales en la relación con otros agentes sociales. Esta idea nos lleva al concepto de ecosistemas de aprendizaje, y a la necesidad de desarrollar entornos donde la educación se mezcle con otros agentes como empresas y organizaciones sociales.

Un ejemplo paradigmático de este nuevo enfoque lo tenemos con la metodología Team Academy, nacida en Finlandia y hoy en día representada en su comunidad internacional por la Team Academy Learning Network, que además de centrarse en el aprendizaje activo basado en proyectos para el desarrollo de competencias, sitúa como eje central del aprendizaje el equipo y por tanto la cooperación activa entre «aprendices». En el ámbito universitario español la experiencia Team Academy ha sido desarrollada y ampliada por la red de laboratorios Mondragón Team Academy en programas de grado y posgrado que integra tanto a universidades como empresas y laboratorios.

Fuente: http://nomada.blogs.com/jfreire/2013/09/transformacion-educacion.html

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Geopolítica del Conocimiento: repensar el Acceso Abierto desde el Sur

Santiago José Roca P.

Palabras clave: Acceso Abierto, publicaciones científicas, institucionalización de la ciencia, geopolítica del conocimiento, decolonización del saber.

Introducción

A partir de la emergencia del capitalismo cognitivo como estadio relativamente reciente del capitalismo mundial, se hace necesario comprender categorías como “conocimiento libre” a través de marcos de interpretación que no se encuentren limitados por nociones técnicas, jurídicas o económicas restrictivas, con la esperanza de encontrar en el saber un punto de apoyo para el despliegue de las potencialidades humanas en América Latina (Petrizzo, 2010; Ochoa, 2013). Tras este enunciado subyace una idea: la comprensión de “conocimiento libre” no tiene por qué ser la misma en diferentes contextos socioculturales. Motivados por ello, en este ensayo nos interesa examinar las políticas de Acceso Abierto a las publicaciones científicas (AA) de forma que nos aproximemos a responder: si lo pensamos desde el Sur ¿qué puede aportar el Acceso Abierto en América Latina?

Este trabajo estudia el discurso actual del Acceso Abierto (AA) a partir de la crítica a la colonialidad del conocimiento (Lander, 2000; Quijano, 2000; Mignolo, 2001). Desde cierta perspectiva, el Acceso Abierto es una propuesta que surge como parte del reclamo por la apertura del mercado de artículos científicos, enturbiado por las prácticas monopólicas de grandes empresas editoriales. Sin embargo, en cuanto que el AA surge en las redes académicas del Norte, se echa de menos la preocupación por los temas socioculturales de la ciencia del Sur (De Sousa, 2009). De ahí que surja la necesidad de revisar las políticas de AA en el contexto más general de ciertos procesos de institucionalización de la ciencia, con miras a fomentar contenidos epistemológicos y mecanismos organizacionales que contribuyan con la fundamentación de una ciencia y de una cultura autónoma.

Un seminario sobre el libro de Francisco Pividal, Bolívar. Pensamiento precursor del Antitimperialismo, dictado por el Profesor Alberto Rodríguez Carucci, nos proporciona una oportunidad para agregarle una dimensión histórica a esta preocupación. El pensamiento y la acción de Bolívar estuvieron enmarcados en los registros culturales de su época, en medio de la pugna simbólica entre americanos y europeos, unos por inventarse a América y otros por asimilarla en su visión del mundo. El pensamiento ilustrado encontró en la Independencia nuevos retos a los que responder y, en este sentido, la herencia republicana y la praxis anticolonialista de Bolívar se acrisolaron en propuestas para la unión de la América Hispana como estrategia para crear un balance que ayudara a hacer frente a la política imperial de las viejas y las nuevas potencias.

Precisamente, el republicanismo y la unión americana como alternativas al colonialismo y el imperialismo destacan como propuestas geopolíticas en los difíciles momentos de la ruina del viejo imperio, la emergencia del nuevo, y la lucha por la Independencia. Tal parecía ser la inclinación de Bolívar, quien lo señaló en la Carta de Jamaica como parte de su prospectiva sobre el futuro de las entonces colonias:

El distintivo de las pequeñas repúblicas es la permanencia, el de las grandes es vario; pero siempre se inclina al imperio. (…). Muy contraria es la política de un rey cuya inclinación constante se dirige al aumento de sus posesiones, riquezas y facultades. (…). Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de la Europa (Bolívar, 1815).

Republicanismo y unión antiimperialista son coordenadas claves del pensamiento político bolivariano, y prefiguran una constante en las relaciones entre América Latina y el mundo. Tal consciencia geopolítica mantiene vigencia en tiempos de la “globalización” de los códigos culturales de Occidente, los “choques” civilizatorios y los “fines” de las ideologías con los que nos ha abrumado el discurso académico en tiempos recientes. Tiene importancia como fundamentación del apoyo a un mundo multipolar y por la posibilidad de pensar en la globalización “desde abajo”, particularmente porque la lógica de las relaciones de poder incubadas en la modernidad y reforzadas en el último siglo es básicamente la misma. Es por ello que hallamos, en la preocupación por la geopolítica del conocimiento, una herencia de la consciencia geopolítica de Bolívar, quien elaboró aportes sin los cuales no sería posible pensar en creaciones de la filosofía latinoamericana, como el concepto más reciente de “liberación”.

En formas de organización como el republicanismo, en cierto modo afín con la autogestión comunal de los bienes comunes (Ostrom, 2008), subyace una idea de libertad que no está limitada al rechazo a los grandes agentes de control, sino que también encuentra en la integración un valor necesario para satisfacer sus fines últimos. En síntesis, diríamos que la diferencia estriba en que en la idea de “libertad” como ausencia de control la comunidad política es tácita (la identidad del sujeto es difusa), mientras que en la idea de “libertad” como integración se presupone la existencia de una comunidad política, y por tanto, es explícita (la identidad del sujeto es compleja). Esta diferencia es importante al momento de evaluar el contraste entre una noción de acceso al conocimiento basada en la ausencia de restricciones y otra en la cual pueden crearse restricciones en los modos de producción y acceso para garantizar el disfrute equitativo de los bienes intangibles. La primera sería una perspectiva más liberal, la segunda, una perspectiva más institucionalista.

En suma, para conformar una política científica autónoma (Varsavsky, 2006; 2007), parece coherente que las propuestas del AA sean re-interpretadas en el marco de políticas institucionales que apunten a superar las limitaciones de la ciencia encuadrada en la periferia, con miras a que las instituciones científicas contribuyan con la autonomía cultural y con la integración sociopolítica regional, y pensando en la formación de una ciencia del Sur. En las siguientes líneas nos acompañará esta preocupación, que tiene como trasfondo la consciencia geopolítica de Nuestra América.

  1. La colonialidad del saber y la geopolítica del conocimiento

1.1. El eurocentrismo y el colonialidad del saber en América Latina

El surgimiento de la modernidad involucró la expansión de una visión del mundo eurocéntrica, como resultado de la fusión del etnocentrismo europeo con conceptos como “racionalidad” y “raza”, sobre la base de las transformaciones de las relaciones de producción y de trabajo (Quijano, 2000, 201). En este transcurso tuvo lugar el surgimiento del capitalismo mundial, de manera que “en el proceso de constitución histórica de América, todas las formas de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apropiación-distribución de productos, fueron articuladas alrededor de la relación capital-salario (en adelante capital) y del mercado mundial” (Quijano, 2000, 204).

En la esfera del conocimiento se ejecutó el mismo esquema de distribución autoritaria de funciones en razón de la posición en el sistema mundial de generación de capital. De este modo, el eurocentrismo cristalizó como parte de las dinámicas de producción de conocimientos (Quijano, 2000, 218). El eurocentrismo está caracterizado por los siguientes aspectos:

a) una articulación peculiar entre un dualismo (precapital-capital, no europeo-europeo, primitivo-civilizado, tradicional-moderno, etc.) y un evolucionismo lineal, unidireccional, desde algún estado de naturaleza a la sociedad moderna europea; b) la naturalización de las diferencias culturales entre grupos humanos por medio de su codificación con la idea de raza; y c) la distorsionada reubicación temporal de todas esas diferencias, de modo que todo lo no-europeo es percibido como pasado (Quijano, 2000, 218).

La modernidad engendra entonces el surgimiento de un conocimiento de rasgos colonialistas. De acuerdo con Lander, este tipo de conocimiento cumple el papel de combinar los valores del eurocentrismo en la matriz racionalizadora de la ciencia moderna, de forma tal que los aspectos concretos de la historia cultural de Europa se convierten en el eje de evaluación del resto de las culturas. Como resultado, desde una perspectiva lineal y evolutiva de la historia: “la sociedad industrial liberal es la expresión más avanzada de ese proceso histórico, (y) es por ello el modelo que define a la sociedad moderna” (2000, 23). Además, en términos epistemológicos, las categorías creadas para la comprensión de la sociedad moderna se consideran de valor universal, por lo que son las únicas significativas para describir la realidad, con menoscabo del acumulado cognitivo de otras culturas.

Siguiendo a Mignolo (2001, 2003), todo pensamiento se encuentra condicionado por el lugar de enunciación, de forma tal que se identifica con el conjunto de valores del sujeto que lo enuncia. Por lo tanto: “el lugar de enunciación de las disciplinas es, precisamente, un lugar geopolíticamente marcado” (Mignolo, 2001, p. 13) y puede hablarse de una “geopolítica del conocimiento” porque el pensamiento se encuentra marcado territorialmente (Mignolo, 2001). Así, para este autor: “los lugares de enunciación generan (…) las geopolíticas del conocimiento en sus diversas y complejas relaciones con los diversos imperialismos occidentales (…) y, por otro, las condiciones para la toma de decisiones éticas, políticas y epistémicas para la descolonización del saber y la contribución a crear un mundo críticamente cosmopolita” (Mignolo 2003, p. 54).

Estos fenómenos tienen sus raíces en corrientes profundas como la “colonialidad del poder”, o la voluntad de expansión de Europa, que a su vez origina la “colonialidad del saber” (Quijano, 2000). Pero “colonialidad” y “geopolítica” no son conceptos abstractos, sino categorías que califican la racionalidad de formas concretas de integrar otras culturas en la órbita simbólica y territorial de Europa, por lo que el “lugar de enunciación” existe en un contexto de relaciones entre sujetos geopolíticos y genera mecanismos concretos de resistencia, de pugna o asimilación.

Como intentaremos ilustrar a continuación, el conocimiento eurocéntrico es uno de los elementos que permite caracterizar las relaciones de colonialidad en el sistema mundial, y el desarrollo de una conciencia geopolítica puede contribuir a señalar el carácter histórico y situado de ese conocimiento, con miras a la visibilización de otras dinámicas de formación del saber.

1.2. El caso de las instituciones y las publicaciones científicas

La colonialidad del saber requiere el diseño de instituciones capaces de organizar las relaciones cognitivas para la conservación del poder colonial como condición para la continuar la expansión del eurocentrismo y de las relaciones capitalistas. Por lo tanto la ciencia, como institución, debe ejecutar modos de control sobre los investigadores y la producción científica que aseguren que el conocimiento eurocéntrico sea mejor valorado que otros complejos epistémicos rivales.

Estos son procesos que pueden rastrearse a través de los hitos históricos del desarrollo institucional de la ciencia y que fueron canalizados por la relación entre las instituciones científicas de los países industrializados y las comunidades científicas de los países de periferia (Vessuri, 1995). En tal sentido: “La institucionalización de la ciencia occidental en el mundo en desarrollo se ha dado como instrumento de los intereses de los países más avanzados y (…) de los esfuerzos de las naciones subdesarrolladas por dominar los conocimientos que constituían la promesa de modernidad” (Vessuri, 1995, 227). Para sondear esto nos parece necesario revisar la caracterización de las publicaciones y las instituciones científicas.

Las comunidades científicas son motivadas para integrarse en la denominada “ciencia de centro”, a través de la publicación en revistas que reproduzcan los intereses y valores de aquella. Este es el modo de optar a la asignación de recursos institucionales, dado que se ha constituido en un criterio estándar para la evaluación de la investigación. Uno de los indicadores de publicación es el factor de impacto de los artículos, por lo que los investigadores deben publicar en revistas indexadas de alta visibilidad. En consecuencia, este tipo de publicaciones condicionan las agendas de los centros de investigación latinoamericanos (Vargas, 2014, 381-384; Lander, 2005, 45-46).

Esto influye en la orientación de las investigaciones y en el carácter de los productos de investigación, debido a que la mayoría de las publicaciones deben hacerse en inglés, en revistas extranjeras cuya importancia es medida por el factor de impacto, y cuyos temas reflejan los parámetros de la ciencia de centro (Vargas, 2014, 385-386). De este modo, la producción de la ciencia en los países latinoamericanos es determinada por criterios formados en las instituciones académicas del centro capitalista.

Además, en las últimas décadas, la ciencia de centro se ha desplazado hacia las aplicaciones susceptibles de capitalizarse en el mercado. El espacio cedido por el financiamiento público al capital privado facilitó un cambio en la ética de los investigadores, de forma que el tipo ideal de la ciencia académica liberal ha sido reemplazado por una ciencia de intereses mercantiles (Lander, 2005, 40). Esto tiene eco en la relación de los centros de poder con la ciencia y los recursos de América Latina, de forma tal que:

Llevando esta postura colonial a sus últimas consecuencias, el conocimiento y los recursos de las empresas y las universidades del norte tienen que ser protegidos bajo un régimen estricto de propiedad intelectual. El conocimiento y los recursos de los pueblos del sur constituyen parte de la herencia común de la humanidad a los cuales empresas y universidades del norte tienen libre acceso (Lander, 2005, 39-40).

En este sentido, “los saberes no sólo están presentes indirectamente o como dispositivos de legitimación, sino que inciden inmediata y directamente en el establecimiento de nuevas subordinaciones y nuevas relaciones de dominio y explotación” (Lander, 2001, 1). De este modo, la mercantilización del conocimiento académico no pueden sino reforzar la colonialidad del saber eurocéntrico en la región.

  1. Una respuesta a la mercantilización del conocimiento: el Acceso Abierto

2.1. El Acceso Abierto a la producción académica

Como hemos visto, las publicaciones científicas revisadas por pares son un elemento que facilita la difusión de conocimientos generados en investigaciones financiadas por instituciones que muchas veces reciben fondos públicos. No obstante, algunas empresas editoriales importantes comenzaron a ejecutar prácticas de carácter monopólico, tales como el aumento en el costo de las suscripciones, licencias de consulta y contratación por paquetes de publicaciones. En consecuencia, las universidades y los centros de investigación de los países del Norte han comenzado a tener dificultades para acceder a este tipo de recursos, por lo que en efecto se está llevando a cabo la privatización de la investigación financiada con fondos públicos (Suber, 2012).

De este modo, el AA reclama nuevas políticas de acceso a los artículos de investigación, por lo que surge para responder a la presión de las empresas editoriales, cuyas prácticas monopólicas atentan contra el desempeño de universidades y centros de investigación. Esto se fundamenta en que el conocimiento tiene la característica de que no se agota por el hecho de compartirse; lo cual, aunado al auge de internet como medio de almacenamiento y transmisión de información, incide en la propuesta de modos de circulación de saberes que no se encuentren estrictamente regidos por normativas orientadas a controlar la explotación mercantil del conocimiento, y que, en cambio, procuran mantener la producción científica generada con recursos públicos al alcance de los investigadores (Suber, 2012).

En la Declaración de Berlín para el Acceso Abierto al Conocimiento en las Ciencias y las Humanidades (2003)1, emparentada con la Iniciativa de Budapest (2002) y a la Declaración de Bethesda (2003), tres hitos de la constitución de políticas de esta corriente, se establecen como políticas de Acceso Abierto los siguientes puntos:

  1. El (los) autor(es) y depositario(s) de la propiedad intelectual de tales contribuciones deben garantizar a todos los usuarios por igual, el derecho gratuito, irrevocable y mundial de acceder a un trabajo erudito, lo mismo que licencia para copiarlo, usarlo, distribuirlo, transmitirlo y exhibirlo públicamente, y para hacer y distribuir trabajos derivativos, en cualquier medio digital para cualquier propósito responsable, todo sujeto al reconocimiento apropiado de autoría (los estándares de la comunidad continuarán proveyendo los mecanismos para hacer cumplir el reconocimiento apropiado y uso responsable de las obras publicadas, como ahora se hace), lo mismo que el derecho de efectuar copias impresas en pequeño número para su uso personal.
  1. Una versión completa del trabajo y todos sus materiales complementarios, que incluya una copia del permiso del que se habla arriba, en un conveniente formato electrónico estándar, se deposita (y así es publicado) en por lo menos un repositorio online, que utilice estándares técnicos aceptables (tales como las definiciones del Acceso Abierto), que sea apoyado y mantenido por una institución académica, sociedad erudita, agencia gubernamental, o una bien establecida organización que busque implementar el Acceso Abierto, distribución irrestricta, interoperabilidad y capacidad archivística a largo plazo.

Así, lo que caracteriza a las políticas de Acceso Abierto es que los propietarios del derecho de autor de una obra conceden a terceros permiso para acceder, utilizar, copiar, distribuir, transmitir y difundir públicamente el trabajo; así como también de realizar y distribuir obras derivadas, a través de medios digitales y respetando el reconocimiento de la autoría original. Adicionalmente, se establece que la versión completa de la obra y los materiales que genera, incluyendo la licencia, se adjuntará en formato electrónico en un repositorio que cumpla las condiciones para garantizar el acceso, la distribución y el archivado sin restricciones.

Las políticas de Acceso Abierto proponen eliminar dos formas de barreras de acceso a la producción científica: el conjunto de prácticas comerciales que favorecen al monopolio de las empresas editoriales sobre la difusión de artículos revisados por pares, y las barreras surgidas en el marco del derecho de autor (Suber, 2012). Lo que caracteriza a estas políticas es que el propietario del derecho de autor concede permiso para acceder, utilizar, copiar, distribuir, transmitir y difundir públicamente su trabajo; así como también para realizar y distribuir obras derivadas a través de medios digitales, en tanto que se respete la autoría original. Además se propone la figura de repositorios para que la versión completa de la obra, incluyendo la licencia, pueda estar disponible en formato electrónico para su consulta, distribución y archivado sin restricciones (PloS, 2014).

2.2. Algunas limitaciones de las políticas de Acceso Abierto

El Acceso Abierto aparece como resultado de la confrontación entre las prácticas monopólicas de las editoriales y el interés de los grupos académicos en participar libremente en el mercado global de artículos de investigación. En este sentido: “la intervención del OA (Open Access) está dirigida contra los monopolios editoriales que limitan la realización cabal de los ideales normativos del programa científico moderno” (García y Rendueles, 2014, 52). Por tanto, el AA puede examinarse como una reacción ante el avance de diversas formas de mercantilización del conocimiento, aunque esto se aproxime más a un reclamo por las condiciones de competencia en el mercado que al cuestionamiento de la lógica capitalista y colonial de la ciencia mercantilizada.

García y Rendueles (2014) afirman que el discurso del AA evade el debate de fondo entre una perspectiva mercantil y una perspectiva institucionalista sobre las publicaciones científicas, con lo cual deja de lado la oportunidad de trascender el problema de las editoriales para responder a las causas profundas de la mercantilización del conocimiento (pp. 52). Como consecuencia de ello, el AA comprende sus retos como problemas financieros y jurídicos, por lo cual: “las iniciativas de ciencia abierta se están autolimitando al aceptar discutir en un terreno donde los conflictos institucionales y políticos tienden a minimizarse al concebirse como problemas formales solucionables técnicamente” (p. 56).

Esto tiene como consecuencia que el Acceso Abierto sea un movimiento de editorialistas y universitarios, que se legitima por la búsqueda de la apertura de acceso a los artículos de investigación, mientras que evita el cuestionamiento de las formas institucionales que facilitan las restricciones al mismo. Con ello, “sus mayores éxitos no han tenido lugar en el terreno de la producción científica, sino en el de la difusiónde la información científica” (García y Rendueles, 2014, 47; resaltado nuestro).

Frente a lo acotado de esta perspectiva se pueden proponer formas de pensar el AA de manera que no excluya los problemas que son comunes a las formas de producción de la ciencia. De este modo: “cabe imaginar un proyecto alternativo con un programa ampliado que tomara en consideración cuestiones como el eurocentrismo, el género, la clase social o la interferencia de intereses económicos espurios en la investigación e información científica” (García y Rendueles, 2014, 53).

Además de ello, puede decirse que toda iniciativa de AA encuentra retos desde una perspectiva geopolítica. De acuerdo con Reygadas (2014), América Latina es la región del mundo con mayor porcentaje de publicaciones en Acceso Abierto:

Se calcula que la mayoría de las revistas electrónicas que se publican en América Latina son de acceso abierto, lo que contrasta con los datos a nivel mundial, en donde ni siquiera el 10% tienen esta característica: según la base de datos Ulrich en América Latina 51% de las revistas en línea son de acceso abierto frente a sólo 7% en el mundo; de acuerdo con la base de datos de Scopus son de acceso abierto 74% de las revistas electrónicas de América Latina, frente al 9% mundial. (pp. 326)

Esto tiene como contraparte una diferenciación en términos geopolíticos o, a decir del autor, una “brecha geopolítica”, en cuanto que “reproduce, en versión digital, un viejo desequilibrio: pareciera que América Latina abre a los países ricos una porción de su producción académica mucho mayor que la que estos países colocan en modalidad de libre acceso” (Reygadas, 329-330). Tal desequilibrio parece ser congruente con la constitución de una institucionalidad colonialista.

La búsqueda de alternativas a la colonización del saber y el programa de una ciencia autónoma deben trascender las medidas de apertura del mercado y el rescate de la narrativa liberal de la ciencia, dado que en el fondo se trata de la superación de un sistema colonial de extracción de recursos y de conocimientos. Por lo tanto, es necesario re-interpretar las políticas de AA desde una perspectiva consciente de los retos de la investigación científica en América Latina, para tener la oportunidad de plantear políticas científicas novedosas con carácter no sólo antimercantilista, sino también decolonial.

  1. Pensar el Acceso Abierto desde una perspectiva decolonial

El escenario ideal de las propuestas de AA es un mercado de publicaciones donde todos los agentes que producen/consumen artículos de investigación tienen las mismas oportunidades de participación. Problemas de fondo, como la ampliación de la legislación en propiedad intelectual, la privatización del saber sobre la vida y la desigualdades entre el Norte y el Sur global escasean en el discurso predominante sobre el Acceso Abierto en razón de que el sujeto político permanece tácito. Así mismo, en cuanto que se hace énfasis en la difusión de información, falta un cuestionamiento de las variables problemáticas de la ciencia como institución. Desde un punto de vista geopolítico, este cuestionamiento debe manifestarse desde otro lugar de enunciación, de manera que el sujeto político pueda manifestarse de forma explícita.

La emergencia de un modo de concebir la construcción del conocimiento en el que sean visibles las fronteras entre el pensamiento eurocéntrico y la pluralidad de saberes “subalternos” depende en cierto modo de transformar el conjunto de relaciones políticas y económicas que se materializan en la ciencia institucionalizada, con miras a buscar relaciones que permitan el cultivo de saberes plurales que atiendan intereses regionales. De este modo podría visibilizarse el apoyo de la esfera académica a procesos de decolonización del saber y del poder.

En este sentido, el propósito de una política científica decolonial consistirá en proponer maneras de generar y compartir el conocimiento que vayan más allá de la difusión de los artículos en cuanto que productos de investigación, y que, sin descuidar la publicación de resultados y la acreditación de los investigadores, faciliten la transformación de las relaciones identificadas por los procesos de producciónde saberes, enmarcadas en las organizaciones y las normas que caracterizan a las instituciones académicas.

No corresponde a este ensayo describir el contenido de tales cambios, si bien recomendamos la consulta de una amplia bibliografía que trata sobre la construcción de formas de producción de saberes con una lógica crítica y autónoma (entre sus autores se cuenta a Orlando Fals-Borda, Edgardo Lander, Rigoberto Lanz, Walter Mignolo, Boaventura De Sousa Santos, Aníbal Quijano, Oscar Varsavsky y Hebe Vessuri). Nuestro énfasis está en que la producción de conocimientos debe contrarrestar el “imperialismo académico” y emprender modos sustantivos de revertir la colonialidad del saber. Las políticas de libre acceso, entonces, se enmarcarán en programas de re-institucionalización y socialización de la producción de la ciencia, con una orientación geopolítica preocupada por el fortalecimiento epistémico de la ciencia del Sur y por su integración equitativa en el concierto de la ciencia mundial.

3.1. Compromisos de una política de Acceso Abierto

En un documento publicado por la UNESCO, tituladoDirectrices para Políticas de Desarrollo y Promoción del Acceso Abierto (Swan, 2013), se plantea una comprensión del AA que trasciende la aprobación de mandatos y se plantean algunas orientaciones para la formulación de políticas más integrales en este sentido. Entre algunas de estas propuestas se encuentra la formulación de acciones institucionales de carácter nacional y la ejecución de campañas para dar a conocer los términos del AA; además de las consabidas propuestas para el desarrollo de infraestructuras y sistemas de información (pp. 38-41). De este modo, más que sólo establecer una norma para el libre acceso a los productos de investigación, se apunta a que el AA sea conocido y asimilado institucionalmente. Desde la perspectiva de este trabajo, el mismo enfoque puede implementarse para el fomento de la vocación autónoma de las agendas de investigación en América Latina.

La implementación de políticas de AA contiene varias ventajas en el campo de la producción científica, tal como ha sido expuesto por especialistas en el tema (Suber, 2012; Swan, 2013). De hecho, una de sus atractivos es que garantiza mayor visibilidad para el resultado de las investigaciones latinoamericanas en el ámbito de la ciencia mundial (Babini, 2011). Ahora bien, además de favorecer la difusión de resultados de investigación, las políticas de Acceso Abierto pueden ayudar a modificar la distribución de poder en los espacios de decisión en ciencia y tecnología, en tanto que exista el interés de aceptar nuevos criterios de organización en las redes de generación de conocimientos2.

Las políticas de AA pueden engranarse con la formulación de políticas de fomento de la actividad científica, de manera que al mismo tiempo puedan incidir en el diseño de las agendas de investigación e incentivar la investigación de interés local, nacional y regional. Por lo tanto, uno de los puntos de importancia sería revertir el carácter exógeno de las agendas de investigación para reforzar su carácter endógeno e integrado en términos de bloques regionales. La formación de redes regionales de investigación podría ser un paso especialmente importante para concentrar esfuerzos en la atención de los retos de la región. De esta forma, el acceso al conocimiento tendría sentido no por el acceso mismo, sino por la oportunidad que presenta para la creación de las redes regionales y el fortalecimiento de la endogeneidad de las agendas de investigación.

Este tipo de medidas pueden vincularse con la creación de formas novedosas de evaluar la investigación, acreditar a los investigadores y de exponer los resultados del financiamiento de las instituciones científicas. Así, por ejemplo, el interés en incorporar el diálogo entre diferentes culturas cognitivas -un aspecto importante desde una perspectiva decolonial- puede articularse con la formulación de nuevos estándares para la evaluación de la investigación y de las publicaciones científicas (Ruíz y Dávila, 2013).

Además es importante que la definición de las agendas de investigación se realice de forma concertada con los centros de investigación, pero conservando el interés estratégico de fomentar la atención de los problemas regionales y el fortalecimiento epistemológico de la ciencia del Sur. Con ello se buscaría establecer los fundamentos de una política científica nacional-regional que integre la formación y experiencia de los investigadores con la atención de las necesidades concretas de la región.

3.2. Propuestas desde las políticas de Acceso Abierto

Las medidas concretas de AA son diversas y se derivan en un abanico de alternativas que definen, por ejemplo, qué tipos de soporte se consideran de acceso abierto y cuánto tiempo debe pasar para que un artículo de investigación sea colocado en repositorios (PloS, 2014). Así, se establecen distinciones como los tipos de acceso abierto según se publique en repositorios o revistas, como pre-print o post-print, las características de los repositorios digitales, el tiempo que debe transcurrir hasta el depósito, los tipos de contenidos a liberar (documentos y datos) y las consideraciones con respecto al uso de la información y los derechos de autor (Swan, 2013, 42-53).

El estudio y la definición de tales temas puede representar una oportunidad para que investigadores y otros sujetos sociales participen directamente en la formación de acciones para la intervención de los procesos de investigación y de la implementación de los resultados. Esto resulta como ventaja de hacer énfasis en los procesos de producción y no sólo en losproductos, y puede ser de particular importancia desde una perspectiva decolonial, dado que, como señala Reygadas: “además de los mandatos hay que provocar dinámicas que susciten la colaboración de diversos actores para sostener un régimen de acceso abierto” (2014, 335). Sobre todo debe ampliarse la convocatoria de manera que incluya a aquellos actores previamente excluidos que pueden contribuir con una re-institucionalización de la actividad científica en nuevos términos.

La inclusión de otros actores debe conducir a la visibilización de nuevas demandas en el conjunto de las políticas de libre acceso, que trasciendan las exigencias académicas, técnicas y económicas convencionales. Por ejemplo, Reygadas destaca la necesidad de integrar otras dimensiones entre las acciones por el libre acceso al conocimiento, de manera que tal esfuerzo contribuya a crear condiciones para un “acceso” sustantivo al saber, en lugar de restringirse al “acceso” en un sentido técnico o instrumental:

Para promover la inclusión en las redes del conocimiento el acento debe ponerse en el empoderamiento de los sectores excluidos, mediante la creación de la infraestructura necesaria para el acceso al conocimiento en las zonas en desventaja y, sobre todo, el fortalecimiento de las capacidades de aprendizaje y del capital educativo, cultural y cognitivo de los grupos que han sufrido la exclusión o la inclusión precaria en la sociedad contemporánea y en las redes de conocimiento (2014, 316-317).

Finalmente, es necesario contrarrestar las asimetrías que surgen por la implementación de acciones que sirven a la extracción de saberes y recursos del Sur. El activismo por el libre acceso al conocimiento puede ser también una oportunidad para reclamar la soberanía sobre los recursos intangibles de la región, impulsar cambios necesarios en las políticas de propiedad intelectual y confrontar las prácticas de apropiación privada del conocimiento.

Así, pueden proponerse “barreras justas” contra la mercantilización del conocimiento, las cuales pudieran servir para fomentar acciones de intercambio recíproco con otras regiones del globo y el fortalecimiento de las redes académicas nacionales y regionales (Reygadas, 2014). El cuestionamiento que presenta el diseño de “licencias abiertas” y de formas alternativas de aprovechar los derechos patrimoniales sobre los productos de investigación tienen en frente la oportunidad de realizar aportes concretos al surgimiento de formas de derecho plural, que incluyan el interés colectivo en el campo de la liberación y protección del conocimiento, y que no solamente eleven una crítica a las relaciones capitalistas sino que también adopten carácter decolonial.

Conclusiones

El Acceso Abierto se basa en la exigencia de apertura del mercado de productos del intelecto humano como forma de contrarrestar el monopolio de las grandes empresas editoriales. Esto se refleja en la competencia entre el ethosliberal de la ciencia y el ethos neoliberal del entente academia-industria (Lander, 2005), y toma forma en el reclamo antimonopolio y la creación de formas novedosas de compartir los resultados de investigación a través de licencias de derecho de autor. En América Latina se ha adoptado institucionalmente la causa del Acceso Abierto para facilitar la difusión de contenidos y, en términos quizá menos utilizados, para enfrentar la expansión del capitalismo cognitivo y la mercantilización del conocimiento (Figueroa, 2012; Barandiaran, Araya y Vila-Viñas, 2015), lo cual evidentemente guarda importantes implicaciones geopolíticas. No obstante, la defensa del ethos y de la institucionalidad de la ciencia moderna tiende al ocultamiento de la colonialidad de las prácticas de validación de la ciencia, las cuales pueden comprenderse como el traslado de modos organizacionales formados en el centro industrializado hacia los espacios culturales-territoriales de la periferia del capitalismo (Vessuri, 1995).

El colonialismo, de acuerdo con los teóricos de la decolonialidad, es consecuencia de la fuerza expansiva de la cultura eurocéntrica (colonialidad del poder) y genera modos de cultivar el conocimiento que refuerzan tales dinámicas (colonialidad del saber). Rastreamos éstos últimos entre las características esenciales de la epistemología eurocéntrica y en los modos organizacionales de la institucionalidad científica, aspectos que se refuerzan entre sí para incentivar a los investigadores latinoamericanos a adaptarse a las agendas y las dinámicas de validación dirigidas culturalmente desde instituciones del Norte, incluyendo a las publicaciones académicas. Tal modo de relación engendra dependencia cultural en cuanto que, con la expectativa de aproximarse a una ciencia de centro, se utilizan modos institucionales que mantienen los esfuerzos científicos del Sur integrados en una dinámica de subordinación de saberes.

Dado que la adecuación de normativas de Acceso Abierto en América Latina ha convertido a la región en uno de las más abiertas en cuanto a difusión de contenidos, sería necesario complementar el empuje del Acceso Abierto con un mayor énfasis en las condiciones de producción del conocimiento, sin disminuir el énfasis en la difusión. El discurso convencional del Acceso Abierto hace énfasis en las condiciones de difusión de los productos de investigación, pero un mayor foco en las condiciones de producción podría poner en relieve los factores institucionales que entablan las relaciones de colonialidad entre “centros” y “periferias”, entendiendo por tales las prácticas de generación y validación de conocimientos (entre otros ejercicios de fomento de las actividades científicas) que sirven a los fines de la colonialidad del saber y del poder.

Esto pasaría por encarar algunos problemas que el discurso convencional del Acceso Abierto parece evadir en razón de su preferencia por el problema del acceso y los medios técnicos (García y Rendueles, 2014), y en particular tiene que ver con la visibilización del sujeto histórico de una política decolonial. Significaría, de hecho, confrontar sociocríticamente la historia de los procesos de institucionalización de la ciencia en América Latina, para entonces generar propuestas que, si se considera valioso el interés por la autonomía cultural, podrían apuntar a procesos de re-institucionalización de la actividad científica-tecnológica, con miras a crear condiciones para la emergencia de una práctica científica mejor orientada a los problemas y recursos de la región.

Esto tiene importancia geopolítica porque los esfuerzos para formar una actividad científica menos dependiente de las instituciones del Norte, aunque tiene sus riesgos -por ejemplo, en términos de cooperación, capacitación y financiamiento- puede proporcionar apoyos para enfrentar largos procesos históricos de integración subalterna del Sur en el sistema internacional de generación de capital. Por poner un caso, el perfil extractivista de las economías / sociedades latinoamericanas encuentra su correlato en el devenir de una ciencia y tecnología que no han ayudado a superar el papel de productores de materias primas para facilitar procesos de desarrollo endógeno, lo cual evidentemente se encuentra ligado con el lugar que ocupa la región en el conjunto de relaciones capitalistas internacionales. A este problema debe sumarse la expansión del capitalismo cognitivo, que encuentra en América Latina una fuente de recursos, y las constantes amenazas de privatización de los saberes y el patrimonio genéticos de la región.

Por esto no deja de ser pertinente la pregunta que hacíamos en un principio: si lo pensamos desde el Sur ¿qué puede aportar el Acceso Abierto en América Latina? La creación de sistemas de publicaciones abiertas en la región que son un ejemplo para el mundo (tales como Redalyc y Scielo), representa por sí un caso significativo de integración científica y cultural. Tales sistemas pueden utilizarse para rastrear los contenidos desarrollados en América Latina y poder valorar el carácter endógeno / exógeno de la investigación en la región, con lo cual podríamos visualizar qué problemas son priorizados por los investigadores y de ahí estudiar las “agendas” de investigación. Aún más, estas experiencias representan formas vigentes de cooperación institucional que, si bien se encuentran enfocadas en el tema de la visibilización de la ciencia latinoamericana, también merece que avancen hacia el estudio de los contenidos como expresión de los procesos de producción de la ciencia. En este sentido, el Acceso Abierto puede ayudar a revisar los modos de validación de la investigación científica, más allá de los estándares conocidos y las prácticas para proyectarse hacia la ciencia de centro.

Al realizar mayor énfasis en la producción institucional de la ciencia -sin demérito de la importancia de la difusión de los artículos- se puede apoyar procesos de re-institucionalización que faciliten mayor gobernabilidad pública y auditabilidad democrática de la inversión científico-tecnológica en la región. Además, esto podría contribuir al fortalecimiento de los sistemas nacionales / regionales de cooperación científica, lo que se traduciría en el fortalecimiento de redes regionales de cooperación que apuntarían al surgimiento de ecosistemas de investigación y producción (Reygadas, 2014). Ahora bien, esto significa comprender la libertad de acceso como un espacio de regulación pública estatal y ciudadana, y no sólo como un espacio en el que priva la ausencia de entes de regulación en beneficio de la capacidad individual de maniobra.

No obstante, este razonamiento puede que nos esté llevando cada vez más lejos de las raíces liberales del discurso del Acceso Abierto, cuyo rechazo podría dirigirse no sólo contra los monopolios, sino también contra el control público (administrativo o autogestionado comunalmente). Pero no es lo mismo afirmar que el conocimiento es de “nadie” para que pueda ser utilizado de acuerdo a la posición estratégica de los investigadores y productores en el mercado (en la lógica académico-industrial), que afirmar que el conocimiento es de “todos” para su distribución y aprovechamiento justo y equitativo a través de medios consensuados y construidos socialmente (en una lógica institucionalista y comunal). En síntesis, no es lo mismo establecer vedas a la apropiación mercantil del conocimiento que formular modos organizacionales para que los procesos de creación y sus resultados sean gestionados participativamente, aunque esto último supone lo primero.

Esta diferencia pasa subrepticiamente a través de los discursos a favor del Acceso Abierto y del conocimiento libre. En este sentido, el enfoque de autogestión de los bienes comunes (Ostrom, 2008) contrasta vivamente con el laissez faire del liberalismo clásico. La autogestión del conocimiento requiere formas de control comunal que favorecen no solamente el respeto a la propiedad común del saber, sino además la identificación de éste como expresión de la identidad de una comunidad política plural. En este sentido, ¿es posible que un conocimiento más comunal pueda ser también un conocimiento menos colonial?

Construir una respuesta para esta interrogante no está libre de retos, desde el problema de evitar los parcelamientos territoriales -ahora “desde abajo”- que pudieran llevar a una fragmentación de las identidades regionales e incluso a la replicación de patrones aprendidos, hasta los intentos de establecer formas de control burocrático-clientelar de las políticas de investigación nacionales. No obstante, la propuesta de fomentar modos cívicos -participativos- de institucionalizar y practicar la ciencia y la tecnología no deja de ser promisoria para motivar a que se desarrollen las potencialidades regionales. El comunalismo autogestionario y el republicanismo bolivariano representan formas alternativas de pensar el libre acceso al conocimiento más orientadas a la adopción de una idea de libertad como integración colectiva que como individuación personal. Al mismo tiempo, en la posibilidad de construir espacios de encuentro en una ciencia regional vibra con el espíritu de multipolaridad que aún resuena en nuestros tiempos. Tras ello se encuentra la necesidad de resolver las asimetrías geopolíticas en cuanto a las formas de apropiación de los bienes comunes que ha generado la humanidad.

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1Disponible en: http://www.geotropico.org/Berlin-I-2.pdf

2Hemos presentado una perspectiva general sobre el tema en dos ensayos anteriores: “¿Para qué una Ley de Acceso al Conocimiento Libre? (I). El libre acceso al conocimiento como estrategia nacional”. Disponible en:http://conocimientolibre.cenditel.gob.ve/2014/11/19/para-que-una-ley-de-acceso-al-conocimiento-libre-ii-elementos-para-una-politica-nacional-de-libre-acceso-al-conocimiento/; y “¿Para qué una Ley de Acceso al Conocimiento Libre? (II). Elementos para una política nacional de libre acceso al conocimiento”. Disponible en:http://conocimientolibre.cenditel.gob.ve/2014/11/19/para-que-una-ley-de-acceso-al-conocimiento-libre-ii-elementos-para-una-politica-nacional-de-libre-acceso-al-conocimiento/

Nota: Este artículo se publicó en El Conocimiento Libre a la luz del Pensamiento Bolivariano. Revista Conocimiento Libre y Licenciamiento. Año 6 N°10 (Especial). Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres. Mérida, Venezuela. Disponible en:http://convite.cenditel.gob.ve/clic/clic-10-2015/.

También publicado el 19/12/2015 en Rebelion.org

Imagen: “Presencia de América Latina”, de Jorge González Camarena.

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En Argentina analizan el acceso abierto a la información científica

Buenos Aires, 23 de marzo de 2016 – Con la presencia del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao, se llevó a cabo la conferencia internacional «Acceso abierto a la información y a los datos científicos». El evento tuvo lugar en el Centro Cultural de la Ciencia y fue organizado por la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica con el objetivo de analizar las políticas, estrategias y experiencias de acceso abierto a la información científica y la equidad en la distribución del conocimiento.

El eje central de la conferencia se desarrolló en torno a las implicancias de las tecnologías digitales en la proliferación de nuevas formas de hacer ciencia e investigar colaborativamente. En este marco se debatió sobre los avances y perspectivas de la implementación de la Ley 26.899 que obliga a las instituciones científicas del país a facilitar el acceso abierto a las investigaciones a través de la creación de Repositorios Digitales Institucionales de Acceso Abierto. Además, se destacaron las iniciativas que lleva adelante la cartera científica para garantizar el acceso a la información a la comunidad científica, como el Sistema Nacional de Repositorios Digitales y la gestión de la Biblioteca Electrónica de Ciencia y Tecnología. El encuentro contó con la participación de destacados especialistas en la temática, como el Dr. Cameron Neylon, reconocido mundialmente por su intensa actividad en defensa del movimiento de acceso abierto.

En su discurso, Barañao se refirió al rol del investigador en tanto proveedor de información científica, principal recurso para el avance del conocimiento, y afirmó: “Es importante que el Estado, que es quien financia, tenga conocimiento de aquello que se publica para que la inversión en investigación y desarrollo científico no pierda sustento y se considere una política de Estado”.

Por su parte, el secretario de Articulación Científico Tecnológica, Lic. Agustín Campero, abordó aspectos del contexto en el que se inscriben las acciones del Ministerio de Ciencia para darle mayor visibilidad a las publicaciones científicas. Dichas iniciativas, señaló el Lic. Campero, buscan “profundizar el avance del conocimiento que tiene como objetivo más progreso y bienestar para las personas y los países”.

El Dr. Neylon brindó un panorama internacional sobre el impacto de estas prácticas de investigación en el progreso de la ciencia global. Al respecto, señaló que “el proceso por el cual promovemos que la información científica sea de acceso público implica un cambio en la cultura de la ciencia y la investigación para construir comunidades que estén por encima de las libertades individuales”.

Además, hicieron su aporte por parte de la cartera de Ciencia el subsecretario de Coordinación Institucional, Dr. Sergio Matheos; el subsecretario de Evaluación Institucional, Prof. Lucas Luchilo; y el subsecretario de Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Ing. Jorge Mariano Aguado. La diputada nacional, Dra. Karina Banfi, analizó el derecho a la información en tanto derecho humano; y el subsecretario de Innovación Pública y Gobierno Abierto del Ministerio de Modernización, Lic. Rudi W. Borrmann, se refirió a las iniciativas que lleva adelante este organismo.

Finalmente, representantes del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la Red Federada Latinoamericana de Repositorios “LA Referencia” y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Y Técnicas (CONICET), co-organizadores del encuentro, aportaron sus perspectivas sobre los acuerdos alcanzados en Argentina, en la región y en el mundo.

Fuente de la noticia: http://www.energypress.com.ar/81434-acceso-abierto-a-la-informacion-cientifica

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