Declaración de la III Conferencia Regional de la Educación Superior

Declaración de la III Conferencia Regional de la Educación Superior

 

  1. Preámbulo

Mujeres y hombres de nuestra América, los vertiginosos cambios que se producen en la región y en el mundo en crisis nos convocan, a luchar por un cambio radical por una sociedad más justa, democrática, igualitaria y sustentable.

Hace un siglo, los estudiantes reformistas proclamaron que “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan” y no podemos olvidarlo, porque aún quedan y son muchos, porque aún no se apagan en la región la pobreza, la desigualdad, la marginación, la injusticia y la violencia social.

Los universitarios de hoy, como los de hace un siglo, nos pronunciamos a favor de la ciencia desde el humanismo y la tecnología con justicia, por el bien común y los derechos para todas y todos.

La III Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe, refrenda los acuerdos alcanzados en las Declaraciones de la Reunión de la Habana (Cuba) de 1996, la Conferencia Mundial de Educación Superior de París (Francia) de 1998, y de la Conferencia Regional de Educación Superior celebrada en Cartagena de Indias (Colombia) en 2008, y reafirma el postulado de la Educación Superior como un bien público social, un derecho humano y universal y un deber de los Estados. Estos principios se fundan en la convicción profunda de que el acceso, uso y democratización del conocimiento es un bien social, colectivo y estratégico esencial para poder garantizar los derechos humanos básicos e imprescindibles para el buen vivir de nuestros pueblos, la construcción de una ciudadanía plena, la emancipación social y la integración regional solidaria latinoamericana y caribeña.

Reivindicamos la autonomía que permite a la universidad ejercer su papel crítico y propositivo frente a la sociedad sin que existan límites impuestos por los gobiernos de turno, creencias religiosas,  el mercado o  intereses particulares. La defensa de la autonomía universitaria es una responsabilidad ineludible y de gran actualidad en América Latina y el Caribe y es, al mismo tiempo, una defensa del compromiso social de la universidad.

La educación, la ciencia, la tecnología y las artes deben ser así un medio para la libertad y la igualdad, garantizándolas  sin distinción social, género, etnia, religión ni edad.

Pensar que las tecnologías y las ciencias resolverán los problemas acuciantes de la humanidad es importante pero no suficiente. El diálogo de saberes para ser universal ha de ser plural e igualitario, para posibilitar el diálogo de las culturas.

Las diferencias económicas, tecnológicas y sociales entre el norte y el sur y las brechas internas entre los Estados no han desaparecido sino que han aumentado. El sistema internacional promueve el libre intercambio de mercancías, pero aplica excluyentes regulaciones migratorias. La alta migración de la población latinoamericana y caribeña muestra otra cara de la falta de oportunidades y la desigualdad que afecta, sobre todo, a las poblaciones más jóvenes. La desigualdad de género se manifiesta en la brecha salarial, la discriminación en el mercado laboral y en el acceso a cargos de decisión en el Estado o en las empresas. Las mujeres de poblaciones originarias y afrodescendientes son las que muestran los peores indicadores de pobreza y marginación.

La ciencia, las artes y la tecnología deben constituirse en pilares de una cooperación para el desarrollo equitativo y solidario de la región, basadas en procesos de consolidación de un bloque económicamente independiente y políticamente soberano.

Las débiles regulaciones de la oferta extranjera han profundizado los procesos de transnacionalización y la visión mercantilizada de la educación superior, impidiendo cuando no cercenando, en muchos casos, el efectivo derecho social a la educación. Es fundamental revertir esta tendencia e instamos a los Estados de América Latina y el Caribe a establecer rigurosos sistemas de regulación de la educación superior y de otros niveles del sistema educativo.

Frente a las presiones por hacer de la Educación Superior una actividad lucrativa es imprescindible que los Estados asuman el compromiso irrenunciable de regular a las instituciones públicas y privadas, cualquiera sea su modalidad y promoviendo la diversidad institucional, para hacer efectivo el acceso universal, la permanencia y la titulación de la educación superior, atendiendo a una formación de calidad con inclusión, diversidad y pertinencia local y regional.

De manera similar al año 1918, actualmente “la rebeldía estalla” en América Latina y el Caribe, y en un mundo donde el sistema financiero internacional concentran a las minorías poderosas, y empuja a las grandes mayorías a los márgenes de la exclusión, la precariedad social y laboral.

Con todo y los enormes logros que se han alcanzado en el desarrollo de los conocimientos, la investigación y los saberes de las universidades y de los pueblos, un sector importante de la población latinoamericana, caribeña y mundial, se encuentra sin acceso a los derechos sociales básicos, al empleo, a la salud, al agua potable o a la educación. En pleno siglo XXI millones de niños, jóvenes, adultos y ancianos, están excluidos del actual progreso social, cultural, económico y tecnológico. Aún más, la desigualdad regional y mundial es tan pronunciada, que en muchas situaciones y contextos existen comunidades que no tienen acceso a la educación superior, porque ésta aún sigue siendo un privilegio y no un derecho, como anhelaron los jóvenes en 1918.

En el Centenario de la Reforma, no somos ajenos al sufrimiento humano ni al mandato de la historia. No podemos seguir indiferentes al devenir del orden colectivo, a la lucha por la verdad heroica y al anhelo trascendente de la libertad humana. La Educación Superior debe constituirse desde los liderazgos locales, estatales, nacionales e internacionales, tal y como ahora están aquí representados plenamente.

Desde estos posicionamientos, será posible llevar a cabo una nueva e histórica transformación de la educación superior desde el compromiso y responsabilidad social, para garantizar el pleno ejercicio al derecho a la educación superior pública, gratuita y de amplio acceso.

En consonancia con el cuarto Objetivo de Desarrollo Sustentable (ODS) de la Agenda de Desarrollo adoptada por la UNESCO (2030), instamos a los Estados a promover una vigorosa política de ampliación de la oferta de educación superior, la revisión en profundidad de los procedimientos de acceso al sistema, la generación de políticas de acción afirmativas —con base en género, etnia, clase y capacidades diferentes— para lograr el acceso universal, la permanencia y la titulación.

En este contexto, los sistemas de educación superior deben pintarse de muchos colores, reconociendo la interculturalidad de nuestros países y comunidades, para que la educación superior sea un medio de igualación y de ascenso social y no un ámbito de reproducción de privilegios. No podemos callarnos frente a las carencias y dolores del hombre y de la mujer, como sostuvo Mario Benedetti con vehemencia, “hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”.

Hace un siglo los estudiantes Reformistas denunciaron con firmeza que en una Córdoba y en un mundo injusto y tiránico, las universidades se habían convertido en el “fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil”. Ha pasado el tiempo y ese mensaje cargado de futuro nos interpela y nos atraviesa como una flecha ética, para cuestionar nuestras prácticas. ¿Qué aportamos para la edificación de un orden justo, la igualdad social, la armonía entre las Naciones y la impostergable emancipación humana?; ¿Cómo contribuimos a la superación del atraso científico y tecnológico de las estructuras productivas?; ¿Cuál es nuestro aporte a la forja de la identidad de los pueblos, a la integridad humana, a la igualdad de género y al libre debate de las ideas para garantizar la fortaleza de nuestras culturas locales, nacionales y regionales?

Es por eso que creemos fehacientemente que nuestras instituciones deben comprometerse activamente con la transformación social, cultural, política, artística, económica y tecnológica que es hoy imperiosa e indispensable. Debemos educar a los dirigentes del mañana con conciencia social y con vocación de hermandad latinoamericana. Forjemos comunidades de trabajo donde el anhelo de aprender y la construcción dialógica y crítica del saber entre docentes y estudiantes sea la norma. Construyamos ambientes democráticos de aprendizaje, donde se desenvuelvan las manifestaciones vitales de la personalidad y se expresen sin límites las creaciones artísticas, científicas y tecnológicas.

La educación superior a construir debe ejercer su vocación cultural y ética con la más plena autonomía y libertad, contribuyendo a generar definiciones políticas y prácticas que influyan en los necesarios y anhelados cambios de nuestras comunidades. La educación superior debe ser la institución emblemática de la conciencia crítica nacional de nuestra América.

Las instituciones de educación superior están llamadas a ocupar un un papel preponderante en la promoción y fortalecimiento de las democracias latinoamericanas, rechazando las dictaduras y atropellos a las libertades públicas, a los derechos humanos y a toda forma de autoritarismo en la región. Expresamos nuestra solidaridad con las juventudes, de nuestra América y del mundo, cuya vida celebramos, y reconocemos, en sus luchas y anhelos, nuestras propias aspiraciones a favor de la transformación social, política y cultural.

La tarea no es simple, pero es grande la causa e ilumina el resplandor de su verdad. Se trata, como profetizó el Manifiesto Liminar, de mantener alto el “sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad”.

Mujeres y hombres del continente, miremos hacia el futuro y trabajemos sin pausa en la reforma educacional permanente, en el renacer de la cultura y de la vida de nuestras sociedades y pueblos.

Presentada en la asamblea de la III Conferencia Regional de Educación Superior celebrada en la Universidad Nacional de Córdoba, a los 14 días del mes de junio de 2018.

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Honduras logrará acceso universal de la educación prebásica

Centro América/Honduras/29 de noviembre de 2016/Fuente: la tribuna

La educación hondureña se encamina a lograr en el 2017 el acceso universal de la educación prebásica, una de las metas trazadas por el presidente Juan Orlando Hernández.

En ese sentido se tiene que trabajar mucho en la zona rural, especialmente en comunidades alejadas, por lo que se tiene que trabajar de cerca con las alcaldías municipales e integrar al Consejo Nacional de Desarrollo Sostenible (Conde).

Otra de las metas a lograr el 2017 y los próximos años es mantener la cobertura, pero especialmente mejorar la calidad de la educación de primero a sexto grado, centrado en las materias de Español y Matemáticas, ya que son áreas en que el país es evaluado cada año.

La viceministra de Educación, Elia Del Cid, señaló que otra de las perspectivas que se tendrá el 2017 es potenciar las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales, ya que las tendencias actuales exigen que la ciencia, la tecnología, la matemática y el arte deben estar coordinados, a fin que los estudiantes desarrollen sus capacidades de innovación.

Se busca que en cada municipio del país exista un colegio o instituto de segunda enseñanza, con la finalidad de expandir las oportunidades a las áreas donde no hay opciones en la actualidad.

LOGROS

La educación hondureña ha logrado conquistas y progresos en los tres años del Gobierno del presidente Juan Orlando Hernández, destacándose la creación de 1,000 centros educativos de nivel Básico, así como más de 100 colegios o institutos de segunda enseñanza, de acuerdo a informes de las autoridades del ramo.

También se ha logrado expandir la educación Básica hasta noveno grado, una de las grandes metas que el país se impuso.

La viceministra Del Cid  también señaló que otra meta es fortalecer la educación en la zona rural por niveles.

Del Cid indicó que la demanda es grande, pero se avanza gradualmente y lo importante es que existe un compromiso fuerte del país por la educación.

En ese sentido, reiteró la apertura de 1,000 centros de educación básica y unos 100 colegios en zonas, donde antes no había oportunidades para los jóvenes.

Asimismo, la viceministra de Educación dijo que se amplían alternativas educativas que tienen una demanda fuerte, por lo que presentan un desafío para la institución.

En ese sentido dijo que tienen alternativas para identificar en que regiones pueden ubicar dichas alternativas educativas, ya que dependen de la accesibilidad, suministro eléctrico y disponibilidad de las vías de comunicación.

Del Cid indicó que planifican con la Subsecretaría de Inclusión Social como llegar a más estudiantes, especialmente porque tienen programas compartidos como el Bono Vida Mejor, destinado a las familias más pobres y que están condicionados a que los niñas y niños asistan a los centros educativos.

La alta funcionario recordó que la población estudiantil se mantiene en 2.1 millones alumnos.

El Gobierno identificó un estimado de 400 mil analfabetas, para lo cual ya se tiene un mapa de acción de cuáles serán los municipios que serán priorizados con la contribución de todos los diferentes actores.

COOPERACIÓN

Otra línea es mejorar la formación técnica profesional, donde ya se tienen algunos cooperantes como Francia, que se sumó a la competencia de bachillerato y estudiantes egresados de educación media, o estudiantes que no han culminado con la educación media para que puedan desarrollar sus competencias en esta área.

La Secretaría de Educación está trabajando con Alemania para desarrollar estrategias para trabajar el área de tecnología en el tercer ciclo de la educación básica, que vaya con un enfoque de formación vocacional.

Esta nueva estrategia de formación que incluye elementos de prevención, desarrollo de capacidades y sobretodo que ellos en el futuro puedan identificar la carrera que ellos puedan seleccionar en la educación media.

Con los materiales educativos siempre se seguirá llegando a los centros, queremos hacer más énfasis en que los maestros den uso a estos materiales.

A nivel de la región, Honduras tienen mejores indicadores educativos que Nicaragua, en algunos casos hay mejores indicadores que Guatemala, pero en general con el tema de la Alianza para la Prosperidad en el tema de educación también se busca coordinar con los países del istmo.

Para el caso, Honduras cuenta con el programa para la elaboración de textos hasta bachillerato, un tema que también ha sido asumido por el gobierno salvadoreño, tomando como ejemplo lo realizado en el país con la cooperación japonesa.

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/11/27/honduras-lograra-acceso-universal-la-educacion-prebasica/

Imagen: cdn.latribuna.hn/wp-content/uploads/2016/11/prebasica.jpg

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