Libro: Mujeres del Siglo XX

Por: Kintto Lucas.

AL ADENTRARME EN LAS PÁGINAS de Kintto Lucas tituladas apenas con un nombre, fueron más las emociones que los pensamientos. Varias veces sentí la piel como de gallina, y solo atiné a pensar, aun antes de terminar, cuánto se parecen entre sí las vidas de estas mujeres… Sí, la emotividad es lo que provoca el encuentro entre el narrador y las mujeres narradas al apelar mas al sentir que a la razón; estos textos biográficos de Kintto trascienden el dato histórico que pasa a ser un dato secundario para detenerse en el sentido de esas vidas y esos transcursos y haciéndonoslos saborear y valorar más, y al mismo tiempo sentir ganas de conocer más. (Alexandra Ayala Marín. Fragmento del texto leído durante la presentación del libro. Quito, abril de 1997)

LA DIVERSIDAD DE SUS PERSONALIDADES, intereses y situaciones se funde en la unidad de su actitud esencial, la presencia de la dignidad de la mujer en el contexto de la dignificación de nuestros pueblos. Este es un mérito indudable del libro: la sensibilidad a las distintas voces del continente. (Iván Carvajal. Fragmento de un texto leído durante la presentación del libro. Quito, abril de 1997).

ESTE LIBRO SE MUEVE A DOS VOCES: la versión poética del autor, que ofrece su particular lectura del mundo de estas mujeres, que se aproxima a ellas desde sus propias obsesiones y amores, que tiene un carácter más lírico que narrativo, y un relato breve, informativo de la historia vital de cada una. A pesar de la significativa cantidad de fuentes consultadas, estas páginas no tienen el sabor de una investigación académica y, en cambio, conservan la fragancia de la leyenda y el sabor popular que se transmiten generacionalmente. El autor reivindica a los personajes que ha elegido. Los ama. Se pone absolutamente de su lado. Se trata entonces de un legítimo ejercicio de libertad del yo. Desde allí, la intimidad, se canta a Frida Kahlo, Alicia Alonso, Juana de Ibarbourou, Toni Morrison, Luz Elena Arismendi, Eva Perón, Elis Regina, Alfonsina Storni, Isadora Duncan… (Cecilia Velasco, Diario Hoy. Quito, abril de 1997)

KINTTO LUCAS. Escritor, periodista y político uruguayo-ecuatoriano. Vicecanciller de Ecuador, 2010-2012. Coordinador del Consejo de Estrategia Política de Ecuador, 2009. Embajador Itinerante de Uruguay para UNASUR, CELAC y ALBA, 2013. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990.
En 2004 recibió la Pluma de la Dignidad de la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador en reconocimiento a su trayectoria. Ha sido docente de periodismo y de actualidad política y geopolítica en las universidades Católica, Andina Simón Bolívar y de las Américas; además de conferencista de diversas universidades, ONG, instituciones estatales y organismos internacionales.
Algunos de sus libros son: Rebeliones indígenas y negras en América Latina (Abya-Yala, 1992); Mujeres del siglo XX (Abya-Yala, 1997); Apuntes sobre fútbol (Abya-Yala, 1998); La rebelión de los indios (Abya-Yala, 2000), traducido al inglés con el título We Will Not Dance on Our Grandparent’s Tombs. Indigenous uprisings in Ecuador (IICR, Londres 2000); Plan Colombia. La paz armada (Planeta, 2000); El movimiento indígena y las acrobacias del coronel (Tintají, 2003); Con sabor a gol -fútbol y periodismo- (Biblioteca del Fútbol Ecuatoriano. FLACSO, 2006); Rafael Correa: Un extraño en Carondelet (Planeta, 2006); Una historia dentro de la historia (FLACSO, 2007); La guerra en casa –De Reyes a la Base de Manta- (Planeta, 2008); Tal Cual Es el camino de José Mujica a la presidencia (Tintají, 2012) y El arca de la realidad –de la cultura del silencio a wikileaks- (Ciespal, 2013).

 

Fuente del libro: http://www.rebelion.org/docs/263744.pdf

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Primer Encuentro de Maestras y Maestros de Latinoamérica. Declaración de La Paz, Bolivia.

Chile / 27 de mayo de 2018 / Autor: Comunicaciones SNTE-Chile / Fuente: Snte.cl

Declaración de La Paz, Bolivia.

Declaración y acuerdos de las organizaciones latinoamericanas participantes del primer Encuentro de Maestros y Maestras de Latinoamérica, realizado en Mayo en La Paz, Bolivia.

El capitalismo ha llevado a la humanidad a una profunda crisis. La escases de agua y alimentos, producto de la sobreexplotación de los recursos de la madre tierra, las hambrunas producto de la falta de empleos o precarización extrema de estos, la deshumanización de las relaciones sociales y los permanentes asedios militares imperialistas en distintas regiones del planeta han puesto a la humanidad al borde de la barbarie.

Latinoamérica no está ajena a la agenda neoliberal, sufriendo los embates de una ofensiva imperialista liderada por las derechas conservadoras (las mismas oligarquías terratenientes que apoyaron las dictaduras de corte fascista entre las décadas del 60, 70 y 80 en nuestra américa). Esa vieja derecha que no escatimará en esfuerzos para recuperar la administración de los gobiernos nacionales, sean por la vía del fraude, la corrupción, los golpes blandos o las intervenciones militares extranjeras.

La ofensiva del capitalismo neoliberal lleva como bandera de lucha el desmantelamiento del aparato productivo de nuestros países, la precarización del empleo y la privatización de los derechos fundamentales como la educación, la salud y los servicios básicos, para apropiarse de ellos y transformarlos en bienes de consumo disponibles en el mercado de capitales.

Los pueblos de nuestra américa somos testigos de los ataques permanentes de estas mismas oligarquías, la CIA y el departamento de estado norteamericano, a los gobiernos progresistas y revolucionarios que han puesto en primera línea los derechos del pueblo trabajador.

Cambiar el sentido histórico del capitalismo es más una necesidad de sobrevivencia de la propia humanidad que una opción política, para ello entendemos que se precisa de romper con sus pilares coloniales, enraizados por la modernidad eurocéntrica como totalidad de una cultura de sometimiento, que, si bien ha prevalecido hasta nuestros tiempos, también ha producido sus propias resistencias y contradicciones.

Los movimientos anticoloniales, antipatriarcales, ecologistas, campesinos, de las comunidades eclesiales de la teología de la liberación, de migrantes, sindicales, por la democratización de los medios de información, por el respeto a la diversidad de género, de luchas por el territorio y el agua, estudiantiles y magisteriales, conforman el mosaico de oposiciones a un capitalismo que ha complejizado sus formas de explotación y dominación, pero que finalmente tiene una matriz colonial he imperialista que lo convierte en el enemigo común a vencer

En este contexto internacional, los maestros democráticos del continente nos hemos reunido en el marco del Primer Encuentro de Maestros y Maestras de Latinoamérica, realizado los días 11 y 12 de mayo en la ciudad de La Paz, Bolivia, para unificar criterios y buscar las estrategias de alianza que nos permita enfrentar la crisis del modelo educativo capitalista, que apuesta por la desaparición de la escuela pública y la eliminación del rol del maestro y la maestra en el proceso educativo.

Para enfrentar las consecuencias del desastre neoliberal hemos decidido pasar desde las dignas resistencias a la ofensiva continental, para lo cual asumimos los siguientes compromisos como tareas de construcción orgánica del nuevo Magisterio de Nuestra América.

–          La crisis del capitalismo neoliberal y su modelo educativo solo podrá ser enfrentada por la organización continental de las y los trabajadores.

–          Nos organizamos por la Descolonización de Nuestra América para la emancipación definitiva de nuestros pueblos.

–          Sumarnos de manera activa a los procesos de internacionalización de las luchas de las y los trabajadores y de integración de los polos contrahegemónicos al imperialismo norteamericano como ALBA, UNASUR y CELAC.

–          Defenderemos la Soberanía y Autodeterminación de los pueblos rechazando cualquier agresión que atente contra la soberanía y la democracia de los pueblos hermanos asediados por el imperialismo como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.

–          Entendemos la Educación como un proceso inherentemente político que tiene por objeto la transformación de la realidad para la humanización y democratización de la sociedad.

–          Mientras el modelo educativo neoliberal apuesta por crear mano de obra barata al servicio de las grandes transnacionales, los maestros y maestras del continente tenemos el desafío de construir un nuevo Proyecto Educativo para la emancipación y descolonización de Nuestra América.

–          Este Proyecto educativo de carácter indoafrolatinoamericano y caribeño se construirá desde las necesidades de las comunidades y desde los saberes de nuestros pueblos, siendo la Universidad de los Pueblos el espacio que permita la articulación de estos saberes para la lucha por la emancipación continental.

–          Para cumplir con estas tareas necesitamos de una coordinación orgánica del magisterio continental y de una dirección política que pueda encabezar este proceso de coordinación por toda nuestra América.

–          Esta coordinación continental del magisterio deberá asumir la defensa irrestricta de la educación pública como un derecho humano que tenga como fin último el Buen Vivir.

–          Para avanzar en la constitución de una Coordinación Continental del Magisterio se aprueba la creación de una Dirección Política compuesta por las representaciones sindicales de Bolivia, Venezuela, Chile y Perú.

–          Esta Dirección Política tendrá como tarea organizar el Segundo Encuentro Latinoamericano de Maestras y Maestros para el año 2019, con sede en el estado plurinacional de Bolivia.

–          La Solidaridad activa será el arma con la que hermanaremos cada una de nuestras luchas, cada huelga magisterial, cada lucha de nuestros pueblos estará acompañada de todo un continente solidario. Nunca más solos.

–          Finalmente, el Primer Encuentro de Maestras y Maestros de Latinoamérica aprueba apoyar y solidarizar con la demanda de Mar para la Bolivia y de Mar para los Pueblos con soberanía, junto con respetar y defender la decisión soberana del pueblo venezolano en el próximo proceso electoral.

¡Avanza y camina el nuevo Magisterio de América Latina!

 

 

Unidos y Organizados

¡¡¡Hasta que la Dignidad se Haga Costumbre!!!

“No somos uno, no somos dos, ahora somos todos a una sola voz”.

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Fuente:

DECLARACIÓN DE LA PAZ.

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Activar y fortalecer la Alianza por Nuestra América

Por: Patricio Montesinos

La  XIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), a celebrarse en Caracas el venidero 5 de marzo, será otra oportunidad para trazar nuevas metas en la  batalla que libran actualmente sus países miembros por la definitiva independencia, la unidad y la integración de las naciones latinoamericanas y caribeñas.

Nacida el 14 de diciembre de 2004 por un acuerdo suscripto en La Habana entre los líderes históricos de Venezuela, Hugo Chávez, y de Cuba, Fidel Castro, el ALBA sepultó a la neoliberal Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que creó Estados Unidos con el propósito de mantener su dominio en la región que se extiende del Río Bravo hasta la Patagonia.

Concebida por Fidel y Chávez como un mecanismo de cooperación y solidaridad en todas las esferas de la sociedad, en beneficio de los pueblos y contra el neoliberalismo salvaje impuesto en la Patria Grande, esa entidad es blanco hoy de una arremetida derechista que financia y estimula Washington.

Desde su fundación, el ALBA siempre fue un escollo para los gobiernos de turno norteamericanos y la oligarquía regional en el viejo empeño por mantener el dominio imperial en Nuestra América.

Por esa razón, Venezuela, el país miembro con mayores recursos de los que integran esa organización, y otros como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, además de Cuba, han sido objeto de agresiones de todo tipo por parte de Estados Unidos y la derecha para debilitar y conseguir destronar a sus gobiernos progresistas, y de facto intentar desintegrar al ALBA.

La Revolución Bolivariana, que ahora encabeza el presidente Nicolás Maduro, ha sido y es, sin duda alguna, la principal diana de los disparos continuos de Washington dirigidos contra la referida entidad integradora.

El Pentágono y la Casa Blanca no esconden su hipótesis que derrumbando el proceso revolucionario en Venezuela, el ALBA sufriría un golpe mortal, precisamente por ser la nación de Hugo Chávez la de mayor fortaleza económica.

Y justamente por ese motivo es imprescindible intensificar la solidaridad con Venezuela, en defensa de la paz, su soberanía, su libre autodeterminación, y frente a las injerencias externas en sus asuntos internos.

La XIV Cumbre del ALBA en Caracas, el próximo domingo, es escenario ideal para vigorizar el respaldo a la Patria de Bolívar, además de elaborar planes con vista a intensificar la unidad y la integración entre latinoamericanos y caribeños, en momentos de dificultades económicas y políticas en la Patria Grande.

Otros de los objetivos cardinales de esa cita debe ser asegurar la distensión en la región, tomando en cuenta los preceptos recogidos en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, adoptada en la II Cumbre de la CELAC, efectuada en La Habana, en 2014.

Un merecido homenaje a los padres del ALBA, Fidel y Chávez, será activar y fortalecer la organización que en beneficio de los más desposeídos crearon esos dos gigantes de Nuestra América.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/03/01/activar-y-fortalecer-la-alianza-por-nuestra-america/#.WLvr_TjSndI

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Venezuela: A 12 años de la creación del ALBA

Venezuela/15 diciembre 2016/Fuente: Insurgencia Magisterial

En la III Cumbre de las Américas, en Québec/Canadá del 20 al 22 de abril de 2001, el Presidente Hugo Chávez, firma la declaración final dejando constancia que Venezuela se opuso a la propuesta del ALCA (Área de libre comercio de las Américas), poco tiempo después el Presidente cubano Fidel Castro y Chávez, se encontraban creando las bases de lo que hoy es el ALBA.

En diciembre del 2001 en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la Isla de Margarita – Venezuela, el Presidente Hugo Chávez presenta la idea del ALBA, como una propuesta de integración integral, económica, social, política y cultural de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Si miramos hacia el pasado, podemos encontrar las raíces de este proyecto en documentos como la Carta de Jamaica, cuando por primera vez Simón Bolívar establece la doctrina de unidad y soberanía de los países que se independizaban del poder colonial. Podemos analizar otros documentos históricos que son claros antecedentes del ALBA y que comprueban que ésta idea se sustenta en el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, O´Higgins, San Martín, Hidalgo, Petion, Morazán, Sandino y tantos otros próceres, sin nacionalismos egoístas ni políticas nacionales restrictivas que nieguen el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según la soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras.

La institucionalidad de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) surgió oficialmente el 14 de diciembre de 2004 cuando los presidentes de Cuba, Fidel Castro y de Venezuela, Hugo Chávez se reunieron en La Habana y firmaron los protocolos de su fundación como forma de integración y unión de América Latina y el Caribe basada en un modelo de desarrollo independiente con prioridad a la complementariedad regional que permita promover el desarrollo de todos y fortaleciera la cooperación mediante el respeto mutuo y la solidaridad.

El texto de la histórica Declaración Conjunta entre las referidas naciones destaca: “Afirmamos que el principio cardinal que debe guiar el ALBA es la solidaridad más amplia entre los pueblos de América Latina y el Caribe, que se sustenta con el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, O’Higgins, San Martín, Hidalgo, Petión, Morazán, Sandino, y tantos otros próceres, sin nacionalismos egoístas que nieguen el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según lo soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras”.

El “ALBA” se fundamenta en la creación de mecanismos que aprovechen las ventajas cooperativas entre las diferentes naciones asociadas para compensar las asimetrías entre esos países. Esto se realiza mediante la cooperación de fondos compensatorios, destinados a la corrección de discapacidades intrínsecas de los países miembros, y la aplicación del Tratado de Comercio de los Pueblos o “TCP”.

El ALBA-TCP otorga prioridad a la relación entre los propios países en pie de igualdad y en el bien común, basándose en el diálogo subregional y abriendo campos de alianzas estratégicas fomentando el consenso y el acuerdo entre las naciones latinoamericanas.

En 2006 se sumó a la iniciativa Bolivia; en 2007, Nicaragua; y en 2008 lo hicieron Dominica y Honduras.

Ecuador; San Vicente y las Granadinas; y Antigua y Barbuda formalizaron su adhesión en 2009, y en enero de 2010 Honduras abandonó el bloque tras el golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya.

Según datos del VII Consejo Económico de la Alianza, que se celebró en abril de 2012 en Quito, los países que la conforman cuentan en su conjunto con un Producto Interno Bruto (PIB) de 600.000 millones de dólares y más de 80 millones de habitantes.

El ALBA tiene el propósito histórico fundamental de unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas.

De igual modo, se sustenta en los principios de solidaridad, cooperación genuina y complementariedad entre nuestros países, en el aprovechamiento racional y en función del bienestar de nuestros pueblos, de sus recursos naturales -incluido su potencial energético-, en la formación integral e intensiva del capital humano que requiere nuestro desarrollo y en la atención a las necesidades y aspiraciones de nuestros hombres y mujeres.

Principios del ALBA

1. El comercio y la inversión no deben ser fines en sí mismos, sino instrumentos para alcanzar un desarrollo justo y sustentable, pues la verdadera integración latinoamericana y caribeña no puede ser hija ciega del mercado, ni tampoco una simple estrategia para ampliar los mercados externos o estimular el comercio. Para lograrlo, se requiere una efectiva participación del Estado como regulador y coordinador de la actividad económica.

2. Trato especial y diferenciado, que tenga en cuenta el nivel de desarrollo de los diversos países y la dimensión de sus economías, y que garantice el acceso de todas las naciones que participen en los beneficios que se deriven del proceso de integración.

3. La complementariedad económica y la cooperación entre los países participantes y la no competencia entre países y producciones, de tal modo que se promueva una especialización productiva eficiente y competitiva que sea compatible con el desarrollo económico equilibrado en cada país, con las estrategias de lucha contra la pobreza y con la preservación de la identidad cultural de los pueblos.

4. Cooperación y solidaridad que se exprese en planes especiales para los países menos desarrollados en la región, que incluya un Plan Continental contra el Analfabetismo, utilizando modernas tecnologías que ya fueron probadas en Venezuela; un plan latinoamericano de tratamiento gratuito de salud a ciudadanos que carecen de tales servicios y un plan de becas de carácter regional en las áreas de mayor interés para el desarrollo económico y social.

5. Creación del Fondo de Emergencia Social, propuesto por el Presidente Hugo Chávez en la Cumbre de los Países Sudamericanos, celebrada recientemente en Ayacucho.

6. Desarrollo integrador de las comunicaciones y el transporte entre los países latinoamericanos y caribeños, que incluya planes conjuntos de carreteras, ferrocarriles, líneas marítimas y aéreas, telecomunicaciones y otras.

7. Acciones para propiciar la sostenibilidad del desarrollo mediante normas que protejan el medio ambiente, estimulen un uso racional de los recursos e impidan la proliferación de patrones de consumo derrochadores y ajenos a las realidades de nuestros pueblos.

8. Integración energética entre los países de la región, que asegure el suministro estable de productos energéticos en beneficio de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, como promueve la República Bolivariana de Venezuela con la creación de Petroamérica.

9. Fomento de las inversiones de capitales latinoamericanos en la propia América Latina y el Caribe, con el objetivo de reducir la dependencia de los países de la región de los inversionistas foráneos. Para ello se crearían, entre otros, un Fondo Latinoamericano de Inversiones, un Banco de Desarrollo del Sur, y la Sociedad de Garantías Recíprocas Latinoamericanas.

10. Defensa de la cultura latinoamericana y caribeña y de la identidad de los pueblos de la región, con particular respeto y fomento de las culturas autóctonas e indígenas. Creación de la Televisora del Sur (TELESUR) como instrumento alternativo al servicio de la difusión de nuestras realidades.

11. Medidas para las normas de propiedad intelectual, al tiempo que protejan el patrimonio de los países latinoamericanos y caribeños frente a la voracidad de las empresas transnacionales, no se conviertan en un freno a la necesaria cooperación en todos los terrenos entre nuestros países.

12. Concertación de posiciones en la esfera multilateral y en los procesos de negociación de todo tipo con países y bloques de otras regiones, incluida la lucha por la democratización y la transparencia en los organismos internacionales, particularmente en las Naciones Unidas y sus órganos.

Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/a-12-anos-de-la-creacion-del-alba/

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Sobre la excepcional importancia de TeleSUR

Por: Atilio A. Boron
Rebelión

 En primer lugar agradecer la invitación que me hicieran las autoridades del Instituto Patria para participar en este panel en defensa de TeleSUR. Es un honor para mí poder decir algunas pocas palabras acerca de esta imprescindible señal informativa de Nuestra América. Y agradecer también las amables palabras de la coordinadora de esta mesa, Mariana Moyano, que le agradezco de todo corazón.
Iba a comenzar mi exposición yendo directamente al grano, pero las acertadas palabras de Oscar Laborde a propósito del supuesto “fin del ciclo progresista” me incitan a abundar un poco más en este asunto antes de referirme a la censura ejercida por el gobierno macrista en relación a TeleSUR.

Sobre el “fin del ciclo progresista”

Efectivamente, la derecha y los voceros del imperialismo vienen agitando hace tiempo la bandera del “fin de ciclo”. Lo que fue ya no está, y ahora viene otra cosa. Las políticas del pasado quedan relegadas al registro histórico y debemos aceptar resignadamente que otro ciclo ha comenzado: el ciclo del “neoliberalismo recargado” que por largos años estará presente y dominará nuestras vidas. La derecha ha regresado para “poner las cosas en su lugar”.

Ante ello quiero primero decir que este discurso es falso, que es una estratagema ideológica para desmovilizar, desmotivar y desanimar a quienes quisimos y queremos una sociedad mejor, una sociedad más justa. Se nos dice, desde arriba, que esa tentativa fracasó y que ahora, agotado ese ciclo, se deberá “sincerar” la economía (eufemismo para designar un ajuste brutal, la famosa “terapia de shock”) y reinstalar la sensatez en el reino de la política. En materia de política exterior esto quiere decir “regresar al mundo”, del cual supuestamente la Argentina se habría marchado desde el momentos en que a comienzos del “ciclo progresista” abrazó la política latinoamericanista y participó activamente en el rechazo del ALCA, la creación de la UNASUR y la CELAC y, también, de TeleSUR. Es necesario rechazar de plano estas acusaciones y defender con fuerza el camino emprendido en aquellos años. Mismo, que, como no podía ser de otro modo, no está exento de críticas pero que, a la hora de efectuar un balance, sus aciertos históricos superan sus errores y desaciertos.

Quiero también decir que esta estratagema no es nada novedosa. Ya conocemos versiones anteriores de la misma. En los años sesentas la propaganda imperial que circulaba a través de los medios y las estructuras académicas insistía en que habíamos entrado en la época del “fin de las ideologías”. Quienes por aquellos años éramos estudiantes de sociología debíamos afrontar el continuo diluvio de los divulgadores de las tesis de Daniel Bell y el discurso que exaltaba la neutra superioridad del saber técnico en la gestión de la vida económica y la obsolescencia de toda discusión en torno a la buena sociedad y los horizontes de la utopía.

Veinte años más tarde, en el contexto de la reconstrucción democrática, aparece otra variante de este discurso escatológico: en los años ochentas, la que ha pasado a mejor vida es la perturbadora “lucha de clases”. Un institucionalismo ingenuo que reemplazaba el análisis de las inevitables contradicciones sociales por el aceitado rodaje de las instituciones democráticas penetró con fuerza en el imaginario público y, por un corto tiempo, hizo perder de vista al conflicto social. Pero no tardó en producirse aquello que Freud denominara “el retorno de lo reprimido” porque, a poco andar, la lucha de clases irrumpió nuevamente en la vida política de la mano de las políticas de ajuste estructural, estabilización financiera y el pago de la monstruosa deuda externa que frustró las expectativas populares en los años posteriores a la derrota de las dictaduras, dejando como saldo un lamentable vaciamiento del proyecto democrático.

Ya en la década de los noventas, con el neoliberalismo rampante instalado en toda la región, apareció un politólogo norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama proclamando ya no el fin de las ideologías y de la lucha de clases ¡sino de la historia! Según esta alucinada pero nada inocente concepción, la historia concluyó con un resultado inapelable y definitivo: triunfo de la democracia liberal como forma de organización política y victoria del libre mercado como modelo de organización económica. Al igual que los otros “fines” este, el de la historia, fue terminantemente desmentido por el devenir del proceso histórico, por la dialéctica incesante de los cambios que sin pausa modifican día a día el paisaje de nuestra vida social. Esta burda concepción quedó sepultada bajo los escombros de las Torres Gemelas el 11 de Septiembre del 2001.

Por lo tanto, y a los efectos de no desviarme del tema, debo decir que el discurso actual del “fin del ciclo progresista” es otra engañifa de la derecha que debemos rechazar resueltamente porque su propósito es que nos demos por vencidos, que bajemos los brazos y que abandonemos la batalla. Cosa que no debemos hacer jamás, recordando lo que dijera tantas veces el Comandante Hugo Chávez: “¡aquí no se rinde nadie!” Una mirada sobria a la escena política latinoamericana basta para demostrar la falacia de aquel discurso. ¿Fin de ciclo? Pero si en la Argentina, único caso en donde un gobierno progresista perdió una elección presidencial, el gobierno de Macri está lejos de haberse consolidado. Apelando a mi benevolencia podría decirse que es un gobierno “tambaleante”, que gestiona a base de “ensayos y errores” y que, de no mediar una rápida recuperación de la economía corre el riesgo de sufrir una catastrófica derrota en las elecciones del próximo año. ¿Fin de ciclo en Brasil? Pero si el usurpador Michel Temer está enfrentando una denuncia por haber recibido sobornos corporativos por una cifra que supera los 41 millones de dólares, lo que puede detonar su fulminante eyección del Palacio del Planalto. Y si tal cosa ocurriera y hubiera que llamar a elecciones, que es lo que exige la ley brasileña cuando se produce la vacancia de presidente y vice, ¿qué dicen las encuestas, hoy? Dicen que Lula tiene una intención de voto del 21 %, contra 9 de su más inmediato rival, Aecio Neves. ¿Fin de ciclo? Y en Bolivia Evo Morales tiene mandato hasta comienzos del 2019; y en Ecuador cualquiera de los dos posibles candidatos de Alianza País le sacan más de veinte puntos de ventaja al mejor posicionado de la derecha. En Nicaragua Daniel Ortega está registrando una intención de voto cercana al ochenta por ciento, y en Paraguay se perfila con fuerza el posible retorno de Fernando Lugo. En suma: el discurso de “fin de ciclo progresista” es una trampa para desmovilizarnos y desmoralizarnos y que es necesario rechazar con energía.

Sobre la excepcional importancia de TeleSUR

Dicho lo anterior, ¿cómo explicar el brutal ataque del gobierno nacional a TeleSUR? ¿Por qué ese enfermizo empecinamiento para excluir a la señal informativa de América Latina de las pantallas argentinas?

Para responder a esta pregunta apelaré primero a lo que decía en una audiencia convocada por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos un miembro informante del Pentágono: “en el mundo de hoy la guerra antisubversiva se libra en los medios, no en las junglas y selvas o en los suburbios decadentes del Tercer mundo. Ese es el principal teatro de operaciones.” Dado que esto indudablemente es así se entiende el encono de la derecha vernácula y sus mandantes imperiales en contra de TeleSUR. La lucha de clases prosigue su curso, sólo que el escenario principal –se entiende que no el único-se ha trasladado a los medios. Y lo hizo porque, tal como lo dijera Fidel, la “batalla de ideas” es de suprema importancia. El neoliberalismo ha demostrado ser un fracaso rotundo en la arena económica porque ni garantizó el crecimiento económico y, mucho menos, la distribución progresiva de los ingresos. La famosa “teoría del derrame” es insanablemente falsa y más que una teoría científica un instrumento de propaganda de la derecha. Pero a pesar de esto, recordaba Fidel, el imperialismo se anotó grandes triunfos en la “batalla de ideas”. Y para contrarrestar necesitamos armas como las que nos provee TeleSUR. La derecha también sabe esto y por eso la combate sin piedad e impide que se pueda ver sea en televisión abierta como por la vía del cable. Esto ocurre en Chile, en Colombia, en Brasil y en muchos otros países. No era el caso en la Argentina, pero por eso vino el gobierno de Macri para “corregir” ese error del anterior gobierno.

En ese crucial campo de la lucha antisubversiva que son los medios (y recordemos que quienes nos oponemos al capitalismo y al neoliberalismo somos caracterizados como “subversivos”) se produjo en las últimas décadas un fenomenal proceso de concentración corporativa. En una intervención hecha un par de años atrás el cineasta y documentalista australiano John Pilger afirmó que este proceso de concentración remata en la instauración de un “gobierno invisible” e incontrolable, que no rinde cuentas ante nadie y que actúa sin ninguna clase de restricciones efectivas a su enorme poderío. Por supuesto, una estructura de este tipo, agregamos nosotros, es absolutamente incompatible con la democracia. Pero oigamos a Pilger: “Hay que considerar cómo ha crecido el poder de ese gobierno invisible. En 1983, 50 corporaciones poseían los principales medios globales, la mayoría de ellas estadounidenses. En 2002 había disminuido a sólo 9 corporaciones. Actualmente son probablemente unas 5. Rupert Murdoch (de la megacadena Fox) ha predicho que habrá sólo tres gigantes mediáticos globales, y su compañía será uno de ellos.”

Concentración mediática, oligopolios multimedia que medran también en Nuestra América: O Globo en Brasil, Televisa en México, Clarín en la Argentina y el duopolio massmediático en Colombia son exponentes regionales de esta tendencia que, por doquier, constituye una mortal amenaza a la democracia. Porque, ¿qué duda cabe?, no puede haber estado democrático, o una democracia genuina, si el espacio público del cual los medios son su “sistema nervioso” tiene una estructura profundamente antidemocrática, en cuyo vértice se encuentra un puñado de enormes corporaciones multimediáticas que dominan a su antojo la escena mediática. Gracias a los grandes avances de las ciencias de la conducta y las neurociencias un enorme intelectual norteamericano como Noam Chomsky asegura que los medios han adquirido una formidable capacidad para “formatear” la opinión política, imponer su agenda de prioridades y, en algunos casos –no siempre- son capaces de fabricar a los líderes políticos (caso de Silvio Berlusconi en Italia) que habrán gobernar. Y si no los inventan del todo ayudan a la emergencia de algunos, a los que brindan toda su protección y le ofrecen un “blindaje mediático” que los torna prácticamente inmunes a toda crítica, como lo comprueba, en estos días, el papel de los medios hegemónicos en la Argentina y Brasil. La amenaza a la democracia es enorme porque con la concentración de los medios y la instauración de una aplastante hegemonía se consolida en la esfera pública un poder oligárquico que, articulado con los grandes intereses empresariales, puede manipular sin contrapesos la conciencia de los televidentes y del público en general, instalar agendas políticas y candidaturas e inducir comportamientos políticos, todo lo cual desnaturaliza profundamente el proceso democrático.

De ahí la enorme importancia de TeleSUR, creada por obra de la sabia inspiración del Comandante Hugo Chávez, que percibió como pocos la gravísima amenaza que para el futuro democrático de Nuestra América representaban los medios controlados por una coalición absoluta e intransigentemente enemiga de cualquier proyecto democratizador. La situación exigía una lucha permanente en contra de esos bastiones del autoritarismo y la reacción, batalla que debía ser librada a escala continental. En las reuniones previas a la creación de TeleSUR Chávez recordaba una sentencia de Simón Bolívar más que apropiada para los tiempos actuales: “nos dominan menos por la fuerza que por la ignorancia y la superstición.” Precisamente, para combatir ambas fue creada TeleSUR. La beligerancia de la derecha no es casual si se tiene en cuenta la trascendental labor hecha por esta señal informativa desde el momento en que apareciera, once años atrás. Gracias a ella no sólo estamos informados, cuando antes estábamos desinformados; sino que estamos bien informados, con periodistas que comparten nuestra cultura y nuestros sueños, que nos muestran lo que las oligarquías locales y el imperialismo no quieren que veamos, como las infames maniobras perpetradas durante el golpe en Honduras o los crímenes perpetrados por la OTAN en Libia. Con haber hecho sólo esto TeleSUR habría justificado con creces su existencia.

Pero hizo mucho más: TeleSUR fue un factor importantísimo en la creación y consolidación de una conciencia nuestroamericana. Gracias a TeleSUR hoy todos los pueblos de la región somos más latinoamericanos que antes, hemos adquirido conciencia de que o somos una Patria Grande o no seremos nada. El gran proyecto bolivariano, relanzado por obra de Chávez, encontró en esta señal de noticias un instrumento irreemplazable para acelerar su concreción. TeleSUR nos mostró cada rincón de América Latina y el Caribe, tendió puentes entre pueblos que antes desconocían por completo lo que ocurría en otros países del área, su cultura, sus costumbres, su vida cotidiana, sus problemas y sus logros; fomentó por eso mismo la creación de esa nueva conciencia nuestroamericana que fue prerrequisito para la aparición de instituciones regionales como la UNASUR y la CELAC. Por eso TeleSUR atrae como un pararrayos las iras del imperio y el odio de sus lugartenientes y peones en América Latina y el Caribe. La verdad es intolerable, y TeleSUR muestra la verdad de lo que ocurre no solo en esta parte del mundo sino en todo el planeta. Muestra con esclarecedora sobriedad los estragos que el imperialismo perpetra día tras día. Al hacerlo, despierta a los pueblos y alienta su rebeldía en contra de un orden imperial que a diario acaba con la vida de decenas de miles de personas en todo el mundo. Por eso su voz debe ser acallada, y sus imágenes apagadas. Por eso la reacción del gobierno argentino, por eso la censura a que es sometida no sólo aquí sino también en Chile, Colombia, Brasil y tantos otros países. Pero, como dice el refrán popular, no se puede tapar al sol con un dedo. Más pronto que tarde TeleSUR, la única señal noticiosa de noticias de América Latina y el Caribe, será restablecida en Argentina y recibida en los países que, todavía hoy, permanecen sumidos en aquella “ignorancia y superstición” que tanto preocupara al Libertador y que la derecha se empeña en perpetuar.

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