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El Salvador: Ministra de Educación dice que directores encubren a profesores ebrios

América Central/El Salvador/09-07-2021/Autora: Susana Joma/Fuente: www.elsalvador.com

La funcionaria aseveró que tienen alrededor de 20 denuncias de este tipo de casos. Gremiales de docentes señalan que generaliza.

La ministra de Educación, Carla Hananía de Varela, expresó ayer que los cambios que el Ministerio de Educación (MINED) impulsa vía decreto en cuanto a la selección de docentes, busca encontrar solución al tema de los maestros interinos que llevan años en esa calidad, pero también mejorar la calidad de profesores que llegan a las escuelas.

Hananía de Varela argumentó, durante una entrevista matutina en radio YSKL, que si bien la mayoría de maestros que hay en las escuelas tienen vocación, son comprometidos, decentes, pero de acuerdo a lo que han observado a partir de las denuncias que llegan muestra que se ha permitido que ingresen profesores sin que hayan demostrado que tienen las capacidades.

“Tenemos una gran cantidad de maestros que llegan alcoholizados a dar clases, bastantes; tenemos más o menos una lista como de unas 20 personas, pero eso es lo que nosotros hemos podido recabar, porque los directores los protegen a muchos de ellos y no reportan que llegan alcoholizados”, señaló.

Sostuvo que son maestro y a veces padres de alumnos los que denuncian estos casos de docentes, también de acosadores, violadores, pero generalmente tras denunciar viven con miedo.

La semana anterior, la funcionaria informó que en lo sucesivo será el MINED quien se encargará del proceso de selección de profesores del sistema público, una función que según lo establecido en la Ley de la Carrera Docente le corresponde al Tribunal Calificador de la Carrera Docente.

Sindicatos de profesores, como Simeduco, Bases Magisteriales y SEDESA, advirtieron que si bien el Tribunal Calificador ha sido cuestionado por fallas en la selección de los educadores, el hecho de que Educación retome directamente la selección corre el riesgo de que se favorezca a profesores afines al partido de gobierno o familiares, como se hizo en el pasado.

Bases Magisteriales expuso en su momento que es viable promover un cambio, pero en lugar de violentar la ley se hubiera procedido a sustituir a los miembros del Tribunal.

No obstante, la titular de Educación señaló que mientras ven cómo el Tribunal Calificador y las Juntas se convierten en entes imparciales al servicio de la calidad de la educación, no pueden dejar el portón abierto para que entren maestros que llegan a generar estos casos.

En ese contexto Hananía de Varela se volvió a referir al caso de un profesor confeso de acoso a quien la Junta de la Carrera Docente suspendió, después la ley le dio tres años de prisión, pero por haber confesado le dieron tres años de servicio a la comunidad y hoy el mismo Tribunal Calificador de la Carrera Docente ha ordenado lo restituya en la escuela y se le pague lo que se le debe.

Sostuvo que en ese sentido ha habido permisividad y un criterio que no es el correcto para seleccionar a los maestros por parte del Tribunal. Pero la funcionaria también carga contra las gremiales de profesores al señalar que “los gremios luchan para que el alcoholismo, nosotros lo reconozcamos como una enfermedad. ¿Cómo es posible eso? Sí, es cierto, es una enfermedad, pero que se vaya a curar a su casa, que no esté exponiendo a los niños …”

La ministra externó que bajo el decreto con el que Educación impulsa un nuevo mecanismo de selección de profesores también se establecen nuevos criterios, en aras de asegurar la calidad de la educación, considerando que en el sistema también hay docentes con evidentes fallas en su formación, que no saben redactar.

Detalló que también se hará un esfuerzo con las universidades en el tema de la formación inicial docente, pues ya no es posible que una persona entre a estudiar profesorado porque es una carrera corta y salió con malas notas de bachillerato: “Tiene que ser la carrera más exigente de todas, para elevar el nombre de los maestros”.

Ella además declaró que hoy para entrar a la universidad a estudiar docencia se le tiene que hacer una evaluación vocacional, porque hay que tener cierta inteligencia emocional para trabajar con niños, habilidad y formación. “Vamos a cambiar la manera y los contenidos de la formación de los maestros, pero al mismo tiempo tenemos que corregir ese problema de cómo han sido seleccionados”, indicó.

Gremios descartan señalamientos

Los representantes de Simeduco y SEDESA afirmaron que ellos no han impulsado ninguna lucha relacionada con el tema de reconocer el alcoholismo como enfermedad tal como aseguró la titular del MINED, porque para empezar eso es algo que organismos internacionales de la salud ya lo han definido.

Rodríguez subrayó que no se puede generalizar que los directores protejan a los profesores que tienen este tipo de problema con las bebidas embriagantes, porque la ley ya establece cuáles son los pasos que deben dar cuando se les presentan casos de este tipo, como es denunciar ante la Junta de la Carrera Docente.

“A bastantes docentes la Junta los han sancionado dejándolos sin trabajo, despidiéndolos por cometer este tipo de actos; debido a que algunos abandonan su trabajo, como establece la ley, por más de ocho días consecutivos o diez días al mes de forma no consecutiva”, señaló.

Óscar Martínez, secretario interino de SEDESA, quien también es director de un complejo educativo, es de la opinión que la ministra ha cometido un error al generalizar que los directores protegen a los educadores alcohólicos.

“Yo por ejemplo no ando protegiendo a nadie. Cometió un error la señora Ministra, que ella generalizó y dijo los directores los protegen. Ahí se llevó de encuentro a todos los 5,000 y algo de directores de las diferentes escuelas públicas y no somos todos”, citó Martínez.

Sobre los cambios que impulsa el MINED para seleccionar profesores, Rodríguez, del Simeduco, insistió que la titular sobrepasó lo que establece la Ley al quitar esas funciones al Tribunal Calificador de la Carrera Docente, cuando ella bien pudo sencillamente sustituir a los miembros del organismo.

“Nosotros le demostramos a la ministra que los miembros del Tribunal Calificador habían sido corruptos al asignar las plazas de directores y subdirectores sin seguir los debidos procesos: ¿pero cómo se arregla eso? Fácil, cambiando los miembros, aplicándoles una sanción por inoperancia o por otra figura que está en la Ley de la Carrera Docente. Hay dos miembros del Tribunal Calificador que los pone la ministra de Educación. Ella sigue manteniéndolos”, apuntó.

Por su parte, el representante de SEDESA señaló que junto con otras gremiales que conforman la Federación Unión Nacional de Empleados Públicos (UNEP), incluyendo Simeduco, SIANDES y ATRAMEC, han hecho observaciones técnicas en el sentido de que ese decreto transitorio del MINED no solo violenta la legislación existente, sino que, además, solo va dirigido a favorecer a un sector de profesores interinos que tienen tres años de trabajar consecutivamente, pero excluye a los que no tienen tres años, a los que solo dan hora clase.

Martínez, al igual que su colega del Simeduco, cuestiona el hecho de que la titular de Educación mantiene en el Tribunal Calificador a sus dos representantes pese a que ha identificado que los miembros de este organismo han cometido anomalías en la asignación de plazas.

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/ministra-educacion-dice-directores-encubren-profesores-interinos-ebrios/853142/2021/

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A Comapa, mi nuevo poemario.

Por: Ilka Oliva Corado


Cuando cumplí 15 años fui a conocer Comapa, el pueblo donde nací. Me enamoré a primera vista,   de los niños de panzas cundidas de amebas saltando descalzos en los charcos de agua, ¡la felicidad de los inocentes!  De las sombras de los encinos rojos que daban vida a los barrancos. Y en los senderos la compañía de los guayabos silvestres, los palos de jiote, los nances, las manzanas rosas,  los chaparrones y los palos de jocote de corona.

Las milpas que se atrevían a dar flor en aquella tierra árida de pedrerío por doquier, porque así es Comapa, allá hay más piedras que tierra y el agua potable llega a cuenta gotas a las cercanías del pueblo, pero nada más. Las aldeas siguen saciando su sed con el agua de los escasos nacimientos, eso en invierno pero, ¿y en verano?

VIII

Caritas de lozanía
manitas de barro fresco
las niñas de Las Crucitas
son robles,
encinos en la floresta.

Y yo me enamoré perdidamente del color chiltoto de las tejas quebradas que tapaban los techos de las casas de adobe, del bajareque y de los toles de morro para beber atol. De los polletones de barro embadurnado con las manos de las abuelas, de  los comalones de barro donde se echaban  los pishtones,  los tazcales y se freían los huevos con manteca de coche o con lo que quedaba de la medida de mantequilla o el aceite que se compraban si se lograba vender una carga de leña, unos pollos o de perdida una medida de maíz o frijol de la cosecha.

Y de la  misma forma los aldeanos compraban su ropa, si vendían por pocos lo que iban produciendo. Así los vi llegar al pueblo con sus panas de jocotes de corona para el tiempo de cosecha, costales de ayotes, de frijol camagua, frijol nuevo, máiz nuevo, maicillo, sus cargas de leña; los vendían o los hacían trueque en el día de mercado. Al atardecer iban de regreso con sus pedazos de tela, sus botas de hule nuevas o de segunda mano, como de segunda mano los zapatos también, sus medias de gas para los candiles.  Candelas, fósforos, baterías para los radios que colgaban en las vigas de los corredores de las casas para sintonizar alguna radio de El Salvador, las de Guatemala no se escuchaban.  El azúcar, la sal y la cal siempre artículos de primera  necesidad en aquel pueblito perdido entre los cerros y piedras.

Me enamoré, sí, perdidamente del chipilín fresco con arroz y crema, del caldo de  hojas de guías en los que iban quilete o hierba mora, guías de ayotes, de güisquil, hojas de chile chiltepe y las que fueran para darle sustancia y sustento al caldo. Los tomates  y las cebollas siempre fueron lujos, caros de caros. Pero la rapadura canche y oscura abundaban junto con el jabón de aceituna, la chicha de piña y de máiz, el ayote  y el atol shuco. La tortilla con leche fue mi desayuno preferido desde entonces.  Y lujo era ver aquellos tamales de viaje, los ticucos y los tamales de elote.

Enamorarse duele, claro que sí y a mí me dolió tanto ver a niñas de mi edad ya con dos o tres hijos, casadas o en convivencia  con hombres que les doblaban la edad o hasta tres veces mayores que ellas. Ellas con la responsabilidad de todo en la casa, los hombres trabajando la tierra que rentaban para lograr una cosecha de máiz, frijol o maicillo para octubre y así ayudarse con lo básico de la sobrevivencia. Y los niños que se casaron niños, parejas de adolescentes que no pasaban de los 14 años y ya con hijos. La cantidad de niñas que tenían  hijos de sus familiares, porque fueron abusadas por estos, que era la forma de apartarlas para decirles a los otros hombres que esas niñas nunca se casarían, que no las iban a dejar casarse, que les pertenecían. Porque el machismo es crudo pero en oriente además es cruel.

El bar del pueblo, lleno de patojas de otros municipios y salvadoreñas, que para el día de pago no se daban abasto con tanto aldeano que llegaba a dejar allá el salario para quedarse borrachos durmiendo en las banquetas. A deshoras subían las esposas de las aldeas a traerlos y se los llevaban montados en las bestias que con los cascos de sus patas hacían sonar los adoquines de las calles del pueblo.

III

Trinar de aves
galantes las libélulas
el eco guarda el murmullo
de la quebrada
que en agosto rebosa
con la felicidad de los campesinos:
primera cosecha.
Máiz y frijol nuevo.

Así fui conociendo que la yegua tal que hace tal ruido al caminar es de fulano, que ahí va mengano de la zutana porque su  bestia renquea de una manita, que el caballo de perencejo hace tal ruido al caminar, todo esto a oscuras porque en aquellos tiempos la gente se acostaba a  la hora de la oración y los candiles se apagaban cuando comenzaban a aparecer las primeras luciérnagas. Y conocí pues los horarios de cada quién, que fulano sube a tales horas al pueblo y baja a la aldea de regreso a tales, que mengana va con la masa al molino a tales horas y regresa a tales y lleva de regreso quesadillas y semitas de donde doña Adelona. En las aldeas era común comer marquesote pero  las semitas, panes de arroz  y quesadillas  eran famosas las que hacía doña Adelona. Y también por supuesto, no podía ser de otra manera,  caí rendida a los pies de las semitas, los panes de arroz y las quesadillas de doña Adelona, hasta la fecha las añoro.

Ver a los niños desgranando máiz con las manos ampolladas y las niñas moliéndolo en piedras y el güiralito acarreando agua de La Pilona en el centro del pueblo. Era otra vida tan distinta a la del arrabal, mucho más rústica pero tan llena de placeres simples, donde las horas pasaban sin prisa y se sentaban a descansar bajo la sombra de los morros  y los amates. Las vi beber agua de la quebrada al medio día, escuchando el canto de las chicharras. Conversaban a veces de las pepescas del río Paz.

Aquel viaje a Comapa me nutrió  la raíz y la identidad, me dio ese sentido de pertenencia que también siento por Ciudad Peronia. En mi escritura desde el primer día han estado ambos, decir Ilka es decir Comapa y Ciudad Peronia,  yo no soy sin estos dos lugares, no podría ser, me haría falta algo, lo vital, lo esencial. Es por eso que hoy publico este poemario que escribí el año pasado, como un saludo y una reverencia  a ese pueblo maravilloso que me dio tanto y al que le debo mi fascinación por las flores de chacté, las chiliguas y las chilipucas.

Comapa es mi libro número 16, publicado por Ilka Editorial. Está disponible en Amazon.com y en IlkaEditorial.com

 Fuente e imagen: https://cronicasdeunainquilina.com

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La más alta tasa de suicidios del mundo

Por: Helen Epstein

Sam estaba haciendo tostadas hacia las 6 de la mañana cuando notó la rendija de luz por debajo de la puerta del baño. Pasaron los minutos, pero nadie parecía entrar y nadie salió. En un sueño de esa noche, su esposa, Maureen, había oído a alguien decir el nombre de su hija Sarah, y ella se dio cuenta de lo que había pasado tan pronto como Sam la despertó. Apoyada en la pared, se acercó al baño. Y luego vio a Sarah colgada en la ducha, muerta con diecisiete años.

La niña, me dijo Maureen [1], acababa de regresar de visitar a unos parientes en otra aldea y había pasado la tarde anterior clasificando la ropa que quería regalar. Luego, la familia se fue a la carnicería y comieron algo de foca cruda sentados en el suelo de la sala de estar, a la manera tradicional de los inuit. Después, Sarah se puso algo de maquillaje y salió. Acababa de romper con un novio mayor que ella y que sus padres no aprobaban, pero habían tenido ya tantas discusiones que Maureen no se atrevió a preguntar adónde iba.

Si Nunavut, el territorio semiautónomo canadiense que alberga a unos 28.000 indígenas inuit, fuera un país independiente, tendría la tasa de suicidio más alta del mundo. La tasa de suicidio en Groenlandia, cuya población es mayoritariamente inuit, es de 85 por cada 100.000 habitantes; la siguiente más alta es la de Lituania, con 32 por cada 100.000 habitantes. La tasa de Nunavut es de 100 por 100.000, diez veces más alta que la del resto de Canadá y siete veces más alta que la de los Estados Unidos. Cuando visité la capital de Nunavut, Iqaluit, en julio, prácticamente toda la gente inuit que conocí habían perdido al menos a una persona de su familia por causa del suicidio, y hubo quien relató hasta cinco o seis suicidios familiares, además de los de amistades, personas próximas del trabajo y otras personas conocidas. Tres personas en mi pequeño círculo de contactos perdieron a alguien cercano a ellos debido a suicidio durante mi visita de nueve días. Las personas que conocí llamaban mi atención sobre la gente que pasaba por la calle: “su hermano mayor también”, “su hijo”. Casi un tercio de los inuits nunavut han intentado suicidarse, y la mayoría de los inuits que conocí me confesaron, sin que yo se lo pidiera, que lo habían hecho al menos una vez.

Dos libros recientes, Too Many People: Contact, Disorder, Change in an Inuit Society, 1822-2015 (Demasiada gente: Contacto, Desorden, Cambio en una Sociedad Inuit, 1822-2015) de Willem Rasing y The Return of the Sun: Suicide and Reclamation Among Inuit of Arctic Canada (El Regreso del Sol: Suicidio y recuperación entre los inuits del Ártico Canadiense) de Michael Kral, remonta los orígenes de la crisis suicida en Nunavut hasta mediados del siglo XX, cuando estos pueblos tradicionalmente nómadas se trasladaron de sus territorios a las ciudades. Hasta entonces, el suicidio era algo raro, y entre los jóvenes, casi desconocido.

Los Inuit emigraron a través del estrecho de Bering desde lo que hoy es Siberia y en el año 1000 d.C. se establecieron en lo que hoy es el noreste de Canadá. En la larga oscuridad invernal, el viento es tan fuerte que al soplar la nieve puede extraer sangre de la piel expuesta, y la temperatura a veces desciende a -60º Fahrenheit. En verano, los enjambres de mosquitos pueden desangrar a un caribú. Nada crece excepto las bayas, el musgo y las flores silvestres, por lo que los inuit cazaban focas, peces, aves, osos polares, caribúes, morsas y ballenas. Hacían casas de nieve, pieles y musgo, y usaban ropa de piel cosida con hilos de tendones y agujas talladas con astillas de hueso de morsa. Construyeron trineos de cornamentas, con pescado congelado envuelto en piel de foca para los corredores, e ingeniosas gafas con ranuras talladas en huesos de caribú que los protegían de la cegadora luz reflejada en la nieve.

Pero la característica más notable de los Inuit puede que haya sido en el ámbito de las relaciones interpersonales. Hasta la llegada de los misioneros a finales del siglo XIX, no tenían lengua escrita, por lo que todo lo que se conoce de su cultura antes de esa época proviene de las observaciones de exploradores y etnógrafos y de los recuerdos de los Inuit más antiguos transmitidos de generación en generación. Todas estas fuentes coinciden en que la sociedad tradicional Inuit era notablemente pacífica y libre de conflictos en su seno.

“Las diferentes familias parecen vivir siempre en buenos términos”, escribió el explorador británico Sir William Parry, que pasó ocho meses entre los inuit de la isla de Baffin a partir de 1821. “Las pasiones más turbulentas que… normalmente crean tanto caos en el mundo, parecen raramente exaltarse en los pechos de estas gentes” Los niños inuit eran “afectuosos, apegados y obedientes”, coincidió Sir John Ross, quien llegó unos años después. “Esta gente había alcanzado la perfección de la felicidad doméstica que rara vez se encuentra en ningún lugar.” Si surgieran conflictos, los responsables recibirían el consejo de sus mayores, y si eso no funcionaba, se organizarían duelos de canto en los que las partes descontentas aliviarían la tensión burlándose unas de otras.

Hoy en día, el homicidio, la violencia doméstica, el abuso infantil, el vandalismo y el alcoholismo, así como el suicidio, son trágicamente comunes entre los inuit. El fin de semana que llegué a Iqaluit, con una población de 7.740 habitantes, hubo un asesinato y cuatro incendios, tres de los cuales habían sido provocados deliberadamente. Una pareja que se peleaba, con el hombre sangrando por la cabeza y la mujer que lo maltrataba, casi me atropellan en una tienda una tarde. Una maestra me dijo que es habitual que los niños enfadados lance sillas por el aula. Según Rasing, más de la mitad de la población consume drogas, principalmente marihuana, pero también sustancias más fuertes, incluyendo cualquier cosa que se pueda inhalar: líquidos inflamables, pintura en aerosol, esmalte de uñas y gasolina.

La mayoría de los inuit se dedican a la venta, el arte, son funcionarios del gobierno, etc., respetuosos de la ley, pero los índices relativamente altos de violación de la propiedad, daños contra sí mismos y contra otros, perpetrados por una minoría, suscitan cuestiones urgentes sobre lo que sucedió con esta cultura que antes era sólida y pacífica. Todo el mundo está de acuerdo en que el problema comenzó en la década de 1950, pero existe un gran desacuerdo entre el gobierno canadiense y la mayoría inuit en cuanto a lo que sucedió exactamente y por qué.

El gobierno canadiense sostiene que a finales del siglo XIX, muchos inuit llegaron a depender en gran parte del dinero del comercio de pieles, lo que les permitió comprar productos como harina, azúcar, armas y cuchillos, al tiempo que mantenían su estilo de vida nómada tradicional. El colapso del comercio de pieles durante la Gran Depresión, junto con la reducción cíclica de las poblaciones de las presas de caza, provocó penurias, incluso casos de hambruna y malnutrición. Muchos inuit también sucumbieron a la tuberculosis, el sarampión y otras enfermedades infecciosas introducidas por el contacto con los blancos. Quienes cayeron enfermos fueron trasladados por vía aérea a hospitales en el sur de Canadá, donde a veces estuvieron confinados durante meses o años sin contacto con sus familias. Algunos nunca regresaron.

La opinión pública canadiense exigió una intervención humanitaria, por lo que el gobierno construyó casas para los inuit alrededor de los antiguos puestos comerciales en las décadas de 1950 y 1960. Se construyeron clínicas, escuelas, oficinas gubernamentales y tiendas, y algunos inuit fueron empleados como pescadores, oficinistas, limpiadores, recolectores de basura y cocineros; otros recibieron ayudas sociales del Estado. A finales de la década de 1960, prácticamente todos los inuit se habían mudado a las ciudades.

La mayoría de los inuit ven de manera muy diferente este período. Su versión comienza poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Canadá establecieron conjuntamente una línea de estaciones de radar a través del Ártico para espiar a los soviéticos y vigilar los cielos en busca de posibles ataques a través del Polo Norte. El gobierno canadiense, deseoso de impedir que Estados Unidos reclamara la soberanía sobre esta zona potencialmente rica en minerales y gas natural, estableció apresuradamente ciudades y obligó a los inuit a establecerse en ellas. Los inuit de más edad cuentan que recuerdan como agentes de policía armados llegaron a sus campamentos sin avisar y ordenaron a todos que se fueran. Los perros de trineo, incluso los sanos, fueron sacrificados ante los ojos de sus dueños.

“Una familia que conozco estaba sentada en su casa en la ciudad cuando la Real Policía Montada Canadiense (RCMP) apareció y disparó a todos sus perros”, dijo Alice, quien recogió testimonios para una investigación iniciada por los inuit sobre los asesinatos de perros. “Incluso dispararon al espacio bajo el suelo, justo donde la familia estaba sentada.”

El gobierno reconoce que miles de niños inuit, algunos de tan sólo cinco años, fueron enviados a internados o a escuelas residenciales, donde se les separó de sus familias, se les dieron nombres de pila y números de identificación, se les castigó por hablar su lengua materna inuktitut, se les exigió que usaran ropa occidental y se les enseñó un plan de estudios canadiense que no tenía ninguna relevancia para el mundo en el que habían nacido. Muchos también sufrieron maltrato físico y abusos sexuales por sus maestros. Algunos fueron a las escuelas voluntariamente, pero se informó a muchas familias reacias que si no enviaban a sus hijos a la escuela, se les negarían los beneficios de las ayudas sociales del gobierno o el crédito para el comercio de pieles, y tuvieron que entregarlos con lágrimas en los ojos.

Los recuerdos de estos horrores persiguen las vidas de los Inuit de hoy en día. Una anciana contaba como le aterrorizaban los maestros de su escuela residencial. Cuando estaba en tercer grado, se le pidió que escribiera la respuesta al problema 5 x 3 en la pizarra. “Ni siquiera había terminado de escribir el número 12 cuando la maestra me golpeó tan fuerte que salí volando por toda la sala”, dijo. Luego la golpeó de nuevo. Sólo se detuvo cuando vio que le sangraba la nariz.

En todo el Canadá, unos 150.000 niños de las Naciones Originarias, inuit y otros niños aborígenes asistían a escuelas residenciales. Algunos lograron superarlo, pero miles murieron de enfermedades y hambre a un ritmo comparable al de los soldados canadienses durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno canadiense ha pagado más de 3.000 millones de dólares canadienses en concepto de indemnización a decenas de miles de personas que fueron antiguo alumnado y sufrieron abusos sexuales o malos tratos físicos graves en las escuelas. En un informe de 2015 de una comisión de la verdad y la reconciliación que examinó los abusos en las escuelas residenciales, el funcionariado canadiense admitió que el efecto de las escuelas en las culturas aborígenes equivalía a una forma de genocidio.

Los suicidios en la población inuit siguieron siendo raros mientras que los peores de estos abusos estaban en curso. Según el investigador de la Universidad de Saskatchewan Jack Hicks, que preparó un informe sobre el tema, durante la década de 1960 sólo hubo un suicidio en lo que ahora es Nunavut (una vez que formó parte de los Territorios del Noroeste de Canadá, se convirtió oficialmente en un territorio separado en 1999) [2]. Pero a medida que los hijos de las personas que vivieron la mudanza a las ciudades se convirtieron en adolescentes en la década de 1980, comenzaron a quitarse la vida en grandes cantidades. En 1973, la tasa de suicidio en Nunavut era de 11 por cada 100.000 personas, más o menos la misma que en el resto de Canadá. Para 1986, se había cuadruplicado, y para 1997 se había multiplicado por diez, a 100 por 100.000. La mayor parte del aumento se debió a un aumento de los suicidios entre los jóvenes de 15 a 24 años. A principios de la década de 2000, la tasa de suicidio en este grupo alcanzó un máximo de 458 por cada 100.000 personas; desde entonces, ha descendido a alrededor de 270 por cada 100.000 personas. Durante este período, la tasa de suicidio entre los jóvenes canadienses en general se mantuvo por debajo de 20 por cada 100.000 habitantes.

¿Cómo se transmite el trauma de una generación a otra? ¿Cómo afectan nuestras experiencias la vida emocional de nuestros hijos y nietos? La respuesta no es obvia. Los esclavos africanos se quitaron la vida en grandes cantidades, especialmente en los barcos que se dirigían a Estados Unidos y cuando llegaron por primera vez [3], pero a pesar de la segregación, la brutalidad policial, el encarcelamiento masivo y otros atropellos, la tasa de suicidio de los afroamericanos ha sido sistemáticamente inferior a la de los blancos estadounidenses desde que se inició el mantenimiento de registros en la década de 1930 [4]. La etnia judía de la Europa ocupada por el nazismo también sufrió suicidios en grandes cifras, dentro y fuera de los campos de concentración [5]. Pero sus descendientes no tienen más probabilidades de suicidarse que los de judíos que vivían fuera de las tierras ocupadas por los nazis en ese momento [6].

Sin embargo, ciertos grupos, como entre aborígenes australianos, maoríes de Nueva Zelanda e inuit de Alaska, Groenlandia y Canadá, junto con otros grupos de nativos americanos, son particularmente propensos al suicidio juvenil, generación tras generación. La gente en cada sociedad se quita la vida por miles de razones, y obviamente es arriesgado generalizar. Ciertamente, los problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias y la esquizofrenia son factores de riesgo importantes para el suicidio en todas partes. Pero estos trastornos a menudo tienen causas sociales, y vale la pena preguntarse si hay alguno que pueda ser responsable de las altas tasas de suicidio entre estas personas [7].

Una pista es que virtualmente todos estos grupos vivieron hasta hace poco en pequeñas comunidades de una o unas pocas familias extendidas y luego sufrieron una transición forzada, rápida y desgarradora a la vida moderna. Dominar la tecnología -teléfonos, coches, ordenadores, etc.- era fácil, pero la adaptación psicológica y emocional ha sido mucho más difícil. Tanto Rasing como Kral cubren esta transición con gran detalle, pero no transmiten su impacto emocional porque, quizás por razones de confidencialidad y reserva académica, sus relatos de la vida individual de los inuit son breves y superficiales. Sus libros contienen muchas estadísticas, así como descripciones convincentes de cambios abstractos como la “ruptura del control social” y “la dinámica de la transformación social inuit”, pero sin historias personales, es difícil ver de qué se trataba.

Para una perspectiva más profunda de lo que podría haber sucedido, es útil recurrir a la notable monografía de 1970 del antropólogo Jean Briggs titulada Never in Anger (Nunca con ira): Retrato de una familia esquimal, uno de los últimos relatos de primera mano sobre la vida de los inuit antes de su asentamiento. Briggs sugiere que la ecuanimidad que tanto afectó a Parry y a otros fue producida por patrones de pensamiento y comportamiento, en particular la consideración por los demás y una tendencia a privilegiar el bienestar del grupo por encima del propio individual, que puede haber sido esencial para la supervivencia de los inuit en la tierra, pero que podría haberlos hecho especialmente vulnerables a las dificultades emocionales una vez que se establecieron en las ciudades.

En 1963 Briggs, que entonces tenía 34 años, se dirigió a Gjoa Haven, un puesto comercial en lo que hoy es Nunavut, con el objetivo de estudiar la comunidad ártica más remota que pudo encontrar. La antropología anterior había documentado la cultura material inuit: cómo cazaban, construían iglús y confeccionaban ropa, así como sus creencias religiosas y cosmológicas. Pero Briggs era parte de una escuela de antropología que sostenía que así como las diferentes culturas tenían música, alimentos y rituales diferentes, también expresaban diferentes repertorios de emociones. Durante diecisiete meses, Briggs vivió con un hombre llamado Inuttiaq, su esposa e hijos, montando una tienda de campaña junto a la suya en verano y compartiendo su iglú en invierno. Al principio, le preocupaba vivir en lugares tan cercanos con gente cuya cultura era tan diferente a la suya, pero como otros observadores, se sintió rápidamente seducida y conmovida por la tranquilidad de la vida doméstica inuit: “La calidez humana y la paz de la casa, y la asombrosa sensibilidad de sus miembros a los deseos no expresados, crearon una atmósfera en la que la privacidad de mi tienda de campaña llegó a parecer en la memoria algo estéril”.

Esta superficie pacífica, descubriría Briggs, estaba sostenida por un poderoso sistema de control emocional y regulación social. Las expresiones de enojo, conmoción, ardor romántico y otros sentimientos fuertes estaban casi ausentes de la vida diaria, excepto entre los niños muy pequeños. Un informante incluso negó que la lengua inuit tuviera una palabra para odio, aunque por supuesto que lo tiene. La hija mayor de la familia anfitriona de Briggs fue una de las primeras niñas en asistir a una escuela residencial. Cuando regresó para el verano, trajo historias de horror de un “extraño mundo [blanco] donde la gente siempre está ruidosa y enojada…, donde golpean a sus hijos, dejan que los bebés lloren, besan a los adultos y hacen mascotas de perros y gatos”.

Los niños aprendieron a manejar sus sentimientos a través de lo que Briggs describe como un proceso de entrenamiento de peso emocional. Los niños pequeños eran mimados, adorados y rara vez disciplinados, pero también eran objeto de bromas por parte de los padres y otros adultos que deben haber sido confusos y aterradores para ellos:

¿Por qué no matas a tu hermanito?

¿Por qué no te mueres para que pueda quedarme con tu camisa nueva?

¿Dónde está tu padre? [a un niño adoptado]

Tu madre se va a morir, se ha cortado el dedo, ¿quieres venir a vivir conmigo?

Un adulto nunca haría tales preguntas cuando un niño está molesto, y se detendría y ofrecería un abrazo ante los primeros signos de angustia. Briggs interpretó estos intercambios como una inmunización contra la insensibilidad de los demás y las desgracias y desilusiones ordinarias de la vida. “Los adultos estimulan a los niños a pensar presentándoles problemas emocionalmente poderosos”, escribió. El objetivo era la fuerza emocional y la racionalidad. En un entorno difícil, la comprensión y la confianza mutuas son esenciales para la supervivencia. Una persona infeliz es peligrosa.

Como Briggs pronto aprendería por las malas, todos estaban en guardia contra el más mínimo aumento de la temperatura emocional. Sus anfitriones eran cazadores de zorros que comerciaban con blancos en un pueblo a varios días de distancia en trineos de perros desde su campamento de invierno. El pan frito hecho de harina comprada en la tienda era un gran manjar, y un día, mientras Briggs preparaba unos con otros, un trozo de masa se le escapó del cuchillo y cayó al fuego. “¡Maldición!”, dijo en voz baja.

Durante los días, semanas y meses siguientes, Briggs notó un cambio en el comportamiento de la familia. Vinieron a visitar su tienda con menos frecuencia y se fueron rápidamente cuando lo hicieron. Parecían aún más solícitos de lo habitual, como si estuviera afligida por algún tipo de enfermedad. Se aseguraron de que estuviera abrigada y que tuviera suficiente para comer, pero no la invitaron a ir a pescar. Poco a poco se dio cuenta de que la estaban condenando al ostracismo, no sólo por el incidente del pan frito, sino por otros momentos de irritación, como cuando Inuttiaq insistió en dejar abierta la puerta del iglú, lo que hizo que hiciera demasiado frío para que Briggs escribiera sus notas de campo.

Imaginen la conmoción de estas personas educadas y dignas cuando algunos oficiales de la Policía Montada del Canadá mataron a sus perros y les ordenaron entrar en los asentamientos, cuando algunos maestros de escuelas residenciales abusaron de ellos y otros poderosos qallunaats -como se conoce a los blancos en el idioma inuktitut- los insultaban y trataban con condescendencia. Muchos de los niños de la escuela residencial, en particular, volvieron enojados y alienados. El entrenamiento emocional que habían recibido cuando eran niños no era rival para la arrogancia, la insensibilidad y la estupidez, por no hablar de la brutalidad, que encontraron en el mundo qallunaat. Sin un lenguaje que describa su dolor y soledad, se alejaron de sus familias.

La estudiante de la escuela residencial de la familia con la que vivía Briggs evitaba a sus padres y atormentaba a su hermanita, pisándole deliberadamente los dedos de los pies, arrebatándole juguetes y haciéndola llorar. Cuando se le pidió que hiciera algo, se hizo la sorda. Cuando eran adultos, muchos de los antiguos alumnos de las escuelas residenciales recurrieron al alcohol para domar su confusión emocional. Sus hijos, criados en los decenios de 1970 y 1980, escaparon en gran medida de las escuelas residenciales, que ya estaban siendo reemplazadas por escuelas comunitarias. Pero sus padres nunca habían logrado aceptar su propia ira y dolor, y a menudo estaban borrachos y eran violentos. De esta manera, nació la primera generación de suicidas, y sus hijos a su vez continúan la tendencia.

Para La vuelta del sol, Kral entrevistó a docenas de jóvenes inuit que habían intentado suicidarse. La mayoría le dijo que trataron de quitarse la vida después de una pelea con una pareja romántica. Los informes del forense de la década de 1990 también encontraron que alrededor del 70 por ciento de los suicidios ocurrieron después de una ruptura romántica y otro 20 por ciento mientras se esperaba un juicio por un presunto delito, en su mayoría allanamiento y consumo de marihuana. Estos problemas ordinarios ocurren en todas partes. ¿Por qué es más probable que los jóvenes inuit que los experimentan recurran al suicidio?

“La teoría que tengo es que los [inuit] que se suicidan lo hacen para proteger a la comunidad”, me dijo Bonnie, una funcionaria del gobierno inuit.

Cuando vivíamos en grupos pequeños, teníamos un contrato de supervivencia. Viviste para el colectivo, no para ti mismo. Estamos juntos en esto. Los niños están condicionados a estar tranquilos. Si alguien explota, esa persona es una amenaza para todos. Entonces [el que explota] piensa: “Todo el mundo estará mejor sin mí. Soy un problema porque no puedo manejar mis emociones”. Es difícil quitárselo de la cabeza, porque estamos condicionados a no ser una carga para los demás.

No hay respuestas sencillas a la crisis suicida de Nunavut. El penúltimo capítulo de El Regreso del Sol describe un centro de ocio que Kral ayudó a establecer con un grupo de jóvenes inuit en la ciudad donde hizo su investigación. Afirma que, si bien funcionó, el número de suicidios en ese país se redujo a cero. Los datos de la oficina del forense citados por Jack Hicks indican que este no es el caso. De manera similar, un reportaje de ESPN de 2005 afirmó que el número de suicidios de adolescentes en la ciudad de Nunavut de Kugluktuk también cayó a cero después de que un profesor visitante lanzara un popular equipo deportivo de lacrosse. De hecho, hubo veintiún suicidios entre personas de 13 a 56 años en Kugluktuk en la década siguiente. Estas comunidades son tan pequeñas -el promedio de la población es de alrededor de 1.500 habitantes cada una- que las tasas de suicidio pueden variar de un año a otro debido a la casualidad. Una comunidad de alto nivel de suicidio puede no tener suicidios durante varios años, lo que crea una ilusión temporal de éxito, incluso cuando la tendencia a largo plazo es estable o va en aumento.

En 2017, el gobierno de Nunavut lanzó una estrategia integral de prevención del suicidio que incluye servicios de salud mental, programas de infancia temprana, programas de concienciación comunitaria, programas contra la intimidación, centros juveniles, asistencia para la vivienda, reducción de la pobreza, prevención de la delincuencia y el abuso de sustancias, y muchas otras iniciativas. Se ha demostrado que estos enfoques multifacéticos reducen los suicidios en otras comunidades, como los apaches de las Montañas Blancas en Estados Unidos, y hay motivos para creer que la nueva estrategia de Nunavut ayudará.

El invierno pasado, la estación de radio local de Iqaluit emitió un programa de llamadas sobre el suicidio. Alice, cuyo hijo Martin se quitó la vida en 2018, llamó para decir que la comunidad necesitaba más consejeros, y si no había suficientes, entonces la gente debía formar sus propios grupos de apoyo. “Hablar es parte de la curación”, me dijo. “La gente ha estado callada durante demasiado tiempo». Alice misma había sido agredida sexualmente cuando tenía siete años -no habló de las circunstancias- y cree que se habría convertido en una borracha en la calle si no fuera por la asistencia que tuvo que finalmente recibió a los veinte años.

Otros oyentes llamaron para decir que apoyaban la idea de Alice. Elisapee Johnston, que trabaja para el Consejo Embrace Life (Abraza la Vida), una ONG local financiada bajo la nueva estrategia de prevención del suicidio. Encontró a Alice, y las dos mujeres acordaron trabajar juntas. En la primavera, lanzaron un grupo de duelo que se reúne semanalmente en la oficina del Consejo Embrace Life en el centro de Iqaluit. Cualquier persona que haya perdido a alguien por suicidio, o que simplemente esté preocupado por ello, es bienvenida. “La gente joven necesita de verdad tener habilidades para sobrellevar la situación”, insiste Alice; pero lograr que la gente asista a las reuniones ha sido un desafío. “La gente se acerca y me abraza en la calle y me dice: Gracias, gracias por todo lo que estás haciendo, pero sólo cuando están borrachos”.

No es la forma en que los inuit hablan de sí mismos. Otra anciana inuit me dijo que cuando mataron a los perros de su familia, nadie lo discutió: “Deben haber estado enfadados, pero no lo demostraron.” Durante años, había enseñado en la escuela primaria, pero se opuso a los elementos del plan de estudios canadiense. “Tuve que enseñar una unidad didáctica de guardería llamada Todo Sobre Mí. En nuestra cultura, se supone que ese grupo de edad piensa en los demás”. Una antropóloga que conocí me dijo que había tenido dificultades para reunir testimonios de inuit sobre traumas y que no llenaban más de media página. Tal modestia y discreción es estimulante en estos tiempos de semejante orientación hacia el ego, pero si la gente no habla de sí misma, es difícil ver cómo se las arreglan para darle sentido a sus sentimientos.

Alice y Elisapee no se rinden. Pueden animarse con la experiencia de otros grupos traumatizados, incluidos los afroamericanos y los descendientes de los sobrevivientes del Holocausto, que, aunque están desproporcionadamente sujetos a algunos problemas de salud mental, tienen tasas de suicidio relativamente bajas. ¿Qué les permite aguantar? Cabe destacar que el duelo, el compartir experiencias de sufrimiento personal y la búsqueda continua de una tierra prometida son parte integral de las religiones y culturas de ambos grupos. También lo es la creencia de que la ira a veces está justificada, y que vivir, por duro que sea a veces, es también una forma de desafío.

Notas:

[1] Debido a la naturaleza sensible de este material, la mayoría de las fuentes inuit pidieron que no se utilizaran sus nombres reales. La investigación para este artículo fue apoyada por el Pulitzer Center on Crisis Reporting.

[2] Durante la década de 1960, el antropólogo Asen Balikci reportó una tasa muy alta de suicidio juvenil entre los inuit de Pelly Bay, donde llevó a cabo una investigación etnográfica. Sin embargo, según Hicks, no hay evidencia que apoye esta afirmación en los registros detallados de los misioneros, o en la oficina del forense. Véase Jack Hicks, Statistical Data on Death by Suicide by Nunavut Inuit, 1920 to 2014 (Nunavut Tunngavik Incorporated, 2015), y “Toward More Effective, Evidence-Based Suicide Prevention in Nunavut” en Northern Exposure: Peoples, Powers and Prospects in Canada’s North, Vol. 4, editado por Frances Abele, Thomas J. Courchene, F. Leslie Seidle y France St-Hilaire. (McGill-Queen’s University Press, 2009).

[3] Véase Terri Snyder, The Power to Die: Slavery and Suicide in British North America (University of Chicago Press, 2015).

[4] Véase John L. Macintosh, “Trends in Racial Differences in US Suicide”, Death Studies, Vol. 13, No. 3 (1989).

[5] Ver Marzio Barbagli, Farewell to the World: A History of Suicide, traducido por Lucinda Byatt (Polity, 2015), p. 134; y David Lester, “The Suicide Rate in the Concentration Camps Was Extraordinary High: A Comment on Bronisch and Lester”, Archives of Suicide Research, Vol. 8, No. 2 (enero de 2004).

[6] Véase Itzak Levav y otros, “Psychopathology and Other Health Dimensions Among the Offspring of Holocaust Survivors: Resultados de la Encuesta Nacional de Salud de Israel”, The Israel Journal of Psychiatry and Related Sciences, febrero de 2007.

[7] Véase Richard Bentall, La locura explicada: Psicoanálisis y Naturaleza Humana (Penguin, 2002).

Fuente: https://www.nybooks.com/articles/2019/10/10/inuit-highest-suicide-rate/#fnr-1

Traducción: Miguel Otero en https://transistemas.wordpress.com/2019/09/28/la-tasa-de-suicidio-mas-alta-del-mundo-por-helen-epstein/?preview=true

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Declive en las relaciones sexuales entre adolescentes durante el período de educación basada en abstinencia

Por: Info Católica

Dos diferentes administraciones presidenciales sirvieron durante este período de dramático declive en el sexo adolescente. La administración de George W. Bush apoyó los programas basados solamente en la abstinencia.

 «Menos estudiantes están teniendo relaciones sexuales durante los primeros años de la escuela secundaria», determinó un nuevo estudio publicado el jueves por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos.

Alrededor del 41% de los estudiantes de noveno a doceavo grado ahora admiten haber tenido relaciones sexuales, una disminución del 47% en 2005 y una fuerte disminución del 53% en 1995. La tendencia descendente es especialmente prevalente entre los estudiantes de noveno y décimo grado, encontró el estudio de los CDC. Significativamente menos experiencia sexual fue aún mayor entre las minorías negras e hispanas.

«A nivel nacional, la proporción de estudiantes de secundaria que alguna vez tuvieron relaciones sexuales disminuyó significativamente en general y entre estudiantes de noveno y décimo grado, estudiantes negros no hispanos (negros) en todos los grados y estudiantes hispanos en tres grados», concluyó el informe.

Las tasas cayeron entre los niños en general (48% a 43%), las niñas en general(46% a 39%), los estudiantes afroamericanos (68% a 48.5%) y los hispanos de escuela secundaria (51% a 42.5%). Se informaron disminuciones mucho mayores en las relaciones sexuales entre estudiantes negros e hispanos que entre estudiantes blancos. Además, las disminuciones fueron mayores entre estudiantes de primer y segundo año que entre estudiantes de tercer y cuarto año.

El gobierno lo califica de cambio positivo

El gobierno calificó la caída como un «cambio positivo», pero solo por razones seculares. «El inicio temprano de la actividad sexual está asociado con tener más parejas sexuales, no usar condones, infecciones de transmisión sexual (ITS) y el embarazo durante la adolescencia», explicó el informe.

El informe tampoco indicó el motivo de la disminución de la actividad sexual entre los adolescentes. El gobierno simplemente concluyó : «Se necesita más trabajo para comprender las razones de estas disminuciones» y «se necesita más investigación para comprender los factores que contribuyen» a fin de «garantizar que continúen».

A pesar del período de la encuesta que muestra un declive dramático en las relaciones sexuales cuando los EE. UU. apoyaban e incrementaban los fondos para la educación basada en la abstinencia, el CDC dijo: «Estos hallazgos no se pueden relacionar directamente con ninguna intervención específica».

Bush versus Obama

Dos diferentes administraciones presidenciales sirvieron durante este período de dramático declive en el sexo adolescente. La administración de George W. Bush apoyó los programas basados solamente en la abstinencia, y la administración de Obama trabajó en contra de la abstinencia para desfinanciar específicamente tales programas.

Paradójicamente, la multinacional del aborto, Planned Parenthood atribuye la caída a Obama recortando la educación sexual basada en la abstinencia. Las organizaciones antiabortistas y pro-familia observan que la década investigada, y la no despreciable década anterior, demuestran que el resultado se debe a los programas de abstinencia realizados por el gobierno de Bush.

La Dra. Rebecca Oas del Centro para la Familia y Derechos Humanos dice que «la educación sobre la abstinencia es una razón por la cual el embarazo adolescente ha caído a tasas históricamente bajas». Citó los hallazgos de la Oficina Nacional de Investigación Económica del año pasado sobre el impacto de programas basados en la distribución del condón que encuentran tasas de embarazo más altas cuando los estudiantes reciben condones en ausencia de asesoramiento.

El Instituto Guttmacher, fundado por Planned Parenthood, cuestionó al principio la veracidad del informe de los CDC. La investigadora de Guttmacher Laura Lindberg notó la caída más abrupta ocurrida en los últimos dos años de las encuestas, de 2013 a 2015, y la disminución más significativa ocurrió en 2015. «Eso genera preguntas sobre el valor de la encuesta», dijo. Sin embargo, Lindberg atribuyó el «bienvenido desarrollo» a la eliminación de los programas basados ​​en la abstinencia por parte de Obama.

Tras señalar que a pesar del descenso en el sexo adolescente que todavía más de la mitad de los graduados de la escuela secundaria tienen relaciones sexuales, Lindberg le dijo a The Washington Post que el gobierno necesita «apoyar elecciones saludables», es decir, educación sexual basada en condones en las escuelas.

Los programas de prevención del embarazo adolescente señalados por el nuevo informe del CDC se basaron en la evidencia, lo que significa que mostró que el programa tuvo un impacto positivo en la prevención del embarazo.

No se dieron explicaciones sobre por qué el gobierno considera oficialmente que «las consecuencias de la actividad sexual adolescente continúan siendo un problema en los EE. UU» y, sin embargo, financia programas escolares de organizaciones que fomentan la actividad sexual entre adolescentes.

Lo que es innegable es que más estudiantes permanecen abstinentes. El CDC reconoce que «la abstinencia es la única forma 100 por ciento efectiva de prevenir el HIV, otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) y el embarazo» y «cuanto más espere para comenzar a tener relaciones sexuales, menos parejas sexuales tenga, es probable que tengas en tu vida, disminuirá tus posibilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual»..

El CDC también ha descubierto que menos adolescentes están quedando embarazadas, bebiendo alcohol, consumiendo marihuana y fumando cigarrillos.

Fuente: http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=31325

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Película: La torre de Suso

Reseña: La torre de Suso (2007), dirigida por Tom Fernández), trata del alcoholismo social en un grupo de amigos, además sirve para analizar las relaciones entre padres e hijos, el compañerismo y la solidaridad.  A partir de esta película se pueden realizar propuestas didácticas sobre los efectos del alcohol, la respuesta ante la presión del grupo y la responsabilidad en diferentes tipos de relaciones.

Video:  

Link de Descarga: https://youtu.be/74ywNHoI0sU

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Adolescencia y juventud en Cuba: de urgencias y desafíos

Por. Lisandra Fariñas Acosta

A colocar la mirada en las adolescentes y en el diseño e implementación de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos tanto en el ámbito privado como público, convocó el panel «Invirtiendo en las adolescentes: el futuro comienza hoy»

Una etapa difícil, polémica, de cambios continuos. Así la definen, con razón, muchos expertos. Pero hay que aprender a mirar también este periodo de la vida como una etapa de oportunidades, reflexionaba un profesor hace ya algún tiempo sobre los desafíos que entraña arribar a la adolescencia.

Justamente a colocar la mirada en las adolescentes (sin perder de vista que ello implica invertir en ellos también), y en el diseño e implementación de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos tanto en el ámbito privado como público, convocaba el pa­sado 11 de julio, Día Mundial de la Po­blación, el panel «Invirtiendo en las adolescentes: el futuro co­mienza hoy», or­ganizado por el Fon­do de Po­blación de las Na­ciones Unidas (UNFPA) y el Cen­tro de Es­tudios sobre la Juventud (CESJ).

“No se es vulnerable por ser adolescente” reflexio­naba en el encuentro la doctora Nati­vidad Gue­­rrero, jefa del Departamento de Investigaciones del Centro Nacional de Educación Sexual, pero de las oportunidades que les generemos de­penderá que tanto ellas como ellos puedan construir su futuro, lo cual es su derecho, y evitar que caigan en situaciones de vulnerabilidad.

Reflexiones que, y partiendo de que de la adolescencia de hoy dependen nuestros jóvenes del mañana, nos abocan a un esbozo de lo que sin duda constituyen aciertos, y también las brechas y desafíos de la siempre urgente necesidad de invertir en quienes construyen no ya el futuro, sino el presente del país.

Pero para la Máster María Josefa Luis Luis, subdirectora científica del CESJ, la inversión en esta población no puede verse enfocada en una única arista por las exigencias propias de este grupo.

En Cuba, dijo, “pudiera pensarse que no hay di­señadas políticas dirigidas específicamente a esta po­blación, al no contar con un ministerio de Ju­ven­tud, pero sí existen, subsumidas en las políticas universales del país y que no son específicas únicamente de la adolescencia o la juventud”, apuntó a Granma.

En ese sentido, precisó por ejemplo, que la política educacional ha establecido la enseñanza obligatoria hasta el noveno grado para todos los me­nores, independientemente de su sexo, al tiempo que el Estado cubano se esfuerza continuamente por ofrecer oportunidades ilimitadas de sa­lud y educación a las niñas, adolescentes y jóvenes cu­banas, que les permita alcanzar  independencia social y construir importantes proyectos de vida, como profesionales y técnicos.

Asimismo, ejemplificó, en el ámbito la­boral, le­gislaciones como el Código del Trabajo contemplan acápites dirigidos a pro­teger los más jóvenes. “La edad promedio para la inserción la­boral es 19 años y se exige, para comenzar a trabajar y el empleo de la fuerza calificada y remuneración, solo capacidades, habilidades y resultados de trabajo, in­dependientemente de la edad y el sexo”.

De igual modo el sistema de salud pública prioriza en sus estrategias a esta población —trascendió en el panel mencionado—, pues desde la infancia cuentan por ejemplo con un esquema de vacunación que los protege de múltiples enfermedades, además de la cobertura sanitaria gratuita y accesible para todos los grupos de edades.

Otra muestra de ello es la atención primaria pre­natal universal y el parto institucionalizado pa­ra todas las embarazadas, sin tomar en cuenta si viven en zonas rurales o urbanas. Ello se comporta con especial atención para aquellas que residen en zonas de difícil acceso, lo que garantiza la salud materna y contribuye a que se alcancen indicadores de mortalidad materna de calidad; y para las madres adolescentes que reciben un se­guimiento estricto y un acompañamiento durante el embarazo, el parto y el puerperio.

Ellos y ellas en el centro del vórtice
El mayor y mejor recurso de un país es su po­blación, por lo que construir una sociedad que in­cluya a cada segmento de esta es vital para la articulación de cualquier proyecto social. Pero, son los adolescentes y jóvenes estratégicos dentro de esta construcción, y conocer hacia donde van, qué piensan, necesitan, y quieren es el primer paso…

En Cuba, son múltiples las urgencias y desa­fíos a los que se enfrentan todavía. Según refirió el CESJ en el panel, enfocar desde el género las estrategias políticas para la atención a las juventudes y a toda la población si­gue siendo necesario, en aras de posibilitar una educación popular transformadora de los basamentos machistas de nuestra cultura cívica, defendidos in­cluso por mujeres de todas las edades. Al respecto, las percepciones de riesgo de enfermedades de trans­misión sexual y embarazo —se­ña­laron los po­nen­tes— son más expresadas por mujeres y esto no es por co­rres­pondencia genética sino social.

Por otro lado, la cultura y otras consideraciones fa­miliares inciden en que aún no sean muchos los hombres, ni familias las que se acojan a “la ley de paternidad” luego del nacimiento de los hijos, la cual permite la asunción familiar de estrategias en función de la rápida incorporación de la madre joven al escenario de estudio o trabajo.

Se trata del Decreto-Ley 234 de la Maternidad de la Tra­ba­jadora (2003), con su Resolución complementaria número 22/2003, que otorga iguales derechos a los padres cubanos para obtener una licencia laboral y quedarse al cuidado de los hijos durante el primer año de vida. Si bien esta ley es un logro, aún este derecho  en­cuen­tra prejuicios, estereotipos y resistencias en la so­ciedad cubana.

También, señalaron los panelistas, los escasos servicios de cuidados a personas adultas mayores condicionan, de igual forma, la dedicación de las mujeres a estos, renunciando a sus proyectos de vida como estudiantes o trabajadoras.

La investigadora del Centro de Estudios De­mo­gráficos de la Universidad de La Habana (CE­DEM), Grisell Rodríguez, decía sobre este te­ma a Gran­ma que esto forma parte de un problema  “puer­tas hacia adentro, donde se mantienen y re­producen patrones de comportamiento machistas, y prevalece la sobrecarga de roles a la mujer”.

Es una realidad que las responsabilidades asumidas hacia el interior de la familia hacen que mu­chas jóvenes capacitadas, renuncien a las posibilidades de ocupar cargos de dirección en el escenario del Estado y el gobierno; a pesar de las políticas que favorecen que esto pueda ser posible. A ello, se suma la carencia de escenarios de cuidado a los menores, en respuesta a la alta demanda, por lo cual muchas se ven ante la disyuntiva de renunciar al estudio o el trabajo, para cuidar a su descendencia, dijeron los expertos.

En lo que se refiere a salud sexual y reproductiva, es el embarazo adolescente en Cuba un foco de atención sobre el cual deben centrarse las miradas desde los múltiples sectores involucrados.

Si bien las estadísticas regionales están muy por encima de la tasa de embarazo adolescente del país, la tasa en Cuba de fecundidad adolescente —que de acuerdo con datos de la Dirección de Re­gistros Médicos y Estadísticas de Salud del Mi­nisterio de Salud Pública, es de 51.8 por 1 000 mu­jeres de 15 a 19 años— es una muestra que exis­ten brechas en este sentido.

“Cuando una adolescente queda embarazada o tiene un hijo, su salud, educación, potencial de obtener ingresos y todo su futuro pueden estar en peligro, y puede quedar atrapada en una vida sumida en la pobreza, la exclusión y la impotencia”, señaló la máster Raida Semanat, investigadora de la línea Fa­milia y Sexualidad del CESJ.

De ahí que, apuntó, resulta imprescindible que las familias comprendan el derecho que tienen las y los adolescentes a la información sobre anticoncepción, porque forma parte del derecho que tienen a su salud. Insistió en el hecho de que salvar estas brechas  en los más jóvenes es garantizar un proyecto de independencia e igualdad de posibilidades, sobre todo para la mujer.

Familia y escuela… Un camino para andar
Pero esa inversión en adolescentes y jóvenes no puede ir desligada de la que se haga en la familia, crucial para revalorizar el papel de esta  en relación con esas poblaciones, reflexionó María Josefa Luis.

A juicio de la Doctora en Ciencias Keyla Es­tévez, jefa del Departamento Sociopolítico del CESJ, “hay dos instituciones en la sociedad —la familia y la escuela cubana— que tienen los roles de la educación, pero está faltando que se complementen en una mejor preparación de todas las juventudes, y hoy no se les exige en este sentido”.

Estas dos instituciones, dijo, saben que tienen mu­chas deudas al respecto. “Hoy está ocurriendo un fenómeno en la sociedad cubana relacionado con que los adolescentes y jóvenes creen ciegamente y hacen lo que dice la familia. Nuestro último estudio  de adolescentes reveló que esta institución es la que decide por los jóvenes, por ejemplo, en cuanto a su futuro profesional, relación con los
coetáneos…”.

“Desde Vi­gots­ky 1 y otros expertos que han estudiado estos te­mas, quedó sentado que la principal actividad para el adolescente era el intercambio con los coetáneos, llevarse bien con su grupo, y que este  lo autodetermine, autorregule, autoexija, autoevalúe…”, reflexionó.

Sin embargo, ¿qué está sucediendo hoy en Cuba?, insistió. “El grupo no se está conformando por afiliación (por destacamentos, organizaciones como la FEEM) sino por los que son similares a uno, esto quiere decir que dentro de la propia escuela cubana hay subdivisiones por clase”.

En este contexto, argumentó, “donde la fa­milia está decidiendo, y está claro que es en las dos instituciones referidas donde se debe decidir todo, debemos apostar que las inversiones se hagan dentro de las mismas. No es responsabilidad ni de los me­dios de comunicación, ni de un organismo es­pecífico, sino de que la sociedad acabe de asimilar que debe unirse en función de la educación de los más jóvenes. Eso implica las críticas.

“Pero hay que tener en cuenta que se trata de una sociedad que ha arrastrado más de 20 años de situaciones económicas difíciles, donde la fa­milia se ha adaptado a ‘resolver cosas’ de una forma muchas veces no convencional ni educativa, al tiempo que la escuela ha pasado por ese difícil periodo acarreando pérdida de maestros, planes de estudios descontextualizados… y un grupo de temas que, en ambas instituciones, es­tán impidiendo educar de una forma mejor”.

De acuerdo con Estévez García, se re­quie­re de una ma­yor conciencia, de atemperar planes de estudios, que se elaboren currículum más apegados a las individualidades, y que permitan y les den libertad al claustro de profesores de adaptar los contenidos a las condiciones de un lugar, e insertar temas de impacto para la comunidad.

“Hoy el Ministerio de Educación está escribiendo un perfeccionamiento donde el currículum institucional es el que el claustro de profesores puede modificar en función de las peculiaridades del entorno inmediato y el alumno. Pero ¿hemos educado a la gente para eso, cómo le decimos a un metodólogo municipal o funcionario de cualquier nivel que tiene que preguntar  cómo lo hace cada centro, y adaptarse a las adecuaciones internas?

“Hará falta un periodo de adaptación en que la gente entienda que ya puede proponer, y que de ello depende hacer y cambiar un grupo de cosas”, señaló.

Por otra parte, precisó que es urgente logar que lo cognitivo vaya de la mano de lo formativo. “Existe hoy la asignatura de educación cívica que intenta suplir estas carencias, pero no es suficiente. ¿Cómo se hace conciencia ciudadana? To­­dos los días. Puede perfectamente un profesor de Biología a la vez que enseña sobre las células, transmitir a sus estudiantes que debemos cuidar el entorno y ver la vida integralmente. Y eso le falta a la escuela cubana hoy”.

En este sentido— mencionó— debemos  tra­tar que los cambios y transformaciones se pien­sen en función de ese niño, adolescente o joven, no co­mo adulto, si­no como muchacho/a que nació en el entorno de una familia, que arrastra años de periodo especial, que interactúa con un celular al lado de su cuna… y la educación tiene que transformarse a tono con ese contexto.

Para la investigadora del CESJ, la escuela tiene además responsabilidad en la formación de la familia, y al respecto mencionó que el programa de las vías no formales, es uno de los buenos espacios que existen para educar y preparar a esta en mu­chos temas, pero no se han aprovechado todas sus potencialidades.

Construir un futuro a tu medida
En ese sentido refirió Estévez García que hay que propiciar políticas integrales, acciones que les permitan desarrollarse a los jóvenes por sí mismos, a partir de las cuales les brindemos oportunidades de independencia, autodeterminación, y participación más amplia y donde ese joven autoconstruya cómo quiere que sea su vida. “De­be­mos ser menos verticalistas y paternalistas. Par­ticipar implica poder, querer y saber hacerlo”.

En ese contexto, y con la mirada puesta además en mantener un conjunto de logros e indicadores alcanzados, es fundamental propiciar espacios de participación y fortalecer los ya existentes, en tanto “potenciar la identidad na­cional en nuestros jóvenes, categoría en constante renovación”, es también una urgencia en la búsqueda de que las nuevas generaciones “se apropien de lo mejor de nuestra cultura, la hagan suya, la fortalezcan y la renueven”, reflexionó el director del CEDEM, Antonio Aja Díaz.

“Si queremos tener en un futuro ciudadanos participativos, revolucionarios, dispuestos, saludables, alegres, hay que ocuparse en esta etapa, de la cual dependerá el ciudadano de otros tiempos”, apunta la especialista María Josefa Luis.

Al respecto, mencionó que en los estudios de participación realizados por el CEJC los jóvenes —aunque reconocen que existen varios— ha­blan de la necesidad de espacios de comunicación y que se tengan en cuenta sus cri­te­rios. “Los espacios existen pe­ro no siempre se aprovechan. Para participar hay que saber hacerlo y ahí hay una brecha”, apuntó la experta.

Con este criterio coincide An­to­nio Aja, para el cual “nuestros jóvenes de­ben encontrar y reconocer al escenario de la sociedad cubana como el de su futuro y no solo el del presente”, y agrega que “la cla­ve está en cómo logramos que hagan esta realidad suya y participen en la conformación de ese futuro al que aspiran, lo cual incluye entregarles la posibilidad de la toma de decisión de ellos y ellas sobre dicha construcción social”.

Aja significó que en la sociedad actual, no pueden perderse de vista que para estas poblaciones existen temas vulnerables de los que no po­demos desentendernos, pues forman parte de realidades en el mundo, y a las cuales estamos expuestos. En ese sentido mencionó conductas como la drogadicción, la prostitución, el alcoholismo, donde la escuela, la familia y los medios de comunicación tienen un rol determinante.

Al calor de nuevos cambios
Con los nuevos escenarios en el ámbito socio económico que se abren en el país, emergen va­rias preocupaciones para los jóvenes cubanos.

Si por una parte —explica la investigadora Ma­ría Josefa Luis Luis— en la esfera laboral se ha visibilizado la importancia que ha representado el hecho de que el Estado garantice el empleo, y aún la mayoría de los jóvenes trabajen en el sector estatal; es una realidad el acercamiento creciente al sector privado. “Hoy conviven el querer trabajar con el Estado, para garantizar la seguridad laboral, y el deseo de em­plear­se además en el privado, para satisfacer las necesidades que el salario no permite cubrir”.

Pero las nuevas formas de gestión imponen, también a los jóvenes, múltiples retos; ante prácticas ya consolidadas como que el mayor número de contratos no se hacen por escrito sino de forma verbal. Es una alerta, pues esta población ve distante el proceso de jubilación y ni siquiera piensa en ello, advirtió.

“Entre un 29 y 31 % de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes, y de ellos alrededor de un 46 % son contratados”, refirió la entrevistada.

Asimismo, acotó que las investigaciones re­velan que hay más hombres que mujeres dueñas de negocios, y proporcionalmente es mayor, en el caso de ellas, el número de mujeres jóvenes contratadas que propietarias de determinada ac­tividad comercial. En el caso de las muchachas, la investigadora explicó se suman hoy otras limitaciones, pues ellas se enfrentan a exigencias que pueden ir desde condicionantes de edad, color de la piel hasta el ser madres o no, entre otras.

Fuente: http://www.somosjovenes.cu/articulo/adolescencia-y-juventud-cuba-urgencias-y-desafios-final

Imagen: www.somosjovenes.cu/sites/default/files/articulos/adolescentes_5_juventudrebelde.jpg

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España: La Generalitat estudia prohibir nuevas adopciones de niños rusos y ucranianos

España/Julio de 2016/La Vanguardia

La consellera de Treball, Afers Socials i Famílies, Dolors Bassa, ha declarado hoy que la Generalitat se está planteando no conceder más adopciones de niños procedentes de Rusia y Ucrania, ya que una parte de ellos llega con el Síndrome de Alcoholismo Fetal (SAF). Esta enfermedad se debe al consumo de alcohol por parte de la madre durante el embarazo y produce malformaciones físicas y psíquicas difíciles de detectar en los primeros años.

Bassa ha aclarado que no se interrumpirán las adopciones que ya estén en curso y que la nueva medida se podría comenzar a aplicar a partir de septiembre u octubre de este año. De momento, se está trabajando en un proyecto que consta de cuatro partes. En primer lugar, un estudio para saber cuántos niños se hallan afectados, en colaboración con los hospitales catalanes de referencia y el departament de Salut. En segundo término, un protocolo de diagnóstico y divulgación del síndrome.

También se creará una guía de recursos que determine las necesidades de los menores afectados en el ámbito de la salud, educativo y social; y otra guía de uso interno para el personal del Institut Català d’Acolliment i Adopció (ICAA) y las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional, para minimizar los riesgos.

5.000 menores adoptados de Europa del Este

Actualmente hay 5.000 menores adoptados que proceden de países de Europa del Este. A partir del año 2000, cuando hubo un pico de adopciones de estos países, comenzaron a detectarse algunos casos de menores afectados por el Síndrome de Alcoholismo Fetal, tal y como recogió La Vanguardia.

Es por ello que el ICAA hace tiempo que alerta a las familias de los riesgos existentes a la hora de adoptar un menor procedente de Europa del Este. Las que ya se han encontrado con este problema crearon hace un año y medio la Asociación de Familias Afectadas por el Síndrome de Alcoholismo Fetal (AFASAF) para promover el reconocimiento del SAF como enfermedad crónica y fomentar la investigación y la formación de los profesionales.

Rusia es el país con mayor número de adopciones

Si la Generalitat decidiera prohibir nuevas adopciones procedentes de Rusia y Ucrania, podría producirse una reducción considerable de las oportunidades para adoptar, ya que la mayoría de los pequeños proceden de Rusia, según datos del Institut Català d’Acolliment i Adopció. Así, de las 1.755 adopciones realizadas entre 2011 y 2015, 595 pertenecían a menores rusos y 16 a ucranianos. El continente africano aportó 535 menores en el mismo periodo; Asia, 397; y América, 169.

No obstante, la cifra de niños rusos ha ido disminuyendo con el paso de los años, pasando de 265 en 2011 a 30 en 2015. Ese año le ha seguido Etiopía, con 29 menores; Vietnam, con 15; China, con 12; Colombia, con 11; y Bulgaria, con 10.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20160721/403372488753/adopciones-rusos-ucranianos.html

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