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Del sentido común, la educación y el ambiente

 «La población general no sabe lo que está
ocurriendo, ni siquiera sabe que no lo sabe».
Noam Chomsky

                                                                       “La revolución tendrá que ser en defensa de la tierra o
no habrá donde hacerla”.
Graffiti urbano.

Resulta una perogruyada a esta altura recordar que en la cadena de transmisión del conocimiento que la sociedad genera y divulga específicamente a través de la educación institucionalizada los educadores -docentes- reconocidos agentes de esa transmisión ejercen (de hecho, pero cada vez menos conscientemente, parece) un rol determinante en la conformación de la conciencia ciudadana y de una determinada configuración de la visión del mundo y la realidad (aunque esta última, de un tiempo a esta parte, haya sido secuestrada por los medios,).

Ese rol, estratégico por cierto, en términos del devenir histórico posible, parece omitido en la conciencia del colectivo educador en el presente neoliberal y desestructurante que caracteriza el momento actual, muy sintomáticamente en Argentina donde claramente “todo apunta a que, a no mucho tardar, ni el mercado ni el Estado podrán garantizar ya de forma general los servicios prometidos por el progreso que suponemos derechos irreversibles —por limitados que ahora puedan parecernos— en educación, salud, pensiones y dependencia, y no podemos saber hasta qué punto podrá cumplir mínimos decentes en alimentación, en energía, en mantenimiento de las infraestructuras o en orden público y defensa”[1].

El modelo de desarrollo ha atacado las fuentes mismas de la vida y con ello anula la posibilidad de cualquier mejora en todos los ámbitos de la existencia. “Ningún sistema puede funcionar con su fuente de alimentación deteriorada”. (Vilar, ob.cit); pero en Argentina prevalece, incluso en sectores progres, el mito de que esa fuente aun goza de buena salud y de que “arreglando la economía arreglaremos todo” como escuche decir a un joven alfabetizado e ignorante fan del anarco libertarismo.

¿Se puede ser alfabeto o profesional e ignorante a la vez? Definitivamente sí! Y es que la ignorancia  que resta, en términos de otorgar sentidos a la vida, no es aquella que denota iletradismo o carencia de “cultura”, sino aquella que extravió el sentido común mas humano. Ese que la educación debería, de mínima, garantizar. Necesitamos menos especialistas y mas buenas personas.

Si algo es evidente que como humanos hemos perdido, es precisamente el sentido común, esa intuición capaz de ordenar las capturas de los sentidos externos sin mucho reflexionar, y rápidamente adoptar, frente a un hecho pasado, presente o potencial una postura u opinión. Y digo hemos perdido porque si bien el sentido común es desde siempre moldeado por los contextos socioculturales, de un tiempo a esta parte ese moldeado ha mutado en manipulación y esa capacidad  ese “don natural” para discriminar desde cierta ética mínima lo bueno de lo malo, lo sano de lo insano, la bondad de la maldad, lo justo de lo injusto, lo prudente de lo imprudente, lo verdadero de lo falso empíricamente hablando, en fin lo razonable de lo insensato, se ha degradado y con ello la propia naturaleza humana, única presuntamente capaz de dirimir entre estos opuestos. Y por ello, aun cuando el sentido común fuese moldeado históricamente por cada cultura y aceptara o convalidara hechos o prácticas aberrantes e injustas prevalecía detrás una razón/explicación cultural (religiosa o mítica) que en general era aceptada por la totalidad del grupo social, incluso aunque no siempre desde luego, por aquellos que eran victimas de esa costumbres.

Ocurre que esta situación ya no se da y la humanidad actual actúa su existencia social y ecológica en la mayor ignorancia sin marcos culturales ordenadores del sentido común, en un caos ético o directamente en ausencia de ética alguna. Sin compromiso y solidaridad con el o los colectivos a los que pertenece, sus propios congéneres y mucho menos con “les otres” especies vivas.

No es solo desestructuración cultural sino insensibilidad suprema que convierte a la especie humana  en agente de destrucción de la vida. La guerra como práctica naturalizada, la naturalización de la pobreza y la marginalidad, de la explotación infantil y la trata de personas, la tortura, el maltrato a los animales y la destrucción de ecosistemas son ejemplos cotidianos del extravío en que ha caído el sentido común, colonizado por pulsiones de muerte naturalizadas bajo la cortísima historia del  capitalismo.

El punto es que la educación, la que se practica cotidianamente en las instituciones, allí donde (además de alfabetizarse) se modelan, presuntamente, la razón, la sensibilidad y el sentido común de los ciudadanos, lejos de contrarrestar esta cultura tanática – cultivada perversamente en el marco de las configuraciones socioeconómicas antropocentradas que objetualizaron la naturaleza e instrumentalizaron la vida-, estimula aquella y estas, por acción u omisión. La educación hermanada con la ciencia que es su referente principal, aportan fantásticos  conocimientos a la ciudadanía, mismos que pueden ser utilizados y puestos al servicio de la (pulsión de) vida o la (pulsión de) muerte, sin embargo lo cierto es que ni ciencia ni educación centran su interés y su propósito en orientar el sentido común hacia la valoración de la vida y por omitir tal fundamental componente político, contribuyen en sentido contrario, abandonando de hecho al ciudadano a la influencia de ese otro gran y hegemonizante formador del sentido común que son los medios, las redes y el algoritmo, no casualmente sino estratégicamente dominados por el poder.

La pregunta es ¿puede, todavía, la educación hacer su aporte en sentido contrario? No la educación en abstracto, ni su institucionalidad burocrática que inevitablemente serán expresión del modelo social, pero sus actores o una parte de ellos, en los escenarios educativos concretos subvirtiendo el sentido instituido?

Para re-educar y recuperar o restaurar aquel sentido común capaz de privilegiar la vida, ante todo conviene preguntarnos y responder con toda franqueza una pregunta olvidada (e independientemente de que el currículum lo mencione de alguna manera en algún lugar….) ¿educamos para…? ¿Sabrán (sabremos) esos actores hacer honor al lugar en que los coloca la historia?

Y consecuentemente proponer un “otro” Programa educativo orientado y puesto al servicio de un propósito reconstitutivo imperativo, lo cual supone recrear escenarios concretos de reproducción de vida sin importar el tamaño ni el contexto. No alcanza ya con disputar la interpretación de nuestra identidad e historia colectivas, la lucha por la emancipación requiere “asumir el carácter político del hecho educativo, en la medida en que hay no solo un orden educativo que transformar sino un orden social a ser reinventado”.[2] Proponer escenas de aprendizaje donde los valores regidores de la práctica sean la cooperación, la solidaridad, la austeridad, la dignidad, la diversidad y la tolerancia y el principal objetivo del aprendizaje la recreación de saberes y la formación de capacidades para autosatisfacer las necesidades fundamentales de la vida. Capacidades para recuperar soberanía sobre nuestras asociadas y colectivas necesidades vitales, sobre nuestros cuerpos, para abandonar la dependencia de “la maquina” y de un sistema que nos ha convertido en seres llenos de información pero vacíos de saberes elementales, sometidos a la tiranía urbana de tener que recurrir al servicio mercanitilizado para todo porque lo cierto es que la educación realmente existente no enseña a comer, a consumir, a cultivar, a cooperar, a valorar, a usar racionalmente el agua, la energía, ni a cuidar la naturaleza, ni a querer y valorar a los otros seres con los que compartimos el mundo, tampoco enseña a considerar el derecho de las generaciones venideras pues nada apunta en la educación a proteger la capacidad de la tierra de proveer bienes necesarios para la vida de una población creciente y futura. Producción de alimentos sanos (sin venenos), conservación y restauración de ecosistemas autóctonos, erradicación de especies exóticas, reformulación de las ciudades, cuidado del mar, preservación de la calidad del aire, reconocimiento de derechos de comunidades ancestrales prexistentes, son entre muchas otras, ausencias en la enseñanza instituida. En lugar de estos, la escuela incluye la educacion financiera, la formación emocional y la inteligencia artificial, se abandonan la filosofía y la historia y se refuerzan las matemáticas, la informática y la tecnología, y como correlato trágico de este mirar umbilicadamente solo el universo creado por el humano, en los medios ya aparecen ofertas tales como turismo de ultima oportunidad, una forma mas de mercantilización (gentrificación de la naturaleza?) ahora, de la extinción, a la que la misma propuesta contribuye llevando miles de turistas a visitar zonas y especies en peligro o en la certeza de desaparecer.

La ciudad como hecho cultural y material paradigmático del capitalismo y en tanto conflicto ecosocial y ambiental no es materia de reflexión alguna en ningún momento ni espacio educativo, siendo tal vez el principal componente de la crisis ecológica y psicosocial. Mucho menos es problematizado el uso del dinero o la oposición entre competencia y cooperación que podría abrir una revisita critica a las nociones de valor de uso y valor de cambio para ver que otras relaciones sociales fueron y son posibles e incluso rever la noción de competencia, falsamente legitimada como la fuerza del progreso y la evolución.

La pregunta es pertinente ¿desde los sectores educativos que reivindican otra sociedad posible, no hay nada que decir y hacer al respecto? O es que siguen creyendo posible cambiar la sociedad con el mismo manual que fue destruida?

Si algo debería hacerse desde la escuela en el momento actual (y promoverse desde la educación en cada organización social, religiosa, deportiva o cultural) es suscribir este mandato imperativo que el valor de la vida nos impone como especie: contribuyendo a rescatar la vida, la igualdad, la compasión, la dignidad, el derecho al futuro; poniendo todo el conocimiento que heredamos, supimos y podemos generar al servicio de rescatar-nos del colapso y recuperar nuestros mejores y mas amorosos valores, haciendo vida mediante practicas contraculturales, subvirtiendo el sentido común impuesto por la hegemonía cultural del productivismo capitalista. Incluyendo todo el conocimiento y todos los sujetos excluidos.

Esos actores sociales tan importantes que son los trabajadores de la educación, ¿van a seguir apenas defendiendo el piso mínimo (casi obsoleto) de su estratégico rol social y cultural (solo el salario y el trabajo) y reivindicando, aunque con todo derecho por cierto, la contención social que siempre ofrecen por fuera de su compromiso instituido, cada vez que todo se va a la mierda, y la inclusión sin horizonte, pero sin ir mas allá, sin desobedecer las reglas del Programa, sin asumir la inutilidad del mismo en el marco de destrucción presente, es decir sin proponer nada nuevo, diferente y contracultural?

Hemos superado la etapa en que aun era plausible (?) confiar en una transformación posible de la relación humanidad naturaleza dentro del esquema de las relaciones de producción capitalistas. Confianza que en rigor solo era atribuible a la fuerza cooptadora del discurso universalista que sobre todo desde foros internacionales suavizaban los datos de la crisis ecosocial, invisibilizan las realidades locales en cada territorio y reciclan constantemente las esperanzas en un posible cambio de conciencia en poblaciones, gobiernos y empresarios que fructificara en el cambio necesario.

La UNESCO se ha dedicado a este ejercicio de dilación desde hace décadas, la Carta de la Tierra mas allá de sus poéticas expresiones de principios, parece haber devenido en ONG que subsiste de cobrar sus cándidas propuestas de capacitación, que sigue difundiendo mas en ingles que en español. La Internacional de la Educación y su versión latinoamericana no agendan la crisis ecosocial entre sus prioridades políticas y tampoco sus sindicatos adheridos. Todo este tímido por no decir condescendiente posicionamiento, a contribuido a reciclar permanentemente la ilusión de que dentro del statu-quo capitalista siglo XXI tendremos gracias a la tecnociencia y a un presunto cambio de actitud social frente, sobre todo, a las consecuencias del Cambio Climático (devenido central pero en modo alguno único aspecto de la crisis ambiental) sera posible superar esta etapa crítica y encaminar el desarrollo hacia la sustentabilidad; dos conceptos a esta altura vaciados de todo significado.

Como complemento el sistema de educación pública, y en particular todos sus actores, se resisten a acusar recibo de esta realidad que en buena medida termina de sepultarlos bajo la obsolescencia que ya le impuso la tecnología de la información y comunicación. Cada vez mas lejos de ofrecer emancipación alguna el sistema educativo, incapaz de autocrítica, lastra su verdadero desafío contribuyendo a la inercia generalizada. Las experiencias educativas ambientales, que representan una irrelevante parte de los procesos educativos (contra el desmedido e ingenuo optimismo que generó la sanción de una ley de EA en 2021, sobre lo cual advertimos oportunamente), transitan una superficialidad desinformada exasperante, mientras las que acaso debieran ser mejores opciones, tales las experiencias educativas populares que se referencian en prácticas y teoría Freireana, las autodenominadas populares o aquellas que se dan en contextos de lucha socioambiental, al no cuestionar los fundamentos mismos del sistema educativo y de su edificio curricular, aun cuando incorporan sesgos con enfoques socioterritoriales, de genero, decoloniales, etc. convalidan explícita o tácitamente el modelo social hegemónico y así estiran la ilusión de su posible transformación mediante un ejercicio crítico que le interpela ocacionalmente desde la palabra, pero casi nunca subvierte la practica efectiva y con ella los fundamentos de una concepción educativa epistémicamente sometida y sometedora: no desobedecen, no cuestionan el fondo ni el contenido, apenas la forma mientras el propósito parece no requerir revisión alguna. Moralista y obediente la practica educativa toda parece confirmar lo que Iván Illich temía y vaticinaba hace 50 años (exageradamente en esos años, pero no ahora): que “el sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la institucionalización de las contradicciones de ese mito y el lugar donde ocurre el ritual que reproduce y encubre las disparidades entre el mito y la realidad”.

“Necesitamos la mejor ciencia y el máximo respeto a la verdad. Pero ésto sólo permite conocer el mundo, no transformarlo. Transformarlo es un juego de afectos, pasiones, identidades compartidas, mitos comunes, de alianzas, de intereses y de pericia en el ejercicio del poder. La rebeldía es un estado de ánimo que no se alimenta de ideología ni de conceptos. Es algo que arde en la certeza de sentir que la vida es el máximo don que no se puede desperdiciar. La necesidad histórica del momento es la de dar a luz una forma de producir, consumir, habitar e imaginar un mundo que deje atrás la depredación de la biósfera y adopte los principios de la cooperación y la simbiosis”[3].

Nunca como ahora, frente a la posibilidad cierta del colapso civilizatorio, educación y rebelión fueron nociones tan afines. Frente a la amenaza de disgregación nacional, destrucción cultural y depredación extrema de nuestros bienes comunes, esperamos aún que los actores educativos conscientes de su rol, asuman el papel y el poder que en ello tienen!!!


[1]https://www.15-15-15.org/webzine/2024/02/01/mesorreligion-para-una-accion-intersticial-con-sentido/

[2]Imen Pablo (2022) Pensamiento pedagógico Latinoamericano en prospectiva, en ¿Que docencia para estos Tiempos? CETERA.

[3]https://www.nodal.am/2023/12/el-colapsismo-ecologico-por-nieves-y-miro-fuenzalida/

Fotografía: desinformemonos

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com

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Programas de estudio en México no contemplan al ambiente: Unesco

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) alerta que pese a que el 2020 fue el año más caluroso registrado a la fecha, y más de un millón de especies están en peligro de extinción, los temas ambientales no están integrados en los planes y programas de estudio.

En el reporte “Aprender por nuestro planeta. Una revisión global de cómo se integran las cuestiones ambientales a la educación”, revela que de los Estados miembro de la Unesco, incluido México, en más de la mitad sus planes de estudio no menciona el cambio climático, únicamente 19 por ciento hace referencia a la diversidad biológica, mientras que en 69 por ciento sólo hace referencia la sostenibilidad.

El informe afirma que los estudiantes de primaria y secundaria “necesitan más apoyo para aprender y actuar por nuestro planeta (…) La forma en que vivimos actualmente no es sostenible. Se necesita un cambio urgente, pero un cambio duradero es imposible sin educación”.

Reconoce que 83 por ciento de las políticas educativas y los planes de estudio estudiados abordaron el medio ambiente al menos una vez,”pero está claro que es necesario hacer más para preparar a los alumnos con los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes que se requiere” para darle un futuro al planeta.

Entre los principales hallazgos destaca que si bien el 92 por ciento de los planes de estudios incluían al menos una referencia a temas ambientales, la “profundidad de la inclusión fue muy baja en promedio. Se hizo mucho más hincapié en el ‘medio ambiente’ que en el ‘cambio climático’ o la ‘biodiversidad’”.

El informe señala que hay un enfoque continuo en el aprendizaje sobre el clima y otros problemas ambientales, en lugar de desarrollar también las competencias socioemocionales y de acción centrales para la acción ambiental y climática.

Además, se identificaron “numerosas barreras logísticas, sociales y políticas para la inclusión de contenido ambiental en la educación, lo que sugiere la importancia del aprendizaje permanente y cómo la paz y la sostenibilidad ambiental deben avanzar juntas”. A ello se suma la falta de contenidos relacionados con el medio ambiente en los programas deformación de profesores.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/05/27/sociedad/mexico-no-contempla-temas-ambientales-reporta-la-unesco/

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Libro(PDF) Subjetividades y diversidad en la escuela, en estudiantes de educación media

Reseña: CLACSO

 

Este libro tiene como finalidad presentar los resultados del estudio Subjetividad y diversidad en la escuela, proyecto que hace parte de un conjunto de investigaciones realizadas por el IDEP en 2013 con el ánimo de contribuir a la formulación de recomendaciones de política en temas como educación, convivencia,derechos humanos, ambiente, cultura y otras dinámicas de la vida social, política y económica en los colegios de Bogotá. Coherente con este anhelo de aportar al goce efectivo del derecho a la educación en el Distrito Capital conforme lo establece el Plan de Desarrollo “Bogotá Humana”, aporta recomendaciones a la política pública educativa y al quehacer pedagógico en los colegios públicos del Distrito Capital. El trabajo compilado en la presente publicación reseña los referentes conceptuales y metodológicos que se han desarrollado en diversas disciplinas de las ciencias humanas y sociales alrededor de los temas de subjetividad y diversidad; el proceso investigativo con respecto a las expresiones en la escuela, especialmente con estudiantes de los últimos grados de formación; y las recomendaciones que derivan del proceso, que son útiles para la definición de la política pública educativa y la actividad pedagógica. El estudio identifica las expresiones y la diversidad asociadas a las subjetividades de estudiantes y docentes en 24 colegios públicos. A la vez, analiza sus manifestaciones y el lugar que ocupan en los procesos de enseñanza y aprendizaje, bajo el presupuesto de aportar en la redefinición y en los ajustes de la política pública propuesta en el Plan de Desarrollo de la “Bogotá Humana”.

Autores (as): Peña Sánchez, Javier Adolfo. Talero Córdoba, Luz Stella. Escobar Hernández, Jorge Enrique. Acosta Sánchez, Fabián.

Editorial/Editor: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP

Año de publicación: 2015

País (es):  Colombia

Idioma: Español.

ISBN: 978-958-8780-38-2

Descarga:  Subjetividades y diversidad en la escuela, en estudiantes de educación media

Fuente e imagen: http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=Pedagog%EDa&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO

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Los niños son los mejores educadores ambientales

Por: Manuel Carmona.

Con el poso de la sabiduría que dan los años de experiencia, los conocimientos adquiridos y el trabajar codo con codo con otros especialistas, hablan siendo conscientes de la realidad ante la que nos encontramos desde Tierra del Fuego hasta Tokio pasando por el Cabo de Gata. Son Javier Arístegui, catedrático de Ecología e investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global; Isabel Marín, presidenta de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental; y Mario Rodríguez, director ejecutivo de Greenpeace España.

Los tres lo tienen claro: las generaciones de niños y niñas y de adolescentes de 2004 a 2019, están obligando al resto de generaciones a que cambiemos los hábitos de vida.

Al igual que hace 20 años, cuando las generaciones de 1974 a 1989 impulsaron la lucha contra el tabaco, y lograron un cambio radical en su consumo; Arístegui, Marín y Rodríguez están convencidos de que nuestros menores lograrán con tesón, coherencia y valentía parar la crisis ambiental que vivimos.

“Lo hemos vivido en Sanidad con el tabaco: los mejores agentes antitabaco que ha tenido el sistema sanitario han sido los menores en los domicilios luchando con los padres cuando estos fumaban. Un niño que se conciencia desde las etapas iniciales de la Educación en sostenibilidad, en la prevención del cambio climático y en la alteración del ecosistema, es clave para que el resultado sea más exitoso. La sostenibilidad, el consumo responsable, las energías limpias o el reciclaje tienen que trabajarse de forma transversal en todos los contenidos curriculares desde pequeñitos”, expresa Marín.

«Vivimos en un mundo de noticias falsas propagadas por las redes sociales, donde los negativistas y mentirosos están dominando

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Arístegui destaca que nuestros jóvenes están poniendo el acento en otra de las llagas de este cáncer mundial: ¡erradicar las noticias falsas! Para Arístegui, “lo más importante es la Educación y la concienciación social. Vivimos en un mundo de noticias falsas propagadas por las redes sociales, donde los negativistas y mentirosos están dominando, y eso tiene una gran influencia sobre la juventud. Es necesario educar a la gente con una Educación ambiental y solidaria”.

La mirada de Rodríguez se focaliza cuando nos dice: “Observo que en los libros actuales, depende de la voluntad del profesorado que se toquen temas ambientales y que se evalúe de la forma que sea. Esa formación ambiental debiera estar, cuando menos, hasta la ESO o incluso hasta la universidad”.

Una materia ambiental

En Italia se acaba de aprobar que a partir del curso 2020-21, haya una materia dedicada a la formación ambiental. El sistema educativo español también la necesita, y que se haga con una visión práctica, clara y firme para la vida cotidiana.

Es una de las reivindicaciones que lidera Arístegui con sus compañeros: “Hay una gran necesidad desde Primaria hasta la universidad de una formación en Educación ambiental”.

Desde Greenpeace, Rodríguez reconoce con honradez y sinceridad el papel secundario hasta hoy de la organización en formar a los jóvenes: “Suministramos información en programas de colegios e IES, pero somos más pasivos que activos. Si nos llaman, colaboramos. Lo nuestro son las denuncias y protestas. Evidenciamos los problemas ambientales y sus responsables. Conectamos con la comunidad educativa a través de nuestro Departamento de Movilización para que la gente se mueva en las ciudades. Tenemos materiales actualizados que suministramos al profesorado y otros a petición de ellos”.

«Si no existe la Educación ambiental y científica, nunca habrá aceptación social de la necesidad de la transición energética

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Javier Arístegui considera necesario “explicar qué es el cambio climático, su origen, sus evidencias y consecuencias. Y, sobre todo, cómo afecta a la vida de las personas y de la humanidad. Y después hablar de la desigualdad es importantísimo”.

El catedrático de Ecología recuerda que “para 2050 seremos 10.000 millones de habitantes en la Tierra, y de estos un 90% vivirán en países en vías de desarrollo, y solo el 10% vivirán en países industrializados”, por lo que “si no somos conscientes de esa desigualdad en muchos aspectos, no seremos capaces de solucionar un problema global que nos afecta a todos”, advierte. Según el catedrático, “si no existe la Educación ambiental y científica, nunca habrá aceptación social de la necesidad de la transición energética”.

Greenpeace y Rodríguez también lo tienen claro: “Lo primero es que haya una información clara, concreta y objetiva de cuál es la problemática ambiental que vivimos (desde el cambio climático hasta la crisis de biodiversidad, desde el consumismo a la contaminación). Y, segundo, bajar a un plano más práctico que incite a los estudiantes a actuar en su vida cotidiana, por ejemplo: explicar el cambio climático con su origen, causas, consecuencias y alternativas”.

Los medios de comunicación desempeñan un papel clave en la creación de una conciencia ambiental.

Las familias y los medios de comunicación son dos agentes decisivos más para llevar a cabo la inexcusable regeneración en costumbres cotidianas y conservación de la casa común, la Tierra. ¿Qué responsabilidad y competencias les corresponden a unos y a otros?

Esta es la perspectiva de Javier Arístegui: “Me alegra ver que en algunos medios de comunicación, incluso en la televisión, se habla sobre el cambio climático y la sostenibilidad. Hay programas como la previsión meteorológica que está haciendo especial hincapié en divulgar el cambio climático. Esto lleva luego a que la gente hable en corrillos sobre esto. Y aunque la gente esté desinformada, el hecho simple de que se hable de ello, ya es importante”.

Desde la óptica de Isabel Marín, “partiendo de los gobiernos y hasta el último de los ciudadanos debiéramos de ir en línea, y un papel clave lo juegan los medios de comunicación”. “Cuando veo anuncios muy llamativos de productos de fácil consumo para los menores, y a precios muy baratos –dos menús a siete euros y te regalamos una corona–, y muy pequeño debajo escrito: mantén hábitos saludables, me enervo”, expresa.

Marín entiende que “los medios a través de la publicidad hayan de conseguir dinero, pero han de ser muy cuidadosos porque ellos influyen más que nosotros a la hora de decidir los hábitos de consumo de un menor. Y los mayores o tutores han de estar muy atentos porque es mucho más fácil y rápido atender una demanda de un menor, que explicar el por qué sí o por qué no. O seguir fomentando el Día de la Fruta en los colegios. Y evitar los productos en grasas saturadas”.

«Los medios están más focalizados en el impacto del último incendio que en hacer que la gente sepa valorar la importancia de los bosques como reservas de agua o de la biodiversidad

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Mario Rodríguez tiene claramente identificadas las lagunas de los medios de comunicación cuando tratan los asuntos medioambientales: “Vemos que los medios, salvo honrosas excepciones, están más focalizados por ejemplo en el impacto del último incendio, que en qué hay que hacer para que la gente sepa valorar la importancia de los bosques como reservas del agua o de la biodiversidad, o fuentes de suministro de alimentos. Cuando en un trabajo pones en valor la riqueza de estos ecosistemas, y propones soluciones y alternativas, pocos son los medios que se hacen eco de ello. Si hablan de la sequía les impacta más el estado de los embalses que los orígenes de la sequía y cómo se puede solucionar”.

Muchas de las medidas están testadas, probadas y demuestran que son eficaces y eficientes. Pero ha llegado la hora de dar un paso al frente. Ni los mares y océanos, ni los ríos ni los ecosistemas terrestres y de los acuíferos, pueden esperar más. Tampoco nosotros, ni el resto de especies animales y vegetales. Hablan científicos que saben y sin morderse la lengua en un diáfano ejercicio de compromiso y responsabilidad.

¿Qué acciones concretas proponen?

Arístegui aboga para reducir la huella del carbono, “que haya un cambio en la forma de desplazarnos, pero esto lo podemos hacer cada uno a nivel personal, sino que tiene que haber una infraestructura y un apoyo político al transporte público. Ser más ahorradores a la hora de usar la energía eléctrica, el agua, el reciclaje de la basura y demás. Cambiar nuestros hábitos alimenticios y hacerlos más vegetarianos. Si queremos utilizar energías limpias tiene que haber una transición clara desde la clase política para que el ciudadano no se gaste fortunas en placas solares o en energías limpias, ha de ayudársele”.

En esa línea Marín profundiza en las medidas: “Hay que legislar para que siempre la opción más sostenible sea la más fácil. Ahora es complicado cambiar todos los coches a eléctricos, pero estoy convencida de que es el futuro porque es más sostenible, más barato y porque va a dejar de emitir contaminación de metales pesados”.

Rodríguez y Greenpeace apuestan por hacer un cambio radical: “Hay que cambiar los patrones de consumo de aquí a una década. Hemos tardado en afrontarlos un siglo. Hay que acelerarlos”. ¿Cómo pueden ayudar la tecnología y las alternativas que hacen plausible ese cambio? Rodríguez cree que “es un tema psicológico, más que nada porque la información está, todo el mundo asume que hay que cambiar hábitos, pero esos patrones de consumo establecidos hacen que la gente se eche para atrás”.

Rodríguez pone como ejemplo la reducción del uso del coche particular en el tráfico diario: “Todo el mundo diría que sí, pero cuando tiene que dedicar más tiempo o el transporte público es más incómodo o le cuadra menos con la logística familiar, pues se complica. Si además a la hora de comprar un coche, el más ecológico es muy caro, necesita un sistema de fiscalidad y de ayudas que permitan comprarlo. Y así se va reduciendo el abanico”.

Fuente de la reseña: https://www.magisnet.com/2020/02/los-ninos-son-los-mejores-educadores-ambientales/

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Concursos y convocatorias: Ambiente, Cambio Climático y Buen Vivir en América Latina y el Caribe

América del Sur/ Argentina/10.12.2019/ Por: CLACSO/ Fuente: www.clacso.org.

 

Cierre de inscripción: 10 de febrero de 2020 a las 24:00hs (Argentina)

El cambio climático y las relaciones del ser humano con el ambiente se han erigido como unas de las temáticas más relevantes del mundo actual, posicionándose como asuntos estratégicos que marcan el desarrollo del siglo XXI a través de su comprensión como fenómeno global.

En este marco, en el cual además se han intensificado las consecuencias ambientales, sociales, económicas y culturales del cambio climático en relación a las diversas dimensiones tanto a nivel global como regional, se ha vuelto necesario generar respuestas científicas y políticas claras a sus múltiples problemáticas.

El incremento de los impactos del cambio climático en los países del Sur global y en determinadas poblaciones que viven en situaciones de desigualdad y vulnerabilidad motiva la exploración de los vínculos existentes entre este y el desarrollo capitalista. La insostenibilidad del modelo de desarrollo, socioeconómicamente desigual y ecológicamente destructivo, demanda una transformación estructural mediante políticas públicas orientadas a la preservación de sociedades y comunidades, y sus relaciones con el ambiente. Las discusiones en torno al extractivismo, así como también las propuestas basadas en el Buen Vivir o Sumak Kawsay en América Latina y el Caribe, constituyen parte de los abordajes que requieren profundizar las investigaciones construyendo nuevas evidencias y visibilizando experiencias sociales poco reconocidas.

Asimismo, en los últimos años hemos evidenciado en América Latina y el Caribe una creciente movilización de amplios sectores de la sociedad por la defensa del medio ambiente denunciando los efectos nocivos de ciertas actividades como la deforestación, la tala, la minería, la contaminación, el desarrollo de una agricultura y ganadería extensivas y de exportación, entre otras,  que debilitan a las comunidades indígenas u originarias, a los biomas y a los ecosistemas. En el mismo sentido, los impactos del cambio climático profundizan las desigualdades multidimensionales ya existentes que configuran las condiciones de vida de la mayoría de las poblaciones latinoamericanas y caribeñas.

A partir de concebir la producción del conocimiento como social, situada y colectiva, en esta convocatoria se promueve la postulación de investigadores y/o equipos de investigación integrados por investigadoras e investigadores de diversas formaciones, trayectorias y experiencias, que puedan incorporar la responsabilidad pública y el trabajo con organizaciones y movimientos ambientales.

Las propuestas deben enfocarse en alguna de las siguientes dimensiones del ambiente, el cambio climático y el desarrollo sustentable:

  • Políticas públicas.
  • Movimientos sociales y resistencias.
  • Discusiones y experiencias sobre desarrollo, alternativas, ambiente y sociedad.

A partir de lo planteado, CLACSO convoca a las Becas de investigación individuales y para equipos “Ambiente, Cambio Climático y Buen Vivir en América Latina y el Caribe” para producir conocimientos rigurosos e innovadores acerca de los temas propuestos, así como generar incidencia pública y social que contribuya a contrarrestar sus impactos en América Latina y el Caribe.


Cierre de inscripción: 10 de febrero de 2020 a las 24:00hs (Argentina)
Publicación de ganadores/as: 2 de marzo de 2020
Realización del proyecto: marzo-diciembre de 2020
Presentación de la versión final: febrero de 2021


Los resultados serán publicados en el sitio web de CLACSO. Los/as ganadores/as serán contactados/as por correo electrónico.

Consultas: ambienteycambioclimatico@clacso.edu.ar

Fuente de la noticia: https://www.clacso.org/ambiente-cambio-climatico-y-buen-vivir-en-america-latina-y-el-caribe/

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Perú: Semana de la Educación Ambiental: ¿cómo puedo reducir mi huella de carbono?

América del Sur/Perú/25 Octubre 2019/americatv

Una forma de medir el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente e implementar planes de acción a partir de ello es la huella de carbono. Conoce 5 tips para reducirla

En los últimos años y a nivel global, los gobiernos y ciudadanos han tomado conciencia de sus acciones y actividades y el impacto que ocasionan sobre el medio ambiente, ya sea por sus costumbres, consumo y estilos de vida. Una forma de medir el impacto de nuestras acciones e implementar planes de acción a partir de ello es la huella de carbono.

Según el Ministerio de Ambiente, esta medición consiste en el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se generan por las diversas actividades humanas y económicas. Nos permite cuantificar o medir la contribución de las actividades humanas sobre el cambio climático, así como buscar las formas y opciones más adecuadas para reducir o neutralizar estas emisiones, ya sea en la misma actividad o con otra que genere capturas o reducciones similares.

“Según el consumo y tipo de hábitos que tengamos, cada uno de nosotros deja un impacto ambiental en el mundo. Desde lo que compramos, qué comemos o como nos trasladamos, todo impacta en nuestro planeta. Nuestra responsabilidad está en conocer cómo impactamos y reducirlo en aras del cuidado de nuestro entorno”, indicó Mercedes Gómez, Directora de la Carrera de Ingeniería Ambiental de la UPC.

Teniendo en cuenta ello y en el marco de la Semana de la Educación Ambiental, la especialista brinda 5 consejos para reducir nuestra huella de carbono:

1. Evita dejar tus equipos conectados. Desconecta los cargadores de tus dispositivos móviles cuando no los estés usando. También aplica para laptops o algunos artefactos como pantalla de TV, computadora, Blu-ray, DVD, etc. Así no los uses, si siguen conectados siguen consumiendo energía que no se utiliza.

2. Movilidad sostenible. En la medida de lo posible, usa bicicletas o camina para traslados cortos. Si bien el tráfico de la ciudad es caótico, puedes darle una oportunidad a los buses o el Metropolitano, o, incluso, compartir movilidad con tus compañeros de trabajo. Esto ya se está haciendo en algunas empresas y también en aplicativos.

3. Compra local y de temporada. Tienen menor impacto en el ambiente y suelen ser más accesibles. Los productos importados suelen viajar en avión para llegar a nuestro país y ese traslado genera un impacto en el ambiente.

4. Evita el desperdicio. Cambia tus hábitos de consumo y alimentación. Trata de planificar tu comida de forma semanal y compra estrtictamente lo necesario, así evitas desperdiciar los alimentos.

5. Prioriza el uso de termos y toma-todos. Ya sea que estés en clase o en el trabajo, lo ideal es contar con un recipiente para líquidos y así, cada vez que tengas sed, puedes rellenarlo con lo que tú desees. Así, evitas comprar botellas de plástico y ahorras un poco más de dinero.

 

Fuente: https://www.americatv.com.pe/noticias/redes-sociales/semana-educacion-ambiental-como-puedo-reducir-mi-huella-carbono-n393444?ref=mti

Imagen:https://e.an.amtv.pe/redes-sociales-semana-educacion-ambiental-como-puedo-reducir-mi-huella-carbono-n393444-624×352-62623.jpg

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Libro: El Desafío de un pensar diferente

“El libro que a continuación presentamos, titulado El desafío de un pensar diferente. Pensamiento, sociedad y naturaleza, representa un trabajo de reflexión realizado en estos últimos años sobre algunos temas que consideramos importantes. Los tópicos sobre los que versará este texto son varios: las maneras de pensar y la crítica al pensar moderno, algunas ideas sobre el papel del Estado en esta época, y varias consideraciones que vinculan la cuestión ambiental, la naturaleza y la ética. Son diecinueve estudios y trabajos organizados en tres partes que dan cuenta de interrogantes, preocupaciones y convicciones que tenemos frente a los acontecimientos que percibimos en el mundo en el que vivimos.”

El autor: Augusto Castro 

Baja el libro completo en este link:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20181101015008/Desafio_pensar_diferente.pdf

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