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Orlando Fals Borda: Las Revoluciones inconclusas en América Latina

Por Álvaro Cepeda Neri

De 1973, cuando la crisis inmobiliaria estadounidense e inglesa, a 2015 cuando los trabajadores de Air France se rebelaron, van 14 avisos de que el capitalismo ya no sale como antes de sus crisis. Y que la democracia representativa ha dejado de resolver los problemas nacionales y del mundo, creando más enfrentamientos del capitalismo y esa democracia mediante el sufragio, con los pueblos a través del descontento de la democracia directa.

Escapista desde 1776 (el liberalismo económico con Adam Smith), el capitalismo encontró su callejón sin salida al llevar a sus últimas consecuencias al neoliberalismo. Y el calentamiento global está confirmando lo que Carlos Marx, y menos duramente Keynes, le imputaron al capitalismo por sus abusos de los recursos naturales y de la mano de obra, extrayendo oxígeno en las utilidades de las finanzas por donde el flujo del capital se asfixia. Y no hay recetas para revivirlo, a menos que ponga la economía al servicio de la humanidad, y evite que el capitalismo pase “de un ardid a otro… de recargar 10 veces sus baterías según las circunstancias coyunturales y seguir permaneciendo… suficientemente fiel y semejante a sí mismo” (Fernand Braudel, La dinámica del capitalismo).

II- En ese parteaguas del final del capitalismo o reinventarse, las protestas populares, el terrorismo religioso, la pobreza, la incapacidad de las élites gobernantes para solucionar problemas, la voracidad de los capitalistas por mantener a toda costa ganancias… se vuelven a presentar las demandas contra las desigualdades económicas (Joseph E Stiglitz, La gran brecha. Qué hacer con las sociedades desiguales. Taurus), con revueltas que genera el descontento social, la austeridad gubernamental que cancela gasto (Mark Blyth, Austeridad, historia de una idea peligrosa. Editorial Crítica). Y se renuevan los síntomas de subversiones populares en busca de revoluciones políticas. Un ensayo a propósito del tema es el del intelectual y luchador Orlando Fals Borda (1925-2008): Las revoluciones inconclusas en América Latina: 1809-1968; de quien el periodista Luis Hernández Navarro nos da un esbozo biográfico (La Jornada, 19 de agosto de 2008). El texto desarrolla la hipótesis de que nuestras revoluciones no lograron terminar en sus planteamientos. De la misma forma, el gran historiador Herbert A L Fisher (Historia de Europa), sostiene que en este continente, salvo en Estados Unidos, “las revoluciones domésticas que ni han llegado a final”.

III. Fals Borda propone que por inconclusas “existe ya una bomba política de tiempo… la decisión de cómo utilizar en la mejor forma posible esa fabulosa energía social acumulada bien puede ofrecer un momento decisivo –y estelar–, para el desarrollo de América Latina. Pero sólo hasta ahí puede llegar la predicción… la revolución mexicana ha venido deteniendo el primer impulso revolucionario y frustrando su inicial promesa… y que estos “momentos de conflicto y tensión… se viven hoy en muchas partes del mundo, es un momento subversivo en el mismo sentido futurista, constructivo y positivo que tenían los fundadores de las repúblicas americanas”. Y recomienda que para completar las conquistas prometidas, los pueblos han de recobrar sus concepciones antipobreza donde minorías y mayorías estén en igualdad ante la ley y los derechos humanos. Trabajador intelectual, este autor expuso sus tesis en forma de conferencias en el Royal Institute of International Affairs; en la London School of Economics y las universidades de Oxford y Essex.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article192453.html

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Francia necesita con urgencia 1.000 profesores de español

Francia/24 de Septiembre de 2016/El País

Se dispara la demanda tras la reforma educativa, que ha adelantado el aprendizaje de una segunda lengua extranjera.

Los colegiales franceses suelen optar por el inglés como lengua extranjera, pero a la hora de elegir un segundo idioma se decantan por el español. Esta situación, que viene de lejos, es más patente durante este curso que acaba de comenzar. La reforma de la secundaria en Francia, que se ha empezado a aplicar este mes, ha adelantado la enseñanza de una segunda lengua extranjera viva a primero de secundaria (Cinquième en Francia) y ello ha disparado la demanda. Los expertos calculan que Francia necesita con cierta urgencia mil profesores suplementarios, a añadir a los 20.000 existentes, y, de hecho, ya se están produciendo contrataciones por decenas.

La reforma del colegio acometida por la ministra de Educación Najat Vallaud-Belkacem, fue muy contestada por algunos sectores educativos porque tiene por objetivo reducir el aprendizaje de lenguas muertas para elevar el de las vivas. Menos horas lectivas de latín y griego en favor del inglés o el español. Desde este año, los alumnos del equivalente al español primero de secundaria tienen ya 2,5 horas semanales de una segunda lengua extranjera. La reforma pretende aumentar en 54 horas la enseñanza de una segunda lengua durante los tres años de la secundaria a partir del Cinquième, es decir, a partir de los once años habitualmente.

En Francia, el número de alumnos que eligen el español se ha triplicado en la última década hasta alcanzar los 2,7 millones de estudiantes. Es la segunda lengua más estudiada después del inglés (5 millones). Muy de lejos le sigue el alemán (800.000), a pesar de las ayudas de Berlín. “Nosotros no tenemos ese apoyo”, dice Ahmed Haderbache, presidente de la Asociación Francesa de Profesores de Español. Dicho apoyo tiene una razón política. La reforma de la ministra generó incluso un pequeño problema diplomático porque suponía cuestionar los acuerdos de 1963 por los cuales se estableció un mínimo de alumnos franceses que debían aprender el alemán y viceversa. El conocimiento mutuo del idioma es una forma de reforzar la amistad franco-alemana. El Gobierno de Berlín llegó incluso el año pasado a pedir la retirada de dicha reforma.

España, por el contrario, no fomenta con fondos oficiales la enseñanza del español en Francia, se queja Haberbache y confirma una fuente oficial. En principio, lograr un puesto de profesor no parece complicado. Basta con ser licenciado (ahora es haber acabado un master) y enviar el currículo al rectorado del departamento en el que el candidato quiera desarrollar su labor. De esa manera, se puede lograr un puesto interino que solo se consolidará cuando tres años después se supere una oposición en la que se demuestre conocer los fundamentos de la enseñanza de la lengua.

Los sueldos no son altos. Según Haderbache, un profesor gana una media de 1.500 euros netos al mes, mientras que el salario mínimo en Francia está en los 1.466 euros brutos. Con varios años de docencia se pueden superar los 2.000 euros. La demanda actual de profesores ha disparado el número de personas que se dedican a la enseñanza tras haber tenido que dejar otros empleos y que no están por tanto suficientemente formados.

Según algunos análisis realizados en el mundo educativo francés, los alumnos franceses optan por la lengua de Cervantes porque tienen una buena imagen de los españoles y porque la consideran la puerta para América Latina.

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/09/22/actualidad/1474558525_793298.html

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Alfabetización en América Latina

Por: TELESUR

Hace 50 años, la Unesco proclamó oficialmente el 8 de septiembre como Día Internacional de la Alfabetización, a fin de movilizar a la comunidad internacional y fomentar la alfabetización como instrumento para empoderar a las personas, las comunidades y las sociedades.

El mundo ha cambiado desde 1966, pero nuestra determinación de proporcionar a cada mujer y a cada hombre las competencias, las capacidades y las oportunidades necesarias para hacer realidad sus aspiraciones, en la dignidad y el respeto, sigue siendo inquebrantable. La alfabetización es la base para construir un futuro más sostenible para todos. Directora General de la Unesco

Este 8 de septiembre se conmemora el 50º aniversario de la instauración del Día Internacional de la Alfabetización, y la Unesco lo celebra con el lema “Leer el pasado, escribir el futuro”. En esta oportunidad se honrarán las cinco décadas de participación, esfuerzos y progresos, realizados a escala nacional e internacional para aumentar las tasas de alfabetización en el mundo.

De acuerdo a la Directora General de esta organización, Irina Bokova, «a pesar de que no se hayan alcanzado todos sus objetivos en el año límite establecido, 2015, sí se ha logrado que ingresen en la escuela primaria muchos más millones de niños que los que se habrían escolarizado si hubieran persistido las tendencias predominantes en el decenio de 1990».

América Latina a la vanguardia

El último informe de la Unesco para 2015 señala que América Latina y el Caribe han logrado grandes avances con un 98 por ciento de su población joven estudiando y con niveles básicos de educación y alfabetización, muy por delante de otras regiones como Asia meridional y oriental.

No obstante, de acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 9 por ciento de la población latinoamericana se encuentra en situación de analfabetismo absoluto.

https://youtu.be/wBWGc_z7eEE

En este sentido, sólo uno de cada tres países del mundo alcanzaron la totalidad de los objetivos de la Educación para Todos (EPT) establecidos en el año 2000, según el Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2015, titulado Educación para Todos 2000-2015 – Logros y desafíos. En la región de América Latina y el Caribe, Cuba fue la única nación que consiguió cubrir esos objetivos.

Con el programa cubano de alfabetización «Yo sí puedo», creado en marzo del 2001 la isla logró la inserción activa en los ámbitos social, económico y político, de al menos cinco millones de personas alrededor del mundo.

«Yo sí puedo» ha sido utilizado en unos 30 países, entre ellos Venezuela y Bolivia, declarados libres de analfabetismo en el 2005 y 2008 respectivamente, con la asesoría de Cuba.

En 2003, Venezuela inició la labor de incluir en su sistema la Misión Robinson con el objetivo de alfabetizar a más de un millón de personas. La labor social fue reconocida por la Unesco gracias a la labor del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez.

En el marco del Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela firmado en el año 2000, Cuba aportó el método «Yo sí puedo», para saldar las carencias educativas del pueblo venezolano en esa época.

La Misión Robinson, hasta mayo de 2014 había logrado que dos millones 683 mil 126 venezolanos, erradicaran el analfabetismo en ese país suramericano.

En esta región y en el mundo, solamente la mitad de los países alcanzaron el objetivo de la EPT en el que se centraba la máxima atención: la escolarización universal de todos los niños en edad de cursar la enseñanza primaria.

«Yo sí puedo» llega a Bolivia

Bolivia inició en el 2006 el metodo»Yo sí puedo» y posteriormente se desarrolló el programa «Yo sí puedo seguir», ambos proyectos fueron destinados a lograr la educación básica.

Para el 8 de septiembre del 2015 Bolivia celebraba una tasa de 3, 09 por ciento de analfabetismo, la más baja en su historia.

Roberto Iván Aguila, ministro de Educación de Bolivia reveló que en siete años se ha logrado que: 204 mil 214 personas jóvenes y adultas participen en procesos de post- alfabetización atendidos por 13 mil 528 facilitadores voluntarios por año. También, 108 mil 562 concluyeron el tercero de primaria y 47 mil 490 se graduaron en sexto de primaria.

Innovación y excelencia en Ecuador

En septiembre de 2014, Ecuador recibió el premio de alfabetización “Rey Sejong”,

otorgado por la Unesco, para destacar la excelencia y la innovación ámbito de alfabetización.

El país meridional recibió el galardón por el innovador proyecto de Educación Básica para Jóvenes y Adultos, EBJA, que ha beneficiado a más de 325 mil personas de todo el territorio nacional, desde 2011 al 2014.

Argentina y Brasil

El Programa Brasil Alfabetizado (PBA), fue implementado por la presidenta, Dilma Rousseff, a través del Ministerio de Educación de ese país, con el propósito de promover la superación del analfabetismo en jóvenes de 15 años y más, adultos y adultos mayores.

El programa está siendo implementado en 191 entidades y lo conforman 17,445 grupos activados; 167,971 alumnos; 17088 facilitadores 2.902 ingenieros, 105 traductores de lengua de signos brasileños.

Sin embargo estos planes sociales que benefician a los más necesitados, se encuentran en riesgo de desaparecer, por las medidas neoliberales que esta implementando el presidente interino de ese país, Michel Temer, quien llegó al poder por medio de un golpe parlamentario, en un juicio político en contra de la presidenta electa con más de 54 millones de votos, Dilma Rousseff, que se le destituyó de su cargo de manera definitiva.

Por otro lado se encuentra Argentina, que inició en el año 2004 el Pograma Nacional de Educación Basica para Jóvenes y Adultos, una iniciativa impulsada por los gobiernos Kirchneristas a través del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, que busca llegar a 100 mil analfabetos y, a largo plazo reducir drasticamente la cantidad de personas que no saben leer ni escribir.

En la última década la tasa de analfabetismo varió desde un 2,6 por ciento a un 1,9 por ciento.

No obstante, este país se ve amenazado en sus planes sociales, por las medidas capitalistas y tarifazos que lleva a cabo el actual presidente,Mauricio Macri, contra las clases más necesitadas, abriendo una brecha aun más grande en las oportunidades de estudio en ese país austral.

Chile, Nicaragua y Paraguay

El Ministerio de Educación de Chile, desarrolló desde el 2003 y hasta el 2009, en un breve lapso en forma ininterrumpida, la Campaña «Contigo Aprendo», en regiones con mayor índice de analfabetismo.

La Sección de Planificación, Gestión, Monitoreo y Evaluación de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC UNESCO), presentó el pasado 6 de mayo el Informe Nacional de Resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE).

Este estudio internacional es desarrollado por la Unesco e implementado en Chile por la Agencia de Calidad de la Educación. Provee información confiable y comparable sobre los resultados académicos de niños y niñas de 3° y 6° básico en Lectura, Escritura, Matemática y Ciencias Naturales.

En el TERCE participaron 15 países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, además del estado mexicano de Nuevo León.

El estudio evidenció que el promedio regional de logros de aprendizaje de los 15 países participantes mejoró en todos los grados y áreas evaluadas desde el 2006 a la fecha.

El TERCE evidenció que el repunte en Chile esta asociado a los aprendizajes en el liderazgo directivo, el clima de convivencia y las buenas prácticas docentes.

No obstante, una de las principales luchas sociales y estudiantiles en ese país, se llevan a cabo en rechazo a la Reforma Educativa y lucro en la educación, que lidera la presidenta de ese país Michelle Bachellet.

Por otro lado, se encuentra Nicaragua que en el año 2009 se declaró libre de analfabetismo, al reducir su porcentaje de personas que no sabían leer ni escribir de 20, 7 por ciento a 3, 56 por ciento.

En Paraguay se lleva actualmente la Campaña Nacional de Alfabetización y el Programa el «Paraguay Lee y Escribe», el cual busca promover el desarrollo de capacidades para la comunicación.

Perú y El Salvador

En Perú, el Ministerio de Educación implementa la Educación Básica Alternativa, modalidad educativa destinada a jóvenes y adultos que no tuvieron acceso a la educación primaria o no tuvieron acceso a esta

En el año 2010 inició en El Salvador la implementación del Plan Nacional de Alfabetización con el propósito de disminuir la tasa de analfabetismo de la población de 15 años en adelante desde un 17,9 por ciento a un 13,7 por ciento.

El plan incluye “a todas las personas en condición de analfabetismo o que no han concluido su sexto grado, de la zona rural y urbana con o sin discapacidad, en condición de encierro y en libertad”.

México Guatemala y República Dominicana

El Plan de Alfabetización “Quisqueya Aprende Contigo” de República Dominicana, es una de las líneas prioritarias de la estrategia nacional “Quisqueya sin miseria” promovida por el actual Gobierno para reducir la desigualdad social.

El plan tiene como propósito “superar el analfabetismo en las personas jóvenes y adultas (15 años y más) propiciando su acceso a la educación, la inclusión social y ciudadana a oportunidades de desarrollo e inserción al trabajo, para una mejor calidad de vida, mediante un proceso de movilización social nacional”.

De acuerdo al CENSO del año 2010, 851 mil habitantes de mayores de 15 años no sabían leer ni escribir.

Por su parte, en Guatemala, en diciembre de 2010, el índice de analfabetismo fue de 18,46 por ciento.

Por último, se encuentra México donde las políticas gubernamentales de educación para adultos está enfocada a la alfabetización y educación básica de la población de 15 años y más.

Sin embargo, el gobierno mexicano lleva en marcha una reforma educativa donde los profesores tienen tres oportunidades para aprobar el examen, con un año de capacitación entre cada una de ellas. Si no lo aprueban en esas tres oportunidades, pierden su trabajo.

El objetivo principal de esas evaluaciones es despedir a los maestros, no mejorar la calidad de la educación.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/America-Latina-y-el-analfabetismo-20150907-0048.html

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El 15% de los indígenas latinoamericanos no acceden a la secundaria

Por: Contagioradio

Desde 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, con el objetivo de reconocer a estas comunidades sus tradiciones, valores, idiomas y costumbres, y cómo han aportado al fortalecimiento de las culturas nacionales. Con esta conmemoración la ONU también busca llamar la atención de los gobiernos y diversos sectores de la sociedad para solucionar los problemas a los que a diario se enfrentan los indígenas, en ámbitos como los derechos humanos, el medio ambiente, la educación y la salud.

Para este año la conmemoración hace énfasis en el derecho a la educación, destacando que si bien la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, dispone que tienen derecho a establecer y controlar sus sistemas e instituciones para que impartan educación en sus propios idiomas y métodos culturales, la mayoría de los pueblos indígenas no pueden ejercer plenamente este derecho pues existen graves disparidades en relación con el resto de la población.

En América Latina y el Caribe el 85% de los niños y niñas indígenas asisten a la escuela secundaria, pero solo el 40% completa ese nivel educativo. En Nunavut, Canadá, solo el 40% de los niños indígenas en edad escolar van a la escuela. En Australia, solo el 60% de los adolescentes indígenas de entre 15 a 19 años acceden al sistema educativo, mientras que en Guatemala el 50% de estos jóvenes no logran terminar sus estudios. En Perú la población no indígena recibe 2 años más de educación que los niños indígenas y en Bolivia la diferencia es de 4 años.

La ONU asegura que entre los obstáculos a los que se enfrentan los estudiantes indígenas, se destacan la estigmatización de su identidad; las actitudes discriminatorias y racistas en el entorno escolar y en los libros de texto y material docente; las barreras lingüísticas; la insuficiencia de recursos y la baja prioridad que se da a su educación y que se manifiesta en la escasa formación de los docentes, así como en la falta de material pedagógico.

En otros ámbitos como el de la pobreza la cifras también son alarmantes, pues pese a que los 370 millones de indígenas, que actualmente viven en 90 países, representan menos del 5% de la población mundial, constituyen el 15% de los más empobrecidos y la tercera parte de los 900 millones de personas que viven en condición de indigencia en las zonas rurales.

En Estados Unidos, el ingreso medio de los indígenas no llega a la mitad de la media general, en Alaska casi la cuarta parte vive bajo el umbral de pobreza, mientras que en Canadá el 60% de los niños indígenas sobreviven por debajo de este nivel. En Paraguay los pueblos indígenas son 7.9 veces más pobres que el resto de la población, en Panamá 5.9, en México 3.3 y Guatemala 2.8.

Frente a la esperanza de vida de los pueblos indígenas se observan diferencias de por lo menos 20 años en relación con el resto de la población. En Guatemala la esperanza de vida para estas comunidades es de 13 años, mientras que en Panamá es de 10, en México de 6, en Nepal de 20 al igual que en Australia, en Canadá es de 17 y en Nueva Zelanda de 11. Por otra parte la mortalidad infantil indígena supera el 70% y la desnutrición duplica los registros para los niños no indígenas, en Honduras el 95% de la población indígena menor de 14 años enfrenta este flagelo.

El desplazamiento forzado es otra de las problemáticas a las que se enfrentan actualmente los pueblos indígenas. El proyecto de la represa de Bakun en Malasia, desplazó a por lo menos 8 mil indígenas de 15 comunidades, debido a la tala de 80 mil hectáreas de bosques pluviales. En Tailandia varias comunidades de las tierras altas, entre ellas el pueblo karen, fueron desplazadas de los parques nacionales contra su voluntad.

Fuente: http://www.contagioradio..com/solo-el-85-de-los-indigenas-latinoamericanos-accede-a-la-secundaria-articulo-27559/

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Advierte secretario general de la ONU sobre desafíos en derechos humanos

Naciones Unidas / 13 de julio de 2016 / Por: Nuria Barbosa León

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió sobre los desafíos que viven diversas regiones del planeta en materia de derechos humanos, y demandó compromiso para enfrentarlos.

Durante un debate de alto nivel en la Asamblea General de Naciones Unidas, lamentó Ban Ki-moon que en Europa crezcan el racismo y los desamparados, la violencia organizada se profundice en partes de América Latina, sangrientos conflictos hostiguen al Oriente Medio y la marginalización afecte a millones en Asia.

También condenó el secretario general que algunos gobiernos restringen las libertades de los ciudadanos, detienen a defensores de los derechos humanos y limitan el accionar de la sociedad civil.

A su vez insistió en la urgencia de que los Estados asuman su responsabilidad y consideren el respeto a los derechos de los pueblos, un poderoso motor de la paz y del desarrollo en el planeta.

En su intervención en la primera jornada del foro de dos días, el Secretario General también manifestó preocupación por la mayor cifra de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), unas 65 millones de personas.

Ban insistió en la urgencia de que los gobiernos asuman su responsabilidad y consideren el respeto a los derechos humanos un poderoso motor de la paz y del desarrollo.

A su juicio, la comunidad internacional dio un importante paso en esa dirección, al adoptar en septiembre pasado la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, una iniciativa dirigida a erradicar la pobreza extrema, las desigualdades, la discriminación de la mujer y la falta de acceso a la salud, la educación y el agua.

«Los derechos humanos están en el corazón de los 17 objetivos de desarrollo sostenible», afirmó aquí.

El Secretario General de la ONU defendió su propuesta de Los Derechos Humanos ante Todo, iniciativa que según opinó combina los tres pilares de la organización: la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos.

Sin embargo, su concepto genera preocupación en algunos países del sur, que alertan sobre el empeño de algunas potencias de utilizar la cuestión de los derechos humanos como punta de lanza de sus agresiones e injerencia en los asuntos internos de otros Estados.

Fuente noticia: http://www.radiohc.cu/noticias/internacionales/99766-advierte-secretario-general-de-la-onu-sobre-desafios-en-derechos-humanos

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Entrevista a Boaventura de Sousa Santos: “Los más poderosos son quienes más salen del juego democrático para después imponerlo a los de abajo”

10 Julio 2016/Fuente: Pagina 12 /Autores: Natalia Aruguete y Bárbara Schijman
En medio del actual proceso de transición regresiva en varios países de la región, como Argentina y Brasil, el reconocido jurista y sociólogo propone continuar con la lucha por la igualdad para impulsar un nuevo ciclo constituyente que haga frente a los intentos destituyentes. Los logros alcanzados en los últimos años y sus límites. Los errores de los gobiernos progresistas.Los logros en el nivel de consumo alcanzados en los últimos años en la región no se han podido sostener en el tiempo. La embestida de los sectores de derecha en distintos países de América Latina, asume el investigador portugués Boaventura de Sousa Santos, pone de manifiesto la “fragilidad” de tales conquistas. Frente al actual proceso de transición regresiva en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, el reconocido jurista y sociólogo propone continuar con la lucha por la igualdad. No una igualdad clásica, sino una agiornada, que define como “igualdad con diferencias”.

–¿Qué nuevas formas cree que toman las luchas por la igualdad en América Latina?

–Las luchas por la igualdad han sido luchas tradicionales en este continente, ya que es un continente muy desigual. Las desigualdades se han profundizado a lo largo de las últimas décadas, excepto quizás en los últimos 12 o 15 años, dependiendo de los países. Algunos gobiernos, salidos muchas veces de movimientos populares, lograron realizar alguna redistribución social aprovechando el boom de los commodities y el alza de precio de los productos primarios; con eso integraron en el consumo –aunque no en términos de ciudadanía, por lo menos en el consumo–, a millones de personas en el continente. Claro. Se está demostrando que estos logros son frágiles y reversibles. De hecho están siendo ya puestos en cuestión en varios países: Argentina es uno de ellos, Brasil puede ser el próximo, Ecuador también, y Venezuela. Dado que no ha sido un proceso sostenible, la lucha por la igualdad debe continuar. No se trata de una lucha clásica por la igualdad entre clases, sino que se trata de una “igualdad con diferencias”.

–¿En qué sentido “igualdad con diferencias”?

–Desde los años 90, pero sobre todo después de 2000, hay una lucha muy fuerte por el reconocimiento a la diversidad protagonizada, sobre todo, por los movimientos indígenas y afrodescendientes. Ya había obviamente una lucha de las mujeres por la diferencia, por la diversidad, pero estos dos movimientos –el afrodescendiente y el indígena–, tuvieron un impacto enorme sobre todo en algunas de las constituciones, como las de Bolivia y de Ecuador, para mostrar que la igualdad para ser incluyente debe tomar en cuenta las diferentes maneras de pertenecer a una cierta comunidad política que es el Estado. Esos fueron logros. Ahora, en este momento, estamos en un proceso de reversión, de transición regresiva.

–¿A qué se refiere cuando habla de que “asistimos a un nuevo ciclo constituyente”?

–Cuando hablo de procesos constituyentes me refiero a procesos que buscan intentar ver de qué manera se puede abrir otro ciclo una vez que éste está agotado o que se presenta como un proceso destituyente, en la medida en que los derechos conquistados se están destituyendo, a veces a través de cambios constitucionales, otras veces sin cambios constitucionales. Por eso también es que las constituciones se están revelando como un papel mojado y con poca eficacia; ellas, que fueron creadas fundamentalmente para crear la idea de seguridad y que podrían aguantarse momentos cíclicos complicados. Pero no es así. Tenemos un tipo de estado de excepción en el que no hay suspensión de las constituciones, no hay dictadura, todo parece hecho dentro de una normalidad democrática pero el hecho es que la democracia se está espaciando. Por eso el apego a un proceso constituyente es a un nuevo proceso que pueda blindarse en relación a las debilidades del proceso anterior.

–¿A qué atribuye el cambio de signo político de algunos gobiernos de la región?

–Creo que es producto de muchos errores por parte de algunos gobiernos, que en su parte final y producto de la degradación del ánimo político, tenían casi actitudes suicidas. Todos sabemos que quizás la presidenta Dilma Rousseff no fue necesariamente la mejor opción para suceder a Lula.

–¿Por qué lo cree?

–Fue una decisión personal suya postular a una persona que nunca se había presentado a elecciones en ninguna parte. Una buena técnica, pero quizás buena para gobernar en períodos de bonanza y no en períodos de turbulencia. Por eso digo que hubo un casi suicidio. Pienso que los gobiernos progresistas no prestaron la atención necesaria para ganar victorias contundentes. Para eso era necesario mantener una lealtad con los grupos sociales con los cuales trabajaron durante años; lealtad que no mantuvieron. Al final de sus mandatos implementaron políticas casi ofensivas.

–¿Por ejemplo? ¿A cuáles se refiere concretamente?

–Por ejemplo, en el caso de Dilma, el hecho de nombrar para ministra de agricultura a Kátia Abreu, la gran mujer representante de los agronegocios. Y así tantas otras cosas ocurrieron en otros países que hicieron parecer que se estaba traicionando todo lo que se había prometido en la campaña electoral. Fueron muchos errores. La gente no es estúpida. La gente quería esta redistribución, ¿quién no? Solamente la clase media puede ser muy crítica por temor a que se le recorte algún beneficio, pero sigue teniendo su salario, su coche… Pero la gente que estaba muy abajo y que finalmente pudo comer, ir al colegio, ir al supermercado… a esa gente le gustaría poder sostener esa política. El caso es que los gobiernos no fueron lo suficientemente elocuentes para que la gente pudiera advertir que lo que la derecha y los medios de comunicación decían era realmente falso.

–Usted atribuye estos cambios de signo político a la fragilidad de los logros alcanzados en los últimos 15 años. Sin embargo, en algunos países los cambios se dieron por la voluntad popular…

–Es una buena pregunta pero complicada de responder. Estos cambios de transformación y de políticas de redistribución social están siendo eliminados a través de procesos democráticos. Por eso puede decirse que es el pueblo el mayor beneficiario de estas políticas, el que se muestra ingrato y vota en contra. En ese sentido habría varias cosas que decir.

–¿Cómo cuáles?

–Primero, es claro que estos gobiernos progresistas cometieron muchos errores; hay quienes no consideran a estos gobiernos progresistas, yo los sigo denominando así en el sentido de que buscaron una redistribución social en un continente marcado por las desigualdades que venían desde la Colonia. Uno de esos errores fue no aprovechar la gran oportunidad que se les dio para transformar políticamente la sociedad: hacer reformas políticas, reformas del sistema fiscal, de los medios de comunicación, de la economía. Y al contrario, de una manera perezosa, aprovecharon el aumento de los commodities y el alza de precios de las materias primas para permitir, a partir de esto, una redistribución social que era dependiente de los precios. Al mismo tiempo, permitieron a las clases oligárquicas, a los sistemas financieros, a los ricos, enriquecerse como nunca. No aprovecharon la gran aceptación, casi hegemónica, que tuvieron en algún tiempo para transformar la política de manera de poder resistir a una situación más adversa. Por eso es que estas formas de inclusión no fueron realmente formas de inclusión democrática y ciudadana.

–¿Qué tipo de inclusión observa en estos procesos?

–Fueron formas de inclusión por el consumo. En ese sentido, estos nuevos sujetos políticos, que en muchos casos por primera vez podían comer tres veces al día, no fueron invitados a ejercer el control sobre las políticas públicas mediante mecanismos de democracia participativa, tampoco fueron invitados a debatir sobre el servicio que se daba en los hospitales y se quedaron, por así decirlo, como pasivos recipientes de un consumo que ahora les era permitido. Por eso esta inclusión es frágil, por eso permite que esta población que fue realmente beneficiada esté sujeta a influencias que pueden de alguna manera disfrazar y pervertir todo lo que se hizo.

–Puntualmente, ¿a qué influencias se refiere?

–Hay influencias sin las cuales no podemos entender qué está pasando. En primer lugar, la presencia de un fascismo mediático. En mi trabajo he distinguido diferentes formas de fascismo: el fascismo del apartheid social, el fascismo territorial, el fascismo paraestatal, el financiero y, obviamente, el fascismo mediático. El fascismo mediático es aquel que permite a los medios, a través de la concentración mediática, manipular de una manera grosera la realidad y las percepciones de la vida cotidiana, de la vida política, de manera que la gente se sienta traicionada por los que apoyó anteriormente y que piense que los que le dieron una nueva vida a través de la inserción en el consumo son los responsables de la crisis. Eso fue lo que ocurrió a través de una manipulación mediática muy inteligente y poderosa que se hizo en todo el continente.

–¿Qué otros elementos coadyuvaron a este tipo de influencias?

–El segundo factor es la presencia del imperialismo norteamericano. No se puede ocultar más que los errores internos que cometieron los gobiernos progresistas no serían tan graves si no hubiera una fuerza internacional muy fuerte proveniente del imperialismo norteamericano que opera por diferentes mecanismos, que por supuesto ahora no son las dictaduras militares pero que son las presiones del sistema financiero internacional y la financiación de organizaciones democráticas en varios países que son democráticos desde la fachada pero que aplican condiciones hostiles a los gobiernos progresistas. Sin ir más lejos, en Brasil está absolutamente documentada la presencia de los hermanos Koch, muy conocidos en Estados Unidos por ser de los más ricos y de los que más promueven políticas de derecha.

–¿En qué consistió el rol de los hermanos Koch en el impeachment llevado a cabo contra Dilma?

–Los Koch Brothers han financiado muchas organizaciones que están hoy en la calle pidiendo el impeachment de Dilma. El imperialismo norteamericano aprovechó los errores cometidos por los gobiernos progresistas para atacar con una violencia sin precedentes. Empezaron por los pequeños países: primero Honduras, luego Paraguay con el golpe parlamentario a Fernando Lugo. Y ahora están intentando con los grandes países: Venezuela, Brasil y Argentina, y debemos decir que lo están haciendo con bastante éxito y que por eso hay que empezar de nuevo.

–¿En qué consiste el “fascismo financiero”?

–Todas las formas de fascismo son formas infra-políticas, no son parte del sistema político, que es democrático, pero condicionan las formas de vida de los que están abajo a través de desigualdades de poder que no son democráticas, que son inmensas y permiten que los grupos que tienen poder casi obtengan un derecho de veto sobre las oportunidades de vida de quienes están más abajo. Si eliminan la escuela pública y la salud pública la gente con bajos recursos podrá enviar a sus hijos a la escuela si es que tiene un amigo o padrino. Ahora, si el padrino no quiere pagar entonces sus hijos ya no irán a la escuela. Es la filantropía: el veto sobre la oportunidad. Es la discrecionalidad, que ocurre de diferentes formas. Por ejemplo, la discrecionalidad de la policía ante los pibes que son negros o que usan gorra. Y que llaman “leyes de convivencia”, pero que no tienen nada de convivencia sino que cuestiona a cualquiera que tenga un comportamiento apenas distinto. Eso es fascismo. Es arbitrariedad. Lo mismo el fascismo del apartheid social. En todas partes hay zonas salvajes de la ciudad y zonas civilizadas, donde existen todos los requisitos de urbanidad, de seguridad y saneamiento básico, y otras zonas donde no hay electricidad, donde el agua está contaminada, etc. Todo esto en un marco de la legalidad. Una discrecionalidad por debajo de los procesos políticos, y por eso digo que vivimos en sociedades que son políticamente democráticas y socialmente fascistas.

–¿Qué rasgos distintivos encuentra en el fascismo financiero?

–El fascismo financiero tiene una característica especial: permite salir del juego democrático para tener más poder sobre el juego democrático. O sea, alguien con muchísimo dinero puede ponerlo en un paraíso fiscal. De este modo sale del juego democrático de los impuestos, pero al salir se queda con más dinero y más poder para poder influenciar el juego democrático y además darles consejos a los ciudadanos de que no deben gastar tanto, que están viviendo por encima de sus posibilidad, que el Estado está gastando más en salud, por supuesto, porque el Estado no está siendo financiado con los impuestos que podría recibir si esta plata estuviera en el país. Se crea una corrupción de la democracia a través de la cual hay dos reglas: los que huyen de las reglas democráticas son los que se quedan con más poder para imponer las reglas democráticas a los otros. Esa es la perversidad del fascismo financiero. Claro que también tiene otras formas como las “agencias de rating” y la especulación.

–¿Qué hay del fascismo político?

–Justamente, el problema radica en ver hasta cuándo se mantiene como fascismo social y cuándo se transforma en fascismo político. Porque hasta ahora, políticamente, las sociedades son democráticas. Hay libertad de expresión, relativa pero existe. Hay elecciones libres, por así decirlo, con toda la manipulación. Hay un mínimo de credibilidad democrática, pero los asuntos de los que depende la vida de la gente están cada vez más sustraídos al juego democrático y los más poderosos son quienes más salen de ese juego democrático para después imponerlo a los que están abajo. Esto a mi juicio es la situación en la que estamos y donde surge la necesidad de un otro proceso constituyente.

–El acceso al saber también es desigual. ¿Se puede hablar de un fascismo del conocimiento?

–Lo que diría es que estamos asistiendo a la mercantilización del conocimiento. Durante mucho tiempo el conocimiento científico valió por su rigor y por la curiosidad de los cientistas que se decidieron a investigar un tema y que llegaban a conclusiones útiles para los países. Hoy ya no es así. El valor del conocimiento es un valor de mercado: el conocimiento contribuye a la innovación, genera patentes. Las universidades están ante una presión enorme por generar recetas propias del conocimiento. Se mercantiliza el conocimiento y por eso las propias universidades están cada vez forzadas a funcionar como corporaciones mercantiles, como empresas, los profesores como proletarios que producen para revistas de impacto, y los estudiantes como consumidores. Hay una mercantilización general del conocimiento y es esto que ha dado impulso al trabajo que me domina hoy sobre las “epistemologías del sur”: intentar llevar a cabo una lucha radical en todo el conocimiento. Por eso trabajo tanto con los movimientos sociales, para mostrar que el conocimiento científico es importante y no se puede demonizar, que la ciencia demuestra que los transgénicos o los insecticidas contaminan el agua y destruyen la vida, que debemos usar esa ciencia, pero tener en cuenta que esa ciencia no es la única válida. En este sentido es necesario descolonizar el saber para poder democratizar la sociedad, despatriarcalizarla y desmercantilizarla.

–¿Es posible aplicar su concepto de “apartheid social” a las políticas segregacionistas hacia los refugiados que se despliegan en varios países europeos?

–Toda la razón en mencionar a Europa, que está bajo la misma presión. Los refugiados son un caso extremo de una política de exclusión, pero lo más significativo es todo el sistema de fascismo financiero, disciplinario, que se aplicó en Grecia, Portugal, España, y que se está aplicando en otros países para intentar exigir que todos los países sigan la misma línea conservadora, de privatización, de liberalización, de destrucción de servicios públicos como salud y educación, de privatización de los servicios que son rentables para el capital. Europa puede hoy con menos arrogancia reconocer y entender mejor lo que pasa en América Latina.

–¿Por qué?

–Porque durante mucho tiempo pensó que ciertas situaciones sólo sucedían en países menos desarrollados, pero hoy Europa está pasando por un proceso de subdesarrollo: algunos países que estaban más desarrollados ahora están siendo subdesarrollados (el caso de Grecia es muy dramático y, desde el año 2000, el caso de Portugal también). Portugal es el único país de la Unión Europea que tiene un gobierno de izquierda que puede ser destruido en cualquier momento por Bruselas porque no está muy interesada en gobiernos de izquierda. Pero es una lucha cada vez más común entre países latinoamericanos y europeos.

–¿Cuál es su mirada hacia los partidos de izquierda?

–Creo que es necesario que redefinamos qué son las izquierdas y cuál es su forma política. Primero, no se puede decir que las izquierdas no aprendan. Voy a dar el ejemplo de la izquierda portuguesa. Durante mucho tiempo los comunistas pensaron que jamás podrían aliarse a los socialistas porque los consideraban de derecha. Ante la posibilidad de que una derecha siguiera gobernando Portugal por cuatro años más decidieron unirse al partido socialista.

–¿Por qué las izquierdas tienden a la fragmentación?

–El problema es que la izquierda partidaria hizo lo que yo llamo “una sociología de ausencias”. Invisibilizó todo lo que no se designaba como izquierda y que no tenía la forma de partido. Por eso lo que falta, a mi juicio, es juntar estas diferentes dinámicas y, para eso, es necesario que las izquierdas abandonen la idea de que los partidos son la única forma de representación política. Los partidos tienen que pasar por una refundación donde la democracia participativa sea constitutiva de la formulación de las políticas, de los partidos, y de las elecciones de los candidatos.

 

Fuente de la entrevista: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-303326-2016-07-04.html

Fuente de la imagen: http://www.pagina12.com.ar/fotos/20160704/notas/na17fo01.jpg

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«Hay que empezar de nuevo» Entrevista con Boaventura de Sousa Santos

Uruguay/23 junio 2016/Autor: Diego León Perez y Gabriel Delacoste/Fuente: la diaria

Entrevista a Boaventura de Sousa Santos

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y docente en la Universidad de Coimbra, en Portugal, y en la de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos. Su trabajo busca producir un conocimiento que respete e incorpore los creados en las luchas populares y les sea útil. Ha escrito sobre América Latina, los problemas de la izquierda contemporánea y los procesos constituyentes y es un referente del Foro Social Mundial y de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales. El 16 de abril dictó una charla en la Facultad de Ciencias Sociales, ocasión que se aprovechó para hacer esta entrevista.

¿Cómo ves la situación en Brasil después de la votación del juicio político a Dilma Rousseff?

-En el momento en que te hablo no sabemos qué va a pasar, pero de todos modos me parece que va a haber un período bastante turbulento políticamente. El impeachment es claramente un acto que configura un golpe parlamentario, sobre todo porque no se ha demostrado la presunta responsabilidad en crímenes que lo justificaría. Pero también por razones políticas, en la medida en que quizá la presidenta Dilma Rousseff es la política menos corrupta de América Latina, y va a ser impedida por un conjunto de los más corruptos de América Latina. Eso es grave para la democracia de Brasil y es grave para el continente. Entonces, me parece que lo que está en juego en este momento es una normalidad democrática.

Si se da el impeachment, va a tener algunas consecuencias. Obviamente, la polarización social en Brasil en este momento es muy alta, y pienso que ni los movimientos sociales, ni los ciudadanos, ni las clases populares van a aceptar este acto, sobre todo porque de él resultaría un gobierno liderado por un partido [el Partido del Movimiento Democrático Brasileño] que es conocido por ser uno de los más corruptos de la historia de Brasil. Y, por otro lado, porque probablemente el fenómeno más importante que está por detrás de todo esto es la operación Lava Jato, o sea, la gran investigación contra la corrupción, que quizá vaya a ser cancelada, ya que, según todos los indicios que tenemos, hay mucha gente involucrada en la corrupción que pertenece precisamente a ese partido que va a estar en el poder.

Todo esto crea un problema de legitimidad democrática difícil de manejar y cuyas consecuencias son difíciles de prever. Pero el impacto de lo que va a pasar será muy importante para toda la región, porque si el impeachment sale, será una afirmación de que las democracias que existen en el continente son fácilmente manipulables y de que si alguien gana las elecciones y obtiene, por tanto, el derecho de gobernar, cuando importantes fuerzas antidemocráticas deciden que no debe gobernar, tiene maneras de lograrlo por medio de una conjunción de medios: un Poder Judicial conservador, que está al servicio de esas fuerzas antidemocráticas, y fuerzas externas, que en este caso pienso que son del imperialismo estadounidense y que realmente no están interesadas en que continúe en Brasil un proceso que, si bien no es anticapitalista (Dilma no es anticapitalista; obviamente hay muchas críticas a su gobierno por no cumplir con el programa que propuso realizar cuando fue elegida), es posneoliberal, en el sentido de que tiene empresas públicas importantes nacionalizadas, como Petrobras, y recursos naturales importantes fuera del mercado internacional.

El propio Partido de los Trabajadores, antes de este proceso de impeachment, ya había llevado adelante una política basada en exportaciones extractivistas y ya había fortalecido a las policías que ahora son parte de las fuerzas conservadoras. ¿Qué queda de todo esto, cuando muchas de las fuerzas que están conspirando fueron desatadas por el propio gobierno?

-Es verdad que, a lo largo de estos años, estos gobiernos populares latinoamericanos, muchos de ellos salidos de movimientos sociales, cometieron numerosos errores.

¿Cuáles fueron los errores en el caso de Brasil? A mi juicio -y esto también puede aplicarse a otros gobiernos, como el de Cristina Kirchner, en Argentina-, lo que ocurrió fue que aprovecharon una coyuntura completamente excepcional, que es lo que llamamos el consenso de los commodities, es decir que, debido al impulso del desarrollo de China, los precios de las materias primas subieron y permitieron ganancias importantes a estos países. Los gobiernos populares decidieron entonces profundizar el modelo de desarrollo extractivista, con el objetivo de sacar algo de la renta resultante de esa alza de precios para hacer algo de redistribución social. O sea, no cambiaron el modelo económico: permitieron que los ricos y las oligarquías se siguieran enriqueciendo. Los bancos, por ejemplo, nunca ganaron tanta plata en Brasil como en los tiempos de Lula, pero, como los precios eran altos, quedaba un excedente significativo para hacer una redistribución sin precedentes. Por medio de mecanismos como bonos, becas familia y otras políticas sociales, se logró que más de 45 millones de personas salieran de la pobreza, lo que es un hecho político importante. Pero no era el socialismo, porque dependía totalmente de los precios internacionales, en cuya formación Brasil no incide de ninguna manera.

Por eso, por aceptar ese modelo de desarrollo, aceptaron también el modelo político que venía detrás, y que viene de muy atrás. Ese modelo político es el colonial. Hay una continuidad enorme con el modelo colonial, que se había interrumpido en algunos países con la industrialización y la sustitución de importaciones. Durante estos gobiernos populares no hubo cambios en el sistema político, ni en el sistema de los medios de comunicación, ni en el sistema fiscal, y eso fue lo que acabó por llevar a que estos partidos quedaran atrapados en el mismo proceso de gobierno que las oligarquías y las derechas tradicionales, que siempre han utilizado la corrupción, que siempre han utilizado los medios, que siempre han utilizado ilegalidades para poder consolidar su poder. Y hubo aquí una tentación: quizá, si se dejaba a los ricos ser aun más ricos, ellos iban a permitir que el país cambiara lentamente en términos sociales. El problema es que el consenso de los commodities duró hasta que los precios bajaron por la crisis de China, y desde entonces dejó de haber plata para poder garantizar las políticas públicas.

En el momento en que la plata escaseó, ¿qué podía hacer el gobierno? Sólo había una solución real, y era una política fiscal distinta: que los ricos pagaran más impuestos. Pero, como no se cambió el sistema político, eso está totalmente prohibido. Y, por lo tanto, el mismo gobierno empezó a hacer dos cosas: por un lado, profundizar aun más el agronegocio, la frontera agrícola, la frontera minera, lo que contribuyó al despojo de las poblaciones, a la contaminación del agua, a la crisis ambiental, en complicidades extrañas con los ejércitos privados que existen, con organizaciones paramilitares que matan a los indígenas y a los líderes campesinos por todo el continente, mientras estos gobiernos miran hacia otro lado. Por eso el ciclo se agotó.

Era una manera de gobernar como siempre se gobernó en América Latina, más a favor de las clases dominantes que de las clases populares, pero, en un contexto favorable, dejando una parte significativa de la riqueza para la redistribución social. Eso dejó de ser posible, se hizo insostenible para estos gobiernos. Por eso la crisis que tiene Brasil es la crisis que tenemos también en Ecuador en este momento, es la crisis que tenemos en Argentina, donde una derecha muy revanchista en pocos meses destruye todos los avances sociales que se habían conquistado en los últimos 12 años. Y por eso hay que empezar de nuevo.

¿Los gobiernos progresistas no se la pusieron un poquito fácil a la derecha? En este escenario, las fuerzas conservadoras van a volver al poder y se van a encontrar con una Policía militarizada y poderosa en términos materiales y legales, con leyes más represivas, cambios que a la derecha le habrían costado mucho más.

-Comprendo tu pregunta. Los gobiernos progresistas hicieron mucha continuidad con los anteriores, y por eso las rupturas pueden parecer más drásticas de lo que son en realidad. Realmente los líderes indígenas siguieron siendo asesinados en Brasil durante los gobiernos populares, como lo eran antes. Ahora -y aquí hay una división dentro del pensamiento crítico latinoamericano, dentro del cual estoy por adopción, porque no soy latinoamericano-, yo no voy al punto de considerar que estos gobiernos son gobiernos reaccionarios. Algunos colegas consideran que Evo Morales es un reaccionario. Yo no soy capaz, y te digo “no soy capaz” porque es un límite de mi inteligencia, de mi capacidad analítica. Pero es verdad que el progresismo fue hecho con las maneras antiguas de hacer política, y por eso los resultados están ahí. Y facilitaron realmente la entrada de la derecha. Este fue el gran error que cometieron algunas izquierdas del continente.

Uno de los grandes intelectuales de este continente, Álvaro García Linera, después de los resultados de las últimas elecciones en Bolivia dijo muchas veces que, si la derecha volviera al poder, tendría que reconocer que el centro de la política está desplazado hacia la izquierda, porque las fuerzas de izquierda lograron muchos avances que no se pueden destruir. Dijo que podrían reducirlos, pero siempre a partir de un centro ubicado más a la izquierda que antes. Como tú sabes, no fue eso lo que pasó. Mira a [el presidente de Argentina, Mauricio] Macri. En tres semanas, desapareció casi todo lo que se había hecho en 12 años. La derecha, cuando viene, viene revanchista. Viene con la decisión de eliminar todo lo que fue posible durante estos años, con la idea de que, por un lado, es insostenible y, por otro lado, las clases populares no lo merecen. Son privilegios. Las clases populares tuvieron demasiados privilegios, hay que recortarlos. Y la crisis va a ser la excusa.

Por eso yo creo que estos gobiernos populares han cometido muchos errores: no transformaron el modelo económico, ni el modelo de desarrollo, ni el sistema político. Quizá fueron víctimas de su entusiasmo. Tengo que decir que en el inicio estaba 100% con estos procesos. Participé en la redacción de las constituciones de Bolivia y Ecuador. ¿Cuántas veces cené en casa de [el presidente ecuatoriano] Rafael Correa y acabé cantando canciones revolucionarias, del Che Guevara, como si la revolución estuviera próxima? No podía imaginar que años después la alternativa es que, si no tienes inversión estadounidense de despojo, tienes a China, que te cobra de la misma manera y destruye los territorios de la misma manera. Entonces, muchos intelectuales tenemos que hacer una autocrítica también y ser menos arrogantes. Quizás ahora tienes la clave para las epistemologías del sur: ir más despacio, con menos confianza en que las ideas nuevas crean realidades nuevas. No, las realidades nuevas decantan de algunas ideas nuevas, pero no eres tú el que crea las realidades nuevas, es la gente que está en la calle, en la lucha, son ellos quienes están realmente innovando, no eres tú con la teoría.

Imaginas, entonces un escenario en que las cosas vuelven a la normalidad, Estados Unidos vuelve a mirar a América Latina, los precios de las commoditiesvuelven a estar bajos y el ciclo termina. Has sido una figura protagónica de este ciclo que ahora termina. ¿Cómo te imaginas lo que viene? ¿Qué ciclo puede venir ahora? ¿Qué tipo de cosas habría que empezar a pensar en relación con lo que acaba de terminar?

-Pienso que no estamos regresando a lo normal; cuando mucho, vamos a tener una nueva normalidad bastante turbulenta. Va a ser una democracia de fachada, pero cada vez más vaciada; ya no una democracia de baja intensidad, sino una de bajísima intensidad. No podemos pensar esto como la normalidad, sino como el resultado de un fracaso histórico que se debe analizar, de modo de encontrar las fuerzas que hagan posible un nuevo ciclo más duradero, menos frágil, en el que las conquistas sean menos reversibles. No sabemos en qué condiciones va a ocurrir eso, pero, con alguna turbulencia institucional, va a implicar una reforma política, que va a ser quizá demandada en las calles, reivindicada por los movimientos sociales, por las organizaciones sociales. Quizá necesitamos otro ciclo constituyente. Una nueva asamblea constituyente u originaria, digamos, que haga una reforma política fuerte, para que esta democracia pueda defenderse de las fuerzas capitalistas que la secuestraron.

Eso va a exigir, por ejemplo, que de una vez por todas se acepte que en las condiciones actuales del mundo no hay alternativa socialista en la agenda política, que no existe la posibilidad de una política revolucionaria, como hubo en otros tiempos. La democracia es el único instrumento de lucha que nos queda. Esa democracia tiene que ser reinventada, no puede ser apenas la democracia representativa. El nudo central del proceso político es que va a ser necesario articular democracia participativa con democracia representativa. ¿Qué quiero decir?: que los partidos políticos van a dejar de tener el monopolio de la representación política. Las asociaciones, las organizaciones sociales, los movimientos sociales, reunidos en asambleas, organizando los barrios, en el campo, en la ciudad, van a tener que encontrar formas de participar, no sólo a nivel de consulta, sino también a nivel de implementación, en algunas o en muchas de las políticas públicas -consejos populares de educación, de salud, de infraestructura-, o sea, una forma de que los ciudadanos, además de elegir representantes, puedan tomar algunas decisiones ellos mismos.

Hay que inventar otras formas políticas que permitan esa articulación entre la democracia representativa y la democracia participativa. Para que sea eficaz, va a ser necesario que esté presente en los propios partidos. Hay que refundar los partidos existentes o inventar otros partidos de izquierda construidos con una lógica de base distinta, y esa lógica tiene que incluir la democracia participativa desde el inicio. Tenemos en España a Podemos, que representa esta nueva voluntad política de crear lo que llamamos partidos-movimientos. Articulaciones varias y distintas entre círculos de ciudadanos, asambleas de ciudadanos que deliberan sobre las políticas del partido, que escogen a los candidatos y toman decisiones, que después son asumidas por los liderazgos partidarios. Es una manera totalmente distinta de hacer política, y además es la única que puede impedir que el dinero domine las decisiones político-partidarias y lograr que la corrupción deje de ser endémica.

Hay un campo muy grande para la creatividad democrática. Por eso yo lucho en mi trabajo por lo que llamo las epistemologías del Sur, en el sentido de crear también una reforma en el conocimiento. Porque no pienso que sea posible la justicia social global sin justicia cognitiva global, o sea, una democracia entre diferentes formas de conocimiento. En la raíz de todo el sistema político está el conocimiento académico que controla las universidades y que es eurocéntrico, como la ciencia política, la sociología y la antropología. Son los instrumentos que produjeron las políticas y las formas de representación política que tenemos. Eso tiene que transformarse, aceptando que hay otras maneras de conocer, que la representación del mundo es mucho más amplia que la representación occidental del mundo. Hay otras formas de transformación social que quizá no se van a llamar socialismo ni comunismo: se van a llamar respeto, dignidad, protección de los territorios, derechos del cuerpo de las mujeres. A esto le llamo una ecología de saberes, que implica también una reforma de la universidad.

Si me preguntas cómo definir este nuevo ciclo en términos progresistas (porque también puede ser una nueva barbarie, todavía peor), diría que tiene que tener una dimensión epistemológica muy fuerte, y que esa revolución epistemológica va a pasar por las universidades. Las universidades van a tener que aceptar que dentro de ellas circulen otras formas de conocimiento. Otras concepciones de vida son posibles, pero en nuestros departamentos de ingeniería, de ciencia, de biología, de física se ríen si hablamos de la Pacha Mama, de la Madre Naturaleza o de derechos de la Madre Tierra.

¿Cómo hacer avanzar ese tipo de pensamiento político sobre el conocimiento en un campo universitario en el cual se van a reír? ¿Cómo compatibilizar esta concepción más política, que intenta legitimar saberes externos a la universidad, con dinámicas universitarias para las que cierta forma de producción parece ser la única forma de legitimar cierta forma de conocimiento?

-Es una buena pregunta. Si miras históricamente, gran parte del conocimiento innovador y novedoso que siglos después se lee con atención y provecho no fue creado en la universidad, sino fuera de ella. Frantz Fanon, David Hume, David Spinoza, Karl Marx, Galileo Galilei, no sé… [ríe]. En el siglo XIX, las universidades de este continente seguían enseñando una ciencia aristotélica, que no tenía nada que ver con la realidad. Fue después, con Alexander von Humboldt y la revolución universitaria, y en Argentina con la reforma universitaria de Córdoba, en 1918, que las universidades empezaron a tener una idea de lo que es la responsabilidad social. No fue una reforma epistemológica, pero por lo menos fue una reforma social, que les dio una responsabilidad social más intensa. Y se debió a los estudiantes.

No es claro que esta renovación epistemológica necesaria vaya a ser producida dentro de las universidades. Quizás en el siglo XXI va a haber una división entre universidades hegemónicas, que sigan produciendo el conocimiento reproductor de la dominación capitalista, colonialista y patriarcal, y universidades o sectores de universidades con un papel contrahegemónico, en un contexto que me parece favorable y que resulta de que, contrariamente a los períodos anteriores, las universidades públicas, sobre todo en nuestro continente, pero también en gran parte del resto del mundo, ya no tienen el apoyo de las élites económicas y políticas. Las élites están formando a sus hijos en las universidades globales: en Harvard, en Europa. No confían ni siquiera en la enseñanza media, y sus niños van desde muy temprano a otros países. Porque las universidades eran importantes para crear un proyecto de país, pero ahora ya no es necesario un proyecto de país. Hay un proyecto de mundo, para el que el ejecutivo financiero trabaja hoy aquí, mañana en Hong Kong y pasado en Malasia. Por eso las universidades no tienen apoyo de las élites, y por eso tenemos un problema de financiación de las universidades públicas. Pero tampoco en este momento tienen el apoyo de las clases populares, debido a la arrogancia con que han tratado a las clases populares, sus luchas, sus movimientos y sus conocimientos, siempre usando y mirando con desprecio toda la creatividad popular.

Hay gente en la universidad que está intentando incorporar en ella estos saberes. Y esa gente no puede aguantar que les enseñen como héroes a los que mataron a sus ancestros. Eso, más tarde o más temprano, va a llevar a una revolución, a un conocimiento más fuerte, más articulado, más diversificado. Como digo siempre, el conocimiento científico no se debe demonizar. En algunas de las luchas en que hemos estado muy involucrados, como la lucha contra Monsanto, contra el agronegocio, contra el glifosato y los insecticidas, necesitamos ciencia para conocer, por ejemplo, el porcentaje exacto de veneno en una frutilla o en una papaya. Y hoy podemos decirlo. Los campesinos saben cuándo beben agua contaminada por lo que les pasa, pero no saben exactamente la cantidad de veneno que están tomando. Por eso, la ciencia que va a ser necesaria va a ser la que pueda dialogar con otros saberes, como el de los campesinos. Siempre que un dirigente campesino, indígena o urbano es asesinado, lo es porque está luchando por otra manera de ver la ciudad, por el derecho al agua limpia, por el derecho al territorio. Y no es sólo su lucha, sino también la de los estudiantes y las futuras generaciones; es por la calidad de los alimentos de tus hijos, por tu salud en el futuro. Es una lucha por el mundo. Son guardianes de nuestra salud, y por eso los están matando.

¿Deberíamos recuperar la reflexión sobre la ética en la universidad?

-Creo que sí, pero no una ética según las epistemologías del norte, de ontologías individualistas, como cuando en la ciencia política o en la sociología la unidad fundamental es el individuo. Hay que seguir otras ontologías, para, por ejemplo, rescatar el concepto de comunidad, que se ha perdido en las ciencias sociales.

En toda la construcción de la ciencia social moderna, de [Thomas] Hobbes, [John] Locke y [Jacques] Rousseau, de hecho está siempre presente una tensión entre el principio del mercado, el principio del Estado y el principio de la comunidad. La comunidad de toda la vida, de los ciudadanos, de las obligaciones horizontales entre ciudadanos que no son mercantiles: mi cuidado por ti, mi amistad, que te ayude cuando estás en dificultades. Con el tiempo, ese concepto de comunidad desapareció; las universidades y las ciencias sociales lo redujeron a una cosa que no existe, llamada sociedad civil, un concepto que nunca he usado en mi trabajo. Es un conjunto de individuos hostiles a todos los otros individuos. Hoy en día, lo que les dicen todo el día a los estudiantes es: “tienes que ser un emprendedor”; o sea, para que tengas éxito, es necesario que otros fracasen. Tu éxito es perfectamente simétrico con su fracaso. No hay ninguna posibilidad de que todos ganemos. Este sistema es de un individualismo total. Una ética basada en esta idea es la ética de la autonomía, por ejemplo. Tenemos que ser autónomos. Pero ¿cómo puedes ser autónomo si no tienes condiciones para serlo? ¿Qué es eso de que el emprendedurismo quiere decir trabajar sin derechos y tal vez sin plata durante mucho tiempo? No es eso lo que queremos. Necesitamos buscar otra ética, con otras ontologías.

Las ontologías no occidentales son mucho más ricas. Aquí, en este continente, están en las calles, en los pueblos; ontologías que tienen un respeto muy grande por los ancestros, que todavía son considerados vivos dentro de la comunidad. Por eso el territorio es sagrado. Es el territorio donde enterraron a sus muertos. Nosotros tenemos hoy pueblos de Mozambique, donde hago investigación, en los que los cementerios son cambiados de lugar todos los años porque se descubrieron recursos mineros debajo de ellos. ¡Es una ofensa enorme para la ontología de la gente! Sus ancestros están con ellos y, por otro lado, para ellos también están vivas las futuras generaciones. Nosotros, en el mundo occidental, no logramos entender que tenga derechos quien no tiene deberes. Por ejemplo, las futuras generaciones no tienen derechos, porque tampoco tienen deberes. La naturaleza no tiene derechos, porque tampoco tiene deberes. Esa simetría es totalmente desastrosa. Tienes que entender que las futuras generaciones tienen derechos sobre los que ya están entre nosotros hoy, como garantes de un futuro. Y de la misma manera, la naturaleza. Si no cambias la ontología, si no cambias la epistemología, más tarde o más temprano tu ética va a justificar el individualismo posesivo, el emprendedurismo salvaje, la idea de que eres un ser antisocial y de que para que tengas éxito en la vida debe haber ruinas alrededor de ti. Entonces eres un creador de ruinas.

En Uruguay hay una gran discusión en torno al tema de la extensión, que ha sido históricamente una vía institucional para que la universidad se relacione con otros saberes. ¿Cómo ves esa función?

-De por sí es rebelde y reveladora de la naturaleza de la universidad. Si debe extenderse, es porque está cerrada sobre sí misma. Fue construida así, y por eso la extensión fue una respuesta positiva, sobre todo a principios del siglo XX, en la reforma de Córdoba. Era una de las diez demandas de los estudiantes. Es una respuesta en el marco convencional de una universidad que debe compartir su conocimiento con las clases populares, que muchas veces son las que más lo necesitan, pero no tienen acceso a él. La extensión fue una manera de profundizar un poco la responsabilidad social de la universidad sin que perdiera su identidad. Pero se hizo, en general, de una manera muy débil, porque se concibió como un área al lado de otras dominantes. Investigación, docencia y extensión. Como si la extensión no fuera también docencia e investigación. Los profesores que se dedicaron más a la extensión, porque tenían sus propias lealtades políticas y compromisos con las clases populares, nunca fueron bien vistos en las universidades. La extensión es siempre algo que no tiene la misma dignidad que la docencia o la investigación, como una forma degradada de ser universitario. Extensionista es una palabra horrible.

Yo no quiero despreciar de ninguna manera el trabajo que muchos profesores hicieron, a menudo con el sacrificio de sus carreras, para que la universidad se articulase de una manera más dinámica con las clases y los barrios populares. De ninguna manera. Pero eso tiene que ser complementado con otra cosa en el ciclo que viene ahora. Es lo que llamo la extensión al revés. No es llevar afuera la universidad, sino traer el conocimiento popular a la universidad. Los universitarios tienen que partir de la idea de que hacer extensión no es simplemente llevar afuera el conocimiento académico. Es para aprender. Aprender con la gente, con los movimientos, con las organizaciones, de sus luchas, con la idea de que ellos, trabajando y viviendo cotidianamente esas luchas, tienen maneras de ver la realidad, la convivencia humana, la ética, la vida digna que quizá no están en nuestros libros ni en los artículos científicos, pero que deben ser tenidas en cuenta y nos pueden ayudar a producir conocimientos socialmente más solidarios y más eficaces.

Tenemos maestros populares, sabios, médicos populares, jueces tradicionales de las comunidades campesinas e indígenas que vienen a la universidad a explicarles a los estudiantes otras maneras de resolver conflictos. De resolver casos criminales sin que haya prisión. Que hay otra forma de integración de los jóvenes en la comunidad que no pasa por la cárcel. Entonces, ¿extensión? Y sí, pero con extensión al revés. Traer a otros para adentro de la universidad. En eso, los estudiantes deberían tener un papel muy importante, y es necesario un cambio curricular muy fuerte. Tan fuerte que yo pienso que los estudiantes y los profesores que se interesen por esta reforma tendrán que asumir algún riesgo.

Cuando se entra a la universidad, el primer año o los dos primeros años deberían ser dedicados a desaprender. A olvidar muchas cosas que tenemos en nuestras cabezas. De nuestra historia, de nuestra realidad, de nuestra manera de vivir, de nuestra manera de consumir. Para poder abrir un poco los ojos a otra realidad y aceptar que hay otras maneras. Yo tengo que imaginar una necesidad para hacerla real. Por ejemplo, tengo que imaginar que este producto [toma un celular] va a ser válido durante dos años. Ya sé que dentro de un año o dos voy a empezar a pensar que no me satisface: que la batería debería durar más, que ya inventaron otro, etcétera. Imaginamos necesidades para hacerlas reales. Y, al mismo tiempo, la gran mayoría tiene necesidades inimaginables de agua, de electricidad. Y a veces están a tu lado. Por ejemplo, en un taller que estamos organizando en Minas Gerais, con la Universidad Popular de los Movimientos Sociales, en una comunidad indígena, será necesario un acuerdo de convivencia para usar el agua, porque vamos a tener 40 personas con un solo cuarto de baño durante 200 días, y no se va a poder gastar más de dos litros de agua al bañarse. Imagínate. Vamos a aprender eso porque haremos un taller fuera de la universidad con los movimientos sociales. Será una ocasión sorprendente para ver la realidad de la vida, que está por todos lados. Eso es parte de lo que llamo la sociología de las ausencias, de los invisibles, los que no cuentan. Si los mencionas de alguna manera en tu universidad, los profesores te dirán: “Ah… sí, ese problema existe, pero ya se va a resolver. Es una cuestión de tiempo, de desarrollo. Necesitamos más Monsanto, vamos a electrificar obviamente todo el país, y ahí se va a resolver”. Así que cuando el país esté totalmente destruido, estará totalmente desarrollado.

Fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/5/hay-que-empezar-de-nuevo/

Fuente de la imagen: http://contested-cities.net/CCmadrid/wp-content/uploads/sites/3/2013/12/sousasantos3.jpg

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