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La Revolución Bolivariana, el fantasma que recorre América

Por: José Marcano

Partiendo de la importancia de las ideas del filósofo Argentino Néstor Kohan (Revista Digital: La Rosa Blindada. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs 165601.pdf). Quien sostiene: sin memoria histórica no hay identidad, ni personal ni colectiva. Sin identidad, sin conocer de dónde venimos (historia memoria colectiva) y sin recordar quienes somos (memoria personal), se hace imposible la independencia con soberanía plena. Sin independencia no hay dignidad ni decoro. Sin dignidad la vida no merece llamarse vida. Sin memoria histórica no hay esperanza de un futuro digno.

La memoria histórica hay que reivindicarla a pesar de los reiterados embates de la burguesía apátrida por socavar nuestros cimientos ancestrales libertarios a partir de un discurso instaurado, inclusive, en los planes educativos promoviendo un ser humano desclasado, que siente vergüenza de sí mismo y sin sentido de patria, pretendiendo someterlos de manera dócil al servicio de los intereses de las grandes corporaciones las cuales continuamente desvirtúan nuestras concepciones de independencia y soberanía, legado de nuestros precursores independentistas.

El mismo autor al respecto nos orienta al afirmar  “Nosotros sabemos quiénes somos y de dónde venimos. La voz del amo y el discurso del poder insisten una y otra vez para que nos avergoncemos y nos despreciemos a nosotros mismos, renegando de nuestra historia y nuestra cultura bajo un complejo, inducido, de supuesta inferioridad.” (Simón Bolívar y nuestra independencia. Ob. Cit.: 4).

A pesar de dichos embates con los que intentan “formarnos” no han logrado quebrar nuestra identidad, nuestro sentido de resistencia. Pasa el tiempo y se sigue avanzando remontando corrientes en busca del bien más preciado la independencia. Los americanos del sur en los momentos de mayor dificultad, (cuando el imperialismo ha clavado sus garras en nuestros países), han apelado al legado histórico que con sangre indígena, africana y mulata se regó por toda nuestra América haciéndola libre e independiente. Este sentir es el que hoy nos guía en lo personal y en lo colectivo.

Lo expuesto conlleva a los venezolanos (as) a transitar de nuevo gloriosamente y sin vacilaciones por el triunfal camino de la segunda y definitiva independencia inspirando a los pueblos latinoamericanos. Esto no es casual, surge después de casi 200 años de independencia política (fue atenuada con la muerte política y luego física de Simón Bolívar y el “secesionismo” que promovió el imperialismo por toda América).

En dicho transitar tiene particular relevancia las iniciativas insurgente de los años 50, 60 y 70 del siglo XX en Venezuela y en el resto de América del sur y el caribe, ya que en ese contexto histórico se iniciaron luchas emancipadoras de fuerte arraigo marxista que facilitaron el desarrollo de una conciencia clasista y revolucionaria que tuvo y tiene repercusiones a escala planetaria. Un ejemplo de ello es la revolución cubana, como un pueblo en armas, consiente e ideológicamente conformado lleva acabo un proceso de transformación que procura bienestar para la gran mayoría. El Che Guevara y Fidel Castro sus líderes fundamentales son fuente de motivación para todo los continentes.

Este transitar concreta esfuerzos en los años 80 con un grupo de militares venezolanos, liderado por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, quienes crearon un movimiento clandestino revolucionario y bolivariano, con el objetivo de liberar al pueblo Venezolano de la desigualdad, pobreza y la dominación burguesa quienes se enquistan “oligárquicamente” en todas las esferas del quehacer venezolano de manera determinante en la petrolera.

El proyecto revolucionario y bolivariano, originalmente, tiene su fundamentación filosófica e Ideológica en el llamado árbol de las tres raíces, que recoge la praxis de tres grandes revolucionarios venezolanos: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.

Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana (1998) y luego de más de 13 años de accionar político, económico y militar del Presidente Hugo R. Chávez F., en el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y sus contribuciones al rescate de la dignidad de pueblo venezolano, su sentido nacionalista con amplio contenido antiimperialista de inspiración bolivariana y americanista concreta un pensamiento, una corriente política que hace síntesis histórica de las otras tres raíces y permite en este momento reconocerlo y asumirlo como la cuarta raíz de la revolución bolivariana; tal como lo podemos observar en el “Acta de Decisiones Aprobadas en la Plenaria Nacional del III Congreso Socialista del Partido Socialista Unido de Venezuela.” (Disponible en: http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2014/08/iii-congreso acta-de-decisiones-aprobadas.pdf)

         Los contenidos fundamentales de lo que hoy conocemos como el árbol de las cuatro (4) raíces con especial énfasis en lo que se denomina el legado de Chávez, se expone sucintamente a continuación:

Primera Raíz: Simón Rodríguez.

Simón Rodríguez, pensador venezolano, latinoamericano y universal, precursor y protagonista de las gesta de nuestros libertadores. Se caracterizó por un sentido estricto de la honestidad y por la trascendencia revolucionaria de sus ideales sociales, políticos y en materia de educación. Además de ser maestro del Libertador Simón Bolívar, se nutrió de las ideas libertarias de su época para desarrollar un pensamiento original, centrado en la necesidad de hallar un camino propio para los pueblos latinoamericanos.

El objetivo y aspiración de toda su actividad intelectual fue servir a la liberación de los pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en hermandad. A través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la emergencia del nuevo hombre americano y la creación de repúblicas de hombres y mujeres libres.

El maestro Simón Rodríguez utilizó con frecuencia el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que su sistema de pensamiento es conocido como robinsoniano. Debido a su originalidad, puede considerarse como fundador de la historia de la filosofía política libertadora venezolana. De él Simón Bolívar llegó a decir que era “el hombre más extraordinario del mundo”. En una carta del libertador a Santander, afirmó: “Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio… Cuando yo lo conocí valía infinito”. (Ideario Bolivariano, Eje de formación sociopolítica. 2005:18)

Educación Popular para Todos.

El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brillaron especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación no era formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos al servicio de la república. Las herramientas para lograrlo son una educación liberadora, el trabajo dignificante y la participación activa en los procesos de transformación política.  Así, preparó el terreno para el concepto de democracia participativa, al afirmar: “Hacer las leyes para los pueblos no es tan fácil como se cree. Hacer un pueblo legislador es obra muy laboriosa y ésta es la que ha de emprender la América Española.”. (Ob. Cit.: 18)

            Criticó ácidamente las concepciones excluyentes que prevalecían de su época, defendió la idea de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”. Afirmó entre otras cosas: “No puede negarse que es inhumanidad el privar a un hombre de los conocimientos que necesita, para entenderse con sus semejantes, puesto que, sin ellos, su existencia es precaria…” (Idem: 18). Consecuente con esta máxima, dedicó gran parte de su esfuerzo a la profesión docente y al desarrollo de propuestas innovadoras para una educación integral e inclusiva. En tiempo en que el acceso a las escuelas formales era un privilegio de la oligarquía, defendió la necesidad de brindar educación a todos los hombres y mujeres de Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico.

         Tras alcanzar la independencia de Perú, Bolívar lo nombró director general de educación de Lima. Rodríguez imprimió una educación libertaria a su gestión. Fundando múltiples escuelas en pueblos y ciudades, donde compartían la enseñanza niños indios, cholos, blancos y negros. Esta posición quedo testimoniada en el lema: Escuela para todos, porque todos son ciudadanos.

La Utopía Americana

            El pensamiento político de Simón Rodríguez se caracteriza por la defensa de un proyecto de futuro para las naciones americanas y la integración entre las nuevas repúblicas. Planteó la necesidad imperiosa de buscar caminos propios para la emancipación de nuestras sociedades, creando modelos políticos apropiados que no se basaran en los modelos impuestos por los colonizadores.

            Sin embargo, no proponía partir de cero, sino tomar en cuenta lo bueno de otras latitudes a la hora de enriquecer un modelo original para estas tierras. En su libro Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez dejó sentada la necesidad de los pueblos latinoamericanos: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos y originales los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos” (Ob. Cit.: 19).          Este llamado robinsoniano obedece a la disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas, basadas en nuestras propias tradiciones y culturas; o de errar el camino, al copiar los modelos y actitudes que han mantenido a nuestras naciones bajo el yugo del sometimiento, las desigualdades y la explotación.

            Rodríguez sabía que se trata de un proceso de construcción colectiva y de largo aliento, una tarea titánica. Esta idea se ve reforzada con sus planteamientos sobre la tarea permanentemente inconclusa: “El Dogma de la vida social es estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanza de acabarla porque con cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo”. (Idem: 19)

            Sin embargo la filosofía robinsoniana no es un sueño difuso, sino de contornos claros y firmes. Es la utopía de la igualdad, solidaridad y hermandad, una comunidad de naciones construidas a partir de los valores propios del Nuevo Mundo, de la que serán responsables los ciudadanos y ciudadanas liberados por medio de la educación y el conocimiento. Asimismo, destaca la necesidad de fundar las nuevas repúblicas en sólidos valores éticos, al afirmar que “la fuerza de la autoridad republicana es puramente moral”.

            Rodríguez fue un defensor de la independencia y la integración latinoamericana. Propuso, antes que Bolívar, una organización verdaderamente democrática de las repúblicas hermanas como medio necesario para defenderse contra los enemigos comunes. Su mensaje es determinante: “Las Repúblicas nacientes de la India Occidental sean amigas, si quieren ser libres… Ha llegado el tiempo de entenderse con palabras”. (Ob. Cit.: 20)

            A su vez, señaló que había que realizar la revolución económica para coronar la revolución política dirigida por Simón Bolívar, pues la una sin la otra no pueden sostenerse en el tiempo. Sin embargo, la revolución política fue traicionada por los gobernantes, y se profundizó la dependencia económica. Ante esto, Rodríguez no se quedó callado, fustigando a las nuevas repúblicas que traicionaron los ideales independentistas.

Los Ideales y la Refundación de la Patria.

            El poder de anticipación y el carácter revolucionario de los planteamientos de Simón Rodríguez le llevaron a ser, en gran parte, un incomprendido. Hoy, más de 161 años después de su muerte, sus  teorías educativas están más vigentes que nunca. De hecho, muchas de ellas apenas comienzan a aplicarse en nuestros tiempos, en el marco de la Revolución Bolivariana.

            La idea robinsoniana de buscar los orígenes propios para fundar las nuevas sociedades se encuentra en la base del proyecto de la Revolución Bolivariana. Los enemigos del proceso revolucionario utilizan etiquetas de todo tipo para descalificarlo. Sin embargo, la realidad demuestra que se está desarrollando un modelo de democracia participativa original, basado en los valores de nuestra herencia libertaria y por medio de la participación directa del pueblo en los procesos constituyente y en la consolidación de la República, Así, como propugnaba el Maestro Simón Rodríguez, la República Bolivariana no es copia de ninguna otra experiencia, sino que es el pueblo en revolución en búsqueda de sus propios caminos.

            De hecho, cuenta con formas de hacer política convertidas en referencia para el resto de los países del mundo. Ejemplo de ello es el proceso constituyente, que permitió la elaboración colectiva de una nueva Constitución, aprobada por el pueblo en referéndum nacional. Además, la Constitución contiene la posibilidad de revocar el mandato a cualquier funcionario o funcionaria que haya sido electa o electo popularmente y que no cumpla satisfactoriamente su trabajo.

Los Ideales y la Educación en la Revolución Bolivariana.

            Las ideas de Simón Rodríguez son la principal fuente filosófica  de la Revolución Bolivariana en la educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y una formación republicana crítica se encuentran ampliamente recogidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

            A su vez, las políticas públicas se nutren de sus ideas. El conjunto de misiones educativas, por ejemplo la Misión Robinson, se inspira en sus ideales de ciudadanía plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o venezolana quede al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos bolivarianos, además de brindar una educación de calidad, se promueve una formación republicana crítica, orientada a garantizar que los estudiantes se incorporen como ciudadanos y ciudadanas a la consolidación de las instituciones republicanas.

             Rodríguez también propuso que las y los jóvenes estudiaran de acuerdo a sus necesidades y las necesidades socioeconómicas de la futura república. Propuso la formación profesional en aspectos como  la albañilería, la carpintería y la herrería, por ser estos los oficios más requeridos. Esto se evidenció, en su momento, en la Misión Vuelvan Caras que se nutre del pensamiento de Rodríguez, al promover la formación profesional para la emancipación de quienes han sido excluidos de la educación, para su plena incorporación a los procesos de transformación social y al desarrollo de la nación.

Segunda Raíz: Simón Bolívar.

            Simón Bolívar es la raíz principal del árbol de las cuatro raíces. Sus gestas de revolucionario visionario y sus conquistas políticas constituyen uno de los grandes legados de la historia latinoamericana y universal. En él se conjugan todas las virtudes del auténtico revolucionario: el gran militar y estratega, el líder inigualable, el pensador social y el estadista.

            Además, de ser gran líder de la Independencia, Bolívar nos legó su poderoso pensamiento revolucionario, que fue la base ideológica fundamental del movimiento antes mencionado. Hoy, adaptado a las circunstancias actuales, pretende guiar al pueblo venezolano en la senda de la revolución bolivariana. A su vez, su ideario convoca también a los pueblos de América Latina a luchar juntos por la segunda Independencia y por una integración solidaria.

Bolívar y la Integración Latinoamericana.

            A pesar que el proyecto de unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento bolivariano es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración en América Latina. La idea de unir los países Latinoamericanos en un solo bloque económico, político y social, buscaba defender la soberanía y las riquezas de la América mestiza, frente a las intenciones imperialistas de los países poderosos. Asimismo, buscaba convocar a todos los pueblos bajo un mismo proyecto libertario, basado en una democracia verdadera sustentada en los principios de libertad, igualdad y justicia.

            Ya en 1812, señalaba en el Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, nuestros enemigos obtendrán las ventajas más completas; seremos envueltos indefectiblemente en los horrores de las disensiones civiles y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infectan a nuestra comarcas” (Ob. Cit.: 22)

            Además de retratar la opresión del imperio español y las oligarquías apátridas, analizó con gran agudeza el peligro que provenía de los intereses de otras naciones. En concreto, anticipó el voraz y criminal imperialismo del Norte, al afirmar en 1829: “Los EEUU parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”. (Idem: 22)

Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina unida. El presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero de Estado Unidos de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota militar de talento”, “el loco de Colombia”, el “libertador de esclavos”… Incluso la jerarquía eclesiástica llegó a excomulgarlo, y lo equiparó con el mismo Satanás.

            El proyecto de integración, orientado a sentar las bases para la confederación hispanoamericana, tenía varios elementos centrales:

  1. la unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes repúblicas.
  1. la adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos para garantizar que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos internos de las nuevas Repúblicas.
  1. y la adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre nuestras naciones.

            Inicialmente, propuso ante el Congreso Anfictiónico de Panamá la gran Confederación, que incluía desde México hasta Argentina. Cuando entendió que la Confederación estaba llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de las clases dominantes locales y sus gobernantes, puso todo su empeño en la Constitución de la Federación de los Andes, que comprendía a las naciones que él había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).

            Tras el fin de la Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la Gran Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino abajo, luego de que las oligarquías locales de las tres actuales Repúblicas conspiraran para dividirla.

Bolívar Revolucionario.

Además de ser el padre de la Independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario de nuestro continente. En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los habitantes al rango de ciudadanos.

            Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas literarias. Entre otras cosas, decretó la libertad de los esclavos y la devolución de sus tierras a los pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita y creó hospitales. Sin embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases oligárquicas y la nueva aristocracia militar y terrateniente, que se oponían a cambios de fondo en las estructuras heredadas del imperio español. Sus enemigos le llamaban el “caudillo de los descamisados”, “monstruo del género humano”, “tirano libertador de esclavos”. Mientras defendían un modelo parlamentario excluyente, que chocaba con el proyecto revolucionario del Libertador y con el sueño de libertad e igualdad de las mayorías oprimidas.

            Cuando regresa del Perú, después de cinco años de victorias y tras haber expulsado definitivamente al imperio español de tierras sud-americanas, Bolívar se indigna ante el espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo oprimido. Le escribe a Santander: “No se cómo todavía no se levantaron todos estos pueblos y soldados al concluir que sus males no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas” (Ob. Cit.: 24). Santander, que era vicepresidente de Colombia, lo acusaba de querer provocar “una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada la naturaleza del conflicto. El Bolívar libertario, en defensa de la justicia y la igualdad, se enfrenta a los generales que defienden los intereses de las oligarquías.

Bolívar, El estadista.

            En lo político, Bolívar delinea un modelo de Estado democrático, que permita a todos los habitantes participar en los asuntos políticos en un plano de igualdad real y no sólo declarada. En sintonía con el llamado robinsoniano, proponía la reconstrucción de nuestras sociedades y valores propios y comunes. En su discurso ante el Congreso de Angostura, afirma: “Tengamos presentes que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una nación de la Europa”. (Idem: 24)

            Defendió la necesidad de ser originales en tono inequívocamente revolucionario: “…que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos el templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un código de leyes venezolanas” (Idem: 24). Y no lo hacía simplemente porque los modelos importados fueran extraños a estas tierras, sino porque consideraba justamente que la reconstrucción de nuestras sociedades debía partir del esfuerzo creador de nuestros pueblos. Por eso propuso una democracia real, no formal, en la que tuvieran participación igualitaria los mestizos, los indios y los campesinos.

            Anticipó la tesis del Estado fuerte, al entender que la democracia, como gobierno de las mayorías, era burlada por las minorías opresoras. Se trataba de un modelo presidencialista de transición, para vencer los intereses de las oligarquías, que se oponían a la participación de los oprimidos en las dinámicas políticas. Sin embargo, su proyecto de sociedad ideal apuntaba a la consolidación de la división de poderes, como medio para balancear las acciones de gobierno. Entre otras cosas, identificó la necesidad de adelantar ingentes esfuerzos para la transformación política y cultural, mediante la creación del Poder Moral, como medio para “…regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado…”

            En lo económico, Bolívar consideró el trabajo, la educación y el conocimiento como elementos fundamentales para el desarrollo. Se anticipó a la crítica de los acuerdos de libre comercio que someten a nuestros pueblos hermanos. Sostuvo que los pactos bilaterales entre el poderoso y los débiles conducen necesariamente a la dependencia. “Firmado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil”, escribió en 1823.

Entre otros medios, propuso la educación obligatoria y generalizada, para garantizar que todo el mundo se incorporara al desarrollo; incentivó la industria y el comercio; implementó políticas de protección a la producción nacional; nacionalizó las minas y decretó el monopolio estatal de todas las riquezas del subsuelo. Complementariamente, combatió decididamente la corrupción.

En lo militar, Bolívar identificó la necesidad de crear una verdadera unidad entre ejército y pueblo. Concebía al ejército libertador como el pueblo en armas, como instrumento de garantía de su futura independencia y de las libertades y derechos de la ciudadanía. El ejército imaginado por Bolívar se formó en la dinámica misma de la guerra. En la batalla de Ayacucho pelearon bajo el mando de Sucre: colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos, panameños, chilenos, argentinos. Por eso, puede afirmarse que este ejército internacionalista fue la primera materialización de su proyecto continental.

Bolívar en El Siglo XXI.

El pensamiento y acción de Bolívar están presentes en todos los aspectos de la revolución permanente del pueblo venezolano. Él fue el líder y máximo inspirador de las masas libertarias que se alzaron en armas contra el imperialismo español y la presión de las oligarquías. Él fue también el inspirador de las gestas de Zamora y de tantos otros revolucionarios de estas tierras y de la América Latina toda. Hoy, su ideario y liderazgo convocan de nuevo al pueblo venezolano, bajo el llamado robinsoniano, para superar los límites de la democracia representativa y la voracidad del capitalismo salvaje, y construir una patria soberana donde todos los hombres y mujeres quepan.

La proyección de su pensamiento define el carácter latinoamericanista del proyecto a desarrollar, y pone de relieve la necesidad de lograr la independencia política no solo de Venezuela, sino también de los países latinoamericanos y caribeños. Esto explica por qué desde su llegada a la presidencia de la república Cmte. Hugo Chávez, no dejó de impulsar el desarrollo de una conciencia revolucionaria más allá de nuestras fronteras.

Sólo la traición y las intrigas de las oligarquías y sus aliados marcaron el fracaso de un proyecto de alcance latinoamericano y universal, que resumía el sueño de todos los pueblos de América: una patria común de igualdad, libertad y justicia.

Cuando Bolívar murió, las clases dominantes de todo el hemisferio celebraron su desaparición física, pues creían que su obra había sido destruida para siempre. Sin embargo, el espíritu libertario de los pueblos latinoamericanos y el ejemplo del Libertador desarrollo una unidad orgánica armoniosa entre los pensamientos y la acción. Su ejemplo, su concepción de la unidad latinoamericana, sus lecciones están hoy más vivas que nunca, y sus banderas son enarboladas en Venezuela y en toda América Latina.

Tercera Raíz: Ezequiel Zamora.

Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del libertador, enfrentándose con la oligarquía que truncó el sueño bolivariano. Conocido como el general del pueblo soberano.

La principal bandera de lucha de Zamora fue la distribución de la tierra y dignificación de los campesinos. Las luchas que lideró bajo las consignas de tierras y hombres libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que para ese entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo enemigo de las oligarquías. Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arrojo libertario hacen de él una fuente permanente de inspiración revolucionaria.

Tierras y Hombres Libres.

Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales. En 1846, el gobierno conservador desató una feroz represión contra los miembros de su partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares se alzaran para tomar el poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana, invitó al pueblo a luchar “…para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”. (Ob. Cit.: 28)

Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo ganarse el apoyo, la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Zamora fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero el presidente Monagas le conmutó la pena por el destierro.

La Guerra Federal.

Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo un sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores, los esclavos, los campesinos, los artesanos y los marginalizados de la ciudad y el campo, se debatían en la mayor miseria y hambre. El latifundio, lejos de eliminarse, se había extendido bajo el amparo del gobierno. Tras la abolición de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos liberados se encontraron sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.

Bajo la consigna de “La Federación es el gobierno de los libres”, los federales convocaron en 1859 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado, como la nueva masa de desempleados, se incorporaron masivamente a la lucha.

Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Zamora logró organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas. La más famosa es la Batalla de Santa Inés (Barinas), que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1859. En ella, Zamora demostró su genio estratégico, al conducir a las tropas del gobierno por sucesivas líneas de defensa, para asentarles la victoria en el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus milicias. Sin embargo, el 10 de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su vida, durante el asalto a San Carlos (Cojedes).

A partir de la muerte de Zamora, la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1863 los ideales de Zamora fueron traicionados, y con ellos los ideales de Bolívar.

Zamora era un hombre emprendedor, arrojado y contradictorio, que no cedió en su voluntad de transformación. Su pensamiento está marcado por el símbolo de la plena soberanía popular y por el carácter igualitario de la lucha social, así como por la defensa de la democracia como forma de gobierno. Comprendió que para poner fin al dominio de las oligarquías y conquistar una República de iguales, debía tomar el gobierno por las armas. Con su verbo incendiario y sus ideales libertarios y revolucionarios, convocó al pueblo a incorporarse a la lucha por su propia liberación.

El Programa de Federación, que Zamora dio a conocer al desembarcar en las Costas de Coro, proponía un avance inédito en las conquistas populares y la organización democrática de la República. Entre sus principios fundamentales, destacan: La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; la abolición de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud; el voto para todos los habitantes de la república la elección universal, directa y secreta, del Presidente de la República y otros cargos públicos, incluyendo a todos los jueces; la creación de la milicia nacional armada; la administración de justicia gratuita; la abolición de la prisión por deuda; y el derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.

En 1859, Zamora constituyó el Estado Federal de Barinas. Entre otras medidas, ordenó la creación de terrenos para uso común de cada pueblo; la eliminación del cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; la fijación de jornales para los peones de acuerdo con las labores; y la obligación de los terratenientes de colocar en las tierras comunes vacas para el suministro diario y gratuito de leche a los hogares pobres.

Zamora y la Revolución Bolivariana en el Siglo XXI.

El proceso revolucionario actual se nutre de la raíz zamorana en diversos aspectos. Al igual que el caudillo popular, convoca a los venezolanos a retomar las banderas de nuestros libertadores, para conquistar la igualdad y nuestra verdadera independencia. Al igual que las luchas zamoranas por la tierra, el proceso de transformación actual de la sociedad venezolana es protagonizado por los sectores populares, es decir, el 80% de venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y excluidas de la toma de decisiones y las riquezas nacionales.

El actual gobierno de inspiración bolivariana y zamorana desarrolla una política social incluyente, que se expresa en las Misiones Sociales y en el conjunto de políticas y programas sociales orientados a devolverles la dignidad a los venezolanos.

Por otra parte, Zamora es la principal fuente de inspiración del proceso de reforma agraria, guerra contra el latifundio y reparto de tierras entre los campesinos. La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ha sido el instrumento legal empleado para enfrentar el latifundio. A su vez la denominada Misión Zamora es la encargada de avanzar en la forma y en las políticas participativas para el desarrollo rural integral. Si bien en esta ocasión la expropiación y el reparto se realizan bajo un marco de verdadera democracia, este proceso ha producido un enfrentamiento con los descendientes de la oligarquía que en su tiempo enfrentó a Zamora.

Es importante considerar que la independencia de Venezuela pasa por conocer y concienciar el legado de estos personajes y de otros (Sucre y Miranda) que han aportado a la construcción heroica de nuestra patria en la cual se construye una sociedad centrada en los principios de solidaridad, ayuda mutua, disciplina para el trabajo, protección al medio ambiente y fundamentalmente soberanía y autodeterminación.

Esos principios facilitarán la transformación del actual sistema económico a otro que a partir del desarrollo de las fuerzas productivas, sin menoscabo del medio ambiente y fuera de la concepción del libre mercado, impulse la concreción del socialismo bolivariano como alternativa al destructivo y salvaje capitalismo. En ello Venezuela en compañía de América Latina se juega su destino.

Cuarta raíz: Hugo R. Chávez F.

El presidente Hugo R. Chávez F., fue un hombre único en múltiples áreas de la vida política, social y económica, que realizó importantes contribuciones al avance de la humanidad. La profundidad, el alcance y la popularidad de sus logros le distinguen como uno de los líderes más influyente siglo XXI.

Diferentes pensadores, desde diferentes posiciones (amigas o enemigas), resaltan las contribuciones de Hugo Chávez a los procesos políticos, económicos y sociales de América y el mundo. En plena sintonía con socialismo del siglo XXI, impulsado y promovido por el comandante eterno Hugo R. Chávez Fría, a continuación se destaca las contribuciones y aportes que pensadores como James Petras (2013) y Atilio Borón (2013) han expresado en diversos medios.

Hugo Chávez, maestro de los valores cívicos

Desde el momento que asumió el cargo de presidente de la República, Hugo R. Chávez F., emprendió cambios constitucionales que facilitaron la rendición de cuentas de los dirigentes y las instituciones políticas ante los ciudadanos. A través de sus discursos, informó clara y meticulosamente al pueblo venezolano de las medidas y las leyes que sirvieran para mejorar el modo de vida e invitó a expresar comentarios y críticas. Impulsó diálogos constantes, particularmente con los más necesitados, los desempleados y los trabajadores. Su éxito en las enseñanzas de las responsabilidades cívicas al pueblo venezolano fue tal que millones de habitantes de los barrios pobres de Caracas se levantaron espontáneamente para oponerse a la junta militar-empresarial respaldada por Estados Unidos que había secuestrado al presidente y clausurado el parlamento. En 72 horas (algo nunca visto en la historia) los ciudadanos con conciencia cívica restauraron el orden constitucional y el imperio de la ley en Venezuela, rechazando por completo a los golpistas y la defensa que realizaron los medios de comunicación de esos personajes y de su brevísimo régimen autoritario.

Chávez, como educador, también tuvo esclarecedores aprendizajes con esta intervención democrática del pueblo venezolano: que los defensores más efectivos de la democracia estaban entre la gente trabajadora, y que sus peores enemigos se hallaban en las élites empresariales y en los oficiales del ejército con contactos en Miami y Washington.

La pedagogía cívica de Chávez hacía énfasis en la importancia de las enseñanzas y los ejemplos históricos de los padres fundadores de la nación como Simón Bolívar, José Leonardo Chirinos, Guaicaipuro, entre otros, a la hora de crear una identidad nacional y latinoamericana. Sus discursos elevaron el nivel cultural de millones de venezolanos que habían crecido en medio de la cultura servil y alienante de Washington y de las obsesiones consumistas que provocaban los grandes centros comerciales de Miami.

Chávez consiguió infundir una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre los explotados destacando la importancia de los vínculos «horizontales» frente a la dependencia clientelar vertical de los ricos y poderosos. Sus ideas, su visión de patria contribuyeron de forma determinante en la creación de una conciencia colectiva que afectó decisivamente al equilibrio de poder alejándolo de los gobernantes adinerados y los partidos políticos y sindicatos corruptos y orientándolo hacia los nuevos movimientos socialistas y sindicatos de clase. Lo que provocó la cólera histérica de los venezolanos ricos y su odio imperecedero al presidente que había creado un sentido de autonomía, dignidad y conciencia, explicando a la mayoría popular su derecho a disfrutar de una salud y una educación (a todos los niveles) gratuitas, salarios dignos y pleno empleo, lo que consiguió mediante una educación pública que terminó con siglos de privilegios y omnipotencia de la oligarquía dominante.

Es preciso resaltar que los discursos de Chávez, con enseñanzas tanto de Bolívar como de Carlos Marx, crearon un trascendente, generoso sentido patriótico y nacionalista que generó rechazo generalizado a las élites postradas a los pies de Washington, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las compañías petroleras. Los discursos antiimperialistas de Comandante Presidente Hugo Chávez tenían y tienen eco porque utilizando el lenguaje de la gente común ampliaba su conciencia nacional hasta lograr su identificación con América latina, especialmente con la lucha cubana contra las intervenciones y las guerras imperialistas.

Las relaciones internacionales y la doctrina Chávez

Luego el 11 de septiembre de 2001, Washington declaró la «Guerra al Terror». Fue una declaración pública que abría la puerta a intervenciones militares unilaterales y guerras contra naciones soberanas, movimientos e individuos considerados como adversarios, en franca violación al derecho internacional.

La gran mayoría de los países cedieron frente a esa flagrante violación de los Acuerdos de Ginebra, pero no así el presidente Chávez, que hizo la refutación más profunda y sencilla contra Washington: «No se combate al terrorismo con terrorismo de Estado». En su defensa de la soberanía de las naciones y de la jurisprudencia internacional, Chávez subrayó la importancia de encontrar las soluciones políticas y económicas a los problemas y conflictos sociales, repudiando las bombas, la tortura y el caos.

La Doctrina Chávez hacía hincapié en el comercio y las inversiones Sur-Sur y en la solución diplomática y no militar de los conflictos. Defendió los Acuerdos de Ginebra frente a la agresión colonialista e imperialista a la vez que rechazaba la doctrina imperial de la «Guerra contra el Terror», definiendo el terrorismo de Estado occidental como peligrosamente similar a los grupos más violentos, reaccionarios y fundamentalistas que azotan a áfrica y el medio oriente.

La gran síntesis de teoría y práctica política

Uno de los aspectos más profundos e influyentes del legado de Chávez es su original síntesis de tres grandes corrientes de pensamiento político: el cristianismo popular, el nacionalismo y la integración regional bolivariana y el pensamiento político, social y económico del marxismo. El cristianismo de Chávez le inculcó una profunda creencia en la justicia y la igualdad de las personas, así como la generosidad y el perdón a los adversarios, aunque participaran en un golpe de Estado violento, en un paro patronal asfixiante, o colaboraran abiertamente y recibieran financiación de organismos de inteligencia enemigos.

            Mientras en cualquier otro lugar del mundo quienes pretenden derrocar gobiernos con golpe de Estado se enfrentan a condenas en prisión o incluso a ejecuciones. La mayoría de los golpistas rehuyeron la acción judicial e incluso reincidieron, volvieron a formar parte de organizaciones subversivas. Chávez demostró una firme creencia en la redención y el perdón. Su cristianismo forma parte de la «opción por los pobres», de la amplitud y profundidad de su compromiso con la erradicación de la pobreza y de su solidaridad con los pobres frente a los ricos.

            La aversión profunda de Chávez y su oposición eficaz al imperialismo norteamericano y europeo y al colonialismo brutal israelí estaban hondamente arraigadas en su interpretación de los escritos y la historia de Simón Bolívar, el fundador de la patria venezolana. Su fuerte e inquebrantable defensa de la integración regional y del internacionalismo estaba muy influida por los «Estados Unidos Latinoamericanos» propuestos por Simón Bolívar y por su actividad internacionalista en apoyo de los movimientos anticoloniales.

            Chávez incorporó sus ideas marxistas a una previa visión mundial basada en su antigua filosofía internacionalista de corte cristiano y bolivariano. La opción por los pobres se profundizó con su reconocimiento de la importancia de la lucha de clases y de la reconstrucción de la nación bolivariana mediante la socialización de «las cumbres de mando de la economía». El concepto socialista de fábricas autogestionadas y de poder popular mediante consejos comunitarios adquirió legitimidad moral gracias a la fe cristiana en un orden moral igualitario de Chávez.

            Es importante resaltar que el pensamiento bolivariano de Chávez sobre liberación nacional fueron muy anteriores a cualquier contacto con escritos de Marx, Lenin o de otros autores antiimperialistas más contemporáneos.

Uno de los grandes méritos de El Presidente Hugo Chávez fue aprovechar lo que le resultaba útil de los académicos extranjeros y de los estrategas políticos financiados por ONG, mientras desechaba aquellas ideas que no tenían en cuenta las especificidades histórico-culturales, de clase y de Estado rentista de Venezuela.

            El método de pensamiento que Chávez ha legado a los intelectuales y activistas del mundo es global y específico, histórico y teórico, material y ético, y abarca análisis de clase, democracia y trascendencia espiritual en resonancia con la gran masa de la humanidad, en un lenguaje que cualquier persona puede entender. La filosofía y la práctica de Chávez (más que cualquier discurso elaborado por expertos exaltados en un foro social) han demostrado que el arte de formular ideas complejas en un lenguaje sencillo puede mover a millones de personas, por ejemplo: «a hacer historia, y no solo a estudiarla…»

La reforma radical de un Estado rentista

            Nada reviste más dificultades que cambiar la estructura social, las instituciones y las actitudes de un Estado petrolero rentista, con políticas clientelistas bien enraizadas, corrupción endémica del aparato de los partidos y del Estado y una psicología de masas basada en el consumismo.

            Sin embargo, Chávez tuvo éxito donde otros regímenes petroleros fracasaron. La administración Chávez comenzó realizando cambios constitucionales e institucionales para crear un nuevo marco político. Luego puso en marcha programas sociales, que profundizaron los compromisos políticos de una mayoría activa, que, a su vez, defendió valientemente al régimen frente a un golpe de Estado violento promovido por la élite empresarial y el ejército, respaldados por Estados Unidos.

            Las movilizaciones de masas y el apoyo popular radicalizaron, a su vez, al gobierno de Chávez y prepararon el camino para una mayor socialización de la economía y la puesta en marcha de una reforma agraria radical. La industria del petróleo fue socializada, se aumentaron los impuestos y las tasas para conseguir financiar el enorme aumento del gasto social en beneficio de la mayoría de los venezolanos.

Transformación social en una «economía globalizada»

            Analistas de diferentes corrientes y tendencias políticas, han defendido que el advenimiento de una «economía globalizada» descartaba las transformaciones sociales radicales. No obstante, Venezuela, que está profundamente globalizada e integrada en el mercado mundial a través del comercio y las inversiones, ha realizado grandes avances en reformas sociales. Lo realmente relevante en una economía global es la naturaleza del régimen político-económico y de sus programas, que dictamina cómo se distribuyen los beneficios, los costes del comercio y la inversión internacional.

            En resumen, lo que resulta decisivo es el carácter de clase del régimen que gestiona su lugar en la economía mundial. Chávez, desde luego, no «des-conectó» a Venezuela de la economía mundial, sino que la «re-conectó» de una nueva manera. Dirigió el comercio y la inversión venezolana hacia América Latina, Asia y Oriente Próximo, especialmente a países que no intervienen o imponen condiciones reaccionarias sobre las transacciones económicas.

Antiimperialismo en tiempos de ofensiva imperialista

            En una época signada por una intensa ofensiva imperialista por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que conllevó invasiones militares «preventivas», intervenciones con mercenarios, torturas, asesinatos y ataques con drones en Iraq, Mali, Siria, Yemen, Libia y Afganistán y brutales sanciones económicas contra Irán; expulsiones colonialistas israelíes de miles de palestinos con el apoyo de EE.UU.; golpes de Estado con respaldo norteamericano en Honduras y Paraguay y revoluciones abortadas mediante títeres en Egipto y Túnez, el presidente Chávez, en solitario, se mantuvo como el principal defensor de la política antiimperialista.

            El presidente Chávez se enfrentó a las presiones y amenazas de la OTAN y a la subversión desestabilizadora de sus adversarios internos y articuló valerosamente los principios más profundos y significativos del marxismo de los siglos XX y XXI: el derecho inalienable a la autodeterminación de las naciones oprimidas y la oposición incondicional a las guerras imperialistas mientras Chávez hablaba y actuaba en defensa de los principios antiimperialistas, muchos europeos y norteamericanos de izquierdas consentían las guerras imperiales.

No ha habido ningún otro dirigente político ni intelectual de izquierdas contemporáneo que haya desarrollado, profundizado y ampliado los principios fundamentales de la política antiimperialista en la era de la guerra imperialista global con mayor agudeza que Hugo Chávez.

Transición de un Estado neoliberal fracasado a un Estado de bienestar emprendedor

            La reorganización programática y global de Venezuela y su transformación de un régimen neoliberal desastroso y fallido a un Estado de bienestar emprendedor supone un hito en la economía política de los siglos XX y XXI. La reconversión exitosa de las políticas e instituciones neoliberales, así como la nueva nacionalización de las «cumbres de mando de la economía» demolieron el dogma neoliberal reinante derivado de la era Thatcher-Reagan y resumido en el lema «No hay alternativa» a las brutales políticas neoliberales.

            Chávez rechazaba las privatizaciones; de hecho, realizó una verdadera nacionalización de las industrias clave relacionadas con el petróleo, socializó cientos de empresas capitalistas y desarrolló un extenso programa de reforma agraria incluyendo distribución de tierras a 300.000 familias. Además, fomentó las organizaciones sindicales y el control obrero de las fábricas, en oposición incluso a administradores públicos y a su propio gabinete de ministros.

            En Latinoamérica, Chávez mostró el camino para definir con mayor precisión y con cambios sociales más generales la era post-neoliberal. Chávez visualizó la transición del neoliberalismo a un nuevo Estado de bienestar emprendedor como un proceso internacional y proporcionó fondos y apoyo político a las nuevas organizaciones regionales como el ALBA, PetroCaribe, CELAC y UNASUR. Rechazó la idea de construir el Estado de bienestar en un solo país por lo que formuló una teoría de las transiciones post-neoliberales basada en la solidaridad internacional.

            Chávez demostró mediante la teoría y la práctica la posibilidad de superar el neoliberalismo, lo que supone un descubrimiento político fundamental para el siglo XXI.

Más allá del liberalismo social: definición radical del post-neoliberalismo

Hugo Chávez fue el líder que definió una alternativa más socializada para la liberación social y la conciencia que aguijoneaba a sus aliados para avanzar. Este personaje de su tiempo planteó una alternativa completamente diferente al «post-neoliberalismo»: nacionalizó las industrias de materias primas, dejó fuera a los especuladores de Wall Street y limitó el papel de las élites vinculadas con los agronegocios y la minería. Proyectó un Estado de bienestar emprendedor como alternativa a la ortodoxia social-liberal imperante de los gobiernos de centro izquierda, aunque trabajara con estos gobiernos en la integración latinoamericana y en oposición a los golpes de Estado promovidos por EE.UU.

Socialismo y democracia

            Chávez inauguró un nuevo y extraordinariamente original y complejo camino al socialismo basado en elecciones libres, reeducación del estamento militar para defender los principios democráticos y constitucionales, desarrollo de los medios de comunicación de masas y comunitarios. Acabó con el monopolio capitalista de los medios de comunicación y reforzó la sociedad civil como forma de contrarrestar el intento de paramilitares y quintacolumnistas apoyados por Estados Unidos de desestabilizar el Estado democrático.

            Ningún otro presidente demócrata-socialista ha resistido con éxito las campañas de desestabilización promovidas por el imperio (ni Jagan en Guayana, ni Manley en Jamaica, ni Allende en Chile). Desde el principio, Chávez comprendió la importancia de crear un marco legal y político sólido para facilitar su liderazgo ejecutivo, promover las organizaciones populares de la sociedad civil y terminar con la influencia norteamericana en el aparato del Estado (policía y ejército). Puso en marcha programas radicales de gran impacto social (las misiones y base de misiones socialista) que le aseguraron la lealtad y fidelidad de las mayorías populares y debilitaron los tentáculos económicos del poder político ejercido por la clase capitalista desde mucho tiempo atrás. Como resultado, los dirigentes políticos, los soldados y oficiales leales a la constitución y las masas populares aplastaron un sangriento golpe derechista, un paro petrolero asfixiante y un referéndum financiado por Estados Unidos y se lanzaron reformas socio-económicas continuas y de creciente de socialización.

            La originalidad de Chávez radicaba en su «método experimental»: Su profunda comprensión de las actitudes y comportamientos populares estaba fuertemente enraizada en la historia de injusticias raciales y de clase y de la rebeldía popular de Venezuela. Chávez, además de estar formado en el seno del pueblo en su experiencia militar viajó, conversó y escuchó a las clases populares de Venezuela hablar de las cosas cotidianas. Su «método» era trasladar el conocimiento basado en lo pequeño a grandes programas de cambios, es decir, diseña cambios estructurales.

             La muerte física de Hugo Chávez ha sido llorada por millones de personas en Venezuela y por cientos de millones en todo el mundo porque su transición al socialismo era su mismo camino; porque escuchó sus demandas y actuó en consecuencia con eficacia.

La socialdemocracia y la seguridad nacional

            Chávez fue un presidente socialista durante más de 13 años que hizo frente a una oposición violenta y prolongada a gran escala y a sabotajes financieros de Washington, la élite económica local y los magnates de los medios de comunicación. Fue el artesano de la conciencia política que dio motivación a millones de trabajadores y aseguró la lealtad constitucional del ejército para vencer el golpe militar-empresarial apoyado por Estados Unidos en 2002. Chávez adaptaba los cambios sociales de acuerdo a una evaluación realista de lo que podía encajar dentro del orden político-legal. Siempre enmarcado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y, sobre todo, Chávez se aseguró la lealtad de los militares poniendo fin a los «asesores» norteamericanos y al adoctrinamiento imperial en el extranjero, promoviendo en su lugar cursos intensivos sobre la historia venezolana, la responsabilidad cívica y el vínculo fundamental que debe unir a las clases populares y a los militares en una misión nacional común.

 

            Las políticas de seguridad nacional de Chávez se basaban en principios democráticos y en el claro reconocimiento de las graves amenazas que se cernían sobre la soberanía del país. Consiguió salvaguardar la seguridad nacional y los derechos democráticos y libertades políticas de sus ciudadanos al mismo tiempo, una proeza que ha ganado para Venezuela la admiración y la envidia de abogados constitucionalistas y ciudadanos de Estados Unidos y la UE.

Chávez procuró una resolución diplomática y pacífica de los conflictos con vecinos hostiles, como Colombia, que alberga siete (7) bases militares norteamericanas.[http://www.aporrea.org/tiburon/n259717.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+aporrea+(Aporrea.org)], potenciales trampolines para una intervención norteamericana.  Por el contrario, los gobernantes de Estados Unidos han estado y están implicados en guerras abiertas con otros países y ha realizado acciones hostiles encubiertas contra otros muchos más.

            El legado de Chávez posee múltiples facetas. Sus contribuciones son originales, teóricas y prácticas y de relevancia universal. Demostró en la práctica cómo un pequeño país puede defenderse contra el imperialismo, mantener los principios democráticos y a la vez poner en marcha programas sociales avanzados. Su búsqueda de la integración regional y su promoción de los valores éticos en el gobierno de la nación son ejemplos relevantes en un mundo capitalista anegado de políticos corruptos que rebajan el nivel de vida de sus pueblos mientras enriquecen a los plutócratas.

            El rechazo de Chávez a la doctrinas que justifica el «terrorismo de Estado para combatir al terror», su firme convicción de que las raíces de la violencia son la injusticia social, el saqueo económico y la opresión política y su creencia en que el camino hacia la paz pasa por la resolución de estos temas fundamentales suponen una guía ética-política para la supervivencia de la humanidad.

            Enfrentado a un mundo violento de contrarrevolución imperial y decidido a estar del lado de los oprimidos del mundo, Hugo R. Chávez Frías, entró a formar parte de la historia mundial como un dirigente político completo, con la estatura del líder más humano y multifacético de nuestra época: Un líder del siglo XXI.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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POSTALES: El maestro del miedo

Por: Raymundo Riva Palacio

Nadie interesado en saber por dónde sigue sangrando Alemania puede visitar Berlín sin darse una vuelta por el viejo cuartel general de la Stasi, el Ministerio para la Seguridad del Estado de la extinta Alemania Oriental, que es el ejemplo más puro de lo que fue la perversión del socialismo legado por José Stalin en la Unión Soviética, donde sus pupilos provocaron heridas en la sociedad que durante los 45 años de dominio ruso se espiaron los unos a los otros, provocando que toda una generación después de la reunificación no haya recuperado aún la confianza. La Stasi fue una policía política sofisticada con la cual se controlaba a la sociedad, y cuyo último jefe, Erich Mielke, es descrito como un funcionario más duro, brutal y criminal incluso, que quienes manejaron a la Gestapo nazi.

El antiguo cuartel de la Stasi se encuentra en las profundidades del viejo Berlín Oriental, donde se pueden ver edificios de arquitectura estalinista –inmensos, cuadrados y grises- sin nadie que los habite y cafés con nombres rusos que cerraron hace años. La actividad comercial en el barrio donde se encontraba la Stasi, como muchos otros en Berlín, está deprimida. No hay nada que ver en esa zona de la capital salvo el edificio 1 del desaparecido ministerio, que tenía fichadas a seis millones de personas, espió a más de dos millones de alemanes y reclutó a 180 mil de sus ciudadanos como informantes, que reportaban todo lo que hacían sus vecinos, sus amigos, sus familiares, y en los casos extremos, incluso sus propios esposos y esposas.

Ahí estaba el corazón de la Stasi, el acrónimo de Staats (Estado) y Sicherheit (seguridad), rodeado por lo que fueron los departamentos de inteligencia –el brazo internacional de la política y la diplomacia-, contrainteligencia –el espionaje interno-, operaciones sicológicas, financiamiento, tecnología, y el que revisaba cada una de las cartas y piezas postales que salían o entraban de Alemania Oriental, convertidas hoy en unidades habitacionales. Nadie que no sepa qué había en ese hoyo negro, conocen la pesadilla que se vivía en el número 103 de la Ruschestrasse.

John Koehler, que trabajó en Berlín para la agencia de noticias Associated Press y fue director de Comunicaciones en la Casa Blanca durante el gobierno de Ronald Reagan, apuntó en su libro ‘La Stasi: la Historia No Dicha De La Policía Secreta de Alemania Oriental’, en 2000: “Los tentáculos de la Stasi probaban cada aspecto de la vida. Había oficiales trabajando en todas las principales plantas industriales, y sin excepción, uno de cada persona en cada edificio, era designado para vigilar a sus vecinos y reportarlos al representante de la policía en la zona, que también trabajaba para la Stasi.

“Las escuelas, las universidades y los hospitales estaban infiltrados. Los doctores, abogados, periodistas, escritores, actores y deportistas también. Igualmente eran informantes los meseros y el personal de los hoteles. Los clérigos y las jerarquías católicas y protestantes fueron reclutados en masa como informantes secretos, mientras sus oficinas y confesionarios estaban infestados de sistemas de escucha. Casi 100 mil líneas telefónicas en Alemania Oriental y Berlín Occidental eran escuchadas 24 horas al día por dos mil agentes de la Stasi”.

No había nada de lo que la Stasi no se enterara durante el largo reinado de Mielke, “El Ángel del Terror”, un comunista de cepa que peleó contra los nazis, que fue asesino en su juventud, y peleó en las brigadas internacionales durante la Guerra Civil española. Participó en la Gran Purga estalinista en la Unión Soviética y en la resistencia alemana contra el régimen de Adolf Hitler. Llegó a dirigir la Stasi en 1957, y ahí se mantuvo inamovible hasta que prácticamente lo arrancaron de su austera oficina, ubicada en el primer piso del edificio 1 en enero de 1990, en la debacle final de Alemania Oriental.

Mucho dolor causó Mielke a los alemanes. Según los historiadores, fue el arquitecto de la colectivización de las granjas en Alemania Oriental que forzó la primera emigración masiva hacia Occidente, que lo llevó a idear, para frenarla, la construcción del Muro de Berlín, aunque otros expertos sostienen que fue por iniciativa del líder soviético Nikita Kruschev. Mielke supervisó la creación de policías secretas al estilo soviéticas y guerrillas en todo el mundo. En México, creó corredores para permitir el escape de aquellos a quienes apoyaban en América Latina, proporcionándoles pasaportes falsos, e infiltró al gobierno mexicano.

Mielke, que llegó a ser considerado la persona más poderosa de Alemania después del presidente Erich Hoenecker, fue detenido en diciembre de 1989 por peculado, y en enero de 1990 por alta traición y al igual que el ex presidente, por espionaje telefónico y postal. Finalmente fue juzgado por el asesinato de dos policías en Berlín en 1931, y durante su juicio apareció ante el tribunal sentado en una silla y protegido por vidrios blindados. En la cárcel, le proporcionaron un teléfono rojo similar al que tenía en su oficina, y sostenía conversaciones y daba órdenes imaginarias, porque no tenía línea. Sus facultades mentales iban en detrimento y en noviembre de 1994, el juez determinó que no estaba en condiciones para enfrentar un juicio. En 1995, después de mil 904 días en la cárcel, fue liberado. Cinco años después, murió. El periódico sensacionalista Bild lo reportó así: “Su mal corazón ha dejado de latir”. Con Mielke murió la Stasi, pero no su nefasta memoria ni infame legado.

Fuente: http://www.vanguardia.com.mx/articulo/postales-el-maestro-del-miedo

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UNESCO anuncia nueva publicación acerca de la educación sobre el Holocausto en América Latina

América Latina/06 de Enero de 2017/Ibercampus

El libro que estará próximamente disponible para descarga, recoge los aportes de los principales historiadores y educadores de todo el mundo y examina las oportunidades que surgen acerca de la educación sobre el Holocausto en diversos contextos culturales y ámbitos educativos, con un fuerte enfoque en las cuestiones que enfrentan los educadores de América Latina.

La UNESCO anuncia una nueva publicación dirigida a quienes en América Latina están involucrados en el tema de educación sobre la historia del Holocausto. Titulado: La enseñanza del Holocausto en América Latina: Los desafíos para los educadores y legisladores, el libro es una adaptación para el contexto latinoamericano de la publicación Holocaust Education in a Global Context, editada por la UNESCO en 2011, en colaboración con el Centro de Educación y Memoria Topografía del Terror.

El libro, que estará próximamente disponible para descarga, recoge los aportes de los principales historiadores y educadores de todo el mundo y examina las oportunidades que surgen acerca de la educación sobre el Holocausto en diversos contextos culturales y ámbitos educativos, con un fuerte enfoque en las cuestiones que enfrentan los educadores de América Latina. El texto discute primeramente las evoluciones en curso en este campo, tanto en los planes de estudio como en libros de texto, presenta conclusiones de investigación empírica sobre educación acerca del Holocausto y ofrece perspectivas para enseñar sobre este tema de forma comparativa en relación con otras atrocidades ocurridas en la historia.

También incluye casos de estudio de distintos lugares del mundo, con un énfasis en la forma en que los países que aún sufren divisiones internas a través de la educación siguen trabajando el tema del genocidio del pueblo judío y otros crímenes que tomaron lugar en la Segunda Guerra Mundial. A continuación, se analiza el significado, objetivos y métodos de la educación sobre el Holocausto en varios países de América Latina, con énfasis en por qué es tan relevante enseñar en el mundo actual sobre este capítulo de la historia universal.

La Enseñanza del Holocausto en América Latina es el resultado de las actividades de la Red de la UNESCO para la Educación sobre el Holocausto y otros genocidios, lanzada en 2014 junto a 9 países de la región, con el fin de mejorar la cooperación en este campo a nivel regional.

Fuente: http://www.ibercampus.es/unesco-anuncia-nueva-publicacion-acerca-de-la-educacion-sobre-el-holocausto-32261.htm

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La oportunidad para México de reacercarse a América Latina

Por: Emir Sader
La opción de los gobiernos mexicanos de firmar y dar continuidad al Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá, no solo solo ha perjudicado a México, sino que lo ha alejado de América Latina. Ha sido una opción ideológica, fundada en la falsa creencia de que ser asociado a potencias económicas iba a impulsar a la economía mexicana a los niveles de las economías más desarrolladas, alejándola de la pobreza, la desigualdad, la miseria, la exclusión social.

Los balances de los 20 años de vigencia de ese Tratado han sido evidentes: México ha sido el gran perdedor. Subido a un ring como peso liviano frente a un peso pesado como EEUU, México tenía todas las de perder y de hecho fue así. Aun cuando su economía creciera, México ha sido uno de los pocos países del continente que no ha mejorado la situación social de su población en este siglo.

Asimismo, la opción de hacer depender su economía de un solo gran mercado, ha sido suicida. Tener más del 80% de su comercio exterior con EEUU ha hecho que México oscile conforme oscila la economía norteamericana, una economía que ha dejado hace tiempo de ser la economía dinámica que fue en el pasado. México ha sido una fuente de mano de obra barata para las grandes corporaciones norteamericanas, un mercado seguro de consumo de los productos del vecino del Norte, un proveedor de materias primas a precios favorables para EEUU.

Además de perder en todo ese proceso, ahora México paga un precio aún más caro al haber atado su economía a la de un solo país. El triunfo de Donald Trump amenaza a México con los peores presagios: expulsión de una parte de las docenas de millones de mexicanos que trabajan en EEUU, impuestos que dificulten el envío de remesas a los familiares en México, además de la suspensión del mismo Tratado de Libre Comercio.

El pánico se adueña de México, sin que se recobre la conciencia plena de la nueva realidad y se pueda articular formas de defensa. Hasta ahora solo discursos son la respuesta a las amenazas concretas que Trump promete poner en práctica desde el primer día de su gobierno.

Es la hora de que México deje de mirar hacia arriba – donde incluso le cierran las puertas – y vuelva a mirar hacia abajo, hacia América Latina, de la que México siempre hizo parte, a pesar de gobiernos que solo tenían ojos para el vecino del Norte. Aunque ahora dos de los gobiernos que más promovían la integración regional tienen gobiernos que la niegan, los próximos años serán decisivos para América Latina y México puede ser parte determinante en ese futuro.

Es perfectamente posible, frente a los resultados desastrosos de los intentos de retorno al neoliberalismo en Argentina y en Brasil, que en los próximos años esos países vuelvan a tener gobiernos que privilegien la integración latinoamericana y no los Tratados de Libre Comercio con EEUU. México puede ser parte integrante de ese movimiento, que tan bien ha hecho al continente.

El triunfo de Trump y la eventual ruptura del TLC le permiten a México revisar las opciones equivocadas de sus gobiernos y volver a integrarse plenamente a América Latina. El continente se fortalecerá y México también se volverá más fuerte. Podrá contar con un intercambio económico intenso con los países del continente, así como acercarse a los Brics y su Banco de Desarrollo.

México habrá hecho de los infortunios con que se le amenaza una nueva oportunidad de reinsertarse en el mundo más allá de cualquier fatalidad geográfica. De volver a ser un país plenamente integrado a América Latina.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/182331

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Unicef: es inaceptable que 4 de cada 10 niños sean pobres en América Latina

Por: UNICEF

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) calificó hoy de inaceptable que 70 millones de niños -4 de cada 10- vivan en situación de pobreza en América Latina y el Caribe, y de ellos 28,3 millones estén bajo pobreza extrema.

Con motivo de su aniversario número 70, que se conmemora este domingo, Unicef recordó que estos niños se encuentran principalmente en poblaciones indígenas y afrodescendientes, zonas rurales y entornos periurbanos, y consideró que “ahora más que nunca” su labor es vital para romper este ciclo de pobreza.

“Estas cifras no solo son inaceptables éticamente, sino que dan cuenta de una contundente violación de los derechos humanos de miles y miles de niños y niñas, derechos que están plasmados en la Convención de los Derechos de los Niños, la cual han ratificado todos los Estados de la región”, afirmó la directora de Unicef para América Latina y el Caribe, María Cristina Perceval.

La pobreza en la infancia deja huellas profundas que comprometen severamente el futuro de las personas a lo largo del ciclo de vida y en el desarrollo de su comunidad, advirtió el organismo.

Unicef reconoció que en las últimas dos décadas América Latina y el Caribe han logrado avances significativos en términos de crecimiento económico e inclusión social, y ello ha impactado directa y beneficiosamente sobre el bienestar de los niños.

En ese tiempo la región ha logrado disminuir en un 67 por ciento la mortalidad de niños y niñas menores de 5 años, y a día de hoy 8 de cada 10 niños tienen acceso a educación preescolar, apuntó.

Además, en todos los países se ha incrementado de manera sustancial la matrícula de acceso a la escuela primaria.

“No obstante”, indicó Perceval en una declaración pública, “si bien existen diferencias dentro y entre los países, la pobreza infantil en la región constituye un escándalo de discriminación, humillación y exclusión para mucho más de la mitad de los niños que la habitan”.

En la conmemoración de su 70° aniversario, Unicef hizo un llamado a todos los gobiernos, al sector privado y a las comunidades “a unirse en un movimiento transformador a favor de la infancia en América Latina y el Caribe, capaz de erradicar la pobreza infantil e impedir que los progresos alcanzados en las últimas décadas se conviertan en frustraciones e injusticias en el futuro por venir”.

El organismo abogó por una inversión en la infancia a través de políticas “realmente universales, integrales, consistentes y efectivas y programas incluyentes de protección social”.

En este sentido, llamó a los gobiernos de la región a aumentar el presupuesto destinado a los niños y adolescentes, y a la sociedad a cuidar de que esto suceda.

“Podemos y debemos transformar este insostenible modelo de desarrollo y sus inéditos procesos de concentración de la riqueza, para avanzar responsable y solidariamente hacia un desarrollo sostenible, (…) en el que el interés superior de los niños sea brújula y horizonte de sociedades más justas, libres e igualitarias”, añadió Unicef, que tiene su sede regional en Panamá.

Por su aniversario, el organismo lanzó un vídeo en su cuenta de Youtube con un llamamiento a la acción para dar pasos concretos hacia el logro del Objetivo 1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de la Agenda 2030: erradicar la pobreza.

Fuente: http://www.abc.com.py/internacionales/unicef-es-inaceptable-que-4-de-cada-10-ninos-sean-pobres-en-america-latina-1545996.html

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Fidel: su legado

Por: Atilio Borón

Desde La Habana

La desaparición física de Fidel hace que el corazón y el cerebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos que se arremolinan y se superponen, entremezclando imágenes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!), entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas. Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que decía el Apóstol: trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar, comprobado no sólo en la Sierra Maestra sino en su cuidadosa planificación de la gran batalla de Cuito Cuanevale, librada en Angola entre diciembre de 1987 y marzo de 1988, y que precipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustración de los planes de Estados Unidos en África meridional. Pero además era un consumado político, un hombre con una fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida Cuba -a nuestra Cuba en realidad- en una protagonista de primer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales que agitaron la segunda mitad del siglo veinte. Ningún otro país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consiguiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolidación de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam desde el primer momento, y su cooperación resultó de ser de enorme valor para ese pueblo sometido al genocidio norteamericano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás lograron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba tenía a Fidel …

Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de América Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por entonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tricontinental en Enero de 1966, para apoyar y coordinar las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindible retomar los iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el gran estratega del proceso de creciente integración supranacional que comienza a germinar en Nuestra América desde finales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para materializar sus ideas. La colaboración entre estos dos gigantes de Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cambios y transformaciones que dio por tierra con el más importante proyecto económico y geopolítico que el imperio había elaborado para el hemisferio: el ALCA.

Estratega militar, político pero también intelectual. Raro caso de un jefe de estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el entendimiento de los líderes.  Tuve la inmensa fortuna de asistir a un intenso pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de Octubre de 1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el anfitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteamericano. Una imagen  imborrable es la de Fidel participando en numerosos eventos escenificados en Cuba –sean los encuentros sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Oficina de Estudios Martianos o la Asamblea de CLACSO en Octubre del 2003- y sentado en la primera fila de la platea, munido de un cuadernito y su lapicera, escuchando durante horas a los conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervenciones. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imaginado. Por eso le decía a su pueblo “no crean, lean”, fiel reflejo del respeto que sentía por la labor intelectual.

Al igual que Chávez, Fidel un hombre cultísimo y un lector insaciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparatorias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: “recuerden que Dios no existe, pero está en los detalles” y nada, por insignificante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonrisa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era “una especie en peligro” y que lo que hoy llamamos cambio climático constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela alto y ve lejos advirtió veinte años antes que los demás la gravedad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera.

Fidel ha muerto, pero su legado –como el del Che y el de Chávez- vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solidaridad, al internacionalismo antiimperialista; su reivindicación del socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo esto, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/5454-el-legado-de-fidel-por-atilio-a-boron

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Boaventura de Sousa: “Hay que repensar cuanto antes la política de izquierda”

Entrevista a Boaventura de Sousa

Por: Sergio Segura

Boaventura de Sousa Santos es autor de varios libros, entre los que se destacan Epistemologías del sur y Hacia una sociología de las ausencias y de las emergencias; en ellos cuestiona la epistemología occidental dominante y los contextos culturales de la “producción y reproducción del conocimiento”. Parte de sus aportes académicos han estado orientados a acompañar diversos movimientos sociales latinoamericanos. Lanzas y Letras y la Fundación Rosa Luxemburgo retoman este diálogo dado en el cono sur sobre el panorama político de América Latina, las izquierdas europeas y el análisis de perspectivas organizativas cimentadas desde los movimientos populares.

¿Cómo se ven las organizaciones sociales latinoamericanas desde Europa?

En Europa tenemos otra noción del territorio, porque Europa se ha aprovechado del saqueo, de los recursos naturales. Ahí tenemos otros problemas, no solo la explotación capitalista sino la dominación colonial y patriarcal. En Europa el colonialismo no surge por el territorio sino por el racismo, ahora más con todos los inmigrantes y refugiados; es una vergüenza, es lo peor de la trayectoria colonialista de Europa.

Los movimientos sociales a veces excluyen el colonialismo; con el movimiento de Los Indignados (también llamado Movimiento 15-M por las protestas en España desde 2011) hicimos reuniones en España y Dinamarca, y nos dimos cuenta que los movimientos de lucha contra el capitalismo rara vez incluyen a los inmigrantes, y mucho menos a los que buscan asilo político; son invisibles, son los otros ausentes, son los indígenas de Europa, no son considerados como sujetos políticos. En Europa tienes el racismo como forma de colonialismo combinado con capitalismo y naturalmente con patriarcado. En América Latina, en India y en África el problema es por territorio, claro que hay otros problemas como el de las mujeres o la economía informal, pero la cuestión del territorio surge porque realmente es un problema planetario.

Este neoliberalismo es de raíz financiera, pero busca la especulación con una forma de acumulación primitiva. Como decía Rosa Luxemburgo, esa es una constante del capitalismo, no una fase del capitalismo, y hoy se manifiesta con el saqueo del territorio mucho más intensivo que el colonialismo, porque la maquinaria que no existía en el tiempo colonial permite hoy saquear los recursos de una manera más intensa: despojo, desplazamiento de poblaciones, expulsión de la gente. Estuvimos en Mozambique y en Zimbabue y es lo mismo, pero con diferentes perfiles. En África no tenemos el problema indígena, porque todos son indígenas, por así decirlo. En cada país la tierra funciona de manera distinta porque el colonialismo fue distinto. En América Latina la independencia fue obtenida por los hijos de los colonos, en África son pueblos originarios los que conquistaron la independencia, son problemas distintos.

sou1¿Qué posibles diálogos pueden existir entre las izquierdas europeas y las de América Latina?

Parte de mi trabajo los últimos 10 años ha sido en la crítica radical a las izquierdas europeas para refundarlas, reinventarlas; por otro lado, aprovechar todas las energías que surgieron en este continente los últimos 15 años. Hubo una izquierda que se mantuvo con un carácter genuino de búsqueda de socialismo; la gran mayoría, sobre todo los socialdemócratas, se vendieron al capitalismo, a la llamada ‘tercera vía’, en el caso del Partido Laborista inglés. En Alemania es un desastre porque prácticamente la izquierda no existe. Los socialistas que están en el poder no ofrecen ninguna política novedosa para Europa, los socialistas alemanes son los que han sido más duros con los países del sur de Europa, con la izquierda de Syriza en Grecia, por ejemplo. Eso es muy difícil de entender. Pero ahí viene la renovación desde dos factores: el primero es que los jóvenes que estaban formados para la política socialdemócrata, que no contribuye en nada a ninguna perspectiva socialista o poscapitalista en Europa, pasaron algún tiempo en América Latina con los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia, Ecuador, también Brasil, y aprendieron mucho de este continente, aprendieron no solo a mantener la idea del socialismo del siglo XXI, sino también formas de democracia participativa. Esto fue lo que de alguna manera pasó a ser utilizado por los jóvenes inconformes con los socialdemócratas, por ejemplo en España con los consejos de ciudadanos de Podemos, con algunos problemas que se pueden discutir; también está Syriza, una trayectoria propia de una disidencia del partido comunista; por la misma línea está el bloque de izquierda en Portugal. Son partidos que están buscando reinventar la izquierda a través de alianzas e interconocimientos que han sido originados en América Latina.

Europa realmente no tiene nada que enseñarle al mundo, tampoco puede aprender por la tradición colonialista que tiene, pero algunos jóvenes como Los Indignados, entre otros movimientos, han intentado aprender con la experiencia latinoamericana. El problema con estas experiencias es que muchos partidos se olvidaron de la renovación política debido al modelo de desarrollo que se seguía, el único que lo intentó fue Hugo Chávez, pero de una manera muy carismática; ya sabemos que todo poder carismático depende del líder, y cuando el líder se va el poder se queda en vacío. Así pasó en Venezuela por la debilidad de las instituciones y los movimientos sociales, toda la movilización de izquierda vino desde arriba, al contrario de lo que pasó en Brasil y Argentina.

En este momento estamos en una fase de reflujo en América Latina y en Europa con algunas novedades, por ejemplo, el hecho de que en Portugal en este momento tengamos un gobierno de izquierda donde el partido socialdemócrata ha abandonado la tercera vía y se ha aliado con los comunistas y con el bloque de izquierda, donde está la izquierda socialista que es luxemburguista. Entonces está el aprendizaje desde el sur y el temor a la derecha revanchista, o a la extrema derecha como en Polonia, Hungría, Alemania. Ante el temor a la extrema derecha, la izquierda se está uniendo; por eso es que tenemos este gobierno en Portugal, por el temor de tener cuatro años más de una derecha totalmente revanchista que quería destruir todo lo que habíamos conquistado en los últimos 40 años.

De acuerdo a tus textos, tienes críticas al Estado-Nación, a la vez aprecias la construcción de un ‘Estado plurinacional’ en países de América Latina. ¿Qué saldo organizativo proyectan estas experiencias? Frente al actual giro conservador, ¿cuál es tu balance de la relación Estado-movimientos sociales?

La política de izquierda hay que repensarla cuanto antes. No es fácil, en algunos países es muy difícil porque los partidos de izquierda generaron sectarismo interno que liquida la disidencia. Quien tiene la posición crítica es echado o silenciado. Es necesario repensar la lógica de partido como existe. Los partidos, de ninguna manera, pueden tener el monopolio de la representación, hay que encontrar otras formas desde la democracia participativa, de los ciudadanos, de los movimientos sociales, tienen que tener una palabra fuerte de la renovación política. Hay que crear otras figuras políticas, eso es algo que está por hacer. Por otro lado, pienso que casi todos los gobiernos se vendieron a un modelo de desarrollo que acompañaron con una incidencia histórica que pareció muy buena pero que al final fue desastrosa.

El hecho de que la avanzada de los precios internacionales coincidiera con estos gobiernos y que pudieran tener alguna plata, sin cambiar la estructura de poder, sin cambiar las jerarquías sociales, sin cambiar la estructura de clase, sin cambiar el Estado, que podía generar alguna redistribución social, con algunos casos significativos como el de Brasil donde más de 45 millones de personas salieron de la pobreza… eso no se puede olvidar.

El costo social fue muy grande para los pueblos indígenas y campesinos, no fue un sistema sostenible porque estaba basado en los precios internacionales, no se luchó para que hubiera, por ejemplo, una reforma fiscal. Los ricos siguieron sin pagar impuestos y vemos que su plata está en los paraísos fiscales. Si esa plata pagara impuestos tendríamos salud para todos, educación de buena calidad. Esta izquierda va a tener que refundarse, básicamente porque la que hubo en la última década no es sostenible, después de la crisis interna en algunos casos hubo corrupción, con todo lo que puedas imaginar, por eso exige una renovación. En algunos países van a surgir partidos nuevos, en otros no es posible pero quizás hay partidos que se van a refundar. Algo dramático tiene que ocurrir. A menos que la derecha revanchista sea tan revanchista que gobierne de una manera tan desastrosa que los gobiernos de izquierda puedan volver rápidamente sin reconstruirse, ahí podemos tener un periodo de estabilidad a corto plazo.

Desde las ciencias sociales hay abordajes que obturaron el diálogo con los procesos sociales comunitarios que asumieron su opción por los gobiernos progresistas, con términos como “populismo”. ¿Qué desafíos quedan de este diálogo entre saberes académicos y saberes populares, conceptos que trabajas durante tu trayectoria investigativa?

Esos términos en América Latina son parte del debate, porque ya había una trayectoria en ese sentido. El concepto de ‘progresismo’ debería ser una cosa positiva, pero ahora es una mala palabra para muchos compañeros y colegas de izquierda con quienes tenemos algunas divergencias. El populismo en América Latina, sobre todo en Argentina, un patrimonio intelectual debido al trabajo de Ernesto Laclau, no se ha aceptado mucho fuera de Argentina, porque no es una buena hipótesis para hablar de lo popular.

Lo nacional-popular es una posición que toma un gobierno por ‘los de abajo’ y que tiene algún respeto por la soberanía nacional; pero allí puede haber fascismo y también clases de abajo, por eso se puede hablar de lo nacional-popular como se pudo hablar en Bolivia con el libro de René Zabaleta Mercado. Hablar de populismo se transformó en una manera de estigmatizar la izquierda por parte de la derecha, entonces cuando se dice que la derecha es populista es un elogio para ellos, no les molesta que les llamen populistas, cuando dicen que la izquierda es populista es para decir que la izquierda no es creíble. Ahora, todos los intentos por mejorar la vida de la gente, de defender derechos, son considerados populistas. El populismo es una trampa, se volvió en contra de quienes crearon la teorización del populismo. Discutí con Ernesto Laclau y con Chantal Mouffe (intelectuales posmarxistas) que nunca fue un significante vacío sino un significante vaciado, yo por eso prefiero los significantes dudosos, mejor lo nacional-popular que el populismo.

sou2¿Qué opinión te suscita la coyuntura colombiana en el marco de las ‘pedagogías de paz’ para darle fin al conflicto armado que aqueja al país hace más de medio siglo?

Desde los años 90 empecé a trabajar en Colombia, me apasiona. Fue un periodo de tanta violencia… pero también de mucha creatividad de los movimientos sociales. Durante un proyecto en el que estaba mataron a 15 padres jesuitas del CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular); a cada momento que matan a un cura otro movimiento surge, con otra gente, por los derechos humanos. Es fabulosa la energía del país. Los movimientos sociales son la esperanza de Colombia, hay un Congreso de los Pueblos que está siendo representado en varios países. Hay que hacer pedagogía de paz como alternativa contrahegemónica porque [el presidente, Juan Manuel] Santos ya hizo su pedagogía de paz, que es sacar a la guerrilla para profundizar la minería. Para mí simplemente es así.

Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), por su naturaleza política, hicieron un proceso de negociación muy cerrado en La Habana (Cuba), sin gran participación popular de las comunidades. El ELN (Ejército de Liberación Nacional) es distinto, quiere que sea un proceso de más participación social, de asambleas populares, movimientos sociales; no sé si lo va a lograr, pero la idea de una pedagogía de paz contrahegemónica me parece importante, no solamente para Colombia sino para todo el continente, porque vamos a tener guerras de baja intensidad que ya están emergiendo, y “baja” entre comillas en muchos territorios, porque se trata de masacres de pueblos indígenas, entre otros.

La afectación del nivel de vida en Argentina ha sido considerable tras el cambio de gobierno, al igual que la represión. ¿Qué retos enfrentan las organizaciones sociales que están en la oposición? ¿Cómo se puede dar la discusión de los “derechos que se perdieron”?

El gobierno de Mauricio Macri entró a hacer una ruptura con todo el periodo anterior, esto creó perplejidad entre los movimientos, se quedan paralizados sin saber cuál va a ser el contexto político, sin claridad de cuáles son los aliados, enemigos o adversarios. Aquí surgen muchas diferencias, pero también hay avances. Hace un par de años, por ejemplo, la cuestión indígena no se discutía en Argentina, ni negros ni indios. Hoy en día al menos se reconoce que son invisibles y están marcando una agenda a partir de su exclusión, que como digo normalmente, son exclusiones radicales; en sus territorios no hay derechos porque hay apropiación violenta, muerte y saqueo. Es difícil, porque a veces viven en zonas remotas que los pobladores urbanos no conocen. Lo más importante de los encuentros de organizaciones es que se conozcan, que estén intercambiando ideas.

Yo creo que hay que recuperar los derechos. No hay una zona de derechos en nuestras sociedades coloniales sino, insisto, una zona de no-derechos, de gente que está en zonas de despojo, de violencia, de apropiación. Frantz Fanon, un gran teórico que me gusta bastante, le llamaba “zonas de no-ser”: no existen. Ahora entra un gobierno de derecha que dice que los trabajadores tenían demasiados privilegios, y que hay que rebajar todos los derechos, en Portugal fue así, a punto de intentar eliminar lo que llamamos ‘la concertación social’, que es negociación colectiva de contratos, como están haciendo en los Estados Unidos, contratos individuales entre el patrón y el empleado, un fascismo sobre la forma contractual, porque son dos personas que no tienen el mismo poder; si no acepta las condiciones del patrón, ¿qué va hacer? Tenemos que ver que esos derechos tienen que ser recuperados, no hay otra forma de luchar por eso, y eso es muy difícil porque el capitalismo financiero que tenemos hoy logró transformar el trabajo en un recurso global, pero prohibió la posibilidad de un mercado global de trabajo: los sindicatos no se pueden unir, los trabajadores no se pueden organizar, hay federaciones mundiales pero no hay eficacia en ninguna en este momento. Cada vez hay más trabajadores pero cada vez menos identidad obrera; sin embargo, Argentina tiene mucha, estuve en una universidad creada por sindicatos, la única en el mundo que conozco. El sindicalismo está vivo, dividido por cierto, pero están intentando ver que realmente se necesita más unidad. El problema es cuando olvidamos los derechos de los indígenas, cuando no diferenciamos las clases sociales y se homogenizan las lógicas de las diferentes luchas, en sus diferentes tiempos y con sus diferentes alcances.

¿Cuáles son los resultados de los talleres realizados en diferentes partes del mundo como parte de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales?

Han participado diferentes intelectuales comprometidos, que son minoría, porque la mayoría son movimientos diversos. Ha sido significativo que las personas hablan de manera abierta, y nos damos cuenta de las diferencias y de las convergencias, hablan sin tutela ni conocimientos privilegiados. Los talleres son una manera muy simple de contribuir a una visión más amplia entre movimientos, se invierte tiempo y dinero porque tenemos como objetivo un cambio político, transformador, emancipador. Es importante que la gente vea que detrás de esto no hay grandes organizaciones, por eso las síntesis que hacemos son novedosas, porque dependen de los contextos específicos.

Fuente: http://www.marcha.org.ar/hay-que-recuperar-los-derechos-en-argentina-boaventura-de-sousa-santos/

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