Entrevista a Humberto Maturana: “El futuro de la humanidad no son los niños, son los mayores»

Fuente: culto.latercera./Autor:Alejandra Jara

De visita en la Región del Biobío, el Premio Nacional de Ciencias conversó sobre la importancia de que los niños crezcan en un espacio que acoja, escuche, se diga la verdad y donde sus preguntas sean contestadas. “Sólo así se transformará en una persona reflexiva, seria y responsable”, aseguró.

“Cuando uno aplaude a alguien sin haber escuchado nada, entonces uno aplaude las expectativas”, dijo un sorprendido Maturana apenas subió al escenario de la escuela Hipólito Toro y Salas de Chiguayante, en la región del Biobío, donde fue invitado ayer miércoles a inaugurar el año académico.

La noticia de que visitaría la región se masificó rápido y decenas de personas, ajenas a la comunidad educativa del establecimiento, llegaron hasta el colegio para escuchar al Premio Nacional de Ciencias, arriesgándose incluso a que no las dejaran entrar.

Bastó que lo mencionaran como el invitado de honor de esta ceremonia, donde también se premió a los profesores destacados de Chiguayante, para que el público estallara en aplausos mientras las cámaras, que transmitieron en directo su presentación vía streaming, enfocaron a varios jóvenes y adultos que se acomodaron como podían al interior del auditorio donde reinó el silencio durante los poco más de 20 minutos que duró su presentación.

“Pero las expectativas nunca se cumplen, ni las propias, ni las ajenas. Lo cual es bueno. Uno puede escuchar sin prejuicios, sin supuestos, sin exigencias y uno puede hablar también desde la espontaneidad”, recordó el biólogo y autor de El árbol del conocimiento (1984), antes de comenzar a hablar de “Amar educa”, el tema central de su ponencia.

El futuro de la humanidad

“Los niños, niñas y jóvenes se van a transformar con nosotros, con los mayores, con los que conviven, según sea esa convivencia. El futuro de la humanidad no son los niños, somos los mayores con los que se transforman en la convivencia”, dijo Maturana en la mitad de su presentación.

El biólogo se dio cuenta de lo sorprendidos que quedaron los auditores con esta aseveración y continuó: “Nosotros hoy somos el futuro de la humanidad. Los niños se transforman con nosotros. Van a reflexionar, van a mentir, van a decir la verdad, van a estar atentos a lo que ocurre, van a ser tiernos, si nosotros los mayores, con los que conviven, decimos la verdad, no hacemos trampa, o somos tiernos”, explicó.

Por lo tanto, el enseñar, como parte de la convivencia, es indicar, apuntar la mirada, guiar la reflexión, pero “en cualquier caso los niños se van a transformar con los mayores con los cuales conviven”, agregó el biólogo.

“Cuando decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a transformar en la educación que nosotros queremos. Como una persona que reflexiona, pregunta, que es autónoma, que decide por sí misma”, sostuvo.

Maturana explicó que una de las cosas que surge del lenguaje es la conciencia. Y que existen dos preguntas fundamentales que los niños viven. Una de ellas es “¿mamá cómo se hace?, lo que revela que el niño quiere hacerlo bien. “Todos queremos hacer bien las cosas que sabemos y por eso preguntamos”, aclaró el biólogo.

Y la otra pregunta es la que le hace la mamá o el papá al niño: “¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?”. “Esa es una pregunta maravillosa, lleva la mirada sobre sí mismo. Abre el espacio de la reflexión”, dijo Maturana.

Y enfatizó: “Amar educa. Si creamos un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la verdad y contestamos las preguntas, nos damos tiempo para estar allí con el niño o niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria, responsable que va a escoger desde sí”.

Porque el acto de escoger es fundamental y constituye un acto de conciencia, aseguró el Premio Nacional de Ciencias Exactas. “El poder escoger lo que se hace, el poder escoger si uno quiere lo que escogió o no, ¿quiero hacer lo que digo que quiero hacer?, ¿me gusta estar dónde estoy?”, son algunas de las preguntas que aparecen”, explicó Maturana.

El origen de los problemas

En su ponencia, Maturana también abordó que los problemas humanos nunca son de inteligencia, sino corresponden a conflictos de emociones. “Son todos conflictos de deseos y se resuelven con la reflexión”, dijo el experto.

También explicó que los humanos hacemos teorías, es decir, constructos lógicos que se fundan en premisas básicas aceptadas a priori desde la emoción. Y para resolver las discrepancias con los otros “hay que ver las coherencias del ámbito en el cual estamos hablando”, agregó el Premio Nacional de Ciencias.

Si no nos podemos poner de acuerdo, es porque estamos en ambos teóricos distintos. Estamos argumentando desde premisas básicas diferentes. “Y la única solución es mirar desde donde estamos diciendo lo que estamos diciendo”, sostuvo Maturana.

En este tema, el ex académico del MIT fue consultado por uno de los asistentes sobre cómo transformar la política pública en educación que está volcada a los indicadores.

“Conversando”, respondió el experto y agregó que “El colegio de profesores se transformó a lo largo de la historia en un sistema gremial, pero en su origen era un sistema de reflexión académica sobre la educación. Un modo de conversar sobre lo que hacemos. Porque si no conversamos ¿qué diremos ante las autoridades gubernamentales?”, se preguntó.

Por lo tanto, lo que hoy hay que responder es “¿qué queremos con la educación”, dijo el biólogo. Es decir, saber si queremos formar jóvenes que se preparen para la competencia del mercado laboral o para una convivencia democrática, honesta, de mutuo respeto, en la colaboración, en la reflexión.

“Ese es nuestro tema, tenemos que conversar. Pero no tenemos que tratar la conversación como algo banal (…) Tenemos que atrevernos no en una huelga, sino en la conversación y la reflexión”, aseguró el Premio Nacional de Ciencias.

Amar educa

“Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores”, sostuvo Maturana.

Por eso, la educación es la tarea más importante de un país. “Define el ámbito de convivencia en el que ese país se va constituyendo, momento a momento, día a día”, agregó el biólogo.

Como yo lo había mencionado anteriormente, en este ámbito la reflexión juega un rol fundamental porque permite mirar dónde estamos. “Si no reflexionamos vamos a caer en un fanatismo, en un ámbito de autoridad absoluta para el que otro obedezca”, aseguró Maturana.

Pero a nadie le gusta obedecer, porque es una negación de sí mismo. Sin embargo, en el colaborar “tengo presencia, soy libre, escojo”, lo que recordó que es importante aplicar en la crianza de los niños.

“La educación es una transformación en la convivencia y seguirá un camino u otro según la teoría desde las cuales actuemos. Las teorías no son superfluas, definen el espacio en el que nos movemos y las aceptamos. Pero si aceptamos las teorías aceptamos las premisas básicas desde donde se constituyen, de modo que tenemos que ser siempre, o deberíamos ser capaces, de preguntarnos las premisas básicas desde donde se construyen las teorías, el sistema lógico con el cual fundamentamos lo que hacemos”, concluyó el Premio Nacional de Ciencias.

Fuente de la entrevista: http://culto.latercera.com/2017/03/23/maturana-la-humanidad-los-ninos-los-mayores/

Fuente de la imagen:http://culto.latercera.com/wp-content/uploads/2017/03/maturana.png

 

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César Bona: “Educar es un acto de amor”

19 Febrero 2017/Fuente: diariojaen/Autor: DIANA SÁNCHEZ PERABÁ

El profesor César Bona llena el Aula Magna para reflexionar sobre educación y sociedad

Sentado en las escaleras del Aula Magna, junto a dos niños y una niña, y ante un foro que llenó el auditorio al completo, el profesor César Bona comenzó su conferencia “Mira a tu alrededor”. Al mismo nivel que los pequeños, el maestro les “arrancó” algunas confesiones sobre sus colegios y lo que les gusta hacer en su tiempo libre.

Era la segunda vez que Bona visitaba la Universidad jiennense y su público, principalmente aprendices de maestro, le escuchó con gran entusiasmo. “Estamos deseando formarnos”, comprobó el ponente, quien advirtió que, durante su intervención, no diría “nada extraordinario”. “Os invitaré a reflexionar”, indicó. De ahí que justificara el título de la conferencia. “Tenemos que mirar alrededor para mejorar. Normalmente, esperamos que el cambio llegue de fuera, pero tiene que ser desde uno mismo”, afirmó el pedagogo, quien abogó por concebir la escuela y la sociedad como dos partes “indivisibles”. Bona ambientó el Aula Magna con el sonido de un timbre para “comenzar la conferencia oficialmente”. Luego proyectó imágenes de escolares con una canción de amor. “Educar es un acto de amor”, dijo.

Entre sus reflexiones, el ponente recordó que el talento de cualquier maestro es descubrir el talento de los niños. Asimismo, subrayó la importancia del modelo en que pueden llegar a convertirse los docentes ante su alumnado. “Queremos que los pequeños sean educados, respetuosos, que acudan a clase con ilusión, pero no se lo podemos pedir si nosotros como profesores no lo somos”, aseveró. En este sentido, insistió en la educación en valores —“tendría que ser una redundancia”, apuntó— y en el respeto. “Cada gesto que haces influirá en los de alrededor, por eso haz que influya en los niños de manera positiva”, manifestó.

Ante el enfrentamiento que puede existir entre la escuela tradicional y la de la innovación, Bona se mostró en contra de tal dicotomía. “Mis grandes maestros son de la escuela tradicional. En todos los ámbitos hay cambios. Se trata de rescatar lo que se hacía bien y mejorarlo en beneficio de los niños”.

Asimismo, el maestro contó sus experiencias en diferentes centros educativos de España y los variados proyectos puestos en marcha. Niños, como el gallego Lucas, de 8 años, que elaboró un monográfico sobre el alzhéimer porque su abuelo murió de esta enfermedad; iniciativas para integrar a alumnado de múltiples nacionalidades, o la creación de un “bibliopatio” fueron algunos de los ejemplos.

Fuente: http://www.diariojaen.es/jaen/educar-es-un-acto-de-amor-DL2580713

Fuente de la imagen:  http://www.diariojaen.es/documents/10157/0/758×430/44c0/670d430/none/10717/NOLK/image_content_12624333_20170214113116.jpg

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La educación es un acto de amor

Carlos Magro

Educar es un acto de amor, dijo ayer para cerrar su intervención el paleontólogo Ignacio Martínez Mendizábal. Y como no puedo estar más de acuerdo, me he permitido la licencia de tomárselo prestado para titular este post.

Robert Doisneau

Ayer estuve en Perales de Tajuña (Madrid) en la presentación de la I Feria de Innovación y Creatividad en Educación (ICE) en una mesa redonda sobre Innovación educativa que compartí con Clara Isabel García, directora del CTIF Madrid Este, Héctor García Barnés, periodista de El confidencial e Ignacio Martínez, profesor titular de Paleontología de la Universidad de Alcalá e investigador del proyecto Atapuerca. Ayer fui aPerales de Tajuña (algo menos de 3.000 habitantes) a hablar de utopía y educación (este texto debe mucho a Ferrán Ruiz Tarragó, Pablo Jarauta y Paulo Freire).

En noviembre de 1516 se publicó en la ciudad de Lovaina el libro de Tomás Moro, Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía y, ayer, en Perales, más que conmemorar el libro quise celebrar el nacimiento de una palabra. Pocas veces conocemos con tanta precisión el origen de una. Antes de que Tomás Moro escribiera su libro, no existía la palabra utopía. Moro recogió dos palabras griegas al mismo tiempo:eutopia, buen lugar y outopía, ningún lugar. Su intención no era ofrecernos “una visión placentera de la realidad. Su inscripción en el aquí y ahora es total, muy distante de la imagen idealizada que se ha tratado de trasladar” (Francisco Martínez Mesa). Tomás Moro nos enseñó a buscar los medios reales y precisos para mejorar nuestra existencia. Convenció a sus contemporáneos de que podían proyectar un mundo mejor. El mundo moderno posterior, dice Zygmunt Bauman en Tiempos líquidos, “debería ser un mundo optimista. Un mundo que debería tender a la utopía. Un mundo convencido de que una sociedad sin utopía no es habitable”.Donde no hay utopía el presente lo ocupa todo. 

La utopía está vinculada al inconformismo (Amable Fernández Sanz), a las posturas críticas, a la idea de revolución, de transformación social, de progreso, de proyecto. Las utopías se proyectan pero no se habitan (Pablo Jarauta). No se puede vivir en una imagen pero sí necesitamos de imágenes para vivir.Semánticamente la utopía es lo opuesto a escaparse, nos dice Bauman. Utopía es lo opuesto a evadirse. “Las personas en general tendemos a preferir ocuparnos de temas gratificantes o de interés inmediato más que involucrarnos en asuntos complejos o que sólo son relevantes a largo plazo, especialmente si trascienden la esfera individual. La evasión también es desinterés de esforzarnos, de cooperar, es desplazar el discurso de la mejora compartida al de la supervivencia individual. Evadirse implica distraerse de pensar, es desentenderse de inquietudes, es optar por limitar al máximo los dolores de cabeza y las preocupaciones y centrarnos en lo que nos gratifica”, sostiene Ferrán Ruiz Tarragó en su excelente Evasión y utopía.

A la educación en las últimas décadas le ha sobrado evasión y le ha faltado utopía. Nos ha faltado poética y nos ha sobrado burocracia.

¿Dónde han quedado los sueños de una educación diferente, de una educación centrada en el alumno y de un futuro mejor a través de la educación?, ¿cómo podemos transformar la educación para hacerla más relevante y adecuada a nuestros tiempos?, ¿cómo podemos formar ciudadanos inquisitivos y participativos,ciudadanos molestos y no simplemente alumnos que pasen de curso, aprueben exámenes y saquen buenas notas? (Rafael Feito. Escuelas democráticas). ¿Cómo podemos hacer de la educación un agente de transformación y no solo de transmisión? (Ramón Flecha y Iolanda Tortajada).

Nuestro sistema educativo está altamente burocratizado y parece más centrado en la eficiencia que en la equidad. Un sistema que nunca ha dejado de proclamar su aspiración hacia el cambio, pero que se ha embarcado en una espiral de reformas que, sin embargo, parecen alejarnos cada día más de la visión de la educación como un agente transformador de los individuos y de la sociedad.

“Al debate colectivo le falta el punto de utopía necesario para dibujar visiones inspiradoras y a la vez realistas de lo que podría ser un futuro educativo más productivo y satisfactorio” (Ferrán Ruiz Tarragó).

El cambio será posible si recuperamos nuestra mirada poética y nuestra capacidad de proyectar utopías. Pero entonces la pregunta es obvia: ¿cómo recuperamos nuestro espíritu utópico?

Pues asumiendo, como dijo Paulo Freire, que no hay cambio sin sueño, como no hay sueño sin esperanza(Pedagogía de la Esperanza. P. 116), que las cosas no son así, sino que están así. Lo debemos hacer superando tanto el optimismo ingenuo como la desesperación que han caracterizado el debate sobre el cambio educativo en los últimos tiempos. Lo debemos hacer reclamando de una vez el optimismo realista y crítico que demandaba Freire. Lo debemos hacer convirtiendo la escuela en una institución optimista como sostiene Miguel Ángel Santos Guerra.

Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de trabajar por una educación mejor, por una educación transformadora. Por una educación utópica. Es un buen momento de trabajar por la escuela que queremos. “Son muchos los datos que demuestran que, aquí y allí, aparecen ventanas de oportunidad que son aprovechadas por paladines, a veces anónimos, de la innovación; docentes, sin más, comprometidos con su trabajo, pero con frecuencia carentes de apoyos, de orientaciones y, sobre todo, de reconocimiento.” (Franscec Pedró. 2015. Guía Práctica de la Educación Digital).

El cambio vendrá desde las personas, con los alumnos como protagonistas de su propio aprendizaje, con los maestros y profesores como agentes del cambio, empoderándoles, con formación, con reconocimiento, con liderazgo, con renovación pedagógica y con cambios organizativos. Trabajando desde el aula y sobre todo desde los centros educativos. Desarrollando proyectos educativos. Trabajando en equipo.Desde la colaboración y cooperación entre centros y profesorado. Con actitud y asumiendo nuestra responsabilidad. Desde un compromiso social por la educación y un compromiso profesional con la educación (Mariano Fernández Enguita. La educación en la encrucijada).

No tenemos datos sobre el futuro, por lo que no podemos predecirlo. Pero sí podemos soñarlo, imaginarlo, proyectarlo y comunicarlo. Sí podemos construir la utopía. Construir la utopía pasa por imaginar las visiones de futuro valientes, coherentes, inspiradoras y realistas que nos reclamaban Seymour Papert y Gaston Caperton en Visiones de la educación.

Visualizar nuestro futuro es al final definir nuestro presente. Es imaginarnos las preguntas que queremos respondernos. Imaginar nuestro futuro es el primer paso para cambiar nuestro presente. Quizá no podamos transformarlo todo pero cada día podemos transformar las cosas. Cada día podemos imaginar nuestro futuro para cambiar nuestro presente.

No olvidemos que “la imaginación y el sueño son fuerzas de cambio y vida” (Josep María Esquirol. La resistencia íntima). No olvidemos, como sostuvo Gloria Steinem, que “soñar, después de todo, es una forma de planificación”.

No olvidemos, en definitiva, que “enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo.” (Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía. p.97).

No olvidemos que la educación es un acto de amor (Paulo Freire. Education for Critical Consciousness). Recuperemos nuestra capacidad de soñar. Planifiquemos. Imaginemos el futuro que queremos. Hagamos el presente. Pensemos y construyamos nuestra utopía educativa.

Fuente del articulo: https://carlosmagro.wordpress.com/2016/10/02/la-educacion-es-un-acto-de-amor/

Fuente de la imagen: https://carlosmagro.files.wordpress.com/2016/10/captura-de-pantalla-2016-10-02-23-54-54.png?w=610&h=453

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Raúl Bermejo: “Los niños experimentan y manipulan por placer”

09 de noviembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

¿En qué momento se da cuenta de que debemos producir un cambio en la educación?
En el momento en el que veo que niños tan pequeños lo pasan mal con la lectoescritura, que su desmotivación hacia el aprendizaje iba aumentando y que incluso había casos de frustración y negación a la hora de realizar actividades llamadas tradicionales. No podía permitir que niños de 5 años no tuvieran ganas de aprender porque la letra minúscula les costaba mucho.

Su idea de la educación es bastante innovadora y difiere de lo tradicional, ¿ha encontrado dificultades a la hora de introducir su proyecto en el centro?
Digamos que lo más importante para mí son mis alumnos, y por consecuente las familias tienen que estar al tanto de lo que se trabaja en el aula y hacerles partícipes de la educación de sus hijos lo máximo posible. Vieron que sus hijos iban felices a mis clases y encima tenían motivación por aprender, no sólo las letras y los números, sino por ir mucho más allá. He tenido unos compañeros estupendos que me apoyaban y me apoyan en cada proyecto educativo que llevo a cabo: dentro de un centro, en un libro, o en los artículos que escribo.

¿Cómo acogen las familias su modo de trabajar?
Para una familia lo más importante son sus hijos y su felicidad, y para un maestro ha de ser sus alumnos: su bienestar, hacerles buenas personas, que desprendan felicidad aprendiendo y tengan pasión por asistir a un colegio. A lo largo de estos años siempre he explicado a las familias qué es lo más importante para mí y cómo vamos a lograrlo, y siempre me han apoyado cuando han visto la evolución en sus hijos. ¡Cada vez que iban a clase se tiraban a por mí a darme un abrazo y un beso de buenos días!

Utiliza activamente las redes sociales para compartir su experiencia en el aula, ¿qué hace un maestro en Facebook o Instagram?
La misma pregunta lo dice. Durante estos pocos años que llevo en redes, he compartido una tutoría de principio a fin, cómo han evolucionado unos niños sin presiones y hemos ido creciendo y aprendiendo juntos. La cuenta @thinksforkids la abrí en Instagram hace 2 años y medio para poder exponer mis reflexiones, ayudar a todas las familias en casa, a futuros maestros y maestras en activo, compartiendo actividades que se me ocurren en cualquier momento, o recursos que tengo apuntados y que vi algún día. Creo que tenemos que aprender unos de otros y ser solidarios, somos ejemplos a seguir y eso lo ven los alumnos, para los cuales somos un referente.

Sus publicaciones transmiten alegría, amor por la educación. ¿Eso es algo que se tiene de forma natural o que se puede trabajar?
Pues supongo que tendrá que ver con la personalidad de cada uno y la forma de vivir las cosas. Obviamente la educación es mi pasión, es uno de mis hobbies, y le dedico muchísimas horas al día ya que me gusta leer sobre ello, experimentar, reinventarme, innovar y poder ofrecer lo mejor de mí. Pienso que cualquier maestro o maestra debe tener vocación y dedicarse a esto con toda su pasión, ya que tenemos la suerte de poder trabajar con los que serán la sociedad del futuro y son los que pueden cambiar las cosas.

Plantea que la motivación es el motor de todo, ¿cómo puede recuperarla un docente que la ha perdido?
Lo primero de todo es creer en uno mismo, y no hacer caso a aquellos compañeros que a veces te desaniman y te quitan las energías.
Cuando tienes proyectos en mente, la gente que realmente no son compañeros ni amigos te dirán “¡anda, qué tontería! ¡ Pues eso no es enseñar!” O “con esas cosas los niños no aprenden”… Es importante no hacer caso a nada, confiar en uno mismo y confiar en los alumnos, y acercarse a aquellos de los que puedes aprender.

¿Y cómo podemos aumentar la motivación de nuestros alumnos y alumnas?
Es primordial partir de sus intereses. Si continuamente les tenemos sentados en pupitre haciendo fichas de actividades y poniendo el nombre 7 veces al día en cada ficha de cada materia, obviamente tendremos alumnos desmotivados. Si, por el contrario, les hacemos participar en el aprendizaje y les hacemos protagonistas del mismo, que investiguen, manipulen y tengan que trabajar en equipo… irá mucho mejor. Y, por supuesto, es vital respetar el nivel de desarrollo de cada uno.

Recientemente ha recogido en un libro sus reflexiones y propuestas para desarrollar el pensamiento creativo. ¿En qué momento decide publicarlo y qué quiere transmitir con él?
En el libro THINKS FOR KIDS, desarrolla el pensamiento creativo intento transmitir esa pasión y motivación por aprender de forma creativa, un poco mezclada con el arte y alguna manualidad. Son 14 actividades muy abiertas, frescas, lúdicas y dinámicas. Son una buena base para que de esas 14 nazcan otras 900 adaptándose a cada niño, y hagamos de la lectoescritura algo original y bonito. Además, algunas ayudan al desarrollo del lenguaje oral y a hablar en público, como es el caso de la actividad llamada Palonetas, que me encanta.
Son soportes muy amplios en los que los niños, desarrollando la motricidad fina, imaginación, destrezas, habilidades sociales, educación en valores… aprendan esos contenidos que a veces les cuestan tanto.

¿Son el arte y la creatividad la base de la educación?
No, son un elemento más junto con la expresión corporal, las emociones y educación en valores. Todo en su conjunto sería una buena base educativa, los contenidos vienen después. Pero me gusta la pregunta porque separa arte y creatividad. Se puede ser creativo en resolver problemas de matemáticas, como preparar una coreografía, hacer pan o pintar un cuadro.

Critica que la Educación Infantil se está pareciendo cada vez más a la Primaria… ¿quizá la Educación Primaria se debería comenzar a parecer un poco a la Infantil?
Hay una frase pública mía que llegaron a leer más de dos millones de personas por Facebook y miles por Instagram: “Hagamos de Primaria una continuación de Infantil, y no de Infantil una Pre-primaria”.

Nos llamó también la atención su reflexión “Los niños crean e inventan por el placer de hacerlo, no por ver el resultado final”… ¿nos queda mucho por aprender de los más pequeños?
Los niños experimentan y manipulan por placer, y cuando se cansan y se aburren cambian de actividad, les da igual el resultado. Ellos buscan su satisfacción, el problema es cuando entra el adulto por medio siempre a decirle “¡qué bonito!” y quiere complacer al adulto dejando de disfrutar de la actividad.

¿Y por dónde empezamos a cambiar la educación para que así sea?
Creo que habría que empezar por que no hubiera recortes en educación, ya que es una base que sustenta un país, y los niños de hoy serán los ingenieros, políticos, panaderos, maestros y maestras del mañana. Esto entre otras muchas cosas, claro.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/raul-bermejo/

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