A propósito de la celebración del primer aniversario de nuestra publicación en su versión impresa, Alejandro Santos, director de Semana, analiza porqué la educación debe pasar de ser un tema gubernamental a generar un consenso nacional.
Semana Educación (S.E.): ¿Por qué es relevante para el país contar con un medio especializado en educación?
Alejandro Santos (A.S.): El momento histórico que vive Colombia, en el que estamos empezando a pasar la página de un conflicto que se perpetuó durante medio siglo, hace que la educación esté en el epicentro de la sociedad. La herramienta más importante que tiene una sociedad para modernizarse, para vivir de una manera civilizada, para ser competitiva y para humanizarse. La decisión de Publicaciones Semana de apostarle al tema de la educación no fue otra cosa que entender que es el instrumento más poderoso para mejorar las oportunidades de progreso de los colombianos.
S.E.:¿Cuál debe ser la función de un medio de comunicación para posicionar el tema educativo en el debate público?
A.S.: El poder que tienen los medios de comunicación es poner un reflector para que la sociedad mire los temas que son relevantes. En este caso es buscar que la educación sea fundamental en la agenda nacional, presionar para que las clases dirigentes se comprometan a impulsar la educación que se merece el país e informar para que la sociedad tome conciencia y se apropie del tema. Supone sacar los debates de educación de las distintas burbujas académicas que muchas veces se hablan entre sí y de espaldas al país, e involucrar al resto de colombianos. Los medios tenemos la posibilidad de visibilizar y masificar esos grandes debates. Esa es nuestra responsabilidad fundamental.
S.E.:En la actualidad, la lógica de los medios es trasladarse de lo impreso a lo digital. ¿Qué valor tiene que una publicación como Semana Educación rompa con esta realidad?
A.S.: Tenemos que entender que hay tendencias pero también hay realidades. Efectivamente, la tendencia hacia lo digital es clarísima, pero al mismo tiempo hay una realidad innegable y es que lo impreso sigue jugando un papel muy importante. A pesar de que hoy en día muchas entidades educativas han adoptado plataformas tecnológicas, muchos jóvenes nativos digitales siguen prefiriendo el papel para subrayar y hacer anotaciones esenciales que ayudan en el proceso de aprendizaje. Entendiendo que hay que tener un pie en lo digital, sigue siendo fundamental el papel como un medio para llegarles a determinados sectores, como los que toman las decisiones políticas educativas y nacieron en la era de lo impreso.
S.E.:En su opinión, ¿cómo está Colombia en educación?
A.S.: El país ha hecho grandes avances en los últimos 20 años. Por ejemplo, los esfuerzos en cobertura educativa en todo el territorio son notorios. Las cifras de acceso a educación primaria se sitúan por encima del 90 %. Sin embargo, todavía hay tres grandes retos en los que se está trabajando, pero se necesita más. El primero, mejorar la calidad educativa, que es todo un desafío. El segundo, facilitar el acceso a la educación superior para garantizar a todas las personas con un título de bachillerato una formación de calidad. El tercer y último punto es romper la brecha de capital humano y generar alianzas entre las instituciones de educación superior, las empresas y el Estado, que incidan en la competitividad del país. En esto último Colombia está todavía en pañales.
S.E.:¿Qué tiene que hacer el país para superar esos retos?
A.S.: Dejada la guerra atrás, empezamos a pensar como un país que se cuestiona su futuro y el de las nuevas generaciones. Se necesita poner la educación en el centro de la sociedad, pero para lograrlo hay que trascender la idea de que impulsar la educación de un país es responsabilidad de un presidente que llega con un grupo de ministros bien intencionados a trazar las políticas educativas durante cuatro años. Tiene que ser una apuesta de todo el país, de todos los sectores. Un tema de consenso y con visión a futuro de por lo menos un periodo de un cuarto de siglo. Se requiere del liderazgo del jefe de Estado pero con del acompañamiento del sector educativo, el público, el empresarial y de los sectores sociales. Tiene que ser un prorpósito nacional y no gubernamental.
S.E.:¿Cuál debería ser el papel de la educación en el posconflicto?
A.S.: El primero, sin duda, debe ser construir ciudadanía en los territorios después de tantas décadas de violencia. En las regiones millones de colombianos no han tenido voz, han tenido miedo y no han tenido la posibilidad de ser sujetos políticos. Si queremos entender qué quiere decir la construcción de una nueva ciudadanía de cara a un país en paz, esto significa reconocer a esas personas como protagonistas activos de la sociedad, de lo político y de lo productivo. No es solo un proceso para redignificarlas, sino brindarles herramientas de liderazgo y empoderamiento frente a los desafíos de una nueva sociedad que se está configurando. Y ese liderazgo pasa inevitablemente por la educación. Es un proceso de toma de conciencia, de fortalecimiento de la democracia a través de sus ciudadanos y de la educación con el objetivo de formar así un país más civilista.
S.E.:¿Cuál es ese nuevo ciudadano que queremos formar?
A.S.: Ese ciudadano que estamos formando tiene que enmarcarse en la importancia de los valores democráticos, que reconstruya un tejido social desecho por la violencia, el odio y la estigmatización. Tenemos que recuperar nuestra autoestima como nación, entender los principios esenciales que permitan la convivencia pacífica con pluralismo y respeto a las reglas del juego. Es fundamental que el papel de la educación interprete ese contexto y la formación de los nuevos ciudadanos se conciba bajo el prisma del momento histórico que está viviendo Colombia. Porque nuestro país ha convivido muchos años en el miedo, en los prejuicios, en la estigmatización, en el temor y en las lógicas maniqueístas. Tenemos que empezar a entender lo que significa la deliberación, la dialéctica intelectual y el diálogo como proceso de enriquecimiento de una sociedad y no como la mecha para encender nuevas violencias.
S.E.:De cara a las próximas elecciones, ¿qué deberían exigir los ciudadanos a los candidatos?
A.S.: Coherencia. Hay que descartar candidatos que enarbolan la importancia de los valores democráticos pero actúan con intolerancia, generando una permanente estigmatización de sus contrarios, con rabia e impulsando información falsa o verdades a medias. La responsabilidad que tienen hoy en día los líderes políticos frente a la polarización y de buscar la forma de dejar atrás la historia de violencia tiene que darse en un acto de coherencia. Como líderes deben entender lo que significa la memoria sin resentimiento, la reconciliación sin olvido y el debate público sin estigmatización. Deben asumir el liderazgo en una Colombia en pleno proceso de transición y que está buscando reconciliarse alejando sus propios fantasmas del pasado. Y asumir ese camino con la ilusión profunda de que vamos a ser capaces de ser un país más moderno, civilista y competitivo.
Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/alejandro-santos-semana-educacion-entrevista-a-alejandro-santos-por-su-aniversario/522713