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El pathos trágico de Venezuela en su laberinto (I)

Por: Fernando Esteche

¿Qué pasó (pasa) en Venezuela? 1) La ontología chavista

Chávez fue el mejor hijo de Bolívar, el dilecto. De eso nadie puede tener dudas. Por audacia histórica, por patriotismo nuestroamericano, por generosidad. Fue un estadista con la singular capacidad no sólo de comprender el tiempo histórico en el que vivió, sino de trazar una prospectiva que le permitió comprender cada sutileza de la política internacional. En el marco de un juego geopolítico entendió el antiimperialismo como necesidad casi existencial, como única posibilidad de realización de Nuestra América, por aquello que no se cansó de traernos al presente en cada intervención: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miseria en nombre de la Libertad”.

La Venezuela Bolivariana fundó un proceso de singular riqueza en su intento titánico por desembarazarse de los cepos que el liberalismo occidental le imponía a las formidables fuerzas revolucionarias del bravo Pueblo.

Así surgió una forma de producción política que es justo definir como Proceso Constituyente Permanente , y que nosotros hemos señalado como Revolución Permanente . [1] De eso se trata la ontología del chavismo en su producción histórica y política.

Revolucionar, superar los escollos, adecuarse a las nuevas realidades e incorporar al pueblo en un proceso constituyente; ir construyendo más y mejores herramientas y canales de representación y de democracia popular que se van superando conforme se constituyen, se recorren, se transitan y permiten nuevos estadios en el camino a la democracia directa. Esto, nada tiene que ver con el canon hegemónico de democracia que se nos propone desde las codificaciones de Filadelfia para acá.

Lo que de ninguna manera puede cuestionarse en Venezuela es que no haya sido sometido al escrutinio de la voluntad popular cada uno de los pasos que se fueron desarrollando. Es de una impertinencia descarada que países con bajísimos niveles de participación política se permitan cuestionar la calidad democrática del proceso bolivariano, que, entre todos los países del globo, es el que más elecciones (20 en total) ha concretado en los últimos tres lustros. Elecciones monitoreadas y sometidas a la inspección de las usinas homologadoras de occidente como la Fundación Carter y demás.

Hay numerosas doctrinas de diplomacia que reivindicarán el principio de “no intervención” y de respeto de la voluntad soberana de los pueblos. Doctrinas que debieron, desde finales del siglo XIX en adelante, esgrimirse y sostenerse frente al recurrente y arrogante injerenismo norteamericano en la región.

El pueblo venezolano consagró legal y legítimamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que determina en su articulado al Presidente de la Nación y su Consejo de Ministros en condiciones de convocar al poder constituyente:

Art. 347 – El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución .

Art. 348 – La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Concejos Municipales en cabildo, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; o el quince por ciento de los electores inscritos y electoras inscritas en el Registro Civil y Electoral.

De esta manera, la impugnación de la eufemísticamente llamada “oposición” a la convocatoria presidencial para una Asamblea Nacional Constituyente, cuestiona a la mismísima Constitución del estado. La reivindicación del esencialismo republicano que promueven se desbarata y no hay mueca mediática que pueda disimularlo. Lo que se está cuestionando no es la administración de gobierno, sino la República Bolivariana. No se trata de Maduro sino de todos los derechos y deberes que se construyeron a través del proceso constituyente durante el chavismo.

2) El golpe de Estado de la Asamblea Nacional

Para comprender mejor el proceso de inestabilidad institucional como golpe de Estado continuado, es dable recorrer cómo se desarrolló el encaramamiento de la derecha fascista en el poder institucional.

En diciembre de 2015 la derecha, articulada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se impuso en las elecciones legislativas para la Asamblea Nacional. Sin embargo, previo a la publicación de los resultados finales desconocían los comicios, tal como desconocieron todos los resultados electorales entre 1999 y 2015 y la propia Asamblea Nacional. Sin embargo, al conocer su victoria, la derecha aceptó plenamente los comicios.

El antecedente del desconocimiento del triunfo de la elección presidencial de Nicolás Maduro Moros y la violencia impuesta a través del plan “La Salida” (2013, 2014), [2] permiten comprender el desarrollo de una maniobra para la deslegitimación del gobierno y de la República Bolivariana. Ya hemos señalado en artículos anteriores en este mismo portal [3] lo infundado de los argumentos de estos sectores que pretenden impugnar y cuestionar la transparencia democrática y la legitimidad del presidente Maduro.

Producto de una reforma electoral pensada en realidad por la administración Maduro como picardía para sostener una mayoría ficticia, con un volumen de votos absolutos ajustadamente mayor al del oficialismo, la oposición fascista logra mayor cantidad de representantes a la Asamblea.

Numerosos fueron los caminos que la oposición pro-imperialista. Como una Hidra de Lerna , pergeñó para provocar el golpe de Estado continuado. Pensaron en exigirle al presidente la renuncia, en realizar un juicio por insania contra Maduro, en mentir sobre su nacionalidad; intentaron promover una enmienda constitucional para acortar el mandato, convocar una constituyente para volver al esquema representativo de la IV República; las guarimbas ; el referendo revocatorio, entre las más destacadas.

A finales de abril de 2016 decidieron activar el proceso para solicitar el revocatorio. Para concretar dicha convocatoria debían presentar el 1% de las firmas registradas electoralmente -con el objetivo de legitimar a las organizaciones políticas promotoras de dicho proceso- y posteriormente debían recoger el 20% de firmas del padrón electoral.

Este proceso, cuando presentaron el primer 1%, se vio abortado ante la evidencia de por lo menos 600 mil firmas apócrifas entre las que se hallaban 11 mil personas fallecidas, 53 personas no registradas en el padrón, más de 3 mil menores de edad, 1500 privados de su libertad por delitos graves como violaciones u homicidios, con más de 10 mil denuncias por usurpación de identidad. Pese a las advertencias del caso, el Consejo Nacional Electoral-CNE (que según la Constitución Venezolana es un poder autónomo equivalente al legislativo, judicial y ejecutivo) autorizó a que se recolectaran el 20% de las firmas empadronadas. Sin embargo, fueron numerosos juzgados los que plantearon recursos de amparo y suspensión del proceso ante la masividad de las denuncias por usurpación de identidades. La oposición responsabilizó a Maduro de esta situación con el objetivo de ir produciendo un imaginario de inestabilidad institucional.

El 23 de octubre de 2016, la Asamblea Nacional sesionó bajo el ordenamiento de la oposición nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y se declaró en abierta rebeldía. Acordaron los siguientes puntos:

  • Declarar que el Presidente Maduro dio un golpe de Estado y que, por lo tanto, quebró el orden constitucional.
  • Solicitar a todos los organismos internacionales la aplicación de sanciones contra Venezuela. Es menester contemplar que sobre los cinco poderes constitucionales, los organismos internacionales atenderán sólo los requerimientos de la Asamblea Nacional desoyendo a los otros poderes legal y legítimamente constituidos.
  • Denunciar ante la Corte Penal Internacional los rectores del CNE y a los jueces que suspendieron el proceso revocatorio.
  • Destituir a los rectores del CNE como así también a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
  • Decidir sobre la supuesta doble nacionalidad del presidente Maduro a fin de destituirlo (al respecto, la Cancillería colombiana desestimó formalmente dicha posibilidad).
  • Decidir sobre el abandono del cargo de Maduro a fin de destituirlo (esto se produce cuando se encontraba de gira internacional en los países de OPEP para resolver la regulación del precio del petróleo).

Asimismo, la Asamblea Nacional resolvió desatender las sentencias del Tribunal Superior de Justicia que anulaban sus actuaciones por inconstitucionales además de declararlas “en desacato”, impugnando todas las acciones hasta tanto no se ajuste a derecho. De esta manera, lo que podemos observar es que uno de los poderes constitucionales -polémicamente constituido y con una legitimidad severamente cuestionada- desconoce otro poder (TSJ) e impugna a los dos restantes (Ejecutivo y Electoral) pretendiendo disolverlos.

Esto expone al sistema institucional venezolano a un Estado de excepción, si uno fuera contemplativo; aunque en realidad se trata de un poder en el cual se encaramó la derecha pretendiendo avasallar al resto de los poderes y con ello, a la propia República Bolivariana. Esto hace inevitable la referencia al ascenso del hitlerismo desde el Reichstag, donde la llegada al poder se dio mediante un proceso que desde el parlamento comenzó a impugnar los distintos poderes instituidos.

A pesar de todo lo expuesto, Maduro sigue convocando a la oposición abiertamente anti-republicana a discutir los caminos de resolución de la compleja situación a la que semejantes irresponsabilidades (e irresponsables) arrastraron a Venezuela. Para llevar adelante este diálogo, pidió la intervención de la UNASUR y de los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos. Por su lado, la oposición pidió la intercesión del Vaticano, a lo que inmediatamente se accedió. Sin embargo, la Iglesia Católica Venezolana es abiertamente opositora y se ha encargado de sabotear este proceso.

El carácter “hidrático” o “multicefálico” de la oposición operada y monitoreada alternativamente por el IRI republicano o la NED demócrata, dificulta la posibilidad de previsibilidad de este sector y la concreción de acuerdos.

3) Quién es quién. De villanos y héroes

En esta tragedia hay algunos personajes interesantes a contemplar para imaginar las posibles resoluciones parciales y comprender las razones de algunos movimientos que, en apariencia asépticos, se encuadran en las distintas maniobras posibles sobre el futuro de Venezuela.

Es el caso de la fiscal General Luisa María Ortega Díaz, quien se encuentra en su cargo desde el año 2007 y fue confirmada por la Asamblea Nacional (pese a que se encontraba declarada en desacato por el TSJ y por lo tanto, sus resoluciones eran nulas). Sobre Ortega Díaz pesan decenas de señalamientos por su parcialidad política a favor del chavismo.

La fiscal es la esposa de Germán Ferrer, diputado del Gran Polo Patriótico. Su hermano es Humberto Ortega Díaz, protagonista junto al Comandante Hugo Chávez en el Movimiento del 4 de Febrero. Se desempeñó en diferentes cargos del gobierno chavista, incluyendo el directorio de la extinta CADIVI (Comisión de Administración de Divisas, actualmente Centro Nacional de Comercio Exterior o CENCOEX).

Ortega Díaz fue una de las que más fervientemente señaló la justeza de la detención del golpista Leopoldo López y ha tenido casos como aquel donde acusó a los miembros de la ONG SUMATE, conducida por la opositora María Corina Machado, por conspiración contra la Nación y por recibir dinero espurio. A su vez, figura entre los funcionarios que el Senado norteamericano señaló como involucrados en violaciones a los derechos humanos, desde la singular mirada que pueden tener desde el imperialismo sobre este tema y la situación venezolana en general.

Sorpresivamente, fue esta funcionaria la que le otorgó cierta legitimidad a las infundadas denuncias de la Asamblea Nacional sobre el “autogolpe” de Nicolás Maduro, desconociendo las propias sentencias de los tribunales venezolanos y cuestionando la decisión del CNE. Comienza así, un curioso derrotero que irá sintonizando cada vez más finamente con la idea de guerra híbrida.

En estos dos meses, donde se pueden identificar un recrudecimiento de las protestas y guarimbas callejeras, fue Ortega Díaz quien ofició de vocera e informante sobre las trágicas muertes que se fueron sucediendo. Sin plantear ningún tipo de control o supervisión de los acontecimientos desde su fiscalía, sino simplemente como cronista de los mismos, responsabilizó al gobierno de Maduro con los mismos argumentos que utilizó la oposición. Además, ha quedado en evidencia la “inacción” que ha mostrado la fiscalía ante las protestas y cómo esta situación propicia un clima de impunidad.

El 19 de mayo, excediendo nuevamente sus funciones de Fiscal General, ya no sólo ofició de vocera del relato opositor, sino que además impugnó la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Esto lo hizo, no desde el punto de vista del derecho, sino como valoración política, lo que la convierte, por si ya no lo era, en un actor central que se pretende en una equidistancia –a todas luces desigual- entre el chavismo y la oposición. La señora se va probando el traje para ponerse a la cabeza de un eventual gobierno de transición.

Para el coordinador general del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA), Rafael Uzcátegui, “la Fiscalía vive un proceso de reinstitucionalización”. Por otro lado, Lilian Tintori, esposa del encarcelado dirigente opositor Leopoldo López, celebró el accionar de Ortega Díaz: “Se pasó al lado correcto ¡Celebro que la fiscal se pasó al lado correcto!”.

El TSJ en ejercicio de sus incumbencias, con una minoría disonante de su lógica política, es quién ha señalado la gravedad institucional de desacato de parte de la Asamblea Nacional. No parece ser este cuerpo colegiado, como poder independiente, un ariete de la política imperial y de la operacionalización de Guerras de Cuarta Generación o golpe blando como hemos visto en Honduras, Paraguay y como operaron en Argentina y Brasil. De ahí se comprende la cooptación de la fiscal general en la construcción de una legitimidad que exceda la autolegitimación de un propio cuerpo como la AN.

Lo mismo, tanto el CNE y los rectores que lo integran, y el TSJ, han sido cuestionados e impugnados por parciales y por haber sido constituidos bajo la hegemonía chavista. Es claro que lo que están cuestionando es la República Bolivariana con toda la institucionalidad que esto importa.

4) El golpe blando. La violencia, Sharp y Nye.

La evidente maniobra desestabilizadora, que se encuadra en las teorías y manuales de Gene Sharp y Joseph Nye e intenta promover nuevas formas de dominación sobre los pueblos, ha sido profusamente explicitada y denunciada por el mismo gobierno bolivariano.

Las grandes cadenas noticiosas ofrecen la imagen de una Venezuela en rebelión, con un gobierno dictatorial y tambaleante, mal informando sobre hechos trágicos y ocultando la realidad de las agresiones a la República.

Simultáneamente, el inefable Luis Almagro como Secretario General de la OEA, (definida por el canciller de la Dignidad, el cubano Raúl Roa, como Ministerio de las Colonias) impulsa sanciones contra el gobierno del presidente Maduro respondiendo a los reclamos de la derecha anti-republicana. Promueve la aplicación de la Carta democrática y tiene como trágodos y coreutas solícitos al gobierno de Argentina y al gobierno usurpador de Brasil. Asimismo, se suspende a Venezuela del MERCOSUR en atención a la Carta Democrática, con maniobras descaradas y jurídicamente inconsistentes.

Lo que enfrenta Venezuela es un golpe de Estado continuado o ahora llamado golpe de Estado blando. Se trata de una guerra abierta híbrida impulsada por el imperialismo que conjuga tácticas de Guerra de Cuarta Generación con pre-insurgencia callejera combinado con maniobras de aislamiento internacional, a fin de asfixiar y deslegitimar al gobierno.

Las masacres sobre dirigentes y militantes que en Honduras o Paraguay se perpetraron a expensas de lo que ellos llaman golpes blandos, sin mencionar las revoluciones de colores del Magreb, contrastan con la idea que pretende restarle contundencia a los golpes. Se trata sin más de una usurpación del legítimo poder y de una guerra contra los sectores populares.

El eufemismo de golpe blando o golpe suave fue pergeñado por el estadounidense Gene Sharp, a finales del siglo pasado, y ha cobrado singular vigencia en la última década a expensas del redespliegue imperialista en distintas regiones del globo.

Sharp señala que “la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (…) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas”. Con sintética elocuencia define las nuevas tácticas que se fueron tomando en guerras de baja intensidad, de cuarta generación, o híbridas.

Sharp plantea un repertorio que abarca desde el debilitamiento del gobierno hasta la fractura institucional. El autor del polémico ensayo titulado “De la dictadura a la democracia” describe 198 métodos para derrocar gobiernos mediante “golpes suaves”. Russian Today las sintetizó en cinco etapas:

  • Promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores.
  • Desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el Gobierno en el poder.
  • La lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
  • Operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”.
  • Forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.

Gene Sharp remite inmediatamente a Joseph Nye y su teoría de poder blando y poder inteligente.

Lo cierto es que en su momento el Comandante Chávez al ver el accionar que a través de la NED se operaba en el Magreb, hizo la primera advertencia que se volvió grito desesperado ante el mundo frente a los acontecimientos de Libia y el asesinato de Gaddafi y sus hijos. En soledad, denunció el magnicidio y advirtió sobre la operación destituyente y disolvente que se había realizado. No le costaba imaginarse en el lugar de Gaddafi. Esta operación se llevó adelante siguiendo puntualmente el protocolo propuesto por Sharp.

Primero en Libia, sin considerar cada una de las revoluciones de colores del Magreb, luego en Siria. Operaciones de falsa bandera, montajes de enfrentamientos de tropas gubernamentales contra manifestaciones desarmadas, aislamiento internacional, gran campaña mediática, disputa de sentidos y luego guerra abierta.

Esta situación llega al extremo cuando vemos que el alcalde David Smolansky, integrante del partido Voluntad Popular, escribió en su cuenta personal de la red social Twitter que el gobierno de Maduro estaba utilizando armas químicas contra la población “como está ocurriendo en Siria”.

También en Honduras, Paraguay y Brasil se desarrollaron y desarrollan procesos de guerra híbrida y se trabaja con el protocolo destituyente. Pero Venezuela es sin dudas, el escenario privilegiado de dicha maniobra.

Quien esto escribe ha podido ver personalmente en Caracas el accionar de grupos juveniles, generaciones que crecieron en el chavismo, de sectores medios y medios altos, perfectamente organizados, coordinados, pertrechados con máscaras anti-gas, cascos y armamento casero; con nociones bien claras de movimiento insurgente y urbano; con jefes de grupos, orden cerrado y orden consecutivo de mando. Esto en medio de masivas concentraciones de sectores del mismo rango social pero absolutamente desentendidos de estas operaciones, aunque les dan contexto.

Ataques a escuelas públicas, a un hospital materno infantil; invasión de bibliotecas estatales con quema de mobiliario; destrozos de señalizaciones urbanas y luminarias; obstrucción de vías de transporte y derribe de árboles sobre calles; saqueos a comercios y ataques a locales partidarios u oficinas gubernamentales; emboscadas a personal de las fuerzas de seguridad, incendios de transportes que no acatan el paro. Guarimbas que empiezan a controlar zonas de acceso a urbanizaciones y cobrar peajes. Quema masiva de vehículos. El paroxismo fue la toma de la sede del TSJ, hecho que expone un grave y delicado ataque a uno de los poderes constitucionales y que ningún medio internacional cuestionó, sino que festejaron.

De eso se tratan las movilizaciones “no violentas” de la oposición anti-republicana de Venezuela. Uno no sabe si ya han pasado a otra etapa de guerra abierta en las calles o a la no violencia del protocolo Sharp, que en este caso se viste de vandalismo y sabotaje.

Una profusa campaña mediática presenta la situación con mayor gravedad y masividad de la que realmente tiene. No hay que dejar de contemplar que estos movimientos de insurgencia callejera atacan al corazón del funcionamiento urbano normal, perjudicando al comercio, al trabajo, la educación, principalmente. Incluso impacta sobre la cotidianidad de la propia base social en que se sustenta.

Un parágrafo singular merecen las trágicas muertes de cuarenta y dos venezolanos en lo que va desde el 3 de abril al 16 de mayo. Sobre esto que se presenta idéntico al caso sirio (como un gobierno asesinando a sus ciudadanos) vale la pena señalar que 25 personas de esas fueron asesinadas por opositores, por ser chavistas o policías. Es decir, más del 60%. Dos motorizados fallecieron por accidentes provocados por trampas y barricadas colocados en rutas por los opositores. Nueve enrolados en la oposición murieron electrocutados al querer saquear un freezer de una panadería.

Hasta la fecha se cuentan tres muertes por acción policial, razón por la cual una docena de funcionarios involucrados han sido detenidos y procesados. Otros tres casos se están investigando, pero son elocuentes las imágenes que los muestran con vida cuando son rodeados por otros opositores y caen exánimes con el resultado trágico de su muerte producida por armas caseras a muy corta distancia. Se investiga si se trata de asesinatos de falsa bandera para acusar al gobierno de los mismos tal como también se probó que ocurrió en Siria.

5) La guerra económica

Hiperinflación, internacionalización de precios, desabastecimiento. Largas colas para conseguir algún producto de la canasta básica. Asignación por libreta de identidad del día para poder hacer compras con precios controlados. Bancarización.

La guerra económica es el plafón en el cual se desarrolla el golpe de Estado continuado y busca generar descontento, desabastecimiento programado e hiperinflación provocada. Claro que hay responsabilidades de impericia gubernamental, de corrupción enquistada en sectores claves del Estado, pero no puede dejar de verse el sabotaje y boicot deliberado por parte de las clases dominantes que controlan el 92% de la producción y el abastecimiento de productos básicos. Fedecamaras-Venamcham es uno de los principales integrantes de lo que llaman “la oposición” y como tal, actúa de manera criminal contra su pueblo.

Por eso hay que señalar que si bien la crisis de precios del petróleo en una economía que el chavismo no supo o no pudo reconvertir y superar impactó de lleno en la vida cotidiana de los venezolanos, hoy que los precios internacionales del petróleo tienden a estabilizarse arrecia la carestía de la vida hacia el interior de Venezuela. Esto se explica principalmente por la guerra económica.

Desarrollan esta guerra las clases empresariales privadas de la derecha anti-republicana, en combinación con la gran banca internacional. Por eso Venezuela ha sido sometida al bloqueo financiero con muy malas calificaciones de las agencias de riesgo (Standar & Poor’s, JP Morgan) siendo este país uno de los más puntuales pagadores de deuda. Se ha montado un cerco, un bloqueo y un boicot de la banca internacional para el acceso a créditos y divisas.

Esto se expresa en acciones pérfidas denunciadas por Maduro, como el abandono de los compromisos contraídos por el City Bank, a través del cual el estado venezolano pagaba todas las cuentas del país para las transacciones en Estados Unidos y en el mundo, lo que demoró la posibilidad de que el gobierno pudiera resolver la importación de alimentos y medicamentos.

El descalabro del mercado cambiario para agudizar la inflación, acciones que sólo pueden realizar grupos poderosos financieros, y la manipulación del mercado cambiario empujando la inflación, ataca de lleno a las políticas de readecuación salarial que define el gobierno.

Así se produce una suerte de vasallaje en el monopolio de esta divisa extranjera a los comerciantes, productores e importadores quienes trasladan el precio al consumidor y al usuario.

6) La posibilidad de la Paz

Según pudimos observar y conversar con distintos analistas políticos en tierra de Chávez, la República Bolivariana de Venezuela enfrenta el desafío de superar esta guerra híbrida planteada desde las necesidades del redespliegue imperialista en la región en combinación con las clases dominantes venezolanas.

El gran desafío es construir la tregua, conseguir la pacificación, en la que no merece hacerse ilusión alguna nadie de que será total, en tanto exista el imperialismo como sistema de producción histórica social.

Hay por lo menos cuatro caminos o planes de construcción de una paz medianamente estable que permitan desarrollar medidas de normalización de la vida cotidiana de los venezolanos.

Uno es el Plan Destituyente, es decir, la culminación del golpe de Estado continuado mediante la renuncia de Nicolás Maduro a la presidencia pero que no resolvería el problema del chavismo en el poder porque debería sucederlo el vicepresidente. Además, los poderes constitucionales CNE y TSJ son definidos por el anti-republicanismo como parte del sistema chavista bolivariano. Es decir, lo que haría falta es la renuncia en masa de los funcionarios del Estado, los cuales esperan poder someterlos a una Justicia readecuada y aggiornada al tiempo de revancha que añora la derecha escuálida. Este Plan no contempla a los sectores populares, no considera a los dignatarios directos de la Revolución Bolivariana que hasta aquí, por prudencia, no han ganado masivamente las calles para defender la República Bolivariana.

Porque si bien es cierto que en comunas populosas como el 23 de enero se han perdido elecciones, no es menos cierto que los cerros y los barrios víctimas directas de la guerra económica tienen muy clara la naturaleza política de la propuesta de la oposición con la que nunca podrían conculcar más allá del descontento que pueda sucederse producto de la carestía de la vida.

Sectores que se reivindican chavistas pero critican a Maduro por su impericia en resolver la crisis y su incapacidad en combatir la corrupción de las propias filas, o eventualmente por haber acertado en combatirla, están pensando en que una posible pacificación venga de la mano del Plan Zamora.

El “Plan Estratégico operacional Zamora” fue presentado en abril por el propio presidente Maduro quien sostuvo que “El Departamento de Estado (EEUU) ha dado la luz verde y el visto bueno para un proceso golpista descarado para la intervención de Venezuela, así lo digo y así lo enfrentaré (…) Frente a este escenario he decidido activar el plan estratégico especial cívico militar para garantizar el funcionamiento de nuestro país, su seguridad, el orden interno, y la integración social, Plan Zamora que me ha sido presentado por el comando estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)”.

El presidente anunció activación de la Fase Verde de dicho Plan. Hay quienes piensan en una conmoción interna y una amenaza externa muy grave y sueñan con superar las fases subsiguientes hasta alcanzar el control por parte del Jefe Operacional del Plan, el General Vladimir Padrino López, actual Ministro de Defensa, que desplazaría al presidente Maduro. Cuartelero con terreno, no es un general de escritorio; querido por las tropas y alineado a Diosdado Cabello, quien parecería encarnar mejor que el propio Maduro la herencia de Chávez y que expresa al ala militar de la Revolución Bolivariana.

El General Padrino López se ha mostrado como uno de los más leales al presidente, por lo cual la idea de ser vector de su desplazamiento aparece medio reñida con la realidad, pero en la conmocionada tierra de Bolívar todo es posible desde Páez en adelante.

La implementación radicalizada de dicho plan podría plantearse como una posibilidad transicional con el reaseguro de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Claro que semejante situación es imposible de concebir sin un acuerdo de algún tipo con los Estados Unidos; de lo contrario sería profundizar la inestabilidad y excepcionalidad institucional para ofrecer una excusa al intervencionismo.

La aplicación de dicho plan con o sin Maduro y sin acuerdo con los Estados Unidos redunda en la profundización de la guerra que pasaría ya a un estadio de defensa nacional del tipo sirio.

La otra posibilidad, plantada por quienes piensan en salidas y transiciones, se articula en torno de la Fiscal General y la posibilidad de que encabece una transición que contenga al chavismo y ordene la hidra opositora en una solo lógica institucional.

La propuesta del presidente Maduro ha sido la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

Ante la ficción del reclamo opositor por democracia, el presidente pergeñó la maniobra ofreciendo más democracia. Así se le arrebató de un saque una de sus principales banderas, que se la ve en figurillas para explicar por qué no acuden al llamado a Asamblea Constituyente.

Algunas críticas que plantearon tienen que ver con que una asamblea no resolverá los problemas estructurales de Venezuela, lo cual es indudablemente cierto. No puede resolver ni la guerra económica, ni el redespliegue imperial ni el sabotaje institucional interno; pero ofrece un escenario democrático de construcción de marcos generales legitimados para intentar resolver estas cuestiones. Como sea, aparece como la propuesta más sensata en el intento de pacificación parcial del país.

7) La imposibiidad de la Paz

“ La Paz en Colombia es la Guerra en Venezuela” nos decía una fuente altamente calificada para el análisis de este proceso de doble impacto.

Siempre se entendió como verdad de perogrullo que la insurgencia colombiana operaba como una suerte de retaguardia estratégica de la Revolución Bolivariana y como contención del injerencismo norteamericano.

Paul Coverdell, relator legislativo ante el Congreso Norteamericano, cuando se presentaba el Plan Colombia definía explícitamente que el objetivo del mismo tenía que ver directamente con el control de Ecuador y Venezuela, dos de las principales (sino las principales) cuencas petrolíferas del planeta.

Cuando los más destacados articuladores de la geopolítica norteamericana definen la etapa de “guerra infinita”, lo que nos están anunciando es justamente que la principal forma de producción política es la guerra, y que eventualmente la política, contrariando en 180º a Clausewitz, aparecerá como continuación de la misma, como momento extraordinario.

Por esto, y porque entendemos que lo que sucede en Venezuela es un plan sistemático de desestabilización en el marco de una guerra de cuarta generación y eventualmente de guerra híbrida, pensar la paz es pensar sólo un momento posible de la política. Se trata de una guerra no declarada por parte de los Estados Unidos, cuya posibilidad de retracción en su redespliegue, es el fracaso continuado que viene sucediéndose de su proyecto de fin de ciclo y de construcción de alternativas de dominación con las (nuevas) derechas.

Hay que entender la victoria de Lenin Moreno en Ecuador a partir de los estragos de la restauración neoliberal que el macrismo operó en Argentina. Del mismo modo, la victoria de Lenin Moreno provoca la agudización de la ofensiva contra Venezuela en la desesperación por contener la reversión del cambio de correlación de fuerzas internacional que habían conquistado. El inminente fracaso de la operación en Brasil, con los escándalos de Temer y la acometida de Lula, son también elementos de contextualización para el aceleramiento del estrangulamiento sobre el proceso bolivariano.

Es una bomba de tiempo y el tiempo corre a favor de los Pueblos. Sólo así se explica la desesperación y urgencias por definir los procesos abiertos.

La posibilidad de intervención extranjera parecería imposible si seguimos pensando en la primavera postneoliberal y fácilmente olvidamos la larga y trágica historia de intervencionismo norteamericano en Nuestra América.

Las nueve bases norteamericanas desplazadas en Colombia configurando un cinturón contrarevolucionario, sumadas a las bases de OTAN en el Caribe -puntualmente las bases de F15 y F16 de Curazao y Aruba a 40 Km de la Península de Paraguaná donde se concentran las mayores refinerías venezolanas-. Son sugestivas las disposiciones, lo que no puede entenderse sino fuera a través de un plan injerencista invasor y apropiador de dicha península en atención a la doctrina de defensa de los intereses vitales ante posibles situaciones de alta inestabilidad política.

Insistimos en que se están subestimando las reservas de subjetividad revolucionaria del Pueblo Bolivariano y de los pueblos todos de Nuestra América. Las demostraciones de las Fuerzas Armadas Bolivarianas comprometidas en el antiimperialismo -milicias de defensa bolivarianas donde se enrolan centenas de miles de venezolanos-, son solo muestras parciales de la enorme capacidad de resistencia que nuestro continente posee para enfrentar una agresión injerencista.

Sostenemos, sin temor al error histórico, que Caracas puede convertirse en la Madrid americana. No nos caben dudas que contingentes de revolucionarios nuestroamericanos están dispuestos a auxiliar al bravo pueblo bolivariano ante un ataque invasor norteamericano.

La gran diferencia es que aquella heroica Madrid luchaba desesperada contra una tendencia histórica que la enterraba. En este caso, la heroica Caracas se mantiene firme a favor del tiempo histórico, que ya está sepultando la era del imperialismo. ¡El mundo ha cambiado, por eso nos vestimos con el optimismo histórico que nos advierte que Venezuela vencerá!

[1] “Revolución Permanente es Proceso Constituyente Permanente. Una mirada de la situación de la política revolucionaria en la Argentina”. Ponencia presentada en el XIII Seminario Internacional “Los partidos y una nueva sociedad”, México DF marzo 2009.

[2] Presentado por Leopoldo López en Estados Unidos el 31 de octubre de 2013, en un restaurante llamado El Arepazo, en compañía de representantes de la organización golpista Fundación Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex). Puesto en marcha luego de las elecciones de 2014.

[3] “Quieren desbolivarianizar Venezuela”. Noticias PIA. 14 de junio 2015. Disponible en http://www.noticiaspia.org/

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/06/05/el-pathos-tragico-de-venezuela-en-su-laberinto/

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El significante Venezuela y la nueva generación de izquierda latinoamericana

Por: María Luciana Cadahia

Desde hace unas semanas, a raíz de las declaraciones críticas de Lander sobre la situación en Venezuela y el papel del gobierno, se ha suscitado un debate en el interior de la izquierda latinoamericana. Intelectuales como Sarlo, Gargarella y Svampa –avalados por pensadores como Quijano, Mignolo, Walsh, Altamirano, Modonessi, etc..- salieron a respaldar la postura de Lander y redactaron un comunicado que, además de condenar la violencia de los últimos meses, hacen un llamado a profundizar la democracia en Venezuela. A primera vista no habría motivos para no estar de acuerdo con ambas premisas y celebrar el gesto de pensar públicamente lo que sucede en Venezuela desde dentro del campo de la izquierda -aunque también es cierto que resulta sospechoso poner en el centro del debate solamente a este país-. Uno de los grandes logros de la izquierda latinoamericana ha consistido en asumir el fracaso de la vía armada y violenta como mecanismo emancipatorio y la importancia de disputarle a la derecha el sentido de la democracia y las instituciones en nuestros países. Sin embargo, este comunicado fue visto con muy malos ojos por muchos de quienes han apoyado los procesos latinoamericanos de la última década –mal llamado ciclo progresista-. Figuras como Grosfoguel o Dussel han salido a denunciar la actitud de estos intelectuales, al punto de acusarlos de colaboracionistas del imperialismo. Preocupados por el retorno de la derecha en la región, algo que todos compartimos, asumen que cualquier crítica a nuestros procesos no haría otra cosa que fortalecer la avanzada de la derecha neoliberal y debilitaría aún más la lucha del campo nacional y popular.

Ahora bien, ¿no hay signos de agotamiento en la forma como se ha polarizado esta discusión? Y aquí me gustaría hacer una distinción entre polarización y antagonismo. Creo que lo primero nos sitúa en una posición identitaria. Al asumir que las posturas son irreconciliables se corre el riesgo de adoptar la actitud del polemista, a saber: elaboraré todos mis argumentos para reforzar mi posición y lanzaré todo tipo de acusaciones a quien no comulgue conmigo. El inconveniente de esta actitud -el problema de esta forma de positivizar las tensiones- es que terminamos por caer en una lógica defensiva y superficial que no modifica en absoluto el campo de fuerzas sobre el que deseamos intervenir. La actitud antagónica, en cambio, si bien asume la tragicidad de toda apuesta política -la irreductibilidad de los puntos de vista y la imposibilidad de “ponernos de acuerdo”- sabe que existe un juego de la representación que une a los dos polos en tensión. Dicho en términos hegelianos, no puedo oponerme a un otro si no comparto aquellas mediaciones por las cuales descubro esa diferencia de posición.

Por todo esto, celebro y promuevo la invitación de cierto sector de la izquierda a criticar la polarización con respecto a Venezuela, pero en un sentido muy distinto al que se ha propuesto en el comunicado. No se trataría tanto de ir “más allá de la polarización”-lo cual genera la ficción de un lugar sensato y neutral sin haber removido un ápice el nudo ciego del conflicto- como de “despolarizar” el debate. Y esto supone asumir un trabajo honesto con varios de los automatismos instalados en las distintas sensibilidades de izquierda de la región. Me parece que nuestro trauma oscila entre dos pulsiones, es decir, entre la «huida hacia adelante» y «el terror hacia lo existente». La primera, tendiente a «tirar para adelante» a toda costa, a sabiendas que el enemigo es muy grande y poderoso, corre el riesgo de empobrecerlo todo. Esto me recuerda la lógica de la mafia italiana: en ese intento por cuidar de un «nosotros» terminamos por cargárnoslos a todos, hasta que ese nosotros se convierte en una figura fantasmática sin espesura material. Podríamos decir que la lógica inmunitaria empieza a comérselo todo por dentro y las relaciones de poder acaban por obturar cualquier imaginación política. Pero me parece que también hay que trabajar la otra pulsión, esa especie de alergia inmediata hacia los proyectos populares que asumen la forma-Estado y dan lugar a experiencias de gobierno. Creo que allí se corre el riesgo de instalar la lógica inmunitaria de la paranoia, a saber: desconfiemos de toda fuerza política popular que gobierne y pongamos nuestro olfato detectivesco para vislumbrar el momento en que la causa popular es traicionada por el poder. Así, uno se sitúa en el cómodo lugar del lúcido desencantado, a la espera de encontrar el momento propicio para anunciar: “Se los dije. Esto iba a fracasar”. Creo que esta anticipación al fracaso como mecanismo de seguridad de mi propio lugar de enunciación también debe ser problematizado. Digamos que ambas paranoias intelectuales terminan por obturar las conexiones sensibles de todo proyecto emancipador. En un caso, ante la figura de un enemigo externo. En el otro, ante un enemigo interno que traiciona desde dentro la causa popular.

Lo que resulta llamativo de todo este debate –por no decir síntoma- es la tímida intervención de quienes pertenecemos a la nueva generación de la izquierda en la región. No me refiero solamente a los jóvenes militantes y académicos, sino también a los escritores, artistas y diferentes trabajadores de la cultura. Como los nuevos herederos de la izquierda latinoamericana es urgente empezar a construir una voz sobre lo que está sucediendo en la región. En cierta medida, este texto es una invitación para empezar a construir esta voz en colectivo. Y esto me lleva a una serie de preguntas sobre las que me gustaría reflexionar aquí: ¿La nueva izquierda latinoamericana se identifica sin más con esta forma de polarizar el debate? ¿Hay algo que nuestra generación pueda hacer para encauzar la discusión hacia lugares que todavía no han sido pensados? ¿Cómo vamos a asumir este legado y de qué manera nos vamos a posicionar? Nosotros no vivimos los convulsionados años 70’, muchos nacimos con el retorno de las democracias en el Cono Sur y crecimos en la fiesta neoliberal de los 90’. El proceso nacional y popular de los últimos años nos encontró muy jóvenes y nos obligó a reconfigurar nuestros sentidos comunes sobre el rol del Estado, las instituciones, los movimientos sociales, la democracia y el sentido de la emancipación colectiva. Si bien las generaciones anteriores nos dieron las pistas para leer todo lo que estaba pasando por fuera del ethos neoliberal que nos había constituido ¿no supone esta experiencia epocal un tipo de sensibilidad política diferente a la de nuestros predecesores? Por supuesto que esta diferencia no tiene por qué significar una ruptura o polarización –lo cual reiteraría aquello que me gustaría poner en cuestión aquí- sino la posibilidad de comprender que nuestras propias biografías nos sitúan en una posición distinta. Y esto significa empezar a reflexionar sobre el lugar de enunciación que estamos configurando de manera tímida y dispersa. Me parece que si bien somos herederos de esta polarización entre autonomistas –defensores de la autonomía horizontal de los movimientos sociales como el verdadero lugar de la emancipación- e identitarios- convencidos de que la identidad gubernamental de los procesos nacionales y populares no deben recibir ningún tipo de crítica -, creo que estamos en condiciones de remover estos sentidos comunes y hacer un aporte reflexivo a la discusión.

Aunque es importante repensar la escalada de violencia en Venezuela y la necesidad de profundizar los mecanismos democráticos mencionados en el comunicado, no comulgo con el lugar de enunciación desde el cual el comunicado asume la crítica al régimen bolivariano. Se deja ver allí un tufillo liberal de élite, tan desgastado como la posición de sus detractores. Seguir insistiendo en que la causa de la crisis en Venezuela se debe a la figura del líder autoritario, la opresión a la autonomía de los movimientos sociales y el rechazo a pensar por fuera del extrativismo patriarcal y estatal, es seguir repitiendo un libreto que distorsiona la lectura del campo de fuerzas geopolítico y regional -por no decir que comulga con la sensibilidad liberal de derecha-.

Resulta un poco paradójico que, ante los momentos críticos de las experiencias del campo nacional y popular en la región, este comunicado asuma las premisas de la lógica liberal representativa, muy cercana a la narrativa de las transiciones democráticas de los 80’ en el Cono Sur. Narrativa que tuvo por finalidad neutralizar las prácticas y procesos emancipadores de los años 60’ y 70’. Llama profundamente la atención que intelectuales interesados por construir un pensamiento alternativo a la lógica occidental –aunque tenga mis reparos con esta estrategia- terminen firmando un comunicado de estas características. Y creo que esto descansa en cierto vicio muy arraigado en nuestro ethos latinoamericano, a saber: la forma del gran fracaso. Una tendencia a la bipolaridad que oscila entre la creencia de que estamos haciendo algo completamente excepcional y por fuera de cualquier lógica conocida y el pesimismo generalizado de que todo se ha echado a perder de manera radical. Esta oscilación entre el gran entusiasmo y la gran derrota es una forma de sensibilidad que nos tiene atrapados y sobre el que pivotea la polarización que acabo de mencionar. La cuestión sería cómo salir de este círculo vicioso, sin caer en este otro vicio tan arraigado: la autocrítica. E sa exégesis de la “autocrítica”- tan cristiana, tan narcisista, tan retorcidamente autocomplaciente- y que nos impide estar más atentos a esas conexiones sensibles que el campo nacional y popular no deja engendrar una y otra vez. Estos últimos años de producción intelectual y política latinoamericana nos ha dado las herramientas para descubrir los tipos de racionalidades y sensibilidades que se han ido tejiendo alrededor de nuestras gubernamentalidades populares. Allí está la clave para descubrir los límites y posibilidades de esta vocación republicana-plebeya de ampliación popular de derechos y generar las condiciones para un uso social del capital-económico, simbólico, político, etc-. Claro que Venezuela necesita más democracia pero no habremos dado ni un paso si volvemos a caer en la lógica de la gran derrota. Es en lo mejor de nuestro legado republicano y emancipatorio del siglo XIX, en nuestras experiencias populistas de principio de siglo, en las actuales experiencias nacionales y populares de la región donde vamos a hallar la lógica material sobre la cual radicalizar aún más nuestras democracias. Pero tampoco habríamos dado un solo paso si no podemos crear las condiciones críticas para poder pensar preguntas como:

1. ¿Por qué no podemos construir una voz para decir que Lenin Moreno es un giro al centro consensualista y liberal sin ser acusados de traición a la causa popular?

2. ¿Por qué no podemos construir una voz para decir que la tendencia identitaria argentina termina por agotarse en sí misma?

3. ¿Por qué no decir que la miopía del MAS no deja verles las opciones que todavía tienen de generar nuevos aires y mostrarse renovados de cara a las próximas elecciones en Bolivia?

Pero también:

4. ¿Por qué no asumir que hay algo sospechoso en la pulsión de castigo a la situación de violencia generalizada en Venezuela sin poner esa misma pasión para hablar de Brasil, México o Colombia?

5. ¿Por qué no hacer un manifiesto regional que ponga todas las fichas de poder sobre el tablero y no las clásicas afirmaciones del líder autoritario y de la traición hacia lo popular?

6. ¿Por qué no partir de la consiga “fracasa mejor” en vez de instalar la postura del “te dije que íbamos a fracasar”?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227819&titular=el-significante-venezuela-y-la-nueva-generaci%F3n-de-izquierda-latinoamericana-

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Venezuela: una carta lamentable y una cuestión de metodo

Por: Guillermo Almeyra

Un grupo de intelectuales latinoamericanos y europeos ha publicado una carta sobre Venezuela que recién llega ahora a mis manos en esta Marsella tan lejos de Dios y tan cerca de Macron y de la “gran prensa” francesa, tan despreocupada por América Latina.

En dicho documento encuentro la firma de personas que respeto mezcladas con otras claramente de derecha y un enfoque sumamente preocupante. Los autores, en efecto, no recuerdan que la oposición venezolana ya dio un golpe (fallido) contra Hugo Chávez, que desde antes que Nicolás Maduro fuera elegido presidente buscaron derrocarlo con todos los medios posibles. Tampoco ve que esa derecha incorporó a la Asamblea Nacional dos diputados indígenas fraudulentos, que se opone sistemáticamente a un diálogo con el gobierno legítimo y constitucional, que asesinó a tiros a un juez que falló contra el golpista Leopoldo López, que es culpable de linchamientos y asesinatos, entre otros delitos y, sobre todo, que actúa para favorecer la amenaza estadounidense de intervención armada en Venezuela.

El documento ve solamente los muchos errores y limitaciones del gobierno de Maduro apoyado en las fuerzas armadas y por la boliburguesía, pero sostenido también por la mayoría de los trabajadores venezolanos sin ver el golpe proimperialista en abierta y descarada preparación. Su crítica a Maduro es por la derecha, no por la izquierda y no busca ayudar a los trabajadores a lograr su independencia política y su autoorganización para profundizar la democracia y el proceso de cambios y barrer al capitalismo, incluido su sector “bolivariano”. Por el contrario, propone un Comité internacional de pacificación ajeno al pueblo venezolano y de brumosa composición. Llamo a mis amigos y compañeros de izquierda a anular su firma y a reflexionar sobre el peligro que entraña este tipo de intervenciones bienintencionadas pero, a mi juicio, inoportunas y erróneas.

UNA CUESTION DE MÉTODO FUNDAMENTAL

Uno de los firmantes de la lamentable declaración de un grupo de intelectuales latinoamericanos y europeos sintió la necesidad-ante las críticas- de explicar o justificar su firma alegando las buenas intenciones del texto, aunque Rosa Luxemburgo haya dicho hace tiempo que las buenas intenciones pavimentan el camino hacia el infierno. Esa actitud es positiva y espero que en los próximos días otros se deslinden del documento en cuestión.
Éste es malo y de derecha, no de izquierda, y por eso lo firman también intelectuales liberalsocialistas y no solamente socialistas confundidos y sin rumbo, impresionados por las campañas de prensa capitalistas y por las ideas mayoritarias en la Academia y en el establishment.

Lo primero, ante un conflicto, es caracterizar quiénes se enfrentan tanto en el plano internacional, como en el nacional, pues el sistema capitalista no es una suma de países sino que es mundial. En Venezuela, país dependiente con un Estado capitalista con una economía desarrollista asistencialista en la que las bases fundamentales del capital no han sido tocadas, se enfrentan hoy, por un lado, dos bloques: el imperialismo –que ha declarado estar dispuesto a invadir- y dirige, orienta y finanza a las viejas clases dominantes locales que arrastran detrás de sí a la mayoría de las clases medias urbanas educadas en el consumismo ya un sector de los trabajadores rurales y urbanos y, por el otro lado, un sector nuevo de la burguesía – la “boliburguesía”- resultante del desarrollo del capitalismo de Estado, el cual se apoya sobre el aparato estatal (las Fuerzas Armadas, principalmente) y sobre el sostén que le dan, pese a todo, la gran mayoría de los más pobres y un sector de la intelectualidad más radicalizado. Se libra una exacerbada lucha de clases, pero ésta forma parte de la guerra civil declarada por el capital financiero internacional contra el nivel de vida y las conquistas democráticas arrancadas por las luchas sociales en el siglo XX.

La minimización del papel del imperialismo al analizar una situación particular es un error grave, fatal. Minimizar las diferencias que existen entre los intereses de los obreros, campesinos y pobres urbanos y la burocracia procapitalista y la burguesía nacional antiimperialista, como hacen los defensores acríticos de los gobiernos “progresistas”, conduce igualmente a debilitar la defensa contra el imperialismo, la cual necesita la independencia política de los trabajadores, su autoorganización y la expropiación de las palancas de la economía y de las grandes transnacionales, cosa que los Kirchner, los Correa, la dirección del PT brasileño y la boliburguesía temen como la peste porque no se proponen acabar con el capitalismo –como quería en cambio Chávez- sino reformarlo.

El texto de los intelectuales no piensa cómo reaccionarían los gobiernos de Estados Unidos o Francia si la oposición quemase oficiales retirados, linchase jóvenes partidarios del gobierno, incendiase, escondiese alimentos para provocar escasez, organizase la fuga de cientos de miles de dólares, llevase cientos de miles de personas a las calles todos los días con fines golpistas. Tampoco recuerda el golpe del 2002 que puso en el gobierno a los representantes de la gran burguesía y anuló las conquistas del chavismo antes de ser derrotado por la sublevación popular. ¿Alguien puede creer acaso que Washington y sus siervos de la OEA y las clases dominantes de Venezuela quieren un golpe para instaurar la democracia? Con sus posiciones, los firmantes trabajan para Wahington y su documento, por lo tanto, cualesquiera sean sus intenciones, es reaccionario.

Venezuela está en guerra contra el imperialismo y sus agentes. Y en una guerra, los derechos ciudadanos (entre ellos, las elecciones), por fuerza deben limitarse. Maduro debe ser criticado no por reprimir con el poder estatal a los golpistas y resistir al imperialismo o por no convocar ahora elecciones inmediatas sino por dar nuevas concesiones a las mineras, reprimir las huelgas, atribuir a la burocracia y a la boliburguesía el papel de salvadores de Venezuela, en vez de basar la defensa en los trabajadores autoorganizados y armados. Debe ser criticado por sus errores graves (como el intento de disolución de la Asamblea Nacional, en la que la oposición es mayoritaria) dándole armas a la propaganda del enemigo o la convocatoria de una Asamblea Constituyente sin hacer conocer primero qué quiere renovar en la Constitución chavista) y por tergiversar respecto a los referendos constitucionales necesarios.

Sin la política y la corrupción del gobierno de Cristina Kirchner, sin la corrupción del PT brasileño, hubieran sido imposibles Macri y Temer. Los “gobiernos progresistas” sin duda no son iguales que los proimperialistas pero el antiimperialismo declaratorio del gobierno kirchnerista, por ejemplo, ayuda al imperialismo y sus agentes cuando firma contratos secretos con la Chevron o el PT y su gobierno se niegan a dar tierras al MST y favorece a las grandes empresas. Frente al imperialismo y sus agentes nacionales esos gobiernos deben ser, sin embargo y pese a todo, defendidos, pero los intereses de los trabajadores y la independencia de los países requieren su superación. Pedir su retorno y dar por supuesta la caída de Maduro, además de contradictorio, es paralizante.

Nadie está exento de errores. Pero siempre es necesario un balance crítico de cada acto o declaración política que uno haga, para descubrir esos errores y corregirlos para no repetirlos. Por último, no está en cuestión el derecho a la crítica que sólo condenan los stalinistas de viejo y nuevo cuño. Lo que hay que hacer es criticar por la izquierda, no por la derecha.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227542&titular=venezuela:-una-carta-lamentable-y-una-cuesti%F3n-de-metodo-

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«Chávez no se atrevió a hacer lo que tenía que hacerse entre el 2002 y el 2003»

Entrevista a Roland Denis sobre la situación política venezolana

Por: Salvador López Arnal

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana, Roland Denis es graduado en Filosofía en la UCV y fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En los años 80s militó en el Movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramérica /Movimiento 13 de Abril. Es autor de, entre otros, Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012). Actualmente participa en la organización de las “Asambleas de Militantes” centrada en el apoyo a la construcción de los territorios de “Gobierno Popular”.

***

Le quiero preguntar por la actual situación política venezolana. Antes, si me lo permite, me gustaría iniciar nuestra conversación por algunas nociones previas y centrales. ¿Qué es, qué debemos entender por revolución bolivariana?

La revolución bolivariana es esencialmente una revolución popular-democrática, fruto de la rebelión popular que comienza a mediados de los años ochenta y se extiende hasta comienzos de los noventa con las insurrecciones militares y populares que se dieron entre el 92 y el 93. Esa fase rebelde creó las condiciones para generar un movimiento unitario dentro de los sectores organizados en la base del pueblo, hasta extenderse a toda la sociedad pobre. En medio de todo ese proceso inicial se fue armando el primer ideario revolucionario ligado a la idea de justicia social, refundación nacional, proceso popular constituyente, soberanía nacional y nuestramericana, y poder popular. Más adelante ella concluye su fase de radicalización liderizada por Hugo Chávez hacia las posiciones antimperialistas y socialistas en el 2005. Sin embargo, desde ese mismo año y a pesar del radicalismo de las ideas, una casta burocrática y militar muy corrupta se fue adueñando de los mandos políticos y estatales, revirtiendo gran parte de los contenidos democráticos y libertarios originales, hasta crear una suerte de autocracia política que aprovechó el apoyo que le dio el mismo comandante Chávez. Esto fue generando lo que hemos llamado un modelo de república corporativa-burocrática confrontada con la república autogobernante que se ha creado en la base, y por supuesto la república neoliberal impulsada por la derecha. La historia sigue sobre la confrontación de estos tres grandes polos de fuerza. Desgraciadamente en los últimos tres años, la apropiación descarada de la renta petrolera por parte de los sectores transnacionales, monopólicos, financieros, con la anuencia de esta casta corrupta, ha llevado hasta el desastre la situación. Es un verdadero desfalco nacional para lo cual han utilizado los mecanismos secretos y burocráticos del control de cambio, mas toda una política financiera del estado dirigida a favorecer exclusivamente al sector bancario y oligárquico, con lo cual han llegado a apropiarse de cerca de 300 mil millones de dólares, por fuga de capitales, deuda interna, etc. Algo bestial y vomitable pero que a estas alturas con una industria por el suelo, con una hiperinflación que genera un empobrecimiento galopante, todo ello está generando las condiciones para que la derecha y la vieja burguesía se apropien del poder de nuevo. La revolución, si algo han tenido estos años de ella, está en una situación realmente crítica, y en corto plazo no se ve la posibilidad de la resurrección de una vanguardia colectiva que ponga freno a este despeñadero, mucho menos una disposición política de parte de Nicolás Maduro para liderizar el revuelo político necesario que ponga coto al desastre .

Desde 2005 dice usted, “y a pesar del radicalismo de las ideas, una casta burocrática y militar muy corrupta se fue adueñando de los mandos políticos y estatales, revirtiendo gran parte de los contenidos democráticos y libertarios originales, hasta crear una suerte de autocracia política que aprovechó el apoyo que le dio el mismo comandante Chávez”. ¿Y por qué apoyó el comandante Chávez esa autocracia política? ¿Perdió el pulso político, se confundió de arriba abajo, confió en quien no debía confiar, traicionó la revolución si me permite la expresión?

Por qué apoyó esa casta burocrática tan corrupta y por qué no quiso nunca aceptar que así lo era, al menos abiertamente, son hechos cuyas explicaciones nunca son suficientes. Hay evidentemente una razón muy subjetiva de parte de Chávez. Venido de un mundo tan cerrado y corporativo como el militar, idealizó sin duda ese componente que se puso a su lado sobre todo después del golpe del 2002. Luego eso tiene que ver con el “bonapartismo” o “caudillismo” (algo que siempre le molestó mucho que le dijeran) de su propio liderazgo, algo que por su naturaleza lo impulsaba a establecer una relación de mando con su entorno cada vez más vertical -es la psicosis paranoica que se crea en líder máximo- que no acepta la delegación, el mando colectivo, la crítica y la autocrítica sino lealtades incondicionales. Es el terreno perfecto para el oportunista, y para que se afiancen las lógicas burocráticas y autocráticas de mando. Después de ello viene la corrupción, la cajas negras respecto al uso de los recursos, la plaga bancaria, financiera, negociantes y amigos rodeando estos personajes, etc.

Esta es una situación que se extendió a todo el movimiento popular que se fue mimetizando con esa conducta del silencio y la incondicionalidad de una manera bárbara (la ilusión del pobre que le da siempre la razón al buen padre que ama). Por otro lado, tenemos un Estado -y una sociedad que domina- acostumbrada culturalmente a ese comportamiento de las castas políticas. Algo que viene desde nuestra independencia y se acrecienta mucho más con la aparición del petróleo. El estado no es solo un mando colectivo de la burguesía, es una estructura “mágica” como decía Cabrujas, que todo lo define, y todo lo es ilusoriamente, y alrededor del cual individuos y familias, por miles y miles, viven de sus frutos de poder y riqueza.

Eso es una cultura consolidada que erosionó por todos sus costados el mando revolucionario. No tuvimos antibióticos frente a ella.

Y por último, para mí lo más importante, Chávez no se atrevió a hacer lo que tenía que hacerse entre el 2002 y el 2003. Radicalizó su discurso, se hicieron muchas expropiaciones,… Efectivamente, pero los nudos centrales de dominio burocrático, militar y oligárquico no los tocó, en PDVSA la cosa más bien se empeoró terriblemente hasta hoy.

El movimiento obrero y popular que se lanzó a cambiar las cosas de verdad con respecto a la tierra y la industria (bases de una nueva sociedad) fue en gran parte aplastado por la imposición de mandos ferozmente corruptos en todas las empresas y tierras que se tomaron o se invirtieron en ellas cuando eran proyectos nuevos hasta destrozar en una inmensa proporción esta experiencia clave. Allí Chávez tiene una gran responsabilidad y, por supuesto, el tren ministerial que lo acompañaba. Su miedo a la “anarquía” acabo con gran parte de la base productiva revolucionaria. Añádele esa estupidez monetarista, estatista y reformista del control de cambio todos estos años, más las dádivas delictivas financieras a la banca y se entienden muchas cosas.

Eso lo reconoció de alguna manera al final de su vida. Estoy seguro, que esta fue una situación, subjetiva y objetivamente, que se fue haciendo tan terrible para Chávez, que no sé si por fin algún comando demoníaco imperial le indujo el cáncer o no, pero en todo caso la neurosis creciente, la psicosis paranoica que fue creando en él todo este cuadro ayudó en gran parte a desarrollar el cáncer y matarlo.

Habla usted también de la apropiación de la renta petrolera por parte de sectores transnacionales, monopólicos, financieros, con la anuencia de esta casta corrupta. ¿Nos puede documentar esa afirmación? ¿A qué sectores transnacionales está haciendo referencia? ¿Quiénes integran esa casta corrupta a la que hace referencia?

Los datos concretos de todo ese inmenso desfalco están ahora a la vista con las exposiciones que se han hecho de la comisión de Auditoría Pública y Ciudadana que se conformó este fin de semana. Creo que los datos respecto a la fuga de capitales, la manipulación de la deuda, el desvío de recursos, sector por sector, están puestas en Aporrea, por el informe inicial de esta comisión.

Por supuesto faltan muchas cosas por investigar. Por ejemplo, lo que ha pasado con los bonos soberanos, el uso del Fondo Chino, el Fonden que fue la caja chica y secreta del gobierno hasta que lo quebraron por completo junto a PDVSA. Las empresas que mas han recibido dólares allí están: General Motors, Sidor, Polar, farmacéuticas, caucheras, Colgate, Toyota, el reino de consecomercio,… pero no se sabe nada aún de las empresas de maletín y me temo que esa información la desaparecieron.

Lo que ha pasado con la gigantesca corrupción en Corpoelec, CANTV, la Misión Vivienda, los monopolios internos de alimentos y los grandes “chivos” de este negocio ligados al ministerio de alimentación. Estaremos décadas con la lengua afuera descubriendo más y más datos de este desfalco descomunal.

Y si me preguntas por los personajes concretos de esta casta…

Le pregunto, le pregunto.

No son cuatro o cinco, son centenares que a su vez han creado sus propias redes de colaboradores y testaferros. Debe haber alguno que se salve pero todos los gobernadores chavistas obviamente que están en la lista. Una gran parte de los que han pasado por los mandos mayores militares y el ministerio de la defensa, con sus trifulcas internas pero siempre muy parejos con dirigentes como Diosdado Cabello. Suma los que han manejado el Seniat (impuestos) desde Vielma Mora hasta David Cabello, hermano de Diosdado. A ministros como Osorio que han manejado el componente de la alimentación, o Elias Jaua el de tierras hoy en baja. Suma los directorios del BCV, particularmente personajes como Nelson Merentes. Todos los directos desde que se formó Cadivi oficinas que han manejado el control de cambio, especialmente personajes como Barroso. Toda la dirección de PDVSA y en articular el indescriptible Ramírez y las redes de corrupción, tráfico y contrabando de combustibles, empresas de maletín contratistas, etc, que se generaron con su administración. La mayoría si no todos los gerentes de las empresas básicas de Guayana. Los que han pasado por la corporación de alimentos que ya no recuerdo su nombre. Pero allí también hay que sumar lo que ha pasado con las aseguradoras estatizadas, o negocios de este tipo ligados a personajes de la Fiscalía General, Los tribunales principales y el Tribunal Supremo.

Cualquier militante de base y funcionarios comprometidos en cualquier lado de Venezuela hoy en día con todas sus rabias podría darte más y más datos, es el pan de todos los días para uno. La casta corrupta es ya una protoburguesía que tiene el gobierno prácticamente en sus manos, muy enriquecida, con muchos capitales afuera, integrada totalmente al fuero nacional y transnacional del capital .

No es cualquier cosa lo que acaba de decir. Cambio de tema pero sigo dentro de estas preguntas básicas. Cuando hablamos del socialismo del siglo XXI, ¿de qué estamos hablando exactamente?

Personalmente nunca entendí de qué se trataba el bendito socialismo del siglo XXI inventado por Heinz Dietrich. Una combinación o cocktel extravagante entre mercado, estado, socialización, ecología y democracia, por lo visto. De todas formas esas son tesis creadas por cabezas intelectuales aisladas que tienen la suerte de ser secundadas y asumidas en algún momento por la pasión de un líder como Chávez. Pero no hacen parte de una verdad colectiva que se va fraguando en la lucha y dentro de la razón y el pensamiento colectivo. Yo personalmente no creo en inventos revolucionarios de maletín a la venta del público, tengan o no éxito en el mercado político e ideológico. Por ello se trata de una propuesta que para mí no supone nada.

Pero el mismo Hugo Chávez, salvo error por mi parte, habló del socialismo del siglo XXI. Incluso aquí, en Europa, hay colectivos que han tomado esa denominación.

Por supuesto, la premisa ideológica del socialismo del siglo XXI hizo mucha alaraca nacional y luego internacional. Chávez se entusiasmó con ella, queriéndola tomar como síntesis de su propuesta, y luego no sabía cómo explicarla en síntesis porque no son más que discursos sobre discursos, sin piel ni alma colectiva. Eso es un absurdo y una gran equivocación, ya que la revolución socialista o directamente comunista, planteada desde hace mas de siglo y medio, no trae consigo modelos programáticos acabados, Marx se cansó de reafirmarlo.

Yo me preguntaría ¿por qué esta tesis del socialismo del siglo XXI y no el “confederalismo democrático” plateado por la revolución kurda en Turquía y Rojava?. ¿Quiénes tienen la última palabra?. La palabra en todo caso la tienen los pueblos que insurgen en su momento histórico como los kurdos en este caso, o los zapatistas y la Sexta declaración de Lacandona. Esas son tesis mucho mas interesantes y universales porque se gestan desde pueblos que rompen un orden, destrozan sus lógicas materiales y culturales de dominio y forjan una realidad nueva en plena lucha. Allí si hay mucho que aprender. Eso sí tiene todo el sentido del mundo estudiarlo y asumirlo, mas no estas pedanterías intelectuales que le venden la salvación al mundo.

¿Hugo Chávez fue un revolucionario socialista? ¿Cómo el Ché o Fidel Castro pongamos?

Mucho más parecido a Fidel que al Che en todo caso. Un hombre que como Fidel creció junto a una revolución que lideriza y a la vez tiene la claridad de interpretarla. Probablemente no tuvo la capacidad que sí tuvo Fidel de sacarse de encima toda la basura oportunista que rodea todo proceso transformador, la vida por otra parte no le fue leal y murió relativamente joven. De estar vivo vaya a saber qué hubiese hecho Chávez después de aquel último discurso autocrítico y más radical y libertario que nunca, que llamó “golpe de timón”. Hugo Chávez esencialmente fue un revolucionario bolivariano que fue asumiendo con cada vez más profundidad los horizontes generales de un socialismo libertario.

Le pregunto ahora por este discurso.

Cuando quiera.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199595&titular=%22ch%E1vez-no-se-atrevi%F3-a-hacer-lo-que-ten%EDa-que-hacerse-entre-el-2002-y-

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Syriza y los resultados del socialismo burgués

Por: Rolando Astarita

El 13 de julio de 2015 Alexis Tsipras, cabeza del gobierno de Syriza, aceptaba aplicar el programa de austeridad y privatizaciones que le imponían la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo. Fue la condición para otorgarle un crédito por 86.000 millones de euros y evitar el default de la deuda, o la salida del euro. Aunque apenas seis meses antes, en enero de 2015, Syriza había ganado las elecciones prometiendo acabar con las medidas de austeridad y recuperar la economía. Más aún, ocho días antes de que Tsipras capitulara ante los acreedores y los ministros de finanzas, los griegos habían rechazado, en un referéndum, el programa de ajuste de Bruselas. En la noche victoriosa buena parte de la izquierda latinoamericana y europea saludó el resultado como “la derrota de los banqueros, el imperialismo y la patronal griega”. Pero a los banqueros y el establishment económico el “triunfo popular” no les importó. “O se someten a nuestras condiciones, o salen del euro” fue su respuesta. Syriza aceptó. Y aunque en  la campaña electoral de septiembre de ese año todavía proclamó que “Grecia es sinónimo de lucha y dignidad”, ya no entusiasmó a sus seguidores. La opinión pública se hizo consciente de que Syriza no tenía alternativa programática frente a la “solución” capitalista de la crisis.

Lo de Syriza se convirtió así en un fracaso estrepitoso. Un fracaso que, por lo demás, interpela al progresismo izquierdista europeo –Podemos, de España; Die Linke, de Alemania; los partidos comunistas- y al nacionalismo e izquierdismo latinoamericano –castristas, chavistas, kirchneristas, PCs y variantes-. Como ha sucedido históricamente con la socialdemocracia y otros gestores “por izquierda” del capitalismo, las recetas frente a las crisis confluyen, invariablemente, con las que prescribe la denostada “derecha neoliberal”. A fin de tener en claro de qué hablamos, veamos la evolución de algunas variables.

Un balance en gráficos

Fte: Banco Mundial

Precisemos que en el primer trimestre de 2017 la economía volvió a la recesión, y el gobierno redujo su previsión de crecimiento en 2017 de 2,7% a 1,8%.

La caída en términos de acumulación fue profunda, y la inversión sigue sin levantar cabeza:

Fte: OCDE

El desempleo, si bien bajó algún punto con respecto a su pico entre 2013 y 2014, se mantiene por encima del 23%, y afecta a un millón de personas.

Fte: FMI

Agreguemos que la tasa de desempleo entre los jóvenes de entre 15 y 24 años llega al 48%.

A la par que retrocedió la economía durante la crisis, aumentó la deuda pública, como se muestra en el siguiente gráfico:

Fte: Tradingeconomics / National Statistical Service of Greece

En 2017 la deuda es de 326.500 millones de euros; el 67,6% está a tasa variable. Casi 255.000 millones corresponden a créditos recibidos principalmente del European Stability Mechanism por los planes de rescate. Los pagos por la deuda este año rondarán entre los 8.500 y 9.000 millones de euros.

Un dato significativo: la recapitalización de los bancos agregó, desde 2010, 43.000 millones de euros a la deuda pública; es el 24% del PBI. A pesar de estas inyecciones, los préstamos en problemas (non performing) continuaron aumentando y en diciembre de 2016 representaban el 44% del total de los préstamos.

Ajuste, miseria y privatizaciones

El programa de salida de la crisis pasa, básicamente, por bajar salarios, aumentar la presión sobre el trabajo (flexibilización y precarización laboral, disminución de derechos sindicales y laborales, y similares), recortar el gasto social por parte del Estado y someter, vía privatizaciones de activos estatales, a todas las ramas y sectores a la lógica del mercado y la ganancia. Según el FMI, el ajuste realizado en los siete años de recesión que arranca en 2009 equivale al 16% del PBI. Algunos gastos se redujeron dramáticamente. Por ejemplo, el gasto en salud pública se comprimió al 4,5% del PBI (el promedio en la zona del euro es del 7%). Las pensiones también bajaron. Por caso, según las reformas introducidas en 2016, los ingresos de los pensionados por discapacidad, o jubilados con 15 años de aportes a la seguridad social, se han reducido un 30%. Paralelamente, subieron los impuestos. Como resultado de estas medidas, el superávit primario (esto es, antes del servicio de la deuda) en 2016 fue del 3,9% del PBI. Pero la pobreza alcanza al 30% de la población.

En cuanto a las privatizaciones, está previsto que involucre activos por 50.000 millones de euros; aunque en los cinco años que van hasta 2016 se privatizó por solo 3.000 millones de euros. Por eso el gobierno está buscando acelerar el proceso. La operación se realiza a través del fondo estatal Hellenic Republic Asset Development Fund. El HRADF se ocupa de vender activos estatales, formar asociaciones con participación de capital privado y entregar concesiones para operar puertos, aeropuertos, desarrollos inmobiliarios en lugares turísticos y playas, marinas, empresas de agua, gas, correos, telecomunicaciones, activos de los Juegos Olímpicos, empresas de generación eléctrica, ferroviarias y construcción de autopistas, entre otros (véase http://www.hradf.com/en/portfolio). Una de sus operaciones más importantes ya concretadas fue la venta del 51% de la Autoridad del Puerto del Pireo a Cosco Shipping Corporation.

Más exigencias

Grecia sigue sumergida en la crisis. En la medida en que la inversión no se recupera, la reducción del gasto reduce la demanda, lo que a su vez afecta a la inversión, reproduciéndose un círculo contractivo de la economía. En medio de este panorama, los ministros de finanzas europeos, encabezados por el alemán Wolfgang Schäuble, exigen que el superávit primario de Grecia, a partir de 2018, debe ser de por lo menos el 3,5% del PBI durante unos 20 años. El FMI objeta que eso es insostenible. Por eso, por ahora, el FMI, el BCE y los ministros de finanzas acordaron que el superávit del 3,5% será durante cinco años, a partir de 2018. En cualquier caso, hay consenso en exigirle a Grecia más reducción del gasto y aumento de impuestos. También en avanzar con las reformas laborales y las privatizaciones. Es la condición que ponen ahora para renovar los créditos. Es que en julio Grecia debe pagar 7.000 millones de euros al BCE y el FMI, y si los créditos no se renuevan, la deuda entrará en default.

Como corresponde, el gobierno de Syriza y el Parlamento responden haciendo los deberes. Recientemente se aprobaron medidas para eliminar subsidios a familias pobres con niños en edad escolar; a jóvenes con primer empleo en la eventualidad de que sean despedidos; a niños sin protección; y a gente que está en la pobreza absoluta. Se calcula que significarán un ahorro al Estado de 8.800 millones de euros en 2017. Aunque, como vimos, los acreedores van por más.

En conclusión, lo actuado por Syriza pone en evidencia las limitaciones insalvables del “socialismo burgués”. El gobierno de Tsipras ha llevado al movimiento progresista y de izquierda, y a las masas trabajadoras, a un callejón sin salida. Es que en la sociedad capitalista las crisis solo se superan si se restablecen las condiciones apropiadas para la inversión, que está en manos privadas. Se trata de una restricción objetiva; no puede superarse con buenos deseos o con discursos. El problema de fondo es que las condiciones apropiadas para la inversión pasan, fundamentalmente, por la rentabilidad del capital y la seguridad de la propiedad privada. En consecuencia, es imposible pretenderse “socialista” y administrar los asuntos públicos de manera que el capital esté satisfecho. Los intereses de los obreros y los intereses del capital son irreconciliables, y esto es lo que se muestra con toda agudeza en la crisis.

Como lo evidencian los números, el balance de lo actuado por Syriza es lapidario. Por supuesto, no se puede negar que en algún momento la economía griega ha de recuperarse (no hay crisis capitalista sin salida). Pero será a costa de infinitos padecimientos del pueblo trabajador y destrucción de fuerzas productivas. Bajo el actual sistema de explotación, la idea de que “la crisis la paguen los capitalistas” es una reivindicación imposible; más precisamente, es una cortina de humo que solo lleva a la frustración. Lo ocurrido en Grecia confirma, una vez más, que los reformismos burgueses terminan siendo válvulas de contención social funcional a la continuidad del modo de producción burguesa.

Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2017/06/01/syriza-y-los-resultados-del-socialismo-burgues/

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Brasil: Temer ya no les sirve

Por: Alfreso Serrano Mancilla

En los golpes del siglo XXI en América Latina han cambiando mucho las cosas. El nuevo formato ya no tiene una cara visible militar. Estos nuevos golpes son parlamentarios, con el poder judicial-comunicacional-económico haciendo su trabajo. Sin embargo, esto no es lo único que es novedoso. El otro aspecto crucial, que quizás haya pasado más desapercibido, es que estos nuevos golpes siempre cuentan con un ejecutor que se queda en el cargo mientras la derecha gana tiempo para buscar al verdadero candidato que debe gobernar el periodo posterior.

En el 2009 en Honduras fue Roberto Micheletti quién se quedó como Presidente transitorio luego de sacar a Manuel Zelaya de su legítimo cargo. Pero duró poco. Se logró la interrupción democrática, se sacó al Presidente electo, y luego vino Porfirio Lobo por la vía electoral, y más tarde Juan Orlando Hernández. Algo similar ocurrió en Paraguay en 2012. Se dio el golpe contra Fernando Lugo, y Federico Franco se quedó en su puesto sin necesidad de acudir a elecciones. Pero éste no se iba a quedar por mucho tiempo porque la idea era abrir la cancha para que llegara rápidamente el verdadero candidato de la derecha, Horacio Cartes, para darle estabilidad al proceso de restauración conservadora.

Lo mismo es lo que sucede hoy en Brasil. Michel Temer fue el ejecutor del golpe contra Dilma Rousseff. Asumió el 31 de agosto del 2016 sin necesidad tampoco de acudir a las urnas para implementar un conjunto de medidas económicas neoliberales en tiempo record. Privatizaciones y recortes que fueron ejecutados a gran velocidad para asentar las bases del nuevo modelo económico y social. Todo esto, unido a ser el verdugo más visible contra la democracia, le llevó a tener una popularidad por debajo del 10%. La ofensiva de la derecha es salvaje pero no estúpida. Por ello, ahora le toca sacrificar a Temer porque ya no sirve. Fue de usar y tirar.

Es por ello que el emporio O Globo, verdadero actor ordenador del Brasil, le hace la jugada para sacarlo rápidamente del tablero. La derecha necesita orden y estabilidad en Brasil, y por ello, se necesita un nuevo Presidente, resplandeciente e impoluto, con mayor respaldo popular. Temer hizo el trabajo sucio y ahora toca limpiarle la cara al golpe.

Y entonces ya se atisba a los nuevos candidatos para gestionar la ofensiva neoliberal con una cara más amigable. Uno, Joan Doria, y dos, Cármen Lúcia Antunes. El primero ganó elecciones el pasado octubre para ser Prefecto de Sao Pablo con un alto caudal de votos. Se presenta como representante de la pos política aunque tuvo algunos cargos públicos menores. Este supuesto outsider de la política, publicista, empresario televisivo y presentador de programas, parece que es el elegido por los mercados para dirigir a Brasil hacia el abismo. Seguramente no aceptará ser interino y querrá acudir a la batalla electoral. La otra persona elegida por el establishment es Cármen Lúcia Antunes, representante del aparato judicial, presidenta de la Corte Suprema, a quién le tocaría asumir mientras que se convoquen elecciones. Quizás, sea también la próxima candidata para cuando se abran las urnas.

De esta maquiavélica forma, se lustra la fachada democrática tras un golpe. Temer desaparecerá como por arte de magia como así lo hicieron Micheletti en Honduras y Franco en Paraguay. Este es el rol que tienen los operadores transitorios para poner fin al régimen democrático y abrir otro que debe aparentarlo. La nueva época golpista tiene sus propios manuales con su modus operandi. Temer ya cumplió su trabajo. Que pase el siguiente.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226892&titular=temer-ya-no-les-sirve-

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Bartra y Almeyra, intelectuales y militantes, acerca de MORENA y el EZLN

América del Sur/ México/Diciembre 2016/Pedro Echeverría V./

 

1. Me alegra encontrar este domingo 11, dos artículos de mis colegas Armando Bartra y Guillermo Almeyra que llevan como yo varias décadas de militancia política en la izquierda. En los dos trabajos en La Jornada, se plantean situaciones políticas de López Obrador y Morena, así como del EZLN en las próximas elecciones. A los dos camaradas les tengo respeto y admiración por las décadas que se han entregado –sin oportunismo alguno- a analizar estos asuntos de incumbencia mundial. Personalmente me he mantenido independiente de ambas posiciones(Morena y EZLN), pero nunca he dejado de apoyar personalmente sus batallas y al mismo tiempo ser un crítico de algunas de sus concepciones, tales como el caudillismo que impide la posibilidad de trabajos conjuntos unitarios. De todas maneras aquí no se acaban las cosas, pero sí puede iniciarse un análisis y discusiones muy importantes para toda la izquierda y la socialdemocracia.

2. Armando Bartra escribe que “en 2018 hay que votar y debe hacerse por un candidato o candidata confiable por su trayectoria y comprometido con un programa consensuado de salvación nacional, pero, sobre todo, hay que votar por quien tenga reales posibilidades de triunfo. Lo otro es ganar visibilidad como indios, pero a costa de que el PRIAN repita en Los Pinos y Trump nos acabe de fregar. Y en ese escenario de poco serviría haberse posicionado políticamente con una campaña testimonial”. Explica: “En 2006 los poderes no dejaron que López Obrador llegara a la Presidencia y Calderón nos partió la madre a todos, incluyendo 120 mil muertos y 30 mil desaparecidos que con otro gobierno hubiésemos evitado. Así las cosas, sería suicida que en 2018 no sumáramos fuerzas. Sería imperdonable que no hiciéramos todo lo posible por sacar al PRIAN de Los Pinos y a México del corral estadunidense. Conocemos sus mañas y sabemos que quizá no nos dejen ganar. Y de ser así ningún cálculo político poselectoral nos compensará por la derrota. En todo caso que digan que no pudimos, pero que nadie pueda decir que ni siquiera lo intentamos”.

3. Guillermo Almeyra por su parte señala: “Los montes temblaron y rugieron, pero terminaron pariendo un ratoncito”. Dice que “El congreso (de MORENA) fue más bien un show del Jefe-Caudillo, pues no hubo discusión seria de ponencias y posiciones y el programa allí aprobado no llega ni siquiera al paupérrimo nivel de los programas de los gobiernos progresistas (como el de Dilma en Brasil o el kirchnerista). Se presenta un programa estatista-paternalista con algunos toques leves de asistencialismo y de nacionalismo echeverrista y ni siquiera indica cómo piensa concretar lo que propone y quién va a pagar las facturas, si los trabajadores con los impuestos inicuos, como el IVA, o los capitalistas. Luego recomienda: “Es necesario un viraje radical. A la política puramente electoralista de Morena no basta contraponer otra campaña igualmente electoralista. La organización de poderes locales activos y conscientes es la tarea principal para dar fuerzas reales a la candidatura del CNI-EZLN”.

4. Son obviamente dos posiciones diferentes. Armando, desde los setenta, se ha dedicado a los análisis agrarios y de las luchas campesinas. Ha escrito varios libros y ensayos y desde hace varios años ha coincidido con el lópezobradorismo y, además de ser un pensador ha desarrollado muchas actividades de apoyo a Morena. Guillermo, más internacionalista, ha hecho análisis de la política mundial y en México ha apoyado esencialmente las luchas obreras. Cada uno en su campo buscando caminos por los que pudiera avanzar la lucha social mundial. Parece que ahora, con la llegada de Trump muchas cosas pueden cambiar y acelerarse en México y en el mundo sin entender aún la velocidad y el sentido, pero han comenzado ya. Pienso que con la Clinton –igual de peligrosa que Trump- se hubiesen mantenido las cosas igual mientras el mundo sigue viviendo la miseria, la superexplotación y la guerra. Preparémonos no para acabar con Trump sino para enterrar el capitalismo.

Fuente:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220336

Fuente imagen :

https://lh3.googleusercontent.com/BxcndRzNr8h2jKh-epE2wH_DY-MFHOBiG4_xa4ZjKuDE4a7jFFZWa_dwzzFG35SmBaHOaA=s85

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