La escuela tradicional, masiva, industrializada, reproductora, está exhausta. Algo que está exhausto es algo que está “vacío de fuerzas”. La función pedagógica de esta escuela y el sistema educativo que lo sostiene está muy debilitada y sobrevive, con tedio y desesperanza, porque sus funciones son otras: disciplina, control social, reproducción, selección, creación de mercados educacionales, etc. Pero siempre la escuela ha estado exhausta y siempre ha generado insatisfacciones e insatisfechos. Desde el principio de los tiempos alguien pensaba que tenía algo que decir y se reunía a hablar con otros fuera de la doxa y extramuros. O al revés: unos cuantos inquietos buscaba alguien que consideraban que tenían algo que decirles. La escuela no siempre ha sido como es ahora y, por lo tanto, no tiene porqué seguir siendo como es: “la eternidad y pretendida universalidad de la escuela” es una ilusión.
En Limache, Región de Valparaíso, tierra fecunda pero amenazada por la falta de agua como muchas otras tantas regiones chilenas y el mundo, conversamos con Valeska Céspedes, profesora y Directora de la Escuela Libre y Ecológica Kimün, que nace en el interior, físico, ideológico y valórico de la experiencia comunitaria de “Bello Barrio”.
Bello Barrio es una comunidad originada desde un comité de vivienda en Altos de San Roque producto de una toma de terreno. Este grupo, muy diverso internamente, se organiza y decide desarrollar un proyecto habitacional de forma autónoma, sin el Estado. El grupo se planteó ser una comunidad abierta y tener una relación activa con el entorno, en este caso, el barrio de La Paloma de Limache.
La entrevista se ha hecho en dos tiempos, con un año y medio de diferencia. Le hemos entregado la primera parte y le pedimos a Valeska que reflexione sobre lo que ha pasado en este período y agregue sus comentarios.
Cuéntanos acerca de la experiencia de la escuela…
Venimos de la experiencia de la Educación Popular, y Kimün es un proyecto de Escuela Ecológica y Comunitaria, con un enfoque pedagógico centrado en la Educación Social y el Aprender Haciendo. Tiene como propósito co-construir el aprendizaje desde el juego, la investigación y la acción, con metodologías participativas: trabajo grupal, talleres, proyectos y tutorías. Promovemos valores como la inclusión, el respeto y el cooperativismo, re-significando el mundo y el entorno local. Kimün, actualmente, es una experiencia que depende del Centro Cultural y Educacional Kimün, en donde participan vecinos y vecinas del sector La Paloma, territorio en el que está inserta la Escuela. Actualmente, recibimos aportes voluntarios de vecinos del sector y de las familias de niños, niñas y jóvenes que participan en Kimün; por lo que se requiere buscar otros financiamientos para desarrollar en su totalidad el proyecto. Estamos levantando redes de cooperantes para construir nuestra nueva escuela en un espacio que nos cede la comunidad Bello Barrio.
¿Cómo se relaciona la escuela con Bello Barrio?
Bello Barrio nace de una toma ilegal de terreno donde un grupo de pobladores se organiza, educa y resuelve el problema de la casa propia de manera colectiva. El Comité de Vivienda se organizó y reflexionó acerca de las posibilidades de un proyecto habitacional distinto y hubo una fuerte experiencia de educación popular acerca de cómo quería vivir. Hoy es esta organización, comunitaria y sin fines de lucro, la que permite desarrollar el sueño de una escuela en otro espacio, ahora en la comuna de Limache. Aquí este grupo de pobladores decide compartirlo con otros vecinos y vecinas del sector, para construir un espacio educativo.
¿Y con Limache?
Esta escuela le pertenece al territorio de Limache. No recibimos apoyo del Estado y tampoco somos una escuela particular; dependemos jurídicamente del Centro Cultural Educacional Kimün, formado por un grupo de vecinas y vecinos del sector La Paloma. Buscamos que los niños, niñas, jóvenes, vecinos, padres y educadores construyan y resignifiquen sus saberes desde la práctica educativa; desde la organización, el teatro, la lectura, lo audiovisual, la alfabetización consciente, la pedagogía del territorio, el juego, el arte, la cultura, los oficios, el trabajo grupal, caminatas y diversas estrategias que permiten hacer este sueño realidad.
¿Qué significa Kimün?
Kimün es una palabra en mapudungun que tiene que ver con la sabiduría que proviene de la tierra, Pero que también proviene de la experiencia humana en general. Queremos lograr que los niños y niñas puedan descubrirla, interpretarla y recrearla. Porque hay tradiciones y experiencias que se han abandonado y tenemos que recuperarlas.
¿Cómo definirías este proyecto?
Somos una escuela que centra su proceso de aprendizaje en el ser y el hacer. Respondemos a las necesidades de los niños, niñas y jóvenes, con ejes centrados en el respeto al medio ambiente, desarrollo sustentable y en las artes. Buscamos entender la escuela desde el territorio, la co-construcción de identidad, en donde no existe la discriminación, ni está en la organización el concepto de cobro por servicios. Esto se financia con el aporte consiente de los apoderados. Porque los proyectos que hoy en día existen, como Waldorf o algunas escuelas libres, son de alto costo y, por lo tanto, generan selección de los niños y niñas. Este es un proyecto nuevo y estamos reflexionando cada día sobre nuestra práctica, estamos preguntado a los niños, niñas, educadores y vecinos sobre el sentido de la práctica educativa. ¿Cómo vamos? Revisamos nuestro material, analizando nuestra forma de trabajar cotidianamente.
¿Cuál es el tipo de escuela que tienen en mente?
Estamos promoviendo como comunidad otro tipo de relaciones y uno de los principios compartido es que la escuela no puede ser sólo el aula, tiene que ser al aire libre, tienen que ser las plantas, los árboles, los animales, las personas, las familias, los vecinos, las otras escuelas, los conflictos sociales y ambientales; es decir, abrirnos al territorio. Apostamos por la educación de adultos y niños, niñas y jóvenes porque entendemos que es nuestra bio-política y la mejor forma de desarrollar educación para el desarrollo sustentable con seres humanos sujetos de derechos y transformadores de su devenir histórico.
¿Y en relación al espacio físico de la escuela?
Tenía que ser un espacio donde los niños y niñas pudieran construir su aprendizaje de manera significativa, pero esto no es algo que se nos ocurrió a nosotros. Comenzamos a leer un libro de una joven historiadora, Leonora Reyes, titulado “La escuela en nuestras manos”, que relataba experiencias educativas de la Asociación General de Profesores y de la Federación Obrera de Chile a principio del siglo veinte. Desde hace mucho tiempo hay intenciones de generar algo distinto y los primeros que incursionaron en esto fueron el artesanado y las mutuales para poder construir una educación distinta a partir de la auto-educación. Y eso tiene pleno sentido con el Chile de hoy. Ellos también pensaban que la escuela tenía que estar en el espacio de la naturaleza, en el espacio libre y no en un aula. Hoy estamos en un proceso de construcción de la nueva escuela pensada desde esa mirada, eso gracias a la comunidad de Bello Barrio quién nos cede un espacio propio para avanzar en este proyecto educativo.
¿Cuál es la visión y la relación que tienen con el sistema institucional de enseñanza formal?
Si bien creemos que es importante que los niños y niñas validen sus conocimientos ante la institucionalidad, el modelo que tenemos en Chile de aprendizaje es un modelo que no permite en su totalidad el desarrollo humano de los educandos. Nuestra intención es ser facilitadoras/es del desarrollo de niños y niñas conscientes de su entorno físico, social y con relaciones humanas de calidad centradas en nuestros principios éticos. Hay muchas experiencias educativas y hoy por hoy la gente se está atreviendo a salir del sistema formal que es lo que nosotros no queremos para nuestros niños: reproducción de los conocimientos, chicos que no tienen la posibilidad de tener un espíritu crítico o de generar una opinión, que no pueden construir colectivamente, con problemas emocionales, ansiedad, estrés, que no conocen el trabajo en equipo, que no conocen su entorno o los lugares donde viven. Porque la escuela tradicional es muy competitiva y, por lo tanto, la frustración de los chicos es muy alta y preocupante. Los padres y madres que se han acercado a esta experiencia están buscado inclusión y respeto hacia sus ritmos de aprendizajes: que sus hijos puedan motivarse con la idea de aprender, y que no sea una imposición, construir con otros y no competir, trabajar en equipo, aprender jugando, haciendo, experimentando, reflexionando y problematizando; por lo tanto, les hace sentido el proyecto que nosotros estábamos pensando.
Y en concreto, ¿cuál es la relación que tienen con el currículo formal?
Nosotros trabajamos a través de proyectos. Cada día tenemos talleres estratégicos donde trabajamos contenidos del currículo propio que hemos definido como equipo pedagógico y el currículum que proviene del Estado. Son los niños y las niñas, junto a los educadores, quienes deciden cuales son los temas y objetivos que desean aprender, por lo que el trabajo grupal es fundamental para los aprendizajes. Nosotros entendemos de todas formas que algunos padres quieren certificar a sus hijos de manera anual o cada cuatro años mediante los exámenes libres. Los padres inscriben a los niños en el Ministerio y nosotros los preparamos. Con eso evitamos someterlos a un proceso de evaluación con notas que para ellos es fuerte y promueve la competencia y frustraciones también.
¿Eso significa, no obstante, que el sistema formal les da la estructura a ustedes?
No necesariamente. Porque estos son los aprendizajes mínimos esperados por el Estado. Y cuando los padres vienen acá nos preguntan si los niños van a estar preparados para rendir el examen. Claro que van a estar preparados. Pero para nosotros lo importante es que los niños no sólo están aprendiendo los contenidos esperados por el Estado -o incluso por los padres- sino mucho más, y eso lo pueden hacer haciendo cine, una obra de teatro, bailando, cantando, jugando, caminando, observando el territorio, reconstruyendo el saber popular y la historia y prácticas de las comunidades.
¿Hay una transformación, una traducción del currículo?
Hay una transformación, hay una bajada de los contenidos del proyecto, de los aprendizajes esperados a lo cotidiano, a lo real para que puedan desarrollar la lógica y el pensamiento crítico. En el sistema formal los niños tienen una producción individual y los aprendizajes son a través de un libro escolar que no tiene relación con lo que viven cotidianamente. Este es, por ejemplo, un libro de lenguaje de primero básico, y para enseñar las vocales, la a, por ejemplo, trabajan mostrando dibujos como la araña. Nosotros no necesitamos el libro, porque la araña está acá. En la medida que ellos vayan re-significando el mundo, la historia de las comunidades o su propia historia personal, o construyendo o reconstruyendo su vocabulario, ellos también van aprendiendo a escribir; para eso contamos con un taller estratégico de Alfabetización Consciente.
¿Y desde el punto de vista metodológico?
Nuestro proyecto incluye talleres que se desarrollan de forma diaria. Son actividades pensadas por los niños y desde los niños. Piensan, por ejemplo, un ciclo de cine y van haciendo todo el proceso hasta llegar a los afiches: buscan la película, diseñan invitaciones, invitan a sus vecinos y generan toda la infraestructura. En la pedagogía freiriana el aprendizaje se hace de manera colectiva. Se realiza en la relación con el espacio, con la vida, con lo cotidiano. El conocer el mundo no puede ser sólo desde un libro o sólo desde una sala de clases, sino que los niños tienen que reconocerse en el espacio, reconocerse entre ellos, tienen que generar una identidad, tienen que compartir, tienen que co-construir el conocimiento.
¿Me puedes dar un ejemplo didáctico concreto?
Por ejemplo, todos los días desarrollamos una lectura comprensiva continua. Podemos leer todo el texto, o una parte, pero lo importante es que podamos ir jugando con él. Si no entendemos una palabra vamos a buscar su significado. Es una lectura colectiva. La comprensión del texto se da en la medida que ellos van participando dentro de la lectura. Es, por eso, una lectura activa. Por lo tanto, no nos interesa tanto que ellos aprendan a escribir, sino que aprendan a pensar. Y a medida que realizan esto van reconociendo y aprendiendo algunas palabras y letras.
Y la relación con los padres, ¿cómo se da?
Nuestro proyecto incluye mucha participación de los padres y madres. Están acá conversando, apoyando. Por ejemplo, una de las madres viene hoy a hacer la lectura del cuento. Y ellos también están reconociendo cuáles son los ritmos de los niños. Es decir, puede que estemos desarrollando una lectura y a uno no le interese la lectura, pero puede estar desarrollando otro tipo de actividad que también lo va a motivar y ayudar a desarrollar el lenguaje. Nosotros entendemos que los niños tienen sus propios ritmos, y de eso el sistema formal no se hace cargo. Puede haber niños que aprendan a leer este año y otros lo hagan el próximo. Por eso es importante la comunicación con los padres. Cada cierto tiempo tenemos una reunión con ellos donde planteamos las actividades del proyecto y ellos exponen sus tiempos y sus formas de colaboración.
Los padres quieren las dos cosas a la vez: la educación alternativa, pero también, asegurarse de que el niño va a avanzar en el sistema formal. ¿Es así?
Cuando los niños llegan acá los padres saben que tiene dos alternativas: hacer los exámenes anuales o cada cuatro años. El currículo del Estado repite casi los mismos conocimientos hasta Cuarto Básico, va profundizando en algunos temas anuales, pero en la misma lógica. En matemáticas, por ejemplo, van apareciendo nuevas operaciones, se van generando algunas dificultades. Pero eso no significa que tengamos que tratar con cada niño una cosa distinta. Trabajamos en forma colectiva porque entendemos que los niños más pequeños van a ir aprendiendo de los grandes. Tenemos niños de tres años que están trabajando con temas de niños de primero o, incluso, de segundo o tercero básico. Por lo tanto, cuando estén en los niveles correspondientes, van a poder responder adecuadamente. Actualmente los padres entienden que los niños y niñas deben avanzar en el desarrollo de habilidades sociales y humanas, antes que en el currículo del Estado centrado en la acumulación de conocimientos.
¿Cómo es la apertura hacia el exterior de la comunidad?
Cuando llegamos acá nuestra primera tarea fue vincularnos con nuestros vecinos y logramos realizar un trabajo muy fuerte con ellos participando de todas las actividades comunitarias que se realizan en el barrio. Hemos intervenido pasajes con cine para los niños en un trabajo cooperativo con los adultos. Por lo tanto, somos reconocidos por nuestros vecinos como personas activas en la comunidad en lo social y en lo educativo. Tenemos un buen diálogo con las instituciones de la comunidad. Sostenemos un principio de mutuo respeto porque somos ahijados en este lugar. La gente acá son comuneros, son originarios de acá y, por lo tanto, la mayoría tiene vínculos familiares. Somos vecinos nuevos, pero tenemos una muy buena acogida y un signo de eso es la participación en nuestros talleres de gente del entorno. Por ejemplo, una persona que es cocinera participa en un taller de cocina con nosotros. Todo el trabajo de la escuela está vinculado con el territorio: el aprendizaje se realiza en las calles, en los espacios públicos, con la gente del barrio. Por lo tanto, la escuela no está encerrada dentro de una comunidad, le pertenece a todo aquellos que quieran vincularse con este espacio. Nosotros creemos que es posible hacer una pedagogía del territorio.
Abunda, por favor, en este concepto…
Significa que podemos aprender del espacio territorial. Que podemos darnos cuenta de unas relaciones sociales de producción y de una cultura que se están gestando día a día y que no están siendo consideradas ni por la academia ni por las escuelas. Los niños y niñas acá hacen mucho trabajo de investigación, de campo. Ahora estamos reconociendo este espacio y después empezarán las salidas fuera de la comunidad: recorrer las calles, reconocer a los vecinos, reconocer las actividades productivas que desarrollan, los quehaceres del mundo juvenil, o de las mujeres de este lugar. Reconocer cómo el modelo económico impacta en los habitantes de esta localidad. Porque los textos están pensando siempre en lo regional, en lo nacional, en lo global, pero se pierde lo local, la identidad cercana. Nuestra apuesta es que junto con los niños podamos ir construyendo desde la mirada de ellos esta identidad que reconoce las tradiciones de este lugar, de lo que significa vivir en lo rural y en lo urbano y como se van gestando los vínculos.
¿Cómo se organiza el día?
En las mañanas tenemos una ceremonia de inicio donde reconocemos los puntos cardinales, saludamos al sol que nace de la cordillera y se esconde en el mar. Las mañanas son más ceremoniales donde cada niño presenta un objeto que quiere mostrar a los demás. Luego viene la lectura que es sagrada. Un cuento, una fábula, o una noticia. Se lee, se reflexiona, se trabaja y después viene el juego libre que también es muy importante, porque ahí ellos generan los vínculos, se relacionan, se encuentran, inventan, crean. Luego viene la experiencia central del día donde se desarrollan actividades bien concretas. Trabajan, hacen cosas, fabrican. Hoy prepararon aguas de hierbas, ensaladas con las cosas que hay en la huerta, desmalezaron. En el currículum los niños tienen que ver el tema de las raíces. Los chicos aquí las están viendo directamente.
¿Cuáles son para ti los peligros más grandes para este proyecto?
Quizás no responder a las expectativas que tengan los padres que es que sus hijos sean felices. Los padres quieren que sus hijos puedan socializar, aprender a estar con otros, que sientan gusto por estudiar, por leer…Que vengan a la escuela y que lo pasen bien. Los apoderados que tenemos son jóvenes, tienen menos respeto de la institucionalidad y tienen menos miedo que otras generaciones a que sus hijos no estén en el sistema formal. Son padres que están muy cerca de sus hijos. Otra amenaza es que no lleguemos a niños de escuelas públicas vulnerados. Hay una cultura muy machista que no permite que niños de estos sectores se acerque a un proyecto de este tipo. Las madres son más receptivas que los padres a propuestas como esta. Pero pensamos que este es un proceso que estamos iniciando y que cada año llegaremos a más niños.
Fuente: https://diariolaquinta.cl/2018/11/20/entrevista-la-escuela-no-es-solo-la-sala-de-clases-por-adolfo-estrella/