Page 9 of 112
1 7 8 9 10 11 112

Diagnóstico Integral de Aprendizajes: los estudiantes de enseñanza media de Chile no alcanzaron el 60% de los aprendizajes necesarios en 2020

Entre marzo y abril de este año, 7 mil colegios y 1.8 millones de estudiantes de Chile realizaron el Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA), desarrollado por la Agencia de Calidad de la Educación para medir los aprendizajes alcanzados por los estudiantes de cada establecimiento durante 2020, y para conocer su estado socioemocional tras la suspensión de clases presenciales producto de la pandemia. Los resultados de cada diagnóstico se tradujeron en informes, que ya fueron entregados a cada colegio, y que detallan a nivel de curso y estudiante en qué condiciones llegaron los alumnos al iniciar el año académico 2021.Esto con el fin de que cada comunidad educativa pueda orientar sus estrategias y usar los recursos dispuestos en fortalecer los aspectos en que sus alumnos fueron más afectados.

Nivel Académico

Los datos obtenidos a nivel nacional, en más de 73 mil informes, fueron entregados por la Agencia a Mineduc esta semana, y arrojaron resultados alarmantes: a nivel académico, los estudiantes entre sexto básico y 4° medio no alcanzaron los conocimientos mínimos necesarios -pues la medición se hizo sobre el currículum ya priorizado-, en lectura ni en matemáticas. En concreto, en lectura ninguno de los cursos alcanzó un 60% de los aprendizajes, porcentaje que en una equivalencia en notas es un 4.0. En matemáticas la situación es más dramática, pues ninguno de los niveles superó el 47% y en II medio los estudiantes aprendieron solo un 27% de lo que debían aprender el año pasado.

Nivel Socioemocional

A nivel socioemocional, 70% de los niños, niñas y jóvenes dijo tener dificultades para expresar sus emociones; 9 de cada 10 jóvenes de 3° y 4° medio señalaron que el periodo al que no asistieron al colegio los afectó negativamente en su aprendizaje, y el 45% de los niños y niñas de alta vulnerabilidad señaló que les gustaría que los profesores les preguntaran cómo ha sido estar lejos del colegio. La cifra se acentúa en los escolares de 4° básico, donde llega a un 71%.

“Estamos ante un terremoto educacional y las réplicas se pueden sentir por años. En las crisis hay gente que se paraliza y gente que actúa, y acá necesitamos actuar todos, juntos, para devolverle a los niños los aprendizajes que perdieron el año pasado y las herramientas formativas que no han podido desarrollar, porque ya no tenemos un segundo que perder”, remarcó el ministro Raúl Figueroa luego de presentar los resultados.

Por su parte, Daniel Rodríguez, Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de Educación, destacó: “el enorme compromiso de los colegios con los aprendizajes de sus estudiantes se mostró claramente en la cobertura y participación lograda, sobre el 81%. Pero los resultados son peores de lo esperado: ya lo habían adelantado varias instituciones internacionales, pero es muy chocante verlo constatado en los datos y los testimonios de los directores que aplicaron. El sistema no se recuperará solo y tenemos mucho trabajo pendiente. La Agencia continuará en esta tarea: a partir del 14 de junio comenzará una evaluación de monitoreo para los avances de este primer semestre.”

Nivelar, acompañar y contener

Para hacer frente a este diagnóstico, el Mineduc lleva trabajando desde marzo en el plan Chile Recupera y Aprende que contempla tres ejes principales de acción. En primer lugar, una nivelación basada en la priorización curricular para centrar la enseñanza en los objetivos imprescindibles para la continuidad de los estudios en cada nivel. Además de flexibilidad, para que los establecimientos puedan implementar el currículum acorde a sus metodologías y organización interna.

Esto se suma a los apoyos que desde el Ministerio ha entregado a las comunidades educativas como los planes Leo y Sumo Primero que entregan un reforzamiento de contenidos a los alumnos de primero a cuarto básico, llegando a más de 675 mil estudiantes y 15 mil docentes. Los Diarios de Escritura libre que llegan a más de 1.300.000 estudiantes y que fomentan el pensamiento crítico, la creatividad y la motivación por escribir.

Escuelas Arriba

Todos estos planes están enmarcados en el programa Escuelas Arriba que entregan un acompañamiento y apoyo a los establecimientos en la recuperación y nivelación de aprendizajes a través de recursos consistentes en guías para el profesor y el estudiante, herramientas de monitoreo, y estrategias de apoyo a los docentes como los seminarios de profundización y clases demostrativas.

Hasta la fecha para Lenguaje y Matemáticas, se han elaborado más de 800 guías con más de 180 mil descargas para los niveles con los que trabaja el Plan desde 3ro básico a 2do medio.  Además, se han realizado 43 seminarios de profundización y clases demostrativas, las que han sido observadas por más de 8 mil profesores a nivel nacional y que les permite mejorar día a día sus contenidos.

“Como Ministerio de Educación, sabemos lo relevante que es el proceso de aprendizaje y queremos decirles a las comunidades educativas que no están solos en este trabajo. El plan Escuelas Arriba permite acompañar a través de una asesoría directa a los Establecimientos Educacionales, ya sea de forma telemática y con más más de 1.500 visitas en terreno a los establecimientos de mayor prioridad. Cada día cuenta en el desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas de nuestro país”, agregó el ministro.

Aprendizaje socioemocional

El Diagnóstico de aprendizaje por primera vez permitió conocer la situación socioemocional de los estudiantes en pandemia. Adelantándose a los resultados, el Mineduc ya venía trabajando en esta materia con un Set de aprendizaje socioemocional para promover la convivencia positiva: los cuentos de Clementina, juego ¡Que emoción!, Medidor emocional, orientaciones para padres y apoderados y la serie animada Emoticlub que aborda las 4 emociones básicas a través de distintas historias. Estas herramientas toman una mayor relevancia no sólo entre las familias sino también en las escuelas que se han transformado en un espacio de encuentro, prioritario para los estudiantes.

Fuente: https://virtualeduca.org/mediacenter/diagnostico-integral-de-aprendizajes-los-estudiantes-de-ensenanza-media-de-chile-no-alcanzaron-el-60-de-los-aprendizajes-necesarios-en-2020/

Comparte este contenido:

¿Enseñar Filosofía? Un debate obligado en las IES y universidades

Por: Héctor Rodríguez Cruz

No sólo es útil, sino que es vital y necesaria, si entendemos que la vida en común tiene como condición poder ser transformada colectivamente.

A tono con los acelerados cambios del mundo globalizado de hoy, las universidades e instituciones de educación superior deberán realizar una profunda reflexión que las oriente hacia  una  obligada readecuación de su relación con el mundo que le rodea, tarea que representa también una obligada sinergia entre Universidad, IES y Filosofía.

En República Dominicana, del medio centenar de universidades e instituciones de educación superior sólo unas 5 ofrecen la carrera de Filosofía. Sin embargo, no es prudente conformarse con esta reducida oferta. La verdadera calidad académica requiere a las universidades e IES del país ponerse a la altura de otros países mediante una nueva ejecución curricular que contemple estudios de grado, maestría y doctorado en Filosofía.

No está demás, el reafirmar que en esta labor de ejecución curricular deben incluirse los fundamentos filosóficos, éticos, bioéticos, epistemológicos, sociológicos, pedagógicos y psicológicos para procesar acertadamente la enseñanza y el aprendizaje, en un contexto de reflexión, análisis, crítica, innovación académica e investigación.

El panorama en otros países es mucho más promisorio. En México más de 50 universidades ofrecen  grado, maestría y doctorado en Filosofía. En Colombia ofrecen la carrera unas 26 universidades. Sólo en Bogotá se ofrece en 16 de ellas. En Argentina unas 37. En España 27, en Chile 14 y en  Estados Unidos 529. En Perú y en Guatemala varias universidades enseñan Filosofía en todas las carreras técnicas y profesionales.

La renombrada firma británica QS World University Rankings ha publicado una lista oficial de las 70 mejores universidades del mundo para estudiar Filosofía.  La de Nueva York (NYU) encabeza la lista y el MIT en el puesto 20,  Entre las universidades de habla hispana destacan la Universidad Nacional Autónoma de México en el puesto 26, la Pontificia Universidad Católica de Chile en el puesto 44, la Universidad Complutense de Madrid en el puesto 46 y la Universidad de Barcelona en el puesto 48.

La filósofa española Marina Garcés, directora del Máster de Filosofía para los Retos Contemporáneos de la Universitat Oberta Catalunya, UOC, y coordinadora del nuevo grupo de investigación MUSSOL, con más 50 grupos de investigación vinculados a la UOC, considera  que  “aunque la filosofía está cada vez más arrinconada en los planes de estudio y es concebida por muchos como algo inútil, como un puro ejercicio mental sin capacidad de tener efectos en la realidad o en la propia existencia, sin embargo, la filosofía no sólo es útil, sino que es vital y necesaria, si entendemos que la vida en común tiene como condición poder ser transformada colectivamente”.

Garcés sostiene también que “la universidad debe aspirar a elaborar, pero también a compartir las formas de conocimiento y de reflexión más atrevidas y hacerlo en colaboración y en diálogo con otras voces y entornos de experiencia”. («Filosofar siempre ha sido un acto subversivo». BBC News Mundo, 23 enero, 2018).

Entre otros figuran también el XVII Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana: “Marx en América Latina: “Educación, Política y Cristianismo”, celebrado en Colombia en 2018, organizado por la Universidad Externado de Bogotá. El XX Congreso Internacional de Filosofía “Humanismo Incluyente, Filosofía y Bien Común” organizado por la Universidad Autónoma  de San Luis Potosí, México, y la Asociación Mexicana de Filosofía en el 2020.

En este último se desarrollaron unos 32 simposios con las siguientes temáticas: Filosofía y pueblos originarios, Bioética, Filosofía de la paz, Filosofía de las Religiones. Didáctica de la Filosofía, Filosofía de la mente y ciencias cognitivas, Filosofía de las Ciencias, Filosofía Iberoamericana. Filosofía Mexicana, Metafísica, Filosofía y Género. Violencia, Identidad y Territorio. Filosofía de la Educación, Filosofía de la Liberación, Teoría Crítica desde las Américas, Filosofía y vida cotidiana, Hermenéutica Analógica, y Salud y Comunidad: Reflexiones filosóficas en tiempos del Coronavirus y otros.

Otro reclamo a favor lo hace La Declaración de París en favor de la Filosofía (1995), que considera el estudiar filosofía: como un derecho de la persona: “Todo individuo debe tener derecho a dedicarse al libre estudio de la filosofía bajo cualquier forma y en cualquier lugar del mundo. La enseñanza de la filosofía debe mantenerse o ampliarse donde ya existe, implantarse donde aún no existe”.

También la UNESCO, en la obra “La Filosofia, una escuela de la libertad” (2011),  reconoce que la Filosofía debe tener un espacio importante en la educación, ya que fomenta el razonar e interpretar el mundo. “La educación filosófica favorece la apertura de espíritu, la responsabilidad cívica, la comprensión y la tolerancia entre los individuos y los grupos y que contribuye de manera importante a la formación de ciudadanos al ejercitar su capacidad de juicio, elemento fundamental de toda democracia”.

Hoy en día la carrera y los cursos de filosofía se consideran un “valor añadido” para las universidades e instituciones de educación superior. En este sentido, la filósofa Marina Garcés enfatiza que: “La Filosofía, como un saber crítico, reflexivo y sistematizado, contribuye a la comprensión racional del ser humano, de la sociedad y el mundo, en un contexto global, a fin de valorar la vida, la libertad, el medio ambiente y buscar la justicia y la humanización solidaria de los seres humanos”.

¡Las universidades e IES del país no pueden quedar exentas de este obligado debate!

Fuente: https://acento.com.do/opinion/ensenar-filosofia-un-debate-obligado-en-las-ies-y-universidades-8937825.html

Comparte este contenido:

Organización Mundial de la Salud: Fatiga pandémica en las universidades: «Hemos perdido los mejores años de la vida»

Después de muchos meses de pandemia y a raíz de la incertidumbre y los cambios de hábitos prolongados en el tiempo por la Covid-19, muchos universitarios sufren, como otros colectivos, lo que la OMS describe como ‘fatiga pandémica’, una serie de síntomas en el estado de ánimo como el miedo, la angustia, el desánimo y la apatía. De hecho, como señala Federico Borges, profesor asociado del departamento de inglés y Lingüística de la UdL y formador de formadores virtuales, «se habla poco de cómo los universitarios están viviendo la fatiga pandémica. Es un problema de fondo y poco visible. Pero es una cuestión importante». Según este especialista en el rol del estudiante en entornos digitales, la poca visibilidad se explica por una «razón de supervivencia sistémica, es decir, por la misma voluntad de las instituciones universitarias de mantener la enseñanza en formato online». Ahora bien, a pesar de que se intenta normalizar una situación excepcional, el problema resulta mucho más complejo.

De la presencialidad a la virtualidad

El mundo universitario ha tenido que adaptarse con urgencia al nuevo contexto de emergencia sanitaria. Más allá de las restricciones y las medidas generales, la continuación de las clases presenciales en formato online ha sido el cambio que más ha afectado a los universitarios, «pese a no haber tenido elección ni formación ni tampoco modelos de cómo ser estudiantes virtuales», puntualiza Borges. De hecho, a pesar de que muchos de ellos están familiarizados con el mundo digital, el uso de las nuevas tecnologías en un contexto de ocio resulta distinto del de un marco de aprendizaje.

Según Borges, para saber cómo estudiar online, «hay que tener una competencia tecnológica. No se trata de escribir un whatsapp«. Borges, además, señala la importancia del factor emocional como un elemento clave para gestionar la formación online: «Para aprender en línea hay que saber controlarse, planificar la agenda, reflexionar y, sobre todo, aprovechar el tiempo a pesar de estar todo el día en casa, en el mismo espacio donde tienes que hacer todo: trabajar, descansar, disfrutar, relajarte, etcétera».

¿Cómo está afectando la pandemia a los estudiantes universitarios?

Si pensamos en nuestra condición de seres sociales con necesidad de contacto físico, no es lo mismo estudiar en un aula con tus compañeros que hacerlo frente a la frialdad de una pantalla. De hecho, para muchos universitarios, seguir las clases virtualmente, entre olas y restricciones durante tanto tiempo, se está convirtiendo en un gran esfuerzo.

Álex Howroyd, estudiante de 3º curso de Ingeniería Mecatrónica, considera que la pandemia le ha afectado bastante: «Antes, yo tenía un ritmo de estudio. Pero ha habido muchos cambios y hemos perdido una rutina que para nosotros es muy importante. Perdimos el hilo y ha sido complicado volver a un nuevo ritmo de estudio». Pau Busquets y Roger Howroyd, estudiantes de 3º de Marketing, insisten en la misma idea: «Ahora tienes que organizarte como puedas. Si no puedes ir a clase, todo es un poco más complicado», comenta Pau. Y Roger añade: «Este año se está haciendo mucho más duro que si fuéramos a clase. Se hace pesado y nos está costando mucho seguir el ritmo».

Sin embargo, al principio de la pandemia, durante los primeros meses, muchos de ellos veían con buenos ojos la continuación de las clases presenciales en formato online. «Nos confinaron al final del segundo año de carrera y, al principio, la idea parecía muy buena. Todo era nuevo y sólo vimos las ventajas como, por ejemplo, grabar las clases», comenta Laia Serra, estudiante de 3º de Marketing. Ahora bien, a medida que se alargaba la enseñanza virtual, Laia empezó a desmotivarse muchísimo y, con cierta apatía, admite que «hago mucho menos que antes, porque, ahora, si no te interesa la clase, desconectas el ordenador y adiós muy buenas».

Neus Armengou, estudiante de 3º de Matemáticas, comparte la misma opinión que Laia, y añade que «al principio, ni yo ni otros universitarios nos lo tomamos en serio. Creíamos que todo duraría menos y, en consecuencia, nos relajamos. Después, cuando nos dimos cuenta de que todo era más largo y crudo, a mí, personalmente, me costó mucho empezar a estudiar de nuevo. De hecho, el cuatrimestre me fue bastante mal y tuve que ir a recuperaciones».
Una de las estudiantes más críticas es Noemí Howroyd, estudiante de 2º de Comunicación Audiovisual en la UAB. Al inicio del confinamiento, como Laia y Neus, Noemí se sentía bastante tranquila. Explica que quedarse en casa no era un esfuerzo extra. Ahora bien, considera que desde su facultad «no se ha reaccionado bien. Ha costado mucho trasladar a la virtualidad algunas asignaturas». Y confiesa sentirse enfadada con la universidad: «Salvo algunos seminarios, me molestó mucho cursar todo el primer semestre online. Y, sobre todo, que, después de haberlo cursado todo online, nos obligaran a ir presencialmente a los exámenes», concluye Noemí.

De la falta de competencia tecnológica a la frustración

Durante el confinamiento, la única opción de las universidades para sobrevivir fue la virtualidad. Ahora bien, según Federico Borges, cuando llegó el confinamiento e irrumpe la formación online, «todos nos encontramos con una deficiencia general enorme. Muy pocos tienen los conocimientos digitales que permiten separar, por ejemplo, el ocio del trabajo, ni tampoco los recursos necesarios para no quemarse a lo largo del día frente a la pantalla». Una idea que, por ejemplo, corrobora Laia Serra: «No estamos preparados para gestionar una universidad online con tantos universitarios y menos por las tardes, porque estás más cansado. Cuando ya es tan tarde, sólo quieres cenar y desconectar. En la facultad todo es más dinámico, porque socializas».

De hecho, esta falta de competencia tecnológica en la enseñanza produce, según Borges, la frustración de muchos universitarios, ya que «la mayoría de las universidades traspasan directamente la formación presencial a un entorno digital. Ahora bien, esta traslación no encaja y se produce la frustración». En este sentido, a diferencia de las clases presenciales, donde ya desde pequeños socializamos y asumimos las competencias de aprendizaje de manera natural, en la formación online «no hemos aprendido todavía las competencias tecnológicas para aprender a ser estudiantes en línea, una enseñanza que requiere mucha más responsabilidad, y aún más cuando todavía no hemos tenido ni modelos ni orientación para serlo», concluye Borges.

El estado de ánimo y la rotura de las expectativas universitarias

Aparte de la frustración sobre cómo orientarse en el aprendizaje online, hoy en día, muchos universitarios procuran gestionar las emociones y los sentimientos relacionados con la fatiga pandémica. Hablan de tristeza, cansancio, pérdida de concentración, apatía, desmotivación, desorientación, inestabilidad, incertidumbre, etcétera. Por ejemplo, Pau Busquets confiesa que «estar en casa es más triste. Todo te molesta más y estás mucho más sensible. Pero, intentas adaptarte y verlo todo de otra manera». Álex Howroyd admite sentirse un poco frustrado, «porque mi carrera es muy abstracta y cursarla online la hace más difícil. Además, cuesta estar atento».

Por su parte, Noemí Howroyd explica que lleva casi un año sin salir de casa para evitar contagiarse y contagiar a las personas de su alrededor, y admite que «me está pareciendo una vida muy monótona. He perdido todo interés en estudiar o realizar cualquier proyecto personal. Hoy, mi motivación es cero para las clases online que tengo que cursar». Un sentimiento similar confiesa Alba Carrasco, estudiante de 2º de Humanidades en la UPF: «Siento impaciencia, tristeza y un poco de estrés por mis estudios universitarios».

Sin embargo, una de las cuestiones que más está afectándoles es la interrupción de la vida universitaria, concebida como una etapa significativa en la trayectoria vital y profesional de una persona. Álex opina con cierto pesimismo que «hemos perdido la juventud universitaria y, en teoría, son los mejores años de nuestra vida. Con las restricciones no hemos podido disfrutarla». Noemí asegura con contundencia «que no estoy disfrutando de la vida universitaria, que es lo que ahora debería estar haciendo. Sólo hago cursos online».

En cambio, en medio de esta situación, Roger Howroyd percibe un agravio respecto de otras promociones universitarias, y admite que «tengo la impresión de que nuestra generación parte con desventaja si la comparamos con otras generaciones no confinadas. Tengo mis dudas, pero tengo esa sensación». Laia Serra comparte la opinión de Roger: «En un futuro, tal vez algunas empresas piensen que no estudiamos correctamente por haber estudiado online».

En este sentido, sin embargo, Federico Borges explica que «yo intento luchar contra esta creencia de robo de los mejores años de la vida universitaria, la idea de que están perdiendo posibilidades por formarse online». De hecho, Borges afirma que «entiendo esa percepción, la comprendo. Pero esa idea debe matizarse». Y aclara: «Las dos formas de estudiar, sea online o presencial, pueden ser igualmente buenas o igualmente malas».

¿Cómo ven el futuro?

Hoy día, la realidad y las preocupaciones de los universitarios son similares. Muchos de ellos, después de la pandemia, han perdido el trabajo que compaginaban con los estudios. Es el caso, por ejemplo, de Roger: «Ahora mismo, estoy bastante desmotivado, porque perdí el trabajo». Y recuerda que «por las mañanas iba a trabajar, y luego, con el tiempo justo, comía, cogía la moto y me iba a la universidad por la tarde. Todo era muy físico. Había un agotamiento agradable, y ahora no lo tengo. De hecho, me cuesta no hacer nada por la mañana». Sin embargo, Roger no decae y confiesa qué espera del futuro: «Me gustaría tener un equipo de marketing con el que trabajar en una empresa de automoción».

Pau Busquets también sufre la misma situación que Roger, y explica: «El futuro lo veo jodido, sobre todo aquí en Cataluña y en España. Los salarios son bajos y la tasa de desempleo es de las más altas de Europa. No descarto ir a vivir fuera. Ahora, sin embargo, quiero sacarme la universidad con nota y aprender, porque si tienes un título universitario, pero no has adquirido ningún aprendizaje, no te sirve de nada».

Por su parte, Neus Armengou admite que le preocupa la estabilidad económica para poder independizarse; una opinión parecida a la de Noemí que, con elocuencia, sintetiza su opinión con dos palabras: «Dinero y trabajo». Y añade: «Por culpa del virus y del impacto en la economía ha sido más difícil pagarse los estudios». Finalmente, uno de ellos, Alex, concluye con una frase que incorpora dos palabras que resumen bien las emociones sobre el futuro de los universitarios: «Tengo esperanza de encontrar trabajo sin tener mucho sufrimiento».

The post Fatiga pandémica en las universidades: «Hemos perdido los mejores años de la vida» appeared first on El Diario de la Educación.

Comparte este contenido:

Educación y digitalización: Una tarea pendiente

Por: Javier Arroyo/www.elmostrador.cl

Durante el último año, la mayoría de los estudiantes ha tenido que estudiar en casa para continuar de forma virtual su proceso de formación. Como sabemos, esto se ha traducido en un reto tanto para los profesores como para las familias, ya que es tremendamente perjudicial que los niños pierdan su ritmo de aprendizaje.

Lo que realmente parece asombroso es cómo, existiendo tanta tecnología para hacer posible aprender en forma virtual, gran parte del sector educativo no tuviera implementadas desde antes herramientas que hubiesen hecho mucho más fácil el paso hacia las clases online. La pregunta que surge es: luego de un año de pandemia, ¿Se está implementando adecuadamente la tecnología para el aprendizaje?

Lo cierto es que el sector educativo, junto con el comercio y el turismo, es uno de los que más se ha visto afectado por el Covid-19, y en el que también se han observado algunos cambios, unos más notorios que otros. La suspensión permanente de las clases en colegios y universidades fue lo que detonó que el sistema buscara alternativas que permitieran a los estudiantes continuar con sus programas educativos de forma remota. Alternativas que, sin haberse visto obligados por las circunstancias, podrían haber usado ya en ocasiones anteriores y ahorrándose varios problemas de adaptación que han experimentado tanto educadores como alumnos.

Lo claro es que el sistema educativo mundial tuvo que esperar a que se estuviera viviendo una situación límite para plantear medidas o soluciones medianamente viables para garantizar el derecho a la educación. Sorprende preguntarse por ejemplo, ¿Cuántos gobiernos han pensado en lo rentable que es contar con una buena conectividad para maximizar la educación de sus alumnos?

Con pandemia o sin ella, internet puede poner a disposición de alumnos en zonas rurales y remotas las enseñanzas de los mejores profesores del país. Hemos sido testigos de la carencia de recursos tecnológicos en los niños y niñas, dificultando su aprendizaje en casa, ¿Estaremos preparados para otro año de educación a distancia?

Educación y digitalización: una tarea pendiente

Comparte este contenido:

La IA descubre procesos biológicos que escapan al conocimiento humano

La Inteligencia Artificial puede descifrar el lenguaje de las proteínas que en ocasiones provoca enfermedades como el cáncer y procesos neurodegenerativos como el Alzheimer o el Parkinson: son procesos biológicos que escapan al conocimiento humano.

Científicos del St John’s College de la Universidad de Cambridge han descubierto que un grupo de potentes algoritmos pueden predecir el lenguaje biológico del cáncer y de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, según informan en un artículo publicado en PNAS.

Introdujeron en un modelo informático enormes cantidades de datos acumulados durante décadas de investigación, y comprobaron que la Inteligencia Artificial podía hacer descubrimientos más avanzados que los conseguidos por los seres humanos.

Observaron que poderosos algoritmos similares a los utilizados por Netflix, Amazon y Facebook pueden, no solo descifrar el lenguaje biológico que desencadena enfermedades cruciales para la vida humana, sino también indicar cómo corregir los errores gramaticales dentro de las células que causan enfermedades.

Comprobaron que la IA podía aprender por sí misma lo que la ciencia ha asimilado después de décadas de investigación, confirmando así que será capaz también de descubrir lo que todavía no sabemos del lenguaje de las proteínas que provoca enfermedades mortales en los seres humanos.

Tema relacionado: La Inteligencia Artificial y la nanotecnología revolucionan el universo biomolecular

Agregados y condensados de proteínas

Las proteínas regulan buena parte del funcionamiento de nuestro cuerpo humano y representan casi el 20 por ciento del peso de una persona. Aunque son constituyentes químicos fundamentales e imprescindibles de nuestro organismo, los científicos todavía no conocen la función de muchas de ellas.

Alzheimer, Parkinson y Huntington son tres de las enfermedades neurodegenerativas más comunes, pero los científicos creen que hay varios cientos de enfermedades más de este tipo vinculadas a procesos proteicos.

En la enfermedad de Alzheimer, que afecta a 50 millones de personas en todo el mundo, las proteínas se descolocan, forman grupos y destruyen las células nerviosas sanas. Un cerebro sano elimina eficazmente estas masas de proteínas potencialmente peligrosas, conocidas como agregados.

Si embargo, algunas proteínas descolocadas, ocasionalmente forman gotitas líquidas de proteínas, llamadas condensados biomoleculares, ​​que no tienen membrana y se fusionan libremente entre sí.

A diferencia de los agregados de proteínas, que son irreversibles, los condensados biomoleculares ​​de proteínas pueden deformarse y desencadenar enfermedades como el cáncer.

Imagen de microscopía de fluorescencia de los condensados de proteínas que se forman dentro de las células vivas. Crédito: Laboratorio Weitz, Universidad de Harvard.

La IA al rescate

Para estudiar a fondo el lenguaje de las proteínas, los investigadores programaron un sistema de IA basado en redes neuronales, formadas por grupos interconectados de nodos informáticos similares a la vasta red de neuronas presentes en un cerebro biológico.

La autora principal de esta investigación, Kadi Liis Saar, explica al respecto en un comunicado, “le pedimos específicamente que aprendiera el lenguaje de los condensados biomoleculares que cambian de forma (gotitas de proteínas que se encuentran en las células), que los científicos necesitan entender para descifrar el lenguaje de la función biológica y el mal funcionamiento que causa el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer».

Y añade: “alimentamos al algoritmo con todos los datos almacenados en las proteínas conocidas para que pudiera aprender y predecir el lenguaje de las proteínas de la misma manera que estos modelos informáticos aprenden sobre el lenguaje humano y cómo WhatsApp sabe cómo sugerir palabras para que las usemos.»

“Entonces pudimos preguntarle sobre la gramática específica que hace que solo algunas proteínas formen condensados ​​dentro de las células. Es un problema muy desafiante y desbloquearlo nos ayudará a aprender las reglas del lenguaje de la enfermedad», concluye.

Potencia tecnológica

A tenor de este desarrollo, los investigadores piensan que un mayor uso del aprendizaje automático podría revolucionar la investigación futura sobre el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.

Añaden que este eventual desarrollo puede conseguir descubrimientos más allá de lo que los científicos ya saben sobre las enfermedades y, potencialmente, incluso más allá de lo que el cerebro humano puede entender sin la ayuda del aprendizaje automático.

“El aprendizaje automático puede estar libre de las limitaciones de lo que los investigadores creen que son los objetivos de la exploración científica: eso significaría que se encontrarán nuevas conexiones que ni siquiera hemos concebido todavía. Es realmente muy emocionante», concluye Saar.

La red de IA desarrollada en este estudio se ha puesto a disposición de los investigadores de todo el mundo para permitir que más científicos trabajen en los avances que puede aportar.

Referencia

Learning the molecular grammar of protein condensates from sequence determinants and embeddings. Kadi L. Saar et al. PNAS April 13, 2021 118 (15) e2019053118. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2019053118

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/la-ia-descubre-procesos-biologicos-que-escapan-al-conocimiento-humano.html

Comparte este contenido:

Tsotsiles en Puebla: infancias indígenas migrantes y trabajadoras

Tsotsiles en Puebla: infancias indígenas migrantes y trabajadoras

Comparte…

Miguel Ángel Rodríguez

El 26 de febrero pasado, hace casi un mes, Juan Villoro escribió un artículo memorable sobre la migración europea, pues dio cuenta de nuestra condición de seres ficticios bajo el signo de la pandemia. El modo virtual de nuestras relaciones, de las que “carecemos de suficiente evidencia pública para demostrar que somos reales”, nos sitúa en una pausa ontológica en la que dejamos temporalmente de ser.

El pensador mexicano juega con la ontología y nos descubre, a propósito de la negación del ser, una palabra que revela el angustiante estado de excepción que abandona y reduce a muchos migrantes varados temporalmente en Alemania, por causa de la pandemia (no hay vuelos) y por algunos problemas burocráticos con sus pasaportes (las oficinas están cerradas), digo, los coloca en una situación que no es legal ni ilegal, por lo que el Estado alemán les otorga un documento que pasará a la historia de la migración mundial como el primer reconocimiento oficial a seres de ficción.

Con un extravagante e impronunciable vocablo Fiktionsbescheinigung, que literalmente significa Certificado de ficción, los burócratas germanos despacharon la cuestión. Un papel del gobierno que  “acredita la condición ficiticia de quien lo porta”. Es la expresión más cristalina de las degradantes maneras en que funciona el estado de excepción en el primer mundo, incluyen legalmente a los migrantes para desincluirlos, para recordarles su otredad.

Me pregunto aquí, siguiendo a Juan Villoro, por el eufemismo castellano que nombre la circunstancia ominosa que viven las infancias indígenas migrantes y trabajadoras de nuestro país, y, en particular, por las familias migrantes tsotsiles que, desde hace más de tres lustros, viajan como sombras, en un trajín sin descanso, en un vaivén constante, de Mitontic, Chiapas, a la Ciudad de Puebla.

San Miguel Mitontic es un pueblo prehispánico fundado por los tsotsiles, una comunidad indígena de origen maya en la que el 98.7 por ciento de la población habla la lengua originaria. En la actualidad es un municipio de la Región V de los Altos de Chiapas, misma que está conformada por 18 ayuntamientos: San Cristóbal de las Casas, Mitontic, Teopisca, Altamirano, Chalchihuitán, Chanal, Chamula, Pantelhó, Chenalhó Oxchuc, Las Rosas, Tenejapa, Amatenango, Zinacantán, Aldama, Huxtán, Larráinzar y Santiago. Mitontic es una ciudad con una población de 13 mil 755 habitantes según el último censo de población y vivienda (2020) y suele aparecer entre los diez municipios más pobres del país.

La mayoría de los seres de maíz que migran cíclicamente a las ciudades de México, Yucatán, Oaxaca, Qunitana Roo, Veracruz, Tabasco, Campeche y Puebla no tienen  siquiera un certificado de ficción, un Fiktionsbescheinigung que los acredite como sujetos de derecho en proceso de probar su existencia real, porque existen sin ser valorizados jurídicamente. Vamos, ni siquiera están registrados en alguna dependecia local de Chiapas, y, desde luego, menos aún existe constancia legal de su presencia en la Angelópolis.

Los migrantes viven en un eterno estado de excepción que, con frecuencia, los enfrenta a graves sufrimientos familiares, porque las autoridades del sistema DIF (Desarrollo Integral de la Familia) de los estados y ciudades a las que migran suelen hacer generalizaciones descriptivas y normativas que estereotipan, estigmatizan y criminalizan las estrategias de supervivencia de las familias tsotsiles.

Sin comprender, sin escuchar siquiera los múltiples sentidos que el trabajo infantil migrante adquiere como constructo comunitario sociohistórico entre los pueblos indígenas, porque, como en el caso de Puebla, no cuentan con un traductor tsotsil autorizado que interprete los sentimientos y deseos de los niños y las niñas, con ese juicio universalista y paternal que infantiliza a las poblaciones indígenas y afrodescendientes, las familias tsotsiles son cruelmente separadas hasta por más de medio año. Y ahora pende como espada de Damocles sobre sus vidas un proyecto de ley para erradicar el trabajo infantil en el estado de Puebla, una normatividad de buenas intenciones que, sin embargo, debe dialogar con las otras formas de existencia para conocer el sentido de su verdad, escuchar las voces y significados de los propios niños y niñas tsotsiles y, por supuesto, los argumentos y narrativas de sus padres.

Las acusaciones siempre son las mismas, que no son sino ordinarios lugares comunes: explotación del trabajo infantil y violencia familiar. Vamos a ver, entiendo que se han registrado, lamentablemente, algunos casos que pueden calificar para los delitos arriba señalados, lo que quiero enfatizar es que a partir de esos acontecimientos, más bien extraños entre la población tsotsil que migra a la ciudad de Puebla, el acendrado racismo poblano los ha generalizado y, en consecuencia, los ha validado como “estereotipos contingentes y despectivos” contra ellos. Un lugar común que, entre otras cosas, despoja a los niños y a las niñas de su propia iniciativa, porque los convierte en seres sin voluntad y sin voz y, por si fuera poco, condena a los padres y las madres tsotsiles, que ya cargan en sus vidas con todos los acoplamientos imaginables de desventajas sociales que, a mi parecer, ninguna interseccionalidad ha sido capaz de pensar siquiera, a representar todavía, para acabarla de chingar, el trágico papel de crueles verdugos de su propia progenie.

Como la imagen siniestra y torva de los mexicanos que Donald Trump dibujó al principio de su gobierno para justificar la necesidad del famoso muro fronterizo, un estereotipo que es común escuchar y leer entre los conservadores supremacistas de los Estados Unidos, el mismo molde grotesco que se usó contra los afrodescendientes para criminalizarlos, para negarles los derechos humanos más elementales, una deshumanización tan brutal que encendió, hasta la rabia, la indignación del movimiento de liberación afrodescendiente. Una digna rabia que Martin Luther King inmortalizó el 28 de agosto de 1963 con la maravillosa pieza retórica pronunciada bajo la sombra simbólica de George Washington: “I have a dream”.

Y así podemos hablar pestes de los judíos, los musulmanes, los chinos, los gallegos, los indígenas y afrodescendientes, sin saber, sin comprender un ápice la construcción del sentido y esencia de su verdad, vamos por ahí repitiendo lugares comunes, generalizaciones descriptivas que devienen estereotipos humillantes contra los diferentes, son clichés derivados de la proverbial soberbia occidental y de la pretensión logocéntrica, estandarizada, meritocrática y universalista del proyecto ilustrado y capitalista de desarrollo.

Los alemanes estrenan la palabra Fiktionsbescheinigung para acreditar el ser de ficción de los migrantes varados en Alemania, hasta nuevo aviso existen en un estado de excepción ontológica, se trata a todas luces de un proceso provisional que se resolverá pasada la pandemia. No hace falta decirlo, los indígenas chiapanecos de Mitontic viven en un estado de excepción permanente, no tienen derecho a la salud, ni a la educación, ni a un trabajo digno y bien remunerado, baste decir que el censo de población y vivienda del 2020 registra un elocuente 0.1 por ciento entre la población de 12 años y más no económicamente activa que está pensionada o jubilada. En otras palabras, llegan a la vejez sin tener garantizado los derechos sociales fundamentales, pues nunca fueron registrados formalmente como sujetos de derecho por sus empleadores.

Otros datos que vale la pena consignar son que apenas el 25 por ciento de las viviendas de Mitontic cuentan con agua entubada y, de ellas, menos del 2 por ciento tiene cisterna. No es momento de detenerse a pensar, por la escasez del agua, en el carácter sacro que la Coca-Cola adquirió desde hace años en las tierras tsotstiles, en las que el tóxico líquido aparece como vino de consagrar en todas las ceremonias civiles y religiosas de relevancia social.

Por otra parte, apenas el 6.6 por ciento de ellos tiene servicio de telefonía celular y una tercera parte cuenta con el servicio del seguro popular (censo de población y vivienda 2020). Hablamos de un espacio que suele figurar entre los diez municipios más pobres del país.

Como si fuera posible imaginar más desgracias, la situación económica de la comunidad ha sufrido un deterioro considerable durante los últimos cinco años, especialmente si la evaluamos a la luz de las variaciones en el porcentaje de la población de 12 a 14 años y de 15 a 24 años que asiste y abandona la escuela.

Veamos, mientras durante el 2015 el 72.6 por ciento de estudiantes de ese rango de edad asistía a la escuela, tenemos que para el censo del 2020 ese porcentaje se redujo a un 54.6 por ciento. Un incremento del abandono escolar de 18 puntos porcentuales en cinco ciclos escolares que no puede ocurrir como si nada estuviese pasando, pues si lo comparamos con el promedio nacional de asistencia a la escuela en esa edad de 12 a 14, que asciende a un 90.5 por ciento (2020), hablamos de un incremento radical de la brecha de la desigualdad educativa entre los estudiantes tsotsiles y el resto de los estudiantes mexicanos, son 36 puntos porcentuales de desventaja educativa.

¿Dónde están los miles de niños, niñas y adolescentes tsotsiles que ya no están en las aulas?

Sin embargo, aunque usted no lo crea, no es el escenario peor para la vida de los estudiantes de Mitontic, Chiapas, ni para las altas aspiraciones, siempre nobles y lúcidas, del sistema educativo mexicano, pues, cuando los estudiantes tsotsiles alcanzan los 15 años de edad, el porcentaje de ausencia es una dolorosa tragedia humana y el abandono escolar reduce la matricula de manera crucial. Así encontramos que para el año 2015 solo el 15.2 por ciento de la población entre 15 y 24 años asiste a la escuela, una tendencia a la baja en la asistencia escolar que alcanzó a gatas el 13 por ciento en el 2020. Esto es, 30 puntos porcentuales de desventaja con respecto a la asistencia escolar promedio de los alumnos del país que alcanzó un 45.3 por ciento según el censo del 2020.

De esa manera, durante el 2015, al transitar de la secundaria (72.6) a la preparatoria (15.2)  se observa una reducción brutal del 54.7 por ciento de los estudiantes inscritos en el ciclo educativo anterior. Y lo mismo pasa para el 2020, pues del 54.6 por ciento de la población que asiste a la escuela entre 12 y 14 años desciende drásticamente al 13 por ciento de quienes asisten a la escuela entre los 15 y los 24 años de edad. Se observa aquí, igualmente, un abandono escolar de 41. 6 por ciento. Esa es la dimensión de la deuda que el sistema educativo nacional mantiene con las comunidades indígenas tsotsiles.

¿Dónde están los miles de jóvenes tsotsiles que ya no están en las escuelas?

Como les decía, después de un recorrido de más de 700 kilómetros en un viejo autobús pirata, sin seguro de vida y buena parte del camino viajando de pie, con las criaturas a las espaldas, arriban las endeudadas y fantasmales familias tsotsiles a La Loma, una colonia de alta marginación situada a un lado del Mercado Hidalgo, en la Ciudad de Puebla.  Migran desde hace más de tres lustros, son hombres y mujeres jóvenes, en edad laboral, vienen en busca de mejores horizontes de futuro inmediato. Los primeros migrantes tsotsiles encontraron ahí las mejores condiciones para morar sin sufrir severamente la discriminación, quizá porque mucha de la gente que habita en el vecindario también proviene de otras diferentes culturas indígenas de Puebla, Oaxaca, Chiapas y Guatemala.

El Atlas de los pueblos indígenas de México del 2015 registra la presencia de 554 tsotsiles en el estado de Puebla, la inmensa mayoría en la ciudad capital. Vale la pena tener siempre presente que la mediana de edad de los habitantes de Mitontic, Chiapas, es de 16 años –según el censo de población y vivienda 2020– por lo que hablamos de familias muy jóvenes con hijos e hijas en edad escolar que usualmente migran con ellos, por lo que es muy complejo pensar, como veremos, en una educación formal a la manera tradicional.

Cuando uno pasea por las calles de La Loma es posible encontrar una gran variedad de pequeñas tiendas de abarrotes y una oferta muy plural de alimentos regionales, son negocios atendidos, en su mayoría, por migrantes indígenas del interior del estado que encontraron ahí, cerca del mercado, un buen lugar para construir su casa. Se trata de un fenómeno sociodemográfico creciente que no ha recibido, lamentablemente, la atención estatal que un enfoque de derechos sociales fundamentales y un sentido estricto de justicia social demandan con urgencia.

En ese contexto sombrío emerge un proyecto salvífico que, contra viento y marea, pretende construir un proyecto cooperativo y educativo, un espacio termotópico, una esfera para el cuidado del ser de los niños, niñas y jóvenes tsotsiles migrantes, en donde la pluralidad epistemológica y ontológica de los tsotsiles adquiera carta de naturalización: Yo´on Ixim ( corazón de maíz A.C.).

Samantha, la fundadora de la organización civil, nos platicó a Sandra Aguilera Arriaga y a mí, que fue en el 2014 cuando vio por primera vez a un grupo de indígenas, adultos, niñas y niños, con una indumentaria hermosa, pues eran blusas preciosamente bordadas sobre tela de color morado que usaban las niñas y las mujeres que vendían chicles en las esquinas y grandes cruceros de la ciudad: “¿qué hacen ahí?, ¿cómo es su vida?, ¿cómo es que llegaron a estar así…?” -se interrogaba.

El proyecto cooperativo es el paraguas que cubre y protege al proyecto educativo. Consiste fundamentalmente en la posibilidad de crear un espacio productivo consolidado por mujeres tsotsiles que “participan en un proceso de auto-definición y producción cultural” (Ferreiro, 2016, p.53). Las prendas bordadas se venden en un mercado justo para los saberes y habilidades textiles que, por tradición, practican las indígenas tsotsiles, son tejedoras maravillosas de una selva cósmica. Ahora las mujeres también bordan capas, vestidos, blusas, cachuchas, fundas para celulares, etc., y producen mermeladas de frutas para vender en el Sagrado Mercadito, un dominical centro alternativo de comercio ubicado en San Andrés Cholula. Con ese ingreso pueden dedicarse también a estudiar y, sobre todo, sus hijos conocen y aprenden en la escuelita.

Las artesanas del Corazón de Maíz proponen y crean nuevos diseños textiles que bordan con sus saberes tradicionales, se sienten revaloradas porque pueden alcanzar, con la apropiación del proceso de trabajo, que está vinculado a la recreación de su cultura y cosmovisión, cierta autonomía que les permite, en principio, tomar la decisión de abandonar las calles para vivir, provisoriamente, como son sus propias existencias, la experiencia de la escuela.

En la denominada “escuelita” los profesores comprenden y aprovechan muy bien las ventajas de que los estudiantes tsotsiles hayan sido vendedores en la calle, porque el proyecto educativo reconoce y valora las experiencias y los aprendizajes que los niños, niñas y jóvenes adquieren en el trato diario, en los estados de ánimo que es necesario adivinar en los transeúntes para no despertar la ira del racismo, discriminación clasista y patriarcal. Y no se diga en las habilidades matemáticas, un área en la que, según la opinión de los profesores, suelen desarrollar capacidades y habilidades singulares.

De la misma manera, mientras en otros estudios nacionales e internacionales similares, con los que pretendemos hacer un análisis comparativo, los juicios de algunos profesores insisten en que la lengua originaria es un obstáculo para el mejor aprovechamiento escolar, en la escuelita Yo´on Ixim encontramos que la mayoría de los docentes valoran alto la lengua tsotsil y se encuentran inmersos en su aprendizaje, el cual, podría decirse, es la lengua que prevalece en las actividades escolares. Van más allá, pues una de las profesoras explora con paciencia el intrincado mundo de los sentimientos y las emociones de los y las migrantes tsotsiles, un trabajo de investigación hermenéutica que nació como un problema del aula, de la docencia con niños y niñas tsotsiles.

Podría continuar hablando de la educación prometeica, termotópica y hospitalaria del Corazón de Maíz, pero sería adelantarme un poco al diálogo comunitario que deseamos proponer en el conversatorio de mañana 26 de marzo del 2021 a partir de las nueve de la mañana, es un encuentro para pensar, junto a ellos, con la presencia de los protagonistas, en un mundo donde las infancias indígenas migrantes y trabajadoras, como los tsotsiles de Puebla, puedan alcanzar, lejos de tanta miseria, el ser que son y que les hemos negado secularmente.

Fuente: https://www.educacionfutura.org/tsotsiles-en-puebla-infancias-indigenas-migrantes-y-trabajadoras/

Comparte este contenido:

Descubren cómo se produce el aprendizaje subconsciente

Se han identificado por primera vez los mecanismos cerebrales que permiten el aprendizaje por estímulos subconscientes. El hallazgo podría desembocar en nuevas estrategias terapéuticas para patologías mentales.

Un nuevo estudio internacional ha identificado por primera vez los procesos que tienen lugar en el cerebro de los animales cuando aprenden de estímulos visuales subconscientes. Los nuevos datos sobre cómo se produce exactamente este aprendizaje perceptivo inconsciente podrían conducir a tratamientos más eficientes para diferentes afecciones mentales.

La psicología, el psicoanálisis y otras ramas de las ciencias del comportamiento definen básicamente al subconsciente como todo aquello que se ubica «por debajo del umbral de la consciencia». En consecuencia, allí estaría la información en principio inaccesible durante la vida cotidiana, automática o consciente: la misma se manifestaría mediante el sueño, los lapsus, las metáforas y todas las expresiones que evaden la lógica consciente y, en cierto modo, el sentido común.

Sin embargo, el acceso a este nivel de la actividad cerebral también puede ser utilizado para concretar aprendizajes significativos, cuyo impacto puede ser incluso más duradero y eficiente que aquellos conseguidos mediante tareas conscientes. Por ejemplo, el denominado aprendizaje implícito se produce de forma inconsciente y sin esfuerzo: aprendemos sin pensar en dicha acción en concreto, por ejemplo mediante simples repeticiones.

Estímulos visuales subconscientes

Ahora, una nueva investigación conducida por especialistas de la Universidad KU Leuven de Bélgica y de la que también participaron investigadores del Hospital General de Massachusetts y la Universidad de Harvard, ha logrado comenzar a desentrañar los misterios inherentes al aprendizaje subconsciente, determinando los procesos que tienen lugar en el mismo mediante un estudio realizado en monos Rhesus. Según un comunicado, trabajaron sobre estímulos visuales que no son perceptibles conscientemente, y que sin embargo luego pueden ser recordados.

En la investigación, publicada en la revista Neuron, los expertos activaron parte del sistema de recompensa en la base del tallo cerebral de los monos, concretamente en el área tegmental ventral, liberando dopamina. Esta hormona no solamente es crucial para el placer y la felicidad: también cumple un papel vital en los procesos cognitivos y de aprendizaje.

Mientras desarrollaban esta acción, los investigadores mostraron imágenes prácticamente invisibles de rostros y cuerpos humanos a los monos, entre otros estímulos visuales difíciles de percibir de manera consciente, al mismo tiempo que les exigían otras tareas de gran complejidad.

Todo indicaba que en situaciones normales los animales no serían capaces de recordar los estímulos presentados: ¿qué pasaría, en cambio, al activar la base del tallo cerebral?

Importantes resultados

El experimento permitió comprobar que al activar la zona indicada del tallo cerebral los monos fueron capaces de reconocer y recordar los estímulos visuales subconscientes, en tanto que no lo lograron cuando la mencionada estimulación fue interrumpida. Según los científicos, esto demuestra que existe una relación directa entre esta región del cerebro y los estímulos subconscientes.

Además, remarcaron que pudo comprobarse que la dopamina incentiva el aprendizaje subconsciente. También expresaron que durante el experimento se activaron zonas de la corteza visual del cerebro y otras áreas importantes para la memoria.

En ese sentido, y teniendo en cuenta las semejanzas entre monos y humanos, los investigadores creen que al profundizar en estos conocimientos en futuros estudios será posible desarrollar nuevos tratamientos para enfermedades relacionadas con la producción de dopamina, como la depresión, las adicciones o el Parkinson.

Según el profesor Wim Vanduffel, uno de los responsables del estudio, «al comprobar los resultados en humanos y estimular áreas del cerebro que producen dopamina, podríamos permitir por ejemplo que las personas recuperen el habla más rápidamente o mejoren sus habilidades motoras después de un accidente o enfermedad», concluyó.

Referencia

Electrical stimulation of the macaque ventral tegmental area drives category-selective learning without attention. Sjoerd R. Murris et al. Neuron (2021).DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuron.2021.02.013

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/descubren-como-se-produce-el-aprendizaje-subconsciente.html

Comparte este contenido:
Page 9 of 112
1 7 8 9 10 11 112