América del Sur/ Guatemala/ 07.05.2019/ Fuente: elperiodico.com.gt.
El arte tiene la capacidad, por un lado, de generar procesos de sanación individual, de resiliencia y de toma de acción de las personas; de ser agente social para cambiar nuestra realidad; y, por otro lado, es una herramienta muy efectiva para trabajar con determinados colectivos, es decir es muy potente también para generar comunidad.
Chota nació en un contexto de violencia pero gracias al arte del graffitti encontró un espacio de sanación y resiliencia, un lugar desde donde expresar su ser. Hoy es un líder comunitario en el Barrio 13 de Medillín. Este viernes 10 de mayo, conversará con Juan Pablo Romero, fundador y director del proyecto educativo comunitario en Jocotenango, Los Patojos.
Los programas de arte graffiti en la política pública colombiana son un posible referente para prevenir la violencia juvenil. Invertir en arte callejero y juvenil es hacer una inversión humana para el espíritu. Dado que la violencia es estructural, además de educación y oportunidades, aquí lo que hace falta es llenar también el espíritu. Con y desde el arte callejero podemos construir una cultura de paz.
Guatemala es considerado uno de los países más desiguales de Latinoamérica, el 51.76 por ciento de la población vive en pobreza. Más de dos millones de personas sobreviven con menos de un dólar al día, sin empleo, salud, vivienda y educación.
Existen otros factores estructurales asociados con la violencia, como la exclusión social y la desigualdad socioeconómica. Diferentes estudios muestran la correlación que existe entre desigualdad y violencia.
Los niños y chavos más vulnerables a la violencia son quienes han sido abandonados por sus familias; quienes tienen el pagmento y la calle como única alternativa, los que están fuera del sistema escolar; los jóvenes desempleados; quienes sufren explotación sexual comercial y económica; quienes migran en condiciones precarias y quienes viven en condiciones de hacinamiento en zonas marginales
Se estima que más de 1,3 millones de niños y adolescentes se encuentran fuera del sistema escolar. Los miembros de las pandillas, en su mayoría, han desertado el sistema educativo y prácticamente no tienen acceso a capacitación técnica ni al mercado laboral.
Marginales. Sin rumbo. Sin oportunidades. Sumidos en la creciente ola de crimen organizado, extorsiones, ataques a pilotos, tráfico de armas y drogas, asesinatos, violencia intrafamiliar, abuso sexual, linchamientos y otras formas de violencia juvenil, así navegan miles de jóvenes cooptados por el crimen organizado. Esos chavos no se cuentan cuentos y repiten: la muerte es segura, la vida no.
La educación, la capacitación, las oportunidades, el deporte son imprescindibles para prevenir la violencia juvenil. Pero es el arte el que puede generar identidades y comunidades de paz y para la paz.
En sociedades de posguerra como Colombia y Guatemala, el arte puede ser la respuesta más poderosa para construir nuevas identidades juveniles y sociedades más pacíficas.
El conversatorio organizado por Katie Pokorny y Nadia Gezzoli, sobre la No Violencia será en la galería de arte Nueva fábrica este viernes 10 de mayo a las 17:00 horas. Ahí conversaremos sobre cómo el arte callejero frena la violencia y crea cohesión social y sentido de comunidad. Los fondos se usarán para arte urbano y para conseguir becas para jóvenes talentosos. Los esperamos.
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