Redacción: Radio Angulo
Afrontar cualquier discapacidad sensorial impone retos mayúsculos, pero cuando se cuenta desde la infancia con el indispensable apoyo de la familia y la oportuna asistencia educacional y médica entonces los problemas auditivos y visuales no son obstáculos para alcanzar una vida funcional, plena y feliz. En ese caso se encuentran los niños y niñas en Holguín diagnosticados con alguna deficiencia de este tipo.
La escuela especial “La Edad de Oro”, única en la provincia para la atención de alumnos con discapacidad sensorial, acoge en sus aulas a escolares desde pre-escolar hasta sexto grado donde reciben una educación integral bajo el amparo constitucional de igualdad de oportunidades de instrucción e inclusión social. Su directora, Elizabeth Laguna Estrada, con 26 años de experiencia docente en esta enseñanza, confiesa que es una responsabilidad inmensa enseñar a estos niños, pero al mismo tiempo un gran reto que requiere vocación, superación constante y consagración: “El objetivo es que los estudiantes tengan una vida segura, que sean personas independientes, que logren alcanzar sus sueños”.
“Nuestro proyecto educativo –señala– tiene una matrícula de 96 educandos, contamos con varias especialidades en correspondencia con el diagnóstico [médico] de estos niños. Tenemos con deficiencia visual cinco niños ciegos, 19 con baja visión, 47 estrábicos y ambliopes, 20 sordos, un sordo-ciego, y cuatro alumnos con trastornos de la comunicación (…) Es una escuela clínica pedagógica, tenemos una estrecha vinculación con salud pública y la relación con la familia es buena, los padres son muy preocupados por el aprendizaje, se preocupan por conocer qué actividades pueden realizar con sus hijos para apoyarlos y lograr niveles de independencia. La enseñanza especial te permite como ser humano sensibilizarte con las situaciones de los niños y su familia”.
En esta institución educacional el currículo de estudio es igual al de la enseñanza primaria general, solo se diferencia por el trabajo correctivo compensatorio en dependencia de la discapacidad sensorial del estudiante. “De hecho es una escuela de tránsito, hay educandos que solo están en esta institución hasta el tercer o cuarto grados, ese es el caso de los niños con estrabismo o ambliopía. Los alumnos con trastornos de la comunicación, dislalia, en diferentes grados permanecen hasta el segundo grado, una vez que reciben rehabilitación y tienen un adecuado desarrollo del lenguaje”, –esclarece.
Quienes no logran compensar la discapacidad sensorial continúan en “La Edad de Oro” y cuando terminan el sexto grado pasan a la secundaria básica con seguimiento de los maestros de apoyo de la enseñanza especial, que brindan también orientación y asesoramiento a directivos y docentes a cargo de esos estudiantes en ese nivel educativo. Para los alumnos sordos, que lo requieran, se garantiza el intérprete de señas.
La profesionalidad es denominador común en maestros y personal de apoyo a la docencia de este centro escolar que concibe y aplica modelos psicopedagógicos para lograr la independencia personal, movilidad y orientación de sus alumnos ciegos en diferentes entornos dentro de la escuela y fuera de la institución educativa; su integración en cualquier contexto social y desarrollo intelectual.
A disposición de su aprendizaje y adaptación están todos los recursos materiales, escolares y tecnológicos necesarios. Con resultados muy favorables, a partir del diagnóstico médico, se trabaja en la estimulación visual y auditiva de los estudiantes. Yoel Lobaina como padre está muy agradecido por la mejoría de su pequeño hijo: “Tiene baja visión en el ojo derecho debido a una meningoencefalitis, llegó prácticamente sin ver, y gracias al trabajo de la escuela ha recuperado mucho la visión”.
Similar opinión tiene la madre Yaimarelis Rosales Pupo que elogió los métodos y estrategias pedagógicas de “La Edad de Oro”. Su hijo con baja visión cursa ya el quinto grado. “Lo dejo en buenas manos, entró con 01 y ya está en 03”. –expresó complacida.
En el caso de la sordera el lenguaje de señas ofrece la oportunidad de mejorar la comunicación y el rendimiento académico. Las actividades lúdicas y la rehabilitación médica complementan el programa educacional para evitar la ralentización en el desarrollo psicomotor de los escolares. “La Edad de Oro” brinda oportuno apoyo psicológico a sus alumnos y orientación a la familia.
A Miriam Aguilera Pavón le apasiona el magisterio, trabaja en la enseñanza especial desde 1980. Contribuir a la instrucción de los niños y niñas con discapacidad sensorial es una tarea pedagógica que asume con responsabilidad y abnegación desde hace casi cuatro décadas: “Me enamoré de la enseñanza desde que tenía 18 años, he trabajado con niños sordos siempre, ha sido algo de toda la vida, de entrega, de sistematicidad. Tengo muchas bonitas experiencias de estudiantes que han logrado ser informáticos, pintores, maestros, auxiliares pedagógicos, que incluso trabajan en estos momentos con nosotros; algunos han sido mecánicos, carpinteros, según sus potencialidades. Trabajar con ellos ha sido lo mejor que me ha pasado en mi profesión”.
La concepción humanista de esta profesión enamoró a Roxana Estupiñán Díaz: “Es una especialidad muy linda, de mucho amor, de mucha paciencia y siento mucha pasión al ver esos niños que necesitan de mí”. Ella, como otros 78 estudiantes, se forma en nivel medio como maestra de Educación Especial en la Escuela Pedagógica José Martí.
Este centro de régimen interno acoge estudiantes de los municipios de Moa, Mayarí, Urbano Noris, Banes y Holguín. Independientemente de la situación económica y familiar todos los niños y niñas con discapacidad sensorial reciben allí una especial asistencia médica y académica. Para ellos no existen barreras de discriminación o aislamiento social.
La incapacidad visual o auditiva no es limitación para el conocimiento, las estrategias educacionales van dirigidas al desarrollo de las potencialidades cognitivas de los alumnos, al fortalecimiento de sus valores humanos y afectivos; inculcan fuerza de voluntad para alcanzar metas profesionales.
De “La Edad de Oro” aprendió bien Cristhian Berlanga Rosales; su ejemplo demuestra que ser ciego no es obstáculo para acceder a la educación superior. Hoy se forma como Licenciado en Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Holguín y recuerda con gratitud las valiosas enseñanzas de esa escuela especial: “Aprendí el sistema braille fundamental para mi aprendizaje y descubrí algo maravilloso que es la lectura para ampliar mis conocimientos. Como dijo José Martí ser culto es el único modo de ser libre”.
El buen funcionamiento de esta escuela revela la prioridad de la enseñanza especial en Holguín, que cuenta con 28 centros educacionales donde se educan actualmente más de tres mil 590 estudiantes.
Sus enfoques educativos responden a múltiples interacciones pedagógicas que inciden sobre un eficiente proceso educativo, alejado de la antigua visión estigmatizada de minusvalía. “La Edad de Oro”, inmersa en el tercer perfeccionamiento de la educación implementa un grupo de acciones para elevar la calidad de la docencia y lograr un mayor vínculo con la familia.
Tal como reconoce su directora, Elizabeth Laguna Estrada, la motivación es esencial: “Nos sentimos orgullos de ser trabajadores de la enseñanza especial, muy satisfechos y siempre estaremos dispuestos a darlo todo por nuestros niños, todo sacrificio es bien poco; ellos se lo merecen, son niños increíbles, muy apasionados, que les gusta dar cariño y esa sensibilidad siempre llega”.