Poder quitarse la mascarilla en interiores puede significar para la mayoría un alivio, pero también es un motivo de ansiedad para los jóvenes ya que mostrar de nuevo su rostro puede afectar a su autoestima. La psicóloga Rocío Rivero nos ofrece las claves para ayudarles a superar este síndrome.
“Yo no me pienso quitar la mascarilla en el instituto”, afirma María, estudiante de 1º de ESO, a sus padres cuando hablan durante la cena de que las mascarillas ya no serán obligatorias en interiores a partir del 20 de abril. “Tengo la cara llena de granos y estoy horrorosa. No quiero que mis amigos me vean así”.
El caso de María no es el único. Aunque para muchos quitarse la mascarilla y destapar el rostro supone una liberación, para otros, como es el caso de muchos jóvenes, no lo es tanto. Se han acostumbrado a ir con el rostro cubierto durante más de dos años y esa dependencia de la mascarilla se denomina síndrome de la cara vacía, o lo que es lo mismo, una sensación de desprotección que surge cuando nos la quitamos en público, que puede afectar a la salud mental de los adolescentes.
El síndrome de la cara vacía: qué es y a quién afecta
La psicóloga Rocío Rivero define este fenómeno, que afecta de forma especial a niños y adolescentes, como “un tipo de sintomatología ansiosa generada ante el hecho de enfrentarse al entorno sin mascarilla exponiéndose al contagio por coronavirus”.
Pero el miedo al contagio no es la única razón por la que muchos jóvenes quieren seguir llevándola. Tal y como comenta la experta, la mascarilla es un complemento que tapa una gran parte del rostro, además de gestos y facciones: “Para las personas que tenían cierto descontento con algún detalle de su cara, ha sido su ‘tabla de salvación’, en el sentido de que llevar la mascarilla puesta les hace estar totalmente seguros de que el resto de personas no se está fijando en esa parte de su rostro con la que no se sienten bien”.
En la adolescencia, esa sensación puede aparecer de forma amplificada ya que es la etapa vital en la que existe una mayor necesidad de aceptación y pertenencia a un grupo. “Es el momento en el que se puede dar con más facilidad una brusca bajada de autoestima”, subraya Rivero. Esa es la principal razón por la que los jóvenes deciden no quitarse la mascarilla, sobre todo en el colegio, ya que les resulta muy extraño exponerse a las miradas de los compañeros o ver a los docentes a cara descubierta: en algunos casos, los estudiantes no les conocen ni han interactuado con ellos sin mascarillas.
Cómo actuar con adolescentes ante el síndrome de la cara vacía
Ante esta situación, ¿qué pueden hacer las familias o docentes si sus hijos o estudiantes no quieren quitarse la mascarilla en situaciones en las que no existe un peligro real de contagio? Para Rivero es muy importante, en primer lugar, conocer y analizar los pensamientos que tiene el niño o adolescente sobre quitarse la mascarilla, “ya que con ello podremos saber qué es lo que le acompleja exactamente y cuáles son los miedos que tiene”.
Si se trata de un complejo por alguna parte del rostro, la experta señala que “cuando se oculta esa parte con la que no nos sentimos cómodos lo que estamos haciendo es agrandar el disgusto porque nos acostumbramos a no verla y cuando la vemos nos gusta menos”. Para ello, ofrece los siguientes consejos para que los jóvenes se acostumbren a enseñar su cara, de nuevo, ante los demás:
Observar con detenimiento lo que no nos gusta. El objetivo es normalizar que esa zona del rostro forma parte del cuerpo y que realiza una función muy importante, por ejemplo, la nariz. Un ejercicio interesante es observar durante unos minutos la nariz (o la parte del cuerpo que no agrada al adolescente) en un espejo, pero no solo hay que centrarse en ella, sino en todo el conjunto de la cara, en su armonía, es decir, analizar pausadamente cómo es su rostro.
Valorar lo que nos agrada. Tras ese primer ejercicio, el adolescente seguirá fijando la atención en su rostro, pero ahora pondrá su atención en lo que sí le gusta. Una vez que lo reflexione, tiene que decirse, en voz alta, una serie de mensajes positivos con los que se sienta bien consigo mismo: “Me gusta mi pelo” u “Hoy estoy guapo”, por ejemplo.
Exposición progresiva a la situación. Es recomendable exponer poco a poco al adolescente ante esta nueva situación. El objetivo es que sea capaz de controlar la ansiedad que le pueda surgir. Es esencial que ‘visualice’ que los pensamientos que le puedan asaltar mientras no lleva la mascarilla puesta no son reales. Para ello, se le pueden recordar las siguientes afirmaciones: “No nos mira todo el mundo por la calle, y si lo hacen, no es porque no le guste esa parte del cuerpo ya que puede haber muchas más razones: porque les ha gustado la ropa que llevo puesta o, sencillamente, crees que te están mirando, pero no es así”.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/sindrome-cara-vacia/
Mensajes al estilo de «si alguien se burla de otra persona no me río», «mi celular y contraseñas en redes sociales son personales» o «las adicciones me hacen daño tanto a mí como a mis personas queridas» pueden leerse en espacios comunes de 17 escuelas de oficios de La Habana.
La iniciativa corresponde a un conjunto de acciones de comunicación para el desarrollo, empoderamiento, formación profesional y las habilidades para la vida de estudiantes de este tipo de instituciones escolares en el país. Forman parte, además, del proyecto «Mejoramiento de las condiciones de escuelas de oficios para el fortalecimiento de la formación laboral de niñas, niños y adolescentes», liderado por el Ministerio de Educación con el apoyo de Unicef en la nación caribeña.
Con este propósito la reinauguración de la Escuela de Oficios Constructores del Futuro, en el municipio La Lisa, en La Habana, sirvió de escenario el 8 de diciembre para debates de sensibilización con estudiantes y docentes sobre temas como la violencia de género, el control del cuerpo, los mitos del amor romántico, las infecciones de transmisión sexual, el estigma y la discriminación, entre otros tópicos; a propósito de los 16 días de activismo por la Jornada contra la violencia hacia mujeres y niñas.
«Hay que extender este tipo de actividades a todas las escuelas de Cuba, porque favorecen la incorporación de convicciones humanas y sociales en cada uno de los educadores y de los estudiantes, que al final son el objetivo de estos centros. Educar a las nuevas generaciones en el repudio y la eliminación de todo tipo de acción en contra de los derechos del ser humano, en contra de los derechos de las mujeres y de los niños es nuestra razón de ser», dijo a SEMlac Andrés Indalecio Viera Bello, docente en esta escuela desde hace 26 años.
Una miniferia con mensajes de la campaña Mídete, del programa Cada niño está protegido contra la violencia y la explotación, de UNICEF Cuba; y de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades (ProSalud), constituyeron acciones de la Estrategia Utilidad para la Vida, que en el marco del proyecto trabajará durante cuatro años en las escuelas de oficios del país para el cambio de imaginarios negativos hacia y desde estas instituciones.
Además, en las actividades se incluyeron la campaña Evoluciona y la Articulación Juvenil del Centro Oscar Arnulfo Romero; así como grupos creativos de jóvenes muralistas por la no violencia.
Artistas y estudiantes concibieron juntos murales como Diversidad e Iguales, los que parten de un conjunto de tres piezas realizadas en dos escuelas de oficios: Arroyo Naranjo y La Lisa.
Otras iniciativas ya se han puesto en práctica como parte de esta estrategia, como la disposición de 170 mensajes en vinilo en espacios comunes de las 17 escuelas de oficios de La Habana, para sensibilizar a más de 380 docentes y 1.400 estudiantes sobre educación sexual, prevención de adicciones, no violencia y uso responsable de las redes sociales.
Asimismo, trascendió en el encuentro que ya se diseñaron y están en proceso de impresión 500 ejemplares del compendio Rompiendo el silencio II. Guía para el análisis y la reflexión grupal sobre violencia de géneros, que contiene una serie audiovisual, un manual teórico-instructivo (en formato accesible) y un repositorio digital para el trabajo en estas comunidades educativas.
Se suma a ello la disposición de 102 kits de comunicación e innovación para adolescentes en las 54 escuelas de oficios del país, que les permitirán el desarrollo de actividades de educación popular en resolución de conflictos y empoderamiento adolescente.
Dagoberto Rivera, Coordinador del Programa de la Oficina de Unicef en Cuba, apuntó que esta alianza estratégica entre el Ministerio de Educación y el organismo internacional permitirá mejorar la calidad en los servicios de apoyo a la niñez que hace uso de estas escuelas y «que nos muestran el sector más vulnerable dentro del educativo. Se trata de aquellos niños que corren el riesgo de no ser parte permanente del sistema de educación», dijo.
«Este programa nos da la oportunidad de apoyar en revertir esas posibles tasas de deserción y aportar nuestro grano de arena», sostuvo.
«La clave es que estos niños tengan su continuidad de estudio y que después puedan ser útiles a la sociedad», agregó Aimeé Betancourt, oficial de Programa de Educación de Unicef en el país.
Explicó que estas escuelas tienen un historial de vulnerabilidad. «Muchas veces los niños que permanecen aquí tienen una autoestima baja, por lo que el objetivo es hacerlos crecer como seres humanos, así como trabajar temas esenciales para la adolescencia, como la prevención de la violencia, la elevación de la autoestima y la prevención del embarazo adolescente».
Dijo que Unicef comenzó hace años el trabajo con estas escuelas, proveyendo materiales para una educación de calidad, acompañada de un soporte técnico, para que los estudiantes desarrollen sus habilidades en los talleres polivalentes y se vinculen a las actividades productivas.
«Pero a su vez queremos que crezcan social y psicológicamente, por lo cual con el perfeccionamiento de la educación y las transformaciones dentro de las escuelas de oficio, una de las prioridades ha sido fortalecer el área psicopedagógico en estas instituciones».
El proyecto «Mejoramiento de las condiciones de escuelas de oficios para el fortalecimiento de la formación laboral de niñas, niños y adolescentes» contribuirá a la formación laboral y profesional de los estudiantes en las escuelas de oficio seleccionados de las provincias Las Tunas, Holguín, Matanzas, Villa Clara, Camagüey y La Habana, que poseen oficios significativos, y pretende extenderse paulatinamente al resto de las instituciones de este tipo.
En estos centros docentes se forman jóvenes entre 13 y 17 años de edad y tres o más años de retraso escolar, en especialidades obreras deficitarias en el territorio, para garantizar su posterior incorporación a la vida laboral una vez graduados, al recibir su título de obrero calificado.
Mucho se discute sobre temas políticos, pero falta una visión más humana.
Uno de los sentimientos más dolorosos y dañinos es la impotencia ante la injusticia. Lo hemos vivido desde la más temprana infancia, cada vez que recibimos un castigo por una acción que nunca cometimos. A veces, lo que parece un simple detalle destinado a ser olvidado entre tantas otras experiencias, queda grabado como un dolor latente y un peligroso germen de rencor, sentimientos capaces de contaminar las relaciones interpersonales, pero también nuestra visión de la autoridad y de la sociedad a la cual pertenecemos.
A medida que vamos creciendo y acumulando conocimientos, de manera instintiva creamos un pequeño universo personal desde el cual definimos nuestro modo de comunicarnos con los demás. Este núcleo íntimo, desde el cual se consolida una amplia gama de formas de relacionarnos con el mundo que nos rodea, ya ha sido marcado por las experiencias vividas desde que nos arrojaron al mundo. La importancia de la primera infancia, por lo tanto, no solo es decisiva en el desarrollo de la personalidad y la autoestima; también deja su impronta en nuestro presente y nuestro futuro, de manera indeleble.
Desde esta perspectiva, resulta mucho más real y humana la visión de lo que sucede con nuestros pueblos y, con especial énfasis, en todo aquello que determina la conducta y actitud de las nuevas generaciones, nacidas en un contexto de egoísmo, injusticia, hambre y carencias vitales. Generaciones perdidas -como se las define sin mayor empatía- sobre cuya situación somos, si no culpables directos, sí cómplices por nuestra forma de aceptar su condición de marginados y evitar involucrarnos en la exigencia de un cambio radical en las políticas vigentes.
Los sistemas de gobernanza, fundados desde siempre sobre la búsqueda del poder absoluto y la preeminencia de la riqueza material por sobre el bienestar de los pueblos, nos han transformado en recursos materiales de distinto valor y, de este modo, se nos define por categorías en escalas descendentes. Este orden social condiciona nuestra visión del mundo pero, más grave aún, nuestra visión sobre los demás y profundiza no solo el divorcio entre estratos sociales, también nuestra incapacidad de empatizar con quienes han sido relegados a la base menos beneficiada de nuestras comunidades humanas.
Aquello capaz de dividirnos en categorías -una valiosa herramienta para el neoliberalismo- no es más que un recurso anti democrático para consolidar la fuerza política y económica de quienes detentan el poder. Este mecanismo destructor de nuestro tejido social, sin embargo, es avalado sin reservas por una gran mayoría de habitantes de nuestro continente. Esto, porque también los sistemas de información -en cuenta, los medios de comunicación masiva en manos de las élites- enfatizan en las dudosas bondades de un sistema que nos arrasa. Nunca más acertado el lema “divide e impera” utilizado por Julio César, el emperador romano, como base de su política para hacer de su reinado una fortaleza indestructible.
Quienes poseen una visión completa y profunda de este gran conflicto que nos plantea el mundo en el cual intentamos vivir, están sumidos en una batalla interna entre la urgencia de una verdadera revolución -capaz de transformar la estructura de poder desde sus bases- y el temor a la violencia que esta podría provocar desde los ámbitos de privilegio, los cuales se encuentran sólidamente asentados en el sistema actual. En medio de esta dicotomía quedan esas nuevas generaciones privadas de recursos materiales e intelectuales, criadas en un entorno de violencia doméstica y social y, por tanto, sometidas a las decisiones de quienes se benefician de sus carencias.
Transformar este escenario de injusticias es una tarea urgente que plantea enormes desafíos. Entre ellos, la necesidad de proporcionar a los mas jóvenes algún atisbo de esperanza sobre su futuro, una tarea vital para enderezar el rumbo de nuestras jóvenes democracias, aunque se oponga a ello nuestra atávica indiferencia: un serio problema a resolver.
El futuro reside en una juventud privada de conocimientos y de autoestima.
Autoestima es un tema muy discutido y ventilado sobre todo en foros de mujeres. Nos alentamos unas a las otras a amar cada rincón de nosotras y abrazarse ciegamente a ser mujer. Sin embargo, al mismo tiempo aconsejamos sobre como perder peso, como vestir para disimular imperfectos, como corregir el cabello «feo», como evitar tener arrugas. Es muy incierto lo que significa autoestima y vivirlo coherentemente.
Partamos de que autoestima significa una valoración positiva y agradable de uno mismo. Cuando hablamos de auto valorarse no hablamos de algo estético, sino de algo existencial. No referimos a la percepción global que tiene una persona de sí mismo y que tan valioso, preciado o importante se percibe.
Una sana autoestima no es un enamoramiento personal.
Amar no tiene nada que ver con ignorar tus diferencias, tus errores, tus imperfecciones, ni tu pasado.
Aceptar mis perfecciones
La autoestima abarca la realidad completa de una persona y eso incluye su cuerpo, su historia, su relación con otros, sus aciertos, fracasos y recursos. Es imposible que alguien haya tenido puras experiencias satisfactorias y agradables durante todo el trayecto de su vida y de ser así, hablamos de una persona emocionalmente inmadura, pues no ha tenido la oportunidad de adaptarse y superar retos evolutivos. Para hablar de autoestima, no podemos amar todas las partes que nos integran.
Es una utopía exigirte ser perfecta para amarte. No se trata de ignorar tus diferencias, tus errores, tus imperfecciones, ni tu pasado, amar es aceptación. Si amamos a los otros a pesar de sus imperfecciones, ¿ por qué a nosotras mismas no? Amarte no significa ser perfecta.
Autoestima es también aceptar tus raíces, quién eres y cómo eres. Fotos: fuente externa.
Paradoja
El comercial y popular concepto de “amor propio” se ha convertido en una exigencia, una cuasi obligación que ha roto con el verdadero significado de aceptarnos y comprendernos como seres humanos decididamente imperfectos. Es parte de nuestra naturaleza ser limitados, imperfectos y en evolución constante.
La paradoja del cambio es que solo puedo cambiar lo que acepto, esto es, solo puedo transformar lo que existe. Para ser mejor persona debo reconocer mis faltas, si soy perfecto, no tengo nada para que trabajar, esto incluye lo físico. La idea de la aceptación no significa estar de acuerdo ni estar a gusto, sino el poder convivir con la realidad. Es real y lógico que partes de ti no te gusten o las hayas asociado a un significado negativo, tal vez producto del bullying o del rechazo, pero solo a través de la aceptación de esa parte de ti como algo tuyo, lo podrás cambiar.
Inicia un proceso de aceptación personal viéndote como un ser humano digno de ser amado a pesar de sus imperfecciones y digna de amar a pesar de su torpeza.
Inicia contigo. ¡Vivirás en la forma en la que te ames!
Sobre lic. Karem González
Psicologa clínica, egresada Magna Cum Laude de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Completó sus estudios superiores con una Maestría en Psicología de la Salud en la Universidad Antonio de Nebrija, España.
Actualmente culmina una especialidad en Terapia Familiar Sistémica en la UASD. Especialista en diversos abordajes de psicoterapia, con mayor concentración en Dependencias afectivas, Codependencia Clínica y Acompañamiento y manejo de Duelo.
Sobre el Centro Integral Lotus: es un espacio para el bienestar integral del individuo y la familia. Brindan asistencia, evaluación y apoyo en las distintas etapas evolutivas de la persona y el núcleo familiar. A través de un equipo multidisciplinario ofrecen servicios de psicoterapia familiar, infanto- juvenil, individual y parejas. Contactos: Info@centrointegrallotus.com
Fuente e imagen: https://revestida.com/no-tienes-que-ser-perfecta-para-amarte-autoestima.html
En épocas de crisis como la que ahora vivimos, la resiliencia es una capacidad que puede ayudar a las personas a afrontar de manera firme y anclada a la realidad los cambios que se avecinan. La psicóloga Rocío Rivero, autora del libro ‘El sentido de la vida es una vida con sentido. La resiliencia’, nos habla de ella y ofrece una serie de pautas para desarrollarla en plena crisis sanitaria por el coronavirus.
La vida nos enseña que nada es para siempre, que nuestros sueños no siempre se cumplen y que no podemos aferrarnos al pasado ni vivir suspirando por el futuro. Cuando alguien nos traiciona, cuando la salud nos falla, cuando no podemos controlar una determinada situación o las acciones de los demás, solo nos queda aceptar la realidad. Pero la realidad es difícil de definir porque cada uno de nosotros tiene su propio camino: su pasado, su presente y su futuro. La vida de cada persona es diferente, por lo que nuestra visión o percepción de la realidad también lo es.
Cómo vivir los nuevos tiempos con resiliencia
Cuando nos encontramos ante una situación crítica como la que estamos viviendo, el primer mecanismo que se activa en nosotros es el afrontamiento, es decir, la capacidad que tenemos para asumir en el momento una situación que puede ser destructiva.
Si bien el afrontamiento nos prepara para recibir el impacto inicial, la resiliencia nos equipa para sobreponernos al evento crítico y transforma la situación en una fortaleza para el futuro. Por tanto, ser resilientes nos va a ayudar a evitar determinados problemas psicológicos y que pueden derivar de una situación adversa. De este modo, la resiliencia requiere un esfuerzo cognitivo y una actitud determinada.
Ser resiliente no significa no sentir dolor, malestar o no encontrar dificultades ante las adversidades; la resiliencia parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido no nos desestabilizará si hacemos frente a él, lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida. No podemos vivir convencidos de que no existen problemas porque eso nos aleja de la realidad y provoca que ésta nos golpee con más fuerza cuando decidamos volver a acercarnos a ella.
Pautas para mantener un estado resiliente frente a la situación actual
Existe un vínculo entre la resiliencia y saber vivir el momento presente con la creatividad, con la inteligencia emocional y con la felicidad, por tanto, si potenciamos todas estas habilidades estaremos entrenándonos en resiliencia.
Aunque es cierto que unas personas son más resilientes que otras, la resiliencia no es algo que unos tengan y otros no. Así que vamos a dar unas pautas que nos van a ayudar a mantener nuestro estado de resiliencia:
1. Permítete tener emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas
Para ello es importante aprender a reconocer las emociones y no huir de los problemas, sino afrontarlos y buscar soluciones, tomándote el tiempo que necesites para descansar, siendo consciente de lo que te puedes exigir y cuándo debes parar.
2. Soluciona los problemas y libera tu mente
Coge papel y lápiz y escribe: ‘el tema a tratar es…’. Una vez que lo hayas definido, lleva a cabo una lluvia de ideas con posibles soluciones: las más y las menos posibles. Tras ello, vamos a hacer una lista con los beneficios y los inconvenientes de cada idea que hemos tenido y, finalmente, vamos a elegir aquellas que supongan menos inconvenientes. Así, nuestro problema ya no estará dando vueltas en nuestra cabeza porque estará plasmado en un papel y con posibles soluciones.
3. Acepta el cambio como parte de la vida
Cuando estamos en una situación difícil nos sentimos alejados de nuestras metas. Para volver a acercarnos a ellas, se hace necesario aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar y comenzar a trabajar sobre los aspectos que sí son modificables.
«Ser resilientes nos va a ayudar a evitar determinados problemas psicológicos y que pueden derivar de una situación adversa»
4. Establece metas realistas
Una meta puede ser cualquier cosa que se desea hacer o conseguir y guarda una estrecha relación con la motivación porque de ella va a depender que alcancemos o no nuestro propósito. Tener metas es importantísimo porque incluye la capacidad de comprometerse. Pero posiblemente, y debido a la situación actual, todos nosotros tengamos que replantearnos algunas de nuestras metas y adaptarlas a este momento.
5. Piensa de manera práctica y constructiva
Son muchas las veces que le damos vueltas a un asunto que no podemos solucionar o nos imaginamos situaciones en las que las cosas van a ir de mal en peor. Cuando esto ocurra, céntrate en actividades que requieran una gran atención, como jugar al ajedrez o leer un libro de una temática de la que no tienes mucho conocimiento, pero que te resulte interesante.
6. Mantén una actitud optimista
En realidad la diferencia que existe entre tener una actitud optimista o pesimista es mínima, pero significativa. El optimismo es la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables y es lo que nos ayuda a enfrentarnos a las dificultades con ánimo, a descubrir lo positivo que tienen tanto las personas como las circunstancias.
7. Cuida las relaciones con los demás
En los momentos complicados las primeras personas que aparecen son nuestras amistades más cercanas y nuestra familia. Afortunadamente, contamos con medios tecnológicos con los que podemos mantener conversaciones mirándonos a la cara a pesar de estar lejos, así que usemos estos medios para hablar, para jugar, para animar y que nos animen, para compartir experiencias…
«La resiliencia parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido no nos desestabilizará si hacemos frente a él, lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida»
8. Haz deporte
Cuando hacemos deporte estamos desarrollando una serie de valores personales y sociales que nos convierten en personas más resilientes sin que nos demos cuenta: nos marcamos retos, aumentamos la autodisciplina, el autoconocimiento, la autoestima…
9. Nutre tu autoestima
La autoestima depende de en qué medida nos sentimos valorados, queridos y aceptados por otros y en qué medida nos valoramos, queremos y nos aceptamos nosotros mismos. Toma conciencia de todo lo que has conseguido hasta el momento y de todo lo que te queda por conseguir. Para ello, haz el ejercicio de plantearte metas, ejercicio físico y no descuides a tus amistades (hay que buscar tiempo para enviar un mensaje de vez en cuando a las personas con las que menos hablas, por ejemplo).
10. Aprende a crecer con los problemas
No podemos evitar encontrarnos con problemas o situaciones de crisis, al menos no siempre podemos hacerlo. Por tanto, debemos tomar estas situaciones como retos que se nos presentan en la vida y que nos empujan a sacar lo mejor de nosotros mismos: a ser más fuertes, a pensar y a actuar en consecuencia. Utiliza cada experiencia que vivas para crecer como persona.
Fuente e imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/como-desarrollar-resiliencia-tiempos-covid-19/
“Este mensaje está dirigido a todas aquellas personas que al igual que yo, sufren o han sufrido algún tipo de acoso en su trabajo o centro de estudio. Es un problema social que no debe normalizarse”.
Una de las principales motivaciones para escribir este artículo es una experiencia que viví como estudiante de doctorado. Durante un espacio de dos años, fui objeto de acoso psicológico por parte de algunos compañeros del posgrado que actualmente estoy cursando. Derivado del interés personal que envuelve este tema, así como de mi formación como investigador, me di a la tarea de hacer una revisión de los trabajos de investigación realizados acerca del tema del acoso psicológico en las aulas, con el fin de alertar a la sociedad de un problema real al que todos estamos expuestos. Mi intención es prevenir y evitar que acontecimientos de este tipo sea normalizados en espacios comunes dedicados a la educación.
Para aquellas personas que no estén familiarizadas con este término, el acoso psicológico es una forma de abuso emocional que se define como un conjunto de comportamientos realizados por el abusador de forma intencional y hostil, durante un tiempo frecuente y prolongado, con el fin de vulnerar en algún sentido a una persona o grupo de personas (Aquino y Lamertz, 2004; Doyle, 2001; Hirigoyen, 2001; Lewis y Orford, 2005; Leymann, 1996; Quine, 1999; Salin, 2003; Soares, 2002) citados en (Justicia etal., 2006).
“Una persona que sufre de acoso psicológico muestra afectaciones tales como la pérdida gradual de la autoestima, la seguridad en sí misma, así como un cambio en la percepción de sus capacidades personales con una orientación negativa”.
El acoso psicológico debilita anímicamente a una persona, dañando su autoestima, generando miedo e inseguridad, haciéndole cuestionar su reputación, su rendimiento escolar o profesional, en donde el aspecto psicológico es afectado sensiblemente. (Martínez-Otero Pérez, 2017). Asimismo, se han identificado situaciones relacionadas con trastorno de estrés postraumático, trastorno por ansiedad generalizada e ideación suicida, irritabilidad, hipervigilancia y desconfianza, paranoidismo, depresión y somatizaciones (Acosta-Fernández et al., 2017).
Existen dos elementos importantes que definen una situación de acoso Parés (2006), por un lado, los denominados “actos de marginación”, que es el comportamiento mostrado por la persona afectada en donde se aísla del grupo social al que pertenece; y por otro lado, el elemento grupal del acoso moral, en donde otros individuos son partícipes en este tipo de fenómenos, tanto directa como indirectamente.
Específicamente en términos de la actividad profesional, Parés definió el concepto mobbing como el acoso psicológico en el trabajo que tiene como objetivo destruir la estabilidad psicológica de un ser humano a través del descrédito (Parés, 2005). En términos concretos, el mobbing se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima “estigmatizada” no pueda defenderse, ni pueda hablar, o si lo hace se procura que su palabra no tenga valor. Por lo tanto, en estos casos la indefensión de la persona afectada proviene de la pasividad de los testigosque permiten la desvalorización gradual de otro ser humano, aún y cuando participen en el proceso en forma indirecta.
Considerando mi caso, me identifico con los aportes de los investigadores arriba mencionados; lo relaciono claramente con situaciones que viví en el salón de clase. Por ejemplo, en las sesiones que participé, sufrí distintas formas de hostigamiento, generalmente en términos de comentarios orientados a evidenciar una falta de conocimiento de mi parte en los temas vistos en las sesiones, burlas hacia mis propuestas en clase, además de críticas hacia mi estilo personal o de la forma de expresarme. Todo esto se trasladó además a medios digitales, donde incluso se compartieron imágenes (memes) que sugerían una falta de capacidad de mi parte en el manejo de ciertos temas.
“El mayor peligro que el acoso y el hostigamiento representan para la salud mental y la estabilidad emocional de una persona se encuentra en el aislamiento”.
Dentro de ese periodo de tiempo, uno de los temas de mayor sensibilidad que debí enfrentar fue una situación de calumnia en la que se puso en tela de juicio mi ética profesional sugiriendo que uno de mis trabajos había sido plagiado. Esta situación me provocó diferentes emociones negativas tales como molestia, intimidación para expresar mis ideas, intranquilidad y ansiedad, lo cual incluso llegó a afectar la forma en cómo me relaciono con mi familia.
Lamentablemente, en México los casos relacionados con el acoso muestran estadísticas alarmantes. De acuerdo con los resultados de PISA 2015 sobre el bienestar de los alumnos, un 20 % de los estudiantes mencionó sufrir acoso escolar al menos unas pocas veces al mes, además un 13 % de la comunidad estudiantil mencionó recibir burlas de sus compañeros. Esta situación tiene efectos negativos incluso en términos de rendimiento escolar, ya que las escuelas con altos niveles de acoso escolar muestran un promedio de aprovechamiento menor en comparación con aquellas que presentan un nivel bajo en prácticas de abuso (OCDE, 2017). Asimismo, la encuesta ECOPRED 2014 de la INEGI estima que un 32.2 % de los jóvenes entre 12 y 18 años fueron víctimas de acoso escolar o bullying, siendo en total alrededor de 1.36 millones de estudiantes.
La estadística relacionada con el ciberacoso realizada por el INEGI en 2017 a personas entre 12 a 59 años de edad, muestra que el 16.8 % declaró haber vivido alguna situación de acoso cibernético. El 46.4 % manifestó que las personas de las que recibieron algún tipo de hostigamiento son personas conocidas de poco trato o solo de vista, el 32.7 % identificó amistades cercanas como fuentes de acoso y el 22.8 % a compañeros de clase o de trabajo como los hostigadores (INEGI, 2017).
De mi experiencia puedo identificar que en una situación de acoso participan tres actores principales:
Persona que hostiga: Aquella persona o personas que en forma sistemática desarrollan actividades relacionadas con el acoso psicológico mediante comentarios con intenciones de hostigamiento, burlas, calumnias o falsos rumores.
Participantes indirectos: Aquella persona o personas que fueron parte de la dinámica del acoso sin ser perpetradores directos necesariamente.
Sujetos afectados: Aquella persona o personas que fueron objeto de acoso con el objetivo de vulnerar su integridad moral.
Dentro de este marco de referencia, es imperativo el desarrollo de protocolos adecuados para la detección, atención y seguimiento del acoso psicológico, en donde las organizaciones educativas participen activamente en la erradicación de este tipo de prácticas mediante la acción tutorial en todos los niveles educativos. Esto es considerado incluso a nivel Doctorado, donde las tutorías académicas son un requisito propuesto por Conacyt para el seguimiento del desarrollo de cada doctorante.
Por lo anterior, este mensaje está dirigido a todas aquellas personas que al igual que yo, sufren o han sufrido algún tipo de acoso en su lugar de trabajo o centro de estudio. Es un problema que definitivamente no se debe normalizar, por lo que considero preciso dejar como manifiesto que: ninguna persona tiene el derecho de hostigar a otra, de ninguna forma, en ningún momento, en ningún lugar y bajo ninguna circunstancia.
Después de vivir esta experiencia, creo que el mayor peligro que el acoso y el hostigamiento representan para la salud mental y la estabilidad emocional de una persona se encuentra en el aislamiento. Una persona que sufre acoso se siente fuera de contexto sin posibilidad alguna de integrarse con un grupo determinado, puesto que el ser humano es social por naturaleza. Por ello, si alguien se encuentra en una situación similar a la que yo viví, le recomendaría buscar el fortalecimiento emocional con un ser querido, con quien tenga un alto grado de confianza para poder expresarse sin temor a ser juzgado, ese es el primer paso.
En ese sentido, los especialistas recomiendan realizar un proceso de intervención que considere aspectos tales como: la disminución del nivel de ansiedad en la persona afectada, mejorar su estado de ánimo mediante la identificación y reconocimiento del problema, con el objeto de canalizar estados de ira y de resentimiento en energía positiva (una técnica conocida como desactivación emocional). También buscar el fortalecimiento de la autoconfianza, autoestima y habilidades asertivas que contribuyan a que la persona pueda retomar su desarrollo personal y profesional saludablemente.
Por parte de las instituciones, es fundamental diseñar y mantener protocolos adecuados para que una persona que sufre de acoso pueda solicitar ayuda con la confianza de que se dará un seguimiento profesional, serio y objetivo al problema. Se requiere de un trabajo conjunto entre personas e instituciones para mejorar el clima laboral o escolar mediante procesos ya establecidos.
A pesar de todo lo que viví, un factor que rescato como «positivo» es la decisión de canalizar esa sensación de incomodidad y molestia enfocándome en mis proyectos de investigación y, con ello, tener mayor productividad científica durante mi proceso de formación como investigador, el cual culmina en 2021.
Referencias
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Ayala, A. D. V. (2016) El acoso psicológico o mobbing en instituciones de educación superior. México D.F.,Disponible en: https://optisnte.mx/wp-content/uploads/2016/09/request-9.pdf
Cadavid, A., Toro, V., y Alzate, L. (2017). ¿Cuáles son las causas y consecuencias del acoso laboral o mobbing? Revista electrónica psyconex, 8(13), 1-10. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4352437
INEGI (2014). “Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) 2014” Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ecopred/2014/doc/ecopred14_presentacion_ejecutiva.pdf
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Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/acoso-psicologico-en-el-aula-testimonio?utm_source=Newsletter+de+innovaci%C3%B3n+educativa+%28docentes%29&utm_campaign=c26c528e47-EMAIL_CAMPAIGN_2019_01_15_LDTEC_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_6e1a145e3e-c26c528e47-236911139
Cuando Nuria Pons era pequeña se preguntaba una y otra vez «por qué no podía leer y escribir como los demás niños». Hasta que llegó la respuesta: «Eres disléxica». El diagnóstico de este trastorno de aprendizaje, que afecta a una gran parte de la población, cambió sustancialmente las cosas, porque el problema, comenta Pons, es que muchas personas no saben que lo son. «Y es ahí donde reside el problema, ya que puede afectar al desarrollo tanto social como profesional de la persona».
«Ojalá el libro, y entrevistas como esta, sirvan para desmitificar muchas cosas y conocer la realidad. Y ayuden a los demás a ponerse en la piel de aquella persona que quiere estudiar y es disléxica. En parte, también es por culpa del propio disléxico, porque no hablamos de nuestra realidad. Y por esto yo decidí hacerlo, hablar con naturalidad y desde la sencillez para que todo el mundo pudiera entenderlo», concluye.
El título del libro, de su correo electrónico, no parecen fáciles para un disléxico. Parece que el amor propio le han ayudado mucho a superar esta dificultad.
No me gusta pensar en las dificultades. Sino en lo que a mí me gusta hacer o me gustaría hacer. Yo quería que «Irun mi mundo al revés» no fuera un simple título de libro sino un proyecto de vida. Por eso todo lo que hiciera debía identificarse entorno a Irun mi mundo al revés. No es simple, yo soy la primera que me equivoco cuando lo escribo, y no recuerdo si al revés va junto o separado, aunque pueda parecer curioso. ¿Cómo puede ser que haya escrito un libro, y no sepa cómo escribir correctamente el título? La dislexia es así de «caprichosa». Si hubiera elegido otro título por este hecho me estaría poniendo limitaciones. Todo lo contrario de lo que explico en mi libro. El título lo escogí con el corazón, porque significaba algo de verdad para mí, y del mismo modo escribí el libro: desde el corazón.
¿Cómo te sentías antes de saber qué te pasaba? ¿Por eso la necesidad de escribir estos dos libros? Realmente creo que este formato de cuento puede ayudar a muchos niños a entender lo que les pasa y pedir ayuda…
Mal, mal conmigo misma. Yo siempre he sido consciente de que tenía una dificultad con la lectura y la escritura, pero hasta que no fui mayor no supe realmente qué era la dislexia realmente. Por ello no me sentía identificada con la definición que se me daba.
La dislexia es mucho más que invertir letras o girar letras, la b por la d o la g, por ejemplo. O confundir la izquierda con la derecha. Eso es precisamente lo que intento explicar en «Irun, mi mundo al revés». Nunca me había planteado escribir un libro. No se me había pasado ni por la cabeza.
Pero un día escuché la voz de mi alma y precisamente gracias a un libro que estaba leyendo, puede sonar cursi pero realmente fue así, yo seguí adelante con mis objetivos, pero tenía dos preguntas en mi cabeza ¿por qué no se habla de la dislexia en la edad adulta? Y ¿qué pasaba con los niños que no habían tenido mi suerte? ¿Cómo se sentirían?
Yo había podido avanzar por algo, por qué no compartirlo. Irun mi mundo al revés no es un libro sobre dislexia, es una historia de amor, fe y esperanza. De lucha, de superación, de crecimiento personal, de autoestima…
¿Cuándo suele llegar el diagnóstico? ¿En primero de Primaria?
Lo ideal sería así, en primero de Primaria, un diagnostico precoz es muy importante, para que el niño y su familia reciban las pautas y el apoyo necesario. Pero la realidad no es así, hoy en día hay chicos que no son diagnosticados hasta los 14 años. O pasan por toda su etapa escolar sin saber el porqué de sus dificultades. Por eso, también quise escribir «Roma aprende a leer y a escribir». Una primera toma de contacto con la dislexia. Un material más simple, didáctico y divulgativo.
¿Qué especialista debe hacer este diagnóstico?
Hace unos meses tuve el placer de que me invitaran a dar una conferencia sobre dislexia en el Colegio de Médicos de las Islas Baleares en la sede de Menorca, y precisamente inicié mi exposición lanzando una pregunta a los médicos: ¿a quién tengo que acudir para tener un diagnóstico? Y concluí con la misma pregunta a modo de reflexión.
Lo normal es que cuando el profesor o los padres notan alguna dificultad en sus alumnos o hijos lo pongan en conocimiento de los profesionales especializados del centro educativo, psicólogo o logopedas. Y después estos inicien el proceso para disponer de un diagnóstico oficial con las pruebas correspondientes.
Creo que, si avanzamos en la investigación, y el diagnóstico deja de tener una parte subjetiva, y podemos realizar pruebas médicas, el médico también tendrá un gran papel inicial en relación al diagnóstico clínico de la dislexia. Puesto que, no debemos olvidar que la dislexia es algo genético, y en muchos casos hereditario. Es de origen neurobiológico por lo que los médicos no pueden estar al margen en mi opinión. Trabajar con un equipo multidisciplinar sería lo óptimo: psicólogos, logopedas, médicos, profesores, optometristas…
La Terapia visual, ¿es beneficiosa siempre en estos casos?
En el libro hablo de mi paso por la terapia visual porque en mi caso, además de la dislexia, tenía problemas de visión, que no es lo mismo que de vista. Pero no tienen por qué darse las dos cosas a la vez.
Sí creo que algunos de los ejercicios de terapia visual podrían ayudar a los disléxicos a mejorar en la lectura por ejemplo. Es un entrenamiento del cerebro en relación al movimiento ocular, la coordinación visual, el campo visual, la visión periférica…
¿Cuánto antes se diagnostique mejor?
Sí, por supuesto, porque el niño podrá empezar a recibir la ayuda que necesita con el soporte de un psicólogo o logopeda. Además, el profesor le podrá aplicar las adaptaciones que precise en el aula y a la hora de realizar los exámenes. Y lo más importante: la autoestima del niño se verá reforzada.
¿Es cierto que se está provocando o agravando el trastorno por lo pronto que introducen los requisitos de la prelectura, con 3 años en infantil?
A esta pregunta te tendría que responder un profesional especializado en esta materia. No creo que tenga nada que ver con la dislexia. La dislexia es de origen neurobiológico y es genético, no es algo inducido.
Y si es bueno o no empezar con la lectura a los 3 años sería otro tema, pero desde mi punto de vista no. Hay muchas habilidades que el niño todavía no ha adquirido y son necesaria para la lectura.
¿Se puede confundir con un niño vago, poco inteligente, con un retraso o que no se le da bien estudiar?
La dislexia, ¿aparece muchas veces acompañada de otro trastorno?
No siempre, pero puede darse que la dislexia vaya acompaña de otros trastornos del aprendizaje. Por ello la importancia de contar con profesionales especializados en diagnosticar esos trastornos y realizar la posterior intervención.
Podrían darse múltiples combinaciones, como por ejemplo, altas capacidades intelectuales, trastorno del lenguaje (TEL), Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), Trastorno dentro del Espectro del Autismo (TEA), Discalculia, …
Lo mejor que puede tener un niño con estas características es el amor de sus padres, confianza en el niño… pero, ¿y el profesor? ¿Son comprendidos por el maestro?
Lamentablemente no siempre son comprendidos por sus profesores, la verdad. Y por sus propios padres en algunos casos tampoco. A raíz de escribir Irun mi mundo al revés y realizar presentaciones del libro y conferencia he podido conocer de primera mano casos reales, situaciones que están viviendo hoy en día, que viven los niños en las aulas. Y por desgracia hay mucho trabajo por hacer, y por esto cobra sentido este proyecto de vida que un día decidí emprender. Para dar voz a estos niños y padres que no son comprendidos.
Hay profesores, logopedas y psicólogos que están haciendo un excelente trabajo, pero también hay otros que todavía ponen en duda la dislexia, como si se tratara de una moda o de un capricho realizar ciertos errores a veces sí y otras no, lo que deja patente que no tienen ni idea de lo que es la dislexia ni lo que supone para un niño o un adulto.
Dices que la hiperestimulación fue en tu caso el mejor método terapéutico para desarrollar habilidades que no tenías. ¿Hiperestimulación en qué sentidos? ¿En deportes, en extraescolares, etc?
Con hiperestimulación me refiero a una educación y aprendizaje que estimule múltiples capacidades. Parece que para aprender a leer y a escribir, solo debemos precisamente centrarnos en leer y escribir, cuando para llevar a cabo esta acción interviene la memoria, la motricidad gruesa y fina, el ritmo, la visión, el ritmo… y todo esto podemos aprenderlo, practicarlo o mejorarlo con otras actividades, que además nos aporten otros conocimientos o nos satisfaga más realizarlas, como por ejemplo la música, el baile, la costura, las manualidades, el deporte…
La dislexia no se cura pero los errores que comenten estos niños en relación a la escritura y lectura se pueden corregir y/o mejorar?
No, la dislexia no se cura porque no es una enfermedad. Y sí, lo errores se pueden corregir y mejorar. Pero hasta ahora nos hemos referido a los niños, pero los adultos disléxicos también seguimos cometiendo errores. Es bueno, y necesario también, hablar con naturalidad para normalizarlo y darle visibilidad. Sino, como no se habla de ello y tampoco se ve a simple vista parece que la dislexia solo es cosa de niños, y que se termina el problema con la etapa escolar, y eso no es cierto.
Yo mismas, a pesar de tener estudios universitarios, un trabajo que me exige escribir y leer todo el día, y haber escrito dos libros (jejeje) sigo teniendo dificultades. Pero he establecido mis mecanismos de compensación. Aun así, hay errores que puede que revise varias veces y no sea capaz de detectarlos, entre otras dificultades que tengo.
¿Qué libros recomiendas para estos niños, para lograr acercarles a la lectura sin que sea traumático?
El tipo de letra, el tamaño, el interlineado, el color de la letra, el fondo, el tipo de ilustraciones… todo influye, y puede suponer una lectura más ágil y amena o más difícil y farragosa, por lo que se debe tener en cuenta sus características antes de escoger un libro. No solo el contenido.
Aunque, me gustaría hacer hincapié en una cosa para concluir, ya que ha utilizado la palabra traumático. La lectura en sí no es traumática para un disléxico. Lo traumático es la incomprensión. A la mayor dificultad a la que se enfrenta un disléxico es la incomprensión.
Y en este caso, mientras escuchaba su pregunta, a mi lo que me venía a la mente no es qué libro debo escoger (que es muy buena pregunta y he entendido a la perfección por qué la realizaba) sino qué persona deberíamos tener a nuestro lado para aprender a leer y amar la lectura siendo disléxicos.
Fuente e imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vago-o-poco-inteligente-etiquetas-tipicas-ninos-dislexia-202002060155_noticia.html
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