Maturana y un nuevo convivir para Chile

Por: Andrés Kogan Valderrama

El reciente fallecimiento de Humberto Maturana Romesín, el pasado 6 de mayo, no solo es la partida de uno de los científicos más importantes del siglo XX, sino quizás una de las figuras sentipensantes más emblemáticas en lo que refiere a crítica del racionalismo moderno.

Sus investigaciones junto a Francisco Varela, en la década de los 70, lo llevó a construir la teoría de la autopoiesis, la cual lo pudo llevar a ganar el premio nobel, al plantear la idea revolucionaria de que los sistemas vivos se producen a sí mismos, dejando en jaque la idea  de objetividad de la ciencia y la autonomía de la razón.

En lo que respecta a su influencia, ha sido crucial su aporte a distintos campos del saber, como son los casos de la educación, comunicación, cibernética, antropología, sociología, psicología y las ciencias de la vida, en donde autores como Niklass Luhmann, Vittorio Guidano, Gregory Bateson y Fritjof Capra, entre muchos otros, han planteado lo fundamental que han sido sus aportes para el desarrollo de un constructivismo radical, cuestionador de las tradicionales dualidades modernas, como lo son objeto-sujeto, cuerpo-mente, razón-emoción, salud-enfermedad, cultura-naturaleza.

De ahí que su mirada siempre haya sido transdisciplinaria, posracionalista y muy crítica de concepciones del mundo reduccionistas provenientes de la ciencia objetivista y de filosofías antropocéntricas. No por nada, su desarrollo de una biología del conocer y del amor en los últimos años que vivió, en estrecha colaboración con Ximena Dávila en el Instituto de Formación Matríztica, buscaba incesantemente situarse desde un paradigma relacional y amoroso, en donde la empatía, el cuidado, la reflexión desapegada de certezas, la confianza y la convivencia democrática fueron sus horizontes hasta el día de su muerte.

Asimismo, es imposible no nombrar a quizás su máximo referente, su propia madre, Olga Romesín, de formación aymara, con quien aprendería que lo más importante en la vida es el colaborar y el compartir en comunidad. Por eso su fuerte crítica al fundamentalismo de grandes ideologías totalizantes, supuestamente liberadoras, que derivarían en la práctica en meras doctrinas que han imposibilitado la reflexión y a un buen convivir.

Es desde ese lugar, que Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo la condiciones mínimas de vida en el planeta.

No es casualidad por tanto, que durante el estallido social de octubre del 2019 en Chile, que derivaría en una histórica revuelta popular en el país y un inédito proceso constituyente, Maturana haya planteado que “El llamado estallido social fue una queja por no ser visto. Porque el Estado no estaba cumpliendo con el compromiso fundamental de ocuparse por el bienestar de toda la comunidad. Y esto tiene que ver con el trasfondo de esta cultura centrada en la competencia” (1).

Esta fue una de las últimas reflexiones que planteó Maturana sobre lo que estaba ocurriendo en Chile antes de morir, la cual sintoniza y se entrelaza completamente con lo que vienen planteando los distintos movimientos sociales en Chile (feminista, indígena, socioambiental, regional, estudiantil), en tanto no solo una crítica al modelo neoliberal y al fundamentalismo de mercado que se impuso en dictadura y se profundizó en los últimos 30 años, sino también en la búsqueda de un nuevo Estado y sociedad, centrado en la colaboración y en la confianza.

Por lo señalado anteriormente, con la elección de constituyentes el 15 y 16 de mayo en Chile, se abre una nueva posibilidad de construir un país distinto, en donde nos pensemos por primera vez el tipo de convivir que queremos tener, sin exclusiones, donde la interculturalidad, sustentabilidad, la diversidad sexual, la equidad de género, el derecho a la diferencia y los buenos vivires, se concreten en un nuevo marco institucional, que permita vincularnos de otra manera.

Han sido décadas de abusos, maltratos y abandono del Estado a sus ciudadanos y al resto de los seres vivos, por lo que tomar en serio las reflexiones de Humberto Maturana Romesín, puede ser un buen aporte para construir un horizonte más democrático.

1: https://www.cnnchile.com/pais/humberto-maturana-democracia-frases-estallido-social_20210506/

Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: https://www.flickr.com/photos/arselectronica/6108753288

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Maturana y un nuevo convivir para Chile

Por: Andrés Kogan Valderrama

Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.

El reciente fallecimiento de Humberto Maturana Romesín, el pasado 6 de mayo, no solo es la partida de uno de los científicos más importantes del siglo XX, sino quizás una de las figuras sentipensantes más emblemáticas en lo que refiere a crítica del racionalismo moderno.

Sus investigaciones junto a Francisco Varela, en la década de los 70, lo llevó a construir la teoría de la autopoiesis, la cual lo pudo llevar a ganar el premio nobel, al plantear la idea revolucionaria de que los sistemas vivos se producen a sí mismos, dejando en jaque la idea de objetividad de la ciencia y la autonomía de la razón.

En lo que respecta a su influencia, ha sido crucial su aporte a distintos campos del saber, como son los casos de la educación, comunicación, cibernética, antropología, sociología, psicología y las ciencias de la vida, en donde autores como Niklass Luhmann, Vittorio Guidano, Gregory Bateson y Fritjof Capra, entre muchos otros, han planteado lo fundamental que han sido sus aportes para el desarrollo de un constructivismo radical, cuestionador de las tradicionales dualidades modernas, como lo son objeto-sujeto, cuerpo-mente, razón-emoción, salud-enfermedad, cultura-naturaleza.

De ahí que su mirada siempre haya sido transdisciplinaria, pos-racionalista y muy crítica de concepciones del mundo reduccionistas provenientes de la ciencia objetivista y de filosofías antropocéntricas. No por nada, su desarrollo de una biología del conocer y del amor en los últimos años que vivió, en estrecha colaboración con Ximena Dávila en el Instituto de Formación Matríztica, buscaba incesantemente situarse desde un paradigma relacional y amoroso, en donde la empatía, el cuidado, la reflexión desapegada de certezas, la confianza y la convivencia democrática fueron sus horizontes hasta el día de su muerte.

Asimismo, es imposible no nombrar a quizás su máximo referente, su propia madre, Olga Romesín, de formación aymara, con quien aprendería que lo más importante en la vida es el colaborar y el compartir en comunidad. Por eso su fuerte crítica al fundamentalismo de grandes ideologías totalizantes, supuestamente liberadoras, que derivarían en la práctica en meras doctrinas que han imposibilitado la reflexión y a un buen convivir.

Es desde ese lugar, que Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.

No es casualidad, por tanto, que durante el estallido social de octubre del 2019 en Chile, que derivaría en una histórica revuelta popular en el país y un inédito proceso constituyente, Maturana haya planteado que “El llamado estallido social fue una queja por no ser visto. Porque el Estado no estaba cumpliendo con el compromiso fundamental de ocuparse por el bienestar de toda la comunidad. Y esto tiene que ver con el trasfondo de esta cultura centrada en la competencia” (1).

Esta fue una de las últimas reflexiones que planteó Maturana sobre lo que estaba ocurriendo en Chile antes de morir, la cual sintoniza y se entrelaza completamente con lo que vienen planteando los distintos movimientos sociales en Chile (feminista, indígena, socioambiental, regional, estudiantil), en tanto no solo una crítica al modelo neoliberal y al fundamentalismo de mercado que se impuso en dictadura y se profundizó en los últimos 30 años, sino también en la búsqueda de un nuevo Estado y sociedad, centrado en la colaboración y en la confianza.

Por lo señalado anteriormente, con la elección de constituyentes el 15 y 16 de mayo en Chile, se abre una nueva posibilidad de construir un país distinto, en donde nos pensemos por primera vez el tipo de convivir que queremos tener, sin exclusiones, donde la interculturalidad, sustentabilidad, la diversidad sexual, la equidad de género, el derecho a la diferencia y los buenos vivires, se concreten en un nuevo marco institucional, que permita vincularnos de otra manera.

Han sido décadas de abusos, maltratos y abandono del Estado a sus ciudadanos y al resto de los seres vivos, por lo que tomar en serio las reflexiones de Humberto Maturana Romesín, puede ser un buen aporte para construir un horizonte más democrático.

1: https://www.cnnchile.com/pais/humberto-maturana-democracia-frases-estallido-social_20210506/

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/212222

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Humberto Maturana: el arte de soltar las certidumbres

Por Alejandro Czerwacki

Habla despacio, en calma, con mirada inquieta y escucha atenta. Indudablemente sabio, Humberto Maturana Romesín todavía tiene el alma del rebelde que desafió los dogmas de la ciencia en su enfoque, saliendo del laboratorio científico para incursionar en la antropología, la psicología y la sociología hasta nadar con facilidad en la “biología cultural”. A los 88 años, sigue debatiendo cada particularidad del ser como cuando su vida estaba rodeada de moléculas, por el que a fines de los años cincuenta obtuvo el doctorado en Biología de la Universidad de Harvard. Nacido en Chile, donde actualmente reside, Maturana pasó de ser una eminencia en neurofisiología y epistemología, aportando al estudio de la percepción y el conocimiento, a convertirse en referente en el fluir de las conversaciones de los seres humanos en las organizaciones.

Las teorías de Don Humberto impactaron en las comunidades científicas y en las sociedades por conceptos filosóficos como la “biología del amor” o su emblemática tesis central de que los seres vivos se organizan por “autopoiesis”, en sistemas cerrados, en continua producción de sí mismos. Maturana, humilde, busca tomar distancia de halagos y continuos premios o evocaciones, como las dos candidaturas al Nobel de Medicina: “He tenido una habilidad y es abrir la mirada para ciertas situaciones o configuraciones relacionales –explica. Yo me doy cuenta del reconocimiento (hace un prolongado silencio) pero uno hace observaciones o distinciones que no resultan importantes para el otro de modo inmediato … Mi habilidad ahora es soltar lo que tengo para ver todo desde otra perspectiva. Cada vez que soltamos el sostener alguna verdad o creencia, aparece algo nuevo. Es una apertura de la mirada reflexiva. Dejar de saber para ponerse en la posibilidad de no saber, lo cual es un cambio”.

Por estos días se prepara para volver a Buenos Aires, luego de un paréntesis de cuatro años, para participar en el workshop “Conversaciones Colaborativas en el Con-vivir Organizacional”, organizado por AL Grupo Humano, que se realizará el 18 de octubre. La jornada, de intercambio reflexivo con los participantes, está dirigida a psicólogos, sociólogos, consultores, coaches, empresarios, emprendedores, gerentes, cuyas responsabilidades, quehaceres y preocupaciones giran alrededor del factor humano en cualquier organización. Ahí estará Maturana junto a Ximena Dávila, con quien fundó en 2000 la Escuela Matríztica de Santiago. “El escuchar es fundamental en cualquier circunstancia relacional entre personas –cuenta con interés sobre el foco de su estudio actual. Para eso se requiere una actitud sin prejuicios ni expectativas que nosotros llamamos `soltar las certidumbres`. Si uno está centrado en lo que uno sabe interfiere en la relación del escucharse recíprocamente, por eso hay que soltar la certidumbre para encontrarse con el otro sin supuestos ni expectativas ni prejuicios”.

Maturana parece volver al niño interior a cada momento, para “curiosear”, como le gusta decir, y reflexionar en silencio esperando que algo aparezca aunque no sepa bien de qué se trata. “La curiosidad abre caminos”, sostiene con mirada soñadora. Y así, como dos infantes, dice que se sintió junto a su amigo, el Dalai Lama, en sus diferentes encuentros dialogando sobre “preocupaciones en nosotros” y las que tienen que ver con la educación, la ética y el bienestar y felicidad de la humanidad. “Nos hicimos amigos en una conversación sobre la historia de su niñez y la mía –confiesa con una sonrisa. Los encuentros han tenido que ver con la apertura reflexiva. El dice que yo le enseñé el desapego y que le demostré que para poder creer como científico tengo que soltar lo que sé. Y ahí entendió la naturaleza del desapego y eso generó una relación”.

En los años ‘60, Maturana vivió a pleno su vuelta a su país dedicándose a la docencia, cuando participó de la fundación de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Durante el gobierno de Salvador Allende asesoró a miembros del equipo sobre las características del sistema biológico autopoiético, cuyos procesos aplicados a la gestión gubernamental fueron muy reconocidos. Con tanta muerte y exilio que significó la llegada de Pinochet, Maturana resistió educando a sus alumnos, casi como un sostén para soportar el apocalipsis. “No me siento un sobreviviente porque no sentí riesgo de morir –revela sin dudar. Yo estuve involucrado con la biología del conocimiento y viví interrogatorios, muchas cosas … (ahora hace un silencio mientras piensa aquellos horrores), pero no estuve en riesgo. Me siento como alguien que pasó la tormenta y se enriqueció en el entendimiento”.

Fuente: http://www.clarin.com/opinion/Humberto-Maturana-arte-soltar-certidumbres_0_1673232795.html

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Agenciamiento Autopoiético y Colectivos de Enunciación en Educación

Iliana Lo Priore  y Jorge Díaz Piña

Siguiendo el hilo discursivo de las investigaciones epistemológicas de Lanz (1996), en las que se tensan las contribuciones teóricas foucaultianas respecto del poder desde una perspectiva posmoderna contestataria,  se comparte que la configuración de los tipos de subjetividad es producto de la interacción simbólica entre individuos, su intersubjetividad mediada institucionalmente (familia, escuela, etcétera). Individuos que  están predeterminados por las redes semióticas circulantes hegemónicamente en la sociedad, que los adscriben  sin mayores posibilidades de escogencia por su parte debido a la racionalidad instrumental de las representaciones que se impone como lógica de pensamiento y acción individual y colectiva congruentes  con la reproducción “racional” del orden social capitalista dominante.  Esto evidenciaría  al “poder como red semiótica intersubjetiva” (ob. cit. p. 14).  Para él la racionalidad instrumental es el ethos en que cristalizan todas las relaciones sociales dominantes cuando son funcionales a la reproducción de los poderes.  Esta racionalidad o razón dominante se localiza en la “invisibilidad” de las redes semióticas como lógica discursiva sentidizadora de las prácticas,  del lenguaje,  de la cultura.

No obstante, Lanz (ob. cit.), encuentra también  en la intersubjetividad no instituida, sino instituyente, la posibilidad de ruptura  y superación de la racionalidad instrumental como lógica dominante en la sociedad.  Esto, a condición de que se cambie  el contenido social de las representaciones de los procesos de subjetivación en la intersubjetividad que se propicie en los espacios o territorios existenciales alternativos al modo de sentidización instrumental.  Aquí intervendría la experiencia de formación de una subjetividad emancipadora de la dominación que se expresaría en los agenciamientos  colectivos de enunciación.  Siendo éstos acontecimientos interpretativos y  devenidos en la producción de enunciados grupales en tanto multiplicidades entretejidas de sentidos posibles insurgentes o alternativos a los instituidos, ya que “siempre es un agenciamiento el que produce los enunciados” (Deleuze y Pornet, 1980, p. 61). Categoría  tomada de Guattari (1996) para agenciar intersubjetivamente nuevas u otras reglas de enunciación de significaciones que produzcan la deconstrucción de las dominantes y su reemplazo con otros sentidos impugnadores de la razón instrumental funcional al orden capitalista.  Los agenciamientos colectivos de enunciación se consideran por consiguiente,  experiencias existenciales liberadoras contingentes e instituyentes de la co-apropiación de insurgentes procesos de interpretación y comprensión de lo real en su multiplicidad posible de sentidización-otra.

El agenciamiento de los colectivos de enunciación puede inscribirse en una categoría más incluyente teóricamente que se propone aquí con el significante de agenciamiento autopoiético.  Supone una conceptualización más general, abstracta e inclusiva del concepto de agenciamiento tan solo.

El agenciamiento autopoiético tendría las características  o propiedades de un concepto según las caracterizan Deleuze y Guattari (1997).  Es una multiplicidad al estar compuesto por  varios elementos conceptuales que conforman un todo fragmentado que tiene conexiones con componentes  o partes de otros conceptos.  Remite necesariamente a un problema o problemática como mínimo.  Los conceptos que a su vez lo componen, o con los que se concatena, se pueden solapar y coordinar sus ámbitos y delimitaciones. Es un concepto que reenvía a otros, haciéndolos inseparables a su interior, constituyendo su endoconsistencia.  En este sentido, es  un concepto de conceptos.  Posee también su exoconsistencia al tender puentes con otros conceptos y establecer junturas.  Se replantea a sí mismo y la creación de su objeto al formularse como concepto, o cada vez que requiera revisar su consistencia, en consecuencia, es autorreferencial aunque se actualice en estados de cosas o cuerpos a los que refiere.

Partiendo por separado de la definición de ambos términos, autopoiesis y agenciamiento, se tiene que Maturana y Varela (2003), definen la autopoiesis como “el mecanismo que hace de los seres vivos sistemas autónomos” (p. 29), y Deleuze indica que agenciamiento “es el cofuncionamiento (…) Agenciar es eso: estar en el medio; en la línea de encuentro de un mundo interior y un mundo exterior” (Deleuze y Parnet 1980, pp. 61-62).  Por parte de sus autores ambos conceptos tienen su punto inicial de apoyo en el funcionamiento de la naturaleza.  Para los primeros desde la biología y para el segundo desde la reflexión filosófica.  En un texto producido por el compañero de ruta intelectual  de Deleuze, Félix Guattari (1996), expresará respecto al concepto de autopoiesis de Maturana y Varela que puede ser utilizado en la investigación de los dispositivos maquínicos de la sociedad, “su noción de autopoiesis como capacidad de autorreproducción de una estructura o de un ecosistema, podría ser extendida con beneficio a las máquinas sociales, a las máquinas económicas e incluso a las máquinas incorporales de la lengua” (p. 115).  Es de destacar que ambos conceptos son considerados como mecanismos o máquinas abstractas no-mecánicas.

Mientras que la autopoiesis en tanto sistema u organización, daría cuenta de las variaciones, modulaciones y transformaciones a través de acoplamientos  de los organismos –según las investigaciones biológicas entre la interdependencia del metabolismo y estructura celular–, en su interacción con el medio poniendo en juego las determinaciones estructurales que los condicionan (Maturana y Varela, 2003), el agenciamiento es considerado como una dinámica compleja de la potencial efectuación de relaciones, vínculos o nexos productores entre componentes o estratos en la naturaleza y en los sujetos  o acciones grupales en la sociedad. También se podría considerar como la mediación posibilitadora del acoplamiento estructural entre organismos u organismos y medio en atención a lo dicho anteriormente sobre la autopoiesis.  De aquí que se proponga el concepto de agenciamiento autopoiético que de manera general  se designa como una intermediación maquínica entre componentes o estratos en la naturaleza y la sociedad para producir de manera autodeterminada su  autopoiesis enunciativa para el caso que nos interesa sobre la sujeción informacional que produce Internet en los niños y adolescentes en la institución escolar.  La interposición agenciadora, bajo la forma de agenciamiento colectivo de enunciación, actuaría concretamente entre los estudiantes y los docentes, entre los estudiantes, y entre éstos e Internet, para activar la autonomía interpretativa de la hermenéutica dialógica productora del acontecimiento de la enunciación alternativa de lo instituido como objetivación informativa enunciadora por la racionalidad instrumental en Internet  para la aceptación acrítica o repetitiva mecánicamente de los estudiantes.

escuelitaEl agenciamiento colectivo de enunciación, en el contexto educativo escolar, consideraría a los textos informacionales digitales como dispositivos de poder-saber que revierten en prácticas discursivas reproductoras (lo que se debe leer, significar de cierta modo y no otro, del sentido que se le debe atribuir, etcétera, por parte de los estudiantes y docentes), debido a coacciones “didáctico-pedagógicas” de poder en las que están envueltos en torno al uso informacional de Internet.  Por ello se requiere, en función del desarrollo de la autonomía cognitiva y ética de los estudiantes, que se propicien líneas de fuga, de apertura, reflexividad y creatividad que rechacen la repetición mecánica y acrítica de los flujos informacionales.  Se trataría de centrar la atención educativa en un marco más amplio, el de la reconfiguración de las experiencias de subjetivación mediadas tecnológicamente por las TICs, trascendiendo los límites que se le han impuesto por los discursos hegemónicos  instrumentalizadores  sobre el uso informacional de éstas.  Generando fisuras en las situaciones  o acciones estratégicas (dispositivos, principios, reglas, y otros) de reproducción que los discursos dominantes configuran escolarmente, provocando acontecimientos.  Sucesos que reviertan o fracturen las relaciones de coacción o poder operantes en los procesos de subjetivación informacional, e instituyan la diferencia a través de la transcodificación, o descodificación-recodificación, es decir, de la reconstrucción textual o enunciativa por vía de agenciar la  lógica del sentido.

En el texto  Lógica del sentido, Deleuze (2005), indica que la lógica de sentido no es una ciencia o una disciplina, es un modo de pensar que refiere principalmente a problematizar el pensamiento, esto es, el problema es el sentido del pensar.  El sentido de pensar, su trabajo crítico, su valor, radicaría, primordialmente, en crear problemas, o problematizaciones, y no soluciones ya que el sentido común o doxa no problematiza, para este tipo de pensamiento las cosas son naturales y obvias.  La lógica del sentido introduce la diferencia y la ruptura con el sentido común, con la mismidad, la repetición reproductora, porque es creadora.  Ella no persigue acceder a una presunta verdad, evitar errores o falsedades, tan solo busca producir sentido, esto es, determinar problematizaciones, valorándolo como una entidad positiva y afirmativa por cuanto motoriza el sentido de pensar.

Conduciendo la lógica del sentido al terreno educativo se la puede considerar como un dispositivo de contrapoder que ayuda a redefinir la relación entre saberes, poderes y experiencias subjetivadoras para que acontezca un sentido-otro, que propiciaría la problematización del sentido dominante, de su racionalidad, de su lógica subyacente.  Formulando preguntas seriadas, epistemológicamente recursivas, que encadenen con otras preguntas reflexivas iterativamente en forma sistémica que limite su infinito epistémico provisionalmente, no con respuestas, ya que el afán de respuestas inmediatas es del orden de la racionalidad instrumental-funcional hegemónica, y porque también supone el cierre de la interrogación-problematización como búsqueda de un sentido-otro.  Preguntas seriadas que interrogan hermenéuticamente  los horizontes de sentido gadamerianos, deconstruyen o desfundamentan a los supuestos o fundamentos desde los cuales se atribuye sentido, al interrumpir o suspender su correspondencia con lo dado, haciendo estallar su “hermenéutica”, la “fuerza interpretativa” de su saber discursivo reproductor.

De esa manera, se incita hermenéuticamente en los alumnos la construcción de una nueva subjetividad, formada por obra de ellos, su autotransformación o autopoiesis, una nueva relación consigo mismos, con su modo de pensar y estar en el mundo, producto de transitar por una experiencia densa inducida parapedagógicamente, un acontecimiento existencial con sentido emancipatorio.  Revirtiendo el docente su situación alienada de simple repetidor a agenciador autopoiético en su mediación de la  autopoiesis en otros, o dicho en otros términos, de interlocutor significante, a interlocutor-problematizador para una significación-otra por parte de los estudiantes.

Referencias

Deleuze, G.  (2005) La lógica del sentido.  Editorial Paidós.  Barcelona

Deleuze, G. y Guattari, F.  (1997)  ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama. Barcelona.

Deleuze, G. y Parnet, C. (1980)  Diálogos.  Pre-textos. Valencia

Guattari, F.  (1996)  Caosmosis.  Manantial.  Buenos Aires.

Lanz, R.  (1996)  ¿Fin del sujeto?  Ediciones Universidad de Los Andes-Universidad Central de Venezuela. Mérida.

Maturana, H. y Valera, F. (2003) El árbol del conocimiento.  Las bases biológicas del entendimiento humano.  Lumen/Editorial Universitaria. Buenos Aires.

Fuente imagen: http://mediacionyviolencia.com.ar/educacion-que-es-un-circulo-de-dialogo-practicas-para-un-buen-convivir/

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