Iliana Lo Priore y Jorge Díaz Piña
Siguiendo el hilo discursivo de las investigaciones epistemológicas de Lanz (1996), en las que se tensan las contribuciones teóricas foucaultianas respecto del poder desde una perspectiva posmoderna contestataria, se comparte que la configuración de los tipos de subjetividad es producto de la interacción simbólica entre individuos, su intersubjetividad mediada institucionalmente (familia, escuela, etcétera). Individuos que están predeterminados por las redes semióticas circulantes hegemónicamente en la sociedad, que los adscriben sin mayores posibilidades de escogencia por su parte debido a la racionalidad instrumental de las representaciones que se impone como lógica de pensamiento y acción individual y colectiva congruentes con la reproducción “racional” del orden social capitalista dominante. Esto evidenciaría al “poder como red semiótica intersubjetiva” (ob. cit. p. 14). Para él la racionalidad instrumental es el ethos en que cristalizan todas las relaciones sociales dominantes cuando son funcionales a la reproducción de los poderes. Esta racionalidad o razón dominante se localiza en la “invisibilidad” de las redes semióticas como lógica discursiva sentidizadora de las prácticas, del lenguaje, de la cultura.
No obstante, Lanz (ob. cit.), encuentra también en la intersubjetividad no instituida, sino instituyente, la posibilidad de ruptura y superación de la racionalidad instrumental como lógica dominante en la sociedad. Esto, a condición de que se cambie el contenido social de las representaciones de los procesos de subjetivación en la intersubjetividad que se propicie en los espacios o territorios existenciales alternativos al modo de sentidización instrumental. Aquí intervendría la experiencia de formación de una subjetividad emancipadora de la dominación que se expresaría en los agenciamientos colectivos de enunciación. Siendo éstos acontecimientos interpretativos y devenidos en la producción de enunciados grupales en tanto multiplicidades entretejidas de sentidos posibles insurgentes o alternativos a los instituidos, ya que “siempre es un agenciamiento el que produce los enunciados” (Deleuze y Pornet, 1980, p. 61). Categoría tomada de Guattari (1996) para agenciar intersubjetivamente nuevas u otras reglas de enunciación de significaciones que produzcan la deconstrucción de las dominantes y su reemplazo con otros sentidos impugnadores de la razón instrumental funcional al orden capitalista. Los agenciamientos colectivos de enunciación se consideran por consiguiente, experiencias existenciales liberadoras contingentes e instituyentes de la co-apropiación de insurgentes procesos de interpretación y comprensión de lo real en su multiplicidad posible de sentidización-otra.
El agenciamiento de los colectivos de enunciación puede inscribirse en una categoría más incluyente teóricamente que se propone aquí con el significante de agenciamiento autopoiético. Supone una conceptualización más general, abstracta e inclusiva del concepto de agenciamiento tan solo.
El agenciamiento autopoiético tendría las características o propiedades de un concepto según las caracterizan Deleuze y Guattari (1997). Es una multiplicidad al estar compuesto por varios elementos conceptuales que conforman un todo fragmentado que tiene conexiones con componentes o partes de otros conceptos. Remite necesariamente a un problema o problemática como mínimo. Los conceptos que a su vez lo componen, o con los que se concatena, se pueden solapar y coordinar sus ámbitos y delimitaciones. Es un concepto que reenvía a otros, haciéndolos inseparables a su interior, constituyendo su endoconsistencia. En este sentido, es un concepto de conceptos. Posee también su exoconsistencia al tender puentes con otros conceptos y establecer junturas. Se replantea a sí mismo y la creación de su objeto al formularse como concepto, o cada vez que requiera revisar su consistencia, en consecuencia, es autorreferencial aunque se actualice en estados de cosas o cuerpos a los que refiere.
Partiendo por separado de la definición de ambos términos, autopoiesis y agenciamiento, se tiene que Maturana y Varela (2003), definen la autopoiesis como “el mecanismo que hace de los seres vivos sistemas autónomos” (p. 29), y Deleuze indica que agenciamiento “es el cofuncionamiento (…) Agenciar es eso: estar en el medio; en la línea de encuentro de un mundo interior y un mundo exterior” (Deleuze y Parnet 1980, pp. 61-62). Por parte de sus autores ambos conceptos tienen su punto inicial de apoyo en el funcionamiento de la naturaleza. Para los primeros desde la biología y para el segundo desde la reflexión filosófica. En un texto producido por el compañero de ruta intelectual de Deleuze, Félix Guattari (1996), expresará respecto al concepto de autopoiesis de Maturana y Varela que puede ser utilizado en la investigación de los dispositivos maquínicos de la sociedad, “su noción de autopoiesis como capacidad de autorreproducción de una estructura o de un ecosistema, podría ser extendida con beneficio a las máquinas sociales, a las máquinas económicas e incluso a las máquinas incorporales de la lengua” (p. 115). Es de destacar que ambos conceptos son considerados como mecanismos o máquinas abstractas no-mecánicas.
Mientras que la autopoiesis en tanto sistema u organización, daría cuenta de las variaciones, modulaciones y transformaciones a través de acoplamientos de los organismos –según las investigaciones biológicas entre la interdependencia del metabolismo y estructura celular–, en su interacción con el medio poniendo en juego las determinaciones estructurales que los condicionan (Maturana y Varela, 2003), el agenciamiento es considerado como una dinámica compleja de la potencial efectuación de relaciones, vínculos o nexos productores entre componentes o estratos en la naturaleza y en los sujetos o acciones grupales en la sociedad. También se podría considerar como la mediación posibilitadora del acoplamiento estructural entre organismos u organismos y medio en atención a lo dicho anteriormente sobre la autopoiesis. De aquí que se proponga el concepto de agenciamiento autopoiético que de manera general se designa como una intermediación maquínica entre componentes o estratos en la naturaleza y la sociedad para producir de manera autodeterminada su autopoiesis enunciativa para el caso que nos interesa sobre la sujeción informacional que produce Internet en los niños y adolescentes en la institución escolar. La interposición agenciadora, bajo la forma de agenciamiento colectivo de enunciación, actuaría concretamente entre los estudiantes y los docentes, entre los estudiantes, y entre éstos e Internet, para activar la autonomía interpretativa de la hermenéutica dialógica productora del acontecimiento de la enunciación alternativa de lo instituido como objetivación informativa enunciadora por la racionalidad instrumental en Internet para la aceptación acrítica o repetitiva mecánicamente de los estudiantes.
El agenciamiento colectivo de enunciación, en el contexto educativo escolar, consideraría a los textos informacionales digitales como dispositivos de poder-saber que revierten en prácticas discursivas reproductoras (lo que se debe leer, significar de cierta modo y no otro, del sentido que se le debe atribuir, etcétera, por parte de los estudiantes y docentes), debido a coacciones “didáctico-pedagógicas” de poder en las que están envueltos en torno al uso informacional de Internet. Por ello se requiere, en función del desarrollo de la autonomía cognitiva y ética de los estudiantes, que se propicien líneas de fuga, de apertura, reflexividad y creatividad que rechacen la repetición mecánica y acrítica de los flujos informacionales. Se trataría de centrar la atención educativa en un marco más amplio, el de la reconfiguración de las experiencias de subjetivación mediadas tecnológicamente por las TICs, trascendiendo los límites que se le han impuesto por los discursos hegemónicos instrumentalizadores sobre el uso informacional de éstas. Generando fisuras en las situaciones o acciones estratégicas (dispositivos, principios, reglas, y otros) de reproducción que los discursos dominantes configuran escolarmente, provocando acontecimientos. Sucesos que reviertan o fracturen las relaciones de coacción o poder operantes en los procesos de subjetivación informacional, e instituyan la diferencia a través de la transcodificación, o descodificación-recodificación, es decir, de la reconstrucción textual o enunciativa por vía de agenciar la lógica del sentido.
En el texto Lógica del sentido, Deleuze (2005), indica que la lógica de sentido no es una ciencia o una disciplina, es un modo de pensar que refiere principalmente a problematizar el pensamiento, esto es, el problema es el sentido del pensar. El sentido de pensar, su trabajo crítico, su valor, radicaría, primordialmente, en crear problemas, o problematizaciones, y no soluciones ya que el sentido común o doxa no problematiza, para este tipo de pensamiento las cosas son naturales y obvias. La lógica del sentido introduce la diferencia y la ruptura con el sentido común, con la mismidad, la repetición reproductora, porque es creadora. Ella no persigue acceder a una presunta verdad, evitar errores o falsedades, tan solo busca producir sentido, esto es, determinar problematizaciones, valorándolo como una entidad positiva y afirmativa por cuanto motoriza el sentido de pensar.
Conduciendo la lógica del sentido al terreno educativo se la puede considerar como un dispositivo de contrapoder que ayuda a redefinir la relación entre saberes, poderes y experiencias subjetivadoras para que acontezca un sentido-otro, que propiciaría la problematización del sentido dominante, de su racionalidad, de su lógica subyacente. Formulando preguntas seriadas, epistemológicamente recursivas, que encadenen con otras preguntas reflexivas iterativamente en forma sistémica que limite su infinito epistémico provisionalmente, no con respuestas, ya que el afán de respuestas inmediatas es del orden de la racionalidad instrumental-funcional hegemónica, y porque también supone el cierre de la interrogación-problematización como búsqueda de un sentido-otro. Preguntas seriadas que interrogan hermenéuticamente los horizontes de sentido gadamerianos, deconstruyen o desfundamentan a los supuestos o fundamentos desde los cuales se atribuye sentido, al interrumpir o suspender su correspondencia con lo dado, haciendo estallar su “hermenéutica”, la “fuerza interpretativa” de su saber discursivo reproductor.
De esa manera, se incita hermenéuticamente en los alumnos la construcción de una nueva subjetividad, formada por obra de ellos, su autotransformación o autopoiesis, una nueva relación consigo mismos, con su modo de pensar y estar en el mundo, producto de transitar por una experiencia densa inducida parapedagógicamente, un acontecimiento existencial con sentido emancipatorio. Revirtiendo el docente su situación alienada de simple repetidor a agenciador autopoiético en su mediación de la autopoiesis en otros, o dicho en otros términos, de interlocutor significante, a interlocutor-problematizador para una significación-otra por parte de los estudiantes.
Referencias
Deleuze, G. (2005) La lógica del sentido. Editorial Paidós. Barcelona
Deleuze, G. y Guattari, F. (1997) ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama. Barcelona.
Deleuze, G. y Parnet, C. (1980) Diálogos. Pre-textos. Valencia
Guattari, F. (1996) Caosmosis. Manantial. Buenos Aires.
Lanz, R. (1996) ¿Fin del sujeto? Ediciones Universidad de Los Andes-Universidad Central de Venezuela. Mérida.
Maturana, H. y Valera, F. (2003) El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano. Lumen/Editorial Universitaria. Buenos Aires.
Fuente imagen: http://mediacionyviolencia.com.ar/educacion-que-es-un-circulo-de-dialogo-practicas-para-un-buen-convivir/