La escuela se transforma. En 2003, la escuela Brasil decidió frenar la sangría de alumnos a manos de los colegios, e ideó una propuesta que estuviera a la altura de la oferta privada. Trece años después, el modelo de Tiempo Extendido es una joya que se replicó en 46 escuelas y que seguirá creciendo.
América del Sur/Brasil/15.11.2016/Autor y Fuente: http://www.elpais.com.uy/
Hace 30 años, a la escuela Brasil asistían 500 alumnos en un solo turno. Ubicada en el corazón de Pocitos, tenía la particularidad de reunir niños de ese barrio con los hijos de las empleadas domésticas, las peluqueras, los porteros y otras personas que trabajaban en la zona. Pero de a poco la escuela empezó a vaciarse. En 1990 los niños eran 410, para 1995 habían descendido a 364, y en 2002 la matrícula alcanzó su pico más bajo con tan solo 216 alumnos.
Las autoridades de aquel momento constataron el despoblamiento y vieron que los que habían abandonado la institución eran los niños más favorecidos. Preocupados, empezaron a averiguar a dónde habían migrado esos niños y por qué habían dejado de ir a la escuela. Lo que encontraron fue que habían sido captados por los numerosos colegios privados que se habían instalado en la zona. Así que decidieron dar un paso más y estudiar qué ofrecían de diferente esas instituciones. Vieron que los colegios enseñaban idiomas, dictaban talleres y apuntaban a una educación integral en un horario más extenso. La vara estaba alta, pero se propusieron alcanzarla.
Así empezó la transformación de la escuela Brasil, pionera de lo que años después pasó a llamarse Tiempo Extendido. En 2003 se fusionó con la escuela Barón de Río Branco, que funcionaba en el mismo local pero en la mañana y que al finalizar 2002 contaba con 167 alumnos. Por un tiempo convivieron los dos modelos. Cuando la nueva propuesta empezó a consolidarse la matrícula comenzó a crecer, y para 2010 los alumnos habían vuelto a superar los 400.
Hoy, 13 años después del cambio, tienen 445 niños y no pueden con la demanda. Es, seguramente, la escuela más requerida del país.
El éxito de la Brasil inspiró a otras escuelas despobladas. Primero fue la número 2, de Rocha, y más tarde fueron la 68 de Artigas, la 76 de Florida, la 200 de Canelones, y muchas más. Entre 2011 y 2012 hubo una «explosión» de esta modalidad, dice hoy la coordinadora del programa de Tiempo Extendido, Lisel Frugone, al punto que hoy existen 46 escuelas con esta propuesta, para casi 6.000 alumnos, y hay siete proyectos de transformación pensados para 2017 y 2018. La idea de Primaria, adelantó Frugone a El País, es generar entre tres y cinco escuelas de este tipo por año y llegar a todos los departamentos.
En las escuelas de Tiempo Extendido los índices de repetición, de abandono intermitente y de asistencia insuficiente son más bajos que en las escuelas comunes. En la Brasil, por ejemplo, la repetición de 1° a 6° en 2015 fue 2,9% —otros años fue más baja—, mientras en el promedio de las demás escuelas trepó a 5%. En las escuelas comunes hay, en promedio, 23,9 alumnos por niño; en las de Tiempo Extendido, 21,6. La matrícula de las escuelas comunes cae año a año, mientras que la de Tiempo Extendido viene en aumento (ver más en el recuadro).
«Esta es la oferta más linda que hay a nivel país», dice Frugone, orgullosa. Entonces, ¿por qué no transformarlas a todas? ¿Por qué no darles a todos los niños uruguayos el derecho a una educación con este nivel de calidad?
Hay varias razones. Para convertir una escuela común en una de Tiempo Extendido existen requisitos edilicios y locativos. Además, se precisa al menos un año de trabajo previo con los docentes y los padres, que deben comprender la propuesta y aceptarla. Pero el principal motivo es económico: según datos que el Consejo de Educación Inicial y Primaria brindó a El País, una escuela de Tiempo Extendido implica un piso de $ 62.000 anuales por alumno, mientras que una escuela común de las que ofrecen almuerzo cuesta unos $ 45.000.
La inversión es importante, pero los resultados que se logran también. Dice Frugone que hacer Tiempo Extendido en todas las escuelas públicas es «un imposible», «un sueño». Basta con recorrer los pasillos de la escuela Brasil y observar la alegría de sus privilegiados alumnos para comprenderlo.
La fórmula.
Es la primera vez que las profesoras de inglés y de danza juntan a sus alumnos de 2° para hacerles interpretar lo ensayado por separado tantas veces en los últimos dos meses. Han elegido la película Toys Story para dividirse en personajes —astronauta, vaquero, soldado y barbie— y practicar diálogos en inglés y pasos de baile. Uno a uno van pasando al centro para demostrar lo que aprendieron. Algunos exhiben una gracia especial, otros se ríen por los nervios que los inducen al error. Todavía hay tiempo de mejorar antes de mostrarles a los padres.
A esa misma hora de la mañana, en otro salón de la escuela Brasil, alumnos de 5° año entonan una canción en portugués. La profesora pide a una niña que lea en voz alta la letra, que habla de la traslación y la rotación. Dos alumnas se divierten bailando y representando a la Tierra y al Sol. «Es difícil porque es un ritmo de tres tiempos», justifica la docente, demostrando que también sabe de música.
En simultáneo, los pequeños de cuatro años pintan una fotocopia con las señales de tránsito en un taller sobre vialidad. En uno de los grupos de cinco años se lee un cuento que enseña valores en un taller de arte comunitario. En el patio practican una coreografía los alumnos de expresión corporal de 2°, y en otro salón un 5° ensaya los diálogos de una obra de piratas.
En las escuelas de Tiempo Extendido existe un espacio de coordinación de dos horas semanales en el que los talleristas intercambian sobre lo que están enseñando y acuerdan actividades en conjunto. Es una instancia «clave», dice Frugone.
A las 11 toca cambiar de taller y toda la escuela entra en movimiento. Hay 15 grupos en 15 espacios temáticos diferentes. Los alumnos se trasladan con autonomía al salón que les toca, incluso los más pequeños. A uno de los grupos de jardinera le toca Literatura. «Estamos trabajando El pirata Selkirk, texto de la película de Walter Tournier, basada en la historia de Robinson Crusoe», cuenta la profesora Graciela Rebelato. «Les encanta que les lean. Más que nada enfoco hacia el lado del disfrute, y que ellos se den cuenta de que en ese objeto libro, hay algo que los entretiene. Elijo mucho lo que les leo», dice.
Aunque se trata de una población diversa, donde el 50% vive en la zona y el otro 50% proviene de barrios como Cerro, Maroñas o Piedras Blancas, la de la escuela Brasil se considera quintil 5 (el más favorecido). Rebelato, que ha trabajado en escuelas de nivel socioeconómico bajo, percibe que a los alumnos de esta escuela sus padres les leen habitualmente. En otras ha visto a niños de cuatro años ignorar cómo se agarra un libro. De todas formas, asegura que el trabajo da sus frutos porque los niños «son esponjas».
A las dos horas de taller le sigue una hora de almuerzo, descanso e higiene. Todos los niños comen lo mismo (las viandas están prohibidas). Después será el turno de los maestros, que en cuatro horas desarrollarán su programa común a todas las escuelas del país.
Se supone que por reglamento las escuelas de Tiempo Extendido tienen un máximo de 25 alumnos por clase. Sin embargo, año a año Primaria agrega uno o dos cupos por grupo. Especialmente en la Brasil, donde la demanda es tal que este año se anotaron solo para educación inicial 120 niños. De esos, solo 75 podrán ingresar a la Brasil, y el resto irá a alguna de las otras dos escuelas que los padres eligieron como segunda y tercera opción. Tienen prioridad los niños que provienen de centros CAIF, los que tienen hermanos en la escuela, aquellos cuyas madres trabajan en la zona, y luego los que residen en el barrio. El nivel de ingresos no es un criterio en ningún caso.
La subdirectora Marina Domínguez y la secretaria de la escuela, Lorena Riestra, cuentan que cada vez más se anotan allí niños provenientes de colegios privados. Entienden que los padres eligen la Brasil por la extensión horaria, por la oferta artística y de idiomas, pero sobre todo porque «aún creen en la educación pública», siempre que sea, claro está, una educación de calidad.
Una propuesta que crece y logra mejores resultados
-Actualmente existen 46 escuelas de Tiempo Extendido. Diez están en Montevideo, y el resto se distribuye en todo el territorio. Solamente en Río Negro, Durazno y Soriano no hay propuestas de este tipo.
-En 2015 la matrícula del programa alcanzó los 5.583 alumnos. Viene creciendo a razón de aproximadamente 1.000 estudiantes por año.
-En promedio, las escuelasde Tiempo Extendido tienen, de 1° a 6°, un índice de repetición de 4%. Este guarismo solo mejora en las escuelas de práctica magisterial (3,1%) y en las rurales (3,3%). En las comunes repite el 4,5%.
-La asistencia insuficienteen Tiempo Extendido es de 6,6%; en las comunes, 7,3%.
-El abandono intermitente en Tiempo Extendido es 0,2%. En las comunes es 0,3%.
Una escuela vacía en Buceo que se transformará en 2017
-Cada año, las maestras de las escuelas 60 y 69, que funcionan en el local de Solferino y Comercio, veían con tristeza cómo iban perdiendo alumnos y ganando salones vacíos. En 2010, el inmenso edificio recibía a 363.000 niños entre los turnos de la mañana y la tarde. Esa matrícula fue descendiendo a razón de entre 20 y 50 alumnos por año, y se ubicó en 225.000 en 2015.
El despoblamiento gradual fue el puntapié para pensar en la transformación hacia una escuela de Tiempo Extendido. Resultó que cumplían con todas las condiciones, porque el local admitía una reforma para generar un comedor, porque los docentes efectivos estaban de acuerdo, y porque los padres acogieron la propuesta con entusiasmo.
«Fue todo un éxito», dice la inspectora de la zona, Mariela Fraga. En marzo de 2016 consultaron a las familias y encontraron que muchos tenían la necesidad de que sus hijos fueran a la escuela más horario. También querían que se les diera más participación. Las autoridades de la escuela entonces sintieron que en los últimos años se había descuidado el vínculo entre la escuela y la comunidad.
Por todo esto se pensó en generar un proyecto que acompañara el proceso de fusión entre las dos escuelas y que involucrara a los vecinos. Durante 2016 se realizaron varias actividades en este sentido: se hicieron jornadas para que los de la mañana se conocieran con los de la tarde, se organizó una orquesta al mediodía de la que pudieran participar niños de ambos turnos, y se llevó a cabo el proyecto «Muros», que hoy es el orgullo de las maestras y directoras y cuyos resultados están plasmados en enormes mariposas, hechas de pedazos de baldosas, que decoran los muros del local.
Hoy la escuela sigue vacía —hay al menos cinco salones en desuso, sin contar los que se usaron para construir el comedor— y los pocos niños que asisten prácticamente flotan en los pasillos del antiguo edificio. Sin embargo, se respira un aire positivo.
Este jueves de tarde, un grupo de padres pintaba las paredes del patio. Una de las madres dijo a El País: «Me da una alegría… Por ellos, ¡que tienen una emoción!». En su caso, contar con horario extendido le va a permitir hacer más limpiezas en casas de familia.
Hace dos meses, las autoridades de la escuela volvieron a comunicarse con las familias para invitarlas a una reunión explicativa sobre la modalidad. Luego los padres escribieron por qué aceptaban o rechazaban la propuesta, y solo en un caso ocurrió lo segundo por dificultades con el nuevo horario. El resto vio la transformación con buenos ojos. «Necesitamos niños que sepan un poco más «, fundamentó uno de ellos. «Que se le dé el valor que tiene aprender e ir a la escuela para mejorar su futuro», agregó.
El cambio ya se notó días atrás, cuando cerraron las inscripciones de educación inicial. Pasaron de tener solamente seis niños anotados, a cubrir los dos grupos de cuatro y cinco años, con unos 20 alumnos cada uno. «La escuela se merecía esta transformación. El edificio lo ameritaba», expresó la directora.
LISEL FRUGONE
La extensión, una propuesta que «innova»
Es habitual para Lisel Frugone, coordinadora del programa de escuelas de Tiempo Extendido, tener que explicar la diferencia de la modalidad que dirige con la propuesta de Tiempo Completo. «Ambas responden a una línea de ofrecer mayor tiempo escolar», dice, pero mientras que en Tiempo Completo el maestro está presente durante las ocho horas de la jornada, en Tiempo Extendido se integran otros actores, los talleristas, que son «expertos» en sus materias, dice Frugone. En las 46 escuelas de su programa se ofrecen talleres anuales y semestrales de artes visuales, expresión corporal, literatura, teatro y segundas lenguas. Además, cada escuela tiene la autonomía de generar nuevos talleres. El foco está puesto en una educación integral que logre mejores aprendizajes. En Tiempo Completo hay talleres, pero en su mayoría están a cargo de los maestros.
El origen de estas dos propuestas es diferente también. Tiempo Completo se remonta a la década de 1990, y surgió sobre todo para cubrir las necesidades alimenticias (desayuno, almuerzo y merienda) de los niños de contexto crítico. Tiempo Extendido, en tanto, surge de escuelas despobladas e intenta imitar la oferta de los colegios privados. Hoy existen centros de Tiempo Extendido también en barrios carenciados, pero no es lo más común.
Para que una escuela común se transforme en una de horario extendido es necesario que el edificio tenga suficiente espacio como para construir un comedor y albergar al alumnado que surja de la fusión de dos turnos. También es preciso contar con la aprobación de los docentes y los padres, y estar ubicadas en sitios de fácil acceso para los talleristas.
Frugone se confiesa hincha de su programa y reconoce que sería «un sueño» poder ofrecer a todos los niños uruguayos esta modalidad. Considera que «es una propuesta muy creativa que entusiasma a los niños a asistir a la escuela», y por eso es tan codiciada. A su juicio, el Tiempo Extendido es el reflejo de «una escuela pública que innova» y se transforma para mantener la calidad.
Fuente: http://www.elpais.com.uy/que-pasa/vedette-primaria-escuela-transforma-propuesta.html
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