Autora: Adrienne Rich
Año: 2019
Editorial: Traficante de Sueños
Autora: Adrienne Rich
Año: 2019
Editorial: Traficante de Sueños
Entrevista de Maite Garrido Courel publicada en la revista Números Rojos
Hace unos siglos la hubieran quemado en la hoguera. Feminista incansable, la historiadora y autora de uno de los libros más descargados de la red, “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, habla con Números Rojos y expone de forma rigurosa las razones políticas y económicas que se ocultaron tras la caza de brujas. Su último libro,“Revolución en punto cero”, es una recopilación de artículos imprescindible para conocer su trayectoria intelectual.
Con ojo escrutador, la italiana Silvia Federici lleva más de 30 años estudiando los acontecimientos históricos que dieron lugar a la explotación social y económica de las mujeres. En su libro “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria” (Traficantes de sueños, 2010), fija su punto de mira en la violenta transición del feudalismo al capitalismo, donde se forjó a fuego la división sexual del trabajo y donde las cenizas de las hogueras cubrieron de ignorancia y falsedades un capítulo esencial de la Historia. Federici habla para Números Rojos desde su despacho del departamento de Historia en la Hofstra University de Nueva York sobre brujas, sexualidad y capitalismo, y se propone “revivir entre las generaciones jóvenes la memoria de una larga historia de resistencia que hoy corre el peligro de ser borrada”.
¿Cómo es posible que la matanza sistemática de mujeres no se haya abordado más que como un capítulo anecdótico en los libros de Historia? Ni siquiera recuerdo haberlo dado en la escuela…
Este es un buen ejemplo de cómo la Historia la escriben los vencedores. A mediados del siglo XVIII, cuando el poder de la clase capitalista se consolidó y la resistencia en gran parte fue derrotada, los historiadores comenzaron a estudiar la caza de brujas como un simple ejemplo de supersticiones rurales y religiosas. Como resultado de ello, hasta no hace mucho, pocos fueron los que investigaron seriamente los motivos que se esconden tras la persecución de las ‘brujas’ y su correlación con la instauración de un nuevo modelo económico. Como expongo en “Calibán y la bruja…”, dos siglos de ejecuciones y torturas que condenaron a miles de mujeres a una muerte atroz fueron liquidados por la Historia como producto de la ignorancia o de algo perteneciente al folclore. Una indiferencia que ronda la complicidad, ya que la eliminación de las brujas de las páginas de la historia ha contribuido a trivializar su eliminación física en la hoguera. Fue el Movimiento de Liberación de la Mujer de los años 70 el que reavivó el interés por la caza de brujas. Las feministas se dieron cuenta de que se trataba de un fenómeno muy importante, que había dado forma a la posición de las mujeres en los siglos venideros, y se identificaban con el destino de las ‘brujas’ como mujeres que fueron perseguidas por resistirse al poder de la Iglesia y el Estado. Esperemos que a las nuevas generaciones de estudiantes sí se les enseñe la importancia de esta persecución.
Hay algo, además, que inquieta profundamente, y es el hecho de que, salvo el caso de los pescadores vascos de Lapurdi, los familiares de las supuestas brujas no se alzaran en armas en su defensa después de haber luchado juntos en los levantamientos campesinos.
Desafortunadamente, la mayoría de los documentos que tenemos sobre la caza de brujas fueron escritos por aquellos que ostentaban el poder: los inquisidores, los magistrados, los demonólogos. Esto significa que puede haber ejemplos de solidaridad que no hayan sido registrados. Pero hay que tener en cuenta que era muy peligroso para los familiares de las mujeres acusadas de brujería que se les asociara con ellas y más alzarse en su defensa. De hecho, la mayoría de los hombres que fueron acusados y condenados por brujería eran parientes de las mujeres sospechosas. Esto, por supuesto, no minimiza las consecuencias del miedo y la misoginia que la propia caza de brujas produjo, ya que propagó una imagen horrible de las mujeres convirtiéndolas en asesinas de niños, sirvientes del demonio, destructoras de hombres, seduciéndolos y haciéndolos impotentes al mismo tiempo.
Expones dos consecuencias claras en lo referente a la caza de brujas: que es un elemento fundacional del capitalismo y que supone el nacimiento de la mujer sumisa y domesticada.
La caza de brujas, así como la trata de esclavos y la conquista de América, fue un elemento imprescindible para instaurar el sistema capitalista moderno, ya que cambió de una manera decisiva las relaciones sociales y los fundamentos de la reproducción social, empezando por las relaciones entre mujeres y hombres y mujeres y Estado. En primer lugar, la caza de brujas debilitó la resistencia de la población a las transformaciones que acompañaron el surgimiento del capitalismo en Europa: la destrucción de la tenencia comunal de la tierra; el empobrecimiento masivo y la inanición y la creación en la población de un proletariado sin tierra, empezando por las mujeres más mayores que, al no poseer una tierra que cultivar, dependían de una ayuda estatal para subsistir. También se amplió el control del Estado sobre el cuerpo de las mujeres, al criminalizar el control que estas ejercían sobre su capacidad reproductiva y su sexualidad (las parteras y las ancianas fueron las primeras sospechosas). El resultado de la caza de brujas en Europa fue un nuevo modelo de feminidad y una nueva concepción de la posición social de las mujeres, que devaluó su trabajo como actividad económica independiente (proceso que ya había comenzado gradualmente) y las colocó en una posición subordinada a los hombres. Este es el principal requisito para la reorganización del trabajo reproductivo que exige el sistema capitalista.
Hablas del control de los cuerpos: si en la Edad Media ejercían las mujeres un control indiscutible sobre el parto, en la transición al capitalismo “los úteros se transformaron en territorio político controlados por los hombres y el Estado”.
No hay duda de que con el advenimiento del capitalismo comenzamos a ver un control mucho más estricto por parte del Estado sobre el cuerpo de las mujeres, llevado a cabo no solo a través de la caza de brujas, sino también a través de la introducción de nuevas formas de vigilancia del embarazo y la maternidad, y la institución de la pena capital contra el infanticidio (cuando el bebé nacía muerto, o moría durante el parto, se culpaba y ajusticiaba a la madre). En mi trabajo sostengo que estas nuevas políticas, y en general la destrucción del control que las mujeres en la Edad Media habían ejercido sobre la reproducción, se asocian con la nueva concepción que el capitalismo ha promovido del trabajo. Cuando el trabajo se convierte en la principal fuente de riqueza, el control sobre los cuerpos de las mujeres adquiere un nuevo significado; estos mismos cuerpos son entonces vistos como máquinas para la producción de fuerza de trabajo. Creo que este tipo de política es todavía muy importante hoy en día porque el trabajo, la fuerza de trabajo, sigue siendo crucial para la acumulación de capital. Esto no quiere decir que en todo el mundo los patrones quieran tener más trabajadores, pero sin duda quieren controlar la producción de la fuerza de trabajo: quieren decidir cuántos trabajadores están produciendo y en qué condiciones.
En España, el ministro de Justicia quiere reformar la ley del aborto, excluyendo de los supuestos la malformación del feto, justo cuando las ayudas a la dependencia han desaparecido.
En Estados Unidos también están tratando de introducir leyes que penalicen gravemente a las mujeres y limiten su capacidad de elegir si desean o no tener hijos. Por ejemplo, varios estados están introduciendo leyes que hacen que la mujer sea responsable de lo que le ocurre al feto durante el embarazo. Ha habido un caso polémico de una mujer a quien han acusado de asesinato porque su hijo nació muerto y luego se descubrió que había utilizado algunas drogas. Los médicos excluyeron el consumo de cocaína como causa de la muerte del feto, pero fue en vano, la acusación siguió su curso. El control de la capacidad reproductiva de las mujeres es también un medio de controlar la sexualidad de las mujeres y nuestro comportamiento en general.
Tú misma lo planteas: ¿por qué Marx no se cuestionó la procreación como una actividad social determinada por intereses políticos?
Esta no es una pregunta fácil de responder, ya que hoy nos parece evidente que la procreación y crianza de los hijos son momentos cruciales en la producción de fuerza de trabajo y no por casualidad han sido objeto de una regulación muy dura por parte del Estado. Creo, sin embargo, que Marx no podía darse el lujo de ver la procreación como un momento de la producción capitalista porque se identificaba con la industrialización, con las máquinas y la industria a gran escala, y la procreación, como el trabajo doméstico, parecía ser el opuesto de la actividad industrial. Que el cuerpo de la mujer se mecanizara y se convirtiera en una máquina para la producción de fuerza de trabajo es algo que Marx no podía reconocer. Hoy en día, en Estados Unidos al menos, el parto también se ha mecanizado. En algunos hospitales, obviamente no los de los ricos, las mujeres dan a luz en una línea de montaje, con tanto tiempo asignado para el parto, si exceden ese tiempo se les hace una cesárea.
La sexualidad es otro tema que abordas desde un punto de vista ideológico, siendo la Iglesia quien promovió con gran virulencia un férreo control y criminalización. ¿Era tan fuerte el poder que confería a las mujeres que continúa ese intento de control?
Creo que la Iglesia se ha opuesto a la sexualidad (aunque siempre lo han practicado a escondidas) porque tiene miedo del poder que ejerce en la vida de las personas. Es importante recordar que a lo largo de la Edad Media, la Iglesia también estuvo implicada en la lucha para erradicar la práctica del matrimonio de los sacerdotes, que lo veían como una amenaza para la conservación de su patrimonio. En cualquier caso, el ataque de la Iglesia sobre la sexualidad siempre ha sido un ataque a las mujeres. La Iglesia teme a las mujeres y ha tratado de humillarnos de todas las maneras posibles, retratándonos como el pecado original y la causa de la perversión en los hombres, nos obliga a esconder nuestros cuerpos como si estuvieran contaminados. Mientras tanto, se ha tratado de usurpar el poder de las mujeres, presentando al clero como dadores de vida e incluso adoptando la falda como vestimenta.
En una entrevista afirmas que sigue teniendo lugar una caza de brujas ¿Quiénes son los herejes ahora?
Ha habido caza de brujas desde hace varios años en diferentes países africanos, así como en la India, Nepal, Papúa Nueva Guinea. Miles de mujeres han sido asesinadas de esta manera, acusándolas de brujería. Y está claro que, como en los siglos XVI y XVII, esta nueva caza de brujas se conecta con la extensión de las relaciones capitalistas en todo el mundo. Es muy conveniente tener campesinos luchando unos con otros mientras que en muchas partes del mundo estamos viviendo un nuevo proceso de cercamiento, con la privatización de la tierra y un gran saqueo a los medios básicos de subsistencia. También hay pruebas de que parte de la responsabilidad de esta nueva caza de brujas, que a su vez se dirige especialmente a las mujeres mayores, debe atribuirse a la labor de las sectas cristianas fundamentalistas, como el movimiento pentecostal, que han traído de nuevo al discurso religioso el tema del diablo, aumentando el clima de sospechas y el miedo existente generado por el dramático deterioro de las condiciones económicas.
“Omnia sunt communia!”, “Todo es común”, fue el grito de los anabaptistas cuya lucha y derrota, como cuentas en el libro, fue barrida por la Historia. ¿Sigue siendo igual de subversivo ese grito?
Ciertamente lo es, ya que estamos viviendo en una época donde sunt omnia privata. Si las tendencias actuales continúan, pronto no habrá aceras, ni playas, ni mares, ni aguas costeras, ni tierra, ni bosques a los que podamos acceder sin tener que pagar algo de dinero. En Italia, algunos municipios están tratando de aprobar leyes que prohíben a la gente poner sus toallas en las pocas playas libres restantes y esto es solo un pequeño ejemplo. En África, estamos siendo testigos de las más grandes apropiaciones de tierras en la historia del continente por parte de empresas mineras, agro industriales, agro-combustibles… La tierra africana se está privatizando y las personas están siendo expropiadas a un ritmo que coincide con el de la época colonial. El conocimiento y la educación se están convirtiendo en mercancías disponibles solo para aquellos que pueden pagar e incluso nuestros propios cuerpos están siendo patentados. Así que omnia sunt communia sigue siendo una idea radical, aunque hay que tener cuidado de no aceptar la forma en que está siendo usado este ideal distorsionado, por ejemplo, por organizaciones como el Banco Mundial, que en nombre de la preservación de la ‘comunidad global’ privatiza las tierras y los bosques y expulsa la población que ganaba su sustento de ello.
¿Cómo se podría abordar la cuestión de los comunes actualmente?
El tema de los comunes es cómo crear un mundo sin explotación, igualitario, donde millones de personas no se mueran de hambre en medio del consumo obsceno de unos pocos y donde el medio ambiente no sea destruido, donde la máquina no aumente nuestra explotación en vez de reducirla. Este creo que es nuestro problema común y nuestro proyecto común: crear un mundo nuevo.
Por Ilka Oliva Corado
La influencia del machismo y sus violencias en las sociedades actuales. |
Vivimos en sociedades patriarcales, misóginas y machistas; como resultado de este patrón, la violencia contra las mujeres es sistemática y estructural. Y también, por más indigno que sea es una violencia normalizada porque la mujer sigue siendo vista como un objeto que le pertenece a quien lo compra. Por esa razón vemos a padres, hermanos, abuelos, amigos, amantes, compañeros, creyéndose dueños de sus hijas, hermanas, nietas, amigas, amantes, compañeras.
Y lo mismo con los desconocidos, se creen tan dueños de cualquier mujer que se sienten con la libertad de poder excluirlas, insultarlas, golpearlas, violarlas, asesinarlas y desaparecerlas. Una violencia sistemática y estructural que comienza con el “es una niña” y termina en feminicidio. Si se nace mujer, se nace con todo en contra. Violencia que nos dice que las niñas juegan con muñecas y de casita.
Violencia que nos dice que los niños pueden practicar deporte y las niñas no, porque el deporte es para niños y las niñas que limpien la casa. Violencia que nos dice que los hombres de la casa van a la escuela y las niñas no, porque su función en la vida es casarse, tener hijos y atender el hogar. Violencia que nos dice que pocas mujeres logran poder acceder a la educación superior, porque esa violencia sistemática sigue pensando que la mujer es un objeto y como objeto no piensa, no siente, no actúa y no tiene derechos.
Violencia que dicta que el papel de la mujer en la vida es abrir las piernas y criar hijos. Punto. Una violencia que también ejerce la mujer contra la mujer, cuando unas dicen creyéndose castas, puras y santas, que las otras merecían ser violadas por: putas, alcohólicas, calientes, rogonas, provocadoras, cascos ligeros, promiscuas y drogadictas y, avalan con esto el patriarcado del cual también forman parte y ayudan a alimentar. Ignorando que al exponer a una mujer al escarnio público de la doble moral por su comportamiento y estilo de vida, también se exponen ellas que pertenecen al mismo género.
Una violencia estructural que alimenta un sistema que manipula, excluye y violenta a las mujeres en todos los niveles de la sociedad. Una violencia que dice que las mujeres no pueden decidir sobre sus propios cuerpos, y que ese cuerpo no le pertenece, le pertenece al escarnio público y al señalamiento de la religión. Por eso se sigue negando el derecho al aborto. La violencia contra la mujer tiene varios rostros, innumerables formas por eso muchas veces es imperceptible, se disfraza de sutileza cuando muchos creen que halagan cuando en realidad lo que hacen es violentar con el acoso callejero. Violencia estructural y sistemática que sigue negando atención médica, educación y oportunidades de desarrollo a mujeres.
Un sistema de justicia patriarcal, misógino y machista, con jueces machistas, con fiscales machistas, con abogados machistas, con policía machista, con condenas inexistentes porque las decisiones se toman desde la misoginia que es el odio contra la mujer. Violencia obstétrica que irrespeta a la mujeres cuando están pariendo. La que la señala por cómo se viste, actúa y vive. Hablar de violencia contra la mujer es hablar del inicio del tiempo. Cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Lucha que inició en 1981, para conmemorar la fecha en que fueron asesinadas (en feminicidio) en 1960, las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, en República Dominicana por órdenes del dictador Trujillo. Desde 1999 las Naciones Unidas llaman a los países del mundo a pronunciarse contra la violencia contra mujer.
Sin embargo dado que la violencia es estructural y sistemática, lo que tenemos que cambiar es el sistema, los patrones de crianza, porque como decía al principio, el feminicidio es la expresión más atroz del patriarcado sobre la mujer, pero inicia con la exclusión y la degradación solo por su género. Para erradicar los feminicidios tenemos que erradicar el patriarcado, para erradicar el patriarcado tenemos que cambiar el sistema.
Para tener sociedades equitativas e igualitarias, en derechos y obligaciones, tenemos que arrancar de raíz el patriarcado. Un ejemplo de violencia contra la mujer, que es subliminal, es la de pareja, cuando es la compañera la que se opera para no tener hijos, porque el compañero como es hombre jamás se haría una vasectomía porque perdería la hombría.
Estereotipos del patriarcado. La violencia contra la mujer es tema en el que debemos insistir, y que nos compete a todos, en todas las capas de la sociedad, a los urbanos y rurales, porque es obligación de todos erradicar el patriarcado, la misoginia y el machismo. Empezando por dejar de llamarles culos a las mujeres, al referirse a ellas.
Fuente: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/11/20/nucleo-patriarcal/
Octubre de 2017/Autor: Manuel Ansede/Fuente: El País
Los hombres han ganado el 97% de los galardones científicos desde el año 1901.
Un año más, ninguna mujer ha sido galardonada con un Nobel de ciencias. Tres hombres ganaron el lunes el de Medicina. Otros tres varones recibieron el de Física el martes. Y otros tres hombres han sido premiados hoy con el de Química. Desde el año 1901, los Nobel han premiado 18 veces a mujeres y 581 a hombres. Ellas solo han recibido el 3% de los Nobel de ciencias.
Por categorías, el número de varones se dispara en Física, con 2 mujeres y 205 hombres ganadores (más del 99%). Las cifras también chirrían en Química: 4 mujeres y 174 hombres (casi el 98%). Y en Medicina, con 12 científicas frente a 202 científicos (más del 94%).
Varias investigadoras figuran año tras año en las quinielas para recibir un galardón
La ausencia de mujeres no es por falta de candidatas. La investigadora Arlene Sharpe, de la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU), estaba en las quinielas para el Nobel de Medicina por sus trabajos para aprovechar las propias defensas del cuerpo humano para combatir el cáncer. También eran favoritas la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna, por desarrollar la técnica de edición genética CRISPR, que promete salvar millones de vidas con su revolucionaria manipulación del ADN.
En Física, la danesa Lene Vestergaard Hau, con un laboratorio en Harvard, estaba en las apuestas por frenar la velocidad de un rayo de luz hasta los 17 metros por segundo. En Química, la estadounidense Carolyn Bertozzi, de la Universidad de Stanford, figuraba en las quinielas por iluminar la comunicación entre las células, esencial para entender procesos como el cáncer.
Otras candidatas al Nobel han muerto recientemente sin llevárselo. La astrónoma estadounidense Vera Rubin, la mujer que aportó la primera prueba de la existencia de la materia oscura, murió en diciembre de 2016 a los 88 años. La estadounidense Deborah Jin, que sonaba como Nobel de Física pese a su juventud, murió de cáncer a los 47 años en septiembre del año pasado, tras haber estudiado las propiedades de la materia a temperaturas cercanas a cero. Y este mismo año ha muerto a los 86 años la ingeniera estadounidense Mildred Dresselhaus, conocida como “la reina de la ciencia del carbono”. Fue pionera en el estudio de las propiedades electrónicas de los materiales.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/10/04/ciencia/1507115722_311081.html
Silvia Federici es un gran referente del movimiento feminista internacional. Demostrado ha quedado este lunes tras el rotundo éxito de la conferencia Capitalismo y violencia contra las mujeres en Madrid. El evento, organizado por Traficante de Sueños, ha tratado las opresiones hacia las mujeres en el sistema actual: el trabajo productivo y reproductivo desde una perspectiva de género y las diferentes formas de violencia pública y doméstica.
La nave de Terneras del Matadero, donde tuvo lugar la charla, estaba a rebosar. Y fuera, centenares de personas se quedaron a las puertas al no tener un sitio dentro de la sala. No se fueron, escucharon a través de unos altavoces a la escritora de Revolución punto cero y Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Que tantas personas hagan cola para participar en una reflexión sobre feminismo y anticapitalismo dice mucho del momento actual, señalan las organizadoras del evento.
«Hay que comprender de dónde viene la violencia, cuáles son sus raíces y cuáles son los procesos sociales, políticos y económicos que la mantienen para comprender qué cambio social es necesario«, comienza explicando en la conferencia la autora italiana. La activista lo tiene claro: la raíz está en la estructura y en el sistema. La violencia contra las mujeres no es individual; es del Estado, es policial, es represiva, es de la militarización de la vida, pero, sobre todo, es del patriarcado y del capital.
La violencia contra las mujeres no es individual: es del Estado, del patriarcado y del capital
El trabajo productivo es el que produce materiales y herramientas, es retribuido con un salario y es el que históricamente han realizado los hombres. El trabajo reproductivo es el asignado a las mujeres y es el encargado de mantener la vida: alimenta, cuida, educa, pero no es retribuido con ningún salario. Las mujeres siempre se han encargado de él, pero como señala la escritora, ya no hacen solo este trabajo, muchas trabajan fuera de casa sin que se haya producido un cambio social por lo que no hay conciliación entre producción y reproducción. Esto forma un nuevo desarrollo del patriarcado porque se produce una situación de doble explotación de las mujeres.
En este sentido, la autora habla sobre los orígenes del capitalismo para explicar esta organización: es el «proceso de acumulación primitiva», por el cual el capitalismo se desarrolla para controlar todas las fuerzas de trabajo. El trabajo reproductivo y el cuerpo de las mujeres en sí mismo es la primera fuente de riqueza porque reproducen el resto de fuerzas de trabajo. Sin él, no hay otras formas de producción, y por esto existen estas formas de opresión sobre las mujeres porque «el ataque a las mujeres es un ataque a la cohesión de la comunidad y a la reproducción social».
Cuando decimos que se va a poner fin a la violencia, decimos que «se va a poner fin a todo el sistema»
Esta situación se manifiesta en violencias a las que se tienen que enfrentar las mujeres de todo el mundo, explica Federici. Son violencias relacionadas con el género, pero también «con la precariedad de la vida, la incertidumbre laboral, la violencia institucional y policial o la represión». Hay violencia económica y no económica, y violencia doméstica y violencia pública, todos los tipos están conectados.
Por esto, agrega la autora que cuando se dice que se va a poner fin a la violencia contra las mujeres, se dice que «se va a poner fin a todo el sistema: no solo a los asesinatos o violaciones, también a las guerras, a las expulsiones, al desempleo, a los recortes… Y para enfrentarnos tenemos que articularnos a todos los niveles. Organizarnos y ver cómo vamos a luchar por la sanidad, la educación, el desempleo… Necesitamos un programa de creación de una nueva sociedad».
«El fin de la violencia contra las mujeres debe llegar desde abajo y desde las propias mujeres. No podemos esperar a las instituciones y al Estado porque éste mismo es el máximo responsable de la violencia«. Con estas palabras, Federici hace un llamamiento a la importancia de la organización social del feminismo.
«El fin de la violencia debe llegar de las propias mujeres»
Cuando termina la explicación de la escritora, comienza un turno de debate en el que diferentes movimientos sociales explican sus espacios de lucha feminista y sus formas de organización en el que han salido múltiples ejes de poder, entre ellos, las opresiones a las migrantes, la precariedad de las trabajadoras del hogar o la invisibilización de las mujeres en la cultura e historia.
Resalta la organización del 8 de marzo que explica que llevan desde el pasado día de la mujer trabajadora reflexionando y organizando un 8 de marzo en el que se pare el país entero: «Queremos hacer una huelga social: Yo no soy conductora de autobús pero sí pasajera y las pasajeras también podemos parar el autobús» explican desde la organización. La escritora añade: «El trabajo reproductivo es el principio de todo lo demás y si las mujeres paran, todo para».
Federici también ha incidido en la importancia de los hombres en la lucha feminista cuando ha salido el debate sobre el papel de hombres y mujeres en este proceso. Ha señalado que «la violencia contra las mujeres es un problema, sobre todo, de los hombres, y por ello los hombres tienen que responsabilizarse, movilizarse. Si no se movilizan perpetúan la violencia contra las mujeres y la infancia».
Fuente: http://www.publico.es/sociedad/silvia-federici-violencia-constante-vida-mujer-capitalismo.html