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Educación problematizadora

Por: Leonardo Díaz

Los días de la COVID-19 han motivado que algunos opinantes dediquen una mirada de afecto a la ciencia, objeto de culto y de olvido, en la sociedad moderna.

Dentro de las opiniones más llamativas se encuentran aquellas que, además de recordarnos el deber de los Estados con el financiamiento de la investigación científica, priorizan la educación científica como base de los programas educativos.

No tendríamos ninguna objeción a las referidas afirmaciones sino fuera porque, usualmente, ese amorío epistémico viene acompañado de una mirada de desdén hacia las disciplinas académicas que no son ciencias naturales, a las que se les tiene como un complemento prescindible o una forma de instrucción cultural anecdótica.

Todavía hay opinantes quienes, negándose a reflexionar sobre la atmósfera intelectual que nos ha colocado en una profunda crisis espiritual, siguen pensando que debemos orientar nuestra educación adecuándola a criterios como los del Informe PISA. Pero estos criterios forman parte de una cosmovisión del mundo que debemos seguir replanteando en un mundo pospandemia.

Antes que el SARS-CoV-2 iniciara su recorrido desde Oriente, veníamos cuestionando un modelo que piensa la educación solo en función de su capacidad para aumentar la rentabilidad. Los programas educativos, los rankings y los informes como PISA responden a este concepto de la educación relacionada con el crecimiento económico, no interesado en formar personas que desarrollen muchas de sus potencialidades dentro del contexto de una sociedad democrática.

En este sentido, la valoración de la ciencia que escuchamos y leemos ahora no es una excepción. Se acude a ella, por razones instrumentales, porque la necesitamos para producir una vacuna contra una pandemia que no nos deja volver a nuestra ansiada normalidad económica, sin preguntarnos si esa normalidad no es problemática y si la ciencia, entendida en esos términos instrumentales, es realmente lo que debemos promover.

A una concepción del mundo economicista e instrumentalista responde una visión instrumental de la educación donde la ciencia no es necesaria porque ayude a ampliar nuestra comprensión del mundo y a refutar las supersticiones que nos embrutecen, sino porque contribuye a entrenar trabajadores que sostegan la dinámica del modelo económico neoliberal.

Y por supuesto, dentro de este modelo, las disciplinas no científicas, como la filosofía, no encajan, o se ajustan mal. Mucho más en las escuelas, el centro de adoctrinamiento biopolítico por excelencia, donde resultan molestas; a lo sumo, mero decorado dentro del gran escenario de las “ciencias duras”. ¿Por qué dedicar horas a estudiar disciplinas filosóficas en vez de dedicarlo a las matemáticas, la física y la biología? Ya es suficiente con las ciencias sociales.

Pero la enseñanza de las ciencias naturales y las ciencias sociales se articulan en una concepción del mundo basada en supuestos sobre la realidad, sobre el conocimiento, y también, con implicaciones éticas. Por ello, debemos reflexionar sobre esas cosmovisiones que fundamentan nuestros aprendizajes y acciones desde muy temprana edad.

La ciencia debe estar al servicio de la vida humana, no solo desde el punto de vista biológico, cuando nos sentimos amenazados por la muerte. Debe estarlo todo el tiempo, en todas las dimensiones que nos hacen humanos. Para ello, se requiere someterla a la autorreflexión problematizadora de las disciplinas humanísticas, con el fin de explicitar nuestras ideas y acciones, mientras ampliamos nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8825234-educacion-problematizadora/
Imagen: https://pixabay.com/
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Beijing desarrollará tecnologías respetuosas del medio ambiente en ocho terrenos

Redacción: Spanish

La capital china, Beijing, hará esfuerzos para desarrollar tecnologías ecológicas en ocho terrenos, incluidos la prevención y el control de la contaminación atmosférica y la conservación del agua y el entorno acuático, informaron hoy jueves las autoridades municipales.

Los campos también incluyen el ahorro de energía y los servicios ambientales, la disminución y el reciclaje de residuos sólidos, la restauración de áreas y suelos contaminados, el uso de energía moderna, el transporte inteligente y la agricultura ecológica y la ecoforestación, de acuerdo con un plan formulado conjuntamente por la Comisión Municipal de Desarrollo y Reforma y la Comisión Municipal de Ciencia y Tecnología de la ciudad.

El plan, que destaca el papel central que juegan las empresas en la innovación en «tecnologías verdes», forma parte de los esfuerzos para convertir a Beijing en un centro de innovación con influencia global en materia de tecnologías respetuosas del medio ambiente.

Beijing construirá «tierras altas» caracterizadas por tecnologías verdes innovadoras y nodos industriales en cinco áreas designadas de la ciudad, según Wang Yingjian, funcionario de la Comisión Municipal de Desarrollo y Reforma.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2020-06/04/c_139114531.htm

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Las zoonosis, entre la especie humana y los animales

Mundo/20/05/2020/Autor: François Moutou/Fuente: vientosur

La Covid-19 ha puesto sobre el tapete el fenómeno de las zoonosis, esas enfermedades que nos vienen de los animales. Son numerosas y las hay que son antiguas. Todas ellas interrogan nuestra relación con un ecosistema cuya biodiversidad no dejamos de alterar.

Curiosamente, la voz “zoonose” no figura en el séptimo y último volumen del Nouveau Larousse Illustré, diccionario enciclopédico universal, publicado bajo la dirección de Claude Augé a principios del siglo XX (1904). Pese a ello, sería un error pensar que las enfermedades respectivas no existían en aquel entonces. La medicina y la microbiología empezaban a consolidar sus bases y a enriquecer sus conceptos, pero la epidemiología todavía estaba en pañales. Al mismo tiempo, se desarrollaban las ciencias de la vida, al igual que la ecología y la teoría de la evolución, al margen del enfoque médico y de manera que se influían recíprocamente. Sin embargo, hoy el estudio y la comprensión de las enfermedades no pueden sino incitarnos a ampliar y enriquecer nuestro campo visual acercando estas disciplinas.

Las zoonosis representan un grupo particular de enfermedades infecto-contagiosas, así como afecciones parasitarias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone la siguiente definición: “Se denomina zoonosis toda enfermedad o infección que es transmisible naturalmente de animales vertebrados a la especie humana y viceversa”. El término naturalmente se opone a experimentalmente y a excepcionalmente. Desde el punto de vista biológico, o bien un microorganismo es específico de un hospedador dado, o bien no lo es. Que uno de sus hospedadores predilectos sea la especie humana representa un detalle anecdótico dentro del mundo vivo, por mucho que sean graves las consecuencias en términos de salud humana y de salud pública. El mundo vivo no es antropocéntrico.

La vida en red

Recientemente, la visión de los biólogos sobre el origen de la vida y sus desarrollos, inclusive en el ámbito de la salud, ha evolucionado notablemente. La unidad fundamental de todo ser vivo es la célula. Existen seres vivos unicelulares, pero las plantas y los animales que vemos son pluricelulares. Las primeras células debieron de ser procariotas, como las bacterias de hoy. Su cromosoma flota en el citoplasma. La célula eucariota, dotada de un núcleo que alberga sus cromosomas, pudo haber nacido de la fusión entre dos células procariotas, como por ejemplo una bacteria y una arquea, de las que una se convertiría en el núcleo del conjunto. Podemos imaginar entonces la importancia de los intercambios entre todas las numerosas formas de vida a lo largo de los tiempos geológicos.

Puesto que únicamente las plantas dotadas de cloroplastos (antiguas bacterias convertidas en simbiotas –indispensables para las plantas, que son incapaces de vivir sin ellos–, en una asociación beneficiosa para ambas) son autótrofas, es decir, capaces de generar su propia materia orgánica, todos los demás seres vivos, que son heterótrofos, deben consumir otro ser vivo, vegetal o animal, tratando al mismo tiempo de no convertirse a su vez en presa. La predación y la alimentación no representan la única vía de transmisión de gérmenes entre especies, sino que ilustran una de las más practicadas, porque imponen el acercamiento de individuos de especies diferentes. Cabe señalar que el sistema inmunitario adaptativo aparece con los vertebrados dotados de mandíbulas articuladas (gnatostomados). El resto del reino animal no dispone de ningún sistema inmunitario innato. Resulta tentador relacionar esto con el riesgo de contaminación por vía oral…

El caso es que la vida funciona en redes, en interrelaciones, ya se trate de simbiosis, ya de parasitismo, de relaciones de tipo presa-predador, etc… Cada individuo es a su vez una simbiosis. Un ser humano no puede vivir sin las bacterias y los virus de su microbiota, las mitocondrias (bacterias simbióticas) de sus células o las secuencias víricas integradas en su genoma. Por tanto, existe un vínculo entre la biodiversidad en el sentido más amplio y la salud de los individuos, las poblaciones, las especies y los ecosistemas. Esta asociación permite la evolución y la adaptación de cada nivel de organización del mundo vivo ante los cambios de toda clase, geológicos o climáticos, contaminaciones, destrucciones o encuentros con nuevos microorganismos, especies y ecosistemas.

La especie humana es, entre otras muchas (518 especies de primates, 6.495 especies de mamíferos según el último censo de 2018, decenas de miles de vertebrados, millones de especies animales). Ella misma proviene de un mundo animal y experimenta los mismos fenómenos. Por consiguiente, su microbiota y sus parásitos deben comprenderse y estudiarse pensando en sus presas, en sus predadores, pero también en el resto del mundo vivo que se encuentra en los diferentes ecosistemas habitados a lo largo de toda su historia. Hay que distinguir entonces los gérmenes responsables de las zoonosis propiamente dichas, en el sentido de la OMS (cf. supra), y las enfermedades humanas debidas a microorganismos provenientes del mundo animal no humano, adaptados secundariamente a nuestra especie, humanizados. En todos los casos, estas enfermedades son consecuencia del hecho de compartir hasta cierto punto el mismo espacio. Antaño, el espacio propicio a los encuentros se limitada a los terrenos de caza recorridos a pie; ahora es el planeta entero, con las granjas, los mercados, las megalópolis, los animales de compañía, todos relacionados a través de los intercambios comerciales, que por su volumen y rapidez escapan a demasiados controles sanitarios. Todo ello puede dar lugar a exposiciones y contagios.

La evolución de la demografía humana debe contemplarse en paralelo, sabiendo que el Homo sapiens apareció hace unos 300.000 años. El número de mil millones de humanos se alcanzó por primera vez hacia el año 1800 y para 2024 se espera alcanzar los 8.000 millones. El periodo de dos siglos en que la humanidad ha crecido de un millar a ocho millares de millones de individuos es casi insignificante en comparación con el periodo transcurrido desde que existimos como especie. Hoy tenemos la sensación de que cada vez hay más enfermedades nuevas. Sin embargo, ¿es eso cierto o se debe simplemente a que la población mundial ha aumentado de un modo espectacular? Paralelamente, la biodiversidad se hunde. La biomasa de todos los mamíferos salvajes terrestres representa menos del 5 % de la biomasa total de mamíferos domésticos y humanos juntos. Dado que la diversidad genética se encuentra localizada fundamentalmente en los microorganismos presentes en todos los medios del planeta y que en su gran mayoría todavía nos son desconocidos, lo más probable es que las sorpresas sanitarias se repitan.

Las vías de transmisión

Los pocos ejemplos que riesgos zoonóticos y enfermedades de origen animal que comentamos aquí están agrupados por vías de contagio o por causas que los favorecen de acuerdo con tres grandes mecanismos: (1) por contacto y vecindad, (2) por vía oral y alimentaria, (3) a través de vectores hematófagos. Esta clasificación es parcialmente artificial, porque la vida es inventiva y no se deja catalogar tan fácilmente. Los microbios ponen en tela de juicio la visión tradicional de los seres vivos que tiende a aislar a cada especie en un compartimiento estanco con respecto a las demás, muy en particular cuando se trata del Homo sapiens. Ahora bien, determinadas actividades humanas, no siempre adaptadas ni responsables, son susceptibles de agravar los riesgos de exposición. En fin, los ejemplos que se comentan aquí se muestran sin ánimo de exhaustividad. Incluso si se vislumbran algunas grandes tendencias, cada situación presenta características propias que la singularizan, según el microorganismo, el lugar, las especies que intervienen y el momento.

Con respecto a cada ejemplo, tratar de discernir el comienzo de esta relación, cuando se ha producido el paso del germen de una especie a otra, solo puede aclarar nuestras historias comunes. La emergencia (la aparición de un nuevo microbio por evolución, mutación o recombinación de un precedente) puede ser cierta o representar tan solo el descubrimiento de un fenómeno mucho más antiguo, pero ignorado o confundido con otro, o no comprendido. Antes de Pasteur y Koch, ¿cómo comprender la rabia o la tuberculosis sin las nociones de virus, bacterias, exposición, contaminación, infección, contagio, transmisión, incubación, inmunidad, otros tantos términos que a veces siguen empleándose mal en 2020? En 2020, ¿podemos pretender que no ignoramos algún concepto?

Contacto y vecindad

Hoy en día se admite que el virus responsable del sarampión (Morbillivirus de la familia de las Paramyxoviridae) es la adaptación a la especie humana del virus de la peste bovina. Este virus proviene tal vez del uro (Bos primigenius), ancestro de todas las vacas extinguido en el siglo XVII. El uro fue domesticado hace unos ocho milenios, siendo sus descendientes los bovinos domésticos (Bos taurus), tanto las razas sin joroba de Oriente Próximo como las razas con joroba o cebús del valle del Indus. El virus bovino se adaptó a los humanos convirtiéndose en el agente responsable de una nueva enfermedad, el sarampión, y perdiendo su carácter zoonótico. La experiencia de los dos últimos siglos de lucha contra la peste bovina, causa de fuertes pérdidas de la ganadería bovina, permite afirmarlo.

No cabe duda de que las condiciones del antiguo paso interespecífico no se han renovado, pero sí confirman que la especie humana, desde hace mucho tiempo, intercambia microorganismos con su entorno animal no humano. La domesticación tuvo numerosas ventajas para las civilizaciones antiguas que la practicaron, claro que asociadas a un grave impacto sanitario. La peste bovina quedó oficialmente erradicada del planeta en 2011. Fue la segunda erradicación voluntaria después de la de la viruela a finales de la década de 1970. Por otro lado, el sarampión humano parece que vuelve. En determinados países parece más fácil vacunar a los bovinos que a los niños y niñas. El sarampión sigue matando, incluso en Europa, a comienzos del siglo XXI.

La historia de la tuberculosis, vieja enfermedad que sigue siendo actual, también es muy rica, aunque suficientemente compleja en sus relaciones con numerosas especies de mamíferos, incluida la especie humana. De hecho, más bien habría que hablar del complejo bacteriano Mycobacterium tuberculosis, que abarca varias especies que parecen remontarse a otra bacteria, Mycobacterium africanum, probablemente asociada al linaje humano desde antes incluso de su salida de África. Una rama pudo haberse diversificado allí mismo, adaptándose a otras especies de mamíferos, y otra pudo haber salido de África junto con poblaciones humanas. Hoy, la tuberculosis bovina, Mycobacterium bovis, se considera una adaptación de la bacteria humana a los bovinos con ocasión de su domesticación, en un proceso inverso del que explica el origen del sarampión. Esto sugiere que los pasos entre especies están más bien asociados a la convivencia, como es el caso de la domesticación, que a las afinidades filogenéticas.

Para terminar con las micobacterias tenemos que mencionar aún la lepra, causada por dos especies del mismo género (Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis), enfermedad muy presente en Europa hasta la Edad Media y por desgracia todavía activa en otras regiones del mundo. El descubrimiento de las ardillas rojas (Sciurus vulgaris) británicas infectadas por una y otra ha sido una sorpresa. Los animales pueden ser portadores de lesiones o parecer sanos.

La rabia es el ejemplo típico de una zoonosis en el sentido estricto del término, que se transmite por contacto (mordedura). No existen casos humanos que no hayan estado expuestos a un animal portador de un virus del género Lyssavirus (familia de los Rhabdoviridae). Las escasas transmisiones entre humanos por trasplante de órganos son casos muy particulares. En prácticamente todos los casos, el animal es un perro doméstico. Sin cuidados y sin tratamiento de los individuos contaminados, la evolución de la enfermedad es la misma en todas las especies de mamíferos, y produce la muerte del paciente. Textos muy antiguos todavía accesibles describen una enfermedad asociada a los perros que se asemeja mucho a la rabia. El perro (Canis familiaris), forma doméstica del lobo (Canis lupus), presente entre los humanos desde hace por lo menos 15.000 años, es responsable de tal vez 50.000 muertes por rabia al año, cifra poco conocida y solamente estimada.

Numerosas especies de carnívoros salvajes pueden albergar este virus, pero sus contactos con los humanos no dejan de ser excepcionales. Durante todos estos milenios, nunca ha habido una adaptación de un Lyssavirus al Homo sapiens, mientras que cepas del virus rábico se han adaptado a los perros, los zorros comunes (Vulpes vulpes), los mapaches boreales (Procyon lotor) o a diversas especies de mangostas, a veces de forma bastante reciente, parece ser. Los murciélagos son un caso aparte, ya que albergan la mayor diversidad conocida de Lyssavirus con ciclos epidemiológicos únicos, pero prácticamente sin impacto alguno en la salud pública. Los murciélagos parecen capaces de resistir la infección rábica.

Si los perros y los bovinos representan dos modelos antiguos de animales domésticos, otras especies han entrado de manera más reciente en nuestras casas. Los roedores de compañía proponen esquemas epidemiológicos interesantes, en particular cuando los virus implicados son parientes próximos del de la viruela humana. A comienzos de 2010 se describieron varios casos de lesiones cutáneas de viruela bovina, infección provocada por un virus del género Orthopoxvirus (familia de los Poxviridae), entre propietarios de ratas domésticas (Rattus norvegicus) procedentes de la misma granja de cría situada en Centroeuropa y distribuidas a diversas tiendas de animales de Europa occidental. Las lesiones estaban localizadas en las mejillas y el cuello de los pacientes, que solían llevar su animal sobre el hombro, en contacto con la piel.

Algunos años antes, en 2003, tuvo lugar en EE UU un episodio bastante grave a raíz de la importación en Texas de 800 roedores salvajes africanos, de diversas especies, todos provenientes de Ghana y destinados al comercio de mascotas. El virus identificado era otro Orthopoxvirus (Poxviridae), causante de la viruela de los monos, probablemente más temible que la viruela bovina. Los animales habían entrado en EE UU legalmente, pero sin control sanitario. La vía de transmisión del virus de los roedores africanos a los humanos es original. El virus pasó por perritos de las praderas (Cynomys spp.) norteamericanos, bastante populares como animales de compañía y que se venden en las mismas tiendas. Se infectaron debido al contacto con los roedores africanos de una jaula a otra. El virus circuló en los puntos de venta que ofrecían al público ambos grupos de roedores. Los perritos de las praderas desarrollaron la enfermedad y murieron, lo que permitió identificar el virus, cuando nunca ha sido posible aislarlo a partir de los roedores africanos examinados posteriormente.

Las lesiones observadas en las personas contagiadas eran de tipo cutáneo y se produjeron tras la manipulación de sus mascotas. El virus no se adaptó a la especie humana, aunque hubo por lo menos un contagio entre personas. Desde la desaparición de la viruela humana, el virus responsable de la viruela de los monos está siendo vigilado por la OMS en África, pues estos dos virus son bastante parecidos. Las generaciones humanas más jóvenes actualmente, que no están vacunadas contra la viruela, podrían resultar receptivas y sensibles a otros Poxviridae de los roedores o de primates no humanos. Hoy por hoy, los casos por fortuna no son más que esporádicos. El comercio de mascotas exóticas permite que entren en contacto especies de continentes distintos y brindan a sus microorganismos y parásitos la posibilidad de un intercambio y de recombinaciones impensables en condiciones naturales.

¿Cómo anticipar todas las consecuencias posibles de esos intercambios comerciales discutibles? En el caso de los poxvirus, ¿cabe temer la llegada de un sucedáneo de la viruela a partir de un reservorio animal o del comercio internacional no controlado de mascotas exóticas? Todos estos virus son antiguos. Son nuestros comportamientos actuales los que los acercan a los seres humanos.

El virus Ébola, del género Filovirus (familia Filoviridae), da mucho que hablar desde comienzos del siglo XXI en el África tropical, única región del mundo en que es conocido. El esquema epidemiológico propuesto asocia emergencias repetidas con epidemias que se automantienen en el seno de poblaciones humanas antes de desaparecer, hasta la emergencia siguiente. El virus solo se conoce desde la década de 1970, pero sin duda ya existía antes. El reservorio son determinadas especies de murciélagos frugívoros africanos (Pteropodidae), pero al parecer ha habido pocos traspasos directos entre quirópteros y humanos. Parece que otras especies de caza (grandes simios, antílopes forestales) hacen de vectores. El virus se transmite por contacto directo con un animal virulento cazado o hallado muerto. Todos los fluidos de un enfermo son virulentos hasta 48 horas después de su muerte.

El riesgo de carne de fauna salvaje, de carne de caza, debe de ser menor cuando ha sido sometida a diferentes tratamientos como el ahumado (acecinamiento) o la cocción. El virus no es tan resistente. Si siempre es delicado trazar el verdadero caso primario de cada epidemia, su evolución se explica a partir de ahí por numerosos contactos entre humanos, entre parientes, con el personal de cuidados. El retorno al reservorio salvaje no parece realmente necesario para mantener una epidemia. La importancia del episodio de 2014-2015 en África Occidental (Guinea, Liberia, Sierre Leone) se explica mucho más por los problemas logísticos, de organización, de estructuras locales deficientes que por dificultades asociadas al virus o a su epidemiología. En el caso del virus Ébola hoy en día, ¿qué nos infunde más temor, el reservorio salvaje, cualquiera que sea, el comercio y consumo de carne de caza, o las guerras civiles que destruyen el tejido social y las administraciones, la corrupción, la pérdida de confianza intrahumana de regiones enteras? La epidemia en curso en el este de la República Democrática del Congo ilustra todas estas cuestiones.

La historia de la emergencia de los lentivirus responsables del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) en la especie humana comienza a conocerse mejor. Poco a poco se describen diversos virus, los SIV, que se asocian con algunas especies de primates no humanos africanos. Los virus humanos VIH-1 y VIH-2 provienen claramente de aquellos lentivirus de los simios, globalmente bien soportados por las especies de monos infectados, cosa que no ocurre con los VIH en el ser humano. Así, los virus VIH-1 de los grupos M (responsables de la pandemia actual de sida) y N (algunos casos raros conocidos) provienen al parecer de SIV de chimpancés, los de los grupos O (epidémico) y P (rarísimo) de los SIV de gorilas (derivados a su vez de SIV de chimpancés), y VIH-2 de virus SIV de mangabeys. El contexto de estos saltos entre especies, con adaptación a la especie humana, todavía es objeto de numerosos estudios. Pensamos evidentemente en acciones de caza y en una contaminación sanguínea entre monos y cazadores, que tuvo lugar probablemente a comienzos del siglo XX. Pero ¿por qué se ha difundido la enfermedad en ese momento? Estas cuestiones quedan en suspenso. Hoy, el sida es una enfermedad humana que se mantiene sin pasar por el reservorio animal.

Vía oral y alimentación

La diversidad y la complejidad de los ciclos parasitarios empiezan a conocerse bastante bien. Nematodos (gusanos parásitos) como las triquinas (Trichinella spp.) han llegado bastante lejos en su especialización al no circular más que entre mamíferos y sin fase libre en el medio ambiente. Hoy en día, el riesgo está controlado en la ganadería, pero subsiste en la fauna salvaje, ya se trate del jabalí (Sus scrofa), ya de los carnívoros salvajes. Para la salud humana, el control asociado corresponde a prácticas culinarias adaptadas en el procesado posterior en el caso del consumo de carne de jabalí, fresca o después de haber sido congelada. En Europa, lo más sencillo sería dejar de comer carne de carnívoros salvajes. Aunque no sea frecuente, ocasionalmente se consume carne de zorro.

Los últimos casos publicados de contagio humano en Francia asociado a la carne de animal carnívoro corresponden a una importación ilegal y al consumo subsiguiente de carne de oso negro americano (Ursus americanus) cazado legalmente en Canadá. Entre los seres humanos, los alimentos no se cocinan únicamente para reducir el riesgo de contagio, sino que esta es una razón entre otras. Omnívora, la especie humana está expuesta desde hace tiempo a parásitos de predadores y herbívoros. Estudios minuciosos de ciertos ciclos parasitarios llevan a considerar al Homo sapiens la fuente de contaminación de determinadas especies animales después de haberlas domesticado, y no a la inversa. Este parece ser el caso de los cestodos humanos del género Taenia hallados en forma larvaria en bovinos y porcinos.

La encefalopatía espongiforme bovina (EEB), más conocida por el nombre de enfermedad de las vacas locas, presenta una forma epidemiológica particular. En todos los casos, los animales se contaminaron por vía alimentaria a partir de un pienso común, las harinas de carnes y huesos, hasta su prohibición definitiva en 2000. En este caso concreto se habla de una anazootia, es decir, la contaminación de bovinos a partir de una misma fuente alimentaria sin transmisión horizontal de vaca enferma a vaca sana. El mecanismo, por tanto, es diferente del de una epidemia. Los casos humanos se derivaron del consumo de diversos órganos extraídos de bovinos contaminados e infecciosos. Cabe hablar así de una anademia en este caso.

La anazootia y la anademia correspondiente, originarias del Reino Unido, habrán durado una veintena de años y provocado una profunda crisis de confianza en los consumidores, los productores de carne y los poderes públicos. Las consecuencias en términos biológicos son igualmente importantes. El agente infeccioso incriminado, llamado prion (proteína infecciosa), plantea algunas cuestiones fundamentales que todavía se debaten actualmente. Puesto que no se ha hallado ácido nucleico en su interior, es posible que el prion transmita informaciones a través de otros mecanismos. Se piensa que el prion bovino preexistía en un nivel muy bajo, sin que se hubiera identificado jamás. El reciclado de cadáveres bovinos a raíz de una modificación de las condiciones técnicas de fabricación en la década de 1980, supuestamente permitió el arranque de la anazootia, hoy en día superada.

Otro caso bastante ilustrativo apareció con el episodio del síndrome respiratorio agudo grave (SRAS), debido al coronavirus SARS-CoV-1 a finales de 2002 y comienzos de 2003 en el sur de China. Siguen sin comprenderse bien tanto la vía de contagio como los factores que lo facilitan. Se cree que los primeros contagios humanos se produjeron a partir de civetas de las palmeras (Paguma larvata), pequeños mamíferos carnívoros de la familia Viverridae, consumidos en China meridional. Las primeras personas contagiadas no fueron ganaderos, cazadores, comerciantes, ni siquiera consumidores, sino los cocineros de los restaurantes que las ofrecían en sus menús. Sin embargo, no se sabe cuál fue la vía de contagio: oral, por inhalación o contacto. El contagio entre personas tomó el relevo con un número importante de transmisiones nosocomiales del personal sanitario en los distintos hospitales locales. No parece que el número de pacientes directamente contagiados e infectados por civetas entre los 8.000 casos registrados en el mundo haya sido muy elevado. Muy pronto se pasó de la situación de zoonosis a una situación de enfermedad humana de origen animal. Todos los virus identificados en animales eran similares al SRAS, diferentes del virus patógeno de los humanos.

Los estudios ulteriores han demostrado que el probable ancestro del virus del SRAS estaba presente en algunas especies de murciélagos locales en las que antes no se habían buscado nunca coronavirus, ni en Asia, ni en ninguna parte. El análisis de la epidemia permite excluir una contaminación directa a partir del reservorio de quirópteros e indica que las civetas sirvieron probablemente de vectores hacia la especie humana. Hoy mismo no se sabe todavía cuándo se produjo el paso del murciélago a la civeta ni dónde se produjo el paso de una forma no patógena o escasamente patógena del virus a una forma sumamente patógena para los seres humanos. La noción de reservorio se complica por el hecho de que el verdadero virus del SRAS solo se ha encontrado en personas enfermas. Los quirópteros albergan ancestros potenciales de formas patógenas y las civetas una forma más parecida al virus patógeno humano, aunque diferente. ¿Cabe temer a los virus albergados por los quirópteros o la cría y el consumo de civetas?

Releer la historia del SARS-CoV-1 en un momento en que el SARS-CoV-2 comporta el confinamiento de la mitad de la humanidad resulta bastante inquietante. Es demasiado pronto para comprender la emergencia del nuevo virus, dónde tuvo lugar, a través de qué mecanismos comerciales, epidemiológicos, virales y moleculares. Hace falta sobre todo precaverse de informaciones falsas a la espera de conocer algún día la realidad.

Contagio a través del vector hematófago

El ejemplo de la fiebre amarilla ilustra tanto el caso general como una excepción. Presente naturalmente en el África tropical, el agente de esta enfermedad, virus del género Flavivirus (familia Flaviridae), reside en diferentes especies de primates no humanos, sin duda desde hace mucho tiempo. Algunas especies de mosquitos hacen de puente con la especie humana. Los simios africanos, receptivos pero no sensibles, constituyen claramente el reservorio.

El virus se introdujo por desgracia en América con motivo de la colonización del Nuevo Mundo por los europeos, a través del siniestro comercio triangular (Europa-África-América). La fiebre amarilla es por consiguiente endémica en África y apareció en América a raíz de actividades humanas. Los simios sudamericanos, que evolucionaron independientemente de los simios africanos desde mediados de la era terciaria por lo menos, han resultado ser receptivos y sensibles al virus. Mueren a causa de la enfermedad. Las mortalidades constatadas en sus poblaciones suponen una señal de alerta para las poblaciones humanas cercanas. Las zonas forestales afectadas no deben visitarse, o únicamente pueden hacerlo personas debidamente vacunadas. En el caso americano se considera que los mosquitos forman parte del reservorio.

El ejemplo del paludismo puede ilustrar tanto la diversidad de situaciones observadas como las evoluciones posibles a escala del tiempo largo. Clásicamente se asocian con la especie humana cuatro especies de parásitos del género PlasmodiumP. falciparumP. malariaeP. ovale y P. vivax. Sin embargo, la realidad podría ser más compleja, ya que en ciertas regiones del sudeste asiático los diagnósticos efectuados con frotis no permitían distinguir determinadas especies de parásitos procedentes de primates no humanos de los propios de los humanos. Así, Plasmodium knowlesi se confunde regularmente con P. malariae y el paludismo zoonótico asociado está probablemente muy subestimado. El desarrollo de los instrumentos de biología molecular en los laboratorios de análisis debería reducir los errores diagnósticos. Parece que, hoy por hoy, no existe ninguna transmisión de persona a persona, a través de los anófeles, de P. knowlesi, parásito que sigue siendo estrictamente zoonótico, con un reservorio constituido por varias especies de primates asiáticos.

Lo mismo ocurre con P. cynomolgi de los simios asiáticos, que en el microscopio pudo confundirse en el ser humano con P. vivax. Por lo demás, las dos especies de plasmodium que existen entre los simios americanos, P. simium y P. brasilianum, al parecer son descendientes de P. vivax, instalado en el Nuevo Mundo tras la llegada de los europeos y de los esclavos africanos a la América tropical. En este caso, son los humanos quienes estuvieron en el origen de la contaminación de los simios a través de mosquitos locales. Finalmente, recientes estudios de filogenia parasitaria han concluido que P. falciparum es descendiente de un plasmodium de gorila que se humanizó. En este caso, hoy el parásito del gorila ya no es un agente de zoonosis, sino que está en el origen de la especie estrictamente humana en que se ha convertido P. falciparum.

Conclusión

Las preguntas que plantean las zoonosis y las enfermedades de origen animal son de dos órdenes. (1) ¿Qué probabilidad hay de que un microbio pase del reservorio animal a la especie humana y lo consiga efectivamente? Esta probabilidad nunca es nula, pero parece baja a la vista de los acontecimientos del pasado. (2) ¿Qué consecuencias tiene este salto a la especie humana? De entrada son poco previsibles, pero la influencia de factores antrópicos puede modificar los parámetros epidemiológicos. De ello dependen los efectos sanitarios, económicos y sociales. Ahora bien, los comportamientos humanos son todavía más difíciles de anticipar y modelizar que los parámetros epidemiológicos clásicos. ¿Hace falta insistir en la probabilidad, jamás nula, de que una cepa microbiana escape del reservorio vertebrado, o bien hay que tratar de dominar mejor las consecuencias sanitarias evidentes de la demografía humana, de los avances tecnológicos, de las desigualdades, de la pobreza, de las inestabilidades políticas y de la globalización? ¿Debemos considerar la especie humana únicamente una víctima, o bien hay que considerarla un agente importante de los ciclos epidemiológicos que le afectan?

¿Y si el verdadero envite fuera el de aprender, finalmente, a convivir con todas las especies? En la epidemiología de las zoonosis, los vertebrados permiten mantener una vasta población microbiana y parasitaria capaz de evolucionar y de hacer evolucionar a sus anfitriones en respuesta a las diversas alteraciones experimentadas por los ecosistemas habitados. Tan solo algunos gérmenes pueden acarrear un problema. ¡Los vertebrados no mantienen estos microorganismos y estos parásitos para transmitirlos a la especie humana! ¿Debemos considerar que biodiversidad y salud son amigas o enemigas?

La diversidad de microbios solo es posible dentro de una biodiversidad igual de vasta de hospedadores vertebrados, pero también de invertebrados, hongos, vegetales, especies e individuos. Una noción interesante y debatida es la de la posible función de esta doble biodiversidad, parásitos y hospedadores, en la dilución de las cepas patógenas, lo que se traduciría en un efecto positivo de esta biodiversidad para la salud en todo el planeta. Un ecosistema poco alterado es rico en una gran diversidad de especies, contrariamente a una agricultura o una ganadería donde se cultiva o se cría una única especie y cuyos individuos son lo más homogéneos posible. La llegada de un virus, de una bacteria o de un parásito patógeno para un individuo del cultivo o de la crianza se traducirá probablemente en la invasión de todos los demás, dando lugar a una epidemia.

En una pradera natural, una sabana arbolada, una selva tropical, un pantano, un manglar, a cada planta y a cada animal les rodean numerosos individuos de otras muchas especies. En este entorno, el agente patógeno propio de una especie tiene más dificultad para pasar de hospedador a hospedador y se perdería en la biodiversidad local. Esta noción es objeto de debate, pues según los estudios los datos la confirman o la desmienten. Sin embargo, por un lado, el ritmo actual de erosión de la biodiversidad es tal que si alguna vez la hipótesis tuviera algún fundamento, solo podría demostrarse a contrario, lo que representaría un magro consuelo. Por otro lado, imaginar que la especie humana fuera ajena a los ecosistemas que habita hasta el punto de no actuar sobre los ciclos epidemiológicos con que se cruza en ellos sería irresponsable.

No podemos contestar a estas preguntas con un  o un no. Razón de más para buscar elementos matizados, responsables, duraderos y comunes entre las diversas medicinas humanas y animales, entre todas las comunidades.

01/05/2020

https://laviedesidees.fr/Les-zoonoses-entre-humains-et-animaux.html

François Moutou es veterinario y epidemiólogo, presidente de la Sociedad Francesa para el Estudio y la Protección de los Mamíferos (SFEPM).

Traducción: viento sur

Fuente e imagen: https://vientosur.info/spip.php?article15958

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Apps para divertirse aprendiendo ciencia

Por: Educación 3.0

Recogemos algunas aplicaciones sobre ciencia que, instaladas en smartphone y tabletas, pueden convertirse en un aliado perfecto para fomentar el aprendizaje de las materias relacionadas con la ciencia entre los estudiantes de distintos niveles educativos.

Aprender más sobre estrellas y constelaciones, descubrir secretos sobre los animales o realizar experimentos científicos. Estas son algunas de las opciones que permiten estas apps sobre ciencia, ideales para fomentar el aprendizaje de ciencias entre los estudiantes de distinto nivel educativo.

1 Experimentos con Ciencia

Propone experimentos fáciles de realizar para el alumnado de Primaria y Secundaria. Están divididos en categorías: química, biología, física… Cada uno de ellos dispone además de una introducción con información, un objetivo para averiguar el resultado, los materiales necesarios y el procedimiento para realizarlo, lo que simplifica la tarea para los estudiantes, que aprenderán cómo ejecutarlos paso a paso.

2 Star Walk 

Cuando se instala esta app en un smartphone y se apunta con él al cielo, la aplicación señala la ubicación de las estrellas y sus respectivas constelaciones. Para utilizarla no es necesaria conexión a Internet y, además, incluye información y curiosidades de todas ellas.

3 Ciencia

Reúne una serie de preguntas tipo test relacionadas con temas científicos y adaptadas a distintos niveles de dificultad. Cada cuestión ofrece cuatro respuestas posibles, siendo una de ellas la correcta: gracias a un entorno gasificado, cada vez que se acierta se suman puntos en el perfil del estudiante, motivando su aprendizaje.

4 Fungipedia Lite

Dedicada al estudio de los hongos y las setas, detecta los setales cercanos y permite identificarlos correctamente, sin necesidad de conexión a Internet, añadiendo información sobre sus características y su toxicidad. Con su buscador es fácil encontrar un tipo de seta que se ha localizado en una excursión al campo y conocer sus propiedades y particularidades para aprender sobre este tipo de seres vivos.

5 Ciencias naturales

Ayuda a trabajar contenidos relacionados con la materia de Ciencias Naturales de 4º de Primaria, entre los que se encuentra el estudio de animales, plantas y otros seres vivos. Tras las explicaciones, es posible realizar un cuestionario que permite poner a prueba lo que han aprendido.

6 Orbit

Simula los efectos de la gravedad de los planetas a modo de juego: hay que lanzarlos alrededor de agujeros negros hasta conseguir que alcancen una órbita estable alrededor de ellos. Y, por supuesto, intentando evitar que colisionen. Gracias a él, los estudiantes podrán comprender con facilidad las posibilidades gravitacionales de los cuerpos celestes. Está disponible para dispositivos Android, iOS, Windows y Mac.

Para superar la prueba de este rompecabezas, es necesario ir combinando átomos tan rápido como se pueda hasta crear moléculas. Es adecuado para aprender formulación química y compatible con smartphones y tabletas iOS y Android.

Además de ser una aplicación de astronomía que permite observar las estrellas y tener información de qué se está mirando en cada momento (constelaciones, estrellas, planetas…), ofrece una visita virtual al universo permitiendo andar por la superficie de la Luna o de Marte. Incluye funciones de realidad aumentada si se utiliza con unas gafas adecuadas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/apps-aprender-ciencia/

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La medicina como religión

Por: Giorgio Agamben

Que la ciencia se ha convertido en la religión de nuestro tiempo, en lo que los hombres creen, ha sido evidente desde hace mucho tiempo. En el Occidente moderno han coexistido y, hasta cierto punto, siguen coexistiendo tres grandes sistemas de creencias: el cristianismo, el capitalismo y la ciencia. En la historia de la modernidad, estas tres «religiones» se han entrelazado necesariamente varias veces, entrando en conflicto de vez en cuando y luego de diversas maneras reconciliándose, hasta llegar progresivamente a una especie de coexistencia pacífica y articulada, si no a una verdadera colaboración en nombre del interés común.

El nuevo hecho es que entre la ciencia y las otras dos religiones se ha reavivado un conflicto subterráneo e implacable sin que nos demos cuenta, cuyos resultados victoriosos para la ciencia están ante nuestros ojos hoy en día y determinan de una manera sin precedentes todos los aspectos de nuestra existencia. Este conflicto no se refiere, como en el pasado, a la teoría y los principios generales, sino, por así decirlo, a la práctica cultural. De hecho, la ciencia, como toda religión, conoce diferentes formas y niveles a través de los cuales organiza y ordena su propia estructura: la elaboración de un sutil y riguroso dogma corresponde en la práctica a una esfera culta extremadamente amplia y capilar que coincide con lo que llamamos tecnología.

No es de extrañar que el protagonista de esta nueva guerra de religión sea aquella parte de la ciencia en la que la dogmática es menos rigurosa y el aspecto pragmático más fuerte: la medicina, cuyo objeto inmediato es el cuerpo vivo de los seres humanos. Intentemos fijar las características esenciales de esta fe victoriosa con la que tendremos que contar cada vez más.

1) El primer carácter es que la medicina, al igual que el capitalismo, no necesita una dogmática especial, sino que simplemente toma prestados sus conceptos fundamentales de la biología. Sin embargo, a diferencia de la biología, articula estos conceptos en un sentido gnóstico-maniqueo, es decir, según una exasperada oposición dualista. Hay un dios o un principio maligno, la enfermedad, precisamente, cuyos agentes específicos son las bacterias y los virus, y un dios o un principio benéfico, que no es la salud, sino la curación, cuyos agentes cultos son los médicos y la terapia. Como en toda fe gnóstica, los dos principios están claramente separados, pero en la práctica se pueden contaminar y el principio benéfico y el médico que lo representa pueden equivocarse y colaborar sin darse cuenta con su enemigo, sin que esto invalide en modo alguno la realidad del dualismo y la necesidad de la adoración a través de la cual el principio benéfico libra su batalla. Y es significativo que los teólogos que deben establecer la estrategia son los representantes de una ciencia, la virología, que no tiene lugar por sí misma, pero que está en la frontera entre la biología y la medicina.

2) Si esta práctica de culto era hasta ahora, como toda liturgia, episódica y limitada en el tiempo, el fenómeno inesperado que estamos presenciando es que se ha convertido en permanente y omnipresente. Ya no se trata de tomar medicinas o someterse a exámenes médicos o cirugía cuando sea necesario: la vida entera de los seres humanos debe convertirse en el lugar de una celebración cultual ininterrumpida en todo momento. El enemigo, el virus, está siempre presente y debe ser combatido sin descanso y sin descanso posible. La religión cristiana también conocía estas tendencias totalitarias, pero sólo afectaban a unos pocos individuos, especialmente a los monjes, que elegían poner toda su existencia bajo la bandera de «rezar sin cesar». La medicina como religión retoma este precepto paulino y, al mismo tiempo, lo anula: donde antes los monjes se reunían en los conventos para rezar juntos, ahora se debe practicar el culto con asiduidad, pero manteniéndose separados y a distancia.

3) La práctica del culto ya no es libre y voluntaria, expuesta sólo a sanciones de orden espiritual, sino que debe hacerse obligatoriamente normativa. La colusión entre la religión y el poder profano no es ciertamente nueva; lo que sí es nuevo, sin embargo, es que ya no se trata, como en el caso de las herejías, de la profesión de los dogmas, sino exclusivamente de la celebración del culto. El poder profano debe asegurar que la liturgia de la religión médica, que ahora coincide con toda la vida, se observe puntualmente en la práctica. Que se trata aquí de una práctica culta y no de una necesidad científica racional es inmediatamente evidente. La causa de mortalidad más frecuente en nuestro país son, con mucho, las enfermedades cardiovasculares, y se sabe que éstas podrían reducirse si se practicara una forma de vida más sana y si se siguiera una dieta particular. Pero ningún médico había pensado nunca que esta forma de vida y de alimentación, que recomendaban a los pacientes, se convertiría en objeto de una reglamentación legal, que decretaría ex lege lo que se debe comer y cómo se debe vivir, transformando toda la existencia en una obligación de salud. Precisamente esto se ha hecho y, al menos por ahora, la gente ha aceptado como si fuera obvio que renunciarían a su libertad de movimiento, trabajo, amistades, amor, relaciones sociales, creencias religiosas y políticas.

Se mide aquí cómo las otras dos religiones de Occidente, la religión de Cristo y la religión del dinero, han cedido su primacía, aparentemente sin luchar, a la medicina y la ciencia. La Iglesia ha repudiado pura y simplemente sus principios, olvidando que el santo cuyo nombre ha tomado el actual pontífice abrazaba a los leprosos, que una de las obras de misericordia era visitar a los enfermos, que los sacramentos sólo pueden administrarse en presencia. El capitalismo por su parte, aunque con cierta protesta, aceptó pérdidas de productividad que nunca se había atrevido a contabilizar, probablemente con la esperanza de llegar más tarde a un acuerdo con la nueva religión, que parece dispuesta a transigir en este punto.

4) La religión médica ha recogido sin reservas del cristianismo la instancia escatológica que había dejado caer. Ya el capitalismo, secularizando el paradigma teológico de la salvación, había eliminado la idea del fin del tiempo, sustituyéndola por un estado de crisis permanente, sin redención ni fin. La Krisis es originalmente un concepto médico, que designaba en el corpus hipocrático el momento en que el médico decidía si el paciente sobreviviría a la enfermedad. Los teólogos han tomado el término para indicar el Juicio Final que tiene lugar el último día. Si se observa el estado de excepción que estamos viviendo, se diría que la religión médica combina la crisis perpetua del capitalismo con la idea cristiana de un tiempo final, de un escatón en el que la decisión extrema está siempre en marcha y el fin se precipita y se aplaza, en un intento incesante de gobernarlo, pero sin resolverlo nunca de una vez por todas. Es la religión de un mundo que se siente al final y que sin embargo es incapaz, como el médico hipocrático, de decidir si sobrevivirá o morirá.

5) Al igual que el capitalismo y a diferencia del cristianismo, la religión médica no ofrece perspectivas de salvación y redención. Por el contrario, la curación a la que aspira sólo puede ser temporal, ya que el Dios malvado, el virus, no puede ser eliminado de una vez por todas, al contrario, cambia constantemente y toma nuevas formas, presumiblemente más arriesgadas. La epidemia, como sugiere la etimología del término (demos es en griego el pueblo como cuerpo político y polemos epidemios es en Homero el nombre de la guerra civil) es ante todo un concepto político, que está a punto de convertirse en el nuevo terreno de la política mundial – o no política. Es posible, en efecto, que la epidemia que estamos experimentando sea la realización de la guerra civil mundial que, según los politólogos más cuidadosos, ha tomado el lugar de las guerras mundiales tradicionales. Todas las naciones y todos los pueblos están ahora permanentemente en guerra consigo mismos, porque el invisible y escurridizo enemigo con el que están luchando está dentro de nosotros.

Fuente e imagen: https://ficciondelarazon.org/2020/05/02/giorgio-agamben-la-medicina-como-religion/

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¿Fue un acierto el haber mantenido el actual ciclo escolar en pie?

Por: Fidel Ibarra López

Los tiempos de la Ciencia no cuadran con los tiempos de la política. Desde la Organización Mundial de la Salud se advierte del riesgo que representa para la salud de la población mundial si se eliminan las restricciones que se tienen hasta el momento -la sana distancia y el confinamiento de la población-. Pero desde la esfera de la política, la vida transita por otras vías. Hay urgencia por reactivar la economía -a través de reabrir los negocios y las empresas de forma gradual-. Y se entiende, la Concamin advierte que cada día se están perdiendo alrededor de 20 mil empleos en nuestro país. Y esa cifra representa una cuesta arriba muy compleja de superar una vez que la pandemia haya pasado. De ahí el que haya urgencia por reabrir los negocios nuevamente.

En el terreno de la educación ocurre algo similar. Mientras que en otros países se dio por terminado el actual ciclo escolar, en México las autoridades educativas anunciaron que eso no iba a ocurrir en nuestro caso. Y en su defecto, se anunció que el calendario escolar se recorrería hasta el 17 de julio y que el regreso a las aulas sería escalonado “dependiendo del número de contagios que haya en cada municipio: para algunos, el regreso sería para el próximo 17 de mayo y para otros, la primera semana de junio (Educación Futura, 26 de abril del 2020).

¿Se pueden iniciar las clases presenciales en esas fechas? No hay certeza para ello, debido a que ese escenario depende de la forma como se comporte la pandemia en las próximas semanas. No obstante, aún con ello se aventuran las autoridades educativas a plantear una fecha probable de regreso a las aulas. Y la pregunta obligada es ¿por qué? Me parece que la respuesta va en dos sentidos: En primer lugar, en un escenario de incertidumbre, el funcionario público se ve obligado a ofrecer respuestas para ofrecer un cierto marco de certidumbre de cara al futuro inmediato. Y dentro de esas respuestas, una de ellas se vuelve imperativa: cuándo vamos a retornar a la “normalidad” -cualquier cosa que eso signifique ahora-. El funcionario público entonces, pretende dar certidumbre ante un escenario líquido -para utilizar la expresión de Bauman-, pese a que no se cuente con evidencia sólida para confirmar que lo que asegura se va a poder cumplir. En segundo lugar, me parece que no se canceló el ciclo escolar por una consideración política. Seguramente se valoró el costo político que significaría para el gobierno federal una decisión de ese tipo. Y la conclusión que se desprendió de ello es que cancelarlo hubiese significado un revés para la reforma educativa Obradorista. Una reforma que está en proceso de implementación y que ahora, por motivos de la pandemia, ha entrado en un impasse.

Dicho esto último, planteemos la pregunta a la inversa: ¿fue un acierto haber mantenido el ciclo escolar en pie? En términos políticos me parece que sí. Se envía una señal de operación y funcionamiento del sistema educativo. Y no sólo para el caso de la educación pública, sino sobre todo para el sistema privado. Haber concluido el ciclo escolar hubiese sumido al sistema privado en un escenario muy complejo por el tema de las colegiaturas. Pero, ¿y en términos académicos? Aquí es donde se instala el problema. Y lo afirmo por lo siguiente: diversos maestros y directores de educación básica se han manifestado sobre las deficiencias que contiene el plan “Aprende en Casa”.

Cito un ejemplo: “Saturación de contenidos, estandarización de conocimientos, manejo de conceptos complejos, sin explicaciones para alumnos de preescolar y primaria, y la falta de adecuación de contenido curricular para los de educación especial, son algunas defi-ciencias detectadas por maestros y directores de formación básica” (Laura Poy Santoyo, La Jornada, 26 de abril del 2020). Visto así, el programa de la SEP se entiende como una medida de urgencia para mantener el ciclo escolar en pie. Pero esa medida topa con una realidad para la cual habría que prepararse primero. Tanto para la impartición de las clases a distancia, como para trasladar el aprendizaje a casa. Lo que se está haciendo en este momento es trabajar en base a una urgencia para concluir de alguna forma el actual ciclo escolar. En el sistema de educación privada se están preparando con base en las debilidades estructurales que están quedando al descubierto con esta pandemia. Y lo tienen que hacer si quieren mantenerse en el mercado. En contraparte, si eso no ocurre con la educación pública en México -al menos en cuanto a la educación básica-, la brecha entre estos dos niveles se puede ensanchar todavía más.

Así pues, ¿fue un acierto haber mantenido el ciclo escolar en pie? En términos académicos me parece que hubiese sido mejor haberlo terminado y haber aprovechado todo este tiempo para atender las deficiencias estructurales -capital humano, tecnología, etc.- que contiene el sistema educativo nacional en cuanto a la educación básica.

En contraparte, se está trabajando por urgencias para sacar adelante un ciclo escolar que en esencia ya se trastocó de forma importante con la pandemia. Lo pongo en perspectiva con la siguiente pregunta: ¿Qué está dejando a los alumnos en términos de aprendizaje? Para los niños, no sé; pero para los padres de familia un estrés muy fuerte por todas las tareas que tienen que atender.

Pero bueno, la hoja de ruta que se siguió para el caso de México fue mantener el ciclo escolar en pie. Y terminarlo lo “mejor posible”. Esa decisión ya se tomó.

La pregunta ahora es: ¿en qué condiciones vamos a iniciar el otro ciclo escolar si la pandemia se mantiene en el escenario? ¿Se están tomando las previsiones para ello? Regresaremos a estas preguntas en su momento.

Sólo esperamos que no se trabaje por urgencias en el siguiente ciclo escolar.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/fue-un-acierto-el-haber-mantenido-el-actual-ciclo-escolar-en-pie/

Imagen: https://pixabay.com/photos/laptop-woman-education-study-young-3087585/

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Cinco canales de YouTube en los que aprender de ciencia

Redacción: EPIK

Te presentamos algunos de los canales y youtubers donde la ciencia deja de ser una asignatura ardua para pasar a ser entretenimiento.

Youtube ha cambiado muchas cosas desde que naciera hace 15 años, pero quizá la más fundamental, es la capacidad que ha tenido para dar difusión a muchas personas.

Porque hoy vamos a hablar de canales y youtubers científicos, sí. Allá vamos.

Quantum Fracture

José Luis Crespo es la persona que está detrás de Quantum Fracture. Físico de formación, en su canal se habla (redoble de tambor) de física, pasando por otras ramas como la astronomía o las ciencias ambientales. Sus guiones y animaciones hacen que comprender la teoría de la relatividad esté chupado.

La Gata de Schrödinger

Rocío Vidal es periodista especializada en ciencia y en los últimos años ha tenido repercusión en Youtube gracias a sus vídeos, muchas veces centrado en desmontar bulos sobre pseudociencias y falsas creencias que recorren la red. Y además se mete hasta el fondo en estos temas. Aquí la vemos en un congreso de Ufología.

Javier Santaolalla

Doctor en física, este investigador canario se ha hecho casi con un imperio en Youtube con sus canales Date un Voltio, Date un Mi y Date un Vlog, todos ellos abordando de distintas formas -pero siempre divertidas- aspectos científicos desde muchos ámbitos. Desde historia de la ciencia o cómo se aplica la ciencia para ligar.

C de Ciencia

Martí Montferrer, geólogo y divulgador científico, cuenta en este canal de explicarnos también la ciencia de forma sencilla. No se le escapa nada, desde preguntas cotidianas a temas que pueden parecer densos. Y además, tiene una sección en la que repasa las principales noticias científicas.

Derivando

Eduardo Sáenz de Cabezón, uno de los divulgadores más conocidos del ámbito español, expone en este canal con las matemáticas de fondo mil temas relacionados también con nuestro día a día y otros temas más centrados en explicar conceptos matemáticos de esos que se nos escapaban en el colegio.

¿Conocías alguno de ellos?

Fuente: https://as.com/epik/2020/05/01/portada/1588324283_747872.html

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