¿Cómo se diseñó la «Reforma Secundaria del Futuro»?

Argentina / 10 de septiembre de 2017 / Autor: Luciana Vázquez / Fuente: La Nación

Cuando la semana pasada comenzaron a conocerse detalles de la reforma «Secundaria del Futuro» que el ministerio de Educación porteño comenzó a compartir con directivos de todas las secundarias porteñas, muchos especialistas en educación e investigadores del mundo académico mostraron sorpresa. No tenían datos sobre la reforma planteada. ¿Cómo se elaboró la reforma? También la ministro de Educación Soledad Acuña contestó en detalle.

-¿Qué pedagogos o especialistas en educación de renombre fueron consultados para el diseño de la reforma? 

-Consultamos a cien personas del sistema educativo que son personas que respeto mucho. Son directores de colegios secundarios y supervisores. Desde el año pasado, empezamos a ver que era necesario ocuparse de la secundaria. Vimos que no había alcanzado con la Nueva Escuela Secundaria (NES), que en muchos casos sus contenidos no estaban bajando al aula. Nos planteamos Empezamos cómo hacer la fase 2 de la NES. Allí empezaron las reuniones con todos los supervisores de secundaria, con todos los rectores de media donde planteamos qué hay que cambiar, si cuatrimestral o bimestral, el momento de la evaluación. Pero nos dimos cuenta de que planteábamos todos cambios marginales que no impactaban en la vida del estudiante. Surgieron preguntas. ¿Qué aporte le estás haciendo realmente para que sea realmente ciudadano digital del siglo XXI y pueda cumplir su sueño el día de mañana? ¿Qué cambiamos si los docentes siguen parados en el mismo lugar, si los estudiantes siguen pasivos esperando en el aula que le vengan a dar el mismo contenido y después vomitar ese mismo contenido en el examen? Nos dimos cuenta de que seguíamos pensando «en viejo», viendo los problemas viejos, haciendo preguntas viejas y dando respuestas viejas. En el fondo había un poco de miedo: cuando uno analiza la definición de un problema, hay mucho de uno y sus miedos en la definición del problema.

-El miedo condicionaba la definición del problema.

-Dimos vuelta el planteo. Hagamos al revés, nos dijimos: cuáles son las mejores prácticas que tenemos en nuestras escuelas. Y ahí fuimos encontrando en el Liceo 9, por ejemplo, esta página en la que los docentes construyen los materiales y los van subiendo. En la Técnica 12, qué pasa con el trabajo en proyecto donde están articulando todos los temas. En la Bermejo, el seguimiento de cada uno de los chicos. Empezamos a ver que en nuestras escuelas había prácticas excelentes que eran la excepción y que, lamentablemente, luego se veían obligadas a reformatearse al modelo tradicional: trabajaban por proyecto durante todo el año pero después la evaluación era por asignaturas para evaluar algo que había sido riquísimo pero que no se acordaba al formato tradicional. Después, vimos qué hay en el mundo que funciona bien. Colombia con las guías de trabajo. Perú, las escuelas de innovación y el trabajo en área. En EEUU, las escuelas KIPP y el seguimiento individual. Miramos modelos de práctica más que de teorías.

-¿Consultaron con el mundo académico o no?

-No, consultamos primero con el sistema educativo y luego con las experiencias en el mundo. No sirve si implantamos un modelo teórico o un modelo de otro país. Ya tenemos los contenidos. Lo que hay que cambiar es cómo nos sentamos frente a ese conocimiento y en qué lugar ponemos a los chicos. Eso para nosotros es más de práctica pedagógica que de intelectualidad pedagógica. Es el momento de recoger lo bueno que ya tenemos en nuestro sistema. Y lo bueno que ha habido en otras experiencias y transformarlo en nuestro propio modelo CABA.

Fuente de la Entrevista:

http://www.lanacion.com.ar/2060156-como-se-diseno-la-reforma-secundaria-del-futuro

Fuente de la Imagen:

http://www.diarioz.com.ar/#!/nota/ya-son-16-las-escuelas-tomadas-58113/

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Ante el ciberacoso, cibercriterio

Por: Liliana Arroyo

En materia de prevención del ciberacoso, cada ciudadano digital necesita educar el olfato. Debemos enseñar a los niños a protegerse, pero también cargarlos de criterio para detectar situaciones poco respetuosas.

Hace unos días me contaban un caso de grooming. Lo que más me sorprendió es que aun cuando estamos ante casos “de libro”, aun cuando tenemos nociones para detectarlo, siempre es más sencillo volver la vista a otro lado o restarle importancia cuando no nos afecta de lleno. Nos sirve también el ejemplo para ver cómo enfocamos el problema, donde solo vemos a quien agrede y a quien recibe la agresión, sin reparar en que ambas personas tienen un entorno social, una experiencia vital y que se les ha educado de una forma determinada a relacionarse con los demás. La historia además añade el ingrediente digital, donde a menudo se nos olvida que tomar caramelos de desconocidos es, en cierto modo, mucho más fácil e infinitamente más discreto.

El caso en cuestión afectó a una niña de unos 12 años que, tras mucho insistir, consiguió que le compraran el ansiado móvil. Hicieron un pacto inicial y la madre revisa regularmente los contactos, amigos y seguidores de su hija, mientras comentan quién es quién. Una noche, durante la supervisión habitual, la madre detecta un contacto extraño en Instagram y pregunta quién es. La hija le responde que no lo sabe muy bien, pero que le parece que es el familiar de una compañera de clase. Ahí le saltan las alarmas a la madre: un familiar de una compañera de clase. A muchos eso les traería tranquilidad: “Ah bueno, es alguien del entorno familiar de alguien conocido, no es un extraño del todo”. Y sólo a unos pocos les hace recordar que la mayor parte de abusos de menores son perpetrados por personas del círculo social próximo. No olvidemos que las cifras nos dicen que sólo un 10% de las víctimas han sido atacadas por alguien completamente desconocido. Grosso modo, los abusos son por parte de personas que forman parte del círculo de confianza del menor (60% de casos conocidos y 30% familiares directos). Así pues, no es tranquilizador que el contacto sospechoso sea el tío de una compañera de clase. ¿Con cuántas niñas más habrá intentado contactar a través de la lista de amigas de su sobrina?

Por suerte, esta madre tuvo buen olfato y le comentó a su hija que aquella noche se quedaba el teléfono. La madre se haría pasar por ella hablando con el extraño para calibrar la situación. Las sospechas se cumplieron y cuando ella le dijo que se estaba yendo a dormir, el “contacto” en cuestión le pidió, entre otras cosas, fotografías del momento de irse a la cama. Por suerte hizo capturas de pantalla de todo, antes que el emisor borrara los mensajes para que no fueran usados en su contra. Al día siguiente lo denunció y ahora está la cuestión en manos de la policía. Que el escenario del intento de acoso sea digital, tiene el inconveniente que es mucho más invisible. Pero también tiene la ventaja que el rastro es más difícil de borrar.

Frente a esto, se están tejiendo alianzas de grandes corporaciones digitales para detectar actividades susceptibles de pedofilia. Bien, eso puede ayudar. Se puede poner control parental y eso previene en parte. No se puede (y, según cómo, no se debe) poner vallas al campo, pero se pueden poner semáforos en los cruces. Cualquier estrategia que intervenga y frene las actividades no deseables, es bienvenida. Pero eso es sólo una parte. La reacción sin prevención conduce inevitablemente al juego entre el gato y el ratón. Cambiarán los métodos, cambiarán las plataformas, cambiarán las imágenes que cuelgan, pero el problema de raíz seguirá persistiendo porque está demostrado que penalizar solo funciona en el corto plazo. Es necesario ser reactivos, pero en el fondo acabaremos antes y mejor si nos adelantamos y prevenimos. Si entendemos que eliminar los parques de la calle para evitar aproximaciones inadecuadas para nada es una solución, tampoco planteemos evitar el grooming prohibiendo a los menores que tengan móvil o perfiles en las redes sociales.

Dicho de otro modo: lo más indispensable es que los peques no se encuentren de repente ante el cruce sin nadie que les cuente cómo van los semáforos, qué función tienen y qué diferencia el rojo del verde. Necesitan un entorno social que no rehúya las conversaciones sobre usos y abusos de tecnología. Porque el grooming, el acoso a menores por parte de un adulto, no es de un día para otro. El acoso se cultiva en varias fases, así que lo importante es no crear falsas alarmas a la primera, sino activar la alerta para ver hacia dónde evoluciona la conversación e intervenir a tiempo si corresponde.

Eso se facilita cuando cuentan con un entorno escolar, familiar y social protegido donde pueden hacer preguntas, expresar temores y donde vean normal que sus adultos se preocupen por saber con quién hablan. Eso sí, siempre con respeto y colaboración. Que revisar los contactos forme parte de ese acompañamiento regular que permite tejer vínculos de confianza y espacios seguros lejos del cotilleo o el exceso de autoridad. Del mismo modo, debemos ver el valor a compartir las situaciones que ocurran con otros menores, para aprender colectivamente de ellas y enseñar a no vulnerar a las víctimas. Y así, sin caer en la histeria, podemos ir moldeando la sensibilidad colectiva ante los posibles los signos que podamos encontrar.

En resumen, en materia de prevención del ciberacoso, cada ciudadano digital necesita educar el olfato. Debemos enseñarles a protegerse, pero también cargarles de criterio para detectar situaciones poco respetuosas y abusivas, si llegan a darse. Para construir una cibercultura, comencemos por el cibercriterio. Vayamos inoculando un marco de referencia y herramientas para que sepan cómo actuar en cualquier situación. Una forma más de elegir la red que tejemos día a día para la sociedad que soñamos.

 Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/03/ante-el-ciberacoso-cibercriterio/
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