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Educar para la igualdad

Por: Yolanda Rodríguez

En pleno siglo XXI la realidad evidencia que nuestra sociedad y por ende, nuestro sistema educativo carece de una educación igualitaria, de una socialización con perspectiva de género que nos permita luchar contra los estereotipos de género que se materializan en la desigualdad y en una de las formas más devastadoras que es la violencia contra las mujeres y otros colectivos vulnerables que no conforman las normas del género.

¿QUÉ ES COEDUCACIÓN?
Cuando hablamos de educación para la igualdad, en realidad queremos decir COEDUCACIÓN. Término que no debemos confundir con el de “escuela mixta” que hace referencia a juntar a chicos y a chicas en el mismo espacio educativo, pero bajo un modelo curricular masculino (androcéntrico) que sigue fagocitando el espacio público frente al espacio privado y primando los valores tradicionalmente masculinos frente a los femeninos. “Coeducar” significa educar a las personas de forma que todas tengan las mismas oportunidades y no se establezcan diferencias por pertenecer a un sexo-género. La Coeducación tiene como finalidad la eliminación del entorno educativo y del familiar, los prejuicios, estereotipos y roles asignados a niños y a niñas en función del sexo construido en base a los patrones socioculturales que nos impone la sociedad.

Delimitado el concepto, nos podemos plantear la siguiente cuestión: la coeducación ¿es un modelo pedagógico actual? A lo largo del siglo XIX se avanza lentamente en la escolarización de las niñas basada en la formación doméstica, y a finales de siglo empiezan a atisbarse algunas propuestas que abogan la necesidad de que las mujeres reciban una educación escolar equivalente a la de los hombres. Así la Escuela Nueva propone la coeducación como eje vertebrador de su proyecto de una sociedad democrática e igualitaria. A principios del siglo XX (1901-1906) la escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia ya practicaban la coeducación. En la etapa de la Segunda República, la coeducación fue admitida, se entendía como escuela mixta, y a pesar de que su implementación fue breve, se consideró beneficioso para las niñas, ya que se consiguió que mejoraran las tasas de escolarización. Al final de la guerra civil, la iglesia vuelve tomar las riendas de la educación en la etapa franquista. De forma que la educación de las niñas se confía a la Sección Femenina de la Falange para inculcar el modelo pedagógico que delimitaba las funciones de la mujer al cuidado de la familia y del hogar. No será hasta la aprobación de la Ley General de Educación (1970) cuando se anula la prohibición de la escuela mixta. Aunque el verdadero punto de inflexión fue la aprobación de la LOGSE (1990) que por primera vez, reconocía la existencia de la discriminación en el sistema educativo y defendía el principio de igualdad de oportunidades. En LOE (2006) se da un paso más, y se materializa en materias en las que se puede trabajar el tema de la igualdad, el respeto a la diversidad sexual y la educación sexual. En la actual ley educativa, LOMCE (2013), desaparece la “educación en valores democráticos”, como eje transversal del currículo educativo, y se sustituye por el “espíritu emprendedor”, algo ajeno a la formación de personas para una convivencia participativa, democrática e igualitaria.

ESTRATEGIAS COEDUCATIVAS
Para formar a nuestros/as hijos/as en coeducación debemos dar ejemplo de igualdad en la forma de relacionarnos tanto en nuestra vida pública como en la privada. Podemos empezar con el uso de un lenguaje no sexista (inclusivo) que nos visibilice y represente por igual a todas las personas. Ya que si no nombramos a las mujeres y utilizamos el masculino como genérico, estamos fomentando y jerarquizando el modelo masculino y ocultando una realidad que representa a más de la mitad de la población mundial.
Es importante fomentar la corresponsabilidad y reparto igualitario de las labores domésticas entre los miembros de la familia. Así defendemos que todas las personas, independientemente de su sexo/género, tienen las mismas oportunidades para acceder al mundo laboral.

También se debe visibilizar y reconocer las aportaciones que las mujeres han hecho a lo largo de la historia, ya que muchos de los libros de texto no reflejan de forma justa y equilibrada sus aportaciones. Hoy en día contamos con una abanico de libros “coeducativos” para todas las etapas educativas que nos permite complementar esa carencia formativa de nuestros/as hijos/as. Por lo tanto, para educar a nuestros/as hijos/as en el principio de igualdad, hay que trabajar de forma conjunta con todos los colectivos de la comunidad educativa. Las niñas y los niños de hoy serán los y las adultos/as que tendrán la responsabilidad de educar a las generaciones del mañana y dirigir las instituciones económicas, políticas y sociales. El éxito en la promoción de actitudes igualitarias condiciona el futuro de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, un objetivo que desde luego, nos compromete a todos y a todas.

Fuente: http://www.laregion.es/articulo/xornal-escolar/educar-para-la-igualdad/20170927165752738319.html

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España: El Gobierno navarro prepara un programa transversal de educación en igualdad

España/11 de Septiembre de 2017/Naiz

El Gobierno de Nafarroa tiene previsto aplicar durante el próximo curso 2017-2018 en 16 centros escolares un programa piloto para la implantación transversal de la educación en igualdad y la prevención de la violencia sexista.

Tras esta fase piloto, el programa, denominado ‘Skolae, creciendo en igualdad’, se extendería posteriormente a toda la red educativa de manera progresiva, con 170 centros más durante el próximo curso, ha explicado en conferencia de prensa la consejera de Educación, María Solana.

Skolae integra un itinerario coeducativo para las etapas no universitarias (desde 0-3 hasta bachillerato y FP de grado superior), que recoge de forma transversal la prevención de la violencia sexista, la visibilidad de las mujeres, el respeto a las identidades, las sexualidades y su diversidad, la participación social y el compromiso compartido.

Para desarrollar el programa, cada docente podrá adaptar las propuestas de trabajo en su asignatura o en sus horas de tutoría, incluso en actividades del centro educativo ya existentes, y para ello se ha diseñado un amplio programa formativo de docentes, así como formación específica para las apymas y familias de los alumnos.

Solana, que ha estado acompañada por el director del Servicio de Evaluación, Calidad, Formación, Igualdad y Convivencia, Aitor Lakasta, y la jefa de la Sección de Igualdad y Convivencia, Pilar Mayo, ha afirmado que en el Departamento de Educación desean que los centros escolares «sean espacios coeducadores libres de violencia y de sexismo».

Así, ha agregado, el objetivo del plan es que todo el alumnado «sea capaz de elegir su proyecto vital, desde la libertad, la diversidad de opciones y sin condicionantes de género, aprendiendo a identificar las desigualdades» y se comprometa «a luchar contra ellas y a ejercer su derecho a la igualdad en el ámbito de su cultura, religión, clase social, situación funcional».

«La práctica coeducadora debe hacernos competentes tanto para el diagnóstico crítico de la realidad, desde un enfoque de género bien fundamentado, como para nuestra implicación en la construcción de nuevas identidades igualitarias masculinas y femeninas», ha señalado la consejera, que ha declarado que, de hecho, «las mujeres aún no somos sujeto de ciudadanía plena y los hombres no han llegado a ser agentes de igualdad».

Por ello, Solana ha considerado «imprescindible» que desde las primeras etapas «se fomente en el alumnado la autonomía, el cuidado y la corresponsabilidad, el empoderamiento personal, la capacidad de liderazgo, el compromiso y la participación social en una vida libre de violencia».
Lakasta ha comentado al respecto que, durante el curso pasado, se ha realizado una revisión y diagnóstico de las normas y leyes sobre coeducación y desde enero de este año se ha trabajo junto al profesorado, personas expertas, el Consejo Escolar y el Instituto de Salud Pública en el desarrollo del programa Skolae.

Para presentar este programa, el 13 y 14 de septiembre tendrán lugar en Baluarte unas jornadas sobre coeducación en las que se tratarán los contenidos del plan y otras cuestiones relacionadas con la educación en igualdad.

En el acto de apertura, junto a la consejera de Educación, María Solana, intervendrán el vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico, Manu Aierdi, el consejero de Salud, Fernando Domínguez, y la consejera de Relaciones Institucionales, Ana Ollo, ya que los cuatro departamentos han participado en el plan y estarán implicados en su desarrollo.

Fuente: http://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20170907/el-gobierno-navarro-prepara-un-programa-transversal-de-educacion-en-igualdad

 

 

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«La auténtica revolución del siglo XXI es la pedagogía feminista» entrevista a la docente Mercedes Sánchez Vico

Europa/España/27 MAyo 2017/Autora: Claudia González Romero/Fuente: La Voz del Sur

La docente Mercedes Sánchez Vico, responsable de un proyecto de Género a través de la Imagen y de dos producciónes audiovisuales ‘Ellas: Mujeres que han hecho historia, pero que no están en la historia’ y ‘Las Educadoras’, participa en Jerez dentro del foro Mujeres en el espacio del Mediteráneo y explica la relevancia de la coeducación.

Mercedes Sánchez Vico fue considerada una loca por llevar a cabo una pedagogía feminista en sus clases de Secundaria. Hoy, desde que creara su proyecto educativo de Igualdad de Género a través de la Imagen y realizara dos producciónes Ellas: Mujeres que han hecho historia, pero que no están en la historia y Las Educadoras, atesora seis galardones y reconocimientos variados por su gran labor coeducativa. Hace apenas dos meses que ha recogido el primer premio Rosa Regás por su contribución a la hora de promover la igualdad de género en el IES Eduardo Janeiro de Fuengirola. La entrevista se produce durante su visita a Jerez como ponente en el Foro de Mujeres en el espacio del Mediterráneo para hablar el proceso pedagógico que lleva a cabo en el instituto malagueño. “Todo el mundo se piensa que soy de Málaga, pero soy jienense”, aclara al inicio de la entrevista.  “Andaluza, mujer, feminista…”, continúa.

Se considera feminista entonces.

Sí, sí, claro.

Es que me llama la atención que en el primer documental que produjo y en el tráiler del segundo, no aparece la palabra feminismo.

Bueno, damos ya por sentado que la mujer, evidentemente y de manera obvia, debe de ser feminista. Y de hecho todas las mujeres que intervienen en el proyecto de Las Educadoras son feministas. Y el primero, Ellas: Mujeres que han hecho historia… lleva ya el mensaje feminista intrínsecamente, es decir, yo no entiendo la educación sin la pedagogía feminista. Yo creo que ahora mismo es lo que está revolucionando la enseñanza y lo que mueve los hilos de absolutamente de todo.

¿Cuánto tiempo lleva en la lucha de visibilizar a la mujer en la educación?

Yo en la docencia llevo cerca de 26 años, pero lo llevo en la sangre desde que era pequeñita. Creo que desde el primer momento en que empecé en la educación, no la concebí si no era transformando y educando en valores. En la lucha por la igualdad de género, aproximadamente de manera muy activista, hace 20 años. Y hace diez que cree el proyecto educativo de Igualdad de Género a través de la Imagen como asignatura.

¿Cuándo se dio cuenta de que la desigualdad entre géneros existe?

Desde pequeña. A mí se me exigía que hiciera las tareas de la casa y a mi hermano no. Y yo me rebelaba contra ello. Tuve unos padres fabulosísimos y además me educaron para que yo tuviera una formación educativa. Sin embargo, no tenían claro que los chicos tenían que participar en la corresponsabilidad de las tareas de la casa. Y yo por el hecho de nacer mujer, sí tenía que hacerlo. Yo me decía, ¿por qué por unos genitales yo sí tengo que hacer unas determinadas cosas que mi hermano no?

«Mi madre pensó que esas cosas no se podían cambiar. Y es cuando yo dije que sí se podía transformar el mundo»

Una familia de mente abierta, pero nacida, educada en una sociedad machista.

Exactamente, educados bajo un patriarcado evidente y una educación machista en la que indiscutiblemente sí intentaron siempre que yo estudiara. Es más, mi propia madre siempre me dijo que fuera independiente. Que no dependiera de nadie, ni económicamente ni nada. Sin embargo había determinadas fronteras que a ellos todavía les costaba mucho atravesar. Mi madre incluso llegó a reconocerme alguna vez que efectivamente yo podía llevar razón, pero que esas cosas no se podían cambiar. Pensó que esas cosas no se podían cambiar. Y es cuando yo dije que sí se podía transformar el mundo. De hecho mi lema es: Coeducar, coeducar y coeducar para transformar el mundo.

¿Y qué es la coeducación?

Es educar en valores en igualdad para que se llegue a una regulación y a una equidad real entre chicos y chicas. Sobre todo en cuanto a lo que es su educación, la visibilización de la mujer, la erradicación de la violencia de género y en cuanto lo que son sus orientaciones sexuales. Es educar para conseguir una igualdad plena entre hombres y mujeres.

El docente entonces, va más allá del contenido de la materia y busca nutrir al alumnado en valores sociales.

Debería. Todos los docentes, den la asignatura que den, transversalmente, siempre deberían educar en género. De hecho la propia ley ya te lo exige, pero todavía creo que estamos a años luz de poder conseguir eso de una manera total y absoluta. Tenemos algunas veces una igualdad legal muy buena, unas leyes que nos dicen que debemos hacer determinadas cosas, pero todavía están muy distantes de lo que es luego una igualdad real.

¿Se ha encontrado con compañeros reticentes y que se han opuesto a lo que usted imparte en sus clases?

¡Hombre! En mis inicios yo y otras personas en mi misma situación éramos las locas de los institutos. No le daban ninguna importancia. Es más, no consideraban ni que fuera fundamental la labor que queríamos ejercer y la revolución, porque esa es la palabra que queríamos llevar al campo de la pedagogía.

¿Cuál era la etiqueta?

Por ejemplo: Ya están las locas estas de nuevo, ya tienen otra idea. En mi caso y en el de otras compañeras, claro que sí. Pero la auténtica revolución del siglo XXI es el feminismo, la pedagogía feminista. Lo que va a hacer que hoy en día, todavía en pleno siglo XXI, haya cosas que transformar. Porque nos están vendiendo lo que es el espejismo de la igualdad, pensar que hemos conseguido la igualdad. Cuando nos dicen: ¿Pero las mujeres todavía por qué os quejáis si ya vivimos en una sociedad igualitaria? Falso. Estamos en pañales. Yo siempre le digo a mi alumnado, que estamos empezando. Queda mucho por hacer. La propia OMS ha dicho que hasta finales del siglo XXI en los países más avanzados del mundo no se llegará realmente a una igualdad real. Y esa revolución que tiene que hacer el feminismo en el siglo XXI todavía, y que lo ha hecho ya en el siglo XX, es la verdad. Ahora mismo es la fuerza y el instrumento más potente que tenemos para conseguir eso. La igualdad se aprende. Nos han educado en desigualdad desde la más tierna infancia, desde que nacemos ya nos ponen el rosa y el azul. Pues igual que nos enseñan en desigualdad, tenemos que enseñar en igualdad. Y si conseguimos llevar eso hasta sus últimas consecuencias, pues conseguiremos cerrar los juzgados de guardia de violencia de género. Educando en igualdad, ganamos hombres y mujeres, porque el patriarcado y el machismo hacen mucho daño también a los hombres.

Claudia González Romero
Mercedes Sánchez Vico posando junto al cartel del foro Mujeres en el espacio Mediterráneo organizado por Tres Culturas.

¿Es el sistema educativo la herramienta que perpetúa esos roles de género?

Creo que desde que nacemos, la forma en que sociabilizamos es lo que ya nos genera los estereotipos o esos roles de género. Cuando el niño o la niña llegan a la escuela ya llegan con esos roles. Esa sociabilización está en la cultura.

Pero usted trata únicamente la igualdad en el instituto, ¿qué pasa con el colegio, qué pasa en infantil?

Se debería de hacer desde la más tierna infancia. Desde el segundo cero. Debería ser una serie de valores que se transmitiera en el aula nada más entrar el niño y la niña en el sistema educativo. Algo crucial, porque cuando llegan al instituto el trabajo todavía es mucho más duro.

«La coeducación abre puertas y nos ayuda a construirnos también como seres humanos»

Hay que deconstruir.

Tienes que deconstruir absolutamente todo. Es aprender a desaprender. Lo que nos han dicho que es el amor realmente no es amor, lo que nos han dicho lo que en realidad es una relación de pareja, no lo es… Es muy duro porque la coeducación tiene que salir de debajo de la piel, de dentro. Y claro, tienes que romper con muchos miedos. La coeducación abre puertas y nos ayuda a construirnos también como seres humanos. Y también a ser mejores personas. Por eso es tan completo y extraordinario el campo de la coeducación, aunque todavía no se le esté dando el lugar y la importancia que debería de tener.

¿Cómo reacciona el alumnado ante estos asuntos?

Los chicos, en un principio, a la defensiva; no todos, porque no me gusta generalizar, pero yo creo que es importante dejarlos ya que lo han educado también desde esos roles de género. Sienten que tienen que defenderse. Sin embargo, cuando se relajan, porque empiezan a ver que no se trata de una lucha ni de una batalla que hay que ganar. Los chicos están completamente castrados en el campo emocional. No pueden llorar, no pueden experimentar sus emociones, no pueden mostrar físicamente su afecto como pueden hacer las chichas… Todo eso lo ha traído el patriarcado y el machismo. Cuando empiezan a entender que efectivamente su propia castración emocional viene también de ese patriarcado que les va a impedir una paternidad plena, un mundo de efectividad total y absoluto hacia sus amigos, sus propios hijos, su relación de pareja… Empiezan a darse cuenta de que efectivamente tienen que cambiar de actitud. Es más, muchos de mi alumnado masculino, cuando terminan de estudiar el proyecto, me dicen: Mercedes soy feminista. Y eso es extraordinario.

¿Y cómo reaccionan sus alumnas?

Las chicas en líneas generales mucho menos a la defensiva, pero es verdad que muchas de ellas también, porque ha habido en los últimos años un retroceso, tienen que deconstruirse como mujeres. Nos han contado cuentos desde pequeñitas, de princesas, donde siempre tenemos que ser salvadas por príncipes azules. Nos tenemos que salvar nosotras mismas. Es deconstruir todo ese mundo también infantil en el que nos han educado: princesitas, cocinitas, el cuidado… Nos enseñan a ser cuidadoras, frente al hombre que se le ha negado este rol. Deconstruir la manera en la que le han educado a ella para que la mujer se empodere, sea asertiva, tome sus propias decisiones, sea valiente… Tiene muchas ganas de actuar y de hacer cosas, pero evidentemente tiene que entender que es fundamental la coeducación. Un cambio a la par. Tienen que ir a la par, chicos y chicas, en esa transformación.

Fuente: http://www.lavozdelsur.es/sanchez-vico-la-autentica-revolucion-del-siglo-xxi-es-la-pedagogia-feminista

Fuente de la imagen: http://www.lavozdelsur.es/sites/default/files/styles/bs_9_cols/public/mercedes_sanchez_vico_2.jpg?itok=Y0N7X0Al

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La coeducación en las escuelas o cuando realmente garantizamos la prevención de las violencias de género

Por: Lídia Casanova

Cuando hablamos de hacerlo diferente y conseguir vivir en una sociedad equitativa hablamos de educar con mirada feminista. Porque sin justicia de género, no hay justicia social.

“Hoy, me gustaría pedir que empezamos a soñar un plan para construir un mundo mejor. Un mundo más justo. Y esta es la manera de empezar: debemos educar a nuestras hijas de una manera diferente. Y también tenemos que educar a nuestros hijos de una manera diferente”. La novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie advierte con estas palabras que conseguir vivir en un mundo más igualitario pide hacer las cosas diferentes. ¿Y por qué apostar por iniciar la transformación por las aulas? Hacerlo diferente es una oportunidad de generar cambios con efecto multiplicador en la vida social. Hoy, 25 de noviembre, es día de seguir reivindicando la educación como herramienta para transformar y deconstruir la cultura de la violencia machista.

Cuando hablamos de hacerlo diferente y conseguir vivir en una sociedad equitativa hablamos de educar con mirada feminista. Porque sin justicia de género, no hay justicia social. Conscientes de las reticencias que aún provoca el término feminista en algunos ámbitos, solemos hablar de educar con perspectiva de género. Expresado de una u otra manera, no significa otra cosa que educar de manera no sexista ni androcéntrica. El primer paso para transformarlo: asumir qué parte de nosotros es y sigue siendo machista (o inconscientemente machista).

Se suele ver a las escuelas como instituciones donde, por definición, hay respeto y son equitativas. A menudo escucho que por el simple hecho de haber conseguido una escuela mixta y, así, tener niñas y niños bajo un mismo techo estudiando los mismos contenidos académicos es motivo de igualdad. Por eso me atrevo a afirmar que uno de los fracasos actuales de la educación es mantener la cosmovisión de que, en las escuelas, como conviven niños y niñas, se vive con igualdad. Sabemos que no es así: cuando la escuela no dispone de un proyecto coeducativo de centro y una voluntad para trabajar desde esta óptica, reproduce las desigualdades sociales que observamos fuera de las aulas. La verdadera innovación en las aulas sería la de no reproducir el modelo patriarcal; si la innovación no es coeducadora no es innovación para todos.

Sabemos que sin una conciencia de género presente en los claustros, lo que pasa fuera de las aulas se reproduce.

En la escuela mixta todavía impera la tendencia a pensar que las niñas son frágiles, sensibles y delicadas por naturaleza, los niños más aventureros, mejores en matemáticas y ciencias o más hábiles para los deportes o la competición, por nombrar algunos de los ejemplos que seguimos encontrando.

Las escuelas no se desarrollan impermeables a la sociedad, y la sociedad sigue siendo machista. A menudo, los discursos políticamente correctos en relación a la igualdad ha provocado el hecho de que nadie se quiera reconocer la parte machista. Mi invitación es que realmente miramos el machismo de cara, que dialogamos y que provocamos cambios reales en el acompañamiento a los niños.

Convertirse, con la práctica del día a día, en agentes efectivamente transformadores del escenario de violencias machistas vigente, es una asignatura pendiente para una gran cantidad de centros educativos.

Por suerte (o por voluntad política impregnada del trabajo que venimos aprendiendo de los feminismos) cada vez hay más centros y más municipios que quieren dar el paso de escuelas mixtas en escuelas coeducativas, escuelas que rompen con los estereotipos y expectativas de género y debilitan así la base de las violencias. El motor de estos cambios, en ocasiones, son municipios que incorporan la coeducación como pieza de la estrategia local contra la violencia de género pero, muchas veces, son las familias o el profesorado comprometidos con que su escuela produzca cambios sociales. Es apasionante trabajar a su lado.

Pese a que a menudo pensamos que actuamos de manera justa y equitativa, tal como algunas profesoras nos dicen cuando nos encontramos y compartimos formaciones sobre el tema, hay un acompañamiento para tomar conciencia de que las expectativas del profesorado hacia el alumnado siguen siendo desiguales. Expectativas desiguales y proyecciones desiguales, por ejemplo, en el momento de evaluar o, más adelante, en el momento de orientar sus carreras universitarias y profesionales, y también mucho más atrás.

No puedo dejar de pensar en una profesora embarazada de cinco meses que me cuenta el choque y la dificultad de recibir las críticas del entorno: “¿Por qué demonios no nos puedes decir el sexo del bebé que tienes en la barriga?”. Y le espetan que estas madres que van de modernas “se pasan con todo esto de la igualdad”. El entorno necesita(rá) saber qué demonios es el bebé para poder empezar toda la serie de proyecciones, desde que está en la barriga, y así empezar a pensar en el color de los zapatos que le regalaré, en sí lo llevaré a jugar al fútbol o le regalaré cochecitos o si la dejaré salir y tendré que preocuparme para que vuelva sola en casa, y un largo etcétera. Y seguir construyendo una identidad regida por estereotipos, limitada por creencias que subordinan los atributos considerados propios de la feminidad a los de la masculinidad.

A menudo esta subordinación queda patente en el curriculum escolar. Las emociones, el cuidado de una misma y de las otras, la educación afectivo-sexual, resultan “temario” básico para la calidad de vida de las personas pero, sin embargo, no tienen ningún valor para las autoridades educativas, (porque no lo tiene para los mercados). Así, las cosas atribuidas al mundo tradicionalmente como femenino aún quedan pendientes de revalorizar y equilibrar frente a otras que sí que son valoradas.

La coeducación es la mirada y el sistema en la escuela que ayuda a prevenir de raíz las violencias. Violencias como son las actitudes hostiles y de no reconocimiento a quien no se quiere clasificar en un sistema sexo-género demasiado rígido que sanciona a quien se sale de la norma. La coeducación cuestiona el encontrar normal que en los patios se relegue a las niñas alos laterales. La coeducación se encarga de hacer visibles a las mujeres históricas en las clases de tecnología y de ciencias, para que las niñas se puedan mirar e imaginarse en un futuro. Coeducar es educar en la cultura de los límites y del decir NO. Coeducar es que en las lecturas de la clase de lengua rompan con las representaciones tradicionales que muestran las mujeres como naturalmente responsables del trabajo de cuidados. Coeducar es encontrar importante cuestionar los comentarios y actitudes sexistas que salen en el día a día de las aulas ya sea en forma de bromitas y también insultos.

Coeducar es trascender y superar que los niños sean educados en el aprendizaje de la agresividad y la rudeza y las niñas en la docilidad y la actitud de someterse o ceder a las demandas de los demás. Sin coeducación será imposible asumir actitudes y comportamientos que conduzcan a establecer parejas (cuando hablamos de parejas heterosexuales) y relaciones sociales, entre hombres y mujeres en cualquier ámbito, ya sea en la calle, familiar o al mundo laboral) que no estén atravesada por la desigualdad , el abuso y la violencia.

Como dice Chimamanda Ngozi Adichie y muchas personas de las que estamos en la lucha apasionante y necesaria en la educación para la igualdad y la no discriminación: “Hacerlo diferente es el paso que necesitamos. Solo depende de querer hacerlo diferente”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/11/25/la-coeducacion-en-las-escuelas-o-cuando-realmente-garantizamos-la-prevencion-de-las-violencias-de-genero/

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España: Una veintena de asociaciones se une contra la falda obligatoria en el uniforme del colegio

Europa/España/15 octubre 2016/Autores: José Precedo y Sofía Pérez Mendoza/ Fuente: El Diario.es

 

Reclaman una prenda única que no limite el juego de las niñas en los centros escolares.

La sentencia del Tribunal Supremo que condenó la obligatoriedad de la falda en el trabajo no tiene efecto en los centros escolares.

El Tribunal Supremo determinó en 2011 que obligar a las mujeres a llevar falda en el trabajo mientras se permite a sus compañeros varones utilizar pantalón implica una discriminación por razón de sexo que contraviene el artículo 14 de la Constitución. El fallo, dictado a propósito de una sociedad que gestiona hospitales y forzaba a las ATS a ir con falda y cofia mientras los hombres usaban pijama sanitario, motivó que muchas empresas tuviesen que retocar sus normas de vestuario para evitar nuevas condenas.

Pero en los colegios los uniformes siguen perpetuando los roles de género: falda o pichi, las niñas; pantalón, ellos. La mayoría de centros privados y concertados –pocos públicos mantienen la indumentaria obligatoria– no han afrontado un debate sobre si la ropa constituye en las aulas un problema de discriminación.

Un manifiesto de 18 asociaciones se ha propuesto poner fin a la obligatoriedad de la falda. El escrito Porque en los colegios solo se educan personas: uniforme único argumenta que la misma discriminación se da en un puesto de trabajo que en las aulas. «No podemos obviar que el uso de la falda condiciona de forma evidente la libertad de movimiento de las niñas, lo que está directamente relacionado, en muchos casos, con el abandono de juegos en horas de recreo (fútbol, baloncesto, carreras, saltos..) y de cualquier otra actividad difícilmente compatible con una prenda que, al menor movimiento las limita, incluyendo el hecho de dejar al aire su ropa interior». Lo suscriben asociaciones como el Colectivo Ca-minando Fronteras, la Asociación Feminismo en Red, la Asociación de Mujeres Juezas de España, Gafas Lilas, y otras 14 entidades.

La falda viene en el ‘pack’

Con el curso empezado, las asociaciones de madres y padres no lo consideran un problema urgente. La confederación de ampas mayoritaria en la escuela concertada asegura: «No ha surgido el debate porque se da por hecho que es así. Cuando una familia escoge un cole, escoge todo el pack del cole, con su uniforme y sus normas», justifica su presidente Pedro Caballero. Concapa admite que las normas sobre vestimenta «limitan algunos juegos», pero resta importancia «a los conflictos que han surgido por esta cuestión».

María del Mar, Silvia, Carmen, Samuel y Juan tienen entre ocho y diez años y debaten sobre el colegio y los juegos en Radio Ecca, una emisora de Canarias donde se les pregunta por los uniformes. Otra niña, Sina, es la primera en abalanzarse sobre el micrófono: «Yo quiero llevar pantalón, se lo he dicho mi madre». Surge el siguiente diálogo:

–María del Mar: «Yo no quiero llevar falda porque al final no puedes hacer cosas que quieres como a diario cuando vas con el chándal, no puedes correr, no puedes saltar porque posiblemente se te levante la falda y a mí me gustaría estar más cómoda con el pantalón que puedo hacer lo que quiero».

–Silvia: «También más cómoda con el pantalón».

–Carmen: «Yo, pantalón».

–Samuel: «Yo, pantalón, claramente, pero advierto es muy incómodo el del uniforme que no te puedes mover con él».

–Juan: «Yo con pantalón porque se levanta, como dijo María del Mar, no debe de ser muy cómoda».

Por un «recreo igualitario»

Un par de meses después del programa de radio, emitido en octubre, Sina decidió con ocho años abandonar la falda en compañía de una de sus mejores amigas, Menchu, de la misma edad. Un fin de semana Sina tomó dos pantalones de su hermano –uno para ella y otro para Menchu– y con el acuerdo de su familia acudió a su colegio privado de Canarias con ellos. Ya nunca más volvió a ponerse falda.

Con nueve años cumplidos, lo cuenta así al otro lado del teléfono: «Un día estaba jugando al baloncesto y se me subía la falda todo el rato. Al llegar a casa pedí permiso a mi madre para llevar pantalón al colegio. Me dijo que lo íbamos a intentar. Y desde entonces ya siempre lo llevo. Algunas niñas me miran raro, pero no me importa. Estoy mucho más cómoda».

María Luisa Segoviano es una de las magistradas que firmó la sentencia que revocó la obligatoriedad de llevar falda en la empresa de hospitales José Manuel Pascual Pascual SA y que crea jurisprudencia. «Aquel fallo y su filosofía pueden servir como guía orientadora también en la escuela pero hemos de admitir que el ámbito de las relaciones laborales no es equiparable a la escuela. Puede ser una pauta interpretativa. Y debería haber una cierta libertad para que los padres pudieran optar por el tipo de uniforme que les resulta más cómodo».

Que el uniforme de falda limita el juego es una evidencia incontestable para niñas como Sina, pero también para algunas instituciones públicas que llevan años trabajando por «un recreo igualitario». Por romper, en otras palabras, con el reparto desigual del espacio en el patio del colegio. «La distribución del espacio en el recreo sigue siendo sexista: los niños, aquellos cuya masculinidad es la normativa, sobre todo, suelen situarse en el espacio central y las niñas quedan arrinconadas», dice el  Plan de Coeducación con el que trabaja Euskadi.

«Pasa siempre y no es una consecuencia del uniforme, sino de la estructura patriarcal. Ahora bien, la indumentaria impuesta no ayuda. Con una falda no puedes moverte igual que con un pantalón y, si lo haces, puede levantarse, descubrir la ropa interior… y que las chicas tengan que soportar insultos machistas. Es una forma de que ellas empiecen a sentirse coaccionadas», argumenta Carmen Ruiz Repullo, doctora en Sociología que imparte talleres de coeducación en institutos andaluces.

La socióloga se refiere a «la sexualización del uniforme». «¿Por qué las chicas tienen que llevar falda? Es una manera más de binarismo en la escuela, de diferenciarlas, pero también de identificarlas como un cuerpo. Ellas lo aprenden porque así se lo enseñan desde pequeñas: con falda siempre te dicen que vas guapa y se concibe como un elemento que feminiza», explica. «La escuela –remata– es androcéntrica y el uniforme es un ejemplo de ello. También los libros de texto o el lenguaje».

«El 90% lleva falda, aunque pueden elegir»

¿Tanto pesan los roles de género en los centros educativos? Según los colegios consultados, sí. El CEIP Emperador Carlos V de Getafe (Madrid), un centro público cuyos estudiantes van uniformados, permite a las niñas elegir entre falda o pantalón pero el 90% se decanta por la primera opción. «Las que escogen el pantalón son casos aislados. En invierno se suman más por el frío y hay algunas chicas que alternan los dos uniformes si tienen uno sucio», explica la jefa de estudios.

La posibilidad de elegir se explica a las familias al principio de curso y forma parte del reglamento del régimen interior del colegio, donde no se especifica, sin embargo, que los niños también pueden decidir si quieren llevar pantalón o falda. «No nos hemos encontrado con ningún chico con esta voluntad, pero si así fuera lo aceptaríamos», responde la directora, que también admite que «habría que trabajarlo desde dentro del centro con el resto de niños y niñas».

«Los niños que no cumplen los estereotipos de género –como los que se sienten a gusto con falda o los menos líderes– están en la periferia con las chicas. La masculinidad hegemónica los castiga», apunta la doctora Carmen Ruiz al respecto.

En el colegio Leónes, un concertado religioso, las chicas no están obligadas a vestir con falda. Es así, asegura su director, desde el primer día que las niñas y niños empezaron a llevar esta indumentaria en los años noventa. «El objetivo último es que vayan cómodos. Imponer una prenda si el alumno o alumna no se siente confortable con ella es un grave error», argumenta. Igual que en el Carlos V, en este centro de León las niñas continúan optando por el uniforme asociado a su rol de género.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/obligatoria-uniforme-femenino-discriminacion-trabajo_0_563094393.html

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