Autor: Antonio Quezada Pavón
América del Sur/Ecuador/14 de julio de 2016/ /Fuente: El Telégrafo
Soy un ambientalista escéptico Antonio Quezada Pavón Y no es porque no creo que el cambio climático es una realidad, sino que hay muchos y más grandes problemas en el mundo. Por ejemplo: hay 800 millones de personas muriendo de hambre; mil millones sin agua potable; dos mil millones sin saneamiento; muchos millones muriendo de sida y VIH; y por supuesto dos mil millones que estarán afectados por el cambio climático. En un mundo ideal los solucionaríamos a todos, pero no lo hacemos, por lo cual debemos preguntarnos: ¿Cuáles deberíamos solucionar primero? He identificado como diez desafíos más grandes del mundo: cambio climático, enfermedades contagiosas, conflictos, educación, inestabilidad financiera, gobernabilidad y corrupción, malnutrición y hambruna, migración poblacional, saneamiento y agua, subsidios y barreras comerciales. Son de una manera u otra los problemas globales más agobiantes. Entonces, ¿por dónde debemos empezar? Y siendo seres humanos muy limitados, el problema está en la forma de priorizar los problemas y las soluciones. Pero hemos visto la ineficiencia de Kioto para arreglar el cambio climático, así como los hospitales de vanguardia y mosquiteros para las enfermedades transmisibles, y son casi inútiles los Cascos Azules de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. Y cómo no ser escéptico si al revisar los temas del Consenso de Copenhague, donde los 30 mejores economistas del mundo escribieron acerca de cada uno de estos grandes desafíos y los proyectos que se han encarado para saber: ¿Qué podemos hacer? ¿Cuál sería su costo? ¿Y cuál sería el beneficio de esto? (Y son economistas y no especialistas en cada tema, pues los economistas saben priorizar.) Su trabajo fue hacer una lista en donde clasificaron los proyectos malos (que tienen un muy bajo o negativo índice costo/beneficio), los proyectos justos, los proyectos buenos y los que realmente deberíamos empezar a hacer que son los proyectos muy buenos. Los tres peores proyectos son los que se refieren al cambio climático. Y es que, siendo un problema tan grande, Kioto es totalmente infructuoso; su propuesta de invertir 150 mil millones de dólares al año (tres veces lo que se da en ayuda al tercer mundo para su desarrollo) solamente postergaría seis años los efectos del calentamiento global en 2100, lo cual significa que nos inundaríamos en Guayaquil en 2106, que es algo bueno, pero de cualquier manera desapareceríamos. Por otro lado, el cálculo de las Naciones Unidas es que con 75 mil millones de dólares al año (la mitad de lo estimado por Kioto) podríamos resolver todos los grandes problemas básicos del mundo. Entregar agua potable, saneamiento, atención básica sanitaria y educación para cada ser humano del planeta. La comparación de las dos propuestas de inversión en proyectos es la causa de mi creciente incredulidad en gastar tanta plata en el tema ambientalista para tan escaso beneficio. Es necesario con sostenibilidad mirar la prioridad de nuestras decisiones globales para hacer que este mundo sea más vivible. Por ejemplo, la malnutrición se puede arreglar en mucho con 12 mil millones al año proporcionando micronutrientes: hierro, zinc, yodo y vitamina A. Y con 27 mil millones de dólares durante los próximos ocho años se evitarían 28 millones de nuevos casos de VIH/sida con tratamiento y prevención. Estos son dos muy buenos proyectos que deberían ser llevados a cabo ya. (O)
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