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La reapertura de las escuelas, un debate público

Por: Maestra Erica Franco Lavín

    Las declaraciones en torno a la reapertura de escuelas se ha vuelto parte del debate público. Los 8 meses de confinamiento que iniciaron desde el mes de marzo con el cierre total de las escuelas en todos los niveles educativos, representó una de las medidas más importantes para evitar el contagio del COVID-19. Esta acción se convirtió en un parteaguas en el sistema educativo: no existe antecedente de un cierre masivo de escuelas en nuestro país, pues la emergencia de salud no dejó otras opciones y se tuvo que improvisar, adaptar, reorganizar, romper paradigmas y avanzar con los recursos que se tenían a la mano para continuar con la labor educativa a distancia.

    Las estrategias diseñadas desde la Secretaría de educación a lo largo de estos meses se basaron en el desarrollo gradual de la pandemia, tomando como referente el semáforo epidemiológico que el sistema de salud estableció como parámetro para regular la dinámica social, económica y educativa; con base a esto se informó que sería hasta que el semáforo estuviera en verde cuando se regresaría a clases de manera presencial.

    Hoy son tres estados que han pasado a esta categoría, Campeche, Chiapas y Veracruz, sin embargo las declaraciones de las autoridades estatales de estas entidades han sido prudentes, considerando que una decisión sobre este tema no puede darse de  manera simplista y apresurada, no puede basarse solo a partir de su pase a semáforo verde, aunque por el  contrario, otros  estados como Jalisco se aventuran a declarar que es muy probable un regreso paulatino a las escuelas a partir del 25 de enero, a pesar de que su estado se encuentra en semáforo naranja considerado de alto riesgo en cuanto a contagios.

     El regreso a clases presenciales y por ende la reapertura de escuelas da pie a un debate público, generando voces de encuentro y desencuentro. El tema se vuelve polémico y desde diversas aristas se analizan los pros y contras; a partir del contexto de cada alumno, docentes y padres de familia se generan dudas e inquietudes, mientras que las autoridades educativas estatales y federales emiten declaraciones diversas y ambiguas que llegan a reflejar una falta de coordinación.

     El punto medular sobre el regreso a clases presenciales y la reapertura de las escuelas no tendría que girar en torno a una fecha, sino a las condiciones mínimas que deben existir para dicho regreso: tener claro esto permitiría dar certeza a todos los que integran la  comunidad educativa, despejaría dudas e incertidumbres, se generaría la confianza para dar ese paso, algo que hoy no existe, pues el rezago en que se encuentran la mayoría de los planteles en cuanto a su infraestructura solo aumenta el temor entre docentes y directivos, pues se sabe que no se tienen las condiciones necesarias para poder abrirlas, pero sobre  todo porque las autoridades educativas y gubernamentales no han diseñado un proyecto integral donde explícitamente se aborden las acciones previas a la reapertura y en  sus declaraciones ante los medios tampoco asumen compromisos para destinar mayores recursos o financiamiento.

    Las 9 acciones emitidas por la SEP en el mes de mayo contemplaban en términos generales la formación de comités participativos de salud escolar, el uso de cubrebocas, sana distancia, uso de espacios abiertos, acceso a agua y jabón y modalidad de clases alternada por apellidos. Pero  hoy sabemos que  esto no será suficiente, porque el impacto de la pandemia requiere acciones mayores y, ante esto, resulta preocupante que durante todos estos meses de confinamiento no se ha programado ni operado un diagnóstico sobre las condiciones en que se encuentran actualmente los planteles escolares. Se tuvieron 8 meses para poder establecer un proyecto amplio que permitiera realizar una investigación profunda para conocer  las inquietudes y las necesidades que existen en las escuelas y así, de manera conjunta  emprender acciones de largo alcance para subsanar estas carencias.

    La planeación para la reapertura de las escuelas debe contemplar la orientación y capacitación a docentes, estudiantes y padres de familia por personas profesionales del sector salud, el acompañamiento debe ser permanente, se debe considerar  la  existencia de  personal suficiente para poder llevar a cabo las clases  presenciales de manera segura, sin que se dé una sobrecarga de actividades y nuevas responsabilidades a los docentes. Una prioridad debe ser también la dotación de insumos y el equipamiento requerido para la protección de los estudiantes y profesores, algo que las autoridades tienen la obligación de garantizar.

             La fase operativa para retornar  a las escuelas será la más compleja, tendrá que ser a partir de programas pilotos, las escuelas tendrán que ser monitoreadas constantemente, rediseñando y corrigiendo las acciones que no reflejen resultados favorables; los protocolos establecidos deben ser ejecutados con responsabilidad y seriedad, ya que muchas veces suelen terminar en simples documentos cuyo único valor radica en haber sido anunciados con bombo y platillo en una conferencia de prensa pero terminan siendo normatividad de escritorio y carga burocrática.

      El análisis en torno al regreso a clases presenciales es por demás extenso, no puede reducirse a una fecha y mucho menos a un discurso unilateral y de imposición: está en riesgo la salud de millones de estudiantes y docentes, por lo que será una labor titánica diseñar un proyecto para la reapertura de las escuelas con la pandemia aún latente. El camino para el regreso a clases presenciales se divisa largo, con muchos obstáculos y no podemos transitarlo rápidamente como algunos lo proclaman.

      El consenso entre los que integran la comunidad educativa será un punto de partida  imprescindible. Son ellos los que estarán en las escuelas y no puede tomarse una decisión sin considerarlos. Resolver el rezago y abandono en infraestructura que por décadas han tenido las escuelas en tan corto tiempo es un gran reto, sin embargo, los problemas se vuelven  oportunidades, sobre todo para las autoridades quienes tienen la posibilidad de transformar nuestros centros educativos en espacios verdaderamente dignos, seguros y aptos para cuando tengamos que retornar a las aulas.

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Francia: “Pasé de dar 10.000 pasos al día a 8″: los efectos de la pandemia en la salud mental de los jóvenes

Un informe del Observatorio francés de la vida estudiantil (OVE) evidenció que la mitad de los estudiantes universitarios sufrieron de soledad o aislamiento durante el confinamiento por el coronavirus, además, el 31 por ciento de ellos presentó trastornos psicológicos.


“Hola, aquí Nightline, te escucho”. Los teléfonos de esta línea gratuita de atención para estudiantes en París no paran de sonar desde marzo. Depresión, ansiedad, problemas para conciliar el sueño… La pandemia ha dejado una enorme huella psicológica en los jóvenes.


Todas las noches, entre las 21H30 y las 02H00, esta asociación gestionada por estudiantes recibe decenas de llamadas de otros con síntomas de ansiedad o cuadros depresivos debido al confinamiento.

“¿Cuándo comenzaste a sentirte así?”, pregunta uno de los 60 voluntarios de Nightline que, después de haber seguido una formación, se turnan en los teléfonos. Del otro lado de la línea, jóvenes de entre 18 a 24 años buscan un oído amigo para desahogarse.

Los voluntarios no dan consejos directos, sino que se limitan a prestar una escucha empática, compasiva y libre de juicios.

“A veces es más fácil desahogarse con alguien con el que no tienen una relación jerárquica, como un psicólogo, alguien como ellos que puede entender lo que están viviendo”, explica a la AFP Daphne Argyrou, que trabaja en Nightline desde hace dos años.

1 de cada 3 jóvenes tiene trastornos psicológicos

Por motivos de confidencialidad, los voluntarios no pueden revelar los detalles de las conversaciones, pero señalan entre los síntomas más recurrentes problemas de ansiedad, tristeza, aislamiento, bajo estado de ánimo, insomnio y la aparición de trastornos como la depresión.

“Encontramos las temáticas habituales, como los problemas de soledad o de incertidumbre sobre el futuro, pero agravados por el confinamiento”, explica a la AFP Florian Tirana, presidente de Nightline Francia.

“Recibimos también muchas llamadas de estudiantes extranjeros, que tienen problemáticas particulares… No es fácil estar confinado en un país que no es el suyo, cuya lengua no dominan, con otros códigos culturales”, añade.

La asociación, creada en 2016, notó una explosión en el número de llamadas a partir del día en el que se decretó el primer confinamiento en Francia el 17 de marzo. “Entre 40 y 50 personas buscan contactarnos cada noche por teléfono o chat, es el doble que el año pasado”, afirma Tirana.

Y los teléfonos suenan aún más desde que se decretó un segundo confinamiento hace quince días para frenar el avance del nuevo coronavirus, que ya se ha cobrado la vida de casi 47.000 personas en Francia.

Según una encuesta nacional realizada por el Observatorio francés de la vida estudiantil (OVE), la mitad de los estudiantes sufrieron de soledad o aislamiento durante el primer confinamiento. Y 31% de ellos presentaron trastornos psicológicos.

Los estudiantes extranjeros y aquellos con dificultades financieras son los más afectados.

“De 10.000 pasos al día a 8”

Muchos estudiantes buscan también ayuda de profesionales. “En tiempo normal el sistema está ya atestado, pero ahora mismo está completamente saturado”, afirma la psiquiatra Dominique Montchablon, jefa de departamento de la Fundación de Salud Estudiantil de Francia.

Inés, una estudiante en arquitectura sin antecedentes de trastornos psicológicos, comenzó a consultar a una psiquiatra tras una primera crisis de pánico. “Fue ella quien me hizo caer en la cuenta de que sufría una depresión, todo el mundo se había dado cuenta, excepto yo”, cuenta esta joven de 24 años.

“Mis días son mucho menos activos que de costumbre. Antes hacía mucho deporte, salía de fiesta. Ahora no duermo bien y me siento física y mentalmente exhausta, pese a que no hago gran cosa… Antes daba 10.000 pasos al día, hoy estoy en ocho”, cuenta, mostrando su teléfono.

Para ella, el “sentimiento de aislamiento” es aún más fuerte durante este segundo confinamiento. “Hay días en los que no estoy nada bien, el primer confinamiento nos decían que era ‘excepcional’, el segundo es demasiado… lo único que espero es saber si podré pasar Navidad con mi familia”, suspira.

Para Dominique Montchablon, cuando se presentan estos síntomas es importante actuar rápidamente. “Hay una continuidad entre el bienestar, el equilibrio psicológico durante los estudios y el bienestar posterior, cuando uno se enfrenta de nuevo a una acumulación de factores de estrés”, afirma.

Y advierte: “Esas vulnerabilidades que se revelan durante la vida universitaria se reactivarán durante la vida laboral, es el tema del estrés y del burn-out”.

AFP

Fuente e  imagen:  https://www.semana.com/educacion/articulo/pase-de-dar-10000-pasos-al-dia-a-8-los-efectos-de-la-pandemia-en-la-salud-mental-de-los-jovenes/202009/

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Coronavirus hoy: Nueva York vuelve a cerrar escuelas por avance del virus

Italia sumó 753 fallecidos por COVID-19 en las últimas 24 horas, el peor dato desde el 3 de abril. España autorizó el inicio de la última fase del ensayo clínico de una vacuna del grupo estadounidense Johnson & Johnson.

 Vacunar a 20% de Latinoamérica costará más de 2.000 millones de dólares, advierte la OPS

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) dijo este miércoles que vacunar a 20% de la población en Latinoamérica y el Caribe contra el nuevo coronavirus costará más de 2.000 millones de dólares.

Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS, oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), citó en rueda de prensa estimaciones del Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas, también llamado COVAX, creado para garantizar que las inmunizaciones lleguen de forma equitativa a todos los países.

«Sabemos que distribuir una vacuna será desafiante y costoso. De hecho, las últimas proyecciones de la iniciativa COVAX para América Latina y el Caribe estiman que vacunar a 20% de la población costará más de 2.000 millones de dólares», dijo.

21:09 | Más de 400 nuevas muertes en Francia

Francia registró 427 nuevas muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas, hasta un total de 46.698 fallecidos, aunque la cifra de enfermos en cuidados intensivos descendió por segundo día consecutivo.

Las cifras oficiales divulgadas este miércoles (18.11.2020) muestran una ligera mejora de la pandemia en varios parámetros, aunque sí bajó apreciablemente el número de nuevos casos: 28.383 este miércoles frente a los 45.552 notificados el martes. El total de contagios asciende a 2.115.492.

20:40 | Nueva York vuelve a cerrar escuelas por avance del virus

El alcalde de Nueva York anunció este miércoles que las escuelas públicas de la ciudad, a las cuales asisten 1,1 millones de niños y jóvenes, volverán a cerrar sus puertas a partir de este jueves debido al repunte del coronavirus.

«La ciudad de Nueva York alcanzó el umbral de un promedio de 3% de tests positivos durante siete días. Desafortunadamente, esto significa que los edificios de las escuelas públicas estarán cerrados desde mañana jueves 19 de noviembre por precaución», dijo el alcalde Bill de Blasio en su cuenta de Twitter.

«Debemos luchar contra la segunda ola de COVID-19», añadió.

20:23 | Brasil inspeccionará en China dos fábricas de vacunas contra COVID-19

Del 30 de noviembre al 4 de diciembre, cinco inspectores de Anvisa -ya realizando cuarentena en China- visitarán la planta de Sinovac en Pekín, la cual desarrolla el insumo biológico que usará en la vacuna Coronavac, a fabricarse junto al Instituto Butantan de Sao Paulo, detalló la agencia brasileña de salud, Anvisa.

El mismo equipo inspeccionará del 7 al 12 de diciembre la planta de Wuxi Biological, a 130 km de Shanghái, donde se fabricará el vector viral que será importado a Brasil para la vacuna del laboratorio AstraZeneca y la universidad de Oxford, que transferirán tecnología al instituto Fiocruz.

«El objetivo principal de la inspección es verificar si una instalación productiva cumple los reglamentos» de Anvisa de «buenas prácticas de fabricación», dijo este miércoles Ronaldo Gomes, gerente de Anvisa para inspecciones y controles sanitarios.

19:52 | Más de 42.000 muertes en España

España notificó este miércoles 15.318 nuevos casos de coronavirus,  7.090 en las últimas 24 horas, mientras que los fallecimientos aumentaron en 351 respecto a los datos de ayer, con lo que se acumulan seis días de descensos, apuntó el Ministerio de Sanidad.

Con estos datos, el total de casos confirmados con pruebas diagnósticas se elevan a 1.525.341 desde el comienzo de la pandemia y los fallecidos ascienden a un total de 42.039.

España ha mostrado mejorías en los últimos días en lo que respecta al control de la segunda ola del virus en el paísEspaña ha mostrado mejorías en los últimos días en lo que respecta al control de la segunda ola del virus en el país

19:12 | Selección uruguaya de fútbol registra siete casos nuevos

La selección uruguaya registró siete casos nuevos en su delegación, que se suman a los cuatro registrados días antes, entre ellos su goleador Luis Suárez, informó este miércoles la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

Los jugadores Alexis Rolín y Diego Rossi, además de cinco funcionarios, entre los que se cuenta el médico de la selección, Alberto Pan, dieron positivo en los hisopados realizados tras el partido del martes contra Brasil por las eliminatorias mundialistas sudamericanas.

18:09 | Más de 750 muertos en Italia en un día, el peor dato desde abril

Italia sumó 753 fallecidos por COVID-19 en las últimas 24 horas, el peor dato desde el 3 de abril y algo superior al del martes, informó el Ministerio de Salud este miércoles.

De esta manera, se eleva a 47.217 el número total de muertos en el país desde febrero, cuando comenzó la emergencia a escala nacional.

Italia es el sexto país con más casos de coronavirus en el mundo, según la Universidad Johns HopkinsItalia es el sexto país con más casos de coronavirus en el mundo, según la Universidad Johns Hopkins

16:26 | España autoriza última fase de ensayo de vacuna de Johnson & Johnson

España autorizó este miércoles el inicio de la última fase del ensayo clínico de una vacuna en dos dosis contra COVID-19 del grupo estadounidense Johnson & Johnson, que también se llevará a cabo en otros ocho países.

La fase 3 del ensayo, la última antes de la homologación por las autoridades de salud, se desarrollará en nueve hospitales españoles y se aplicará a voluntarios, tanto en personas con patologías previas de riesgo como en personas sanas, señaló la agencia española del medicamento.

Se reclutarán hasta 30.000 voluntarios para esta fase en España, Reino Unido, Bélgica, Colombia, Francia, Alemania, Sudáfrica, Estados Unidos y Filipinas.

16:06 | Portugal registra máximo de hospitalizados

Portugal sumó en el último día 5.891 contagiados, mientras que el número de hospitalizados alcanzó las 3.051 personas (23 más que ayer), un máximo de la pandemia.

Durante el último día, fallecieron 79 personas, por lo que el número de muertos desde que comenzó la pandemia es de 3.632.

Desde marzo ya se han contagiado 236.015 personas en Portugal.

15:59 | Pandemia retrocede en zonas de Chile

Chile registró este miércoles 945 nuevos casos y 14 fallecidos por COVID-19, lo que eleva el balance total desde inicios de marzo a 534.558 contagios y 14.897 muertos y mantiene al país como uno de los 20 más afectados del mundo.

La pandemia del coronavirus sigue retrocediendo en la zona central de Chile, especialmente en la capital, donde se ha retomado cierta normalidad, aunque aún preocupan algunas zonas del norte y sur, que permanecen con restricciones de movimiento.

A partir del próximo lunes y tras ocho meses sin recibir turistas, Chile permitirá la entrada de extranjeros de cualquier nacionalidad, una medida muy esperada por el afectado sector turístico y hotelero, que ha registrado pérdidas económicas millonarias.

El virus sigue retrocediendo en la zona central de Chile, especialmente en la capital, donde se ha retomado cierta normalidad, aunque aún preocupan algunas zonas del norte y surEl virus sigue retrocediendo en la zona central de Chile, especialmente en la capital, donde se ha retomado cierta normalidad, aunque aún preocupan algunas zonas del norte y sur

15:25 | Suecia registra 96 muertos por COVID-19, la mayor cifra diaria desde junio

Suecia registró 96 muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas, la mayor cifra de fallecimientos diarios en más de tres meses, según los datos publicados este miércoles por la Agencia de Salud Pública sueca.

La cifra total de muertes asciende a 6.321, mientras que el número de contagiados se ubica en 196.446, tras aumentar en 4.007 el último día.

15:20 | Francia contempla una salida progresiva del confinamiento antes de navidad

Frente a una ligera mejora en el frente epidemiológico, el gobierno francés se reúne este miércoles para preparar la salida del segundo confinamiento de aquí a navidad, pero advirtió que la relajación de las medidas será progresiva.

El presidente Emmanuel Macron convocó para este miércoles un nuevo Consejo de Defensa y de Seguridad Nacional (CDSN) en el que se discutirá la mejor manera de flexibilizar el confinamiento, sin reactivar la circulación del virus.

Fuente: https://www.dw.com/es/coronavirus-hoy-nueva-york-vuelve-a-cerrar-escuelas-por-avance-del-virus/a-55652181

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Carlos Skliar: «Las escuelas son lugares, tiempos y formas que no debieran parecerse a ningún otro»

Por: Pablo Gutiérrez de Álamo

El pensador, pedagogo e investigador argentino, Carlos Skliar, define la escuela como un lugar, un tiempo y unas formas «de hacer cosas juntos» que no debieran parecerse a ningún otro sistema, en perpetuo movimiento por no ser algo acabado. Lugares, tiempos y formas de hacer que son, también y necesariamente, «públicos multiples y colectivos».

La pandemia y el confinamiento ha golpeado a todo el mundo. Está suponiendo importantes crisis en muchos sistemas como el sanitario y el económico. Y desde luego, la escuela no se ha librado de este duro golpe. Durante estos meses, siete ya, para Carlos Skliar ha sido un momento para conversar y pensar, junto a otros colectivos (docentes, familias, alumnado, artistas, pensadores…) qué es la escuela, qué es «hacer escuelas».

Invitado por Arquitectos sin Fronteras-Galicia, participó en una conferencia en la tarde de ayer, por videoconferencia, bajo el título «Entre Paradigmas: espacios y tiempos para la vida y la educación» en la que intentó explicar su forma de entender la escuela y el oficio de maestras y maestros.

Desde su punto de vistas, las escuelas son «lugares, tiempos y formas de hacer que no debieran parecerse a ningún otro lugar, tiempo y forma» que pueda pensarse. Lugares, tiempos y formas, en continuo movimiento y que, necesariamente, han de ser públicos, múltiples y colectivos.

Para Carlos Skliar estos son los atributos generales de los sistemas educativos. Pero dichos atributos deben ser teñidos, es decir, llevan aparejados una serie de «condimentos» relativos a las «formas de definir el por qué de lo educativo, de lo formativo en esos lugares tiempos y formas».

El primero de ellos sería el principio de igualdad. Pero no la igualdad como un fin al que hay que llegar a través de la educación («¿Por qué en la formulaciones más técnicas, jurídicas de la educación aparece la igualdad como destino, conclusión de proyecto?»). Para Skliar la igualdad es una «atmósfera que permita a cualquiera, quien quiera que sea, crear la imagen de un comienzo». Es decir, generar las oportunidades para que supere «la dificultad de un comienzo común» marcado por las diferencias de edad, de condición de nacimiento, la pobreza, el hambre.

Para el pensador argentino, lo habitual es el intento de «limar las desigualdades hasta llegar a la igualdad» pero «algunos pensamos que si la igualdad solo aparece como promesa final nunca se alcanzará». Y esta «condicion de igualdad de entrada» ha de ser asegurada por los docentes. Se trataría de que los educadores consigan que «cualquiera tenga la sensación de poder participar en igualdad de condiciones al interior de es tiempo, lugar y forma» de hacer.

Si los proyectos educativos no parten de esa igualdad de inicio como fundamento del propio proyecto, este «cae en una trampa de replicar el tejido social existente en otro tiempo, lugar y hacer». En este punto, Skliar establece que hay que hacerse la pregunta de si la escuela debe replicar el tejido social que se desarrolla fuera de ella o si bien «hacer escuela significa hacer otros tejidos sociales». Para él es «la gran pregunta» que obliga a las y los docentes a preguntarse si deben replicar el mundo adulto, marcado por el homo economicus y el sistema neocapitalista.

El gesto de enseñar es igualitario pero produce efectos singulares en cada quien

Una vez establecida la igualdad como condición de inicio de la acción educativa, «sigue el salir al mundo», es decir, «soltar el mundo que te ha tocado, de la familia, para salir al mundo de lo múltiple y lo colectivo, de la diferencia».

Este salir al mundo tiene que ver con encontrar aquellas cosas que le apasionan a uno del mundo, pasiones individuales y colectivas. Un aprender qué es aquello de que debemos cuidar del mundo al tiempo, según hemos aprendido durante estos últimos tiempos, un aprender a cuidarnos de ese mismo mundo también.

Y este salir al mundo que se hace desde la escuela, más allá de la igualdad inicial de posibilidad, tiene sus efectos singulares. «El gesto de enseñar es igualitario, resume el pensador, pero produce efectos singulares en cada quien» que, además, prosigue, «necesita su tiempo lugar y forma para expresarse, para darse cuenta». «Leemos juntos, pensamos, jugamos, paseamos juntos, escribimos juntos, pero los aprendizajes son siempre singulares».

Para Carlos Skliar, el hecho de que los efectos de la enseñanza sean singulares, individuales y diferentes en cada persona, supone el «desmoronamiento de una idea de sistema que pretende regular en un tiempo y forma lo que se enseña y se aprende» porque, además de singulares, los efectos de la enseñanza son diferidos.

Hacer escuela, para Skliar, además de la condición de igualdad inicial y el salir al mundo también tiene que ver con la obligación de preservar la infancia. Es decir, la escuela ha de ser un tiempo libre, «que no quiere decir sin contenido, vaciado, sino liberado de la ocupación de la vida adulta», del mundo del trabajo. «La escuela es resguardarse de este tiempo y forma» de hacer del mundo adulto en un ejercicio de «profanación» de la idea de normalidad. «La escuela debería profanar lo sagrado de una cultura determinada».

Este profanar la normalidad lo relaciona Skliar con la ética, «es una cuestión de responsabilidad», que lleve a las «respuestas justas» que se salgan de «mandamientos generalizados» que siempre entrarán en conflicto con las necesidades singulares de cada cual.

Y para que esto sea posible, para él y tomando las palabra de Hanna Arendt, hay que introducir el concepto de amor «desinteresado, gratuito, contra la mercancía, amor a una materia de estudio, que se apasiona por algo». «El amor educativo al mundo para que no se extinga y a los demás, para que no queden a su suerte».

¿Y la pandemia?

Toda esta definición de lo que supone o debe suponer el «hacer escuela» se chocó violentamente con la aparición de la pandemia y el confinamiento de la población y el cierre de las escuelas en gran cantidad de países del mundo. «Si algo no se sostuvo fue la escuela como forma de hacer, tiempo y lugar», aseguró Skliar.

Al inicio de la pandemia se produjo ‘la desmesura en la acción pedagógica’ y la ‘ilusión de continuidad’

Desde su punto de vista, al principio de la pandemia ocurrieron dos cosas: por una parte, «la desmesura en la acción pedagógica» y, por otra, «la ilusión de continuidad» necesaria desde el punto de vista de la gestión del sistema educativo pero «impracticable desde la posición subjetiva».

Al mismo tiempo, la pandemia ha producido una suerte de amnesia sobre «qué éramos antes, sobre si las vidas tenían entonces sentido virtuoso y el virus ha destruido un paraíso terrenal». «No está mal preguntarse dando pasos atrás», aseguró, para enumerar algunos de los elementos sobre los que la pandemia ha generado esta especie de amnesia: «Aquella humanidad económica anterior, autodestructiva y que afectaba a la formación: aceleración del tiempo, autoaprendizaje competitivo, reinado del cerebro, demandas ambiguas al sujeto, transformación del mundo en mercado, de la vida en ganarse la vida, separación y la pérdida de la infancia».

Para Skliar, antes de la llegada del virus lo importante era el conocimiento utilitario, lucrativo. Una tensión, definía, «entre la experiencia liberadora de la educación y le exigencia de rendimiento».

Cuatro o cinco ideas quedaron patentes en el momento del surgimiento del virus y Skliar reflexionó sobre ellas. Por un lado la de la continuidad, fundamentada en la elaboración de tareas, el ejercicio de dichas tareas y su evaluación, finalmente. Para el pedagogo, hacer escuela quedó supeditado a esta trilogía. La continuidad ha supuesto, en definitiva, «que no hemos perdido el tiempo, les hemos tenido ocupados».

Frente a esto, se encuentra el hecho de que en este tiempo entraron en a la escuela elementos como el arte, la filosofía o la literatura, con acciones más discontinuas que permitieron a la comunidad educativa estar junta, a pesar de la separación impuesta por el confinamiento.

La escuela no es solo hacer la tarea, sino estar con otros

En paralelo a esta idea de continuidad, Skliar ve que ha habido una interrupción que ha demostrado que «las escuelas no pueden hacerse en cualquier tiempo, lugar o forma». No se puede hacer cualquier cosa, ni hacerse 24/7 «como el tiempo laboral». Y esto lo han vivido las y los niños que se han dado cuenta también que «la escuela no es solo hacer la tarea, sino estar con otros».

Y ahora, lo que queda es conversar sobre lo extraño que es todo en este momento. Conversar con educadores, familias, artistas, filósofos… dice Skliar, porque si no conversamos sobre «lo extraño es posible que deseemos volver a la normalidad anterior, a la que ya tildé de autodestructiva, a la normalidad que ha perdido a su infancia».

Es necesario hablar de lo «extraño y de lo que se extrañó (en este tiempo). Estas son las dos claves, aunque parezcan insuficientes, para reinventar el sistema».

Con dos frases de un niño y una niña terminó Carlos Skliar su intervención en un intento de reflexionar sobre aquello que se perdió durante el tiempo de confinamiento. La primera: «Sí, durante este tiempo aprendí a sumar… y a extrañar» y, la segunda: «Quiero la escuela en la escuela».

Fuente e imagen:  https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/23/carlos-skliar-las-escuelas-son-lugares-tiempos-y-formas-que-no-debieran-parecerse-a-ningun-otro/

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Creer en tiempos de pandemia

Por: Leonardo Boff

Simone Weil, la judía francesa que se convirtió al cristianismo pero no quiso bautizarse en solidaridad con sus hermanos y hermanas judíos, condenados a las cámaras de gas, nos da una pista de comprensión: “Si quieres saber si alguien cree en Dios, no mires como habla de Dios sino como habla del mundo”.

La humanidad, bajo el ataque del coronavirus, está experimentando mucho sufrimiento. La invasión de ese virus, que se ha llevado ya a más de un millón de personas, suscita toda una gama de interrogaciones: ¿qué significa el hecho de haber afectado solamente a los seres humanos y haber excluido a nuestros animales de compañía, como perros, gatos y otros? Estar en aislamiento social, no poder abrazar ni besar a las personas queridas y no poder reunirse amigablemente produce padecimientos de todo tipo y hasta revueltas.

En este contexto hay personas, incluso sin ninguna vinculación religiosa, que acogen un Sentido mayor de la vida y del mundo, luchan por la justicia, por el derecho y por una mejoría mínima de nuestra sociedad, y hasta las que creen en Dios se preguntan: ¿cuál es el sentido de este abatimiento planetario? Se ha producido un apagón. Gente de fe puede incluso no creer más en Dios. Otros, entre tanto, encuentran en la fe un soporte existencial que vuelve menos pesada esta situación de confinamiento y de ausencia de los otros a su alrededor. Y trata de sacar lecciones de vida.

Vamos a reflexionar sobre la fe en su sentido más corriente, antes de cualquier confesión religiosa o de doctrinas y de dogmas, la fe en su densidad humana.

Hay un dato existencial previo a la aparición de la fe: la bondad fundamental de la vida. Por muy contradictoria que sea la realidad, por muy absurdo que sea el ataque de la Madre Tierra a la humanidad a través del Covid-19, estamos convencidos de que vale más la pena vivir que morir. Doy un ejemplo tomado de la vida cotidiana: un niño se despierta en la noche, sobresaltado por una pesadilla o por la oscuridad. Grita llamando a su madre. Ésta en un gesto de magna mater, lo toma en sus brazos y le susurra suavemente: querido, todo está bien, mamá está aquí, no tengas miedo. Y el niño, entre sollozos, recupera la confianza y poco después se adormece de nuevo.

En el mundo no todo está bien. Pero admitámoslo: la madre no le está mintiendo al niño. A pesar de todas las contradicciones, predomina la confianza en que un orden mayor subyace y prevalece sobre la realidad. Evita que predomine el absurdo. Trae paz al niño y serenidad a la madre.

Creer es decir  “sí y amén” a la realidad. El filósofo L. Wittgestein podía decir en su Tractatus Logico-Philosophicus (n.7): “Creer es afirmar que la vida tiene sentido”. Este es el significado original y bíblico de la fe -he’emin o amén- que equivale a estar seguro y confiado. De esto se deriva Amén: “así es”. Tener fe es estar seguro del significado de la vida. Este es un hecho antropológico básico: ni siquiera pensamos en ello, porque siempre estamos dentro de él, pues inconscientemente admitimos que vale la pena vivir y realizar un propósito.

Creer, según palabras de Pascal, es una apuesta de que la luz vence a las tinieblas, de que la muerte no puede aprisionar el sentido de la vida y de que, en el fondo, en todo debe haber algún sentido secreto y que, por lo tanto, vale la pena seguir en este mundo. Creer no resuelve todos los problemas. Como dijo el Papa Benedicto XVI en su incompleta encíclica Lumen Fidei: la fe no es una luz que disipe todas nuestras tinieblas, sino una lámpara que guía nuestros pasos y esto basta para el camino.

Hay muchos que se confiesan agnósticos y ateos pero afirman el sentido de la vida, se comprometen con la necesaria justicia social y ven en el amor, la solidaridad y la compasión los mayores bienes del ser humano. Los que no viven tales valores están lejos de Dios, aunque lo tengan con frecuencia en sus labios.

El obispo pastor, poeta y profeta Dom Pedro Casaldáliga, recientemente fallecido, expresó en pequeños versos dónde está Dios: en la paz, en la justicia y en el amor. Se refería indirectamente a los que amenazaban y mataban a campesinos e indígenas y se confesaban cristianos y católicos.

         “Donde tú dices ley

        Yo digo Dios.

        Donde tú dices paz, justicia, amor

        Yo digo Dios.

        Yo digo libertad, justicia y amor”

         Escondido tras estos valores, paz, justicia y amor, está Dios. Ellos son su verdadero nombre.

Simone Weil, la judía francesa que se convirtió al cristianismo pero no quiso bautizarse en solidaridad con sus hermanos y hermanas judíos, condenados a las cámaras de gas, nos da una pista de comprensión: “Si quieres saber si alguien cree en Dios, no mires como habla de Dios sino como habla del mundo”. Si habla en forma de amor, justicia y libertad, está hablando de Dios. Quien vive tales valores se sumerge en esa Realidad que llamamos Dios y expresa una fe en Dios.

La fe entendida de esta manera impone límites e incluso condena toda indiferencia hacia los sufrientes, familiares y amigos de las víctimas de Covid-19. Uno puede proclamar “Dios por encima de todo” pero si no tiene compasión y solidaridad hacia todos aquellos este Dios es un ídolo y está lejos del Dios vivo y verdadero, atestiguado por las Escrituras judeocristianas.

Creer es aceptar que hay otro lado de la realidad que no vemos pero que acogemos como parte de nosotros y nos acompaña en las tareas cotidianas. Creer es afirmar que lo Invisible es parte de lo visible. Intuimos su presencia y en él vivimos y somos.

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y ha escrito entre otros libros: “Covid-19: la Madre Tierra contra-ataca a la humanidad”, Vozes 2020 y “Experimentar a Dios hoy”, Sal Terrae 2013.

Traducción de María José Gavito Milano

Fuente: https://acento.com.do/opinion/creer-en-tiempos-de-pandemia-8871887.html

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Cuando enseñamos y aprendimos en casa

Por: Juan Carlos Yáñez

  • Bajo ese título, se ha editado un libro que pretende ser homenaje a los maestros e invitación a la reflexión sobre lo posible y lo deseable, en este larguísimo confinamiento y para las próximas décadas.

El 15 de mayo recibí un correo electrónico del director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se llama Hugo Casanova. Es mexicano y obtuvo su doctorado en Barcelona. Lo conocí como profesor mientras cursaba el doctorado en Pedagogía en la UNAM.

Ese día, conmemorativo de los maestros, me envió el libro sobre educación y pandemia, publicado por el Instituto con las aportaciones de casi todos los investigadores. Dos o tres días después, en el trajín de las tareas universitarias desde casa, abrí el archivo y encontré el texto. Lo descargué y comencé a leerlo con interés. Varios de los autores fueron mis maestros y hoy son amigos; ingrediente para incentivar la lectura.

Me gustó la idea y el formato. Algunos capítulos no tanto, pero el ejercicio me pareció estupendo. La obra, cuyo título es Educación y pandemia. Una visión académica, además, se distribuye de forma gratuita. Mientras pasaba las páginas durante aquella mañana, de pronto paré la lectura con una idea revoloteando en la cabeza. ¿Por qué no?, dije primero. Sí, podríamos hacer algo así en mi estado, Colima (México), sobre lo que sucede en las escuelas de la entidad, la más pequeña de este país enorme. En mi esbozo de proyecto había una gran diferencia. No se escribiría desde los cubículos de una ciudad universitaria, sino desde las aulas y escuelas a donde asisten niños y jóvenes de distintas condiciones sociales, étnicas, geográficas y culturales.

Pretendía un registro variopinto: todos los autores posibles, textos breves, interesantes, escritos por profesores de distintos niveles educativos, procedentes de varios municipios, publicado en un tiempo muy corto, digital, con descarga gratuita. Imaginé el resultado y me entusiasmó.

Tres meses después tuvimos el libro en la pantalla. Se llama Cuando enseñamos y aprendimos en casa. La pandemia en las escuelas de Colima. Lo presentamos en la primera semana de octubre; los enlaces al sitio de descarga en las primeras horas habían rebasado las predicciones más optimistas; la distribución es masiva también por redes sociales y correo electrónico.

La educación es una buena noticia

La publicación de un libro es, casi siempre, buena noticia. Un libro sobre educación es muy buena noticia, pero cuando ese libro sobre temas pedagógicos está escrito por profesores que viven del oficio docente, la noticia es excelente.

En tres meses logramos convocar, escribir, corregir y editar ese libro. Una proeza gracias a un equipo extraordinario: 17 autores trabajando en el registro de sus memorias, unos escribiendo ensayos libres; otros, relatos profundamente personales; algunos, apelando a datos de sus investigaciones. Todos, con el mismo propósito: contarnos su memoria de estos meses en que estamos enseñando y aprendiendo en casa. Unos, desde la docencia a través de las pantallas u otros medios, como la tienda del pequeño pueblo a donde asisten maestra y mamás para recibir y devolver los cuadernos de trabajo de preescolar; otros, desde las tareas de dirección o supervisión, un funcionario primero nivel en el ministerio estatal y una estudiante.

El libro es testimonio, ejercicio de la memoria y para la memoria, re-conocimiento y valoración de las prácticas extraordinarias que desarrollaron los docentes entre abril y junio.

Dicen que elogio en voz propia es vituperio. No elogiaré nuestro libro. Citaré las palabras de la maestra Sylvia Schmelkes, reconocida experta en México y América Latina, cuando le envié el libro. En su respuesta me describió, a su juicio, dos virtudes de la obra: oportunidad y valía por darle voz a los maestros y maestras.

En el libro encontramos muchas lecciones de lo que hicieron los maestros, de sus valoraciones y experiencias. Dos me parecen fundamentales: un buen maestro no garantiza a los niños que aprendan mucho y lo pasen de la forma más grata posible, pero un mal maestro pondrá un muro difícil de sortear para alumnos y madres, sobre todo de los más pequeños y en condiciones sociales adversas.

La segunda lección es que en la tensión entre confianza y control, hijas de dos posturas distintas, las autoridades y responsables de escuelas deben trabajar codo a codo, pantalla a pantalla con los maestros y tomar acuerdos; que debe escucharse más a los profesores y confiar en ellos, con libertades razonables y compromisos mutuos; porque nadie está más cerca de sus estudiantes que la escuela y los maestros. Son ellos la esperanza de, con sus defectos y virtudes, hacer posible el aprendizaje escolar en casa.

El libro Cuando enseñamos y aprendimos en casa es un homenaje a los maestros y una invitación a la reflexión sobre lo posible y lo deseable, en este larguísimo confinamiento y para las próximas décadas.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/14/cuando-ensenamos-y-aprendimos-en-casa/

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Entrevista a Francesco Tonucci: «Hablamos mucho de los niños, pero muy poco con los niños»

  • El maestro, pedagogo e investigador italiano cree que la escuela necesita «un cambio radical», ahora más que nunca
  • Se habla día tras día de los niños, de cómo han vivido el confinamiento, de cuáles son las consecuencias que estos meses tendrán en su aprendizaje o de cuánto necesitan volver a las aulas, pero, ¿por qué nunca se buscan las respuestas en ellos? Esto es lo que no comprende el maestro, pedagogo, investigador y dibujante italiano Francesco Tonucci, también conocido como “Frato”.Si él es una de las voces más respetadas dentro del ámbito educativo a nivel mundial posiblemente no solo sea por su formación, sino también y sobre todo por haber escuchado durante toda su vida lo que los niños tienen que decir respecto a las decisiones que les afectan.En este momento de incertidumbre y tensión por cómo se desarrollará la vuelta al cole en convivencia con el Covid-19, numerosas instituciones o entidades educativas de países como Argentina, Perú o Colombia acuden a Tonucci (Fano, 1940) para conocer cuáles son sus propuestas y tomar nota de algunas ideas que él defendió siempre y que ahora resultan más relevantes que nunca.

    Entre ellas, las que están ligadas de forma directa a la «La Ciudad de los niños», un proyecto que alumbró el italiano en 1991 con el propósito firme de «poner al niño en el lugar que ocupa el adulto trabajador, que se desplaza en automóvil».

    PREGUNTA: ¿Qué ha pasado con los niños en estos meses de pandemia?

    RESPUESTA: Lo primero es que hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños. Los únicos que están fuera de todos los debates son ellos. Es impresionante pesar que hace 30 años todos los países del mundo ratificaron en la Convención de los Derechos del Niño que tienen derecho a expresarse cada vez que se toman decisiones que les afectan y ahora en nada de lo que se está discutiendo sobre ellos se les consulta. Estamos en una situación de ilegalidad. Hay que decirlo así como es.

    Hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños

    Nosotros cuando empezó el desastre, la pandemia, a mitad de marzo, enviamos un mensaje a las «Ciudades de los niños y las niñas» para que los alcaldes convocaran a los consejos de los niños de forma virtual. De ahí y de varias encuestas que hemos promovido en distintos países extraemos tres conclusiones muy claras: que los niños extrañaron a sus amigos, que lo pasaron muy bien con sus padres (como nunca en su vida), y que estaban hartos de los deberes y de las clases virtuales.

    P: ¿La experiencia del confinamiento les puede haber afectado negativamente?

    R: Es cierto que siempre hay situaciones complicadas, pero en la mayoría de los casos que nos llegan vemos que ha sido una buena experiencia para ellos. Yo no creo que tengamos que tener miedo a cómo se recuperen porque no considero que el confinamiento haya sido un trauma, por una razón noble y por otra innoble.

    La noble es que lo pasaron en casa con sus padres y la innoble es que los niños ya estaban encerrados antes. No es que aprendieran a encerrarse en casa a raíz de la pandemia, es que no podían salir antes tampoco porque los niños hace tiempo que perdieron los espacios públicos. Solo pueden salir si están acompañados por sus padres.

    P: Ahora hay padres preocupados por el desfase curricular, por las carencias en su aprendizaje… ¿entiendes este temor?

    R: Es evidente que lo que la escuela enseñó en este tiempo es muy frágil, es un aprendizaje muy débil. El tema es que no era mucho más fuerte antes (…) Hay un porcentaje muy alto de niños que en la escuela se aburren, que no quieren ir. Y esto no es por culpa del virus.

    Pero preguntarse lo que han perdido me parece una forma ridícula. Lo que me gustaría es que se dedicara un tiempo para empezar el nuevo año escolar después de haber analizado lo que los niños han aprendido y lo que han ganado.

    P: ¿Qué han aprendido?

    R: Aprendieron a vivir, a reaccionar frente a un bombardeo de noticias horrorosas que todos los días entraban en su casa, a convivir con lutos, o con la enfermedad. Todo esto tiene que entrar en la escuela. No puede ser que la escuela se ocupe de lo otro. Fíjate, la escuela italiana asumió como lema el de «La escuela no para». Esto es absurdo. Si el mundo ha parado, la escuela tiene que parar, porque no parar lo único que significaba es que se seguía con un programa y que, mientras todo el mundo hablaba de un virus en la calle, igual en clase de ciencia se hablaba de la fotosíntesis.

    Elisa, una niña de 9 años de Lima, dijo en una encuesta que antes no podía entender estas cosas que pasan porque estaba en la escuela.

    Nosotros hicimos una propuesta que se llamaba «La casa como laboratorio». Pensamos que si todo se había parado y el mundo de los niños se había restringido a su casa, lo correcto era pedir a los padres que transformaran las actividades domésticas en las nuevas tareas, que los niños cocinaran con sus padres, lavaran la ropa o plancharan. O que les propusieran revisar fotos para reconstruir su historia personal, que tuvieran un diario secreto, que leyeran juntos en familia una novela media hora por día como si fuera un teatro… Y en muchos países se ha hecho.

    En Argentina, el ministro de Educación me llamó, hablé con él por Skype e hicimos una conferencia pública juntos. La próxima semana presentaremos un cuaderno que preparó el ministerio y que se está repartiendo en las escuelas. Ahí se incluye esta idea y avanzo también otras propuestas sobre la vuelta a las clases.

    P: Estas propuestas nada tienen que ver con ordenadores y tabletas…

    R: Es que la tecnología falló totalmente. Los niños no se encontraron con una didáctica a distancia y está claro que el uso de la tecnología para dar clase no funciona, pero tampoco la asistencia presencial es suficiente porque la clase magistral es una forma muy débil de transmisión de conocimiento. Lo que funciona es el conocimiento que desarrollan los alumnos buscando e investigando, no escuchando a los maestros.

    El uso de la tecnología para dar clase no funciona

    Me habría gustado que la escuela al menos usara las plataformas como instrumento para dialogar con los alumnos, para ayudarlos a entender lo que estaba pasando en el mundo y que expresaran sus sentimientos.

    P: Escuchamos continuamente a padres y políticos decir que los niños necesitan volver ya al colegio. ¿Cómo lo ves tú?

    R: Los niños no necesitan ir la escuela. Es falso, y con esto no quiero rebajar la importancia de la escuela. Si los niños han echado de menos la escuela es porque hoy en dia es el único lugar donde se pueden encontrar con los amigos, porque han perdido las calles.

    Un niño de Argentina nos dijo: «Nos quitaron de la escuela lo que más me interesaba, los amigos y el recreo, y se ha quedado lo que menos nos gustaba, las clases y las tareas».

    Si la escuela tiene el valor de entender lo que está pasando, tiene que estar estar dispuesta a un cambio radical que hoy en día es necesario.

    P: ¿Cuál es el giro que deberían dar los centros educativos?

    R: Los niños no pueden quedarse todos en un aula, frente a un maestro, sino formar parte de grupos independientes que trabajen por su cuenta como pasaba antiguamente. A esa imagen de escuela, que era la buena escuela de los buenos maestros de siempre, es muy fácil volver hoy en día con la pandemia porque un grupo puede estar en el pasillo y otro grupo en la clase, y reforzar así la autonomía que se ha perdido.

    El Artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño habla de que el objetivo de la educación es el desarrollo de la personalidad de los niños, de sus aptitudes, hasta el máximo de sus posibilidades. Ese es el objetivo que deben tener la familia y la escuela respecto a la educación y no el conseguir unos resultados previstos o evaluar a los niños respecto a lo que rindieron.

    Pero todo esto que vamos a plantear no se debería decidir lejos o arriba, a nivel de ministerios. Se debería abrir una mesa en cada escuela o en cada ciudad, una mesa en la que se sitúen cuatro protagonistas: la ciudad, la escuela, la familia y los niños. Que estén presentes los cuatro y todas las decisiones salgan de un debate compartido.

    P: ¿La pandemia podría hacernos despertar?

    R: Todas las veces que hay un trauma fuerte nos ponemos frente a la posibilidad de cambios. Tenemos que pensar que algo no ha funcionado hasta ahora y veo que gracias a la tragedia llegan propuestas antiguas, en mi caso de hace más de 50 años.

    Hoy las escuelas están pidiendo a la ciudad espacios vacíos para repartir los alumnos, pero a mí me gusta pensar que la ciudad puede ofrecer espacios llenos, que se puede hacer escuela fuera de las aulas visitando una fábrica, una editorial, un museo, una orquesta… invitar a la ciudad a ofrecerse a las escuelas con propuestas educativas.

    Me gusta pensar que se puede hacer escuela fuera de las aulas

    El virus nos ofrece una ciudad más correcta donde se respeten más las necesidades de los peatones que de los coches, como ocurre en Pontevedra, por ejemplo.

    P: ¿Qué propuestas concretas trasladas a quienes te consultan qué medidas se pueden tomar para la vuelta al cole?

    R: Que los niños se muevan solos. Parece un contrasentido, pero llevamos proponiéndolo muchos años. Si salen solos, será la mitad de la gente la que se mueve (…). También  planteamos que las calles cercanas a las escuelas se cierren al tráfico durante el tiempo de la apertura porque así la escuela puede aprovechar este espacio libre para el descanso, para hacer gimnasia… Ampliando su espacio también se crea un ambiente de respeto urbano.

    Otra propuesta que avanzo y que ahora tiene un sentido más fuerte es que todos los espacios de los centros se usen para crear laboratorios y talleres y no solo aulas. Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados en algo, en música, ciencia, arte, o tener una huerta como laboratorio de ciencias, por ejemplo, o una cocina.

    Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados

    Tendrían que ser grupos que pasan de un lugar a otro y no estar ocho horas sentados en el mismo lugar porque eso ahora mismo, solo por el tema sanitario, no debería estar permitido. Además, un niño que nació bailarín o una niña que nació mecánica no van a encontrar nada que les sugiera que tienen esa vocación. Serán burros en la escuela cuando quizá son genios potenciales en su sector. La escuela correcta debería ayudar a cada uno a buscar lo suyo.

    P: ¿Hay algún mensaje que quieras trasladar a los padres?

    R: Yo les diría que hablen con sus hijos, que intenten entender lo que los niños ganaron en este tiempo de clausura, porque seguro que todos ganaron mucho y crecieron mucho. Por ejemplo, una niña argentina de cinco años  decía que durante el confinamiento aprendió a dormir sola. (…) Hay que aconsejar a los padres que se pregunten también ellos qué aprendieron de sus hijos, qué descubrieron que no conocían antes.

    Y que, cuando todo esto termine les concedan mas autonomía, que les dejen salir solos de casa. Sería maravilloso que el virus, que ha sido una tragedia, les regalara eso a los niños.

    Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20200829/entrevista-pedagogo-investigador-italiano-francesco-tonucci/2041015.shtml

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