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República Dominicana: Realizan simposio sobre efectos del abuso infantil en tiempos de COVID-19

América Central/República Dominicana/30-08-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

Analizan la dimensión de los daños del abuso y la violencia contra menores, el sistema de protección estatal y las necesidades de ajustes ante el confinamiento por la pandemia.

El Poder Judicial dominicano realizó este viernes el simposio “Efectos y consecuencias legales, sociales y psicológicas del abuso infantil, en tiempo de COVID-19”, en la que jueces, funcionarios y expertos debatieron sobre la problemática desde una perspectiva de políticas públicas de protección.

El confinamiento impuesto por el coronavirus en el país ha provocado el aislamiento social y emocional de los adolescentes, situación que aumenta el riesgo de que resulten víctimas de violencia o abuso de cualquier tipo y conmina a buscar nuevas soluciones para proteger los derechos y la integridad de este segmento, explicó en la apertura de la actividad la magistrada Nancy I. Salcedo Fernández, Consejera del Poder Judicial y Coordinadora de la Comisión para la Igualdad de Género del Poder Judicial.

“No basta con conocer la realidad que vivimos, es un imperativo hacer uso de la creatividad y llevarla a la máxima expresión, pues este aislamiento debe tener alternativas que además de reconocer los niños, niñas y adolescentes como población vulnerable, traten de hacerles la vida más ajustada a su edad y a su etapa de desarrollo”, agregó Salcedo.

El simposio, que propició el intercambio de datos, enfoques y propuestas, reunió a actores del sistema de justicia, educadores, orientadores, instituciones del sistema de protección y organizaciones no gubernamentales, con la coordinación de Dirección de Niñez, Adolescencia y Género (DIFNAG) y la Escuela Nacional de la Judicatura (ENJ).

Expusieron los magistrados Juan de las Nieves Sabino, juez de la Corte de Apelación de Niños, Niñas y Adolescentes de San Pedro de Macorís; Kenya Romero Severino, jueza del Séptimo Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional, y la procuradora fiscal de Santo Domingo Oeste, Luisa María Santana.

Además, Alberto Padilla, encargado de Políticas, Normas y Reglamentos del Consejo Nacional de la Niñez (Conani); Tahira Vargas, antropóloga social, y Peter de Wannemaeker, coordinador de la Unidad Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Violencia, de la Universidad Iberoamericana (UNIBE).

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/realiza-simposio-sobre-efectos-del-abuso-infantil-en-tiempos-de-covid-19-8854980.html
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Una de cada dos familias ha comprado un dispositivo para compaginar el teletrabajo con el «telecole»

Por: ABC

Esta es una de las principales conclusiones del estudio «El impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento»

Uno de cada dos padres y madres ha comprado algún dispositivo, durante el confinamiento, para las clases online de sus hijos (49%), para su trabajo (29%) o para ocio digital (20%). Esta es una de las principales conclusiones del estudio «El impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento», realizado por www.empantallados.com y GAD3, con el apoyo de la Comisión Europea, para el que se realizaron entrevistas online a una muestra representativa de padres y madres con hijos menores de 18 años.

El estudio pretende aportar una radiografía del impacto de la tecnología en los hogares españoles durante el confinamiento, recogidas en siete claves:

1. Aumenta el uso de las pantallas, durante el confinamiento

El entretenimiento digital de los menores ha aumentado considerablemente: de lunes a viernes, los más pequeños las utilizan a diario durante casi cuatro horas, un 76% más que antes del confinamiento. El fin de semana, la media es de cinco horas al día, lo que supone un aumento del 33%. Tres de cada cuatro padres reconocen que las pantallas han sido una oportunidad para entretener a los hijos mientras ellos trabajan.

Dos de cada tres familias (67%) afirman que los beneficios derivados del uso de las pantallas, en el entorno familiar, han sido superiores a los riesgos.

2. La experiencia del teletrabajo, positiva para conciliar

El 56% de los padres y madres han teletrabajado durante el confinamiento. De estos, ocho de cada diez consideran positiva la experiencia, y afirman que les ha facilitado su rol como padres. El 80% cree que, después de la crisis sanitaria, esta modalidad laboral crecerá.

En cuanto a las relaciones familiares, la mayoría de los entrevistados (el 59%) piensa que está mucho más unido a sus hijos que antes del inicio del confinamiento. Y el 45% afirma que les ha ayudado a estar más unidos a su pareja.

3. Mejora la percepción de la tecnología en los hogares

El 85% de los padres y madres reconocen que las pantallas han creado nuevas oportunidades para hacer cosas con sus hijos, como ver películas o jugar juntos. Más del 75% afirma que suponen una ventana al exterior: gracias a los dispositivos, hay mayor comunicación con familiares y amigos. Y el 50% destaca que la tecnología ha creado nuevos cauces de solidaridad en su entorno cercano.

4. Conflictos causados por las pantallas durante la cuarentena

Sin embargo, mal utilizadas, las pantallas también tienen riesgos. Uno de cada dos padres piensa que estas han contribuido en algún momento al aislamiento de cada miembro de la familia. El 25% cree que la tecnología ha aumentado los conflictos con los hijos. Y cuatro de cada diez padres opinan que necesitan crear hábitos de desconexión.

5. Emergen la fake news como tema de conversación familiar

El 67% de los padres afirman que este tiempo ha sido una oportunidad para hablar con sus hijos sobre cómo hacer un uso saludable de las pantallas. Más del 80% de los padres y madres de hijos adolescentes afirma haber hablado con ellos sobre bulos y fake news. Y el 30% ha descubierto, durante este tiempo, hábitos de sus hijos con las pantallas que desconocían.

Respecto a normas de uso, dos de cada tres padres han mantenido las que tenían antes del confinamiento. Y un 30% reconoce haber introducido nuevas reglas, supervisando más lo que sus hijos hacen con las pantallas. Sólo un 4% afirma haberlas eliminado por completo durante este tiempo. El conocimiento de los padres de lo que hacen sus hijos en internet ha pasado del 67 % al 80%.

6. Riesgos y preocupaciones en educación digital

La relación con desconocidos, el acceso a contenidos inadecuados y el ciberacoso son los peligros que más preocupan a los padres. Respecto a los efectos de un uso indebido de la tecnología, la pérdida de salud ocular y el insomnio son los elementos que más inquietud les producen.

7. La educación tras el COVID-19

La mayoría de las familias consideran que esta crisis va a provocar cambios en la escuela. Seis de cada diez padres (59%) han mejorado su opinión sobre la educación online. El 85% cree que, a partir de ahora, se hará un mayor uso de la tecnología en el entorno escolar. El 77% considera que llevará a una actualización del profesorado.

Este estudio pretende aportar una radiografía del impacto de la tecnología en los hogares españoles durante el confinamiento. Se completa con la opinión de expertos y con recomendaciones de Empantallados sobre un uso saludable y responsable de las pantallas.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-cada-familias-comprado-dispositivo-para-compaginar-teletrabajo-telecole-202005211006_noticia.html

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La mitad de las mujeres brasileñas comenzaron a cuidar a alguien durante la pandemia

Fuente: Brasil de Fato/Traducción: Pilar Troya


Estudio muestra los efectos de la cuarentena sobre el trabajo, el ingreso y las tareas de cuidado de las mujeres.

“Estoy haciendo aislamiento y trabajando en casa, sin embargo, mi ingreso se desplomó”, afirmó una de las 2,6 mil mujeres que respondieron al cuestionario – Divulgação.

La mitad de las mujeres brasileñas pasaron a cuidar de alguien durante la pandemia de covid-19. Cuando se desglosa por raza y región, por ejemplo, los números cambian. En el ambiente rural, 62% de las mujeres pasaron a tener ese tipo de responsabilidad. Respecto al apoyo en las tareas de cuidado, las mujeres negras son las más desasistidas.

La información es del estudio “Sin parar: el trabajo y la vida de las mujeres en la pandemia”, realizado por las organizaciones Género y Número y Sempreviva Organización Feminista (SOF) y divulgado este jueves (30).

Además, según la investigación, 41% de las mujeres están trabajando más durante la pandemia, y la mayor parte son mujeres blancas, “evidenciando que la ausencia de las trabajadoras del hogar o de espacios como la guardería y la escuela pesó más para ese grupo”, afirman las organizaciones en el documento. Las mujeres que están en casa sin recibir ingresos o con ingresos reducidos, son el 39% de las que respondieron al cuestionario.

De acuerdo con las organizaciones, el objetivo del estudio, realizado con 2.600 mil mujeres brasileñas entre abril y mayo, fue identificar los efectos de la pandemia sobre el trabajo, el ingreso las mujeres y la sustentación financiera de la casa, tomando en cuenta las tareas de cuidado.

“Estoy haciendo aislamiento y trabajando en casa, pero mi ingreso se desplomó”, afirmó una mujer en el cuestionario. Otra dijo que “la empresa redujo el pago a apenas el 50% sin reducir la jornada (mi situación es informal) y eso me obliga a reorganizar mi vida financiera, porque acabo con más gastos de mercado, energía, etc.”.

Según las organizaciones, “entender la situación del cuidado durante la pandemia es fundamental para el diseño de acciones capaces de transformar esas dinámicas de desigualdad que imbrican género, raza y clase”, toda vez que esta es la parte de la población sobre la cual las condiciones precarias de sobrevivencia recaen más significativamente.


Edición: Rodrigo Chagas

Fuente e imagen: https://www.brasildefato.com.br/2020/07/31/la-mitad-de-las-mujeres-brasilenas-comenzaron-a-cuidar-a-alguien-durante-la-pandemia

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Entrevista al matemático experto en epidemias: «En medio año, el mundo se dividirá en dos mitades»

Matemático experto en epidemias: «En medio año, el mundo se dividirá en dos mitades»

El matemático especializado en análisis de brotes infecciosos, Adam Kucharski,  publicó a comienzos de año «Las reglas del contagio», un libro, casi profético, que explica cómo se transmiten las enfermedades.

En «Las reglas del contagio» (Capitán Swing, 2020), Kucharski analiza cómo se extienden determinadas enfermedades, y asegura que estas normas van más allá de virus y bacterias. Violencia, crisis económicas, ideas, suicidio, felicidad, obesidad, pánico, bulos e incluso cuentos de hadas son susceptibles de seguir estos patrones.

¿Está la ciencia preparada para la urgencia que implica una pandemia? Incluso cuando llegue la vacuna, ¿cuánto tiempo conviviremos con el nuevo coronavirus?  ¿Hasta qué punto cambiará el mundo para siempre después de la COVID-19? Desde Cubadebate compartimos una entrevista ofrecida por Kurcharski, en la que responde estas y otras de las muchas interrogantes que tantos nos hemos formulado sobre la COVID-19.

—¿Entendemos las reglas del contagio de la COVID-19?

—Entendemos ciertos patrones en su crecimiento, sobre todo conforme los países relajan sus medidas y vemos rápidos estallidos. Aun así, quedan interrogantes sobre la transmisión, por ejemplo el papel de los niños y de la gente sin síntomas claros.

La regla del contagio más importante ahora mismo es lo rápido que podemos perder el control sobre los brotes. Hemos visto países que han bajado hasta los diez casos diarios y ahora cuentan miles al día. Incluso si tienes al virus bajo control, enseguida puedes enfrentarte a una situación que requiera distanciamiento o confinamientos.

Es crucial que encontremos formas de detener lo que está pasando y para ello vamos a necesitar innovar con mejores datos y respuestas. El gran cambio a partir de ahora será movernos desde reglas y tasas de crecimiento a escala poblacional a medidas de control mucho más locales.

—Habla de la transmisión que “no podemos ver”. En ese sentido, ¿se parece la COVID-19 a una enfermedad de transmisión sexual que se extiende de manera silenciosa entre la población?

—Desde un punto de vista teórico esa es, en gran parte, la razón por la que ha sido tan difícil de controlar. Con el SARS y la viruela la gente tenía síntomas claros cuando eran contagiosos, así que contener el brote era más directo si tenías recursos.

Como el coronavirus tiene transmisión antes de los síntomas, para cuando alguien aparece en el hospital la infección ya ha pasado a otras personas que pueden estar a punto de infectar a otras. En ese sentido comparte características con enfermedades como el sida, en las que puedes tener una gran transmisión sin detectar antes de darte cuenta de que hay un brote.

—¿Cómo podemos saber la efectividad de las medidas de control?

—Es muy difícil saber exactamente qué está teniendo qué efecto, pero podemos mirar lugares que han aplicado medidas en secuencias diferentes. Por ejemplo, en Alemania las mascarillas se introdujeron en distinto orden en algunas áreas y eso hizo posible estimar el efecto de que la gente las lleve. Lo mismo con los colegios, que están abriendo de distintas maneras en cada lugar. Será muy importante intentar aprender tanto como podamos de la variación que veamos entre países.

—En otras palabras, estamos inmersos en un experimento global queramos o no.

—Esencialmente, sí. Es un juego global de ensayo y error. Tenemos que entender las causas por las que algunos países relajaron las medidas demasiado pronto e intentar aprender lo más rápidamente posible cómo mejorar.

Adam Kucharski es un matemático, diagnosticado con el síndrome de Guillain-Barré, que se ha dedicado a estudiar la evolución de diferentes virus, entre ellos el de la COVID-19

—En su libro asegura que “en los análisis de los brotes, los momentos más importantes no suelen ser aquellos en los que tenemos razón. Son esas ocasiones en las que nos damos cuenta de que estábamos equivocados”. ¿Cuándo nos dimos cuenta de que estábamos equivocados con la COVID-19?

—Hubo dos momentos muy importantes que cambiaron nuestra visión de un brote pequeño a un problema mucho mayor. Uno, al principio. Los números reportados en China eran bajos, pero por cómo se habían exportado a Tailandia y Japón supimos que estábamos frente a algo inusual. Otro, ese par de días de febrero en los que Italia reportó brotes a gran escala. Hasta entonces habían estado muy centrados en Asia, pero que la transmisión hubiera ocurrido tan ampliamente sin haber sido detectada sugirió que estábamos ante un problema muy grande.

—Los investigadores que han intentado modelizar y predecir la evolución de la pandemia han sido muy criticados. ¿Cree que los medios y el público han sido justos?

—Vemos titulares que dicen que los modelos están equivocados o son correctos, y esa no es la cuestión. Los modelos contestan preguntas muy concretas. Existe la idea de que son bolas de cristal que pueden darnos todas las respuestas, cuando los investigadores los usamos para mirar un conjunto de posibilidades muy específico, como qué pasa si no se toman medidas de control o cuál será la tasa de crecimiento en las siguientes semanas.

—En su libro menciona la paradoja de los modelos en contextos como el efecto 2000 y la gripe de 2009. Si aciertan y son escuchados, la gente cree que han fallado y que son alarmistas.

—Sí, se ven los modelos como una predicción meteorológica. Si eres pesimista sobre el tiempo eso no cambia el tiempo, pero si muestras las consecuencias de no hacer nada durante un brote y eso hace que la gente reaccione, entonces tu predicción original no será correcta.

En muchos países de Europa poca gente se ha infectado, lo que indica que las medidas de control tuvieron un impacto, pero aun así hemos visto muchas muertes y grandes daños. Eso es consistente con el modelo que predice que, si no hubieras introducido medidas y hubieras permitido más infecciones, habríamos visto un número de fallecimientos mucho más alto.

—Parte de ese momento en el que descubrimos que estábamos equivocados tuvo que ver con la falta de datos. ¿Qué pasó con los modelos para que al principio se pensara que esperar a la inmunidad de grupo era una opción?

—La gran limitación inicial fue la falta de datos disponibles. En Europa muchos países no tenían ni idea de su número de casos. Cuando miramos los datos genéticos disponibles ahora, está claro que había transmisión sin detectar entre países a finales de febrero en Europa.

Aun así todavía no sabemos cuál es la estrategia apropiada. Entonces estaba muy claro que si los países se sentaban y no hacían nada sería un desastre. Si pones en marcha intervenciones muy fuertes, como los confinamientos, necesitas un plan para después, pero no está claro cuál es la solución a largo plazo para muchos países.

—Las reglas del contagio no va solo de enfermedades, sino también de cómo estas normas se aplican a la difusión de ideas, pánico, crisis económicas, violencia… En estos meses hemos visto otros ejemplos de contagio, por ejemplo de desinformación y bulos. ¿Podemos parar esa otra pandemia?

La pandemia va a prolongarse y tenemos que atacar la desinformación tanto como la propia enfermedad. Será importante controlar la información sobre qué deberíamos o no hacer, dónde estamos y qué pasa. No podemos deshacernos de cada mala información como no podemos identificar cada infección en el mundo. En su lugar tenemos que reducir cuánta gente está expuesta a esa información.

WhatsApp ha limitado el número de personas con las que se pueden compartir mensajes, lo que reduce la velocidad de transmisión: es muy similar a lo que estamos haciendo con el distanciamiento social porque si la gente no interacciona tan ampliamente es muy difícil que algo se extienda tan rápido.

También hemos visto plataformas que dan información fiable al buscar sobre coronavirus. Sabemos por las vacunas que es una forma muy poderosa de intervenir: si reduces la susceptibilidad la gente no estará expuesta, ya sea a un virus real o a desinformación, y no necesitas interrumpir sus interacciones.

—¿Cómo cambiará la privacidad en el mundo poscoronavirus?

—El balance entre privacidad y salud pública es muy importante. Si queremos controlar la infección tenemos que saber dónde está sucediendo y eso significa recoger buenos datos, más personales, porque el virus da poco tiempo para responder. Debemos conseguir la confianza de la población para asegurar que estas medidas son posibles.

—Las reglas del contagio comienza hablando de la crisis financiera de 2008. La siguiente pandemia, ¿será económica?

—Veremos contagio económico porque el mundo está muy interconectado. Necesitamos pensar en el efecto dominó que habrá si en seis meses el coronavirus está controlado en algunos países pero no en otros, cómo va a afectar a la capacidad de los países para seguir funcionando. Es un problema internacional. El nivel de infección de uno va a influir en lo que pase en la sociedad y la economía en más lugares.

—La gran pregunta: ¿qué va a pasar en el futuro?

—Es muy difícil decir cuántos casos o muertes veremos en los siguientes meses. Creo que algunos países no lograrán el control y puede que la acumulación de inmunidad sea la que termine el brote, con un gran impacto en la salud. Otros, con restricciones fronterizas y cierres muy estrictos mantendrán la infección muy baja. En medio año, el mundo se dividirá en dos mitades según lo bien que cada país esté controlando la pandemia.

—Incluso cuando llegue la vacuna, ¿cuánto tiempo conviviremos con la pandemia?

—Lo que suceda a continuación dependerá de lo buena que sea la vacuna. Lo ideal sería que fuera muy efectiva, pueda mantener la transmisión bajo control y podamos dársela a mucha gente en todo el mundo. En ese caso podríamos volver a la normalidad con bastante rapidez. Pero pienso que lo más probable es que necesitemos aplicar otras medidas. Puede que no sea posible dársela a todos los países y gente. La polio y el sarampión tienen vacuna y han sido difíciles de erradicar. Mi esperanza es que consigamos una vacuna que nos ayude a volver a la normalidad, pero creo que el coronavirus será una amenaza global para el futuro próximo.

—Entonces, ¿la pandemia de COVID-19 cambiará el mundo para siempre?

—Creo que dejará un impacto muy profundo en el mundo. Lo que pase el próximo año en cuanto a brotes y respuestas nacionales tendrá un efecto durante décadas.

(Tomado de Agencia SINC)

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/noticias/2020/08/01/matematico-experto-en-epidemias-en-medio-ano-el-mundo-se-dividira-en-dos-mitades/#.XygHfYpKh0w

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S.O.S por la salud mental

Por: lahora.com.ec

Los efectos de la pandemia sobre la salud mental pueden derivar en situaciones de ansiedad, depresión, miedo de infectarse e insomnio. En su estado crítico, estas condiciones pueden, incluso, ocasionar un paro cardiorrespiratorio. Ninguna atención que como sociedad pongamos al estado de la salud mental de los nuestros, es poca.

La situación económica que enfrentan las familias ecuatorianas, la incertidumbre frente a la salud, el empleo, la delincuencia y el riesgo eminente de contagio empeoran síntomas que llegan hasta al 25% en quienes contraen el virus o conforman el círculo epidemiológico de un paciente confirmado.

Un estudio de la Universidad de las Américas en Quito revela que las cifras son similares a las detectadas durante lo más crítico de la pandemia por el coronavirus en China, lo cual refleja que son producto de la particular situación que vivimos.

El Ministerio de Salud Pública, mediante su línea 171, trabaja también con voluntarios y estudiantes universitarios para brindar ayuda emocional y psicológica.

A las familias, amigos, empleadores y colegas de quienes padecen síntomas de ansiedad o depresión les corresponde un rol vital que empieza por desestigmatizar estos problemas, que pueden tener soluciones sencillas pero requieren de atención. En casos graves, muchos de los cuales pasan desapercibidos, corresponde buscar ayuda, en ocasiones, incluso en contra de la voluntad de la persona afectada.

La salud mental es parte de nuestro bienestar como sociedad, y es una condición que se trata con apoyo comunitario y solidario.

«La depresión es la sombra de la cultura empresarial, cuando el voluntarismo mágico se enfrenta a oportunidades limitadas.” Mark Fisher (1968-2017) Filósofo, escritor y maestro; Inglaterra.

«La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad.” Constitución de la Organización Mundial de la Salud

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102323467/sos-por-la-salud-mental

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Coronavirus: Suicidios en niños y jóvenes aumentan por el confinamiento en Guatemala

El confinamiento ha afectado a los guatemaltecos de diversas maneras, principalmente a la población más joven. En lo que va del año, los suicidios de jóvenes entre las edades de 12 y 20 años han aumentado un 46% en relación al mismo período del año pasado.

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Confinamiento, educación y libros de texto

Por: David González Gándara

A raíz de las actividades docentes durante el confinamiento, se ha reavivado una cuestión, que aunque siempre ha interesado, no era la que más ruido hacía últimamente. Estoy hablando de los libros de texto. Algunos opinamos que son un grave problema del sistema educativo que hay que extirpar, otros opinan que aportan una buena manera de tener una colección de recursos y materiales organizados que alivian la carga de trabajo del cuerpo docente y facilitan el estudio independiente del alumnado. Aunque me cuesta entender cómo vamos a afrontar nuevas situaciones educativas si nos limitamos a seguir guías elaboradas por editoriales a cientos de km de distancia, no voy a entrar otra vez en ese clásico debate, en el que no se van a reconciliar las dos posturas. Quiero hablar sobre la libertad que debe haber de tomar partido por una u otra postura. En mi opinión, un docente tiene que ser libre de utilizar un libro si es lo que encaja con su estilo de enseñar; pero también otro docente tiene que poder prescindir de él si supone un obstáculo para el diseño de las experiencias educativas que ha diseñado para su grupo de alumnado. Esta libertad sí que puede ayudar a gestionar mejor situaciones insólitas.

He trabajado en un puñado de centros en los que cada uno tiene libertad para programar sus clases. Sin embargo, principalmente en primaria, hay algunos centros donde se ejerce mucha presión para utilizar el libro seleccionado por el equipo como oficial. En la mayor parte de estos casos, es una presión emocional, en la que se explica al docente que llega al centro, que si quiere enseñar sin libro, tiene que aprobarse la retirada de este del listado oficial, ya que si no, las familias lo comprarán y habrán gastado el dinero para nada. En la mayor parte de estos casos, el docente usa el libro un par de veces para justificar ese gasto hasta que se aprueba la retirada del libro del listado. En realidad, que el libro esté en el listado no obliga a su uso. Es un listado de los libros que hay que usar en el caso de que se quieran usar. De hecho, la gran mayoría de los centros retrasan la «lista de la compra» para septiembre esperando a que el profesorado decida si los usa o no. Esta solución es la que permite realmente respetar la libertad del equipo docente. Respeta tanto al que lo quiere usar, que tiene la opción del texto oficial en el listado, como del que no quiere.

Pero existe un tercer tipo de centros, uno de los cuales tuve hace unos años la mala suerte de encontrar. Cada vez que me he trasladado a un nuevo centro, lo primero que he hecho es hablar con el equipo directivo para explicarles que no uso libro. Después solía tomarse una decisión sobre como informar a las familias de que no lo comprasen. Alguna que otra vez hubo alguna tirantez, pero durante casi veinte años no tuve mayor problema. Pero cuando llegué a este centro del que estaba hablando, y planteé este tema, me contestaron que eso no funcionaba así, que debía utilizar el libro en clase. Lo que hice fue explicarles que no había ninguna normativa que diga esto, y de haberla, sería contraria a la libertad de cátedra, y por lo tanto nula, ya que la Constitución no se puede contradecir. Lejos de acabar ahí el tema, el equipo directivo puso el tema en conocimiento de la inspección educativa. Pensé que inspección les explicaría lo mismo que yo, pero ante mi sorpresa, me dijeron que tenía que usar el libro en clase. Eso sí, «por lo menos en una sesión». En un arranque de estupidez, decidí que no estaba dispuesto a pasar por el aro, así que les dije que me obligaban a incumplir sus instrucciones ya que atentaban contra mis libertades fundamentales, y las de todas mis compañeras y compañeros, claro. El resultado fue que se me abrió un expediente disciplinario que resultó en una suspensión de empleo y sueldo de quince días.

He aprendido varias cosas de todo esto. Lo primero es que ha quedado claro que la ley sí que protege la libertad de cátedra en cuanto que no se puede obligar a alguien a seguir un libro en sus clases. Si esto fuese así, se me habría sancionado por no usar el libro oficial, pero realmente me sancionan por incumplir las órdenes de la dirección. Incluso en la sentencia del contencioso la jueza dice que sí me podían obligar a usarlos, pero sigue siendo una contradicción que no me sancionen por eso. Es más, si en lugar de decir que no, hubiera dicho que sí pero no los hubiese usado, no me habrían sancionado. Es decir, que si un docente quiere no usar libro, que no tema, mientras no le diga que no al equipo directivo y a inspección que no les va a hacer caso, no pasará nada.

La segunda enseñanza es que no se puede esperar mucho de la justicia. He descubierto que para casos pequeños como estos, no hay recurso posible a la sentencia. No podría explicar los términos jurídicos, pero es así. Lo único que se puede hacer es presentar un recurso al Tribunal Constitucional. El problema es el mismo, al ser un caso pequeño, hay muchas posibilidades de que no se admita a trámite. Está claro que hay una justicia diferente dependiendo qué tipo de ciudadano seas. Como es una sanción pequeña, te la comes que te sale más a cuenta. Y así conseguimos que la administración pueda hacer en general lo que quiera porque a casi nadie le compensa el proceso judicial.

Por último, he aprendido que merece la pena defender nuestros principios. Aún como en mi caso, que parece que he perdido, en realidad he ganado. Durante el curso educativo en cuestión, mi alumnado disfrutó de las experiencias educativas que estoy convencido eran mejores para ellos que haber aceptado las condiciones que me imponían, que habrían resultado en unas clases con un maestro desmotivado, haciendo algo en lo que no creía, y haciendo lo mínimo para seguir cobrando a final de mes. Mereció la pena.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/confinamiento-educacion-y-libros-de-texto/

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