Por: Baher Kamal
En el norte del Monte Kenia, hay una comunidad indígena llamada Il Lakipiak Maasai (pueblo de la vida silvestre), que es dueño y administra el único santuario de rinocerontes que es propiedad de una comunidad aborigen en ese país africano.
La comunidad logró disminuir los conflictos entre las poblaciones humanas y la fauna silvestre que aparecían en la zona por la intrusión de animales salvajes que buscaban agua, presas y pasturas en tiempos de sequía.
La forma que encontraron de resolver el problema fue dejar de cortar tantos arbustos para que quedara forraje para los animales en sus tierras. Mediante esa estrategia de conservación, ese pueblo indígena demostró que es posible coexistir en armonía con la fauna silvestre, a la vez que mantener su cultura y su estilo de vida pastoril.
No es sorprendente que durante miles y miles de años, los primeros habitantes de la Tierra debieron de hacer frente a enormes desafíos, y se las ingeniaron para sobrevivir y conservar su entorno natural.
Siguen haciéndolo a pesar de que los indígenas actuales sufren en forma sistemática abusos de derechos humanos, además de que los han despojado de sus tierras, confinado a reservas y despreciado sus culturas y conocimientos tradicionales.
En la actualidad, la comunidad científica y los especialistas en desarrollo reconocen el papel invalorable que desempeñan los pueblos indígenas en lo que respecta a uno de los desafíos más peligrosos de la historia reciente: la extinción de la diversidad biológica.
Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas sostiene que es clave la inclusión activa de los pueblos indígenas y de las comunidades locales en la conservación de la vida silvestre para mantener la biodiversidad y garantizar la sostenibilidad de sus medios de vida rurales.
Para hacer frente al desafío actual de mantener la biodiversidad es necesario empoderar a los pueblos indígenas para que actúen a escala nacional con ayuda de la comunidad internacional, remarcó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con motivo del Día Mundial de la Vida Silvestre, el 3 de este mes.
“Las culturas de los indígenas y de las comunidades locales incluyen el cuidado de la vida silvestre”, observó Eva Müller, directora de la División de Recursos y Política Forestal de la FAO.
“Simplemente no pueden imaginar una vida divorciada de la naturaleza y tienen un fuerte interés en el uso sostenible de los recursos”, apuntó.
El empoderamiento de esos grupos, junto con sus conocimientos y sus capacidades de planificación a largo plazo, es esencial para garantizar la supervivencia de las futuras generaciones, tanto de humanos como de la vida silvestre, añadió Müller.
La relación entre humanos y fauna silvestre se realza en la nueva edición de la publicación trimestral de la FAO, Unasylva, elaborada por la Asociación de Colaboración sobre Manejo Sostenible de la Fauna Silvestre, que incluye a 14 organizaciones internacionales.
El informe menciona varios casos de estudio de diversos países que ilustran cómo los pueblos indígenas pueden optimizar los beneficios de sus medios de generación de ingresos, al tiempo que preservar la fauna silvestre, siempre y cuando puedan tomar sus propias decisiones dentro de los límites del territorio que habitan.
Conflictos entre humanos y fauna silvestre
Los conflictos entre humanos y fauna silvestre se han vuelto cada vez más frecuentes y graves, particularmente en África, por la creciente competencia por la tierra en zonas deshabitadas y agrestes, señala Unasylva.
“Ese suele ser el resultado del crecimiento de las poblaciones humanas, de la mayor demanda de recursos naturales y de la creciente presión por el acceso a la tierra, como la ampliación de rutas para el transporte, la agricultura y la industria”, precisa.
Más específicamente, la publicación subraya que en el centro y sur de África, la fauna silvestre y las poblaciones humanas siguen compartiendo paisajes y recursos con conflictos que probablemente empeoren a menos que se tomen medidas.
La FAO, junto con el francés Centro de Investigación Agrícola para el Desarrollo (Cirad) y otros socios, creó la primera herramienta para atender conflictos entre humanos y fauna silvestre, que ayudó a una comunidad del Parque Nacional de los Montes de Cristal, en Gabón.
Los agricultores locales estaban bastante molestos porque, por un lado, animales como ratas de las cañas, antílopes ruanos, cerdos salvajes y elefantes les destruían los cultivos poniendo en riesgo su sustento, y por otro, la legislación les prohíbe cazar a la fauna protegida, ya sea para comer o para proteger sus cultivos.
Grandes organizaciones dedicadas a preservar la biodiversidad, como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), coinciden en que “los pueblos indígenas y tradicionales han sido un blanco injusto de las prácticas y de las políticas de conservación, que no han llegado a comprender totalmente los derechos y el papel que estos desempeñan en la gestión, el uso y la conservación de la biodiversidad”.
De acuerdo con numerosos instrumentos internacionales, varias resoluciones de la UICN subrayan los derechos de los indígenas a terrenos, territorios y recursos naturales gracias a los cuales subsisten desde hace generaciones.
Esas resoluciones subrayan la necesidad de mejorar la participación de los indígenas en todas las iniciativas de conservación y en el desarrollo de políticas que los afectan. Además, reconocen que las comunidades originales poseen un único cuerpo de conocimientos relevante para la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales.
Asimismo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente reconoce la importancia de la participación de los pueblos indígenas, así como el valioso aporte que estos portadores de conocimientos tradicionales, obtenidos a lo largo de generaciones de experiencias, observaciones y transmisión oral, pueden contribuir al desarrollo y a la gestión sostenible de los ecosistemas.
“Su estrecha relación y dependencia de ecosistemas que funcionen bien dejó a los pueblos indígenas en situación de extrema vulnerabilidad frente a los cambios y daños al ambiente. La tala de madera, las actividades mineras, la contaminación y el cambio climático suponen una creciente amenaza a sus medios de vida y a su supervivencia”, añade.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/03/pueblos-indigenas-contribuyen-a-la-conservacion-de-la-naturaleza/