Page 1 of 2
1 2

De la justicia punitiva a la justicia restaurativa

Trabajemos, de manera positiva, por el desarrollo y aprendizaje de una justicia restaurativa en todo nuestro alumnado, la mejor garantía para otro tipo de sociedad en el futuro.

Todavía estamos impresionados por la muerte violenta del niño Gabriel en Almería. Y estamos aún más impresionados por las reacciones que ha habido a este asesinato. Descubierta la identidad de quien lo llevó a cabo, se han sucedido numerosos comentarios contra ella, señalando su condición de mujer, negra e inmigrante. A la vez, hemos asistido al espectáculo, difícil de adjetivar, de la discusión en el Congreso sobre la ampliación de supuestos en los que aplicar la pena de prisión permanente revisable, con el fondo de éste y otros sucesos graves sucedidos recientemente.

Son muchas las ideas que, pensando desde la convivencia, acuden a nuestra mente. La permanencia soterrada de actitudes racistas que, a la menor ocasión, salen a la luz y se manifiestan abiertamente. El predominio de la justicia punitiva, “el que la hace la paga”, con el intento de linchamiento de la supuesta culpable. El oportunismo de determinados políticos, aprovechando el dolor de las víctimas para sus propios intereses electorales… Sólo la actitud de la madre de Gabriel, pidiendo calma y cordura y demandando la desaparición de actitudes de odio y venganza nos ha abierto una cierta esperanza.

Es necesario, por supuesto, respetar y solidarizarse con el dolor de los familiares de las víctimas, que merecen todo nuestro cariño y apoyo. Y, a la vez, desde esta actitud, es necesario denunciar otras actitudes que aparecen de manera colateral, señalando el predominio del razonamiento puramente emocional, con olvido de determinados valores éticos imprescindibles para la buena convivencia. ¿Cómo actuar de una manera justa? ¿Cómo proteger y apoyar a las víctimas y conseguir la reparación del daño causado y, a la vez, no dejar de lado a quien ha cometido ese daño y mal a esas personas y a la sociedad en su conjunto?

Muchas personas que nos hemos dedicado a la educación y al trabajo y desarrollo de valores éticos en nuestras niñas y niños y adolescentes nos hemos vuelto a plantear, una y otra vez en estos días, las preguntas acerca del sentido que tiene la reeducación de aquellas conductas que son contrarias a la convivencia, la orientación que damos a las medidas sancionadoras que aplicamos cotidianamente en nuestros centros, los principios que están detrás de nuestras acciones de corrección de las conductas.

Un aprendizaje básico de nuestros alumnos y alumnas es saber que toda conducta contraria a la convivencia tiene consecuencias y que debe ser corregida. Nadie quiere ni defiende la permisividad, que nada suceda después de determinados comportamientos, ya que eso sería nefasto para la convivencia. Las diferencias surgen cuando se trata de concretar las acciones consecuentes, cómo abordar la corrección de estas conductas.

Puede decirse que existen dos modelos de actuación, desde la justicia punitiva y desde la justicia restaurativa. Aunque ambos defienden y comparten la preocupación por el buen clima de convivencia, las diferencias en cuanto al modo de actuación a seguir son importantes. Y, si analizamos y seguimos lo publicado estos días en relación con los sucesos antes señalados, veremos que ambos siguen presentes más allá del centro escolar, conformando actitudes duraderas a lo largo de la vida. De ahí su importancia y la necesidad de abordarlo de una manera reflexiva en nuestras prácticas educativas diarias de la escuela.

“¿Quién es el culpable?”, es la pregunta básica que da origen a la respuesta punitiva. Es necesario identificarlo y, una vez conseguido, aplicarle las sanciones previstas en la normativa y legislación correspondiente. Es a través de los castigos como una persona aprende acerca de la maldad e incorrección de su conducta. Y el resto de las personas aprende también qué conductas debe evitar, ejerciendo así el castigo un efecto preventivo para la erradicación de este tipo de conductas. Las sanciones deben ser proporcionales a la gravedad de las conductas y, recogidas en un buen reglamento o legislación, ser difundidas para su conocimiento y eficacia.

Sin embargo, no siempre es así y este planteamiento puramente punitivo, basado en el carácter preventivo y ejemplificante de las sanciones, no siempre resulta eficaz. Pocas veces quien no respeta las normas tiene en cuenta lo que le va a suceder ya que, por lo general, son personas que apenas han desarrollado el pensamiento consecuencial respecto de sus acciones. La emoción del miedo, supuestamente básica para evitar estas conductas, es ampliamente anulada por otras emociones, que sirven de apoyo a otros pensamientos y conductas muy diferentes a las inicialmente buscadas. Además, las sanciones nos muestran sólo qué conductas hay que evitar, pero no nos señalan qué conductas hay que promover y poner en práctica, mostrando así su insuficiencia para la promoción de las conductas adecuadas.

Desde un planteamiento restaurativo la pregunta fundamental se centra en el daño causado y en cómo proporcionar una respuesta adecuada a la nueva situación que ha aparecido en la sociedad. ¿Cuál fue el daño causado, cuáles son las necesidades que hay que atender en el conjunto del grupo social? Son las preguntas básicas que orientan este planteamiento restaurativo, muy diferente al puramente punitivo y sancionador.

En la respuesta a esta nueva situación, y siguiendo a Galtung, se busca, en primer lugar, la reparación del daño causado. Si, como suele suceder con frecuencia en un centro educativo, ha habido una falta de respeto a una persona o un acto de vandalismo hacia los bienes comunes del centro, lo primero será pedir disculpas, de la forma más adecuada, a la persona que ha sido agredida o reparar y hacerse cargo del gasto económico que tenga la restitución de ese daño causado.

En segundo lugar, desde el modelo restaurativo, se tratará de buscar la reconciliación entre las personas, ya que la relación entre las mismas habrá quedado dañada por lo sucedido y es necesario adoptar medidas para recuperar la buena relación entre ellas. No es suficiente, para ello, la aplicación sin más de una sanción, Es necesario diseñar y aplicar otras medidas específicas, algo que, lamentablemente, en pocas ocasiones tiene lugar en los problemas de convivencia que surgen en los centros educativos.

Por último, desde el planteamiento restaurativo se aborda la resolución del conflicto concreto, abordando las causas y los factores que han originado el mismo. Así, por ejemplo, difícilmente se podrá abordar un problema de disciplina sin abordar la situación académica de un determinado alumno/a que, muy probablemente, tiene una serie de necesidades académicas básicas y que presenta lagunas importantes de determinados conocimientos en distintas asignaturas y materias. Y es que, sólo abordando este nivel de actuación, podremos tener seguridad respecto de la no repetición de esa situación de quiebra de la convivencia que queremos erradicar.

La adopción de este modelo restaurativo en los centros educativos sólo es posible si se hace desde la propia comunidad, fomentando y fortaleciendo la participación de todas las personas vinculadas con el centro (profesorado, alumnado, familias y personal no docente), y creando las estructuras necesarias para su aplicación y gestión. La manera como se abordan los conflictos en los centros, las prácticas de mediación o la implantación de las prácticas restaurativas son buenos ejemplos de ello.

No vale sólo con quejarse y lamentarse de determinadas reacciones que tienen lugar ante sucesos concretos, trágicos e inexplicables, que aparecen en nuestra sociedad. Analicemos cómo estamos educando a nuestros chicos y chicas, qué concepto de justicia estamos desarrollando en ellos y ellas, cómo les enseñamos a responder ante situaciones, menos graves pero muy similares en determinados aspectos, en las que la convivencia queda seriamente dañada. Y trabajemos, de manera positiva, por el desarrollo y aprendizaje de una justicia restaurativa en todo nuestro alumnado, la mejor garantía para otro tipo de sociedad en el futuro.

Pedro Mª Uruñuela. Asociación CONVIVES

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/04/03/de-la-justicia-punitiva-a-la-justicia-restaurativa/

Comparte este contenido:

Un nuevo modelo educativo: “Soy el novio de la muerte”

Ver al ministro de Educación cantando “soy el novio de la muerte” no es una anécdota, es una categoría. Forma parte de todo un planteamiento, de la propuesta de un nuevo modelo educativo, en el que la convivencia apenas tiene cabida.

Por Pedro Mª Uruñuela. Asociación CONVIVE

Entre las imágenes de la pasada Semana Santa se nos ha quedado grabada, de manera especial una de ellas: el ministro de Educación y Cultura, y portavoz del Gobierno, asistiendo al traslado del Cristo de la Buena Muerte, cantando el himno de la Legión y, en concreto, “soy el novio de la muerte”. Esta imagen nos hace preguntarnos por el significado de la presencia del máximo responsable de la educación en nuestro país, acompañado por otros miembros del Gobierno: ¿se trata de una anécdota o, más bien, es toda una categoría?

Puede parecer una anécdota más o menos simpática, reflejo de conductas ya superadas. Pero a muchas personas nos resulta muy difícil aislar este hecho del contexto histórico que acompaña a la Legión, olvidando quién fue su fundador, sus planteamientos respecto de la cultura, su enfrentamiento con Unamuno y otros intelectuales y otras características de estos soldados. Pero, más allá del episodio concreto, analizando su relación con otros acontecimientos y sucesos recientes, es fácil concluir que estamos más ante la aparición de un nuevo modelo educativo, con características y prioridades propias, muy alejado de lo que muchas personas entendemos que debe ser la función de la escuela de cara a la educación para la convivencia y la paz, en el marco de un Estado aconfesional que respeta las diversas manifestaciones religiosas sin optar por ninguna de ellas.

Justo en estos días se ha presentado el anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado. En ellos, los fondos dedicados a Defensa aumentan un 7%, mientras que los propios de Educación apenas llegan al 3%, un incremento que hace imposible la recuperación de los recursos humanos y materiales perdidos con la crisis. A la vez, algo que ha pasado casi inadvertido, el Ministerio de Defensa ha puesto en marcha el Plan Estratégico de Subvenciones 2018-2020, dedicando este año 600.000 euros a la promoción de una cultura militar que busque la identificación de la sociedad con sus Fuerzas Armadas, garantes y salvaguarda de los intereses nacionales.

Con todo, lo más importante de estos días ha sido el conocimiento del proyecto “Conocimiento de la Seguridad y la Defensa en los centros educativos”, que recoge una serie de unidades y materiales curriculares dirigidos a los centros de educación primaria, dentro de la materia de Valores, alternativa a la religión católica. Culmina este proyecto unas acciones iniciadas tres años atrás y que han tenido diversas concreciones en acuerdos con determinadas organizaciones de los centros privados, ACADE entre ellos.

El proyecto recoge diez unidades didácticas, de las que merece la pena detenerse en las dos primeras, “Convivimos todos” y “Respeto y me respetan”. Tras enumerar en la primera de ellas los valores necesarios para vivir en una sociedad democrática, con apenas una página en su desarrollo, el resto de la unidad se dedica a explicar el papel de las Fuerzas Armadas y la misión que les adjudica la Constitución de cara a la convivencia de los españoles con los demás pueblos, detallando cuáles son los Ejércitos y sus funciones. Pero ¿qué es convivir? ¿Qué entendemos por convivencia? Es una de las muchas preguntas que quedan sin contestar. Lo mismo que sucede en el segundo capítulo en el que, tras analizar el valor del respeto y de la dignidad personal, tal y como se recoge en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pasa a explicar cómo estos están también presentes en las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, finalizando con un recuerdo al alumnado de cuáles son sus obligaciones como estudiantes.

Una de las cosas que más llaman la atención es lo recogido en la unidad 5: “Amenazas que ponen en riesgo nuestros valores”. Entre estas, y al mismo nivel que el terrorismo o el crimen organizado, se sitúan los flujos migratorios irregulares, que ponen en riesgo la política de seguridad, a pesar de reconocer los problemas económicos, sociales o políticos de los países de origen que impulsan estos flujos migratorios. Algo que contradice claramente lo expuesto en los capítulos anteriores respecto de la convivencia y la dignidad de toda persona.

Junto con todo esto, es también oportuno preguntarse por el desarrollo del Plan Estratégico de Convivencia, anunciado a bombo y platillo por el Ministerio de Educación el curso pasado. ¿En qué se ha concretado dicho Plan? ¿Qué medidas se han puesto en marcha? ¿Cómo está llegando a los centros? Las respuestas a estas preguntas son desoladoras. Salvo el teléfono para el acoso entre iguales, que al final termina derivando los posibles casos a las comunidades autónomas correspondientes, no sabemos de ninguna otra iniciativa que se haya puesto en marcha.

¿Cuándo ha sido convocado el Observatorio Estatal de Convivencia, recientemente regulado en un nuevo Real Decreto? ¿Qué ha pasado con el equipo responsable del Plan Estratégico, al parecer retirado de su gestión y sustituido por una sola persona? ¿Qué dinero ha sido previsto en los Presupuestos para el desarrollo del Plan Estratégico de Convivencia? Siguen siendo preguntas sin respuesta.

Ver al ministro de Educación cantando “soy el novio de la muerte” no es una anécdota, es una categoría. Forma parte de todo un planteamiento, de la propuesta de un nuevo modelo educativo, en el que la convivencia apenas tiene cabida, por mucho que se adorne de palabras y de citas como las recogidas anteriormente.

Las últimas leyes educativas, y en concreto la LOMCE, recogen como uno de los principios básicos del sistema educativo “la educación para la prevención de conflictos y la resolución pacífica de los mismos, así como para la no violencia en los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial en el del acoso escolar” (art. 1). Y entre sus fines “la educación en el ejercicio de la tolerancia y la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia (art. 2, c) … y la formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos … (art. 2, e).

¿Dónde quedan estos principios y fines educativos, de educación para la paz, en las situaciones y declaraciones vistas anteriormente? No cabe duda de que el papel lo aguanta todo y que ya es habitual por parte de determinadas personas apropiarse y adueñarse de ideas y palabras, aunque sus conductas y hechos contradigan claramente lo recogido en dichas ideas. La propuesta de ambos ministerios para su tratamiento en la etapa de Primaria es un buen ejemplo de ello.

Por todo ello seguiremos insistiendo en la necesidad de educar desde la escuela en la paz y la convivencia positiva, rechazando todo tipo de violencia, tanto física y directa como estructural y cultural. Educar a nuestro alumnado en una cultura de convivencia pacífica en la escuela sigue siendo una tarea fundamental e imprescindible. Esto exige el desarrollo de las competencias de pensamiento, emocionales, sociales y éticas que hacen posible y viable la convivencia. En otras palabras, se trata de poner las bases y fundamentar la convivencia en la capacitación del alumnado, no sólo en la imposición de sistemas normativos u otros planteamientos reactivos dirigidos al control del alumnado.

Tres grandes líneas estratégicas marcan las líneas de desarrollo de la convivencia: mantener la paz, hacer la paz, construir la paz. O, lo que es lo mismo, eliminar la violencia, actuar pacíficamente y crear una mentalidad pacífica. Algo muy alejado de los planteamientos que priman en estos momentos entre los responsables del Ministerio y sus políticas. Seguiremos trabajando en esta línea, denunciando y poniendo de manifiesto las insuficiencias y contradicciones de sus propuestas. Y, en este contexto, el ministro de Educación debería dimitir, ya que proclamarse a sí mismo “el novio de la muerte” es el modelo más negativo que nos puede proponer para la convivencia y la educación pública en una sociedad democrática y laica.

 

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/04/17/un-nuevo-modelo-educativo-soy-el-novio-de-la-muerte/

Comparte este contenido:

Competencias socio-emocionales: una clave de paz

31 de diciembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Rafael Orduz

Construir paz requiere que los colombianos recibamos una educación, formal e informal, que nos permita afrontar los retos individuales y colectivos con perseverancia, respeto, optimismo y confianza.

No sólo se trata de las destrezas asociadas a los múltiples ámbitos del conocimiento y la capacidad de innovación; se trata, muy especialmente, del desarrollo de las llamadas competencias socio-emocionales.

El plebiscito por la paz: apenas una primera etapa hacia la paz…

Después de arduos años de negociaciones, Colombia entra en una nueva fase histórica después de poner fin a un conflicto de más de cinco décadas. Caracterizado por la muerte de decenas de miles  de civiles y miembros de la fuerza pública, desapariciones forzadas, desplazamiento de millones, secuestros, ha sido uno de los últimos y absurdos vestigios de una guerra fría que culminó hace más de un cuarto de siglo con la caída del muro de Berlín.

Sin embargo, una vez el plebiscito dé por ganador el Sí el próximo 2 de octubre de 2016, empieza el verdadero reto de construir las bases para una sociedad en paz en la que sus miembros sean participativos, democráticos, solidarios, respetuosos, innovadores y productivos. Será un proceso que tomará, al menos, una generación. Se requiere, por tanto, de una visión compartida de largo plazo, que debe comprometer varias de las próximas administraciones públicas y, por supuesto, a la sociedad civil y sus organizaciones, las instituciones educativas y, no menos importante, el ámbito de las familias como educadoras primarias.

Educación de buena calidad: más allá del cliché

Es un lugar común referirse a la educación de buena calidad como uno de los factores críticos de éxito en un proceso de paz. Una de las señales mayores de inequidad social y económica consiste en la desigualdad de oportunidades de acceso. No obstante, la referencia puede convertirse en un cliché inofensivo típico de campañas políticas  sin mayor contenido. O, también, puede caerse en el riesgo de considerar que el logro de buena educación es equivalente a la obtención de buenos resultados en determinado tipo de pruebas académicas.

Las competencias del siglo XXI

¿Cómo convivir pacíficamente en sociedad, cómo trabajar en equipo siendo productivo e innovador, en contextos de alta competitividad global y local? Las llamadas competencias del siglo XXI establecen cuatro categorías de destrezas, asociadas a las maneras de pensar (pensamiento crítico y creativo; capacidad de resolución de problemas; aprender a aprender); maneras de  trabajar (competencias comunicativas para el trabajo en equipo); a las herramientas de trabajo (apropiación del uso de las tecnologías de la información) y a la manera de vivir en el mundo (ejercicio de los deberes y derechos ciudadanos; responsabilidad social).

Las competencias socio-emocionales: la clave final

No es posible el desarrollo de tales competencias sin las competencias socio-emocionales, a las que se les etiqueta también como “blandas”, “no-cognitivas”, asociadas al carácter y la personalidad, entre otros rótulos. Se trata de destrezas que se adquieren por vía informal y formal y en las que los entornos familiares y escolares de niños y jóvenes juegan un papel de primera línea.

De manera simplificada, algunos se refieren a las competencias socio-emocionales como aquellas habilidades que permiten identificar, entender y gestionar las emociones. Para la OECD *, tales competencias se traducen en tres grandes campos:

  • Logros (perseverancia, autocontrol, pasión por las metas)
  • Trabajo con los demás (procupación por el otro, asertividad, respeto)
  • Gestión de las emociones (calma, optimismo, confianza).

Colombia es un país caracterizado por amplias dosis de violencia intrafamiliar, intolerancia social,  excesiva desconfianza.  La necesidad de desarrollar en los niños y jóvenes las competencias socio-emocionales es un requisito indispensable para la convivencia pacífica, uno de los mayores retos después del Plebiscito por la Paz del 2 de octubre de 2016.


*OECD, Learning Social and Emotional Skills for Social Progress, Dirk Van Damme.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/editorial/competencias-socio-emocionales-una-clave-de-paz

Comparte este contenido:

Ministro de Educación, Elias Jaua: Educación pública en Venezuela es referente de convivencia y paz

Venezuela/24 diciembre 2017/Fuente: El Universal

“La educación pública ha sido el espacio para reafirmar nuestros valores”.

El ministro para la Educación, Elías Jaua, ratificó este jueves el compromiso del Estado venezolano de continuar fortaleciendo la educación pública gratuita como un referente de valores de convivencia y de paz para la reconciliación nacional, recuperar la plena estabilidad política y la prosperidad económica y social del país.

«Mientras que en algunas instituciones privadas se promueve el odio de clases, el odio racial, la educación pública ha sido el espacio para reafirmar nuestros valores, el reconocimiento de la diversidad cultural, política e ideológica», recalcó al ofrecer un balance sobre la gestión educativa durante 2017, desde el audotorio de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, en Caracas.

Jaua destacó que la participación del magisterio venezolano en las movilizaciones masivas que hizo el pueblo en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) del 30 de julio, de los gobernadores del 15 de octubre y de los alcaldes del 10 de diciembre, «ha dado cátedra de democracia, de republicanismo, de valores de paz y de convivencia».

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/politica/jaua-educacion-publica-venezuela-referente-convivencia-paz_681878

Comparte este contenido:

¡Ante los nuevos vientos de paz, nos urge construir una escuela más democrática!

17 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Nancy Palacios Mena

El reto de la escuela ante los nuevos tiempos es la construcción de una nueva cultura de participación democrática, vinculada al reconocimiento de nuevos sujetos de derecho.

Investigaciones realizadas en instituciones educativas de diferentes regiones del país, han evidenciado que gracias al impulso del proyecto democratizador que se viene impulsando desde hace ya varias décadas en la escuela colombiana, se ha pretendido pasar de instituciones caracterizadas por formas de organización relativamente verticales y autoritarias, con un rol dominante y casi incontrastable de los directivos (rector y coordinadores), a un modelo en el cual se descentraliza la toma de decisiones, se pone límites al poder de éstos actores, y se incluye sectores antes excluidos en su marcha y proyección, conllevando a formas de regulación en el comportamiento de directivos, estudiantes, padres, y docentes, derivadas no solamente de las determinaciones institucionales y legales, sino de cambios en mentalidades, en las actitudes y concepciones de los mismos.

Los retos que tenemos para tener escuelas realmente democráticas son grandes. Los trabajos realizados por Álvarez (2005), Aguilar y Betancourt (2000), Rodríguez (1998), Castillo y Sánchez (2002), Gil (1997), Palacios (2008), coinciden en señalar la necesidad de transitar de centros educativos con relaciones sociales verticales a horizontales, donde todos participen con voz y voto en toma de decisiones de los aspectos que orientan la vida institucional.

Si bien es indiscutible que los estudiantes de hoy tienen claramente un papel más protagónico en la escuela, y se hace evidente una exigencia de niños y jóvenes por opinar y expresarse, en espacios en los cuales todavía no tienen acceso; hecho que puede indicar la formación de una conciencia de la importancia de la representación y la participación en el contexto escolar.

Requerimos superar aquellos diagnósticos que nos han señalado que para una parte del alumnado, los padres y docentes, sus opiniones se quedan sólo en la consulta, sus aportes no tienen una repercusión real en las decisiones del colegio, porque la democracia se ha configurado como un concepto incompleto, en que se hace una parte un proceso que luego no se concluye, se recoge la opinión como un requisito que de legitimidad a algunas actividades y proyectos, pero realmente las decisiones importantes o trascendentales del establecimiento se toman en otras instancias donde algunos no todos actores escolares son incluidos.

En los tiempos de paz que se avecinan, debemos superar esos escenarios en los cuales la participación en los contextos escolares ha estado marcada por un ritualismo que ha reducido la democracia al voto, y que no permite un cambio real en la construcción de una cultura política en la escuela; debemos superar esos escenarios que han provocado que la democracia se reduzca a la elección de órganos de gobierno escolar que son convocados para legitimar decisiones ya tomadas.

Necesitamos superar esa idea de la democracia según la cual las elecciones son la forma privilegiada de participación; el fomento de elección de representantes como rasgo central de la cultura política escolar, fácilmente reproduce esquemas de clientelismo y de negociación de la elección alrededor, no de proyectos o programas sino de las simpatías o pactos sobre problemas concretos que el elegido puede ayudar a resolver para un grupo particular que lo apoya.

Sin duda, esta interpretación limitada de la democracia conlleva a que el entusiasmo de niños y jóvenes, docentes y padres de familia se vea socavado, y lo que se exprese sea la falta de confianza en que sus aportes, ideas e inquietudes constituyan una forma legítima de incidir en la dirección y en la toma de decisiones dentro de la institución escolar.

Es de imperante necesidad entender la democracia también desde la existencia real de espacios de deliberación, fiscalización, y veeduría, de los recursos económicos, la convivencia, el enfoque pedagógico, el modelo de dirección y todos aquellos aspectos que constituyen la columna vertebral del funcionamiento de la escuela. El reto de la escuela ante los nuevos tiempos, es la construcción de una nueva cultura de participación democrática, vinculada al reconocimiento de nuevos sujetos de derecho y a una nueva institucionalidad.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/ante-los-nuevos-vientos-de-paz-nos-urge-construir-una-escuela-mas-democratica

Comparte este contenido:

La memoria del conflicto armado y la escuela

06 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Nancy Palacios Mena

Los padres de familia y profesores pueden ser grandes protagonistas en la construcción de propuestas pedagógicas innovadoras.

La firma de los acuerdos que ponen fin a varias décadas de conflicto armado en Colombia nos plantea la emergencia de varias líneas de investigación y reflexiones pedagógicas en las cuales, sin duda, los maestros pueden llegar a ser grandes protagonistas.

El impacto del conflicto armado en el ingreso, deserción y permanencia de los estudiantes y los maestros de los centros educativos, la necesidad de implementar estrategias pedagógicas para enseñar a los estudiantes a prevenir ser víctimas de acciones violentas, caer en los campos minados y/o ser reclutados para la guerra, la vinculación de los niños y jóvenes sobrevivientes del conflicto y en condiciones de desplazamiento forzado a las aulas, son algunos problemas a ser abordados dentro del gran abanico de investigaciones que podría formar la memoria histórica del conflicto armado colombiano.

En el campo de la reflexión pedagógica se tienen grandes desafíos: los contenidos, las metodologías y las metas de aprendizaje, son aspectos en los cuales es necesario trabajar con mucho cuidado para no cometer errores que desemboquen en procesos de enseñanza mal enfocados y mal orientados. Llevar el conflicto armado a las aulas sin asumir posturas ideológicas que fomenten sentimientos nacionalistas radicales, poner a los actores del conflicto en calidad de víctimas y victimarios sin hacer matices, proyectar la imagen de las víctimas como personas en condición de minusvalía que merecen lástima, narrar los hechos violentos como las masacres, los atentados y las tomas a pueblos como películas de acción de Hollywood, son retos que debe superar el componente didáctico y pedagógico sobre la memoria del conflicto armado en el país.

Los padres de familia y profesores pueden ser grandes protagonistas en la construcción de propuestas pedagógicas innovadoras que permitan que las nuevas generaciones conozcan y reflexionen sobre un conflicto armado que ha marcado el destino del país. Como testigos de primera mano, padres y maestros pueden aportar un sin número de experiencias que no solo evidencian la afectación que han tenido las comunidades sino, también, las múltiples estrategias de supervivencias que estas tuvieron que adoptar para seguir adelante en medio de la violencia.

Estamos ante una muy buena oportunidad para examinar qué se está haciendo en el campo de la enseñanza de las ciencias sociales en general y la historia en particular; es una buena oportunidad para revisar los enfoques epistemológicos, disciplinares y las estrategias pedagógicas en marcha, así como para la implementación y consolidación de aquellas que apuntan a la orientación de un pensamiento histórico que integre desarrollos cognitivos, habilidades procedimentales y la formación de una ciudadanía crítica.

El reto que tenemos es superar la enseñanza de la historia como una narrativa plana, en palabras de Jorge Sáiz (2015), “aprender historia debe suponer aprender a representar y significar el pasado, a construir conocimientos históricos propios y utilizarlos para pensar y comprender la realidad social”. Desde esta perspectiva, aprender historia equivale a desarrollar un pensamiento histórico, un conocimiento que no es intuitivo, ni natural, sino que requiere un proceso formativo, gradual de instrucción, para conocer, comprender y saber utilizar los contenidos metodológicos sobre historia, es decir, competencias para significar cuestiones históricas y para entender el pasado como se hace desde la investigación en este campo del saber.

Lo anterior nos pone ante el reto de llevar a la escuela una memoria del conflicto armado sin sesgos, sin moralismos, sin apasionamientos que conduzcan a polarizaciones inconvenientes y a planteamientos anacrónicos y atemporales; el reto que tenemos es llevar el conflicto armado a la escuela, más allá de simples explicaciones descriptivas sobre los acontecimientos los actores y sus efectos, no se puede quedar por fuera la comprensión crítica de las causas estructurales que condujeron al conflicto y de las cuales adolecen muchas de las descripciones de acontecimientos violentos que han producidos grupos e investigadores muy destacados, narran masacres, desapariciones y desplazamientos de la población, como si éstos fueran brotado naturalmente, obviando que en el fondo del conflicto armado colombiano, se encuentra el abandono estatal y una larga tradición de inequidad, desigualdad y exclusión, factores que han llevado a que comunidades y regiones enteras hayan vivido en una situación de miseria, pobreza y privación de las necesidades básicas inaceptables para un país con abundantes recursos como el nuestro.

Requerimos, pues, de una formación histórica que integre el desarrollo de habilidades cognitivas y habilidades procedimentales complejas, con una formación ética y política que permita que nuestras nuevas generaciones de niños y jóvenes no solo conozcan y reflexionen sobre la violencia que hemos vivido, sino que construyan una ciudadanía que propenda por la convivencia, rechace la confrontación armada y crezca con la convicción de que esté sufrimiento colectivo no lo podemos volver a repetir nunca más.

Referencias
Sáiz, Jorge. (2015). Educación histórica y narrativa nacional. Tesis para optar por el título de doctor en didácticas específicas. Didáctica de las ciencias sociales. Universidad de Valencia- España.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-memoria-del-conflicto-armado-y-la-escuela

Comparte este contenido:

No toda trinchera es honorable

01 de marzo de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org/

Por: Miyer Pineda

Un llamado a los manifestantes del paro camionero que han detenido la alimentación escolar por las protestas.

Sitiar una ciudad. Impedir la entrada o salida de alimentos sin que importen los afectados,  productores, campesinos, microempresarios que le han apostado a resistir en el juego del mercado o los sencillos habitantes de ciudad que trabajan día a día para sobrevivir. Destruir sus negocios. Obligarlos a que pongan en sus vitrinas que apoyan el paro. Que reine el miedo es la consigna. Detener camiones con la alimentación escolar. Impedir el paso de ambulancias, la movilidad de peatones, la libertad que se supone es pilar fundamental en un sistema democrático: esos Derechos no nos importan.

Destruir los bienes públicos y privados porque nuestra rabia justifica todo. Hay corrupción, hay desigualdad, hay represión, por tanto debemos ser generadores del caos, romper ventanales, cerras vías, arrojar piedras porque estamos libres de pecado.

No importa que el dinero para reponer esos destrozos deba salir de nuestros bolsillos, ni que se hubiera podido invertir ese dinero en otra cosa. Si lastimamos a alguien no importa, solo importa si nos lastiman a nosotros. La libertad de expresión que defendemos es la nuestra, la de los demás es deleznable.

Sitiar una ciudad, presionar (obligar) a sus habitantes a que apoyen nuestras exigencias, no importa que con el tiempo lo que pedimos golpee a los más pobres a quienes el dinero no les alcanzará sin que sepan explicarse la razón. Eso no nos interesa: lo importante es el discurso de la rabia y erigirnos como expertos en buscar conejillos de indias para descargar nuestra impotencia.

Y todo el que no esté de acuerdo con nosotros será nuestro enemigo. Y todo el que no salga con nosotros será un traidor o un cobarde, o un santista (que ahora quiere decir castrochavista);  pregonaremos la muerte atacando el proceso de paz porque “aquí sí se dialoga con terroristas” y no con los trabajadores honestos; no importa que la guerra siga, al fin y al cabo no serán nuestros hijos los que tendrán que ir a pelearla en la trinchera.

No importa que esas palabras sean las del Señor de la muerte, igual  podemos ver la guerra por televisión e indignarnos mientras continúa nuestra digestión, incluso podríamos buscar estrategias para lucrarnos: haremos marketing sobre el discurso de la injusticia (ya se nos ocurrirá algo). No importa que el presupuesto que podría dignificar un poco la salud o la educación tenga que irse a mantener el negocio de la muerte; no nos importa nada, solo nuestros intereses, nuestros egos de ser paladines de la justicia (no importa la de quien, el frente es lo de menos).

Sitiar una ciudad, secuestrar a un país y legitimar ese proceder con el Derecho a la protesta. Apropiarnos del concepto digno de “movimientos sociales” (el nazismo o el falangismo a su modo también lo fueron). No importa que los jóvenes de este país no tengan acceso a su Derecho a la educación (esto es lo de menos: mejor; si se educan podrían cuestionarnos a nosotros también y no se dejarían contagiar con los discursos efectistas del Odio y de la impotencia, ocultos bajo el mote de movimientos sociales); tampoco es importante que se cierren las pocas fábricas, o que con el tiempo haya que despedir gente para recuperar un poco las pérdidas, o que las ambulancias no puedan circular (si el paciente muere, mejor, un muerto más… también usaremos su memoria) … Y si esta gente en realidad es afectada, pues que sean verracos y que se unan y sitien la ciudad, que bloqueen las calles; al fin y al cabo no hemos logrado salir de la edad media.

Y si cerramos las calles no importa que eso aplaste los Derechos de los demás porque aquí prima el Derecho a la protesta, y la protesta significa ahora negar los Derechos de los otros para imponer nuestros intereses, y si hay muertos, mejor, eso golpeará por fin a la gente, que salga a manifestarse, y si nos atacan culparemos de todo al ESMAD; porque sí, el ESMAD tiene la culpa de todo; porque sí, el ESMAD está conformado por los políticos corruptos e infames que nos tienen así y quienes sabían que saldríamos a la calle y que por consiguiente crearon al ESMAD. Lo importante es el Derecho a la protesta aunque no sepamos protestar y pensemos que es legítimo Protestar en su nueva y frívola definición… negar los Derechos de los otros.

Y otros tantos vamos a posar, vamos a liderar, vamos a decirle a la gente lo que quiere escuchar: que El Estado es una lacra corrupta, que el Estado no respeta el derecho a la protesta, que Santos es lo peor que le ha podido pasar a este país… (¿Se dieron cuenta de que evité escribir groserías?): ¿No es increíble que se hayan dado cuenta AL FIN de todo eso? ¿Y por qué los siguen eligiendo?

No nos asombraremos porque ninguno de estos personajes se atreva a decir que el Estado no es lo mismo que el Gobierno; que es el Gobierno de turno el que ocupa el poder del Estado cada cuatro años; no se atreverán a decir que a ese Gobierno lo elegimos nosotros cada cuatro años; no se atreverán a decir que si el negocio es malo, pues quizás debamos invertir en otra cosa en lugar de obligar a un país a aceptar unas condiciones que lo afectarían, solo para que cese el Sitio medieval.

Es poderosa una Protesta, la apoyamos, eso es la Democracia… pero cuando está construida desde la dignidad y desde la Ética: el cacerolazo que no se convierte en acto vandálico o el poema de Neruda leído por el Maestro de la polis, o las velas de los niños como expresión de solidaridad, o el trovador que atraviesa su guitarra para buscar el diálogo, o muchos de esos marchantes conmovidos y solidarios, o el policía que acompaña la Marcha porque sabe que no habrá provocaciones… si esto es así, funciona la Democracia… Si cedemos a la rabia, o al sesgo ideológico, habrá heridos, confusión, y señores… toda estará permitido.

Se sorprenden porque el ESMAD cumple con el objetivo con el que fue creado. Se sorprenden porque los sucesivos Gobiernos que eligen mal no los escuchan… Pero no se sorprenden cada cuatro años cuando los vuelven a elegir. Olvidan pronto. Y ¿Quién es el responsable en ese caso?

¿La culpa de todo es de Santos o de las multinacionales o del ESMAD? ¿El culpable es este Neoliberal de clase alta o de esos perros rabiosos a los que sueltan para reprimir nuestras protestas? ¿Quién lo eligió? ¿Y quiénes eligieron a los congresistas que no han permitido el desmonte del ESMAD? Y cómo no falta el que lea desde sus prejuicios, le aclaro que ya en un ensayo había condenado el accionar de la policía debido a los asesinatos de Nicolás Neira y de Diego Felipe Becerra en Bogotá.

Y mientras tanto en la ciudad sitiada en la que vivo ya hubo un muerto… pasaba por ahí, se detuvo a mirar cómo el pueblo sacaba su rabia en contra de los policías del ESMAD (integrado por muchachos de estrato 25, hijos de senadores y burócratas, a los que les encanta desbloquear calles)… hasta que uno de esos policías disparó una granada con las que los equipan y golpeó la cabeza de ese muchacho. Murió en la calle sin que pudiera hacerse nada… y por supuesto cada uno de los habitantes se sintió conmovido e indignado… Y nadie se ha atrevido a decir que fue una muerte que no debió ocurrir.

Uno de los participantes que lo presenció todo me contaba que por poco el artefacto lo golpea a él, mientras sonreía… No sé si entendió cuando le dije que en realidad sí le dieron, que nos dieron a todos, pero que no nos hemos dado cuenta o que no nos importa.

Al rato ya estaban los videos del cuerpo en las redes. Algunos carroñeros y su amarillismo ultrajando el cuerpo del muchacho, su nombre, su sangre, su memoria… al menos el legítimo derecho a la memoria.

Hubo protestas y cacerolazos en los que se mimetizó el discurso del odio porque en este país cualquier trinchera es honorable siempre y cuando le estampemos la palabra Derecho. Aquí se piensa que se tiene el derecho a odiar y a destruir al otro. Lo primero es comprensible pero lo segundo señores no puede aceptarse. Hermoso ver a la ciudad solidarizada con la memoria de la víctima, hermoso ver la ciudad en silencio… pero nadie es capaz de decir que mucha gente tiene miedo al vandalismo.

Y entonces comenzó la polifonía de la indignación: cada uno proponiendo su punto de vista he intentado imponerlo sobre el de los demás. A lo mejor eso es lo que nos falta, decirnos las cosas, educarnos desde premisas kantianas en las que debemos obligarnos a pensar mientras exigimos que la violencia debe ser aplicada SOLO EN CONTRA DE NOSOTROS MISMOS, CRITICAMENTE, y no en contra de los demás. Deje de estigmatizar tanto al que piensa diferente y pregúntese a quiénes beneficia el Paro. Deje de servirse de la muerte de ese muchacho (y de los demás muertos) y pregúntese la causa de su muerte: y deje de responder que la culpa es del ESMAD, y piense en los que provocaron al ESMAD con su insistencia en secuestrar a un país, y luego piense en la forma de votar que se tiene en estas tierras, porque sus elegidos crearon al ESMAD, y todo indica que lo fortalecerán así cambie de nombre.

Y propongo esa sencilla regla para que el diálogo sea posible: Pensar es irse en contra de uno mismo, sin intentar imponer la tesis de que todo es aceptable para lograr satisfacer mis intereses…
Y luego las redes, la estupidez vitrinizada: la faceterapia… sobre la cual ya Umberto Eco dijo todo, egos y egos efímeros vomitando su estupidez (que es contagiosa y por eso se vuelve viral), su  impotencia y el odio que sentimos por el conocimiento, por el que no piense igual, por el que no se sume a nuestra cruzada de imponer por la fuerza mis intereses.

Han sido pocos los que se han negado a sumarse a los carroñeros que pasean en el mundo virtual, el cuerpo sin vida de ese muchacho que no debió haber muerto.

Por ahora debo decir que estoy de acuerdo con que nos indignemos por la situación del país (ya era hora después de tantos años), y que estoy de acuerdo con el Derecho a la Protesta, pero una protesta desde la imaginación y desde la ética, es decir desde la Democracia… pero no una Protesta que limite las libertades, porque entonces ¿qué diferencia habría con un Paro armado, por ejemplo? ¿Qué nos diferenciaría de ese tipo de lacras?

Así que propongo en un principio que debe indignarnos más el hecho de que seamos nosotros con nuestros votos o con nuestra abstención, quienes propiciamos que esto pase. Porque si la culpa es del ESMAD, pues país, todos somos el ESMAD: Elegimos a sus creadores. Y aún más los líderes de esos bloqueos que con su arrogancia hicieron necesaria la presencia del ESMAD. Pero buscaremos culpables… y los culpables  siempre son los otros… y posaremos exigiendo justicia y lavándonos las manos.

Si el problema es que no se quieren multinacionales pues elijan un buen Congreso y dejen de elegir presidentes neoliberales… porque en el colmo de este desorden ya se oyen voces que piden el regreso del Señor de la muerte. (Neoliberal y asesino).

Por ahora me sentaré a esperar los ataques del odio porque lo que está de fondo es la manipulación de nuestra ignorancia empoderada por impotencia y deseos de sangre. No importa que nuestro pensamiento oscile apoyando frentes sospechosos e inhumanos; la cuestión es la pose, la simulación, encubiertos en discursos de reconciliación y de fraternidad.

A los policías que dispararon los acusarán de homicidio culposo… mientras los creadores del ESMAD seguirán con sus vidas, o ni los acusarán porque se dirá que estos agentes cumplían con su asqueroso y discutible deber. Mientras tanto, la familia del muchacho (me niego a escribir su nombre por respeto a su memoria)… cargará con ese dolor, hará su duelo, y no me atrevo a decir que TODOS somos ese muchacho porque eso sería ceder a la demagogia que desconoce el dolor de los demás, pero a lo mejor así se comprenda el problema: pobres matando pobres, eso sintetiza la historia de nuestro país que se niega a aprender de sus errores.

//rosablindada.net/files/PINEDA_Oscuras_Grafias.pdf

//verne.elpais.com/verne/2016/02/20/articulo/1455960987_547168.html

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/no-toda-trinchera-es-honorable

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2