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China acusa de «racista» a ministro de Brasil por sugerir que el país provocó la pandemia

Asia/China/09 Abril 2020/rpp.pe

La polémica inició por un cuestionado tuit en el que el ministro de Educación de BrasilAbraham Weintraub, expone su teoría sobre el COVID-19.

La Embajada de China en Brasil tachó de «racista» al ministro de Educación brasileño, Abraham Weintraub, por sugerir en un mensaje de Twitter que el gigante asiático provocó intencionadamente la pandemia de coronavirus.

El origen de la polémica es un tuit publicado el domingo por Weintraub en el que recurre a un popular personaje infantil de Brasil, Cebolinha, para exponer su teoría sobre el COVID-19.

«¿Geopolíticamente, quien podría salir fortalecido, en términos relativos, con esta crisis mundial?», plantea por escrito Weintraub, junto a la imagen de Cebolinha en la Gran Muralla de China.

A ello se suma que Cebolinha es un personaje cómico con problemas de dicción que le hacen pronunciar las erres como eles, algo que se usa como burla hacia los hablantes chinos por sus dificultades para pronunciar esa letra.

El ministro de Educación retiró el ‘tweet’ el mismo domingo tras recibir una lluvia de críticas a la que este lunes se ha sumado la de la Embajada de China en Brasil por medio de un comunicado publicado en la red social.

«Weintraub, ignorando la posición defendida por China en diversas ocasiones, ha hecho unas declaraciones difamatorias en redes sociales estigmatizando a China al asociar el origen del COVID-19 al país», ha dicho la misión diplomática.

«Estas declaraciones son completamente absurdas y despreciables y tienen un fuerte carácter racista y objetivos inenarrables, teniendo en cuenta las negativas consecuencias en el desarrollo saludable de las relaciones entre China y Brasil«, ha añadido.

Además, ha subrayado que «la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la comunidad internacional se oponen explícitamente a la asociación del virus con un país determinado o una región concreta».

Embaixada da China no Brasil

@EmbaixadaChina

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16,9 mil personas están hablando de esto

A este respecto, ha recordado que el coronavirus «se está esparciendo por todo el mundo, dando lugar a un desafío al que ningún puede enfrentarse solo», por lo que ha defendido que «en este momento lo más urgente es unir a los países en una proactiva cooperación para acabar con la pandemia cuanto antes».

Así las cosas, ha urgido a «ciertos individuos de Brasil» a «corregir inmediatamente los errores cometidos», al tiempo que les ha exhortado a «parar con las acusaciones infundadas contra China».

No es el primer choque entre Pekín y Brasilia a cuenta del coronavirus. Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dijo en Twitter que «China tiene la culpa» de la pandemia.

Entonces, la Embajada china le acusó de imitar a «sus queridos amigos», en aparente alusión a Estados Unidos. «Al volver de Miami contrajo, lamentablemente, un virus mental que está infectando las amistades entre nuestros pueblos», espetó.

Fuente: https://rpp.pe/mundo/actualidad/coronavirus-covid-19-china-acusa-de-racista-a-ministro-de-brasil-por-sugerir-que-el-pais-provoco-la-pandemia-noticia-1256857

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Morirse de hambre por no hacerlo de coronavirus

Por: Lola Hierro

Las restricciones impuestas para contener la epidemia de la Covid-19 complican el acceso a alimentos a millones de personas que viven al día en África

Pongamos que un campesino llamado Bakoro vive gracias a que siembra patatas en su huerto, en un pueblo de cualquier país de África, y luego las vende a un comerciante. Que este comerciante compra todas las patatas de todos los Bakoros de la zona y contrata a un transportista que las lleve a la ciudad y las entregue en varios supermercados y mercados, donde otros las ofrecerán a sus clientes. Entre ellos habrá uno, a su vez, que irá a diario a comprar un kilo de esas patatas gracias a un dinero que ganó trabajando esa jornada como taxista, o mozo de carga, o sastre, o mecánico. No puede permitirse ir una sola vez al mes a por más cantidad y almacenarlas porque no tiene un contrato laboral con salario mensual.

En esta delicada cadena alimentaria, una sola interrupción puede suponer un problema para cualquiera de sus componentes. Y ahora, la epidemia de Covid-19, que ya afecta a 53 países del continente, donde se han notificado más de 10.000 casos, amenaza con desmontarla de arriba abajo: las restricciones que se aplican en todo el mundo para contenerla, como el cierre de fronteras, de tráfico aéreo y marítimo y los periodos de confinamiento, pueden amenazar la seguridad alimentaria de millones de personas si se gestionan incorrectamente.

«Nos preocupa el impacto de la Covid-19 en los países vulnerables que están luchando contra el hambre, sobre todo los afectados por conflictos o inseguridad, como los del Sahel, y otros de África oriental que ahora sufren el brote de langostas del desierto. Pero es difícil saber qué efectos se van a ver», resume Heléne Pasquiere, responsable de seguridad alimentaria de Acción contra el Hambre (ACH). Lo esencial es mantener el suministro de alimentos y el acceso para todos, «porque al final de una crisis sanitaria nos podemos enfrentar a otra alimentaria», advierte.

Pasquiere no es la única con este temor. Un buen número de organizaciones y expertos en salud y alimentación ya han alertado de que el impacto de la epidemia puede suponer un problema en la seguridad alimentaria mundial. En los países en desarrollo, más, porque en estos se encuentra el mayor porcentaje de personas con alguna forma de desnutrición y malnutrición. África, en concreto, tiene más de 256 millones de hambrientos, según el último recuento de Naciones Unidas. Las personas desnutridas, ya sean agudas o crónicas, cuentan con un sistema inmunitario más débil, por lo que tienen menos armas para evitar el contagio del virus. Una vez que se han contagiado, es posible que padezcan síntomas graves, algo que ya se comprobó que ocurría con enfermos de ébola: su estado nutricional previo condicionaba su evolución.

Pero, si bien la imagen estereotipada de África es la de un continente de famélicos, los datos dicen que las personas con sobrepeso y obesidad se encuentran en mayor porcentaje en países en desarrollo, y en este continente hay un buen número de ellos. La gente que gana poco dinero no compra comida saludable, sino muchos ultraprocesados que son más baratos y fáciles de encontrar. En África, la situación se exacerba en los miles de barrios empobrecidos de entornos urbanos, como Kibera en Kenia o Khayelitsa en Sudáfrica. «Es muy probable que, si la gente no tiene ingresos, en vez de comprar alimentos de mayor calidad compre otros de bajo coste y que desde el punto de vista nutricional sean menos adecuados», confirma Pasquiere.

Una mujer recibe alimentos el 2 de abril de 2020, durante una distribución de un grupo de voluntarios kenianos llamados Team Pangaj. Entregan harina, alubias, leche y zumo a unas 900 personas de Kibera, uno de los suburbios más pobres de Nairobi, capital de Kenia.
Una mujer recibe alimentos el 2 de abril de 2020, durante una distribución de un grupo de voluntarios kenianos llamados Team Pangaj. Entregan harina, alubias, leche y zumo a unas 900 personas de Kibera, uno de los suburbios más pobres de Nairobi, capital de Kenia. GORDWIN ODHIAMBO AFP

Este grupo de población también se enfrenta a mayores riesgos si contraen la Covid-19, según los datos recabados en el Reino Unido. Para empezar, su sistema inmunológico se encuentra activado de manera crónica para responder al daño celular causado por la inflamación. Luego, los obesos también tienen más difícil lidiar con la neumonía, ya que el exceso de peso compromete a veces la capacidad de los pulmones para tomar oxígeno; además, tienen más posibilidades de que su salud cardiovascular sea deficiente, y en muchos casos también son físicamente poco activos; todo ello compromete el sistema inmune.

«La situación de la Covid-19 se suma a los problemas que ya teníamos«, lamenta Lola Castro, coordinadora regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en el sur de África, para ilustrar el estado de la cuestión en esta zona del continente. «Aquí estamos afectadísimos por el cambio climático; en los últimos tres años hemos tenido en al menos ocho países sequías muy intensas que han destruido no solo cosechas, sino que en Namibia, Botsuana y Angola han precipitado la mortalidad de los animales y han creado una situación sin precedentes de inseguridad alimentaria para gente que antes estaba más o menos bien y podía alimentarse por su cuenta», describe. Solo en esta región, el PMA ha solicitado 450 millones de dólares (413 millones de euros) para asegurar la alimentación de quienes ya dependían de ellos antes del coronavirus durante los próximos tres meses. No a todos se prestaba ayuda porque no se llegaba, y ahora serán más si la crisis se prolonga. «Estamos intentando, lo primero, mantener las actividades que ya estábamos realizando. Necesitamos hacerlo a tiempo porque, si esperamos, puede ser un desastre», avisa Castro, y recuerda que el PMA ha sido el primero en declarar la emergencia alimentaria global por primera vez en su historia. «Se necesita 1.900 millones de dólares 1.700 millones de euros] para responder a esta alerta en todo el mundo», añade.

Muchos Estados han cerrado sus fronteras y esto también trae complicaciones, según Abebe Haile-Gabriel, subdirector General de la Agencia de la ONU para la Agricultura y Alimentación (FAO) y representante regional para África. Su organización calcula que una de cada cinco calorías que la gente consume ha cruzado al menos una frontera internacional, más del 50% que hace 40 años. «La mayoría de los países depende de las importaciones. En los pequeños Estados insulares en desarrollo, por ejemplo, hasta el 80% de sus alimentos proviene de otras regiones, pero no son solo ellos». Y lo mismo pasa con las exportaciones: «Los africanos exportan productos primarios como cacao, aceite, minerales, café… La demanda está bajando, por lo que los ingresos se reducirán y socavará aún más la capacidad de conseguir comida aunque estos estén disponibles», vaticina. Hay que tener en cuenta que en los hogares pobres de los países en vías de desarrollo como estos la población se gasta entre el 60% y el 80% de sus ingresos en comer.

El aumento de precios es una realidad en países en cuarentena como Ruanda, donde el coste de los bienes ha aumentado significativamente desde el cierre debido a la falta de transportistas. También en Sudáfrica, con un 30% de desempleo y una economía que depende en gran medida de un turismo ahora inexistente. Allí se han registrado más de 300 quejas ante la Comisión de Consumo por el incremento de precios de bienes de primera necesidad como papel higiénico, medicamentos y mascarillas.

Mal en el campo, peor en la ciudad

Los trabajadores en el sector informal [trabajo no declarado] que viven al día, sobre todo en contexto urbano, se han quedado sin fuentes de ingresos. «Hay que reducir la transmisión de la Covid-19 con prevención y control de la infección, pero también hay que apoyar a estas personas para que puedan cubrir sus necesidades básicas inmediatas, como la alimentación, pero también el alquiler. Porque si no la gente se va a encontrar en la calle de un día para otro», alerta Pasquiere.

Una mañana ajetreada en la casa de Tapiwa Chiroodza en el barrio de Mbare, en Harare (Zimbabue), el 30 de marzo de 2020, primer día del periodo de cuarentena. Las personas más empobrecidas y que viven al día son las más vulnerables ante esta nueva situación.ampliar foto
Una mañana ajetreada en la casa de Tapiwa Chiroodza en el barrio de Mbare, en Harare (Zimbabue), el 30 de marzo de 2020, primer día del periodo de cuarentena. Las personas más empobrecidas y que viven al día son las más vulnerables ante esta nueva situación. JEKESAI NJIKIZANA AFP

En Zimbabue por ejemplo, en la ciudad de Harare, el PMA lleva varios meses haciendo transferencias monetarias debido a la crisis alimentaria agudizada por la crisis económica y una prolongada sequía. En las zonas rurales se distribuye comida pura y dura. «Si funcionan los mercados locales, preferimos dar transferencias monetarias que permitan a la gente tener un cesto básico mínimo, y además promovemos la producción local. Pero en este caso la comida no llega a los mercados y la que hay tiene un precio inasumible debido a la inflación», describe Castro.

Es en los pueblos más pequeños y remotos de África, donde no llegan las carreteras asfaltadas y todo pasa más tarde, hasta las malas noticias, pueden sentirse un poco más protegidos que en un suburbio. Mientras que el transportista y el mayorista que distribuían y compraban las patatas se quedan sin negocio y sin ingresos, hay quien pensará que el imaginario campesino Bakoro siempre podrá comerse sus propias patatas, aunque solo se alimente de ellas un tiempo, o cambiarlas por cebollas con el vecino de al lado.

Pero las personas que viven en zonas rurales en muchos casos siguen teniendo vínculos muy fuertes con las ciudades  y las restricciones de movimiento les afectan en el consumo, pero también en la producción. Alrededor del 60% de la población africana se dedica a la agricultura y en muchos países, la temporada principal de siembra comienza ahora, lo que significa que tienen que conseguir semillas, fertilizantes y otros insumos. «Si el mercado comercial se ve interrumpido, estos insumos no llegarán a tiempo, y si se pierde la temporada de siembra, después no habrá suficiente cosecha y eso agravaría nuevamente el problema, particularmente la nutrición» explica Haile-Gabriel.

Otra dificultad que pone sobre la mesa la cooperante de Acción contra el Hambre es que en África muchas familias dependen de las remesas de la migración de otros países, generalmente europeos, donde la crisis también está impactando, y se están reduciendo los envíos.

Igualmente preocupan los residentes en campos de refugiados y desplazados, que ya tenían difícil comer. Pasquiere advierte de que la distribución alimentaria se mantendrá dependiendo de las restricciones que impongan los Gobiernos al movimiento de las organizaciones de ayuda, algo que en principio no está ocurriendo.

En busca de soluciones urgentes

Para Lola Castro es urgente que los Gobiernos doten de ayudas económicas de manera inmediata a toda la gente que se ha quedado sin trabajo y sin medio de sustento. «África es muy diferente a la de Europa y encerrar a la gente en casa durante muchos días es muy difícil. Hay muchos que dicen ‘me voy a morir de hambre antes que de coronavirus porque no tengo dinero ni para comprar mi cesta básica», ilustra.

Así, en Sudáfrica, el presidente Cyril Ramaphosa ha anunciado una serie de medidas para ayudar a las pequeñas empresas y trabajadores afectados que incluyen un subsidio de desempleo para los trabajadores informales y exenciones de impuestos. En Namibia, aquellos que han perdido sus ingresos tras el periodo de cuarentena recibirán una subvención de 750 dólares namibios, unos 37 euros. «A mí me preocupan países como Malaui, Zimbabue, Mozambique… La situación no está tan boyante como para que el Gobierno pueda dar subsidios inmediatamente», señala Castro, que también apoya la participación del sector privado para capear el temporal.

Otra medida que, esa sí, ya funciona, ha sido la apertura de un corredor humanitario en el sur del continente. «Hicimos una petición al Gobierno y ha mantenido el puerto de Durban [Sudáfrica] abierto, así que estamos descargando contenedores de alimentos nutricionales específicos para niños, harina de maíz… Y los transportistas están pudiendo cruzar las fronteras. Estamos pidiendo a los Gobiernos de todos los países que no cierren para la ayuda alimentaria urgente», detalla Castro.

Durante la entrevista telefónica con este diario, el subdirector de la FAO, Haile-Gabriel, avisa de que en media hora va a participar en otra vídeo llamada con miembros de la Unión Africana y varios ministros de Agricultura. La idea es proponer recomendaciones urgentes para plantar cara al problema. «Resulta ensordecedor el silencio sobre la crisis alimentaria que se cierne sobre nuestras cabezas como resultado de las medidas para contener el virus; en África deberíamos hablar sobre ello sin diluir los esfuerzos para contener la propagación de la pandemia», opina antes de despedirse.

REINVENTAR EL REPARTO DE LA AYUDA

Varias mujeres esperan a recibir su ayuda mensual respetando la distancia social en un reparto del Programa Mundial de Alimentos.
Varias mujeres esperan a recibir su ayuda mensual respetando la distancia social en un reparto del Programa Mundial de Alimentos. FOTOGRAFÍA CEDIDA POR LOLA CASTRO (PMA)

L. H.

Cuenta Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos en el sur de África, que la pandemia de la Covid-19 ha creado una situación sin precedentes. «Buscamos soluciones según se presentan los problemas», reconoce. Y uno de los primeros que encontraron es que tenían que dar con la manera de repartir la ayuda siguiendo las nuevas indicaciones de distanciamiento social, higiene, etc. «Ya no podemos tener a mucha gente en un mismo lugar, hay que asegurarse de que las personas no se tocan y que podemos hacer la distribución de alimentos de forma segura tanto para los beneficiarios como para el personal humanitario».

«Antes podías tener dos o tres mil personas en una distribución de comida; ahora cada grupo es de 150 o 200 personas como mucho. También tenemos termómetros infrarrojos para evaluar a todo el que viene. Si alguien tiene una temperatura muy alta se le manda a los centros de salud que manejan los ministerios y la OMS. Las personas que esperan lo hacen en grupos separados y van de uno en uno a la distribución, recogen la comida sin contacto físico y luego, como tenemos una tarjeta biométrica para identificar a los beneficiarios, hemos conseguido desligar el biométrico de la huella dactilar, entonces ahora solo deben poner la tarjeta cerca de una máquina que registra los datos y no tienen que poner la huella, así que no hay contacto tampoco», resume Castro.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/31/planeta_futuro/1585673172_222282.html

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Colombia: Colegios de Bogotá no saldrán a vacaciones adelantadas por el Gobierno Nacional

América del Sur/Colombia/31-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

Las vacaciones adelantadas que se decretaron a los colegios nacionales no se aplicarán en Bogotá.

Según la Secretaría de Educación, los colegios distritales mantendrán su calendario mediante teletrabajo. «El periodo académico comprendido entre el 16 de marzo y el 19 de abril será desarrollado bajo la estrategia ‘Aprende en Casa’, la cual será guiada, monitoreada y evaluada en forma permanente por los docentes y directivos de las Instituciones Educativas Distritales (IED)”, afirma un documento de la entidad.

Además de esta situación, el trabajo en casa seguirá siendo monitoreado por los docentes y directivos. «Se realizarán seguimientos por comunicaciones telefónicas, correo electrónico o por otros medios, a cada uno de los estudiantes (…) con el fin de indagar sobre su proceso en casa, su estado emocional, salud y entorno que signifique alertas importantes para el ajuste del acompañamiento pedagógico», continúa el documento.

El Ministerio de Educación anunció las vacaciones adelantadas para los estudiantes de colegios públicos desde este lunes hasta el 19 de abril. Los colegios privados podrán adaptar sus calendarios a estas vacaciones, o garantizar que se realicen las mismas de manera no presencial.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2020/03/30/colegios-bogota-no-saldran-vacaciones-adelantadas-gobierno-nacional.html

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La Educación en un mundo de Pandemia ¿INCLUSIVA O EXCLUSIVA?

JUAN C. PALOMINO PAREDES

El coronavirus no sólo trae consigo miles de afectados y contagiados en todo el mundo, sino que además ha generando 850 millones de estudiantes en sus hogares en situación de cuarentena, esta cifra es según el último reporte de la UNESCO, quien ha presentado además una lista de herramientas tecnológicas y diversas plataformas virtuales para que los distintos gobiernos puedan aplicar sin las previsiones del caso una modalidad conocida como educación a distancia o clases online, generando en los docentes y padres de familia preocupación y stress. ¿Qué hacer cuando no están preparados?.

La educación virtual y el teletrabajo ingresa a los distintos hogares del mundo con expresiones propias como streaming, learning, módulos y plataformas virtuales exigiendo una mayor acción mediadora de los padres en tiempos del virus.

Otros padres de familia tienen su propio proceso de «enseñanza y aprendizaje», ya que por motivos económicos y laborales se enfrentan a problemas colaterales al coronavirus, con daños a la salud mental (ansiedad, stress, depresión), y es el nuevo shock en los actuales países declarados en estado de emergencia.

Por lo tanto, las clases online no reemplaza a la escuela presencial. pues sólo es una modalidad complementaria que va de la mano con el Internet y el uso de las Tics, que ha propiciado el desarrollo de los denominados “nativos digitales” en una “educación digitalmente competente” (Prensky, 2018).

Pero la realidad es otra en los diversos países de latinoamericana, en Perú por ejemplo las cifras oficiales del INEI (Instituto Nacional de Estadística) nos dice que de 100 hogares, solamente 34 tienen acceso a una computadora, a ello se suma los bajos salarios a los docentes y el bajo presupuesto designado a educación pública.

La modalidad de educación a distancia y su entorno virtual se convierte en nuestros países, en otra muestra de la inequidad y desigualdad social, puesto que no todos los hogares urbanos y rurales tienen Internet, ni el soporte, ni la estabilidad laboral para salir de esta crisis con pandemia viral.

A pesar de medidas dictadas para los colegios públicos y privados de la educación básica regular, los docentes, sabrán contextualizar y guiar el aprendizaje de sus estudiantes desde otros escenarios ajenos a la escuela.

Los padres de familia notarán en sus hijos la competencia de autonomia para resolver sus propias tareas escolares en el hogar, por ello el aprendizaje autónomo es necesario, y hay que identificarlo como un proceso por el cual el estudiante toma conciencia de sus propios procesos cognitivos (Martínez, 2005).

Sin duda, una de las acciones más importantes en estos días de cuarentena en casa, es preparar a los niños para que puedan filtrar con criticidad tanta información existente hoy día, ya sea por televisión, periódico o Internet, y que a su vez, puedan transformarla en nuevos saberes, de forma que el estudiante se vaya convirtiendo gradualmente en entrenador de sí mismo para el logro permanente de su aprendizaje, los grandes cambios se vienen dando,estemos preparados en tiempos difíciles, requiere el apoyo solidario de todos, «El bien común, es el bien propio a la vez» (Ubuntu).

Referencias Bibliográficas.

Argüelles, D. (2011). Tesis: Modelo para la generación de competencias genéricas a partir del e-learning fundamentado en aprendizaje autónomo. España: Universidad de Nebrija.

López Rodríguez (2005). Venezuela: Grao, S.L.

Prensky,M. (2010). Nativos e Inmigrantes Digitales

Fuente: enviado a la redacción de OVE por su autor

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Open Who: El recurso educativo de la OMS para luchar contra las pandemias

Aunque es conocido que el ajo tiene propiedades antimicrobianas, no hay pruebas de que nos proteja del Covid-19, ni que el verano sea una garantía para no contraer esta enfermedad. Tampoco se transmite por mosquitos, ni puedes “matarlo” con un secador de manos. Estas son algunas de las noticias falsas que se han viralizado por redes sociales desde hace algunas semanas, las que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha preocupado por aclarar.

Portal OpenWho

Al igual que la enfermedad, los bulos acerca del coronavirus solo nos demuestran que, pese al tiempo transcurrido, aun necesitamos más información al respecto. Y más allá de desmentir las noticias falsas, hace falta un material educativo que entrene a la población en general sobre esta pandemia y otras más. Ese es el concepto que propone el portal OpenWho, la plataforma interactiva de la OMS con cursos virtuales para grupos interesados en trabajar en contextos de emergencias, epidemias y pandemias.

De acceso libre y disponible en cuatro idiomas (español, francés, inglés y chino), este website proporciona una gama multilinguística de cursos en las lenguas referidas y otras más como el portugués, japonés, croata, etc.. La visión que la OMS es la de combatir con la educación los principales brotes de enfermedades que atacan a la población mundial, como el ébola, el cólera, polimielitis, entre otros y desde luego su nuevo recurso informativo sobre el Coronavirus.

Página de registro de OpenWho

Dividida entre categorías de conocimiento básica, intermedia y avanzada, la plataforma tiene más de cien mil módulos de capacitación, principalmente orientadas a los denominados “tomadores de decisiones o responsables en primera línea”. Los cursos son de fácil acceso, por lo que solo basta con entrar a la pestaña de cada uno de ellos y, al ingresar por primera vez al portal, se solicita registrarse con el nombre y apellido, correo electrónico y una contraseña. Después, se podrá iniciar sesión solo con los dos últimos datos.

En cuanto a recursos interactivos, los cursos se dividen en diversos módulos, que contienen videos, audios, transcripciones de las clases y diapositivas que pueden descargarse fácilmente, además de sesiones de debate en torno a cada módulo aprendido, para que los usuarios interactúen entre sí.

Los canales de OpenWho

La plataforma aborda el aprendizaje desde cuatro perspectivas. Así, en la pestaña canales, el portal divide los cursos en las opciones “Outbreak Channel”, “Preparing for Pandemics” (Preparándose para las pandemias), “Ready for response” (Listos para responder), y la que es tal vez su sección más popular ahora: “Covid-19”.

Outbreak Channel brinda cursos básicos con enfoque técnico-científico sobre epidemias y pandemias, a modo de introducción en males como el cólera, meninguitis, zika, etc., además de información sobre algunos avances científicos relativos a estas enfermedades y de habilitar minicursos en tiempo real sobre emergencias sanitarias y brotes de enfermedades.

En el caso de Preparándose para las pandemias, este es un recurso enfocado en la prevención informativa sobre las amenazas de influenza. Se sostiene en la frecuencia de aparición de nuevos virus de este tipo, presentando capacitaciones para orientar sobre las medidas de salud pública a tomar, la vigilancia a ejercerse, la comunicación de riesgos en coyunturas como estas, ya sea desde aprender la epidemiología, básica, la virología de la gripe, las diferencias entre distintos tipos de influenza y las medidas tomadas por la OMS, los Estados Miembros, la industria y otros.

Listos para responder resulta también un recurso clave en la oferta de OpenWho, puesto que ofrece sesiones informativas y capacitaciones para impulsar el desarrollo de líneas de trabajo previas a brotes de enfermedades y emergencias de salud. Por lo cual, este apartado tiene algunos cursos abiertos mientras que otros solo pueden ser accedidos por el personal de la agencia que desarrolla el curso.

La sección Covid-19, tal vez la más consultada en estos tiempos, es la sección más nueva de esta plataforma. Aunque se dirige principalmente a los profesionales de salud y otros tomadores de decisiones en este campo médico, sus capacitaciones incluyen algunos conceptos básicos y de fácil comprensión para públicos menos técnicos. Por ejemplo, el curso de infecciones respiratorias agudas va en ese sentido. No obstante, la mayoría son cursos como: “Pautas de planificación operativa para apoyar la preparación y respuesta del país”, que contiene las directrices de planificación operativa sugeridas por este organismo para combatir el Covid-19. Asimismo, se encuentran otros entrenamientos de carácter exclusivo para trabajadores de salud, como “Prevención y control de infecciones (PCI) causadas por el nuevo coronavirus”.

Fuente: http://www.aikaeducacion.com/edudata/open-who-recurso-educativo-oms-contra-pandemias/

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Coronavirus: un detonador de la crisis potenciado por el lucro

Por: Claudio Katz

Muchos sugieren que el desempeño aceptable de la economía fue abruptamente alterado por el coronavirus. También estiman que la pandemia puede provocar el reinicio de un colapso semejante al 2008. Pero en esa oportunidad fue inmediatamente visible la culpabilidad de los banqueros, la codicia de los especuladores y los efectos de la desregulación neoliberal. Ahora sólo se discute el origen y las consecuencias de un virus, como si economía fuera otro paciente afectado por el terremoto sanitario.

En realidad, el coronavirus detonó las fuertes tensiones previas de los mercados y los enormes desequilibrios que acumula el capitalismo contemporáneo. Acentuó una desaceleración de la economía que ya había debilitado a Europa y jaqueaba a Estados Unidos.

 El divorcio entre esa retracción y la continuada euforia de las Bolsas anticipaba el estallido de la típica burbuja, que periódicamente infla y pincha Wall Street. El coronavirus ha precipitado ese desplome, que no obedece a ninguna convalecencia imprevista. Sólo repite la conocida patología de la financiarización.

 A diferencia del 2008, la nueva la burbuja no se localiza en el endeudamiento de las familias o en la fragilidad de los bancos. Se concentra en los pasivos de las grandes empresas (deuda corporativa) y en las obligaciones de muchos estados (deuda soberana). Además, hay serias sospechas sobre la salud de los fondos de inversión, que aumentaron su preponderancia en la compra-venta de bonos.

La economía capitalista genera esos temblores y ninguna vacuna puede atemperar las convulsiones que desata la ambición por el lucro. Pero la miseria, el desempleo y los sufrimientos populares que provocan esos terremotos han quedado ahora diluidos por el terror que suscita la pandemia.

También la caída del precio del petróleo antecedió al tsunami sanitario. Dos grandes productores (Rusia y Arabia Saudita) y un jugador de peso (Estados Unidos), disputan la fijación del precio de referencia del combustible. Esa rivalidad quebrantó el organismo que contenía la desvalorización del crudo (OPEP más 10).

La sobreproducción que precipita ese abaratamiento del petróleo es otro desequilibrio subyacente. El excedente de mercancías -que se extiende a los insumos y las materias primas- es la causa de la gran batalla que enfrenta a Estados Unidos con China.

Los dos principales determinantes de la crisis actual -financiarización y sobreproducción- afectan a todas las firmas, que empapelaron con títulos los mercados o se endeudaron, para gestionar los excedentes invendibles. El coronavirus es totalmente ajeno a esos desequilibrios, pero su aparición encendió la mecha de un arsenal saturado de mercancías y dinero.

Varios especialistas han destacado también cómo las transformaciones capitalistas de las últimas cuatro décadas inciden sobre la magnitud de la pandemia. Observan que las contaminaciones anteriores- separadas por lapsos prolongados- irrumpen ahora con mayor frecuencia. Ocurrió con el SARS (2002-03), la gripe porcina H1N1 (2009), el MERS (2012), el Ébola (2014-16), el zika (2015) y el dengue (2016).

Es muy visible la conexión de esos brotes con la urbanización. El hacinamiento de la población y su forzada proximidad multiplica la diseminación de los gérmenes. También resulta evidente el efecto de la globalización, que incrementó en forma exponencial el número de viajeros y la consiguiente expansión de los contagios a todos los rincones del planeta. La forma en que el coronavirus ha provocado en pocas semanas el colapso de la aviación, el turismo y los cruceros es un contundente retrato de ese impacto.

El capitalismo ha globalizado en forma vertiginosa muchas actividades lucrativas, sin extender esa remodelación de las fronteras al sistema sanitario. Al contrario, con las privatizaciones y los ajustes fiscales se afianzó la desprotección en todos los países, frente a enfermedades que se mundializan con inusitada velocidad.

 Algunos estudiosos también recuerdan, que luego SARS fueron desechados varios programas de investigación para conocer y prevenir los nuevos virus. Prevalecieron los intereses de los conglomerados farmacéuticos, que priorizan la venta de medicamentos a los enfermos solventes. Un ejemplo patético de esta primacía del lucro se observó en Estados Unidos al comienzo de la pandemia con el cobro del test de detección del coronavirus. Esa ausencia de gratuidad redujo el conocimiento de los casos, en un momento clave para el diagnóstico.

Otros expertos destacan cómo se ha destruido el hábitat de muchas especies silvestres, para forzar la industrialización de actividades agropecuarias. Esa devastación del medio ambiente ha creado las condiciones para la mutación acelerada o la fabricación nuevos virus.

China ha sido un epicentro de esos cambios. En ningún otro país convergió en forma tan vertiginosa la urbanización, con la integración a las cadenas globales de valor y la adopción de nuevas normas de alimentación.

En la crema del establishment el coronavirus ya recreó el mismo temor que invadió a todos los gobiernos, durante el colapso financiero del 2008. Por eso se repiten las conductas y se prioriza el socorro de las grandes empresas. Pero existen muchas dudas sobre la eficacia actual de ese libreto.

Con menores tasas de interés se intenta contrarrestar el desplome del nivel de actividad. Pero el costo del dinero ya se ubica en un piso que torna incierto el efecto reactivador del nuevo abaratamiento. Las mismas incógnitas generan la inyección masiva de dinero y la reducción de impuestos.

El dólar y los bonos del tesoro de Estados Unidos se han convertido nuevamente en el principal refugio de los capitales, que buscan protección frente a la crisis. Pero la primera potencia está comandada en la actualidad por un mandatario brutal, que utilizará esos recursos para el proyecto imperial de restaurar la hegemonía norteamericana.

Por esa razón, a diferencia del 2008 prevalece una total ausencia de coordinación frente al colapso que sobrevuela a la economía. La sintonía que exhibía el G 20 ha sido reemplazada por las decisiones unilaterales que adoptan las potencias. Se ha impuesto un principio defensivo de salvación a costa del vecino.

No sólo Estados Unidos define medidas sin consultar a Europa (suspensión de vuelos), sino que los propios países del viejo continente actúan por su propia cuenta, olvidando la pertenencia a una asociación común. Todas las consecuencias de una globalización de la economía -en el viejo marco de los estados nacionales- afloran en el temblor actual. Nadie sabe cómo lidiará el capitalismo con este escenario.

Las terribles consecuencias de la crisis para la economía latinoamericana están a la vista. El desplome de los precios de las materias primas es complementado por masivas salidas de capital y grandes devaluaciones de la moneda en Brasil, Chile o México. El colapso que padece Argentina comienza a transformarse en un espejo de padecimientos para toda la región.

Es evidente que el coronavirus golpeará a los más empobrecidos y producirá tragedias inimaginables, si llega a los países con sistemas de salud inexistentes, deteriorados o demolidos. Por la elevada contagiosidad de la pandemia y su fuerte impacto sobre las personas mayores, la estructura hospitalaria ya trastabilla en las economías avanzadas.

En el debut del coronavirus se multiplicaron los cuestionamientos al comportamiento de los distintos gobiernos. Hubo fuertes indicios de irresponsabilidad, ocultamiento de datos o demoras en la prevención, para no afectar los negocios. Pero la drástica reacción posterior comienza a aproximarse a un manejo de economía de guerra. En ese viraje ha incidido el contagio sufrido por varios miembros de la élite de ministros, gerentes y figuras del espectáculo.

También los medios de comunicación oscilan entre el ocultamiento de los problemas y el estímulo del terror colectivo. Algunos extreman ese miedo para propagar alegatos racistas, hostilizar a China o denigrar a los inmigrantes. Pero todos achacan al coronavirus la responsabilidad de la crisis, como si el capitalismo fuera ajeno a la convulsión en curso.

Los poderosos buscan chivos expiatorios para exculparse de los dramas que originan, potencian o enmascaran. El coronavirus es el gran peligro del momento, pero el capitalismo es la enfermedad perdurable de la sociedad actual.

Fuente: https://rebelion.org/coronavirus-un-detonador-de-la-crisis-potenciado-por-el-lucro/

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Coronavirus: could education systems have been better prepared?

GEM REPORT

The world was caught by surprise with the global pandemic emergency. But was it entirely unexpected? Pandemics have always been a likelihood. A pandemic has occurred every 10-50 years for the past centuries. In any given year, a 1% probability exists of an influenza pandemic that causes nearly 6 million pneumonia and influenza deaths or more globally. This translates into a 25% likelihood of such a pandemic over 30 years, and that’s just influenza.

It’s not ‘if’ a pandemic occurs, therefore, but ‘when’. ‘In order to mitigate human and financial losses as a result of future global pandemics, we must plan now’ was the call of experts in 2016 in the immediate aftermath of the Ebola virus epidemic in western Africa and the international organizations’ admission of the response having been slow. In this latest major and unfolding crisis, the emphasis has been on different health systems’ responses. But could education systems have been better prepared?

Pandemics needs to be factored into education planning, as much as in other sectors. Closing schools during disease outbreaks should not be taken lightly. As the 2020 GEM Report will tell us, schools are often the location not just for education but also for school meals or health interventions. But, according to the World Health Organisation, ‘under ideal conditions, school closure can reduce the demand for health care by an estimated 30-50% at the peak of the pandemic’.  Clearly, then, with the risk of a pandemic striking, education planners need to be prepared for a stint of interrupted education.

Faced with the coronavirus, as UNESCO reports on a daily basis, as of today, 113 countries have sent children home from school, 102 of which have closed schools nationwide, with an estimated 849 million children and youth out of school. There are three periods to consider for school preparedness: in normal times, during the crisis, and after the crisis.

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It is now clear that more time needs to be used to prepare teachers and systems. At the most basic level, teachers need to be prepared to deliver clear information to parents and educate children, especially the youngest ones, about hygiene management. These lessons are not only for times of crisis. Curricula based on the guidelines of the World Health Organisation’s Global School Health Initiative help students understand a potential health problem, its consequences and the types of actions required to address and prevent it. Analysis of 78 national curricula for the 2016 GEM Report, for instance, showed that between 2005 and 2015 barely one in ten countries addressed the links between global and local thinking. How long, then, until teaching also includes imparting vital lessons about disease prevention and mitigation?

Training for teachers currently assumes that lessons will be delivered in classrooms. In Quebec and elsewhere, questions are asked why ministries of education had no plan in place for the eventuality of distance teaching. If today’s events teach us one thing, it is that investment in online teaching infrastructure and teacher training to use such facilities are fundamental.

Being better prepared would also help teachers cope mentally – and help their students too. It is testament to teachers’ huge dedication to their profession that many are still risking their own health by continuing to teach the children of vital health-workers in many countries in Europe at present.

When schools close, school preparedness entails maximising the potential of online learning. Aside from schools, universities are closing too, of course, calling on professors to switch to online teaching. Just like their students, many educators are not excited by the prospect.

Reluctant some may be, but teaching is going to have to adapt to alternative scenarios. More emphasis may have to be placed on students having the tools to learn on their own and being curious to continue learning. Skype classes with 30 students even in the best resourced classrooms are challenging. New ways of working will need to be found. The longer this pandemic continues, the more likely innovative solutions may arise to meet the needs.

UNESCO organised a videoconference with ministers and their representatives from over 70 countries on 10 March about this issue, creating a crisis group from amongst them to support each other. It also pulled together a list of educational applications and platforms to help distance learning, most of which are free, and several of which support multiple languages. These include digital learning management systems like Google Classroom, which connects classes remotely, self-directed learning content, such as Byju’s, which has large repositories of educational content tailored for different grades and levels, mobile reading applications, and platforms that support live-video communication. Other online hubs for university education, such as this remarkable list of online resources in the United States, are rapidly being assembled to support educators deal with the change.

But the biggest concern is the availability of technology. Inequalities in access can further inflame inequalities in education. For so many families, device and internet availability are not options. Most education systems and schools lack knowledge on which students face such obstacles. Better preparation would entail knowing who has what access from home, and tailored responses for each. Argentina’s programme, Seguimos Educando, has been set up to respond to Covid-19. It is a multimedia education platform, providing education content and advice, which, thanks to partnerships with telephone companies, guarantees online access without cost, and with no data consumption so that all children can benefit, no matter their background. We can also learn a lot from countries that have experience of educating students in remote areas. In Western Australia, parents can home-school their children with the support of the Schools of Isolated and Distance Education, established to educate children in remote areas.

So far school closures have affected richer countries where at least using the internet for education is a real possibility. In poorer countries, which lack access to electricity altogether, low-technology approaches, whose use had weakened over the years, will need to be revisited. Kenya, for instance, runs lessons for primary and secondary school by radio. In Sierra Leone, during the Ebola outbreak, education programmes were broadcast over the radio five days a week in 30-minute sessions, with listeners able to call in with questions at the end of each session. This approach helped maintain learning despite complications by regional accents and dialects, poor radio signal coverage, and a shortage of radios and batteries.

Finally, there is the question whether available online resources reflect the curriculum and ensure teaching and learning continues smoothly when schools open again. Lists can be drawn up and sent to parents and students, but learning acquired during this period may not be reflected in assessments. What happens if students have to repeat a year? What are the future implications on their education after this much interrupted learning? There are no answers to these questions, yet.

Adjusting education systems to factor in disaster preparedness is not new. It is already seen in many countries facing earthquakes, tsunamis or cyclones, for instance, but also in the context of climate change. In short, while we do not want to admit it to ourselves, a pandemic is a likelihood we should all have been expecting more than we did. Education systems, like many other sectors right now, are turning in circles to adapt to the crisis. Their responsiveness in many cases is admirable but will need to be more effective in the future, based on a pre-existing, thought-through and evidence-based plan.

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