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Manejo de información y pensamiento crítico en crisis de salud pública

Por: Sofía García-Bullé

Un acercamiento crítico a las fuentes de información es instrumental para mitigar la propagación de epidemias.

El 20 de abril del 2009, los medios mexicanos anunciaron lo que hoy recordamos como la pandemia de influenza AH1N1. Tras la noticia, diversos gobiernos en América y el resto del mundo comenzaron a aplicar protocolos de emergencia para controlar el brote. Para el 23 de abril, tan solo tres días después, el gobierno de Felipe Calderón ya había ordenado la suspensión de clases en todo el territorio nacional y la cancelación de actividades en sitios públicos. Además de esto, se procuró la difusión de información sanitaria y se orquestaron campañas de vacunación.

La medida de cerrar las escuelas causó polémica a nivel nacional, pero también se argumentó que esta clausura temporal podría reducir los casos de contagio, además aliviar la carga para el sector de servicios médicos y sanitarios. Al 30 de abril ya se habían reportado 257 casos que afectaron a 11 países diferentes.

El resto del mundo respondió acorde. El 27 de abril del mismo año la Unión Europea aconsejó suspender todos los viajes no esenciales a Estados Unidos y México. Dos días después, el pánico global alcanzó su cúspide cuando el gobierno egipcio ordenó la matanza de todos los cerdos en el país por temor a contagio. La cepa específica de esta pandemia se transmitía de humano a humano, pero el conocimiento de que versiones previas del virus eran híbridos de enfermedades porcinas fue suficiente para disparar esa reacción. En julio del 2010, cuando la pandemia empezó a ceder, había cobrado la vida de 18,000 personas.

Diez años después de este suceso, en diciembre del 2019, surgió en China el primer caso de Coronavirus, que recientemente ha alcanzado el estatus de epidemia. Los gobiernos a nivel mundial ya empezaron a tomar medidas para contener el brote pero, ¿qué pueden hacer las instituciones educativas para apoyar estos protocolos y asegurarse de que el virus no se propague a través de las escuelas?

La información puede salvar vidas

La higiene es clave para mitigar el impacto de enfermedades con alcance global, pero no solamente la que se refiere a las medidas sanitarias, también es necesaria una higiene de comunicaciones y contenidos. En artículos anteriores hemos hablado de la importancia de ser críticos con las comunicaciones que recibimos y a su vez compartimos. Esto es aún más indispensable cuando estamos tratando de combatir una epidemia o pandemia.

Un estudio realizado por Yotam Ophir, profesor de Ciencias de la Comunicación en el Centro de Política Pública de Annenberg de la Universidad de Pensilvania, ejemplifica la gravedad del problema. Ophir utilizó una base de datos con más de 5000 artículos de los mayores periódicos estadounidenses que cubrieron los tres brotes epidémicos más grandes de la década pasada: Ébola, Zika y AH1N1 (gripe porcina). Su análisis identificó tres temas principales: Información científica centrada en los riesgos para la salud y datos médicos; historias de índole social que abarcaban el impacto en el mercado, la política y la cultura; los últimos contenidos trataban más de prevención a través del hermetismo, con la idea de evitar la entrada de enfermedades a Estados Unidos.

Ophir encontró que los contenidos no formaban parte de un esfuerzo conjunto para brindar información práctica y útil sobre cómo prevenir el contagio y hacer frente a la pandemia, más bien trataban temas aislados y la influencia que esta podía tener sobre los contenidos. Caso similar al que pasaría con las Olimpiadas en Río de Janeiro o la Copa del Mundo en Sudáfrica, ante esta crisis de salud.

Una oferta informativa desorganizada que prioriza temas sociales por encima de datos duros e indicaciones prácticas, tiene mayor posibilidad de generar respuestas viscerales ante el miedo que produce la incertidumbre en tiempos de crisis. ¿Cómo pueden maestros y personal educativo evitar este problema en los estudiantes y sus familias? Enseñando sobre diversificación de fuentes y pensamiento crítico.

¿Cómo encontrar esta información? 

En tiempos de crisis de salud, necesitamos ser especialmente selectivos con nuestras fuentes. Saber distinguir entre aquellas cuyo objetivo es construir un panorama social, servir a una agenda política o económica y la que brindan información útil para evitar la propagación de una epidemia. La principal fuente que maneja estos datos es la Organización Mundial de la Salud (OMS), también la Red Jama (inglés) publica artículos a profundidad que explican claramente el proceso con el que se desarrollan enfermedades como el Coronavirus y otros problemas médicos. En una tercera instancia, es necesario estar atento de las indicaciones y medidas de prevención aplicadas por los gobiernos correspondientes, especialmente si se trata de lineamientos con base en las indicaciones de la OMS.

La primera señal de que el Coronavirus podría convertirse en una epidemia internacional se reportó en Japón el pasado 16 de enero del 2020. El Ministerio de Salud Trabajo y Bienestar del país, presentó ante la OMS el caso confirmado de una persona que había viajado desde China, siendo el segundo caso fuera de China, tras el reporte de otra persona en Tailandia. La OMS predijo la propagación de la enfermedad debido al gran volumen de viajes internacionales entre países donde se ha presentado el virus. A la fecha, Corea del Sur ha confirmado su primer caso, al igual que Taiwán, Estados Unidos registró ya su segundo caso; China, el país donde se originó el brote, recientemente reportó 830 casos confirmados y 25 fatalidades.

Es importante señalar que Coronavirus es un término que se refiere a una familia de virus completa, las enfermedades que lo causan pueden ir desde el resfriado común hasta el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Al brote que inició recientemente se le está llamando nuevo Coronavirus 2019-nCoV o neumonía de Wuhan. Sus síntomas corresponden a los de una infección severa de las vías respiratorias altas: fiebre, dolor de garganta y fatiga intensos, además de tos seca y en una buena parte de los casos dificultad para respirar. El Coronavirus puede generar casos de mayor gravedad en personas con un sistema inmune débil, niños de corta edad, pacientes de edad avanzada, mujeres embarazadas y personas con una condición respiratoria previa.

Expertos del programa de Sanidad Animal del Instituto de Investigación y Tecnología de Barcelona, reportaron que esta cepa es menos agresiva que otros coronavirus como el SARS y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS). Sin embargo, sigue siendo necesario no escatimar en precauciones.

Las instrucciones para prevenir el contagio de este nuevo coronavirus son las mismas que con cualquier otra infección de las vías respiratorias, como lo indica la OMS: “buena higiene de manos y respiratoria, el manejo higiénico de los alimentos y, siempre que sea posible, evitar el contacto estrecho con cualquier persona que muestre signos de afección respiratoria, como tos o estornudos”. Si la enfermedad siguiera propagándose, podría también recomendarse evitar salidas no esenciales a espacios públicos, por lo que es necesario estar atento tanto de los comunicados de la OMS como los de los gobiernos correspondientes.

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Nota para el lector: Los datos incluidos en este texto están actualizados al día enero 24 del 2020. Por la naturaleza del avance de las epidemias, estos datos pueden cambiar en un periodo reducido de tiempo.  Para datos más certeros en días posteriores, se recomienda consultar las fuentes mencionadas en este artículo.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/fuentes-epidemia-coronavirus

Imagen: Darko Stojanovic en Pixabay

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La ciencia abierta contra un nuevo virus

Europa/ReinoUnido/Elespectador

Gracias a la colaboración de científicos de todo el mundo fue posible en pocos días rastrear el virus #2019nCov, crear una prueba diagnóstica, descifrar su potencial de contagio y anticipar otros aspectos de su comportamiento. Crece la preocupación mundial. Como muchos, estoy fascinada y algo preocupada por lo que la ciencia abierta nos ha permitido entender en tan solo 20 días acerca de un nuevo coronavirus con potenciales implicaciones mundiales.

El 31 de diciembre de 2019 fue identificado un coronavirus nuevo (#2019nCov) como causante de infección respiratoria en 41 personas en la ciudad de Wuhan (China). Estas personas habían visitado en días previos un mercado específico. Dado esto, el mercado fue cerrado el 1.º de enero de 2020.

Durante la primera semana de enero no se presentaron nuevas infecciones, lo cual llevó a pensar inicialmente que la fuente del virus era algo (desconocido) localizado en el mercado. Y que era poco probable la transmisión humano-humano, que es la determinante de una potencial expansión a grandes poblaciones.

Entretanto, investigadores locales lograron secuenciar el virus #2019nCov en tiempo récord. Y más importante aún, el 11 de enero los investigadores y el gobierno chino liberaron las secuencias genéticas del virus al público para que cualquier persona las pudiera analizar. Esto permitió que en tan solo un día varios investigadores de otras partes del mundo ya tuvieran análisis filogenéticos (el árbol genealógico del virus) concluyentes.

Se logró establecer que #2019nCov es genéticamente similar a otros dos coronavirus ya conocidos, pero diferentes: SARS y MERS. Saber esto es importante para dimensionar potenciales implicaciones. Por ejemplo, el virus SARS afectó 26 países en 2003, provocó 8.000 casos y la mortalidad fue cercana al 10 %. En 2012, el MERS, que se transmite de animales a humanos, tenía una mortalidad del 35 %, pero el 80 % de casos se han circunscrito a Arabia Saudita.

Tener las secuencias genéticas también permitió desarrollar rápidamente las pruebas diagnósticas para detectar casos y así empezar barridos de personas sintomáticas en aeropuertos internacionales de Asia con vuelos provenientes de Wuhan.

El 12 de enero se detectó el primer caso fuera de China. Se trataba de una persona que viajó desde Wuhan a Tailandia. Aquí lo importante es que esta persona no había visitado el mercado implicado inicialmente. Esto sugiere potencialmente una fuente de transmisión humano-humano.

Simultáneamente, otro grupo de investigadores analizó rápidamente las frecuencias de tráfico aéreo internacional desde Wuhan y estimó el potencial riesgo de transmisión en Asia. El 14 de enero publicaron su artículo, bajo un esquema de revisión de pares en tan solo dos días.

El 16 de enero se reportó un caso nuevo en Japón, de un viajero desde Wuhan que tampoco había visitado el mercado. Esto implicaba, entonces, que la posibilidad de que hayan ocurrido casos sin detección era alta y que no era posible descartar la infección humano-humano.

La pregunta siguiente para los investigadores era: ¿es posible que la epidemia sea más grande que lo reportado? Para responderla, otro grupo de investigadores de Imperial College London reunieron la información pública y construyeron un modelo para analizar rápidamente asuntos como el tiempo de retraso entre infección y reporte y la probabilidad de que un caso sea detectado fuera de Wuhan, todo esto usando estimaciones demográficas y de tráfico aéreo diario.

El modelo es relativamente sencillo pero poderoso. Permite estimar rápidamente el número de casos que han requerido hospitalización en Wuhan. Es decir, permite saber si es posible que en los hospitales ya haya casos que inicialmente pasaron desapercibidos.

¿Qué encontraron con el modelo? La probabilidad de que una persona infectada viaje internacionalmente desde Wuhan antes de buscar cuidado médico es de 1/574. Dado que hasta la fecha (17 de enero) habían ocurrido tres casos confirmados fuera de Wuhan, eso implica que podría haber ya unos 1.700 casos (intervalo de confianza 190 – 4000+) en Wuhan. Sin embargo, a medida que se obtenga información de nuevos casos confirmados se podrá actualizar esta cifra.

¿Qué implicaciones tienen estos resultados? Implican que probablemente hay más casos que los identificados inicialmente y por lo tanto se deben enfocar los esfuerzos en identificar el virus en pacientes hospitalizados por neumonía en Wuhan y otras ciudades. Hay que intensificar la búsqueda en aeropuertos nacionales e internacionales con alta interconexión con Wuhan.

Aún hay muchos aspectos desconocidos sobre este virus que hay que seguir investigando rápidamente. Por ejemplo, su origen. También, si existe o no transmisión sostenida de humano a humano. A su vez, esta podría ser solo entre contactos cercanos (familiares, personal de salud) o en un contexto más amplio. Conocer estos aspectos es fundamental para diseñar las estrategias de mitigación. El 20 de enero el gobierno chino confirmó la presencia de transmisión humano-humano, pero hasta ahora solo en contactos cercanos. A pesar de que hay unos pocos casos fatales ya registrados, es aún prematuro saber qué tan grave va a ser la presentación clínica en la población general. Todo esto solo lo sabremos a medida que se sigan compartiendo los resultados de las investigaciones.

Conocer todo esto en tan poco tiempo ha sido posible gracias a la ciencia abierta. Es decir, la producción de conocimiento científico con publicación inmediata de datos, métodos y resultados. Esta vez, el resto de la comunidad científica global ha hecho el escrutinio, revisando rápidamente la metodología y resultados en tiempo real y, hay que decirlo, en Twitter. Es un fenómeno sin precedentes que representa la posibilidad de que juntos podamos entender y mitigar las epidemias.

Adicionalmente, la cooperación entre científicos y autoridades sanitarias ha marcado la pronta respuesta frente a esta nueva epidemia. En esta semana se espera que la Organización Mundial de la Salud emita las recomendaciones para el resto de los países.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/salud/la-ciencia-abierta-contra-un-nuevo-virus-articulo-900844

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El balance del nuevo coronavirus aumenta a 17 muertos en China

Redacción: Aporrea

El nuevo coronavirus aparecido en China ha causado hasta ahora 17 muertos y contaminado a centenares de personas, según un último balance cuyo anuncio el miércoles desata los temores de propagación, por lo que la OMS podría decretar este día une «urgencia internacional».

El anterior balance era de 9 muertos.

El número total de personas contaminadas subió a 444 en la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia, precisaron responsables de esta provincia del centro de China en una conferencia de prensa televisada.

En total 1.394 personas estaban bajo observación médica.

El nuevo coronavirus podría mutar y propagarse más fácilmente, advirtieron el miércoles las autoridades, lo que aumentó el temor a escala internacional, ya exacerbado tras la detección de un primer caso en Estados Unidos.

El virus de la familia del SRAS, que surgió el mes pasado en Wuhan, en el centro de China, alcanzó ya a varios países de Asia y el martes se registró el primer caso fuera del continente, en Estados Unidos.

Hong Kong señaló el miércoles un primer caso sospechoso: un hombre de 39 años que llegó en tren desde la ciudad de Wuhan, epicentro de la epidemia. El resultado definitivo de las pruebas médicas se conocerá el jueves.

Un comité de urgencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estaba reunido en Ginebra para determinar si declara una «emergencia de salud pública a nivel internacional».

Las preocupaciones se agudizan ante la proximidad de las festividades y vacaciones por el Año Nuevo lunar, cuando tradicionalmente centenas de millones de chinos viajan para visitar sus familias.

Este coronavirus genera una viva preocupación por su similitud con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), que mató a casi 650 personas en toda la región en 2002-2003.

Los casos ya se registraron en casi la mitad de las provincias del país, incluidas las megalópolis de Pekín y Shanghái. El miércoles también se confirmó un caso en la región semiautónoma de Macao.

En Wuhan, las autoridades hicieron obligatorio el uso tapabocas en lugares públicos, según El diario del pueblo.

En una farmacia de Pekín, una empleada explicaba a los clientes que ya no hay tapabocas ni productos desinfectantes para vender.

Controles fueron instalados en cinco aeropuertos de Estados Unidos y en Reino Unido e Italia, a donde llegan vuelos provenientes de Wuhan.

Ventilación, desinfección

El viceministro de la Comisión Nacional de Salud de China, Li Bin, enumeró en conferencia de prensa algunas de las medidas urgentes que se están adoptando, como desinfección y ventilación de aeropuertos, estaciones y centros comerciales e instalación de detectores de temperatura en sitios concurridos.

El gobierno chino ha clasificado este brote en la misma categoría de la epidemia de SRAS. Esto significa aislamiento para las personas diagnosticadas, y la posibilidad de determinar cuarentenas.

El miércoles, la Confederación Asiática de Fútbol anunció que los partidos de fútbol femenino clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Tokio-2020, programados en febrero en Wuhan, fueron desplazados al este del país.

El nuevo coronavirus fue identificado originalmente en Wuhan, pero ya se registraron casos en Japón, Corea del Sur, Tailandia y Taiwán. Estados Unidos confirmó el martes el primer caso.

Sospechas

Hasta ahora, la OMS había utilizado el término de «emergencia de salud pública a nivel internacional» solamente en casos de epidemias que requieren una respuesta internacional importante, incluida la gripe porcina H1N1 en 2009, el virus Zika en 2016 y la fiebre del Ébola, que devastó parte de África occidental de 2014 a 2016 y la RDC desde 2018.

El virus fue detectado en diciembre en Wuhan, donde viven 11 millones de personas, en un mercado de abastos. En este mercado se vendían animales salvajes de forma ilegal, declaró el miércoles el director del Centro Nacional de Control y de Prevención de Enfermedades, Gao Fu.

Por su parte, el alcalde de Wuhan, Zu Xianwang, pidió a los residentes que no salgan de la ciudad, y que los visitantes posterguen sus viajes en la medida de lo posible.

Se piensa que la cepa es un nuevo tipo de coronavirus, una familia que cuenta con una amplia gama de virus que pueden provocar enfermedades benignas en el hombre como el catarro, pero otras más graves como el SRAS.

La OMS criticó entonces al gobierno chino por haber tardado en dar la alerta y haber querido esconder la envergadura de la epidemia.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264782

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Xavier Bonal y Sheila González: “Es necesaria una clara política de lucha contra la desigualdad educativa y de acompañamiento a las familias”

Por: www.educaweb.com

Los investigadores de la UAB, Xavier Bonal y Sheila González, explican algunas conclusiones y propuestas de su estudio Desigualdades de aprendizaje en confinamiento, ganador de la 8ª Mención Enric Renau i Permanyer.

La 8ª Mención Enric Renau i Permanyer ha recaído en la investigación Desigualdades de aprendizaje en confinamiento, realizada por Xavier Bonal y Sheila González, miembros del equipo de investigación Globalisation, Education and Social Policies del departamento de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona.

El estudio se basa en una encuesta dirigida a más de 35.000 familias y 59.000 estudiantes de entre 3 y 18 años de Catalunya durante las dos primeras semanas de confinamiento. La investigación describe la realidad socioeducativa de las familias; identifica las desigualdades existentes en el ámbito formal, no formal e informal; analiza el apoyo educativo facilitado por los padres y madres; mide el impacto del confinamiento en las actividades extraescolares, y realiza propuestas para avanzar hacia una igualdad educativa real.

El jurado de la Mención ha valorado la rapidez con la que se ha diseñado, realizado y analizado la investigación, el esfuerzo divulgativo a la hora de presentar los resultados y la inclusión de «conclusiones clave para la reflexión en la situación actual». En la siguiente entrevista, Bonal y González comparten las principales conclusiones de su estudio.

¿Cuáles han sido los principales efectos del COVID-19 sobre las desigualdades educativas?

Los resultados de nuestra investigación apuntan un efecto claro del COVID-19 sobre las desigualdades educativas. O bien porque ha intensificado aquellas desigualdades que ya sabíamos que existían antes de la llegada del virus, o bien porque están produciendo nuevas formas de expresión de esta desigualdad en el terreno educativo. Y esto lo observamos tanto en la educación formal como en la no formal o la informal.

La desaparición de la institución escolar durante el confinamiento, desde las guarderías a las universidades, ha puesto de manifiesto, por un lado, el sentido de su existencia -cuestionado a menudo por la irrupción de las plataformas digitales-; y, por otro, la multiplicidad de valores que van más allá de su función estrictamente educativa. Y es que los efectos educativos del confinamiento se han observado en el aprendizaje, pero también en la sociabilidad, socialización, la conciliación laboral-familiar y la salud mental, entre otros.

En cuanto a la educación obligatoria, el traslado del aprendizaje desde los centros educativos al ámbito privado ha dado mayor visibilidad y ha enfatizado una desigualdad que no es nueva, que existía ya antes de la llegada del virus, y que se manifiesta a través de diferentes lógicas, siendo la primera de ellas la brecha digital.

La conversión de las escuelas presenciales en escuelas a distancia nos permitió observar claramente la existencia de una brecha digital, pero también mostró las desiguales capacidades de los centros educativos para adaptarse a este nuevo entorno de aprendizaje.

A esta brecha de acceso se suma una importante desigualdad en la capacidad de uso de la tecnología, y es que el acceso a internet no resuelve por sí mismo el dominio de las aplicaciones, la capacidad de seleccionar información y las posibilidades de procesarla. Es en este terreno donde más se extreman las diferencias sociales, también entre escuelas.

La pandemia ha permitido observar con mayor claridad la concentración del alumnado vulnerable en determinadas escuelas, como consecuencia de la segregación escolar. En un escenario de extremada dificultad, hay centros que han tenido que responder a una gran complejidad de situaciones (gestionar becas comedor, violencias familiares, desconexión del alumnado…); y, en el otro lado, centros que sólo han tenido que reorganizar la docencia y han dispuesto de familias con recursos y de recursos en la escuela, en buena parte sufragados por las aportaciones voluntarias a través de las asociaciones de familias.

«Ni la escuela ni la sociedad estaban preparadas para aprender sin escuela presencial y todavía menos para hacerlo de manera equitativa».

¿Qué desigualdades educativas han detectado en función del nivel socioeconómico y cultural del entorno familiar del alumnado?

La sustitución repentina del aprendizaje guiado por el docente en el aula por un aprendizaje a distancia, con un apoyo más o menos intenso del docente, ha situado a las familias en muchos casos como acompañantes necesarios de las tareas escolares. Sabíamos que había desigualdades entre las familias en cuanto a los recursos a su disposición para acompañar a sus hijos e hijas en el itinerario académico, y esto se ha vuelto mucho más importante en un momento en que toda la educación se realizaba en casa.

En nuestra investigación, las madres han sido las principales responsables de este acompañamiento (prácticamente doblando los porcentajes de los padres) y, de nuevo, con diferencias sociales claras: el 48% de las madres con estudios universitarios apoyaban a sus hijos e hijas de la ESO en sus estudios, frente al 38% de las madres sin estudios.

La diferencia es todavía más clara en las motivaciones. Si bien la gran mayoría de familias han justificado el no acompañamiento porque el niño o la niña no lo necesitaba, una cuarta parte de las madres con estudios obligatorios afirmaba no disponer de los conocimientos necesarios para hacerlo (solo el 2,6% en el caso de las madres con estudios universitarios). Parece pues, que ni la escuela ni la sociedad estaban preparadas para aprender sin escuela presencial y todavía menos para hacerlo de manera equitativa.

¿Qué otras desigualdades significativas han percibido durante el confinamiento teniendo en cuenta la respuesta de los centros educativos y de las familias?

La reacción de las escuelas durante el confinamiento no ha sido igual y por tanto se ha producido un desigual seguimiento del curso escolar por parte del alumnado. Con el objetivo de medir la intensidad del trabajo escolar, construimos un índice de oportunidades de aprendizaje (IOA), que concentra información sobre las horas dedicadas a las tareas escolares, el contacto en línea con la escuela y el tutor, la realización de deberes y las tareas corregidas por la escuela por alumnado de ciclo superior de primaria o más grande. Este índice se mueve entre 0 y 100 en función de la frecuencia observada en la realización de estas tareas. Pues bien, a pesar de ser considerado un periodo no lectivo, a lo largo de las dos primeras semanas de confinamiento la mayoría de los niños y las niñas realizaron tareas escolares. Los datos, sin embargo, nos muestran diferencias importantes.

El confinamiento impactó también en la educación no formal o informal. Durante la segunda semana, el 70% de las actividades extraescolares se habían dejado de hacer. De nuevo, con diferencias destacadas según las características familiares. Antes de esta situación excepcional, entre las familias con niños de primaria que respondieron la encuesta, solo el 60% de aquellas con estudios obligatorios realizaban algún tipo de actividad extraescolar, el 94% en el caso de las familias con mejor nivel socioeconómico. En confinamiento, fueron las familias más instruidas las que más las mantuvieron (31,4%, respecto al 16% de las familias más vulnerables), incrementando así la distancia entre unos y otros niños.

¿Qué medidas deberían implementarse para reducir el impacto del COVID-19 en la educación?

El sistema educativo ya planteaba importantes limitaciones en su capacidad para eliminar las desigualdades sociales de partida y requería de más y mejores políticas. La acumulación de desigualdades educativas en tiempos de pandemia hace ahora urgente nuevas respuestas. Las modificaciones parciales a que estábamos acostumbrados parecen no ser válidas, y hace falta un replanteamiento más integral.

Evitar el incremento de la desigualdad educativa requiere de acciones durante los confinamientos y cuarentenas parciales, que tendrán lugar durante el curso actual. Durante el cierre escolar es básico garantizar el acceso a la conexión y los dispositivos, pero también hay que continuar facilitando instrumentos alternativos al aprendizaje online (materiales en papel, apoyo telefónico, programas educativos en la televisión) como han llevado a cabo algunas comunidades autónomas, ciudades o centros educativos por iniciativa propia.

Es también necesario repensar el rol de los y las docentes y de las familias en este proceso de aprendizaje a distancia, redefinir no solo cómo enseñamos sino también qué enseñamos, todo esto teniendo en cuenta que las condiciones de confinamiento y las necesidades de cada familia son altamente desiguales. Hay que completar la atención educativa con la garantía de que las familias pueden atender sus hijos e hijas durante las cuarentenas escolares, a través de permisos remunerados u otras formas de atención que eviten la desprotección de los menores.

Fuera del ámbito escolar es necesario ampliar los tiempos educativos del alumnado más vulnerable a través de un ocio educativo de calidad, que permita crear espacios de socialización, sociabilidad y aprendizajes más allá del horario lectivo. Las competencias del ámbito local, a pesar de ser limitadas, serán ahora imprescindibles. Los programas de acompañamiento en el estudio (refuerzo escolar, impulso lector, mentorías) se tienen que redefinir para continuar buscando la adhesión y éxito escolar, ahora a través de la conexión con la escuela.

La proximidad de la administración local a las familias y la existencia de canales de identificación de la vulnerabilidad social tienen que servir, con la coordinación con otros agentes educativos, para acceder a los niños con peores condiciones de educabilidad o en riesgo de exclusión, que se han visto incrementadas por el aumento de la pobreza y la precariedad, pero también por la carencia de tiempo que sufren madres y padres para conciliar. Los recursos municipales (bibliotecas, espacios deportivos, centros cívicos, programas de ocio) se tienen que incorporar para ampliar las oportunidades educativas de los niños y las niñas, especialmente de aquellos que más están perdiendo a causa de esta situación excepcional.

En conclusión, es necesaria una clara política de lucha contra la desigualdad educativa, que por supuesto debe tener en consideración la brecha digital y por tanto tiene que garantizar a todos los alumnos y alumnas el acceso a dispositivos para poder hacer un trabajo escolar correcto en casa. Pero también necesitamos políticas de acompañamiento a las familias, necesitamos refuerzo en las escuelas para que puedan dar respuesta a las necesidades diferenciadas de su alumnado. También hace falta una apuesta clara por el ocio extraescolar, que sabemos que es generador de igualdad de oportunidades. Por lo tanto, debemos apostar e invertir recursos en aquel alumnado que más ha perdido durante el tiempo de confinamiento.

Fuente e Imagen: https://www.educaweb.com/noticia/2020/12/10/entrevista-autores-estudio-desigualdades-aprendizaje-confinamiento-19394/

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