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Gobiernos inmorales, pueblos enfermos

Por: Andrea Bárcena

Por lo menos desde hace cinco décadas, el mensaje implícito, pero cada vez más claro, de la clase política para los mexicanos es: El poder todo lo puede, el que tiene dinero tiene poder y está por encima de la ley. La vida de los pobres no vale nada. Así el pueblo –que no es del todo bueno ni sabio–, también se ha corrompido: se persigna ante sus santos y ¡a matar, a robar, a violar!… y tantos otros horrores que tienen a toda la sociedad enferma y desolada. Mucha sangre, mucho crimen, fosas clandestinas, desaparecidos, mujeres y niñas violadas y asesinadas; niños torturados y descuartizados. No sé si existe otra sociedad en el mundo donde la sangre y la muerte sean tan cotidianas desde hace tanto tiempo y en la que uno se despierte casi a diario con otra noticia de horror. Hay mucho odio y rencor en nuestros asesinos de la calle, que no se conforman con robar el celular o el auto, sino que además necesitan matar al dueño con saña y a veces se dan el gusto de tirarlo a la basura… como los gobiernos los han arrojado a ellos.

(Lacaniana: La violencia es una voz que no encuentra estructura en la palabra).

Al igual que hacen muchos políticos, una parte importante del pueblo ha decidido vender el alma al diablo, y ese mal no se cura con catecismos, sino con la aplicación rápida y transparente de la justicia, de las leyes. No hay mejor guía moral para recomponer éticamente a nuestra sociedad que el conjunto de leyes que supuestamente norman nuestra vida como sociedad. Así lo subrayó el constitucionalista Jorge Carpizo alguna vez: “… y la vida (de la sociedad) sólo se entiende con definiciones y decisiones”.

La conciencia moral no se construye con manuales. Hay que diferenciar la ética de la moral y de la moralina. La única terapia efectiva para víctimas y victimarios es acabar con la impunidad. Maquiavelo argumentaba que “la simulación o disimulación sirven al Príncipe para confundir la cabeza de los hombres con patrañas y hacer que se crean sus engaños”. Toda moralina es simulación que enferma y corrompe más al pueblo mexicano. Por su salud mental, desde pequeñitos enseñemos a los niños a rechazar las simulaciones y a no tenerle miedo a la verdad. No más sangre, no más impunidad. Merecemos un sistema ejemplar de justicia y gobiernos decentes y verdaderos.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/12/05/opinion/016o1pol

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México: El secuestro de la educación

Por: Elisa Guerra Cruz

México es tristemente conocido por los estragos del crimen organizado. Es una tierra por lo demás vibrante, de gente trabajadora, pero asfixiada por la pobreza y la corrupción. La educación debería ser al menos parte de la respuesta, la palanca para sacarnos del círculo vicioso. Sin embargo, de alguna manera se convirtió también en víctima de un sistema ineficiente y abusivo.

Hace cien años, tras la revolución, México estaba dolido y desorganizado. La tasa de analfabetismo era de un 72%, y eran muy pocos los niños que llegaban a la escuela, en su mayoría de las clases urbanas y privilegiadas. En las siguientes décadas, el país progresó lenta pero persistentemente hacia la escolarización y la alfabetización casi universales. En 1982, ocho de cada diez adultos sabían leer y la gran mayoría de los niños tenía acceso a la escuela primaria.

En 2000, Vicente Fox ganó las elecciones presidenciales, poniendo fin a 70 años de gobierno del PRI. Ese mismo año se administró la primera edición de la prueba PISA. Cuando se publicaron los resultados, el pueblo mexicano se enteró de que sus cifras de aprovechamiento educativo no solo eran malas sino, de hecho, las peores del mundo, al menos entre los países de la OCDE.

De inmediato, y con razón, surgió un clamor para exigir calidad. No era suficiente poder ir a la escuela: era necesario, por supuesto, aprender algo mientras se estaba ahí. La obsesión por encontrar culpables se dirigió hacia los maestros, los padres, e incluso a los mismos estudiantes. Hubo quienes señalaron a los líderes sindicales, otros, a la pobreza, la corrupción, o a la supuesta cultura mexicana del mínimo esfuerzo. Algunos políticos encontraron la manera de usar a su favor el penoso estado de la educación escolar. Tras la reciente alternancia del poder, resultaba aún más sabroso caer en la tentación de volcar las culpas, habidas y por haber, en las administraciones anteriores: ¿No están aprendiendo los niños? No es culpa nuestra, es culpa de los que vinieron antes que nosotros.

La educación dejó de ser venerada como la vencedora de todos los males, la constructora de la democracia, para convertirse en rehén político, autora de las desigualdades, ángel herido con las alas rotas a la que hay que salvar -y, si eso no se puede, crucificar.

En poco más de dos décadas hemos tenido cinco reformas educativas, la más reciente aún en proceso. Nunca habían sido tan frecuentes e infructuosas. Le lleva más tiempo a un niño concluir la escuela primaria, que lo que tarda cada gobierno en reformar el sistema completo, por lo menos en papel. La educación se convirtió en prisionera involuntaria de las campañas electorales y las promesas políticas, secuestrada por el rescate del voto. Cada administración entrante repudia lo que hizo la anterior y comienza de nuevo, como perro persiguiendo su cola. Cambian los planes de estudio y rediseñan los libros de texto, a un costo considerable, y zapatean en torno a la evaluación y la rendición de cuentas, el presupuesto y la gestión escolar, pisoteando a los danzantes en un baile improvisado, sin ritmo y a destiempo.

Veinte años después de aquella primera prueba PISA, las cifras de México todavía están en muy mal estado. Las nuevas y supuestamente brillantes reformas de los últimos años han nacido muertas o han desfallecido en su infancia. Se conciben a toda prisa y se meten al microondas con la esperanza de cocinarlas a tiempo para las próximas elecciones. Se publican largos documentos, a veces plagados de errores y contradicciones, cientos de páginas que crean la ilusión de consistencia y profundidad, buscando impresionar o desanimar su lectura, posiblemente ambas cosas.

Después de cada reforma viene la capacitación a docentes, acelerada, imprecisa y obligatoria, con sabor a adoctrinamiento. Se toman las fotos oficiales para cacarear la entrada al nuevo mundo. Los dirigentes reciben aplausos y reverencias, mientras que los niños siguen al margen del proceso que debería ponerlos al centro, los padres se enteran por las noticias que hay más de lo mismo, y los maestros, ya de por sí sobrecargados, se las arreglan solos para buscarle la orilla al revoltijo. Muchos terminan haciendo lo mismo de siempre, pero llamándolo como quiera llamarlo la presente administración. Se cambia el branding, pero continúan las mismas estrategias pedagógicas que no nos han llevado a ninguna parte. Las mismas prácticas de enseñar para el examen y de rendir pleitesía al libro de texto. El enorme y pesado sistema educativo es testarudo y resistente al cambio.

Las reformas exitosas toman su tiempo, nunca menos de una década, y probablemente al menos dos. ¿Podrá existir, algún día, una administración lo suficientemente valiente y humilde como para reconocer que hay demasiadas complejidades, demasiados intereses creados y demasiados factores que impactan el aprendizaje? Desde la pobreza hasta la violencia, desde la inercia y hasta los valores culturales, ¿cómo podríamos esperar atenderlo todo en cinco minutos?

Sería más realista elegir algunos puntos clave, un par de elementos críticos, y abordarlos sin prisas, pero sin pausas. Dejar algunos temas en la olla de lento cocimiento, con plena conciencia de que no se podrán recoger los frutos políticos de esos esfuerzos durante el mandato. Así fue el caso de Chile, que entre 1990 y 2010 logró una reforma incremental transitando de una administración a otra, con algunos retrocesos, un par de pasos en falso, pero con un avance sostenido. Los sindicatos de maestros – que sí permanecen ,y observan el ir y venir de Presidentes y legisladores- tienen un papel monumental en el proceso. En la reforma educativa chilena, el Colegio de Profesores y Profesoras y el gobierno negociaron y eventualmente acordaron incrementos salariales, incentivos colectivos e individuales y un esquema de evaluación docente, aún si ello significó ceder rebanadas de sus  respectivos músculos.

En México, las relaciones entre sindicato y gobierno parecen una pelea de box que sigue, y sigue, y sigue: en cada round, un contendiente derrumba al otro, porque el objetivo es vencer, incluso humillar. Al sonar la campana cada uno se retira a su propia esquina, alternando las caídas y rumiando la próxima estocada. Ad infinitum.

¿Cómo salir del amasijo de reformas frustradas en México? Una comisión independiente de alto nivel, de convocatoria honorífica, podría imaginar una reforma incremental, con un enfoque realista sin dejar de ser ambicioso. Dos cuestiones fundamentales por donde se podría empezar son qué aprender (currículo) y cómo aprenderlo (pedagogía y desarrollo docente). Los temas más cargados, políticamente hablando, podrían permanecer en paralelo y negociarse con mas tiempo. El diseño y la implementación de esta reforma se extendería más allá de una sola administración, la siguiente partiendo desde donde quedó la última, como en el caso chileno. Al mismo tiempo que se nutre y protege el plan central, permitiéndole madurar y dar frutos, se siguen construyendo los temas pendientes.

No hay manera de garantizar que lo que una administración comience hoy continuará en la siguiente, pero es más probable que esto suceda si la reforma carece de firma política, si fluye hacia los estudiantes y maestros, y no en la dirección del voto o del dinero. Si la comisión es verdaderamente independiente y está compuesta por reconocidos educadores y líderes de opinión de diferentes ámbitos, su respetabilidad podría ser la incubadora que mantuviera segura y cobijada a la reforma en sus etapas iniciales de diseño e implementación.

Necesitamos rescatar a la educación de los colmillos de la arrogancia y la ambición política. Si no encontramos una solución creativa, estaremos, dentro de otros veinte años, exactamente en el mismo lugar en el que estamos ahora, si no es que peor.

*Elisa Guerra fue nombrada “Mejor Educadora en América Latina” por el Banco Interamericano para el Desarrollo en 2015. Actualmente es candidata a Maestra en Educación por la Universidad de Harvard, y forma parte de la Comisión Internacional “Los Futuros de la Educación” de la UNESCO.

Fuente e imagen:  http://www.educacionfutura.org/mexico-el-secuestro-de-la-educacion/

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Corrupción y pobreza son la semilla del descontento en Guatemala

América Central/Guatemala/27-11-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Quema del congreso y al menos 22 detenidos es el saldo de las protestas del fin de semana en Guatemala. Te contamos las claves del descontento.

Miles de guatemaltecos se lanzaron el sábado a las calles del centro del país para manifestarse enardecidos en contra del Gobierno del presidente Alejandro Giammattei, en una serie de protestas que culminaron con la quema de una parte del Congreso y la dispersión de los asistentes mediante bombas lacrimógenas, y que continuaban ayer domingo.

El presupuesto del Estado

Las protestas se generaron tras la aprobación el pasado miércoles del presupuesto del Estado para 2021. Dicho presupuesto, calificado por analistas como “oscuro”, se aprobó de madrugada, sin que todos los 160 diputados tuvieran acceso al documento y con amplias reducciones para salud y derechos humanos.

El viernes por la noche, después de que Giammattei avalara nuevamente el presupuesto, su vicepresidente, Guillermo Castillo, aseguró en rueda de prensa que el país no se encuentra «bien» e instó a Giammattei a renunciar en conjunto para “oxigenar” a la nación centroamericana.

En Guatemala, uno de cada dos niños sufre de desnutrición y el 59% de sus 16 millones de habitantes viven bajo el umbral de la pobreza, según datos oficiales. Además, según informes de organismos internacionales, también es uno de los seis países mas corruptos del continente.

Quemaron el Congreso

Los manifestantes rompieron la puerta de ingreso al Parlamento y también las ventanas, lanzando antorchas de fuego al interior y avanzando para destruir las instalaciones.

22 DETENIDOS y al menos media docena de heridos reportaron organismos de derechos humanos y cuerpos de socorro.Muchos de ellos se llevaron muebles del lugar e incluso algunos enseñaron bebidas alcohólicas que eran guardadas dentro del hemiciclo.

Los diputados no se encontraban en el Congreso y las autoridades no han divulgado detalles específicos sobre los daños causados. Los Bomberos Voluntarios detallaron que fueron necesarios 10.000 galones de agua para apagar el incendio. EFE

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102333660/corrupcion-y-pobreza-son-la-semilla-del-descontento-en-guatemala

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Perú ahogado en una crisis que lleva 30 años: ¿se hace camino al andar?

Por: Aram Aharonian

El congresista Francisco Sagasti, del derechista Partido Morado, asumirá la Presidencia peruana luego que el lunes 16 el Congreso aprobara la lista para la Mesa Directiva del Parlamento que lideraba y que completan los parlamentarios Mirtha Vásquez (Frente Amplio) en la primera vicepresidencia, Luis Roel (Acción Popular) y Matilde Fernández (Somos Perú).

Sagasti Hochhausler recibió el inmediato apoyo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). La semana pasada la OEA no reconoció a Manuel Merino como mandatario legítimo y llamó al Tribunal Constitucional a pronunciarse. “Lo que queremos en este momento es encausar este proceso de transición y garantizarlo de la manera más adecuada, correcta y más confiable para la población”, dijo la frenteamplista Mirtha Vásquez.https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2020/11/francisco-sagasti-peru.jpg

Limeño, ingeniero industrial y político, Sagasti es fundador y militante del Partido Morado, y se desempeñaba como presidente de la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Parlamento. Ha ocupado importantes cargos: fue asesor del canciller Allan Wagner (1985) y fue jefe de la División de Planeamiento Estratégico y asesor principal de los Departamentos de Evaluación de Políticas y de Relaciones Externas del Banco Mundial (1987).

Ha sido docente en la Universidad del Pacífico y en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y en el exterior en el Instituto de empresa de Madrid y la escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania.

Hartos de estar tan hartos

La sociedad peruana ya no aguanta más la crisis económica, fiscal social sanitaria. Salió a la calle con las añejas banderas del “que se vayan todos”. ¿Y entonces, qué va a pasar en un país que tiene cinco presidentes corruptos presos y uno suicidado y que sumó tres mandatarios en una semana: Martín Vizcarra, Manuel Merino y Sagasti?

A Merino le quitaron el respaldo: Las Fuerzas Armadas aseguraron que pondrán todos su medios y capacidades “en defensa del pueblo y del Estado de Derecho”, tras lamentar el fallecimiento de los dos jóvenes y “reiteró su respaldo y defensa del pueblo y la Constitución”.

Perú vive una emergencia sanitaria y económica remarcada por la pandemia y que ha mostrado la precariedad y la informalidad en la que han vivido y viven millones de ciudadanos, y lo han convertido en el país con más alta letalidad del planeta.

A cinco meses de las elecciones generales, que deberían renovar las instituciones en ocasión del bicentenario de la independencia, con los graves problemas económicos y de salud pública que afligen a la población, parece sumamente irresponsable provocar una crisis política de esta gravedad. Todo por ambiciones e intereses personales.

Marchas iguales o mayores que las que desembocaron en la de los Cuatro Suyos en el 2000, que combinan la alegría y el desenfado con la indignación, donde jóvenes que no habían nacido o que eran muy niños entonces, marchan como veteranos de esas jornadas, con la determinación de no parar hasta la salida del impuesto gobierno de Manuel Merino y Ántero Flóres-Aráoz. No es sólo en la ciudades: los pequeños pueblos más alejados de la Amazonía y del altiplano también se están movilizando.

Y cuatro días después de haber asumido, Merino “el breve” tuvo que presentar su renuncia irrevocable al cargo, tras la dimisión de más de la mitad del gabinete de ministros y luego de una noche de manifestaciones que dejó al menos dos muertos y centenares de heridos. “Ha salido un dictadorzuelo del palacio”, dijo el destituido Martín Vizcarra .

La saga de los presidente corruptos

Hay algo para destacar: la tardía valentía de algunos medios de comunicación llamando las cosas por su nombre, definiendo como «golpe de Estado» lo que la mayoría de la prensa hegemómica y las agencias internacionales han titulado asépticamente «Vacancia del presidente Martín Vizcarra por el Congreso de Perú».

«El golpe no deja de ser golpe. (…)El hecho de que un grupo conspirador se haya apropiado del gobierno poniendo fin a 20 años de democracia, quebrando la Constitución y colocando al país nuevamente en un tránsito aciago gobernado por la codicia y la corrupción», dijo La República.

La operación tuvo un ensayo general, un intento fallido hace dos meses, usando la misma causal de «incapacidad moral permanente», repitiendo el esquema de la acción del anterior parlamento cuando destituyó al presidente anterior Pedro Pablo Kuczynski, en marzo de 2018.

Vizcarra, en una sesión de tan solo cinco horas, fue acusado de recibir sobornos y coimas del llamado Club de la Construcción –una red mafiosa para ganar licitaciones– cuando era gobernador de la sureña región de Moquegua (2011-14), pero nada ha sido probado por ningún juez o fiscal, y sólo se sostiene en las declaraciones de unos aspirantes a colaborar con la justicia, gente que con tal de salvar el pellejo declararía cualquier cosa.

De un total de 130 congresistas que votaron para destituir a Vizcarra, 68 tienen investigaciones judiciales en curso y denuncias por diversos delitos, pero ninguno de ellos ha dejado el cargo o renunciado a la inmunidad. Al contrario, este Congreso parece más un refugio sagrado que un parlamento.

Merino, un oscuro empresario ganadero del norte y conocido por obtener la condonación fiscal para sí y sus pares de Tuimbes, se sacó las ganas de ser presidente, aunque sea hasta abril próximo cuando se debieran realizar las próximas elecciones generales, aplaudido solo por congresistas. 151 jueves y 183 fiscales involucrados en actos de corrupción.

El golpe encontró un fuerte rechazo popular. El Tribunal Constitucional aún no se ha pronunciado definitivamente sobre la vacancia, pero las ceremonias de investidura ya han sido oficiadas.

Sin embargo, las manifestaciones crecientes de estos días hablan de una sociedad civil harta de políticos y empresarios corruptos. Sin duda, este nuevo eslabón es otra exhibición del desdén de las clases políticas hacia la voluntad popular, cuando las encuestas señalaban, y las movilizaciones callejeras han ratificado, que el Ejecutivo contaba con un respaldo muy superior al del Legislativo.

El gobierno entrante ha respondido con un feroz despliegue represivo a las protestas contra lo que muchos ciudadanos consideran una usurpación y una tentativa para incidir en los comicios presidenciales en seis meses, mientras Merino integraba en su gabinete a personajes tan impresentables como el genocida Antero Flores-Aráoz, ministro de Defensa durante el segundo mandato de Alan García.

Diversos factores confluyen en esta crisis que creo va más allá de lo político institucional y compromete al régimen instaurado en 1992 con el golpe de estado de Alberto Fujimori y la Constitución de 1993 que fue su producto y el marco en el cual se han regido el Estado, la economía y la sociedad en los últimos 30 años.

Pero se vino el declive del boom económico producido por los extraordinarios precios de los minerales que evidenció que lo vivido había sido una “prosperidad falaz”. Las evidencias de corrupción estimuladas por el caso Odebrecht y otros en el que estuvieron involucrados los presidentes, pero también los grupos de poder económico, dejó al desnudo la captura corrupta del Estado, que se acentuó con el gobierno de Kuczynski.

La disputa entre fracciones de los grupos de poder económico y su representación política de derecha por el control del Estado expresada entre el grupo más liberal, lobista y ligado al gran capital de Kuczynski y el más emergente, mafioso y conservador expresado por Keiko Fujimori, que implicó como hasta hoy un enfrentamiento de poderes entre el ejecutivo y el legislativo.

¿Por un gobierno popular?

Los sectores populares son los más afectados por esta crisis ya que la descomposición política, la crisis sanitaria y social, que no logran encontrar una salida en los actuales marcos políticos y económicos, continúan excluyendo a las grandes mayorías y beneficiando a los grupos de poder económico.

Hoy quedó demostrada la necesidad de garantizar la lucha contra la corrupción, fortalecer el sistema de justicia para que no haya borrón y cuenta nueva y reactivar la economía en función de las grandes mayorías, junto a la necesidad de una reforma política que democratice realmente el sistema político y lo libere de las mafias y el gran poder económico.

En la izquierda se considera que se debe avanzar hacia una refundación del país, partiendo de una reforma constitucional. Este no es solo el problema del Estado neoliberal y su modelo económico, es el fracaso del Estado fundado hace 200 años que una y otra vez ha sido reactualizado y que en esencia ha sido patrimonializado por los sectores dominantes.

Mientras, la crisis generada por las grietas del consenso construido desde 1992 se llena con discursos reaccionarios y muy conservadores. Lo que hace falta son cambios de fondo, estructurales que deben expresarse a todo nivel y deberían estar contenidos en un nuevo pacto constitucional donde el centro deben ser los derechos de las personas, y un Estado y economía al servicio de ello, señala el politólogo Álvaro Campana.

Desde los sectores populares se tiene conciencia de que antes serán necesarios otros pasos como pelear por una respuesta popular a la emergencia sanitaria y social y una reactivación económica que no repita lo ocurrido en desastres anteriores, favoreciendo solo los negocios particulares de los privados. Politizar y movilizar a la ciudadanía en este proceso es vital, que obligue a abrir un momento de transición al que Vizcarra se negó y que el actual gobierno ilegítimo también niega.

Con la pandemia ha quedad desnudo un gobierno, el de Vizcarra, en el mismo rumbo con lo cual el Perú tiene ya la misma cantidad de muertos por Covid que los que hubo en el Conflicto Armado Interno que ocupó una década. Los trabajadores, los productores agrarios, los pequeños empresarios, las mujeres y los pueblos indígenas han sido los más golpeados.

Hay una especie de piloto automático económico y un fracaso del Estado neoliberal para garantizar derechos carcomidos por la corrupción de lobbys y mafias, así como un avance importante de discursos reaccionarios y conservadores que cabalgan y crecen en la desesperación de la ciudadanía. Mientras, “los políticos” siguen abocados a las disputas de parcelas del poder y garantizar los intereses a los que representan, añade Campana.

Perú da señales de haber entrado a un proceso de reconstitución popular y de ruptura con la partidocracia que lo somete desde hace años y desde la calle se hace protagonista; una de las expresiones populares que acompañan la movilización y la lucha es el movimiento Nuevo Perú, fundado en 2017 que, hasta ahora, no ha logrado conformar una alianza más grandes sobre propuestas consensuadas y realizables para un país en crisis ¿terminal?.

Se trata de una organización en la que convergen diversos espacios de izquierda provenientes de los sectores históricos, pero también de las luchas recientes en el Perú y que participaron en las elecciones de 2016 en el marco de lo que fue el Frente Amplio y que llevó a Verónika Mendoza como candidata a la presidencia, quien ahora será candidata. para las próximas elecciones de abril de 2021, por la coalición Frente Político Juntos por el Perú.

Una gran tarea para los sectores populares es construir una gran plataforma político social y ciudadana que permita alcanzar un gobierno de mayorías y que posibilite los cambios estructurales y otra es  avanzar hacia un proceso constituyente que concluya en una nueva constitución.

Lo cierto es que se requiere de una profunda reconstrucción del Estado con una perspectiva descentralizadora y garante de los derechos de la ciudadanía, con capacidad de planificación, regulación y participación estatal en las actividades económicas estratégicas y servicios fundamentales.

El combate a la corrupción no es sólo como un asunto moral, sino la expresión sistémica de un estado puesto al servicio de intereses particulares. Se necesita una economía diversificada, con una perspectiva territorial y centrada en potenciar y mejorar las condiciones de la pequeña agricultura, las pequeñas y medianas empresas, en vincular la economía con la innovación tecnológica y la planificación ecológica.

Los sectores populares reclaman, asimismo, una reforma tributaria que permita una redistribución económica y sea la garantía del ejercicio de los derechos sociales. Deben ser respetados los derechos de los trabajadores, los productores del campo y la ciudad, los ciudadanos, los pueblos indígenas, las mujeres, la comunidad LGTBI, señalan desde las calles, caminos y carreteras del Perú..

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/11/17/peru-ahogado-en-una-crisis-que-lleva-30-anos-se-hace-camino-al-andar/

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Canastas y Barrilitos

Por: Elisabeth De Puig

Las inquietudes que han salido a la luz a raíz de la denuncia de las prácticas en que habría incurrido la ministra de la Juventud así lo indican y serían la expresión de una voluntad ciudadana de que el Cambio no tenga contemplaciones frente a posibles desviaciones.

Pasan los días, las semanas, los meses y seguimos viviendo en un contexto inaudito e inédito, en medio de una crisis interminable que nos fuerza a una adaptación permanente, a nuevos aprendizajes, a vivir en la incertidumbre y con elementos contradictorios.

El regreso a clase virtual se acerca y la ansiedad de los padres aumenta; Navidad está a la vuelta de la esquina con sus primeras luces. Lo cierto es que estas serán para muchos unas Navidades muy especiales que no se parecerán a las anteriores.

Las recibirán con cierta tranquilidad económica servidores públicos de carrera que han visto sus empleos protegidos durante la pandemia y no se preocupan por un doble sueldo que están seguros van a cobrar. Lo más probable es que solo pierdan los beneficios suprimidos este año de las fiestas navideñas y la entrega de canastas que caracterizan esta temporada. Desesperados -dentro de esta categoría- estarán los que han sido cancelados de la administración pública por los motivos que sean.

En el sector privado, unas 400,000 familias lo van a pasar mal. Me refiero a los trabajadores que han sido suspendidos y se han beneficiado de los programas Fase uno y dos (que, dicho sea de paso, se acabarán en diciembre sin que la economía haya recuperado su brillo), y que -por lo que se sabe hasta ahora- recibirán una fracción mínima del tan esperado doble sueldo que permite “resolver” a tantas familias de nuestro país.

En cuanto a las más de 800,000 familias que reciben los beneficios de las diversas tarjetas y que se ayudan con el chiripeo, estas -de todas maneras- nunca la pasan muy bien.

Peor les irá todavía a las familias que no se benefician de ninguna tarjeta, así como las de migrantes.

Se habla mucho de la medida dispuesta por el gobierno de prohibir las canastas mientras las iglesias han apelado al mantenimiento de esta práctica. ¿Se tratará de lo mismo? Si bien entiendo, el gobierno ha prohibido gastar dinero en canastas suntuosas que el ministro tal mandaba al ministro cual, las canastas que diversas instancias gubernamentales mandaban a directores de periódicos, a altos ejecutivos de bancos y de otras entidades con el dinero del contribuyente, a la par de las canastas que recibían de diversas fuentes.

Prohíbe aparentemente también las canastas que era costumbre distribuir al personal en el transcurso de la fiesta navideña de la institución.

Si se puede aplaudir la supresión de las canastas suntuosas es más difícil alegrarse con la supresión de las canastas de los empleados que devengan bajos salarios y los hay muchos en la administración pública.

De todas maneras, estas prohibiciones no deberían tocar la solidaridad con las personas más vulnerables de la sociedad, a las cuales seguramente se refieren las iglesias.

Con los fondos ahorrados con la eliminación de las canastas de lujo se podría entregar -y sobraría- una caja de alimentos digna distribuida sobre la base de criterios claros, transparentes y reales para que todas las familias en situación de extrema pobreza que viven en nuestro territorio se beneficien de una cena de Navidad.

Por otro lado, junto a estas medidas, la población está esperando ver la concreción de otras promesas de cambio: la lucha contra la corrupción y la mejoría de la calidad del gasto. Si bien estas iniciativas eran necesarias antes de la pandemia, ahora más que nunca son imprescindibles. Suprimir los gastos suntuarios sería parte de este plan.

Las inquietudes que han salido a la luz a raíz de la denuncia de las prácticas en que habría incurrido la ministra de la Juventud así lo indican y serían la expresión de una voluntad ciudadana de que el Cambio no tenga contemplaciones frente a posibles desviaciones.

Está claro, de todas maneras, que el dinero que sigue siendo entregado a los legisladores para asistencia social, en espera de un mejor destino, no debe de ninguna manera ser manejado por el propio legislador sino directamente por la cámara correspondiente y que su asignación se haga de manera igualitaria. No es cuestión de rendición de cuentas y transparencia. A cada uno su función: a los honorables senadores y diputados, de hacer las leyes; al Estado, de ocuparse de la protección social, y al Senado y a la Cámara de Diputados, de pagar los asesores de los honorables miembros.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/canastas-y-barrilitos-8873620.html

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De cara al sol

Por: Marisol Vicens Bello

En medio de esta crisis es indispensable que aquellos  que tienen una incidencia frente a la colectividad,  den lo mejor de sí y cumplan con su deber, las autoridades ejerciendo sus funciones con responsabilidad, los que antes gobernaron y ahora son oposición comprendiendo que hay un tiempo para todo y el suyo ahora es el de no entorpecer y contribuir con lo que conviene al país.

Estamos viviendo un momento difícil de la historia de la humanidad en el que por vivir en un mundo interconectado, se aumenta el reto de controlar la pandemia y a la vez se pone de manifiesto la forma en que inciden negativamente los malos liderazgos y las expresiones muchas veces grotescas de falta de compromiso de quienes no son capaces de comprender que el problema nos afecta a todos, y que cada quien tiene que cargar con su cuota de responsabilidad y sacrificio para acortar el camino hacia la solución y hacerlo menos traumático.

De repente la situación cambió, haciendo que a los muchos desafíos que teníamos por delante como país, se sumaran los efectos inesperados de una crisis que al igual que el virus ha atacado las actividades productivas, e impedido la reapertura de sectores que no pueden operar bajo la virtualidad o que por definición conllevan la reunión de personas, lo que aumenta nuestras muchas desigualdades pues la crisis afecta en distintos grados a unos y a otros, mientras algunos tienen la fortuna de verse beneficiados.

Entre las muchas lecciones que debemos extraer de esta crisis, está dimensionar cuantas oportunidades hemos desperdiciado para hacer las cosas bien y el enorme costo de no haberlo hecho a tiempo, cuan responsables han sido muchos actores de la sociedad porque en vez de marcar la pauta y dar el ejemplo, han preferido compartir el despilfarro o beneficiarse de este, cuantos recursos han sido malgastados y cuán perverso ha sido el círculo vicioso de la impunidad, que ha hecho aumentar exponencialmente la corrupción, ha debilitado fuertemente nuestras instituciones y la confianza ciudadana en estas, y generado una frustración que hace difícil convencer a una población que a fuerza de promesas incumplidas, de reformas postergadas y de arreglos de aposento, simplemente está renuente a sacrificarse más.

Es muy fácil quejarse de lo que otro hace mal, o adoptar discursos políticamente correctos de igualdad, transparencia, institucionalidad, respeto a la ley, buenas prácticas, pero es más difícil demostrar con los hechos que lo que se está dispuesto a exigir a los demás somos capaces de hacerlos nosotros mismos.

Ser líder implica una responsabilidad inmensa, pues lo que se haga o deje de hacer tiene impacto sobre muchos otros en cualquiera de los escenarios en el que se actúe, desde la arena política a las organizaciones de la sociedad civil, por eso deben medirse con sensatez los mensajes a dar, porque en un mundo interconectado ya no hay espacio para esconder los esqueletos en el armario ni para adoptar una pose antidemocrática y contraria a todo lo que se enarbola de cara al público y pretender que no se conozca y que no tenga un efecto nocivo en la sociedad en la que están llamados a influir positivamente.

En medio de esta crisis es indispensable que aquellos que tienen una incidencia frente a la colectividad, den lo mejor de sí y cumplan con su deber, las autoridades ejerciendo sus funciones con responsabilidad, los que antes gobernaron y ahora son oposición comprendiendo que hay un tiempo para todo y el suyo ahora es el de no entorpecer y contribuir con lo que conviene al país, así como que entiendan que los cambios colectivos necesitan para darse de buenos ejemplos, y que un buen liderazgo es capaz de inspirar las mejores acciones, mientras que uno malo es capaz de extraer todo lo negativo de la naturaleza humana. Por eso más que nunca necesitamos buenos liderazgos que actúen en la sombra tal cual lo harían de cara al sol, y no solo en el ámbito político, sino en todos los espacios del quehacer social.

Fuente:  https://acento.com.do/opinion/de-cara-al-sol-8871937.html

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I Congreso Mundial de Educación 2020. Luis A. Sánchez H.: «Seis tareas por promover en la educación global». Panamá

Tema: Gremialismo, sindicalismo y transformación Educativa.

Ponente: Luis A. Sánchez H. Secretario General de A.E.V.E. República de Panamá

Título: Seis tareas por promover en la educación global

 

La nueva normalidad de la que se habla en el mundo no puede centrarse únicamente en los aspectos sanitarios como el uso de mascarilla el distanciamiento social etc.

La mayoría de las sociedades del mundo requieren de «un nuevo pacto social». Y ese muevo pacto social, sin duda, tiene que incluir al tema educativo, precisamente uno de los más sensibles e importantes.

La pregunta esencial a que deben responder los gremios y los sindicatos docentes democráticos, mirando hacia la transformación educativa, en este momento de la historia es ¿Qué hacer? A lo que, sin duda, debemos responder sin titubear «EMPODERARNOS».

Descarga el documento completo en el siguiente enlace:

SEIS TAREAS POR PROMOVER EN LA EDUCACIÓN GLOBAL (AEVE)

Fuente e Imagen: I Congreso Mundial de Educación 2020

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