En Estados Unidos, como en el resto del mundo, uno de los mayores desafíos que plantea la pandemia es la vuelta a los colegios en los próximos días. Una perspectiva que tiene a las autoridades y a las asociaciones de padres y profesores a la defensiva, y que se ha enturbiado todavía más a raíz de varios estudios. Una reciente investigación prueba que los menores pueden enfermar en mayor proporción y otra que pueden ser más contagiosos de lo que se pensaba.
Un estudio realizado por investigadores de dos hospitales de Massachusetts refleja que, si bien los niños tienen menos posibilidades de infectarse o caer enfermos, la carga vírica que llevan en sus vías respiratorias suele ser mayor a la de los adultos enfermos de covid-19, incluso aquellos ingresados en unidades de cuidados intensivos. «Me sorprendieron los altos niveles de virus que encontramos en niños de todas las edades, especialmente en los primeros días de infección», declaró Lael Yonker, la científica responsable del estudio, publicado en ‘The Journal of Pediatrics‘.
Según el informe, que analizó los casos de 192 personas de entre cero y 22 años, 49 de las cuales habían dado positivo en covid-19 y una veintena estaba en las últimas fases de la enfermedad, la mayor carga viral de los niños hace que estos puedan ser más infecciosos. “Uno piensa en un hospital, y en todas las precauciones que se toman para tratar a adultos muy enfermos, pero la carga viral de estos pacientes hospitalizados es significativamente menor que en un ‘niño saludable’ que anda por ahí con una alta carga viral de SARS-CoV-2”, dijo Yonker.
Cómo y cuándo abrir los colegios
Los hallazgos inciden directamente en el debate más urgente de estos días: cómo, cuándo y con qué medidas se pueden abrir las escuelas, de manera que no se ponga en riesgo la salud del personal escolar, los alumnos y las familias de estos. “Si las escuelas abren completamente sin las precauciones necesarias”, dice el informe, “es probable que los niños jueguen un mayor papel en esta pandemia”.
Los autores aconsejan aplicar medidas estrictas de higiene y distanciamiento social, así como el uso generalizado de mascarillas. Muchos sistemas escolares del país, como el de Nueva York, planean combinar las clases presenciales con las clases a distancia y han prometido mejorar la ventilación y añadir personal sanitario a los centros.
Estas conclusiones solo son una muesca más en la lucha contrarreloj por entender el coronavirus, que cada semana desde hace meses, gracias al esfuerzo de las comunidades médicas y científicas de todo el mundo, desvela una vertiente nueva. En este caso, la capacidad de anidar en los cuerpos de los niños asintomáticos como una bomba invisible, capaz de explotar silenciosamente en los hogares.
Aunque no todos los menores, como se especulaba hace unos meses, son asintomáticos, tal y como refleja otro estudio de la American Academy of Pediatrics. Solo en las dos últimas semanas de julio se detectaron 97.000 casos de menores enfermos de covid-19: un aumento del 40% de las infecciones detectadas en niños. En todo ese mes fallecieron un total de 25 menores.
El gubernamental Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) también ha advertido sobre la mayor incidencia de casos entre los infantes: tanto en números totales como en proporción al total de contagiados y de hospitalizaciones. Una vez ingresado, el menor tiene las mismas posibilidades que el adulto de acabar en una unidad de cuidados intensivos: una de cada tres, según el CDC. Los menores, que representan el 22% de la población estadounidense, acumulan el 7% de los casos totales de covid-19, que sobrepasan los 5,3 millones en todo el país.
Un notable factor, dicen los investigadores, es la relajación de las medidas restrictivas. Muchos niños han pasado estar meses confinados a salir a practicar las actividades típicas del verano, con mayor o menor seguridad. En un campamento de Georgia, por ejemplo, 260 de los 344 campistas dieron positivo por covid-19.
Algunas escuelas que ya llevan semanas funcionando, como en la propia Georgia, han sufrido complicaciones. En los primeros cinco días de clases, solo en el condado de Cherokee, casi 500 personas tuvieron que ponerse en cuarentena por haber estado muy cerca de casos de covid. Poco después, casi 1.200. La tercera parte de las escuelas de este distrito educativo, que suma 30.000 alumnos, han sido afectadas.
Las imágenes de los vestíbulos atestados, como en el caso del Instituto North Paulding, han ido seguidas por titulares de contagios y medidas de emergencia. Este centro tuvo que cancelar las clases y trasladar toda la enseñanza al ciberespacio. En Illinois, los equipos de rastreadores del covid han estado ocupados con un baile de promoción informal que causó cinco casos confirmados.
El CDC, a la vista de lo que estos peligros, acaba de renovar sus recomendaciones para reabrir las escuelas. Los científicos piden a los colegios que vigilen continuamente los datos locales de contagios y que tengan preparadas medidas de emergencia, entre ellas el cierre del centro. Además de los ya clásicos protocolos de higiene, como la distancia de dos metros, lavarse las manos, usar mascarilla o desinfectar a menudo las instalaciones, recomiendan dividir a los estudiantes y profesores en grupos que se mantengan igual durante todo el periodo lectivo. Sería lo propio, también, cancelar los viajes de estudios y evitar el autoservicio en el comedor, que también debería usar bandejas y cubertería reciclables.
Estos vericuetos no pasan de desapercibidos a los padres y a las asociaciones de profesores. En el distrito escolar más grande de Estados Unidos, el de la Ciudad de Nueva York, los sindicatos de educadores amenazan con ir a la huelga si las autoridades no refuerzan las medidas de seguridad, que muchos de ellos consideran insuficientes.
El sindicato exige reparar los edificios para mejorar la ventilación, garantizar equipos de protección y aumentar las pruebas regulares de covid
“No creemos que sea posible para las escuelas abrir el 10 de septiembre”, declaró Michael Mulgrew, presidente de la Federación Unida de Profesores, el sindicato de la enseñanza más grande de la ciudad, con 75.000 miembros. El sindicato exige reparar los edificios para mejorar la ventilación, garantizar equipos de protección y aumentar las pruebas regulares de covid tanto a alumnos como al personal. Si no, ha dicho que podríamos ver “una de las mayores debacles en la historia de la ciudad”.
La apertura o no de los colegios también está relacionada íntimamente con la rutina de los hogares y con el desempeño general de la economía. Por este motivo, según un análisis de Barron’s, mantener las escuelas cerradas puede costar al PIB norteamericano unos 700.000 millones de dólares.
De esta compleja red de prioridades, en la que la Casa Blanca apuesta por la vuelta al colegio y ha amenazado a los estados con congelar aportaciones federales si mantienen las aulas cerradas, dependen la salud y el futuro cercano de 56 millones de alumnos. Y de sus entornos.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-08-27/ninos-menores-coronavirus-positivos-colegio_2724851/