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8 pasos INFALIBLES para que le enseñes a tus hijos a manejar la FRUSTRACIÓN

Por Emma E Sánchez

Todo va bien, la familia se encuentra muy contenta en el parque, los niños juegan tranquilos cuando de pronto tu hijo explota, llora y se enoja. Todos se quedan sorprendidos, los menores dejan de jugar y algunos otros padres deciden retirar del juego a sus hijos.

¿Qué sucedió? ¡Casi nada! Tu pequeño se enojó porque alguien más ganó en el juego y no tolera perder. Le gusta ganar y cuando no lo logra, se pone rojo, avienta las cosas, grita y ha llegado a pegarle o aventar al que se ríe de él. Estas consciente de que este tipo de conductas no son sanas y que en la vida en general solo le traerán consecuencias negativas, por lo que es necesario comenzar a trabajar en la mejora de este tipo de reacciones.

Déjame decirte que lo primero que debes evitar es angustiarte, ya que muchos niños tienen problemas para manejar la frustración, la diferencia está en lo que hacen sus padres para ayudar a sus hijos a progresar. Segundo, para manejar la frustración se necesita mucha paciencia y todavía más, constancia. Así que no te desesperes, sé ejemplo de tolerancia y entereza. Aquí, algunoas ideas que pueden servir:

1. Diálogo apacible

Junto con tu hijo y mediante una charla tranquila, sin discutir, juzgar o regañar, encuentren qué es lo que le hace estallar, así como sus motivos. Generalmente hay situaciones o emociones que hacen que los pequeños se sientan sensibles o vulnerables, tal vez puedas encontrar algunas de ellas en tu hijo. Las más frecuentes suelen ser las siguientes:

2. Cansancio

A cualquiera de nosotros le puede pasar que al sentirnos cansados solemos reaccionar mal. Ahora, imagina la misma situación en un niño. Las madres y padres debemos vigilar que nuestros hijos descansen durante el tiempo y las condiciones apropiadas. Hoy en día, creemos falsamente que mandar al niño a la cama quiere decir que se va a ir a dormir, lo cual no necesariamente es cierto. Actualmente, el Internet y los juegos de video están provocando que muchos niños y jóvenes no se duerman temprano, duerman poco o simplemente no descansen. Cerciórate de que al irse a la cama, tus hijos no lleven consigo aparatos electrónicos que les dificulten conciliar el sueño y alcanzar un descanso apropiado.

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3. Sentirse acosado

Para algunos niños, a veces es demasiado lo que se les requiere en cuanto a relacionarse con quienes no les agradan, hacer cosas que no le simpatizan o que se les exija lo que no están en condiciones de dar. El diálogo de los padres con sus profesores es fundamental para revisar que las cargas de trabajo o el proceso de socialización no le estén rebasando y se siente agredido por ello.

4. Búsqueda de la perfección

Es posible que a tu hijo le guste tomarse más tiempo del regular para hacer las cosas y cuando se le pide que lo haga más rápido o de otra manera, entra en una confrontación o explota en enojo. Intenta darle su espacio y tiempo para realizar sus propias cosas y pídele que haga otras conforme se le pide. Esto puede dar equilibrio a lo que se exige a sí mismo y el cumplir con lo que otros le requieren. En este aspecto, revísate a ti misma en cuanto a las expectativas que depositas sobre tu hijo, porque tal vez tú misma estás generando su intolerancia y frustración.

5. Se le exige mucho

Revisa las cargas de trabajo y deberes de tu hijo. Escucha y hazle caso si te dice que es demasiado, que está cansado o que algo no le gusta hacer. Los cambios y adaptaciones son necesarias y posibles, considera sus gustos y opinión para que su desarrollo sea el óptimo y juntos disfruten de cada etapa de éste.

  • 6. Relajarse y respirar

    Cuando platiques con tu hijo, anímalo a identificar cómo se siente su cuerpo cuando comienza a enojarse y a perder el control. Muéstrale cómo sentir su corazón y comenzar a respirar profundo y pausado. Contar hasta 10 o caminar un poco puede ayudarle a tomar el control de sus emociones y sentimientos.

  • 7. Pedir ayuda

    Si esa sensación de estallar comienza a ganar terreno, se vale pedir ayuda, a un maestro o alguien más. Dale las palabras que necesita para comunicar su necesidad y recibir apoyo, o hasta un permiso para salir a respirar y caminar un poco.

  • 8. Apoyo y elogio

    Cuando hablas con tu hijo, influyes en su corazón y su mente. Tu hijo sinceramente buscará mejorar pero no lo va a lograr pronto, ni de manera fácil. Anímalo, aliéntalo y reconoce sus esfuerzos cada vez que lo intente.

    Sé un ejemplo de lo que predicas controlando tus impulsos y mal genio, él te observa y aprende la lección. No lo olvides.

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«Ahora las mujeres no queremos elegir entre la profesión y los hijos, queremos todo»

Basta conocer a la consultora internacional en recursos humanos, Helena Knörr, para percibir que tiene algo enigmático en sus raíces. Basta hablar con ella más de cinco minutos para comprobar la sospecha. Helena es un crisol de culturas en sí misma: por sus venas corre sangre hindú, alemana, catalana y portuguesa. Es una española nacida en Mozambique, que luego emigró a Estados Unidos, que viaja por todo el mundo dictando capacitaciones sobre recursos humanos, negocios y en particular, sobre el rol de liderazgo de las mujeres dentro de las empresas.

Ese componente interracial que encarna le ha ayudado a expandir sus conocimientos y con ello, su mente y sus horizontes.

Sin embargo, no renunció a ser quien es para conseguir sus logros profesionales, tiene dos hijos, disfruta de sus amigos, estudia, crece en lo laboral y en lo académico, viaja, toma decisiones y dice que su fortaleza reside en no aguantar situaciones preestablecidas.

Vino a Mendoza para disertar en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC sobre el liderazgo de las mujeres en la formación profesional y también se explayó en otros temas de su competencia, como la participación de la mujer en carreras de ciencia y tecnología.

Dialogó con Diario UNO sobre los desafíos de ser una profesional de esta época, que no quiere renunciar por ello a tener hijos y a dedicarle tiempo a su familia.

–En el área de negocios, ¿cómo ves el desarrollo de las mujeres empresarias en las distintas partes del mundo en las que has trabajado? ¿Los desafíos son similares?
–Te puedo hablar desde el desarrollo profesional de la mujer, desde los negocios y los recursos humanos. En el norte de Europa, creo que tienen más oportunidades porque llevan más tiempo trabajando temas de igualdad, respeto, inclusión, acceso a la educación. Son sociedades más equitativas, por los valores que tienen. En España, que es donde he vivido más tiempo, la situación es similar a algunos de los países de Sudamérica y el Caribe. Se ha mejorado un poco porque han cambiado algunas políticas, primero para dejar en claro que existía desigualdad, para visibilizar el problema; luego, para realizar prácticas que cambien esa situación.

–Entonces, cuáles serían las diferencias?
–En Europa se ha superado la etapa en la que las acciones de los gobiernos en materia de políticas de igualdad se concentran en evitar la violencia contra las mujeres, para poder concentrarse en otras desigualdades, como las que tienen que ver con el trabajo, las tareas de las domésticas y de cuidado. España todavía está entre los países más desiguales en cuanto a cargos políticos, liderazgo y acceso a carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. También en cuanto al número de empresarias.

–¿Cuál es tu opinión sobre esta misma situación en Sudamérica y el Caribe?
–Tengo como experiencia la de dar clases sobre emprendedurismo. Los problemas que se encuentran son similares, pero no así las respuestas desde los gobiernos. Por ejemplo, Costa Rica es un país muy avanzado en cuanto a políticas que promueven la igualdad y el respeto. Argentina tiene un gran porcentaje de mujeres que directamente no están en el mercado laboral. Y esto hace una diferencia muy grande. El hecho de que no formen parte del mundo del trabajo habla del papel de la mujer en la sociedad.

–¿De qué depende que estas situaciones no cambien?
–Es parte de una idiosincrasia, tanto de varones como de mujeres. En Argentina la mujer no se define en forma independiente como la norteamericana, sino en relación a su familia, su pareja, a sus hijos, a su entorno y no tanto en cuanto a su trabajo. Esto es una gran diferencia entre el sur y Norteamérica. En Estados Unidos, la segunda pregunta en una conversación entre desconocidos es en qué trabajás. La primera es cómo te llamás. Para los norteamericanos un ciudadano o ciudadana se define a través del aporte económico que esa persona hace a una nación. En Sudamérica, ser alguien no se identifica con producir algo, sino con lo que das, pero no necesariamente económico, sino también desde lo afectivo. El equilibrio entre lo personal y lo laboral es un desafío tanto en Europa, como en Sudamérica y Norteamérica.

–Estas barreras son reales, ¿pero hasta qué punto las mujeres las utilizamos como justificativos para no tomar el control de nuestras vidas?
–Es una pregunta importante. Puedo hablarte desde mi experiencia: he pasado por situaciones de desigualdad e injusticia en lo laboral, y las he tomado como desafíos para lograr mis metas. El mayor acceso de las mujeres a la educación trae consecuencias en la desnaturalización de situaciones de desigualdad.

–¿Influye esto en un cambio de actitud?
–Mirá, lo que ha ocurrido es que las mujeres hemos comenzado a ganar perspectiva. Cuando una gana perspectiva, analiza. Cuando una analiza, se da cuenta de injusticias y empieza a querer cambiarlas. Cuando se plantea la divergencia entre cuidar de la familia y cuidar de la profesión. Ese conflicto se va acrecentando dependiendo en qué cultura te encontrés. Si una cultura favorece que el rol de la mujer es la parte doméstica, vas a tener mayor enfrentamiento allí, porque la parte profesional no te la va a entender nadie.

–Se abre un espacio de luchas por ganar poder.
–Sí, por supuesto, te vas a enfrentar a tu familia, a tus amigos, a tu entorno. No van a entender que quieras llevar ambos desafíos adelante.

–Sin embargo, el mayor desafío a enfrentar es el cultural, porque es el que nos enfrenta a nosotras mismas.
–Esto es muy cierto. Hay algo que me di cuenta con respecto a la cultura en la que he crecido. Tengo raíces de la India, nací en Mozambique –África– he crecido en Europa y vivo en Estados Unidos. Tengo influencias culturales de los cuatro continentes.

–¿Lo viviste en tu familia de origen?
–La verdad es que fui criada por mujeres fuertes. Pero tuve que analizar ¿qué significa esto de ‘ser fuerte’? la generación de mis bisabuelas, de mis abuelas, la de mi madre, la mía y de mis hermanas, y primas, y luego las que vienen detrás, ser fuerte significaba sacrificarte por todo y aguantar, no necesariamente crecer.

–¿Encajás en ese molde?
–De ninguna manera. He roto ese molde. ¿Cómo lo he hecho? De muchas maneras. No he renunciado quien soy, ni pienso hacerlo. Pero me he identificado con la mujer que es fuerte tomando decisiones para cambiar lo que no le gusta, que es diferente a la mujer que es fuerte aguantando, como lo hicieron mi bisabuela, mi abuela y mi madre.

–Creés que te ha enriquecido la diversidad de culturas en la que te has criado, que esto te ha sido útil para poseer una mente abierta y más predispuesta a los cambios?
–Totalmente. Tengo una mezcla cultural importante, esto es enriquecedor porque podés trazar puentes de entendimiento entre culturas y eso te lleva a cambiar ciertos aspectos y mentalidades.

–En Sudamérica aún no hay políticas de igualdad porque todavía estamos abocadas a resguardar nuestra integridad, física y psíquica.
–No he constatado la veracidad de estos datos, pero estos días he escuchado que en Argentina muere una mujer víctima de la violencia de género cada tres horas. La estadística es alarmante. Es una burrada, un auténtico desastre, ecológico, social y humanitario. Es una necesidad básica de seguridad personal que la mujer no tiene resuelta en Argentina, uno no puede dar el salto al siguiente escalón. Trabajo, casa, bienestar económico, puestos de decisión si no ha superado esta etapa. La seguridad personal es lo primordial.

–Pero más allá de los cambios que se den a nivel gubernamental, somos las mujeres las que debemos dejar de sostener situaciones de desigualdad, desde nuestros hogares.
–Esto es así, sin embargo, hay realidades que no podemos evadir. Las mujeres somos las que parimos. Pero la crianza de los niños es otra cosa, es repartida en las familias.
–¿A qué concepto de familia te referís ?
–Familia es una categoría versátil ahora. Y esto es muy bueno. Hay familias de dos madres, de dos madres separadas, y una de ellas con novia, hay familias de dos papás, otras de papá y mamá, y de papá y mamá separados y con sus nuevas parejas, los pongo como ejemplos al azar de que es un espectro amplio el concepto de familia.

–¿Pensás que el mundo del trabajo se adapta a los nuevos roles que las mujeres queremos ocupar?
–El problema es que las empresas, las instituciones, la educación, no han acomodado sus parámetros a esta nueva situación de las mujeres: no quieren tener que elegir, quieren todo. No quieren (queremos) tener que renunciar al trabajo por criar niños, ni a los niños por tener un buen trabajo o crecer en lo profesional.

–¿Qué es lo que falta?
–No se dan las bases para tomar decisiones simples, por ejemplo: si en una gran firma hay muchas mujeres con niños, pues pongamos una guardería. O un lugar para que las mujeres le den el pecho a sus bebés. O simplemente que puedan trabajar desde la casa, en Estados Unidos esto ya es una tendencia.

Fuente: http://www.diariouno.com.ar/a-fondo/ahora-las-mujeres-no-queremos-elegir-la-profesion-y-los-hijos-queremos-todo-20160710-n1188588

Imagen: http://www.larevista.ec/sites/default/files/27LRPSICOLOG%C3%8DA,photo01_0.jpg

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