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¿Crisis moderna o posmoderna de las universidades? Nostalgia por la Reforma de Córdoba

Por: Iliana Lo Priore Infante.

Nadie pone en duda que las universidades están en crisis.  Donde no existe acuerdo es con respecto al tipo de crisis que atraviesan.  Parece, a primera vista, desconcertante que se reconozca la existencia de la crisis pero no haya consenso para reconocer cómo clasificarla.  Incluso, el consenso no existe dentro de la “comunidad” misma de una específica universidad. Entre otras razones, porque la idea de comunidad universitaria está también en crisis, aspecto este que poco se admite sobremanera por los burócratas del populismo universitario, según cierta interpretación inferida de los indicadores recabados en torno a su situación crítica.  Esto pudiera conllevar a que la crisis para algunos se debatiera entre dramática o trágica.

Dramática por cuanto su narrativa podría tener desenlace por más precario que fuera, si existiera la voluntad y la claridad suficientes para superarla por sus propios integrantes, pero no hay signos evidentes de ello; por el contrario, hay manifiestos signos de lo opuesto, –por encima  de episódicos actos grupales de manifestación que son más evidencias de la crisis que eventos voluntariosos y  preclaros de contrarrestarla–, lo que, en consecuencia, nos conduce a caracterizar la crisis como trágica, esto es, sin desenlace pronosticable, o inviable si se hace depender tan solo de la “comunidad universitaria”.  Al decir esto, no estamos coincidiendo con aquellos que reclaman sempiternamente que la crisis universitaria principalmente es cuestión del presupuesto otorgado externamente por  insuficiente, admitiendo que esto es una media verdad.  Presupuesto, para quienes lo reclaman, que debe ser otorgado por los gobiernos, para los progresistas o liberales, o por los sectores económicos capitalistas poderosos de la sociedad, para los neoliberales privatizadores, a fin de funcionar debidamente a cambio de satisfacer sus expectativas político-ideológicas y económicas.

Cuando decimos que la superación de la crisis universitaria es inviable si se hace depender únicamente de sus “comunidades”, estamos reconociendo la incapacidad propia de la institución para convertirlas en sujetos de su transformación, y reconociendo además, la necesidad de hacer intervenir a otros actores o agentes, externos a la universidad, para impulsar y sostener las dinámicas de su cambio institucional, si aún se está a tiempo de renovarla y salvar su vigencia histórica instituida por la Modernidad occidental principalmente.  Cuestión que de suyo es ir a contracorriente ya que, como es más que conocido, la Modernidad, en tanto modelo civilizatorio, está en crisis debido a su agotamiento y decadencia. Agotamiento y decadencia que evidencia el derrumbe de sus ideas-fuerza: progreso, desarrollo, saber científico, aplicación tecnológica, etcétera. Y siendo que la universidad es una institución depositaria de esas ideas-fuerza, y, a la vez, se fundamenta en ellas para justificar su institucionalidad, (su docencia-investigación-extensión), la crisis de la Modernidad, es la crisis de la universidad vigente.  Esto explicaría el porqué la universidad no puede asumir, con base en su fundamentación y praxis moderna,  la comprensión de su crisis y su superación, mucho menos animar y consolidar una fuerza propia, con apoyo en esas ideas-fuerza, que favorezca un desenlace basándose en sus “principios y postulados” modernos. No puede acudir a darse sustentabilidad en un ethos universitario agotado.

Por otra parte, es comprensible también que su “comunidad” se sienta desasistida y anómica. Incapaz de darse su propia dirección y sentido, por cuanto no ha reconocido esta realidad, y ha desestimado o negado, contradictoriamente por ser esa una de las principales razones de ser liberales-modernas de la universidad, el requerimiento de pensar perspectivistamente su situación, desde diversos ángulos críticos y ambivalentemente, cuando se supone que ese es su primera fortaleza, el libre pensar y la libre discusión de ideas,  junto con el resguardo que le brinda para ello la autonomía y la democracia universitarias, afianzadas también por el pensamiento liberal moderno, para preservarse de las presiones o exigencias  gubernamentales y del mercado capitalista.

El agotamiento y decadencia de la Modernidad europea-occidental, impuesta colonial y neocolonialmente en Indoafrolatinoamérica  en forma de remedo  por medio de la modernización para mayores alienaciones ya que ha sedimentado híbridamente en lo sociocultural de las naciones, indignificando a nuestros pueblos al obligarlos a asumir identificaciones extranjerizantes negadoras de sus alteridades, ha conllevado a que estemos atravesando un momento epocal que se ha denominado posmodernidad, que a través de los intelectuales y cultores orgánicos que en nuestro contexto regional la han asumido, está impugnando críticamente los remedos residuales de la Modernidad, desde una racionalidad o pensamiento propio en todos los aspectos y ámbitos, entre estos, los universitarios.

Posmodernidad que en sus vertientes más críticas ha enfatizado en las características culturales diferenciadoras que han emergido de la reivindicación de los saberes y conocimientos excluidos o subalternos, así como de los emergentes, y que se manifiestan en la reclamación de una reforma o renovación universitaria radical pertinente con base en una nueva mundialización alternativa a la globalización neoliberal depredadora de la naturaleza y la humanidad, así como de una universidad con responsabilidad social ante la sociedad, por vía de sintetizar el sentido común popular y el sentido crítico universitario alternativo en un sentido-común-crítico (implica unas ciencias-otras y unas tecnologías-otras, o no depredadoras, no reproductoras de los residuales de la Modernidad postiza, racionalidades liberadoras, decolonizadoras, etcétera), que se articule con las transformaciones sociales populares requeridas para afianzar nuestra autodestinación histórica  a través de la reivindicación de las alteridades que somos los indoafrolatinoamericanos.

En esa perspectiva inscribimos la posibilidad de superar la crisis de la universidad al reconstruirla o reconvertirla radicalmente (en lo académico, la docencia, la extensión, la investigación, lo organizacional,  lo administrativo funcional, y otros) en la dirección y el sentido de esa autodestinación como nueva institucionalidad insurgente posmoderna.  A semejanza de la lucha de impacto histórico-cultural en toda la región de la Reforma Universitaria de Córdoba en la Argentina de 1918 por moderna que esta haya sido.

  • Correo: ilianalopriore11@gmail.com
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Entrevista a Jorge Riechmann: “Consumimos el planeta como si no hubiera un mañana»

Fuente: lecturassumergidas/Autor: Por Emma Rodríguez © 2015 

Denomina Jorge Riechmann al siglo XXI como “el siglo de la gran prueba” o como “la era de los límites”. Nos dice que “estamos consumiendo el planeta como si no hubiera un mañana”; que “lo que hace falta son transformaciones estructurales profundas, casi revolucionarias” y que ya no podemos confiar en que será la generación de nuestros nietos la que las lleve a cabo, porque estamos en “tiempo de descuento”. Todo esto nos lo cuenta en Autoconstrucción, uno de esos libros que funcionan como un aldabonazo en las conciencias, que sacuden el letargo y conducen a plantear la gran pregunta: ¿Estamos aún a tiempo de salvar el planeta? Es un interrogante que el propio autor abre una y otra vez en en el recorrido de un ensayo esclarecedor que nos invita a tomar conciencia de la urgencia de la lucha ecológica, de la necesidad de avanzar lo más suavemente que se pueda hacia sociedades de la sobriedad, de la contención, de otro tipo de realizaciones y plenitudes no asociadas a la adquisición constante de pertenencias, de propiedades, de productos de consumo.

Profesor titular de Filosofía Moral en la Universidad Autónoma de Madrid, traductor, poeta, ensayista, miembro de Ecologistas en Acción y desde hace poco del Consejo Ciudadano de Podemos, Riechmann va desgranando un buen puñado de verdades, de reflexiones incómodas, pero absolutamente necesarias, en esta Autoconstrucción, subtitulada La transformación cultural que necesitamosque nos anima a pensarlo todo de otra manera, a encontrar nuevas palabras, nuevos vínculos, nuevas imágenes para situarnos frente a un presente de resquebrajamientos y de oportunidades de cambio. “Jamás se había hablado tanto sobre las desigualdades sociales, jamás se había hecho tan poco para reducirlas… Nunca se había hablado tanto los daños ecológicos, y nunca se ha hecho tan poco para delimitarlos”, leemos muy al comienzo de un libro que traza un magnífico diagnóstico de dónde estamos y hacia dónde podemos dirigirnos.

El autor es consciente de que el pesimismo no está de moda, de que el continuo estímulo del pensamiento positivo se puede llegar a convertir en una conveniente cortina de humo, de que a muchos se les llena la boca con la palabra “buenismo” para definir cualquier propósito de solidaridad, de compasión, de cooperación, de igualdad, de que los ecologistas son vistos en muchas ocasiones como catastrofistas y agoreros dispuestos en todo momento a chafar una fiesta en la que muchos siguen pasándolo bien, a costa de mayorías cada vez más empobrecidas e indefensas. Todo parece estar en contra, pero no cabe la resignación, la no resistencia. “Hay esencialmente dos opciones político-morales. La de quienes desean un mundo de amos y esclavos, por una parte; y la de quienes luchan por un mundo de iguales. Al poder del dinero y de las armas, el segundo grupo solamente puede oponer la fuerza de la organización”, abre Riechmann un cauce de futuro.

No deja de haber autocrítica en el trayecto y tampoco falta el realismo, grandes dosis de realismo que parten de la constatación de las dificultades, de los enormes retos. Y, por supuesto, se revelan hechos y se ofrecen datos, hechos y datos que hablan por sí solos y que, nos guste o no, indican que el rumbo no es el adecuado. Así, el cambio climático que nos conduce a un mundo cuatro grados centígrados más cálido, según predicciones muy optimistas, pero ante el que tantos siguen quitando importancia en nombre de intereses empresariales, intereses que obstaculizan la necesaria disminución de los gases de efecto invernadero. Así, la escasez de fuentes de energía fósiles, que lleva a la agonía de un modelo que se alarga artificialmente, vía prácticas como el fracking, en vez de apostar por invertir en el camino de las renovables.

“HAY ESENCIALMENTE DOS OPCIONES POLÍTICO-MORALES. LA DE QUIENES DESEAN UN MUNDO DE AMOS Y ESCLAVOS, POR UNA PARTE; Y LA DE QUIENES LUCHAN POR UN MUNDO DE IGUALES. AL PODER DEL DINERO Y DE LAS ARMAS, EL SEGUNDO GRUPO SOLAMENTE PUEDE OPONER LA FUERZA DE LA ORGANIZACIÓN”, ESCRIBE RIECHMANN EN AUTOCONSTRUCCIÓN.

Mientras las capas de hielo ártico desaparecen, mientras el proceso de la fotosíntesis se está viendo afectado en zonas con altos niveles de contaminación, mientras las abejas se ven amenazadas, mientras… seguimos pensando que habrá tiempo, que la técnica será capaz de solucionarlo; que llegará un día en que volveremos a la normalidad de un modo de vida que nos parece el mejor posible. ¿Cómo convencernos, habitantes del Primer Mundo del siglo XXI, de que ya no volveremos a la normalidad de antes de la crisis, de antes de la amenaza ecológica; cómo convencernos de que es necesario cambiar la orientación y las estructuras del sistema para seguir viviendo bien, e incluso mejor, pero con otros parámetros?

He aquí las cuestiones que plantea Jorge Riechmann en Autoconstrucción (Ediciones Catarata). Son muchas las salidas que ofrece este libro, pero lo esencial es su llamamiento a un cambio de conciencia, de valores, de usos y costumbres. “La economía es una construcción humana. Las leyes económicas no son como la ley de la gravedad. Pueden ser transformadas (…) Pero para ello la gente ha de cambiar de conducta”, se utiliza como arranque de un capítulo este párrafo-lema extraído del informe de un centro de estudios económicos. Hay en el ensayo reflexiones sobre el papel cada vez más activo de los consumidores –consumidores rebeldes–; sobre la cultura como base de la comprensión de los cambios; sobre los movimientos sociales que deben convertirse en la base de las nuevas sociedades… “Hemos de vivir de otra manera”, es la frase que cierra el libro. Pero aquí, lejos de cerrar, empezamos con la conversación.

– ¿En qué punto se encuentra el movimiento ecologista hoy a nivel global? ¿Cuáles son sus expectativas?

– Si lo analizamos con perspectiva, el movimiento ecologista moderno, como tal, es muy reciente. Surge en los años 60 del siglo XX, aunque el pensamiento ecológico arranca de más atrás, de antecedentes tan ilustres como Thoreau, a quien releemos con mucho interés, o, antes, Alexander von Humboldt, que tanto contribuye en la creación de la ciencia ecológica, de la biología de los ecosistemas. Ahí están las raíces, pero hay que dar un salto hasta llegar, en 1962, a un hito importantísimo, una obra clásica de la conciencia ecológica, La primavera silenciosa, de Rachel Carson. En ese año se empiezan a poner en marcha dinámicas sociales, políticas, intelectuales, culturales, que conducen a algunas sociedades, dentro de procesos muy contradictorios, a emprender un nuevo aprendizaje de los modos de vida. Y ya en 1972 nos encontramos con otra aportación esencial, el estudio Los límites del crecimiento, el primer informe del Club de Roma, que pone en marcha un debate de alcance mundial a partir del cual ya empiezan a circular los lemas básicos, las consignas del ecologismo sobre la necesidad de conformar una conciencia de especie en las singulares condiciones históricas que nos ha tocado vivir. Ese proceso de aprendizaje social se rompe a finales de los años 70 y comienzos de los 80, con la irrupción de la fase última de la historia del capitalismo, el capitalismo neoliberal financiarizado. A esos decenios, a esa etapa en la que aún estamos inmersos, yo la denomino a veces la era de la denegación, porque hay fuerzas muy poderosas que, lejos de impulsar el aprendizaje, están trabajando en sentido contrario.

– Denegar es un verbo que utilizamos muy poco y que explica muy bien lo que está sucediendo. A los pueblos cada vez se les niega más lo que desean. Las democracias se están vaciando cada vez más de sentido.

– Denegar es un término que usan los psicólogos y psicoanalistas para referirse a ese fenómeno que no consiste sólo en ignorar algo sino en hacer un esfuerzo por no ver lo que tenemos delante de los ojos. Yo creo que ha habido, que hay mucho de eso, en la cultura dominante durante los tres últimos decenios. Es indudable que hay un permanente negacionismo si hablamos de fenómenos como el calentamiento climático, del mismo modo que lo hubo anteriormente con respecto al cáncer ocasionado por el tabaco. Y es indudable la eficacia de los esfuerzos organizados por el sector empresarial para expandir toda la tinta de calamar y toda la desinformación posible con el fin de impedir que se tomen las decisiones correctas. Ahora mismo, más allá de circunstancias concretas, tendríamos que referirnos a un negacionismo mucho más vasto que se refiere a todo lo que tiene que ver con los límites al crecimiento, y eso es mortal porque nuestra situación, nos pongamos como nos pongamos, es la que es. Las leyes de la naturaleza, de la física, de la química, de la dinámica de los seres vivos, son las que son, no vamos a cambiarlas, por grandes que sean nuestras ilusiones a ese respecto, y el conflicto esencial que se plantea, que estaba en ese debate de los años 60 y 70, es el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta, que se ha ido agravando y agudizando cada vez más. Si usamos la herramienta efectiva de la huella ecológica, hacia 1980, fue cuando ésta superó la biocapacidad del planeta para seguir creciendo después. Según los investigadores, ahora estamos en el 150% de la capacidad del planeta. Y esa situación no durará demasiado, porque estamos, como se dice a veces, consumiendo el capital, no los intereses, empleando en este caso la habitual metáfora financiera. Estamos sobreexplotando los recursos y las capacidades de absorción de contaminación, de una forma que es insostenible. Parece que consumimos el planeta como si no hubiera un mañana.

Fuente de la noticia: https://lecturassumergidas.com/2015/04/29/jorge-riechmann-consumimos-el-planeta-como-si-no-hubiera-un-manana/

Fuente de la imagen: https://i2.wp.com/lecturassumergidas.com/wp-content/uploads/2015/04/jorgeriechmann_por_nachogoberna-02656

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United Kingdom: Special needs children ‘paying price’ for education funding ‘crisis’

United Kingdom/April 3, 2018/By: Source: https://www.telegraph.co.uk

Thousands of children with special needs are paying the price of a «crisis» in education funding, a union has claimed.

Official figures show the number of youngsters with special educational needs plans or statements that are awaiting school places has more than doubled in a year.

The National Education Union (NEU) claimed that local councils are being «starved» of the money they need for children with special educational needs and disabilities (SEND), with youngsters forced to stay at home because authorities do not have the cash to provide a suitable education.

Overall, as of January last year, there were 287,290 children and young people, up to the age of 25 in England, that had an Education Health and Care Plan (EHCP), or a statement of special educational needs.

Of these, the vast majority (279,582) were aged 19 or under.

The year before, there were 256,315 children and young people with an EHCP or statement, and again the vast majority were 19 and under.

The government data also shows that as of last January, 4,050 youngsters with an EHCP or statement were «awaiting provision» – effectively waiting for a place in education.

This is up 137% compared with January 2016, when the number stood at 1,710, and up 372% compared with 2013 (858 children).

The NEU argued: «Children facing some of the greatest challenges are paying the price for the crisis in education funding.»

NEU joint general secretary, Kevin Courtney, said: «It is an absolute disgrace that the Government is starving local authorities of the resources needed for children with SEND.

«Children are at home because local authorities don’t have enough money to provide suitable education.

«Local authorities are being placed in an impossible position. They have a legal duty to plan high quality education for every child with SEND, but cuts have taken away the resources they need to educate children with complex needs.

«Extra money is urgently needed for SEND but it must be new money and not come from the already challenged school budgets. Parents and teachers are in despair. The Government is failing thousands of children and families and must act now to resolve this critical situation.»

Meanwhile, a separate survey by NASUWT union has shown more than a half (59%) of all special educational needs teachers said they had been attacked by their pupils in the last year.

Staff among the 1,615 polled said they had been head-butted, punched, kicked and spat on – including, in a handful of cases, on a daily basis.

Almost three-quarters (74%) said they experienced verbal abuse in addition to physical assault. Some 7% said they were not encouraged to report such incidents to their school.

One respondent said: «I receive more abuse as a teacher than friends of mine who are in the police force and prison service.»

Speaking from the annual NASUWT conference, union general secretary Chris Keates said: «No one should go to work expecting to be assaulted, yet all too often teachers who are attacked are told it’s all part of the job.

«Pupils with special needs who exhibit violent and disruptive behaviour need more help and support and all too often their needs are not being met.»

A Department for Education spokeswoman said: «Core schools and high needs funding has been protected in real terms per pupil and will rise to its highest ever level – over £43 billion in 2020, 50% more per pupil spending in real terms than in 2000.

«The budget for pupils with special educational needs is £6 billion this year. Local authorities now have more money for every pupil in every school.

«Our new Education, Health and Care Plans are putting the views of young people with special educational needs and disabilities and families at the heart of the process so they can help shape the support they receive.

«This is a hugely significant reform but local authorities are rising to the challenge and have reviewed almost 222,000 cases with initial inspections showing positive outcomes for young people.»

Source:

https://www.telegraph.co.uk/news/2018/04/01/special-needs-children-paying-price-education-funding-crisis/

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Bolivia: educación católica en estado de emergencia

Bolivia/ 27 de marzo de 2018/Fuente: http://www.vaticannews.va

Según informa la Agencia Fides, la Iglesia pide se revoque o derogue la ordenanza ministerial

Ciudad del Vaticano

Bolivia: educación católica en estado de emergencia

Según informa la Agencia Fides, “los obispos bolivianos han alzado sus voces con gran preocupación, para dirigirse a los padres de los alumnos de las 1.523 instituciones educativas católicas del país”. En la declaración recibida por la Agencia, las escuelas “no pueden seguir garantizando la enseñanza, la educación cristiana y una formación integral de calidad”, debido a una reciente disposición del Ministerio de Educación boliviano.

Los docentes serán designados por el Ministerio

La ordenanza dispone que la dirección de los institutos y universidades ya no dispondrán de las competencias para seleccionar a sus docentes, quienes serán designados directamente por el Ministerio, en flagrante violación de la Convención Estado-Iglesia sobre cooperación educativa. La delegada de la Comisión Educativa del Vicariato Apostólico de Pando, la  profesora Carmen Suárez, expresa que la Iglesia boliviana, está estudiando la posibilidad de poner en marcha “medidas de carácter demostrativo, como el cierre de todas sus instituciones educativas o una huelga”.

Iglesia pide se revoque o derogue la ordenanza ministerial

La carta enviada a los padres, escribe Fides, está firmada por Mons. Jesús Juárez Parraga, Arzobispo de Sucre y Presidente de la Comisión de Educación de la Conferencia Episcopal. Los Obispos también han enviado una nota al ministro Roberto Aguilar en la que declaran que la educación católica se encuentra “en estado de emergencia” y exigen que se revoque o derogue la ordenanza ministerial, n. 083/2018.

Fuente del Documento:

http://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2018-03/bolivia–educacion-catolica-en-estado-de-emergencia.html

 

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A 30 años, la misma solidaridad con nuevos desafíos

Sergio Ferrari

Cuando se creó en Lucerna, Suiza, el Grupo de Trabajo Suiza-Colombia en 1987, Colombia vivía una coyuntura particularmente compleja condicionada por la guerra que padeció por más de medio siglo. Hoy, la novedosa aunque frágil etapa de discusión-construcción de la paz desplaza la brújula de la solidaridad en otra dirección.

De la militancia activa de los 80 a la nueva dinámica asociativa europea se percibe una diferencia significativa…Tal como lo constata dicha organización, que como toda la solidaridad internacional confronta hoy nuevas encrucijadas producto no solo de los cambios en Latinoamérica y en el denominado “sur”, sino también de las muy diferentes prácticas asociativas europeas.

Nada es igual  

“La efervescencia participativa que predominaba en los 80 en Suiza y Europa ha dado lugar hoy a un funcionamiento más estable, menos *militantista*”, afirma Stephan Suhner, actual coordinador del Grupo de Trabajo Suiza-Colombia. Suhner, Licenciado en Historia, 45 año, es miembro de la asociación desde hace 20. Recuerda que entonces “ciertos procesos de liberación en países de lo que se denominaba el Tercer Mundo despertaban mucho interés en Europa”. Eso facilitó la tarea del grupo, que se concentró en la información, en los derechos humanos y en el apoyo a organizaciones colombianas de la sociedad civil en la construcción de la paz, pero que siempre mantuvo una total independencia de todos los actores políticos y militares.

Hoy, prosigue, abunda la información; hay mucha más gente que viaja allá como turistas -y tiene un contacto directo con ese país. Al mismo tiempo, el interés de algunos sectores, en particular de los jóvenes, se desplaza a otras temáticas, como la ecología, el clima o la cultura.

Eso explica, en parte, que el “trabajo por los derechos humanos y la paz en la Colombia actual, no tenga la misma atracción que motivó hace tres décadas la militancia activa, en la calle, en los mercados, con actividades regulares de sensibilización, stands, fiestas para recaudar fondos etc.”, subraya Suhner.

Por otra parte, las ONG más grandes que tienen proyectos en el “sur” viven sus propias restricciones presupuestarias y hay menos personal para igual o más trabajo. En muchas ocasiones, se impone el nuevo *marco lógico* que predomina en el mundo de la cooperación, con informes, planillas, presupuestos y balances técnicos, sobre la reflexión de contenidos, valores y procesos. “No podemos pensar que los tiempos, métodos y prioridades de las organizaciones de base de mujeres afrodescendientes del Caribe colombiano, por ejemplo, puedan encajar automáticamente con las exigencias y expectativas definidas desde Europa”, subraya.

Recrear la utopía solidaria   

Es fundamental “volver a conceptualizar nuestra tarea y adaptarla tanto a la nueva realidad colombiana como a la actual dinámica asociativa suiza”, enfatiza Stephan Suhner al proyectarse hacia el futuro.

En particular, porque, hay muchos indicios que llegan desde Colombia que “podrían dar a entender que en la actualidad se trata más de la dejación de armas y desmilitarización de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y del ELN (Ejército de Liberación Nacional) que de resolver los grandes problemas estructurales de fondo que provocaron la guerra”. Y aunque es objetivo que Colombia está mejor, si se analiza el descenso del número de secuestros, muertos y heridos a causa del conflicto, hay temas esenciales todavía pendientes.

Entre ellos, continúa, los ataques sistemáticos a líderes sociales y defensores de derechos humanos; los paramilitares; la mala distribución de la tierra; los cultivos ilícitos y los programas de erradicación forzada; las consecuencias nefastas de la presencia de numerosas multinacionales como la Glencore, tanto para las comunidades como para el medio ambiente de las zonas donde ellas operan.

El Grupo de Trabajo junto con una decena de ONG latinoamericanas y europeas acaban de publicar el Informe Sombra de la Red de Observadores de Glencore, sobre la presencia de dicha empresa en Colombia, Argentina, Bolivia, Colombia y Perú.

El mismo establece los impactos de siete operaciones mineras de la multinacional anglo-suiza en dichos países. Con sede operativa y domicilio fiscal en el cantón helvético de Zug, es la cuarta empresa minera más grande del mundo y la primera comercializadora de materias primas a nivel global.

“Es interesante comprobar que toda la temática de las empresas suizas en Colombia concita una particular atención de sectores interesados de la sociedad civil helvética”, puntualiza Suhner indicando un eje actual a profundizar en el futuro.

Una mirada “externa”   

“Mis primeros contactos con el Grupo de Trabajo se remontan a su fundación en 1987. Desde entonces, la colaboración en el sector de Derechos Humanos fue muy positiva. El desafío común de varias de nuestras organizaciones fue el de asegurar la coherencia de la política oficial suiza de DDHH. La mayor parte de los fundadores del Grupo regresaban a Suiza luego de haber vivido en barrios populares o zonas rurales conflictivas en Colombia. Y aportaron experiencias y conocimientos esenciales”, subraya Marta Fotsch, quien durante casi 30 años fue la responsable del trabajo de Amnistía Internacional Suiza para Colombia. El gran mérito fue que desde el inicio aportaron ideas creativas y una visión crítica, y en particular una gran energía de trabajo, recuerda. Sin menospreciar el aporte del Grupo de Trabajo a todo el movimiento de solidaridad. “Muchas de sus concepciones fueron integrados por organizaciones y comités que trabajaban sobre Colombia y con otras realidades latinoamericanas”, enfatiza. “Es un gran mérito que en 30 años y con pocos recursos haya podido lograr impactos tan contundentes y haya tenido la capacidad de adaptarse a las nuevas dinámicas mundiales”, subraya.

¿Tiene perspectivas de futuro el Grupo de Trabajo? La respuesta de Marta Fotsch no admite dudas. “Más que nunca. El acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC fue firmado, hay negociaciones con el ELN… Lamentablemente por ahora no se llega a visibilizar suficientemente si se van a aplicar integralmente. Se necesita un seguimiento fuerte en el terreno. Lo que es muy importante ya que Colombia en tanto *país post-conflicto* corre el riesgo que muchas ONG y parte de la cooperación de Estados pueda retirarse”.

Sigue siendo esencial y prioritario -agrega- el acompañamiento a las organizaciones de bases y sus dirigentes, quienes por medios pacíficos reivindican sus derechos a la tierra, la defensa de los recursos naturales y del medioambiente. “Y el apoyo a los defensores de derechos humanos. Solo en el primer semestre del 2017, según Somos Defensores/Minga, se registraron 335 agresiones contra defensores de DDHH, entre los cuales 51 fueron asesinados”, concluye. Visión con la que coincide Stephan Suhner. Quien subraya que el Grupo de Trabajo se confronta a una disyuntiva vital: la redefinición de si misma o el riesgo de ser víctima de una inercia peligrosa para quien fuera en su momento referencia del movimiento de solidaridad suizo y europeo.

“Aunque es muy importante seguir existiendo, la celebración de los 30 años con una decena de actividades públicas en Lucerna y Berna, nos confronta con el futuro. Recrearnos conceptualmente es esencial para asegurar que nuestra práctica tenga el mismo sentido que cuando nacimos en los 80”, concluye.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231324

Fuente de la imagen: https://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http%3A%2F%2Fmigueldelrio.es%2Fwp-content%2Fuploads%2F2017%2F

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More than half a million children in Libya need humanitarian assistance

Tripoli / 16 de agosto de 2017 / Fuente: https://www.unicef.org

“Six years since the crisis began in Libya, over 550,000 children need assistance because of political instability, on-going conflict, displacement, and economic collapse. Heavy violence in some parts of the country has forced families to flee their homes. More than 80,000 children are internally displaced and migrant children in Libya are particularly vulnerable to abuse and exploitation, including in detention centres.

“Since 2011, UNICEF has been expanding its assistance to respond to children’s needs on the ground. More than 1.3 million children were vaccinated against polio last year. UNICEF and partners, including national institutions, were able to maintain nearly universal immunization coverage even when violence was at its peak. UNICEF has partnered with 28 municipalities across Libya under the “Together for Children Campaign” to support children’s basic rights.

“At a child friendly space where children play, learn and receive psychosocial support, boys and girls spoke of their dreams of living in peace and prosperity. We have to support each and every child in Libya – especially the most vulnerable – to reach their full potential.

“In discussions with the authorities in Tripoli and Benghazi, UNICEF reaffirmed its commitment to provide all the support possible to reach children in need wherever they are in the country.

“Next October, UNICEF plans to have all its international staff operating full-time from Libya. UNICEF will further scale up its assistance to reach 1.5 million girls and boys and support strengthening of national institutions and civil society.

“UNICEF reiterates that the wellbeing of girls and boys in Libya should be a priority for authorities, civil society and the international community.

“In the interest of children, UNICEF is calling for an immediate political solution to the crisis and an end to the violence.”

Fuente noticia: https://www.unicef.org/media/media_100613.html

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Para repensar y actualizar la educación política

Por: Jorge Díaz Piña

Sin pretensiones de dar lecciones, o de tener la última palabra al respecto, si pretendemos poner en juego reflexivo la pertinencia del uso de algunas pocas significaciones en el terreno de lo político y de la política, valiéndonos para ello de la presentación problematizadora de algunas nociones por autores reconocidos en estos ámbitos, y muy lejos de un enfoque manualesco o dogmático al respecto. Nociones escogidas por el uso disputado frecuentemente en el confrontado espacio político entre la “derecha” y la “izquierda”. Palabras-conceptos desde las que se nos inscribe o sujeta ideológicamente al significar la realidad con ellas, a decir de Juan Carlos Monedero en su texto El gobierno de las palabras (2011), ya que no portan neutralidad u objetividad alguna, como lo indica Rigoberto Lanz en su libro Las palabras no son neutras (2005), poniendo así sobre el tapete la urgencia de elucidar su poder de sentidizar a través de su régimen y lugar o posición semiótica de enunciación, por cuanto el poder circula a través de lo que se hace decir o repetir acríticamente. Sin dejar de considerar que muchos de esos términos o significantes, por agotamiento de su correspondencia instituida de significación con lo que anteriormente  referían o definían hegemónicamente (poder de significación), han quedado a la deriva, sin anclaje sociopolítico en la realidad sociocultural, por lo que han perdido su hegemonía ideológica. Lo que da pié para resignificarlos o reemplazarlos por otros significantes en la lucha por la hegemonía. Y sin confundir con la noción de “significante vacio” propuesta por Ernesto Laclau en su libro Razón populista (2005), con la que quiere referir la generalidad incluyente y unificadora políticamente sentidizadora que puede traducir un significante de modo estratégico, unificando a distintos sectores sociales, al reunir, ampliar y hacer equivalentes trascendentalmente en una cosigna sintetizadora y superadora, por ejemplo, las demandas socioeconómicas populares expresadas con términos reclamantes menos incluyentes o parciales por específicos o particulares respecto de sus necesidades insatisfechas, en su lucha ya no inmediatista, sino estructural, por satisfacerlas.

Incursión ésta que hacemos sin poses ficcionadoras de  erudición, sino desde nuestra implicación en las luchas políticas a favor de la emancipación de nuestro pueblo indoafrolatinoamericano, y más particularmente, venezolano. Asumiendo que no es posible pensar su liberación, sin emancipar previamente al pensamiento de sus ataduras a ideas o concepciones, o a mitos, que reproducen la dominación política. Esta incursión aproximadora  la realizamos a partir de la controversial afirmación de que lo político y la política están en crisis, ocasionando su desfundamentación, y que desde aquí revisamos escuetamente, recurriendo a lo planteado sobre ello por unos cuantos investigadores, en torno a algunas derivaciones para la praxis política. Algunos de ellos europeos pero investigadores internacionalistas impugnadores del eurocentrismo y, por ende,  de la dominación neocolonial capitalista. Revisión que esperamos contribuya en algo a la educación o formación política crítica de los activistas y recién iniciados en el campo de lo político, o al debate fructificador. Hacemos la aclaratoria previa de que con el uso de la variante pronominal “lo”,  precediendo al adjetivo “político”, lo político, no se desea expresar en esta reflexión una orientación filosófica ontológica (caracterización del ser), ni óntica (en tanto ente), de la política, de dichos conceptos.  Aunque no la descartamos, la subsumimos en un intento de aproximación transdisciplinaria y transcompleja.

Lo político y la política pasan por una crisis de fundamentación y de legitimación. Tanto  por la falta de sustentación de lo político debido principalmente a la indecibilidad o inaprehensión de lo social asociado como fundamento en la teoría política, como por el injustificable oportunismo del pragmatismo vulgar y la instrumentalización extrema de la política en su accionar ante la  contigencialidad que rige en la sociedad. Crisis que al parecer, desaconseja la búsqueda de nuevas fundamentaciones y legitimaciones fuertes o sólidas, o ante la cual,  en todo caso,  hay que aceptar las fundamentaciones débiles (Vattimo, 1991) y las legitimaciones líquidas (Bauman, 2006)). Crisis provocada a su vez, por la sobredeterminación de una  crisis de mayor envergadura que  implica y arrastra al imaginario paradigmático de lo político y la política, la crisis de la Modernidad, que se pone en evidencia con la caducidad y el colapso de sus certezas o verdades  incontrovertibles en todos los ámbitos que ficticiamente consolidó (sociales, culturales, económicos, científicos, tecnológicos, educativos, etcétera), y la apertura de las incertidumbres, al fracasar en sus intentos para dar cuenta de la nueva socialidad en constitución imperante (Lanz, 1998)). Modernidad, en tanto modelo epocal civilizatorio agotado y vaciado de sus ideas-fuerza rectoras y hegemónicas en los paradigmas guías construidos histórica y discursivamente desde la Ilustración europea (desarrollo, progreso, emancipación, sujeto,  capitalismo, socialismo, contrato social, democracia, soberanía, representación, ideología, mercado, libertad, revolución, liberalismo, neoliberalismo, igualdad, justicia, fraternidad, autodeterminación de los pueblos, verdad, Estado, república, partidos, sociedad civil, equilibrio de poderes, etcétera). Momento  histórico y socio-cultural éste, que se ha calificado como Posmodernidad.  En un contexto indoafrolatinoamericano en el que se impuso históricamente la modernización política como adaptación funcional a favor de los intereses imperialistas neocoloniales emergentes de entonces, por vía de una fragmentación  desintegradora de la unidad territorial en Estados nacionales no-nacionalistas como remedos de los Estados-Nación europeos. Una neocolonial modernización sin modernidad que nos condujo, después de las luchas anticoloniales o independentistas, debido al ideario o ideología modernista de nuestros independentistas y posteriores dirigentes político-gubernamentales oligárquicos y burgueses, entre otros aspectos, a Estados capitalistas dependientes sin pueblos soberanos; a simulacros jurídicos de los contratos sociales constitucionales por vacios de justicia, igualdad y equidad; a democracias dictatoriales y sin ciudadanos; a  repúblicas sin republicanos, etcétera. Herencia histórica que se instaló como perversa tradición política, y que nos convierte en deudores con la necesidad de repensar críticamente dichas nociones, conceptos y categorías europeriféricas primordialmente, para producir un pensamiento político que nos oriente a superar emancipadoramente esa presente colonialidad atávica, que nos induce a pensar identificadoramente con ella, en contra de nuestras alteridades.

La crisis ha defenestrado y desfondado también el intento progresista de fundar éticamente la orientación de lo político, y de apoyar la política en la normatividad moral, obstaculizando o  paralizando la articulación entre el “sujeto” y el proyecto ético-político transformador que  direccionaría su actuación transformadora. Entrecomillamos el término sujeto por cuanto ha sido  impugnado en su formulación moderna, ya que se considera que su concepción como voluntad histórica predestinada  y como fundamento sociopolítico último trascendente en el caso del sujeto proletario, en tanto garante de la revolución socialista, se ha evidenciado inconsistente; metaforizando posmodernamente esta apreciación, en la frase “muerte del sujeto”); y, por otra parte, a partir de estimar la adscripción acrítica de los individuos a los imaginarios políticos impuestos que lo alienan (a la ideología reproductora, al poder imperialista, al Estado, al partido, etcétera), se advierte que el concepto de sujeto es sinónimo de sujeción, de sujetado).

Bastaría para evidenciar la falta de  fundamentación ética, más allá de la retórica demagógica, la falta de  reconocimiento de la otredad o la alteridad (el compromiso con los otros, el pueblo, con su dignidad, tarea primordial,–desde nuestro punto de    vista-, de la recreación y recontextualización de lo político y de la política);  y la corrupción generalizada de los políticos de oficio o profesionales, como ejemplo de la inmoralidad campeante.  Lo que ha contribuido a la apoliticidad, o a la antipolítica, de extensos sectores sociales en las diferentes sociedades, cuando no a la “transfiguración de lo político” (Maffesoli, 2005), en la que paradójicamente lo público redefinido muestra signos de su  reconfiguración en las denominadas neotribalizaciones (reagrupamientos empáticos y emotivos transitorios pero recurrentes de expresión y manifestación colectivas contra lo instituido), pese a las mediatizaciones massmediáticas que virtualizan digitalmente lo público espectacularizadamente, y que convierten al público  en pasivos espectadores y comentaristas superficiales y efímeros,  banalizando así, los asuntos públicos.  Aspectos diversos de la crisis de lo político y de la política, que han conducido a que se emplee como término descriptivo y metafórico por sus efectos, el de “fin de la política”.

Lo político como noción distinta de la política, surgió como aporte de Carl Schmitt con su texto El concepto de lo político (1999).  En este, plantea como especificidad definitoria de lo político el  par categorial, amigo-enemigo, resaltando, por ende, el antagonismo. Dicho antagonismo, en tanto fundamento, lo autonomiza o independiza de los contextos en que empíricamente pueden producirse conflictos sociales entre actores, grupos o gobiernos antagonistas en un momento dado, así como  de los asuntos prácticos respecto al  Estado o el gobierno, o de relaciones entre estos últimos con otros Estados o gobiernos, para los cuales reserva la denominación de la política. No obstante la diferenciación y autonomización de lo político con relación a la política, esta debe someterse referencialmente a los criterios de lo político, para actualizarse en su despliegue. Es de observar, ante lo expuesto, que el criterio amigo-enemigo schmittiano, conlleva su  inactualidad o inaplicabilidad conceptual de lo político cuando las sociedades o los Estados transitan una relativa estabilidad u orden sin antagonismos o fuertes contradicciones de resolución dialéctica, lo que no quiere decir que dejen de  existir rivalidades o confrontaciones políticas, seguramente existirán como inherentes a lo social, pero de baja intensidad, sin antagonizar.  Sin embargo, para algunos analistas, entre los que se encuentra Chantal Mouffe con su texto La paradoja democrática (2012), de los planteamientos de Schmitt, en torno al antagonismo amigo-enemigo, entre el “nosotros” y el “ellos”, que tiende siempre al desarrollo de la violencia política contra “los otros”, o entre ambos, se puede derivar una consideración crítica  para la posición socialdemócrata de Mouffe, quien reivindica, junto a Ernesto Laclau (ob. cit.), la democracia liberal en tanto defensora e instituyente de los derechos humanos, al transfigurar el término antagonismo en “agonismo” como forma de manifestación de aquél, que implica una relación entre “adversarios” y no entre enemigos, o de “enemigos amistosos”. Siendo también, para Mouffe, la categoría de adversarios, una conceptualización clave para definir la política pluralista y democrática moderna que suscribe, y a la cual  le atribuye el atributo de significante central para la comprensión cabal de la democracia posible en tanto “pluralismo agonista” o  “democracia agonística”. Con estos argumentos, Mouffe cree descartar los planteamientos de Schmitt sobre la imposible conciliación de la democracia igualitaria colectiva,  con el liberalismo disociador de la libertad mercantil individualista, entre lo colectivo y lo individualista, por ser aspectos contradictorios, uno niega la posibilidad de existencia del otro, en el régimen de la democracia liberal, al defender lo que considera como la paradoja democrática, la condición de posibilidad de su coexistencia pese a su contradictoriedad. Libertad individualista calificada por los renombrados filósofos, G.W.F. Hegel y Paul Ricoeur (Ricoeur, 1986), como libertad salvaje por incitadora de la competencia o rivalidad antagonista y de la violencia destructiva, y contraria a la libertad sensata, de aceptación de la diferencialidad igualitaria con los otros y de la necesaria institucionalidad estatal para regularla justicieramente. Asimismo, con esa categoría que asume la imposibilidad de una política sin adversario, Mouffe critica a quienes quieren hacer creer desde posiciones liberales y neoliberales, que el ciclo de la confrontación política, iniciado con la Revolución Francesa (“revolución de los iguales”) en Occidente, culminó en un mundo globalizado sin igualdad, y que, por tanto, la separación y conflictividad entre izquierda y derecha, o entre democracia social radical y fundamentalismo neoliberal capitalista de mercado, es una herencia negativa de un pasado remoto, que debe ser superada y dar paso al dialogismo de una “democracia de las emociones”, fundamentada en el individualismo, como lo planteó Anthony Giddens (Mouffe, 2012). De igual modo, como formuló el neoliberal, John Rawls (ob. cit.), con su noción de “sociedad bien ordenada”, se quiso desdibujar la presencia de un adversario como expresión legítima en los ámbitos de la esfera pública democrática.  De la misma manera, critica a quienes pretenden evacuar neoliberalmente la dimensión del antagonismo o agonismo del plano constitutivo de lo político, al invocar la sobreposición del ilusorio “interés general”, por invisibilizador ideológico de las injustas diferencias y desigualdades existentes.

En definitiva, para Mouffe, son las relaciones disimétricas de poder o de fuerza, la lucha por hegemonía (dirección intelectual y moral de la sociedad en la constitución de las identidades colectivas), y el inevitable antagonismo de lo social (producido estructuralmente por la desigualdades que genera el modo de producción capitalista), devenido éste en agonismo democrático, lo esencial constitutivo de lo político. Aquí, además, habría que agregar en relación con el referido concepto de democracia liberal, lo indicado por Rigoberto Lanz críticamente en torno al discurso democrático en el texto El malestar de la política (1994), al señalar que es una operación ideológica ocultadora de la inseparable relación existente entre toda forma democrática y el poder, cuando se descontextualiza, universaliza o neutraliza  la noción de democracia. Los grados de respeto por las libertades públicas, los márgenes de tolerancia, y los escalones interpuestos institucionalmente entre el ciudadano y el Estado (procedimientos y métodos administrativos “democráticos”), son siempre la resultante de relaciones de fuerza.  Lo que se tendría por democracia, tanto en los países capitalistas hegemónicos, como en los periféricos hegemonizados, al margen de toda mistificación de la democrática “libertad”  vigilada por el Estado imperialista y el dependiente, es un inestable compromiso político de gobernabilidad entre intereses contradictorios.

Será Paul Ricoeur quien posteriormente, con su ensayo La paradoja política (1990), y otros textos, continúe con la diferenciación entre lo político y la política. El establece una distinción entre la autonomía de  lo político respecto de la política pero asumiendo a ambos como aspectos relacionados paradójicamente. Mientras que lo político se corresponde con la racionalidad organizacional de la sociedad, junto con los criterios para la toma de decisiones estatales y la regulación de las relaciones  de poder, con base ideológica en la identidad narrativa que proporciona la interpretación hermenéutica prevaleciente de las tradiciones histórico-políticas asumidas; la política sería  la toma efectiva de las decisiones en el ejercicio práctico del poder pero en el marco de las luchas sociales por éste. La paradoja política, radicaría entonces, en la conflictividad de la racionalidad de lo político y en la inevitabilidad de la lucha por el poder político, en la contradicción entre el ideal racional y la contingencia sociopolítica. Lucha social antagonista que puede violentarse al incidir el residual de violencia que queda luego de luchas previas, y que reaparecería posteriormente, produciendo nuevamente violencia, según Ricoeur. Para él,  la relación de lo político y de la política se manifestaría  en la representación figurativa de una estructura ortogonal compuesta de un plano horizontal y otro vertical. El plano primero, está formado por el querer-vivir-en-conjunto de modo jurídico-racional por medio de la regulación del Estado a través de una constitución, y, el segundo plano, por la distinción jerárquica de tipo institucional entre gobernantes y gobernados, siendo estos últimos, quienes eligen y revocan a los gobernantes. La paradoja política, se evidenciaría  en el desequilibrio de la estructura ortogonal cuando se aspira que el poder proceda del querer-vivir-en-conjunto, sin que la relación jerárquica institucional de poder se debilite o diluya para efectos de la toma de decisiones.  En otros términos, que la tendencia democrática radical igualadora y justiciera del plano horizontal de poder, no obstaculice o impida el plano vertical jerárquico institucional decisional del  poder de Estado.  Un señalamiento crítico a tener en cuenta en las formulaciones de lo político en Ricoeur, sería la de ubicarlo en una esfera demasiado ideal y separada con relación a otros ámbitos de la realidad social, lo que le imposibilitaría  considerar la presencia y actuación, por ejemplo,  de las existentes relaciones sociales de poder en campos como el de las prácticas económicas.  Además, no tiene en cuenta la anticipación estratégica de la trascendental  perspectiva histórica emancipadora futurista posible, de la reabsorción de lo político-estatal y de la política-gubernamental por el pueblo, que al asumirlos reconvertidamente, administrativa y funcionalmente en su cotidianidad, neutralizaría las relaciones de poder dominante del Estado-gobierno sobre la sociedad, en el marco de su extinción, formulación ésta hecha por  Karl Marx.

Ahora resulta pertinente, por la contextualización indoafrolatinoamericana de la teoría política que realiza,  exponer sucintamente la contribución de Enrique Dussel formulada en sus textos 20 tesis de política (2010) y Política de la liberación II (2011), sobre lo político y la política.  Para él, la recreación de la teoría política tiene que trascender los criterios liberales burgueses y los del socialismo real (o “capitalismo de Estado”), porque han devenido en concepciones que favorecen la corrupción política por la fetichización del poder, y la administración burocrática de la dominación del pueblo. La nueva concepción de la teoría política, contraria a la  creada por el imaginario de la Modernidad, que se originaría desde el reconocimiento primario y socialmente trascendente de la voluntad-de-vivir de las comunidades, ha de inscribirse en su revolucionaria teoría de la ética liberadora del pueblo-víctima de la explotación económica, de la dominación política y de la hegemonía ideológico-cultural de las clases sociales oligárquicas y burguesas imperialistas neocolonizadoras y las nativas aliadas, por consiguiente, debe formularse desde la Transmodernidad (negación y superación decolonial del imaginario de la Modernidad eurocéntrica).  Para estudiar lo político y la política, utiliza el concepto de campo político con antecedentes teóricos en las concepciones del sociólogo francés Pierre Bourdieau.  Concibe el campo político como un espacio  ocupado por sujetos  y fuerzas políticas cooperantes, coincidentes y en conflicto porque se disputan el poder político del Estado. Lucha por el poder político que se especifica en dos vertientes: la potentia que siempre refiere al poder potencial y realizador por instituyente, del pueblo,–concebido como comunidad política soberana en su intersubjetividad–, que precede al poder constituyente, y la potestas, que hace referencia a la fundamentación y legitimación del poder instituido y al tipo de interacción  del  pueblo con los que gobiernan por delegación. Quienes tienden a fetichizar al poder al identificarse burocráticamente con él, autoafirmándose despóticamente respecto del pueblo, por la alienación que produce la representación del mismo que poseen (asumen que ellos son el poder soberano), y por la falta de contraloría popular directa sobre ellos y su gestión. Envileciendo así, su relación con el pueblo, el “demos”, al desobedecer el mandato que les confirió, o corrompiéndose por ello (situación ésta que ayudaría en la explicación y superación de la crisis de dirección revolucionaria que atraviesa en la actualidad el bloque de las fuerzas populares socialistas, democrático-radicales y progresistas en Indoafrolatinoamérica, debido al tipo de conducción política neoliberal y neopopulista, o reformista burgués,  que ejercieron y ejercen sus dirigentes desde posiciones alcanzadas en el gobierno de algunas naciones sin propiciar cambios estructurales, en nombre de los sectores populares pero escamoteando la edificación de su poder popular autónomo, de su potentia y potestas).

Interacción conflictual gobernantes-gobernados, ante la que Dussel  opta comprometidamente por favorecer la interacción del tipo democrático radical de “gobernar obedeciendo al pueblo” o “poder obedencial”, que se puede concretar por vía de lograr el consenso en las decisiones y acciones a tomar con base en la simetría de poderes y en argumentos discursivos dados, y no por medio de la usurpación de la participación decisional del pueblo, ni de la violencia o coacción  ilegítimas; de ese modo la razón práctica discursiva otorgaría la legitimidad a la combinación política imbricadora de la potestas con la potentia, de la representación gubernamental con la responsable participación popular fiscalizadora.  Participación popular contralora que se desplegaría y actualizaría a través de mediaciones instrumentales institucionalizadas no burocráticas, en la perspectiva estratégica dialéctica de la transformación revolucionaria de un nuevo momento instituyente del pueblo, de la praxis liberadora o política de la liberación, del paso de la potentia a la potestas, y no de su inclusión en el sistema instituido de la dominación política burguesa; por tanto, no se trata de inclusión, sino de transformación.  Atendiendo además, según Dussel, a la “disolución del Estado” en la sociedad civil, tendencia hacia el gobierno autogestionario al propiciar la identificación progresiva entre representación instituida y representados como factibilidad estratégica (quizás sea ésta, la única posibilidad de superar la recurrente o persistente “crisis de representatividad”, que pone de manifiesto la endeblez, la imposibilidad histórica o la ficción política de tal noción de representación), en la que el Estado es subjetivado por la compartida asunción responsable  de los ciudadanos de las funciones objetivadas en instituciones estatales, que de esa manera, irán  decreciendo. De aquí que Dussel conciba lo político como el despliegue del poder político fundamentalmente como potentia; y la política, como la disyunción necesaria, inevitable y ambigua entre potentia y potestas, expresada esta última, en su determinación institucional por la potentia principalmente.

Para concluir estas anotaciones en torno a lo político y la política, deseamos enfatizar la necesidad de autoemplazarnos intersubjetivamente para repensar críticamente los discursos que regulan nuestras prácticas políticas.  Exigencia que se nos impone frente a la prevaleciente disociación de pensamiento y política, que conduce al practicismo ciego o a su justificación por el pragmatismo teórico estéril (aplicación mecánica de nociones codificadas dogmáticamente en manuales o similares, para interpretar la realidad a cambiar). Estéril por infecundo analíticamente para recrear una teoría que guie la acción política transformadora, que es la exigencia histórica planteada con urgencia, y superar de ese modo, la crisis de dirección o conducción revolucionaria que atraviesa el movimiento popular indoafrolatinoamericano, y que ha ocasionado, junto con el fetichismo del poder denunciado, reveses con retrógrados y trágicos efectos prácticos para la construcción del poder popular autónomo e independiente, único garante de la transformación revolucionaria. Construcción del poder popular autónomo e independiente (“lo político”), que debe ser asumida como un acontecimiento producto del antagonismo social (“lo social”), en un contexto o momento signado por la contingencia de lo estructural-coyuntural. Siendo entonces, el acontecimiento, resultado del agenciamiento (“la política”) entre las condiciones socio-económicas emergentes y la manifiesta  multiplicidad de la multitud subversiva del pueblo, que se expresa como contingencialidad de la crisis estructural capitalista. Contingencia que no es accidental, ni azarosa, por ser emergente coyuntural de condiciones favorables para el agenciamiento del acontecimiento.

REFERENCIAS

Bauman, Z.  (2006)  Modernidad líquida. México: Edit. FCE.

Dussel, E.  (2009)  Política de la liberación II.  Caracas: Edit. El perro y la rana.

_______  (2010)  20 tesis de política. Caracas: Edit. El perro y la rana.

Lanz, R.  (1994)  El malestar de la política.  Mérida: Edit. ULA.

______  (1998)  Esa incómoda posmodernidad. En Follari, R. y Lanz, R. (Comp.), Enfoques Sobre la posmodernidad en América Latina. Caracas: Edit. Sentido.

______ (2005)  Las palabras no son neutras.  Caracas: Monte Avila Edit.

Maffesoli, M.  (2005)  La transfiguración de lo político, la tribalización de la sociedad. México: Herder Edit.

Monedero, J.C.  (2012)  El gobierno de las palabras. Caracas: Edit. FCE-MPPEU/CIM.

Mouffe, Ch.  (2012)  La paradoja democrática.  Barcelona: Edit. Gedisa.

Ricoeur, P.  (1990)  La paradoja política.  En Historia y Verdad. Madrid: Edit. Encuentro.

________  (2012)  Política, sociedad e historicidad. Buenos Aires: Edit. Prometeo.

Vattimo, G.  (1991)  Posmodernidad: ¿Una sociedad transparente? En Vattimo y otros, En Torno a la posmodernidad. Madrid: Edit. Anthropos.

 

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