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Antes, durante y después del 8 de Marzo

Por: Ilka Oliva Corado

La sirvienta seguirá siendo sirvienta, sin beneficios laborales ni derechos humanos. Todo el día, humillada, entre mierda.

La jornalera seguirá siendo jornalera, excluida y violentada, trabajando con el lomo partido de sol a sol, los 7 días de la semana. Hasta las galeras donde duermen tiradas sobre el suelo, no llega el feminismo.

La maquiladora, seguirá pudriéndose en una fábrica, sin derecho ni para ir al baño en horas de trabajo. 117 años después del feminicidio de 123 trabajadoras en aquella fábrica en Nueva York.

Y en el 2017, el feminicidio de 41 niñas en un Hogar Seguro, del gobierno de Guatemala, violentadas sexualmente y torturas por el gobierno.

La tortillera, seguirá quemándose la vida y los sueños frente a un comal. Será la artritis la que la consuma en el olvido de la sociedad.

Antes, durante y después del 8 de Marzo, la paria seguirá siendo paria. Porque hasta la alcantarilla no llega el feminismo. No llega el de las redes sociales, el de las exposiciones artísticas y mucho menos el de acción que es el consecuente, el que transforma.

La mujer negra, indígena y transexual seguirá siendo excluida por el feminismo burgués y blanco. Porque éste también tiene sus límites cuando se trata de romper con el patriarcado, el racismo y el clasismo.

Para la vendedora de mercado, no existe el Día Internacional de la Mujer, tampoco para la analfabeta que lava ropa ajena, ni para la que se desloma limpiando habitaciones de hotel.

No existe para la que vive en un basurero ni para la que hace malabares frente a un semáforo.

No hay 8 de Marzo, para las niñas, adolescentes y mujeres que son violentadas en los bares y en las casas de citas, no hay derechos ni antes, ni durante, ni después. No hay marchas feministas mundiales que hagan un paro mundial exigiendo la eliminación de bares, la eliminación de la explotación sexual, de la trata de personas. No las hay, porque hasta ahí no llega el feminismo. ¿Por que quién levanta la voz por una paria? ¿Qué es una paria en marco feminista?

No habrá 8 de Marzo, ni antes, ni durante ni después, hasta que sean las parias, desde su misma entraña las que se paran así mismas, y tomen el espacio que les han arrebatado falsas feministas, burguesas y oportunistas que ven en la ideología feminista la oportunidad para sobresalir individualmente tomando ventaja de la marginación y el abuso de otras.

Serán las parias, indígenas, negras, transexuales, marginadas, obreras, las que reescribirán el feminismo mundial, las que como Roxa Luxemburgo, Clara Campoamor y Emma Goldman, vayan más allá de lo que es políticamente correcto y derrumben los muros y se salten los cercos y borren toda huella del feminismo de ocasión.

Un día, más temprano que tarde, saldrán desde las entrañas de la alcantarilla, las mujeres que con voz de trueno lucharán por sus derechos, sin permitir que ninguna oportunista las represente. Ese día, caerá la bullaranga que hoy vemos como feminismo de salón, de etiqueta, el feminismo intelectual para las fotos, oportunista y burgués: el feminismo de azadón.

Y ese día, ese día, será la alcantarilla la que hablará y el mundo tendrá que escucharla.

Fuente del articulo:https://cronicasdeunainquilina.com/2018/03/07/antes-durante-y-despues-del-8-de-marzo/

Fuente de la imagen:https://www.google.co.ve/search?biw=1517&bih=653&tbm=isch&sa=1

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El Director General de la FAO pide acabar con la “triple discriminación” de las mujeres indígenas

Febrero de 2018/Fuente: FAO

El progreso en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema depende de la eliminación de la «triple discriminación» a la que se enfrentan las mujeres indígenas, afirmó hoy el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.

Las mujeres indígenas sufren tasas mucho más altas de pobreza, desnutrición crónica y analfabetismo, así como menor acceso a la atención médica y la participación en la vida política, dijo Graziano da Silva a participantes de doce países en el Foro sobre Mujeres Indígenas en la capital mexicana.

Unos 370 millones de personas -alrededor del cinco por ciento de la población mundial y el 15 por ciento de los más pobres del mundo- se definen a sí mismos como indígenas.

En la región de América Latina y el Caribe, aproximadamente unos 45 millones de indígenas representan el 8,3% de la población, pero son el 15% de quienes padecen inseguridad alimentaria y pobreza extrema

Las mujeres indígenas en la región enfrentan tasas más altas de pobreza y desnutrición que cualquier otro grupo social y suelen ganar cuatro veces menos que los hombres, según el nuevo atlas regional de mujeres rurales de la FAO.

A nivel mundial, la situación es aún peor para las mujeres que forman parte de los más de 5.000 grupos indígenas de todo el mundo, que hablan más de la mitad de los idiomas del mundo y se reparten en más de 90 países.

«Las mujeres indígenas se enfrentan a una triple discriminación que incluye la pobreza, el género y la etnia, tanto dentro como fuera de sus comunidades, lo que las hace altamente vulnerables», dijo Graziano da Silva.

«Su empoderamiento social y económico no es solo una excelente manera de apoyarlas, sino también una condición necesaria para erradicar el hambre y la malnutrición en sus comunidades», afirmó.

La decisión de las Naciones Unidas de crear un Decenio dela Agricultura Familiar a partir de 2019 ofrece una plataforma sólida para centrarse en los medios de vida rurales, que son los de la mayoría de los pueblos indígenas, añadió.

El foro de tres días organizado por la FAO tiene como objetivo desarrollar recomendaciones de políticas públicas para empoderar a las mujeres indígenas, fortalecer su toma de decisiones y reconocer sus derechos a nivel comunitario para mejorar su liderazgo y sus oportunidades de desarrollo.

Cultivar el liderazgo

A menudo se olvida a las mujeres indígenas en los planes de desarrollo, pero son actores clave en la protección de la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y la diversificación de las dietas nutritivas.

«Tienen un papel fundamental en los ámbitos espiritual, social y familiar y son custodias de semillas y portadoras críticas de conocimiento especializado», dijo Graziano da Silva.

Los territorios indígenas tradicionales abarcan el 22 por ciento de la superficie de la tierra y albergan el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta, según la FAO.

La FAO tiene varios proyectos en los que trabaja con y para los pueblos indígenas en distintos temas: promoción de la sostenibilidad de la pesca artesanal en Centroamérica; intercambio de conocimiento en América Latina con el objetivo de impulsar la propia capacidad de los pueblos indígenas para asegurar una gobernanza adecuada y la implementación de las normas de tenencia de la tierra; programas para aprovechar los intereses y conocimientos indígenas para revertir la degradación de la tierra en Angola; programas para conectar productos alimentarios maoríes en Nueva Zelanda a mercados más grandes; y ayuda a los grupos marginados en el noreste y el centro de la India a afirmar su derecho a los bosques comunitarios.

La FAO también ha establecido escuelas de liderazgo orientadas a la participación y a las necesidades de las mujeres indígenas en Bolivia, Perú, India, Filipinas, Panamá, El Salvador y Paraguay, y esta innovadora institución se ampliará este año, dijo Graziano da Silva.

«Con voluntad política, podemos poner fin a la discriminación contra las mujeres indígenas», concluyó Graziano da Silva.

Fuente: http://www.fao.org/news/story/es/item/1095834/icode/

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Las categorías que matan

Por: Lidia Falcón

A Diana Quer no la mató el género. Diana murió por ser mujer. Extraña clasificación ésta que está marcando la tragedia de miles de mujeres en este extraño siglo XXI. Como por ser mujeres son violadas, acosadas, maltratadas, heridas, mutiladas, asesinadas millones en todo el planeta. ¿Cuál es pues el problema? Las categorías.

Como si nos encontráramos en el siglo XIII, discutiendo con Tomás de Aquino el trascendente problema de los universales. El problema de los universales desde los filósofos griegos se refiere al modo en que pensamos y percibimos y cuáles son las realidades a ser conocidas. Hablando en términos generales se puede decir que “universal” se opone a “particular” como lo abstracto a lo concreto. Por eso los universales se conciben como entidades abstractas, en oposición a los particulares, entidades concretas y singulares. Universal es “aquello que se predica como común a todos y de cada uno (de los individuos de una totalidad, bien sea esta de ámbito absoluto, como por ejemplo el ser, o de ámbito más reducido, como el hombre, el animal, etc.). A diferencia de lo general, lo universal se refiere a una cosa muy definida y precisa que no puede faltar de ninguna manera en todos y cada uno de los individuos en la totalidad expresada por el concepto”. Claramente en este caso la categoría mujer es común a todas y cada una de las individuas de una totalidad, mientras que el género se refiere a una porción, mucho más pequeña, de ese universo.

Pero, ¿ciertamente la mayoría de las feministas que defienden arriscadamente la calificación discriminatoria del género para diferenciar a las mujeres unas de otras, situando a unas en una posición más protegida que a las otras, saben lo que son los universales? ¿Saben lo que son las categorías? He aquí mi desconcierto: ¿Por qué entonces este empeño en distinguirse en la teoría sin haber resuelto la práctica? ¿Se sienten más cultas, más estudiosas, más feministas si defienden el término abstracto de género en vez del concreto de mujer?

Este crucigrama para aficionados a las palabras cruzadas, de significado misterioso, se me presentó hace 30 años en EEUU. Allí, las muy elitistas feministas de clase media burguesa blancas, profesoras de Women’s Studies en muchas facultades inventaron el término “gender” para referirse a la discriminación de la mujer. No valía ya la categoría mujer, definida por si misma sin necesidad de más explicaciones. Pero esta ocultación en realidad lo que se proponía era obviar el término feminismo. Los sufijos ismo, dice el diccionario que es “Componente de palabra que, unido a sustantivos, indica doctrina, partido, sistema, dadaísmo; socialismo; anarquismo”.

¿De qué se trataba pues? De despolitizar el término. Feminismo tiene siglos de utilización como teoría de lucha por los derechos de la mujer, como movimiento reivindicativo contra las opresiones que sufre, como proyecto político que oponer o complementar al socialismo, al anarquismo, al comunismo. Se acabó de situar la lucha de la mujer en los peligrosos ismos sociales y políticos. En las universidades estadounidenses y pronto en las francesas, tan imitadoras, ya no se enseñaba feminismo sino estudios de género. Y enseguida en Méjico y en Perú. Allí fue donde planteé este peligroso enmascaramiento de los términos, con lo que se desfiguran las categorías.

A pesar de que esta polémica tiene los tintes de la enigmática discusión escolástica de cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, las trabajadoras sociales de los pueblos de los Andes, Ayacucho, Pïura, Lambayeque, Cajamarca, La Libertad, Ancash, Huánuco, lo entendieron enseguida. Ellas, que se enfrentaban cada día a un universo de maltrato continuado y de humillación permanente de las mujeres campesinas me dieron la razón, mientras las señoritas profesoras de Lima se mostraron muy hostiles a mi crítica.

Evidentemente ya no podía convencer a las rectoras del simposium porque las directrices patriarcales de la Academia se habían consolidado en todos los ambientes cultos americanos y europeos. Y las españolas no iban a ser menos. En las Universidades donde apenas se forma a los estudiantes en la historia y sociología del Movimiento feminista se utiliza profusamente el término género, hasta convertirlo en una muletilla.

Pero esta peculiaridad de los estudios universitarios no es una disquisición baldía como tampoco lo fue el tema de los universales, que conformó la filosofía occidental durante varios siglos. Imponiendo esta abstracción del género la Academia ha llevado la definición hasta la política, la legislación, la judicatura, los asuntos sociales, los presupuestos económicos. Donde no ha penetrado, mal que les pese, es en la sociedad. Ninguna de las ilustres defensoras del género se ha molestado en preguntarle a la gente de la calle qué entienden por tal término, porque se hubiesen enterado de que nadie lo identifica a la categoría de mujer.

Lo peor es que tampoco lo hace la legislación. En un retruécano impuesto por las orgullosas legisladoras de la Ley Orgánica de Medidas Integrales contra la Violencia de género, de 28 de diciembre de 2004, se establece una diferencia entre las víctimas de género y las mujeres. Quienes no lo sepan se sorprenderán ante esta sibilina manera de discriminar a las que merecen protección y las que no.

Las “genéricas” se la merecen porque están o han estado ligadas por vínculos afectivos estables con su verdugo. Las que no, no.

Por eso Diana Quer no era género sino mujer. Y como mujer fue secuestrada, violada, asesinada y lanzada a un pozo de agua de diez metros de profundidad. Y por tanto no merece más atención que cualquier otra víctima contemplada en los delitos contra las personas, que hace ya varios milenios califican los códigos penales del mundo.
Y como Diana decenas, cientos, miles, de mujeres que sufren torturas semejantes o más leves en nuestro país, y que por no haberse enamorado de su maltratador no están clasificadas ni calificadas como género por nuestra ilustre y nunca suficientemente bien ponderada legislación.

Ciertamente el haber sido calificada de género posiblemente no hubiera salvado a Diana, pero si hubiese podido pedir ayuda porque su pareja estaba agrediéndola la policía se la tenía que haber prestado con más prontitud que de haber tenido que explicar que la estaba matando un desconocido. Y como ella, la sobrina asesinada por el tío que la requería sexualmente, la madre apaleada por el hijo, el novio de la mujer que fue víctima también de los celos maritales, y la hermana, y la cuñada y la vecina y la desconocida en la calle y la prostituta, que por no ser género no merecieron protección.

¿Y por qué, nos preguntaremos, estas distinciones tan alejadas de una realidad simple y palpable: el patriarcado mata mujeres, que está consumiendo tanto tiempo en estériles polémicas? Porque reduciendo la realidad del ser humano mujer a la abstracción del género se invisibiliza, se minimiza, se oculta, se enmascara una realidad terrible: la población femenina española que alcanza 25 millones está discriminada, reprimida, perseguida y en peligro de ser apaleada, violada o asesinada. Describir de tal forma realista este terrible panorama sería escandaloso. Mejor para el mantenimiento del sistema hablar de un pequeño sector de la población que vinculado afectivamente con hombres muy brutos a veces sufren malos tratos en función de su “género”, que no es el sexo ni la realidad corporal, sino una extraña abstracción que sólo ellas entienden. Hace pocos días Jorge M. Reverte se preguntaba por qué se llamaba género a lo que era mujer, que es la que recibe la violencia, y el escritor no es una campesina de los Andes peruanos.

Y en estas ridículas disquisiciones estamos mientras asesinan a una mujer cada dos días y apalean a dos millones y medio cada año.

Quizá los no especialistas en este tema se preguntarán qué más me da que se le llame género o mujer cuando se encuentra el cadáver, o incluso antes, cuando se denuncia la paliza. Pero no es a mí a quien le preocupa sino a todo el entramado judicial, fiscal, forense, de asistencia social, que tiene que enfrentarse a perseguir a los culpables y a proteger a las víctimas. Y que lo ejercerá de forma eficaz si estas estaban enamoradas del maltratador, o que no le prestará la protección previa –suponiendo que exista- ni la posterior, si no tenían ninguna relación con el verdugo, según la legislación les impone.

Y aún más, esas víctimas no entrarán siquiera en las estadísticas, cuestión ésta que parece bizantina pero que significa que a nuestro Estado no se le pueden sacar las vergüenzas por no proteger a sus ciudadanas cuando sólo se ha asesinado a 40 mujeres en 2017, en vez de las 85 que contamos las feministas. Y que con tan pocas víctimas de violencia de género tampoco es necesario mucho dinero para atender las necesidades de juzgados, hospitales, centros de asistencia social, casas de acogida. Las otras, las mujeres, ya se apañarán.

Y en eso estamos. Se habla de un Convenio firmado en Estambul el 11 de mayo de 2011, donde se exhorta a los Estados que lo han ratificado a contar todas las víctimas de la violencia machista, pero de momento ni el Convenio es imperativo, puesto que es internacional, ni se han introducido las modificaciones pertinentes en nuestra legislación ni el ya famoso Pacto de Estado, que lleva un año recorriendo las salas del Parlamento, las páginas de los periódicos y las pantallas de televisión, ha comenzado los laboriosos trabajos que llevarán a modificar este apartado de la Ley de Violencia de Género.

Ah, y nuestras legisladoras siguen oponiendo una resistencia numantina a modificar esa ley, que pasará a la historia por su singularidad, no vaya a ser que la ciudadanía se de cuenta de está mal pergeñada y de que no hay nada de qué enorgullecerse por haberla aprobado.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/01/07/las-categorias-que-matan/

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En Paraguay, los jóvenes participan en campaña para poner fin a los noviazgos violentos

Paraguay/Diciembre de 2017/Fuente: UNFPA

Con tan sólo 16 años de edad, Laura* ya ha vivido experiencias de violencia de parte de su pareja. “Durante dos años soporté violencia verbal y hasta física,” afirma en referencia a un ex novio. “Es una de las peores cosas que me han pasado. Tenía miedo, no sabía qué hacer ni a quién recurrir.”

La violencia contra la mujer es una epidemia global que afecta a 1 de cada 3 mujeres en el mundo.

Y comienza a una edad temprana.

En Paraguay, diversas encuestas muestran que 1 de cada 16 adolescentes y 1 de cada 13 jóvenes han sufrido violencia física. De acuerdo con información de la Procuraduría General y el Ministerio de Salud Pública de ese país, cada día cuatro niñas sufren abuso sexual y dos niñas menores de 15 años dan a luz.

La campaña llega a los jóvenes a través de las redes sociales, las escuelas y la televisión y la radio. © UNFPA Paraguay/Mario Achucarro

Para poner fin a esta forma de violencia, el UNFPA se encuentra trabajando con el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de Educación y Ciencias y la compañía Binacional Itaipú en el lanzamiento de la iniciativa  Noviazgo Sin Violencia.

La iniciativa capacitará a cientos de maestros para hacer frente a la violencia en las relaciones de pareja, una metodología desarrollada por el Ministerio de la Mujer. Sus contenidos abordan temas como la igualdad de género, la violencia de género, las relaciones positivas y cómo es que los maestros mismos pueden intervenir y ayudar a las estudiantes a escapar de la violencia.

La iniciativa también está divulgando mensajes acerca de las relaciones positivas entre 2,500 estudiantes de educación secundaria en Asunción y otras ciudades en cinco de los departamentos del país.

Bloqueá la violencia

La iniciativa está acompañada de una campaña en medios de comunicación masiva – que tiene como nombre “Bloqueá la Violencia” – diseñada para llegar a los jóvenes a través de anuncios en radio y televisión, videos, vallas publicitarias, mensajes en redes sociales y folletos. Muchas de las imágenes de la campaña están basadas en mensajes reales intercambiados por adolescentes y jóvenes.

La iniciativa está dirigida a jóvenes, maestros, padres y miembros de la comunidad. © UNFPA Paraguay/Mario Achucarro

También está dirigida a padres de familia, docentes y miembros de las comunidades, alentando a todos ellos a cobrar consciencia de la violencia de género, hablar de ella y emprender acciones para hacerle frente.

Los mensajes también canalizan a las sobrevivientes de este tipo de violencia a un servicio telefónico gratuito operado por el Ministerio de la Mujer.

Yo no quería una vida así

La participación de los jóvenes –en las redes sociales y las escuelas– es fundamental para estos esfuerzos.

“Apostamos que, con ustedes, se podrá disminuir y, por qué no, soñar con erradicar la violencia en el país,” afirmó Ana María Baiardi, la Ministra de la Mujer de Paraguay, al dirigirse a un grupo de jóvenes.

“El temor nunca debe ser el punto de partida para conseguir lo que uno quiere en una relación de pareja,” afirmó Enrique Riera, Ministro de Educación y Ciencias. “Las cosas se consiguen por amor, y el amor bien entendido implica la alegría de los dos.”

Los mensajes incluyen información sobre una línea directa donde los sobrevivientes pueden obtener ayuda. © UNFPA Paraguay/Mario Achucarro

Y Laura está de acuerdo. El dolor de su relación todavía está a flor de piel.

“Aunque él siempre decía que me amaba, el maltrato era la constante. Según él yo me lo merecía. Merecía que me dañara, me humillara y me tratara mal,” relata. “Me controlaba todo el tiempo. Me seguía cuando salía de la casa y me amenazó tantas veces que perdí la cuenta.”

Laura contactó al UNFPA a través de la página de Facebook de la iniciativa, ansiosa de compartir su historia para beneficio de otras sobrevivientes.

“Por eso me pone muy contenta ver que existan campañas que tomen este tema, que ayuden a que se hable y que así otras chicas no se sientan tan solas si están viviendo una experiencia similar,” comentó.

Fuente: http://www.unfpa.org/es/news/en-paraguay-los-j%C3%B3venes-participan-en-campa%C3%B1a-para-poner-fin-los-noviazgos-violentos

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Pasos seguros contra la violencia de género

Por: Ignacio Mantilla

En el año de 1960 fueron asesinadas las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal —conocidas como las mariposas Mirabal— por oponerse a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Con anterioridad, habían sido encarceladas, torturadas y violadas. Para rechazar estos hechos, cada 25 de noviembre, día de su asesinato, en Colombia se conmemora el Día de la No Violencia contra la Mujer. Esto fue propuesto en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá en 1981. Y a nivel internacional, acogiendo esta iniciativa, se instituyó en 1999 el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer por las Naciones Unidas, invitando a los gobernantes a mantener una férrea defensa de los derechos de las mujeres.

La violencia contra la mujer es una problemática mundial que en Colombia tiene dimensiones preocupantes y de la cual no se escapan las universidades. Reconocerla no es fácil porque nos hemos acostumbrado a vivirla cotidianamente, pero está presente en el ambiente universitario cuando, por ejemplo, se descalifica a la mujer que se interesa en estudiar carreras tradicionalmente masculinas o se ejerce chantaje o presión sobre ella para lograr acercamientos o favores sexuales a cambio de buenas calificaciones, reconocimientos académicos o laborales. También cuando a brillantes estudiantes y profesoras se les demeritan sus logros académicos tendiendo mantos de dudas sobre su capacidad o la calidad y transparencia de su trabajo; esto se acentúa aún más cuando son hijas o esposas de algún hombre influyente.

Ocultar que las mujeres en las universidades sufren violencias por el simple hecho de ser mujeres sería como tratar de tapar el sol con un dedo; pero también es injusto desconocer los esfuerzos que se hacen desde la academia por erradicar la violencia de género y la exclusión. Por ejemplo, algunos lectores habrán observado en la televisión un bello video institucional de la Universidad Nacional en el que se evidencia el ambiente hostil en que debían desenvolverse las primeras mujeres que, en las primeras décadas del siglo pasado, querían realizar estudios superiores. A pesar de ese ambiente, en 1945, Inés Ochoa se graduó, siendo la primera mujer colombiana en obtener el título de médica en el país.

Otra violencia tiene relación con la discriminación a las madres en el trabajo: hasta 1990, la ley laboral colombiana les negaba a las mujeres adoptantes el derecho a tener licencia de maternidad. Sin embargo, la Universidad Nacional, en aras de la equidad y en uso de su autonomía, una década antes de la promulgación de la ley que reconoció ese derecho, les otorgaba la licencia a sus profesoras y funcionarias administrativas, sin distinguir entre madres adoptantes y biológicas, convirtiéndose así en la primera institución pública en dar ese paso.

Hoy quiero presentar a los lectores los tres más recientes aportes de la Universidad Nacional para mitigar el flagelo de la violencia de género, que han coincidido con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

El pasado 24 de noviembre, un año después de la firma del Acuerdo de Paz, tuvimos la satisfacción de culminar el diplomado “Formación de formadores para la prevención de violencia basada en género” y otorgar a cerca de 230 personas en tránsito a la vida civil la respectiva certificación. Este diplomado es el resultado de nuestra alianza con la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final; la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer; la Embajada de Suecia y la Organización Internacional para las Migraciones.

Fue muy valioso el testimonio de una de las nuevas formadoras: “Con los conocimientos aprendidos regresaré a mi región a promover los derechos de las mujeres y no sufrir lo que vivimos durante el conflicto armado”.

Por otro lado, en días pasados se presentó ante la comunidad universitaria el Observatorio de Asuntos de Género, con el cual se busca hacer seguimiento a la política institucional de equidad de género e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, y verificar el cumplimiento de sus objetivos: adelantar procesos de formación desde la perspectiva de género, fomentar y consolidar la producción de conocimiento e investigación en las áreas relacionadas con la educación superior y la equidad de género, e implementar estrategias de comunicación y divulgación que transformen las nociones, imaginarios y prácticas de género en la cultura universitaria.

Y el tercer aporte que les comparto me produjo una gran satisfacción, pues pude firmar, justo a tiempo para la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la resolución 1215 de Rectoría, del 16 de noviembre de 2017, que establece el “Protocolo para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y violencias sexuales”.

Ese protocolo fue elaborado con el concurso de las diferentes áreas de la U. Nacional que conocen y atienden casos de violencia de género y está diseñado especialmente para que la comunidad comprenda, se sensibilice y sepa cómo actuar en situaciones de violencia de género. Define acciones y mecanismos para la prevención de esos hechos y establece la ruta que debe seguirse cuando se presenten. Se busca responder adecuada y oportunamente, ofrecer apoyo y orientación jurídica, dar herramientas para la denuncia y surtir con diligencia los procesos disciplinarios correspondientes. Se trata de la primera herramienta de esta índole que se implementa en una universidad y queremos compartirla y ofrecerla a todas las instituciones que deseen sumarse y adoptar esta norma.

Estos tres aportes, una muestra de nuestro trabajo, están a disposición de toda la sociedad y quiero invitar particularmente a las universidades, públicas y privadas, a unirse para erradicar las violencias de género de los campus. Reconocemos que el trabajo que tenemos por delante es enorme y la situación actual está lejos de ser la deseable. Pero la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos, estará siempre dispuesta a liderar la construcción de un país más equitativo y seguro para todas y todos.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/pasos-seguros-contra-la-violencia-de-genero-columna-726286

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Autoridades y especialistas en políticas urbanas con enfoque de género y cuidado participarán en seminario internacional en la CEPAL

Noviembre de 2017/Fuente: CEPAL

¿Quién cuida en la ciudad? es la pregunta que guiará los debates de las autoridades nacionales y locales, especialistas de América Latina y Europa y funcionarios internacionales que participarán los días 21 y 22 de noviembre de 2017 en un seminario organizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Santiago, Chile, con el objetivo de contribuir a la formulación de políticas urbanas con igualdad de género.

El Seminario internacional ¿Quién cuida en la ciudad? Políticas urbanas y autonomía económica de las mujeres será inaugurado el martes 21 de noviembre a las 9:15 horas por Claudia Pascual, Ministra de la Mujer y la Equidad de Género de Chile; Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL; Elkin Velázquez, Director Regional de ONU-Habitat para América Latina y el Caribe, y María Nieves Rico, Directora de la División de Asuntos de Género (DAG) de la CEPAL.

Entre los temas que se discutirán en el encuentro figuran la no neutralidad del espacio y la gestión urbana frente a las desigualdades de género, los servicios de cuidado en las ciudades latinoamericanas, el uso del tiempo y la calidad de la inserción de las mujeres en las economías locales, además de la propuesta de la CEPAL de avanzar hacia ciudades cuidadoras.

El primer día se presentará el libro ¿Quién cuida en la ciudad? Aportes para políticas urbanas de igualdad, preparado por la CEPAL. programa también incluye conferencias magistrales de María Ángeles Durán, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, y Caroline Moser, de la Universidad de Manchester, Reino Unido.

En las distintas sesiones del evento intervendrán Paola Tapia; Ministra de Transporte y Telecomunicaciones de Chile; Hugo Cabrera, Alcalde de Cuenca, Ecuador; Amalia García, Secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno de la Ciudad de México; Cristina Vélez, Secretaria de la Mujer en la Alcaldía de Bogotá, Colombia; Teresa Boccia, Directora de URBANIMA-LUPT en la Universidad de Nápoles, Italia, y Zaida Muxi, de la Universidad Politécnica de Cataluña, España, entre otros expertos y expertas.

El encuentro se realiza en el marco del proyecto “Desarrollo urbano, autonomía económica de las mujeres y políticas de cuidado”, implementado por la DAG en diversas ciudades de América Latina, con el apoyo de la Cuenta para el Desarrollo de las Naciones Unidas.

El evento es abierto a los medios de comunicación. Los periodistas que deseen asistir a los paneles deben portar la credencial de su medio o su credencial de identidad para tener acceso al recinto.

Qué: Seminario internacional ¿Quién cuida en la ciudad? Políticas urbanas y autonomía económica de las mujeres.

Quiénes: Autoridades de América Latina, especialistas y funcionarios internacionales.

Cuándo: Martes 21 y miércoles 22 de noviembre de 2017.

Dónde: Sede de la CEPAL. Av. Dag Hammarskjöld 3477, Vitacura, Santiago, Chile (Sala Raúl Prebisch)

Fuente: https://www.cepal.org/es/noticias/autoridades-especialistas-politicas-urbanas-enfoque-genero-cuidado-participaran-seminario

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La violación, castigo para mujeres

Por: Lidia Falcón

La violación múltiple sufrida por la muchacha de Pamplona constituye uno más de los episodios cotidianos de los que en todos sistemas patriarcales son víctimas las mujeres. La violación de uno o varios hombres a una mujer es un castigo ejemplar que viene a ratificar y recordar que el poder lo tiene siempre el macho y que puede ejercerlo cuando quiera y contra todas aquellas hembras que se lo merezcan. Para que la sumisión femenina se mantenga y el patriarcado no sea derrotado. La violación no es sólo tortura física y explotación sexual para que el violador obtenga placer sino, y sobre todo, la humillación total de la víctima, que es utilizada como un cuerpo sin derechos ni humanidad y que se penetra y se hiere sin que pueda defenderse.

¿Cuándo se merece una mujer ser violada? Siempre que no atienda el requerimiento sexual del hombre del que es propiedad. El marido en primer lugar, por supuesto: la violación conyugal no se había contemplado nunca como delito hasta el siglo XX, pero recuerdo muy pocas sentencias condenatorias en los últimos años. El padre también puede violar a la hija que desea, el patrono a la trabajadora a la que ha requerido sin éxito, el vecino a la vecina que le gusta, por descontado el cliente a la prostituta –va en el precio–, o el desconocido a la mujer que encuentra en la calle a horas intempestivas. En el caso de Pamplona, la situación diríase que lo exige: una muchacha sola en la calle, de noche, en una ciudad en fiestas, fiestas que se basan en excitar el más profundo fondo salvaje de los hombres torturando animales, ¿qué puede esperar sino ser violada? Si no lo evitó es que lo deseaba.

Este es el razonamiento que parece que mantienen los magistrados de la Audiencia Provincial de Pamplona, cuando aceptan evaluar el comportamiento de la víctima después de la violación, incorporando a la causa un informe de detectives que se ha realizado siguiendo a la muchacha y escudriñando sus imágenes y actividades en las redes sociales, y en cambio se han negado a aceptar los mensajes que se intercambiaron los acusados antes de su hazaña.

No es de extrañar, dada la raíz patriarcal de nuestra Administración de Justicia. Durante siglos los jueces españoles han establecido la doctrina de que una mujer violada lo es porque quiere¿Qué más desea una mujer que yacer en el suelo de la portería de una finca, en la madrugada, para ser penetrada vaginal, bucal y analmente repetidas veces por cinco hombres desconocidos? Ya se sabe que hay mujeres que nunca están saciadas sexualmente.

Si la mujer salió de noche sola, si anduvo por barrios alejados, si conducía un coche por la carretera sin acompañante, si vestía minifalda, si no llevaba bragas debajo de los pantalones, si los tejanos eran muy ajustados, si no se había defendido con suficiente energía, si no había cerrado las piernas fuertemente, si conocía al violador, si aceptó subir con él a su apartamento, si le dio un beso en el camino hacia su casa, si llevaba un escote muy grande o una blusa ajustada, si había bebido, si estaba drogada… Cualquier conducta que no sea permanecer encerrada en casa, como  salir a la calle a horas que se consideran indecentes por sí mismas, no ir acompañada de un hombre, no  ataviarse como una monja seglar, es sin duda provocar la violación. Hace muchos años publiqué en Poder y Libertad, la revista del Partido Feminista, el artículo de una feminista norteamericana que concluía que la única mujer inocente es la mujer muerta, si de la violación se sigue su asesinato. Criterio que se mantiene no sólo socialmente sino, lo que es más grave, judicialmente.

Las sentencias que forman la doctrina jurídica de nuestro país sobre la prueba del delito de violación es la Biblia del criterio patriarcal de nuestro poder judicial durante siglos. Como si siguiéramos en las tribus de Jehová o en la Edad Media, los jueces españoles han absuelto a violadores, individuales y grupales, aceptando el criterio de los acusados de que la víctima deseaba esa clase de relación o de que incluso la propuso o la provocó con su conducta indecente. Del mismo modo que están ahora argumentando las defensas de los denunciados.

Hace años en Barcelona la Sección 2ª de la Audiencia Provincial –que se hizo famosa por el criterio machista que utilizaba en sus sentencias– absolvió a cuatro mozos que violaron a una muchacha, en la madrugada de uno de los días de las fiestas del barrio de Gracia de la ciudad, aceptando la versión de los criminales de que ella lo quería y así se lo había pedido a ellos. Aunque la joven tenía 22 años, estaba recién casada e iba acompañada por su marido, al que ataron a un árbol para que no pudiera impedirlo y así asistiera a la ceremonia.

En Málaga, sólo hace un par de años, una jueza archivó las diligencias de la violación de una muchacha por parte de varios hombres en la Feria que se celebraba en la ciudad, aceptando el mismo razonamiento. La víctima, joven y bonita, que era camarera y había estado trabajando hasta las 6 de la mañana incitó a los cuatro machos a violarla en el suelo del parque de la Feria al lado de los cubos de basura.

Otros jueces han aducido alguna de las circunstancias que he citado antes para absolver a los acusados de abusos y agresiones sexuales. Porque, como ya he expuesto, la violación es un castigo apropiado para las mujeres, no sólo para hacer sufrir a la propia víctima sino para advertir a todas las demás que deben entender la ejemplaridad del mismo.

En muchas culturas todavía actualmente se viola a una mujer para compensar la pérdida o descrédito sufrido por algún hombre o castigarlo por su conducta inaceptable: el novio despechado, el marido abandonado, el hermano que ha roto su compromiso. Se dispone a veces por el Consejo de sabios o notables que rige la comunidad y se ejecuta por varios hombres en público para divertimento de la tribu y advertencia clara a las demás.

Este crimen se comete cada tres minutos en todo el mundo. Por los hombres de la familia o del entorno, por desconocidos en la calle o por los ejércitos invasores o del propio país. En Argentina, cada 30 horas es violada una mujer, en la India se ha convertido en el crimen más numeroso, con resultado muchas veces de asesinato. En España se cuentan 15.000 violaciones anuales, aunque la cifra es muy imprecisa, ya que el propio Observatorio acepta que sólo se denuncia el 10 por ciento de ellas.  

Ya se ha alegado, con poca insistencia, por Amnistía Internacional y por la ONU que las violaciones de las mujeres se producen sistemáticamente en las guerras, en las invasiones militares, en las luchas civiles. Los ejércitos se dedican a violar a las muchachas y niñas que encuentran en su camino como una de las compensaciones que se merecen, de la misma manera que asaltan y roban los bienes del pueblo. Incluyendo a los que acuden a ayudar a los necesitados de protección, como los cascos azules de la ONU.

Si el juicio de Pamplona concluye con la absolución de los acusados se demostrará una vez más que el criterio de nuestra Justicia no es muy distinto del de las tribus que imponen la violación como castigo femenino, por más pamema de juicio que hayan celebrado, sesión tras sesión, incrementando con ello el sufrimiento de la víctima.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/11/19/la-violacion-castigo-para-mujeres/

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