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Libro: Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural

Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural

Mujeres intelectuales en América Latina y el Caribe

Nelly Prigorian. Cármen Díaz Orozco. [Editoras] 

Beatriz Sarlo. Marta Traba. Márgara Russotto. Mirla Alcibíades. Sara Castro-Klaren. Sylvia Molloy. Beatriz González-Stephan. Josefina Ludmer. Marilena Chaui. Miriam Muñiz Varela. Nelly Richard. [Autoras de Capítulo]

Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño. 
ISBN 978-987-722-256-2
CLACSO.
Buenos Aires.
Julio de 2017

Las mujeres que traemos a colación en este volumen −algunas más conocidas que otras y muchas marcadas por la persecución política, el exilio y otras experiencias de represión y desarraigo− despliegan una reflexión crítica potente acerca de problemas neurálgicos de la cultura en América Latina y el Caribe, desde una conciencia lúcida y manifiesta de su propia condición de mujeres en la lucha por un espacio de enunciación −e interpretación− singular en la cultura. Muchos de los nombres que consideramos al respecto no son ni extraños, ni desconocidos en el campo del pensamiento latinoamericano contemporáneo. No podríamos tampoco afirmar que el de estas mujeres haya sido un pensamiento `sumergido´ o `silenciado´, en los términos en los que se suele asumir esta categoría. Sin embargo, queremos recuperar de ellas los trabajos por los que merecieron una distinción ineludible en el campo donde se abrían paso con no pocas dificultades: sus producciones más relevantes, sus momentos más significativos y de ruptura: la singularidad de su estilo.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1261&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1198
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La violencia de género y los niños

Julio de 2017/Autora: Laura Bech/Fuente: Blasting News

Es muy probable que los hijos de #Juana Rivas, sientan el mismo desconcierto que su madre. Pese a la sentencia que la obliga a entregar a los menores a su padre, para que regresen a Italia, la mujer se ha negado y ha optado por esconderse.

 Hace un año, aproximadamente, Juana arregló con su esposo, que dejaría Italia con los niños, por un tiempo para regresar a España a descansar y recuperarse de todo el desgaste y deterioro que el maltrato le ocasionó. A sus 36 años, la española, viajó a Macarena (Granada) con sus dos hijos de 11 y 3 años, y una vez aquí interpuso la denuncia por malos tratos.

Pese al apoyo político y social, la justicia determinó que estaba incumpliendo el Convenio Internacional de Sustracción de Menores.

Desde el pasado miércoles, Juana y sus hijos se encuentran en paradero desconocido, porque esta medida la ata de pies y manos. SÍ los niños vuelven a Italia con su padre y ella regresa junto a ellos, queda indefensa y a merced de un hombre que la anuló como persona y la golpeó en reiteradas ocasiones. Si no lo hace, desobedece una orden judicial y queda en falta.

¿Puede un maltratador ser un buen padre?

Este es un punto en que el no todos los especialistas en #Violencia de género logran ponerse de acuerdo. Así como no siempre una persona que maltrata ha sido maltratado, la tendencia es que sea todo lo contrario.

La violencia, doméstica, psicológica y física, es una cuestión de educación. Un niño que aprende que bajo los supuestos lazos de amor y cariño se convive, normaliza la violencia.

Crece pensando que los que te quieren, te gritan, te insultan y te pegan y eso suele guardarse de manera inconsciente y repetirse en la vida adulta.

Para otros expertos, en cuanto a la paternidad que pueden ejercer los hombres que tienen condenas por malos tratos, es importante centrarse en cada caso. En algunas ocasiones, la agresividad del hombre es solamente con la mujer, por lo que no necesariamente eso lo convierte en mal padre. Pero, por lo general, la violencia suele ejercerse frente a los niños, aunque ellos no sean los destinatarios, se los considera víctimas también de la violencia.

Por lo tanto, saber si un hombre que ejerce cualquier tipo de violencia contra su pareja es buen padre, es relativo en varios aspectos.

La gran mayoría de la mujeres que toma la decisión de separarse de una pareja agresiva, asegura que el principal motivo ha sido «salvar a sus hijos». La fuerza para enfrentarse al proceso la encuentran en la necesidad de sus niños no sufran las vivencias del maltrato.

«Cuando mi madre se separó fue peor, porque los que yo pensaba que me iban a proteger, no lo hicieron», cuenta una adolescente que cuando sus padres se divorciaron por violencia, tenía apenas 4 años. A la madre, le aplicaron el síndrome de alienación parental. Durante 3 meses perdió la custodia de sus hijos de 4 y 6 años. Tiempo en el que también le prohibieron cualquier contacto con los niños. «Los recuperé a los 3 meses por una serie de circunstancias», entre ellas pericias psicológicas que demostraban que no había interferido en la relación padre/hijos. Este síndrome presupone que la progenitora, manipula la razón y el interés de los menores en contra del padre.

«Yo recuerdo la noche anterior a la que nos tuviera que entregar. Le decía «»no te vayas, por favor, no te vayas»». Te cambia todo, tus amigos, tu entorno, a mi la mente me cambió completamente», pasaron más de 10 años pero Patricia recuerda aquella madrugada en la que debía despedirse de su madre con lágrimas en los ojos. La joven no habla con su padre desde el año 2014. La autora de «Ya no tengo miedo», recibió una carta de su progenitor hace 3 años, donde reconocía que le había pegado a su madre. Ese día y con la carta en la mano, la joven llamó a la policía y logró que le reconocieran su derecho a no volver a ver a su padre o «progenitor biológico», como le dice ella. Hace apenas unos horas, reconocía en una entrevista televisiva, el dolor y la tristeza que los malos tratos hacía su madre le provocaron.

Fuente: http://es.blastingnews.com/sociedad/2017/07/la-violencia-de-genero-y-los-ninos-001888779.html

 

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Entrevista a Luciana Peker: “Se condena a las mujeres que desean”

16 Julio 2017/Fuente: kaosenlared/Autor:  Laura Hurtado

La periodista argentina especializada en género participó en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

La periodista Luciana Peker hace años que habla sobre lo que les pasa a las mujeres en Página/12, en la revista Anfibia y en muchos otros foros. Impulsora en Argentina del movimiento #NiUnaMenos, ha publicado La revolución de las mujeres, sobre los avances del movimiento de mujeres en su país durante los últimos 30 años. Estuvo en España para participar en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, dirigido por Magda Bandera, directora de La Marea, y organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

Como periodista especializada en género, ¿cómo cree que los medios deberían hablar sobre los feminicidios y los asesinatos de mujeres?

El periodismo que toca estos temas debe ser comprometido, respetuoso, y no poner jamás a las víctimas en riesgo, pero eso no quita que siga siendo periodismo: debe emocionar, sensibilizar, contar historias. Yo no creo en un periodismo aséptico y frío que sea totalmente inocuo (que lamentablemente es el que recomiendan muchos protocolos contra la violencia de género) y que pierda audiencia frente a los realitys y los programas basura que hacen puro morbo.

En su opinión, ¿las mujeres que han sufrido violencia machista deben salir en las noticias?

Creo que las protagonistas de esas noticias tienen que estar. Si ellas quieren contar su historia, hay que darles voz. Si pudieron salir adelante, si encontraron obstáculos, si la violencia deja huellas que no se borran. Contar todo eso con sensibilidad es imprescindible para que se produzca el terremoto necesario para erradicar (y evitar) la violencia de género. A mí, conocer a mujeres que han sido víctimas de violencia me ha cambiado la vida, es algo de lo que no te olvidas.

¿Qué le parece el tratamiento informativo de las agresiones sexuales a mujeres?

Creo que es el asunto que se cubre peor. La mujer asesinada no existe más, pero la que sobrevive siempre es condenada. Además, se usa a la mujer violada para disciplinar a las otras mujeres, muy especialmente a las más jóvenes, para darles miedo: que no viajen, que no salgan de noche, que no estudien, que no trabajen, que no se revelen frente a su novio, que no tengan citas con desconocidos, que no beban… Parece que cualquier cosa que hagan justifica una violación.

¿Por qué cree que se culpabiliza a las mujeres que han sido violadas?

Creo que se condena a las mujeres y a las jóvenes que desean. La condena es al deseo femenino. Los medios de comunicación siguen repitiendo las estigmatizaciones más básicas: cómo iba vestida la chica, por qué razón fue a la casa de él, si eran novios (como si eso justificara la agresión…). Para mí, otra forma de condenar a las mujeres “deseantes” son esas violaciones masivas que se están produciendo en muchas partes del mundo. A mí no me gusta que los medios muestren todo el tiempo a mujeres objeto, ultra sexualizadas, pero no soy moralista, me gustan las mujeres “deseantes” y quiero que los medios muestren un deseo legítimo de las mujeres. También quiero que se pueda desear a las mujeres, pero debe ser un deseo no vengativo.

¿Cómo se puede hacer un mejor tratamiento de las agresiones sexuales?

No sé si la solución pasa por instaurar protocolos muy rígidos, porque en la mayoría de los casos no se cumplen, pero sí por intentar generar conciencia y mayor empatía. Los medios tienen que proteger a las víctimas, hacer de escudo. Y no al revés.

¿Piensa que los medios deberían hablar más sobre las otras violencias que sufren las mujeres, y no solo de la violencia física?

Es obvio que los feminicidios y los asesinatos de mujeres son gravísimos y no se pueden minimizar, pero hay que mostrar todas las violencias. Por ejemplo, hablar de la diferencia salarial entre hombres y mujeres, que en Argentina ronda el 25%. O de la violencia contra la salud sexual y reproductiva, que se da, por ejemplo, cuando a una mujer no le quieren dar anticonceptivos. Para ello, el mejor motor son las historias de las mujeres. Contar lo que te explica aquella que puso una denuncia por acoso laboral, la que fue despedida por pedir reducción de jornada, la que es maltratada por estar embarazada, seguir lo que hacen las organizaciones de mujeres, recoger datos, ver qué pasa en otras partes del mundo para ver qué pasa en tu país o en tu región. Si escuchamos a las mujeres se abre un abanico infinito de temas.

En los últimos tiempos se observa mucha violencia hacia las mujeres que denuncian la violencia de género.

Este es un fenómeno que las mujeres que trabajamos contra la violencia de género no nos lo esperábamos. Hay un resurgimiento de la violencia machista muy exacerbado, especialmente hacia las mujeres lideresas o influyentes, como humoristas, opinadoras o periodistas. Hablo de los trolls en Internet, pero también de grupos que pueden amenazar por teléfono o llevar a cabo amenazas jurídicas. Gente que intenta controlar que la voz de las mujeres se expanda. No son iguales que hace 20 años atrás, estamos ante un neomachismo, que es mucho más peligroso.

¿Cómo se puede luchar contra estas agresiones?

Hay mujeres fuertes a las que no les importa o lo saben manejar, pero creo que no tenemos que pedir que las mujeres sean heroínas o que se blinden. Si pedimos eso, las que van a quedar van a ser muy pocas. Yo he sufrido muchas amenazas y lo he pasado mal. Además, me he sentido muy sola. Las condiciones laborales de los periodistas en Argentina no te protegen, ni los sindicatos o las leyes. Por eso, las mujeres periodistas o aquellas que tienen voz en medios y redes sociales necesitamos cuotas, ocupar más espacios, porque todavía luchamos contra el machismo clásico que nos quiere invisibilizar. Pero, además, necesitamos protección para poder avanzar frente a este neomachismo que nos quiere calladas.

¿Qué consecuencias tienen estas agresiones?

La verdad es que no son inocuas, pues no trabajamos igual, no publicamos igual, no llegamos igual. Implica altísimos costos profesionales y, por supuesto, personales, porque siempre tienes la sensación de estar poniendo en riesgo tu vida.

¿Cree que la gente es más consciente de las múltiples violencias que sufren las mujeres?

En Argentina tenemos una ley muy progresista para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, que nombra diferentes tipos de violencia, desde la física o psicológica hasta la mediática o institucional. Y eso es porque en mi país hay muchas mujeres en la política (un 30%). Es cierto que las leyes van por delante de la realidad, pero hay cada vez más conciencia de que las mujeres sufren muchas violencias y que eso está mal.

¿Cómo se ha logrado que haya más conciencia social?

Es a través de la escuela que el Estado puede frenar la violencia: evitar que las chicas sean víctima de violencia y que los chicos sean victimarios. A los 15 o 16 años puedes frenar paradigmas de machismo o que no se repitan secuencias de violencia que los chicos sufren en casa. Una vez cumplidos los 18, el Estado pierde esa oportunidad. En ese sentido, creo que la ley de educación sexual integral que tenemos es lo más parecido a una vacuna contra la violencia de género. Implica enseñar a respetar el cuerpo desde el jardín de infancia, siendo la manera más efectiva de prevenir los abusos sexuales. O hablar de la pubertad, la menstruación o los anticonceptivos desde primaria para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no buscados y los noviazgos violentos. Hoy, en Argentina, las más jóvenes son las que más pelean para que sus derechos se cumplan.

 

Fuente de la noticia: http://www.lamarea.com/2017/07/13/luciana-peker-violencia-contra-mujeres/

Fuente de la imagen: http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/07/00-96.jpg

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The Power of Radio in the Fight for Girls’ Education in Malawi

Malawi/Julio de 2017/Autora: Neetha Tangirala/Fuente: USAID

Resumen: La mayoría de las personas en Malawi dependen de la radio como su principal fuente de noticias e información, ya que el 85 por ciento de la población no tiene acceso a la televisión ni a los periódicos. Marshall Dyton no es ajeno a este hecho – reconoce el poder de la radio y su papel crítico en la educación y la información a las comunidades rurales de todo el país, incluyendo la suya en el distrito de Mangochi en el este de Malawi. Como miembro de Mandela Washington – elegido como parte del programa de la Iniciativa de los Jóvenes Líderes Africanos (YALI) en 2015 – y redactor jefe de la primera publicación musulmana en línea de Malawi, Marshall produjo primero emisiones de radio durante una pasantía en la Estación de Radio Comunitaria de Kumakomo en Zimbabwe, Con el apoyo de USAID. Allí dirigió un equipo de una docena de voluntarios para producir contenido.

Most people in Malawi  rely on radio as their primary source of news and information, as 85 percent of the population do not have access to television or newspapers.

Marshall Dyton is no stranger to this fact — he recognizes radio’s power and its critical role in educating and informing rural communities across the country, including his own in Mangochi District in eastern Malawi.

As a Mandela Washington Fellow
— chosen as part of the Young African Leaders Initiative (YALI) program in 2015 — and editor-in-chief of Malawi’s first online Muslim publication, Marshall first produced radio broadcasts during an internship at the Kumakomo Community Radio Station in Zimbabwe, which he secured with support from USAID. There, he led a team of a dozen volunteers to produce content.

After completing the internship, Marshall decided to put his newfound skills to use to engage communities about a plight sweeping Malawi — the negative impact of child marriage on education for women and girls.

This is an issue that Marshall understood personally — his mother was one of the few women who went to school in his community, despite a culture that prioritizes the education of men and boys.

Marriam Larry (left), from Wumi Wumo Foundation and part of the second cohort of USAID's Regional Leadership Centers, and Halima Twabi (right), from Malawi Girls and a 2016 Mandela Washington Fellow. / IREX

Marriam Larry (left), from Wumi Wumo Foundation and part of the second cohort of USAID’s Regional Leadership Centers, and Halima Twabi (right), from Malawi Girls and a 2016 Mandela Washington Fellow. / IREX

Shedding Light on a Dark Subject

According to UNICEF, Malawi has the 11th-highest child marriage rate in the world, with nearly one in two girls married before the age of 18. Human rights activists have long argued that child marriage is a barrier to education particularly for girls, making them vulnerable to cycles of poverty and violence.

Bashir Amin, of the Malawi Broadcasting Corporation, the state-owned radio station. / IREX

Bashir Amin, of the Malawi Broadcasting Corporation, the state-owned radio station. / IREX

Early this year, the Malawian government voted to amend the constitution to remove a provision that allowed children to marry at 15. Now, marriage before the age of 18 is illegal, but challenges remain.

To join the fight against child marriage and other issues that affect women and girls in marginalized communities, Marshall wanted to engage directly with communities to create change. Inspired by his time at the Kumakomo Radio, he organized a radio talk show that brought together chiefs, religious leaders, girls, women and men to confront child marriage and discuss the importance of education for girls.

Florence Mwitha, a recent graduate, representing girls during a live broadcast of Kumakomo Radio (left) and Twaina Sanudi, an activist advocate of Muslim girls’ rights (right). / IREX

Florence Mwitha, a recent graduate, representing girls during a live broadcaston Radio Islam (left) and Twaina Sanudi, an activist advocate of Muslim girls’ rights (right). / IREX

The show was a collaboration across the YALI and Mandela Washington Fellows networks, and with Regional Leadership Center participants — young leaders between 18 and 35 enrolled in USAID-supported leadership training programs in sub-Saharan Africa — who took turns at the microphone during the live show.

Previously, issues around child marriage, women’s education and the status of women were rarely discussed, and they remain largely taboo. Marshall’s goal was to take the discussion to the national stage.

A Malawian schoolgirl reads out loud to her class. USAID is working to improve reading skills in primary school students and create safe spaces for girls to learn. / Amos Gumulira, Feed the Children

A Malawian schoolgirl reads out loud to her class. USAID is working to improve reading skills in primary school students and create safe spaces for girls to learn. / Amos Gumulira, Feed the Children

“With radio we spent less but achieved more,” Marshall said.

The show was broadcast live for two hours and reached an estimated 3 million listeners on national radio. The aim was to increase awareness within Muslim communities in Malawi about education, the misinterpretation of religious text, and why communities must confront embedded cultural values that lead to child marriage.

Marshall Dyton during the Mandela Washington Fellowship Presidential Summit in 2015 in Washington, D.C. / IREX

Marshall Dyton during the Mandela Washington Fellowship Presidential Summit in 2015 in Washington, D.C. / IREX

“Radio allows for debates and discussions to be open and transparent, and can be a critical tool for building consensus among communities and citizens,” Marshall said.

The talk show was organized under the Girl Child Education Movement, an initiative that Marshall founded to help girls in his community access education in rural Malawi. Broadcast on Malawi’s only Islamic radio station, Radio Islam, the event was designed to reach Malawi’s Muslim communities, who are vulnerable to discrimination given their religious and cultural background, Marshall said.

Creating Change Through Community Inclusion

As a result of the talk show, the Muslim Association of Malawi, who attended the event, agreed to open new offices in rural areas where communities can access up-to-date information about education and scholarship opportunities for girls.

Girl power in Chipoka, Malawi. /Amber Lucero-Dwyer

Girl power in Chipoka, Malawi. /Amber Lucero-Dwyer

Inspired by the success of his radio show, Marshall’s dream is to start a community radio station that is run by youth from diverse religious backgrounds. He believes that one way to tackle challenges facing marginalized communities and women in Malawi is to discuss these issues in an open forum.

Like in Malawi, USAID supports programs in over 30 countries to strengthen journalistic professionalism for individuals such as Marshall, establish media management skills and promote free media.

Fuente: https://blog.usaid.gov/2017/05/the-power-of-radio-in-the-fight-for-girls-education-in-malawi/

 

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CEPAL: Enfoque de género y de ciclo de vida en políticas públicas es crucial para garantizar los derechos de mujeres, niños y adolescentes

Julio de 2017/Fuente: CEPAL

“Un enfoque de género y ciclo de vida en las políticas públicas resulta crucial para visibilizar las necesidades y revertir las desventajas que enfrentan tanto las mujeres como las niñas, niños y adolescentes en América Latina y el Caribe”, dijo hoy Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la primera jornada de la reunión de alto nivel Todas las mujeres, todos los niños, todos los adolescentes, que tiene lugar en el Palacio La Moneda, sede del Poder Ejecutivo de Chile.

“El género, la edad y la condición étnico-racial son tres ejes determinantes de la distribución del bienestar y del poder en la sociedad”, por lo que las “políticas públicas deben acompañar a las personas en las diferentes etapas de sus vidas, respondiendo a los riesgos y vulnerabilidades particulares de cada una de ellas”, explicó la máxima representante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

El evento fue inaugurado por la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en su calidad de copresidenta del grupo asesor de alto nivel de la iniciativa EWEC (Every Woman Every Child), junto a los ministros de Hacienda, Rodrigo Valdés; de Salud, Carmen Castillo; de Educación, Adriana Delpiano; de la Mujer y la Equidad de Género, Claudia Pascual; y de Desarrollo Social, Marcos Barraza. Asisten altos funcionarios de las Naciones Unidas, representantes de países de América Latina y el Caribe y especialistas internacionales.

EWEC (Todas las mujeres, todos los niños) fue lanzada por el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en septiembre de 2010, con el propósito de movilizar e intensificar la acción nacional e internacional de gobiernos, organismos multilaterales, el sector privado y la sociedad civil en torno a los principales desafíos de salud que enfrentan las mujeres, niños y adolescentes en el mundo.

“Hoy tenemos evidencias concretas de que las intervenciones en favor de las mujeres, la niñez y la adolescencia generan impactos tremendamente positivos” en las sociedades, señaló la mandataria chilena en el evento que tiene como objetivo discutir la implementación de la Estrategia Global para la Salud de la mujer, el Niño y el Adolescente en el contexto de América Latina y el Caribe (2016-2030) con miras a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Durante su intervención, Alicia Bárcena presentó indicadores clave en materia de pobreza, maternidad adolescente, mortalidad infantil, malnutrición, violencia contra las mujeres y violencia escolar, entre otros, que permiten identificar los principales retos pendientes.

“La pobreza tiene rostro de mujer en América Latina y el Caribe”, resaltó, ya que las ellas están sobrerrepresentadas en los quintiles de menores ingresos. Asimismo, “los niños, niñas y adolescentes son más afectados por la indigencia y la pobreza que personas de otros grupos etarios”, agregó.

Bárcena también planteó que la persistente mortalidad materna por razones prevenibles es probablemente uno de los indicadores más reveladores de la desigualdad y la discriminación que afecta a las mujeres latinoamericanas y caribeñas.

Por otra parte, si bien la mortalidad infantil ha disminuido significativamente en los últimos 10 años, esta sigue siendo sistemáticamente más elevada entre la población indígena y la afrodescendiente, enfatizó.

La CEPAL en conjunto con el PMA (Programa Mundial de Alimentos) también ha calculado los costos totales de la doble carga de la malnutrición (desnutrición y obesidad) en tres países de América Latina (2014). Los montos ascienden a 493 millones de dólares en el caso de Chile (0,2% del PIB), 4.344 millones de dólares en Ecuador (4,3% del PIB) y 28.830 millones de dólares en México (2,3%), por costos asociados a salud, educación y productividad.

“La desigualdad no es inevitable”, resumió Bárcena, quien abogó por un nuevo paradigma de desarrollo en América Latina y el Caribe que combine inclusión social, sostenibilidad ambiental y dinamismo económico.

En este marco, agregó la alta funcionaria, la CEPAL propone construir un nuevo pacto político que permita transitar desde una cultura de privilegios -sustentada en la evasión fiscal, en la corrupción y en el tráfico de influencias- a una cultura de la igualdad.

Es indispensable, dijo, contar con políticas universales de salud, educación y erradicación de la pobreza y con sistemas de protección social universal, especialmente para la niñez y la adolescencia, además de garantizar las tres autonomías de las mujeres (física, económica y política) y derrotar el silencio estadístico, visibilizando a las poblaciones más vulnerables.

En la reunión –que concluye el martes 4 de julio- se presentará el Compromiso para la Acción para poner en marcha la Estrategia Mundial para la salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente.

Fuente: http://www.cepal.org/es/comunicados/alicia-barcena-enfoque-genero-ciclo-vida-politicas-publicas-es-crucial-garantizar

 

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¿Qué hemos hecho mal?

Por: Lidia Falcón

Impresionada por el éxito de los fastos del Orgullo Gay, me pregunto: ¿Qué hemos hecho mal para que las mujeres no celebremos una semana del Orgullo Feminista?

En todos los años que el Movimiento Feminista lleva en la calle reivindicando cuestiones tan fundamentales para las mujeres como el derecho a la propia vida, a disponer libremente de su cuerpo, a votar y ser votadas, a acceder al trabajo y al salario, a no ser humilladas, reprimidas, marginadas y violadas, nunca dispusimos, más de una semana, de toda una ciudad de 4 millones de habitantes, para que pudiéramos festejar el orgullo de ser mujeres y feministas.

Nunca se nos entregaron, durante diez largos días, por las instituciones de la ciudad y de la Comunidad, con enorme disposición y amabilidad, las calles, las plazas, las avenidas, las tribunas, los podiums, desde donde dedicaron múltiples elogios al movimiento Gay, no sólo los activistas de LGTB, sino los representantes políticos, incluyendo a los diputados del PP- el mismo partido que recurrió al Tribunal Constitucional la ley de matrimonio homosexual- la alcaldesa, la presidenta de la Comunidad, los diputados y los senadores.

Nunca se convirtió Madrid en la olimpiada del feminismo, en reclamación de la libertad, la igualdad y la fraternidad para las mujeres, como lo ha sido para el Movimiento LGTB.

Y coincidiendo en que esta explosión de alegría, de fiesta, de encuentro, de intercambio de culturas de varios continentes, que hemos vivido en un Madrid entregado amorosamente al abrazo de los cientos de miles de gays que han inundado nuestras calles, es un triunfo del progreso democrático, hecho de menos una celebración igual para las mujeres, de todas las culturas, de todas las razas, de todas las opciones sexuales, que seguimos reprimidas y marginadas en todos los continentes.

Pero sin duda, si no hemos conseguido tal celebración es que algo ha hecho mal el Movimiento Feminista. Porque no puedo imaginar que ni los políticos ni el Ayuntamiento ni la Comunidad de Madrid mantengan recelo alguno contra las reclamaciones que plantea el feminismo en nuestro país y en todos los países del mundo.

No entra en mi pensamiento que tanto los partidos que gobiernan como los de la oposición no defiendan la igualdad en derechos y oportunidades de los hombres y las mujeres, el fin de la violencia machista, de la marginación de las mujeres en la economía, la política, la cultura.

Si en nuestro país se han podido aprobar, después de la no discriminación por razón de sexo que garantiza la Constitución, no solo la ley de matrimonio homosexual sino también la de paridad, de violencia de género, de aborto y de igualdad, significa que desde los poderes institucionales no existe ningún rechazo a garantizar la liberación de la mujer de sus trabas ancestrales. ¿Por qué entonces no hemos disfrutado nunca de una semana del Orgullo Feminista? Con toda seguridad porque nosotras, las feministas, lo hemos mal.

Nosotras que hemos dedicado media vida a reuniones, asambleas, manifestaciones, convocatorias, sentadas, encierros, petición de firmas, huelgas de hambre. A escribir manifiestos, comunicados, artículos, libros, en defensa no solo de las mujeres sino de todos los perseguidos y represaliados del mundo, entre ellos los homosexuales. Que hemos publicado revistas, panfletos, dosiers, ponencias, comunicaciones, conferencias, cursos, sobre feminismo e igualdad, en todas sus versiones. Que hemos organizado congresos, jornadas, seminarios, institutos, doctorados, encuentros, debates. Que utilizamos con bastante habilidad las redes sociales para difundir nuestras demandas, denuncias, protestas, discusiones, aportaciones, para hacer del futuro un planeta más amable. Nosotras que hemos intentado desde todos los puntos de vista encontrar nuevos modos de transmisión, como decía Shangay Lily, hemos perdido la ocasión de disfrutar de la fiesta del Orgullo Feminista. Algo hemos hecho mal.

Ciertamente, después de que durante décadas las feministas lucháramos por los derechos de los homosexuales, no disponemos ahora de su apoyo. Después de que nosotras enronqueciéramos gritando que la libertad es de todos, cuando se trata de salir a la calle a gritar por la libertad de reproducción no contamos con los LGTB, más que en una ínfima minoría. Nosotras que hemos defendido a los homosexuales represaliados durante la dictadura, no tenemos el apoyo de los gays cuando nos manifestamos contra la violencia machista. Y por supuesto, cuando organizamos nuestros eventos no contamos con sponsors solventes que nos financien.

Ni con el beneplácito de los partidos de derecha, alguno de los cuales, como Ciudadanos, elevó a su líder, Albert Rivera, a la carroza de los Gays que pretenden legalizar los vientres de alquiler. Las mujeres que durante milenios hemos sido maltratadas y violadas, vendidas y esclavizadas, prostituidas y repudiadas, utilizadas como hembras reproductoras y como trabajadoras gratuitas, por los hombres heterosexuales, ahora seremos usadas como vientres fertilizables por los hombres homosexuales. Y por algunas mujeres, claro, que siempre hay cómplices del poder.

Shangay Lily, mi querida amiga, escribió en su último tiempo un libro esclarecedor y estremecedor, El Gay Capitalismo, donde con su habitual lucidez, denunciaba la deriva del movimiento homosexual no solo al espectáculo y a la frivolidad, cuando no a la explotación de otros más desfavorecidos, sino al negocio en que el capitalismo ha convertido el movimiento.

En los almacenes y en las más modestas tiendas de Lavapiés se vendían estos días banderas arco iris, en las grandes carrozas del desfile se lucían los más caros disfraces, las tiendas hicieron un agosto prematuro. Cincuenta carrozas y siete horas de desfile, ¿cuánto cuestan? ¿Cuánto nos ha costado a los madrileños, seguramente a todos los españoles si han participado varios ministerios en la financiación, una semana de enorme dispendio del Orgullo Gay?

Sigue siendo un misterio para mi cómo los homosexuales, hasta ahora perseguidos, detenidos, torturados, sometidos a electroshocs, humillados, escondidos en el armario, marginados de la vida social, han logrado convertirse en los personajes más aplaudidos, homenajeados y celebrados. Sin parar mientes en dispendios.

Ciertamente, la mayoría son hombres. Tanto en las carrozas, como en las calles, las masas eran masculinas, invisibilizadas las mujeres en los grupos de varones, de todas las edades. Unos lucían atuendos espectaculares, otros iban medio desnudos, musculados, enardecidos, gritones, que ocupaban ostensiblemente los espacios. En mi observación, las mujeres, prudentes, modestas y sin protagonismos, no llegaron al diez por ciento de las masas que invadieron la ciudad. Los varones eran sin duda los protagonistas de la fiesta. En las calles y en los locales cerrados, en las pantallas y en los restaurantes. En las carrozas y en las entrevistas radiadas y televisadas.

Cuando me pregunto reiteradamente, ¿Qué hemos hecho mal las feministas para no obtener tal grado de celebridad, aceptación, honores y homenajes? ¿Qué ha pasado para que después de más de cuarenta años de luchas feministas no hayamos logrado una semana de fiesta como la del Orgullo Gay? ¿Cómo es posible que no hayamos sabido conquistar las voluntades de los gobernantes y de los empresarios para financiar los dispendios de una tal celebración?

Y me respondo con otra pregunta, ¿no será porque somos mujeres? Y las mujeres no tenemos orgullo.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/07/05/que-hemos-hecho-mal/

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Silvia Federici: “Lo que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”

Por: Gladys Tzul Tzu

Silvia Federici. Teórica y militante feminista italiana. Autora de Calibán y la Bruja (Pez en el Árbol, 2013); la Revolución Feminista Inacabada (Calpulli, 2013); la Revolución en Punto Cero (Traficantes de Sueños, 2013). Federici participó y acompañó luchas de las mujeres por la defensa de las tierras comunales en Nigeria; en los años setenta realizó una campaña por el salario al trabajo doméstico. Sus reflexiones abordan de manera histórica las luchas políticas de las mujeres por producir lo común, con una fértil mirada sobre la reproducción de la vida. En esta conversación que sostuvimos en Puebla, México, nos presenta elementos teóricos para interpretar de manera más amplia el funcionamiento de lo que ella llama el patriarcado del salario. La conversa nos dota de una serie de detalles de la historia del capitalismo que sirven para comprender nuestras luchas.

GTT. Tú has reflexionado sobre las distintas formas de explotación de las mujeres, por ejemplo nombras Patriarcado del salario como una forma específica de dominación, ¿puedes hablarnos sobre ello?

SF. El patriarcado es una institución muy larga y no ha sido universal. Debemos de rechazar esa afirmación que dice que las mujeres siempre han sido oprimidas, primero porque en muchas comunidades las mujeres tenían poder. 2 mil años atrás había formas de matriarcado, yo no puedo aclarar ampliamente como se establecía un matriarcado, pero es importante comprender que la historia ha sido destruida. La idea es entender que el patriarcado ha tenido formas diferentes, las relaciones no se estructuran de la misma manera en todos los sistemas sociales; también el patriarcado no se transmite automáticamente, no es un asunto que continua de forma natural y automática de un siglo a otro, de una sociedad a otra. Las investigaciones históricas han demostrado que con el desarrollo del capitalismo, es decir con el paso del feudalismo al capitalismo, hubo un pasaje violento, porque el desarrollo del capitalismo fue como la contrarrevolución en un momento de crisis del feudalismo. El capitalismo dio una nueva fundación a las relaciones patriarcales; el capitalismo se ha apropiado de los elementos de la relación patriarcal del feudalismo, pero lo ha transformado y ha dado nuevas funciones para sus fines sociales y económicas. Por ejemplo, una diferencia muy grande entre el patriarcado del feudalismo y el patriarcado del capitalismo, es que en el primero, para las mujeres prevalecía un sistema de uso comunitario de las tierras, es decir, las mujeres y los hombres usaban las tierras. En Europa por ejemplo, las mujeres no fueron dependientes económicamente de los hombres, su alimentación no dependía de los hombres. Tampoco en la sociedad feudal estaba la diferencia del tipo de poder entre hombres y mujeres, que en la sociedad capitalista se generó. La relación desigual de poder entre hombres y mujeres en el feudalismo no tenía raíces materiales. La diferenciación venía, por nombrar dos casos, de la formas del uso de la violencia, porque los hombres hacían parte de los ejércitos del poder feudal, los hombres componían los ejércitos y las mujeres no; otro caso es el de la diferencia de poder que estaba justificada en la religión, pues ésta tenía una función de diferenciación. Todos los sistemas sociales que han explotado el trabajo humano, han explotado a las mujeres en una medida particular, porque las mujeres son las que producen trabajadores, cuando hay un sistema social que explota el trabajo humano, éste cerca e intenta controlar el cuerpo de las mujeres, porque el cuerpo de las mujeres genera riqueza, mano de obra, cocinan. El capitalismo es una forma de explotación específico que tiene relaciones diferentes.

GTT. Podrías explicarnos más sobre las diferencias entre el sistema de explotación capitalista y el sistema de explotación feudal.

SF. Una primera diferencia es que el capitalismo es el primer sistema social que funda su riqueza y su acumulación sobre el trabajo humano. Todos los sistemas de explotación precedentes, siempre han visto la riqueza no como trabajo humano, sino como tierra, bosques. El trabajo humano era importante para construir, crear, cultivar. Pero la riqueza fue conceptualizada por la riqueza material. Con el capitalismo cambia.

GTT. ¿Cambia la noción de riqueza?

SF. Si, cambia la concepción de la riqueza social. Esto lo dicen los primeros economistas del capitalismo, dicen que la riqueza no es la tierra, la riqueza es el trabajo humano. Entonces comienza con el capitalismo una concepción del trabajo humano nueva, como algo que se puede intensificar, que se puede desarrollar, que puede tener nuevas formas de productividad, así como se cultivaba la tierra, así se cultiva el trabajo humano. El objetivo era medir cuanta fuerza de trabajo había. Es por esto, que en el desarrollo del capitalismo en su primera fase, lo que puede verse es una acumulación inmensa de trabajo humano, se ve esclavitud, millones y millones de personas traficadas para el trabajo esclavo. Segundo, la colonización es un evento que ha dado a los europeos el control de millones de personas, de trabajadores de las nuevas tierras que invade. Es en estas condiciones en que se comienza a usar la pena de muerte para prohibir a las mujeres que usen anticonceptivos o se persigue a las que abortan. Comienza una intervención directa para apropiarse del cuerpo de las mujeres. Por eso se habla de las mujeres como máquinas productoras de trabajadores. Eso yo lo pongo en contextos de esta hambre de trabajo que el capitalismo tiene. Esto promueve formas diferentes de patriarcado y por ello nuevas formas de relaciones sociales comienzan a conformarse, porque hay un control del Estado sobre el cuerpo de las mujeres; se inicia un control de la procreación y del trabajo de la reproducción. Las mujeres deben de procrear trabajadores y cuidarlos todos los días y deben hacerlo en condición invisible, en condiciones no pagadas, porque de ésta manera se reproducen de una forma muy barata. El capital puede tomar toda la riqueza que los trabajadores producen, pueden tomar toda la riqueza porque las mujeres producen trabajadores casi gratis.

GTT. ¿Y aquí es donde el salario produce una forma de patriarcado?

SF. En este sistema el Estado y el capital, controlan el cuerpo de las mujeres y se apropian de su trabajo a través del sistema del salario. El sistema del salario no solamente controla el trabajo de los asalariados, porque si lo pensamos como una relación, éste moviliza a dos trabajadores; con un salario se moviliza al hombre y la mujer que lo reproduce, le pagan a uno, pero trabajan dos. Entonces moviliza una gran cantidad de trabajo no pagado. El salario amplía la explotación, porque no solamente toma el trabajo del hombre que está en la fábrica o en la oficina, sino que también el trabajo de la mujer que lo reproduce diariamente, la que cocina, la que cría a los hijos. El capital acumula, porque hay mujeres que trabajan por casi nada, no completamente para nada, porque de la mujer comen, etc. Con el salario se puede controlar directamente el trabajo de las mujeres a través del sistema de la familia y el matrimonio. El matrimonio es un sistema fundamentalmente laboral, es el medio por el cual el capitalismo hace trabajar a las mujeres para que reproduzcan su fuerza de trabajo obrero. El salario es la medida para conformar la familia, porque es ahí donde se obliga a las mujeres a reproducir trabajadores. Yo creo que cuando se ve esto se comprende por qué se puede hablar de un patriarcado del salario, porque el salario toma el trabajo de la mujer y también la controla a ella. El hombre se convierte en el delegado, porque el capital y el Estado delegan en el trabajador el poder de controlar y golpear las mujeres si no cumplen con esa función. Así como los señores que dominaban las plantaciones tenían a los supervisores que controlaban el trabajo de los empleados, se puede decir que los hombres controlan a las mujeres.

GTT. ¿Qué formas cobra este tipo de control, además de los que ya nos has comentado?

SF. Todo esto se hace invisible por lo que se llama amor. El capitalismo también se ha apropiado y ha manipulado la búsqueda de amor, de afectividad y de solidaridad entre todos los seres humanos; lo han deformado, usándolo como una medida para extraer trabajo no pagado. Por eso yo escribí. “Eso que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”.

GTT. ¿Le dicen amor al trabajo no pagado?

SF. Si porque en la familia se dice amor, dicen que por amor se limpia y se cocina, que todo se hace por amor. Confunden amor con un servicio personal. El amor es un sistema que obligaba a muchas mujeres que no tenían posibilidades de sobrevivencia y el matrimonio era como tomar un empleo. Por mucho años, hasta la generación de mi madre, ocurría que si no te casabas ¿Qué harías? Pobrecilla, porque estás sola, muchas veces estabas en la casa de tu hermana que si estaba casada y ella ayudaba, porque es muy difícil tener un empleo y si se tenía un empleo no podías tener una vida social. Esas mujeres que no se casaban eran consideradas como desdichadas, por eso muchas mujeres compiten entre ellas por un hombre bello y con un buen salario. Por eso tu mamá te prepara, te orienta para arreglarte, que no salgas despeinada a la calle, que siempre estés de buen humor y que aprendas a hacer labores domésticas. Mi madre me amenazaba: “Si tu continuas así, ningún hombre se va a casar contigo” porque se sabe que casarse significa obedecer, hacer trabajo domésticos y si tú eres una buena mujer, él va a mantenerte, él te va a dar una posición social. Pero en el matrimonio un hombre te puede golpear y lo que van a decir, es que lo tienes merecido porque seguramente no lo obedeciste, porque no hiciste el amor cuando él lo quería. En el matrimonio se presume que él compra tu cuerpo y que siempre tienes que estar a su disposición. A todo esto muchas luchas feministas han dicho que ni el hombre, ni el matrimonio tienen derecho absoluto a tu cuerpo. Si tú dices que no, es no.

GTT. Es interesante hacer una revisión del amor romántico por este mundo de la reproducción.

SF. ¡Ah! el amor romántico donde las vidas se funden, pero se funden en la voluntad del hombre. Yo quiero escribir un libro sobre el amor y la sexualidad. La causa de tanta pena de las mujeres y su sentido de valor depende de si estas o no casada, si un hombre te quiere o no te quiere. Yo he visto muchas veces, que aunque a un hombre no lo aman tanto, cuando acaban las relaciones, las mujeres se sienten desvalorizadas y con penas. Por eso quiero escribir ese libro, no sé si con eso se puede hacer la revolución pero con eso se puede aliviar la pena. Un asunto que no quiero olvidar es que el sistema del salario crea la familia como una formación social jerárquica, donde el hombre es el patrón, el representante del Estado y la mujer debe ser sometida, puede ser obligada a hacer todo el trabajo de reproducción. Entonces el salario crea una división, porque con la creación de la división sexual del trabajo crea una división que rompe el frente unido de la lucha. Por eso yo digo que es importante que los hombres comprendan que esa relación de poder los destruye a ellos también. Si se comprende que un hombre colabora con el capital, cuando esté contento con ser el patrón de la familia, cuando se siente fuerte porque es superior a la mujer y puede golpearla o humillarla, él no sabe que refuerzan sus cadenas con respecto de la dominación, porque hace que no puedan luchar juntos hombres y mujeres. Es importante comprender que el conflicto que se produce en el trabajo asalariado y el trabajo no asalariado, crea una jerarquía laboral y se crea una naturalización de la explotación de la mujer. Por eso creen que el trabajo doméstico pertenece a la naturaleza de la mujer y contra eso es lo que hay que luchar. A veces se piensa que si se lucha contra el trabajo doméstico se es una mala mujer, que no ama a su marido, etcétera. Y no se trata de eso, el trabajo doméstico es un sistema de explotación que usa el amor, usa las relaciones entre hombres y mujeres.

Fuente: http://totamor.blogspot.com/

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