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Colombia: Universidades públicas tienen un déficit de 1 billón de pesos

Colombia/15 octubre 2016/Fuente: El Tiempo

A juzgar por un informe presentado por el congresista Carlos Guevara en la Comisión VI de la Cámara de Representantes, las universidades públicas deberán enfrentar el año próximo un preocupante déficit financiero que puede ascender a 950.000 millones de pesos.

Ante esta situación, que luce alarmante para estas instituciones, el documento plantea la posibilidad de radicar una proposición a las comisiones económicas del Congreso para garantizar, por lo menos, 250.000 millones de pesos, en el presupuesto de la Nación, que permita a las universidades cubrir dicho déficit.

Según el representante Guevara, con el presupuesto que tiene aprobado el Ministerio de Educación, que va dirigido a las universidades públicas, “de entrada ya están desfinanciadas en casi un billón de pesos. Nuestra preocupación es que si se mantiene, los rectores se verán en la obligación de contratar maestros de hora cátedra y no maestros de planta, y de suspender el mantenimiento de edificios, entre otras medidas de emergencia. Lo que principalmente se verá afectado es la calidad de la educación”, sostiene. (Lea también: Universidades públicas reciben recursos recaudados vía estampilla).

Otra propuesta, también contenida en el informe, consiste en que la reforma tributaria (que se espera sea radicada la próxima semana) garantice que en los próximos tres años los recursos cubran la totalidad del déficit.

El documento insiste además en que el Ministerio, las universidades y el personal docente construyan una propuesta que no solo permita subsanar dicho déficit, sino también las demás falencias presupuestales de las universidades.

La causa de esta desfinanciación, según explicó Mauricio Alviar, rector de la Universidad de Antioquia y una de las personalidades que han encabezado la exigencia al Gobierno Nacional de mayor presupuesto para la educación superior, hay que buscarla en Ley 30 de 1992.

De acuerdo con Alviar, dicha norma estableció que el incremento de la inversión en educación superior dependería del índice de precios del consumidor (IPC); sin embargo, no se tiene en cuenta el aumento salarial de la planta docente, que cada año crece según el escalafón y los artículos científicos que publiquen los profesores en revistas indexadas.

“Entonces –explica–, lo que ha ocurrido es que a lo largo de estos 20 años esos aumentos en productividad y la vinculación de profesores con títulos más altos de formación han incrementado el gasto de la nómina profesoral en una proporción que crece, en promedio, cuatro puntos por encima del IPC cada año; esa situación ha generado esa brecha entre ingresos y gastos”.

El ministro de Educación (e), Francisco Cardona, coincide con las exigencias y explica que el déficit por el aumento salarial ha significado “un crecimiento por año de 100.000 millones de pesos adicionales que necesita la universidad pública colombiana para seguir atendiendo sus compromisos y mejorando la calidad de la educación superior”.

El Ministro agrega que hay un acumulado que debe ser compensado, “y por eso estamos reconociendo que se requieren, por una única vez, 750.000 millones de pesos para compensar los efectos que ha tenido, en los últimos años, este incremento de la educación superior en Colombia, para un total de gastos de funcionamiento para dichas universidades de más 850.000 millones de pesos”.

En resumidas cuentas, la situación, de acuerdo con las tres fuentes, es preocupante, y según lo que se apruebe en la reforma tributaria se determinará, en buena medida, si la educación superior pública del país entra en crisis o no.

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/deficit-financiero-de-las-universidades-publicas/16726474

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Un crecimiento educativo sostenible

Por: Mariano Fernández Enguita

El momento que vivimos, en la Gran Recesión a la que no se ve un claro final y tras varios años de recortes presupuestarios, contribuye a concentrar el debate público en una obsesión simplificadora por los recursos o, más exactamente, con el gasto público. Este es, indudablemente, parte del problema o de la falta de soluciones. Su medida más convencional, el gasto público en educación como porcentaje del producto interior bruto del país, estaba en 2011 (último año con datos comparables de Eurostat) para España en el 4.82, por debajo del 5.25 de la Unión Europea de los 28 y del 5.15 de la zona euro. Si se acumula el gasto público y privado, como hace la OCDE para el mismo año, el porcentaje sobre el PIB en España alcanzaría el 5.5, por debajo del 6.1 de la OCDE y el 5.8 de la UE21 (por encima, sin embargo, del 5.1 de Alemania y Japón y el 4.6 de Italia).

Pero el gasto total no solo depende de cuánto se gasta por alumno sino también del número de estos, y por tanto de la tasa de natalidad, baja en España, y la estructura demográfica, comparativamente envejecida. Un indicador que tiene en cuenta esto es el gasto por alumno como porcentaje del PIB per cápita, que en 2011 era en España del 27.5%, frente al 26.9 en la UE28 (Eurostat), quedando el país algo mejor que la media. Este indicador acumula gasto público y privado, por lo que el paso de la desventaja a la ventaja se explica también por el esfuerzo de las familias, no del Estado. La relación gasto público/privado es 4.7/0.8 en España, más favorable que en la OCDE, 4.8/1.5, pero menos que en la UE21, 5.3/0.5, por la especificidad del modelo de bienestar europeo.

Es importante tener en cuenta esta diversidad de indicadores, y otros que no cabe tratar aquí, frente a la simplificación de la relación gasto público/PIB. Si se trata de ver lo que la institución logra con los recursos que recibe, por ejemplo, importa muy poco que estos sean de origen público, privado o celestial, pues el dinero es fungible, non olet. Si se quiere evaluar el trato económico que se da a los titulares del derecho, los alumnos, hay que tener en cuenta su número, por lo que tampoco basta la relación gasto/PIB. No obstante, este indicador, el más popular, sirve en parte para valorar tanto el esfuerzo público (en particular el esfuerzo presupuestario) en general como las políticas de gobierno en particular, sobre todo a través de su evolución.

La recesión ha hecho, según la OCDE, que entre 2010 y 2012 el gasto educativo total descienda en más de un tercio de los países miembros, pero España es, además, uno de los cinco únicos en que lo ha hecho un 5% o más (con base 2008=100 lo habría hecho de 105 en 2009 a 100 en 2011; con base 2009=100, a 96 en 2011). Medido por su relación con el PIB y según cifras del MECD, el gasto público en educación habría descendido del 4.99% en 2009 al 4.31% en 2014 (si bien es cierto que el elevado indicador de 2009 se debe más a la caída del PIB que al aumento del gasto).

A primera vista, que el descenso del PIB se traduzca en un descenso de los ingresos, y por tanto del gasto público, incluido el educativo, no puede sorprender a nadie. Pero gastar en educación no es como hacerlo, por ejemplo, en cultura o en nuevas infraestructuras. En principio el gasto educativo depende de la estructura de la población, y la escolarización es un trayecto continuado y regular, por lo cual debería poder ser un gasto estable; si un país tiene ya déficits que cubrir, como en el caso español el bajo nivel de retención tras la escolaridad obligatoria (el elevado abandono prematuro), debería tal vez aumentar; en términos prácticos es incluso algo contracíclico, pues la menor o peor oferta de empleo anima a los jóvenes a seguir estudiando (o los desanima a dejar de hacerlo). Lo que es más, toda gran crisis económica se termina resolviendo, en buena parte, con una intensificación de la innovación, lo que Schumpeter llamaba destrucción creativa, es decir, la desaparición de viejos empleos y la aparición de otros nuevos, que entrañará nuevas y seguramente mayores necesidades de cualificación del trabajo. Dicho de otro modo, la crisis no es el momento de reducir sino de aumentar la inversión educativa; sin duda es más difícil, pero los individuos, grupos o países que lo hagan saldrán con ventaja en la próxima fase, y viceversa.

¿Qué educación debe ser gratuita? En España ya lo es la obligatoria, pero incluso ahí las familias afrontan una serie de gastos necesarios (libros y materiales escolares) relevantes, sobre todo para las de menos recursos. Una política ambiciosa debería asegurar la gratuidad total de la enseñanza obligatoria, asumiendo esos gastos anejos, y extenderla al siguiente nivel en que ya se aspira a la saturación, es decir, a la Secundaria superior (Bachillerato y CFGM, hoy fuertemente subvencionados pero no gratuitos, aparte de sus propios gastos anexos), toda vez que se ha asumido el objetivo europeo de que la culmine el 85% de la población, ya elevado en numerosos países al 90%.

¿Y la Educación Infantil? Hoy es de oferta obligatoria, por tanto gratuita, la de segundo ciclo en los centros públicos, pero, en la perspectiva de un sistema público unificado, formado por centros estatales y concertados, debería ser también acogida en los conciertos. En cuanto al primer ciclo, aunque se ha hecho una propaganda que creo exagerada, con débil base empírica, sobre los efectos de la escolarización temprana en el logro escolar posterior e incluso en la trayectoria económica adulta, no cabe duda de que cumple una función social para todas las familias, que beneficia en particular a las madres, ni de que sí puede ser decisiva para la infancia socialmente más desfavorecida. El coste de asumir la gratuidad, no obstante, sería elevado, por lo que requeriría un acuerdo, asimismo, sobre cómo, dónde y de quién obtener los recursos fiscales (o sobre qué otros gastos reducir).

Cuestión distinta es la educación superior. A pesar de ser el segmento en el que los recortes (la elevación de tasas y la reducción de becas) ha producido un malestar más visible, sencillamente por su capacidad de movilización, aquí se trata de una (amplia) minoría de la población financiada con los recursos de todos, por lo que la simple gratuidad sería regresiva y cabría pensar en mecanismos blandos y condicionales de financiación individual, que eviten dejar en la cuneta a nadie sin recursos familiares pero que entrañen el compromiso de devolver a la sociedad el trato de favor recibido.

Un gasto educativo de este orden de magnitud requiere un amplio acuerdo político, que comprometa a la totalidad o a una amplia mayoría del arco parlamentario, y un mecanismo de sostenibilidad, que bien podría inspirarse en el modelo del fondo de reserva que ya existe para las pensiones.

La otra cara de un modelo sostenible es la productividad del sistema. El esfuerzo social por financiar la educación debe tener como contrapartida un esfuerzo profesional por hacer un uso más eficaz y más eficiente de los recursos encomendados. La economía de la información y la sociedad del conocimiento requieren una ciudadanía mejor educada y más cualificada, pero esto no puede basarse en el simple engorde de la escuela de siempre. Desde que existen series homogéneas del IPC (índice de precios al consumo), enero de 1993 (base=100) hasta los últimos datos de julio de 2016, el IPC general ha aumentado un 79,5%, pero el de la enseñanza lo ha hecho casi el doble, un 174%, muy por encima de la Medicina (el servicio más homologable, 46,7%), la vivienda (la burbuja, 108,3%) o la alimentación (lo más básico, 81,5%), y solo por detrás del alcohol y las bebidas alcohólicas (con fines disuasorios, 250,6%). En lo que va de esta década lo ha hecho más que cualquier otro capítulo. Existe poco acuerdo sobre cómo medir la productividad de la educación (y una fuerte oposición a que sea medida), pero siempre que se ha hecho ha resultado una tendencia claramente decreciente o, en el mejor de los casos, plana.

Lo primero que hace falta es abandonar los dogmas sobre las ratios, que deberán ser reducidas no por doquier sino solo allí donde resulte demostrablemente beneficioso; no de manera indiscriminada, como si fuera un derecho de los profesores, sino donde produzca una clara mejora para el alumno, que es el único titular de derechos a este respecto, el derecho a una educación de calidad atendiendo a la diversidad y a las necesidades especiales.

Lo segundo es prolongar la vida útil del profesorado, enterrando de una vez por todas cualquier pretensión de jubilación anticipada como la que se generalizó en las dos décadas anteriores, un injustificable privilegio gremial (abandonar el trabajo a los 60 años, incluso con los mismos ingresos) con un elevado e insostenible coste económico y de pérdida de experiencia para el sistema escolar público. Cuestión distinta es que las funciones de un docente puedan conocer modificaciones, estatutarias o voluntarias, con la edad, la antigüedad o la evolución de su salud.

La tercera es fomentar la innovación tecnológica y organizativa para elevar la productividad, desde la mera sustitución de recursos analógicos por recursos digitales (por ejemplo, los libros), pasando por la reorganización de espacios, tiempos y actividades (por ejemplo, vía la fusión de grupos sin reducción de docentes), hasta un desplazamiento parcial, también dentro del espacio y bajo la tutela de la escuela, del propio aprendizaje escolar hacia la instrucción por los pares y uso de hardware y software didácticos interactivos, algo que el nuevo entorno digital bien permite.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/2016/09/25/5-crecimiento-educativo-sostenible/
Imagen: http://educacionsociedaduclm.blogspot.com/2015/04/el-coste-de-la-educacion-mas-inversion.html

 

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Ghana: Focus on quality education; not more schools

África/Ghana/Octubre de 2016/Autor: Jonas Nyabor/Fuente: Citifmonline

RESUMEN: Un ex director del Servicio de Educación de Ghana (GES), Michael Kenneth Nsowah, dijo que los gobiernos deben centrarse en garantizar una educación de calidad en el país en lugar de construir más instalaciones educativas. Según él, es preocupante tener más escuelas sin embargo, la mayoría de los graduados son incapaces de seguir una educación superior.«Los sucesivos gobiernos desde la independencia han hecho grandes inversiones en la ampliación de plazas en las escuelas, sin embargo, con el aumento de la matrícula no han visto la expansión de la oferta de maestros capacitados y el suministro de los recursos necesarios correspondientes para habilitar las escuelas para funcionar de manera eficiente,» Un investigador en ISSER en la Universidad de Ghana, el profesor Jonathan Fletcher al tiempo que presenta el informe del Instituto en el sector de la educación indica que los gobiernos no han sido capaces de equilibrar la mejora del acceso a la financiación. Profesor Fletcher reconoció que, la idea de mejorar el acceso era loable y necesaria, pero también señaló que «no estamos en condiciones de proporcionar suficientes fondos para mejorar la infraestructura.»

A former director of the Ghana Education Service (GES), Michael Kenneth Nsowah, says governments must focus on ensuring quality education in the country rather than building more educational facilities.

According to him, it is worrying to have more schools yet majority of the graduates are unable to pursue higher education.

“Successive governments since independence have invested heavily in the expansion of places in schools, however, the increase in enrollment have not seen corresponding expansion in the supply of trained teachers and the supply of the needed resources to enable the schools to function efficiently,” he said.

He expressed worry that successive governments continue to credit their achievements in quality educational delivery in the number of schools built; rather than achievements on performance.

Michael Kenneth Nsowah was speaking at the first national conference of the University Teachers’ Association of Ghana (UTAG) at the University of Ghana on the theme, “The Quality of Manpower and Teaching at the Pre-Tertiary Level: Its Impact on University Education.”

He noted that, such qualitative assessment of education “is a phenomenon that was reminiscent of the emerging stage of colonialism” used to measure the level of development.

“…and this thing is continuing, we are fighting over ‘I built 20 schools, you built one school’ and this is taking us no where, because at the core of the whole educational enterprise is quality.”

Michael Nsowah opined that, the low investment and interest in qualitative issues in the primary education may be attributed to the fact that most research findings and reports that expose weaknesses in the educational system, are often ignored or defended to avoid embarrassment or criticism.

“Each year, when we talk about the failure of the candidates; BECE or WASSCE we sweep it under the carpet,” he said.

He said it was worrying that most Basic Education Certificate Examination (BECE) and West African Senior School Certificate Examination (WASSCE) graduates fail in the core subjects, making it difficult for them to gain admission into secondary and tertiary institutions respectively.

‘Imbalance in infrastructure eroding quality education’

The Institute of Statistical, Social and Economic Research (ISSER), recently cited inadequate funding as one of the main reasons for the erosion of quality education at all levels in Ghana.

A researcher at ISSER at the University of Ghana, Professor Jonathan Fletcher while presenting the institute’s report on the education sector indicated that governments have not been able to balance improved access with funding.

Professor Fletcher acknowledged that, the idea of improving access was commendable and necessary, but he also noted that, “we are not able to provide enough funding to improve infrastructure.”

Fuente: http://citifmonline.com/2016/10/12/focus-on-quality-education-not-more-schools-nsowah/

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Estados Unidos: From the CIA to the GFE

América del Norte/Estados Unidos/Septiembre de 2016/Fuente: Project Syndicate.org

RESUMEN: Los Estados Unidos tiene que cambiar su gasto de la guerra en la educación, a partir de un cambio de régimen apoyado por la CIA a un nuevo Fondo Mundial para la Educación (GFE). Con cientos de millones de niños en todo el mundo, no en la escuela, o en escuelas con profesores sin titulación, la falta de computadoras, clases numerosas, ni electricidad, muchas partes del mundo están encabezados por la inestabilidad masiva, el desempleo y la pobreza. El desequilibrio actual en los Estados Unidos, el gasto en la educación global y los programas relacionados con militares-es asombrosa: $ 1 mil millones por año en el primero, y más o menos $ 900 millones de dólares en este último. programas relacionados con los militares incluyen el Pentágono (alrededor de $ 600 millones de dólares), la CIA y organismos afines (alrededor de $ 60 mil millones), Seguridad Nacional (alrededor de $ 50 mil millones), los sistemas de armas nucleares fuera del Pentágono (alrededor de $ 30 mil millones), y los programas de veteranos ( alrededor de $ 160 mil millones). Por supuesto, los EE.UU. no está solo. Arabia Saudita, Irán, e Israel están desperdiciando grandes sumas de dinero en una carrera de armamentos, en el que los EE.UU. es el principal proveedor financiero y brazos. China y Rusia también están aumentando drásticamente el gasto militar, a pesar de sus prioridades nacionales urgentes. Estamos, al parecer, cortejando a una nueva carrera de armamentos entre las grandes potencias, en un momento en lo que realmente se necesita es una raza pacífica, educación y  desarrollo sostenible.

The United States needs to shift its spending from war to education, from CIA-backed regime change to a new Global Fund for Education (GFE). With hundreds of millions of children around the world not in school, or in schools with under-qualified teachers, a lack of computers, large class sizes, and no electricity, many parts of the world are headed for massive instability, joblessness, and poverty. The twenty-first century will belong to countries that properly educate their young people to participate productively in the global economy.

The current imbalance in US spending on global education and military-related programs is staggering: $1 billion per year on the former, and roughly $900 billion on the latter. Military-related programs include the Pentagon (around $600 billion), the CIA and related agencies (around $60 billion), Homeland Security (around $50 billion), nuclear weapons systems outside of the Pentagon (around $30 billion), and veterans’ programs (around $160 billion).

What US politicians and policymakers in their right minds could believe that US national security is properly pursued through a 900-to-1 ratio of military spending to global education spending? Of course, the US is not alone. Saudi Arabia, Iran, and Israel are all squandering vast sums in an accelerating Middle East arms race, in which the US is the major financier and arms supplier. China and Russia are also sharply boosting military spending, despite their pressing domestic priorities. We are, it seems, courting a new arms race among major powers, at a time when what is really needed is a peaceful race to education and sustainable development.

Several recent international reports, including two this month by UNESCO and the International Commission on Financing Global Education, headed by former UK Prime Minister Gordon Brown, show that annual global development assistance for primary and secondary education needs to rise from around $4 billion to around $40 billion. Only this ten-fold increase can enable poor countries to achieve universal primary and secondary education (as called for by Goal Four of the new Sustainable Development Goals). In response, the US and other rich countries should move this year to create the GFE, with the needed funds shifted from today’s military spending.

If Hillary Clinton, the likely next US president, genuinely believes in peace and sustainable development, she should announce her intention to back the GFE’s creation, just as President George W. Bush in 2001 was the first head of state to endorse the newly proposed Global Fund to Fight AIDS, TB, and Malaria. She should call on China and others to join this multilateral effort. The alternative – to continue spending massively on defense rather than on global education – would condemn the US to the status of a declining imperial state tragically addicted to hundreds of overseas military bases, tens of billions of dollars in annual arms sales, and perpetual wars.

Without a GFE, poor countries will lack the resources to educate their kids, just as they were unable to finance the fight against AIDS, TB, and malaria until the Global Fund was established.

Here’s the basic budgetary challenge: it costs at least $250 in a poor country to educate a child for a year, but low-income countries can afford, on average, only around $90 per child per year. There is a gap of $160 per child for around 240 million school-aged kids in need, or about $40 billion per year.

The consequences of underfunded education are tragic. Kids leave school early, often without being able to read or write at a basic level. These dropouts often sign up with gangs, drug traffickers, even jihadists. Girls marry and begin to have children very young. Fertility rates stay high and the children of these poor, under-educated mothers (and fathers) have few realistic prospects of escaping poverty.

The cost of failing to create decent jobs through decent schooling is political instability, mass migration to the US (from Central America and the Caribbean) and Europe (from the Middle East and Africa), and violence related to poverty, drugs, human trafficking, and ethnic conflict. Soon enough, the US drones arrive to exacerbate the underlying instability.

In short, we need to shift from the CIA to the GFE, from the expensive failures of US-led regime change (including those targeting Afghanistan’s Taliban, Iraq’s Saddam Hussein, Libya’s Muammar el-Qaddafi, and Syria’s Bashar al-Assad) to investments in health, education, and decent jobs.

Some critics of aid argue that funds for education will simply be wasted. Yet the critics said exactly the same about disease control in 2000 when I proposed a scale-up of funding for public health. Sixteen years later, the results are in: disease burdens have fallen sharply, and the Global Fund proved to be a great success (the donors now think so, too, and have recently replenished its accounts).

To establish a successful counterpart for education, first the US and other countries would pool their assistance into a single new fund. The fund would then invite low-income countries to submit proposals for support. A technical and non-political review panel would assess the proposals and recommend those that should be funded. Approved proposals would then receive support, with the GFE monitoring and evaluating implementation, enabling well-performing governments to build track records and reputations for sound management.

Since 2000, the US and other countries have squandered trillions of dollars on wars and arms purchases. The time has come for a sensible, humane, and professional new approach that would scale up investment in education while scaling back expenditures on wars, coups, and weaponry. The education of the world’s youth offers the surest path – indeed, the only path – to global sustainable development.

Fuente: https://www.project-syndicate.org/commentary/establish-global-education-fund-by-jeffrey-d-sachs-2016-09

Imagen: http://protestantedigital.com/cultural/34004/libros_vs_canones

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Menos guarderías allí donde más se necesitan: desigualdades territoriales en la primera infancia

Por: Pau Rodríguez

En Santa Coloma de Gramenet, uno de los municipios más pobres de la provincia de Barcelona, sólo un 20% de los niños de 0 a 2 años en una guardería. En Sant Cugat, el pueblo más rico, la cobertura de esta etapa llega casi al 60%. Hay menos cobertura de guarderías allí donde más se necesita. O, lo que es lo mismo, hay indicios de que la política educativa de primera infancia es «regresiva», en palabras de Jaume Blasco, autor de un estudio De la guardería a las políticas para la pequeña infancia, publicado por la Fundación Jaume Bofill.

«La red de guarderías se ha desarrollado más en los municipios con mayor renta y nivel educativo y con menor paro», sostiene Blasco. La desigualdad territorial afecta también a la relación de centros públicos y privados. Sant Feliu de Llobregat, con un 38,5% de los niños menores de dos años en guarderías públicas, cuadruplica la cobertura de ciudades como Badalona (9,9%) o Blanes (12,7%).

Esto es especialmente problemático, según el autor del informe, si se tiene en cuenta que la escolarización entre los 0 y los 3 años es especialmente beneficiosa para los niños de familias sin recursos . Fuera de la guardería, sus padres y madres suelen tener más dificultades para garantizarles un entorno rico en estímulos y experiencias.

Cobertura de plazas en función del nivel de estudios y de paro del municipio. / Elaboración FJB

Cobertura de plazas en función del nivel de estudios y de paro del municipio. / Elaboración FJB

En general, el informe evidencia que es en los municipios grandes -las zonas urbanas- donde hay un déficit de plazas más «grave». La ciudad de Barcelona, a pesar de conseguir que más de la mitad de los niños de esta edad estén escolarizados -muy por encima de la media-, sólo puede atender el 56% de las demandas. Esto quiere decir que el curso 2014-2015 se quedaron sin plaza 3.000 solicitantes.

Pasa al contrario en los municipios pequeños, expone Blasco, donde muchos ayuntamientos «afanan» para no cerrar guarderías que se abrieron la década pasada y que, por el descenso demográfico y los efectos de la crisis económica, no consiguen llenar sus plazas . En el conjunto de Cataluña cada año quedan aproximadamente un 10% de plazas en la pública sin ocupar.

El Gobierno recorta el 50% de su aportación

Esta desigualdad territorial, que supone un agravio para muchas familias en función del lugar donde viven, tiene su origen, según el estudio, en una política que se ha limitado a regular y expandir esta etapa, sin dotarla de coherencia , y que además se ha visto agravada por los recortes. Desde 2004 -año en que se aprobó la llamada Ley de las 30.000 plazas- hasta 2015 se ha duplicado el número de guarderías públicas en Cataluña (de 422 a 883). Este impulso ha situado Cataluña por encima de la mayoría de comunidades autónomas y de la media europea en cuanto a tasa de escolarización a los dos años (un 44%), pero no ha corregido las desigualdades que existen entre sus municipios.

No ha contribuido, por el contrario, que la Generalitat haya recortado drásticamente su parte de financiación de las cuna: de 146,9 millones en 2009 a 71,6 en la actualidad, poco más de la mitad. Esta tijeretazo, en un sistema que se financiaba por tercios (un tercio la Generalitat, un tercio los ayuntamientos, un tercio las familias), ha supuesto, a grandes rasgos, que los municipios que han podido han tenido que aumentar su aportación, y el resto lo han confiado en el bolsillo de las familias. Las matrículas se han encarecido un 10% de media. Que el gasto en pequeña infancia haya sido de las más recortes prueba que «no ha sido una prioridad», dice Blasco.

Para hacer frente al desequilibrio del mapa actual, el estudio propone de entrada que el departamento de Enseñanza vuelva a asumir la parte que le toca de la financiación. Pero añade otras recomendaciones, como una «estrategia de expansión selectiva» de la red de escuelas -en función de los municipios con más necesidad-, o subvenciones para acceder al sector privado a aquellas familias que hayan quedado fuera de la pública y no tengan suficiente dinero para pagar la matrícula de la privada.

El informe recoge también que cada vez más municipios adoptan algún tipo de tarifación social, es decir, que las familias pagan por tramos en función de su renta. En la provincia de Barcelona estos pueblos ya representan el 61% del total.

Y el 55% que no va a la cuna?

Si un 44% de los niños de dos años van a guarderías, ¿qué pasa con el 55% restante? Algunas familias no acceden a pesar de solicitarlo, otros consideran que no es necesario que sus hijos vayan a la cuna, algunos padres y madres en paro optan por quedarse con los hijos en casa por razones económicas … La foto aquí es más difícil de encuadrar. Pero lo que sí constata el estudio es que las políticas de apoyo a este 55% de familias «son casi inexistentes».

«O te toca todo o no te toca nada», resume Blasco, en referencia a los sorteos para acceder a plaza. En este sentido, defiende que se deberían potenciar otras políticas de infancia como los permisos remunerados de parentalidad.

Este ha sido uno de los motivos -entre otros- que ha hecho aflorar los últimos años iniciativas al margen del sistema para el cuidado de los niños: desde servicios de espacio familiares, donde los padres y madres se encuentran para compartir dudas e ideas , hasta ofertas de horario flexible por parte del sector privado, pasando por iniciativas como las llamadas madres de día (educadoras que se hacen cargo de grupos muy reducidos de niños, a menudo en el propio hogar). A esta diversidad de iniciativas las une el haber proliferado al margen de la regulación vigente.

En este sentido, el estudio aconseja regular estas actividades menos para garantizar unos «mínimos de calidad» y unas «condiciones de funcionamiento».

Fuente noticia: https://translate.google.co.ve/translate?hl=es&sl=ca&u=http://diarieducacio.cat/author/pau/&prev=search

Fuente imagen:

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India: Gap in quality between government and public schools is troubling

Asia/India/Septiembre de 2016/Autora: Rebecca Bundhun/Fuente: The National

RESUMEN: En la escuela Malleswaram en Bangalore, que consiste en un par de aulas básicas, un grupo de niños de 8 años de edad, sentados en el suelo, practican su escritura en kannada, el idioma local. Su maestro no habla Inglés. Ellos no tienen escritorios. A la hora del almuerzo,  se sientan en el suelo para comer su almuerzo. La escuela dirigida por el gobierno es gratis. Lejos de la ciudad, en el campo de Belgaluru, la escena no podía ser más diferente en la Escuela Internacional de Stonehill, una escuela privada sin ánimo de lucro, creada por uno de los principales promotores de Bangalore, Embajada de grupo. Allí, los niños de la India y de expatriados privilegiados disfrutan de modernas aulas donde se imparten en Inglés y tienen los beneficios de una amplia cafetería, una piscina y amplios campos de juego repartidas en 34 acres. Las tasas varían de US $ 9,400 a más de $ 26,000 al año. Estos son los dos extremos del sistema educativo de la India.

At the Malleswaram school in Bengaluru, which consists of a few basic classrooms, a group of 8-year-old children sit on the floor, practising their writing in Kannada, the local language. Their teacher does not speak English. They do not have desks. At lunch time, they again sit on the ground to eat their lunch. The government-run school is free of charge.

Away from the city, in Belgaluru’s countryside, the scene could not be more different at the Stonehill International School, a non-profit private school, set up by one of Bengaluru’s major property developers, Embassy Group. There, privileged Indian and expat children enjoy modern classrooms where they are taught in English and have the benefits of a large cafeteria, a swimming pool and expansive playing fields spread across 34 acres. The fees range from US$9,400 to more than $26,000 a year.

These are the two extremes of India’s education system.

There are huge opportunities in the education sector, given a growing need for more good schools, a young population, an expanding middle class and parents’ willingness to invest heavily in their children’s education. And despite the fact that India’s school system is largely based on non-profit models because of regulations, education providers are finding ways to legitimately generate profit from schools, creating significant business opportunities. To take a profit, there has to be a dual structure between a trust that runs the school and a management company that provides the educational support.

India Ratings and Research, part of Fitch Group, highlighted in a recent report that «the education sector has tremendous potential to grow due to the huge demand-supply gap».

It says the country needs a further 200,000 schools, along with 35,000 colleges and 700 universities. The size of the market will reach 7,800 billion rupees (Dh427bn) this year, up from 6,423bn rupees last year, according to India Ratings.

Ramya Venkataraman, the founder and chief executive of the Centre for Teacher Accreditation (Centa) and the former leader of McKinsey’s education practice in India, says that demand for quality schools has grown significantly in recent years.

«This is driven by several things, such as spending more on education and greater understanding of what quality means because of the efforts of organisations and because of national level tests that have started,» she says. «At the bottom of the pyramid, there is also some amount of shift from government schools to private schools, mainly because of the need for English medium, which government schools offer only to a limited extent.»

Ms Venkataraman says there is another gap in the government school system, where many schools stop at seventh or eighth grades. Enrolment in secondary schools is rising and children may not necessarily be able to access a government secondary school nearby, forcing parents to send their child to a private school if they want to continue their education.

Demand for private schooling «is not just about elite private and international schools» but «it’s across the board, across income segments and geographical segments», she says.

There is «a perceived quality difference» between government and affordable private schools, although she adds there is some debate over this.

Even India’s poorer citizens, from road sweepers to taxi drivers, say that they send their children to affordable private schools because they are not happy with the standard of education at government schools.

«The amount of money that parents are willing to spend is definitely going up,» says Pranav Kothari, the vice president of the large-scale education programme at Educational Initiatives, a technology solutions company in India involved in assessments and benchmarking of schools. «I don’t think there’s any doubt about the amount of money that is being thrown at education.»

Fuente: http://www.thenational.ae/business/economy/india-education-gap-in-quality-between-government-and-public-schools-is-troubling

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Paraguay: Estudiantes lanzan botellas contra Ministro de Educación

América del Sur/Paraguay/Septiembre de 2016/Fuente: El Caribe

El ministro paraguayo de Educación fue agredido el viernes con botellas cargadas con agua que le lanzaron estudiantes secundarios que protestaban por el bajo presupuesto para la educación.

La policía informó que no hubo arrestos y que el ministro Enrique Riera fue protegido por sus custodios mientras era conducido al interior del edificio.

El funcionario había salido a la calle frente al ministerio por pedido de los líderes estudiantiles, que le reclaman entablar un diálogo.

Horas antes de la manifestación Riera dijo en conferencia de prensa que «los alumnos que abandonen el aula estando, eventualmente, en examen tendrán la nota cero y los docentes que se unieran a la manifestación recibirán su salario con descuentos por no dar clases».

Felipe Domínguez, uno de los líderes estudiantiles, comentó en reunión con periodistas que «las amenazas del ministro no fueron del agrado de los compañeros porque sólo pedimos algo justo: mejor presupuesto».

El proyecto de presupuesto se encuentra en estudio en el Parlamento y debe ser aprobado antes del 20 de diciembre.

Además de pocos recursos económicos la educación pública en Paraguay está marcada por un déficit en la capacitación docente y escasa disponibilidad de material educativo gratuito para los alumnos.

Fuente: http://www.elcaribe.com.do/2016/09/16/estudiantes-lanzan-botellas-contra-ministro-educacion-paraguay

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