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Philippe Meirieu: La escuela como espacio de justicia y democracia

Por: Tv pública

En una nueva emisión de Caminos de tiza se debaten las propuestas pedagógicas de Philippe Meirieu, investigador y escritor francés, especialista en ciencias de la educación. Entre sus aportes fundamentales se destaca el lugar de la escuela como espacio de inclusión, desaceleración, justicia y democracia.

Mirta Goldberg analiza la obra del pedagogo francés junto a Gabriel Brener, especialista en Educación de las Universidades de Buenos Aires y Hurlingham; Nicolás Levit, Maestro de Escuela Primaria y Licenciado en Educación (UNAHUR) y Daniela Pace, Licenciada en Educación y Directora de la Escuela de Educación Secundaria Nº 19 de Hurlingham.  También participa Gustavo Galli, Director de Enseñanza Media de la DGCYE de la Provincia de Buenos Aires.

Fuente de la información e imagen: https://www.tvpublica.com.ar

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Derechos humanos, democracia y otras yerbas…

Por: Vásquez Araya Carolina

Nos tomaron por ingenuos y nos vendieron caro el cuento de la democracia. 

Esta semana volvemos a experimentar las fallas de un sistema impuesto por gobiernos poderosos, aliados de corporaciones multinacionales, cuyas cabezas se ocultan en los entresijos de un marco aparentemente legal de aplicación forzosa. Ya lo hemos visto antes, durante la dura historia de golpes de Estado patrocinados por la Casa Blanca y sus servicios de inteligencia, pero seguimos soñando con que esos ataques arteros del pasado son, valga la redundancia, cosa del pasado.

Las imágenes de Pedro Castillo y de su familia saliendo del palacio de gobierno traen a la memoria las de Jacobo Árbenz, en Guatemala. En ellas, queda plasmado el odio de las castas criollas, cuyo desprecio ancestral hacia cualquier intento de rebeldía política con acento en la búsqueda del cambio, se traduce de inmediato en un plan de emergencia para detener con un golpe certero las posibilidades de una transformación social, económica y política capaz de aproximarse a los anhelos del pueblo.

Digamos que Pedro Castillo tenía los días contados; era evidente. Su formación de maestro no le dio acceso al aprendizaje de los trucos utilizados durante décadas por los políticos de la oligarquía y eso le puso fecha de caducidad. Si a eso se añade la influencia decisiva del Departamento de Estado para revertir -país por país- el giro continental hacia la izquierda, el paquete estaba listo, atado y con dedicatoria. También en Chile ha comenzado a presionar la maquinaria centrando sus tiros en el texto constitucional y, sin duda, maquinando estrategias para incidir en todo el marco político del nuevo gobierno. Bolivia ya pasó por la experiencia y también Venezuela, con sus cuentas  embargadas. Ahora falta que dirijan sus tiros a Brasil.

Lo más ilustrativo del cinismo con el cual se mueve Estados Unidos en nuestro continente, con la OEA como su lacayo, es su hipócrita discurso por los derechos humanos y la democracia, valores que viola reiteradamente cada vez que le conviene a su política y a sus aliados corporativos. El caso mas ilustrativo de esa doble cara se manifiesta en sus relaciones con Guatemala: un narco Estado cuyos dirigentes han destruido, pieza por pieza, todo el marco institucional arrasando de paso con su sistema de justicia; pero al estar el control en manos de una oligarquía ignorante, obsoleta y de corte colonialista -lo que al sistema neoliberal le viene de perlas- mira para otro lado.

Nos vendieron la preeminencia de los derechos humanos, la democracia y la autodeterminación como una aspiración legítima, pero en cuanto actuamos por conquistarlos viene el golpe de puño para recordarnos cuál es nuestra verdadera realidad. Vale decir, el engaño descarado y la píldora política gorda que nos hemos tragado en largos períodos de nuestra historia. Lo que no le toleraron a Castillo en Perú, se lo aplaudieron a Zelenski en Ucrania, demostrando que todo depende de qué color es el protagonista.

No podemos seguir ignorando la sombra funesta del imperio con sus aliados locales, capaces de utilizar el universo mediático para divulgar sus mentiras y convencernos del cuento de la libertad democrática de los pueblos. La realidad nos enseña, a golpes de Estado y bloqueos económicos, cómo los intereses de un puñado de naciones poderosas dependen de nuestro subdesarrollo y nuestra enorme capacidad para caer en las trampas del sistema, una y otra, y otra vez.

La libre determinación de los pueblos no es mas que un deseo insatisfecho.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

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Las marchas de noviembre

Por: Luis Hernández Navarro

La jornada antiobradorista del 13 de noviembre fue la movilización de masas convocada por un frente opositor más numerosa del actual sexenio. Con el pretexto de “defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y la democracia”, una variopinta coalición de fuerzas de centroderecha anti-AMLO logró sacar a la calle a varias decenas de miles de ciudadanos, muchos vestidos de blanco y rosa, en casi todo el país.

Su magnitud estuvo muy lejos de alcanzar el tamaño de las concentraciones populares convocadas por el Presidente. Sin lugar a dudas, también será menor de la que los simpatizantes del mandatario efectuarán este 1º de diciembre. Pero, aun así, sería muy delicado desdeñar el significado y alcance de la protesta del pasado domingo.

Las calles no son el terreno de lucha principal de la centroderecha. Ellos tienen otros medios de presión. John Lennon, compositor de Working class heroe, lo sabía muy bien, cuando, en 1963, en el show de The Beatles ante la reina Isabel II, bromeó: “Para nuestro último número, les quiero pedir su ayuda. ¿Podría la gente de los asientos más baratos, aplaudir? Y el resto de ustedes, sólo sacudan sus joyas”.

Una protesta contra López Obrador del tamaño como la congregación de este domingo es un hecho que no acontecía desde el 27 de junio de 2004. En aquella fecha, la derecha empresarial y mediática, bajo la fachada del combate a la inseguridad pública, orquestó una gran embestida de masas contra el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que sirvió de ensayo para preparar su ­desafuero. La arremetida se orquestó desde los medios de comunicación electrónicos, difundiendo reiteradamente imágenes de violencia, que generaron en la opinión pública de la capital del país una sensación de incertidumbre y miedo. Cientos de miles de personas, muchas vestidas de blanco, marcharon para “rescatar a México”.

Entre otras diferencias presentes en ambas movilizaciones está el que, a diferencia de la de 2004, la del domingo no fue auspiciada por los medios electrónicos, sino por una parte muy importante de la prensa escrita y las redes sociales asociadas a intelectuales públicos de la derecha. Probablemente, la forma en que el Presidente recriminó el llamado a “defender el INE” y se refirió a algunos de sus promotores, catalizó la protesta.

Al analizar la jornada del 13 de noviembre es necesario distinguir entre los convocantes y quienes asistieron masivamente a las marchas. No son lo mismo. El núcleo organizador está formado por la alianza de empresarios abiertamente retrógrados, partidos de oposición, jerarcas religiosos y un archipiélago de intelectuales (los transitólogos) con un enorme peso en el INE y la organización de procesos electorales. Los manifestantes fueron un conglomerado diverso de sectores acomodados, grupos rabiosamente anticomunistas, clases medias y clientelas populares de las alcaldías de la Ciudad de México en manos de la oposición, descontentos con el gobierno federal por razones diversas.

En la marea rosa participaron, entusiastas, familias enteras, muchas por primera vez en su vida. En el río humano que caminó sin organizarse en contingentes por Paseo de la Reforma en la Ciudad de México había personas de todas las edades no acostumbradas a corear ­consignas.

Como versión apache del S how de terror de Rocky, a la marcha asistió una colección de impresentables egos partidocráticos, que desfilaron enjundiosos, y que en otras circunstancias difícilmente habrían convivido bajo el paraguas de la misma convocatoria. En las calles, su presencia se desvaneció ante una multitud que los ignoró y desbordó, pero fueron rescatados del anonimato por la prensa. Como si su biografía personificara la historia del INE, la figura de la mañana fue José Woldenberg. Orador único, fungió de bateador emergente de una oposición de derecha sin figuras políticas fuertes y con intelectuales más que disminuidos. Estará por verse si la coalición antiobradorista lo seguirá placeando.

Más allá de la presencia de consumados mapaches electorales disfrazados de ciudadanos de a pie, como Ulises Ruiz, Elba Esther Gordillo o Roberto Madrazo, las protestas confirmaron la creciente mengua de apoyo hacia la 4T entre sectores medios, anticipada en las elecciones intermedias de 2021. En esos comicios, la oposición ganó la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México (la joya de la corona obradorista) y muchas de las capitales de los estados en disputa. Pese a triunfar en las elecciones, la coalición gobernante perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y tuvo 9 millones de votos menos que en 2018.

Las movilizaciones fueron receptáculo de una parte del malestar que hay hacia la 4T entre universitarios, profesionistas liberales, médicos, amas de casa, artistas, defensores de derechos humanos, feministas, familiares de víctimas de la violencia, científicos, ambientalistas y pequeños empresarios. Muchos no son conservadores. No pocos apoyaron en el pasado al Presidente. Pero ya no lo hacen más. Están desencantados e incluso iracundos. El tamaño de su inconformidad los llevó a sumarse al llamado de figuras como el impresentable Claudio X. González, la más rancia partidocracia, ultraderechistas que salieron del clóset y destacados prestidigitadores electorales, ocultos bajo el antifaz de la defensa del INE.

Más allá del final que tenga la reforma electoral promovida por el Presidente, la marea rosa del domingo fue, para la oposición de derecha, no una jornada ciudadana, sino el banderazo de salida de su campaña electoral rumbo a 2024. Falta ver si pueden conservar el impulso y apoyo de masas que tuvieron.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Educación y democracia: ¿educar tontos o príncipes?

Por: Juan Carlos Yáñez Velazco

Tres escritores de primer orden escribieron o hablaron en días recientes del mismo tema. Juan Villoro, uno de los más destacados en el panorama literario latinoamericano, tituló su colaboración periódica “Democracia para tontos”. Su foco no es angelical o etéreo. Encarrerados en una contienda por ganar la candidatura presidencial del partido gobernante en México, sus máximas figuras, transmutadas en “phono sapiens” (Byung-Chul-Han, dixit) se promocionan en TikTok.

En pos de su objetivo los personajes en cuestión actualizan los medios para alcanzarlo. Las preguntas de Villoro son punzantes: “¿Vale la pena promocionarse ante un público desinformado, buscando votos de quienes no necesariamente irán a las urnas?”. Su juicio es lapidario: “Utilizada como herramienta política, TikTok ayuda a construir una democracia para tontos”.

El último párrafo de Juan Villoro es didáctico: “En el México contemporáneo, los actores públicos están lejos de ser magos o científicos, pero si desean conectar con los jóvenes, deberían ejercer una actividad olvidada por la política: el pensamiento”. Lamentablemente, los políticos no lo leerán, porque están divertidos en redes sociales o grabando sus nuevos tiktoks.

De paso por Oaxaca, donde participó en la clausura de la Feria Internacional del Libro, Fernando Savater se reunió con periodistas. El diario “El economista” recogió parte de sus declaraciones, entre ellas, un pensamiento ya esgrimido: “Una democracia de ignorantes no puede funcionar. La democracia tiene que educar en defensa propia, porque el peligro en contra de la democracia son los ignorantes y su peso dentro de la sociedad”.

La educación tiene que educar príncipes, no súbditos, dijo el donostiarra: “La idea de que la educación es simplemente para mantener a la gente sojuzgada es una ingenuidad. Lo que pretende la educación es que todo mundo forme parte de la élite y no solamente unos cuantos. La educación no busca la igualación por abajo, que todo el mundo sea ignorante o que sea populista, sino que la educación busca que todo el mundo conozca la aristocracia del pensamiento y de la libertad. Por lo tanto, educar es educar príncipes, siempre. Educamos para que la gente sea príncipe, pero no unos cuantos sino todos; esa es la diferencia con la educación que busca elogiar al pueblo y decir ‘que bonito es el pueblo’, para que siga siendo siempre esclavo de los príncipes”.

¿Los sistemas educativos ahora, acá o allende el Atlántico, educan súbditos o príncipes? ¿Caben dichas expresiones?

Entrevistado en el programa televisivo español “El hormiguero”, Arturo Pérez-Reverte volvió a sus críticas contra la escuela que tenemos. Así las recoge “La Vanguardia” el 19 de octubre: “Tú no puedes tratar igual al niño brillante, que el día de mañana puede ser quien esté tirando de la locomotora y del carro de la vida, quien haga mejor el mundo para los otros, que al que se niega a estudiar o al que no tiene el talento suficiente”.

Aficionado a las polémicas en Twitter, Arturo Pérez-Reverte arremetió contra la escuela facilona, que se hinca ante las presiones paternas y edulcora las exigencias: “Todos deben tener las mismas oportunidades, por supuesto, eso es la igualdad, pero, una vez dentro del sistema, al brillante prémialo, apóyalo, ayúdalo, empújalo, estimúlalo. Y al que no es brillante ayúdalo, pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre, porque entonces te los estás cargando a todos”,

Acuciosos observadores del mundo de las no-cosas, como lo define Byung-Chul-Han, las coincidencias de los tres escritores invitan a la reflexión sobre las mutaciones culturales que vivimos y sus efectos en los sistemas educativos.

La afinidad de ideas entre ambos filósofos aplica también al territorio de las escuelas. Dice Savater, como repitiendo a Byung-Chul-Han: “actualmente hay una tendencia a, en vez de resolver los problemas, resolver el lenguaje con que nos referimos a ellos. Se buscan fórmulas perifrásticas para referirnos a cosas, entonces, claro, las cosas no se resuelven con eso… No se trata de buscar perífrasis para endulzar nuestro aspecto, nuestras limitaciones, sino buscar remedios a los verdaderos problemas que tienen las personas que no son verbales”.

Si los sistemas educativos tienen a su cargo la tarea (para muchos imposible, o casi) de formar a los ciudadanos, pero los ciudadanos se mueven al compás de las notas volátiles de las redes sociales, por la fugacidad permanente de WhatsApp; por Facebook y los “Me gusta”, “Me encanta”, “Me enoja”… por las selfis como expresión chismosa y vanidosa, ¿entonces, podemos también acusar a los sistemas educativos de la endeblez de los valores prevalecientes? ¿Son los profesores testigos impotentes ante la conversión del homo sapiens en phono sapiens? ¿Cuál es su responsabilidad?

Frente a la idea de la sociedad de la desinformación que construye Daniel Innerarity, tenemos que colocar los fundamentos científicos y humanísticos en su sitio, para evitar los fenómenos que vivimos, impregnados de insustancialidad y buenaonda. Tenemos, quizá, que plantear un nivel más alto de rigor para escapar del discurso pseudopedagógico disfrazado de progresista. Para que en los salones de clase no se privilegien opiniones sin argumento, explicaciones sin profundidad o cualquier clase como sinónimo de enseñanza.

¿Educamos tontos o príncipes? ¿Es un falso dilema? Tal vez sí, sería suficiente, pero bastante, con preparar ciudadanos para estas sociedades enredadas y líquidas. Para los ciudadanos de estas sociedades que, quizá, se perdieron o podrían extraviarse entre gorjeos y tiktoks.

*Publicado en “El Diario de la Educación” (España)

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Marxismo abierto y decolonialidad

Por: Luis Bonilla-Molina[1]

  1. El debate

Asumimos la perspectiva decolonial a partir de los trabajos de Quijano (1930-2018), especialmente El nuevo terreno de la lucha de clases y los problemas de la revolución en América Latina (1974), José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate (1979) Poder y Democracia en el Socialismo (1981), El trabajo a finales del siglo XX (2003), entre otros, cuya línea de pensamiento siempre fue trabajar desde América Latina la disputa entre capital y trabajo, a favor de los explotados y contra la burguesías, así como su crítica implacable a la idea del partido revolucionario burocratizado que subalterniza las otras formas de organización de la clase trabajadora. Es decir, una decolonialidad de carácter anticapitalista, que no se escondió en eufemismos para pensar la idea del socialismo, eso si un socialismo no burocrático. Quijano hablo de decolonialidad cuando era impensable que se convirtiera en una moda, que en muchos casos obvia los aportes del intelectual peruano.

Ciertamente el discurso descolonial ocupa hoy una parte importante del trabajo intelectual, sacudiendo los cimientos de muchas verdades fosilizadas, posibilitando aperturas epistémicas. Sin embargo, preocupa el énfasis, las tildes y el carácter pro-normativo de algunos de sus exponentes que limitan el diálogo con otras corrientes de pensamiento, operando este fenómeno como una negación de su propia esencia. En una perspectiva dialéctica nos resultan de mucho más interés, los diálogos plurales que puedan generarse a partir de las provocaciones descoloniales con mirada incluyente.

Pero la motivación de estas pequeñas y dispersas notas no es académica, sino política. Algunos discursos descoloniales están permeando las narrativas de la nueva socialdemocracia latinoamericana, que bajo el rótulo de progresismos está hoy más concentrada en una agenda de conciliación de clases que en una revolución que implique un cambio radical. En ese sentido, cualquier discurso que, atacando al marxismo y la lucha de clases, hable de “lo propio”, les resulta atractivo para seguir manteniendo el aire comunicacional de revolucionarios. Para este sector político la aproximación a la decolonialidad no es esfuerzo para reinventar-se en la lucha contra el capital, el imperialismo, las naciones imperialistas ni las burguesías, sino que sirve de aliento para la pulsión de fuga, respecto a definiciones concretas en el terreno de la lucha de clases, especialmente del socialismo. Las narrativas decoloniales que sin negarla obvian la lucha de clases, allanan el camino para la adaptación política del buen salvaje al buen revolucionario. En ese sentido, algunas “decolonialidades” corren el riesgo de operar más como un dispositivo ideológico reproductor del sistema mundo capitalista, que frena el cambio radical, que, como un punto de partida para pensar el poder y la política desde abajo, desde el terreno de los sin nadie, de los condenados de la tierra.

La decolonialidad desde Quijano siempre tiene lugar de enunciación en las fábricas, el campo, los sectores marginales y contra todo tipo de poder, incluso contra las opresiones que se pretenden presentar como de “socialismo real”, real politik. Quijano no dudo en criticar a los instalados en el poder, a las nomenclaturas partidarias cuando sus prácticas no abrían camino al poder en manos de la propia clase. El pensamiento decolonial de Quijano consideraría un insulto a la inteligencia y la lucha de los pueblos hablar de “burguesía revolucionaria”, algo ante lo cual la decolonialidad socialdemócrata se hace de la vista gorda. Ahí esa variante del discurso descolonial pasa de ser un asunto para convertirse en un problema para el cambio radical, un problema para la lucha de clases desde una perspectiva de la clase trabajadora.

  • El marxismo como narrativa de los explotados y desheredados

Marx fue un hombre de su tiempo histórico quien construyó un horizonte teórico y político radical a partir de su relación con la clase obrera industrial organizada, vista como continuidad de la lucha de clases, pero también tomando partido en las posiciones filosóficas que influían en las posibilidades de organización del mundo del trabajo.

La tarea de Marx fue tremendamente descolonial en cuanto posibilitó romper con la idea y cultura que la burguesía intentaba colocar en las mentes y vida material de la clase obrera, que ubicaba a los ricos como la única clase social capaz de garantizar el bienestar de la sociedad. Las teorías del valor, el develamiento de la plusvalía, el análisis del carácter de clase del Estado, la lucha de clases, la emancipación y la superación de la alienación son estudios decoloniales.

El socialismo no es un credo sagrado, sino un pensamiento del tiempo histórico del capitalismo industrial, una síntesis interpretativa de las resistencias anticapitalistas, que hereda la tradición histórica del proletariado y formula elaboraciones propias del mundo del trabajo. Su elaboración estructural tiene plena vigencia, aunque algunos de sus enunciados estén marcados por las limitaciones del desarrollo del pensamiento alternativo de hace casi 200 años y haga necesario actualizarlo. Es un pensamiento para comprender y actuar en el sistema mundo capitalista, al que hay que enriquecer, ampliar y ajustar permanentemente conforme lo demande la lucha de clases en cada país, algo que Quijano hizo de manera permanente, incluso conflictuando en algunos aspectos con el propio Marx.

La decolonialidad de Marx en cuanto ruptura de alienación burguesa y la explotación de la burguesía sobre los y las trabajadoras, es un punto de referencia sobre el cual situarse en el diálogo con las narrativas descoloniales. Si a diferencia de Quijano, el discurso no sirve para denunciar a la burguesía, para impulsar una sociedad de socialismo democrático desde abajo, para denunciar a los viejos y nuevos burgueses y todas las formas de poder, entonces que es una narrativa funcional al sostenimiento del orden burgués.

El marxismo hoy es abierto, enriquecido por las perspectivas afro caribeñas, feministas, ecológicas, anti raciales, de los pueblos originarios, de las diversidades sexuales, de las culturas juveniles, de las espiritualidades ancestrales. Ese marxismo se reconstruye y actualiza desde una clara perspectiva del mundo del trabajo contra cualquier tipo de explotación, segregación, dominación y alineación. Este artículo, es un punto de partida de un trabajo que aspiramos sostener en el tiempo de encuentro del marxismo abierto con las corrientes decoloniales anti capitalistas.

  • El capitalismo y sus contracturas ideológicas

No solo la clase obrera asume los aprendizajes derivados de las resistencias. El capitalismo y la dominación burguesa aprenden también y han entendido que los discursos y narrativas son muy importantes para mantener una correlación de fuerzas que les permita sostener su lógica de poder, consumo y reproducción ideológica.

Por ello, al agotarse el ideario liberal burgués el sistema capitalista ha estado en búsqueda incesante de nuevas narrativas, ya sean centrales o auxiliares, que no solo fabriquen ilusiones de felicidad marcadas por un mañana de gran consumo individual, sino que resulten útiles para desactivar los nichos de resistencia.  Para el capitalismo, cualquier teoría, narrativa o imaginario del mundo que disuelva la lucha de clases, que sustraiga la idea de sociedad de los y las de abajo, que disipe el riesgo que implica plantearse la eliminación de la burguesía como clase social, resulta de especial interés.

La socialdemocracia jugó un papel central en la idea de cambiar el mundo no solo sin tocar a la burguesía, sino construyendo un Estado que fortaleciera sus intereses. Socialdemocracia y fordismo se complementarían durante décadas, con su lógica de negociación tripartita que hiciera manejable y con límites precisos los conflictos de la clase trabajadora, creando la cultura de circunscribir las luchas a lo económico, dejando a un lado el cambio estructural del sistema.

Con la crisis de los precios del petróleo, la llamada crisis de sobre producción de los años setenta del siglo XX y llegada de la globalización neoliberal, el fordismo se diluyó en su eficacia política para la burguesía. El desmantelamiento de la URSS, proceso que iniciaría el estalinismo y culminaría la era Gorbachov, tuvo como efecto que la socialdemocracia migrara del centro político a la derecha, dejando abierto un amplio campo que vienen cubriendo las izquierdas que abandonan la idea de un cambio radical y se arropan en el discurso del progresismo. Este nuevo actor político requiere nuevas narrativas y categorías discursivas para seguir presentándose como novedosos a la par que se distancian de la perspectiva de lucha de clases.

  • La posmodernidad como ruptura ideológica

Cada cierto tiempo surgen en las universidades micro sectas con impacto mediático pero limitado aporte a la producción de conocimiento. Los cultos académicos operan como grupos de interés para acceder a recursos, ascensos y privilegios y se hacen notar actuando como francotiradores contra corrientes con tradición en la crítica anti sistema. Logran atraer la atención de los medios de comunicación burgueses que suelen tener aprensiones respecto a las narrativas que se inscriben en la lucha de clases.

Tanto la crítica a la modernidad que borra la lucha contra la burguesía, como la canonización del modernismo son aristas de un mismo fenómeno. La crítica a la modernidad emerge como un discurso estructural anti sistema. Hay quienes se adentran a este debate considerando que el capitalismo es hijo de la modernidad, mientras otros que la modernidad es el imaginario ideológico del capitalismo y en especial del capitalismo industrial. Mientras los segundos se fundamentan en premisas que parten del mundo del trabajo y/o los marxismos abiertos, los primeros dan origen al discurso de la posmodernidad.

Como mostraría Jameson en Posmodernismo: la lógica cultural del capitalismo avanzado (1989) las narrativas y la estética son usadas por el capitalismo para su reproducción. La posmodernidad instaló la idea que los dos metarelatos de la era capitalista, liberalismo y socialismo, eran hijos de la modernidad y por lo tanto era imposible salir de su lógica pensando y actuando en clave socialista. Como esto en el fondo implicaba una renuncia a la lucha de clases y la disolución de los programas que procuraban la destrucción del poder burgués, el sistema mundo lo promueve como “perspectiva crítica”. Todo se convierte en efímero, mientras la explotación y la dominación se recrudecen en la era neoliberal. El discurso posmoderno opera como ideología burguesa, aunque artes de sus fundamentos puedan tener algún valor teórico, en la práctica se convierte en propaganda para desmovilizar resistencias anticapitalistas.  Incluso los anuncios de una teoría de la transmodernidad tendrán el desafío de mostrar cómo se sitúan respecto al poder de la burguesía y el capital, por ende, ante las clases subalternas y la cuestión del poder.

  • El discurso descolonial no puede ser una continuidad de las narrativas posmodernas

El discurso descolonial desde la perspectiva de Quijano tiene una potencia radical, porque no esquiva ni asume neutralidad ante el poder de las burguesías, la reproducción del capital y la generación de plusvalía, pero tampoco se deja limitar por categorías como partido único revolucionario, opresiones justificadas por las contradicciones con naciones imperialistas, ni de ningún otro signo. En ese sentido está ubicado en las antípodas del discurso posmoderno. Esto no ocurre con algunas narrativas poscoloniales de especial difusión en la actualidad. Llegó la hora de debatir al respecto

La invitación y el compromiso que asumimos a partir de este pequeño artículo, es trabajar otras descolonialidades posibles a partir de la lucha de clases.

Lista de referencias

Jameson (1989) Posmodernismo: la lógica cultural del capitalismo avanzado. Paidos. Barcelona

Quijano (1974) El nuevo terreno de la lucha de clases y los problemas de la revolución en América Latina. En Antología de CLACSO: Cuestiones y Horizontes (2014). Buenos Aires. Argentina

Quijano (1979) José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate. En Antología de CLACSO: Cuestiones y Horizontes (2014). Buenos Aires. Argentina

Quijano (1981) Poder y Democracia en el Socialismo. En Antología de CLACSO: Cuestiones y Horizontes (2014). Buenos Aires. Argentina

Quijano (2003) El trabajo a finales del siglo XX. En Antología de CLACSO: Cuestiones y Horizontes (2014). Buenos Aires. Argentina


[1] Doctor en Ciencias Pedagógicas. Postdoctorado en propuestas y modelos de evaluación de la calidad educativa. Postdoctorado en pedagogías críticas y educaciones populares. Presidente de la Sociedad venezolana de Educación Comparada. Integrante del Consejo Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Profesor Asociado de la Universidad Nacional Experimental de Caracas (UNEXCA- en Venezuela), Profesor Extraordinario de la Universidad de Panamá (Panamá). Profesor invitado del Instituto McLaren de Pedagogías Críticas y la Universidad Indígena Campesina (México), la Universidad de Tolima y Surcolombiana (Colombia). Director de Investigaciones del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CIIOVE), centro miembro de CLACSO y la CLADE

<strong>Marxismo abierto y decolonialidad</strong>

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América Latina por la Democracia

CII-OVE

América Latina, una vez más, está llamada a expulsar al fascismo de sus fronteras. Así fue en los años 60 y así es ahora en este momento histórico.

Brasil, un país continental, que limita con la mayoría de los países sudamericanos, vive un drama. Producto de un golpe parlamentario y mediático, el neofascismo llegó al gobierno con las elecciones de 2018.

Son cuatro años de mucha resistencia a los ataques, cambios negativos y casi 800 mil brasileños asesinados por la pandemia. Las luchas del pueblo brasileño han sido importantes, pero todavía insuficientes para derrotar a Bolsonaro.

En educación sufrimos sucesivos recortes presupuestarios, ataques a proyectos inclusivos y democráticos, congelamiento de salarios, restricción de la libertad de cátedra, además de la utilización del Ministerio de Educación como vehículo de la corrupción.

Por eso, el proceso electoral se ha convertido en un momento decisivo en Brasil: el 2 de octubre de 2022 habrá elecciones presidenciales en el país. La candidatura de Lula da Silva apunta a convertirse en la esperanza de derrotar a Bolsonaro y un nuevo comienzo para Brasil. Unamos a toda América Latina en una sola voz: ¡ELIGE A LULA PARA DERROTAR A BOLSONARO!
Participe del acto internacional virtual el 28 de septiembre, a las 18 h (hora de Brasilia-BR), con la presencia de líderes sindicales y entidades educativas de todos los países latinos. Demostremos la unidad de la clase obrera en defensa de la democracia.

El acto será transmitido a través de los canales de YouTube y Facebook del portal Esquerda Online (EOL) y Otras Voces en Educación (OVE).

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Educar para una participación electoral consciente y comprometida

Por: Dinorah García Romero 

Atrás las campañas electorales que explotan la ingenuidad y la falta de educación de las personas.

La sociedad dominicana no tiene descanso electoral. Desde que el presidente electo jura para el inicio del mandato, empieza la nueva campaña electoral. Es una práctica que hasta la fecha no se ha podido erradicar. Una campaña electoral extemporánea tiene consecuencias nocivas para el fortalecimiento de la democracia, para la economía y para la salud personal y medioambiental. Para la democracia, porque se violentan leyes, políticas y procedimientos que regulan la dinámica electoral. Para la economía, porque los Partidos Políticos invierten recursos que no producen; viven del Estado Dominicano, esto es, del trabajo de los ciudadanos. Como reciben estos recursos sin régimen de consecuencias, han instaurado una cultura de irrespeto a la calidad del gasto, a la austeridad y, especialmente, a la rendición de cuentas. Afectan la salud personal, por el uso de materiales y pinturas que provocan daños en el medio ambiente; asimismo, por los ruidos extremos que progresivamente disminuyen el potencial auditivo de los sujetos. Por otro lado, instauran la cultura del escándalo.

Es necesario indicar que la campaña electoral es un proceso saludable en el marco de la vida democrática de una sociedad, pero necesita regulación. En la República Dominicana, esta regulación no se produce. La legislación es deficitaria; y esto favorece el caos y la incapacidad de la Junta Central Electoral para ponerle fin al desorden en este aspecto que abordamos.

La situación descrita requiere organización y ubicación concreta en las leyes electorales. Es tiempo de avanzar; es hora de ponerle fin a la anarquía generada por la debilidad legislativa en el campo electoral. Además, es el momento de profundizar los procesos de educación de las personas y de la sociedad en el nivel general. Esto permitirá que los afiliados a los partidos políticos y los legisladores adopten una posición más responsable ante los requerimientos de la campaña electoral y de los procesos que esta implica. Las instituciones de Educación Superior y las del ámbito preuniversitario tienen una responsabilidad alta con la educación de la ciudadanía. Urge el establecimiento de una alianza estratégica con la Junta Central Electoral. Esto permitirá el desarrollo de una estrategia de formación ciudadana que introduzca cambios sustantivos en la forma de entender y de asumir los procesos electorales. En esta alianza no debe faltar la Oficina del Defensor del Pueblo. Este organismo tiene, también, una función importante en la educación de los ciudadanos.

La participación electoral requiere cualificación. Para ello se ha de implicar a los medios de comunicación y a las redes sociales, por su influencia en la formación o en la deformación de las personas. Es necesaria una participación consciente y comprometida para garantizar el desarrollo de una democracia robusta. Para aproximarnos a esta meta, se necesita la puesta en ejecución de una estrategia educativa sistemática. Esta demanda la conjunción de fuerzas de las entidades señaladas. Es preciso que su acción genere cambios en la mentalidad y en la práctica de los ciudadanos. Es imprescindible que produzca transformaciones en la formación y en la ingenuidad de los votantes. En los momentos actuales, es importante una población con un pensamiento crítico más desarrollado y con una postura más comprometida con el impulso de la nación.

Una educación electoral con calidad integral posibilitará la elección de legisladores menos corruptos y más empeñados en el avance del país. De la misma forma, la mayoría de los legisladores aprenderá a leer, a escribir y a pensar a favor de la sociedad dominicana. Una educación crítica y sistémica le dará un giro exponencial a la participación electoral. La utilización creativa de las tecnologías posibilitará procesos educativos electorales de amplio alcance y de un impacto decisivo, especialmente en la población joven.  Atrás las campañas electorales que explotan la ingenuidad y la falta de educación de las personas. Atrás, también, los avezados en la falta de ética y en la búsqueda del bien particular. Hay que educar por encima de todo y para el bien de todos.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/educar-para-una-participacion-electoral-consciente-y-comprometida-9099776.html

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